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En el plano empresarial, todas las actividades deben tener un sustento ético, desde
una sencilla negociación con un empleado hasta el acuerdo con un grupo
empresarial que suponga la expansión de la marca.
La ética puede ser, además, fuente de ventajas competitivas para las compañías.
Una gestión que respete los valores básicos de la acción comercial y del trato hacia
el cliente y las sociedades en general, garantiza que esas empresas sean vistas
como promotoras de responsabilidad y compromiso con los entornos.
El marco ético también puede oficiar como herramienta para combatir prácticas
poco saludables como la corrupción, el hostigamiento laboral, la difamación de
terceros y los anuncios engañosos, entre otros.
La ética es un concepto demasiado amplio. Los valores que puede englobar pueden
ser innumerables y siempre se correrá el riesgo de dejar alguno por fuera de la lista.
En el caso de la ética empresarial pasa algo parecido. Cada compañía define los
valores que le son más afines o con los que mejor se identifica.
Aun así, desde una visión estandarizada, es posible mencionar algunos aspectos
que no pueden faltar en el código ético de cualquier organización:
Algunos autores han definido los cinco valores que deben regir cualquier actividad
comercial, más allá de sus características específicas. Estos valores son: igualdad,
libertad, diálogo, respeto y solidaridad. Deben aplicarse siempre y en cualquiera de
los renglones jerárquicos o funcionales.
Valores comunes:
No puede ser que para unos niveles de mando operen unos valores y para el resto
de los trabajadores otros distintos. Las organizaciones con bases éticas sólidas
aplican los mismos principios a todos sus miembros.
Por supuesto, cuando las empresas incurren en fallos que incumplan cualquiera de
los valores que les sustentan como organización, es necesario que asuman el grado
de responsabilidad que les cabe. Como decíamos arriba, la Responsabilidad Social
Corporativa es, en cierta forma, la materialización de la ética empresarial.
El autor parte de la consideración de que la ética y la moral son una misma cosa.
Hasta considerarlas como sinónimos. Postura con la que no estoy de acuerdo. De
modo que desde mi consideración hasta el título debería ser responsabilidad ética
y no moral. O, en última instancia, responsabilidad ética y moral de la empresa
capitalista. Por tanto me voy a detener aquí un momento para explicar el por qué de
mi consideración tratando con ello de brindar un aporte que permita fortalecer a la
obra en lugar de debilitarla.
II
En este sentido podemos partir del hecho que comúnmente ante ciertas
acciones, ante ciertos comportamientos, de una determinada persona, sale a relucir
el término Ética. Si se hace referencia sobre alguien, por alguna razón de carácter
personal o profesional en su conducta, se suele decir de ese alguien que carece de
Ética. Que no tiene moral. Lo que conduce a confusiones. Así lo reconocen Cortina
y Martínez (1.998) al señalar que “a menudo se utiliza la palabra ‘ética’ como
sinónimo de lo que anteriormente hemos llamado ‘la moral’, es decir, ese conjunto
de principios, normas, preceptos y valores que rigen la vida de los pueblos y de los
individuos”.
Por ello, la impresión que tanto la ética como la moral son una misma y única cosa.
Y aunque así lo parece es necesario sostener que no. Situación que observamos
en el caso de Emeterio quien habla de ellas indistintamente como sinónimos. Sólo
que por estar íntimamente relacionadas se las confunde. La palabra ‘ética’ –nos
dicen los antes citados Cortina y Martínez (1.998)- procede del griego ethos, que
significaba originalmente ‘morada’, ‘lugar en donde vivimos’, pero posteriormente
pasó a significar ‘el carácter’, el ‘modo de ser’ que una persona o grupo va
adquiriendo a lo largo de su vida. Por su parte, el término ‘moral’ procede del latín
‘nos, moris’, que originalmente significaba ‘costumbre’, pero que luego pasó a
significar también ‘carácter’ o ‘modo de ser’. De este modo, ‘ética’ y ‘moral’ confluyen
etimológicamente en un significado casi idéntico: todo aquello que se refiere al modo
de ser o carácter adquirido como resultado de poner en práctica unas costumbres
o hábitos considerados buenos.
Se espera entonces que una persona tenga, en el contexto social, una conducta
íntegra. Que se conduzca por el camino del buen obrar. Sujeto de normas de
convivencia social. Lo que le permitiría la inserción en una comunidad o sociedad
determinada. Siendo modelo. Ejemplo de buen ciudadano. Prototipo de hombre
frente a la sociedad. Ante el Estado. Porque como ha dicho Fatone (1.969) “a
diferencial del animal –sumido también en el fluir incesante de los hechos-, no está
el hombre haciendo siempre lo que las leyes de su especie, la necesidad de sus
instintos o de su idiosincrasia fisiológica y la estructura del medio que lo rodea le
determinan inexorablemente. El hombre, como el animal, no puede esquivar las
situaciones, pero a diferencia de él, ni las situaciones mismas ni su propia
configuración psicofisiológica le indican ineludiblemente cómo debe obrar. Forzado
a obrar, el hombre, a diferencia del animal, elige cómo hacerlo: toda su existencia
es, en este sentido, una elección constante”.
III
Tal vez el esfuerzo no se vea del todo justificado. Aun cuando nos ofrece la fábula
para defender al Capitalismo y que no deja de ser convincente. Sin embargo, hay
una realidad ahí afuera que parece sostener o hacernos ver lo contrario dejando
entre ver que para el Capitalismo lo importante es el afán de la acumulación del
capital. De un capital privado. Que no hay otro interés. Que el otro no importa. Ni su
miseria. Ni su desolación. Sólo la ganancia. Y el enriquecimiento a toda costa. No
obstante, es preferible luchar por transformar al capitalismo en más humano, de
promover su relanzamiento moral que asumir el Comunismo como forma de
encontrar la justicia social.
Ahora bien, llama la atención que el autor no tome en cuenta que lo que une o
sostiene a la Ética y a la Moral es la relación intrínseca con los valores. Sin los
principios, sin las normas que representan los valores no hay posibilidad de, en este
caso, transformar al Capitalismo en más humano. Inclusive pienso que hay que
educar, formar para esa coyuntura que aspira Emeterio. Claro que hay una
referencia, y si se quiere, como un reconocimiento hacia los valores, pero no es
contundente. Inclusive surge para contrarrestar el planteamiento de Weber quien no
creía en estos para que naciera una ciencia Social. Por que el hombre -sostiene al
respecto-, sépalo o no, pone inevitablemente valores en el mundo. Antes de conocer
objetivamente cualquier realidad, ya la hemos conformado a partir de nuestros
valores. ¡Antes de cualquier comprensión racional, se constituye en nosotros una
pre comprensión moral, ideológica o existencial de la realidad.
Pero este dejo, este olvido hay que resaltarlo. Dado que como ya señalé para vencer
en esta lucha que propone Emeterio la bandera del Capitalismo más humano no
puede ondear sin el hasta de los valores para que la sostenga. Particularmente por
que la vida del hombre es un elegir constante. Una toma de decisiones permanente
entre lo humano y lo divino. Entre el bien y el mal. Y en este sentido sólo los valores
pueden permitirle al hombre elegir. Y elegir bien. Dado que la Ética y la Moral
naufragarían en este océano de incertidumbres, de abismos en el que se ha
transformado el mundo de lo que Peter Drucker (1993) ha denominado la sociedad
post capitalista como una nueva realidad, como un cambio de poder (Toffler:1991)
sin los valores. Por eso insisto en la necesidad de educar para alcanzar el cometido
de un Capitalismo más humano. Pero educar en y con valores.
En este sentido, la gran tarea de la educación -nos dice Velasco (1.970)- es ésta:
Preparar al hombre para elegir y crear los valores superiores en jerarquía. Pero para
lograr esto, diversos factores tienen que participar en el proceso. Pues es necesario
reconocer que, por sobre todas las cosas, se hace indispensable rescatar lo
fundamental de la educación, es decir, la formación. Así lo reconoce Savater (1.998)
cuando señala que “la educación es tarea de sujetos y su meta es formar también
sujetos, no objetos ni mecanismos de precisión”.
El hombre tiene a cada instante que enfrentar encrucijadas. Y para continuar tiene
que elegir. Tomar decisiones. Pero esa toma de decisiones se complica dada la
disyuntiva a la que se enfrenta el hombre. Pues tiene que elegir entre el bien y el
mal. En otras palabras, tiene que descubrir, reconocer el camino correcto frente al
incorrecto.
Por eso se dice que los valores están íntimamente relacionados con el fin de la
educación que no es otro que la perfección del hombre. Y perfeccionar al hombre
significa formar al hombre. Pues el hombre es una sustancia inacabada e
imperfecta, pero maleable. En este sentido, la educación debe trabajar sobre el
hombre. Debe labrarlo. Debe esculpir, tallar el “bloque amorfo” que éste representa
y darle forma. Moldearlo y construirlo. Lograr que la posibilidad que es el hombre se
realice, se efectúe. Porque la educación, según el antes citado Savater (1.998),
“tiene como objeto completar la humanidad del neófito”.
Es apenas necesario acentuar que este es el gran desafío del docente. En sus
manos está la oportunidad de dar vida o muerte intelectual al hombre. En otras
palabras, de formarlo, de construirlo, de hacer de él un auténtico hombre. Porque
“para ser hombre no basta con nacer, sino que hay también que aprender”. Es
preciso sacar, extraer, despertar y dar vida al potencial inmenso que permanece
dormido en su interior aguardando el soplo del saber que lo impulse por el océano
del conocimiento. Pues como señaló Drucker (1.995) –citando a San Agustín de
Hipona- “descubrir las aptitudes del estudiante y enfocarlas en la realización es la
mejor definición del maestro y de la enseñanza”.
Desde esta posición podemos señalar que es indispensable tomar en cuenta la
jerarquía de los valores. Dado que se debe reconocer que unos valores están por
encima de otros. Que unos valores son preferidos al resto. Que están sobre los
demás. Aceptando esto, la actuación del hombre en la vida transitará por el camino
correcto. Es decir, el hombre obrará bien. Será virtuoso. Sabrá elegir el mejor
camino. El que más le conviene. Dado que “los valores… son la expresión de unos
ideales o de unos deseos que habitan y se sostienen en la voluntad; de ahí que
podamos definirlos también como el resultado de una opción libre y personal entre
diversas formas de vivir o de actuar”.
IV
Como podemos ver es posible que el autor piense que al hablar de la moral
los valores están implícitos. Pero por experiencia nada se puede dejar por supuesto
o dado. Y en este caso en particular es indispensable no solo hacer referencia a los
valores sino a la educación. Porque es a través de un proceso educativo que
podremos lograr que no sólo el Capitalismo pueda ser más humano sino que las
personas entiendan que si puede serlo. En tal caso cuando Emeterio señala que
sólo si logramos desarrollar nuestra dimensión ética, es decir, nuestra dimensión
espiritual más honda, podremos derrotar a la barbarie (p: 98), es como si olvidara
que para “desarrollar esa dimensión ética” necesitamos tener una sociedad más
justa y unos ciudadanos formados para ella en un mundo donde al parecer estamos
hospedados en el Gran Hotel del Abismo (Uslar Pietri: 1971). Y esto sólo es posible
a través de la educación.
Así pues, democracia no es, aquí, lo contrario de régimen opresor, de tiranía, sino
de “aristocracia”: una estructura social horizontal en lugar de una estructura social
vertical. Después de Tocqueville, es sobre todo Bryce quien mejor concibe la
democracia como un ethos, como un modo de vivir y convivir, y por lo tanto como
una condición general de la sociedad. Sí, para Bryce, en 1888, la democracia es
prioritariamente un concepto político. Pero para él la democracia estadounidense
también se caracterizaba por una “igualdad de estima”, por un ethos igualitario que
se manifiesta en el valor igual que las personas se reconocen mutuamente. Por ello,
en la acepción original del término, la “democracia social” revela una sociedad cuyo
ethos exige a sus propios miembros verse y tratarse como socialmente iguales.
Democracia económica es, a primera vista, una expresión que se explica por sí
misma. Pero sólo en apariencia. Desde el momento en que la democracia política
gira en torno a la igualdad jurídico-política, y que la democracia social consiste sobre
todo en la igualdad de estatus, en esa secuencia democracia económica significa
igualdad económica, aproximación de los extremos de pobreza y de riqueza, y por
lo tanto redistribuciones que persiguen un bienestar generalizado. Esta es la
interpretación que podríamos llamar intuitiva de la expresión. Pero la “democracia
económica” adquiere un significado preciso y caracterizador de subespecie de la
“democracia industrial”.
El hecho es que el marxismo –por lo menos desde Marx hasta Lenin– juega bien
contra la democracia, a la que declara capitalista y burguesa; pero juega mal en su
propia casa, es decir, cuando se trata de explicar cuál es la democracia que
reivindica para sí, la democracia del comunismo realizado. En Estado y revolución,
Lenin dice y desdice; pero al final su conclusión es que el comunismo, al abolir la
política, lo que hace al mismo tiempo es abolir la democracia (véase Sartori, 1987,
pp. 461-466). Por lo tanto, en el texto que más sienta cátedra, el marxismo no
desarrolla una democracia económica. Y la cuestión que hay que recalcar es que la
democracia económica y la teoría económica de la democracia son, a pesar de la
similitud de las expresiones, cosas totalmente distintas.
Una vez aclaradas las diferencias, ¿cuál es la relación entre democracia política,
democracia social y democracia económica? La relación es que la primera es
condición necesaria de las otras dos. Las democracias en sentido social y/o
económico amplían y completan la democracia en sentido político; son también,
cuando existen, democracias más auténticas, ya que son microdemocracias,
democracias de grupos pequeños. Por otra parte, si la democracia no se da en el
sistema político, las pequeñas democracias sociales y de fábrica en cualquier
momento corren el riesgo de ser destruidas o amordazadas. Por ello “democracia”
sin calificativos quiere decir democracia política. La diferencia entre esta democracia
y las demás es que la democracia política es dominante y condicionante; las demás
son subordinadas y condicionadas. Si falta la democracia mayor, con facilidad faltan
las democracias menores. Lo que explica por qué la democracia ha sido siempre un
concepto preeminentemente desarrollado y teorizado en el contexto del sistema
político.
La Responsabilidad Social Empresarial (RSE)
Mejora de los productos y/o procesos de producción, lo que resulta en una mayor
satisfacción y lealtad del cliente Mayor motivación y fidelidad de los trabajadores, lo
cual aumenta su creatividad e innovación. Mejor imagen pública, debido a premios
y/o a un mayor conocimiento de la empresa en la comunidad.
Mejor posición en el mercado laboral y mejor interrelación con otros socios
empresariales y autoridades, mejor acceso a las ayudas públicas gracias a la mejor
imagen de la empresa. Ahorro en costes e incremento de la rentabilidad, debido a
la mayor eficiencia en el uso de los recursos humanos y productivos.
Incremento de la facturación/ventas como consecuencia de los elementos citados.
Referencias: