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Responsabilidad Extracontractual del Estado

Liquidación de la indemnización por concepto de perjuicios materiales1

I. INTRODUCCIÓN

Condiciones de la indemnización:

a El perjuicio debe ser cierto (en su existencia y en su cuantía).


- Perjuicio cierto y pérdida de chance.
- Evolución de la vida del perjudicado. Caso de viuda que se casa nuevamente –sentencias C-309 del 11 de
julio de 1996 y T-701 del 9 de diciembre de 1996–. Definición del asunto en el fallo que hace tránsito a cosa
juzgada –art. 333 CPC–. Formas de condena: pago en atención vitalicia o en sumas periódicas (sentencia del
9 de octubre de 1997, exp. 13.118, y sentencia del 29 de enero de 2004, exp. 18.273 - 0814, caso
contaminación por V.I.H.) o en un solo contado.
-Caso de persona que no sufre disminución de su salario, a pesar de que pierde capacidad laboral –Por la
negativa: Sentencia del 13 de diciembre de 1995, exp. 10606. Por la afirmativa: sentencias del 12 de
septiembre de 1991, exp. 6572; del 13 de noviembre de 1992, exp. 4324; del 27 de julio de 1995, exp. 8770;
del 1º de julio de 2004, exp. 14.494; del 19 de agosto de 2004, exp. 15.791).

b. El perjuicio debe ser personal

c. El perjuicio no debe haber sido reparado.


Soluciones al problema de la compensatio lucri cum damno: determinación de la causa que justifica el
beneficio, art. 16302 CC; sentencias del 7 de febrero de 1995, exp. S-247, y del 16 de julio de 1996, exp. S-
422; previsión legal de la subrogación, arts. 1096 3, 11394, 1140, 1099 y 1127 C de Co, sentencia del 22 de julio
de 1996, exp. 10.396. Ver sentencias del 3 de octubre de 2002, exp. 14.207, M.P. Ricardo Hoyos Duque, y del
14 de julio de 2004, exp. 14.308, M.P. Alier Hernández.

II. EVENTOS
1. POR MUERTE.

Damnificados: esposa, compañera, hijos, padres, otros.

1.1 Bases de la liquidación

a. Ingreso de la víctima. Prueba y presunciones.

1
Documento de trabajo preparado por Aída Patricia Hernández Silva, Magistrada Auxiliar de la Sección
Tercera del Consejo de Estado. Profesora Titular de la Universidad Externado de Colombia. Aspirante a
Doctora en Derecho en la misma Universidad.
2
ART. 1630.—Pago por persona distinta del deudor. Puede pagar por el deudor cualquiera persona a
nombre de él, aun sin su conocimiento o contra su voluntad, y aun a pesar del acreedor.
Pero si la obligación es de hacer, y si para la obra de que se trata se ha tomado en consideración la aptitud o
talento del deudor, no podrá ejecutarse la obra por otra persona contra la voluntad del acreedor.

3
El asegurador que pague una indemnización se subrogará, por ministerio de la ley y hasta concurrencia de su
importe, en los derechos del asegurado contra las personas responsables del siniestro. Pero éstas podrán
oponer al asegurador las mismas excepciones que pudieren hacer valer contra el damnificado.
Habrá también lugar a la subrogación en los derechos del asegurado cuando éste, a título de acreedor, ha
contratado el seguro para proteger su derecho real sobre la cosa asegurada.
4
NO HAY SUBROGACIÓN CONTRA CAUSANTES DEL SINIESTRO.La subrogación a que se refiere el
artículo 1096 no tendrá cabida en esta clase de seguros (De personas).
Si está probado el ingreso, se toma el valor acreditado que debe actualizarse a la fecha de la sentencia.

Si sólo está probado que era productivo más no la cuantía del ingreso, se toma el salario mínimo vigente para
la fecha en que se produjo el daño, que debe actualizarse a la fecha de la liquidación; si el valor actualizado es
inferior al salario mínimo legal vigente para ésta última fecha se toma este valor.

Si el damnificado es trabajador formal se le aumenta el 25% correspondiente a prestaciones sociales.

- Uso de salario diferente al devengado en el momento del daño: Caso Low Murtra (sentencia del 19 de junio
de 1997, exp. 11875). Caso Pardo Leal (sentencia del 30 de octubre de 1997, exp. 10958).

b . Vida probable de la víctima

Se determina con fundamento en la edad que tenía a la fecha de la muerte y en la tabla de mortalidad de la
Superintendencia Bancaria, vigente a la fecha del hecho dañino.

Uso de las tablas de mortalidad de válidos e inválidos:(Resoluciones de la Superbancaria Nos. 996 del 29 de
marzo de 1990, 585 del 11 de abril de 1994, 497 del 20 de mayo de 1997 y 1112 de 2007)

c. Dependencia económica. Períodos de indemnización

Se presume dependencia respecto de quienes son acreedores alimentarios por ley, exigiéndose prueba para
cualquier persona que no esté dentro de estas categorías.

El período de la indemnización se calcula con fundamento en la condición de cada damnificado, en su edad y


en la tabla de mortalidad de la Superintendencia Bancaria, vigente a la fecha del hecho dañino, según el caso.

- Si es madre o padre de occiso: se toma hasta la fecha de vida probable de cada uno de estos por ser
mayores.

- Si es cónyuge o compañera (o) del occiso: se toma hasta la fecha de vida probable menor, que se determina
teniendo en cuenta cuál es mayor de los dos y en consideración a que las mujeres tienen mayor vida probable.

- Si es hijo: hasta la fecha de la mayoría de edad o una fecha correspondiente a edad superior, si probó
dependencia económica con posterioridad a los 18 años. Si es inválido hasta el término de vida probable del
occiso.

Notas relevantes

- Uso de límites de edad: (mayoría de edad para esperar ayuda de los padres, 25 años para esperar ayuda de
los hijos). Excepciones: ayuda previa por fuera de la regla de la experiencia, invalidez de los hijos o de los
padres, condición de hijo único. Sentencias del 3 de octubre de 1992, del 8 de agosto de 2000 y del 15 de
agosto de 2002.

2
- Uso indicativo de las obligaciones alimentarias (artículos 411, 413 y 420 del CC). Sentencias del 23 de
octubre de 1992, exp. 6951, del 15 de agosto de 1996, exp. 10818, y del 12 de diciembre de 1997, exp. 10651
 crítica a la presunción de dependencia económica de la esposa o compañera permanente.

Puntos de controversia

- Crítica al pago del lucro cesante hasta el último día de vida, por no tenerse en cuenta la finalización de la
edad laboral, y la posible existencia de la pérdida del derecho a la pensión, como daño diferente.
- Crítica a concepto doctrinal en el sentido de que, cuando víctima no fallece, sufre incapacidad permanente,
debe usarse tabla de mortalidad para inválidos: hay derecho al lucro cesante futuro total y hay un daño
adicional, por pérdida de la vida probable.

d. Cuantía del perjuicio

- Se reconocen prestaciones sociales (25 ó 30% más sobre el salario devengado en jurisdicción C.A., si víctima
es trabajador formal – 37% en jurisdicción civil, C.S.J., sentencia del 25 de octubre de 1994).

- Al ingreso del occiso debe deducirse la proporción que dedicaba para su propia subsistencia: 25%. En algunos
eventos se ha dividido el salario en parte iguales: familia que tiene bajo ingreso y más de cuatro miembros
(sentencia 12.956 del 17 de mayo de 2001; actor: Hernando Palacios Aroca y otros; CP: Dra Maria Elena Giraldo
G.)
• El 75% restante se divide en 2: la mitad para la esposa o compañera; la otra mitad se divide
entre los hijos u otros damnificados.

- Uso de reglas de la partición de la sociedad conyugal y la herencia: 50% del ingreso a repartir, para esposa, y
el resto, para los hijos. Crítica.

e. Períodos de indemnización

- Indemnización debida : Desde fecha en que se produjo el daño hasta la fecha de la sentencia o liquidación.

- Indemnización futura: Desde la fecha de la sentencia hasta la fecha en que terminaría la dependencia según
lo expuesto en literal g. (vida probable del padre o madre del occiso, del o la cónyuge que muere primero o de
la mayoría de edad del hijo, etc).

f. Fórmulas y procedimientos

- Actualización
Ra = Rh. I. final
I. Inicial

- Indemnización debida, consolidada o histórica

S = Ra (1 + i)n -1
i

- Indemnización futura

3
S = Ra (1 + i)n - 1
i (1 + i)n

Donde
S = Suma a obtener
Ra = Renta actualizada
n = número de meses por período
i = 0.004867 Que corresponde a la tasa mensual del interés puro o legal para fórmulas compuesta, que se
obtiene así: (1+ i )1/12 – 1, donde i es la tasa anual de interés legal (6% o 0,06).

2. POR LESIONES

Procede la indemnización del daño emergente presente y futuro compuesto por las erogaciones
correspondientes al tratamiento de la lesión y a sus efectos.

El lucro cesante se calcula según el tipo de la incapacidad derivada de la lesión: temporal, definitiva, total,
parcial, para lo cual debe demostrarse el efecto de la lesión respecto de la capacidad laboral de lesionado, en
consideración a su actividad.

2.1 Incapacidad total temporal

Lucro cesante Se toma en cuenta el valor dejado de percibir durante el tiempo que duró la incapacidad, el que
será calculado a por el período comprendido entre la fecha de la producción del daño y la fecha de la
liquidación en aplicación de la fórmula prevista para la liquidación del período consolidado 5.

Daño emergente. Se cuantifica el valor de los medicamentos, servicios médico hospitalarios, etc, indexados
desde la fecha en que se produjo la erogación a la fecha de la liquidación. Pero si fueron erogaciones
periódicas ya realizadas, procede la aplicación de la fórmula correspondiente a renta consolidada.

2.2 Incapacidad parcial definitiva,

Lucro cesante Se toma el valor del ingreso de la víctima, respecto del cual se calcula el porcentaje
correspondiente a la incapacidad laboral.

Este valor será elemento base de la liquidación para cuantificar los períodos consolidado y futuro, teniendo en
cuenta la existencia o no de damnificados distintos a la victima directa de la lesión.

La aplicación de las fórmulas se hará con fundamento en las proporciones a que tienen derecho cada uno de
los damnificados y en el número de meses a indemnizar según se trate de padres, cónyuge o compañera (o),
hijos, etc.

Daño emergente

5
En algunas oportunidades el Consejo de Estado multiplica el valor mensual del salario por el período de
incapacidad, actualiza el resultado a la fecha de la liquidación y reconoce respecto del mismo el interés civil
del 6% anual.

4
Se cuantifica el valor de los medicamentos, servicios médico hospitalarios, etc, indexados desde la fecha en
que se produjo la erogación a la fecha de la liquidación. Si fueron erogaciones periódicas ya realizadas,
procede la aplicación de la fórmula correspondiente a renta por período consolidado.

Si se trata de erogaciones periódicas futuras, procede la aplicación de la fórmula correspondiente a renta


período futuro.

2.3 Incapacidad total definitiva

El perjuicio material se cuantifica como si se tratara de muerte, teniendo en cuenta que la víctima directa
también será objeto de indemnización.

En este evento se cuantifica el rubro correspondiente al daño emergente, pasado o futuro, según se trate de
erogaciones - pasadas o futuras - necesarias para el tratamiento y bienestar del lesionado.

La cuantificación de las erogaciones necesarias para tratar al lesionado se logra mediante la prueba de su
valor, la fecha en que se producen y el período en que habrán de causarse.

Notas relevantes

.- Casos de invalidez superior al 50%: Se condena al pago del lucro cesante con base en el 100% del salario:
conforme a lo dispuesto en el artículo 38 de la Ley 100 de 1993, puede considerarse inválida una persona que
hubiere perdido el 50% o más de su capacidad laboral, entendida ésta como el conjunto de habilidades,
destrezas, aptitudes y/o potencialidades de orden físico, mental y social, que le permiten desempeñarse en su
trabajo habitual (Decreto 917 de 1999, art. 2, lit. c). Sentencia del 29 de enero de 2004, exp. 18.273 (0814).

Necesidad de valorar situaciones especiales: pérdida de capacidad laboral inferior al 50%, que, sin embargo,
implica imposibilidad total de desarrollar la profesión o el oficio de la víctima: ¿se debe reconocer lucro
derivado de incapacidad total, o el derivado de la incapacidad parcial más el perjuicio que supone el
aprendizaje y el desarrollo de otra profesión u oficio?. SI: sentencias proferidas el 15 de enero de 1995,
expediente 10986, CP: Jesús Maria Carrillo; el 24 de julio de 1997, expediente 9401; CP: Carlos Betancur
Jaramillo y el 27 de noviembre de 2006; expediente 16.147 CP: Dr. Ramiro Saavedra B.

3. DAÑO A BIENES

3.1 Pérdida total

Según la naturaleza, la utilidad del bien y lo pedido, puede realizarse la liquidación de dos maneras.

El valor del bien indexado a la fecha del daño mas los intereses compensatorios, calculados respecto del valor
histórico, por el período de tiempo transcurrido desde la causación del daño a la liquidación del perjuicio.

O el valor presente del bien en consideración a su depreciación, como también la renta consolidada y futura,
según el caso, liquidada con fundamento en lo que habría producido mensualmente el bien desde que se
produjo el daño hasta la fecha final de su vida útil.

5
3.2. Privación temporal del bien

Daño emergente: costos de reparación del bien; costos de reemplazo temporal.


Lucro cesante: Comprende el valor de lo dejado de percibir durante ese lapso de tiempo, según la prueba del
producido del bien, cuantificado con las fórmulas para liquidar renta consolidada y futura.

EJEMPLOS JURISPRUDENCIALES
I. Por muerte6
4. INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS

En cuanto a la indemnización de perjuicios se tiene lo siguiente:

a. Debe notarse, inicialmente, que el demandante José Obelio López Álvarez no acreditó su parentesco
con el occiso ni probó su condición de damnificado en el presente caso; se negará, entonces, lo solicitado por
él en la demanda.

b. Respecto del daño moral ocasionado, se encuentra acreditado en el proceso que Saúl Hernando
López Álvarez estaba casado con Guillermina Carreño Silva; de esa unión nacieron Linda Liliana, Claudia
Marcela y Andrea Carolina López Carreño, de acuerdo con los registros civiles de matrimonio y de nacimiento
de las notarías quinta y séptima de Bogotá (folios 12 a 15, cuaderno 1). De la misma manera quedaron
demostradas las buenas relaciones de los miembros de las familias López Carreño, y el dolor sufrido por la
muerte de su esposo y padre, de acuerdo con la declaración del señor Orlando Alfonso Rodríguez Chocontá
(folios 165 a 167, cuaderno 2).

Demostradas tales relaciones de parentesco, alegadas en la demanda, puede inferirse, aplicando las
reglas de la experiencia, que los actores citados tenían un nexo afectivo importante con la víctima, que
determinó la existencia de lazos de alianza y solidaridad entre ellos, y que, por lo tanto, aquéllos sufrieron un
profundo pesar con la muerte de éste. Pueden considerarse suficientes, entonces, las pruebas del parentesco
aportadas al proceso, y la declaración referida para tener demostrado el daño moral reclamado por los
mencionados demandantes.

Sin embargo, conforme a lo expresado en sentencia reciente, esta Sala ha abandonado el criterio
según el cual se consideraba procedente la aplicación analógica del artículo 106 del Código Penal de 1980,
para establecer el valor de la condena por concepto de perjuicio moral; ha considerado que la valoración de
dicho perjuicio debe ser hecha por el juzgador, en cada caso, según su prudente juicio, y ha sugerido la
imposición de condenas por la suma de dinero equivalente a cien salarios mínimos legales mensuales, en los
eventos en que aquél se presente en su mayor grado7. No obstante lo anterior, teniendo en cuenta que, en este
caso, se solicita en el libelo condenar a la entidad demandada al pago, por este concepto, en la suma
equivalentes a mil gramos de oro, para cada uno de las demandantes, según lo indicado atrás, y dado que, en
la fecha de esta sentencia, dicha suma, correspondiente a $34.479.200.oo para los mil gramos de oro,
equivalente a 96.31 salarios mínimos legales, es inferior a aquélla que equivale al número de salarios mínimos

6
Sentencia proferida el 14 de julio de 2004, expediente 14.834, actor: Guillermina Carreño y otros: CP: Dr.
Allier Hernández Enríquez.
7
Consultar sentencia del 6 de septiembre de 2001, expediente 13.232-15.646.

6
antes indicados, se accederá a la petición formulada, a fin de respetar el principio de congruencia, y la Sala se
limitará a expresar su valor en pesos, en la parte resolutiva de esta sentencia.

b. En cuanto a la determinación de los perjuicios materiales, debe precisarse que en la demanda


únicamente fueron solicitados en la modalidad de lucro cesante.

Respecto de la dependencia económica de las demandantes respecto del occiso, el declarante Orlando
Alfonso Rodríguez Chocontá afirmó: “...se que ejercía la profesión [de abogado] con algún éxito en el último
año de su vida y sé que su nivel de vida era bueno, era lo que yo apreciaba. Respondía por los gastos de su
familia y de sus hijas”; también manifestó: “Escuché siempre hablar a Hernando con ilusión y cariño de sus
hijas, de la ilusión que hicieran una carrera profesional, especialmente Liliana y había mucho cariño y atención
de las hijas a el (sic) padre, fue lo que pude percibir...” (folio 165 y 166, cuaderno 2).

De acuerdo con lo anterior, se accederá a reconocer la indemnización solicitada en favor de las


demandantes Guillermina Carreño viuda de López, esposa del occiso, Andrea Carolina y Claudia Marcela
López Carreño, hijas del mismo y menores de edad al momento de su deceso. No ocurre lo mismo con Linda
Liliana López Carreño dado que, si bien era hija del afectado, al momento de su deceso era mayor de edad y
no obra ninguna prueba en el proceso de que dependiera económicamente de él.

En cuanto al monto de los ingresos mensuales del Saúl Hernando López Álvarez, al momento de su
deceso, con la demanda fueron aportados dos certificados: uno de ingresos, del contador público Gustavo
Hernández Bonilla, en el que se manifiesta que devengaba la suma de $920.000.oo mensuales, el cual fue,
posteriormente, reconocido por quien lo suscribió (folio 16, cuaderno 1, y 181, cuaderno 2). Otro, de la
promotora Guadalupe Ltda., en el que se acredita una asignación mensual de $300.000.oo, por servicios de
asesoría jurídica (folio 17, cuaderno 1). En el reconocimiento de dicho documento por el señor Enrique
Jiménez, quien la firmó, manifestó lo siguiente:

“Aclaro que en ningún momento yo le pagaba trescientos mil pesos como sueldo a él, de él utilizaba
sus servicios profesionales, cancelándole por cada negocio que él terminaba, como eran,
lanzamientos, escrituras, minutas que se hacían y todo lo relacionado con la inmobiliaria y finca raiz”
(folio 164, cuaderno 2).

También obran extractos bancarios del banco Citibank de la “cuenta rentable” de la que era titular
occiso, en la que constan saldos por diferentes sumas de dinero, entre noviembre de 1992 y marzo de 1993
(folios 169 a 180, cuaderno 2).

De las anteriores pruebas no se puede deducir el monto exacto de los ingresos del occiso, dado que no
tiene ningún fundamento fáctico la certificación del contador público y la certificación de la empresa se ve
desvirtuado por lo manifestado por quien la suscribió; tampoco se puede deducir un ingreso cierto de los
extractos bancarios.

No hay prueba que permita deducir el porcentaje que, de sus ingresos, dedicaba el occiso a gastos
personales y familiares; por lo tanto, es necesario aplicar las reglas de la experiencia, como tradicionalmente
ha venido haciéndolo la Corporación. En efecto, aplicando dichas reglas, no se puede afirmar que la víctima
dedicaba todos sus ingresos a las sobrevivientes, pues el sentido común indica que debía dedicar algún
porcentaje de ellos a la propia subsistencia. No hay un principio exacto para determinar el porcentaje que
debería descontarse por gastos personales, asunto que depende del número de personas a cargo; en este
caso, tratándose de la esposa y dos hijas, se ha dicho que destinaría el 25 % de sus ingresos a su manutención

7
y aportaría el porcentaje restante a gastos familiares, como lo ha reconocido la jurisprudencia en reiteradas
oportunidades.

De otra parte, si bien se encuentra acreditado el perjuicio material sufrido por las demandantes, no se
encuentra acreditada su cuantía, lo que se explica por la actividad económica independiente a la que se
dedicaba el señor López Álvarez, como abogado litigante, cuyos ingresos, generalmente, no son fijos. Se dará,
entonces, aplicación a la tesis ya sostenida por esta Sala en otras oportunidades 8, presumiendo, con
fundamento en el hecho probado de que la víctima se dedicaba a una labor productiva, de la cual derivaba el
sustento para sí y para su familia, que obtenía de su trabajo una suma equivalente al valor del salario mínimo.

Aplicando la fórmula utilizada reiteradamente para actualizar la renta, se tiene que la renta actualizada
(Ra) es igual a la renta histórica (devengada por la víctima al momento de su muerte) multiplicada por el índice
de precios al consumidor del mes anterior a la sentencia, dividido por el índice de precios al consumidor
vigente en el mes en que ocurriera hecho dañino 9.

índice final - abril/2004 (150.90)


Ra = R ($ 81.510.oo) ------------------------------------------------------ = $ 339.775.00
índice inicial – marzo/1993 (36.20)

Teniendo en cuenta que el salario mínimo vigente en la fecha en que se profiere esta sentencia
equivale a la suma de $358.000.oo, superior a la que resulta de actualizar el salario mínimo vigente en la
época en que ocurrieron los hechos, se tendrá en cuenta aquélla para efectuar la liquidación respectiva. Se
deducirá de dicha suma el 25%, correspondiente al valor aproximado que Saúl Hernando López Álvarez debía
destinar para su propio sostenimiento, quedando la base de la liquidación en la suma de $268.500.oo.

El 50% de este valor ($134.250.oo) se tendrá en cuenta como suma base para el cálculo de la
indemnización correspondiente a la esposa Guillermina Carreño viuda de López, y el 50% restante se dividirá,
en partes iguales, entre las dos hijas, Claudia Marcela y Andrea Carolina López Carreño, de modo que la suma
base para el cálculo de la indemnización a que tiene derecho cada uno de ellas será de $67.125.oo.

Se tendrá en cuenta, además, que, en el momento de su muerte, Saúl Hernando López Álvarez tenía
44 años –así se desprende del registro civil de matrimonio y del acta de inspección de cadáver, que obran a
folios 12 y 19 del cuaderno 1– y, por lo tanto, una vida probable de 31.94 años (383.28 meses), según la tabla
colombiana de mortalidad adoptada por la Superintendencia Bancaria, por resolución 996 de 29 marzo de
1990. Adicionalmente, su esposa, menor que él, en la fecha de los hechos tenía 40 años de edad (folio 12,
cuaderno 1), tenía, entonces, una vida probable de 35.39 años, de acuerdo con la tabla citada, por lo que se
tomara en cuenta la vida probable del occiso.

La indemnización a que tienen derecho la señora Guillermina Carreño viuda de López comprende dos
períodos: uno vencido o consolidado, que se cuenta desde la fecha en que ocurrieron los hechos hasta el
presente, para un total de 134 meses, y el otro, futuro o anticipado, que corre desde la presente fecha hasta el
fin de la vida probable del occiso, para un total de 249.28 meses.

8
Ver, entre otras, sentencias de la Sección Tercera, del 15 de septiembre de 1995, expediente 8488; 31
de enero de 1997, expediente 9849; 2 de octubre de 1997, expediente 10246; 25 de mayo de 2000,
expediente 12162.
9
La cifra del denominador de la formula, resulta de multiplicar el índice de precios al consumidor de
enero de 1994, 335.08, por 0.1258146, factor constante de conversión determinado por el DANE para
relacionar índices entre los períodos 1981 a 1998, y 1999 hasta el presente, cuando se partió
nuevamente de la base cien para el registro del índice.

8
En cuanto a las demandantes López Carreño, conforme a las reglas de la experiencia se supone que
dependerían económicamente de su padre hasta llegar a la mayoría de edad, lo que ocurrió el 27 de febrero de
1995, en el caso de Claudia Marcel; y el 27 de octubre de 1999, en el caso de Andrea Carolina (folios 14 y 15,
cuaderno 1). La indemnización que les corresponde tendrá, entonces, el período comprendido desde la fecha de
los hechos hasta cumplir los 18 años, 23 y 79 meses, respectivamente.

De lo anterior, resulta lo siguiente:

Guillermina Carreño viuda de López:

Indemnización debida o consolidada:

S = Ra (1+ i)n - 1
i

S = $134.250.oo (1+ 0.004867)134 - 1


0.004867

S = $25.285.532.oo

Indemnización futura o anticipada:

S = Ra (1+ i)n - 1
i (1+ i) n

S = $134.250.oo (1+ 0.004867)249.28 - 1


0.004867 (1+ 0.004867) 249.28

S = $19.360.826.oo

Sumados los valores de la indemnización vencida y futura, por concepto de lucro cesante, se obtiene
un valor total de $ 44.646.358.oo

Claudia Marcela López Carreño:

Indemnización debida o consolidada:

S = Ra (1+ i)n - 1
i

S = $67.125.oo (1+ 0.004867)23 - 1


0.004867

S = $1.269.415.oo

La indemnización vencida, por concepto de lucro cesante, se obtiene un valor total de $1.629.415.oo.

Andrea Carolina López Carreño:

Indemnización debida o consolidada:

S = Ra (1+ i)n - 1
i

S = $67.125.oo (1+ 0.004867)79 - 1


0.004867

S = $6.447.698.oo

La indemnización vencida, por concepto de lucro cesante, se obtiene un valor total de $6.447.698.oo.

9
II. POR INCAPACIDAD TEMPORAL 10

1. Respecto a la indemnización por la incapacidad de 25 días que padeció Herlitz Silva habrá, en primer
lugar, de modificarse la base salarial de la liquidación para incrementarla en un 25%, correspondiente al valor
de las prestaciones sociales. Y, en segundo lugar, se dispondrá su actualización desde la fecha en que se
produjo el daño a la fecha de esta sentencia. Así:

Salario base = $100.000,oo.


Incremento del 25% = $125.000,oo.
Incapacidad temporal= días 25
Suma histórica debida = $125.000,oo /30 x 25 = $104.166,66
Actualización = desde la fecha de la lesión, 16 de abril de 1990, hasta la fecha de esta
sentencia julio de 2002.

Entonces:

Ra = $104.166,66 X 135.39 (oct de 2002)


17,97770 (abril de 1990)

Ra = $784.478,77

2. En lo que concierne con otro perjuicio, por los gastos médico, quirúrgicos y hospitalarios , se
actualizará la suma. Se probó que dicho pago se hizo el día 9 de mayo de 1990 y por $882.628.00 (fol. 23 c.
2). Para actualizar esta suma se aplicará la siguiente fórmula en la cual el valor histórico se multiplica por el
índice final y se divide por el inicial. Así:

Ra = $882.628.00 X 135.39 (oct de 2002)


18,32870 (mayo de 1990)

Ra = $6’519.775,26.

IV. INCAPACIDAD TOTAL Y DEFINITIVA11

Está probado, entonces, el perjuicio causado a la víctima, en forma de daño emergente, el cual
comprende los rubros indicados en el dictamen y su adición. También existen elementos suficientes para
efectuar su liquidación, salvo respecto de algunos gastos que más adelante se indicarán. Por esta razón, es
claro que le asiste razón al recurrente, en cuanto critica el mecanismo utilizado por el a quo para condenar por
este concepto y – dicho sea de paso – por el lucro cesante debido. En efecto, aunque dijo condenar en
concreto, sin duda no lo hizo; ni siquiera estableció las bases suficientes para efectuar los cálculos
correspondientes. Debe anotarse, además, que el recurso a la presentación de cotizaciones por parte del

10
Sentencia proferida el 27 de noviembre de 2002; expediente 13.182; actor: HERLIZ RAMIRO SILVA
SÁNCHEZ.
11
Sentencia del 19 de julio de 2000; exp. 11842 MP: Dr. Alier Hernández Enríquez.

10
demandante, al momento del cobro, constituye un mecanismo inaceptable, dado que los jueces sólo pueden
adoptar sus decisiones con fundamento en las pruebas practicadas dentro del proceso. Así, procederá la Sala
a efectuar las liquidaciones respectivas.

Al respecto, se advierte que, para efecto de liquidar el valor del daño emergente, se tendrán en cuenta
las tarifas particulares indicadas anteriormente, dado que las tarifas del SOAT sólo son aplicables en aquellos
casos en que la atención correspondiente es realizada por cuenta del seguro obligatorio de accidentes de
tránsito.

En escrito de los doctores Sanz y Montoya, presentado posteriormente, a fin de aclarar algunos puntos
del dictamen y según solicitud del Tribunal, se determinó la posología sugerida de los medicamentos indicados
en aquél. Respecto de los antidepresivos, se precisó que se sugieren 4 drogas, pero que el siquiatra debe
escoger, entre ellas, aquélla que considere adecuada para el paciente (folios 131, 132 del cuaderno 2).
Aclararon, además, que la atención siquiátrica ayuda al paciente a superarse, durante los primeros meses, y
que será el profesional que lo trate quien pueda definir cuánto tiempo debe recibir el paciente este tipo de
atención. Y agregaron que: “Por razones de manejo se protocoliza enviar a la persona a Siquiatría 2 veces por
semana y el especialista en esta área define según evolución del paciente cuánto tiempo permanecerá y
cuántas sesiones a la semana en dicha consulta”.

Calculando, de acuerdo con lo anterior, el valor mensual de los gastos correspondientes a cada uno de
los rubros antes indicados, y actualizando cada una de las sumas, con base en la fórmula usada por la
Corporación para obtener el valor presente de la renta, esto es, aplicando los índices de precios al consumidor
y teniendo en cuenta la fecha de las cotizaciones (diciembre de 1994: índice de 398.24; febrero de 1995: índice
de 419.91) y la de ésta sentencia, se concluye lo siguiente:

SERVICIO V/R UNITARIO V/R MENSUAL V/R ACTUALIZADO


Enfermera 24 horas $40.000.oo $1.200.000.oo $2.640.959.oo
Sesión fisioterapia $15.000.oo $450.000.oo $1.044.249.oo
Sesión terapia ocupacional $8.000.oo $240.000.oo $556.933.oo
Consulta fisiatría $15.000.oo $30.000.oo $69.617.oo
Consulta neurocirugía $25.000.oo $50.000.oo $116.028.oo
Consulta siquiatría $25.000.oo $200.000.oo $440.160.oo
Consulta urología $20.000.oo $40.000.oo $88.032.oo
Escanografía $150.000.oo $25.000.oo $55.020.oo
Parcial de orina $3.500.oo $7.000.oo $15.406.oo
Urocultivo $22.000.oo $22.000.oo $48.416.oo

Se observa que el servicio de enfermera, así como las sesiones de fisioterapia y terapia ocupacional
fueron recomendadas por tres meses. Y carece de fundamento el argumento planteado por el a quo, en el
sentido de que no hay lugar a condenar por tales rubros, con base en que la parte actora no demostró que
hubiera efectuado gastos por dichos conceptos, durante los tres meses siguientes al accidente. Un
razonamiento de tal naturaleza resulta, sin duda, contrario a la justicia; además de las críticas formuladas al
respecto por el recurrente – que son válidas –, debe decirse que se trata de un perjuicio cuya existencia y
cuantía están debidamente demostradas dentro del proceso, razón por la cual se impone su indemnización.
Algo similar puede decirse en relación con el daño emergente consolidado, por los demás conceptos
mencionados en los dictámenes periciales, cuya reparación fue negada por el Tribunal.

11
Así, la víctima tendrá derecho, por los tres conceptos citados (servicio de enfermera, sesiones de
fisioterapia y terapia ocupacional), al reconocimiento de una indemnización consolidada, por el período
indicado (tres meses), contado desde la fecha del accidente, que se calculará con base en la siguiente fórmula:

S = Ra (1+ i)n - 1
i
Sumados los valores mensuales requeridos para el pago de estos tres servicios, debidamente
actualizados conforme a la tabla anterior, se obtiene una suma total de $4.242.141.oo. Entonces:

S = $4.242.141.oo (1+ 0.004867)3 - 1


0.004867

S = $12.788.463.oo

En relación con las consultas siquiátricas, se advierte que además del último dictamen citado, en el
que se indica que el especialista deberá determinar la duración del tratamiento, obra también en el proceso el
dictamen realizado, el 6 de mayo de 1994, por el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, en el que se
concluyó que las consultas podían “extenderse en un tiempo de tres o más años, de acuerdo con la capacidad
de respuesta del paciente y a (sic) factores exógenos (folios 57 a 59 del cuaderno 2).

Por lo anterior, la Sala considera que no existen bases suficientes para condenar en concreto por este
concepto. Se proferirá, entonces, condena en abstracto. Para efectuar la liquidación respectiva, el Tribunal
deberá ordenar la práctica de un nuevo dictamen pericial, por parte de médicos psiquiatras, que evalúen al
paciente y establezcan el período durante el cual éste requirió o requerirá de la mencionada atención
especializada. Con fundamento en lo expresado por los peritos, podrá variar el número de consultas
semanales sugeridas por los doctores Sanz y Montoya, y, por lo tanto, el valor mensual calculado
anteriormente.

Los demás servicios y exámenes serán requeridos por el paciente de manera permanente, conforme a
lo expresado por los peritos. Así las cosas, la indemnización a que tiene derecho la víctima por tales conceptos
comprende dos períodos: uno vencido o consolidado, que se cuenta desde la fecha en que ocurrieron los
hechos hasta el presente, para un total de 93 meses, y el otro, futuro o anticipado, corre desde la presente
fecha hasta el fin de la vida probable del occiso (38.81 años = 465.72 meses, teniendo en cuenta que al
momento del accidente tenía 36 años), para un total de 372.72 meses. Si se tiene en cuenta que, sumados los
valores mensuales requeridos para el pago de estos servicios (consultas de fisiatría, neurocirugía y urología;
escanografía, parcial de orina y urocultivo), debidamente actualizados conforme a la tabla anterior, se obtiene
una suma total de $392.519.oo, de lo anterior resulta que:

a. Indemnización debida o consolidada:

S = Ra (1+ i)n - 1
i

S = $392.519.oo (1+ 0.004867)93 - 1


0.004867

12
S = $46.027.904.oo

B. Indemnización futura o anticipada (daño emergente):

S = Ra (1+ i)n - 1
i (1+ i) n

S = $392.519.oo (1+ 0.004867)372.72 - 1


0.004867 (1+ 0.004867) 372.72

S = $67.445.602.oo

Así las cosas, sumados los valores antes indicados, se obtiene un total de ciento veintiséis millones
doscientos sesenta y un mil novecientos sesenta y nueve pesos ($126.261.969.oo) . Se condenará,
entonces, a la entidad demandada, a pagar dicha cantidad a José Manuel Gutiérrez Sepúlveda, por concepto
de daño emergente.

De otra parte, se solicita, en la demanda, el pago del valor correspondiente al mantenimiento de la silla
de ruedas que, dada la condición de permanente del daño sufrido por la víctima, deberá ser utilizada por ésta
durante el resto de la vida. Obra en el proceso la cotización efectuada por la firma Su Equipo Ltda., el 14 de
marzo de 1994, donde se expresa que dicho mantenimiento tiene un costo anual de $150.000.oo. Solicitada
una cotización del mismo servicio a la firma Procientífica de Occidente Ltda., ésta expresó que no lo prestaba
(folios 15 y 17 del cuaderno 2).

Observa la Sala que este valor resulta excesivo, teniendo en cuenta que la citada firma Procientífica de
Occidente Ltda. presentó cotización sobre el valor de una silla de ruedas standard y concretamente sobre su
precio de fábrica, para distribuidores, indicando que correspondía, el 25 de marzo de 1994, a $139.100.oo, más
IVA. Resultaría más costoso, en consecuencia, el mantenimiento de la silla que la silla misma. Por lo anterior,
se condenará, en abstracto, al pago del valor del mantenimiento de la silla de ruedas, ya que se considera
necesario obtener varias cotizaciones para efectos de establecer cuál es el precio promedio del mercado.
Además, será necesario determinar cuál es el mantenimiento requerido y cuál la periodicidad del mismo, a fin
de calcular el valor mensual debido por ese concepto. La liquidación respectiva – consolidada y futura – será
hecha por el a quo, teniendo en cuenta las fórmulas antes citadas.

Debe advertirse que no hay petición en la demanda relacionada con el pago del valor de la silla de ruedas,
razón por la cual no se hará condena por dicho concepto.

Finalmente, se proferirá condena en abstracto, en contra de la entidad demandada, en lo que se refiere


al valor de las drogas y los pañales desechables requeridos por el paciente, según lo expresado en el dictamen
contenido a folios 120 a 122 y 131 y 132. Para efectos de la liquidación, el a quo deberá tener en cuenta la
posología sugerida por los peritos y obtener cotizaciones de por lo menos tres droguerías y tiendas, en cada
caso, y aplicará las fórmulas aquí indicadas, para calcular el valor de las sumas debidas por tales conceptos, a
título de indemnización consolidada y futura. Adicionalmente, se mantendrá la decisión del a quo, respecto del
número de pañales requeridos mensualmente por la víctima (60), dado que sobre este punto no se hizo
observación alguna en el recurso de apelación. En relación con el daño emergente correspondiente al valor de
las drogas antidepresivas, dado que se recomienda la utilización de una sola de ellas, se averiguará el precio

13
del mercado de las cuatro (4) sugeridas por los peritos, para obtener un solo valor promedio, que servirá de
base para efectuar la liquidación.

Respecto del lucro cesante, se tiene lo siguiente:

José Manuel Gutiérrez Sepúlveda se desempeñaba, en la época del accidente, como trabajador de la
finca de su suegro, el señor Daniel Giraldo León. Al respecto, Marta Dolli Santa Rivera expresó (folios 27, 28
del cuaderno 2):

“...siempre ha trabajado en la finca y el único empleo que ha tenido así, que no sea de cafetales, es el de
ayudante de panadero, en Pereira, Cuba o en Altagracia, donde le ha resultado. En eso lo conocí trabajando
unos diítas (sic). En ese tiempo, lo que le pagaban en la finca al día, eran $2.500. Digo eso porque ahora ya
un jornal es de $3.000 para la gente de la finca. Cuando él se accidentó estaba trabajando ahí en la finca de
don Daniel Giraldo, voliando (sic) machete y cogiendo café, no recuerdo qué hacía en ese tiempo, pero él sí
trabajaba en la finca, por cuenta de don Daniel Giraldo, el suegro. El suegro le pagaba a él un jornal como se
lo pagaba a cualquier trabajador”.

De igual manera, Yolanda Holguín Giraldo, concuñada de Gutiérrez, manifiesta que, antes del
accidente, éste trabajaba, y luego de quedar inválido sus suegros lo sostienen, al igual que a su esposa y su
hijo (folios 70 a 71 del cuaderno 2).

Así, encuentra la Sala que está acreditada la existencia del perjuicio material, en forma de lucro
cesante, sufrido por José Manuel Gutiérrez Sepúlveda. Sin embargo, la declaración de la señora Santa Rivera
no se considera suficiente para acreditar su cuantía. Se dará, entonces, aplicación a la tesis ya sostenida por
esta Corporación en otras oportunidades12, presumiendo, con fundamento en el hecho probado de que la
víctima se dedicaba a una labor productiva, de la cual derivaba el sustento para sí y para su familia, que
obtenía de su trabajo una suma equivalente al valor del salario mínimo.

Aplicando la fórmula utilizada reiteradamente por la jurisprudencia, se tiene que la renta actualizada
(Ra) es igual a la renta histórica (devengada por la víctima al momento del accidente, esto es, el salario
mínimo vigente en el año 1992), multiplicada por el índice de precios al consumidor del mes anterior a la
sentencia, dividido por el índice de precios al consumidor vigente en el mes del hecho dañino, conforme a las
certificaciones del DANE.

Ra = R ($ 65.190.oo) índice final - abril/2000 (924.1375802)


------------------------------------------------------= $233.163.oo
índice inicial – septiembre/92 (258.38)

Dado que el salario mínimo vigente en la fecha en que se profiere esta sentencia equivale a la suma de
$260.100.oo, superior a la que resulta de actualizar el salario mínimo vigente en la época en que ocurrieron los
hechos, se tendrá en cuenta aquélla para efectuar la liquidación respectiva.

Se tendrá en cuenta, además, que, en el momento del accidente, José Manuel Gutiérrez Sepúlveda
tenía una vida probable de 38.81 años, según la tabla colombiana de mortalidad adoptada por la
Superintendencia Bancaria, por Resolución 0996 del 29 de marzo de 1990.

12
Ver, entre otras, sentencias de la Sección Tercera, del 15 de septiembre de 1995, expediente 8488; 31 de
enero de 1997, expediente 9849; 2 de octubre de 1997, expediente 10246.

14
Con fundamento en lo anterior, se efectúa la liquidación respectiva, cuyas bases son las siguientes:

Víctima: José Manuel Gutiérrez Sepúlveda


Fecha del accidente: 20 de septiembre de 1992
Fecha de nacimiento: 18 de abril de 1956
Vida probable: 38.81 años = 465.72 meses

Liquidación:

La indemnización a que tiene derecho comprende dos períodos: uno vencido o consolidado, que se
cuenta desde la fecha en que ocurrieron los hechos hasta el presente, para un total de 93 meses, y el otro,
futuro o anticipado, corre desde la presente fecha hasta el fin de la vida probable del occiso, para un total de
372.72 meses, de lo cual resulta:

Indemnización debida o consolidada:

S = Ra (1+ i)n - 1
i

S = $260.100.oo (1+ 0.004867)93 - 1


0.004867

S = $30.500.072.oo

Indemnización futura o anticipada:

S = Ra (1+ i)n - 1
i (1+ i) n

S = $260.100.oo (1+ 0.004867)372.72 - 1


0.004867 (1+ 0.004867) 372.72

S = $44.692.362.oo

Sumados los valores de la indemnización vencida y futura, por concepto de lucro cesante, se obtiene un
valor total de $75.192.434.oo.

e. Se solicita en la demanda, por otra parte, el pago de la suma de dinero equivalente a 10.000 gramos
de oro, o subsidiariamente, de $150.000.000.oo, por concepto del perjuicio fisiológico o a la vida de relación
sufrido por la víctima.

Respecto del alcance y contenido de este tipo de perjuicio, la Sala considera necesario hacer las
siguientes precisiones:

A partir de la sentencia proferida el 6 de mayo de 1993 13, el Consejo de Estado ha reconocido la


existencia de una forma de perjuicio extrapatrimonial, distinto del moral, denominado – en éste y en otros fallos
13
Consejo de Estado, S.C.A., Sección Tercera, Expediente 7428. Actor John Jairo Meneses Mejía y otros. M.P.
Julio César Uribe Acosta.

15
posteriores – perjuicio fisiológico o a la vida de relación. Se dijo, en aquella ocasión, citando al profesor Javier
Tamayo Jaramillo, que dicho perjuicio estaba referido a la “pérdida de la posibilidad de realizar... otras
actividades vitales, que aunque no producen rendimiento patrimonial, hacen agradable la existencia”.

El 25 de septiembre de 1997, se precisó, con más claridad, el alcance del concepto mencionado,
mediante reflexiones que vale la pena citar in extenso14:

“1. El mal llamado perjuicio fisiológico se conoce en el derecho francés como perjuicio de placer
(prejudice d´agrément), loss ofamenity of the life (pérdida del placer de la vida) en el derecho anglosajón o
daño a la vida de relación en el derecho italiano 15.}

La jurisprudencia francesa ha definido este particular tipo de daño tomando como marco de referencia la
resolución No. 75-7 del Comité de Ministros del Consejo de Europa relativo a la reparación de daños en caso
de lesión corporal, adoptada el 14 de marzo de 1975, según la cual la víctima debe ser indemnizada de
“diversos problemas y malestares tales como enfermedades, insomnios, sentimientos de inferioridad, una
disminución de los placeres de la vida causada principalmente por la imposibilidad de dedicarse a ciertas
actividades placenteras”.16 (Se subraya).

2. La indebida utilización del concepto fisiológico parece derivarse de una mala traducción e
interpretación de la jurisprudencia francesa, la cual en una sentencia de la Corte de Casación del 5 de marzo
de 1985 distinguió entre el daño derivado de la “privación de los placeres de la vida normal, distinto del
perjuicio objetivo resultante de la incapacidad constatada” y los “problemas psicológicos que afectan las
condiciones de trabajo o de existencia de la vida”. El perjuicio psicológico, de acuerdo con esta distinción,
constituye un perjuicio corporal de carácter objetivo que se distingue esencialmente del perjuicio moral
reparado bajo la denominación de perjuicio de placer. 17

Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que el adjetivo fisiológico que hace referencia a disfunciones
orgánicas, no resulta adecuado para calificar el desarrollo de actividades esenciales y placenteras de la vida
diaria (recreativas, culturales, deportivas, etc.).

3. El perjuicio de placer es un perjuicio extrapatrimonial que tiene una entidad propia, lo cual no permite
confundirlo con el daño moral (pretium doloris o Schmerzgeld) o precio del dolor, especie también del daño
extrapatrimonial, ni con el daño material (daño emergente y lucro cesante, art. 1613 del C.C.).
(...)
4. De ahí que no sea exacto considerar como perjuicio de placer el deterioro o destrucción de
instrumentos como gafas, prótesis, sillas de ruedas, bastones, muletas, etc, mediante las cuales algunas
personas suplen sus deficiencias orgánicas18, ya que no hay duda que aquí se trataría de un perjuicio material
bajo la modalidad de daño emergente, en cuanto la víctima tendrá que efectuar una erogación para sustituir el
elemento perdido.

14
Consejo de Estado, S.C.A., Sección Tercera, expediente 10.421. Actores: María Edelmira Cano y otro. M.P.
Ricardo Hoyos Duque.
15
Algunos autores han sugerido llamar a este perjuicio préjudice de désagrément, perjuicio por desagrago. Cfr.
Yvez Chartier, citado por Javier Tamayo Jaramillo, De la responsabilidad civil, T. II, de los perjuicios y su
indemnización. Bogotá, Edit. Temis, 1986. p. 147.
16
Max Le Roy. L´evaluation du préjudice corporel. Paris, Libraire de la Cour de Cassation, 1989. p. 66.
17
Ibidem, p. 67.
18
Carolina Arciniegas Parga y Andrés Molina Ochoa. El perjuicio extrapatrimonial: el daño moral y el daño
fisiológico. Revista Temas Jurídicos, Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, Santafé de Bogotá, D.C.,
No. 9, p. 154..

16
5. Así mismo, tampoco constituye perjuicio de placer el caso en que la víctima, “a pesar de no presentar
ninguna anomalía orgánica, a causa de la depresión en que se ve sumergido no puede realizar las actividades
normales de la vida” 19, perjuicio que debe entenderse indemnizado bajo el rubro de lucro cesante (ganancia o
provecho frustrado), a fin de evitar la resurrección del fantasma del daño moral objetivado, concepto en el que
la jurisprudencia buscó englobar en el pasado las llamadas repercusiones objetivas del daño moral”.

Se critica, entonces, en esta providencia, la expresión “perjuicio fisiológico”, y parece considerarse más
adecuado el concepto de perjuicio de placer. No obstante, es claro que no se renuncia finalmente a la utilización
de aquélla; así se desprende de la lectura de uno de los párrafos finales del texto jurisprudencial, donde se
expresa, al descender a la situación concreta por decidir:

“...en el presente caso puede hablarse de la existencia del perjuicio fisiológico, ya que se encuentra
plenamente acreditada la disminución del pleno goce de la existencia por el hecho de que la lesión sufrida
afectó el desarrollo de actividades esenciales y placenteras de la vida diaria, la práctica de actividades
recreativas, culturales, deportivas, el deseo sexual y la capacidad para la realización del mismo”. (Se
subraya).

Por lo demás, la Sala ha seguido usando la expresión citada, asimilándola a la de daño a la vida de
relación, en fallos posteriores. Tal vez por esta razón y por el hecho de que, hasta ahora, sólo se ha reconocido
la existencia de un perjuicio extrapatrimonial diferente del moral, en casos de lesiones corporales que producen
alteraciones a nivel orgánico, el profesor Juan Carlos Henao Pérez expresa que “no es extraño que el campo
de aplicación del daño fisiológico lo constituya el de daños físicos sobre la persona... En todos estos eventos
la lesión física supone la pérdida de una oportunidad del goce de la vida y la privación de vivir en igualdad de
condiciones que los congéneres”.20

Debe insistirse ahora, entonces, con mayor énfasis, en que el daño extrapatrimonial denominado en los
fallos mencionados “daño a la vida de relación”, corresponde a un concepto mucho más comprensivo, por lo
cual resulta ciertamente inadecuado el uso de la expresión perjuicio fisiológico, que, en realidad, no podría ser
sinónima de aquélla, ni siquiera en los casos en que este daño extrapatrimonial – distinto del moral – es
consecuencia de una lesión física o corporal. Por esta razón, debe la Sala desechar definitivamente su
utilización. En efecto, el perjuicio aludido no consiste en la lesión en sí misma, sino en las consecuencias que,
en razón de ella, se producen en la vida de relación de quien la sufre.

De otra parte, se precisa que una afectación de tal naturaleza puede surgir de diferentes hechos, y no
exclusivamente como consecuencia de una lesión corporal. De otra manera, el concepto resultaría limitado y,
por lo tanto, insuficiente, dado que, como lo advierte el profesor Felipe Navia Arroyo, únicamente permitiría
considerar el perjuicio sufrido por la lesión a uno solo de los derechos de la personalidad, la integridad física. 21
Así, aquella afectación puede tener causa en cualquier hecho con virtualidad para provocar una alteración a la
vida de relación de las personas, como una acusación calumniosa o injuriosa, la discusión del derecho al uso
19
Ibídem.
20
HENAO PÉREZ, Juan Carlos. El daño. Análisis comparativo de la responsabilidad extracontractual del
Estado en derecho colombiano y francés. Universidad Externado de Colombia, primera edición, Santafé de
Bogotá, 1998, p.p. 270, 271.
21
NAVIA ARROYO, Felipe. Ensayo sobre la evolución del daño moral al daño fisiológico, próximo a publicarse.
El doctor Navia Arroyo precisa, además, que el concepto de daño fisiológico – de acuerdo con el alcance que,
hasta ahora, le ha dado esta Corporación – corresponde al de perjuicio de agrado, elaborado por la doctrina
civilista francesa, y explica que la expresión daño fisiológico, en realidad, corresponde a una noción más
amplia, también de creación francesa y aparentemente abandonada, que hace referencia a las repercusiones
que puede tener una lesión permanente no sólo en la capacidad de gozar la vida de una persona, sino, en
general, en sus condiciones de existencia, al margen de cualquier consecuencia patrimonial, por lo cual
resultaría más cercana al concepto de daño a la vida de relación, elaborado por la doctrina italiana.

17
del propio nombre o la utilización de éste por otra persona (situaciones a las que alude, expresamente, el
artículo 4º del Decreto 1260 de 1970), o un sufrimiento muy intenso (daño moral), que, dada su gravedad,
modifique el comportamiento social de quien lo padece, como podría suceder en aquellos casos en que la
muerte de un ser querido afecta profundamente la vida familiar y social de una persona. Y no se descarta, por
lo demás, la posibilidad de que el perjuicio a la vida de relación provenga de una afectación al patrimonio,
como podría ocurrir en aquellos eventos en que la pérdida económica es tan grande que – al margen del
perjuicio material que en sí misma implica – produce una alteración importante de las posibilidades vitales de
las personas.

Debe decirse, además, que este perjuicio extrapatrimonial puede ser sufrido por la víctima directa del
daño o por otras personas cercanas a ella, por razones de parentesco o amistad, entre otras. Así, en muchos
casos, parecerá indudable la afectación que – además del perjuicio patrimonial y moral – puedan sufrir la
esposa y los hijos de una persona, en su vida de relación, cuando ésta muere. Así sucederá, por ejemplo,
cuando aquéllos pierden la oportunidad de continuar gozando de la protección, el apoyo o las enseñanzas
ofrecidas por su padre y compañero, o cuando su cercanía a éste les facilitaba, dadas sus especiales
condiciones profesionales o de otra índole, el acceso a ciertos círculos sociales y el establecimiento de
determinadas relaciones provechosas, que, en su ausencia, resultan imposibles.

Debe advertirse, adicionalmente, que el perjuicio al que se viene haciendo referencia no alude,
exclusivamente, a la imposibilidad de gozar de los placeres de la vida, como parece desprenderse de la
expresión préjudice d´agrement (perjuicio de agrado), utilizada por la doctrina civilista francesa. No todas las
actividades que, como consecuencia del daño causado, se hacen difíciles o imposibles, tendrían que ser
calificadas de placenteras. Puede tratarse de simples actividades rutinarias, que ya no pueden realizarse, o
requieren de un esfuerzo excesivo. Es por esto que, como se anota en el fallo del 25 de septiembre de 1997,
algunos autores prefieren no hablar de un perjuicio de agrado, sino de desagrado. Lo anterior resulta claro si
se piensa en la incomodidad que representa, para una persona parapléjica, la realización de cualquier
desplazamiento, que, para una persona normal, resulta muy fácil de lograr, al punto que puede constituir, en
muchos eventos, un acto reflejo o prácticamente inconsciente.

En este sentido, son afortunadas las precisiones efectuadas por esta Sala en sentencia del 2 de octubre
de 1997, donde se expresó, en relación con el concepto aludido, que no se trata de indemnizar la tristeza o el
dolor experimentado por la víctima – daño moral -, y tampoco de resarcir las consecuencias patrimoniales que
para la víctima siguen por causa de la lesión – daño material –, “sino más bien de compensar, en procura de
otorgar al damnificado una indemnización integral... la mengua de las posibilidades de realizar actividades que
la víctima bien podría haber realizado o realizar, de no mediar la conducta dañina que se manifestó en su
integridad corporal”.22

Para designar este tipo de perjuicio, ha acudido la jurisprudencia administrativa francesa a la expresión
alteración de las condiciones de existencia, que, en principio y por lo expresado anteriormente, parecería más
afortunada. No obstante, considera la Sala que su utilización puede ser equívoca, en la medida en que, en
estricto sentido, cualquier perjuicio implica, en sí mismo, alteraciones en las condiciones de existencia de una
persona, ya sea que éstas se ubiquen en su patrimonio económico o por fuera de él. Tal vez por esta razón se
explica la confusión que se ha presentado en el derecho francés, en algunos eventos, entre este tipo de
perjuicio y el perjuicio material, tema al que se refiere ampliamente el profesor Henao Pérez, en el texto
citado.23
22
Consejo de Estado, S.C.A., Sección Tercera, expediente 11.652. Actor: Francisco Javier Naranjo Peláez y
otros. M.P. Daniel Suárez Hernández.
23
Ibid. p.p. 252 a 263.

18
De acuerdo con lo anterior, resulta, sin duda, más adecuada la expresión daño a la vida de relación,
utilizada por la doctrina italiana, la cual acoge plenamente esta Corporación. Se advierte, sin embargo, que,
en opinión de la Sala, no se trata simplemente de la afectación sufrida por la persona en su relación con los
seres que la rodean. Este perjuicio extrapatrimonial puede afectar muchos otros actos de su vida, aun los de
carácter individual, pero externos, y su relación, en general, con las cosas del mundo. En efecto, se trata, en
realidad, de un daño extrapatrimonial a la vida exterior; aquél que afecta directamente la vida interior sería
siempre un daño moral.

Por último, debe precisarse que, como en todos los casos, la existencia e intensidad de este tipo de
perjuicio deberá ser demostrada, dentro del proceso, por la parte demandante, y a diferencia de lo que sucede,
en algunos eventos, con el perjuicio moral, la prueba puede resultar relativamente fácil, en la medida en que,
sin duda, se trata de un perjuicio que, como se acaba de explicar, se realiza siempre en la vida exterior de los
afectados y es, por lo tanto, fácilmente perceptible. Podrá recurrirse, entonces, a la práctica de testimonios o
dictámenes periciales, entre otros medios posibles.

Lo anterior debe entenderse, claro está, sin perjuicio de que, en algunos eventos, dadas las
circunstancias especiales del caso concreto, el juez pueda construir presunciones, con fundamento en indicios,
esto es, en hechos debidamente acreditados dentro del proceso, que resulten suficientes para tener por
demostrado el perjuicio sufrido. Un ejemplo claro de esta situación podría presentarse en el caso que nos
ocupa, en el que si bien el perjuicio extrapatrimonial a la vida de relación de José Manuel Gutiérrez Sepúlveda
se encuentra perfectamente acreditado, con base en los dictámenes periciales practicados, como se verá en
seguida, su existencia e incluso su intensidad habrían podido establecerse a partir de la sola demostración de
la naturaleza de la lesión física sufrida y las secuelas de la misma, a más de las condiciones en que se
desarrollaba, según los testimonios recibidos, su vida familiar y laboral, antes del accidente.

Respecto de la cuantía de la indemnización, su determinación corresponderá al juez, en cada caso,


conforme a su prudente arbitrio, lo que implica que deberá tener en cuenta las diferentes pruebas practicadas
en relación con la intensidad del perjuicio, de modo que la suma establecida para compensarlo resulte
equitativa. Y es obvio que debe hablarse de compensación, en estos eventos, y no de reparación, dado que,
por la naturaleza del perjuicio, será imposible, o al menos muy difícil, en la mayor parte de los casos, encontrar
un mecanismo que permita su reparación in natura o con el subrogado pecuniario.

En el caso que ocupa a la Sala, se sustenta la pretensión relacionada con el perjuicio “fisiológico o a la
vida de relación”, en la siguiente forma:

“En el caso de autos, los DAÑOS FISIOLÓGICOS son fácilmente perceptibles... Nos encontramos frente
a un PARAPLÉJICO, con deformidad física de carácter permanente, con perturbación funcional total de
órganos tales como la (sic) excreción, el de la micción, el de la reproducción, el de la sensibilidad. Con
pérdida funcional total del órgano de locomoción, de sus miembros y inferiores y de su miembro viril,
condenado a depender de otras personas para satisfacer elementales necesidades biológicas,
condenado a un lecho o a una silla de ruedas, sin los goces de la vida... Y con serias pérdidas o
consecuencias de tipo sicológico que lo hacen asumir su estado como de muerte y deprimirse
gravemente”.

Al respecto, obran en el proceso varios dictámenes periciales, mencionados en el literal a) de estas


consideraciones, en los que se hace referencia a la naturaleza de las lesiones sufridas y sus secuelas. La Sala

19
considera importante citar, nuevamente, algunos apartes de la experticia practicada por el Instituto Nacional de
Medicina Legal y Ciencias Forenses, y concretamente de las conclusiones obtenidas, a partir de la evaluación
realizada al paciente y del estudio de su historia clínica. Allí se expresó (folios 51, 52 del cuaderno 2):

“...Se establecen las siguientes secuelas médico legales: 1. Deformidad física de carácter
permanente por la condición de paraplejia. 2. Perturbación funcional permanente de los
órganos del sistema nervioso, de la digestión, de la micción y de la reproducción, de la
excreción urinaria. 3. Pérdida funcional de ambos miembros inferiores. 4. Pérdida funcional del
órgano de la locomoción. 5. Pérdida funcional del miembro viril”.

Igualmente, el mismo instituto concluyó lo siguiente, en un dictamen posterior (folios 57 a 59 del cuaderno
2):

“...El examinado había logrado desarrollar su propio estilo de vida, era productivo laboralmente,
sostenía relaciones interpersonales permanentes, velaba por su propio sustento y el de su
familia, era autónomo en sus decisiones, se proyectaba en el futuro de acuerdo a su situación
presente, la lesión sufrida ocasiona que perdiera estas características personales originando un
estado de aflicción, de desesperanza y depresión, añadido que también perdió su propia
imagen corporal es (sic) estar en un “cuerpo extraño” perdió su autoestima, perdió la intimidad
de la vida sexual y gran parte de su propia libertad: el señor Gutiérrez Sepúlveda no ha logrado
elaborar el duelo de esta pérdidas, ocasionando un gran malestar en su salud mental...”. (Se
subraya).

Conforme a lo anterior, está plenamente demostrado el perjuicio extrapatrimonial sufrido por José
Manuel Gutiérrez, en su vida de relación. En efecto, las consecuencias de la lesión, que perfectamente
podrían presumirse, con base en la prueba de ésta, son claramente descritas por los peritos. Se deja
constancia, en los dictámenes citados, de las graves afectaciones que la víctima sufre, por su condición de
paraplejia, tanto a nivel estético, como en su autonomía, su intimidad, sus relaciones interpersonales y, en
general, en su posibilidad de desarrollar, en el futuro, actividades que antes resultaban fáciles o posibles.

Adicionalmente, la División de Seguridad y Empleo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social,


Regional Risaralda (folio 61 del cuaderno 2), concluyó que José Manuel Gutiérrez Sepúlveda sufrió
“INCAPACIDAD PERMANENTE de un (75%) SETENTA Y CINCO POR CIENTO (INCAPACIDAD
PERMANENTE TOTAL)” (se subraya), lo que quiere decir que no podrá desarrollar ninguna actividad laboral,
situación que – al margen de los perjuicios materiales que genera, sobre cuya existencia ya se han hecho las
consideraciones respectivas – modifica radicalmente, sin duda, la forma de vida de cualquier persona, dado
que no podrá volver a ser económicamente productiva. Y en el caso particular de José Manuel Gutiérrez, de
quien dependían su esposa y su hijo, esta circunstancia tiene consecuencias evidentes respecto del desarrollo
de sus actividades y, especialmente, de sus roles vitales. En efecto, seguramente, la función de cabeza de
familia, antes cumplida por él, conforme a los testimonios rendidos dentro del proceso, deberá ser asumida por
su esposa, o por sus suegros, lo que altera gravemente su vida familiar.

Así las cosas, está demostrada la existencia del perjuicio extrapatrimonial en la vida exterior sufrido por
la víctima, y está probado, además, que el mismo es de suma gravedad. Como en todos los casos de daño
extrapatrimonial, conforme a lo dicho antes, el valor de la indemnización debe ser tasado por el juez, conforme
a su prudente juicio. En éste, con fundamento en lo expresado anteriormente, la Sala considera que debe

20
condenarse a la entidad demandada a pagar a José Manuel Gutiérrez Sepúlveda, por este concepto, la suma
de dinero equivalente, a cuatro mil (4.000) gramos de oro.

IV RESPECTO DE BIENES
Por privación temporal de la tenencia del bien 24

“La demanda afirmó que el demandante sufrió perjuicios como consecuencia de la inmovilización de la
aeronave de propiedad del demandante y con su vinculación a un proceso penal, por narcotráfico.

Es conocido que el Estado tiene, en y para el cumplimiento de sus cometidos, competencias que
permiten que las personas y sus bienes puedan estar sometidas administrativa y judicialmente a
procedimientos que buscan definir el estado de certeza sobre ciertas situaciones, entre otros.

Y aunque esas actuaciones se realicen de acuerdo con el ordenamiento jurídico, es decir legalmente, y
aunque los administrados las deben soportar – porque toda persona está obligada a cumplir la Constitución y la
ley –, rompen en algunas oportunidades por su naturaleza el principio de igualdad frente a las cargas públicas y
pueden causar daños resarcibles. El rompimiento de igualdad de las cargas públicas refiere, de una parte, al
padecimiento de una carga mayor por parte de algunos administrados que tiene como fin el mantenimiento del
orden social y, de otra, el derecho que tiene quien la soportó injustificadamente, en aras del buen
funcionamiento de la Administración de justicia (art. 95 num 7 C.N), a ser indemnizado.

A continuación se estudiarán los hechos que refieren a daño por esas dos actividades del Estado:

a. Daño material por lucro cesante:

Para la Sala como el demandante aludió a que esos hechos - inmovilización de la aeronave de propiedad
del demandante y con su vinculación a un proceso penal - y sus pruebas representan una retención prolongada
por más de dos años, entiende que afirma, desde otro punto de vista, la causación de daño emergente y, en
consecuencia, pide la indemnización de perjuicios.

El demandante no demostró que tuviese la aeronave en estado productivo, pues confesó que estaba en
estado de deterioro y además se probó que carecía de permiso para aeronavegabilidad. Sin embargo la Sala
percibe, desde otro punto de vista, que la aeronave en si misma y por ese período de retención representa un
capital inmovilizado.

Como se ha sostenido en otras oportunidades, en la jurisprudencia del Consejo de Estado y de la Corte


Suprema de Justicia (25), el capital inmovilizado a términos de la legislación civil tiene como mínimo una renta
legal anual del 6% (num 2º art. 1.617 del Código Civil); ese porcentaje se aplicará durante el período en que
tuvo vida el hecho dañoso sucesivo.

Para tal efecto se tendrá en cuenta el valor de la aeronave, indicado en la Escritura de Compra No.
2.182 del 26 de mayo de 1987 de la Notaría Tercera del Círculo de Cali, el cual asciende a $2.000.000 (fols 2 a
7 vuelto c.1); el período de 2,475 años en el cual permaneció inmovilizada la aeronave a órdenes de la justicia:
desde el 30 de agosto de 1989 al 21 de febrero de 1992.
24
Sentencia proferida el 1 de noviembre de 2001; expediente 13.185; actor: Eugenio Sandoval La Rotta.
25
Consejo de Estado, Sección Tercera. Sentencias: de 1 de marzo de 1994. Expediente 6.755, actor: María
Amparo Fuentes y otro; de 19 de julio de 2000. Expediente 13.244, actor: Julio Ribero Martínez.
- C.S. de J. Sala de Negocios Generales. 1° de junio de 1957. G.J. T. LXXXV. Pág. 584; 22 de julio de 1959, G.J.
T. XCI. Pág. 283; 16 de agosto de 1963, G.J. T. CIII. Pág. 628; 8 de julio de 1964, G.J. T. CVIII. Pág. 294.

21
Para deducir el lucro cesante se liquidarán los intereses legales del 6% sobre el valor de $2’000.000,oo
de la aeronave por un período en años de 2.475 años; el resultado se indexará teniendo en cuenta como
índices, inicial y final, los vigentes a la fecha de ocupación de la aeronave y la de devolución de la misma a su
propietario.

La suma resultante, será traída a valor presente, teniendo en cuenta para ello los índices de precios al
consumidor para los meses de marzo de 1992, índice inicial del mes siguiente al de entrega de la aeronave, y
agosto de 2001, índice final.

Por último y sobre el valor histórico sin incorporar la anterior actualización, se liquidará el 6% anual, por
concepto del rendimiento mínimo que debió producir el capital proveniente de la inmovilización de la aeronave,
entre el lapso comprendido entre el mes siguiente al de entrega del bien - marzo de 1992 – y la fecha de
expedición de esta providencia –mes de octubre de 2001 -.

Lucro Cesante = 2’000.000 x (0.06 x 2.475 años) = $297.000

Lucro Cesante (actualizado) = $297.000 x 28.49200 = $567.295,76


14.91660

Interés legal (Marzo 1992-octubre 2001) = $567.295,76 (0.06 x 9.5833) = $326.193,92

Valor Histórico Actualizado = $567.295,76 (Indice Final)


(Indice Inicial)
Valor Histórico Actualizado = $567.295,76 126,59 = $2’463.601
29.15
Valor Final = $2´463.601 + $326.193,92
Valor Final = $2´789.794.9

Por privación temporal de la tenencia del bien


Corte Suprema de Justicia 26

"Está obligado civilmente a la reparación quien por culpa suya ha inferido agravio a otra persona. Se procura
colocar a la víctima en el mismo estado que tendría si el daño no hubiese ocurrido jamás. Así, la indemnización
del perjuicio exige plenitud, por daño emergente y lucro cesante. Pero no puede convertirse en fuente de
enriquecimiento para quien sólo debe ser resarcido.
Si, en principio, la indemnización comprende así el daño emergente como el lucro cesante (1613), el
sentenciador no deja de estar en lo cierto cuando entiende que el daño causado a un automóvil particular no
envuelve el segundo elemento —lucro cesante— en razón obvia de que el vehículo no tiene por destino el
servicio público, para derivar frutos: dejaría de pertenecer al servicio privado.
Sin embargo, cuando se trata de resarcir el perjuicio, así sea por daño emergente nada más, la indemnización
no puede limitarse al monto en dinero de las reparaciones para volver el automóvil a su estado anterior al
accidente. La disciplina jurídica exige computar todos los factores integrantes de la liquidación que en concreto
determine la merma patrimonial efectiva de quien recibió el perjuicio.

26
CSJ, Sala de Casación Civil, sentencia del 8 de octubre de 1975

22
Dentro de tales factores constitutivos del daño emergente, se encuentra, además de las reparaciones de taller,
la necesidad de comparar el costo que para el dueño significa el mantenimiento y manejo de su propio
automóvil, con que lo habría de pagar a una empresa pública por una locomoción equiparable".

23

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