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FACTORES ETIOLOGICOS DE LAS DISFUNCIONES SEXUALES

1. FACTORES PREDISPONENTES

 Inadecuada información sexual (mitos sexuales)


 Educación moral y religiosa restrictiva
 Modelos paternos con relaciones problemáticas o deterioradas
 Experiencias sexuales traumáticas durante la infancia
 Inseguridad en el propio género o rol psicosexual
 Castigo o descalificación de conductas sexuales
iniciales (especialmente en adolescencia)
 Expectativas inadecuadas respecto a la sexualidad

2. FACTORES PRECIPITANTES

 Experiencias sexuales inadecuadas


 Problemas generales de relación de la pareja
 Conductas inadecuadas en la interacción sexual
 Disfunción sexual en el otro miembro de la pareja.
 Reacción a trastorno transitorio o fallo esporádico anterior
 Condicionantes psico-biológicos de embarazo y/o parto.
 No adaptación a los cambios en las respuestas sexuales inducidos
por la edad
 Trastornos más generales que puedan interferir con la actividad
sexual (depresión, ansiedad, alcoholismo...)
 Circunstancias adversas familiares, sociales, laborales.

3. FACTORES DE MANTENIMIENTO

 Información sexual inadecuada, general o específica de la disfunción.


 Respuesta de ansiedad o miedo ante la interacción sexual.
 Anticipación de fallos o fracasos, en ámbito sexual o personal.
 Sentimientos de culpa o responsabilidad por la disfunción.
 Problemas en la relación de pareja, especialmente de
comunicación y de atracción.
 Otros trastornos más generales, como depresión, alcoholismo,
anorexia, o ansiedad.

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Factores psicológicos

Resulta interesante el hecho de que en las últimas décadas se haya acentuado el


número de adultos jóvenes con disfunción eréctil, algo propio de los hombres mayores
de 50 años. A la par de dicha condición, se han incrementado también los trastornos
psicológicos (véase los trastornos de ansiedad o los trastornos del estado de ánimo
como la depresión), el ritmo de vida, el estrés… Por ello, en una gran parte de casos,
la disfunción eréctil pasa a denominarse impotencia o disfunción eréctil psicógena y es
consecuencia directa de esos desajustes psicológicos de los que muchas veces no
somos conscientes.

Justamente, la disfunción eréctil a temprana edad es en su gran mayoría debida a


factores psicológicos. La impotencia juvenil psicógena no indica una incapacidad
biológica del propio pene para entrar en erección, de hecho, son frecuentes las
erecciones espontáneas a diferencia de lo ocurrido en otros tipos de disfunción eréctil.
Se tratan de factores psicológicos o interpersonales los que estarían impidiendo que el
mecanismo biológico necesario se pusiese en funcionamiento. Ahora bien, ¿qué
factores?

Disfunción eréctil por estrés

Nuestros ancestros usaban una parte del Sistema Nervioso, el Sistema Nervioso
Simpático, para prepararse para la huida ante una amenaza (p.ej. un depredador).
Cuando este se activa, en otras cosas, la sangre se concentra en los músculos de
brazos y piernas, en las zonas del cerebro que permiten la evacuación de la vejiga
para la liberación de peso, haciéndonos más ligeros y las zonas que incitan al miedo.
Todo ello es claramente adaptativo, nos permite sobrevivir. El problema es que
nuestro entorno ha evolucionado a pasos agigantados y nuestro cuerpo se mantiene
igual. Lo que antes era un depredador, ahora es nuestro trabajo, nuestros hijos,
nuestros amigos, incluso nuestros hobbies, nuestra apretada agenda… Ahora
respondemos ante todo como si fueran amenazas y, así, surge el estrés constante y
trastornos como la ansiedad generalizada.

En hombres, esto se puede traducir en disfunción eréctil pues nuestro organismo tiene
recursos limitados. Si el sistema simpático está centrado en escapar del peligro (p.ej.
el depredador sería ahora entregar el informe en el trabajo al día siguiente, sin
olvidarse de sacar al perro a pasear a cierta hora y que el niño tiene que llegar al
colegio media hora antes ese día), concentrando la sangre en las zonas necesarias
para el escape y el contra-ataque, facilitando el afrontamiento de la amenaza,
entonces, no puede ocuparse de una erección, donde la sangre es necesaria en el
pene y en zonas del cerebro específicas para el placer y deseo sexual.

Problemas de pareja

Si hay algo interponiéndose en el bienestar de la pareja, puede que ese algo te esté
incapacitando de verla a ella de la forma necesaria para el acto sexual. Se hace
evidente especialmente si no has tenido problemas a la hora de tener una erección
con otras parejas, con tu misma pareja en ocasiones anteriores o masturbándote. Si tu
atención se centra, consciente o inconscientemente, en detalles que interfieren en tu
deseo sexual, no podrás disfrutar plenamente de la situación y, muchas veces, no
podrás ni prepararte para ella.

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Estas circunstancias son de difícil abordaje pues los problemas de pareja suelen
resultar complejos y sus discusiones plagadas de orgullo y exageraciones por parte de
ambos lados.

Consumo excesivo de pornografía

Masturbarse es sano, eso indican los estudios científicos centrados en esa materia. No
obstante, en una sociedad donde la oferta de material sexual se da en cantidades
mastodónticas, nos hemos convertido en auténticos consumidores diarios de
pornografía, especialmente los chicos jóvenes. Así, parece ser, en pocas palabras,
que el consumo excesivo de pornografía provoca la pérdida de la libido o deseo
sexual.

Más concretamente, cuando uno ve pornografía o algo excitante, se da una descarga


de dopamina en el cerebro, un neurotransmisor que permite la excitación sexual. Sin
embargo, cuando este neurotransmisor se ve sobrecargado, los estímulos eróticos ya
no generan placer en el cerebro. A corto plazo, si ves mucha pornografía durante el
día, puede que tu cerebro pierda la capacidad para mantener relaciones sexuales por
la noche y no habrá manera de conseguir una erección.

Así, el tratamiento es sencillo: controlar los niveles de pornografía consumidos.

Ansiedad por rendimiento, ansiedad social e inseguridad

Este último punto puede darse porque el chico en cuestión sea alguien con problemas
de autoestima, con un bajo autoconcepto, una personalidad insegura y/o con cierta
ansiedad social por la cual tenga miedo de ser evaluado negativamente por los demás.
No obstante, también puede darse como consecuencia de una primera experiencia de
disfunción eréctil a raíz de las causas mencionadas anteriormente.

Todo esto lo llevará a ir al acto sexual con una actitud insegura, con su atención
centrada en las altas expectativas que tiene de fracasar, ansioso o nervioso por “no
dar la talla”, lo que generará en su mente una serie de pensamientos catastróficos
tales como: “¿y qué ocurrirá si no lo logro?”, “¿qué pensará de mí?”, “¿habrá algo mal
conmigo?” “seguro que me dejará” o “voy a hacer el ridículo”. Como es obvio, su
cerebro no podrá centrarse en el acto sexual que, además, será percibido en cierto
modo, como una amenaza, generando esto ansiedad y pudiéndose dar lo que
explicábamos en el apartado de “Disfunción eréctil por estrés”.

La intervención requiere de nuevo de un psicólogo que permita al individuo tener una


visión realista y clara de una situación cotidiana y normal como es el acto sexual. Se
necesitará una terapia de relajación para el control de la ansiedad y, en especial, de
reestructuración cognitiva, por la cual el sujeto sea consciente de su inseguridad, de
su valor como persona igual al de los demás y sus puntos fuertes y débiles, evitando
que sobrevalore los débiles y así equilibre su autoestima.

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