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Consumidores vs trabajadores

Guillermo Arosemena Arosemena


El tema desigualdad económica ha pasado a ser noticia de portada de diarios, revistas
y prensa en general. Tal como trabajadores organizados protestaron con violencia para
impedir que la máquina desplace al ser humano, al inicio de la Revolución Industrial,
actualmente se culpa a la tecnología como principal responsable de crear enorme
brecha entre los ingresos de quienes crean y administran empresas tecnológicas y los
trabajadores. Frente al reclamo persistente habría que decidir si se quiere un mundo en
que la gente tenga los mismos ingresos y detener el progreso humano o encontrar otra
alternativa en que se mantenga el mundo de las ideas e innovación y el Estado invierta
en emprendimiento y educación tecnológica.
He seguido muy de cerca el crecimiento de las empresas tecnológicas y cómo ellas
permiten que muchos se beneficien directamente. Cuando Microsoft recién comenzó
sus operaciones, todos sus empleados recibieron opciones de ser accionistas de
diferentes maneras. Era un gran incentivo de Bill Gates para quienes creían en el futuro
de la empresa y así la beneficiaba al no hacer egresos que restaban liquidez en una
compañía en crecimiento. Conozco de un guayaquileño que fue beneficiario, cuando
renunció vendió sus acciones en un millón de dólares. En pocos años Microsoft había
creado numerosos empleados millonarios. En las ciudades donde operan empresas
tecnológicas de éxito, el valor de terrenos, casas o arriendos está muy por encima de
otras ciudades. La capacidad económica de los empleados les permite repagar. El
beneficio no sólo es para quien tuvo la idea y creó la empresa. Estos entran en otra
categoría, la de los millardarios. El diario El País de España dedica amplio espacio a la
desigualdad: “…la globalización, […] y la tecnología en general parecen estar
desempeñando un papel desconocido hasta ahora en España. Se trata de fenómenos
buenos para los consumidores, pero con efectos perjudiciales para los trabajadores
desplazados o para aquellos con escasa formación”. Así como hay teléfonos y edificios
inteligentes, se requiere de Estados inteligentes.

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