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BAJO LA BRISA

PERENNE DE TU
SONRISA DE LLUVIA Y
MAR

Diálogo abierto con el


Espíritu Interior

Ángel F. Sánchez
Escobar
Titulo: Bajo la brisa perenne de tu sonrisa de lluvia y
mar: Diálogo abierto con el Espíritu interior
© Ángel F. Sánchez Escobar
Ediciones Semíramis, Sevilla 2009
ISBN: 978-1-4452-5312-1

A mi madre, desde el recuerdo más


vivo de su cariño y la gran certeza
de que volveré a verla.

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ÍNDICE

UNAS PALABRAS INICIALES DEL AUTOR ............................ 4


DE UN LECTOR A LOS LECTORES ...................................... 8
I ...................................................................................... 10
Hoy he querido llevarte ............................................ 10
Aquí medimos los días por horas ............................. 12
Si pudiera traspasar esta noche .................................... 14
En este silencio racheado de otoño ............................... 16
Abriga mi finitud con tu infinitud divina ...................... 18
Cuando pienso en TI ....................................................... 19
Te siento en lo más profundo de m ............................... 20
Mi alma se bambolea con tu brisa ................................. 21
En el maremágnum de mi espíritu de hombre .............. 22
Amanece tranquilo......................................................... 23
Resplandéceme en esta hora baja ................................. 24
Cierro los ojos ................................................................ 25
Lloviznea en el mar de enero ........................................ 26
Resucita conmigo ........................................................... 27
Llueve esta mañana extraña de paz .............................. 28
Abrigando tu imagen en la caída de la noche ............... 29
Que el sol bajo, madrugador ......................................... 30
Si te vas, cuando yo duerma .......................................... 31
Si no me conocieras ....................................................... 33
Aquel día mi alma se estremeció .................................. 34
Es tan pobre el lenguaje humano, ................................. 35
Hoy no puedo pensar en ti ............................................. 36
Cuando te pienso y te siento ......................................... 37
—Tanto, tanto dolor…— ................................................. 38
A medida que mi alma ................................................... 39
Como las incansables gaviotas ....................................... 40
Cuando despierte en las lejanas arenas ........................ 41
De madrugada, ............................................................... 42

3
UNAS PALABRAS INICIALES DEL AUTOR

Con toda humildad —y no si cierto pudor—


presento este libro de prosa poética. El libro es la
expresión sincera de una búsqueda eterna, la de
mi unión con el Espíritu Interior —el don gratuito y
amoroso del Padre—. En él se describe un
sentimiento que brota de mi alma y de mi mente,
y que se hace brisa, mar, duna, sonrisa, marea,
lluvia, para sobrepasar los límites del lenguaje
humano e intentar trazar un puente invisible entre
lo humano y divino, entre la finitud y la infinitud,

Abriga mi finitud con tu infinitud divina,


efunde sobre mí el recuerdo de tu eternidad
pasada y futura, que yo te daré mi poesía,
el recuerdo siempre presente, la finitud
más infinita de mi vida.

Hoy necesito de ti, que tu mente se haga


infinitamente humana para que puedas
comprender cómo me siento. Te prometo
que la mía se hará finitamente divina para
saber cómo te sientes.

El libro es un diálogo entre dos soledades,


que intentan hacerse una, acompañada,

Sólo mis deseos de serena perfección


pueden desviar la soledad compartida
contigo, espíritu amigo, amigo espíritu que
sabes modelar mi pequeña alma con la
caricia cada vez más humana —y más
divina— de tus dedos de viento

4
y entre dos silencios, el mío y el suyo; el mío se
hace palabra,

En estos silencios de alma —aún finita—


sobrecogida por ausencias, nostálgicamente
apartada, escucho, con la tenue palidez de
la tarde que se desvanece, un susurro a mis
oídos materiales, una brisa hecha círculo,
una respiración cósmica...

Así me encuentro yo a veces, amasando


lluvia de estrellas silenciosas, esperando la
vuelta a casa...

pero el suyo se convierte a veces en susurros del


viento, a veces en playa inmensa,

Así deseo encontrarme yo para dejarme


guiar por ti sobre estos pinos perennes, que
miran a la inmensa playa de tu silencio.

Quizás algunas personas crean que estos


textos poéticos no sean otra cosa que una
conversación con mi subconsciente, pero eso no es
así; el Espíritu de Dios es una realidad, no un alter
ego u otro yo, es otra persona diferente, que
habita más allá de la consciencia humana y a la
que se llega cuando se alcanza el estado de
adoración perfecto —pocas veces en este mundo —
cuando se busca con denuedo, al hacer la voluntad
del Padre, la divinización del alma y la mente. En
la Biblia se hacer referencia a este Espíritu que
vive en el hombre:

5
“Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis, y
os estableceré en vuestra tierra. Y sabréis
que yo, Jehová, lo dije y lo hice, dice
Jehová”. (Ezequiel, 37,14)

“Lámpara de Jehová es el espíritu del


hombre, la cual escudriña lo más profundo
del corazón.” (Proverbios 20, 27)

¿No crees que yo soy en el Padre y el Padre


en mí? Las palabras que yo os hablo, no las
hablo por mi propia cuenta, sino que el
Padre, que vive en mí, él hace las obras.
(Juan 14,10)

“En esto conocemos que permanecemos en


él y él en nosotros, en que nos ha dado de
su Espíritu.” (1 Juan 4,13)

“Pues no sois vosotros los que habláis, sino


el Espíritu de vuestro Padre que habla en
vosotros.” (Mateo 10, 20).

“Y oí una gran voz del cielo, que decía: “El


tabernáculo de Dios está ahora con los
hombres. Él morará con ellos, ellos serán su
pueblo y Dios mismo estará con ellos como
su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los
ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni
habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque
las primeras cosas ya pasaron”. (Apocalipsis
21, 3)

6
Preguntado por los fariseos cuándo había de
venir el reino de Dios, les respondió y dijo:
—El reino de Dios no vendrá con
advertencia, 21 ni dirán: “Helo aquí”, o
“Helo allí”, porque el reino de Dios está
entre vosotros. (Lucas 17, 20-21).

Hay un gran místico ruso del siglo fray Serafín de


Sarov (1759-1833), que nos habla de esa posesión y
del silencio:

“Para el descenso del Espíritu, dirá Serafín


de Sarov, conviene estar escuchando el
absoluto silencio. Como la lectura se toma
superflua, una vez que el Espíritu se
posesionó del hombre, la plegaria no
necesita más de palabras.”

Hay otros místicos, tanto de Oriente como de


Occidente, que vivieron y describieron a su manera
esa Presencia de Dios. Con estas letras, sin
embargo, no he pretendido en ningún momento
compararme con ellos. No son sino mis propias
vivencias, presentadas hoy por si pueden servir a
que otros busquen la suya propia.

Antes de terminar, me gustaría dar un


consejo para la lectura de este libro de prosa
poética espiritual: con cada verso o línea que les
llegue, cierren los ojos durante un minuto y
sonrían desde el corazón. [Ángel F. Sánchez
Escobar]

7
Biografía

Ángel F. Sánchez Escobar, nacido el 21 de


noviembre de 1951, se licenció en Filología
Hispanica y Filología Anglogermánica en la
Universidad de Sevilla, su ciudad natal. Completó
estudios de Master en Literatura
Hispanoamericana, Master en Pedagogía y
Doctorado en Didáctica del Inglés en Vanderbilt
University (Nashville, Estados Unidos), donde fue
profesor de español durante seis años.
Al regresar a España consiguió dos nuevos
doctorados en la Universidad de Sevilla, uno en
Filología Inglesa (gracia a sus estudios de
Vanderbilt) y, otro, en Literatura Española. En esta
universidad ejerce como catedrático de Didáctica
de la Lengua y la Literatura de la Facultad de
Ciencias de la Educación. Tiene también un
Doctorado en Teologia de St. Stephen Harding
Theological College and Seminary (Winston-Salem,
North Carolina, EE.UU) y otros muchos estudios
teológicos.
Ha realizado numerosas publicaciones tanto
en el campo de la lengua y la literatura como en el
religioso y el creativo, en este último con
poemarios como La gaviota fosfórica (Gallo de
Vidrio, 1993), Tiempo circular (Semíramis, 2000),
El último cielo de otoño (Universidad de Sevilla,
2004) y Sin lunas ni mares de cartón (Universidad
de Sevilla, 2007), obra en la que incluye otro

8
poemario suyo escrito en Inglaterra en 1975: Triste
figura andante.´En el campo de la narrativa
testimonial ha publicado las novelas cortas El don
de la serenidad de un alcohólico anónimo (Monlor
y Gey Editores, Primera Persona, 2003) y Un
puente sobre Elohim (Universidad de Sevilla,
2007). Ha escrito también relatos cortos.
Últimamente ha publicado un libro de poemas
místicos titulado Diálogo abierto con el Espíritu
Interior (Semíramis, 2009)
Ángel fue ordenado Interfaith Minister en
New York, Estados Unidos (2004), presbítero en
Kiev, Ucrania (2005) y consagrado obispo en
Sudáfrica (2007).

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I

Hoy he querido llevarte a esos lugares que


tanto te van a recordar al Paraíso, lugares
preferidos por mí, donde mi pensamiento se
deja, perdido en la infinitud temporal, modelar
por tus dedos divinos.

Fíjate en el mar.

Cualquier realidad virtual, de esas que estamos


tan acostumbrados ya en la tierra, se quedaría
en pañales: parece raramente dibujado,
extrañamente plasmado en una fotografía. Está

10
tranquilo como un arroyo fresco de montaña,
ensimismado.

Estamos viendo un atardecer en el Atlántico.


Cada día es sobrecogedoramente bello y
diferente en esta parte del mundo.

Observa como, inusualmente tranquilo, ese


trecho de mar se deja acariciar por los últimos
rayos del sol, dulcemente amarillos y
anaranjados. ¿No te parece a ti que disfruta
como el perrillo al que su amo acaricia después
de todo un largo día?

Esos rayos se tornan verdes, un verde sereno,


que da paso a la oscuridad amable que ya nos
va rodeando.

11
II

Aquí medimos los días por horas, 24 horas. No


hay tiempo para casi nada. Pero, ya ves, para
mí una hora, después de la lucha diaria —que te
iré contando—, representa una eternidad en tu
presencia. Sé que en tu Paraíso un día son mil
de nuestros años; pero, no creas, en la tierra,
una vivencia se multiplica a veces también por
mil cuando se sabe disfrutar de ella.

Quiero que me conozcas.

Yo hablaré y hablaré de estas cosas que los


mortales suelen hablar y te escucharé cuando
mis oídos se acostumbren al silencio. Imagino
que en tu lengua, una palabra puede equivaler a

12
millones de conceptos; en la mía, una palabra
te puede evocar muchas imágenes...

Compruébalo.

Para terminar el día, déjate acariciar por la


palabra mar, mar, mar, y evoca en mi alma el
reflejo de ese mar del Paraíso que tanto anhelo.
Vuelve si quieres a él cuando yo esté durmiendo
y contémplalo desde tu perspectiva
humanamente divina e irás entendiendo,
comprendiendo un poquito más, mi personalidad
infinitamente humana.

13
III

Si pudiera traspasar esta noche y perderme en la


inmensidad de tu abrazo de espíritu, me
conocerías un poco más, conocerías esa parte
soñadora de mí.

Llueve un poco esta noche —para mí la lluvia,


como el mar, tiene algo de magia—.

Desde mi ventana se ven las luces de un barco


solitario, luces indecisas con ganas de terminar
la faena para volver a casa.

Así me encuentro yo a veces, amasando lluvia


de estrellas silenciosas, esperando la vuelta a
14
casa, de donde salí hace muchos millones de
años en tus recuerdos de la tierra.

Sólo mis deseos de serena perfección pueden


desviar la soledad compartida contigo, espíritu
amigo, amigo espíritu que sabes modelar mi
pequeña alma con la caricia cada vez más
humana —y más divina— de tus dedos de viento.

15
IV

En este silencio racheado de otoño, se deja oír tu


voz, fragmentada, entre murmullos de viento.

En estos silencios de alma —aún finita—


sobrecogida por ausencias, nostálgicamente
apartada, escucho, con la tenue palidez de la
tarde que se desvanece, un susurro a mis oídos
materiales, una brisa hecha círculo, una
respiración cósmica...

Me recojo en mí, esperando ese silencio


acompañado, la luz de una mirada de lluvia que
modele la mía, como un horizonte besado de
nubes, el abrazo de lo infinito a lo finito

16
Hoy necesito de ti, que tu mente se haga
infinitamente humana para que puedas
comprender cómo me siento.

Te prometo que la mía se hará finitamente


divina para saber cómo te sientes.

17
V

Abriga mi finitud con tu infinitud divina, efunde


sobre mí el recuerdo de tu eternidad pasada y
futura, que yo te daré mi poesía, el recuerdo
siempre presente, la finitud más infinita de mi
vida.

Hoy he sentido la soledad milenaria de tu


presencia enredándose en mi pensamiento,
haciéndose una con la mía.

18
VI

Cuando pienso en TI, se me llena el alma de


gloria, y me hago, en tu voluntad, espíritu
risueño de golondrinas de mar.

19
VII

Te siento en lo más profundo de mí, en esa playa


que se me ha hecho grande en el corazón, para
dejarte juguetear con la arena y dejarme
arrullar con tus olas amigas.

Así, cobijado en la brisa perenne de tu sonrisa,


me deleito en la emoción de tu divino afecto.

20
VIII

Mi alma se bambolea con tu brisa y se hace aire


para ser una contigo en tu fragancia marina.

Hoy siento tu voz y tu atardecer en el mar


soñado de diciembre.

21
IX

En el maremágnum de mi espíritu de hombre, te


busco en tu calma soleada, para dejarme
acariciar por las caracolas de tu sonrisa.

22
X

Amanece tranquilo tras muchos días de


nubarrones.

Con los ojos cerrados me dejo abrazar por tu


luz hecha llovizna fresca.

23
XI

Resplandéceme en esta hora baja.


Vivifica las orillas de mi alma para que siga
engrandeciéndose en ti.

Hazme tuyo en el espíritu de colores que invade


este claro amanecer de febrero.

Sopla en mí el aire templado, acariciante de los


melocotoneros en flor.

24
XII

Cierro los ojos.

Levanto mis brazos al cielo buscándote en la


distancia interior —mente y corazón, corazón y
mente—.

Mi respiración se hace una con la tuya infinita,


y ambos recorremos un inmenso mar interior en
la interminable aventura de conocernos.

25
XIII

Lloviznea en el mar de enero —de nuevo la lluvia


me habla de ti—.

Algunas gaviotas se han posado sobre una duna


marina, aguantando como pueden la marea.

Otras vuelan altas; se bambolean con la brisa


fría del amanecer, inconscientes al invierno y a
los nubarrones.

Así deseo encontrarme yo para dejarme guiar


por ti sobre estos pinos perennes, que miran a
la inmensa playa de tu silencio.

—La brisa se ha encaprichado con mis oídos—.


26
XIV

Resucita conmigo.

Elévame sobre el viento frío.

Llévame hasta las riveras soleadas, hasta los


miles de lagos de agua dulce de la Nueva
Jerusalén.

27
XV

Llueve esta mañana extraña de paz y desasosiego.


No he abierto el paraguas para dejarme
empapar de ti —alma y cuerpo, cuerpo y alma—.

Te llamo a cada gota que rebota suave sobre el


asfalto y creo sentirte en el fragor tempranero
de coches y vendedores ambulantes.

Abro el paraguas, como los demás transeúntes.


Recojo mi palabra y me dejo invadir de los
ruidos que cruzan la lluvia ajenos a ti.

Me dispongo a lo mío. Ojalá que mis alumnos


vieran en mi mirada un poco de la tuya.

28
XVI

Abrigando tu imagen en la caída de la noche,


deseando el sentir unísono contigo, en este mar
urbano de luces ruidosamente blancas.

Una inmensa luna ha surgido de los edificios.


Camino despacio, dejándome llevar de tu
siempre sonrisa amiga…

He perdido el último autobús nocturno. Volveré


a casa caminando, recreándome en tu
pensamiento, en el invisible sosiego de tus
sentidos.

29
XVII

Que el sol bajo, madrugador, se abra sobre mis


ojos, mi nariz, mi boca, mis oídos de hombre, y
que el viento fresco —que se resiste a la
primavera— me limpie de angustias,
ansiedades, batallas perdidas, ensoñaciones
rotas…

Es que anhelo acurrucarme en tu luz melosa, en


tu perfume de dunas eternas, en tu aroma de
pinos jóvenes, en el ronroneo de olas de tu
silencio.

Es que quiero la tierna paz de tu pensamiento


amigo.

30
XVIII

“Un año ya”

Si te vas, cuando yo duerma, dile que la recuerdo,


que llevo su brisa fresca, que sin ella, me
envuelvo en mí, con la mirada puesta en la
lluvia, en el mar que tanto anhelaba.

Dile que todavía espero su vuelta doblando la


esquina, arrastrando su dolor y su alegría, su
voz fuerte, su mirada clara.

Cuéntale que paso por su puerta creyendo que


su sonrisa de madre se ha quedado grabada en
algún lugar del barrio, de su barrio.

31
Cuéntale que he ido de noche para pasar por su
balcón —sabiendo que no está— para sentirme
cerca de ella, y que mi alma, peregrina desde su
ida, está anhelante por volver a verla,

Si te vas, cuando yo duerma, dile que no me


olvide, que esté allí contigo al despertarme de
mi sueño de la tierra, cuéntale cómo la quiero.

32
XIX

Si no me conocieras,
si no deseara yo conocerte tanto,
el mundo se hundiría en mi interior,
la luna grande blanca se saldría de su órbita,
el viento huracanado de levante barrería las
dunas, desgajaría los pinos,
y mi alma, mi pobre alma,
se quedaría helada, sola.

33
XX

Aquel día mi alma se estremeció,


mi pequeño cuerpo se desperezó de la noche,
y me quedé embelesado mirando el tintineo azul
y verde de aquel mar infantil.

Ese día sentí tu llegada a mi mente.


Allí te hiciste soplo de estrella y te quedaste
anclado en mí, y yo quedé anclado en ti,
finitud e infinitud unidas
en un mismo corazón.

34
XXI

Es tan pobre el lenguaje humano,


que pronto se me agotarán las palabras,
se me gastarán las imágenes.

Entonces, reposaré en tu silencio,


en tu silencio vivo.

35
XXII

Hoy no puedo pensar en ti.


Mi mente pinta escenarios oscuros que nunca
llegan —el sol se desdibuja en el azul
increíblemente claro del cielo—.

Mientras camino,
me balanceo en el perfume de los azahares
urbanos —que todavía conviven con las
naranjas viejas—
para encontrarte.

36
XXIII

Cuando te pienso y te siento, mis palabras —de


verso y verdad—, despliegan sus alas, y se
lanzan a volar como llevadas de un viento
invisible.

Surcan los árboles más altos, alcanzan el techo


imposible de las águilas, y se dejan abrazar por
los ángeles.

Y hechas oración pura del alma, aventureras


jóvenes del tiempo y el espacio, se dirigen a su
lugar ansiado de destino, a la absoluta belleza
y bondad del que te envió.

—Hoy llueve primavera sobre la ciudad. —

37
XXIV

—Tanto, tanto dolor…—

Hazme llegar todo el dolor del mundo —como sé


que tú lo sientes—, embárgame del sufrimiento,
del hambre, de la pobreza, repárteme contigo
en el frío, en la enfermedad, en la
incomprensión.

Déjame llorar de impotencia, de desolación, de


pesar ante los mares secos de la aflicción, ante
los montes helados del desamparo.

Pero luego dame —dales— tu quietud, tu guía, el


despertar de tu tierna sonrisa de Padre, en un
nuevo credo, cristalino, abierto a la dulzura, a
la esperanza, al lago fiel que sortea su camino
entre montañas...

38
XXV

A medida que mi alma y mi mente se engrandecen


en tu divinidad, tú, espíritu puro, te adentras
en mi humanidad, y ambos renacemos en
filiación con Dios y con el hombre.

Mariposa y crisálida —crisálida y mariposa—


fundidas en un mismo sueño de eternidad.

39
XXVI

Como las incansables gaviotas que siguen a los


barcos de pesca, así te sobrevuelo yo,
buscando, siempre buscando tu callado aliento.

40
XXVII

Cuando despierte en las lejanas arenas blancas de


la eternidad, recógeme de las alas del ángel que
me lleva y abrázame. Efunde sobre mí, alma y
mente hechas ya tuyas y mías para siempre.

Así, compartiendo una brizna de tu divinidad,


veremos juntos las lunas más brillantes, los
amaneceres más esplendorosos, los ocasos más
dulces.

Y seré el arrullo de tu voz, la brisa fresca de tu


sonrisa, el claro mar de tu mirada.

Si no despierto, no te olvides de entregar una


copia de estas palabras al Padre y déjame
dormir en su misericordia.

Pero recuérdame, recuérdame, cada vez que la


noche se haga lluvia sobre mi ciudad.

41
Final

De madrugada, apurando las últimas líneas de


este diario, me abstraigo de la noche para
acercarme más a ti, Espíritu Interior, y vivir y
permanecer en ti como tú vives y permaneces en
mí.

Y respiro una oración siempre nueva de fe, de


agradecimiento, por estar ahí, por mostrarme
el camino a la Verdad, por abrir mis sentidos a
la Belleza, por hacerme permeable a la Bondad.

Mis párpados se cierran y a medida que los


paisajes evocativos se hacen translúcidos, mis
letras se asientan bajo la almohada y se
transforman en palomas blancas mensajeras
buscando la aurora.

42
…diálogo con el Espíritu Interior que es
ensimismamiento y en el que, sin embargo, se escucha
la palabra de un Otro penetrante.
…diálogo con el Espíritu Interior en el que quien
dice no habla sino que son el silencio, los colores, la
calma, las que hablan con su transparencia.
…diálogo con el Espíritu interior que es cinta de
salmos que conmueve sin ritos, murmura sin requisitos,
se desnuda sin cuidado.
No tengo conciencia exacta sobre qué es la
verdad. Pero intuyo que hay verdad a ese lado, bajo la
lluvia perenne de tu sonrisa de lluvia y mar, en unas
líneas que retoñan en la calidez de un Dios en el que no
se cree porque se sabe, querido lector, etsi Deus non
daretur (como si Dios nos fuese dado.) Manuel Flores
Sánchez

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