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“Alteración de la Teoría de la Mente y su
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Implicancia en los Trastornos Lingüísticos
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Comunicativos”
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Alumna: Priscilla González Rodríguez
Docente: Flga. María Fernanda Bahamondez

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Internado III
Lenguaje y Habla Infantil

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Índice

I. Introducción

II. Marco teórico

III. Relación con fonoaudiología

III.1 Teoría de la Mente en Trastorno Espectro Autista

III.2 Teoría de la Mente en Síndrome de Asperger

III.3 Teoría de la Mente en Síndrome de Down

III.4 Teoría de la Mente en Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad

IV. Discusión

V. Conclusiones

VI. Referencias bibliográficas


I. Introducción
La mente y la conciencia son entidades especialmente complejas, ya que involucran entender no
solo la interacción cerebro–mente, sino que debe abordarlo en el contexto social en donde emergen
dichos procesos. El abordaje científico de la conciencia, es abordado desde las neurociencias no solo
como una aproximación cognitiva, sino además de tipo social, y es concedida por un nuevo campo
denominado Neurociencia Social, conocida como la unión entre la psicología social y la neurociencia
(Zegarra & Chino, 2017).

Dentro de este nuevo campo destaca el concepto de cognición social, entendida como la
habilidad de construir representaciones de las relaciones entre uno y los otros, y de usar flexiblemente
esas representaciones para guiar el comportamiento social, este sería “un procesamiento cognitivo
diferenciado de los estímulos sociales, que permite formar intenciones y atribuciones, articulando
información para su uso en la interacción social ligada a un contexto”. Este término, involucra otros
procesos algo más diversos, generados inicialmente en el campo de la etología y la primatología con el
concepto de teoría de la mente, la piedra angular de la cognición social (Zegarra & Chino, 2017).

El origen del concepto de ‘teoría de la mente’ se encuentra en los trabajos pioneros de Premack
y Woodruf en 1978 para hacer referencia a la habilidad para comprender y predecir la conducta de
otras personas, sus conocimientos, sus intenciones, sus emociones y sus creencias. Continuando la línea
un trabajo significativo para el campo investigativo de la Teoría de la Mente es el de Wimmer y Perner
en 1983, cuyos resultados marcan un hito evolutivo en el desarrollo de esta habilidad en torno a los 4 a
5 años, y se asume que a esa edad los niños ya son capaces de distinguir entre su propio estado mental
y la falsa creencia que pueden tener los otros respecto de la misma situación. Aproximadamente dos
años después, se encontrarían capacitados para resolver tareas más complejas que requieren de una
mayor recursividad (Rojas & Soto, 2015).

En un principio este término se hallaba confinado al estudio de la primatología y la etiología del


autismo, suponiendo que la causa de los trastornos generalizados del desarrollo era una ausencia de
teoría de la mente. Sin embargo, en los últimos años se han descubierto una gran proliferación de
estudios sobre este complejo concepto y su afectación en diversas patologías (Serrano, 2013).
II. Marco Teórico

La Teoría de la Mente (T.M) resulta fundamental para un buen desempeño en la compleja


interacción social en que nos vemos envueltos a diario, pues esta capacidad permite la comprensión y
atribución de estados mentales a uno mismo y a otros, permitiendo predecir la conducta de las
personas. Esta habilidad es imprescindible para mantener relaciones como la amistad, el
compañerismo, resolver conflictos sociales, entre otros (Puentes, 2017).

Esta teoría se explica desde mecanismos neurales complejos, como el de la amígdala, la cual
cumple un papel importante en el procesamiento de las emociones relacionadas con objetos y rostros; y
el lóbulo temporal izquierdo, que cumple una función en el desarrollo de algunos aspectos del lenguaje,
especialmente en la acción y significación de las falsas creencias y el proceso de sintaxis, es decir,
actúa como un sistema heterocognitivo que logra reconocer los contenidos del otro sistema cognitivo
partiendo de estados mentales que no son directamente observables, pues actúa como teoría al
momento de realizar inferencias (Orozco & Zuluaga, 2015).

En las últimas décadas, un gran número de investigaciones ha considerado la relación entre dos
áreas cognitivas prominentes: la TM y el lenguaje. Las habilidades lingüísticas, al igual que las
mentalistas, empiezan a manifestarse al inicio de la infancia y ambas se desarrollan principalmente
durante los primeros años de vida alcanzando un buen nivel de desarrollo a los 5 años de edad.
Además, se sugiere que el desarrollo de ambas se da de forma paralela y que cada una de las
habilidades podría estar influenciando en el avance de la otra (Pintor, Fernández, & Bello, 2015).

Por estas razones, la TM está estrechamente asociada al lenguaje porque a través de éste
podemos expresar creencias, deseos, intenciones y cualquier otro estado mental. En otras palabras, el
lenguaje es una vía privilegiada para acceder a las mentes de las otras personas, porque mediante el
lenguaje no sólo expresamos nuestro punto de vista sobre la realidad, sino que también comprendemos
el de los demás (Pintor, Fernández, & Bello, 2015).

Varios estudios han abordado esta temática tanto a nivel intraindividual como a nivel
interindividual. A nivel intraindividual, se han tenido en cuenta las habilidades lingüísticas propias de
los niños y, en concreto, se ha mostrado que la semántica, la sintaxis y la pragmática, así como otros
componentes lingüísticos, están intensamente relacionados con las habilidades mentalistas infantiles.
En cambio, otros investigadores sugieren que existe una interdependencia más intensa entre la
comprensión de la mente y la habilidad lingüística general que cuando se tienen en cuenta de forma
independiente los distintos componentes del lenguaje. A nivel interindividual, se considera que las
características lingüísticas del contexto o del entorno social inciden de forma significativa en el avance
de la TM. En especial, los intercambios conversacionales en los que participa el niño resultan de gran
interés porque a través de ellos se establecen conversaciones sobre los estados mentales. Diversos
autores sostienen que las diferencias individuales en el desarrollo de la TM podrían explicarse a partir
de las características propias del intercambio conversacional (Pintor, Fernández, & Bello, 2015).

Por otra parte, Serrano (2013) sugiere que las funciones ejecutivas también guardan una
estrecha relación con el desarrollo de la comprensión de la mente, ya que ambos dominios presentan
importantes avances principalmente entre los 3 y 5 años. Además se hipotetiza que existen tres
componentes ejecutivos están relacionados directamente con la comprensión de la mente estos son: la
memoria de trabajo, flexibilidad cognitiva y el control inhibitorio.

En base a lo anterior, sabemos que la teoría de la mente está estrechamente ligada con el
lenguaje y las funciones ejecutivas, es por esto que los niños con trastornos lingüísticos- comunicativos
que presentan una alteración en la función de la teoría de la mente, podemos encontrar dificultades para
entender lo que otra persona puede estar pensando o sintiendo, también alteración en la cognición
social y en la empatía, etc.(Tirapu, Pérez, & Erekatzo, 2007).
III. Relación con la Fonoaudiología

III.1 Teoría de la Mente en Trastorno Espectro Autista

Las personas con trastorno del espectro autista (TEA) presentan dificultades para darse cuenta
de lo que piensa o cree otra persona, es decir, tienen grandes problemas con la teoría de la mente.
Cuando no presentan la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona, las conductas ajenas resultan
imprevisibles, sin sentido y difíciles de comprender (Cornago, Navarro & Collado, 2012).

Algunas posibles consecuencias de este déficit son: falta de sensibilidad hacia los sentimientos
de otras personas, incapacidad para tener en cuenta lo que otra persona sabe, incapacidad para hacer
amigos y respondiendo a intenciones; incapacidad para "leer" el nivel de interés del oyente por nuestra
conversación, incapacidad de detectar el sentido figurado de la frase de un hablante, incapacidad para
anticipar lo que otra persona podría pensar de las propias acciones, incapacidad para comprender
malentendidos, incapacidad para engañar o comprender el engaño, incapacidad para comprender las
razones que subyacen a las acciones de las personas y para comprender reglas no escritas o
convenciones (Cornago, Navarro & Collado, 2012).

La mejora de la teoría de la mente en personas con trastorno espectro autistas se han introducido
desde hace años varías intervenciones que se focalizan única y exclusivamente en trabajar y mejorar la
teoría de la mente en este tipo de personas. Entre las intervenciones más utilizadas podemos nombrar
los siguientes programas: “Teaching TOM”, “Picture in the Head training” o “Thought Bubble
training”. El objetivo principal de estas técnicas es enseñar a los niños a crear representaciones
mentales tanto de ellos mismos como del mundo que los rodea. No obstante, a pesar de la presente
investigación, se ha podido observar que la efectividad de estos tratamientos sigue siendo limitada. El
principal problema que se encuentra es que sí se consiguen mejoras específicas y puntuales en aspectos
específicos, pero el gran problema es que estas mejoras no se generalizan ni a otros ámbitos, ni a otras
situaciones ni a otros aspectos de la persona (Zegarra & Chino, 2017).

III.2 Teoría de la Mente en Síndrome de Asperger (S.A)

Las personas que presentan el Síndrome de Asperger tienen lo que se conoce como una Teoría
de la Mente deficitaria o poca habilidad para comprender y poder anticipar los estados mentales de los
demás, incluyendo lo que los otros pueden pensar, sentir, sus intenciones, emociones y
comportamientos. Tienen también problemas en la capacidad para planificarse y suelen mostrar
bastante rigidez mental, mostrando una gran ansiedad cuando hay cambios en sus rutinas o tienen que
hacer frente a imprevistos. Sin embargo, la mayoría de estas personas tiene un cociente intelectual
normal o incluso sobresaliente, como en el caso del personaje que nos ocupa, e incluso pueden poseer
talentos extraordinarios para la música, el dibujo, el cálculo o la memoria (Barrío, Catalán &
Santibáñez, 2012).

La característica principal de una persona con SA es un déficit en la interacción social, como la


dificultad en las relaciones de amistad y la falta de compresión de matices emocionales y sociales. Los
niños con SA tienden a tener más problemas que otros niños, expresando emociones y entendiéndolas
en los demás (Barrío, Catalán & Santibáñez, 2012).

Un hallazgo replicado en diversos estudios se refiere al funcionamiento alterado de


determinadas estructuras del cerebro y sus conexiones. Las áreas prefrontales del lado derecho parecen
ser particularmente importantes aunque también se han asociado otras zonas de los lóbulos temporales,
la amígdala, la corteza cingulada y la somatosensorial en la explicación de los síntomas (Barrío,
Catalán & Santibáñez, 2012).

III.3 Teoría de la Mente en Síndrome de Down

Diversos estudios han señalado que la T.M de las personas con SD no está afectada y, por tanto,
obtienen resultados similares a los de personas con desarrollo típico. Los niños con Síndrome de Down
parecen ser socialmente sensibles y atentos a las emociones de los otros (Pintor, Fernández, & Bello,
2015).

Se realizaron tres estudios en los que a los niños con Síndrome de Down se les presentaron
tareas de reconocimiento emocional diseñadas para valorar su conocimiento y comprensión de
emociones simples y su habilidad para etiquetar emociones. En estos estudios se obtuvo que estos
niños tienden a confundir una emoción positiva por una negativa (feliz en lugar de ira, por ejemplo).
Se plantean la posibilidad de que los niños con Síndrome de Down tengan una respuesta fija cuando
no están seguros de la respuesta correcta y una mayor capacidad para nombrar las cuatro emociones
básicas que los niños con autismo (Pintor, Fernández, & Bello, 2015).
Con la producción de lenguaje mentalista de estos niños, difieren de los niños con desarrollo
normal en el contenido semántico de su lenguaje sobre estados mentales, siendo la proporción más
alta para palabras afectivas y más bajas en palabras sobre volición, habilidad y cognición (Pintor,
Fernández, & Bello, 2015).

III.4 Teoría de la Mente en Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad

El Trastorno por Déficit de Atención-Hiperactividad (TDAH), es uno de los trastornos del


comportamiento en la infancia más comunes en la actualidad y uno de los que representa mayor
preocupación en el ámbito familiar, social, educativo y clínico (Puentes, 2017).

Diversos estudios han señalado que la T.M de las personas con TDAH pueden presentar un bajo
rendimiento en las tareas de falsas creencias, especialmente en las de primer orden, comprensión del
lenguaje pragmático y de atribución a la mirada. Además estos niños pueden presentar dificultades en
la atención, en la capacidad de planificar sus conversaciones y en el control inhibitorio de los
impulsos verbales, su memoria de trabajo verbal está afectada, por lo que tienen poca compresión de
las intenciones del interlocutor y adecuar las respuestas al contexto, al igual que su escasa flexibilidad
cognitiva les hace ser perseverantes no comprendes las situaciones (Orozco & Zuluaga, 2015)
IV. Discusión

Acero (2015) menciona que el concepto de T.M se refiere a la habilidad para comprender y
predecir la conducta de otras personas, sus conocimientos, sus intenciones y sus creencias. Dentro de
esto se recogen aspectos metacognitivos como la interpretación de emociones básicas, la capacidad de
captar el discurso metafórico, las mentiras o la ironía, la posibilidad de interpretar emociones sociales
complejas a través de la mirada o la cognición social y la empatía.

La teoría de la mente jugaría un papel clave a la hora de explicar la alteración subyacente, tanto
en sus dos mecanismos cognitivo y socioemocional, como posiblemente en su substrato
neuroanatómico, y que sea especialmente abordada desde estudios neuropsicológicos, de corte
cognitivo (Zegarra & Chino, 2017).

Pero García (2007) sugiere que la teoría de la mente no es suficiente para explicar ciertos
trastornos psiquiátricos, menciona que también influyen las neuronas llamadas espejo que además de
las acciones de imitación, reflejan sensaciones y emociones. Los defectos de estas células pueden
explicar por qué los niños que desarrollan teoría de la mente pueden sufrir trastornos de empatía, como
el trastorno espectro autista.

El patrón alterado de funcionamiento cerebral podría explicar no sólo las alteraciones en la


Teoría de la Mente, si no también algunos de los problemas de concentración que presentan con
frecuencia ante tareas impuestas como sucede en el ámbito escolar. Tal como sucede en el Trastorno de
Déficit de Atención con Hiperactividad, los niños con síndrome de Asperger que se concentran mal
pueden llegar a fracasar en la escuela a pesar de poseer una inteligencia completamente normal, lo que
requiere medidas de intervención específicas para cada síntoma (Acero, 2015).

Actualmente se ha visto, que esta baja habilidad en las interacciones y contextos sociales, no
sólo aparece en los trastornos de autismo. Estas bajas habilidades también aparecen en los trastornos
por déficit de atención con hiperactividad, y en trastornos del desarrollo. Todos ellos en muchas
ocasiones, tienen problemas para relacionarse con los otros, para expresar sus emociones y para
comprender las de los otros (Acero, 2015).
Los autores Zegarra & Chino en el año 2017 observan que los niños con trastornos del
desarrollo son los que mejores resultados obtienen. Los niños con autismo (de alto
funcionamiento) tenían más problemas que los niños con TD y TDAH a la hora de relacionarse y
comprender los ambientes sociales.

En las conclusiones los científicos mencionados anteriormente perciben que hay dos tipos de
comportamiento diferenciados, los niños con TDAH, tienden a presentar más problemas de inhibición
y de control emocional, mientras que los niños con autismo, presentan más problemas en la
planificación y los procesos meta-cognitivos.
V. Conclusión

Como conclusión, sabemos que a una determinada edad, los niños hablan sobre sus propios
estados mentales, como pensamientos, creencias, deseos, intenciones, planes, sentimientos, emociones.
Atribuyen o explican sus propios comportamientos a los estados mentales. Hacen comentarios sobre la
mente de los demás, anticipan la conducta de los otros a partir de los estados mentales (Acero, 2015).

Existe un desarrollo continuo en la comprensión de la mente, de manera que algunas


comprensiones se adquieren antes que otras. El avance de la TM se extiende más allá de los 12 años y,
por lo tanto, continuará desarrollándose durante la adolescencia (Acero, 2015).

A nivel general, tanto el lenguaje como las funciones ejecutivas están implicados en el
desarrollo de las habilidades mentalistas. En este sentido, a menor rendimiento en las tareas de lenguaje
y de las funciones ejecutivas, menor desempeño en las tareas mentalistas. El lenguaje y las funciones
ejecutivas contribuyen de forma distinta a lo largo del desarrollo. En la comprensión de la mente de
primer orden, ambas habilidades se hallan implicadas. En la TM de segundo orden, las funciones
ejecutivas tienen un papel significativo, mientras que el lenguaje no lo tiene. En la TM avanzada y de
orden superior, se observa el efecto contrario, es decir, el lenguaje contribuye a explicar la variabilidad
del rendimiento de las habilidades mentalistas, pero no las funciones ejecutivas (Cornago, Navarro &
Collado, 2012).

Cuando los niños presentan dificultades en este aspecto, se les deberá ayudar a desarrollar la
Teoría de la Mente suministrándoles herramientas que les permiten evolucionar en dicha habilidad,
consiguiendo de esta forma una mejor adaptación en su entorno. Es de suma importancia tener en
cuenta que para facilitarles el aprendizaje, debemos realizar actividades que se presentan de forma
visual, ya que las personas con autismo son excelentes pensadores visuales, e integran mejor la
información que se les presenta de esta manera (Cornago, Navarro & Collado, 2012).

Entre las actividades que se puede destacar: ejercicios para que el niño se familiarice con los
cinco sentidos (gusto, tacto, oído, olfato y vista), los órganos que los desarrollan y los verbos
relacionados con VER, SABER, OÍR, etc., presentándose mediante dibujos o vídeos para facilitar la
relación con el entorno. También reconocimiento e interpretación de gestos, mímica y lenguaje
corporal, mediante pictogramas, fotografías, etc para una mejor comprensión del medio social
(Cornago, Navarro & Collado, 2012).

Además se ayuda a diferenciar la verdad de la mentira. Para ello provocamos situaciones


absurdas, trabajamos conceptos como invenciones o fantasía, realizamos ejercicios de verdadero o
falso y experimentamos con posibilidades, utilizando ilustraciones, vídeos, etc. (Cornago, Navarro &
Collado, 2012).

Y por último se puede fomentar el reconocimiento de estados emocionales simples (alegría,


tristeza, rabia, miedo, etc.) y complejos (sorpresa, vergüenza, interesante o aburrido, disculparse-pedir
perdón, la culpa, etc.). Para ello se puede utilizar imágenes, vídeos y asociaciones de dichas emociones
con situaciones que experimentamos en nuestro día a día (Cornago, Navarro & Collado, 2012).
VI. Referencias Bibliográficas

 Acero, B. (2015). LENGUAJE Y TEORÍA DE LA MENTE.


 Berrío, P., Catalán, F., & Santibañez, A. (2012). Comparación de habilidades de teoría de la
mente entre sujetos con Síndrome de Asperger.
 Cornago, A., Navarro, M., & Collado., F. (2012). Manual de teoría de la mente para niños con
autismo.
 García, E. (2007). TEORIA DE LA MENTE Y CIENCIAS COGNITIVAS.
 Orozco, N., & Zuluaga, B. (2015). Theory of mind in children with attention deficit hyperactivity
disorder “ADHD”.
 Pintor, I., Fernández, C., & Bello, A. (2015). Study on theory of mind in people with Down
syndrome.
 Puentes, P. (2017). Verbalización del lenguaje en la Teoría de la Mente en niños con TDAH.
 Rojas, D., & Soto, G. (2015). Desarrollo de la teoría de la mente en niños sordos.
 Serrano, J. (2013). El desarrollo de la teoría de la mente, lenguaje y funciones ejecutivas en
niños de 4 a 12 años.
 Tirapu, J., Pérez, G., & Erekatzo, M. (2007). ¿Qué es la teoría de la mente?
 Zegarra, J., & Chino, B. (2017). Mentalization and the Theory of Mind.

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