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tros modos de pensar y de hablar a propósito del mundo y, corr€- cprual y lingüistica se opom
-iéátó histórico y, én este aspecro, curipte con la característica de haber tenido lug
mínirna de la historia. Sin embargo, yo no diría que alcanza el nú contar este tipo de h
"¿léo-Ae
h-¿<iiüiiiéüisión histórica .,r"rrto qué el ,.conrexro de do equipar al cronisü
"r,
una historia" no se .tgfllp por la estructura de la frase narrative dhora podemos c
Le fatta el rasgo propiamente discursivo, del que hablaremos más- menos, a dos acont€
radelante.
^l^l^-.¿^ ^ -/ describan el primero
'"Él refieren a dos acont(
ésiüdio'descansa en la teoría de las descripciones aplicada a
un sector particular de la realidad, los cambios producidos por la el tiempo, pero deso
/;
HISTORIAYNARRACNfi AI¡GAToS EN FAvon nr T¡ N¡nn¡,cIÓN 245
nte crítico cuando ipción completa y definitiv"4 la tarea del historiador consistiría
¡ histórico. No está en eliminar frases falsas, en restablecer el orden perturbado de
frases verdaderas y en añadir lo que faltase al testimonio.
le la historia
o de aserciones quc La refutación de esta hipótesis es sencilla. A esta crónica abso-
rdo" (p.26). le falta una clase de descripción: precisamente aquella en la
rfía analítica de la no existe ningún testigo para atestiguar un acontecimiento, a
': que la verdad total concerniente a este acontecimiento só
resenta como el est
,Ay**lia áér-?ó' puede conocerse dcspu"es y a menudo mucho tiempo
ple con la haber tenido lugar. Ahora bien: sólo un histo
diría que alcznzaá este tipo de historia (ttory). En una palabra:
rto que el'conteÍo equipar al cronista ideal con el conocimiento del
Lra de la frase dhora podemos definir las frases narrativas: "Se refieren, al
fel quc hablaremói a dos acontecimientos separados en el tiempo, aunque
el primero de ellos" (p. 1a3). O más exactamente: "Se
ilescripciones a dos acontecimientos, Et y &, distintos y separados en
nbios producidos tiempo, pero describen el primer acontecimiento al que se ha-
HISTORIAY I-{ N]
rIICATOS EN FAVOR DE
ce referencia" (p. 152). A esto hay que añadir aquí que los d h de acontecimientos r
acontecimientos deben ser pasados con relación al tiempo de rr ideal -con todo, testi¡
enunciación. Así, pues, en la frase narrativa se hallan impli stá.vacía de sentido.
tres aspectos temporalzs: el del acontecimiento descrito, el del La segunda implicaci,
tecimiento en función del cual se describe el primero y el del que permite distinguir I
rrador, los dos primeros concernientes al enunciado y el &scripción ordinaria dc
a la enunciación.
!o que Dray no podía
El ejemplo paradigmático sobre el que descansa el análisis es lnrque sólo conocía el ,
frase siguiente: en l7l7 nació el autor de Le neueu de Rameau. nomento en que ésta s
aquella fecha nadie podía pronunciar semejante frase que le-l descriptivos lienen en c,
cribe el acontecimiento del nacimiento de un niño a la luz 'de proyecto". Estos ha
otro acontecimiento: la publicación, Por parte de Diderot, de su ua acción particular; e
tan conocida obra. Con otras palabras: escribir Le neacu d¿ Rb d ganado", "escribir tu
tneau es el acontecimiento bajo cuya descripción se redescribe d rumerosas acciones Pol
primer acontecimiento, el nacimiento de Diderot. Se planteará dscontinuas e imPlicar I
más tarde la cuestión de saber si esta frase, por sí sola, es típica frrporal cuya resPonsa
de la narración histórica. nos en la historia innur
Este análisis de la frase narrativa tiene varias implicacionee gre organizan considel
epistemológicas. La primera toma la forma de una paradoja se
bre la causalidad. Si un acontecimiento es significativo a la luz de
-ción global. Pero en t
eillado no afecta al senl
acontecimientos futuros, la caracterizaciín de un acontecimiento no, salga bien o fracasr
como causa de otro puede advenir tras el propio acontecimierr
¡ror enunciados que eq
to. Puede parecer entonces que un acontecimiento Posterior fr¡nción de ciertos ac
transforma a otro anterior en causa; por lo tanto, que una condi- cn función de sus const
ción suficiente del acontecimiento anterior se produce más tarde cnunciados que descan
que el hecho mismo. Pero es un sofisma, pues lo gue es determi- porta al propio sentido
nado después no es algo del acontecimiento, sino el predicado La teorít de la frase
"ser causa de...". Así pues, es necesario decir: Ez es una condición con relación al discurs<
necesaria para que E1, con una descripción apropiada, sea una hctor discriminante re:
causa. Sencillamente se ha repetido de otra forma que 'ser causa (p. 168), operado Por I
de..." no es un predicado accesible al cronista ideal y caraclenza ¡cción. Este reajuste va
sólo a las frases narrativas. Son numerosos los ejemplos de estos plación del pasado con
usos retrospectivos de la categoría de causa. Un his¡oriador dirá consecuencias no quel
fácilmente: "Aristarco anticipó al año 270 antes de nuestra era la rcento intencional de l
teoría publicada por Copérnico en 1543 después de Cristo." Ex- picamente, las accione
presiones similares -anticipar, comenzar, preceder, Provocar' bs descripciones que sr
suscitar- sólo aparecen en frases narrativas. Una parte importan- Este último rasgo acenl
te del concepto de significación procede de esta particularidad de teoría de la histori4 "1
las frases narrativas. El lugar de nacimiento de un hombre céle bs acciones como pod
bre sólo adquiere significación o importancia para el üsitante a la cen los historiadores, r
HISTORTA Y NARRACIiII¡
¡-I-EGATOS EN FAVoR DE L4, NARRA.CIóN 247
jl i?il:l::T hrro) (
¡.s y coffis enteramente temporal.t"
htórico
;át-;;;ffiffia de la acción y tto'íunarrativa es sólo una
cdido a
cripción enffiruchas.
La fltimaeóonsecuencia es que no hay histori'a del
prese,nte' en lreel di
podría ser mpleja
sentido estrictamente narrativó del término. Sólo ffiir-
de lo que los historiadores l3nidei:: rylÍ":^j e"dt-
¡i, ,o'¡t. nosotros. L simetría entre explicar yenpredecir'-cr
"r,ii.ipuciO"
el propio .id"oi
,ísti.a de las ciencias nomológicas, se rompe lr distin¡
y conocer esta
áel enunciado histórico. Si pudiéramos escribir
rración del presente, podríimos falsificarla haciendo
t: t:i: ¡resel
riin sig
J. l; q". predice. Ignoramos absolutamente lo que los-hi he hecb
áátÁ á.1tut.tro aiün de nosotros' No sólo ignoramos.los se úonteci
cuáles
tecimientos que se producirán, sino que ignoramos lechos
prever los.i
considerados como-importantes' Seríi necesario lién det
las descrip:iol
r.t"t ¿. los futuros historiadores para Prever r4xesi(
.o" q". presentarán nL r-stras.acción^es' La "lt"tf:tl ha i::::
escrito úofa
á; d; "ál futuro está abierto" significa que "nadie Fueba¡
iirrá¡" del presente". Esta última observación i*Jt".:T^"::t: gsum
otro que el límite interno de
f,rrrto de partida, que no es i¡r aPar
enunciados
-" narrativos. le narn
iló¿ medida el aniílisis de la frase narrariva aclara el
pru
y la exp& Dq_qq(
blema de las relaciones entre la comprensión narrativa ab oc
cación
-* histórica?
sitio afirma Danto que la teoría de la historia s
q¡¡e n9
n" hittT drre exl
"i"g'ún
análisis de las frases narrativas ni que un-text: Yn¿
"gote;;i
co se reduzca a una secuencia de frases narrativas'
Las limitacio
ción a
,r., i*p"oos a la descripción verdadera de un acontecimienb
sóh delae
por la estructura ,"-por"l de- la frase narrativa constituyen nrd de
'una
"caracte nzzci6n-í,,i*" de la actividad histórica"
(P' 25)'
-- cierner
como coerciór
Tr;i;-q"" i" .r"..ión de la frase narrariva
que a¡s9rlf noció¡
minima podria dar a entender que los enunciados
o todo caso fechados' a la luz &
acontecimientos puntual.,, ""
otros acontecimientos puntuales o datados constituyen Jot
áa s11
menos hasta el *¡ dife
mos lógicos del discursl histórico' No se trata' al do; pare
aconteó
lupitufá x, más gue de "descripciones verdaderas de &, apli
(por op*itiótt la pretensión de los fib
*il"r.t eá ,,, p"""ao" a
en r¡
r¿lment
sofos de la hisioria en áescribir también acontecimiefitos coilem.
ni un ct
del testimonio como categcl n|es etr¡
En la cuafia pafte volveré sobre el problema
3a
cirin, qt
pasad'o'
irreductible de la relación coa el
HISTORIAYNARRACIfi EI¡ FAvoRDELA NARRACIóN
^rncATos
x'(p. 183¡.$ Esta db futuro) (p. 25). Parece admitido que todos los acontecimienros
rrativa es sólo una der' históricos, considerados uno a uno, son de la forma "iqué ha su-
adido a X durante tal o cual intervalo de tiempo?" Nada indica
'turia dcl presente, end que el discurso histórico exija ryrypji¡tintgs de la estrucrura
-ya
o. Sólo podría ser un pleja por lo demiís- de la frase narrativa. Por eso, efplkg, y
errideros podrlan esc* ibir-én el sentido de la frase narrativa -han sido cdfrsi¿éo-
car y predecir, crr?cba ;iura;te muclb ilé*p o in d! ¡ ce rnibl_e¡, ó anio nó' qüiélé s:i6ér
rpe en el propio ááinf¿C iJáiiiiiióio" áe Cioce ent.ááiónica e hisroria3s ni de
ribir y conocer esta distinción de Walsh entre una narración pura y simple (plain),
rhaciendo lo con se limitaría a relacionar lo que ha acontecido, y una narra-
nte lo que los significativa (signif,cant), que establecería coneiones entre
lo ignoramos los hechos. Pues ya una simple narración hace más que relacionar
gnoramos cuáles tecimientos dentro de su orden de aparición. Una lista de
cesario prever los sin vínculos entre sí no es una narración. Por eso, tam-
rever las describir y explicar no se disünguen. O, según la importante
a afirmación de de Danto, "la historia es de una sola pieza" (History is
ue "nadie ha escrito of a piece). Lo gU-q jg_pr$.99*Ét!19g{I son Q.parra_c.ióqLbs.
ión nos lleva a rebasm-e!_e_rialgl_qyg-l*jy:S.F-.gn,unanarracióq.p9g"eJe.dl¡ggg
I límite interno de suma¡!*o- 4.
:.l pjgp-i9*?ppIgp-_q¡:idco (ya se entienda por esro
aparato conceptual o el documental). Pero la distinción entre
narrativa aclara el narración y su soporte _golggp!]14 9-_docume_¡¡al¡o_9s*lq !ds-
ión narrativa y la f gq_.-4S,qtrug*4osp-lp_g¡d9.comp9qiqión.Explrg113crju.é
ocurrlo ir lo ió coinciden. Una narración
teoría de la historia ng.9.g¡,sl$e,expl|s.a¡*¡¡pd-a1ñ;¿áne¡ra.iér;,-rnrnarración
ni que un texto g*eJplig4pSt¡4a.ryrr49if^np_"r¡¡-qy-qi¡¡gle.
arrativas. Las Y nada indica que lo que la narración hace de más con rela-
de un a la simple enumeración de acontecimientos sea diferente
rr¿tiva constituyen la estructura de doble referencia de la frase narrativa, en vir-
d histórica' (p. 25). de la cual el sentido y la verdad de un acontecimiento con-
¡rrativa como al sentido y a laverdad de otro. Por eso no parece que la
lnciados que de trama o de estructura narrativa falte a la lógica de la
io fechados, a la luz
os constituyen los s Volveremos sobre esta distinción, que no tiene cabida aquÍ no concieme a
trata, al menos haste diferencia de grado epistemológico, sino a una relación diferente
erdaderas de para Croce, la crónica es la historia separada del presente ü
r pretensión de los aplicada a un pasado muerto. l,a historia propiamente di
al presente y a la acción. En este sentido, toda
acontecimientos €n . Esta afirmación no tiene como marco ni un conflicto de método
un conflicto entre método y verdad, sino el problema más vasto de las relacio-
lel testimonio como entre la retrospección histórica y la anticipación del futuro vinculada a la ac-
que se discutirá en la cuarta parte.
250 HISTORTAY IIIGATOS E}I FAVOR
y ambivalente que William Dray con respecto al modelo nomnll Parte, con qué rt
gi"o.u' rya¡lp;xp!gar
Prs!!iÉg-9s99*d
36 Eso parece en el carc de la consegucüial si.gni.flarce: "Sd un acontecimiento Ilowability preteil
anterior.no es signifrcativo respecto de ot¡o posterior en una historia, no pertene Así, pues, iqur
ce a esta historia" (p, l3a). Pero hay otros modos de significación o de importa* 'proseguir" una I
cia para los cuales la estructura textual y la de la fr¿se se superponen menos fácil
Una historia d,
mente: significación o importancia pragmática, teórica, reveladora, etcétera.
37 A. Danto, cap. x: "Historical explanation: the problem of general lzws", op.
t8 ap. cit.
cü., pp. 20lss.
)RIAYNARRACIÓ\ ALEGATOS EN FAVOR DE I.A NARRACIÓN 251
cambios revcra'
tos cambros revelan
;";;;;;a
il:"l*
prueba (preit'i'cammt)-qte
a ylz acePu
oersonajes, Y engendt a € 4titud de
o a los' do's' La respuesta
i" al pensamiento' a ;;;ttó" tia sólo e
(p' 22)'
' co-o veínos't'i'io¡"
su conclusión
;;.J""iüi' " tlf:*:i: comPrens
@s acont
"'J;;:';;:
u*ff ill.i:1'.'i.'il$n'i;Ñi;F"""'o""'ccióndeb ":'::?:?i'¿'Jl
historb 3l). La in
t'" titiJ" tliil referir su concepto cle galidad d
trama. Si Gallie "o
ti#'"ü*
ar de rama es, sin duda'
al
purquL oe * t::::H:|Xil'il:ii:H
¡¡e
que por las sr¡b
a la narrración
de la his¡
No de.
:;ilil, 'l*'tu'ot"tinmanentes es anptabl'e' Eslal
coldis!É
iedvas bajo las t"¿t'l""ii'to'it
uptit"a dá la historia pata
seLPlP la declarl
te aceptabiliaua to"*üt'lt"i" be obten
rcs imPr
'I
!
seguida. .ir una historia es comDrender las
accione+
cipal dif
En efecto' Prosegu ,i.r cuanto Presenta
que bus'
r","p.*"-i.*"_'ll:i,":Jlff;,:;$:?'l,T;is"ini."d.,::T: noción '
por la tt
ffi "ll'n:'#.ffiffi '"'il:;i:::í'i:lg^i*'H:':n::; cste sen
pondemos
".::'l:1il'J""á.^üj.'a pro..ro. Vemos ya córm de la re'
::1,11il,Ll' l .l:J'ffiT.l"ii ::**:"'gl':Xil:X?:il
i'",'";;'JJ* exPricarse Por sí mb tr Si Pa
:?H::5'tlñH:il;
'-"" Sólo p"atti"' t*ptit"tiO" suplementaria cuanoo
mos sul
(p. 23). """
;;';:";.;" ti,:::T,';ñ3::::l cierta dirección es recono 40 El
';#;:#i;.1::'*"^Tll'i#,T!"r:::,5 cl diagn,
."11il?:#:"',"ffi Pero' en
a"r "p"unto final"'se de natu¡
mos subrayado en "":il;;;'i' cados el
Paíe m
;:H#"[ffi:*ü#;=]T#:i{ifi*"*'*1;;
#:i1ffif;l:ilG'; ld+, ni rece
pro
coincidencias;-ni
tivas int
bgica d
atención' Por eso hay que trada e:
nocimientos no tti"¿if"
nuestra
' prose lo cual es distinto de psicolo
seguir ru t'i'to¡u itXt""" t""ti"tron' coaccionante' {ás que p.l.Po
: guir ,rt nuesffa psicoló
"'g"-t'iffi*;ilcluslln-.es debe ser anl¡tabl¿' Dirigiendo
prgvigible, una to"a"'í0"
menéu
, haci" t3s. eni11l¡1in!el-
, r,".i" "rrli,"ilri"'la co"a"s-ii"'
los aná
mirada que ese fin exigía estos
acontects n¿sís I
. medios, debemos poder afirmar il¿la a
cuarta
estar i
la primera parte
i 39 Mim¿sisll: capítulo 3 de
HISTORIAYNARRACXfi AI.EGAToS E¡{ TAvoR DE TA NARFáCIÓN 253
rqies, reales o imagin ni:qt_o; y gsa cadq.na de.acciones. Pero esta mirada se hace posi-
n situaciones que ca* He por el movimiento de nuestras expectativas orientado teleoló-
ituaciones. A su vez, c* gicamente cuando proseguimos la historia. La incompatibilidad,
: la situación y de b ¡ilanteada abstractamente, entre la contingencia de los incidentes
a(Qred,icammú) que apc y la aceptabilidad de las conclusiones es precisamente lo que la
os. La resPuesta a esll rytitud de la historia a ser proseguida desmiente. La contingen-
n). cia sólo es inaceptable para la mente, que vincula a la idea de
'n de historia (súor1) n la de dominio: proseguir una historia es "encontrar
ente construcción deh acontecimientos) aceptables intelectualmente en, tod,o caso" (p.
n¡ concepto de histul tl). La inteligencia ejercitada aquí no es la que se vincula a la le-
teresado menos por h galidad del proceso, sino la que responde a la coherencia interna
rración que por las sü; & la historia, que une contingencia y aceptabilidad.
tablz. Eslf¡..-ggtdlglonr No dejaú de advertir el lector la similitud sorprendente de es-
-!a historiapana¡e:4r la declaración con la noción de concordancia discordante que yo
be obtenido del tratamiento aristotélico de la pnipetei.a (los suce-
mprender las accioq imprevistos) dentro del marco de la teoría del mythos. I.a prin-
uos en cuanto pres€nlr¡ cipal diferencia con el grupo de los críticos aristoteliruntes habría
no significa que sotn buscarla, sin duda, en el factor subjetivo introducido por la
Io tan pronto como de expectativa, de atracción por el fin; en una palabra:
inas que conciernen r la teleología subjetiva que remplaza al análisis estructural. En
oceso. Vemos ya sentido, el concepto de followabiliúy proviene de la psicología
extricablemente en de la recepción r¡rás que de la lógica de la configuración.4o
ía explicarse por sí Si pasamos ahora del concepto de "story" al de "history", debe-
n suplementaria subrayar primeramente la continuidad entre ambas. Precisa-
:rta dirección es 4 El lugar otorga.do a la simpatía en lo que llamo teleología subjetiva confirma
ógica, la misma que
diagnóstico: lo que regula nuestra expectativa -dice Gallie- no es una verdad
punto final".3e Pero, naturaleza inductiv4 sino nuestra simpatía o nuestra antipatía. Una vez embar-
rc añadir que una'o en una historia cualitativa, "somos llerados por ella y orientados Por una
deducirse o más influyente de nuestro carácter que de nuestras presunciones y expecta.
ni coincidenciaqüi intelectuales" (p. a5). En efecto, la preocupación por separar el análisis de la
. del modelo nomológico puede hacerlo caer del lado de una psicoiogía cen-
in. Por eso hay que
en la respuesta emocional; desgraciadamente, es este deslizamiento hacia la
rral es distinto de el que facilita la crítica de la obra de Gallie por los sucesores de Hem-
coaccionante. V-.41 Por mi parte, no me parece condenable semejante interés por las condiciones
úlz. Ding¡endo n de recepción de una obra (narratila u otra); tiene su sitio en una her-
qg1e loC. Epigqdios para la cual el sentido de una obr¿ concluye en su lectur4 pero, segrln
¡nálisis que he propuesto en la primera parte -relaciones entre mimesislly mi-
8l q¡i.€ía estos acoi'G Iü-, las reglas de aceptabilidad deben construirse, al mismo uempo, dtntro
la obra y fiura dz ella. Además, la noción de interés, sobre la que volveré en la
parte, no puede eliminarse de la teoría de la narración. Aceptar, recibir, es
interesado,
HISTORIAYNARRAd
264
la discontid
t
Gallie consiste en'inrcsrar I
mente, la estrategia de
dad epistemológica ;;t?i;
*t"- de"tó del marco de h I
narraLrvu' !' vr.- ---"
continuidad tnteraf,Ii;q;;
derinterés
continuidad del ": ::::::::T:1il:: :lF
arirr.rta en el ..f
I
(
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servarse o que pueo l^ ,¡a q..ionat cuuos prote
iiffili:t:ffiHffi;;il;"'"sladeacciones-cuvq*rerF
r6s o resurtag",
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Il:;i{i:*?::t"jrum:#*n#¿*i#
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acci¿n; én este sentidolt-:o3
tttt"'¡a' 'eó"----'i
por eso esPerl
mundo de la comunicación;
o ,.smehto del único sigan siendo obras aisl>
no'"ti"'
u 'nttitá historia que' sin en
*oJd. hs obras u" "i'"^t*"a'"
d,as. que tt,*i"'^;;;;t'
expresen
u"*ó""ai;ff 'r*T:H,1;"."::1.":,?:I^.r:j:#.Ji,*E
Esta contrnuroao rr.¿rru;;;; ptTr
qí" í", problemas
"
:¡¡;"1¡ij,:"'"1'ilHff
:11"":li".ii,,.j#'lffi :üffi la cuesdónlE
de
r"ti-'t i¡lr toda la atención en
mito e historia n* i" t"¿t fundamental de saber
h pn¡eba (nidmcia')';:.n#";Jt historia' Y es este interés d
lo'que crea el interés.á"'il;;;áert historia en el sentido de h
6¡1¿ ¿ge{üra l" to"t"^'iiüJ t"i"
tTff
ili.li;E;;tavh narraciul,::^11'i1 .qñ<A en "alsún éxiro o er
f #J:id';J;;il,JJa""'o*i.T-":tTl#'i":,;
ar"" 1,"1"i.'To-'^:'d* :l*f;;x ;;r-ffij?:H#E
en sociedades o nacron:t,,"J:-:::T;. eso' Pese a ,r, ,Ib.ión
críúca con
;; i;;" duradera" (n' 65)' Por il;;'fe
"t"tan de la unificación
la narración t,"¿itio'l¡]il
oe uu i-o'
de s inte grac iu'1"Í"i"
;l t:*Tg':;
o de la desintegracron 'r¡l'e¡¡v' S:l11s;
social';É
::
secta
"'" rellgiosa-o3e !
á;"; clase, di un movimiento <
es decisirn
En oit no l
:.i
la discontinui particulares" (p. 70). Por eso: l] la lectura de estas historias de
:l marco de h historiadores se basa en nuestra capacidad para seguir historias {
la que, evider (stories), las seguimos de principio a fin y a la luz del desenlace
:sta en el ca¡É prometido o entrevisto a través de la serie de acontecimientos
contingentes; 2] correlativamente, el tema de estas historias mere-
¡ue sigue tiene
allie considen ce contarse y sus narraciones seguirse, porque este tema se impo-
Lanpodido ob ne a nuestros intereses en cuanto seres humanos, por alejado que
ofq¡mgq_q*qo €ste tema pueda estar de nuestros sentimientos del momento.
r-CUy-o-g DroY€c- Por estos dos rasgos, "la historiografía es una especie de género:
los con los dc historia narrada (story).al
r es fragmento Como vemos, Gallie retrasa el momento en que es preciso con-
)or eso esPer¡l siderar el problema por el otro extremo: ipor qué los historiado
,do obras aisLa res tratan de explicar de modo diferente que los narradores de
ia que, sin en hs historias tradicionales, con los que rompen? iY cómo articular
h discontinuidad introducida por larazón crítica entre la historia
y" se ha obser- por una parte y la ficción o las narraciones tradicionales por otra?
lemas planta Es aquí donde la noción d,e followabilif presenta un nuevo as-
istoria o entre p€cto. Hemos dicho que toda historia se explica en principio por
la cuestión de í misma. Con otras palabras: toda narración responde a la pre-
,ental de saber gunfa ¿por qui| al mismo tiempo que a la de áqué?; decir lo que
este interés d aconteció es decir por qué eso aconteció. Al mismo tiempo, pro-
sentido de la seguir una historia es un proceso difícil, penoso, sujeto a la inte-
rnrpción o al bloqueo. Decíamos también que una historia debe
¡in éxito o en ser aceptable, después de todo; habría que decir: a pesar de todo.
abajan juntor Y esto -lo sabemos desde nuestra interpretación de Aristóteles-
po organizado es cierto en toda narración: el "uno a causa del otro" no es siem-
ión crítica con pre fácil de extraer del "uno después del otro". Por eso la com-
la unificación prensión narrativa más elemental confronta nuestras expectativas
rla decadencia reguladas por nuestros intereses y por nuestras simpatías con las
r religios4_o-(!e razones que, para adquirir sentido, deben corregir nuestros pre-
no es decisira juicios. De este modo, la discontinuidad crítica se incorpora a la
y las antiguas continuidad nan'ativa. Así percibimos cómo la fenomenología
n figuras aisla aplicada a este rasgo que posee cualquier historia narrada para
amentalmente 'poder ser seguida" es capaz de expansión, hasta el punto de in-
.---..--F1
osamrento y t¡- r€rtar un momento crítico en el mismo centro del acto funda-
Irr mental de proseguir una historia.
-tp" (p. 69).
lencias, trends, Este juego entre expectativas gobernadas por intereses y razc.
aci6n. El trmd
:imientos que
ontecimientoc
u ap. c;t.,p.66.
¡IIGATOSENFA!
HISTORIAY
266
tían ocuPar e
crítico proporciona un r d método wel
nes reguladas Por el entendimiento
¡iado para ex¡
apropiado Para acometer los dos P-robl:T::jT""t]:T*?': Pero si la ¡
carnbio de esd
láTtu*t;":;;P"."* ;" el primer 3qílulo: el
la-historia contemPorán€e' ¡nra la que s(
de las entidades, de las que sé ocupa equélla tamPc
la historia científica'
*
el recurso de leyes, en ef plano de hmana imPli
Ei;;'""'
!r v!¡¡r¡vr pábl.-u parece forz.ar 1",11i:':::1.1'Tr ¡cional de c:
do en '--*----
una disPuta ent escuelas de pensamiento' Para la
'idos oando se ha
;"";;;;;poá"-otllamar"nominalistat'lt-l;:-t:tT:Y:"1
reneren a entidadc ninalista, Pes
ff*'ff;;;;;;J"es generale: q.':¿e "acción (hablamos delr Ead del Pen
les atribuyt"'pt"ait"Aos
colectivas y rcs interesan
política del gobierno.,-átip"ogttto de
unareforma' de un camli¡
estas qt:p:,t::t^T::'-f1*
bs lugares, d
de constitución, etc.); ", óit'ó que & i
pie ,,o t uttio"e' identificables de indiri mujeres
al de la letra,
" '"átt""
;;;üma instancia' sin embarg"' yl'?-lio Yc
nejor el moc
;#;;;;t;;' e todo el col
titucional no es más que et compendio de multitud de hechos
para la segunda escuela de pen* &d, desde la
;ñ; término indiüduales.
instituciones y todc nodelos absl
miento, que podemo'-tiu*"t "realista"'1as reales' qt- Irjos de z
son entidades
los fenómenos colectivos comparables los esfuer¿oq [e se inclin
a los fines' a
denen una historia propia, irráuctible
a las emprera, p,opiuJ dá i"diui¿u"t
ql",Tg1:j:1?:::": inplicada P<
el de grupos a los que re dividualista
mún acuerdo, en nombre propio o en no rcndría
acciones asignables e
presentan; irru.rramerrt", pl"r" .otttqt"ld"l que hace Pr
a los hechos institucionales en
'..ry.;;;; es necesario
individuos 'áf"'itt" no nos interesa en loc moment
aquéllas se manifiestan; finalmente' ¡onces en d
tales'
uülá1"r" lo que hacen los individuos como o¡al individ
Gallie se cuida mucho de tomar
Contra lo que se esperaba,
no er- ¡bandonadr
el nominalista
p"triJo por la tesis "o-i""littu' En efecto' & carnbio, enl
a la abreviación
plica por qué interesa al historiador proceder tm le con sum
de
í", frJ.ftor'individuales que los suboidina a lalaabstracción
enumeración de ks, porque
hecho institucional, Jú; qué es indiferente
para comPrender b guna ruPtr
todas las acciones y "lttiot"' indiüduales fenómeno:
percibe el víncula
evolución de una i,"iii"ti¿"' El nominali'tu "o ria econón
y el carácter eminente
estrecho entre el empleo de abstracciones
t'ampoco pergibg que llma
mente selectivo del interés histórico; 42 Por sr¡ t
no las hacen éstos
voría de las acciones atribuibles a indiviáuos
y.li',l;;a*il;;tt"";n ¡ión de los h
cuanto desempeñan un papel institucio- e4 por lo tan
;;;" fin, el nominalista no ve que Para cgmt'rty"t t:::-T:":'t no en aquell'
,,descontento social", .,instituciones econolnlcas , r{mificativos
;l"il;, como fingidas": a alguna r que señala 7de qué Pue
es necesario ,..,'or.
"-iu"riables que Po-
.irt sJ;".ro de todas las interacciones aún inexploradas
aLEcATos EN FAvon nn t¡, Nenn¡cróN 257
YNARPd.CIó¡
estal
fuerzas, de las corrientes, de las estructuras' Pero incluso riín se explica 1
trria, que, en el lírnite, se escribe sin fecha ni nombre P,rollo b sucedido es'
rieja dá explicar ciertas iniciativas, intenciones, valor, des h historia más
.iárr, *"g"cidad de hombres individuales, "incluso si se ha &n clasificatori
do sus nombres" (P. 87)' Y
-ralizaciones
Con respecto ai segundo problema -el de la función de las & ciencia
otras
yes eíla explicación histórica-, imPorta,guardarse
en este pu hrse en la narr
d" .rt" falsa interpretación de lo que el historiador espera de ¡nr sí misma, el
leyes. No esPera li eliminación de las contingencias'-sino
una ca por sí mism
jo" de su contribu:ió-" -" 11 m.archl d: Llt-t'i que hay que ir
'Po, "o-pt.nsión
,ro le corresponde a él ni deducir ni predecir' sino co nisma. Por lo
"ro
prender mejor la cómplejidad de -los encadenami"".tlfl-11t' criterio de una
'.*r"rr", co-nvergieron-en la realidad de un acontecimiento' l csrinentementt
esto, el iristo¡adlr se distingue del físico; no intenta ampliar Dray resPondí
las <
camDo de las generalidades á cambio de la reducción de ¡gente cuando
ii"gá".i*. Étluiere comprender mejor lo que ha sucedido' nos deja perPk
cluio existen camPos en'l'os que son estas contingencias las A este resPr
merecen su atención, ya se trate de los conflictos entre €stal crítica textual:
naciones, de las luchas sociales, de los descubrimientos interpretación
o de las innovacionesartísticas.43 El interés por esos chos acePtado
mientos, que compararé con la peripetein' aristotélica' o suces{t hacer nuevam,
i*pt.J".i, no sigpifica que el historiador ceda a lo sensacion* Para el histori
su problema consiste precisamente en incorporar estos aconteo: fio resPecto dt
mientos a una nalración aceptable; por lo tanto' en inscribir
s¡ seguirse o ace¡
.orrtirrg.tt.ia en el esquema áe conjunto' Este rasgo es esencial r En este trat
b folüwabiliry de cualquier hecho- c-apaz de ser contado' De este
res de escribir
prímacía deí conceptó d, ¡ottorobitity -restl/rta que las explicacio la explicación
,r.r, .rry* leyes toma el historiador de las ciencias con las qrr de acontecimi
su üsciplina' no tienen otro efecto que permitirnc acción y se Pt
"rrrp"r.¡"
pro..g,iit mejor una historia cuando se oscure'e nuestra visión de los actores
de srr"encadeiramiento o cuando nuestra capacidad Para acePtar bles de acción
la visión del autor es rebajada hasta la ruPtura' frecuente Y el
Es, pues, un error toá u.t en eüas formas debilitadas
de un toriador Pme
modelo nomológico fuerte. Simplemente' aPortan su ayuda a los actores, si
nuestra aptitud f"." ptot"g,tir una historia' En este sentido' su historias ante
función en historia es de "servicio" (p' 107)' cas"Explicar,
Esta tesis sería inaceptable si no supiéramos que toda narra ción históricz
curso de hist<
4!Gailie(oP'ril,p98)secomplaceencitarlaspalabrasdelgenerdDeGaullc ble un nuevo
en Lefit da l'épéer "Hay que construir la acción sobre las contingencias'" Pero en ni
HISTORIAYNARRACTfi
AIIGAToS EN FAvoR DE LA, NARRACIÓN
259
cturas. Pero incluso esta b
fecha ni nombre propio, n ::i * explica por sí misma, en el sentido de que
por qué ha sucedido. Er,
contar lo oue
rtenciones, valor, desespc
rles, 'incluso si se ha olvlb
fff::]:i:: f ""plj.T .#r::TunÍ:
"rt.
*p..'ro,
a{iffi.In:: :üffi
,'J::r":r ff ;:
neralizaciones y explicaciones cada vez
r -elde la función de las b de otras ciencias r,'enr
más .ornpliE* y tolna&s
,rta guardarse en este a rnsertarse ¡ en cierto modo, a intemo
r__- .
rarse en Ia narración
Jan
el historiador espera de histó¡ica. Si, pues, todz naffaria" ,. .*pti*
contingencias, sino una por sí misma, en otro sentido ninguna narración
históricase exr¡ri-
ca por sí misma. Toda narracióñ históri."
a la marcha de la hi
que hay_que- interpolar porque no h1 logrado
¡ur." l" ;.ñ;;ü;
ducir ni predecir, sino .*pri."rl"-p".1r
s encadenamientos, que, -ir*3. Por lo tanto, hay que encarrilarta de ,.r.uo. p;;;; ;
I de un acontecimiento. criterio de una buena expiicación es pragmático:
su función es
eurinentemenrc correctiuá. U e¡plicació'n
ísico; no intenta ampliar por Erzones de W.
de la reducción de las Dray respondía a esrc criterio; re'construimos
el cálculo de un
tgente cuando un curso de acción nos sorprende,
for lo que ha sucedido. nos deja perplejos.
nos intriga,
estas contingencias las
os conflictos entre A este respecto, la historia hace lo mismo que
la filología o la
descubrimientos crítica textual: cuando Ia rectura de un texto recibido
o Ia de una
interés por esos hterpretación recibida aparece discordante respecto
de otros he_
'td¿ia xistotélica, o chos aceptados, el filólogo o el crítico reordenan
Dacer nuevamente inteligibre el conjunto.
.l J;;i;;;
iador ceda a lo Escribir es re-escribir.
n incorporar estos
lara el historiador, cuanto .r." se convierte en un desa_
nr lo tanto, en inscritÉr ño respecto de los criterios delo "rri!-"
quE, a sujuicio, h"..q;;;;;
nto- Este rasgo es ryuirse o aceptarse una historia.
az de ser contado. De En este trabqio de refundiciín (reca"sting)
de los modos anterio-
rde escribir la historia, el historiado.
I resulta que las r.""..r." lo más posible a
de las ciencias con las expücación- de tipo hempeliano: enfrentado
a un curso extraño
racontecimientos, construirá el modelo
tro efecto que de un curso normal de
!t€ oscurece nuestra
ron y se preguntará cuánto se aleja de él
el cornportamienio
stra capacidad p"o los actores afectados; cualquier exitoración
a. for'.u.ro,fori-
ruptura. de acción se vale de semejanhs generaüzaciones.
El caso más
s formas debilitadas dc rente y el miís notable derefunúción es
aquel en que un his_
rente, aportan su ayr¡dr rador prueba una explicación que no
sólo no era accesible a
que difiere.de las explicaciones ofrecidas
ristoria. En este sentidq
ilrll.j:.^l1 p";i;
r07). q.t. se han hechl para él
'ff,T:"1_"1.: "p";t;;'t*-;;
en este caso, es justificar la reorien-tación'de
upiéramos que toda t1u9"r,
histórica,
la"aten-
_que conduce a una revisión general de todo un
de hisroria. Xl gran ni¡tgri.a$or es el q.r.'l"gr"
bs palabras del general De hacer acepá-
ñre las contingencias.'
:un nuevo modo de seguir la historia.
Pero en ningrin caso li explicación rebasa
su función sirviente
HISTORIAYNARRACIdIf
260 ^IFGATOSEMN
aplicada alafollowability
v coffectora respecto de la comprensión taciones intrír
de la narración histórica oontexto hist¿
de esta misma Parte' sr el'
Nos preguntaremos' en el caftulo.3 la explicación
basta para explicar la.dar
ta función "sirviente' á" U t"ptit"tión en historia col
respecto r
l¡"tlr"¡¿" operada por la invéstigación- histórica con blanco, la diar
i"t .",i¿"¿"t y a los procedimientos de la narración' gpción, guías I
damentalmen
crónica ni "cit
3. El acto configurante mente a la rer
sión global es
principd dg I
con Louis o. Mink nos acercamos al argumento son úoúali
en un acto de
lás narraciones
á**"n-.t0";rr"t a¡ui,á'f t"gú" la cual
d" t:Tq* examinarlos s
dtd^;"y organi'z,ada's q"t t*igt1t'n acto específico
es tanto más intere
do", ni una tr
sión de la naturalez^ aa¡umí' El argumento non de descu
del concePto de rama en
sante cuanto que no haá ningun uso 179). iPor qu
de referencia a los re
crítica literaria. En cambio, esta ausencia gumento o d
cursos esrructurale, á. U narración
de ficción puede-:*pliT considerada r
que discutiré al final de
cierta insuficiencia ¿tl *Ai'i' de Mink'
Mirü
más que dem
.ti" t o .i"'to tt q"" nadie ha iáo tan lejos como ción efectiva
narr¿tiva
"p"tá¿o.
en el reconocimi.rrto Jtl oÁ(jt..'j' sintético de la actividad La noción
los argumen:"t :P"T
Ya en un artículo publicado en 1965'aa jante a la ope
camino a la caracteúzacron oe
tos al modelo nomolágico abren el todo, pasa cl
deljuicio, en el doble sentido
il;ñ;.;rión históri?a como acro lógica de cor
;ig;á. este término por la ptiTttilll .':'::::::':Íi3jfr clusiones qut
" á" ;t"l"'¡""to'" reflexiva vinculada
fJ:;;;c;;;'t"rd;; 1larevista a
bles requiert
;;; totalizante' En esie artículo' Mink pasa
ol.t".io" acontecimier
otros' entre las exl
út pJt-p¡., di..o,J""cias ya señaladas Por y la comprensión otros? Porqu
gencias altamente pt.t.tiptin"s del modelo en función c
corriente; Tyt*
efectiva puesta en práctica por la historiografia sión históric
;;ó;;b r. p,r.a* t"plica'cstas discoidancias si se establece complejo al r
.orr".o-.rrte ia autono-i" ¿" la comprensión histórica' y sinóptico,
--lpot a explicar
qué los historiadores pueden aspirar I ": " l8). CPor qut
predecir? Porque .*ptit* no equivale siempre a subsumir hechos potencialmer
ill;;t. ;;H,áí4'"prit" L' " -"""dó operar y"conexiones'
de-Walsh-'
Porque lo qt
(coili.gatioru)-Para.rnpft'"t el término de Whewell mo delaphr
sus re
ñ;;;ig"ific'a "expliéar un acontecimiento describiendo historiador..,
to de comur
44l,ouisO.Mink,"Theautonomyofhistoricalunderstanding''art'cit'RePro en el estilo
analyis and histoty (Harper and Roq puésde-laot
ducido por William Ooy,- iAUtopnical
fgOO), pp. 160'192 (cito por esta edición)' Merece c
HISTORIAYNARRACIÓil
ALEGAToS EN FAvon nn r¡ NennecróN
alafollowabilitl
laciones intrínsecas con otros acontecimientos y situarro en su
contexto histórico". Este procedimiento es, al m'enos, propio de
esta misma parte, si e la explicación secuencial. tpor qué ras hipótesis no sonj'or;¡*tto
para explicar la dar
en historia como lo son en ciencia? porque las hipótesi-s no'son el
¡ica con respecto r
blanco, la diana, sino señales para derimita..r'cá*po de investi-
narración.
gación, guías al servicio de un modo de comprensión, que es fun-
damentalmente el de la narración interpreLtiva que no es ni
crónica ni "ciencia". cPor qué los historiaáores recurren habitual-
mente a la reconstrucción imaginativa? porque la tarea de una vi-
sión global es "comprender" [los acontecimientos constituyentes]
principal de h en un acto dejuicio que aspira a aprehenderlos juntos
las narraciones son úof¿E -á" q,r" "
enaminarlos seriatirn. Por eso esta visión globat nó es ni un "méto-
específico de compro
es tanto miís intere
do", ni una técnica de demostración, ni siquiera un simple orga_
twn de descubrimiento, sino una "forma ae juicio reflexivo" ("p.
concePto de trama er
179). iPor qué no se pueden "separar, las conclusiones de.rr,
de referencia a los re
gumento o de una obra de historiador? porque es la narración "r_
ficción puede explicr
considerada como un todo la que sustenta esras conclusiones. y
que discutiré al final &
miís que demostrarlas, el orden narrativo las extribe: 'La significa-
ido tan lejos como lvfi*,
ción efectiva la proporciona el rexro total' (p. lgl).
de la actividad narratin
4los argumentos oprn. La noción de sínresis comprensiva, de juicio sinóptico, seme_
jante a la operación que nos permite interpretar la frase como un
a la caracterización & todo, pasa claramente aI primer plano con este argumento: .La
juicio, en el doble sentiñ
lógica de confirmación es aplicable a la puesta a prueba de con_
e y la tercera Crítica kanrb
drrsiones que se pueden separar; pero las significáciones integra-
toc' y la reflexiva vincuhdr
bles requieren una reoría del juicio" 1p. t8o). ipor qué cieitos
rtículo, Mink pasa revistrr
¡contecimientos históricos pueden ser únicos y semejantes a
das por otros, entre las e*
otros? Porque similitud y unicidad se acentúan aiternatiLmente
modelo y la comprenslh
en función de los contextos disponibles. De nuevo, la compren_
oriografla corriente; mrr]
¡ión histórica viene a significar "comprender un acontecimiento
liscordancias si se
or-nnfejg al captarjuntos estos acontecimientos en unjuicio total
prensión histórica.
r aspirar a explicar y no fsinóptico, que ninguna técnica analítica puede ,e-plar.r" 1p.
l8). iPor qué los historiadores prerenden dirigine a un audircüo
siempre a subsumir
enudo operar " ¡ntencialmente universal y no simplemente Jun foro científico?
Porq¡re lo que quieren comunicar es un tipo dejuicio más próxi-
r de Wheweü y de
niento describiendo sr¡s
no de la phronesis aristotélica que de la "ciéncia": el problema del
historiador... "se hace inteligibre [...], si se distingue in ét el inten-
b de comunicar la experiencia consistente en virJas<osasjuntas
czl rmderstanding', art. cit. el estilo necesariamente narrativo en que unacosa-vienedes-
*t and histr,y (Harper and
isde-laotra" (p. 188).
Merece citarse la conclusión de este artículo: el historiador
262 HISTORIAYNARRACIdil
ILEGATOSENFAVO]
tamos seguir todos los incidentes hasta su conclusión. En una de Danto en funció
comprensión fenomenológica, las contingencias se reducen a i¡r historia es una de l¡
descripción de acor
cidentes sorprendentes e inesperados en circunstancias dadas. Es-
posteriores desconr
peramos una conclusión, pero ignoramos cuál de ellas se prodr
fn" Mi"k, hay más
cirá entre varias posibles. Por eso debemos seguirla de principio Hay más que decir,
a fin. Por eso también nuestros sentimientos cie simpatía o de cas de conocimient
hostilidad deben mantener el dinamismo de todo el proceso. Pe- do, de i¡uevos inst¡
blamos de "proleta:
ro -sostiene Mink- esta condición de ignorancia y, por consi- Ilanto entre el aco
guiente, la actividad irreflexiva, que consiste en proseguir la histo- descripción se dest
ria, no son características de los procedimientos del historiador: bs sistemas de pen
"La historia no es la escritura, sino la re-escritura de las historias" toriadores posteric
(1967). El lector, en cambio, se en¿rega a un "proseguir reflexi- descripción posf arz
empleada que en I
vo", que responde a la situación del historiador que cuenta y re-
rr¿tivas. De esta fot
a7 op. ctt,p.8
aB En un artícr¡l
a5 "Philosophical analysis and historical understanding ', en Rati¿ttt Metaphysirs
utNtu Liwary His
20 (1968), pp. 667-698. Mink reconoce sin ambigüedad su deuda con Morton una historia y hab*
White, Foundations 6f hittoricel hnouleilge (1965), con Arthur Danto, Analytical phi- dent.al entre una e:
Iosophy of historl (1965) y con W.B. Gzllie, Phihsophy andthe historbalundcntanding ción refleja'no lo t
(r964).
1o que significa'sq
HISTORTA Y NARRACIÓ\
.{LEGAToS ENI FAvoRDE Il.NARRACIÓN
263
tarea del historiador consist cen juntas. Volveremos sobre esta discusión en la cuarta parte de
si -<omo hemos dicho-'n nuestra investigación.
L por esta vfa". "La lógica & Prefiero subrayar el tipo de unilateralidad que resulta de la
r con la fenomenología de b sustitución de la fenomenología de la aprehensión retrospectiva
ervir para corregir a la segrrl por la de la captación directa de la historia proseguida por prime-
rf?-'49 ravez. iNo corre Mink el riesgo de abolir, en el plano del acto de
¡¡ís discutible: "Gallie ib nÍ[Tar de nuevo, rasgos de la operación narrativa, que son en rea-
r y la contingencia de nuestr¡ üdad comunes al narrar y al narrar de nuevo, ya que provienen
¡ acontecimientos pasadog p de la misma estructura de la narración, de la dialéctica entre con-
irlos sino como habiendo sll tingencia y orden, entre episodio y conliguración, entre discor-
, Gallie profesaría una ontob dancia y concordancia? Por medio de esta dialéctica, ino es la
'el principio de que pasadoy bnporalülad específica de la narración la que corre el riesgo de
rentes entre sf, pues el pasaü ser ignorada? La realidad es que se observa en los análisis de
m, en pasado futuro" (p. OS8D. Louis O. Mink una tendencia a despojar de todo carácter tempo-
nte. En primer lugar, no ral al propio acto de "aprehender juntos", característico de la
¡os sean semejantes operación configurante. I-a negativa a atribuir a los acontecimien-
¡imetría entre ellos aliment¿ tos narrados el haber sido futuros dejaba ya prever esta orienta-
el carácter punzante de la ción, que parece reforzada por la insistencia sobre el acto de na-
o lugar, el carácter determi rrar de nuevo a expmsas del de proseguir una historia por vez
a el tipo de cambios retroa primera. IJn tercer artículo de Louis O. Mink manifiesta clara-
Danto ha llamado la atenci mente esta intención.5o
so que consiste en recorrer El punto fuerte de este artículo es construir el modo conrtgu-
a¡rino que hemos recorrido mnte como uno de los tres modos de la "comprensión" m smtidn
amplio, al lado del teórico y del categori.a/. Segrñn el teórico, los ob-
'rir de nuevo -si se Puede
e perteneció una vez al
jetos se "comprenden" como casos o ejemplos de una teorfa ge-
ir una especie de asombro neral: el sistema de Laplace representa el tipo ideal de este mo-
rcias" encuentran una Part€ do. Para el categorial, demasiado a menudo confundido con el
anterior, comprender un objeto es determinar de qué tipo de ob-
1I-a explicaci'on
dad de las referencias regresivas borre (cancels out), por asf
la contingencia de las referencias progresivas" (ibid.). Ninguno C.on la obra de
los argumentos presentados es convincente. rucción de la u
Es perfectamente razonable el argumento para el gue, err ¡i¡ II se asignan
historiografía ordinaria, la cronología retrocede -y con ella briografía, aun
preo..rp.ción por la datación. Pero sigue abierto el problema I¿ fuerza de
iaber hasta qné p.tnto la superación de la simple cronología Gon que exPlici
plica la aUoiiciOn de cualquier modo de temporalidad' Des& ms históricos y
Agustín a Heidegger, toda la ontología del tiempo- tiende a seP* rrposiciones tie
t"r d"t tiempo Puramente cronológico las propiedades tempon' Primer presr
les construiáas iobre la sucesión, pero irreductibles, alzvez, tb O. Mink, Whitr
simple sucesión y a la cronología. gún normas dir
És igualmente correcto el argumento de que la co,nrprensiór le problemáticz
., .o-lpl.t" cuando se caPta una acción determinada como h nina el criteric
respuesta a un acontecimiento ("enviar un telegrama" responde e dos de discurst
"recibir un ofrecimiento"); pero el vínculo entre enviar un telo que volveremo
grama y recibirlo está garantizado por un término mediador: loética" del d
;aceptar el ofrecimiento', que engendra un cam.bi.o del estado dc b misma clase,l
.or"" itri.iul al estado de cosas terminal. Así, no tenemos derecho Segundo Prr
a generaliztr, a partir de la "respuesta", diciendo que "la acci6n-y cfitraña otro el
loi acontecimientos de una historia comprenüda como un todo caciones usual
estiín unidos por una red de descripciones que se aPoyan un¿ui eD b histori,a comt
otras" (p. 556). La abolición de las frases marcadas por tiempor plear el tltulo ,
narrativo que no
g En el artícr¡lo de 19?4 titulado "The historical te:rt as literary artifact", en
s€
rálisis del modo cop CIio nr/3 (197a), pp. 277'805, reproducido en R.A. Cattary y FI. Koziclii, The úL
ting of histotl (wisconsin, 1978), H. White define así un artificio verbal: "un mode-
imir su cualidad tem
lo de estructuras y Procesos que tienen un largo pasado y no pueden Por eso ser
ita de igualarse al ¿c. sometidos a un control experimental u objetual" (p. 278). En este sentido, las na'
270 HISTORIAYNARRACIóIÍ ALEGATOS E¡I FAI
'se la frontera triF obra de Tucídides). Dice también por qué la historia es episódica:
os historiadores r porque relata lo que ha acontecido realmente; pues lo real, a dife-
r parte, toda graa rencia de lo que el poeta concibe, y que ilustra la peripeteia, impli-
lel mundo históÉ ca una contingencia que escapa al dominio del poeta. En último
ren a los mismo¡ término, el poeta pueCe alejarse de lo real y elevarse a lo posible
ristóricas. Por eso verosímil por ser el autor de su trama. Por lo tanto, la traslación
r en colocar en d de la historia al círculo de Ia poética no es un acto inocente y no
urckhart y Heget puede carecer de consecuencias respecto de la contingencia real.
[.a transgresión de la prohibición aristotélica encuentra no me-
: la historiografir nos resistencia por parte de la crítica literaria, de la que, sin em-
el carácter de i* bargo, la obra de H. White está más próxima. Para Auerbach,
n las condicione¡ Wayne Booth, Scholes y Kellogg, lo imaginario se define por opo-
te epistemológico sición a lo "real", y la historia continúa ofreciendo el modelo del
licional o mítica- realismo de la representación. El colmo de la ironía es qrre North-
nunciar entraña¡ rop Frye, del que se seryirá abundantemente H. White, es uno de
:lasificación de b los guardianes más activos de esta frontera: para é1, la ficción con-
as condiciones de cierne a lo posible; la historia, a lo real. Con Aristóteles, Frye afir-
no la responsabk ma que el poeta actúa a partir de una forma de unificación; el
locan a la historb historiador, en dirección hacia ella.55 Según é1, sólo filosofías de
etahistoria puedc b historia como las de Spengler, Toynbee o H. G. Wells pueden
comof,cciones w* parecer que pertenecen a la misma categoría "poética" que el
contrapartiü
I su drama o la epopeya.
na de saber si e¡ Así, pues, la metahistoria, según White, debe romper dos resis-
:rario, sin rebajar- tencias: la de los historiadores, que sostienen que el corte episte-
mológico entre la historia y la narración tradicional y mítica aleja
Lueva clasificacióu a la primera del círculo de la ficción, y la de los críticos literarios,
historiografía dc para quienes la distinción entre lo imaginario y lo real es una evi-
dencia fuera de duda.
mos se toman dc No agotaremos la discusión en este capítulo. Dejamos para la
:. No se ha olvid¿ cuarta parte los aspectos de la ficción verbal, oue obligan a consi-
'oria de su proble derar de nuevo la noción de representación de lo real en historia,
lel gesto que corl problema que nosotros hemos estudiado con el título de rninais
:r bien las razone¡ III. Por lo tanto, nos mantendremos en los límites de la ficción,
r la historia es de entendida como configuración, en el sentido de mimesis II. Soy
ncias de la Poétb consciente del perjuicio que ocasiono a la obra de H. White al se-
:vocable desde h parar sus análisis más formales y los que conciernen a lo real his-
tórico (la línea de división pasaría, pues, entre sus consideracio-
) es tan inventado e
s duplicados en la lh+
# N. Frye, 'New directions from old', en Fab!¿s of identity (Nuera York, 1963),
P.55.
HISTORIAY I¡GATOSENFA
272
:onserva un efecto explicativo dir bién al campo narrativo. y estos modos de argumentar son nu-
el sentido de que explica no lc merosos, hasta el punto de exigir una tipologíá. Esto es así por_
rrada, sino esa misma histori.a, al que cada modo de argumentar expresa al mismo tiempo .rrr" p."_
:nece. El hilo de la historia narr¡ suposición de carácter metahistórico sobre ra propia naturieza
gpración única; la invención de h del campo-histórico y sobre lo que se puede .rp.oi de la explica_
se tradicional de configuraciones- ción en historia. En cuanro a la tipólogía
cuya función se codifica no lo -lr-", H. White la
toma_ de Stephen Pepper en World h1póthzses. Distingue cuatro
ino la historia misma, no están l* grandes paradigmas: formista, organicista, mecanicisá, contex_
ionales"oo que, según E.H. Gon' tualista.'r k gusta recalcar que si los dos primeros se consideran
r nuestra manera de "leer" la pi* más ortodoxos y los segu'dos más heteroáoxos y más metafísicos
a los argumentos antinarrativist: (en contra de los maestros del género: Ranke y Tocqueville), es
I dejarles la organización de la hir porque se equi'ocan sobre el estatuto epistemoiógico de estas hi-
yes y al quitarles la explicación * pótesis globales. olvidan que "ra historia rro es uáa ciencia; a lo
in de la trama, Pero a costa de s+ más es una proto{iencia que incluye en su constitución elemen_
i explicación del acontecimiento. tos no científicos específicamente determinables" (Metahistory,
nite entre trama y argumento. E P.21).
no a lo cual gira la historia ("flr En realidad, la explicación por estos grandes paradigmas linda
uP to"; Metahistory, P. 11). En un¡ con la explicación por implicación idzológba, que Mrtolirtury cole
. Aristóteles incluía el argumento ca en el quinto rango de las estructuras narrativas. H. whírc dis-
encia de la probabilidad y la nec tirg,r" este último modo explicativo del anterior por la postura
ecir, sin embargo, que es la histo ética propia de un modo particurar de escribir li histo¡a. l,os
>peya, la tragedia y la comedia, h presupuestos del modo anterior se apoyan en la natural ezz del
>lano de los "efectos explicatil-o-- campo histórico; los del modo ideológico, más bien en la natura-
nodelo nomológico precisamen= b:¿a de la conciencia histórica y, por lo tanto, en el vlnculo entre
xrento puede distinguirse de la c b explicación de los hechos pasados y la práctica presente.62 por
riga. El historiador argumenta & eso, el modo ideológico de explicación posee también una estruc-
ivo. Pero los partidarios del mo& u¡ra conflictiva, que exige una tipología apropiada. H. White to-
: el campo de la argumentación c¡ ma esta última, modificándola ampliamente, de la clasificación de
s leyes generales, tomadas de cit> bs ideologías de Karl Mannheim en Iüologie et utopic. postutra
rera del campo histórico. A hi.* cu:rtro actitudes ideológicas fundamentales: anarquismo, conser-
le argumentar, que Pertenece teD
6r Pa¡a el conocimiento
detalrado de esta construcción y su ilustración por los
le a toda síntesis activa o pasilz. Esta c
¡randes historiadores del siglo xrx.véase Metnhürory, pp. l&21s.
problemática de la L¿bmsnlt y con'l¡* I 62 "Por'ideología'
entiendo un conjunto ae prárrpciorres par¿ tomar postr¡fir
¡¡nente diferente, que veremos en la o¡a cn el mundo presente de la praxis sociar y para acn¡ar sobre er
'preñgura" (ibill.) el campo histórico r b ¡...1. rstas piescrip
<bnes son defendi¡raq por argumentos que reivindican la autoridad de li ciencia
'ncepto de campo histórico no sin'e, p. o del realismo" (Metehistory, p.2z'¡. H. white se acerca aquf a los intentos de los
, de las estructuras narrativas; señala s&
fi-
lícofos de la Escuela de Frankfun, seguidos por K. o. ep"¡ yJ. Habermas, así co-
os "efectos explicativos" de la narr¿ción r L r a los de no pocos antropólogos como Clifford Geertz _e incluso a los
de algu-
G marKistas como Gramsci y Althusser-, por liberar el concepto de ideologíaáe
P. 16. lr connotaciones pun¡mente peyorathzs'sadas por Marx en t'iüohgie ailzmlnac.
)
j
ALEGATOSENFAVOR
HISTORIAYNARRACIÓ\
276
fl:
Por invención
XÉ
vadurismo, radicalismo y liberalismo' Cualquiet".q"".
t.t" lu,t:l más que la simPle
h'
obras historlcas ctel sr-
veniencia de esta tipología para las grandes ria narrada Y el a
el objetivo- PtiY
olo XrX. cuvo examer, á"*i"tyt piecisamente dende el ti'Po (kit
";;';;;;;onl*ry, i"'""'u "'bi"var que'
P"-1 1,1 "i:^:::"01 tanto, una de esa
^moao ideológico, H. White satisface dos exigencias drstrntas' 'sr dido a distinguir
al reintroducir'
no opuestas. Por una pafte, actia con ve¡acidad' plicar el Problem
componen-
oo, él rodeo del conclpto posmarxista de ideología' por Ia
do amPliamente
recalcados
i* ¿.f'.."..it"i."4 histórico continuamente por AT"-
paradigmas en lu
tradición d,el aerstehen, representada en Francia I l{t de la tradición I
el trabajo históÉ I
,r""t saber: la implicacün del historiador en de la historia con
sedimentación.
"
co, la consideración de los valores y el vínculo üama Por medic
ideológicas, que
li'"i.id"en el mundo presente. Las preferencias en su amplitud mas e historias s
se áDovan en último té'rmino en el cámbio
social' su noción de ¿m
la metahistoria y a la cons-
;;r,1;;; áeseables, conciernen a
ordena aconteci-
ca, en cambio, q
il;#;;;];;; n"'¡a por el que la historia mente lineal. La
al distinguir
mientos y procesos en narracio""i' Pot otra Parte' ve un modo de
'irama"
lugar
;tg";.";J" ideología, el autor señalaa elidéntica (Metahist
1t- lltlt:t:?"T]:rT"
soáete la ideología regla de drscuslon
de'la ideologia y cionar un guía I
)eralismo. Cualquiera que sea la con Por invención de trama (emplotment) entiende el autor mucho
¡ara las grandes obras históricas del si miís que la simple combinación entre el aspecto lineal de la histo-
ituye precisamente el objetivo princi ria narrada y el aspecto argumentativo de la tesis defendida; en-
r subrayar que, por la anexión dd tiende el tipo (kind) al que perrenece la historia narrada; por lo
: satisface dos exigencias distintas, si tanto, una de esas categorías de configuración que hemos áprerr-
o distinguir por medio de nuestra culrura. Digamos, p"o
, actúa con veracidad, al reintroducir, t9o "*_
olicar el problema, que H. white apela al t.tnu qné he deiarrolla-
posmarxista de ideología, componer
ico continuamente recalcados por la do ampliamente en la primera parte sobre il papel de los
'esentada en Francia por Aron y ltfr oaradigmas en la ordenación de la trama y sobre Ia cónstitución
r del historiador en el trabajo históri de la tradición narrativa por el juego de la innovación y de la
r¡alores y el vínculo de la historia con sedimentación. Pero mientras yo caracterizo la construcción de la
)nte. Las preferencias ideológicas, qrr trama por medio de toda la gama de intercambios entre paradig_
mas e historias singulares, H. White reserva exclusivameñte par"
.o en el cambio social, en su amplitud
su noción de ernplotmenri su función de categorización: esto expli-
nciernen a la metahistoria y a la com.
por el que la historia ordena aconteci ca, en cambio, que él traslade a la noción de story el aspecto pura_
raciones. Por otra parte, al distinguir mente lineal. La construcción de la trama así concebiáa conldtu-
ye un modo de explicación: "la explicación por invención de la
¡tor señala el lugar de la crítica misme
ideología a idéntica regla de discusiór trama" (Metahistory, pp. 7-1 1). Explicar, en este caso, es propor-
por argumentos formales. cionar un guía para identificar progresivamente el tipo d. .trr.-
lo de la historia (plano desdoblado e trucción de la trama (The stntcture of historbal nanatiae, p. 9).
le motivos) y por el argumento (iguz} 'consiste en proporcionar el sentido de una historia identifican-
rmentos formales y en implicacione¡ do el tipo de historia que se ha contado" (Metahistory, p. Z). "Se
obliga a un historiador dado a ordenar en forma de tiama al con-
por construcción d¿ trama adquiere er
to y restrictivo, que permite asegurr
junto de historias (stories) que componen su narración en una
única forma total o arquetípica" (ibid,., p.8).
estructura narrativa y es, sin embargo,
H. White toma la tipología de la construcción de la trama de la
Anatomi¿ dc la cri.ti.que de Northrop Frye: novelesca (romance), trógi_
ca" córnica, satírica. La épica se deja a un lado porque la epopeya
re lo que constituye la unidad de lo narr¿tin aparece como la forma implícita de la crónica. El género satírico
o¡lado... Como siempre, el recurso a la etimoL
tr,a pp. 12-13) apenas aclara ¡la.da;lanarr.atb& s€ contempla de un modo original en la medida en que, para
nica y demasiado dependiente de sus conter Frye, las historias construidas según el modo irónico eitraen s.,
tre se supone común a todos los modos de co¡' efecto de frustrar al lector el tipo de resolución que él espera de
ingún criterio determinante. Mucho más inrcr+ historias construidas según el modo novelesco, cómico o iatírico.
ras cualquier aptirud para conocer, hay siemF
En este sentido, la sátira se opone polarmente al género noveles-
riín, un narrador; éno habrfa, pues, que bua
ectos explicativos en la voz narr¿tiva? "Podr
co que muestra el triunfo final del héroe; pero se opone también,
rma üteraria en la que la voz del narrador sc tb d menos parcialmente, al trágico, en el que, a falt¿de celebrar la
ri4 incomprensión u olüdo para dirigir ntn tr¿scendencia última del hombre sobre el mundo venido a me-
m segmento de experiencia organizada en n nos, se reserva una reconciliación para el espectador, a quien le
l3). Pero entonces la unidad del género nrrd
estrr¡cturas narratilas, en su enunciado, sioo tr 1 {ado percibir la ley que rige los destinos; en fin, la sátiia guar_
da igualmente sus distancias respecto de la reconciliación dé los
olveremos sobre ello en la tercera pane.
278 HISTORIAYNARRACTfi AIIGATOS ENFA\
hombres entre sí, con la sociedad y con el mundo, que realiza h segundo planr
comedia por su desenlace feüz; sin embargo, la oposición es P* trama y argun
cial: puede haber un género trágico satírico y otro cómico saffi Burckhardt ilu
co. La sátira arranca de la última inadecuación de las visiones dd ma y sobre la
mundo dramatizadas por novelesco, lo cómico y la tragedia. la ordenación
tQué beneficio puede sacar la epistemología del conocimienb parte destruYt
histórico de esta distinción errtre tales 'modos de explicaciót" (f tual, tal como
sus "efectos explicativos" correspondientes) y de las tres tiPolr ción de la tra
gías propuestas en el plano de la trama, del argumento y de h bio, construye
ideologfa, respectivamente? Fundamentalmente, una teoría delc el cómico, y T
tilo historiográfico, si entendemos por estilo una intersección no En fin, la tt
table entre las potencialidades abiertas por las diversas categorfu las tres tipolo
narrativas implicadas (Metahistory, pp. 29-3 1 ). argumentació
Se puede componer gradualmente esta teoría del estilo i combinación
guiendo el orden de complejidad de la combinación. En un pri posibles, al m
mer nivel, la teoría del estilo juega sobre la trilogía fundamentaL de compatibil
story, emphtmenl argarunt. En el artículo de 1972, tres obras ilrr tificables: "Pa
tran la tripartición: la obra de Ranke, Historia d¿ Alemania m ti¿* naci,ón partict
pos dz Ia Rtform,a, ilustra la explicación en función del hilo de h gumento y dr
historia; lz Dernocracia m Arnéri¿a, de Tocqueville, la explicación se equivocaú
en términos de argumento, y la obra de Burckhardt, Lq, calture úc combinación
Ia Rena,issan¿e m ltalfu,la explicación en términos de trama. más bien, un
Es cierto que cada una de estas obras implica trama, argumer ca que caract
to e hilo de la historia, pero en proporciones variables. El orden ordinario de
lineal significa para Ranke que la historia tiene un comienzo, un ción de la tr
medio y un fin, que ha vencido antes del presente del lector. Su ideológica qu
argumento se reduce a los cambios sucedidos al pueblo alerruín, Un largo t
que conserva su identidad. Y la trama se limita a mostrar "cómo disonante:tr I
una cosa ha conducido a otra' (p. 6). En este sentido, todo es de la oposicir
story para Ranke, que ilustra el tipo "narrativista' de historiogra
fía. También Tocqueville tiene unz story, pero abierta por la ex-
64 El autor p
tremidad que ella dirige hacia nosotros, a quienes incumbe la
su propia lectur
obligación de darle un fin con nuesta acción. Si se quiere, todo historia a los qu
lo que narra no es más que el "medio" desplegado de una histo- 65 El desliza.:
ria narrada. Pero se acentúa el tipo de estructura que une clases El mismo conju
sociales, democracia política, cultura, religión, etc. En cambio, se mica, según Lr
puede decir que en Burckhardt todo es argumento: la historia na igual manera qr
Bonaparte" Put
rrada sólo sirve para ilustrar la tesis del individualismo del Rena
literary artifact'
cimiento. ffi Hayden !
Pero, insensiblemente, la teoría del estilo histórico pasa a un sense of an md'in,
:STORI,AYNARRACIÓ5 ALEGATOS EN FAVORDE I.A NARRACIÓN 279
ren a las estructuras narrativas una función explicativa.6T La ot¡r brmas "que
fuente de consonancia disonante proviene del enfrentamiento cn virtud de I
entre varias maneras de construcción de la trama no sólo entre 6co de formi
historiadores diferentes, sino dentro de una gran obra. sra herencia
En resumen, encontramos que la noción de estructura narrati Así se rest
va, de la que hemos partido, abarca un camPo más amplio que d carácter diná
que los autores "narrativistas" le otorgan, mientras que la noción ¡klere sólo st
de trama recibe de su oposición a las de historia narrada y de ar- ompensado
gumento una precisión poco común. gr.áfico restal
Pero, sobre todo, no hay que perder de vista que la triple tipe nento e imP
logía sobre la que descansa esta teoría del estilo historiográfico poco contra
no reiündica ninguna autoridad "lógica". Los modos de construc- de la trama t
ción de la trama, en particular, son los resultados de una tra ¡rticulación I
dición de escritura que les ha dado la configuración que el histo que un Planr
riador pone en práctica. Este aspecto de tradicionalidad es, en pücar.
definitiva, el más importante: el historiador, como escritor, se di
rige a un público capaz de reconocer las formas tradicionales dd
arte de narrar. Las estructuras no son, Pues, reglas inertes. No 5- "Córno se e
plicativa.oT La otn formas "que deben tomar las situaciones humanas significativas
lel enfrentamiento en virtud de la participación del historiador en el proceso especí-
ama no sólo entre ñco de formación del sentido, que hacerr de él el miembro de
an obra. una herencia cultural y no de otra" (ibid,., p. 283).68
) estructura narr¿ti Así se restituye, a través de su carácter de tradicionalidad, el
,más amplio que d carácter dinámico de la construcción de la trama, aunque se con-
ntras que la noción sidere sólo su carácter genérico. Por lo demás, este rasgo se halla
ria narrada y de a¡- compensado por la continuidad que la noción de estilo historio-
gnfico restablece entre crónicas, cadena de motivos, trama' argu-
ta que la triple tipo mento e implicación ideológica. Por eso se puede considerar -un
stilo historiográfico poco contra White, aunque mucho gracias a él- la construcción
modos de construc- áe h trama como la operación que d,inamiza todos los planos de
ultados de una tr+ arúculación narrativa. La construcción de la trama es mucho más
¡ración que el histe que un plano entre tantos: ella rezliza el paso entre narrar y ex-
rdicionalidad es, en plicar.
como escritor, se dL
nas tradicionales del
s, reglas inertes. No 5. "Cómo se escribe la historiate
.d. Son las formas de
¡ue ningún aconteci Me ha parecido interesante volver, al final de este capítulo, sobre
dor lo muestra así al la historiografía francesa: la obra de Paul Veyne -aislada en el pa-
rbitrario de la codiF norama francés-, Comrnmt on écrit I'histoire, posee la importante
)s narTados, Sino por ventaja de unir un debilitamiento científico de la historia con una
¡nocidas de codiñe apología de la noción de trama. Paul Veyne se halla así curiosa-
I COn arreglo a una u mente situado en la confluencia de las dos corrientes de pensa-
>cedimientos de qrrc
D a un pasado Perso 6E Este papel de la tradición en la codificación narr¿tiva proporciona una res-
ifa¿t, p.238). De este puesta a la objeción de que las tres tipologías utilizadas Por esta teoría del estilo
rs efectos de sentido iristoriográfico son prestadas. Hay que decir de las formas heredadas de la codifi-
dificar. cación lo que se ha dicho de las leyes: el historiador no las hace, las usa. Por eso el
nte en hacer familiar reconocimiento de una forma tr¿dicional puede adquirir en historia valor de ex'
plicación: white compara, a este respecto, este procedimiento de refamiliarirución
ello en la medida en co.r acontecimientos con los que el sujeto se ha desfamiliarizado con lo que ocu'
la inteligencia de ias rre en psicoterapia (The historicat text..., pp.284.285). La comparación actúa en los
dos sentidos, en la medida en que los acontecimientos con los que el historiador
intenta familiarizarnos se han olvidado muy a menudo a causa de su carácter trau'
añade una dimensión * mático.
69 paul Veyne, Commmt on écrit I't¿ktoire, ampliado con el trabajo Foucault révo
r explicación propiamenc
literary artifact", pp. 286 lutionne l,histoire (París, 1971). Para un estudio más completo, véase mi ensayo The
ré sobre esto en la cua¡r¡ crntribution of Frmch historiographl to the thzorl of history; véase además, Raymond
rtre lo imaginario y lo rei Aron, "comment I'historien écrit l épistémologie: á propos du livre de Paul vey-
ne", en Annales 6 (1971), pp. 1319-f354.
HISTORTAYNARRACXfi ALEGATOS EN FAVORDE
282
nocimiento mutilad
vimiento pendular.
Al vincular así e
Elnar| capaciilad, nattatiua: esta meta se alcanza si se acoplan desdramatizar el d
convenientemente narración y trama' cosa que nunca han intep
abierto Por la escur
tado hacer ni Marc Bloch, ni Lucien Febwe, ni Fernand Braudel
episódica como la t
ni siquiera Henri-Irénée lúarrou, para quien la narr-¿ción es lr
cimiento. Lo no eP
que harían los propios actores' entregados a la confusiín y ab
pero la-narración no hace revivir po indeterminado
dpacidad ae su propio presente.
de intrigas: 'Lo no
nada, precis".tténte poique es construida: "La historia es una ff>
todavía como tales
ción libresca y no existencial; es la organizaci1n por la inteligen'
de la casa de recret
cia de datos que se refieren a una temporalidad que 10 ¡1 U $a
glos. Por lo tanto,
Dasein" (p. gó), y también: "La historia es una actividad intelec-
que nú tenemos co
tual que,-a través de las formas literarias consagradas, sirv-e 91a
Más aún, si dan
fines de simple curiosidad" (p. 103). Nada vincula esta curiosidad
mos como trama, i
a algún fundamento existencial.T0
ta: hay trama sien
dr, .tt sentido, Veyne llama narración a lo que Aron y Marrou
nes, de causas m:
llamaban reconstrucción. Pero el cambio de terminología tiene
mezcla muY huma
su irnportancia. Al vincular la comprensión histórica a la activi'
de fines y de casuz
dad narrativa, el autor permite llevar más lejos la descripción del
nológico. A mi en
"objeto de la historia" (título de su primela part-e)' Si, en efecto,
al carácter intrínseco de la noción de aconteci ble con la noción
,roJ
miento"t"rr.*os ocurrencia individual irrepetible-, nada lo califica nuestra primera P
-toda I{ay trama sien
de histórico o de físico: "La verdadera diferencia no estriba en los
inconexa. En estc
hechos históricos y en los físicos, sino en la historiogrúía y 17
por items de los t
ciencia física" (p. Zi). Ésb.subsume hechos dentro de leyes; aqué
dominio de la hist
lla los integra d.tttto de tramas. La estructuración de la trama es
se quiera, con la
lo que caliáca a un hecho como histórico: "Los hechos sólo exis
I
que el autor no e
noción tomada d,
?O Ni Aron ni, sobre todo, Marrou cortarían tan fácilmente el I'fnculo decisivo
to de su übro de l9
que une la historia a la comprensión del otro; Por lo tanto, a cierto aspecto de
los acontecimient
vivido.
HISTORI,AYNARRACIÓX ALEGATOS EN FAVOR DE I-ANARRACIÓN 283
ibir, aunque proceda de Max We ten en y por tramas en las que adquieren la importanciz relativa
ivista" anglosajona y conserve con que les impone la lógica humana del drama" (p. 70). Y también:
, roto por esta corriente. Sin em- "Puesto que un acontecimiento es tan histórico como otro, se
rcijada estratégica, espero aumerts puede recortar el campo episódico con toda libertad" (p. B3). En
¡e no carece de é1. este punto, Veyne se acerca a los autores "nan-atiüs¿as" de lengua
erse como un hábil cruce de doc inglesa que acabamos de estudiar. Un acontecimiento histórico
r más que una naffación verídica" no es sólo lo que sucede, sino lo que puede ser narrado o se ha
rdo "sublunar" para ser explicada narrado ya en crónicas o leyendas. Además, el historiador no se
5n explicativa, elevar la capacidad sentirá desolado por trabajar sólo con documentos parciales: una
uco'
se equilibran en un incesante mo- trama se hace sólo con lo que se sabe; es, por naturaleza, rrn
nocimiento mutilado".
esta meta se alcanza si se acoPbn Al üncular así el acontecirni.mto a la trama, Paul Veyne puede
tr¿ma, cosa que nunca han inte* desdramatizar el debate entre lo episódico y lo no episódico
ucien Febwe, ni Fernand BraudeL abierto por la escuela de los "Annales". La larga duración es tan
ou, para guien la narración es la episódica como la corta si la trama es la única medida del aconte-
, entregados a la confusión y a h cimiento. Lo no episódico señala sólo la desviación entre el cam-
:. Pero la narración no hace revirir po indeterminado de los acontecimientos y el campo ya surcado
construida: "La historia es una r¡0- de intrigas: "Lo no episédico son acontecimientos no declarados
:s la organización por la inteliger. todavía como tales: la historia cle las tierras, de las mentalidades,
rrna temporalidad que no es la dd de la casa de recreo o de la búsqueda de seguridad durante los si-
r historia es una actividad intelec- glos. Por lo tanto, se llamará no episódico a la historicidad de la
s literarias consagradas, sirve para que nii tenemos conciencia como tal" (p. 31).
103). Nada vincula esta curiosidad, Más aún, si damos una definición amplia de lo que considera-
..70 mos como trama, incluso la historia cuantitativa entra en su órbi-
narración a lo que Aron y Marrw ta: lnay trama siempre que la historia comPone coduntos de fi-
r el cambio de terminología tiem nes, de causas materiales, de casualidades: una trama es "una
comprensión histórica a la acthi mezcla muy hurnana y muy poco 'científica' de causas materiales,
: llevar miás lejos la descripción rrdi de fines y de casualidades" (p. 46). No le es esencial el orden cro-
h su primera parte). Si, en efecro" nológico. A mi entender, esta definición es totalmente compati-
ínseco de la noción de acontecF ble con la noción de síntesis de lo heterogéneo presentada en
idual irrepetible-, nada lo catiñc¡ nuestra primera parte.
'dadera diferencia no estriba en lon I{ay trama siempre que se pueda reconocer esta combinación
icos, sino en la historiografía ¡ h inconexa. En este sentido, las series no cronológicas, las series
rume hechos dentro de leyes; agtrÉ por itents de los historiadores cuantit¿tivistas, siguen siendo del
s. I: estructuración de la trama es dominio de la historia en virtud de su vínculo, todo lo tenue que
ro histórico: "Los hechos sólo esb se quiera, con la trama. El vínculo entre trama y series de items,
que el autor no explicita con claridad, parece garantizado por la
noción tomada de Cournot (a la que Aron remitía al comienzo
conarían tan fácilmente el I'lncr¡lo decirlc uEl calnpo de
lel otro; por lo tanto, a cierto aspecto de in de su libro de 1937) del cruce de series causales:
los acontecimientos es un entrecruzado de series" (p. 35). Pero,
284 HISTORIAYNARRAdfi TGATOS EN FAV(
^r
afirma que, en historia, explicar es hacer comprender (pp. 17É agente, sino al t
209). Se trata de una operación inductiva por la que el historb 'voz narrativa",
dor llena una laguna en su narración mediante analogía con uD queridos.
encadenamiento semejante, pero sin falla, en otra serie. Es aH Seguidamentl
donde la explicación parece distinguirse miís claramente de h rias: la historia:
comprensión, en la medida en que la retrodicción pone en juego de los tópicos.
una explicación causal. Ahora bien: parece que ésta intervierr iQué ocurre
precisamente cuando los documentos no facilitan una trama; nc srstituto de un
remontamos entonces, por retrodicción, a una presunta causa (se más bien la vig
dirá, por ejemplo, un régimen fiscal demasiado severo hizo impo gue emplea. Er
pular a Luis XIV). En este caso, procedemos por semejanzas, sin sin concesiones
garantía de que, en una circunstancia particular, no nos traicione tes, pues no ex
la analogía. Es el momento de recordar que la causalidad sublu sólo existen hol
nar es irregular, confusa y sólo eqrrivale a "las más de las veces" y ración no debe
"... salvo excepci6n". f)entro de estos límites estrechos de Io vero mente de que e
símil, la retrodicción compensa las lagunas de nuestros documep cífico. Sencillal
tos. El razonamiento al que más se asemeja la retrodicción es la úene presente i
seriación practicada por los epigrafistas, los filólogos y los icono de los que subr
grafistas. Lo que proporciona al historiador el equivalente de l¡ venir éstos de I
serie es la semejanza garantizada por la estabilidad relativa de las los y así escaPa
costumbres, de las convenciones, de los tipos, de una civilización en historia son
o de una época a otra. Ella permite saber, de un modo general, a de denominaci
qué atenerse con respecto a la gente de una época concreta. ción, a casos ¿u
Por lo tanto, la retrodicción no hace surgir condiciones del co- ñosa y abusiva¡
nocimiento sublunar. No tiene nada en común con una ley de a los concePtor
subsunción. Está más próxima de la explicación causal de Dray y imprecisos. La
de Mandelbaum (volveremos sobre ella en el capítulo siguiente): cuando la hist,
"La explicación histórica no es nomológica, es causal" (p. 201). comparatismo. \
f)espués de todo, eso dice Aristóteles de la trama: hace que "uno parar la servidr
por causa de otro" prevalezca sobre "uno después de otro". no hace descul
Sin embargo, podemos preguntarnos si la explicación causal y rcria más exPl
la comprensión por medio de la trama coinciden siempre. Este culares: "éQué
punto no se discute con seriedad. Cuando la acción desarrolla hay dos forma
efectos no intencionales -situación normal para el historiador, Nos queda
como explican Danto y Lübbe con argumentos diferentes-, pare crítia y una tr
ce que la explicación muestra el fracaso de la trama. El autor pa- da, como hace
rece estar de acuerdo con esto: "Este intervalo entre ia intención comunes", em
y el efecto es el lugar que reJervamos a la ciencia cuando escribi. munes -como
mos la historia y cuando la hacemos" (p. 208). euizl se puede piadas de las t
contestar que la intriga, al no coincidir con la perspectiva de un te ante una a
HISTORIAYNARRACIÓS AI.EGATOS EN FAVOR DE IA NARRACIÓN 287
comprender (pp. 176 agente, sino al expresar "el punto de vista" del que la narra -la
por la que el histori+ "voz narrabiva", si se quiere-, no ignora nada de los efectos no
iiante analogía con un queridos.
en otra serie. Es ahí Seguidamente debemos hacerjusticia a dos tesis complementa-
más claramente de h rias: la historia no tiene método, pero sí una crítica y una teoría
dicción pone enjuego de los tópicos.
:e que ésta interviene iQué ocurre con la rítica? No constituye el equivalente o el
rcilitan una trama; n6 sustituto de un método. Como indica su nombre -kantiano-, es
rna presunta causa (se más bien la vigilancia del historiador respecto de los conceptos
iado severo hizo impo que emplea. En este sentido, P. Veyne profesa un nominalismo
os por semejanzas, sin sin concesiones: "Las abstracciones no pueden ser causas eñcien-
3ular, no nos traicione tes, pues no existen... Tampoco existen fuerzas de producción;
¡e la causalidad sublu sólo existen hombres que producen" (p. 138). Esta brusca decla-
las más de las veces'r ración no debe -creo- separarse de la tesis enunciada anterior-
s estrechos de lo vero mente de que el historiador no conoce lo individual, sino lo espe-
de nuestros documep cífico. Sencillamente, lo genérico no es lo específico. El arrtor
a la retrodicción es l¡ tiene presente algo parecido a los "tipos ideales" de Max Weber,
r filólogos y los icono de los que subraya su carácter heurístico y no explicativo. Al pro-
rr el equivalente de la venir éstos de la heurística, el historiador no ha podido reajustar-
rbilidad relativa de las los y así escapar a los contrasentidos que suscitan. Los conceptos
os, de una civilización en historia son más bien representaciones compuestas, extraídas
le un modo general, a de denominaciones anteriores y extendidas, a modo de explora-
. época concreta. ción, a casos análogos; pero la continuidad que sugieren es enga-
¡ir condiciones del co ñosa y abusivas las genealogías. Este régimen pertenece más bie'r
)mún con una ley de a los conceptos sublunares, pelpetuamente falsos por ser siempl'e
rción causal de Dray r imprecisos. La vigilancia debe ser, en este aspecto, muy seve:'a
el capítulo siguiente! cuando la historia se adentra, como debe ser, en el camino d,:l
4 es causal" (p. 201! comparatisrno. Marc Bloch tenía razón, en La société féodale, al con¡
trama: hace que "uno parar la servidumbre en Europa y enJapón. Pero la comparación
:spués de otro". no hace descubrir una realidad más general ni da lugar a una his-
la explicación causal Y toria más explicativa. Sólo la heurística remite a las tramas parti-
inciden siempre. Este culares: "iQué otra cosa hacemos que comprender tramas? No
c la acción desarrolla hay dos formas de comprender" (p. 157).
ü para el historiador, Nos queda la tópica. I¡ historia no tiene método, pero sí una
rtos diferentes-, pare crítie. y una teoría de los tópicos (p.267). L,a palabra está toma-
la trama. El autor pa da, como hace Vico, de la teoría aristotélica de los topoi o "lugares
alo entre ia intención comunes", emparentada a su vez con la retórica. Estos lugares co.
:iencia cuando escritir munes -como se sabe- constituyen la reserva de preguntas apro-
208). Quizá se puede piadas de las que debe servirse un orador para hablar eficazmen-
r la perspectiva de un te ante una asamblea o un tribunal. iPara qué puede servir la
HISToRIAYNARRACIÓN FCATOS E¡J FAVORDE
^T
teoría de los tópicos en historia? Sóro tiene una función: ,,ra pro fin, reagrupe en ser
longación del cuestionario" (pp. 253ss.), y la prolongación del otras palabras: el libr
cuestionario es el único proceso de que .r ."p"i la hist-oria. pero hasta dónde puede r
icómo puede hacerse esto sino mediante el énriquecimiento pa- ser discriminante. E
ral.elo de los tienen una teoía "¡
,conceptos? Es, pues, necesario compensar el noini_
nalismo, tan fuertemente asociado a la teoría de ü comprensión, gua inglesa han pod
1q{ian-te una apología del progreso conceprual gracias al cual la de las veces, simples
visión del historiador moderno es más ricá que Ia de un Tucídi- dica. La teoría narr
des. Es cierto que veyne no se contradice formalmente en cuanto !a historia deja de x
que asigna la teoría histórica de ros tópicos a la heurística (por ro radica en haber con
tanto, al arte de interrogar), no a la explicación, si entenáemos la historia es sólo co
por ésta el arte de responder a las preguntas. pero, isigue estando
la teoría de los tópicos contenida ln ia heurística? iño invade er
campo de la explicación? En el caso más frecuente hoy de la his-
toria no episódica, digamos de la historia .,estructur"t"
ip. 262),la
teoría de los tópicos es Ia que permite ar historiadot ¿istarr.iárs.
de la ópdca de sus fuentes y conceptualizar los acontecimientos
de modo distinto del que lo hubieran hecho los agentes históri-
c-os o sus contemporáneos y, asi racionalizar la lectura
del pasa_
do. Por lo demás, Veyne lo dice muy bien: ,,Esta raciona]üzáción
se traduce por medio de una conceptualización del mundo
üvido
-"It"nr" la prolongación de la teoiía de los tópicos,' (p. 26g).
. Veyne nos pide que aceptemos juntas dos tésis a piimera vista
inconexas: que en historia sólo hay que comprend,ei tramas
y que
la prolongación del cuestionario equivare a una progr esiu^
ánirp
tun'lizacün. Es cierto que el contraste entre las dbs ñsis .,
fuerte si interpretamos correctamente ambas aserciones. por -.rrá,
una
parte, hay que admitir que la noción de trama no est¡í vinculada
a
la historia episódica, que hay trama igualmente en la historia
es-
tructural; así ensanchada, la comp..rriiór, de la trama no sólo no
contradice, sino que exige el progreso en la conceptualización.
Por otra parte, hay que admitii q,ré ta conceptuali r^iiónno
auto-
riza ninguna confusión entre el conocimiento sublunar y .rrr"
ciencia en el sentido fuerte der término. En este sentido, ra
ieoría
de los tópicos sigue siendo una heurística y no cambia el
carácter
fundamental de la comprensión, que sigue siendo comprensión
de tramas.
Para ser totalmente convincente, paul Veyne debería
explicar
cómo la historia puede seguir siendo una narración cuandá
deja
de ser episódica, ya se haga estructural o comparativa, o que,
Jn
HISTORTAYNARR{CIÓ\ AI.EGATOS EIV FAVOR DE I,C. NARRACIÓN 289
üo tiene una función: "la pro fin, reagrupe en serie items tomad.os del continuum temporal. En
53ss.), y la prolongación del otras palabras: el libro de Paul Veyne plantea la cuestión de saber
que es capazla historia. Pero hasta dónde puede extenderse la noción de trama sin que deje de
diante el enriquecimiento p+ ser discriminante. Esta cuestión se dirige hoy a todos los que sos-
recesario compensar el nomi- tienen una teoría "narrativista" de la historia. Los autores de len-
a la teoría de la comprensión- gua inglesa han podido eludirla porque sus ejemplos son, las más
o conceptual gracias aI cual l: de las veces, simples y no sobrepasan el plano de la historia episó
más rica que la de un Tucídr dica. La teoría narrativista es puesta a prueba realmente cuando
radice formalmente en cuanra la historia deja de ser episódica.Lafuerza del libro de Paul Veyne
tópicos a la heurística (por lc radica en haber conducido hasta este punto crítico la idea de que
la explicación, si entendemos la historia es sólo construcción y comprensión de tramas.
,reguntas. Pero, isigue estand,:
:n la heurística? iNo invade e-
o más frecuente hoy de la hi-'
istoria "estructural" (p. 263). la
nite al historiador distanciarsr
eptualizar los acontecimiento:
:ran hecho los agentes histórr
acionalizar la lectura del pa_sa
ruv bien: "Esta racionalizaciót
:ptualización del mundo viridc,
na de los tópicos" (p. 268).
iuntas dos tesis a primera risu:,
que comprender tramas y que
luivale a una progresiva conc¿t-
te entre las dos tésis es *.n*
nte ambas aserciones. Por ur¡¿
n de trama no está vinculada ¿
a igualmente en la historia a-
'ensión de la trama no sólo nc,
geso en la conceptualizaciín
: la conceptualización no autG
:onocimiento sublunar y urta
nino. En este sentido, la teorL
¡rística y no cambia el carácte¡
1ue sigue siendo comprensió::