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“Medicalización y Sociedad” es una publicación que reúne una serie de trabajos que resultan de un

proyecto de investigación que en forma conjunta efectuaron el Observatorio Argentino de Drogas


del SEDRONAR con la participación de la Universidad Nacional de General San Martín a través
del denominado Programa Mundos Contemporáneos, y según advierten los coordinadores tiene una
doble finalidad: efectuar aportes “para pensar y hacer inteligibles ciertas transformaciones sociales
contemporáneas” y por otra parte el proyecto “ ha tenido también la intención de brindar una
perspectiva más amplia en la cual inscribir buena parte de los fenómenos que el Observatorio
Argentino de Drogas viene identificando, a través de estudios nacionales y jurisdiccionales.
El primer concepto que hay que tener en cuenta es el de “Medicalización”
La MEDICALIZACIÓN, como señala Peter Conrad, puede describirse básicamente como un proceso
múltiple y variado, por el cual “problemas NO-médicos” pasan a ser definidos y tratados como
“problemas médicos”, ya sea bajo la forma de “enfermedades” o de “desórdenes”. Para algunos,
incluso, la rápida expansión de la medicalización puede ser considerada como una de las
transformaciones centrales ocurridas en la última mitad del siglo pasado.
La medicalización, como problema y como tema controvertido y polémico si lo hay, constituye la
centralidad de este trabajo, con un abordaje cuyo eje se direcciona al cuestionamiento de dicha
controversia que se traduce básicamente por la determinación de “problemas no médicos” que se
definen y tratan como “problemas médicos”, que suelen expresarse como:
 enfermedades,
 dolencias,
 afecciones o
 desórdenes biológicos
y como a partir de esas situaciones ejercen una influencia negativa con impactos significativos
sobre las personas y comunidades, reduciendo la complejidad de los procesos vitales a “cuestiones
de orden médica o psicológica” y provocando una distorsión de las conductas diagnósticas y
prescriptivas del sector profesional, un alto consumo auto-prescriptivo de la población que se
estimulan, en ambos casos, a través de múltiples mecanismos inductores de la sociedad de consumo
inserta en ese complejo entrelazado de intereses políticos, económicos y culturales, entre otros,
constituyéndose en los elementos de sustentación del biopoder del que hablaba Foucault.
El plan de obra es expuesto por los coordinadores en la Introducción, con una distribución en seis
capítulos que, a su vez, se relacionan por complementación de abordaje temático en dúos, a saber:
Cap. 1 y 2 ( “La Creciente Medicalización Contemporánea” por Graciela Natella y
“Medicalización de la Salud” por Graciela Laplacette y Liliana Vignau ); Cap. 3 y 4 ( “Usos y
Abusos de la Medicalización en el Consumo de Drogas” por María Epele y “La Medicalización de
la Infancia” por Beatriz Janin ) ; Cap. 5 y 6 ( “Las Instituciones Sanitarias en la Argentina “ y
“Dilemas Irresueltos en el Sistema Sanitario Argentino” ambos por Karina Inés Ramaciotti ).

1.- Lo que aparece como bibliografía de la cátedra es el artículo o capítulo 1: de Graciela Natella
“La Creciente Medicalización Contemporánea”, si bien se sitúa en el campo de la salud mental,
remite al problema de la medicalización caracterizándolo como un fenómeno que se basa en la
“desactivación de las potencias individuales y colectivas”, cuyo eje reside en la reducción de la
complejidad de los procesos vitales a “cuestiones de orden médica o psicológica”. Asumir esta
posición le permite a la autora describir la expansión de la medicalización como aquello que va
“desde la construcción de nuevas enfermedades hasta alcanzar los procesos comunes de la vida”.
El texto hace foco en el fenómeno de la medicalización expandido en la sociedad contemporánea en
forma ilimitada, con multiplicidad de actores, lo que hace que se pueda ubicar como un proceso de
acción colectiva, constituido como un instrumento principal de intereses de mercado con una
prevalente influencia de la industria farmacéutica y biotecnológica en interacción con corporaciones
del seguro asistencial y de los profesionales, los medios de comunicación masiva, el colectivo social
y los consumidores, con aspectos singulares de inducción al fenómeno del “hiperconsumo” de la
sociedad en general.
Una expansión que se manifiesta en la “ACREDITACIÓN DE NUEVAS CATEGORÍAS
DIAGNÓSTICAS” (como puede verse en el caso del DSM, por ejemplo) y en el incremento de la
“prescripción y el consumo de psicofármacos”, en sociedades de consumo que promueven
constantemente la adquisición de todo tipo de bienes prometiendo, según el caso, la “felicidad”, el
“bienestar” o la mera supervivencia. Como estrategia de este despliegue, la medicalización opera
aumentando los niveles de dependencia y desarticulando, como contraparte, el avance de
aquellas visiones que promueven el acceso generalizado al derecho a la salud.

2.- El segundo texto, a cargo de Laplacette y Vignau, complementa el planteo anterior haciendo
foco en los mecanismos de control social que operan a través del proceso de medicalización, con su
consiguiente efecto de normalización y sanción de determinadas prácticas.
En este Capítulo 2 el tratamiento del tema se ubica más dentro de una MIRADA SOCIOLÓGICA,
que parte de la crisis del PARADIGMA BIOMÉDICO, la influencia de los modelos de atención
basados en el hegemonismo médico dentro del equipo de salud, el rol de los diferentes actores
sociales y una mirada particular dentro de los principios de la Salud Colectiva.
La tensión entre el paradigma biomédico (en crisis, por lo menos, desde mediados del siglo XX)
y el paradigma de la salud colectiva, le sirve a las autoras para describir conceptualmente la
disposición de un “CAMPO PARA LA EXTENSIÓN DE LAS PRÁCTICAS MÉDICAS A LA VIDA
COTIDIANA DE LOS CONJUNTOS SOCIALES”.
Un campo que se origina en la “intersección” entre la dificultad para responder a ciertas
“expresiones estructurales del proceso salud/enfermedad/atención” y las lógicas de reproducción del
sistema capitalista (poniendo en juego a las industrias farmacéuticas y biotecnológicas con la
población, los medios de comunicación, el Estado, los equipos de salud y los médicos en general).
Ahora bien, las limitaciones del paradigma médico-biológico tienen su expresión tanto en los
modelos de atención de la salud como en los que se aplican al consumo de sustancias psicoactivas.
En ambos casos, la hegemonía de la matriz médica queda desenmascarada a partir de una estrategia
que consiste en:
a) expansión de la jurisdicción de la medicina;
b) implantación del lenguaje tecnológico-científico de la medicina solapando al orden moral;
c) profesionalización de problemas humanos con asignación de profesionales expertos para
tratarlos;
d) despolitización del problema;
e) individualización de las dificultades humanas y minimización de su naturaleza social.
A partir de este análisis, se restituye a la enfermedad su condición de “construcción social” y se
interroga sobre la vinculación entre “enfermedad y anormalidad”. Por ambas vías, la problemática
de la medicalización manifiesta su carácter esencialmente político.

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