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1.- Lo que aparece como bibliografía de la cátedra es el artículo o capítulo 1: de Graciela Natella
“La Creciente Medicalización Contemporánea”, si bien se sitúa en el campo de la salud mental,
remite al problema de la medicalización caracterizándolo como un fenómeno que se basa en la
“desactivación de las potencias individuales y colectivas”, cuyo eje reside en la reducción de la
complejidad de los procesos vitales a “cuestiones de orden médica o psicológica”. Asumir esta
posición le permite a la autora describir la expansión de la medicalización como aquello que va
“desde la construcción de nuevas enfermedades hasta alcanzar los procesos comunes de la vida”.
El texto hace foco en el fenómeno de la medicalización expandido en la sociedad contemporánea en
forma ilimitada, con multiplicidad de actores, lo que hace que se pueda ubicar como un proceso de
acción colectiva, constituido como un instrumento principal de intereses de mercado con una
prevalente influencia de la industria farmacéutica y biotecnológica en interacción con corporaciones
del seguro asistencial y de los profesionales, los medios de comunicación masiva, el colectivo social
y los consumidores, con aspectos singulares de inducción al fenómeno del “hiperconsumo” de la
sociedad en general.
Una expansión que se manifiesta en la “ACREDITACIÓN DE NUEVAS CATEGORÍAS
DIAGNÓSTICAS” (como puede verse en el caso del DSM, por ejemplo) y en el incremento de la
“prescripción y el consumo de psicofármacos”, en sociedades de consumo que promueven
constantemente la adquisición de todo tipo de bienes prometiendo, según el caso, la “felicidad”, el
“bienestar” o la mera supervivencia. Como estrategia de este despliegue, la medicalización opera
aumentando los niveles de dependencia y desarticulando, como contraparte, el avance de
aquellas visiones que promueven el acceso generalizado al derecho a la salud.
2.- El segundo texto, a cargo de Laplacette y Vignau, complementa el planteo anterior haciendo
foco en los mecanismos de control social que operan a través del proceso de medicalización, con su
consiguiente efecto de normalización y sanción de determinadas prácticas.
En este Capítulo 2 el tratamiento del tema se ubica más dentro de una MIRADA SOCIOLÓGICA,
que parte de la crisis del PARADIGMA BIOMÉDICO, la influencia de los modelos de atención
basados en el hegemonismo médico dentro del equipo de salud, el rol de los diferentes actores
sociales y una mirada particular dentro de los principios de la Salud Colectiva.
La tensión entre el paradigma biomédico (en crisis, por lo menos, desde mediados del siglo XX)
y el paradigma de la salud colectiva, le sirve a las autoras para describir conceptualmente la
disposición de un “CAMPO PARA LA EXTENSIÓN DE LAS PRÁCTICAS MÉDICAS A LA VIDA
COTIDIANA DE LOS CONJUNTOS SOCIALES”.
Un campo que se origina en la “intersección” entre la dificultad para responder a ciertas
“expresiones estructurales del proceso salud/enfermedad/atención” y las lógicas de reproducción del
sistema capitalista (poniendo en juego a las industrias farmacéuticas y biotecnológicas con la
población, los medios de comunicación, el Estado, los equipos de salud y los médicos en general).
Ahora bien, las limitaciones del paradigma médico-biológico tienen su expresión tanto en los
modelos de atención de la salud como en los que se aplican al consumo de sustancias psicoactivas.
En ambos casos, la hegemonía de la matriz médica queda desenmascarada a partir de una estrategia
que consiste en:
a) expansión de la jurisdicción de la medicina;
b) implantación del lenguaje tecnológico-científico de la medicina solapando al orden moral;
c) profesionalización de problemas humanos con asignación de profesionales expertos para
tratarlos;
d) despolitización del problema;
e) individualización de las dificultades humanas y minimización de su naturaleza social.
A partir de este análisis, se restituye a la enfermedad su condición de “construcción social” y se
interroga sobre la vinculación entre “enfermedad y anormalidad”. Por ambas vías, la problemática
de la medicalización manifiesta su carácter esencialmente político.