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Caso hipotético – Aborto

Carolina Malagrina (25 años) es estudiante de diseño gráfico en la Universidad de Cuyo (Mendoza).
Le va muy bien en los estudios y trabaja en un periódico local de turismo donde tiene un contrato de
locación de servicios. Tiene muchas expectativas de recibirse y, con el título en mano, buscar un trabajo
registrado y comenzar a ahorrar para comprar un terreno.

Carolina está en pareja con Jerónimo desde hace cinco años, con quien se conocieron en la escuela
secundaria. En plena época de parciales notó la ausencia del período menstrual y se lo atribuyó al estrés.
Como la situación continuó durante dos meses seguidos, decidió consultar a su ginecóloga quién le indicó
diversos estudios, entre otros el de embarazo. Los análisis dieron positivo y determinaron que estaba
cursando un embarazo de ocho semanas.

Se lo contó a Jerónimo quien se puso muy feliz y le confesó que siempre quiso formar una familia
con ella. Le dijo que sus nombres favoritos para el futuro integrante de la familia son Jazmín y Jeremías. Sin
embargo, Carolina está devastada. Es estudiante y el sueldo de su trabajo últimamente no le alcanza para
sus gastos mensuales. Carolina no quiere ser madre por lo que una semana después acude sola a un
consultorio ubicado en las afueras del Departamento de Las Heras que conoció a través de una compañera
de la facultad. Al llegar, abona los $13.000 pesos pactados, firma un formulario de exención de
responsabilidad e ingresa a la sala en la que la anestesian y le realizan el procedimiento de interrupción del
embarazo. Nadie le ha preguntado nada ni tampoco le han solicitado estudios prequirúrgicos. Al despertar,
no se siente bien pero junta sus cosas y se dirige al trabajo. En los siguientes días padece fiebre alta y
sangrados pero tiene temor de acudir al hospital y de que la denuncien. Jeremías, al enterarse de lo que ha
hecho, se enoja y le grita que se lo merece por ser una asesina y porque le quitó la posibilidad de ser
padre.

Como los síntomas continúan, finalmente Carolina acude al hospital adonde el médico que la revisa
en la guardia (Dr. Ficcanaso) le pregunta si en los últimos días sufrió un aborto espontáneo o si alguien se
lo practicó. Ella al principio niega cualquier embarazo. Como el médico le insiste y le aclara que necesita
conocer la verdad para efectuar el diagnóstico correcto, ella le cuenta lo que ha sucedido. A la semana de
ser dada de alta, llega un patrullero a su casa con la orden de un juez y queda detenida acusada de
homicidio en los términos del art. 88 del Código Penal,1 a raíz de una denuncia efectuada por el Dr.
Ficcanaso.

1
El ARTICULO 88 prevé: “Será reprimida con prisión de uno a cuatro años, la mujer que causare su propio aborto o
consintiere en que otro se lo causare…”. Asimismo, el ARTICULO 86 dispone: “…El aborto practicado por un médico
diplomado con el consentimiento de la mujer encinta, no es punible: 1) Si se ha hecho con el fin de evitar un peligro
para la vida o la salud de la madre y si este peligro no puede ser evitado por otros medios; 2) Si el embarazo
proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente. En este caso, el
consentimiento de su representante legal deberá ser requerido para el aborto.”

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