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“Oh Jesús, nada haces que no represente a lo vivo tu dolorosísima Pasión, que tienes
siempre presente en la mente, en el corazón, en todo, y esto me enseña que si también
yo tuviera siempre delante a mi mente y en el corazón el pensamiento de tu Pasión, jamás
me negarías el alimento de tu amor.
S. Ireneo, nos dice: «El Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios» También S.
Atanasio nos deja delineado nuestro fin: «El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos
participantes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho
hombre, hiciera dioses a los hombres»
Esta es, ni más ni menos, nuestra finalidad, la finalidad que Dios se trazó desde toda la
eternidad, así que la Redención no fue únicamente para "salvarnos", no, la salvación era
simplemente el principio de la gran obra, principio, no finalidad, por eso, el consuelo más
grande que podemos darle a Jesús, no es el recordar su Pasión, no es el condolernos de
Él, sino el consuelo máximo debe ser que vea que todo lo que hizo en su Vida logra su
cometido, o sea unificarnos con Él y que pueda comunicarnos su propia "Naturaleza", y
nosotros que la podamos recibir.
la causa de la venida de Jesús al mundo en forma «pasible». Jesús tenía que venir al
mundo aunque no hubiera habido pecado, para eso fue creado, y sobre todo tenía que
venir para enseñarnos a vivir de su Voluntad y dejar sus actos en acto para que los
pudiéramos tomar. Si Adán no hubiese pecado, el Verbo Eterno, que es la misma
Voluntad del Padre Celestial, debía venir a la tierra glorioso, triunfante y dominador,
acompañado visiblemente por su ejército angélico, que todos debían ver, y con el
esplendor de su gloria debía fascinar a todos y atraer a todos a Sí con su belleza;
coronado como rey y con el cetro de mando para ser rey y cabeza de la familia
humana, de modo de darle el gran honor de poder decir: 'Tenemos un rey hombre y
Dios.' . 25 Marzo 31, 1929
***
Yo quise ir a pedir la bendición a mi amada Mamá para darle ocasión de que también
Ella me la pidiera a Mí. Eran demasiados los dolores que debía soportar, y era justo que
mi bendición la reforzara. Es mi costumbre que cuando quiero dar, pido; y mi Mamá me
comprendió inmediatamente, tan es verdad, que no me bendijo sino hasta que me pidió
mi bendición, y después de haber sido bendecida por Mí, me bendijo Ella. Pero esto no es
todo, para crear el universo pronuncié un Fiat, y con ese solo Fiat reordené y embellecí
cielo y tierra. Al crear al hombre, mi aliento omnipotente le infundió la vida. Al dar principio
a mi Pasión, quise con mi palabra creadora y omnipotente bendecir a mi Mamá, pero no
era sólo a Ella a quien bendecía, en mi Mamá veía a todas las criaturas, era Ella quien
tenía el primado sobre todo, y en Ella bendecía a todas y a cada una, es más, bendecía
cada pensamiento, palabra, acto, etc., bendecía cada cosa que debía servir a la criatura,
al igual que cuando mi Fiat omnipotente creó el sol, y este sol sin disminuir ni en su luz ni
en su calor continúa su carrera para todos y para cada uno de los mortales; así mi palabra
creadora, bendiciendo quedaba en acto de bendecir siempre, siempre, sin cesar nunca de
bendecir, como jamás cesará de dar su luz el sol a todas las criaturas. Pero esto no es
todo aún, con mi bendición quise renovar el valor de la Creación; quise llamar a mi Padre
Celestial a bendecir para comunicar a la criatura la potencia; quise bendecirla a nombre
mío y del Espíritu Santo para comunicarle la sabiduría y el amor, y así renovar la
memoria, la inteligencia y la voluntad de la criatura, restableciéndola como soberana de
todo. Debes saber que al dar, quiero, y mi amada Mamá comprendió y súbito me bendijo,
no sólo por Ella sino a nombre de todos. ¡Oh! si todos pudieran ver esta mi bendición, la
sentirían en el agua que beben, en el fuego que los calienta, en el alimento que toman, en
el dolor que los aflige, en los gemidos de la oración, en los remordimientos de la culpa, en
el abandono de las criaturas, en todo escucharían mi palabra creadora que les dice, pero
desafortunadamente no escuchada: “Te bendigo en el nombre del Padre, de Mí, Hijo, y
del Espíritu Santo, te bendigo para ayudarte, te bendigo para defenderte, para perdonarte,
para consolarte, te bendigo para hacerte santo.” Y la criatura haría eco a mis bendiciones,
bendiciéndome también ella en todo.
(3)Estos son los efectos de mi bendición, de la cual mi Iglesia, enseñada por Mí, me
hace eco, y en casi todas las circunstancias, en la administración de los sacramentos y en
otras ocasiones da su bendición”. Vol. 12. 28 nov 20
“Quise sufrir en modo especial la agonía del huerto para dar ayuda a todos
los moribundos para bien morir. Mira bien cómo se combina mi agonía con la
agonía de los cristianos: tedios, tristezas, angustias, sudor de sangre; sentía la
muerte de todos y de cada uno como si realmente muriese por cada uno en
particular, por lo tanto sentía en Mí los tedios, las tristezas, las angustias de
cada uno, y con esto daba a todos ayuda, consuelo, esperanza, para hacer que
como Yo sentía sus muertes en Mí, así ellos pudieran tener la gracia de morir
todos en Mí, como dentro de un solo aliento, con mi aliento, y súbito
beatificarlos con mi Divinidad.
Si la agonía del huerto fue en modo especial para los moribundos, la agonía de
la cruz fue para ayuda del último momento, especialmente para el último
respiro. Ambas son agonías, pero una distinta de la otra: La agonía del huerto
llena de tristezas, de temores, de afanes, de espantos; la agonía de la cruz,
llena de paz, de calma imperturbable, y si grité tengo sed, era sed insaciable de
que todos pudieran expirar en mi último respiro, y viendo que muchos se
salían de mi último respiro, por el dolor grité tengo sed, y este tengo sed lo
continúo gritando a todos y a cada uno, como timbre a la puerta de cada
corazón: ‘Tengo sed de ti, oh alma, ah, no salgas de Mí sino entra en Mí y
expira conmigo.’ Así que son seis horas de mi Pasión que di a los hombres
para bien morir, las tres del huerto fueron para ayuda de la agonía, las tres de
la cruz para ayuda en el último suspiro de la muerte. Vol 9- 4 JUL 10
“Hija mía, ¿crees tú que fue el cáliz de mi Pasión por el cual decía al Padre:
‘Padre, si es posible pase de Mí este cáliz?’ No, absolutamente no, era el cáliz
de la voluntad humana que contenía tal amargura y plenitud de vicios, que mi
voluntad humana unida a la Divina sintió tal repugnancia, terror y espanto,
que grité: ‘Padre, si es posible pase de Mí este cáliz.’ Cómo es fea la
voluntad humana sin la Voluntad Divina, la cual casi como dentro de un cáliz
se encierra dentro de cada criatura; no hay mal en las generaciones del cual
ella no sea el origen, la semilla, la fuente, y Yo, viéndome cubierto por todos
estos males que ha producido la voluntad humana, frente a la Santidad de la
mía me sentía morir, y habría muerto de verdad si la Divinidad no me hubiera
sostenido. ¿Pero sabes tú por qué agregué, y por tres veces: ‘Non mea
voluntas, sed Tua Fiat?’ Yo sentía sobre de Mí todas las voluntades de las
criaturas juntas, todos sus males, y a nombre de todas grité al Padre: ‘No se
haga más la voluntad humana en la tierra, sino la Divina; la voluntad humana
sea desterrada y la tuya reine.’ Así que desde entonces, y lo quise hacer desde
el principio de mi Pasión, porque era la cosa que más me interesaba y la más
importante, la de llamar a la tierra el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así
en la tierra. Yo era el que a nombre de todos decía: ‘Non mea voluntas, sed
Tua Fiat.’ Desde entonces Yo constituía la época del Fiat Voluntas Tua sobre
la tierra; y con decirlo por tres veces, en la primera la impetraba, en la segunda
la hacía descender, en la tercera la constituía reinante y dominadora; y con
decir: ‘Non mea voluntas, sed Tua Fiat’, Yo intentaba vaciar a las criaturas de
su voluntad y llenarlas de la Divina. Antes de morir, porque no me
quedaban más que horas, Yo quise contratar con mi Padre Celestial mi
primera finalidad por la cual vine a la tierra, que la Divina Voluntad tomara su
primer lugar de honor en la criatura. 16-39 Enero 4, 1924
“ Dura y penosa fue mi agonía en el Huerto, quizá más penosa que la de la
cruz, porque si ésta fue el cumplimiento y el triunfo sobre todos, aquí en el
Huerto fue el principio, y los males se sienten más al principio que cuando
están por terminar; en esta agonía la pena más desgarradora fue cuando se
me hicieron presentes uno por uno todos los pecados, mi Humanidad com-
prendió toda la enormidad de ellos y cada delito llevaba el sello de ‘muerte a
un Dios’, y estaba armado con espada para matarme. Delante a la Divinidad
la culpa me aparecía tan horrenda y más horrible que la misma muerte; sólo
al comprender qué significa pecado, Yo me sentía morir y moría en realidad;
grité al Padre y fue inexorable, no hubo uno solo que al menos me diera una
ayuda para no hacerme morir, grité a todas las criaturas que tuvieran piedad
de Mí, pero en vano, así que mi Humanidad languidecía, y estaba por recibir
el último golpe de la muerte, pero ¿sabes tú quién impidió la ejecución y
sostuvo mi Humanidad para no morir? Primero fue mi inseparable Mamá,
Ella al oírme pedir ayuda voló a mi lado y me sostuvo, y Yo apoyé mi brazo
derecho en Ella, la miré casi agonizante y encontré en Ella la inmensidad de
mi Voluntad íntegra, sin haber habido nunca rotura alguna entre mi Voluntad
y la suya. 13.19 nov 21
20.19 nov 26
I) ¿Cuáles son las penas que sufrió en Su Pasión por los hombres? Son de tres clases:
sufrimientos corporales, ignominias y sufrimientos interiores. Cada una de estas tres
categorías es un abismo inconmensurable… Is 53,2 Los Santos lloraban y se
flagelaban, se desvanecían de amor.
II) Estos ignominias: humillarlos, diabólicas golpearlo, arrojar a tierra, pisotearlo, cubrirlo
de ultrajes, darle puñetazos, escupirle en su rostro santísimo en su boca adorable
,colmarlo con toda clase de injurias, gritos de crucifícalo..
III) Penas inefables del Hombre Dios, y poco o nada comprendidas son las que El sufrió en
su alma santísima y en su amorosísimo y sensibilísimo corazón
“El dolor más grande que tuve en mi Pasión, el clavo que más me traspasó el corazón,
fue el abandono y la dispersión de mis apóstoles, no tenía un ojo amigo en el cual pudiera
poner mi mirada; el abandono, las ofensas, la indiferencia de los amigos, supera, ¡oh! por
cuánto a todos los dolores e incluso la muerte que pueden dar los enemigos. Yo sabía
que los apóstoles me debían dar este clavo, y vilmente habrían huido de Mí, pero no puse
atención a esto, porque hija mía, quien quiere hacer una obra no debe preocuparse por
sus penas, más bien debe hacerse de amigos en los buenos tiempos, cuando todo le
sonríe alrededor, paso a paso siembra triunfos y prodigios, y no sólo esto, sino que
comunica la fuerza milagrosa a quien se hace su amigo y discípulo, entonces todos se
vanaglorian de ser amigos de quien está rodeado de gloria y honor, todos esperan, y
cuantos amigos y discípulos se quieren, se tienen, porque la gloria, los triunfos, los
buenos tiempos, son imanes potentes que atraen a las criaturas a seguir al triunfador.
¿Quién quiere seguir y ser amigo o discípulo de un pobre calumniado, humillado,
despreciado? Ninguno, por el contrario sienten miedo, horror de acercarse, y llegan a
desconocer a aquél con quien antes tenían amistad, como hizo Conmigo San Pedro. Así
que es inútil esperar amigos cuando la pobre criatura se encuentra bajo la opresión de las
humillaciones, desprecios y calumnias, por eso se necesita hacer amigos cuando el Cielo
nos sonríe y la fortuna nos quisiera poner sobre el trono, si queremos que el bien, las
obras que se quieren tengan la vida y la continuación en las otras criaturas. Yo con
hacerme de amigos cuando sembraba milagros y triunfos, que llegaban a creer que Yo
debía ser su Rey sobre la tierra, y que por haber sido mis discípulos debían ocupar los
primeros puestos junto a Mí, a pesar que me abandonaron en mi Pasión, cuando mi
Resurrección proclamó mi pleno triunfo, los apóstoles volvieron a creer, se reunieron entre
ellos y como triunfadores siguieron mi doctrina, mi Vida, y formaron la Iglesia naciente. Si
Yo hubiera puesto atención a que debían huir de Mí y no los hubiera hecho mis discípulos
en el tiempo de mis triunfos, no habría tenido quién hablara de Mí después de mi muerte,
quién me hiciera conocer. Por eso es necesario el buen tiempo, la gloria, es también
necesario recibir clavos traspasantes y tener paciencia para sufrirlos, para tener material
en mis obras más grandes, para que tuvieran vida en medio a las criaturas. 29-20 Junio 5,
1931
torrente de cedrón : al crear el alma la vestí de un manto de luz y de belleza; el pecado quita
este manto de luz y de belleza y la cubre con un manto de tinieblas y de fealdad, volviéndola
repugnante y nauseante, y Yo para quitar este manto tan nauseabundo que el pecado pone al
alma, permití que los judíos me arrojaran en este torrente, donde quedé como recubierto dentro y
fuera de Mí, porque estas aguas pútridas me entraron hasta en las orejas, en las narices, en la
boca, tanto, que los judíos tenían asco de tocarme. ¡Ah, cuánto me costó el amor de las criaturas,
hasta volverme nauseabundo a Mí mismo!” 11. 22 ene 1913
Las penas que sufrió Jesús en las tres horas atado en la prisión
Esta noche la he pasado en vigilia, y mi mente frecuentemente volaba a mi
Jesús atado en la prisión, quería abrazarme a aquellas rodillas que temblaban
por la cruel y dolorosa posición en la que los enemigos lo habían dejado
atado, quería limpiarlo de aquellos salivazos con los que lo habían ensuciado.
Pero mientras esto pensaba, mi Jesús, mi vida, se ha dejado ver como entre
densas tinieblas, en las cuales apenas se descubría su adorable persona, y
sollozando me ha dicho:
También debes saber que en la última hora que estuve en la prisión despuntó
el alba, y por las fisuras entró algún resplandor de luz, oh, cómo respiró mi
corazón al poderme ver, mi estado tan doloroso, pero esto significaba
cuando el hombre cansado de la noche de la culpa, la Gracia como alba se
pone en torno a él, mandándole resplandores de luz para llamarlo, por eso
mi corazón dio un suspiro de alivio, y en esta alba te vi a ti, mi amada
prisionera, a quien mi Amor debía atar en este estado, y que no me habrías
dejado solo en la oscuridad de la prisión, sino que esperando el alba a mis
pies y siguiendo mis suspiros, habrías llorado conmigo la noche del hombre.
Esto me alivió y ofrecí mi prisión para darte la gracia de seguirme. Pero otro
significado contenía esta prisión y esta oscuridad, y era mi larga permanencia
en la prisión en los tabernáculos, la soledad en la cual soy dejado, en la que
muchas veces no tengo a quién decir una palabra o darle una mirada de
amor; otras veces siento en la santa hostia la impresión de los toques
indignos, la peste de manos purulentas y fangosas, y no hay quien me toque
con manos puras y me perfume con su amor; y cuántas veces la ingratitud
humana me deja en la oscuridad sin la mísera luz de una lamparita, así que
mi prisión continúa y continuará. 13.29 oct 1921
“Hija mía, no se puede comparar la infelicidad de la prisión de mi Pasión con la
gruta de Belén. En la gruta tenía a mi Mamá junto, en alma y cuerpo estaba junto
Conmigo, por lo tanto tenía todas las alegrías de mi amada Mamá y Ella tenía
todas las alegrías de Mí, Hijo suyo, que formaban nuestro Paraíso. Las alegrías de
Madre con poseer al Hijo son grandes, las alegrías de poseer una Madre son más
grandes aún; Yo encontraba todo en Ella y Ella encontraba todo en Mí; además
estaba mi amado padre San José que me hacía de padre, y Yo sentía todas las
alegrías que él sentía por causa mía. En cambio en mi Pasión fueron
interrumpidas todas nuestras alegrías, porque debíamos dar lugar al dolor, y
sentíamos entre Madre e Hijo el gran dolor de la cercana separación, al menos
sensible, que debía suceder con mi muerte. En la gruta las bestias me
reconocieron y honrándome buscaban calentarme con su aliento, en la prisión ni
siquiera los hombres me reconocieron y para insultarme me cubrieron de salivazos
y de oprobios, por eso no hay comparación entre la una y la otra”. 20-41
Diciembre 25, 1926
20.3 dic 26
De las 6 a las 7 de la mañana DECIMACUARTA HORA Jesús de nuevo ante Caifás y después es
llevado a Pilatos
De las 8 a las 9 de la mañana DECIMASEXTA HORA Jesús de nuevo ante Pilatos. Es pospuesto
a Barrabás. Jesús es flagelado.
“¿Quieres saber la causa por la que fui desnudado cuando fui flagelado? En cada
misterio de mi Pasión primero me ocupaba de consolidar la rotura entre la voluntad
humana y la Divina, y después de las ofensas que esta rotura produjo. Cuando el hombre
en el edén rompió los vínculos de la unión entre la Voluntad Suprema y la suya, se
despojó de las vestiduras reales de mi Voluntad y se vistió con los miserables harapos de
la suya, débil, inconstante, impotente para hacer algo de bien. Mi Voluntad le era un dulce
encanto que lo tenía absorbido en una luz purísima que no le hacía conocer otra cosa que
a su Dios, del cual había salido, quien no le daba otra cosa que felicidad sin medida, y
estaba tan absorbido por lo mucho que le daba su Dios, que no se daba ningún
pensamiento de sí mismo. ¡Oh! cómo era feliz el hombre y cómo la Divinidad se deleitaba
en darle tantas partículas de su Ser por cuanto la criatura puede recibir, para hacerlo
semejante a Él. Ahora, en cuanto rompió la unión de nuestra Voluntad con la suya, perdió
la vestidura real, perdió el encanto, la luz, la felicidad; se miró a sí mismo sin la luz de mi
Voluntad y viéndose sin el encanto que lo tenía absorto, se conoció, tuvo vergüenza, tuvo
miedo de Dios, tanto que su misma naturaleza sintió sus tristes efectos, sintió el frío y la
desnudez y sintió la viva necesidad de cubrirse; y así como nuestra Voluntad lo tenía en el
puerto de felicidades inmensas, así la suya lo puso en el puerto de las miserias… antes
de ser atado a la columna para ser flagelado, quise ser desnudado para sufrir y reparar la
desnudez del hombre cuando se desnudó del vestido real de mi Voluntad. Sentí en Mí tal
confusión y pena al verme así desnudo en medio de los enemigos que se burlaban de Mí,
que lloré por la desnudez del hombre y ofrecí a mi Celestial Padre mi desnudez, para
hacer que el hombre fuera revestido de nuevo con el vestido real de mi Voluntad, y como
pago, para que esto no me fuera negado, ofrecí mi sangre, mis carnes arrancadas a
pedazos, me hice desnudar no sólo de los vestidos, sino también de mi piel para poder
pagar el precio y satisfacer el delito de esta desnudez del hombre; derramé tanta sangre
en este misterio, que en ningún otro derramé tanta, que bastaba para cubrir al hombre
como con un segundo vestido, y vestido de sangre para cubrirlo de nuevo, y así calentarlo
y lavarlo para disponerlo a recibir la vestidura real de mi Voluntad”. 16-40 Enero 14, 1924
Corona de espinas
“..quise sufrir estas espinas en mi cabeza, además de para expiar todos
los pecados de pensamiento, para unir la inteligencia divina a la humana,
porque la inteligencia divina estaba como dispersa en las mentes humanas, y
mis espinas la llamaron del Cielo y la injertaron de nuevo. No sólo esto, sino
que obtuve, para quien debía manifestar las cosas divinas, ayuda, fuerza,
lucidez para hacerla conocer a los demás.” Vol 4. 31 ene 1903
(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús ha venido crucificado y me participaba sus
penas, y me ha atraído hacia Él en el mar de su Pasión, tanto, que casi paso a paso la
seguía. ¿Pero quién puede decir todo lo que comprendía? Es tanto que no sé por dónde
empezar, diré sólo que al verle arrancar la corona de espinas, las espinas mismas
obstruían el paso a la sangre y no la dejaban salir del todo, pero al arrancarle la corona de
espinas esa sangre ha brotado fuera por aquellas heridas y le chorreaba a grandes ríos
sobre el rostro, sobre los cabellos y después descendía por toda la persona de Jesús.
(2) Y Jesús: “Hija, estas espinas que me atraviesan la cabeza, pincharán el orgullo, la
soberbia, las llagas más ocultas de las almas para hacerles salir fuera el pus que
contienen, y las espinas tintas en mi sangre las sanarán y les restituirán la corona que el
pecado les había quitado”. 11-75 Abril 10, 1914
“los dolores que sufrí son incomprensibles a mente creada; pero mucho más dolorosos
que aquellas espinas se clavaban en mi mente todos los pensamientos malos de las
criaturas, de modo que de todos estos pensamientos de las criaturas ninguno se me
escapaba, todos los sentía en Mí, así que no sólo sentía las espinas, sino también el
horror de las culpas que aquellas espinas clavaban en Mí”.
(3) Entonces, traté de ver al amable Jesús, y veía su santísima cabeza circundada como
por una corona de espinas que le salían de dentro. Todos los pensamientos de las
criaturas estaban en Jesús, y de Jesús pasaban a ellas y de ellas a Jesús y en Él
quedaban como concatenados juntos. ¡Oh, cómo sufría Jesús! Después ha agregado:
(4) “Hija mía, sólo las almas que viven en mi Voluntad pueden darme verdaderas
reparaciones y endulzarme espinas tan punzantes, porque viviendo en mi Voluntad, mi
Voluntad se encuentra en todas partes, y ellas encontrándose en Mí y en todos,
descienden en las criaturas y suben a Mí y me traen todas las reparaciones y me
endulzan, y hacen cambiar en las mentes las tinieblas en luz”. 11-91 Abril 24, 1915
(5) “Hija mía, ¿has visto qué vestido tan doloroso me han hecho las criaturas, y cómo
estas espinas están encarnadas en mi Humanidad? Estas espinas han cerrado la puerta a
la Divinidad, al haber circundado toda mi Humanidad de la cual, sólo salía mi Divinidad en
beneficio de las criaturas. Ahora es necesario que tire parte de estas espinas y las vierta
sobre las criaturas, y corriendo por medio de las espinas la luz de mi Divinidad, pueda
poner a salvo sus almas, por esto es necesario que la tierra sea inundada de castigos, de
terremotos, carestías, guerras, etc., para que se rompa esta vestidura de espinas que las
criaturas me han puesto, y así la luz de la Divinidad, penetrando en sus almas, las pueda
desengañar y haga surgir tiempos mejores”. 11-121 Abril 21, 1916