Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
AUTORIDAD Y JUSTICIA
Una vez que trazamos esta división conceptual podemos observar que el
argumento de Nozick consiste en demostrar sus principios morales (P) y sus reglas
de justicia (R) a partir de que aceptemos intuitivamente su distribución particular
D2. El ejemplo de Chamberlain parece lograr esto en tanto afirma que aun
partiendo de un punto de distribución particular D1 (realizada a partir de los [P] y
[R] de sus rivales igualitaristas) podemos arribar a D2 a partir de acciones que
intuitivamente nos parece incuestionables.
Lo problemático de su argumento está en la forma en que interpreta la primera
distribución D1, dado que lo hace según sus propios principios morales (P) y sus
propias reglas de justicia (R). Nozick le concede al igualitarismo una distribución
de bienes, pero implicitamente supone que en esa distribución se dan derechos de
propiedad plenos sobre las pertenencias de los individuos. De esta manera
modifica la posición que adjudica a los igualitaristas, en tanto según los principios
y reglas que fundamentan la distribución D1 no se transfieren derechos plenos a
los individuos, sino que se asignan recursos particulares a las personas para
alcanzar el derecho a una partida equitativa, inherente a la teoría de Rawls.
A partir de ese análisis Klymica demuestra que Nozick ha tergiversado el
argumento igualitarista, al sostener que la distribución D1 implica una asignación
de derechos de propiedad incuestionables para luego sostener que no se puede
utilizar una redistribución impositiva para alcanzar el derecho a la partida
equitativa.
Una vez que aceptamos que Nozick ha introducido veladamente su noción de
derechos absolutos de propiedad, una segunda crítica posible, es que esta noción
parece dificil de justificar desde un punto de vista intuitivo. Pensemos la siguiente
escena:
8 Cfr. Kymlicka, Will; Filosofía política contemporánea, cap. 4 Libertarismo, pag 120-122
una transferencia legítima, como ilustraba el ejemplo intuitivo de Chamberlain. Al
mismo tiempo, para que una transferencia sea legítima es necesario que el
individuo que transfiere haya adquirido los bienes legitimamente a su vez. Sin
embargo, para evitar un regreso al infinito, debería encontrarse un momento en el
que un bien que no era propiedad de nadie fue adquirido por primera vez. La
teoría de la adquisición original legítima de Nozick, derivada de la de John Locke,
estipula que una apropiación de un bien que previamente era de uso común se
encuentra justificada siempre y cuando esta no empeore la situaición material del
resto de las personas respecto del momento en el que el bien se encontraba
disponible para el uso general. A modo de ejemplo, podemos imaginar que Aldo y
Ana trabajan una parcela de tierra y que obtienen de la misma una ganancia de
doscientos pesos cada uno. Un buen día Ana se apropia de la tierra que los dos
trabajaban. Cuando Aldo va a reclamarle, Ana le responde que a partir de ahora,
siempre que él lo deseé, va a tener la posibilidad de trabajar para ella y obtener
una ganancia de doscientos cincuenta pesos, por lo que, en caso de aceptar, estaría
recibiendo cincuenta pesos más de los que recibía cuando trabajaban la tierra en
forma común. Ana por su parte, aumentó su ganancia en un proporción mayor a la
de Aldo, lo que le permite pagarle el salario sin problemas.
De acuerdo con Nozick, la presente apropiación sería legítima y no habría nada que
se pudiera objetar, en tanto Aldo se encuentra en una mejor situación de la que se
encontraba cuando el bien era de uso común.
Ahora bien, la teoría de adquisición legítima de Nozick es suceptible de ser criticada
desde diversos aspectos.
En primer lugar, si Nozick desea fundamentar el derecho a la propiedad con una
extensión del derecho de control sobre uno mismo, esto debería haber sido tenido en
cuenta al definir qué significa encontrarse en una peor situación en términos materiales.
Desde el momento en que Ana pasa a poseer la tierra y Aldo a trabajar para ella, este
debera trabajar según las condiciones que la primera estipule, perdiendo el control sobre
sí mismo y sobre su tiempo que poseía antes de la apropiación. En su justificación de la
apropiación, la autonomía de Aldo resulta irrelevante.
En segundo lugar, no resulta tan claro que la situación material de Aldo haya mejorado
luego de la apropiación de Ana pues, como indica Kymlicka, se habrá producido a su
respecto a una reducción injustificada de oportunidades. Antes de la apropiación inicial,
Aldo podía haberse apropiado de la tierra y aumentar considerablemente sus ganancias,
o la tierra podría haber sido apropiada por los dos o hasta podrían haber acordado
cedersela a un tercero a cambio de condiciones más ventajosas, todas esas alternativas
han desaparecido para Aldo desde el momento en que la tierra ha sido apropiada por
Ana y, para empeorar las cosas, esta última apropiación no responde a ningún tipo de
mérito, sino que ha sido simplemente una cuestión de quién ha llegado primero o quien
ha tenido primero la idea.
Otro punto importante señalado por Kymlicka, es que la teoría de la apropiación
legítima de Nozick parte de una falsa dicotomía entre una sociedad de mercado
capitalista y una sin propiedad privada. Si una persona muere de hambre en la sociedd
capitalista porque nadie quiere comprar su fuerza de trabajo, Nozick responderá que en
un mundo sin apropiación privada esta persona también habría muerto. Esto nos lleva a
preguntarnos por qué motivo otro tipo de sociedad intermedia en las que el Estado
intervenga regulando la propiedad privada y subvencionando a los menos favorecidos
no aparece como una opción relevante a la hora de decidir si determinada apropiación
mejora o no las circustancias de un individuo determinado.
Finalmente, la teoría de la adquisición de Nozcik postula que en un momento anterior a
la adquisición inicial los bienes comunes no eran poseídos por nadie. Sin embargo, si
los bienes se encontraban accesibles y disponibles para el uso común, por qué no
afirmar que ellos eran propiedad de todos los interesados, de modo que cualquiera de
ellos podría ejercer un poder de veto si algún otro quisiera apropiarselo. Si los bienes
exteriores son una condición necesaria para el ejercicio de la propia libertad, por qué no
aseguraros de apropiaciones arbitrarias garantizandoles a todos un derecho común sobre
todas las cosas, en lugar de plantear un sistema arbitrario que estipula que el primer en
llegar priva de la propiedad a los demás.
A modo de cierre, podemos concluir que tanto los fundamentos intuitivos como los
filosóficos del libertarianismo de Nozick adolecen de graves problemas y
contradicciones internas .
Respecto al primero de estos argumentos, centrado en el famoso ejemplo de Wilt
Chamberlain, hemos demostrado que para poder sostener que cualquier acuerdo inicial
lleva necesariamente al tipo de distribución defendido por Nozick el autor debe falsear
la posición de su contrincante, adjudicandole su propia concepción del carácter absoluto
de los derechos de propiedad. En segundo lugar, postulamos un ejemplo hipotetico para
mostrar que esa misma concepción resulta poco atractiva desde un punto de vista
intuitivo. Se recalcó también que el ejemplo de Chamberlain falla al valerse de la
ignorancia de quienes prestan su consentimiento, pues lo que los individuos aceptan es
desprenderse de una pequeña porción de sus ingresos para ver a un jugador que es
gusta, no cambiar las pautas de distribución de su sociedad de manera perjudicial para sí
mismos. Finalmente se mencionó que este acuerdo no podría ser oponible a terceros que
no hayan participado y, muchos menos, a las generaciones futuras.
En relación al argumento filosófico, que intenta derivar el derecho a la propiedad sobre
las cosas como una extensión del derecho de auto control, se mostró cómo la teoría de la
adquisición inicial defendida por Nozick adolece de serias contradicciones, al no tomar
en cuenta las diversas formas en las que la apropiación de un bien determinado afecta a
quienes antes poseían su uso común (perdido de control sobre uno mismo, limitación de
opciones) y al reposar en la implausible hipotesis de que el mundo, antes de la
adquisición original, no era poseído por nadie.