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DEBORA

En la Biblia, Débora (en hebreo ‫בֹורה‬ָ ‫ד‬,ְּ ‘abeja’) fue


una profetisa y la cuarta persona que se desempeñó como
juez en Israel premonárquico (Tanaj y Antiguo Testamento).
Débora fue la única jueza que tuvo Israel en la Antigüedad.
Su historia se cuenta dos veces en los capítulos IV y V
del Libro de los Jueces. El primer relato es en prosa,
narrando la victoria de las fuerzas israelitas dirigidas por el
general Barak, a quien Débora mandó llamar pero profetizó
que no lograría la victoria final sobre el
general cananeo Sísara. Tal honor correspondió a Jael, la
esposa de Héber, un quenitafabricante de tiendas. Jael mató
a Sísara clavándole una estaca de la tienda en la cabeza
cuando dormía.
Jueces 5:1 narra la misma historia en verso, que
probablemente fue escrita durante la segunda mitad del siglo
XII a. C., poco tiempo después que hayan sucedido los
eventos que describe. De ser así, entonces este pasaje,
llamado a menudo La canción de Débora, sería uno de los
pasajes más antiguos de la Biblia, así como también el
ejemplo más antiguo conservado de poesía hebrea. También
es importante porque es uno de los pasajes más antiguos,
donde las mujeres no son ni víctima ni villano. El poema
puede haber sido incluido en el Libro de las batallas de
Dios mencionado en Casiodoro de Reina; Cipriano de
Valera (1909). «Números». Biblia versión Reina-
Valera (Wikisource)..
Se sabe poco de la vida personal de Débora. Aparentemente
estuvo casada con un hombre llamado Lapidoth (‘antorchas’),
pero este nombre no aparece fuera del Libro de los Jueces y
podría significar simplemente que la propia Débora tenía un
alma «ardiente». Fue una poetisa y daba sus sentencias bajo
una palmera de Efraín. Algunos aluden a ella como la madre
de Israel. Tras su victoria sobre Sísara y el ejército cananita
hubo paz en la región durante cuarenta años.
DEBORA
La primera vez que se menciona a Débora en la Biblia, se
dice que es una profetisa. Aunque no es un título común en la
Biblia, Débora no fue la única. * Además, esta fiel mujer
también actuaba de jueza, zanjando disputas y dando las
respuestas de Jehová cuando surgían problemas en la nación
(Jueces 4:4, 5).
Débora vivía en la región montañosa de Efraín, entre Betel y
Ramá. Tenía la costumbre de sentarse debajo de una
palmera para recibir a las personas y ayudarlas con la guía
de Jehová. Sin duda, la tarea era difícil, pero a ella no la
intimidaba. Además, la situación era preocupante. En una
canción que más adelante compuso con Barac, declaró la
razón al decir: “Ellos procedieron a escoger dioses nuevos.
Fue entonces cuando hubo guerra” (Jueces 5:8). En vista de
que los israelitas le habían dado la espalda a Jehová para
servir a otros dioses, él los había abandonado en manos de
sus enemigos. Ahora estaban bajo el dominio del rey
cananeo Jabín, quien tenía al frente de su ejército al temible
general Sísara.
Los israelitas temblaban con solo oír el nombre de Sísara.
La religión y la cultura de Canaán se caracterizaban por su
terrible crueldad. De hecho, el sacrificio de niños y la
prostitución en los templos eran prácticas habituales. ¿Se
imagina lo que sería estar bajo el dominio de un general
cananeo y de todo su ejército? Según el canto de Débora,
viajar por la nación era casi imposible y las aldeas estaban
deshabitadas (Jueces 5:6, 7). Seguramente, la gente vivía
aterrorizada y tenía que esconderse en los bosques y las
colinas, sin poder cultivar sus campos ni andar por los
caminos por temor a ser atacados, a que secuestraran a sus
hijos o a que violaran a sus mujeres. *
Los israelitas estuvieron veinte años bajo esta cruel
dominación, hasta que Jehová vio que su terco pueblo había
cambiado de actitud. O como dice la canción de Débora y
Barac: “Hasta que yo, Débora, me levanté, hasta que me
levanté como madre en Israel”. Débora estaba casada con un
hombre llamado Lapidot. Aunque no se sabe si tenían hijos,
ella fue “madre en Israel” en el sentido de que Jehová la
escogió para que cuidara de la nación como una madre.
Le encargó que mandara llamar a un hombre fiel y valiente, el
juez Barac, para que se enfrentara a Sísara (Jueces
4:3, 6, 7; 5:7).

Débora animó a Barac a actuar como libertador del


pueblo de Dios
Mediante Débora, Jehová le comisionó a Barac que juntara
en el monte Tabor a 10.000 hombres de dos tribus de Israel.
Débora le transmitió la promesa de Dios de que vencerían a
Sísara, a su ejército y a sus 900 carros de guerra. Esta
promesa habrá sorprendido a Barac, dado que Israel no tenía
un ejército y contaba con muy pocas armas. Aun así, Barac
estuvo dispuesto a pelear. Pero con una condición: que
Débora subiera con ellos al monte Tabor (Jueces 4:6-8; 5:6-
8).
Algunos opinan que Barac tenía poca fe y que por eso hizo
esa petición, pero eso no es cierto. A fin de cuentas, no le
pidió a Dios más armas; sino que un representante suyo fuera
con él y sus hombres para darles ánimo (Hebreos 11:32, 33).
Jehová estuvo de acuerdo y permitió que Débora los
acompañara. De todos modos, hizo que ella profetizara que el
mérito de la victoria se lo llevaría una mujer (Jueces 4:9). Dios
había decidido que una mujer mataría al cruel Sísara.
En la actualidad, las mujeres son víctimas de muchas
injusticias, actos de violencia y abusos. Pocas veces se las
trata con la dignidad que Dios quiere que reciban. Pero él
valora por igual a hombres y mujeres, y todos pueden recibir
su aprobación (Romanos 2:11; Gálatas 3:28). El caso de
Débora nos recuerda que Dios también honra a las mujeres al
encargarles tareas importantes, demostrando que confía en
ellas. Por eso es fundamental que no adoptemos los
prejuicios que abundan en este mundo.

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