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ACTITUD FILOSÓFICA

Laura Chivatá*

“Un cínico es un hombre que conoce el precio de todo y el valor de nada”.

−Oscar Wilde.

Introducción

Mi objetivo en la presente ponencia es realizar una reflexión acerca del cinismo para
cambiar el imaginario equívoco que se tiene respecto a las actitudes de los filósofos
pertenecientes a este movimiento. Actitudes que son vistas como meras payasadas,
groserías, charlatanerías u obscenidades. Para ello, voy a dividir el texto en dos
partes, y, finalmente, daré algunas conclusiones. En la primera, voy a describir el
cinismo fundado por Antístenes, valiéndome de las anécdotas que nos transmite
Diógenes Laercio; en la segunda, expongo la tergiversación del concepto cinismo.
Me voy a basar, para la primera parte principalmente en las Vidas y opiniones de
los filósofos ilustres de Diógenes Laercio y en la segunda parte, en la Crítica de la
Razón Cínica de Peter Sloterdijk.

¿Quiénes fueron los cínicos?

Los cínicos fueron filósofos griegos que vivieron en el siglo IV a.C. Se


caracterizaban por la manera en la que llevaban la filosofía a la práctica, en sus
actitudes filosóficas, por considerar la filosofía como un modo de vida. Un modo de
vida que tenía una coherencia sincrónica entre sus pensamientos y sus actitudes.
El cínico vive de acuerdo con la naturaleza y de la forma más simple posible. Los

*
Estudiante de segundo semestre de la Licenciatura en Filosofía y Lengua Castellana de la
Universidad Santo Tomás.

1
principales exponentes del cinismo son Antístenes, fundador del cinismo y discípulo
de Sócrates, Crates de Tebas, Hiparquía y Diógenes de Sínope quienes mediante
la práctica filosófica realizaban una crítica a la superficialidad de los griegos, una
apelación a la conquista de la libertad. Como dice Schwartz citado por Carlos García
Gual refiriéndose a Diógenes de Sínope:

«No tronó contra los tiranos, pero se burló de los filisteos burgueses, que se
jactaban de una libertad y una educación heredadas, y disfrutaban los goces
de una civilización material muy elevada, como si la hubiesen creado ellos,
porque podían pagarla. A este tipo de filisteo era a quien constantemente
pinchaba Diógenes, patentizándole su mala índole, mostrándole esclavizado
por las exterioridades de la civilización, que no hacían más que alejarle de la
naturaleza, y poniendo de manifiesto la vaciedad, la falta de ingenio, la
artificiosidad de toda esa cultura.» E. Schwartz. (García, C, 2005: 27)

La práctica filosófica de los cínicos se basaba en las actitudes, las palabras y los
gestos. El objetivo de los cínicos era conseguir bastarse a sí mismos, al vivir de la
forma más sencilla posible, tener como únicas necesidades las fisiológicas y valerse
meramente de lo que la naturaleza le procuraba. Lo que debería ser realmente
importante para el hombre era la libertad que conlleva a la felicidad.

Los cínicos eran filósofos críticos. Estos pensadores pretendían desenmascarar


actitudes absurdas aceptadas por los ciudadanos, por ejemplo, la tendencia a
escandalizarse por lo natural, la pseudo-felicidad conseguida por medio de los lujos
y la hipocresía. Los cínicos lograban hacer pensar la situación de la sociedad griega
mediante las actitudes que adaptaban.

La filosofía helenística, y más específicamente el cinismo, se apropia el


pensamiento como un modo de vida. Pierre Hadot concibe el modo de vida de esta
manera:

2
“Los estoicos, por ejemplo, lo proclaman de forma explícita: según ellos, la
filosofía es «ejercicio». En su opinión la filosofía no consiste en la mera
enseñanza de teorías abstractas o, aún menos, en la exégesis textual, sino
en el arte de vivir, en una actitud concreta, en determinado estilo de vida
capaz de comprometer por entero la existencia." (Hadot, P, 2006: 25).

En el mismo sentido, el cinismo está directamente relacionado con el ethos. El


término griego ethos significa carácter, modo de vida, conducta, temperamento. El
cinismo es un modo de vida (ethos) que se caracteriza por la autosuficiencia y una
forma de vivir lo más sencilla posible. Los cínicos adoptan la figura del perro o can
como símbolo (kyon en griego, de aquí la etimología de cinismo) ya que los perros
suelen valerse por sí mismos de acuerdo a su naturaleza, se adaptan a donde
habiten, son desvergonzados y se alejan del lujo. Estos rasgos suelen ser
representados mediante actitudes cínicas. Por ejemplo, los antiguos griegos solían
hacer uso de dos mantos, uno exterior y otro interior, pero Diógenes el cínico, decide
doblar uno de los dos mantos para formar uno y desechar el otro palio1 ya que no
le es necesario. Anécdota que demuestra la sencillez de los cínicos, descrita en
Vidas y opiniones de los filósofos ilustres: “Fue el primero en doblarse el vestido
según algunos por tener necesidad incluso de dormir en él. Y se proveyó de un
morral, donde llevaba sus provisiones, y acostumbraba usar cualquier lugar para
cualquier cosa, fuera comer, dormir o dialogar.” (Laercio, D, 2007: 289).
Estos rasgos apuntan a la demostración de los cínicos de que pueden bastarse a sí
mismos o de que son autosuficientes. Lograr la autosuficiencia evita caer en la
esclavitud de sí mismo a causa de la importancia concedida a lo superficial, de tal
manera que el cínico distingue entre lo que realmente le es importante, es decir, él
mismo, lo que es natural de él y de su entorno, y lo superfluo. Por eso desprecia los
placeres, las riquezas, la conformación del hogar tradicional griego, la fama y todo
lo que no le es necesario vitalmente al hombre, por mencionar unos pocos actos
que pueden hacerlo esclavo. Cabe resaltar que los cínicos no restringían sus

1
Sinónimo de manto.

3
necesidades fisiológicas, como el comer, beber agua, dormir o su apetito sexual, y
saciaban sus necesidades de la manera más sencilla posible, como Hiparquía y
Crates, esposos cínicos, quienes copulaban en medio del ágora sin vergüenza
alguna o como es manifestado por Laercio, donde se describe la simplicidad a la
hora de comer en una anécdota de Antístenes: “Al observar una vez a un niño que
bebía en las manos, arrojó fuera de su zurrón 2 su copa, diciendo: « Un niño me ha
aventajado en sencillez». Arrojó igualmente el plato, al ver a un niño que, como se
le había roto el cuenco3, recogía sus lentejas en la corteza cóncava del pan”
(Laercio, D, 2007: 296).
El principal propósito de bastarse a sí mismo, de lograr el equilibrio entre lo físico y
lo espiritual, de poder tener dominio de los placeres, es conquistar la libertad. Los
cínicos concebían la libertad tanto de palabra como de acción. La libertad de palabra
se caracteriza por la insolencia, por ejemplo las críticas por parte de Antístenes a
Platón: “Se burlaba de Platón por creerle henchido de vanidad. En otra ocasión fue
a visitarle estando enfermo y, al ver la palangana4 donde Platón había vomitado,
dijo: «Aquí veo tu bilis, pero no veo tu vanidad». (Laercio, D, 2007: 281). Y la libertad
de acción, caracterizada por actos altamente groseros y desvergonzados, como
por ejemplo cuando Diógenes es invitado a casa de alguien, y se le avisa que no
puede escupir allí, Diógenes hace gárgaras y escupe en la cara del anfitrión al decir
que no habría encontrado lugar más sucio para hacerlo5. Los cínicos desean ser
virtuosos para poder ser libres. Tanto la virtud como la libertad lograda mediante la
renuncia a lo innecesario, se necesitan para alcanzar la felicidad permanente que
sería el fin último del cinismo.

Los cínicos filosofaban valiéndose de recursos como la altanería. Eran altaneros


con sus interlocutores. Diógenes Laercio refiere una anécdota en la que Diógenes
es insolente con Platón: “En cierta ocasión Diógenes le pidió vino, y luego unos

2
Morral.
3 Recipiente semiesférico.
4
Sinónimo de balde o cubeta.
5 Ejemplo tomado de Vidas y opiniones de los filósofos ilustres.

4
higos. Este le envió un jarro entero. Y él le dijo: «Si te preguntan cuántos son dos y
dos, ¿responderás que veinte? Así ni respondes a lo que se te pregunta ni das lo
que se te pide, por exceso». Lo ridiculizó, desde luego, como hablador inacabable.”
(Laercio, D, 2007: 281). A diferencia de Diógenes, Crates hace reflexionar sin llegar
a ser tan directamente ofensivo: “A Alejandro, que le preguntó si quería que se
reconstruyera su patria, le contestó: « ¿Qué más da? Probablemente otro Alejandro
la arrasará de nuevo.»”. (Laercio, D, 2007: 322).
Los cínicos practicaban la filosofía a través de las actitudes. Los espectadores de
las actitudes de los cínicos se veían obligados a pensar a fondo su situación y así
lograr entender los gestos cínicos no como simples ofensas, burlas o locuras sino
como reflexiones de su vida cotidiana. La representación más simbólica de este
recurso es la siguiente anécdota: “Cuando tomaba el sol en el Craneo se plantó ante
él Alejandro y le dijo: « Pídeme lo que quieras». Y él contestó: «No me hagas
sombra». (Laercio, D, 2007: 296). Si pensamos en la simplicidad y la forma cínica
en la que Diógenes responde hay un gran pensamiento filosófico tras ello. Diógenes
solo está a disposición de su entorno natural, es decir, disfrutar la luz solar es lo
único que el cínico quiere y que prefiere antes que cualquier bien material que
Alejandro le pudiese dar y que, en ese momento, le quita. El cínico distingue entre
lo que realmente le es importante, eso que le brinda la naturaleza y aquello que lo
hace esclavo.

El sentido del humor es otro recurso del cinismo. Aunque los actos cínicos se tornen
divertidos, no pierden su propósito filosófico. Una anécdota de Diógenes da cuenta
de ello: “Platón dio su definición de que « el hombre es un animal bípedo implume»
y obtuvo aplausos. Él desplumó un gallo y lo introdujo en la escuela y dijo: «Aquí
está el hombre de Platón». Desde entonces a esa definición agregó «y de uñas
planas». (Laercio, D, 2007: 297).

Estos y otros recursos como la sátira, los actos que atentan contra la vergüenza, la
desfachatez, el factor humorístico, el modo de lo dicho, la honestidad, entre otros,

5
están presentes en los actos cínicos, articulándose unos con otros; es decir, cuando
Alejandro se pone frente a Diógenes y le cubre el sol, no solamente se está haciendo
uso de la acción, también de la ironía, el descaro, la altanería y la honestidad para
la realización del gesto. Hay un propósito de todas las actitudes cínicas, que al no
ser reflexionadas, pareciesen de un bufón ingenioso, justificaciones absurdas o
burlas odiosas, pero guardan una intención que debe ser pensada para lograr
despertar la conciencia y descubrir una verdad, una duda o motivar a una reflexión.

Tergiversación del concepto de cinismo antiguo

En la contemporaneidad se habla de dos cinismos. Sloterdijk en Crítica de la Razón


Cínica establece una diferencia entre lo que él llama el quinismo y el cinismo. El
primero de los términos, el quinismo, es definido como la filosofía griega de la
insolencia que encubre una verdadera filosofía, pero llega a ser considerada como
simples actitudes cómicas. Como manifiesta Sloterdijk:

El antiguo quinismo es, al menos en su origen griego, insolente por principio.


En su insolencia hay un método digno de descubrirse. Injustamente, este
primer y real “materialismo dialéctico”, que también era un existencialismo, se
considera y, consiguientemente, se pasa por alto, frente a los grandes sistemas
de la filosofía griega, como un mero juego satírico, como episodios a mitad de
camino entre la diversión y la porquería. (Sloterdijk, P, 2003: 175)

Por otra parte el cinismo es lo que él define como “falsa conciencia ilustrada”:
aquella de quienes se dan cuenta de que algo ha sido desenmascarado y a pesar
de ello, no hacen nada. La falsa conciencia ilustrada según Sloterdijk debe ser
entendida como:

Es la conciencia modernizada y desgraciada, aquella en la que la Ilustración ha


trabajado al mismo tiempo con éxito y en vano. Ha aprendido su lección sobre
la ilustración, pero ni la ha consumado ni quiere siquiera consumarla. En buena

6
posición y miserable al mismo tiempo, esta conciencia ya no se siente afectada
por ninguna otra crítica de la ideología, su falsedad está reflexivamente
amortiguada. (Sloterdijk, P, 2003: 41).

Mientras que los gestos quínicos están más relacionados con la obscenidad y la
exposición desvergonzada, gestos que tienen un propósito filosófico, en las
acciones de los cínicos hay una vergüenza innata causada por la cultura social
actual, según Sloterdijk, la cultura nos ha llevado a la tendencia de escandalizarse
por lo natural. Por ejemplo, el quínico vería sus heces sin asco alguno, pues
provienen de la naturaleza del hombre, por lo que no importaba en donde hiciera
sus necesidades fisiológicas, al fin y al cabo todos lo hacemos, y por el contrario, el
cínico, aunque nace sin asco a sus propias naturalidades, las heces pueden llegar
a serle tan desagradables que hasta se repugna.

Movimientos urbanos, como los hippies (deriva del inglés hipster, que quiere decir
de moda o popular), pueden estar asociados al cinismo antiguo. Los hippies no
están totalmente de acuerdo con la cultura en la que viven, al igual que los quínicos
quienes hacen críticas constantes a la forma de vida de los antiguos griegos. Los
hippies desvían el propósito filosófico del cinismo, que es ser libre para ser feliz. Los
también llamados beatniks6 se hacen esclavos de medios exteriores, como las
drogas o la música para alcanzar el nirvana (el desatar los nudos de la mente),
mientras que los antiguos cínicos lo que pretendían era liberarse de lo que es
exterior al hombre porque no le es vitalmente necesario.

Los punks también viven inconformes con las reglas establecidas en la sociedad,
pero a diferencia de los hippies y alejándose aún más del cinismo antiguo, los punks
pueden manifestar con violencia física su inconformismo con las convenciones
sociales. Se alejan de la filosofía de los antiguos cínicos, pues la virtud no puede
conseguirse por medio de la violencia porque actuar de esta forma es apartarse de

6
Submovimiento de los hippies.

7
las reflexiones y actitudes críticas. En la violencia física, no hay una actitud filosófica,
sino un acto impulsivo.

Además hay que aclarar que los quínicos tampoco eran indigentes. El quínico está
dispuesto a renunciar a todo lo que no le es importante y vive acorde con su filosofía,
tenía una conciencia crítica de su situación, mientras que el indigente se adapta a
una vida miserable porque la cultura lo acostumbra a creer que sin dinero o bienes
materiales no hay felicidad. En la indigencia no hay un ethos sino una condición
humana. En La secta del perro el autor se refiere a los cínicos de esta manera:

Como en otros momentos, la aparición de estos tipos y sus prédicas es


un síntoma manifiesto del malestar en la civilización y el rechazo de una
cultura que denuncian como represora y retórica. Se parecen a los
«hippies» y «beatniks» de tiempos cercanos, más que a los viejos
«clochards»7. (García, C, 2005: 11)

Aunque en estos movimientos haya elementos que evidencien la presencia del


cinismo, se pierde el sentido filosófico que pretendían hacer ver los quínicos y se
tergiversa el concepto cinismo. O es desviado el objetivo filosófico quínico o el cínico
oculta verdades ya desenmascaradas, por ejemplo, los periodistas nos muestran
situaciones de guerra, hambre y miseria. Exponen a un niño abandonado en medio
de la guerra y antes de que puedan ayudarlo, deben sacarle una fotografía exitosa
para el satisfactorio reconocimiento en su trabajo.

Conclusiones

Para finalizar, podemos reconocer que los cínicos eran realmente filósofos, tenían
como característica principal la manera en la que practicaban la filosofía, siendo
sensatos con sus palabras y sus acciones, poseían una actitud filosófica en la que

7 Mendigo, vago, vagabundo.

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usaban ciertos recursos particulares y tenían gestos que hacían de estos filósofos
personajes peculiares.

En las actitudes cínicas se percibe el humor y la creatividad en sus respuestas


verbales o de acción, pero no pierden aquella fuerza filosófica e inteligente detrás
de sus gestos satíricos por lo que no deberían ser vistos como payasos o bufones.
Los cínicos pretenden vivir conforme con la naturaleza humana, pero no debe
confundirse con la indigencia. Estos pensadores tienen una postura filosófica en la
que renuncian, de manera consciente, a todo aquello que no considera necesario
para vivir, mientras que el mendigo se adapta, casi que obligado, a las
circunstancias de su vida.

Las actitudes cínicas se llevan a cabo con el fin de hacer una crítica a la polis e
intentar conseguir la felicidad por medio de la suficiencia y control de uno mismo,
de un autoconocimiento en el que se puede reflexionar sobre lo que realmente es
importante y lo que puede atar e impide la libertad.

La tergiversación del concepto cinismo ha llevado a un imaginario equívoco del


movimiento fundado por Antístenes y que no debe ser confundido. Debido a la
confusión de los términos definidos por Sloterdijk es que se causa este paradigma
de los cínicos. Pensar la diferenciación de los conceptos puede motivar a la
reflexión, la crítica y el conocimiento de uno mismo, generando interrogantes como:
¿soy realmente libre?, ¿qué es la felicidad?

Los quínicos nos permiten reflexionar acerca de la libertad, la autosuficiencia y la


gran importancia que se le da a los bienes materiales. Nos convertimos en presos
de objetos (como los tecnológicos) que nos esclavizan y ya no conseguimos
tranquilidad y “felicidad” sin el celular que tiene la cámara con más megapixeles, la
ropa más costosa o sin poder acceder a una cuenta Netflix. El hombre se convierte
en cínico porque no deja de lado el interés económico, por ejemplo; el cohecho,
donde un juez toma una decisión atrozmente injusta a cambio de una determinada
suma de dinero. Cuando el hombre ve su celular y espontáneamente decide

9
levantar la cabeza, se da cuenta de que está vacío, ni siquiera se ha encontrado él
mismo y descubre que la felicidad no está en ser esclavo de algo que lo aleja de la
naturaleza misma, entonces solo le queda explorar en él mismo y desatarse de
aquello que le impide ser libre y por ende ser realmente feliz.

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Referencias bibliográficas:

García, C. (2005). La secta del perro. Madrid: Alianza.

Hadot, P. (2006). Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua. Madrid: Siruela.

Laercio, D. (2007). Vidas y opiniones de los filósofos ilustres . (García, C, Trad.),


Madrid: Alianza.

Sloterdijk, P. (2003). Crítica de la Razón Cínica. Madrid: Siruela.

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