Вы находитесь на странице: 1из 15

PEDIATRIA

Definición

La pediatría es la rama de la medicina que se especializa en la salud y las enfermedades de los niños. Se trata
de una especialidad médica que se centra en los pacientes desde el momento del nacimiento hasta la
adolescencia, sin que exista un límite preciso que determine el final de su validez.

10 enfermedades de pediatría

Fiebre

La fiebre es un mecanismo de defensa con el que el cuerpo lucha


contra los virus y las bacterias causantes de las enfermedades. Por
eso, en la mayoría de los casos se trata de un síntoma benigno en
la salud infantil. Sin embargo, la fiebre es una de las causas más
frecuentes de consultas en las Urgencias pediátricas. Hay fiebre
cuando la temperatura del niño supera los 38 ºC tomados en la
axila. Para valorar si la fiebre del niño precisa de una asistencia
médica urgente es muy importante observar su estado general

Diagnostico

El cuerpo mantiene una temperatura constante mediante un centro, llamado termorregulador, localizado en
una parte del cerebro llamada hipotálamo. Cuando ese centro, por diferentes causas, establece una
temperatura más elevada, se produce la fiebre.

Habitualmente la temperatura es algo más baja a primera hora del día, en torno a las 6 de la mañana, y
alcanza su máximo entre las 4 y las 6 de la tarde. A esas horas, temperaturas de hasta 37,7 grados pueden
ser perfectamente normales.

Tratamiento

Los fármacos más empleados en el tratamiento de la fiebre son el paracetamol y los antiinflamatorios no
esteroideos, como el ibuprofeno y el ácido acetilsalicílico (no utilizar en niños). También los corticoides
pueden ser eficaces, pero tienen otros muchos efectos que no hacen aconsejable su uso en esta indicación.

En muchas ocasiones puede ser suficiente con medidas físicas para bajar la temperatura, tales como
compresas húmedas o baños templados.

El tratamiento definitivo de la fiebre será siempre el tratamiento de la enfermedad que la causa.

Etiología

Muchos trastornos pueden producir fiebre. Se los clasifica como:


Infecciosos (los más comunes)

Neoplásicos

Inflamatorios (entre ellos reumáticos, no reumáticos y relacionados con drogas)

La causa de una fiebre aguda (es decir, con una duración de hasta 4 días) muy probablemente sea una
infección. Cuando los pacientes se presentan con fiebre debida a causas no infecciosas, suele ser casi
siempre una fiebre crónica o recurrente. Además, en forma aislada, un cuadro febril agudo en un paciente
con una enfermedad conocida inflamatoria o neoplásica muy probablemente sea también de origen
infeccioso. En las personas sanas, es muy poco factible que un cuadro de fiebre aguda sea la manifestación
inicial de una enfermedad crónica.

Diabetes infantil

La diabetes es la segunda enfermedad crónica más común entre


los niños de los países desarrollados, por detrás del asma.
Actualmente, la diabetes infantil está ganando peso, pues uno de
cada 10 casos de diabetes se produce entre la población
pediátrica.

En España hay unos 30.000 menores de 15 años con diabetes tipo 1 y las tasas de diabetes tipo 2 están
aumentando considerablemente a causa de la obesidad, al igual que lo han hecho en otros países
industrializados, como Estados Unidos. Cada año se diagnostican 1.100 nuevos diabéticos en España, de los
cuales unos 400 son niños.

La diabetes tipo 1 no se puede prevenir, pero la diabetes tipo 2 sí es evitable con un estilo de vida adecuado.

Diagnostico

Para corroborar el diagnóstico se requieren muestras de sangre con niveles de glucosas mayores a 126
mg/dL en ayuno o de 200 mg/dL en cualquier momento. Aunque la smedidas con glucómetros (aparatos
caseros para medir glucosa) son confiables, lo mejor es tener una muestra de sangre de la vena.

La diabetes tipo 1 se asocia también a un estado conocido como “CETOACIDOSIS DIABÉTICA” en el cual,
además de los niveles elevados de glucosa, se encuentran moléculas llamadas cetonas. Cuando no se
aprovecha adecuadamente la glucosa en las células, el cuerpo utiliza como combustible las grasas y los
Diagnóstico de diabetes en los niños productos de desecho de estas grasas son las cetonas, que al
acumularse aumentan la acidez en la sangre y originan muchos de los síntomas en los niños con diabetes
descontrolada.
Tratamiento

El tratamiento es distinto según el tipo de diabetes. Para la diabetes tipo 1, el tratamiento es a base de
inyecciones de insulina diarias con dosis personalizadas para cada paciente. Al mismo tiempo, se debe hacer
el control del nivel de glucosa en la sangre.

Para la diabetes tipo 2, por regla general, no es necesaria la administración de medicamentos. Se puede
controlar la enfermedad vigilando el índice de glucosa en la sangre, tomando una dieta adecuada y
practicando ejercicio físico de forma regular.

Etiología

Parece que hay un componente familiar a todos los tipos de la DM en los niños, aunque la incidencia y el
mecanismo varían.

En la DM tipo 1, el páncreas no produce insulina debido a una destrucción autoinmunitaria de las células β
pancreáticas, lo que puede desencadenarse ante una exposición ambiental en individuos con predisposición
genética. Los parientes cercanos tienen un mayor riesgo de DM, con incidencia general del 10 a 13% (30 a
50% en los gemelos monocigóticos). Los niños con DM tipo 1 tienen un mayor riesgo de otros desórdenes
autoinmunes, particularmente enfermedad tiroidea y enfermedad celíaca. La susceptibilidad hereditaria a la
DM tipo 1 está determinada por múltiples genes (> 60 loci de riesgo han sido identificados). Los genes de
susceptibilidad son más frecuentes en algunas poblaciones y explican la mayor prevalencia de DM tipo 1 en
ciertos grupos étnicos (p. ej., escandinavos, sardos).

En la DM tipo 2, el páncreas produce insulina, pero hay distintos grados de resistencia a la insulina y la
secreción de insulina es insuficiente para satisfacer la mayor demanda causada por la resistencia a la insulina
(es decir, hay deficiencia relativa de insulina). El inicio suele coincidir con el pico de resistencia a la insulina
fisiológica de la pubertad, lo que puede conducir a síntomas de la hiperglucemia en adolescentes
previamente compensados. La causa no es la destrucción autoinmune de las células β sino una compleja
interacción entre muchos genes y los factores ambientales, que difieren entre las diferentes poblaciones y
pacientes. Los factores de riesgo incluyen

Obesidad

Herencia de nativo americano, negro, hispano, asiático-americano, y oriundo de las islas del Pacífico

Historia familiar positiva (el 60 a 90% tiene un familiar de 1° o 2° grado con DM tipo 2)

Las formas monogénicas de diabetes son causadas por defectos genéticos que se heredan con un patrón
autosómico dominante, de modo que los pacientes suelen tener uno o más miembros de la familia
afectados. No hay resistencia a la insulina o destrucción autoinmune de células β. La entidad suele aparecer
antes de los 25 años.
Hipertensión arterial infantil

La hipertensión arterial infantil puede estar


causada por distintos factores, lo que lleva a
hablar de una hipertensión arterial secundaria y
de una hipertensión arterial esencial.

Hablamos de hipertensión arterial secundaria


cuando esta se produce a consecuencia de otra
enfermedad que es la que provoca la elevación
de la presión arterial. Un 28% de los afectados
por hipertensión arterial infantil se engloban en
este grupo.

Con respecto a la hipertensión arterial esencial,


que es la más frecuente, es aquella que deriva
fundamentalmente de factores que tienen que ver con el estilo de vida, como la obesidad o una
alimentación con exceso de sodio.

Diagnostico

ara medir la presión arterial en un niño, el método de elección es el auscultatorio, con un aparato que mide
en el brazo la tensión sistólica y la diastólica. Es un método no invasivo que se utiliza también para los
adultos.

Sin embargo, en los recién nacidos y los lactantes hay que utilizar otros métodos más precisos mediante
aparatos automatizados, como el Doppler, la medición directa (con un transductor de presión conectado a
un catéter arterial), el método oscilométrico (muy usado en los hospitales y que permite muchas mediciones
en periodos continuados de tiempo) o el registro continuo, a través de una monitorización durante 24 horas.

Se confirmará que hay presión arterial elevada si se obtienen los mismos valores en la medición durante tres
ocasiones sucesivas. El grupo Previnfad, de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria
(AEPap), recomienda hacer dos mediciones de presión arterial durante la infancia: una entre los 3 y los 6
años y otra a partir de los 11 años.

Tratamiento

El tratamiento de la hipertensión arterial infantil puede abordarse desde tres frentes: cambios en el estilo de
vida, medidas farmacológicas y cirugía o procedimientos invasivos.

Cambios en el estilo de vida

Los cambios en el estilo de vida están especialmente indicados cuando la hipertensión es esencial, es decir,
cuando no está provocada por otra enfermedad. Así, es necesario abordar una pérdida de peso para el niño
con obesidad y con sobrepeso, así como la práctica de ejercicio físico regular, ya que se ha demostrado que
ambas medidas conllevan una reducción significativa de la presión arterial.

Igualmente es necesario llevar a cabo una reducción de la cantidad de sal (sodio) en la dieta infantil. Esta
medida se ha demostrado especialmente eficaz en niños con hipertensión o con riesgo de padecerla. Las
actuales recomendaciones señalan que la cantidad de sodio en la dieta no puede exceder de 1,2 gramos
diarios para niños entre 4 y 8 años, y 1,5 g/diarios para niños mayores de 8 años.

Etiología

Tipo 1

Ausencia de producción de insulina en el páncreas debido a la destruccón autoinmune de las células β

En la DM tipo 1 (antes conocida como juvenil, insulinodependiente o dependiente de la insulina), el paciente


no produce insulina debido a una destrucción autoinmunitaria de las células β pancreáticas, lo que puede
desencadenarse ante una exposición ambiental en individuos con predisposición genética. La destrucción
avanza sin provocar síntomas durante meses o años hasta que la masa de células β disminuye hasta un
punto en el cual las concentraciones de insulina no son adecuadas para controlar la glucemia. La DM tipo 1
aparece durante la infancia o la adolescencia y hasta hace poco tiempo era la forma diagnosticada con
mayor frecuencia antes de los 30 años; no obstante, también puede aparecer en adultos (diabetes
autoinmunitaria latente de la adultez, que en un principio puede confundirse con el tipo 2). Algunos casos
de DM tipo 1, en particular en poblaciones de raza no blanca, no parecen tener una base autoinmunitaria y
se consideran idiopáticos. El tipo 1 es responsable de < 10% de los casos de DM.

Tipo 2

Resistencia a insulina

En la DM tipo 2 (antes conocida como del adulto o no dependiente de la insulina), la secreción de insulina es
inadecuada porque los pacientes han desarrollado resistencia a la insulina. La resistencia hepática a la
insulina inhibe la supresión de la producción de glucosa hepática, y la resistencia periférica a la insulina
afecta la absorción periférica de glucosa. Esta combinación da lugar a la hiperglucemia en ayunas y
posprandial. Los niveles de insulina a menudo son muy altos, especialmente al principio de la enfermedad.
Más tarde en el transcurso de la enfermedad, la producción de insulina puede caer, lo que exacerba la
hiperglucemia. En general, la enfermedad aparece en adultos y es más frecuente a medida que avanza la
edad; hasta un tercio de los adultos > 65 años de edad tienen tolerancia alterada a la glucosa. En los adultos
mayores, los niveles de glucemia alcanzan niveles más altos después de la ingesta que en los adultos más
jóvenes, especialmente después de comidas con alta carga de carbohidratos. Los niveles de glucosa también
tardan más en retornar a valores normales, en parte como consecuencia de la acumulación de grasa visceral
y abdominal y la disminución de la masa muscular.

La incidencia de DM tipo 2 en los niños es cada vez mayor debido a la epidemia de obesidad infantil: entre el
40 y el 50% de los casos nuevos de DM en niños corresponde al tipo 2. Más del 90% de los adultos con DM
también corresponde a este tipo. Se identificaron determinantes genéticos, reflejados en la prevalencia
elevada de la enfermedad en algunos grupos étnicos (en especial, indoamericanos, latinos y asiáticos) y en
familiares de los pacientes. Aunque se detectaron algunos polimorfismos genéticos durante los últimos
años, no se halló un solo gen responsable de las formas más frecuentes de DM tipo 2
Asma bronquial

El asma es la enfermedad crónica más frecuente en la edad


pediátrica. Aproximadamente, 1 de cada 10 niños padece esta
enfermedad. En niños, el asma está principalmente condicionado
por las alergias (asma extrínseca). En adultos, también con
frecuencia los alérgenos son los desencadenantes del asma, pero
entre un 30 y un 50% de los adultos asmáticos padece un asma no
alérgica denominado asma intrínseca. En este tipo, habitualmente
las infecciones de las vías respiratorias son las desencadenantes. El
asma intrínseca puede debutar en adultos de mediana edad.
También existen formas mixtas de asma.

La duración de un ataque de asma puede variar entre unos pocos segundos y varias horas (ataque de asma
grave). Los desencadenantes son, por ejemplo, alergias, infecciones de las vías respiratorias superiores,
esfuerzo excesivo, sobrecarga psíquica, frío, toma de medicamentos o un aire contaminado.

Diagnostico

Para establecer un diagnóstico de asma, el médico estudia el historial del paciente y examina al paciente.
Comprueba la función pulmonar con el test de función pulmonar y analiza la presencia de posibles alergias.

Si el desencadenante del asma es conocido (polvo, alergia a animales domésticos), es importante evitar la
exposición al alérgeno en la medida de lo posible, así como también a agentes irritantes como el humo del
tabaco.

Tratamiento

En el asma bronquial el primer paso del tratamiento consiste en evitar las sustancias que lo provocan.
Además, pueden ayudar diferentes hábitos y medicamentos.

Medicamentos

En el tratamiento del asma bronquial se utilizan principalmente dos grupos de medicamentos:

Medicamentos broncodilatadores

Medicamentos antiinflamatorios

Los antiinflamatorios tratan la inflamación de las mucosas como causa real del asma. Las sustancias del
grupo de los corticosteroides (por ejemplo, budesónida, fluticasona, mometasona) hacen que la inflamación
y la formación de moco en las vías respiratorias disminuyan. Por lo general, los asmáticos inhalan los
corticosteroides para el tratamiento, de este modo las sustancias activas alcanzan su meta directamente
disminuyendo los efectos secundarios. Los corticosteroides son los componentes esenciales del tratamiento
a largo plazo del asma.
Etiología

El desarrollo del asma es multifactorial y depende de las interacciones entre varios genes de susceptibilidad
y factores medioambientales.

Se considera que los genes de susceptibilidad incluyen los de los linfocitos T-helper de tipos 1 y 2 (Th1 y
Th2), la IgE, las interleucinas (IL-3, IL-4, IL-5, IL-9, IL-13), el factor estimulante de colonias de granulocitos y
monocitos (GM-CSF), el factor de necrosis tumoral α (TNF-α) y el gen ADAM33, que puede estimular el
músculo liso de las vías aéreas y la proliferación de fibroblastos o regular la producción de citocinas.

Los factores medioambientales son:

Exposición a alérgenos

Dieta

Factores perinatales

La evidencia implica claramente a los alérgenos del hogar (p. ej., ácaros del polvo, cucaracha, mascota) y
otros alérgenos medioambientales en el desarrollo de la enfermedad en los niños mayores y los adultos. Las
dietas con bajo contenido de vitaminas C y E y de ácidos grasos ω–3 se han asociado con el asma, al igual
que la obesidad. El asma también se ha asociado con factores perinatales, como la edad joven de la madre,
la nutrición materna deficiente, la prematurez, el bajo peso al nacer y la falta de lactancia materna.

Por el contrario, la exposición temprana en la vida a la endotoxina puede inducir tolerancia y ser protectora.
La contaminación del aire no está relacionada de manera definitiva con el desarrollo de la enfermedad,
aunque puede inducir exacerbaciones. La importancia de la exposición en la niñez al humo del cigarrillo es
un tema de controversias; algunos estudios indican que es perjudicial y otros, que tiene un efecto protector.

Enfermedad Mano-Pie-Boca

La enfermedad mano-pie-boca (también conocida por


boca-mano-pie) es una infección que afecta,
fundamentalmente, a niños entre los 2 y los 10 años. Está
producida por el virus Coxsackie A16, en la mayoría de los
casos, o bien por el enterovirus 71, y más raramente por
otros virus.

La enfermedad mano-pie-boca forma parte de las


denominadas enfermedades exantemáticas, es decir, que
se acompañan de lesiones en la piel en forma de granitos o vesículas.

Descrita por primera vez en Canadá en 1957, suele presentarse en brotes y sus periodos máximos de
incidencia son la primavera y, sobre todo, el verano y el comienzo del otoño. Es una enfermedad muy
prevalente en Asia, donde cada año se registran brotes epidémicos.

Diagnostico
Las primeras manifestaciones de la enfermedad mano-pie-boca son las típicas de un cuadro vírico. Así, un
día antes puede aparecer:

Fiebre (en el 50% de los casos)

Malestar general

Poco apetito

Dolor de garganta

Sequedad en la boca

Tos

Posteriormente (unos dos o tres días después del inicio de la fiebre) aparecen las vesículas cutáneas,
primero en la boca y después en manos y pies. Son muy similares a las producidas por la varicela o el herpes:
granitos que tienen líquido dentro.

Tratamiento

El tratamiento de la enfermedad mano-pie-boca es meramente sintomático. Consiste en aliviar las molestias


ocasionadas por la fiebre y el resto de síntomas mediante analgésicos y antipiréticos infantiles como el
ibuprofeno y el paracetamol.

Para tratar las ampollas causadas por la enfermedad se suelen utilizar o bien remedios caseros prescritos
por el pediatra o soluciones tópicas para evitar la sobreinfección bacteriana.

No hay ninguna vacuna disponible para tratar la enfermedad mano-boca-pie y el diagnóstico suele realizarse
simplemente a través de los datos clínicos (fiebre, malestar...) y el examen físico.

Etiología

La prevalencia de enfermedad arterial periférica es de alrededor del 12% en EE.UU.; los hombres se ven
afectados con mayor frecuencia. Los factores de riesgo son los mismos que para la aterosclerosis: edad
avanzada, hipertensión arterial, diabetes, dislipidemia (aumento de las concentraciones de lipoproteína de
baja densidad [LDL]), tabaquismo (incluso pasivo) u otras formas de consumo de tabaco, y antecedentes
familiares de aterosclerosis. La obesidad, el sexo masculino y el nivel elevado de homocisteína también se
consideran factores de riesgo.

La aterosclerosis es una enfermedad sistémica y entre el 50 y el 75% de los pacientes con enfermedad de las
arterias periféricas también presenta enfermedad coronaria o cerebrovascular clínicamente significativa. No
obstante, la enfermedad coronaria puede ser silenciosa en parte porque la enfermedad arterial periférica
puede evitar que el paciente realice esfuerzos suficientes para padecer una angina.
Artritis idiopática juvenil

La artritis idiopática juvenil es una enfermedad crónica


autoinmune que cursa con dolor, inflamación de las
articulaciones y limitación del movimiento. Siempre se
presenta antes de los 16 años de edad. Tiene un
componente genético, aunque no es hereditaria, pero
no se conocen las causas concretas que determinan su
aparición.

La artritis idiopática juvenil puede evolucionar en brotes hasta la edad adulta y acompañarse de otras
enfermedades autoinmunes como el lupus, la celiaquía o la psoriasis. Hay siete tipos de artritis idiopática
juvenil: sistémica, oligoartritis, poliartritis con factor reumatoide positivo, poliartritis con factor reumatoide
negativo, artritis con entesitis, artritis psoriásica y artritis indiferenciada.

El diagnóstico de la enfermedad se hace en base a los síntomas, ya que no hay ninguna prueba concluyente
que por sí misma pueda diagnosticar la enfermedad. Se suelen realizar analíticas de sangre y de orina,
ecografías, radiografías y, cuando el cuadro es más grave, otras pruebas de imagen más invasivas.

Diagnostico

El diagnóstico de la artritis idiopática juvenil se hace en función de la exploración clínica que realiza el
reumatólogo y en algunas pruebas, aunque no hay ninguna que por sí misma diagnostique la enfermedad.

Para evaluar la artritis idiopática juvenil se valora el curso que ha tenido en sus seis primeros meses. Es muy
importante diagnosticar de qué tipo se trata para poner el tratamiento adecuado y evitar daños
permanentes en la articulación, ya que al estar en pleno desarrollo y crecimiento puede sufrir alteraciones
para siempre. Igualmente, hay que descartar que el niño padezca alguna otra enfermedad grave, con la que
este tipo de artritis puede compartir síntomas, como tumores, o bien artritis con otro origen (por
traumatismos, infecciones o secundarias a otras patologías como el lupus).

Tratamiento

La finalidad del tratamiento es que el niño tenga la mejor calidad de vida posible y las menores secuelas a
largo plazo. Para ello, hay que controlar la inflamación y prevenir los daños en las articulaciones. El
tratamiento también busca reducir el dolor que siente el niño para que pueda desenvolverse en las mejores
condiciones posibles en su vida cotidiana. En ocasiones, necesitará algunas adaptaciones (muletas, silla de
ruedas o utensilios especiales) para poder llevar a cabo con normalidad su día a día.

Así, es necesario un equipo multidisciplinar con la presencia de: reumatólogo infantil, pediatra,
fisioterapeuta, rehabilitador, oftalmólogo, nutricionista, dentista y cirujano ortopédico. Como ocurre con
muchos de los niños que deben enfrentarse a una enfermedad crónica, en la mayoría de los casos es
necesario contar también con la ayuda de un psicólogo para sobrellevar mejor la situación. Además, en el
caso de que haya complicaciones intervienen otros especialistas médicos como el neurólogo, el cardiólogo o
el nefrólogo.
Etiología

Si bien se sabe que en la AR participan reacciones autoinmunitarias, la causa precisa se desconoce; existen
muchos factores que contribuyen a la enfermedad. Se ha identificado una predisposición genética y, en
poblaciones de raza blanca, localizada en un epítopo compartido en el locus HLA-DR β1 de antígenos de
histocompatibilidad clase II. Se cree que factores ambientales desconocidos o no confirmados (p. ej.,
infecciones virales, tabaco) desencadenan y mantienen la inflamación articular.

Bronquiolitis

La bronquiolitis es una enfermedad vírica que afecta a las vías bajas


respiratorias. Comienza con un proceso catarral, pero en dos o tres
días aparecen sus síntomas característicos. La bronquiolitis es la
principal causa de hospitalización en menores de 14 años.

Más de la mitad de las bronquiolitis están provocadas por el virus


respiratorio sincitial (VRS).

La bronquiolitis afecta especialmente a niños pequeños, de menos de


dos años. Cuanto menor es el niño mayor es el riesgo de padecerla y
los síntomas son más graves, sobre todo en los primeros tres meses de vida.

Hay algunos grupos con mayor riesgo de padecer bronquiolitis: prematuros, inmunodeprimidos, síndrome
de Down, niños con cardiopatías congénitas o con displasia broncopulmonar, entre otros.

Diagnostico

El diagnóstico de la bronquiolitis es clínico, es decir, según la exploración física que hace el médico y los
síntomas que presenta el enfermo.

Para detectar el tipo de virus causante de la bronquiolitis, puede utilizarse un test rápido para virus
respiratorio sincitial (VRS), que informa de si es este virus el causante de la infección. No se recomienda de
rutina; se realiza en casos que precisan ingreso hospitalario (para agrupar niños con VRS debido al alto
potencial de contagio del virus), y para conocer la etiología (origen) de la infección.

Cuando hay dudas diagnósticas o la evolución es negativa y el niño empeora, puede ser necesario realizar
una radiografía de tórax (para descartar una neumonía, por ejemplo, o en casos que precisan ingreso
hospitalario).

Tratamiento
No hay ningún tratamiento farmacológico curativo para la bronquiolitis ni vacuna que pueda prevenirla, por
ello, la enfermedad tiene que ser tratada con medidas de soporte que mejoren los síntomas como
hidratación constante, lavado de las fosas nasales, aspiración de secreciones y posición erguida del niño.

Aunque es una enfermedad con poca mortalidad asociada (inferior al 1%), sí tiene una elevada morbilidad, y
tras padecerla los afectados tienen más riesgo de sibilancias recurrentes.

Etiología

La mayoría de los casos de bronquiolitis son causados por

Virus sincitial respiratorio (RSV)

Rinovirus

Virus parainfluenza tipo 3

Las causas menos frecuentes son los virus influenza A y B, los virus parainfluenza 1 y 2, metapneumovirus,
adenovirus y Mycoplasma pneumoniae.

Dolor de cabeza en niños

El dolor de cabeza (cefalea) en niños incluye


todas las sensaciones molestas o dolorosas
que afectan a la cabeza.

El dolor está provocado por la inflamación


de estructuras, órganos o tejidos cercanos a
la cabeza, como los vasos sanguíneos, la
piel, los ojos, la dentadura o los músculos. El
cerebro no duele, pues no tiene receptores
dolorosos.

Hay distintos tipos de dolor de cabeza, pero


los que más suelen afectar a la población
pediátrica son la cefalea tensional y la
migraña.

Diagnostico

Para diagnosticar el dolor de cabeza en el niño, el pediatra o el neuropediatra examinan en primer lugar la
historia clínica del niño. Es muy importante revisar los antecedentes médicos familiares y personales y
explorar al niño.

El pediatra preguntará por las características de los dolores de cabeza, que incluyen el tipo de dolor, sus
manifestaciones, la dieta y el estilo de vida del niño, problemas médicos anteriores, síntomas asociados a la
cefalea, duración de las crisis, desencadenantes habituales, evolución del dolor.
Tratamiento

El tratamiento del dolor de cabeza en niños se instaura dependiendo del tipo de cefalea de la que se trate.

En general, el dolor de cabeza infantil puede aminorar si el niño se tumba a descansar en una habitación con
poca luz y en silencio y se pone un paño húmedo y frío (o hielo en una bolsa específica para tal efecto) en la
zona que le duela.

Si se trata de un dolor esporádico, se puede utilizar un analgésico como paracetamol o ibuprofeno en las
dosis indicadas para el peso del niño. En el caso de la migraña, el fármaco debe administrarse ante los
primeros síntomas del dolor para que resulte más efectivo. Nunca se debe dar a un niño aspirina ni ningún
otro medicamento con ácido acetilsalicílico, ya que en población pediátrica puede desencadenar el
síndrome de Reye, que puede ser fatal.

En ocasiones, el dolor de cabeza desaparece instaurando hábitos de vida más saludables como dormir
suficientes horas de sueño, hidratación adecuada, no tener ayunos prolongados, reducir el estrés y, de
haberse identificado otros factores desencadenantes (alimentos, fármacos…), evitarlos

Etiología

El tipo de dolor de cabeza más común es la cefalea tensional. Es causado por tensión muscular en los
hombros, el cuello, el cuero cabelludo y la mandíbula. Una cefalea tensional:

Puede estar relacionada con el estrés, la depresión, la ansiedad, un traumatismo craneal o sostener la
cabeza y el cuello en una posición anormal.

Tiende a darse en ambos lados de la cabeza. A menudo comienza en la parte posterior de la cabeza y se
propaga hacia delante. El dolor puede ser sordo u opresivo, como una banda apretada o una prensa. Es
posible que se sienta dolor y rigidez en los hombros, el cuello y la mandíbula.

Una cefalea migrañosa implica un dolor fuerte que generalmente ocurre con otros síntomas, como cambios
en la visión, sensibilidad al ruido o a la luz o náuseas. Con una migraña:

El dolor puede ser punzante, palpitante o pulsátil. Tiende a comenzar en un lado de la cabeza y se puede
propagar a ambos lados.

La cefalea puede asociarse con un "aura". Este es un grupo de síntomas de advertencia que se inician antes
del dolor de cabeza. El dolor generalmente empeora a medida que usted trata de desplazarse de un lugar a
otro.

Las migrañas se pueden desencadenar por alimentos como el chocolate, ciertos quesos o el glutamato
monosódico (GMS). La abstinencia de cafeína, la falta de sueño y el alcohol también pueden
desencadenarlos.
Dermatitis infantil

Dermatitis atópica (eczema): Suele comenzar en


los primeros 12 meses de vida y se manifiesta en
brotes, caracterizados por intenso picor,
descamación y enrojecimiento de la piel. Hay una
predisposición genética a padecerla y suele ser
hereditaria.

No hay ningún tratamiento preventivo para


evitarla, pero sí pueden seguirse unas pautas para
controlar mejor los brotes y evitar la
sobreinfección de las lesiones. Los niños con
dermatitis atópica deben tener la piel muy bien
hidratada (con cremas emolientes), evitar baños prolongados, usar tejidos naturales como el algodón y
protegerse ante el estrés emocional y el sudor

Diagnostico

Los especialistas suelen tener en cuenta la presencia de dos o más de los siguientes factores para establecer
el diagnóstico:

Antecedentes personales o familiares de Pitiriasis alba.


enfermedades atópicas.
Queratosis pilaris.
Reactividad inmediata a las pruebas cutáneas.
Oscurecimiento infraorbitario/palidez facial.
Dermografismo blanco o blanqueamiento tardío
Pliegues infraorbitarios de Dennie-Morgan.
a agentes colinérgicos.
Aumento de la IgE sérica.
Cataratas subcapsulares anterior o posterior.
Queratocono.
Además, pueden tener en cuenta que tengan
cuatro o más de las siguientes características: Tendencia a dermatitis inespecífica de las manos.

Propensión a infecciones cutáneas repetida


Palmas con xerosis, histiosis o hiperlineales.

Tratamiento

No existe cura para la dermatitis atópica. El tratamiento está dirigido a reducir la agresividad de las
erupciones, aliviar al paciente y mejorar su calidad de vida.

En la actualidad, la base de la terapia tópica son los corticoides, que, si se utilizan bien pueden llegar a
controlar adecuadamente la enfermedad en la mayoría de los casos.

La elección del corticoide dependerá del tipo de lesión y de la zona donde ha aparecido, por lo que es
fundamental que el paciente consulte con su dermatólogo para que le asesore sobre el tratamiento que se
adapta mejor a sus características individuales.

Además, en algunos casos los expertos pueden aconsejar una terapia sistémica que se basa en
antihistamínicos orales, que tienen propiedades sedantes y junto con el tratamiento tópico puede ser de
gran utilidad, especialmente si hay sobreinfección.
Etiología

La dermatitis atópica se debe a una reacción en la piel. Esta provoca picazón, hinchazón y enrojecimiento
continuos. Las personas con dermatitis atópica pueden ser más sensibles debido a que su piel carece de
ciertas proteínas que mantienen la barrera protectora contra el agua.

La dermatitis atópica es más común en bebés. Puede comenzar incluso ya a la edad de 2 a 6 meses. Muchas
personas lo superan con el tiempo a comienzos de la vida adulta.

Dermatitis atópica en un bebé

Las personas con dermatitis atópica a menudo tienen asma o alergias estacionales. A menudo, hay
antecedentes familiares de afecciones alérgicas como asma, rinitis alérgica o eccema. Las personas con
dermatitis atópica a menudo dan positivo en las pruebas cutáneas para alergias. Sin embargo, esta
dermatitis no es causada por alergias.

Varicela

La varicela es una enfermedad vírica muy


contagiosa que se transmite sobre todo por las
gotitas de saliva que se expulsan al toser, hablar o
estornudar (gotitas de Pflügge). También puede
transmitirse la infección por contacto del líquido
de una ampolla de varicela. Normalmente, suele
aparecer de forma progresiva una erupción
cutánea que se extiende por todo el cuerpo.

La mayoría de los casos de varicela afecta a los niños de entre 2 y 8 años. El invierno y la primavera suelen
ser las estaciones habituales en las que se presenta esta enfermedad. Tras la infección, el agente patógeno
de la varicela, el virus varicela zóster, se queda en una especie de estado de letargo en las terminaciones
nerviosas del cuerpo y puede reactivarse después de años, en forma de una enfermedad secundaria. En ese
caso, el virus puede pavorecer el desarrollo de un herpes zóster (culebrilla).

Diagnostico

El médico puede reconocer el diagnóstico de la varicela por las muy características erupciones cutáneas. El
así llamado exantema puede manifestarse en forma de máculas eritematosas, descamación de la piel,
vesículas y costras.

Asimismo, es posible comprobar la presencia del agente patógeno de la varicela, el virus de la varicela-zóster
(VVZ), directamente en el contenido de la vesícula. Se pueden analizar igualmente la sangre de la persona
infectada, en busca de los componentes del virus o en busca de los anticuerpos contra el virus.
El herpes zóster, producido también por el VVZ, va acompañado por cambios cutáneos típicos, lo que
también facilita al médico establecer un diagnóstico.

Tratamiento

Normalmente, el tratamiento de la varicela no ofrece ningún problema y se limita a aliviar las molestias que
se presentan. Si un niño habitualmente sano enferma de varicela, normalmente la infección transcurre de
una forma leve. Por lo tanto, en los casos de varicela sin complicaciones, se realiza una terapia puramente
sintomática, la propia infección por virus no se combatirá. El objetivo del tratamiento es disminuir el picor y
evitar las sobreinfecciones por bacterias que pueden producirse cuando el niño se rasca las vesículas o
cuando se levanta la piel. Para calmar el picor, se emplean medicamentos llamados antihistamínicos.

Las personas inmunodeprimidas (con déficit del sistema inmunitario) o con otros factores de riesgo para
desarrollar la enfermedad, bajo consejo médico y de manera precoz, deberían ingerir un tratamiento
antiviral con la sustancia activa aciclovir o similares. Ésta no mata el virus, pero evita su propagación.

Etiología

El virus que causa la varicela es el virus varicela zóster. Es un miembro de la familia del herpesvirus. El mismo
virus que causa también la culebrilla en los adultos.

La varicela se puede contagiar muy fácilmente a otras personas desde el día 1 al 2 antes de que se presenten
las ampollas hasta que se formen las costras. Puede contagiarse de varicela:

Por tocar los líquidos de una ampolla de varicela

Si alguien con varicela tose o estornuda cerca de usted

La mayoría de los casos de varicela ocurre en los niños menores de 10 años de edad. La enfermedad casi
siempre es leve, aunque pueden ocurrir complicaciones serias. Los adultos y niños mayores se enferman
más que los niños pequeños en la mayoría de los casos.

No es muy probable que los niños cuyas madres hayan tenido varicela o hayan recibido la vacuna contra
esta enfermedad la contraigan antes de cumplir 1 año de edad. Si la contraen, a menudo tienen casos leves.
Esto se debe a que los anticuerpos de la sangre de sus madres ayudan a protegerlos. Los niños de menos de
1 año cuyas madres no han tenido varicela o no han recibido la vacuna pueden contraer una varicela grave.

Вам также может понравиться