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¿LA SOLA PENALIZACIÓN DE LOS DELITOS AMBIENTALES RESUELVE EL PROBLEMA DE LA

CONTAMINACIÓN?

Lorena Laura Castillo

Leslye Gardenia Ccala Mamani

INTRODUCCIÓN

La calidad de vida es el objetivo común de la población y del Estado Peruano, esto se debería
evidenciar y materializar a través de los gobiernos regionales, locales y distritales, sin
embargo ello no está siendo completamente eficiente. En el Perú esta calidad de vida a
finales del siglo XX fue relacionada con un medio ambiente sano, reconociéndose así que
uno de los obstáculos más importantes para el mantenimiento o la mejora de la calidad de
vida es la contaminación del medio ambiente, siendo considerado el pilar del que depende
nuestra existencia como seres humanos integrantes del planeta.

Actualmente nuestro país sufre grandes problemas ambientales, el cambio climático,


deforestación, destrucción de la capa de ozono, contaminación del suelo, aire y agua, ruido,
mal manejo de residuos sólidos, extinción de bosques, depredación de flora, fauna y
recursos genéticos, entre otros, que afectan a la colectividad sin distinción. En la Región
Puno esta se manifiesta como consecuencia de la actividad minera. Estos problemas
evidentemente son el resultado de acciones concretas determinadas por los modelos de
producción, consumo y hábitos de vida, especialmente los de la sociedad y del Estado, este
último a falta de políticas públicas en materia de protección ambiental.

La Constitución Política del Perú estipula en el inciso 22, artículo 2° que toda persona tiene
el derecho fundamental, “a gozar de un ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de
su vida”. Asimismo el Tribunal Constitucional ha establecido que este derecho fundamental
exige a todos los órganos del aparato estatal la obligación ineludible de proteger el medio
ambiente y sus componentes, en las condiciones adecuadas para garantizar la existencia de
la persona en un ambiente sano, ya que el fin supremo de la sociedad y del Estado es la
defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad.
En ese sentido, el Derecho Penal como no es ajeno al cumplimiento de tal obligación como
un instrumento de control y represión social, que el Estado haciendo uso de su potestad
punitiva “ius puniendi”, evita conductas antisociales que puedan afectar o amenazar la
convivencia y la paz social. A través de la creación de normas en su mayoría por el poder
legislativo. Pero no se debe olvidar que el Derecho Penal tiene una naturaleza secundaria
porque interviene como última alternativa ante el fracaso de otros procedimientos e
instancias de control social cuya función es proteger bienes y valores jurídicos necesarios
para que la persona se auto realice y desarrolle en su entorno.

Por ello, el Derecho Penal no está ajeno a lo que hoy en día cobra mayor relevancia frente a
la protección del “medio ambiente”, como bien jurídico protegido. Sin embargo ello no es
herramienta suficiente para frenar la contaminación. En la Región Puno, esto se refleja a
través de un estudio del número de casos tramitados en la Fiscalía Especializada en Delitos
Ambientales desde el año 2009 hasta el año 2017, siendo un total de 1422 casos, de los
cuales en el 2009 son un total de 92 casos y el 2017 un total de 211 casos, lo que nos permite
inferir que la penalización de las conductas que dañan el medio ambiente no es medida
suficiente para frenar la contaminación en la Región Puno, si bien este indicador no es el
único, es uno de los factores que nos permite ver el reflejo de la realidad de un modo
cuantitativo. De otro lado más allá de las posibles deficiencias, vacíos o complejidades que
pueda presentar los tipos penales del Título XIII del libro segundo del Código Penal,
denominados Delitos Ambientales, es preciso resaltar la intención del legislador para tipificar
algunas conductas que atentan este bien jurídico, pues el medio ambiente y sus
componentes están siendo tutelados ante posibles amenazas o riesgos creados por la
actividad humana que puedan alterarla o dañarla.

1. ANTECEDENTES

El Derecho tradicionalmente reguló las relaciones hombre – hombre, más no las relaciones
hombre – naturaleza, (Acosta, 2008), pues esencialmente en un inicio se regulaban las
relaciones patrimoniales y por eso se tornaba difícil reconocer los derechos colectivos o
difusos que suponen una interrelación entre hombre con el entorno que habita “ambiente”
En materia de derecho ambiental, la Conferencia de Estocolmo fue el punto de partida para
que algunos países latinoamericanos comenzaran a legislar sobre la protección ambiental,
pero esos esfuerzos legislativos tienen como limitante especifica la situación económica-
social de estos países, donde se enfrentan problemas de desertificación, deforestación y
contaminación sumando al empobrecimiento de amplios sectores de la población asociado
directamente al deterioro ecológico.

En nuestro país desde hace mucho tiempo se ha venido contaminando y depredando el


ambiente y los recursos naturales que ella contiene; sin embargo, el Estado recién, en 1984
formalmente toma la decisión de elaborar un cuerpo legal que, de manera sistematizada,
permite de alguna manera proteger, preservar y defender los bienes citados, esfuerzo
legislativo que culminó el ocho de setiembre de 1990, con la promulgación de Código del
Medio Ambiente y los Recursos Naturales. (Vidarte, 2009)

De esa manera el Estado peruano empieza a darle importancia a la temática ambiental,


concretamente a partir del año 1990 con la publicación del Código del Medio Ambiente y los
Recursos Naturales. De esta manera, se le da lugar a la protección del bien jurídico medio
ambiente. Siendo una de las primeras legislaciones que se enfocaban en la materia, marcó
un precedente a fin de seguir implementando instrumentos, buenas prácticas así como la
implementación de una correcta política ambiental, actividades que si bien es cierto no se
dan como desearíamos vienen implementándose de manera sosegada. (Urbano, 2017)
Resultados tales como el de preservación de diversidad biológica, sistemas de gestión
ambiental e incluso el uso del derecho penal como medio de control aplicado al campo de
la legislación ambiental para el resguardo de esta; muestran que su inducción a la legislación
peruana no ha sido en vano.

El mencionado Código tenía en su cuerpo normativo en su Capítulo XXI, las iniciales


tipificaciones ambientales, y no es hasta pocos meses después de su uso que este queda
sustituido por el Código Penal de 1991, que recoge figuras delictivas prescritas en el primero.
A la fecha la tipificación penal ambiental existente es la del Código Penal de 1991, pero ante
el poco éxito a nivel de aplicación, el 2 de octubre de 2008, mediante Ley 29263 se modifica
el Título XIII “Delitos Ambientales”, dividiéndolo en cuatro capítulos el primero como Delitos
de contaminación (Art. 304 – 307), el segundo Delitos contra los recursos naturales (Art. 308
– 313), el tercero la Responsabilidad funcional e información falsa (Art. 314 – 314B), y
finalmente el cuarto capítulo sobre Medidas cautelares y exclusión o reducción de penas
(Art. 314-C, 314-D)

2. EL PROBLEMA DE LA CONTAMINACION Y LOS DELITOS AMBIENTALES EN LA REGIÓN


PUNO

Según estadísticas del Instituto Nacional de Estadística e Informática, en el 2015, informa


que los problemas ambientales que presenta la Región de Puno, tienen efectos directos e
indirectos en la economía regional y en la calidad de vida de las personas, reflejados en los
índices de pobreza que exceden del 50%, asimismo menciona que la población puneña está
distribuida en dos unidades geográficas: la Sierra, con la cuenca del lago Titicaca y la Selva
cuya diversidad de especies silvestres única en el mundo es su distintivo principal. También
encontramos asentadas culturas propias de la Región, Quechuas y Aymaras, cuyas
actividades económicas: agropecuaria, textil, comercial y minera son distintivas de la Región,
añadiéndose a estas las actividades piscícola, industrial, petrolífera, forestal, minera,
energética y turística.
Puno, constituye un ámbito potencial de recursos naturales, destacando los recursos
hídricos, edafológicos, energéticos, mineros, forestales, pesqueros y una gran biodiversidad,
ubicadas en las unidades geográficas de sierra y selva. Los que a su vez poseen diversos
ecosistemas con vocación productiva diversificada. Sin embargo, el aprovechamiento de los
recursos naturales mediante actividades económicas del hombre y sus hábitos de consumo,
generan un impacto negativo sobre este ambiente, alterándolo y poniendo en peligro el
equilibrio de los ecosistemas. Dichas actividades realizadas por parte de la población,
empresas y/o instituciones deben estar basadas según la situación ambiental, que permita
conocer al hábitat y el estado de cada recurso natural que se encuentren en cada uno de los
ecosistemas que posee la Región. (INEI-2015)
Sin embargo los índices de contaminación por la actividad minera están deteriorando y
alterando cada vez más el ecosistema andino, esto a través de vertimientos de relaves
mineros, aguas servidas, basuras, desmontes, productos químicos y desechos industriales.
(Casazola, 2018)
Al respecto en la Región Puno, según un análisis cuantitativo efectuado por los estudiantes
de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Nacional del Altiplano Puno,
se tiene que el número de casos tramitados en la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental
desde el año 2009 hasta abril del 2018, ascienden a un total de 1422 casos, de los cuales en
el 2009 fueron tramitados un total de 92 casos y el 2017 un total de 211 casos.

CASOS TRAMITADOS 2009-2018


300

200
216 211
188 178 Series1
100
92 121 113 106 122 65
0
2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018

Así mismo entre los delitos ambientales más recurrentes se tiene en primer lugar el delito
de contaminación del medio ambiente y en segundo lugar el delito de minería ilegal,
seguidos de otros delitos en el siguiente orden:

2009-ABRIL DEL 2018


CONTAMINACION DEL AMBIENTE
700
DELITO DE MINERIA ILEGAL
NUMERO DE CASOS TRAMITADOS

600 INCUMPLIMIENTO DE LAS NORMAS DE


MANEJO DE RESIDUOS SOLIDOS
TRAFICO ILEGAL DE RESIDUOS
500 PELIGROSOS
TRAFICO ILICITO DE INSUMOS QUIMICOS
400 OTROS

300 TRAF. ILEGAL DE ESPECIES FLORA Y FAUNA

DELITOS CONTRA LOS BOSQUES


200
ALTERACION DEL AMBIENTE

100 DEPREDACION DE FLORA Y FAUNA

UTILIZACION INDEBIDA DE TIERRAS


0 AGRICOLAS
1 EXTRACCION ILEGAL DE ESPECIES
Delitos Ambientales TRAFICO ILEGAL DE PRODUCTOS
FORESTALES MADERABLES
De otro lado, si bien no es material del presente trabajo, es importante resaltar que en los
últimos años segun datos de la Defensoria del Pueblo, los conflictos sociales han ido en
aumento en todo el país, y en su mayoría suelen ser vinculados a las actividades de la
minería, Puno está ubicado entre las primeras regiones con conflictos principalmente socio
ambientales, conforme el siguiente cuadro:

Clasificando estos conflictos ambientales de la siguiente manera:


3. LOS DELITOS AMBIENTALES

Los delitos ambientales constituyen auténticos tipos de peligro de la concreta colocación de


un estado de riesgo al bien jurídico tutelado; construcciones dogmáticas, cuyo peligro en
algunos casos puede ser contemplado desde una visión concreta y en otros desde un plano
abstracto, inclusive de lesión (últimos párrafos del artículo 305° del Código Penal). No
obstante, es de verse también, que en algunos casos el legislador, ha penalizado meras
“contravenciones administrativas”, es decir, elevando a la categoría de norma penal, puras
desobediencias administrativas, conforme se desprende de los artículos 311° y 312° del
Código Penal, en mérito a la sanción de la Ley Nº 29263 de octubre del 2008 y del Decreto
Legislativo Nº 1084 de junio del 2008. (Peña, 2016)

Así también, Vidarte (2009), indica que la aplicación de una pena debe tener como
presupuesto, por mandato constitucional, una amenaza penal previa en la ley escrita, no
puede amenazarse con sancionar ni de hecho sancionar aquello que el legislador ha
calificado como permitido y, con ello, como no lesivo socialmente.

Según Harold Urbano (2017), mediante Ley 29263 que modifica el Título XIII “Delitos
Ambientales” de nuestro Código Penal, actualmente se dividen en cuatro capítulos, de la
siguiente manera:

Capítulo I – Delitos de contaminación (Art. 304° – 307°)

Este capítulo expone los tipos de contaminación ocasionados contra el medio ambiente, así
como sus formas agravadas, haciendo énfasis en el aspecto de responsabilidad penal
producto de la omisión respecto al incumplimiento de normas en el manejo de residuos
sólidos, tráfico ilegal de residuos peligrosos e inclusive sobre la obstaculización para con las
entidades fiscalizadoras en materia ambiental.

Capitulo II – Delitos contra los recursos naturales (Art. 308°– 313°)


El segundo capítulo presenta un enfoque más relevante, el de los recursos naturales.
Aspecto de vital importancia si es que de medio ambiente se habla, teniendo un ámbito más
complejo por su propio contenido, que sanciona el tráfico ilegal tanto de flora y fauna
silvestre protegida, el tráfico ilegal de especies acuáticas de flora y fauna silvestre
protegidas, la depredación de flora y fauna silvestre protegida, el tráfico ilegal de recursos
genéticos, sus formas agravadas, los delitos contra los bosques o formaciones boscosas, el
tráfico ilegal de productos forestales maderables, la obstrucción de procedimiento, formas
agravadas, utilización indebida de tierras agrícolas, autorización de actividad contraria a los
planes o usos previstos por la ley y la alteración del ambiente. Véase pues el número de
elementos que integran este capítulo, su campo científico-legal puede incluso causar
desconocimiento para los propios fiscales y profesionales del derecho. A su vez nótese que
este capítulo empieza a dar cuenta sobre la interacción social–ambiental–económica.

Capítulo III – Responsabilidad funcional e información falsa (Art. 314° – 314°-B)

El tercer capítulo toma relevancia no solo en cuanto a los temas ambientales propiamente
dichos, sino que involucra a quienes laboran de manera negativa en el sector ambiental,
incluye delitos tales como el de responsabilidad de funcionario por otorgamiento ilegal de
derechos, responsabilidad de los representantes legales de las personas jurídicas y la
responsabilidad por información falsa contenida en informes; es así que, la legislación no
solo aborda la punibilidad en cuanto al daño al medio ambiente, sino también a aquellos
individuos que sean desleales para lo confiado en sus labores.

Capítulo IV – Medidas cautelares y exclusión o reducción de penas (Art. 314°-C, 314°-D)

Sobre el último capítulo, tenemos presente a las medidas cautelares, que el juez cree por
conveniente dictaminar respecto de los delitos del Título XIII, y cómo olvidar al tan notorio
derecho penal premial, que beneficia a quienes se encuentren dentro del proceso siempre
y cuando adopten actitudes que le “faciliten” o mejoren el avance del proceso de
investigación.
Como se ha visto, esta reforma político criminal ambiental no sólo ha conllevado la
tipificación de figuras delictivas novedosas, pues se ha querido incidir también en un
reforzamiento del correcto funcionamiento de la Administración Pública, en el sentido de
acudir a los efectos preventivo-generales de la amenaza penal ante aquellas actuaciones que
involucran a los funcionarios y/o servidores públicos en la labor de fiscalizar, controlar y
supervisar el comportamiento de los particulares, en cuanto a la adecuada explotación de
los recursos naturales, a través de la concesión de licencias y/o autorizaciones
administrativas, al punto de haber penalizado la figura de una “Responsabilidad Funcional
Ambiental”, tal como se devela del artículo 314° del Código Penal. (Peña, 2016)

Todo lo señalado hace que el derecho penal del medio ambiente tenga un grupo de
características sui generis que hacen que se distinga del derecho penal tradicional, aunque
no quiere decir que determinados principios doctrinales se mantengan de igual forma. El
derecho penal es un derecho de excepción, sólo debe aplicarse a los que cumplen con la
conducta descrita en la norma, de allí que la punibilidad esté limitada a ciertas conductas
perjudiciales para el medio ambiente. (Basurto, 2000). Toda conducta que no cumpla con
los requisitos exigidos por la figura penal, no es punible, aunque si pudiera ser una infracción
administrativa. El legislador es uno solo, y no puede contradecirse en la elaboración de
normas, que afecten a un mismo objeto jurídico, pero en distintos ámbitos de normatividad.

4. JUSTIFICACIÓN PARA LA PROTECCION JURIDICO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE

Peña Cabrera (2016) indica que se requiere de una regulación, de un derecho positivo que
se refunda en el Derecho ambiental como parcela destinada a normar las actividades
humanas que puedan propiciar riesgos no permitidos al ecosistema; donde se trasladan y/o
distribuyen los riesgos de la modernidad y se desplace a los agentes involucrados para que
ellos asuman las responsabilidades que en rigor deben cumplir a cabalidad. Resultando muy
pocos los sectores de la sociedad peruana que se preocupan por estos temas ambientales

Es que mientras la gente no siente en su propia persona los estragos de una conducta
antijurídica, no reacciona, ya que se adolece del llamado sentimiento de solidaridad. (Peña,
2016). Siendo la mayoría de personas, quienes no toman conciencia que el medio ambiente
pertenece a todos, no es privativo de unos cuantos ni tampoco tiene que ver con el estatus
socio-económico del ciudadano. Todos pueden verse afectados con la contaminación del
medio ambiente.

Resultando ser el Derecho el que adquiere, en primera línea, una gran responsabilidad en
los riesgos que amenazan el sistema ecológico pues debe estudiarlos, procesarlos, para
luego distribuir las cargas y responsabilidades entre los actores sociales; empero, esta esfera
del Derecho positivo puede no resultar lo suficientemente fuerte como para prevenir y
controlar debidamente estas amenazas, por lo que desde el mismo Derecho público aparece
el Derecho penal como un instrumento necesario del cual debe hacer uso el Estado cuando
se exteriorizan aquellas conductas de mayor disvalor para con el bien jurídico protegido
(Peña, 2016). Se erige, entonces, un doble plano de acción, donde las políticas ambientales
deben ser conciliadas con la política criminal, amén de garantizar condiciones favorables
para la protección ambiental y conservación de los recursos naturales. De ahí, que se deba
tipificar los injustos penales es decir los comportamientos prohibidos.

Como dice Schünemann (2013), corresponde a la esencia del Derecho, entendido como el
orden próspero de la convivencia humana, proteger la conservación de las bases de
subsistencia de la humanidad con los medios más enérgicos que él posee, es decir, los del
Derecho penal, pues sin esas bases la subsistencia no podrá existir más la sociedad humana
y, por ende, tampoco el Derecho.

A decir de Carmona Salgado, la sanción penal debe operar como un instrumento más del
sistema legal vigente, globalmente considerado y elaborado con la expresa finalidad de
lograr una efectiva protección del medio ambiente, siendo su misión esencial la de contribuir
a encontrar el difícil equilibrio que debe mediar entre la salvaguardia de un hábitat adecuado
para el normal desarrollo de la existencia humana y el necesario impulso que requiere el
crecimiento industrial el cual, al redundar en beneficio de la economía nacional, termina por
mejorar la calidad y el nivel de vida de las personas. Observamos así que existe un déficit de
aplicación de las normas ambientales, confirmándose su utilización meramente simbólica.
5. LA SANCION PENAL NO SOLUCIONA EL PROBLEMA DE LA CONTAMINACIÓN
AMBIENTAL

De acuerdo al numeral 22 del artículo 2º de nuestra Constitución Política y la primera norma


del Código del Medio Ambiente, toda persona tiene el derecho irrenunciable a gozar de un
ambiente saludable, ecológicamente equilibrado y adecuado para el desarrollo de su vida y
también a la preservación del paisaje y la naturaleza.

El objeto del Derecho Ambiental "es el conservar, prevenir y preservar el medio ambiente y
lograr un equilibrio ecológico. Ya sea por acciones o programas para la conservación o bien
la persecución de los delitos Ambientales para así impedir la contaminación y el deterioro
del ambiente". (Ballesteros, 2004)

Por lo que si se pretende configurar modelos valiosos de comportamientos dirigidos a la


preservación del medio ambiente, se necesita que la amenaza penal constituya una
respuesta jurídica que pueda exteriorizarse en casos concretos, máxime al contar con una
frondosa legislación administrativa que, por su vinculación con los preceptos penales, puede
constituirse en una puerta abierta hacia la impunidad.

Sin embargo, estos derechos se han tornado en una mera ilusión, ya que en la práctica, las
penas que prevé el Código Penal para garantizarlos han resultado ineficaces por su baja
penalidad y por la tipificación muy genérica del delito. (Andaluz, 2009)

Otro problema que se presenta, según Urbano (2017), es también que la responsabilidad
penal recae sobre el sujeto activo, sea persona natural o jurídica, siendo esta última las más
recurrentes, mientras que el sujeto pasivo viene a ser el afectado producto de la comisión
del delito, usualmente una colectividad de individuos que han de constituirse como parte
civil dentro del proceso, con la finalidad de que se les haga entrega de la reparación civil
fijada en la sentencia expedida por el juzgado correspondiente.

Por lo que, al ser los delitos ambientales cometidos por personas jurídicas, surge la cuestión
de si las personas jurídicas son susceptibles de responsabilidad penal. Al respecto Urbano
(2017), afirma que conforme al principio societas delinquere non potest no lo podrían hacer
al no presentar dolo, es más siendo todo un conjunto sistematizado no podría ser aplicable
una pena. A simple vista no habría como atribuirle cargos en su calidad de persona
jurídica; pero si bien no pueden delinquir tampoco se les exime de responsabilidad alguna,
ya que el juez puede adoptar para estos casos medidas tales como lo que prescriben los
artículos 105°, 23°y 27° del Código Penal.

Hecho que causa cierto cuestionamiento en la población que entiende de derecho y es que,
al dar cuenta sobre lo prescrito en el art. 314-A, que atribuye responsabilidad penal a los
representantes legales ante el accionar negativo de las personas jurídicas que estos
representan, deja mucho que desear lo que menciona este precepto, dejando como
“conejillo de indias” a quienes asuman el mencionado cargo, pese a solo abordar temas de
representación legal, mas no aplicativa en el ámbito de contaminación o alguna actividad
que se vincule con el daño al medio ambiente. (Urbano, 2017)

Otro aspecto que de alguna manera limita la eficacia del derecho penal del medio ambiente,
es que tiene un grupo de características sui generis que hacen que se distinga del derecho
penal tradicional, lo que no implica que determinados principios doctrinales se mantengan
de igual forma. Al ser un derecho de excepción, sólo debe aplicarse a los que cumplen con
la conducta descrita en la norma, de allí que la punibilidad esté limitada a ciertas conductas
perjudiciales para el medio ambiente. Por lo que toda conducta que no cumpla
estrictamente con los requisitos exigidos por la figura penal, no es punible, aunque si pudiera
ser susceptible de una infracción administrativa.

Siendo de esta manera que el derecho penal, en especial en materia ambiental, se


encuentra en un momento de crisis referida no solo al modelo de enjuiciamiento y
su falta de correspondencia con la modernidad y los principios de un Estado
Democrático de Derecho, sino desde la óptica del derecho sustantivo a nivel de los
postulados que la dogmática penal ha venido blandiendo. (Alvarado, 2009)
En este orden de ideas, los conflictos propios de un modelo tradicional frente a los
cambios vertiginosos que en la praxis se presentan ante fenómenos de criminalidad
ambiental, sus intervinientes, el modus operandi y las normas que pretenden regular las
conductas lesivas, exigen tomar postura y actuar en consecuencia. (Alvarado, 2009). Esto
a fin de contar con un derecho penal que sea aplicable a los casos que la cotidianeidad
presenta.
Al respecto, Borja Jiménez, plantea una solución, partiendo del concepto de que la tarea del
Derecho penal en materia ambiental no podrá ser en realidad eficaz si es que dicho
instrumento no se ve aparejado con otros instrumentos de control social, que con propiedad
puedan prevenir cualquier clase de conducta que signifique un peligro para los componentes
ambientales. Cuando se ponga gravemente en riesgo el equilibrio de los sistemas naturales
entrará en juego la ley penal, como instrumento insustituible de solución de conflictos allá
donde el resto del ordenamiento jurídico no haya podido tutelar el correspondiente bien
jurídico con un mecanismo menos sacrificado. Una protección que no ha de ser simbólica,
sino la aplicación concreta de un mandato y/o prohibición normativa ante evidentes
conductas que hayan colocado en situación de lesión a cualquiera de los componentes
ambientales.
Esta insuficiencia de la ley penal al tipificarse los delitos ambientales se refleja claramente
en la región Puno, donde se observa que del análisis de un total de 1422 delitos ambientales
tramitados en la Fiscalía en Materia Ambiental de Puno, el 84% de los casos fueron
archivados, es decir casi una totalidad de los casos.
Y que además, desde el año 2009 hasta el año 2017, de un total de 1422 casos, en el 2009
se conocieron un total de 92 casos y el 2017 un total de 211 casos, lo que nos permite
reafirmar que la penalización de las conductas que dañan el medio ambiente no es medida
suficiente para frenar la contaminación en la Región Puno, y si bien este indicador no es el
único, es uno de los factores que nos permite ver el reflejo de la realidad de un modo
cuantitativo.
Cifras que nos permite inferir que, el Derecho Penal por sí solo no puede resolver el
problema de dar protección jurídica efectiva al medio ambiente, sino que deberá recurrir
necesariamente al Derecho Constitucional, al Derecho Administrativo y también al Derecho
Privado, además de una colaboración conjunta entre el Estado y la sociedad. La magnitud
del problema para el Derecho Penal está en resolver los vicios del Derecho Penal tradicional
y rediseñar los contactos de éste con otras ramas del Derecho. (Peña, 2016). Siendo el
Estado quien debe tener en primer lugar definida su política ambiental dirigida a la racional
explotación, utilización y preservación de los recursos naturales, que no significa en modo
alguno impedir el desarrollo, ni desaprovechar los recursos naturales.

Lamentablemente los esfuerzos para contrarrestar estos daños son pocos, a pesar de que el
Perú está catalogado como uno de los países con mayor cantidad de recursos naturales, se
observa una escasa aplicación de la legislación ambiental y afines, en especial en el campo
del derecho penal-ambiental. (Urbano, 2017). Esto muestra, entonces, el poco valor de
persecución delictiva ambiental que se le brinda al mencionado campo, limitándose el ius
puniendi ante los ilícitos ocasionados por determinados agentes, dicho esto, es necesario no
solo “tomar conciencia”, sino verificar cuál es la situación legal ambiental actual que se aplica
en nuestro Estado y la problemática que impide darle la prioridad que se merece.

6. CONCLUSION
 En cuanto a la protección de bienes jurídicos supraindividuales que pertenecen a
todo el conjunto de la sociedad; entre éstos, el medio ambiente ocupa un lugar
trascendental en mérito a su relevancia ius constitucional.
 La sola penalización de conductas que atentan contra el medio ambiente no es
herramienta suficiente para frenar el problema de la contaminación, en especial en
la Región Puno. Dado que se requiere intensificar el apoyo desde lo legal hasta lo
científico-tecnológico.
 El Derecho penal en materia ambiental no podrá ser en realidad eficaz si es que dicho
instrumento no se ve aparejado con otros instrumentos de control social, que con
propiedad puedan prevenir cualquier clase de conducta que signifique un peligro
para los componentes ambientales.
 Tal como está enunciado a sola penalización de ciertas conductas resulta
insuficiente, en el sentido de que la reparación económica y ecológica de los daños
ambientales no significa sin más el castigo con penas efectivas o la recuperación de
los valores monetarios del bien jurídico protegido, sino que lo más importante es
precisamente la recuperación o reparación del ecosistema dañado.

7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
- Schünemann, B. “Sobre la dogmática y la política criminal del Derecho penal del
medio ambiente”. En: Temas actuales y permanentes del Derecho Penal después del
milenio.
- Borja, E. “Curso de Política Criminal”.
- PEÑA CABRERA, A. (2016) “Los delitos Ambientales”
- http://repositorio.amag.edu.pe/bitstream/handle/123456789/183/los-delitos-
ambientales.pdf?sequence=1&isAllowed=y
- http://proyectojusticia.org/wp-content/uploads/2016/01/Ensayos-Vol-I.pdf
- Brañes, R. (2004). "Manual de Derecho Ambiental Mexicano". México: Editorial
Fondo de Cultura Económica..
- La mano dura trae votos pero no mayor seguridad – Eduardo Videla. Recuperado de:
https://www.pagina12.com.ar/1999/99-04/99-04-14/pag04.htm
- CongresoapuntaaumentarpenasenunnuevoCódigoPenal - La República. Recuperado
de:https://larepublica.pe/politica/1140574-congreso-apunta-a-aumentar-penas-
en-nuevo-codigo-penal
- http://www4.congreso.gob.pe/comisiones/1997/ambiente/2997.html
- Urbano, H. V. (2017) “El Derecho Penal Ambiental y sus Dificultades para su
Aplicacion” recuperado de: https://legis.pe/derecho-penal-ambiental-dificultades-
aplicacion/

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