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¿Constituye 1 Corintios 16:1-2 un modelo a seguir?

Esta es una era de cambios turbulentos, tanto en la sociedad como en la iglesia. De


manera progresiva, ciertos puntos de enseñanza, valorados por mucho tiempo, están
cayendo en debate crítico. Una de esas controversias apareció en un artículo reciente
titulado “The Collection for The Saints” [La Colecta para los Santos] publicado en un blog
llamado Voice [La Voz]. La esencia de la teoría de este sincero, inteligente y joven
hermano es esta. La instrucción de Pablo en 1 Corintios 16:1-2 con respecto a la colecta
los domingos era únicamente para el primer siglo. Supuestamente, “implícita” en la
amonestación del apóstol está la realidad que: “no había una colecta regular antes de este
punto, solamente una espontánea y personal acción de dar en la cual cada quien aportaba
libremente según su propia libertad” (Joyce, 2010, 1).

Los comentarios a continuación se ofrecen con una sincera preocupación fraternal.

El autor alega que ofrendar en el primer día de la semana “no era parte de la adoración”
en la asamblea de la iglesia primitiva. Y afirma que el apóstol simplemente “anima” a los
hermanos a dar. Sin embargo, hoy nosotros en contraste con lo que hizo Pablo lo
“exigimos” de los hermanos. El caballero contiende que no hay nada en el contexto que
justifique acumular “fondos para necesidades diarias, construcción de edificios y salarios
ministeriales…” (2).

El hermano concluye que el motivo tras la amonestación de Pablo era cimentar las
relaciones judías/gentiles, y eso ya no es necesario en la iglesia moderna. Así que
“debiéramos abandonar el entendimiento tradicional de este texto, el cual consiste en ver
a Pablo ordenando y exhortando a los santos del siglo 21 mediante la culpa y la
condenación, a dar cada semana, primordialmente para darle mantenimiento a edificios y
pagar el salario de algunos…” (3).

Respetuosamente, debemos responder. Aunque la tensión judío/ gentil era parte del
paquete, no abarca todo el alcance del texto sagrado. Los problemas con el ensayo que
estamos revisando son varios.

(1) No se puede dar por establecido el hecho que la ofrenda sistemática en la iglesia
primitiva comenzó con la situación gálata/corintia. (2) El escritor se equivoca al distinguir
la autorización general para recoger dinero en la iglesia primitiva del uso particular de los
fondos en las situaciones gálatas/corintias. (3) El artículo no provee ningún análisis serio
del texto corintio. (4) El autor ignora la considerable erudición, tanto dentro como fuera
de la iglesia del Nuevo Testamento, de algunos de los mejores expositores bíblicos— del
pasado y del presente. (5) Se descarta o se pasa por alto el testimonio de la historia de la
iglesia primitiva.

EL ESTABLECIMIENTO DE LA IGLESIA

La iglesia del Nuevo Testamento fue establecida en el día de Pentecostés (Hechos 2). Cuando una
gran multitud obedeció el evangelio ese día, Lucas registró que ellos “se dedicaban continuamente
a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración” (v. 42). La
expresión “se dedicaban continuamente” indica “un acostumbrado rumbo de acción” en relación
con los asuntos mencionados.

“Comunión” (koinonía) es un término amplio que muy seguramente puede abarcar la idea de la
“contribución” (comp. Ro. 15:26; 2 Cor. 8:4; 9:13; Heb. 13:16). J. A. Alexander argumentaba que la
“distribución caritativa” es el significado prevaleciente del término [koinonía] en el Nuevo
Testamento (90). Koinoneo se usa específicamente del apoyo económico provisto para un
predicador del evangelio en la carta de Pablo a los gálatas (6:6).

Hechos 2:42 provee fuerte evidencia circunstancial de una ofrenda regular como un acto de
adoración (al igual que la enseñanza, , la cena del Señor y la oración) mucho antes de que se
escribiera la carta a los corintios, tentativamente unos 25 años (comp. Campbell, 18; Hackett, 55;
Woods, 120; Williams, 60). Para una excelente discusión de la ofrenda como un acto de adoración
vea Cottrell (449-450).

Sin embargo, es importante mencionar que ningún aspecto de la administración de la iglesia


estaba plena y formalmente establecido en el primer día de su existencia. Por ejemplo, los
“ancianos” no son mencionados hasta Hch. 11:30, lo cual era aproximadamente diez años
posterior a Pentecostés. En su Nuevo Comentario sobre Hechos, J. W. McGarvey observó que Lucas
escribió su registro “después de que las iglesias estaban plenamente organizadas, y todos sus
oficiales y deberes eran ya bien conocidos” (231). Algunos elementos de la doctrina del Nuevo
Testamento fueron progresivamente tomando su lugar.

EL MODELO DE LA OFRENDA EN EL NUEVO TESTAMENTO

¿Ha dado Dios un “modelo” para las finanzas de la iglesia? ¿Es razonable asumir que una
organización tan compleja como lo es la iglesia, con la necesidad monetaria para realizar su obra
en varias áreas, había sido dejada sin una guía en cuanto a cómo cubrir sus necesidades
financieras? Una suposición como esta no es lógica.

Pablo escribió: “Ahora bien, en cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también como
instruí a las iglesias de Galacia. Que el primer día de la semana, cada uno de vosotros aparte y
guarde según haya prosperado, para que cuando yo vaya no se recojan entonces ofrendas” (1 Cor.
16:1-2, LBLA). Hay varios elementos a considerar en este contexto.
Primero, ya que el apóstol estaba respondiendo preguntas que llegaron a él por parte de estos
hermanos (“En cuanto a…” 1 Cor. 7:1; 8:1; 12:1, etc.), ellos debían saber algo acerca de las
contribuciones de la iglesia a un fondo local, pero necesitaban más aclaración (comp. Godet,
II.453). El pasaje sugiere que la ofrenda sistemática para el soporte a la obra del Señor es una
responsabilidad seria.

El término “instruí” denota un mandamiento (Danker, 237; comp. Mat. 11:1; Lc. 8:55; 17:9-10,
etc.)— no sólo un “consejo” como afirma el artículo bajo revisión. La ofrenda cristiana no es una
opción; es una obligación. A pesar de su naturaleza obligatoria, la ofrenda debe verse como una
emocionante bendición y no como un asunto gravoso por el cual refunfuñar (comp. 2 Cor. 9:7).

En relación con esto, debe reconocerse que la “ofrenda” es el único método autorizado para
financiar la obra de la iglesia de Dios. La iglesia, como cuerpo organizado, no está autorizada para
manejar negocios, conducir conciertos pague-en-taquilla, etc. El reino de Cristo no es una empresa
comercial. Claro que si no hay un “modelo” para recoger fondos en la iglesia, la puerta queda de
par en par ante cualquier método para obtener ingresos.

Segundo, el cristiano debe contribuir cada domingo. El texto en griego dice: “En el primer día de
cada semana…” Además el verbo “apartar” está en la forma del tiempo presente, sugiriendo una
actividad regular, persistente. Cada semana el cristiano es bendecido con prosperidad, él o ella
debe ofrendar para el soporte de la obra de Dios.

Incidentalmente, si este texto no provee evidencia de que había una contribución regular previa a
este tiempo, como se asevera, ¿así también provee evidencia de que la iglesia primitiva no
adoraba regularmente los domingos hasta ese momento? No hay un registro previo explícito de
esto. (Nota: la carta corintia fue escrita antes de los eventos de Hechos 20:7).

Y luego lo siguiente. ¿Por qué especificar “cada” domingo, si este texto era sólo una
recomendación? Debemos insistir en que aunque el uso específico de esta colecta involucraba
alivio a los santos pobres de Jerusalén (Ro. 15:26) el principio subyacente del pasaje sirve como un
precedente para la manera en la cual la iglesia debe obtener sus recursos financieros para la
implementación de cualquier obra divinamente autorizada.

Aunque Pablo se dirigía a problemas específicos en ciertas iglesias, los principios que expuso son
de obligación universal. Varias veces en esta carta el apóstol enfatiza que sus instrucciones no son
sólo para esta congregación (comp. 1 Cor. 1:2; 4:17; 7:17; 11:16; 14:33-34). Es un error serio
suponer que este texto no tiene aplicación hoy día.

¿Las iglesias que recogen ofrenda cada domingo son grupos apóstatas? ¿Son innovadores los
predicadores que reciben sostenimiento económico de la ofrenda?

La responsabilidad de contribuir para el soporte del reino pertenece a “cada” cristiano. Si es un


negociante, un pensionado, un adolescente con beca, la obligación de ofrendar, según la
prosperidad de cada uno, es obligatoria. En los hogares donde hay doble ingreso, las
contribuciones deben venir de ambos salarios.
Aunque ciertamente es posible (y es ideal) que los miembros de la iglesia den de sus ingresos para
el apoyo de buenas obras en una base individual (Mr. 14:7), también existe la responsabilidad de
cada santo de dar colectivamente a un fondo local el primer día de cada semana. Algunos
miembros de la iglesia nunca hacen sus contribuciones pendientes cuando se han perdido un culto
dominical. Malaquías preguntó una vez: “¿Robará el hombre a Dios?” (Mal. 3:8). La respuesta es:
“Sí lo hará, ¡más rápido que cuando se trata de sus semejantes humanos!”. La noción de que uno
puede contribuir por cuenta propia sin obligación semanal con la congregación local, es un mito
ideado por quienes han perdido el sentido de responsabilidad “familiar”.

Tercero, Pablo dice que el contribuyente debe “apartar” su ofrenda. Los géneros masculino y
neutro llevan la misma forma en griego (vea Green, 16, 50; McGarvey, 161; McKnight, 208).
Danker lo traduce, “ponga aparte algo” cada domingo (268). Ferguson dice que la frase también
conlleva la idea de “según su propio juicio” (comp. Ro. 12:16; 1 Cor. 3:19; 2 Cor. 1:17),
“refiriéndose a la decisión de cada persona [con respecto] a cuánto dar (2 Cor. 9:7)” (240).

Cuarto, el término griego thesaurizoon, traducido “guarde” transmite la idea de “poner en un


tesoro” (McGarvey, 161). Bengal añade “en la asamblea pública” (II.343). McKnight traduce el
versículo así: “El primer día de la semana cada uno de ustedes aparte algo, según haya
prosperado, poniéndolo en el tesoro, de modo que cuando yo llegue no hayan colectas” (208;
comp. McCord, 343).

Como indica el profesor Hodge de Princeton: “La única razón que puede asignarse para que la cosa
sea hecha en el primer día de la semana, es que ese día los cristianos acostumbraban a reunirse, y
cada uno ponía aparte de sus ganancias semanales y así podía contribuir al tesoro común de la
iglesia” (364; comp. Mare 293; Sadler, 299; Barnes, 227). [Nota: aun dentro del grupo de apóstoles
de Jesús, durante el ministerio del Señor, el principio de un “fondo”, como un medio regular de
manejar finanzas, recibió su reconocimiento (Jn. 12:6; 13:29; comp. Danker, 202).

Es erróneo sugerir que Pablo simplemente estaba animando a sus hermanos a ahorrar algo “en
casa” (una afirmación común, la cual es una interpretación desviada, no una traducción precisa).
Esto iría en contra del propósito explícito declarado por el apóstol de no verse obligado a
contactar a cada cristiano individualmente cuando llegara.

Leon Morris observó que aun cuando la teoría “guarda en casa” es común, ya que “Pablo
reprueba expresamente la colecta de dinero a su llegada (lo cual sería necesario si todos ellos
estaban guardando en sus casas) quizá es mucho mejor creer que la misma se realizaba en el
tesoro de la iglesia” (238). Véase la Adenda abajo.

Otros eruditos han hecho la misma observación:

“La mención del primer día de la semana junto con el propósito de que cuando yo llegue no se
hagan colectas sugiere que el apartar dinero no era algo que se hacía en el propio hogar sino que
se refería a apartar dinero para presentarlo a los líderes de la iglesia (comp. Hch. 4:34-5:2)”
(Rosner/Ciampa, In Loco).
Quinto, cada cristiano debe ofrendar “según haya prosperado” o “de acuerdo con su capacidad”
(Hch. 11:29). Esta es una ofrenda proporcional. Asombrosamente, algunos en la iglesia primitiva
daban más allá de sus fuerzas (2 Cor. 8:3). Aquellos que tenían más debían ofrendar más (tanto en
cantidad como en porcentaje). Cuando los más prósperos ofrendaban generosamente de su
abundancia para compensar el déficit de sus compañeros pobres, prevalecía el tipo de “igualdad”
que Dios desea (vea 2 Cor. 8:12-15). El erudito británico J. R. Woodford escribió:

“Este pasaje [16:2] constituye la estupenda garantía bíblica para una ofrenda semanal. San Pablo
pone en vigor una ofrenda sistemática y regular en lugar de un esfuerzo extraordinario y forzado.
La ofrenda sistemática debe darse el domingo, y debe estar relacionada con el servicio religioso.
Contribuciones similares tanto en dinero como en bienes continuaron uniformemente en la iglesia
desde el principio” (In Loco).

Otro escritor enfatiza: “Esa disciplinada ofrenda regular de parte de cada miembro es el único
medio por el cual una iglesia puede cumplir sus responsabilidades con los pobres y sustentar su
propia obra cristiana” (Short, 10.256.257).

El prominente historiador de la iglesia Everett Ferguson ha argumentado persuasivamente que el


Nuevo Testamento autoriza “una contribución pública al tesoro de la iglesia”. Él presenta una
media docena de fuertes argumentos a favor de esta posición. (1) El “día común” indica una
actividad corporativa, no sólo una acción individual. (2) Se sigue el primitivo modelo judío de
contribuciones semanales para los pobres. (3) La palabra logeia (colecta) se refiere a una acción
pública, no a una cuestión privada. (4) La amonestación a “completar” la contribución (2 Cor. 8:6)
implica una actividad de grupo. (5) Una ofrenda privada negaría la voluntad expresa de Pablo. (6)
La referencia a “mensajeros” congregacionales (2 Cor. 8:23) implica la actividad de una iglesia
organizada (240).

HISTORIA DE LA IGLESIA

John Mosheim (1694-1755), mundialmente aplaudido por su objetividad histórica y erudición,


indicaba que la iglesia primitiva “en la conclusión de [sus] reuniones, testificaba su amor mutuo,
parcialmente mediante su contribución a los pobres” (1.19). Justino Mártir (siglo 2 d. C) mencionó
las contribuciones que se hacían los domingos (Apología 1.67.6). En la Epístola de Clemente (aprox.
30-100 d. C.) se hace referencia a las “ofrendas conjuntas” que debían hacerse “en los momentos
y horas señalados” (40).

La conclusión es clara. Cualquier esfuerzo por negar la instrucción bíblica de ofrendar los domingos
es un error de una seria magnitud. Es nuestra oración que aquellos que han caído en esta errónea
enseñanza/práctica puedan demostrar integridad y valor, y renuncien a ella.

ADENDA

Como se indicó anteriormente, [la traducción literal]: “aparte él mismo” (un pronombre reflexivo)
se interpreta “en su casa”. Esta interpretación hasta tiene cierto apoyo de algunas obras de
expertos en griego (por ejemplo, Thayer, 163). Pero, como ya hemos visto, esto refleja una
interpretación personal— no una traducción legítima. Como Thayer lo confesó en otra parte:

La naturaleza y uso de los escritos del Nuevo Testamento requiere que el lexicógrafo no sea
obstaculizado por una rígida adherencia a las reglas de la lexicografía científica. Con frecuencia un
estudiante desea conocer no tanto el significado inherente de una palabra sino más bien el
significado particular que ésta lleva en cierto contexto o discusión— o, para decir la misma verdad
desde otro punto de vista, con frecuencia el lexicógrafo no puede asignar una referencia particular
del Nuevo Testamento a uno o a otro de los sentidos reconocidos de una palabra sin indicar su
exposición del pasaje en la cual dicha referencia aparece. En tal caso él se ve obligado a asumir,
por lo menos hasta cierto punto, las funciones del exégeta, aunque él puede y debe abstenerse de
ensayar los argumentos generales que apoyen la interpretación dada, como también de presentar
objeciones a las interpretaciones opuestas”. (vii).

La distintiva frase “en casa” se encuentra dos veces en otras partes de esta carta. “Si alguno tiene
hambre, coma en su casa…” (11:34). Las mujeres no deben interrumpir el culto con intervenciones
agresivas en forma de pregunta. En cambio, deben esperar calladamente y “pregunten a sus
propios maridos en casa…” (14:35). Si el apóstol hubiera pretendido animar a una contribución
privada “en casa”, ciertamente él era capaz de expresarlo claramente. Pero la expresión cae en
una manifiesta ausencia aquí. El pronombre heautou (por él mismo, por sí mismo) se emplea 321
veces en el Nuevo Testamento. ¿Puede mostrarse alguna traducción literal que traduzca
legítimamente [este término] como “en casa”? Finalmente, como enfatizamos previamente, la
teoría “en casa” cae derrotada ante la instrucción de Pablo de tener preparada la ofrenda antes de
su visita. Ω

BIBLIOGRAFÍA

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