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Carlos Viramontes Anzures,* Fernando Salinas Hernández*

Cruces, altares y glosas. El avance evangelizador en


el arte rupestre de Guanajuato

Resumen: El semidesierto de Guanajuato fue refugio ancestral de sociedades de recolectores y


cazadores durante la época prehispánica, entre las que fue común la práctica del arte rupestre
en cuevas, abrigos y frentes rocosos. Al iniciarse el avance colonizador de los españoles y sus
aliados otomíes en el siglo xvi, poco a poco el arte rupestre de los nómadas y seminómadas fue
sustituido por íconos propios de la tradición católica popular, principalmente cruces, altares,
glosas y otros elementos que atestiguan la tarea evangelizadora de distintas órdenes religiosas en
territorio chichimeca. Resulta significativo cómo los nuevos elementos gráficos se sobrepusieron
espacialmente a los plasmados por el cazador-recolector, reactivando el carácter ritual y sagrado
de abrigos y frentes rocosos. No obstante, durante algunas décadas todavía, muchos sitios de arte
rupestre fueron visitados por grupos que se resistían al orden colonial y a la imposición de las
prácticas religiosas de los conquistadores. En este sentido, proponemos que las sobreposiciones
pictóricas de carácter católico intentaban otorgar un nuevo significado a esos espacios, al tiempo
que diversos motivos pictóricos de la época del contacto permanecieron como testimonio gráfico
del dramático proceso de conquista y colonización del semidesierto.
Palabras clave: arte rupestre, Guanajuato, cazadores recolectores, conquista y colonización,
chichimeca.

Abstract: The semidesert of Querétaro and Guanajuato was an ancestral refuge for pre-Hispan-
ic hunter and gatherer societies and rock art in caves, rock shelters and faces was commonly
practiced by these groups. With the expansion of Spanish colonizers and their Otomi allies in
the sixteenth century, little by little the rock art of nomadic peoples was replaced by icons of
popular Catholic tradition, such as crosses, altars, glosses, and other elements that bear witness
to the religious conversion work of various religious orders in Chichimec territory. Significantly,
the new graphic elements were spatially superimposed on those left by hunter-gatherers, reacti-
vating the ritual and sacred character of rock shelters and faces. However, for decades, many
rock art sites were visited by groups who resisted colonial rule and the imposition of the religious
practices of the conquerors. We propose the Catholic pictorial superimpositions attempted *
to grant new meaning to these spaces, while various pictorial motifs from the time of contact
remained as graphic testimony to the dramatic process of conquest and colonization of the
semidesert.
Keywords: rock art, Guanajuato, hunter-gatherers, conquest and colonization, Chichimecs.

Durante la época prehispánica, la región semidesértica de Guanajuato fue una


zona de habitación y refugio de diversas sociedades de cazadores y recolectores;
uno de los vestigios más conocidos de estos grupos es el arte rupestre que encon-
tramos en una gran cantidad de abrigos y frentes rocosos diseminados por la
región. Al iniciarse el avance colonizador de los españoles y sus aliados otomíes
en el segundo tercio del siglo xvi, poco a poco el arte rupestre propio de los

* Centro inah Querétaro.


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nómadas y seminómadas fue abandonado y sus- Los cazadores y recolectores


tituido por íconos propios de la tradición católica del semidesierto guanajuatense
popular, principalmente figuras ecuestres, perso- y queretano en el siglo xvi
najes, cruces, altares, glosas y fechas que dejaron
testimonio de la tarea evangelizadora de distintas Los primeros habitantes del nororiente de Guana-
órdenes religiosas en territorio chichimeca. Re- juato deben haber llegado en épocas remotas,
sulta significativo cómo los nuevos elementos aunque por la escasez de investigaciones arqueo-
gráficos se plasmaron casi invariablemente en los lógicas enfocadas al poblamiento temprano en
mismos soportes empleados por el cazador reco- esta entidad, es muy poco lo que se sabe al res-
lector, reactivando el carácter ritual y sagrado de pecto; sin embargo, tanto en San Luis Potosí como
los abrigos y frentes rocosos. en Querétaro —que en rasgos generales compar-
Durante algunas décadas, todavía muchos si- ten con Guanajuato algunos de los más importan-
tios de arte rupestre fueron visitados por grupos tes procesos de poblamiento—, se han encontrado
que se resistían al orden colonial y a la imposición evidencias significativas de los más antiguos gru-
de las prácticas religiosas de los conquistadores; pos humanos que llegaron al centro norte de Mé-
en este sentido, proponemos que es posible ob­ xico (fig. 1). Así, en El Cedral (San Luis Potosí),
servar la resistencia al cambio y a los invasores los vestigios arqueológicos localizados por Loren-
en el arte rupestre del nororiente de Guanajuato, zo y Mirambell (1981) arrojaron una antigüedad
al tiempo que las sobreposiciones pictóricas de aproximada de 30 000 años, mientras en el Alti-
carácter católico intentaban otorgar un nuevo sig- plano potosino Rodríguez (1985) documentó una
nificado a los espacios sagrados de los cazadores importante presencia de sociedades cazadoras y
recolectores. Finalmente, diversos motivos pictó- recolectoras desde tiempos precerámicos hasta la
ricos de la época Virreinal permanecieron como llegada de los españoles; en Querétaro, tanto
testimonio gráfico del dramático proceso de con- Irwin-Williams (1960, 1963) como Viramontes
quista y colonización del semidesierto guanajua- (1990, 2000a) indican que el sur del estado ya
tense. estaba habitado por sociedades nómadas por lo
menos desde el 7000 a.C.

 Fig. 1 Localización general de la región de estudio; el sector nororiental corresponde a la Sierra Gorda
Guanajuatense.
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CRUCES, ALTARES Y GLOSAS. EL AVANCE EVANGELIZADOR EN EL ARTE RUPESTRE DE GUANAJUATO

Alrededor de 500 a.C. en el sur de Querétaro medida (Kirchhoff, 1954; Jiménez Moreno, 1998).
se fundaron los primeros asentamientos agrícolas La franja occidental y semidesértica de la Sierra
de corte mesoamericano; estos primeros grupos Gorda de Querétaro y Guanajuato se constituyó
sedentarios procedían de Chupícuaro y se distri- en una encrucijada de diferentes grupos como los
buyeron en pequeños asentamientos en las inme- pames, guamares, guachichiles, guaxabanes y
diaciones del más importante cauce fluvial de la jonaces. De estos grupos, el pame (xi’ oi como se
región: el río San Juan. A principios del primer denominan actualmente en su propia lengua) ocu-
mi­lenio de la era arribaron poblaciones cuyo origen paba buena parte de Querétaro, Guanajuato y San
se encontraba en el centro de México y posterior- Luis Potosí y compartía la Sierra Gorda con los
mente, alcanzaron el Bajío queretano y guanajua- feroces jonaces (Santa María, 2003).
tense grupos procedentes de Teotihuacan que Uno de los más singulares vestigios que ates­
fundaron asentamientos como El Rosario o Santa tiguan la presencia de los grupos de cazadores
María del Refugio (Saint-Charles, Viramontes y recolectores la encontramos en una gran cantidad
Fenoglio, 2010). Finalmente, grupos de filiación de frentes y abrigos rocosos con pintura rupestre
tolteca llegaron al centro y occidente de Queréta- y, en menor medida, con petrograbado;1 en ellos
ro y oriente de Guanajuato (Crespo, 1991). dejaron plasmados motivos relacionados con
No obstante, a pesar del intenso flujo y reflujo sus inquietudes, sus sistemas de creencias, así
de pobladores en lo que hoy es el centro norte de como su forma de pensar el mundo y su lugar en
México, diversos grupos nómadas y seminómadas él, es de­cir, su cosmovisión. Muchos de estos lu-
nunca abandonaron la región semidesértica de la gares eran considerados sagrados y se les asigna-
Sierra Gorda queretana y guanajuatense, y duran- ba un poder sobrenatural, pues era el punto de
te ese tiempo mantuvieron un contacto estrecho contacto entre la realidad cotidiana y aquélla en
con sus vecinos agricultores, en una relación sim- que habitaban los ancestros, los muertos, las dei-
biótica en la que el flujo de bienes e ideas fue una dades u otras entidades del “mundo otro” (Vira-
constante (Brambila y Castañeda, 1999; Crespo montes, 2005a).2
y Viramontes, 1999; Manzanilla et al., 2011; Ro- Entre estas sociedades la práctica del arte ru-
dríguez, 1985; Viramontes, 2000a). pestre pudo tener diversas motivaciones, pero
Entre 1000 y 1100 d.C., las sociedades se­ destacan aquéllas vinculadas con ritos de paso, de
dentarias abandonaron Querétaro y Guanajuato, iniciación, terapéuticos y de fertilidad animal,
iniciando una migración masiva hacia el sur y vegetal y humana, así como marcadores territo-
dejando en manos de los nómadas y seminómadas riales, astronómicos o registros de acontecimien-
casi 110 000 kilómetros cuadrados de la franja
más norteña de Mesoamérica; las causas proba- 1
Hasta el 2014, hemos documentado 63 sitios de manifestacio­
bles de este abandono fueron la inestabilidad cli- nes rupestres en Querétaro y 53 en Guanajuato. En la región
mática y la feroz competencia por los recursos, se­m idesértica de esta última entidad sólo hemos locali-
hipótesis presentadas, respectivamente, por Ar- zado sitios de pintura rupestre, mientras que en el sector
sur del semidesierto queretano registramos los únicos trece
millas (1969) y Castañeda et al. (1989). sitios de petrograbado, seis de ellos elaborados por so­
De tal forma, prácticamente desde el siglo xii ciedades nómadas o seminómadas y los otros siete por
y hasta la llegada de los españoles, los cazadores agricultores mesoamericanos. En tres de los sitios de ca­
zadores recolectores observamos petrograbado y pintura, y
recolectores se enseñorearon del territorio que iba al menos en dos de éstos, la pintura fue aplicada direc­ta­
desde los ríos San Juan (Querétaro) y Lerma mente sobre el petrograbado.
(Guanajuato) hasta los confines de los grandes 2
Empleamos la expresión “mundo otro” siguiendo a Perrín,
desiertos del norte de México; en las fuentes es- (1995) que la usa para evitar términos y conceptos que con­
sidera ambiguos como “más allá” y “otro mundo” ya que
critas de la época virreinal, estas sociedades se- estos evocan más bien al mundo de los muertos; a este autor
rían denominadas con el genérico de chichimecas, no le parece convincente el vocablo “sobrenatural” como
aunque en realidad formaban un heterogéneo mo- denominación de esa otra realidad, ya que afirma que es
contradictorio, pues precisamente es esa realidad (léase
saico con un origen étnico diverso y un desarrollo “mundo otro”), la que rige los fenómenos del mundo natural
político y social diferenciado en mayor o menor de acuerdo a las creencias tradicionales.
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tos históricos, marcas numéricas o marcas de presentada por las sociedades de cazadores reco-
identidad, entre otras posibilidades (Viramontes, lectores en defensa de su territorio ancestral.
2005a). Las primeras incursiones de soldados europeos
Los motivos más recurrentes fueron las repre- hacia el norte por el territorio que actualmente
sentaciones de la figura humana, plasmada gene- ocupa el estado de Querétaro se dio hacia 1526 en
ralmente de manera esquemática y en disposición el Iztac Chichimecapan, es decir, en la región de
estática, aunque también es común encontrar dise­ San Juan del Río (Gerhard, 1986); hacia 1531, el
ños que reflejan la variada fauna del entorno, así contacto entre grupos pames por un lado, y oto-
como grafismos geométricos diversos (Viramontes, míes y españoles por otro, era constante y para
2005b; Viramontes y Flores, 2014a). Por regla 1540 la ciudad de Querétaro ya se consideraba un
general, los motivos fueron elaborados en color baluarte contra los chichimecas (Quintanar, 2012).
rojo mediante la técnica del delineado, aunque es La colonización de Guanajuato se realizó hacia
posible encontrar diseños en amarillo y, en menor 1546 con el establecimiento de estancias y el auge
medida, negros; no obstante, también los hay ela- ganadero vinculado al descubrimiento de las mi-
borados a la tinta plana y en composiciones poli- nas de Zacatecas (Jiménez, 1998). La ruta de la
cromas. Esta práctica se continuó durante el pla­ta pasaba por Zacatecas, San Luis Potosí, Gua-
virreinato y el siglo xix, lo que convierte al arte najuato, Querétaro y México y por ella desfiló
rupestre regional en una de las manifestaciones gran parte del mineral que enriqueció las arcas
plásticas que más perduraron en el centro norte reales (Lara, 2007).
de México (Viramontes y Flores, 2014a; Viramon­ Así, a partir del siglo xvi la irrupción de los
tes, 2015a) españoles en el territorio chichimeca desencadenó
un largo enfrentamiento entre el nómada y el con-
quistador acompañado por sus aliados otomíes en
El avance evangelizador las fronteras de Nueva España, Nueva Galicia y
y colonizador en territorio lo que a la postre sería Nueva Santander.3 El epi-
chichimeca sodio, conocido como Guerra de los Chichimecas,
se distinguió por la belicosidad de los nómadas
A los pocos años de la caída de México Tenochti­ y seminómadas desde 1550 hasta las postrime­
tlan se inició el avance de Conquista y colonización rías de ese siglo, donde el contexto social dio lugar
por parte de la corona española hacia el norte y al conflicto derivado de la campaña del entonces
oeste de lo que pronto sería la Nueva España; esta gobernador de la Nueva España y presidente de la
empresa obligaría a los españoles a ensayar, pro- Real Audiencia, Nuño Beltrán de Guzmán contra
poner y madurar diversas formas de extender los los teúles chichimecas (Carrillo, 1999); este pro-
dominios de la corona, y requirió mucho tiempo ceso fue aletargado por el acuerdo celebrado entre
y esfuerzo, pues al adentrarse en las serranías y
desiertos del norte, tanto la áspera geografía como 3
La desarticulación territorial y política producto de la caída
la resistencia de las naciones nómadas y seminó- de México Tenochtitlan, originó un movimiento poblacional
madas encontradas a su paso hicieron de esta tarea donde el centro norte de México fue el receptor de la
un episodio que tardaría más de doscientos años llegada y posterior expansión de los grupos otomíes que
acompañaban a los contingentes españoles como aliados
en consumarse. A través de una guerra de exter- en la campaña de conquista y colonización. Durante la
minio, de colonización defensiva, por la vía reli- época prehispánica los otomíes ocupaban el territorio al
giosa, levantando presidios y fuertes militares de norte del Altiplano Central, encontrándose en colindancia
frontera o mediante el establecimiento del sistema con las naciones nómadas y seminómadas de recolectores
cazadores. Pese al colapso sufrido en el siglo xvi, los caciques
de misiones religiosas, se trató de ganar y sujetar y señores otomíes principales de la provincia de Xilotepec
la tierra nómada. La sed española de expansión y se dirigieron hacia el norte en una: “[…] empresa en que
colonización de nuevos territorios, vorazmente colonización y conquista, en términos novohispanos, se
entremezclan con proyectos y significados propios y se con­
alimentada por la vastedad de vetas argentíferas, vierte para éstos en una empresa de carácter fundacional”
se enfrentó a la resistencia del sistema colonial (Cervantes y Crespo, 2002:79).
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CRUCES, ALTARES Y GLOSAS. EL AVANCE EVANGELIZADOR EN EL ARTE RUPESTRE DE GUANAJUATO

la corona española, los colonos tlaxcaltecas y las nio de los nómadas (Santa María, 2003). No obs-
naciones chichimecas del norte de Guanajuato tante, pasados cuarenta años muchos seguían
(Powell, 1984). A pesar de que algunos grupos se considerando como una solución al conflicto el
avinieron a la paz del rey, otros permanecieron refuerzo de la acción punitiva expresada por Cor-
resistiendo hasta bien entrado el siglo xviii en re- tés al Emperador desde las primeras expediciones
ductos de la inextricable Sierra Gorda. al norte de Nueva España (Cortés, 1983).
En virtud de este panorama, la labor de las En lugar de la entrada por las armas, que deja-
órdenes mendicantes de franciscanos, dominicos ba numerosos esclavos a soldados y funcionarios,
y agustinos, así como los significativos logros de Guillermo de Santa María pugnaba por proyectos
los jesuitas, jugó un papel decisivo en la conquis- de poblamiento y convivencia y lograría asentar
ta y evangelización, pues se conjugó la presión hacia 1571 varios grupos de guamares y guachi-
demográfica y el control militar con el quehacer chiles, en virtud de haber tenido una experiencia
religioso.4 Para el semidesierto de Guanajuato y previa con nómadas guamares que adoctrinó con
Querétaro el proceso no fue menos complejo que los tarascos hacia 1555.5 Las consideraciones de
singular, tanto por el dilatado espacio temporal, carácter geográfico y étnico en relación a los gru-
como por sus implicaciones humanistas, jurídicas, pos chichimecas sería ofrecerles habitación con
teológicas y las estrategias empleadas por las ór- traza de pueblo en su territorio, “lo primero, por
denes religiosas dedicadas a la enseñanza del San- ser su natural querencia” (Carrillo, 1999: 303).
to Evangelio y los rudimentos de la fe. Vale la De ser llevados a tierras ajenas volverían para in­
pena mencionar lo contrastante de los métodos: corporarse otra vez a la vida errante, y al deso­
dominicos y franciscanos creaban congregaciones cuparse su tierra, vendrán más nómadas y se
indias donde enseñaban la doctrina cristiana, a tornará a las armas (Santa María, 2003).6 Si los
labrar la tierra y las faenas ganaderas; por su par- franciscanos de la Provincia de Michoacán ensa-
te, los agustinos llevaban una vida muy semejante yaron los primeros poblamientos de chichimecas,
a la del cazador recolector que deseaban convertir los agustinos —impelidos en su labor de convi-
(Samperio, 1998). vencia y evangelización—, logran los primeros
Desde el particular punto de vista de fun­cio­ asentamientos exitosos.7
na­rios y militares, la conquista por la espada Durante buena parte de la historia de la Nueva
practi­ca­da contra las naciones chichimecas era España, el semidesierto de Querétaro y Guana-
necesaria y justa para beneficiarse, por supuesto, juato, así como la Sierra Gorda se consideraron
de la bonanza de la tierra argentífera y deshacer-
se del indecible nómada. En cambio, los religiosos 5
Al parecer, Guillermo de Santa María estuvo presente en
reprobaban la reducción del chichimeca median- algún momento de la guerra del Mixtón; llegó al territorio
chichimeca por la parte poniente, a tierras del encomende­
te esta estrategia, pues además de ser inhumana, ro Juan de Villaseñor y se estableció por varios años como
se perfilaba al fracaso. El fraile de la Orden de capellán de Guango. Hacia 1567, desde San Felipe Torres­
San Agustín, Guillermo de Santa María advertía mochas (Guanajuato) realizó un recorrido hasta el Pánuco y
permaneció tratando con los chichimecas durante 22 años
que lejos de ayudar, la guerra a sangre y fuego antes de elaborar el famoso texto conocido como Guerra de
sólo generaba vejaciones, esclavitud y el extermi- los Chichimecas (Carrillo, 2003).
6
Romper la frágil paz chichimeca era tan sencillo como no
cumplir con lo pactado. Hacia 1628 un grupo de guachichiles
4
El colonizador Juan Sánchez de Alanís, quien había de­ de Río Verde, San Luis Potosí, regresaron a las llanuras
sempeñado el cargo de Justicia Mayor de Las Chichimecas, desérticas al no recibir los alimentos, granos y paños
se ordenó como sacerdote en 1564-1565 y se dedicó por acordados (Powell, 1984).
completo a la evangelización de los nómadas del norte de 7
Los misioneros franciscanos de la Provincia de Michoa-
Guanajuato. En 1589, el jesuita Gonzalo de Tapia, partiendo cán realizaron los primeros intentos de poblamiento y
de Pátzcuaro, de la Provincia de Michoacán, recorrió Gua­ evangelización con los chichimecas de nación guamar
najuato predicando el evangelio entre los chichimecas. y formalizaron los primeros asentamientos de nómadas y
Finalmente se estableció en 1590 en San Luis de la Paz. Su sedentarios en San Miguel (de Allende) y San Felipe
labor evangélica se extendió hacia Dolores Hidalgo y otros (Torresmochas) en tierra chichimeca, así como la colocación
lugares cercanos entre Guanajuato y San Luis Potosí (Jiménez, de una cabeza de puente en Xichú para adentrarse en las
1998). serranías potosinas (Carrillo, 1999).
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un manchón de gentilidad al centro del virreinato; Otros soportes presentan motivos cuya técnica
el frecuente hostigamiento a los nómadas y semi- es más semejante a la que empleaban tradicional-
nómadas se utilizó para provocar su levantamien- mente los colonos otomíes antes de la conquista
to y generar el pretexto para esclavizarlos o española que en los siglos xvi y xvii arribaron al
exterminarlos; ello resultaba continuamente en el semidesierto queretano y guanajuatense proce-
abandono, fuga y destrucción de las Misiones re- dentes de la provincia de Xilotepec. En la Sierra
ligiosas (Lara, 2007). A pesar de las entradas Gorda, esos grupos emplearon una gama cromá-
evangelizadoras del siglo xvi, acuerdos como “La tica basada en tonalidades blanco/cremas, pero
Paz de Maconí” —arreglada en 1715 por Geróni- incorporando una iconografía propia de la religión
mo de Labra y que prometía a los jonaces gozar católica popular. Por último, tenemos ejemplos
de la libertad que tenían antes del arribo espa- que parecieran haber sido plasmados directamen-
ñol—, se frustraban continuamente por los inte- te por sacerdotes católicos o sus oficiantes que
reses económicos (Samperio, 1998). Muestra de podrían estar relacionados con un intento de su-
lo anterior fue la campaña genocida emprendida primir prácticas idolátricas.
en la Sierra Gorda hacia 1748 por el capitán José
de Escandón contra los chichimecas jonaces
que resistían dispersos desde Cadereyta, Real de El arte rupestre del semidesierto
Xichú y San Luis de la Paz; el Auditor de Guerra, de Guanajuato: de la época
el Marqués de Altamira expresó que ni la labor prehispánica al siglo xviii
apostólica ni la congregación habían librado la
región del apóstata y sus correrías: “Mucho peores En un trabajo anterior abordamos el arte rupestre
sin comparación son los indios Chichimecas Jo- colonial en el estado de Querétaro (Viramontes,
nases de la Sierra Gorda [...] absolutamente nega- 2015a), por lo que en este artículo sólo haremos
dos protervos y obstinados [...] no había otro modo mención al que hemos registrado en el nororiente
de librarse de las atrocidades de dichos indios, de Guanajuato en los últimos años. Para la región
que extinguiéndolos enteramente [...] por lo que semidesértica de Guanajuato la primera referencia
eran dignos todos de la pena de muerte con escrita en torno a la presencia de sitios de mani-
que pronta y seguramente se extinguiera tan per- festaciones rupestres se remonta al último tercio
niciosa semilla, sin que jamás pudiese volver á del siglo xvi, pero no fue sino hasta la década de
renacer […]” (Vargas Rea, 1944: 26). 1970 que de forma ocasional se inició su locali-
Las naciones nómadas y seminómadas que zación, registro e investigación (Santa María,
desde el siglo xvi sobrevivieron a la expoliación 2003; Bejarano, 1973, 1978; Blancas, 1978; Cres-
de su territorio, a la explotación o a las campañas po, 1981; Casado, 1988); en 1999 realizamos la
militares, fueron reducidas en misiones religiosas documentación de dos sitios de arte rupestre en el
o formaron parte de poblaciones indígenas multiét­ municipio de Victoria (Viramontes, 2000b) y
nicas, mestizas, de rancheros y criollos llegados poco después iniciamos un proyecto en el noro-
a la región debido a la pujante actividad mi­nera y riente de Guanajuato —como una continuación
ganadera. De tal forma, hacia el siglo xviii ya se natural del trabajo que habíamos desarrollado en
había consolidado una sociedad con variados re- Querétaro—, enfocado a la localización, docu-
ferentes culturales (Crespo, 1991). mentación, registro e investigación de este tipo
Este dramático proceso de conquista y coloni- particular de sitios arqueológicos (Viramontes
zación emprendido por españoles y otomíes deja- et al., 2003). En la actualidad contamos con un
rá huella en el arte rupestre del semidesierto en detallado catálogo de 53 sitios de manifestaciones
una buena cantidad de frentes y abrigos rocosos; rupestres —la mayor parte de ellos en el munici-
algunos de éstos muestran motivos que tienen pio de Victoria—, que incorpora calcos digitales
que ver con la nueva ideología dominante, pero que de cada uno de los motivos pictóricos, descrip­
son de clara factura indígena, pues mantienen las ción exhaustiva tanto del contexto natural como
técnicas y tintes propios de la época prehispánica. arqueológico, levantamiento topográfico o cro-
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CRUCES, ALTARES Y GLOSAS. EL AVANCE EVANGELIZADOR EN EL ARTE RUPESTRE DE GUANAJUATO

quis, información específica de la ubicación y Nuevos elementos, nuevos


disposición del sitio y de los soportes, así como significados. Cruces, altares
registro fotográfico y de video digital, entre otros y glosas
(Flores y Viramontes, 2005; Viramontes y Flores,
2007, 2012, 2013, 2014 y 2015). De los sitios documentados hasta el momento en
El arte rupestre de la época prehispánica en la franja occidental y semidesértica de la Sierra
la Sierra Gorda guanajuatense se caracteriza por la Gorda guanajuatense, 27 presentan una iconogra-
constante presencia de la figura humana, que lle- fía vinculada de diferentes formas con la presen-
ga a alcanzar 70% del total de motivos pictóricos, cia de los colonos y conquistadores otomíes y
seguida por diseños circulares diversos, zoomor- españoles y la nueva ideología dominante (figs. 2
fos, fitomorfos y formas geométricas variadas. Se y 3; tabla 1). Tanto por la técnica de producción
trata de un arte rupestre esquemático generalmen- como por las temáticas abordadas consideramos
te delineado en rojo (en hasta 15 tonalidades di- que son dos las tradiciones principales que preva-
ferentes) y en menor medida, en amarillo y negro. lecieron entre los siglos xvi y xviii: una más pro-
Las composiciones bicromas en rojo y amarillo pia de cazadores recolectores de la región y otra
suelen concentrarse en el valle intermontano de ajena al semidesierto y que habría llegado con los
Victoria, mientras que las elaboradas en rojo y colonos otomíes durante el prolongado proceso de
negro se encuentran mayoritariamente en un Conquista y colonización (Viramontes, 2015a). A
singular paraje cercano a este valle conocido ésta habría que sumar un par de sitios con motivos
como la Cañada de los Murciélagos (Viramontes, pintados tal vez por sacerdotes de la religión ofi-
2015b). cial en situaciones muy concretas.

 Fig. 2 Sitios de manifestaciones rupestres del nororiente de Guanajuato con presencia


de motivos pictóricos coloniales; los sitios ubicados en el valle intermontano de Victoria
(en el recuadro) se presentan en la figura 3.
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 Fig. 3 Sitios de manifestaciones rupestres con presencia de motivos pictóricos coloniales en el valle
intermontano de Victoria y sus inmediaciones.

Manifestaciones gráfico rupestres Todo parece indicar que los primeros motivos
de los cazadores recolectores durante plasmados a partir del contacto con los españoles
el contacto fueron las figuras ecuestres (fig. 4) así como per-
sonajes con vestimentas singulares, tal vez misio-
Con la llegada de las huestes otomíes al semide- neros (fig. 5) y figuras humanas fantásticas a
sierto la práctica del arte rupestre por parte de los manera de teriantropos (fig. 6); aunque la figura
cazadores recolectores no desapareció, aunque si ecuestre sólo la encontramos en cinco sitios ar-
disminuyó en intensidad; en tanto que las autori- queológicos del nororiente de Guanajuato, cuan-
dades eclesiales vinculaban el arte rupestre con titativamente es la más recurrente. Esta figura
supercherías y ritos diabólicos, las expresiones de compuesta se plasmó de manera esquemática, de
esta práctica dejaron de realizarse en sitios abier- perfil y en disposición estática, empleando exclu-
tos y de fácil acceso, y se eligieron, por el contra- sivamente tonalidades en rojo y negro. Resulta
rio, lugares que se encuentran en lo alto de los complejo establecer la motivación específica que
cerros o en cañadas ocultas y poco accesibles. dio origen a la figura ecuestre, pero consideramos
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CRUCES, ALTARES Y GLOSAS. EL AVANCE EVANGELIZADOR EN EL ARTE RUPESTRE DE GUANAJUATO

Tabla 1. Sitios de manifestaciones rupestres del nororiente de Guanajuato con presencia de motivos
pictóricos coloniales

Nombre Jinetes Capillas Altares Cruces Glosas Otros


1 La Zorra*
2 Los Cerritos*
3 El Tecolote
4 El Paredón
5 Las Golondrinas I
6 Las Golondrinas II
7 La Sobrepiedra
8 El Copudo
9 El Derrumbadero II
10 Cueva del Cuervo
11 El Apartadero
12 Peña Colorada
13 La Mojonera
14 Cueva de las Manitas
15 El Salto II
16 Peña de los Monos
17 Los Letreros I
18 El Tambor
18 La Garza
20 Cueva de Indios
21 Peña Alta
22 Cueva de los Monos
23 El Salto III
24 Donicó
25 El Tepozán
26 Camposanto
27 Carricillo

* Los dos son en realidad un único y extenso sitio de arte rupestre, registrado de manera separada en la
drpmza del inah.

que bien pudo ser una forma de identificar y cons- con características fantásticas y/o en disposiciones
truir la imagen de quienes estaban invadiendo el anatómicas imposibles. En el imaginario popular
territorio; la técnica de representación y la gama de los lugareños, este paraje alberga todavía enti-
cromática empleada alude a las expresiones ico- dades espirituales propias del “mundo otro”.
nográficas propias de los grupos de cazadores
recolectores del centro norte de México.
Resulta significativo que tres de los cinco sitios Manifestaciones gráfico rupestres
de manifestaciones rupestres donde hemos regis- vinculadas con la nueva ideología
trado la mayor cantidad de motivos ecuestres se dominante
encuentran en la Cañada de los Murciélagos, un
paraje apartado, escondido y de difícil acceso; en Aunque durante algún tiempo se mantendría la
estos sitios encontramos una rica iconografía tan- técnica de elaboración de motivos pictóricos, así
to prehispánica como del contacto que, además como la iconografía propia de los cazadores reco-
de las figuras ecuestres, presenta figuras humanas lectores, ésta va a ceder el paso poco a poco a una
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 Fig. 4 Escena plasmada probablemente a principios de la época colonial, donde resaltan dos figuras
ecuestres. Camposanto, Victoria, Guanajuato.

 Fig. 5 Personajes vestidos a la usanza occidental.  Fig. 6 Figura antropomorfa con rasgos sobrenatu-
Arroyo Seco, Victoria, Guanajuato. rales. El Derrumbadero II, Victoria, Guanajuato.
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CRUCES, ALTARES Y GLOSAS. EL AVANCE EVANGELIZADOR EN EL ARTE RUPESTRE DE GUANAJUATO

 Fig. 7 Altares cristianos y  Fig. 8 Cruces cristianas de Cueva de los Monos (izquierda) y
personaje vestido a la usanza Donicó (derecha), Victoria, Guanajuato.
europea. Arroyo Seco, Guana-
juato.

forma diferente de representación, con nuevos


símbolos y nuevos significados; la obsesiva repre-
sentación de la figura humana propia de los nó-
madas y seminómadas prácticamente se
abandona y da paso a las cruces, capillas y altares
(figs. 7, 8 y 9). Si bien es cierto que hemos docu-
mentado este tipo de elementos en tonalidades
rojas, la mayor parte de los motivos pictóricos
fueron elaborados en un color blanco/crema, que
a partir de los siglos xvii y xviii será la caracte-
rística distintiva para esta nueva modalidad de
arte rupestre. Consideramos que el cambio en las
técnicas de elaboración y las tonalidades emplea-
das podrían estar vinculadas a las prácticas pro-
pias de los otomíes que llegaron a la región
durante la época prehispánica.
Es importante mencionar que las glosas y las
fechas nos remiten principalmente al último tercio
del siglo xviii, aunque también tenemos ejemplos
de los siglos xix y principios del xx. En realidad,
no son muchos los sitios arqueológicos que pre-
sentan frases o fechas, pues en el nororiente gua-
 Fig. 9 Panel principal de Las Golondrinas I.
najuatense hasta el momento únicamente las Algunos de los motivos prehispánicos (en negro
hemos registrado en tres lugares: El Copudo, Los en el recuadro superior) destacan por sus
Letreros y La Sobrepiedra (fig. 10). grandes dimensiones, poco usuales en la región;
Cabe señalar que los motivos geométricos los durante la época colonial el sitio fue reutilizado y
se representaron elementos iconográficos
hemos encontrado tanto en la pintura rupestre de católicos en una tonalidad de líneas blancas: un
los cazadores recolectores de la época del contac- altar con la leyenda “inri” en la parte superior.
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ARQUEOLOGÍA  51 • diciembre 2016

El arte rupestre colonial,


¿refuncionaliza y revitaliza
espacios sagrados o niega
un discurso ancestral?

En el proceso de colonización del semidesierto


guanajuatense destaca una configuración multiét-
nica; la convivencia entre cazadores recolectores
seminómadas y grupos sedentarios otomíes deri-
vó en formas de organización que propiciaron el
surgimiento de creencias, costumbres e identida-
des singulares. Ello probablemente influyó en que
la práctica de la gráfica rupestre continuara vigen-
te hasta hace relativamente poco tiempo; asimis-
mo, en el surgimiento y conformación de nuevas
identidades colectivas y formas de entender la
religión católica, se incorporaron nuevas temáti-
cas tanto en el ámbito rupestre como en la ger­
minación de una religiosidad popular propia de
 Fig. 10 Glosa y cruz cristiana de Los Letreros, los habitantes del semidesierto. Las religiones
Xichú, Guanajuato; se alcanza a leer la inscrip- indígenas son territoriales, pues sus conceptos y
ción “en el alto monte de la cueba santa e prácticas se entretejen en una relación observable
doxa […] su imagen sagrada”. La cruz mide
40 cm de largo desde su base. en diversos gestos comunitarios sucedidos en el
territorio (Barabas, 2010). Por otra parte, la iden-
tidad étnica remite a contextos históricos y so­
cialmente específicos; difieren en cuanto a su
composición y significados según los procesos
que las originan, de ahí la permanente reivindi-
cación del territorio ancestral como lugar de an-
claje de la memoria colectiva y como referente y
contenedor simbólico de su identidad y represen-
tación social (Giménez, 2002).
Hemos señalado la presencia de dos tradiciones
pictóricas rupestres: la del cazador recolector que
defendía su territorio o era reacio a incorporar-
se al nuevo sistema de dominación colonial y la
de los colonizadores, que al igual que la primera,
pudo tener diferentes motivaciones y derivacio-
nes, además de que podría haber sido elaborada
 Fig. 11 Diseño en cruz de la época virreinal. por otomíes y posiblemente, por sacerdotes espa-
Donicó, Victoria, Guanajuato. ñoles en casos muy específicos. Mientras que en
el primer caso pareciera que lo que se intenta es
to como en la vinculada con motivos iconográfi- dejar constancia de la presencia de los extraños
cos propios de la religión católica; no obstante, al o tal vez como producto de alguna ceremonia
contrario de lo que sucedía durante la época pre- en­caminada a alejar o derrotar al invasor, en el
hispánica, abundan los círculos con decoraciones segundo parece claro que se caracterizó por la
sumamente elaboradas o diseños plasmados de apropiación de los ancestrales espacios pictóricos
una manera muy cuidada (fig. 11). chichimecas. En ambas situaciones se incorpora-
43
CRUCES, ALTARES Y GLOSAS. EL AVANCE EVANGELIZADOR EN EL ARTE RUPESTRE DE GUANAJUATO

ron nuevas temáticas al arte rupestre del semide-


sierto: figuras ecuestres y personajes varios por
parte de los cazadores recolectores; por parte de
los recién llegados, cruces, glosas, altares, tem-
plos y otros elementos propios de la liturgia cató-
lica, ya sea yuxtapuestos a elementos nativos y
compartiendo los mismos soportes o bien sobre-
puestos a otros motivos más antiguos.
Es interesante señalar que al principio de la
evangelización se dio una relación de aceptación-
rechazo por parte de los catecúmenos locales a
los sacramentos e imágenes: jesuitas que misio-
 Fig. 12 La expresión escrita sobre los motivos
naban el norte de Guanajuato permitieron encen- rupestres de los cazadores recolectores dice
der un gran fuego por la noche —después de un “En el no(m)bre de las tres dibinas personas”,
bautizo colectivo y dicha la misa—, donde al son seguido de grafías ilegibles, y después “año de
1782”. Cueva del Copudo, Santa Catarina.
de tambores los nómadas cantaron y bailaron por
más de tres horas para celebrar el sacramento en
una ceremonia semejante a un mitote (Powell, de grafías ilegibles, y después “año de 1782”
1984); al tiempo que esto ocurría en Guanajuato, (fig. 12).
en Zacatecas y la sierra de Jalisco se quemaban y Si bien los disturbios en Xichú comenzaron por
profanaban cruces e iglesias y se parodiaba la 1734, tuvieron su clímax en 1769 y se extendieron
misa (Ricard, 2005). hasta 1794, los conflictos religiosos eran asunto
Durante décadas, ciertos sitios rupestres del conocido; desde 1614 el Santo Oficio tomó cartas
semidesierto fueron visitados por grupos que se en el asunto por prácticas católicas que distaban
resistían al orden colonial y a la imposición de las mucho de la ortodoxia. Se sabe de oraciones, con-
prácticas religiosas del conquistador, pues los con- juros y ensalmos usados durante el virreinato cuya
flictos religiosos y mesiánicos —relacionados con finalidad era restablecer el equilibrio de los en­
los festejos de la virgen de la Soledad y con un fermos. Tales oraciones eran usadas por especia-
indígena que oficiaba misa y comulgaba con tor- listas o hacían participar al paciente y asistentes
tillas—, propiciaron que familias enteras huyeran en ceremonias curativas de carácter colectivo
de los pueblos y se refugiaran en los cerros donde (Quezada, 1989). Llama la atención la sorpren­
muy probablemente se realizaban ceremonias re- dente similitud de la glosa registrada en El
ligiosas paralelas (Lara, 2002); en San Juan Bau- Copudo con la oración a “la Santísima Trinidad”,
tista Xichú (Xichú de Indios, hoy Victoria) estos pues se invoca a Padre, Hijo y Espíritu Santo: las
conflictos se prolongaron hasta 1790.8 tres divinas personas. Otra variante de la oración
Este dato resulta sugerente en virtud de la expresa: “En el nombre de la Santísima Trini­dad,
iconografía representada en El Copudo y Las Go- Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un
londrinas I. En la cueva El Copudo se sobrepusie- solo Dios verdadero” (Quezada, 1989:102). Ora-
ron varios elementos de la liturgia católica a un ciones de esta naturaleza se recogieron por
evento pictórico de los cazadores recolectores: el Santo Oficio entre curanderos del centro de
un crismón,9 una cruz y una glosa que dice: “En México en 1608, 1619 y 1750 (Quezada, 1974).10
el no(m)bre de las tres dibinas personas”, seguido Reflejo de estos eventos y de las prácticas religio-
sas de los pobladores de Xichú —alejadas de la
8
El indígena que se llegó a hacer famoso con el nombre de
Cristo Viejo, daba a beber el agua con que se bañaba, 10
Gonzalo Aguirre Beltrán (1992) señala que los elementos
suministraba peyote y se le atribuían poderes sobrenaturales. formales de la liturgia verbal en estas oraciones son: la
9
Es la representación del monograma de Cristo. Consiste en dedicación, la invocación, la demanda, el final y, en algunos
la combinación de letras griegas X y P, las dos primeras del casos, la reprimenda, es decir, un insulto a Dios para que
nombre de Cristo en griego. cumpla la demanda.
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ARQUEOLOGÍA  51 • diciembre 2016

 Fig. 13 Cruz del Calvario en color blanco a la tinta plana y con delineado externo en rojo; al igual que
muchos otros ejemplos, fue dispuesta reutilizando un soporte previamente pintado con motivos prehispáni-
cos (sector inferior del panel), tal vez reactivando ¿o negando? el discurso chichimeca. Arroyo Seco,
Victoria, Guanajuato.

fe católica según el celo clerical—, los podemos dejan de ser motivos a representar. Resulta sig­
observar representados en la gráfica rupestre del nificativo que en la cima de algunos cerros con
virreinato en al menos trece sitios del semide­ gráfica rupestre se levantaran cruces, mismas que
sierto, como una reutilización de los espacios, son visitadas en función de la estación lluviosa y
otorgándoles nuevo significado y revitalizándolos. el santoral católico para anunciar la llegada de
Entre grupos de raigambre nómada
como los yaquis y mayos del noroeste
mexicano, las cruces funcionan como
marcadores por excelencia del espacio
sagrado. Se levantan en los solares
para protección, presiden procesiones
y ceremonias y se orientan hacia la
sierra y por donde sale el sol (Moc­
tezuma, 2003). Las cruces latinas o de
calvario pintadas en tonalidades rojas
bajo la técnica del cazador recolec­tor
en cuevas o abrigos rocosos, es lo más
representado en el semidesierto gua-
najuatense desde momentos tem­
pranos (fig. 13). Durante los siglos xvii
y xviii continuaron plasmándose, pero
con técnicas distintas y en tonos blan-
cos; se incorporan aves, iglesias, glo-  Fig. 14 Altar delineado, asociado con otros motivos pictóricos
sas u oraciones, y las figuras ecuestres coloniales. El Derrumbadero II, Victoria, Guanajuato.
45
CRUCES, ALTARES Y GLOSAS. EL AVANCE EVANGELIZADOR EN EL ARTE RUPESTRE DE GUANAJUATO

 Fig. 15 Panel principal de Las Golondrinas II. Nótese el animal de tiro y las dimensiones de los elementos
icnográficos católicos, principalmente, la capilla y una cruz de calvario plasmados sobre un antropomorfo
prehispánico de grandes dimensiones. Arriba a la izquierda, un círculo concéntrico “alado”, enigmático
motivo también prehispánico en gris con delineado externo negro.

procesiones o para representar la pasión de Cristo elaborados en el siglo xviii con sobreposiciones
y en general en fechas distintivas del ciclo ritual pictóricas de carácter católico sobre los del caza-
anual. Las cruces del calvario o altar, tan comunes dor recolector, muestran animales y elementos
desde el siglo xvi en el semidesierto, eran coloca- fitomorfos que bien podrían aludir al imaginario
das en la península Ibérica y en Nueva España en de las representaciones católicas de los santos: un
“lugares paganos” (fig. 14); en contraparte, para buey asociado a cruces y templos en Las Golon-
las sociedades indígenas se transforman en refe- drinas II (fig. 15), recuerdan el pasaje de la vida
rentes territoriales e identitarios y cada vez que se de san Isidro Labrador resonando que los ángeles
visitan se reafirman las relaciones sociales y pa- guiaban su yunta mientras él oraba (Maza, 1971),
rentales y fungen como recursos mnemónicos o la posible representación de la Santísima Trini-
colectivos de los lugares sagrados (Barabas, 2010). dad en Peña Colorada, donde se plasmaron flores,
Esto se verifica entre grupos agrícolas como tam- cruces, un ave con una planta de maíz y un per-
bién para chichimecos jonaces del norte de Gua- sonaje suspendido en una nube portando un bá-
najuato (Ferro, 2009). culo (fig. 16).
En otros trabajos hemos propuesto que parte Resulta significativo cómo los nuevos elemen-
de la gráfica rupestre tenía funciones terapéuticas tos gráficos se sobrepusieron espacialmente a los
y de fertilidad para la época prehispánica y previo plasmados por el cazador recolector, reactivando
al contacto español (Viramontes, 2005b; Salinas, el carácter ritual y sagrado de abrigos y frentes
2012). La iconografía católica plasmada en luga­ rocosos: las sobreposiciones pictóricas de carácter
res sagrados de los cazadores recolectores revela
una reelaboración simbólica del espacio chichi- manifiesta mejor la naturaleza de la estrategia social in­
meca por las colectividades gestadas en el semide­ volucrada. Así, la reinterpretación simbólica es la reformulación
sierto.11 Otros paneles rupestres, probablemente de nuevas entidades y conceptos. Análogamente, Broda
(2007) define el sincretismo como una reelaboración
simbólica de creencias, prácticas y formas culturales que
11
Barabas (2000) propone, en lugar del vocablo sincretismo, acontecen por lo general en un contexto de dominio e
la expresión reelaboración simbólica, pues considera que imposición por la fuerza en un contexto multiétnico.
46
ARQUEOLOGÍA  51 • diciembre 2016

 Fig. 16 Singular iconografía del sitio Peña Colorada, Tierra Blanca, Guanajuato. Los motivos coloniales
fueron plasmados en blanco, sobrepuestos a un evento pictórico chichimeca que casi ha desaparecido;
se observa una especie de flor y en el centro varias cruces sobre un ave con una planta de maíz en el
pico y un personaje suspendido en una nube portando un báculo (arriba a la derecha).

católico intentaban otorgar un nuevo significado


a esos espacios y son, de acuerdo con Báez-Jorge
(1988: 349-350), formas religiosas mediatizadas:
“[…] modalidades asumidas por la conciencia so-
cial […], fenómenos retentivos manifiestos en las
formas de religiosidad popular características de
los grupos étnicos.”

Palabras finales

Para los grupos nómadas y seminómadas la colo-


nización y evangelización del semidesierto signi-
ficó reducción, esclavismo y la casi extinción
biológica y social. Sin embargo, este territorio fue
escenario del surgimiento de nuevas identidades  Fig. 17 Glosa plasmada en color blanco/crema
en la cueva de El Copudo, Santa Catarina,
colectivas y en consecuencia de una religiosidad Guanajuato.
popular vigente en cultos populares, danzas y pe-
regrinaciones. Al tiempo que diversos motivos
pictóricos de la época del contacto permanecieron vía eran visitados algunos sitios con pintura ru-
como testimonio gráfico del dramático proceso pestre durante las peregrinaciones anuales, como
de conquista y colonización, la práctica de la grá- El Tecolote (ubicado cerca de Victoria):
fica rupestre no desapareció, al contrario, perduró
hasta el siglo xix y principios del xx incorporan- […]hasta hace poco tiempo —dos años escasos—
do nuevas temáticas en los ámbitos sagrados y los danzantes que iban en peregrinación hacia Los
profanos (fig. 17). Hasta hace unas décadas, toda- Remedios […] paraban en El Tecolote y danzaban
47
CRUCES, ALTARES Y GLOSAS. EL AVANCE EVANGELIZADOR EN EL ARTE RUPESTRE DE GUANAJUATO

 Fig. 18 Motivos de carácter prehispánico y colonial plasmados probablemente en un mismo evento


pictórico durante las últimas décadas del siglo xvi o las primeras décadas del siglo xvii. El Tecolote,
Victoria, Guanajuato. Este sitio era una parada obligatoria durante algunas peregrinaciones con rumbo al
Santuario de Los Remedios, uno de los más importantes de la región y localizado a unos metros del
importante sitio de manifestaciones rupestres conocido como Arroyo Seco, también en Victoria, Guanajuato.

durante la noche […] También se nos informó que representaciones colectivas, preocupada en los
en opinión de los habitantes de Misión de Arnedo procesos de reproducción y transmisión de cono-
es hasta este lugar que llegan los límites originales cimientos.
de su antigua congregación. El interés de este con-
junto pictórico, es que es claramente de época
posterior a la cristianización de la región. Los ele- Bibliografía
mentos asociados a estas cruces, como las figuras
antropomorfas esquematizadas, ‘soles o flores’, • Aguirre Beltrán, Gonzalo
‘varas’, pertenecen a un mismo tipo de rito, que 1992. Medicina y magia: el proceso de aculturación
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son considerados como espacios sagrados; es el (Serie II). 31 (6): 697-704.
caso de Cruz del Milagro, en Peñamiller, Queré-
taro, donde el 3 de mayo se realizan las festivida- • Báez-Jorge, Félix
des de la Santa Cruz. En otros casos, son visitados 1988. Los oficios de las diosas. Dialéctica de la
por fieles que acuden a los santuarios de vírge­ religiosidad popular en los grupos indios de México.
nes y santos locales donde se danza y reza, como Xalapa, Universidad Veracruzana (Ciencia).
es el caso de Arroyo Seco, localizado en las inme­
diaciones de Victoria. Finalmente, consideramos • Barabas, Alicia
que un acercamiento a las expresiones religiosas 2000. Utopías indias. Movimientos sociorreligiosos
en este contexto debe ser desde una antropolo- en México. Quito, Abya-Yala.
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