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DANIEL HAMMERLY DUPUY

Miembro de las siguientes sociedades científicas y literarias:


Academia de Letras de Río Grande:; del Sur (Brasil). Asociación Argentina de Tem-
planza (Buenos Aires). Asociación Indigenista del Paraguay (Asunción). Casa de la
Cultura Ecuatoriana (Quito). Centro Inca Garcilaso (Cuzco, Perú). Deluge Geology
Society (Los Angeles, EE. Uú.'1 Instituto Argentino de Estudios Orientales (Buenos
Aires). Instituto Cultural Argentino-Mexicano (Buenos Aires). Instituto de Numismática
y Antigüedades del Paraguay (Asunción). Instituto Patagónico (Buenos Aires). Instituto
Sanmartiniano (Buenos Aires). Liga Argentina para la Revisión del Calendario (Buenos
Aires). Liga Chilena del Calendario Tradicional (Santiago de Chile). Liga Paraguaya
para la Defensa del Ciclo Semanal (Asunción). Liga Cruguaya del Calendario (Mon-
tevideo). Sociedad Argentina de Americanistas (Buenos Aires) Sociedad Argentina de
Antropolog:a (Buenos Aires). Sociedad Argentina de Escritores (Buenos Aires). Sociedad
Geográfica Americana (Buenos Aires).

EL METO DO CRONOLOGICO
DEL CARBONO CATORCE

SUS APORTES A LA HISTORIA

Y SUS LIMITACIONES

RESPECTO A LA PREHISTORIA

LIMA- PERU

TALLERES GRAFICOS DEL COLEGIO UNION

1967
ES PROPIEDAD DEL AUTOR
QUEDA HECHO EL DEPOSITO
QUE MARCA LA LEY
Tributo el heme na je de e~ ta cbra nl
Dr. MARCELO liAMMERLY,
prototipo del hombre de ciencia y de
conciencia, que ha sabido hacer de.
la medicina un apostolado altruísta
e inspirador de Los más eüvados
ideales cristiarzos, transmitidos a una
ge11eración de entusiastas continua-
dores en el sendtro de la abtzega-
clón, orientados hacia el bienestar
de la humanidad doliente.

Con admiración y carbio fraterno,

Daniel Hammerly Duruy,

Colegio Unión, Lima, Perú,


30 de marzo de 1967.
Es propiedad del autor quien cede a! Colegio Unión de Lima, Perú,
todos los beneficios de la presente edición, con sus reimpresiones, por
el término de dos años a partir de la fecha de su publicación.

El autor autorizará la publicación parcial del contenido de esta


obra con fines periodísticos o de divulgación, previa autorización escri-
ta y firmada por el mismo.
T

PROLOGO
Con el resurgimiento de las teorías evolucionistas desde los días
de Carlos Darwin, la datación de la edad de nuestro planeta como tal,
y de los elementos inorgánicos y orgánicos que se encuentran en su
corteza se ha constituído en uno de los problemas ·más delicados y
desafiantes de nuestra época. El abandono muy manifie~to de las
teorías creacionistas por un grupo predominante de científico's en fa-
vor de los procesos lentos y más o menos uniformes y de larga dura-
ción de años, ha traído como consecuencia el planteamiento de diver-
sos métodos para calcular la antigüedad de las cosas. De esta mane-
ra surgieron métodos como el den.drológico, el de la salinidad de los
mares, el de la medida del espesor de los sedimentos, el de las var-
vas, y, posiblemente, el más atractivo y prometedor de todos, el mé-
todo de la radiactividad.

Por algún tiempo los métodos radiactivos se concretaban a deter-


minar datos cronológicos al estudiar el grado de desintegración ra·
diactiva de los minerales que gozan de esas propiedades, todo lo cual
permitía obtener informaciones acerca de la supuesta edad de los as-
pectos físicos del planeta. Existen, sin embargo, restos orgánicos del
lejano pasado prehistórico cuya cronologización dependía de fuentes
bastante difusas y dudosas; pero gracias a Willard F. Libby y a sus
colaboradores la ciencia adquirió un novedoso método de cronologi-
zación, mediante el radiocarbono, conocido como carbono-14.

Mucho se habla y mucho se espera de la técnica' del radiocarbono;


pero en este caso, como en todos los métodos radiactivos, poco se co-
noce de sus deficiencias y limitaciones y, en consecuencia se acepta
un poco ciegamente los resultados publicados por los e¿pecialistas.
En forma particular el creacionista ortodoxo se siente perplejo cuan-
do se le informa de edades que están mucho más allá de lo que se es-
peraría si nos atuviéramos a las informaciones de la Biblia.

El profesor Daniel Hammerly Dupuy, conocido estv1dioso de temas ·


arqueológicos y cronológicos, y un erudito defensor de las verdades
bíblicas, nos ofr~ce un trabajo nutrido, amplio y documentado sobre
este problema fascinador que debe ser conocido por toda persona es-
tudiosa. El escritor Hammerly Dupuy no .se ha concretado únicamen- ·
te ~ iÍiformaciones sobre las técnicas y alcances del método de Libby,
sino. que. ad~más, ofrece al lector 1Jil. amplio panorama histórico del
.origen y desarrollo d<.: los tnétodos r~diactivos en general, y del car.
bono-14 en particular, y se interesa en llevarnou a apreciar sus im-
plicaciones, revelaciones y aplicaciones en el campo de la arqueolo-
gía, de la historia y de la prehistoria.
Cabe destacar la importancia de los capítulos que tratan de las
posibilidades y del método cronológico del carbono-14 en el campo
de la historia y de sus limitaciones en el de la prehistoria. Con res-
pecto a la historia el método de Libby ha sido verificado mediante
otros sistemas cronológicos: su utilidad resulta de inestimable valor
para la cronologización de vestigios históricos de antigüedad descono-
cida. Y, en cuanto a la prehistoria, el autor nos invita a considerar
con cordura y prudente reserva los actuales cómputos a la espera del
debido perfeccionamiento de las técnicas que se están utilizando, ·por-
que no toman en cuenta las antiguas variaciones en el porcentaje del
carbono-12 con relación a su isótopo, el carbono-14. Pero no pode-
mos olvidar que aún perfeccionadas las técnicas de laboratorios que.
darán en pie una cantidad de suposiciones muy difíciles de aclarar;
por ejemplo: ¿cuáles fueron las condiciones que reinaron en el plane-
ta durante la prehistoria en relación con las condiciones atmosféricas,
la cantidad de C02, la naturaleza y abundancia de vida vegetal y ani-
mal, los posibles fenómenos orogénicos, diastróficos, fluviales y otros,
que se presentaron en forma muy diferente de la actual, por todo lo
, cual podemos suponer que las condiciones actuales no pueden s·er el
reflejo de las pasadas? Y entonces preguntamos ¿por qué perder lé!
confianza en la .luz que vierten las Escrituras sobre asuntos cronol<J.
gicos debidamente interpretados, donde el incierto pasado que la cien-
cia no puede reconstruir cabalmente, queda iluminado por la revela-
ción?

Es de esperar que este valioso trabajo de investigación del pro-


fesor Hammerly Dupuy, además de informarnos sobre el método ra-
diactivo del carbono-14, lleve al lector una interpretación mesura-
da y equitativa de sus alcances, protegiéndolo del ímpetu avasallador
del· uniformismo y renovando su fe en los postulados del creacionis-
mo bíblico. Los jóvenes estudiantes, así como los estudiosos en gene-
ral y todos los que cultivan con buena fe las disciplinas científicas,
se deben sentir agradecidos por el valioso aporte que significa esta
nueva contribución del polígrafo Hammerly Dupuy.

Dr. Alcides Alva


Lima, 1~ de Enero de .1967
EL METODO CRONOLOGICO DEL CARBONO CATORCEc
SUS APORTES A LA HISTORIA Y SUS LIMITACIONES
RESPECTO A LA PREHISTORIA
PREFACIO

El método cronológico del carbono catorce es mencionado en di·


versos ambientes como una clave infalible para descifrar los enigmas
cronológicos. del pasado. El entusiasmo provocado en las filas de los .
estudiantes por la propaganda en torno de ese método es extraordina·
rio. El asunto~ complejo por su naturaleza~ ha trascendido de los la·
boratorios y de las universidades a los colegios, a las escuelas, a los
periódicos y hasta a las revistas populares. ,
Se habla del método cronológico del radiocarbono como de la
"lámpara maravillosa que alumbra el pasado del hombre". (1) La fas.
cinación que ejerce ese método es poderosa especialmente en diver-
sas regiones de América donde no se contab~ -excepto en la zona de
las ruinas de la civilización maya- con sistemas de cronología que
permitiesen descifrar el enigma de la antigüedad de las culturas pOO.
colombinas. Con respecto a los datos de algunas civilizaciones, las re-
ferencias de antiguas observaciones astronómicas permitieron calcu.
lar valores cronológicos absolutos tanto en Mesopotamia como en el
valle del Nilo.
Mientras el autor dictaba conferencias en diversas universidades
de América del Sur, desde 1960 hasta 1963, acerca del significado de
los descubrimientos arqueológicos realizados en Mesopotamia~ Egipto
y Palestina, fue consultado por algunos profesores e interrogado por
numerosos estudiantes respecto a la aplicación del método cronoló-
gico del carbono catorce y sus verdaderos alcances. La mayor parte
de las veces las preguntas enfocaban los problemas en términos ne-
tamente científicos respecto a la antigüedad comparada de las civili..
zaciones de Asia, Africa, Europa y América. Muchos interrogantes se
relacionaban con la prehistoria y planteaban el enigma de si los . ves-
tigios del hombre en América pueden considerarse tan antiguos co-
mo los que se han descubierto en los demás continentes. Otros mos·
traban su preocupación por conciliar los datos tradicionales respecto
a la antigüedad del hombre, vinculados con las informaciones de los
libros bíblicos, frente a los datos publicados por los laboratorios que
realizan investigaciones mediante la aplicación del método que compu-
ta las radiaciones del carbono catorce .
. La forma como se presentaban tales preguntas reflejaban profundas
y sinceras preocupaciones de parte de quienes las formulaban. La. ac-
titud espectante que asumían algunos estudiantes daba la impresión
de que esperaban respuestas definidas de las cuales dependía su fu...
tura posición respecto al significado de la vida humana sobre la Tie.
rra. En otros ambientes juveniles, igualmente sinceros aunque no tan
10

bien informados, las P.reguntas enfocaban otros aspectos del mismo


asunto: ¿Qué es el carbono catorce? ¿En qué consiste el mét9do del
carbono catorce? ¿Es un método que siempre rermite llegar a resul-
tados positivos? ¿Cuáles son sus verdaderas posibilidades? ¿Hay que
aceptar las conclusiones que se funda11 en sus datos como veredictos in·
falibles? ¿Se reconocen algunas limitaciones del método? ¿Cuáles son
las dificultades admitidas por los hombres de ciencia respecto al
método del carbono catorce? ¿Puede reconocerse que el método cro-
nológico del doctor Libby tiene alguna falla fundamental? ¿Debe ad-
mitirse que hay contradicciones entre la antigüedad de Adán, según
la cronología bíblica, y la antigüedad del hombre según las investiga·
ciones antropológicas y cronológicas interpretadas mediante el méto-
q.o del radiocarbono?
Este· trabajo ha nacido, en primer término, como una respuesta
a las frecuentes preguntas que se le plantearon al autor acerca de los
fundamentos del método cronológico del radiocarbono ideado por
Willard F. Libby.
En segundo término, estas páginas pasaron por la etapa de notas
que se presentaron durante dos semanas de clases que formaron par-
te del primer curso de cronología dictado por el autor en Lima, Perú~
Esa cátedra fue iniciada en 1964, año de la inauguración del primer
laboratorio de radiocarbono en la América del Sur, instalado en el
Museo de Ciencias Naturales de La Plata, Argentina, y de la inaugura-
ción del Museo Julio C. Tello en Paracas, Perú, cuyo director, Frederic
Engel, destacó en una inscripción mural las estimaciones cronológi-
cas obtenidas para las muestras orgánicas preincaicas mediante el
método del carbono catorce.
En tercer término, el autor tomó la precaución de hacer circu-
lar copias dactilográficas de este trabajo que llegaron a las manos d~
hombres de ciencia de diversos países, para recibir sus oportunas ob-
servaciones. Finalmente, procedió a la revisión de su trabajo origi-
nal para incorporar las informaciones adicionales, procedentes de las
últimas investigaciones especializadas que pudo consultar a mediados.
del año 1965 en los Estados Unidos.
Se ofrece: este trabajo presentado como parte de los cuatro cursos
de cr_pnología dictados por el autor en !\raña, Lima, desde 1964 hasta
el verano de 1967, sin pretensiones de erudición en la materia, sino
en forma de un breve planteo de los problemas vinculados con el ya
famoso método cronológico radiocarbónico de Libby. Es de esperar
que la profundización de tales investigaciones de parte de los espe.
cialistas en este campo de la ciencia, signifique el aporte de nuevos
elementos de juicio para seguir ahondando la interpretación de los
fenómenos y esclareciendo los problemas relacionados con el radio-
carbono :para valorar con probidad sus resultados como método cro-
nológico.
11

El autor agradece especialmente las sugestiones que recibió de


parte de las personas que leyeron los originales y que le presentarán
sus puntos de vista verbalmente o por escrito, especialmente ai pro-
fesor David Rhys y al doctor Alcides Alva. También expresa su gra-
titud a los editores, p0r la generosa iniciativa de publicar este trabajo
con propósitos de divulgat"~~ón entre los estudiantes de Am~rica, a los
que se siente especialmente vinculado por la inspiración que recibió
a raíz de las conferencias dictadas durante varios años, ~uando pudo
sentir el contagioso influjo del entusiasmo que le ha permitido re-
novar su dedicación a la lectura del inmenso· libro de la naturaleza.

La primera edición de esta obra ha sido publicada bajo los auspi-


cios del Colegio Unión, siendo presidente del mismo el profesor D. J.
Sandstrom, y director el profesor Edmundo Alva Portilla. La materia-
lización de esta edición ha sido posible gracias a los esfuerzos de quie-
nes colaboraron con el autor en diversos aspectos: el profesor Rubén
Castillo, como director del Departamento de Publicaciones del Colegio
Unión; de los profesores Luis del Pozo Moras y Máximo Vicuña Arrieta,
como revisores de los manuscritos; cte los señores Víctor Tenorio Bende-
zú, como jefe de la Imprenta de la misma institución educativa y de Luis
Retamozo Pacheco, como supervisor de los trabajos de impresión. Tam..
bién colaboraron los siguientes alumnos: Angel Recalde Núñez, como
dactilógrafo que copió los manuscritos originales; Víctor Odicio Pi-
zarra, coino corrector de pruebas, y Merling Alomía Bartra, Rubén
Chambi Huayllara y Víctor Huapaya Champác, como dibujantes.
El autor deja constancia de su agradecimiento ·a cada uno de sus
colaboradores por. su generosa cooperación que ha facilitado la reali-
zación de las sucesivas etapas del proceso de edición de esta obra, cuya
misión es evidenciada por su contenido destinado a la evaluación del
método cronológico radiocarbónico, tanto para reconocer los méritos
de sus valiosos aportes a la historia, como para señalar sus riesgosas
limitaciones con respecto a la prehistoria. Motiva esta crítica cons-
tructiva el propósito de que se realicen los indispensables reajustes en
el método cronológico ideado por el doctor Willard F. Libby, para que
puedan interpretarse debidamente lo~ más débiles impulsos radiacti·
vos del carbono-14, de modo que las dataciones para los tiempos más
remotos se expresen en términos que armonicen con la realidad cien-
tífica que, necesariamente, debe tomar en cuenta las complejas realL
dades geofísicas, magnéticas, climáticas y biológicas que imperaron du ·
rante la prehistoria de la humanidad.

Daniel Hammerly Dupuy

.&aña, Lima, Perú, 10 de Febrero de 1967.


CONTENIDO

CAPITULO l
EL LUGAR DEL RADIOCARBONO EN LA NATURALEZA . . . . . . . . . 15

CAPITULO 11
LOS APORTES DEL METODO CRONOLOGICO DEL RADIOCAR..
BONO A LA HISTORIA .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .. 31

CAPITULO Ill
LOS PROBLEMAS DEL METODO CRONOLOGICO DE WILLARD ~
LIBBY ................................•.............. ~........ 49

CAPITULO IV .
LAS LIMITACIONES DEL METODO RADIOCARBONICO RESPEC-
TO A LA PREHISTORIA . .. .. . .. .. .. . . .. . .. .. .. . .. . .. .. . .. . .. . 71

CAPITULO V
LA NECESIDAD DE REFORMAR EL METODO DE LIBBY PARA
LAS CRONOLOGIZACIONES PREHISTORICAS . . . . . . . . . . . . . . . 99

CAPITULO VI
EL RADIOCARBONO Y LA CUESTION DE LA ANTIGUEDAD DEL
HOMBRE ..................................................... 129

TABLA 1
ESTIMACIONES RADIOCARBONICAS DE LAS EDADES DE
MUESTRAS DE PERIODOS HISTORICOS CONOCIDOS . . . . . . 159

TABLA 2
DESVIACIONES DE LAS CRONOLOGIZACIONES DERIVADAS
POR EL METODO RADIOCARBONiüO CON RESPECTO A
LAS FECHAS HISTORICAS .. .. .. . .. .. .. . . . . .. .. .. . .. .. .. . . . . 160

TABLA 3
DATACIONES RADIOCARBONICAS CORRESPONDIENTES A LA
EPOCA 111 DE TIAHUANACO ......................... ,.. .. .. . 162
APENDICE
OBSERVACIONES EN TORNO DE LAS FECHAS RADIOCARBO-
NICAS DEL PERU . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163

BIBLIOGRAFIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164

OBRAS. DEL AUTOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . •.. 187


1

INDICE ·GENERAL ....................................•............ l89


CAPITULO 1

EL LUGAR DEL RADIOCARBONO EN LA NATURALEZA


1.- ¿Qué es el carbono catorce y cómo se incorpora en los
organismos vivos?
En 1908, año cuando falleció el físico A. H. Becquerel, descubri-
dor de la radioactividad, nació en Colorado, Estados Unidos de Amé-
rica, Willard F. Libby quien, por sus profunda~ investigaciones en el
campo de la química general, recibiría el Premio Nobel para el año
1960. El Dr. Libby es el autor del método cronológico del radio-
carbono.
Cuando el Dr. W. F. Libby estudió químicamente los residuos
cloacales de la ciudad de Baltimore, Maryland, Estados Unidos de
América, descubrió la presencia de elementos radiactivos y compro-
bó que eran de origen orgánico, procedentes tanto de vegetales como
de animales, y de seres humanos.
El estudio metódico de los vestigios descubiertos abrió ante el Dr..
Libby todas las posibilidades de un enigma. ¿De qué manera los
restos orgánicos, vegetales o animales, acumulaban elementos radiaC-
tivos? La respuesta la dio el carbono catorce, descubierto en el
año 1930. Este difiere del carbono común, elemento conocido desde
los tiempos prehistóricos. La diferencia entre esos dos tipos de car-
bono es evidente frente a los delicados aparatos de los laboratorios.
El carbón utilizado como combustible desde tiempo inmemorial es
conocido por el símbolo C, que se caracteriza por un peso atómico
de 12,01 por lo cual es denominado carbono doce (C12)· El carbono
catorce (C14) se denomina así porque su peso atómico es de ca.
torce cargas nucleares. Por consiguiente el ( C14) es un isótopo del
(C12), porque tiene dos cargas nucleares adicionales. En efecto,
ambos carbonos tienen 6 protones, pero el carbono doce cuenta con
6 neutrones, mientras el carbono catorce se caracteriza por la pre-
sencia de 8 neutrones.
El descubrimiento del carborio catorce en las cloacas de Balti.
more se logró gracias a la presencia de elementos radiactivos estu-
diados por Libby desde el año 1930, cuando identificó el radiocarbono.
Valiéndose de la colaboración del Dr. A. V. Grosse,, quien facilitó los
aparatos de la Houdry Process Corporation, concentró carbono proc~
dente del gas metano, en el cual detectó la presencia de radiocarbono
(C14)· Este gran descubrimiento del Dr. Libby iba a movilizar a los·
químicos, a los ñsicos y a los especialistas en electrónica. Como con-
secuencia de este hallazgo surgiría un nuevo método cronológico: el
del radiocarbono. Este interesaría especialmente a los arqueólogos,
historiadores antropólogos y, especiahnente, a los cronólogos.
El hall~go de radiocarbono en los organismos muertos ' fue un
descubrimiento interesante que planteó un enigma: ¿cómo se incolf;.
16' EL MBTODO CRONOLOGICú
pota el radiocarbono en los organismos vivos?
Durante sus investigaciones en el Institute for Nuclear Studies de·
la Universidad de Chicago, el Dr. Libby estudió especialmente los rayos
cósmicos y sus efectos. Después de realizar numerosas observacio-
nes, llegó a la conclusión de que los rayos cósmicos bombardean las
capas más elevadas de la atmósfera terrestre con una potencia ener.
gética calculada en un billón de voltios y que esto da por resultado
la aparición de· cuantiosos neutrones de movimiento rápido que se
han estudiado especialmente en las regiones boreales. *
Los neutrones liberados por la radiación cósmica son n1uy veloces
y chocan con algunos átomos de nitrógeno, elemento descubierto por
d investigador británico Daniel Rutherford, en 1772, que tiene un peso
atómico de 14,008. Mediante el bombardeo de neutrones, el nitrógeno·
~s transmutado en radiocarbono. Cuando un neutrón bombardea
a un átomo de nitrógeno produce un átomo de hidrógeno, elemento
descubierto por el británico Henry Cavendish en 1766, cuyo peso ató..
mico es de 1,008. Además origina un átomo de radiocarbono cuyo
peso es de 14. La transformación de nitrógeno en radiocarbono es el
resultado del reemplazo de uno de los protones de su núcleo por un
neutrón sin carga que tiene aproximadamente la misma masa.
Las investigaciones de la física nuclear han demostrado que· los
isótopos ordinarios y estables del carbono tienen el peso de 12 ó de
13, que representan, cuantitativamente el 99% y el 1% del carbono.
El isótopo denominado carbono-14, porque tiene 6 protones y 8 neu-
trones, se manifiesta únicamente por su radiactividad porque emite
un electrón negativo de energía relativamente grande al descompo.
nerse en nitrógeno. Mediante instrumentos especiales y adecuados se
puede detectar ese electrón rápido.
En el año 1939 el investigador Serge Korff, de la Universidad ele
Nueva York, en colaboración con otros hombres de ciencia descubrió
que los rayos cósmicos, al penetrar en las altas capas de la atmósfera
que ·están por encima de los 9,000 metros de altura, producen neu-
trones secundarios. Ese hallazgo se realizó mediante el envío de ,
1
'contadores radiactivos", sensibles a los neutrones, a grandes alturas
atmosféricas. Como resultado de sus investigaciones, Korff llegó a
la ·conclusión de que se producen 2,4 neutrones por segundo para cada
centímetro cuadrado de la superficie de la Tierra. ¿Cómo desapare-
cería esa enorme cantidad de neutrones? Korff propuso la hipótesis
de que los neutrones se transformaban en carbono radioactivo. . En
1940, Ruben y Kamen produjeron carbono catorce utilizando .-partícu-
las de elevada energía, mediante el ciclotrón de 60 pulgadas de la Uni-
versidad tle California. .
El estudio de la intensidad de neutrones en diversos niveles de 1
la 'atmósfera, fue realizado por Yuan y Ladenberg en· Prlncenton,
Nueva Jersey, hasta 1949~ TaJes datos .fueron complementados con
* Esa reacción nuclear se logra en las pilas nucleares mediante el bOmbardeo del ni;..·
tr6genQ con neutrones segúp la siguiente reacción: N 14 ..¡:. .N I .e 14 + H I O
sea 'Nitró&eoo 14 + Neutrón l se transforma en Carbono-14 + Hidrógeno-l.
DEL CARBO'J\fO CATORCE

L05 rayo& cósmicos bombardealt

Lil .1 L.t
la at~era superior, produc..,..

::,1~•ull""'"¡• molvimtenl~ 'i 1


1 !lomos de ntlrógeno a'moaférico,
produc•endo pequei'ias cantidades
NEUTRO de carbono-14 e htdrógenó.¡
A TOMO DE NITROGENO Ü~

\ ~O HIOROGENO
CARBONQ-14 ...... ~ El carbono-14 se combina con
• el oxigeno para converttrse en
1 anhldrtdo carbónico qua contie-

t
:

.
ne carbono ·14, que se difunde
por la atmósfera.

1
1
',\.
'
1 \
La vegal.::tón ab5orbe el anhldri· \
do carbón•co que oonti~ne carbo- \
no-t4 \
\
\
\
\
\
\
\
\
\\
''
los ammalea se alimentan de ve-
''
getales, e incorporan carbono-14
en su or¡amsmo.
18 EL METODO CRONOLOGICO

las investigaciones de Simpson y sus colaboradores. -,en. 4iiv~


giones. Se comprobó que los neutrones sobre la latitud:.;de.,:Chi a o
son cuatro veces más abundantes que sobre el Ecuador:c-vario i -
vestigadores se propusieron averiguar dónde se acumül~iba·-c~t e[ -
no. catorce o carbono radiactivo generado en la atr:p.ósfera. El .
W. W. Rubey señaló que el mayor porcentaje de carbond caforc 1 e
transforma en carbonato de los océanos. W. F. Libby ~ E~ C. -
derson calcularon que el promedio de acumulación es, tl.pr~xima -
mente, de 8.5 gramos de carbonó por centímetro cuadrado de su
ficie terrestre distribuído en las siguientes cantidades: 7.25 en 1 s
océanos, en forma de carbonato; 0.59 disuelto en los mares; 0.33
la biósfera, contenido en los organismos vegetales, animales y hum -
nos; 0.12 en la atmósfera.
Según los cálculos realizados por el Dr. W. F. Libby, en colabor -
ción con el Dr. J. P. Arnold, en el aire atmosférico el carbouo cator
se halla en una proporción tan débil que hay solo uq. .gramo de radi _
carbono por cada 1.000.000.000.000 gramos de carbón~ ~ ~oJ1).$J.,. Es s
mismos investigadores estimaron que todo el radiocarbono~i~exis
en la atmósfera que rodea a la Tierra es solamente· de_ ·_7%,)6rl~a .
( 3) Se ha calculado que el equilibrio entre el carbono· U.:.· o . .~~~~
el carbono-14 o radiocarbono se mantiene sobre la ba~e dé~-~e·:~
cada centímetro cuadrado de la Tierra se forman 2.4 átomos'/g~.?fAGi -
carbono por segundo y que, en ese mismo lapso se destn,Aegr~~~~ -
diación la misma cantidad de átomos de carbono 14. Estas-,..s.9pi!I/~~co
clusiones que fueron dadas a conocer por W. F. Libby ·~ · .f~.~.-.-.
American Scientist del mes de enero de 1956. · ··: ~-~r.P·:!~~~~\
. .'
El radiocarbono llega hasta los organismos vivos meiilit\nte el 1 ~mr
..~~~
pues se combina con el oxígeno formando anhídridt> darbónico
dióxido de carbono. El anhídrido carbónico es un gas J¡ que J.
Helrnont ( 1577·1644) lo denominó ((gas silvestre" porque d~!flostró q
se produce por la fermentación y por la combustión de" 'Jt(ateria org ..
nica. J. Blak (1728·1799) lo llamó 11 aire fijo", que suscitó el ínter$
especial de A. Lavoisier (1743-1794), ~uien demostró qu~ es 1,1h.i~4>
de carbono. Este se enc;uentra en el a1re en una proporclón de-~:5'fi .
. Gracias al fenómeno de fotosíntesis, los vegetales
anhídrido carbónico o dióxido de carbono, que deja
radiocarbono. Esta sustancia radia.ctiva pasa por asjlmiílá~~ItiXlr/,
seres vivientes que se alimentan de vegetales o de· ~. . ~ -o-
4&.1 ........ ..

cibieron tales elementos de las plantas. De ese modo, ctura}lt'é ~~~¡;


vital, todos los seres vivientes reciben constantemente en
mos una mayor o menor cantidad de radiocarbono, pero. s_:Lentl~~e
la mismaJJroporción con relación al carbono doce. Todavja :.~~~(rl'ii~
cuáles son los beneficios o los inconvenientes que el
significa para los organismos.
19
z~;:......¿Cólño se ·niide la --intensidad de ·las . radiaciones de los ele-
. · ~ mentos.·l'adiactlvos?·

- ifr.:ds triünfos dedar-física nuclear se deben al ingenio del se:r hu-


·manosq:ue: -bavfdeade> ·aparatos ¡;-egistradores de radiaciones. Gracias
·a- tales:~:inventos· 1os:·-láb<()rato:rios disponen de los medios eficientes
para estudiar; I.as'·própfedades de. los elementos radiactivos. ·Mediante
,diversos aparatos s~mamente delicados se han podido desentrañar
:i:i:tu¿~h~ __r:~~~!iAili~: vintuXáHo~- con la materia_ y .la energía, .algunos de
-lós . cüa]és·- ha'6ían ~idú · enunciados teóricamente por Albert Eihstein
~n efafi6-¡196S:----' ·::: j ·' ···' ' ~ . . . .
- . . . ~'-._~ ~:, .• t ,..:·(_·.~ ~:·~--~ ~ .

~l; núp)~O; -d~ --átQ~q:.de :hiqrógeno .está formado


. -, ··:, .por un protón y
.uníe~_~tr,ón.,;:·_L~ ~arge d~l.protón es-positiva y deJa misma magnitud
Q.l1e lJt:;-cal:ga .p,egati;va 9el.;electrón, que gira en su órbita en .tomo. del
:n\le~~... "Laf? .. partícul~ qu~: ·~ot:man el átomo se · hapan en· vibración
·~~m,stgpte :: perq-: ;en· J>~r.fe9~'?-. -~~ilibrio.
·· ·Lá· humanidad:·necesitá-much9 tiempo para descubrir los primeros
elementos rádiacfiv.0s~ ·El· descubl"imiento del uranio fue realizado
·en ·11§9 i p¡ov;iMru!fin d<lápróth .. _'EB uranio tiene un -peso atómico de
238,07~-p~ocupa;¡ek92'l.;lugaren la tabla de los elementos entre los ~cuales
. er ·hidrógeno: -figúra. _en~ el- primer puesto. La actividad radiactiva' del
urani(): ··es.· supeyada· ·:por:·1os, '.siguientes elementos que tienen mayor
peso atómico: el neptunio (237) -descubierto en el año 1940 por F.
l\1. Mc,Mil~n y P. H. Abelson-:-; el plutonio (242); el americio (243); el
~.U:~i_4~·(?47f;:-= ~Llferk~lít~< (~4?>; _el califÓrnio (251); el einüenio (253);
el,)i()belló. _(2?3);_':eJ ~e!h)ió · (~5~) y el mendelevi'o· (256). . ·
··;_:Lo.~· Jl~cos. hap; .s-ometido_ los -elementos radiactivos a investiga-
dpnes~ -~iirLtciOsas ·para co~ocer. el comportamiento de las radiaciones.
Para· poder medir ·la frecuencia y ·la intensidad de las radiaciones han
inventado aparatos detectores que son muy sensibles, desde que V. F.
Hess~ :en ~911~ descubrfo la r·adiación cósmica.
- ·D~de .Jque :los e'spbs6S Pierre y Marie Curie descubrieron en "1898,
que fa· radiactiyidad -es ·urf proceso ·atómico, los hombres de ciencia
se interesaron en··la medicióñ cuantitativa de las racijaciones emitidas.
Estimaron que cada grarrío de radio emite 140 calorías siendo cada
una de ellas equivalente a la cantidad de calor necesaria para elevar
en un grado centígrado la temperatura de un gramo de agua entre
14,5o y 1S,5o centígrados. Fueron identificadas tres clases de radia.
ciones: rayos alfa (átomos de helio con doble carga eléctrica positiva),
rayos beta (electrones), rayos gamma (radiaciones verdaderas con
muy corta:longitud de onda).
En el año 1911 el físico neozelandés Ernest Rutherford se dedicó
al. e~udio del · recorrido de· las partículas radiactivas a través de los
gases y, especialmente, ·proouró medir las desviaciones de las partí,cu-
las. alfas .al atrávesar láminas metálicas muy delgadas. Desde el año
1919 Rutherford bombardeó diferentes gases con partículas radiac-
tivas. alfa, logrando la primera transmutación de un átomo. Sus dis-
c(pulos Crockroft y Walton inventaron un aparato sencillo, denom~
nado 14acelerador de protones", que consiste en un tubo al que se le·
extrae el aire. Lograban que los núcleos de hidrógeno atravesaran ese
tubo con una diferencia de potencial de 125,000 voltios.
El aparato denominado "cámara de niebla", inventado· por el
físico in,glés ·Charles T. R. Wilson, fue otro de los instrumentos que
contribuyó eficazmente para el estudio de los elementos radiactivos.
En la cámara de Wilson, las partículas alfa y beta dejan ver su trayec...
·toria en el gas porque esos corpúsculos actúan como núcleos de con·
.densación del vapor de agua. El átomo de oxígeno dibuja su pre-
sencia en forma más breve pero más gruesa, porque pierde SU$
poderes de ionización por captación de electrones. Al poner la cámara
de Wilson en un campo magnético se puede determinar la masa de
las partículas, su carga y su energía. Se comprueba que, después
del impacto, desaparece todo trazo de la partícula alfa porque ha
si:do capturada por el núcleo. El físico P. M. S. Blanckett logró fo~
tografiar las ramificaciones de los dos trazos diferentes. Mediante
23,000 fotos, en las que aparecieron 400,000 trazos de partículas alfa,
.sólo se registraron ocho casos que documentaron plenamente esa
reacción.
El aparato más valioso para las investigaciones realizadas por
W. F. Libby con el radiocarbono es el contador eléctrico de Geiger~
fundado en los principios de la Hcámara de ionización" para la detec.. ,
ción de partículas ionizantes. (4) Este aparato, inventado por el ñsico
alemán Irans Geiger y perfeccionado por W. Müller, tiene las siguien.
·tes características: ·
a) El contador consiste en uno o más cilindros metálicos con ta·
pones aisladores en sus dos extremos. Por el eje del cilindro
pasa un hilo metálico muy fino, revestido con una capa ais-.
!adora. El cilindro actúa como electrodo negativo o ánodo y
el alambre central como electrodo positivo o cátodo.
b) El hilo metálico sobresale del tubo por las dos puntas partie.tl-
do desde .una resistencia, en un extremo, hasta un amplifica-
dor en el otro.
e) Para el registro de las descargas el aparato. está prov.fstQ .con
un electrómetro, un oscilógrafo, un teléfono, un escintUador:,.. · ·
o un contador mecánico que entra en acción después que, los
impulsos son amplificados con tríodos.
Para el buen funcionamiento de un contador eléctrico de Ge~~~f': •·
se requieren varias condiciones fundamentales: ·
DEL CARBONO CATORCE

( 1) Debe producirse un estado eléctrico· inestable entre el cilindró


metálico o electrodo negativo, puesto en umi tensión elevada, y el hilo
metálico central o electrodo positivo. Ha de tomarse la precaución
de que la diferencia de potencial entre el cilindro metálico y el hilo me-
tálico se aproxime, sin alcanzarla, a la tensión disruptiva del aire.
Generalmente se pone el cilindro en el potencial negativo entre 1.000
y 1.500 voltios, de modo que la presión del tubo quede reducida, aproxi-.
madamente, a 0.1 atmósfera. Esas cifras pueden modificarse siempre
que guarden las mismas proporciones.
(2) El paso de un corpúsculo ionizante, entre el tubo y el hilo
metálico provoca una breve descarga. La corriente de ionización, de-
bida al corpúsculo radiactivo, puede ser muy débil, como sería el caso
de una sola partícula alfa, pero esa pequeña corriente es aumentada
centenares de veces por efecto de la descarga. Las descargas produci.
das en el contador, se hacen sensibles por la amplificación de los trío-
dos y la acción de electrómetro, el oscilógrafo, el teléfono y el con-

Arriba: La corona de 18 contadores Geiger que sirven J?ara detectar los rayos cósl'llkos.
Centro: Cilindro de plomo, de .W centímetros de longitud, que -va colocado entr~ la,
corona de 18 contadores y el contador central. Abajo: ·contador Geiger, con la pieza ter-
minal .de ·la izquierda levan4tda para mostrar el electrodo de un diámetro de 5. ·centí•
Dletros. El allhídridO car~nico y el Cat:bono 14 se introducen en el tubo.
22 EL METODO CRONOLOGICO

tador mecánico. Por consiguiente, al ser amplificadas, llegan a hacer.


se audibles en forma de chasquidos perceptibles en los auriculares, o
visibles por el encendido del esdntilador. Un contador eléctricú
Geiger en buenas condiciones de funcionamiento puede registrar sepa-
radamente dos partículas radiactivas, que penetren sucesivamente en
su campo con un intervalo de sólo un millonésimo de segundo.

3. -¿Cuáles son los procedimientos de Libby para medir el radio-


carbono de los restos orgánicos?
Uno de los mayores obstáculos relacionados con la medición pre-
cisa de los impulsos radiactivos de las muestras de radiocarbono con-
siste en la detección de rayos cósmicos y de las radiaciones de las
bombas atómicas. Por esta razón se han ideado aparatos perfeccio-
nados que eliminen, hasta donde sea posible esas interferencias que
constituyen dos factores de error para la medición exacta de los im-
pulsos radiocarbónicos.
El tamaño de los contadores Geiger varía según las necesidades.
Para la búsqueda de minerales radiactivos se preparan detectores de
bolsillo, algunos de tamaño tan reducido como lapiceros. Pero para las
investigaciones vinculadas con el radiocarbono, generalmente se re.
quieren instalaciones de considerable volumen. Además, para estos
cómputos tan delicados se necesita proteger el contador Geiger CC\ll
u.n blindaje de plomo. Algunos aparatos complicados que se utilizan
en los Estados Unidos de América, tienen el aspecto de cañones de
grueso calibre, con una coraza tubular de acero de 15 centímetros de
espesor, que contiene mercurio y plomo entre sus paredes. En la
parte hueca de ese cañón metálico se coloca un tubo menor, rodeado
por dieciocho contadores Geiger.
En la Universidad de Groninga, Holanda, el conjunto de tres con-
tadores Geiger está protegido por 14 toneladas de hierro. Para ga-
raptizar mayor seguridad, están aislados por un cobertor plástico con
~1; p;ropó~itó de evitar que el precipitado radiactivo de las explosiones
pe· ·bombas atómicas contamine los contadores. Las cubiertas de pi~
roo de los contadores Geiger tienen por propósito reducir al mínimo·
~as llamadas · "'nidiaoione~ de fondo" que generalmente ascienden a
200 cpm (cuentas por miliuto) .. Estas cubiertas de plomo son de varios
decímetros de espesor para que los 200 impulsos por minuto de las
"radiaciones de fondo" se reduzcan a 64, que proceden de los mesones
que descargan los rayos cósmicos, y para evitar las perturbaciones
· .similares causadas por las radiaciones deY uranio, torio y potasio te..
rrestres. Esta reducCión es 'importantísima porque las muestras · de
radíocarbono sólo dan 15..3 impulsos por minuto, o sea 15.3 cpm. por
cada gramo de carbono doce, que se deben detec~ar e_ identificar
entre las demás radiaciones que no interesan para lqs cómputos de
DEL CARBONO CATORCE 23

Willard F. Libby, con un tubo Geiger en sus manos, frente a su aparato detector.
los cuales se quieren obtener datos de significación cronológica.
Se ha inventado un
sist(!ma ingenioso para eliminar gran número
de radiaciones de fondo que perturban los cómputos de los impulsos
del radiocarbono. El sistema consiste en rodear el tubo del contador
Geiger con una corona de tubos menores que permiten reducir los
impulsos del interior del tubo. Este procedimiento técnico es descrip-
to en los siguientes términos por Hessel de Vries, profesor de biofísica
de la Universidad holandesa de Groninga: "El contador que contiene
la muestra se rodea de una corona de otros contadores. Si un mesón
atraviesa el contador interior, provocará simultánea:Qiente la descarga
de uno o dos de los contadores de la corona. Ahora bien, el sistema
electrónico dispone de un sistema a través del cual deben pasar los
impulsos del contador que contiene la muestra. · Este sistema está
controlado por los contadores de la corona de tal manera que los im·
pulsos del contador del carbono catorce D:o pasan1 si un contador de
24 EL METODO CRONOLOGICO

protección está simultáneamente activo. En esta forma se elimina


la influencia de los mesones y el efecto de fondo es reducido de 200
a 3 cpm. Eligiendo con mayor cuidado el material empleado para el
contador, puede reducirse aún más el. efecto de fondo, pero· es evidente
que un remanente de 3 cprn. no molesta, en lecturas del orden con-
tador, el efecto neto de un material reciente de 37 cprn., contra un
efecto de fondo de 3.9 cpm., mientras que el tercer contador registra
un efecto de fondo de 1.45 cp.m. y de 15 cpm. para el carbono re·
dente". (S)
Según las investigaciones de W. F. Libby y J. P. Arnold, en la
biósfera, los organismos vivos retienen una cantidad de radiocarbono
equivalente a 0.33 gramos por centímetro cuadrado de la superficie te-
rrestre. Además en el humus, o tierra vegetal, está acumulada una
cantidad representada por 0.20 gramos y en los mares y océanos se
hallan disueltos 0.59 gramos que proceden de formas orgánicas. Vale
decir que de los 8.3 gramos de carbono-14 calculado por centímet::.·o
cuadrado de toda la superficie de nuestro planeta, sólo corresponden
1.12 gramos para los seres vivos o para los restos orgánicos de los que
han vivido.
Las primeras mediciones de radiocarbono de origen orgánico fue-
ron realizadas en forma rudimentaria por Libby y Anderson mediante
un aparato detector muy sencillo construído por A. V. Grosse, de la
Temple University. Con ese aparato estudiaron las aguas cloacales
de la ciudad de Baltimore, donde detectaron la presencia de radia-
ciones denunciadas por un promedio de 14 desintegraciones por mi-
nuto. Los gastos de tales experimentos, mediante el empleo de la co-
lumna para la termodifusión que había costado 10,000 dólares, resul.
taban elevados. Las operaciones técnicas necesarias para calcular por
esos métodos indirectos la antigüedad de una momia representaba
miles de dólares. ·
Frente a esos problemas de orden técnico, Libby buscó la forma
de registrar las cantidades de carbono-14 en vegetales y animales por
el procedimiento directo del contador Geiger. Para medir las radia-
ciones del carbono catorce en las formas orgánicas vivas, ya se trate
de vegetales o de animales, el procedimiento técnico adoptado por
Libby fue el de transformar los organismos mediante métodos quími-
cos, en forma de dióxido de carbono, o en gas acetileno o en car·
bón sólido. Tanto en el caso del gas obtenido mediante procedimien-
tos químicos corno en el caso de la muestra · de carbón lograda por
combustión, es necesario colocar la muestra reducida, a lo que Libby
denomina "lampblack'', o negro. de humo, en el interior del tubo del
l.:ontador Geiger, blindado por una coraza metálica de 8 pulgadas d~
espesor destinada a proteger el experimento tanto de las radiaciones
DEL CARBONO CATORCE

terrestres como de las cósmicas. *


Las investigaciones realizadas con aparatos detectores lanzados aJ
espacio han demostrado, mediante los datos registrados automática~
mente, que las radiaciones cósmicas son más abundantes por encima
de los 9,000 metros de altura, y que disminuyen gradualmente a nive-
les inferiores.
Cada contador Geiger, preparado especialmente para estos expe.
nmentos, tiene un sistema de llenado, generalmente en la parte infe-
rior, y su correspondiente equipo electrónico en la parte superior.
El anhídrido ca'rbónico, procedente de la muestra de origen orgánico de
la cámara de combustión, es conducido por un tubo de cobre hasta
recipientes especiales de dos tipos. En los recipentes Dewar, mante-
nidos a baja temperatura, se condensa el vapor de agua, mientras que
el anhídrido carbónico es retenido en un tubo de vidrio enfriado en el
segundo recipiente. El exceso de oxígeno se escapa al aire. Cuando se
ha logrado el escape total del oxígeno, después de la combustión de la
muestra en estudio, se cierran las .llaves para hacer el vacío en todo el
sistema. El anhídrido carbónico obtenido de las muestras calcinadas
no es transportado por bombeo a las botellas destinadas al almace-
naje, sino desplazado mediante un proceso de enfriamiento provocado
por la inyección de aire líquido. Generalmente el anhídrido carbónico
es congelado mediante nitrógeno líquido a una temperatura de los
1800C bajo cero. En el momento conveniente para llenar un contador
Geiger el anhídrido carbónico es solidificado en el tubo de vidrio. En
ese instante se cierran las llaves conductoras de gases a las botellas
de almacenamiento y, de ese modo, al evaporarse el anhídrido carbó-
nico pasa por los tubos que lo conducen al contador de los impulsos
radiactivos.

4. -¿Cómo se demostró que todos los organismos vivos tienen el


mismo porcentaje de radiocarbono?

Los experimentos de Libby y de sus colaboradores, utilizando los


cómputos de las radiaciones del carbono catorce mediante los conta-
dores Geiger, han permitido calcular que el porcentaje de radiocarbono
es el mismo en diversos organismos frescos que fueron reducidos a un
proceso de combustión para transformarlos en gases. De ese modo
se pudo comprobar que la cantidad de radiocarbono contenida en un
árbol es tan pequeña que sólo hay un átomo radiactivo por cada tri-
llón de átomos que pueden transformarse en carbón común. Mediante
numerosús experimentos se ha demostrado que el carbono catorce
contenido en un repollo, en un árbol, en un perro, o en un caballo,
· * Las nuevas técnicas radiocarbónicas consideran como anticuado el empleo del
negro humo, que ~ sido sustituido en los experimentos por el gas puro de dióxido de
carbono ·que se obtiene al someter las muestras a temperaturas de 60(}<¡> a 800~ centi·
grados. (W. F. Libby, Radiocarbon Datlng Chicago, 1965), adición al capí~ulo IX, pág. 74·.
26 EL METODO CRONOLOGICO

difiere en cantidad pero no en el porcentaje con relación al carbono


doce. El porcentaje entre el carbono 14 y el carbono 12 se mantiene
en la misma proporción en todos los organismos vivos. Resulta difícil
conjeturar, por ahora, si los seres vivientes se sentirían mejor o peor
sin radiocarbono o con un porcentaje mayor o menor. *
Una de las primeras precauciones de Libby, después de haber com.
probado la intensidad de radiación del carbono catorce en los Estados
Unidos, fue la de averiguar si se registraban diferencias debidas a la
latitud geográfica o a otros factores, en diversas regiones de la Tierra.
La duda se apoyaba en el hecho comprobado de que la intensidad de
los neutrones es inferior en la zona ecuatorial y que se acrecienta gra-
dualmente hacia los polos. ¿Ocurriría lo mismo con el radiocarbono?
La respuesta se obtuvo gracias a un vasto proyecto financiado por la
Axel Wenner-Gren Foundation, la Guggenheim Foundation, y la coope-
ración de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, de la American
Antrópological Association y la American Geological Society.
El enigma de la igualdad o de la desigualdad en el porcentaje de
carbono catorce en diversas latitudes pudo ser despejado únicamente
sometiendo a la experimentación restos orgánicos de diversas zonas
del planeta. Se obtuvieron numerosas muestras de· madera y ostras,
además de aceites animales extraídos en la Antártida. Esas muestras
permitieron esclarecer el enigma porque procedían de muy diversas
latitudes. La investigación realizada por E. C. Anderson con muestras
de todo el mundo dio resultados semejantes, con la excepción de las
que se consiguieron en lugares donde abundan los yacimientos de car-
bonato y, especialmente, los de calcio. Estas variaciones locales fueron
explicadas como consecuencia de que las aguas superficiales de tales
regiones acarrean considerables cantidades de radiocarbono antiguo
que puede ser incorporado por los vegetales en forma directa pasando
de éstos a los animales y a los seres humanos en forma indirecta.
Tales experimentos permitieron llegar a la conclusión general de
que los isótopos del carbono están distribuídos de modo tan uniforme
en la atmósfera que no les afectan las diferencias de latitud terrestre.
Esto significa que el radiocarbono se incorpora proporcionalmente
por igual a los seres vivos de cualquier región de la Tierra. Se ha
comprobado que los animales de las regiones polares cuentan con el
mismo porcentaje de radiocarbono en sus organismos, aunque se ha
descubierto que en los hielos de tales regiones aflora notablemente
el carbono-14 procedente del fondo oceánico donde está depositado en
enormes cantidades. ( 6) Las investigaciones dirigidas por W. S. Broec-
ker en 1960, en el Lamont Geological Observatory han demostrado la
* Las investigaciones médicas relacionadas con algunos elementos radiactivos sobre los
organismos indican que abrevian la vida acelerando el proceso de la sepéctud. Tal
es la conclusión del Dr. Austin Brúes, Director del Biological and· Medica! Research
Dlvi8lon of tbe Argone National Laboratory, en su trabajo "Somatical Bffects of
Radiation" en el Bulletin of the Atomic Sclence Vol. 14 (En. 1958)., 13 • ¡4.
DEL CARBONO CATORCE

Un geoquímico de la Hwnble Oll & Refinig Company de Houston, Texas, coloca las
muestras orgánicas en tubos sobre nornillos eléctricos de elevadas temperaturas para
su combustión. Después las cenizas son removidas sobre metales calentados -alam-
bres de plata y limaduras de cobre- para extraer los óxidos de nitrógeno, el sulfuro
y otras impurezas que pueden estar mezcladas con el carbono-12 y el 14.

importancia del radiocarbono contenido en los océanos. (7)


La proporción entre el carbono catorce y el carbono doce se man.
tiene constante en los organismos gracias a Jos procesos vitales. El
radiocarbono es recibido por los vegetales mediante la asimilación de
anhídrido carbónico del aire en el cual se halla radiocarbono mezclado
con el carbono en proporciones definidas. El radiocarbcno pasa de
los vegetales a los animales herbívoros y al hombre, o de los anima-
les carnívoros a los seres humanos, manteniendo siempre el mismo
porcentaje gracias al equilibrio compensado de los procesos de meta-
bolismo y catabolismo.

Aunque el Dr. Willard F. Libby descubrió el carbono catorce en el


año 1930, necesitó experimentar durante tres lustros con ese elemento
radiactivo para llegar a las conclusiones que lo hicieron famoso, poco
después de su publicación en 1946. Tales investigaciones fueron desa-
rrollándose gradualmente de manera que en mayo del añó 1947 se
anunció cuál era la naturaleza del carbono-14 como un isótopo del
carbono-12, formado como resultado de neutrones producidos por bom-
bardeos cósmicos en la atmósfera superior, donde se mantenía una
cantidad aproximadamente constante. Mediante sucesivos experimen..
tos, Libby y Arnold llegaron a la conclusión de que los seres vivos
.28· . EL ME.TODO CRONOLbGICO

contienen una cantidad constante de carbono catorce, según Jo anun-


ciaron en 1949, *
El método de Libby surgió como consecuencia de la combinación
de .varias · conclusiones respaldadas por la experimentación. Estas
fueron:
1~ El carbono-14 se halla difundido en la atmósfera en forma ho-
mogénea, como isótopo del carbono-12 o carbón común.
2~ Todos los seres vivientes -vegetales animales o humanos- en
todas las latitudes del planeta, tienen la misma proporción de radío-
d:trbono con respecto al carbono doce. * *
311 En los organismos muertos, tanto vegetales como animales, no
se encuentra la misma proporción de carbono-14 con respecto al car-
bono-12, y e] porcentaje de radiocarbono siempre es menor que en los
seres vivos.

S. -¿Por qué no se mantiene el porcentaje de carbono catorce en


los organismos muertos?
El Dr. Libby se preguntó cuál era el porcentaje de radiocarbono en
los restos orgánicos que habían muerto en algún tiempo definido. Me-
diante numerosos experimentos, que consistían en la combustión de
un minimo de sesenta gramos de materia orgánica de cada muestra,
llegó a ciertas conclusiones inmediatas. Comprobó que el porcentaje
de carbono-14 de los organismos, con relación al carbono-12 disminuía
gradualmente en proporción a los años transcurridos desde la muerte.
Esta comprobación demostró que la muerte, que implica la cesación
de los procesos de asimilación y de metabolismo, significaba una pér.
dida del equilibrio compensatorio de los fenómenos vitales. Es decir,
que los restos orgánicos no recibían nuevos aportes de carbono cator-
ce sino que, debido a un proceso de radiación constante, perdían gra-
dualmente el radiocarbono que habían acumulado hasta el momento
de morir.
Cada elemento radiactivo tiene su propia velocidad de desintegra-
ción. Esto es demostrado al aislar una substancia radiactiva para me.
dir de tiempo en tiempo sus radiaciones. Se ha comprobado que las

* mas.
El Doctor Libby buscó colaboradores especializados para resolver diversos proble-
Después de su primera publicación personal (Physiznl Review, 57 (1949), 217),
apareció el informe colectivo bajo el nombre de seis especialistas. en el s.iguiente
orden: Anderson, Liby, Weinhouce, Reid, Kirshenbaum y Grosse (Scicnce, 105 (1947)
576). Posteriormente Libby escogió a J. P. Arnolcl como su principal colaborador
(Science (1949); 227, 210 (1949), 678; 113 (151), 111.

** Posteriormente se descubrieron ejemplares de animales con mayor porcentaje de


rc\diocarbono en sus organismos, prcblema que consideramos más adelante.
DEL CARBONO CATORCE

Los radioquímicos Willarcl F. Libby (en el centro), Hessel de Vries, de la Universidad


de Groninga, Holanda (a la derecha), Lymann J. Briggs (a la izquierda), en el labo-
ratorio de la Universidad de Chicago, examinando una de las sandalias prehistóricas
descubiertas en la Caverna Fort Rock, Oregón, Estados Unidos.
radiaciones disminuyen gradualmente debido al número de átomos
desintegrados. La disminución exponencial de desintegración es paula-
tina y proporcional. Es decir que la cantidad de substancia radiactiva
transformada en determinado intervalo de tiempo es proporcional a
la cantidad de substancia conocida al principio del intervalo.
El coeficiente de proporcionalidad de rayos gamma, denominado
uconstante radiactiva", señala la probabilidad de desintegración de un
átomo radiactivo en una medida de tiempo. ·Ese valor varía según el
elemento radiactivo. Como los átomos radiactivos no se desintegran si-
multáneamente, los investigadores realizan cálculos respecto a la dura-
ción media de los átomos de un elemento radiactivo para estimar en
cuánto tiempo sería reducida a la mitad mediante el proceso de radia-
ción que conduce a la desintegración.
Según los cálculos del Dr. Libby el carbono catorce, aunque no es
isocrónico en sus radiaciones, denuncia en los aparatos detectores un
término medio de 15. 3 desintegraciones por minuto por cada -gramo de
carbono. Ese es el valor de radiación que se estima para la materia
viva a causa de la presencia del carbono catorce. Algunos investigado-
30 EL METODO CRONOLOGICO

res atribuyen cifras más bajas, o sea 12.5 impulsos por minuto y por
gramo de carbono doce. Por consiguiente, el examen de la radiactividad
que corresponde a organismos que acaban de morir, sólo puede acusar
tm promedio máximo de 15.3 impulsos radiactivos por minuto por ca-
da ·gramo de carbono doce. El promedio de radiaciones va disminuyen-
do gradualmente, con el transcurso del tiempo, debido a la desintegra-
ción paulatina del radiocarbono. Los experimentos más precisos permi-
ten detectar 13.6 desintegraciones de carbono-14 por minuto por
cada gramo de carbono-12. *
'
Por el proceso de radiación el carbono catorce se transforma en ni-
trógeno, de la misma forma como el elemento conocido como el uranio,
por la pérdida de partículas alfa, se transforma en plomo. En esta for-
ma los restos humanos finalizan por perder después de mucho tiempo
toda propiedad radiactiva.

Un ejemplo elocuente de diferenciación de la antigüedad de los


objetos por el método del carbono-14 fue presentado por un experimen-
to de Libby que tuvo gran resonancia. Al solicitar de los museos diver-
sos objetos de origen orgánico de fecha conocida con el propósito de
poner a prueba la validez de su hipótesis se le permitió trabajar con un
sarcófago de la época de los Ptolomeos. El Dr. Libby al referirse al
descubrimiento que realizó casualmente, al someter ese sarcófago a la
experimentación, expresa: "Resultó ridículo, entonces, porque mediante.
una de nuestras pruebas por el método del carbono-14, obtuvimos parte
de la tapa de un sarcófago de uno de nuestros mejores museos. Se su-
ponía que la antigüedad de ese objeto era de aproximadamente 2.200
años. Podrán imaginarse nuestro chasco cuando nuestros instrumentos
r~gistraron menos de un siglo de antigüedad. Pensamos que era impo.
sible. ,Registramos nuestro equipo y tomamos otra lectura. Nuevamente
obtuvimos la misma respuesta. Finalmente llegamos a la conclusión de
que nuestros instrumentos estaban en lo correcto. La tapa del sarcófago
era de madera moderna, hábilmente 'anticuada' para que pareciera muy
vetusta. El engaño había burlado a los expertos y, con toda probabili-
dad, no habría sido descubierto de otro modo que por el carbono ca-
torce." (8) El caso del "sarcófago falsificado", dio mucho que decir- a
la prensa y, de ese modo, el método del carbono catorce de Libby se
hizo famoso de inmediato.

* Se¡ún las investigaciones realizadas en 1964, los impulsos radiocarbónicos de los


organismos vivos son de 13.56 x 0.07 por minuto poJ' gramo de carbono-12, según
J. Karlen, l. V. Olsoo, P. Karberg y S. Kilici, en Arldv Geophysik, 4 (1964), 465.
CAPITULO 11

LOS APORTES DEL METODO DEL RADIOCARBONO A LA HISTORIA

1. -Las estimaciones del período de "vida media" del


carbono catorce.

Mientra.s Libby realizaba investigaciones relacionadas con el carbo.


no·14 se le ocurrió que podría estimar la antigüedad de los objetos de
origen orgánico, siempre que se calculara con precisión el valor del pe-
ríodo de 11 Vida media" o de semidesintegración del carbono·14. (9) Los
primeros intentos para utilizar el radiocarbono con el propósito de ob.
tener estimaciones cronológicas datan del año 1948, pero la idea de uti-
lizar substancias radiactivas para cómputos cronológicos ya había sido
sugerida en 1905. *
La ''vida media" o período de semidesintegración del radio, primer
elemento radiactivo que fue estudiado, ha sido calculada en 1. 630 años.
Esto no significa que para desintegrar totalmente cualquier cantidad
de radio se necesita duplicar ese período, o sean 3.260 años, porque la
curva exponencial de desintegración indica otro resultado. Los cálculos
referentes a la ' 1vida media" de los elementos radiactivos no deben in-
terpretarse como si diesen, por ejemplo, la fecha del origen del radio
existente en el mundo porque, en tal caso, el elem~nto radio ya se habría
terminado desde hace siglos por desintegración absoluta. Pero el radio
y otras substancias radiactivas se siguen originando como resultado
de la desintegración de otros elementos de mayor peso atómico. El
elemento radio, cuyo peso atómico es 226, corresponde a una de las
etapas de transformación del uranio, de peso atómico 238, cuyo pro-.
dueto final es el plomo con el peso atómico 206. La 11Vida media'' del
uranio 238 ha sido estimada 4. 560 millones de años. El plomo es ya
un producto estable porque ha perdido toda radiactividad.
El período de 11 vida media" para cada elemento radiactivo es cons-
tante. Así, por ejemplo, en el caso del radioisótopo conocido como
hidrógeno--3, es de 12 años, en lugar de 1. 630 años como ocurre con
el radio. Algunos elementos se caracterizan por una extraordinaria
rapidez de desintegración, como acontece con el nitrógeno-16 cuya
11
Vida media" es de sólo 7,35 segundos. Un isótopo fácil de estudiar
en los laboratorios es el sodio-24, cuya vida media es de 14,8 horas.
* La idea de que los elementos radiactivos podrían ser utilizados para el cálculo cro-
nológico de edades "absoluta!.~", fue sugerida en 1905 por Botwoód en el Phllosophl·
cal Mqazine, VI, 9 (1905) 599. Desde entonces se utilizaron con esa finalidad el
uranio (U 238 y U 235), el torio (Th 232), el potasio (K 40), el rubidium (Rb 87)
el samarium (SM 148), el Iutecium (Lu 176) y el radiocarbono (C 14), según lo ha
destacado Lyle Jensen, en "Age Detenninations Using Carbon-14" The Naturallst,
NC? 4 (1951), 35.
. . . . . \
32 EL METODO CRONOLOGICO

Cuando se desintegra un átomo de sodio-24, emite una partícula b.eta


y, por ese hecho, queda transformado en un átomo estable de magne-
sio-24. Como el período de "V..,.:la media" es. igual al tiempo necesa.
río para que las lecturas de impulsos radiactivos en el contador se re-
duzcan a la mitad, en el caso del sodio-24 esto ocurre aproximada.
mente en 15 horas, por consiguiente, un gramo de sodio:..-24 se redu-
ce en 15 horas a 1/2 gramo de sodio-24, porque el otro medio gramo
se· ha reducido a magnesio-24, que es estable. Continuando las obser-
vaciones se comprueba, por la lectura de los impulsos radiactivos de-
tectados por el contador Geiger, que después de otras 15 horas del gra-
mo de sodio-24 sólo queda 114 de gramo sin tran~formar, porque el
resto se ha transformarle por radiación en 3/4 de gramo de magne-
sio-24. Después de otras 15 horas se realiza una nueva lectura en el
contador con lo cual se comprueba que la velocidad ha disminuído
en 1/8 de la velocidad inicial y que se ha producido 7/8 de magne-
sie-24. Prosiguiendo los cómputos cada 15 horas después de esas tres
primeras lecturas, realizadas a las 15, 30, y 45 horas, sólo se pueden
realizar cuatro lecturas más: a las 60, 75, 90 y 105 horas. Después de
esa última lectura a las 105 horas, se observa que el contador Geiger
ya no registra más impulsos radiactivos porque el gramo de sodio-24,
ha sido trasmutado por radiación en un gramo de magnesio--24 que
no es radiactivo sino estable. Lo mismo ocurre con el isótopo carbo-
no_:..14, con la diferencia de que su período de "vida media", en lu-
gar de tener la rapidez de 15 horas, se caracteriza por tal lentitud que
requiere aproximadamente S. 000 años, dando origen, por desintegra-
dón gradual, a la misma cantidad de nitrógeno estable.
Los cálculos relacionados con el valor del período de la 11 Vida me-
dia" del carbono-14 son esenciales para lograr posteriores cronolo-
gizaciones sobre esa base. Pero los primeros cálculos referentes a la
"vida media" del radiacarbono dieron cifras extremadamente diferen-
tes: entre 4700 años y 7200 años. No obstante, toda la teoría acerca del
valor cronológico del radiocarbono depende mayormente de la valua-
ción exacta de la "vida media" del radiocarbono expresada en años
trópicos o solares.
La magnitud de los problemas técnicos relacionados con la esti-
mación de la "vida media" del radiocarbono queda ilustrada por la
diversidad de evaluaciones publicadas:
(1) En 1949 cuatro hombres de ciencia efectuaron juntos los ex-
perimentos para resolver el ¡,roblema. Estos eran W. F. Libby, A. G ..
Engelkeimer, W. H. Hammil y M .. G. Inghram quienes dieron a co-
nocer la estimación de 5580 años, más o menos 45 años. (10)
(2) En el mismo año W .. M. Jones, realizó cálculos similares y lle-
gó a valuar la "vida media" dpl carbono-14 en 55S9 años, más o me-
nos 75 años. (11}
DEL CARBONO CATORCE

f'14 r"14 .
~-----\;;'- ------r-- 5730

--------------~ 11460

~~-::-:-;-;-:-::r.:~~-- 17190
t~f=t:~~,~~~f~~rt~~~}W?~{
Esquema ilustrativo . de la "vida media" del carbono-14. Según los cálculos adoptados
por Internatlonal Carbon-14 and Trltium Conference, realizada en 1965, para que el
radiocarbono se reduzca al 50 % se requieren 5,730 años. Para que las radiaciones dis-
minuvan el resto a la mitad y quede un 25%, se requieren otros 5,730 años y, así
sucesivamente, hasta que el carbono-14 se transforme en nitrógeno. El cálculo de la
"vida media" del radiocarbono se ha realizado tomando en l;Uenta el porcentaje de las
frecuencias de radiación de muestras orgánicas de edad histórica conocida.
(3) En 1950 el problema fue considerado tan importante como para
que mereciera los desvelos de seis investigadores que trabajaron jun-
tos con el propósito de dilucidarlo. Estos especialistas fueron: W. W.
Miller, R. Ballentlne, W. Bernstein, L. Friedman, A; O. Nier y R. D.
Evans. La estimación que publicaron era menor que las anteriores:
5513 años, más o menos 165 años. (12) Es de notar que Millér y sus
colaboradores habían calculado 6360 años al utilizar otro aparato de-
tector de impulsos radiactivos.
(4) Con el propósito de uniformar los cálculos con .fines cronoló.
gicos se llegó al convenio de tomar el término medio de las tres eva-
luaciones precitadas. Por consiguiente se dio a conocer, como me-
dida internacional, la cifra convencional de 5580 años, más o menos 30
años. (13) .
(5) En 1951 dos especialistas, G. G. Manor y L. F. Curtis, inten-
taron estimar el valor de la "vida media" del carbono--14, y llegaron
a la conclusión de que correspondía a 5370 años más o menos 210
años. (14) '
(6) En 1954 tres investigadores se consagraron al estudio del pro-
blema, extremando las precauciones para evitar errores. Esta inves-
tigación de conjunto se llevó a cabo mediante los trabajos realizados
por R. S. Ca_swell, J. M. Brabart y A. Schwebel, quienes dieron a co-
nocer la conclusión de que la ''vida media" del radiocarbono es de
5900 años, más o menos 250 años. (15)
(7) En 1958 las investigaciones de C, Crowe, demostraron que las
ed~des estimadas por W. F. Libby basta el año 2.000 a. C. indica.
34 EL METODO CRONOLOGICO

ban la tendencia a caer de un mismo lado de la curva exponencial de


desintegración lo cual acusaba un error en el cálculo de Ja avida me-
dia" del radiocarbono. (16)
(8) En 1960 E. K. Ralph y R. Stuckenrath destacaban el hecho de
que los tres cálculos de ''vida media" del carbono-14 que sirvieron
de base para publicar el término medio aceptado provisionalmente,
diferían porque se habían utilizado tres aparatos distintos y que era
de conjeturar que el margen de error resultaría mayor en más o me-
nos 30 años. (17)
(9) A principios del año 1961 el National Bureau of Standards de
Washington, destacó que la avida media" del radiocarbono, estimada
durante una década en S. S68 años más o menos 30 años, era incorrec-
ta y que era conveniente elevar provisionalmente la cifra a S. 760 años.

(10) En 1962 H. Godwin, especialista en investigaciones relaciona-


das con el carbono.14, dio a conocer por medio de una carta que fue
publicada por la revista Nature (vol. 19S, 1962, p. 984) como, mediante
tres determinaciones que consideró de tan absoluta confianza
proponía la adopción de 5.730, más o menos 40 años para la
41
Vida media" del radiocarbono. Sugería que el reajuste de las fechas
publicadas en el año precedertte fuesen conve1 tidas al multiplicarlas
por 1.03.

(11) En 1963 el especialista E. H. Willis dio a conocer cuál era


la situación en relación con el problema del cálculo de la ''vida me-
dia" del carbono-14, al decir: "Siendo que se sabe que varios labora.
torios físicos están por trabajar en la misma redeterminación, se ha
llegado al acuerdo de suspender el cálculo, sobre la base de las fe-
chas publicadas, hasta que se pueda alcanzar un acuerdo internacio-
nal. La redeterminación no parecería involucrar más que un peque-
ño porcentaje de alteración, y el volver a calcular las fechas previa-
mente publicadas será muy simple''. (18)

· (12) En el año 1965 cincuenta y cuatro antropólogos, arqueólogos,


geoquímicos, geólogos y físicos de 20 países se reunieron en Pullman,
Estado de Washington, en los edificios de la Washington State University
para realizar las sesiones de la Intemational Carbon-14 and Tritium
Datlng Conference, efectuada del 7 al 11 de junio. En esa sexta con-
ferencia mundial para el estudio de los problemas del método crono-
lógico ideado por Libby, llegaron a la conclusión de que la "vida me.
dia" del carbono--14 debe ser considerada como de 5. 730 años, nueva
base que será utilizada para las estimaciones cronológicas de mues·
tras orgánicas· hasta la próxima conferencia internacional de esa índo-
le, convocada para el año 1968.
DEL CARBONO CATORCE 35

2. -¿Cómo se preparó la escala de valores cronológicos


con el radiocarbono?

Cuando el doctor Willard F. Libby buscó la forma de verificar la


estimación de la "vida media" del carbono-14 realizó experimentos
~criados para medir las radiaciones de restos orgánicos de diferentes
edades conocidas. Como ya ha sido mencionado, obtuvo de los mu-
seos las muestras de restos orgánicos cuya antigiiedad ya había sido
determinada mediante los métodos cronológicos propios de la arqueo·
logía, lo cual le sirvió de pauta.
Para calcular las diferencias de porcentaje de carbono-14 con el
carbono-12, en relación con las escalas de tiempo absoluto, Libby
consiguió muestras diversas de origen orgánico descubiertas en Egip-
to, cuya antigüedad ya era conocida mediante cálculos astronómicos.
Esas muestras resultaron útiles para medir la desintegración del ra-
diocarbono dentro de lapsos calculados por la cronología absoluta, ex.
presada en términos de años. Los resultados de esas búsquedas serían
publicados a partir de 1949 en forma de tablas de valores obtenidas
mediante el cómputo de las radiaciones del carbono-14. (19)
La primera muestra extraída de un museo para someterla al examen
de su contenido de carbono-14 fue una viga de acacia de la tumba
del faraón Zoser .. Se sabía que este faraón de la tercera dinastía era
el constructor de la pirámide más antigua de Egipto, la famosa pi-
rámide escalonada de Saqqara, erigida en el tercer milenio antes de
Cristo. Tomando en cuenta el porcentaje de las radiaciones de radiocar-
bono, Libby calculó que la antigüedad de esa viga de acacia se remon.
taba en torno del año 2.700 a.C., con un margen de error de 250 años.
Las investigaciones modernas permiten suponer que ese faraón co-
menzó a reinar en el año 2.650 a.C (20) *
Otra investigación relacionada con la historia de Egipto consistió
en someter a examen del radiocarbono un pedazo de madera de la na:-
ve funeraria del faraón Sesostris (Senwosret) 111, que se exhibe en el
Museo de Historia Natural de Chicago. Esta embarcación, de casi diez
metros de longitud, fue construída con madera de cedro y sepulta-
da cerca de la pirámide en Dahshur después de haber servido para
transportar la momia de ese faraón de la XII a dinastía. La fecha
cuando comenzó a reinar Senwosret 111, ha sido calculada en 1945,
mediante datos astronómicos precisos, por el cronólogo L. H. Wood.
Gracias al estudio del papiro descubierto en Kabun, se puso en evi-
dencia que ese faraón inició su reinado en el año 1897 a.C. Esta
* Los cómputos radiocarbónicos de la vida de la tumba del faraón Zoser han sido
revisadQs con muestras que fueron estudiadas por cinco laboratorios que publicaron
los siguientes cómputos: Chicago, 3979 más 350; Arizona 4240 más 150; La Jolla, 4080:
Sharp (Beckman), 4020 más 100; Bombay, 3090 máEJ 110. Estos cómputos fundados en
el registro de impulsos radiactivos son considerados como ·un ejemplo elocuente de
armonía de los resultados mediante el método de Libby. Véase los datos de las tablas
I y II, páginas 159 y J60.
36 EL METODO CRONOLOGICO

fecha ha sido confirmada mediante otros m~todos por el astrónomo


R. H. Parker. (21) Los cálculos realizados por el doctor Libby ·para
la edad del árbol que sirvió para esa nave funeraria erraron, según se
pensó, en 180 años.
Se realizaron nuevo~ experimentos recurriendo a muestras de eda-
des conocidas de otras épocas: una viga exhumada en la tumba del
faraón Snefru, de los comienzos de la IV a. dinastía; una tabla de pino
del piso del gran palacio siro-hitita de Hattina en Tell Tayinat, al nor-·
oeste de Siria, que fue incendiado en torno del año 675 a.C., etc. En
todos estos casos los resultados calculados mediante el cómputo de;
radiaciones, se han aproximado a la realidad. En el caso del palacio
siro.hitita, antes del experimento radiactivo se estimaba que su an·
tigüedad era de 2624 años con un error margén de SO años en cada
sentido. El cálculo por el método radiactivo dio 2600 años más o me-
nos 150, lo que da una latitud de 150 años plus (2750), ó 150 minus
(2450) * Es de notar que las excavaciones arqueólogicas fomentadas
en Egipto y Sudán por la UNESCO, a raíz de los trabajos vinculados
con la gran represa de Asuán, permitieron exhumar abundantes mues.
tras orgánicas. Algunas, como las de Buhen, en Wadi Halfa, fueron·
sometidas al examen radiocarbónico, como lo dispuso en 1962 el egip-
. tólogo l. E. S. Edwards, curador del Departamento de Antigüedades
Egipcias del Museo Británico. A la tabla formada por los resultados
de los análisis radiocarbónicos de muestras de edades conocidas, el
Dr. W. F. ·Libby, en 1963, le ha dado el nombre de "Curve of Knowns:';
que no debe ser confundida con la curva exponencial de desintegra-
ción del radiocarbono.
Otro cálculo cronológico radiocarbónico interesante se relaciona
con la primera dinastía de Babilonia. El más eminente de sus reyes,
Hammurabi, según la opinión publicada por J. Oppert a fines del si-
glo XIX, habría reinado desde el año 2395 a.C. El arqueólogo T. Ja-
cobsen, en armonía con otros investigadores de la cuarta déf'ada del
siglo XX, señalaba para el mismo rey el año 2067 a.C. (22) Pero los
descubrimientos en la tan buscada ciudad de Mari, eq cuyas ruinas
se encontraron los archivos reales, demostraron que Hammurabi no
solamente fue el destructor de esa ciudad sino que era coetáneo· de
varios reyes de los cuales se conjeturaba, erróneamente, que habían
vivido varios siglos después. El estudio de los sincronismos revela-
dos por los documentos de Mari obli~aron a rebajar inmediatamente
en dos siglos el comienzo del .gobierno de Hammurabi. (23)
Los hallazgos de restos orgánicos correspondientes a la primera
dinastía babilónica, perteneciente a un precursor del rey Hammurabi
* Cuando se p\lhllicaron los resultados de los cálculos cronológicos basados en el mé--
todo radiocarbónico de Libby, las cifras presentadas fueron acompañadas por la su-
pe~,sición del signo de "más"(+) sobre el de "menos" (-), para indicar la pro-
babilidad de error expresada en el número de años que podrían sumars.e o restarse
semín el caso resulte positivo o negativo. Véase el diagrama de la curva exp<>nenciaÍ
de desintegración del r~diocarbono en la página 63. ·
DEL CARBONO CATORCl:!

Darca funeraria del faraón Senwosret III descubierta en Dahshur, Egipto. Fue trans-
portada al Museo de Historia Natural de Chicago, donde se le extrajo una tabla . de
cedro para someterla al examen radiocarbónico mediante el método del Dr. W. Libby.
que lo precedió unos 250 años, facilitaron la cronologización buscada.
Libby· utilizó para sus experimentos una viga maestra de la primera
dinastía de Babilonia. E! cálculo dio 1993 a.C. más o menos 106 años,
Esto fue interpretado en la siguiente forma: el árbol que se cortó para
el techo del edificio babilónico creció entre los años 2099 a 1887 a.C.
Sobre esta base Libby estimó que Hammurabi habría comenzado a rei- ·
nar en el año 1750 a. C. Los cálculos realizados por los arqueólogos y
Jos asiriólogos de mediados del siglo XX, respecto al comienzo del
~~~inado de Hammurabi, oscilaron entre 1728 y 1704 a.C (24).
La escala de valores cronológicos por el método del radiocarbono
de . . . .ibby es el resultado de dos tipos de estimaciones:
l.-El cálculo teórico-experimental de la semidesintegración o 11 Vi-
da media" del carbono-14, fundado en los términos de frecuencia de
les impulsos radiactivos que, en realidad, no son isocrónicos, lo cual
da un margen de error.
2.-Los experimentos de cronologización fundados en los cálculos
d~ velocidad de desintegración del radiocarbono que toman en cuen-
ta las muestras orgánicas de antigüedad previamente conocida.
Al preparar la escala de valores para calcular la antigüedad de los
restos orgánicos de antigüedad desconocida Libby y sus colaborado-
res no se detuvieron dentro de la líne~ cronológica trazada por otros
métodos de investigación sino que intentaron penetrar más profun-
damente en el pasado.
El método dendrológico de cronología, también contribuyó para
38 EL METODO CRONOLOGICO

verificar algunos cálculos fundados en el radiocarbono. La dendrocro•.


nología o el sistema de computar los anillos de los árboles con fines
cronológicos fue sugerida por De Witt Clindton, en 1811 al contar los
anillos de los árboles de Canandigua, Nueva York. Considerando que·
cada anillo era de carácter anual, encontró ejemplares de mil años de
antigüedad. (25) Las primeras investigaciones dendrocronológicas fue·
ron sistematizadas por Charles Babbage, en 1837. Pero los verdade-
ros triunfos de la dendrología se deben a A. E. Douglass. (26) El árbol
vivo más antiguo que se conoce es un pino, de la especie denomina.
da vulgarmente Bristlecone, de unos 4.600 años, vale decir que, en
.1967, representa una venerable edad que se remonta al año 2633 a.C.,
cuando el faraón Zoser construía la primera pirámide de Egipto. (27)
Libby realizó experimentos con madera de un ejemplar grandioso
de Sequoia Washingtonlana, de California, conocido como el Centennial
Stump, que había caído en el año 1874. De la madera de ese árbol ex-
cepcional, de casi 3000 años de edad, se extrajo un trozo con anillos
que correspondían a los años 1031 a.C. hasta 928 a.C. El cálculo re-
alizado por el método del radiocarbono dio la cifra de 2719 años, o
sea, 200 años menos, que el cómputo dendrológico, lo cual excede al
margen d~ error calculado en 165 años en más o menos. Gracias a este
experimento el Dr. Libby llegó a la conclusión de que cada anillo de
un árbol contiene el carbono-14 que incorporó durante su año de cre-
cimiento y que "cada pedazo de madera tiene su edad grabada en ella".
(28)

3. -¿De qué modo contribuyó el radiocarbono para establecer


la antigüedad de los rollos bíblicos del Mar Muerto?

El método cronológico ideado por el W. F. Libby, mediante el re-


curso del cómputo de las radiaciones del carbono-14, debe gran pél.r·
te de su reputación a un hallazgo efectuado en Khlrbet Qumran, Pa-
lestina, cerca del Mar Muerto. Un beduíno que pastoreaba sus cabras
cerca de la costa occidental del Mar Muerto, perdió uno de sus ani-
males y, al buscarlo, descubrió un boquete en el cual arrojó un cas·
cote. El ruido de vasijas rotas lo espantó, pero regresó al día siguien·
te con un amigo para explorar la caverna. Descubrieron varias vasi·
jas de cerámica que, en lugar de contener monedas, escondían otro
tesoro: antiguos pergaminos. Aunque esto ocurría e:J;l la primavera
septentrional de 1947, ·cuando los rollos fueron llevados a la vecina ciu-
dada de Belén, en Jerusalén recién se tuvo noticias del hallazgo en el
mes de abril de 1948 y la caverna del primer hallazgo no fue redescu.
bierta por la legión árabe hasta enero de 1949.
El examen de los pergaminos demostró que se trataba mayor·
mente de libros bíblicos, llamando la atención especialmente el buen
estado de un :rollo del libro del profeta Isaías (c. 745-c. 685 a.C.).
DEL CARBONO CATORCE .· 39

La antigüedad de los rollos bíblicos descubiertos en una caverna de Qumran, cerca del
Mar Muerto, fue estimada mediante el análisis del radiocarbono de las telas de fibras
de lino que servían para envolver los pergaminos. La edad calculada por el método
cronológico de Libby fue· confirmada mediante las investigaciones arqueológicas poste.
riores, gracias a los hallazgos de monedas que permitieron recurrir a las informació-
nes numismáticas.

Para diversos campos de conocimiento el averiguar la fecha cuando fue-


ron copiados tan valiosos pergaminos era de gran interés. En poco
tiempo se escribieron centenares de artículos en torno a esos perga~
minos bíblicos y de los que se fueron descubriendo después en otras
cavernas y cuevas cavadas en la misma región. Dos eruditos judíos,
Weis y Zeitlin prestaron atención especial al pergamino que comen-
taba el libro bíblico del profeta Habacuc y, en 1950, presentaron la
conclusión de que se trataba de un pergamino que "fue escrito hacia
el año 1096 d.C. por un Isawita o Juganita quien escogió los primeros
dos capítulos de Habacuc para dar expresión a las expectativas de su
secta, a raíz de la llegada de los Cruzados ... ", (29) La hipótesis referen-
te a la exégesis de los judíos caraítas entonces pareció aceptable, a
pesar de lo cual se continuaron las investigaciones para dilucidar to-
dos los enigmas vinculados con los rollos del Mar Muerto.
Suponiendo que podría obtenerse un cálculo, aunque fuese apro·
ximado, de la antigüedad de los rollos bíblicos se recurrió a las in-
vestigacipnes fundadas en el radiocarbono. Como no se deseaba per.
der los pergaminos mismos, siendo que las muestras deben ser inci~
neradas para computar sus radiaciones, se sometió al experimento
una de las telas de lino con las cuales estaban envueltos los rollos bí-
blicos. Aunque un examen de tal naturaleza no podría indicar la edad
exacta de los pergaminos, al menos, daría a conocer la fecha cuando
40 EL METODO CRONOLOGICO

fueron cortadas las plantas de lino que, transformadas en hilo y en


tela, sirvieron de envoltorio para los rollos cuando éstos fueron cui-
dadosamente escondidos en cántaros dentro de las cavernas de Qum-
ran. Las pruebas del radiocarbono, efectuadas en 1951, fueron inter-
pretadas en el sentido de que esas telas procedían de plantas de lino
que habían sido segadas entre el año 175 a.C. a 225 d.C. (30) Si se
aceptaban estas estimaciones había que descartar la interpretación de
que esos rollos podían ser del siglo XI d.C. *
El informe cronológico obtenido acerca de la antigüedad de los
pergaminos del Mar Muerto, mediante la medición de las radiaciones
del carbono--14, significó un nuevo estímulo para las investigaciones
arqueológicas. En efecto, las determinaciones cronológicas publicadas
en ese informe se aproximan a las deducciones present~das por los
paleógrafos. Estos, valiéndose del estudio comparado de los carac-
teres escritos sobre los pergaminos, habían estimado que podrían co-
rresponder a una época comprendida entre los años 250 a. e. a 70 d. e.
(31)
Desde el punto de vista arqueológico, la caverna donde se descu-
brieron los primeros rollos del Mar Muerto presentaba dos jarras in-
tactas y muchos trozos de cerámica de estilo helenístico del III siglo
a.C. y algunas piezas de la época romana atribuídas artísticamente al
siglo I y JI d.C. Desde noviembre del año 1953 hasta marzo de 1956
el biblista R. de Vaux dirigió cinco campañas arqueológicas en Khirbet
Qumran. Durante los trabajos pudo comprobar que los libros de las
cavernas pertenecíán al monasterio judío de Qumran que pasó por
tres períodos históricos claramente evidenciados por las 665 monedas
que se descubrieron en diversos niveles estratigráficos. Las excavacio-
nes en Qumran aportaron los siguientes datos: El primer período
abarcaba el lapso comprendido desde Antíoco VI, en el año 136 a.C.
hasta Herodes el Grande, en el año 4 a.C. El segundo período comen-
zaba con Herodes Arquelao, en el año 4 a.C. y llegaba hasta el segundo
año de la primera revuelta judía en el año 67 d.C. El tercer período,
se extendía desde que la ciudad de Cesárea quedó bajo el control
romano de Nerón en el año 67 d.C., hasta la segunda revuelta de los
judíos entre los años 132 a 135 d.C. (32). Gracias a las excavaciones
arqueológicas y el concurso de especialistas en numismática quedó
demostrado que las actividades en Qumran abarcaron el lapso com-
prendido entre los años 136 a.C. a 135 d.C. lo cual se aproximaba al pe-
ríodo abarcado por la investigación previa fundada en el radiocarbono.

* Aunque éstas son las cifras que se dieron a conocer primeramente con los corres-
pendientes reajustes debidos a la revisión de la "vida media" del carbono 14, publi-
cadas por W F. Libby en la revista Science del 19 de Abril de 1963, se indica que
la tela de lino que envolvía el pergamino bíblico de Isaías era de 2050 años más
o menos 100, antes del experimento realizado en 1951, esto significa el año 100 a. C.
Pero tomando en cuenta el margen de error admitido de 100 años en cada direc-
ción, abarca el lapso comprendido entre el año 200 a. C. y el año 100 d. C.
DEL CARBONO CATORCE 41

Los eruditos estiman que el rollo del libro de Isaías, que es el mejor
conservado de todos los descubiertos en Qumran, fue copiado en el
siglo TI a.C. (33).

Las investigaciones bíblicas cobraron un nuevo impulso con los


descubrimientos de pergaminos y papiros bíblicos en Khirbet Qumran,
\~:adi Murabb'at y Khirbet Mird, en la región noroeste del Mar Muer.
to. El impulso que tales investigaciones recibieron con la datación
mediante los cálculos fundados en la intensidad de las radiaciones del
radiocarbono dio comienzo a la exploración sistemática de las caver-
nas de Palestina que siguen revelando sus antiguos secretos. Estos
hallazgos han derrumbado un cúmulo de argumentos que habían pro-
puesto los partidarios de la llamada 11 a1ta crítica".

4.-¿Cuál es la técnica de Libby para calcular la antigüedad de los~


restos orgánicos de edad desconocida?

La técnica utilizada por W. F. Libby en sus primeros experimentos


para medir los impulsos radiactivos del carbono-14 era la más senci-
lla y directa. Introducía la muestra orgánica carbonizada en un con-
tador Geiger con un dispositivo especial en forma de pantalla. El car-
bón u hollín era distribuído en la superficie interior de un cilindro de
bronce que era colocado en el contador. El fondo del cilindro era
cerrado, y se extraía el aire del contador para que llegara al vacío,
después de lo cual se introducía una mezcla gaseosa de argón y eti-
leno. (34) Pero experimentos posteriores demostraron que esa técnica
era muy lenta y que provocaba errores. La ionización era muy débil,
por lo cual se buscó la forma de obtener mejoras en la intensidad
de los impulsos, para facilitar su captación o registro.

La nueva técnica para el cómputo de impulsos radiocarbónicos en-


sayó otros gases que proporcionaran un ambiente ionizador que pro-
vocara impulsos más fuertes. El laboratorio de Michigan utilizó el
carbono disulfido y dióxido de carbono a_.baja presión en los conta-
dores Geiger. Diversos ensayos demostraron que se trataba de un gas
propicio para obtener fuertes ionizaciones. (35) Posteriormente G. J.
Fergusson indicó que los impulsos, resultantes de una mejor ioniza-
ción, resultaban aún más fuertes si al dióxido de carbono se le añadía
una parte de clorina cada 10.000.000 volúmenes de anhídrido carbónico.
(36) Aunque esta combinación es la que se utiliza más frecuentemente,
algunos laboratorios prefieren emplear gas metano y, otros acetileno
y etileno. (37) Las mediciones de los impulsos del radiocarbono se
realizan en el Trlnity College de Dublín, por l. R. McAulay y sus cola.
boradores empleando el metano! como solvente lo cual facilita la es·
cintilación. (38).
42 EL MBTODO CRONOLOGICO

La técnica de investigación del método radiocarbónico del doctor


Libby requiere que se ejerza mayor cuidado para las determinaciones
cronológicas mediante el radiocarbono cuando se carece de fechas
guiantes obtenidas por otros métodos de cronologización. En los pri~
meros experimentos sólo se utilizaron de 10 a 12 gramos de material
orgánico, de los cuales se obtenía en torno de 24 libras de anhídrido
carbónico. Posteriormente, se consideró que esa cantidad no era su-
ficiente. Actualmente se utilizan por lo menos, 30 gramos para una
sola prueba. Esta cantidad es mínima siendo que, generalmente se
efectúan dos mediciones que requieren en total 60 gramos de material
orgánico, cuando se trata de muestras de carbón. Siendo que la ra~
diación del carbono-14 es muy lenta, se considera conveniente la me-
dición de varias 1nuestras para las cuales se requiere muestras con
abundancia de material orgánico semejante y de la misma proceden-
cia. Las muestras pueden consistir en madera, carbón vegetal o
animal, restos óseos, grasos o musculares. La cantidad de substan-
cia orgánica requerida para la medición radiactiva varía según los
casos. Movius considera que 65 gramos es el mínimo conveniente
para el carbón, 200 gramos para madera, cereales, cestos, etc. y 700
gramos cuando se trata de valvas de moluscos. (39).
Cualquier substancia orgánica de la muestra que se desea estudiar
es quemada para obtener dióxido de carbono, o anhídrido carbónico
(C02). La incineración de madera, carbón, pergaminos, etc. en los
labgratorios especializados de los Estados Unidos se realiza en tubos
transparentes que reducen casi instantáneamente a cenizas las mues-
tras, 'en hornillos eléctricos que producen temperaturas de 1093
grados centígrados. El dióxido de carbono pasa entre las limaduras
de plata y de cobre para sacar los óxidos de nitrógeno, azufre u otras
sustancias que podrían contaminar la muestra en estudio. El carbono
es absorbido por agua de cal, de lo cual resulta la precipitación de
~arbonato cálcico. (C03 Ca). El siguiente paso consiste en disolver
en ácido el carbonato cálcico gracias a lo cual vuelve a liberarse el
dióxido de carbono. Este gas, después de purificado, se reduce a
carbono puro al quemar magnesio (C02+ 2 Mg = C+2 O Mg.) De
ese modo el carbono se extiende, en forma de hollín en la superficie
de tubo del contador Geiger. Los impulsos eléctricos, registrados por
el contador, proceden de los electrones emitidos por los átomos del
radiocarbono en proceso de desintegración. Estos son registrados
automáticamente mediante la amplificación electrónica que acusa
cada descarga corpuscular entre el hilo conductor y las paredes del
tubo de Geiger. El ·tiempo para obtener los resultados varía, de un
laboratorio a otro, entre 16 horas y 48 horas.
Tanto los arqueólogos como los historiadores y, especialmente;. los
prehistoriadores, han tropezado en diversos continentes con monu-
DEL CARBONO CATORCE 43

mentos cuya edad es difícil de calcular aún en forma simplemente


relativa. Pero el método del radiocarbono ha dado resultados positi"
vos para esclarecer algunos de esos antiguos enigmas, que no habían
sido totalmente resueltos mediante investigaciones estratigráficas.
Entre los vestigios culturales más enigmáticos de Europa se des"
taca el monumento megalítico de Stonehenge. Sus enormes bloques
de piedra fueron levantados en la llanura de Salisbury en Wiltshire,
Inglaterra. (40) Al investigar el pasado de esos monumentos los ar"
queólogos distinguieron tres fases. En la última o más reciente descu-
brieron una daga micénica de un estilo que se utilizó en Grecia basta
el año 1500 a.C. ¿Debía admitirse que la tercera fase de esas construc"
dones eran de esa época? Si se optaba por la afirmativa ¿cómo se
podría calcular la antigii.edad de la primera fase o período cuando se
iniciaron las construcciones en ese lugar? Gracias a las excavaciones
arqueológicas fue descubierta una construcción circular de tierra, de
¡;así un centenar de metros de diámetro, con cerámica de estilo neo.
lítico. (41) En los estratos de la primera fase se exhumaron restos
orgánicos que, examinados por el método del radiocarbono dieron por
resultado de sus estimaciones cronológicas el año 1848 a.C. con un
margen de error de más o menos de 275 años. De ese modo el enigma
de la antigüedad de las obras más antiguas de Stonehenge ya se con-
sidera resuelto gracias al veredicto del método cronológic~ de Libby.
(42).

Uno de los grandes enigmas de la historia del Africa ha sido el


de las ruinas de Zimbabwe, en Rhodesia del Sur, a 200 kilómetros al
oeste de la costa de Sofala. Esas ruinas, d~scubiertas por el explora"
dor alemán Carl Mauch, en 1871, se caracterizan por murallas circu"
lares con piedras talladas, del tamaño de ladrillos, unidas sin ce-
mento. Algunos edificios son .circulares y se elevan hasta diez metros
por encima del suelo. (43) ¿Quiénes fueron los constructores de esa
cantidad de edificios en esa zona aurífera? Diversos autores se imagi"
naron que Zimbabwe, cuyo nombre significa "casas de piedra"' en
lengua bantú, había sido construida en los días del rey Salomón
(971-931 a.C.) y que sería la misteriosa tierra de Ofir a la que llegaban
cada tres años las naves fenicias de Hiram, fletadas por el gran rey
israelita desde el puerto de Ezion.Geber, en el golfo Elático del Mar
Rojo. (44) La imaginación del escritor H. Rider Haggard con su no-
vela King Saloinon's Mines, que consideró los grandes edificios de
Zimbabwe como si hubiesen sido construidos por el rey Salomón para
protegerse de pueblos hostiles, cayó en descrédito cuando entró en
acción la investigación radiocarbónica. La medición de los impulsos
radiactivos indicaron que las maderas empleadas eri. esos edificios
eran de árboles que murieron en torno del año 575 d.C. Por consi-
guiente fueron rechazadas las hipótesis que suponían orígenes pre-
44 EL METODO CRONOLOGICO

eristianos para los misteriosos edificios de Zimbabwe, que habían


sido construídos quince siglos después del deceso del rey Salomó:q..

5.-¿Cuál es la antigüedad de las Altas Culturas de América según


el método del radiocarbono?
La antigüedad de las culturas del Nuevo Mundo, ha sido uno de
los enigmas que más ha atormentado a los americanistas. La escasez
de monumentos que permitan una cronologización segura fue un obs-
táculo difícil de superar. No obstante, tanto en América Central como
en América del Sur hubo culturas que supieron computar la duración
del año y que contaron con sus propios sistemas calendáricos y crono-
lógicos. Lamentablemente, el impacto de los invasores europeos sig-
nificó, generalmente, una violenta e irreparable ruptura con el pasado
del Nuevo Mundo. Se olvidaron los mensajes expresados por los nudos
multicolores de los quipus y los secretos del observatorio astronó.
mico conocido como el Caracol, en Chichen-ltzá quedaron perdidos en
el olvido de la selva invasora.
Los arqueólogos han procurado descifrar el pasado de América,
mencionado como la 11 esfinge indiana". El estudio de los símbolos
esculpidos por los mayas permitió descubrir la clave de la cronología
de algunos de los monumentos en América Central. (45) Uno de los
hallazgos cronológicos más importantes fue el de la novena estela de
Uxactún, en el Departamento de Petén, Guatemala, durante los tra-
bajos de excavación dirigidos por S. Morley. Los datos cronológicos
y jeroglíficos de esa estela son interpretados como correspondientes
vl año 328 d. C. ( 46). Los jeroglíficos de la Placa de Leyden marcan
el año 320 d.C.
Las investigaciones vinculadas con las diversas etapas de la civi-
lización maya presentaron algunas dificultades para la cronologiza-
ción, a pesar de los sjgnos cronológicos y de los jeroglíficos. ( 47) Entre
los descubrimientos que resultaron más desorientadores, figura una
inscripción esculpida en Tikal, Guatemala. Dos eruditos interpretaron
de diverso modo los signos. Goodman-Thompson consideró que se
hacía referencia al año 741 d.C. mientras que Herbert Spinden llegó a
la conclusión que los signos mencionaban el año 481 d.C. Como los
arqueólogos encontraron en su sitio el dintel de madera de una puerta
de Tikal, el Dr. Libby aprovechó esa oportunidad para investigar el
problema recurriendo al método radiocarbónico y obtuvo el siguiente
resultado: año 451 d.C. más o menos 110. En otro laboratorio se exa.
minó p'lr el mismo método de Libby otro trozo de esa madera y se
obtuvo exactamente la fecha calculada por Herbert Spinden a base
de la interpretación de signos mayas: 481 d.C., con un margen de
error de más o menos de 120 años. (48).
Frente a los resultados obtenidos en el Antiguo y en el Nuevo
Mundo con los cálculos verificados mediante fechas conocidas, no es
DEL CARBONO CATORCE 45

de sorprenderse que los americanistas hayan aceptado entusiastamente


el método de cronologización de Libby para los hallazgos que carecen
de fechas. ( 49) En realidad América es el campo más promisorio para
obtener informaciones cronológicas mediante las radiaciones del car-
bono-14.
La arqueología sudamericana, dentro del vasto territorio com-
prendido por el Antiguo Imperio Incaico, ha resultado grandemente
beneficiada por los aportes del método de la cronologización radiocar-
bónica. La ruptura cultural en la tradición americana, implicada por
la conquista española fue un colapso que significó una violenta desco-
t,exión con el pasado. Ese pasado, probablemente, fue conocido por
los quipucamayocs que llevaban los cómputos de los meses y de los
años. (50) Los quip!;lS quedaron en la sombra del misterio y sólo se
salvaron del olvido algunas tradiciones entre las cuales se destacaron
las que fueron consignadas por Garcilaso de la Vega, especialmente
las vinculadas con la dinastía de los Incas.
La falta de información histórica cubrió las numerosas ruinas del
<.xtenso territorio que había formado parte del Tawantinsuyo con la
I;ebulosidad del olvido. Las más de las veces, las personas mejor in.
tencionadas atribuyeron al período incaico lo que pertenecía· a otras
épocas culturales previas. Esa falsa perspectiva del pasado fue disi-
pada parcialmente por el arqueólogo alemán Max Uhle (1856-1944).
Sus excavaciones le permitieron comprobar cuán amplia fue la difu-
sión, en toda la costa y serranía peruanas, de dos estilos inconfundi-
bles: el Inca y otro anterior de gran importancia: el Tiahuanaco. Pos~
teriormente el distinguido arqueólogo Julio C. Tello (1880.1947), des-
cubrió otro estilo más antiguo, el de Chavín. (51) Con eso"s tres estilos
se identificaron los tres horizontes sucesivos de las altas culturas del
Perú, que, en algunos casos rebasaron los límites de ese país.
Los comienzos tradicionales del incanato con Manco Capac, hacia
el año 1200 d.C., no tuvieron proyecciones. El Imperio Incaico cobró
importancia desde Pachacutec (1438-1471). Por lo tanto, después de
grandes polémicas acerca de la antigüedad y amplitud del horizonte
arqueológico Inca Panperuano, admítese, actualmente, el año 1440
d.C. (52).
Los problemas más complejos fueron los que se relacionaban con
el horizonte Tiahuanaco, que tuvo su gran centro en la cuenca del
lago Titicaca. La falta de informaciones definidas se había prestado
para las exageraciones que aparecieron en los numerosos trabajos de
Arthur Posnansky (1874.1946) donde presentaba la cultura de Tiahua-
naco como antiquísima, fundando sus conjeturas en los cambios de
nivel del Lago Titicaca y en la orientación del templo de Kalasasaya.
(53) Las diversas edades propuestas por ese autor austríaco residente
<>n Bolivia oscilaban en torno de los 10.000 años. La idea de la fabulosa
46 EL METODO CRONOLOGICO

antigüedad de Tiahuanaco impresionó a otros autores que, como H. S.


Bellamy, llegaron a afirmar, sin fundamento científico, que Tiahua-
naco era una ciudad anterior al cataclismo diluviano. (54)
El método cronológico ideado por el doctor Libby derrumbó las
ideas fantasiosas respecto a la antigüedad de la ciudad de Tiahuanaco,
como si fuesen castillos de naipes. Según las inforn1aciones obtenidas
por el método del radiocarbono, la ciudad de Tiahuanaco estaba to-
davía habitada en el año 750 d.C. *
(55). El complejo estilístico cul·
tural de Tiahuanaco, forma el horizonte peruano que se atribuye al
lapso comprendido entre los años 950 d.C. a 1200 d.C. Se considera
que la cultura tiahuanacoide penetró en el Perú hasta Huari, proce.
dente del Lago Titicaca. (56).
El enigma de la antigüedad del horizonte Chavín ha sido resuelto
en forma que los arqueólogos consideran satisfactoria. Por e1 método del
radiocarbono se ha obtenido la fecha 848 a.C. con un posible error de
167 años, más o menos para la cultura Cupisnique que es incluída
dentro del horizonte Chavín. (57) Se le atribuye un comienzo hacia el
año 900 a.C., y su difusión hasta el año 500 a.C. Suele admitirse que
la cultura Chavín tuvo un período formativo en América Central, y
que está emparentada con las manifestaciones culturales de Tlatilco
(México), Monagrillo (Panamá), Barlovento (Colombia) y Valdivia
(Ecuador). (58).
Entre las fechas calculadas mediante el método del radiocarbono
con muestras obtenidas para diversas culturas regionales del Perú,
figuran las siguientes: Salinar 700 a.C.; valle de Chicama, Gallinazo
Alto, 525 a.C.; Mochica o Protochimú, 373 a.C.; Paracas, 307 a.C. (59)
Las muestras orgánicas de tumbas con cerámica Nazca recogidas por
Duncan William Strong dieron 16 d.C. con un margen de error de 100
años de aproximación, para el entierro número 4 de Ocucaje; y 756
d.C., con una aproximación de más o menos 90 años para el entierro
número 32 de Cahuachi. (60).
Con respecto a las culturas anteriores al período cultista de
Chavín en la costa norte y central del Perú se han descubierto los ves-
tigios de la cerámica considerada como la más antigua del país. Su
edad ha sido estimada gracias al análisis radiocarbónico de restos or-
gánicos para los cuales se marcó el año 1200 a.C. ( 61) Antes de esa
cultura que fue estudiada por Junius Bird, hubo un centro de pesca-
dores en la desembocadura del Chicama que no conocía la cerámica
ni el maíz, aunque cultivaba otras plantas. Mediante el cómputo de
las radiaciones del carbono-14 de una muestra de ca,rbón de leña,
* Según las cronologizaciones radiocarbónicas, el periodo Tiahuanaco clásico es de 1702
años de antigüedad, con el margen de error de 103 años y el período Tiahuanaco
antiguo de 1817 años con 103 años de margen de error; como lo ha destacado Luis
Valcárcel en su Historia del Perú Antiguo. (Lima, 1964), t. III p. 516. Véase la
Tabla 3 referente a las cronologizaciones radiocarbónicas de Tiahuanaco, pá~. 162.
DEL CARBONO CATORCE 47

!;S TRATOS:

X Colonial y ~ctual. -+r=::~'-'i


1X Inca {horizonte)
1-440d c.

AlTAS
CUlTUAAS

l.o.C.

CUlTUR~S
P~IMITIVAS

1 Culturas Lfticae
.. ? o. c.

Diagrama que ilustra la sucesión de estratos de las culturas del Perú desde la época
prehistórica lítica y precerámica, hasta las culturas históricas con sus tres horizontes
fundamentales: Chavín, Tiahuanaco e Inca.

extraída de la parte inferior del montículo denominado Huaca Prieta


se ha calculado que databa de una época comprendida entre los años
2578 a.C. a 2370 a.C. (62). Adoptando el mismo método de Libby se
atribuye mayor antigüedad a los vestigios de agricultores incipientes
descubiertos en el año 1963 por Frederic Engel en Paracas, costa sur
del Perú. *

El cuadro cultural del Perú arqueológico, ha sido esquemati-


zado mayormente sobre la tipología de la cerámica. Pero su cronolo-
gización se apoya en los cálculos obtenidos mediante el radiocarbono.
Después del período agrícola primitivo, que puede considerarse pre.
histórico, se distinguen las siguientes etapas más prominentes: Ho-
rizonte temprano (Chavín); Período Intermedio Temprano, con flore-
cimiento Nazca y Mochica; Horizonte Medio (Tiahuanaco); Período
Intermedio Tardío con florecimiento Chimú y de otras culturas coetá-
neas; Horizonte Tardío (Inca).

Volveremos a mencionar los restos descubiertos en Paratas al ocuparnos de los pro-


* blemas cronológicos ·¡mi?licados por hi aplicación del método de Libby a los vesti-
gios orgánicos prehistóncos, exhumados en América. Véanse las págs. 143 a 147 y
el Apéndice de la pág. 163.
48 EL METODO CRONOLOGICO
Conviene recordar que entre los arqueólogos peruanos ya se con~
taba con un valioso sistema de cronologización antes que Junius Bird
introdujera en Sudamérica el método cronológico radiocarbónico. En
efecto, el arqueólogo Rafael Larco Hoyle, se interesó en la cronología
del norte del Perú desde 1938 donde observó que ocurren lluvias torren-
ciales a intervalos de 18 a 25 años, provocando aluviones que dejaban
finas capas de limo sobre los arenales. (63) Después de cada aluvión
el viento acumulaba una capa de arena. Midiendo los estratos de arena
acumulados entre los sedimentos producidos por los últimos aluviones,
Larco Hoyle formó una escala sedimentaria que suponía la regula-
ridad de los fenómenos observados, mediante la cual calculó las edades
de numerosas tumbas que se hallaban en diversos niveles. El nuevo
método de cronologización regional peruana fue dado a conocer por
su autor, en la tesis que presentó a la Mesa Redonda de Chiclín, en
1946. El fruto formado por esas investigaciones cronológicas tan sig~
nificativas fue presentado en el XXIX~ Congreso de Americanistas,
celebrado en Nueva York en 1950. Como lo indicó Larco Hoyle en
la introducción de su último trabajo cronológico; "las investigaciones
realizadas posteriormente, utilizando el método del carbono-14 han
comprobado que mis cálculos eran ácertados.'' (64)

El caso ·de las cronologizaciones del norte del Perú, por el inves-
tigador Larco Hoyle ha demostrado que la arqueología cuenta con
recursos propios que resultan aceptables para las regiones excepciona-
les que no han sufrido grandes cambios climáticos durante muchos
siglos. En este caso la cronologización sedimentaria ha sido confir-
mada por el método radiocarbónico, constituyendo un ejemplo elo-
c.uente de como pueden sistematizarse los datos arqueológicos en for·
ma metódica y eficiente. *

Tales estudios significan un apoyo para la aceptación del método


cronológico de Libby dentro del cuadro cultural de América que puede
catalogarse como "histórico", cuando se lo equipara con las culturas
coetáneas del Antiguo Mundo. Pero la eficacia del método radiocar-
bónico, comprobada para los tiempos históricos, sufre una lamentable
distorsión cuando enfoca las culturas precerámicas de los tiempos
prehistóricos en las más diversas regiones del planeta.

* El ingeniero Rafael Larca· Hoyle, quien brindó generosamente al autor en 1944 la


oportunidad de estudiar las valiosas colecciones reunidas en el museo Rafael Larca
Herrera que fundara como homenaje a su padre en la hacienda Chiclín, falleció
el 25 de octubre de 1%6 mientras se hallaba dedicado a la preparación de impor-
tantes trabajos arqueológicos. La última obra que publicó, Checán, fue impresa en
Suiza con abundante documentación gráfica y acompañada con textos explicativos en
cinco idioma~·.
C A P 1 T U L O 111

LOS PROBLEMAS DEL METODO CRONOLOGICO DE LIBBY

El método cronológico radiocarbónico de Libby, ha brindado a los


arqueólogos e historiadores que se interesan en problemas de crono-
logización una pauta para medir el pasado. El valor del método para
los tiempos históricos ha sido demostrado mediante los monumentos
de fechas perfectamente conocidas. El método radiocarbónico per-
mite calcular fechas relativas para la época histórica con un margen
t~e error estimado en un 10%. * El problema es completamente dife·
rente cuapdo se trata de las estimaciones vinculadas con las edades de
la prehistoria.
La aceptación entusiasta del método cronológico de Libby, ha sig·
nificado el aplauso de numerosos arqueólogos, antropólogos e histo-
riadores. Entre tales apreciaciones elogiosas figuran las de C.B.M.
McBurney del Departamento de Arqueología y Antropología de la Uni-
"'~rsidad de Cambridge, al ponderar el método radiocarbónico en los si·
guientes términos: "Supliendo una escala absoluta de tiempo, el radio-
carbono ahora hace posible el estudio de los problemas (del evolu-
cionismo) en una forma que puede guiar finalmente a una más exacta
comprensión de sus dinámicas." (65) No obstante, entre los investi-
gadores de diversos campos vinculados con la cronología, se ha daao
la palabra de advertencia de que no se trata de un método maravillo-
samente infalible, como suele decirse en algunos ambientes, sino de
un métod.o qu~ da resultados relativos, o aproximados, para diversas
épocas históricas. La situación se torna muy dudosa cuando se trata
de cronologizaciones prehistóricas.
La crítica del método cronológico radiocarbónico de Libby se fun-
da en dos aspectos problemáticos principales: 1~ problemas de orden
práctico o técnico; 2~ problemas de orden teórico o metodológico. Aun-
que los partidarios del método cronológico de Libby están haciendo
todo lo posible para solucionar los problemas de orden técnico, han
descuidado, en cambio, los problemas de orden teórico o metodológico
que son más significativos en el plano interpretativo.

l. -El problema técnico de las contaminaciones radiactivas.

Toda investigación vinculada con la radiactividad se encuentra


frente al problema de las contaminaciones, Las interpretaciones de
los cálculos dependen de factores cuantitativos y éstos se modifican
* La arqueología dispone de métodos que permiten la cronologización para los períodos
históricos con menor latitud de error que mediante el método del carbono catorce,
siempre que se trate de monumentos con inscripciones o con datos astronómico~. La
contribución del método radiocarbónico a la historia consiste en cronologizaciones ex-
clusivas cuando se trata de excavaciones en regiones culturales que carecieron de
si~.'tema de escritura.
50 EL METODO CRONOLOGICO

por la introducción accidental de elementos radiactivos foráneos que


aparecen como para burlar la exactitud de los cómputos.
Si la exactitud es de valor en diversas ramas de la ciencia de las
cuales depende la vida física de los seres humanos, la precisión en el
campo de la cronología, aunque no tiene las mismas consecuencias
vitales, resulta deseable porque como ciencia que mide el tiempo,
tiene por propósito el conocimiento de la verdad· que es esencial para
la debida interpretación del significado de la vida misma.
Como es muy difícil evitar las contaminaciones radiactivas, a pesar
de todas las precauciones, se deben interpretar los datos que se tie-
nen con las debidas reservas. La contaminación radiactiva puede
ocurrir en diversos momentos que constituyen otros tantos proble-
mas que deben ser solucionados para evitar errores:
(1) Contaminación del yacimiento. El carbón vegetal o animal, o
cualquier otra substancia orgánica antigua, como el lignito, la turba
o el carbón, puede contaminarse en forma accidental con el contacto
o mezcla de materia orgánica de una época anterior o de una época
posterior. (66) Tales intrusiones podrían ocurrir con lechos de carbón
en los cuales se han introducido raíces de plantas o de árboles; con
el antiguo fondo de lagos en los cuales se hunden los restos de plan·
tas nuevas, etc. (67).
(2) La contaminación desde la exhumación. Si se extraen descuL ·
dadamente muestras de productos orgánicos éstos pueden contami-
narse desde el momento de la exhumación al ser puestos 'en contacto
con otros restos orgánicos de edad diferente, o por las precipitaciones
de partículas radiactivas, diseminadas en la atmósfera por bomba~
atómicas. Las muestras deben trasladarse con las mayores precau-
ciones para que nÓ se contaminen antes de ser sometidas a los traba-
jos de laboratorios que buscan datos precisos para obtener informa-
ciones exactas a las que se pueda conceder valor cronológico.
(3) La contaminación en el laboratorio. Cualquier descuido en
la recepción de las muestras suele provocar contaminaciones que difi-
cultan la obtención de datos de los cuales se puedan obtener informa-
ciones fidedignas. Esto puede ocurrir por la confusión de una mues.
tra con otra, por falta del debido ·etiquetamiento, o por mezclas de
muestras similares en su aspecto o en su composición, pero que per-
tenecen a yacimientos de diferentes épocas. También se han compro·
bado contaminaciones en el laboratorio por el empleo de combusti.:
bles de origen orgánico, como el petróleo, y por el ambiente contamt·
nado con partículas radiactivas.
( 4) La contaminación durante el registro de las radiaciones.
Mientras la muestra orgánica se halla desde 1000 minutos y hasta 48
horas en el aparato de prueba para registrar las radiaciones del car..
DEL CARBONO CATORCE 51

bono-14 pueden producirse radiaciones cósmicas naturales o provoca.


das por bombas atómicas cuyos impulsos radiactivos sean registrados
juntamente con los impulsos radiactivos del carbono catorce. Resultan
igualmente inconvenientes l~s radiaciones de cualquier origen cuyos
impulsos están afectando al electrómetro registrador, durante el cóm-
puto de las radiaciones del carbono catorce.
El arqueólogo M. Wheeler, destacó algunos de los problemas del
método radiocarbónico de Libby, indicando especialmente la dificul-
tad para estimar la antigüedad de los restos esqueléticos por la baja
proporción de carbono que contienen. Además, señaló el hecho de
que ' 1el carbón antiguo puede ser contaminado por la absorción de
substancias contenidas por el carbón de menor edad; una fuente par-
ticular de contaminación es presentada por los hongos y bacterias,
porque, aún en el caso de extraerlos de la muestra, pueden reducir su
edad aparente". (68).
Otro arqueólogo destacado, Gordon Childe, al dedicar un capítulo
~speciai a las cuestiones cronológicas, declara lo siguiente respectt~ al
m¿todo cronológico del radiocarbono: "El sistema es directo y muy
prometedor, pero las dificultades técnicas y los peligros de contami-
.nación limitan en la actualidad la seguridad de sus aplicaciones." ( 69)
Una de las causas que explican la resistencia de algunos investi-
gadores al método de cronologización de Libby se debe al hecho de
que las fechas que propone frecuentemente no coinciden con .los
cálculos realizados sobre la base de otros métodos. Refiriéndose al
caso concreto de una muestra procedente del norte de Alemania, ana-
lizada por el laboratorio de la Universidad de Columbia, el prof.
F. E. Zeuner, catedrático q~ arqueología contorna! y de geocronología
prehistórica de la Universidad de Londres, comenta el hecho como un
caso típico de contaminación: 11 Como ejemplo podemos referirnos a
un pedazo de turba cronologizado exactamente. Fue tomado por el
profesor Overbeck de una profundidad de O a 2 centímetros por de-
bajo de una superficie seca. Hechas las pruebas del radiocarbono se
obtuvieron 1446, más o menos 250 y 1452, más o menos 290 años, y
esto es más de 1000 años de menos respecto de la edad esperada. Tal
vez esta discrepancia se deba a la contaminación del estrato de turba
en cuestión por una materia húmica más joven. Esto, realmente debe
esperarse que suceda en depósitos de turba y también en suelos en que
penetran desde la superficie algunas soluciones húmicas, alcanzando
profundidad variable. Si después de exponer a contaminación de com-
puestos de carbono de menor edad que la suya a un ejemplar, se le
analiza, es probable que su edad aparezca como menor". (70)
Las diversas causas que provocan las contaminaciones de los
yacimientos de substancias orgánicas, que contienen carbono catorce,
constituyen toqavía un asunto de verdadera preocupación de parte de
52 EL METODO CRONOLOGICO

los especialistas en mediciones radiocarbónicas de América y de Eu-


ropa. En las discusiones vinculadas con estos problemas empieza a
vislumbrarse la importancia de los camBios climáticos ·en relación con
las variaciones cuantitativas del radiocarbono. (71)

2. -La solución parcial del problema de las contaminaciones


radiactivas.

Se han buscado soluciones técnicas para eliminar o, al menos, para


disminuir la contaminación durante las diversas etapas vinculadas con
la detección de las radiaciones del carbono-14 existente en muestras o:r-
gánicas de las que se desea calcular su antigüedad mediante el método
cronológico de Libby.
Él arqueólogo que quiere obtener buenos resultados se interesa-
rá muy especialmente en la obtención de una muestra pura es decir
que observará si el material orgánico que envía debidamen'te etique-
tado para su examen es puro o tiene alguna probabilidad de estar con-
t:'lminado. Cuidará igualmente la identificación de las muestras y el
empaquetamiento a prueba de contaminación para que ésta no pueda
ocurrir durante el transporte al laboratorio.
Los laboratorios vigilarán escrupulosamente las muestras para
que no ocurran confusiones y buscarán por todos los medios posibles
la purificación del ambiente para que no resulten contaminadas. Para
disminuir la probabilidad de las contaminaciones en los laboratorios
bien equipados se utilizan quemadores eléctricos de gran poder y se
dispone de aparatos electrónicos para la purificación del aire, que
precipitan el polvo, según el método seguido en el laboratorio de la
Humble Oil & Refining Company de Houston, Texas.
Para conjurar, aunque sea parcialmente, los riesgos de contamina-
ción que repercuten en la exactitud de los cálculos cronqlógicos en los
laboratorios se han instalado corazas metálicas que contienen plomo,
para proteger las muestras orgánicas, mientras se computan las radia-
ciones del carbono catorce. También se inventaron los tubos metálicos
rodeados por coronas formadas por series de contadores Geiger. Estos
tienen por objeto el contar los impactos de las radiaciones exógenas, a
los efectos de no adjudicar sus impulsos radiactivos al radiocarbono de
la muestra, utilizando lo que Lijby y sus colaboradores han denominado
el principio de anti-coincidencia. Es probable que se deba a diferentes
grados de protección de los aparatos el hecho de que una misma mues-
tra analizada con dos aparatos de tipos distintos, den resultados diferen-
tes. Esto fue comprobado por Miller y otros investigadores quienes, al
estudiar la "vida media" del carbono-14 para una misma muestra obtu-
vieron como resultado 5513 años y 6360, con un 3% de error cal~ulado,
en mediciones realizadas con aparatos de dos tipos diferentes. (72)
DEL CARBONO CATORCE 53

Desde el año 1950, el profesor .Hessel de Vries, se ha interesado


en el mejoramiento de la técnica desarrollada por W. F. Libby y sus co-
laboradores. Propuso algunos cambios importantes en los trabajos de
laboratorio para reducir el porcentaje de contaminaciones. Al referirse
a las mejoras que introdujo en los aparatos que utiliza en el laboratorio
de la Universidad de Groninga, expresa: "Uno de los inconvenientes del
método empleado por Libby es que la eficacia del contador es sólo,
aproximadamente, del 5%. Por lo tanto es necesario disponer de gran·
des muestras, lo cual tiene serios inconvenientes para los objetos arqueo-
lógicos raros. Otra dificultad proviene de la circunstancia de una parte
de las operaciones, especialmente el lavado y la ubicación del carbono
en el contador, debe hacerse al aire libre. En ese momento, el polvo
radiactivo que proviene de las explosiones atómicas, contamina a mennw
do la muestra. Hemos tenido la idea de medir la actividad del carbono
como anhídrido carbónico y de utilizar este gas para llenar el conta·
dor, en lugar de la mezcla de argón y alcohol habitualmente empleada.
Este método tiene un rendimiento cercano al cien por ciento ( 100%) y
todas las manipulaciones pueden efectuarse en el vacío, en un sistema
totalmente cerrado, eliminando toda contaminación de los productos de
las bombas atómicas. Es más fácil obtener anhídrido carbónico que car-
bono; además por su eficacia mayor se puede emplear menos muestra.
En el contador de Libby hacía falta unos 8 gramos de carbono. Para la
misma intensidad de cuentas, un contador a gas requiere solamente
medio gramo." (73)
Las contaminaciones pueden ser de dos tipos con respecto a los re.
sultados que se obtendrán al interpretar los impulsos radiactivos regis-
trados sin tomar en cuenta las contaminaciones:

(1~) Las contaminaciones que dan resultados mayores. Cuando se


quiere calcular la edad de restos relativamente recientes, se corre eJ
riesgo de interpretarlos corno mayores cuando éstos se han contamina-
do con restos antiguos que, por Jo tanto tienen menor proporción de
carbono catorce en relación con el carbono doce.*

* Se ha comprobado que muestras orgánicas pueden acusar diferencias de carácter es-


pecífico en las proporciones del carbono-14 con relación al carbono-12. El profesor
de Físic~, R. H. Brown, del Walla Walla College, destaca el hecho comprobado de
que "cierta especie contemporánea de caracol terrestre de Nueva Zelandia aparece
como teniendo aproximadamente 900 años, característica que probablemente se debe
a Ja ingestión de caliza con ~:ubstancias alimentarias. Las técnicas del presente toda-
vía no permiten valorar la radiactividad del carbono de las piedras calizas". Brown,
R. H., Radiocarbon Dating (Walla, Walla, 23/7/1965) , 3. Otro caso que ha llamado
la atención de los investigadores C. Vanee Haynes, Paul E. Damon y Donald Grey,
es el de una tortuga descubierta en Montezuma Well, en Arizona. Aunque la tortuga
murió en el año 1961, el cómputo de los impulsos radiactivos dio resultados que
corresponderían a un organismo que hubiese tenido una edad de 15,000 años. El es·
tudio de los hábitos de las tortugas: de ese pozo artesiano demostró que obtienen
muchos de sus elementos del agua fósil que se le calcula una edad de 21,420 años,
según lo han destacado en el trabajo que publicaron en el Arlzona radiocarbon dates
VI" Radio carbQn 8 (1966), 4, 5.
54 EL METODO CRONOLOGICO

(2!) Las contaminaciones que dan resultados menores. Cuando se


quiere calcular la edad de vestigios antiguos, que tienen menor propor-
ción de carbono catorce en relación con el carbono doce, se corre el
riesgo de contaminarlos con nuevos aportes de carbono catorce y de
atribuirles menor edad que la real.

Algunos autores han dado poca importancia a ciertas contaminacio-


nes. El arqueólogo J. Al den Mason, hace la siguiente observación: 11 Las
pruebas que se han realizado con objetos de antigüedad absoluta o com~
parada ya conocida, han convencido, tanto a los físicos como a los ar-
queólogos, que pruebas semejantes debidamente llevadas a cabo con
objetos orgánicos apropiados, pueden proporcionar resultados con un
margen de error muy pequeño. Es obvio que existe, desgraciadamente,
el gran peligro de la contaminación por otros materiales orgánicos mo-
dernos, lo que, naturalmente, afecta los resultados en forma considera-
ble. Afortunadamente el error tiende a dar menos antigüedad que la
real. Los objetos que se desea investigar, siempre deben ser recogidos
y transportados teniendo esto en cuenta; sin embargo, ha sido frecuente
que objetos de importancia crucial desde el punto de vista cronológico,
no se manejaran con el debido cuidado." (74)

La cronología científica busca por todos los medios posibles los da~
tos más exactos que se puedan obtener, ya sea por medio de la cronolo-
gía relativa o por los que se justifica la cronología absoluta. Por consi-
guiente, desde el punto de vista estrictamente científico es tan grave
que un cálculo resulte "corto" como que resulte 11 largo''. En ambos ca-
sos se está en presencia del dato equívoco que, por su inexactitud puede
provocar conclusiones erróneas que falsearán la auténtica interpretación
de los hechos. La exactitud es indispensable para alcanzar el conoci-
miento preciso de la verdad.

"
Para evitar en lo posible las consecuencias de cálculos erróneos, por
el método cronológico del carbono.14, es necesario que una muestra de
materia orgánica sea abundante como para fraccionarla con el propósi-
to de someterla al examen de diversos laboratorios. Otro factor impor.
tante es que en cada laboratorio se realicen varias ''tomas" o pruebas
radiactivas porque si se quiere obtener datos fidedignos se necesita
controlar el valor de la frecuencia de los estímulos radiactivos de una
misma muestra. Por esta razón algunos laboratorios tienen tres tubos
para ser cargados simultáneamente. Esta precaución disminuye el mar-
gen de error conocido. (75)
DEL CARBONO CATORCE 55
Se han dado casos cuando los laboratorios, reconociendo los err<r
res cometidos por faltas de carácter técnico, han informado, años des~
pués a los que habían enviado muestras, que debían reducir en un cierto
porcentaje de tiempo, los cálculos recibidos.*

Son grandes las inversiones que han realizado los laboratorios de


América y de Europa para mejorar el instrumental técnico de los !abo~
ratorios destinados a la medición del radiocarbono con fines cronoló~
gicos. El interés por esta clase de investigaciones, orientadas en el sen~
tido cronológico va en aumento en diversos centros culturales como lo
ha evidenciado el Museo de La Plata, Argentina, al inaugurar un equipo
especializado en el año 1964.
La experiencia ha demostrado la importancia de que en los labora~
torios extremen las medidas para evitar confusiones con las muestras
de substancias orgánicas para el examen de la intensidad de los impul~
sos radiactivos del carbono-14 con fines de cronologización. Con esta fi~
nalidad algunos laboratorios especializados en tales investigaciones uti~
lizan fichas perforadas que responden a la sistematización de un índice.
En esas fichas especiales, se indican, en la primera línea, el nombre del
laboratorio, el tipo de muestra, el número correspondiente al análisis,
y, a la extrema derecha, el número de años calculados sobre la base de
la frecuencia de los impulsos radiactivos que fueron detéctados. Tam.
bién se indican tanto la latitud como la longitud del lugar del hallazgo
y cuál fue el gas utilizado para computar la frecuencia de las radiacio-
nes. En el sector central de la ficha se destacan las informaciones re-
ferentes a la procedencia de la muestra, el propósito o plan de inves~
tigación proyectado por los científicos remitentes, quiénes fueron los
que efectuaron el experimento y cuáles son sus observaciones respecto
a la muestra de la cual se indica nuevamente su número de inscripción.
Abajo figuran los nombres de los investigadores del laboratorio, la fe~
cha y el-lugar del hallazgo, el año y el número de serie del experimento.
Además, se especifica en qué revista, en qué volumen y en qué página se
publicó el resultado de los cálculos.
A los efectos de acelerar el sistema de publicación de las cronologi~
zaciones radiocarbónicas calculadas por los laboratorios especializados,
primeramente se dieron a conocer mediante un suplemento del Ameri~
* La información personal del arqueólogo Alberto Rex Gonzales al autor, en la ciudad
de Santa María de Catamarca, Argentina, en el mes de mayo de 1961, constituye
una prueba elocuente en ese sentido. El profesor Rex Gonzáles es autor de nu-
merosos trabajos de cronologización en Argentina, donde llamó la atención su inves-
tigación practicada con muestras orgánicas analizadas por el Geochronogical Labo·
ratory de la Universidad de Yale, puolicado bajo el título: Dos fechas de ia Crono·
logia Arqueológica Argentina (Rosario, 1957). En el sexto lnternatlonal Carbon-14
and Tritlum Dating Conference, realizado en Pullman, Washington, en 1965, acor-
dóse que la "vida media" del radiocarbono seria considerada en lo sucesivo como
5,730 años. Siendo que los cómputos precedentes ya publicados se habían hecho
sobre la base de 5,568 años, se indicó que aquellas estimaciones debían ser mul-
tiplicadas por 1.03 para obtener el reajuste.
EL METODO. CRONOLOGiCh

can Joumal of Sclence. Posteriormente se editó la revista titulada Radio.


carbon, en la que se publican gran parte de los datos que figuran en las
fichas que utilizan la Radlocarbon Dates Inc. del Peabody Museum of
\Archeology, en Andover, Massacl}usetts, U.S.A. Ambas organizaciones
ofrecen sus servicios a los arqueólogos, prometiendo las mayores garan-
tías en el 'cuidado de ias muestras remitidas para que permanezcan al
amparo de toda contaminación posible antes, durante, y después del
proceso del experimento.
Las contaminaciones de los restos orgánicos que se someten al
cómputo de los impulsos radiactivos del carbono-14 no son las únicas
causas de error admitidas por los hombres de ciencia con respecto a las
cronologizaciones por el método radiocarbónico de W. F. Libby. El doc-
tor Lyle H. Hensen, en su artículo titulado "Age Determinations Using
Carbon-14", menciona dos categorías de fuentes adicionales de error que
pueden afectar a tales cómputos. Acerca de esas causas de inexactitudes,
que no pueden ser consideradas como "contaminaciones", señala lo
siguiente:
"Es posible que el carbono-14 pueda haberse distribuido de un modo
que no era uniforme. Aunque la distribución del carbono-14 es uniforme
en todo el mundo, las variaciones locales con respecto a la proporción
del carbono.14 y del carbono-12, pueden dar por resultado grandes erro-
res en la determinación de la edad. Por ejemplo, las plantas acuáticas
que obtienen una parte o todo su dióxido de carbono d~l recién disuelto
carbonato inorgánico, han de mostrar una baja proporción de carbo-
no-14 con respecto al carbono-12 y la edad calculada será mayor, pro·
bablemente mucho mayor, de la que tiene en realidad.
"Er:r:ores de laboratorio tales como los errores estadísticos en los
cómputos, errores introducidos por los procedimientos químicos en la
preparación de muestras y error en la vida media del carbono-14. Que
algunos de estos errores mencionados pueden operar para producir rela·
tivamente grandes discrepancias en la determinación de la edad, ha sido
evidenciado por las muestras numeradas 525 y 574. Estas eran muestras
de huesos quemados que se excavaron en una cueva en el Irán y que
debían ser de la misma edad. Su datación mediante el carbono-14, dio
ed~des de, aproximadamente, 1200 y 2500 años para esas muestras. "
Los errores pueden ser verificables o inverificables, según sea el ca-
. st~ específico. Con muchas muestras que entran en el cuadro de la histo-
ria los errores de las cronologizaciones radiocarbónicas resultan verifi-
cables como ocurre, por ejemplo, con los sarcófagos que incluyen mo-
mias de fecha conocida. Pero en el caso de muestras que corresponden
al lapso histórico, de las cuales se desconoce la estimación de su anti-
güedad por otros métodos y, especialmente, en los casos de muestras de
origen protohistórico o prehistórico, no hay forma de verifi<:ar la magni-
tud de los errores debidos a cualquiera de los factores que inducen a. J'
caer en equívocos, por grandes que éstos. sean. ~·.
DEL CARBONO CATORCE

3. -El problema del límlte cronológico máximo· del


método del radlocarbono.

En el discurso académico pronunciado por el Dr. W.F. Libby en la


ciudad de Estocolmo, el 1<:> de diciembre de 1960, cuando se le entregó
el premio Nobe} de Química, refirióse a la relación entre la desintegra.
ción del radiocarbono y el tiempo requerido para ese proceso. Admitió
que, cuando se examina la radiación ·del carbono catorce de una mues·
tra se registran varios cómputos por minuto, según sean las carac..
terísticas del aparato contador y de su estructura protectora. Un con-
tador de, aproximadamente, un litro de volumen es capaz de recibir has-
ta 5 gramos de carbón, con promedios de 75 cómputos por minuto para
el radiocarbono actual; 37.5 cómputos para el radiocarbono de 5. 760
años de antigüedad, y 18.7 y 07 cómputos, respectivamente, para 11.520
años de antigüedad y carbón de 57.600 años. (76) La radiación normal
de una muestra actual de carbono-14 es de 13.6 desintegraciones por mi-
nuto por gramo de carbono-12 de origen animal o vegetal.
El proceso de desintegración del carbono catorce ha sido calculado
en forma teórica y regulado, con respecto a los tiempos históricos, me-
diante el cómputo de los impulsos radiactivos o "cliks" medidos en el
contador Geiger. Así _fue corno la "vida media" o desintegración del ra-
diocarbono considerada en el Sexto Congreso Internacional del Carbo.
no Catorce, en 1965, ha sido 5730 años. Esto significa que en ese lapso,
debido a su radiactividad se pierde por radiación una mitad del radia.
carbono contenido en los restos orgánicos. Se calcula que para que se
desintegre la otra mitad de la muestra de radiocarbono, o sea una cuar-
ta parte del total, requiere otros 5730 años, o sea 11.460 años. Para que
se desintegre la mitad de ese resto, o sea, la octava parte del total
vriginal de la muestra se necesitarían otros 5.730' años, es decir, 17.190
años y para la reducción del radiocarbono a una décimosexta parte se
requerirían 22.920 años, y así sucesivamente. *
Sobre la base del cálculo de la uvida media" del carbono-14 o perío--
do de su semidesintegración se construyó la curva exponencial, de ca·
1 acter teórico, porque supone que después de diez períodos, o sea en
57.300 años todavía subsiste radiactividad en el carbono catorce, pero
admite que ya no podría ser medida, tal corno lo expresa el doctor H. ·de
Vries, al decir: uDel punto de vista matemático, la curva exponencial
de desintegración no llega nunca a cero; esto significaría que se trata
de un reloj que no se detiene nunca. Es evidente sin embargo que no es
posible determinar la actividad por debajo de un cierto nivel." (77)
En ese planteo está, precisamente, uno de los mayores problemas
teóricos del método cronológico del radiocarbono. Sob:r;e la base de dos
datos ..:.....la actividad actual del radiocarbono y su actividad en algún
tiempo . conocido del pasado- se construye una curva exponencial, de
* Véase el diagrama de la curva expon~ncial del carbono-14 en la página 63.
58 EL METODO CRONOLOGICO

carácter logarítmico. La curva exponencial representa teóricamente, que,


mientras el tiempo se multiplica en proporción aritmética las radiacio-
nes disminuyen en proporción geométrica. Esto significa que se esta.
blece teóricamente una desproporción de valores de modo que una can-
tidad insignificante de impulsos radiactivos represente una gran can-
tidad de años. Esto puede significar una elevada probabilidad de error
que aumenta en proporción geométrica. ·En efecto, del porcentaje de ra-
diocarbono de una muestra orgánica en la que se registran pocos impul-
sos radiactivos obtiene de inmediato cifras desproporcionadamente ele-
vadas. Esta situación no constituye motivo de mayor preocupación para
los naturalistas evolucionistas más optimistas que, como Kenneth P.
Oakley de la sección de Historia Natural del Museo Británico supone
que, "con las técnicas existentes el límite retrospectivo del método del
radiocarbono se halla entre 60.000 y 70.000." (78) '
La cuestión del límite cronológico máximo del método del radiocar-
bono se ha prestado a confusiones. Porque una cosa es, cuánto tiempo
demora cierta cantidad de carbono catorce para desintegrarse totalmen.
te y otra distinta es la efectividad de los datos radiocarbónicos co11
significación cronológica.

Cuando se comparan los resultados de los cómputos de los impul-


sos radiactivos del carbono catorce se pueden observar dos clases de
datos:
(lc:>) Las fechas aproximadas que corresponden a la época histórica
o sea desde que se inventó la escritura en Mesopotamia y Egipto en
torno del año 3000 o 2900 a.C. , antigüedades que armonizan con las in-
formaciones que se obtienen mediante cálculos fundados en antiguas
observaciones astronómicas y que, por lo tanto, son verificables.
(2c:>) Las fechas relativas que corresponden a la época protohistóri-
ca y a la prehistórica, que están fuera del control cronológico por los
métodos adecuados a la historia, estimaciones que se caracterizan por
un aparente abultamiento de las cifras que no guardan proporción con
los datos anteriores si se reconoce la validez del testimonio estratigráfi-
co, y que no son verificables. Tanto con respecto a las cronologizacio-
nes de la protohistoria como para las de la prehistoria, hemos dicho in-
tencionalmente que se trata de dataciones o "fechas relativas". Una
prueba elocuente de ello la dan los mismos laboratorios radiofísicos
que, al publicar las estimaciones admiten un margen de error que seña.
tan en término de años. No obstante, entre los partidarios del método
cronológico radiocarbónico ideado por Libby, se observa una tendencia
que revela el propósito de conceder a la detección de la frecuencia de
los impulsos radiactivos del carbono-14 una interpretación que pretende
calificar sus estimaciones como si fuesen absolutas, con lo cual se elude
la diferencia fundamental que separa lo que es "absoluto" de lo que es
DEL CARBONO CATORCE 59

"relativo" renunciando al significado tradicional y verdadero de las pa·


labras para sobrevalorar los argumentos uniformistas. *
Basta mencionar unos cuantos ejemplos de cálculos radiactivos de
muestras consideradas como prehistóricas para que se observe el salto
entre las estimaciones cronológicas que entran en la historia y las que
penetran en el campo de la prehistoria. En el caso del Perú, que hemos
considerado en páginas anteriores, el método cronológico de Libby ha
dado la cifra de 9525 años con una aproximación mínima y máxima de
250 años, según la prueba realizada en 1959, para una muestra proceden-
te de la cueva de Lauricocha, lugar explorado por el ingeniero Augusto
Cardich, a 4000 metros sobre el nivel del mar, cerca de las nacientes
del río Marañón. (80)
Frente a esos datos los arqueólogos peruanos se han dividido en dos
gtupos: los que admiten las fechas del radiocarbono para la época
prehistórica y los que las rechazan por considerarlas demasiado "aleja-
das" e incompatibles con los datos arqueológicos. Por esta razón el ar-
queólogo J. A. Mason, antes de mencionar los dos grupos de peruanis-
tas americanos, destacaba, en 1957, lo siguiente: 11La mayor parte de las
fechas determinadas hasta ahora son el resultado de una sola prueba
que, por añadidura, muchas veces ha sido efectuada con materiales ex.
puestos a contaminaciones. (Para las pruebas se necesita una cantidad
considerable de material, y éste queda destruído en el proceso.) Por lo
tanto si la fecha obtenida por la prueba del radiocarbón no es de ningu-
na manera aceptable, en opinión del arqueólogo, y está relacionada con
las fechas de objetos similares, éste puede negarse a aceptarla o insis·
tiren esperar otros resultados que la corroboren o la contradigan." (81)
Diversos autores han destacado que el clima de Ja costa del Perú
ha sido casi desértico desde tiempo inmemorial. Tales conclusiones fue-
ron fundadas principalmente en las grandes acumulaciones de guano y
en los vestigios de objetos y restos humanos preservados por la arena
y el polvo. (82) Sin embargo la inmutabilidad del clima caracterizado
por escasez de precipitaciones pluviales debida a la corriente marina de
Humboldt, o del Perú, no prueba que, mientras tanto, no se hayan pro-
ducido importantes variaciones en el magnetismo terrestre. Se sabe que
las alteraciones del magnetismo repercuten en forma directa sobre la

* Viene al caso citar lo que dice al respecto Keneth P. Oakley, en la misma página
precitada al intentar la defensa de esa hipótesis cronológica al declarar que, me-
diante el método radiocarbónico de Libby, se pueden obtener "dataciones absolutas"
para la prehistoria: "Algunos autores han usado la expresión 'datación absoluta' como
quedando fuera de circulación, porque no hace distinción entre la ubicación de un
espécimen dentro de un paréntesis de tiempo (vg. determinando su edad como de
sinónima de datación en años , pero este uso va siendo gradualmente abandonado,
40,000 años más o menos 2,000 años) y su ubicación sobre una línea de tiempo. Donde
es posible establecer qu~ dos dep6sitos en áreas ampliamente separadas fueron for-
madas contemporáneamente (v.g. si ambas contienen tectitns de la misma caída cós-
mica), de ellos se podrá decir que son de la misma edad 'absoluta' aunque sus an-
tigüedades en años es enteramente desconocida". 79.
60 EL MBTOD.O CRONOLOGICO

formación cuantitativa del carbono catorce y que el cambio de porcen-


taje de éste en la atmósfera ·determina su disminución en la biósfera y,
.por lo tanto, en los organismos vegetales, animales y humanos. Como
las estimaciones cronológicas calculadas mediante la técnica ideada por
Libby se basan fundamentalmente en la proporción de carbono.14 conte·
nido en los vestigios orgánicos, y como ese método no toma en cuenta
todos los factores que entran en juego en el panorama de la prehistoria,
se incurre en cálculos erróneos, a los que, no obstante, suele revestirse·
los con la aureola de resultados científicos infalibles.
Las fechas elevadas que se han calculado por el método del radiocar·
bono dependen de una escala de valores para estimar la intensidad de las
radiaciones del carbono catorce. Pero esa escala es en sí misma de carác-
ter actualista porque supone la uniformidad de todos los fenómenos
naturales desde el más remoto pasado hasta el presente. Por consiguien.
te, el método de Libby no toma en cuenta las variaciones en la propor-
ción del carbono-14 de la atmósfera en los tiempos prehistóricos, en re.
Jación con el carbono-12. Por lo tanto, las fechas notablemente elevadas
que se calcularon mediante ese método son erróneas, en cualquier parte
del mundo, cuando pretenden sondear la prehistoria. Este sería el caso
de la estimación raétiocarbónica de la antigüedad de los primeros seres
humanos que habitaron en Paracas. El equívoco de tal cronologización
sería la consecuencia de los defectos teóricos del método del Dr. Libby,
cuando se aplica a restos de antigüedad prehistórica. Esas estimaciones
cronológicas no corresponderían a la realidad sino a una escala de valo·
res teóricos, que carece de plena eficacia para la prehistoria al no tomar
en consideración el importante factor de las fluctuaciones radiactivas de·
la atmósfera en tiempos prehistóricos.
El problema de las variaciones cuantitativas o proporcionales del
radiocarbono en lo pasado es fundamental. Si se tomara en considera·
ción el problema de la verda~era proyección prehistórica, que afecta a
la protohistoria y a las primeras etapas de la historia, es indudable que
se evidenciaría que el hombre de Paracas no vivió en fecha tan lejana
que se remonte a 9,000 años atrás de nuestros días, sino en una época
mucho más reciente. En tal caso, la 11 Visión retrospectiva de la vida
cotidiana en el Perú Antiguo", y los "Cien Siglos de Cultura Peruana",
p1esentados por el arqueólogo francés Frederic Engel a1 enumerar l.os ob-
jetos materiales y las plantas, así como los animales que fueron utiliza·
dos por el hombre de Paracas, encuadrarían perfectamente dentro de un
panorama menos extenso pero resultaría más significativo. (83) Otro
tanto debiera decirse de los descubrimientos arqueológicos efectuados
en el año 1958 en las cuevas de Lauricocha, en la región de Huánuco,
provincia de Paseo, Perú, por el ingeniero Augusto Cardich, quien sorne.
tió sus hallazgos al examen de muestras orgánicas mediante el método
radiocarbónico de Libby. De los laboratorios que midieron la intensi-
DEL CAR]30NO CATORCE 61'

dad de las radiaciones del carbono catorce se obtuvo ·el cálculo de una.
antigüedad estimada en torno de 10.000 años. (84)*
Desde el mismo punto de vista resultarían igualmente objetables las
fechas marcadas por el método cronológico del carbono-14 para los ha·
llazgos de restos prehistóricos tanto en América del Norte, como en Asia,
Africa y Europa. La relativa precisión cronológica del método de Libby
para los restos comprendidos en las edades históricas, no debe ser to-
mada como una garantía para el cálculo de la edad de los restos pre.
históricos. Esta no es una actitud inconsecuente, porque se funda en
las variaciones en el porcentaje de carbono catorce en tiempos remotos,
lo cual no ha sido tomado en cuenta por Libby al fundar su método ·so.
bre la hipótesis uniformista.
Mediante las mediciones radiocarbónicas que buscan cronologiza-
ciones prehistóricas por el método de Libby también se han. estimado
cifras elevadas en América del Norte. Las muestras orgánicas proceden..
tes del monte Mazama, dieron la cifra 4500 a. C. ; las sandalias tejidas
con plantas de artemisia descubiertas en la Fort Rock Cave, de Oregón,
así como los restos orgánicos descubiertos junto a vestigios del hombre
en la caverna Russell de Alabama, se calcularon como de restos de ma·
muts del sudoeste de Estados Unidos, estimados en 10.000 a.C.; el carbón
de Lewisville, Texas, fue cronologizado en. 35.000 a.C. (85)
Los cálculos radiocarbónicos con el método de Libby para la prehis..
toria de Asia y Europa también aparecen inflados como los de América,
porque son estimaciones obtenidas por el mismo método. En una aldea ~
prehistórica de Jarmo, región Kurda de Iraq, el arqueólogo R. J. Braid·
wood obtuvo muestras de carbón que, sometidas al método de Libby
mediante seis pruebas, dieron varias 11 edades" en torno del año 4750
a.C. (86) Las semejanzas en la intensidad de las radiaciones del rad~o..
carbono de las muestras orgánicas prehistóricas de. diferentes continen.
tes pueden ser tomadas en cuenta en forma relativa; evidencian cuáles
son los vestigios que corresponden a las mismas épocas pero este dato
no indica de modo fehaciente la fecha de los mismos.
Durante las excavaciones en las ruinas de la ciudad de Jericó la
arqueóloga K. M. Kenyon quiso conocer la antigüedad de las profundas
ruinas precerámicas que descubrió. Enviando muestras de restos orgá-
nkos a un laboratorio especializado se interpretaron los impulsos del
carbono catorce como si diesen la cifra buscada: 6,250 años a.C., más o
menos 200. (87) Los intentos de cronologización mediante el cómputo

* La cronologización de los restos humanos de Lauricocha mediante los impulsos ra-


diactivos del carbono-14 permitió -calcular la fecha de 7566 años a. C. Otros huesos
humano.9 exhumados por E. Gonzáles en una cueva cercana ·a las minas de Toqu~­
pala en la región puneña del Sur del Perú, dio por el mismo método 7630 años
a. C. El método radiocarbónico, dio la estimación de 6930 años para los vestigios
orgánicos de exhumados en la falda noroeste de la bahía- de Paracas, en la costa
meridional del Perú. El IQismo método ha dado fechas algo menores para -los agri-
cultores de Nogales, México, cuyo!.• vestigios han sido estudiados ·por Richard Stock-
ton Mac Neish. -
62 EL METODO CRONOLOGICO

de los impulsos radiactivos del carbono-14 han presentado cifras extra-


ordinariamente elevadas. Por ejemplo, para el carbón de la caverna de
Shanidar, lraq, se calcularon 35.000 años a.C. y para madera exhumada
en Amersfoort, Holanda, 58.000 años a.C. (88)
Entre esas estimaciones cronológicas que pretenden valuar los im-·
pulsos radiactivos del carbono-14 mediante el método de ·Libby, la gran
mayoría se ha obtenido mediante una muestra única y un solo cálculo.
En los casos cuando se han efectuado varias determinaciones con dife-
rentes muestras de un solo yacimiento, se han obtenido cifras contra.
dictorias, aunque debieran indicar la misma edad. Este es el caso, por
ejemplo, del estudio de los huesos magdalenienses de La Garénne, Fran-
cia, examinados en el laboratorio de Chicago, cuyos débiles impulsos
radiactivos permitieron las siguientes estimaciones: la muestra número
577 dio 11.109 años, más ,o menos 480; la muestra número 578 dio 15.847
años, más o menos 1.200; la muestra número 579 dio 12.986 años, más o
menos 560. También se han registrado impulsos radiactivos muy dife-
rentes del carbono-14, procedentes de muestras de un mismo yacimien-
to durante las investigaciones en el laboratorio de la Universidad de
Columbia.
El cronologista británico F. E. Zeuner considera qu~ la cifra de
20,000 años para las plantas y restos de mamuts, en un lecho de plantas
árticas, descubiertos en Ponder End, cerca de Londres, es inexacta,
c·pinando que, probablemente, está "fuera del alcance del método del
radiocarbono". (89) Pero pocos años después el biofísico H .. de Vries, al
mejorar el instrumental del laboratorio de la Universidad de Groninga,
Holanda, suponía que llegaba a determinar 45,000 años con muestras
de un depósito de turba analizado por él, según el método radiocarbóni-
co de Libby.
Por el solo hecho de que los contadores Geiger sigan captando unos
pocos impulsos radiactivos del carbono-14 en muestras consideradas co.
mo prehistóricas no queda fuera de discusión que la interpretación que
suele darse a esos cómputos sea la correcta. Hay poderosas razones
para pensar que no solamente esos cómputos no son exactos, como lo
reclaman algunos investigadores sino que la interpretación es equívoca.
Por consiguiente, tales cronologizaciones resultan erróneas cuando se
trata de períodos remotos, considerados como prehistóricos. Las inter-
pretaciones, aparentemente paradojales, en torno del método cronológi-
co de Libby requieren una explicación. *

* Las discrepancias en el número de imfulsos radiactivos todavía son enigmáticas.


Por ejemplo, como lo ha señalado L. 1 . Jensen, las muestras de huesos quemados.
por el hombre en la Caverna de Irán Belt, numeradas 525 y 574, evidentemente del
mismo nivel y por lo tanto de la misma antigüedad mesolítica, según el cómputo
de los impulsos se calculó que tenían 1200 y 2500 años de antigüedad. W. F. Libby,
Science, 114 (1951), 291; L. H. Jensen op cit. (1951), 37. ·
DEL CARBONO CATORCE 63

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TIEMPO an afios en
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Disminución de la substancia radiocarb6nica en función de tiempo. Curva exponencial
fundada en la "vida media" del carbono-14, según los cálculos adoptados por la Sexta
Conferencia Internacional del Carbono-14, realizada en la Washington State Unlverstty,
en Pullman, Estados Unidos. El parámetro indica la cantidad de carbono-14. Sobre el
eje de la asíntota se indican los períodos iguales de 5,730 años. La curva e~ponencial
señala los porcentajes cte reducción de la radiactividad del carbono-14 d~spués de cada
período. Resulta evidente que la curva se vuelve asintótica al acercarse al eje, porque
ofrece un trazado casi paralelo con la asíntota. Pero tal trazado sólo tiene un carácter
teórico que tennina por carecer de significación práctica. Los partidarios del métódo
radiactivo de Libby, que propician una cronología prehistórica de vasta antigüedad, to·
davía no se han puesto de acuerdo acerca del límite que podría alcanzarse mediante el
método del carbono-14.
El mismo hecho de que utilizando el método cronológico radiocarbó~
nico de Libby se observen diferencias acentuadas entre los impulsos ra·
diactivos del carbono-14 comprobados como normales para los tiempos
·históricos, y· las cifras que resultan, al parecer, desproporcionalmente
anormales para la prehistoria, permite sospechar la presencia de aigún
factor que induce a error o de una falla del método. El error puede
provenir de su planteo teórico o de alguna realidad práctica interpreta.
da en forma equívoca.
Con respecto al planteamiento teórico del método de Libby, resulta
sospechosa la curva exponencial o logarítmica ·que representa teóri'ca-
mente el comportamiento pasado del carbono-14, a partir de las estima~
ciones presentes, como si la cantidad de carbono atmosférico hubiese
sido constante en todas las épocas. Vale decir que, por falta de compro-
bación .de la intensidad de las radiaciones del carbono--14 en el pasado,
se necesita observar su comportamiento actual. para calcular, sobre esa
pequeña base, su trayectoria teórica en los remotos tiempos protohistó.
ri~os y prehistóricos.. · ·
64 EL METODO CRONOLOGICO

En ·la curva exponencial de desintegración, que proyecta en forma


logarítmica hacia el pasado el supuesto comportamiento del carbono ca.
torce, al sumar las edades se acrecienta la probabilidad de errores en
. progresión geométrica. Esto significa que la edad se calcula en períodos
iguales de 5,730 años, con sucesivas desintegraciones que suponen, teóri-
camente, inextinguible el radiocarbono. Pero las radiaciones remotas no
_se representan por una curva acentuada, como en los comienzos, sino
por dos líneas casi paralelas. Tal procedimiento teórico puede implicar
que el error llegue a ser tan grande que ya no se pueda dar crédito a los
cálculos propuestos sobre esa base. Vale decir, que la curva logarítmica
o exponencial de la desintegración del carbono-14, que se inicia con datos
calculados, al elevarlos a sucesivas potencias deja de representar la
realidad, lo cual resulta de consecuencias funestas para la cronologiza-
ción prehistórica. La curva exponencional se vuelve asintótica al acer-
carse al eje y resulta objetable la pretensión de asignarle significación
cronológica.
Así como la mayor parte de las fechas históricas calculadas por el
método del radiocarbono son consideradas como aceptables, en forma
relativa con su margen de error, las fechas que se han publicado para la
prehistoria parecen ser el trazado de un pantógrafo que aumentara des-
medidamente las estimaciones al extremo de que pierden toda relación
con el ritmo anterior, como si se utilizara una escala completaménte
diferente. Esto provoca una situación paradoja! para todo investigador
que busca la verdad, porque, habiendo aceptado con plena confianza los
datos relativos a la radiocronologización para las épocas históricas, en
cierto modo se ve obligado a admitir las estimaciones de tal método, aún
para las épocas prehistóricas, aunque las estimaciones propuestas le
resulten sospechosas.
4.-El problema de lo obvio en el método radiocarbónico de Libby.
La cronologización por medio del carbono catorce tiene un límite
teórico y otro efectivo. Con respecto al límite teórico, los especialistas
no se han puesto de acuerdo ni tampoco con respecto al límite efectivo.
A pesar del entusiasmo de los que consideran al método del radiocarbo-
no como un 41 ábrete sésamo", para todos los problemas de la cronología,
merece una oportuna revisión. Hay quienes consideran ese método co-
mo una 41 fábrica de fechas", mediante el cual las ufechas aparecen co.
mo el maíz pororó sobre el fuego". (90)
Es imperioso distinguir, en el método cronológico del carbono-14,
entre lo bueno y útil con respecto a la historia y los riesgos y equívocos
que significa el aceptar sus determinaciones para la prehistoria. Admi-
tir ciegamente que si' se adoptan· los datos del mismo método de cronolo. ,
gizacíón para la historia debieran aceptarse las consecuencias de sus in-
formaciones para la prehistoria podría revelar más celo .por defender
un método, que deseo de mejorar ese método en su período experimen-
DEL CARBONO CATORCE 65

tal a los efectos de mejorar su técnica o para revisar oportunamente el


alcance de los principios básicos que reclama como fundamento.
Pocos métodos de investigación han sido recibidos desde sus co-
mienzos con mayor entusiasmo que el cronológico radiocarbónico de
Libby. Esa actitud aceptaba como una realidad la promesa de solución
de numerosos enigmas cronológicos del pasado bajo cuya somb~a ha-
bían proliferado toda suerte de hipótesis que pretendían interpretar y
cronologizar los fenómenos y los hechos en formas anacrónicas y arbi-
trarias. A pesar del optimismo de todos los admiradores de ese método
moderno de cronologización, que estaban ansiosos de aplicarlo a sus
trabajos arqueológicos, el Dr. Libby y sus colaboradores, con elogiosa
probidad científica, admitieron frecuentemente que se trataba de un mé-
todo que pasaba por su período de prueba experimental antes de que se
lo pudiera dar por seguro e infalible. Comentando la actitud de los en-
tusiastas, José M. Riaza, de Madrid, expresa: "Como sucede muchas
veces, el entusiasmo ha hecho excesivamente confiados a quienes desean
aplicar los resultados del método a sus trabajos, si bien los expertos nQ.
han cesado de poner de manifiesto sus dificultades y problemas." (9)

Uno de los mayores riesgos de cualquier sistema interpretativo se


halla en lo obvio es decir, en lo que considera como algo tan evidente
que no necesita ~xplicación, como si se tratara de un axioma o de un
dogma inf~lible. Es lo que señaló el profesor A. N. Whitehead, de la Uni-
versidad de Harvard, al ocuparse del lugar de la ciencia en el mundo
moderno: 11 Se requiere una mente extraordinaria para emprender el
m~álisis de lo obvio". (92)

La posibilidad de error, a causa de lo que parece obvio a los senti-


dos, produjo la hipótesis geocentrista de Tales, Platón, Aristóteles e
Hiparco, defendida por Tolomeo. Pero el replanteo de los problemas,
eliminando lo obvio, dio por resultado la aceptación de la hipótesis he.
lio<;entrista esbozada primeramente por Nicolás Krebs de Cusa (c. 1400-
1464), ampliada por Nicolás Copérnico (1473-1543) y demostrada por Ga-
lileo Galilei (1564-1642), Juan Kepler (1571-1630), e Isaac Newton (1642-
1727). (93)
Es probable que la mayor parte de los qúe aceptan todas las ·deter-
minaciones cronológicas publicadas por los laboratorios que .se dedican
a la estimación de fechas mediante el método del radiocarbono, pocas
veces se han detenido a reflexionar en forma crítica cuáles son las ba.
ses teóricas en las que sct,. fundan esos datos que aceptan como dogmas
indiscutibles. El arqueólogo suele confiar en las determinaciones cro-
nológicas calculadas por el radioquímico y adópta tales fechas sin res- ..
ponsabílizarse por el método que las produjo en un campo de especia-
lización que no es de su dominio; otro tanto ocurre con el antropólogo
y el historiador.
EL METODO CRÓNOLOGICO.
Varios factores inducen a aceptar como correctos algunos de los
datos obtenidos por el· método del radiocarbono, siendo que están
sujetos a la verificación por los datos históricos. Pero otros cálculos
por el mismo método significan, por su abultamiento desproporcio·
nado, una advertencia para descubrir dónde· puede estar la falla en
las estimaciones extremadamente dispares. Ocurre con algunas hipó-
tesis lo que aconteció con el afamado submarino atómico: era consi.
derado como una proeza de la ciencia con una. autonomía admirable;
se lo creía capaz de cualquier cosa, hasta el de navegar bajo los hielos
del casquete polar del Artico, pero bajó más allá de los limites
prudentes y se transformó finalmente en una prisión mortífera en
el fondo del océano Atlántico. ¿Acaso no puede haber en el método
del radiocarbono alguna falla que resulte fatal para la verdad crono-
lógica cuando pasa del límite que propiamente le corresponde?

Si se analizan los fundamentos del método cronológico del · car-


bono-14 de Libby, se observa que sus. planes teóricos consideran como
obvios los postulados del actualisrnp. En efecto, por buenos que sean
los aparatos que se utilicen, los cómputos de los estímulos radiactivos
se interpretan según una escala uniformista de valores. Esta escala
supone que el porcentaje de carbono-12 y de su isótopo el carbono-14
.se manifiestan en forma homogénea y proporcional tanto en la atmós.
fera como en las formas vivientes, lo cual puede demostrarse expe-
timentalmente. Pero, por otro lado, se pretende que ésas siempre
fueron las proporciones en cualquier tiempo pasado, lo cual se da por
admitido, aunque no se puede demostrar que haya sido así. * Vale
decir que aquí nos encontramos frente a lo obvio, respecto de lo cual
_ se supone que no requiere demostración o que es indemostrable. Pero
es, precisamente, sobre ese criterio hipotético de la filosofía actualista,
como se pretende fundar el método para calcular las fechas del pa-
sado. Si se admitieran las posibilidades de que hubo proporciones di-
ferentes de radiocarbono en el remoto pasado, los cálculos para las
épocas prehistóricas perderían al menos su validez teórica. En tal
caso, no podrían calificarse sus estimaciones cronológicas referentes
a la prehistoria como resultaaos dignos de confianza sino como cifras
alambicadas por los alquimistas del uniformismo con su famosa curva
exponencial que se presta a la publicación de supuestas cronologiza.
dones que se caracterizan por sus cifras elevadas.

* El investigador L. H. Jensen al resumir en una revista científica los alcances del


método cronol6J;tico del radiocarbono ideado por Libby, finalizaba con estas pala·
bras que indicaóan el meollo del problema en estudio: "Parece capaz de dar deter-
minaciones relativamente precisas y exactas dentro de los últimos 3000 años. Pero
no se puede aceptar sin reservas los resultados para edades que están más allá a
menos que se pueda demostrar que la proporción entre el C. 14 y el C. 12 hayan
permanecido constantes''. L. H. Hensen. "Age Determinations Using. ·Carbon-14". Tbe
Naturallst. 4 (1951). 37.
:PEL CARBONO CATORCE 67
S. -El fundamento actuaUsta del método cronológico radlocarbónico.

El actualismo, o uniformismo, ha invadido diferentes campos del


pensamiento, especialmente las ciencias genéticas ~osmogenia, geo-
logía, paleontología y prehistoria- ~n las cuales ha dejado la impronta
de su esquema taxativo e interpretativo.

, Desde sus mismos orígenes el uniformismo ha pintado el cuadro


del pasado como simple antecedente del presente, en el cpal obraron
las mismas fuerzas y con la misma intensidad que en la actualidad. De
este modo, para los partidarios de ese punto de vista, el presente es
la pauta, canon, o medida del pasado. El uniformisino fue definido,
por primera vez, por el geólogo escocés James Hutton, al decir que
41
el presente es la clave del pasado". El actualismo surgió como una
reacción de Constant Prevost (1787-1856) y de Charles Lyell (1797-1875)
en contra del catastrofismo exagerado de Georges Cuvier (1769.1832)
y de Alcides D'Orbigny (1802-1857). Pero com~ ocurre generalmente,
las ideas revolucionarias llevan en sí el germen de la exageración para
destacar la oposición hacia la idea antagónica y, como consecuenci¡,
de esa actitud, suele subestimar realidades que los otros supervalo.
ran. El uniformismo tiene todavía esa deformidad congénita que re-·
cuerda el extremismo generador de sus orígenes. (94).
El actualismo ha mantenido su actitud recalcitrante hacia toda ex-
plicación que no interprete los fenómenos del pasado por la intensi-
dad y la frecuencia de los fenómenos del presente. El uniformismo
tuvo sus defensores en la antigüedad que eran igualmente partidarios
de evolucionismo que se difundió en algunos sectores del mundo
greco-romano donde se sobrestimaba al racionalismo y se creía que
11
todas las cosas permanecen así como desde el principio ... " (11 Pedro
3:4-6; Romanos 1: 18-25). El actualismo ha sido aplicado, principal.
mente, a la interpretación de los fenómenos en el campo de la geo-
logía donde ha pretendido suplantar al catastrofismo que propone
otra interpretación del pasado remoto. (95).

El ,método cronológico radiocarbónico de Libby no ha sido ela-


borado con el propósito de confirmar el uniformismo y de rechazar
el catastrofismb. Sin embargo, e~ criterio esencial del actualismo
figura entre -sus postulados porque considera los fenómenos actuales
como el único procedimiento para medir los fenómenos del pasado.
Conviene recordar que el método cronológico de Libby no se funda
en .un ritmo pr-eciso de radiación del carbono-14, siendo que sus ra-
diáciones no son isócronas. Por lo tanto, busca un término medio de ·
radiaciones en el curso de los pocos aPios de experimentación actual
y lo establece como base para calcul~r la "vida media" o semidesin.
tegración del r~diocarbono con un valpr aproximado de 5,600 años
68- EL METODO .CRONOLOGICO;

que Libby adoptó como escala de tiempo para médir el tiempo pa-
sado. Esa es una escala en números redondos publicada por Libby
quien obtuvo, posteriormente, cifras mayores como el "mejor valor''
para la uvida meClia" del radiocarbono, pero en el año 1950 redujo
con sus colaboradores tales evaluaciones a 5,568 más o menos 30
años. (96).

Como se ha señalado más arriba, los cálculos referentes a la


11
Vida media" del carbono-14 oscilan entre 7,200 y 4,700 años (97) y
las autoridades del Natlonal Bureau of Standards de Estados Unidos
aunque adoptaron provisoriamente 5,568 años ·como cálculo de un
promedio entre tres estimaciones de laboratorios diferentes, sabían
que ésta sólo era provisional, porque esperaban los resultados de
nuevas estimaciones. (98). Los laboratorios aceptaron, durante algún
tiempo, diferentes cifras para la medida de la semidesintegración o
11
vl.da media" del carbono-14. Por consiguiente la compilación de 2,500
fechas publicadas durante trece años de investigación por diversos
especialistas resultaban tan confusas, que se optó, por iniciativa de
A. J. Jalinek para la 11 Vida media" del radiocarbono, por la acepta-
ción de una medida de 5,568 años. (99). No obstante, el National
Bureau Standards de los Estados Unidos de América adoptó en el
año 1961 la suma de 5,760 años como la que más se aproxima a la
11
vida media" del ra,diocarbono.

En la reunión de los especialistas en la materia, realizada en Gro-


ninga en 1952, los investigadores radioquímicos no pudieron ponerse
de acuerdo respecto a la forma de fechar los resultados obtenidos.
Algunos eran partidarios de las fechas totales anteriores al año del
experimento, mientras otros, opinaron que, para evitar confusiones
que se harían mayores al no publicar cada vez la fecha del experiw
mento, era mejor tomar como punto de referencia el comienzo de la
Era Cristiana, con indicación de los años a.C. o d. C., como proceden
los historiadores. La opinión prevaleciente fue puesta de manifiesto
en el sentido de que se necesita un sistema general para señalar las
fechas porque, como lo expresó H. J. Walterbolk "una simple fecha,
nó es la fecha". En las sesiones de la .Intematlonal Carbon-14 and Trl·
tium Dating Conference, realizadas en 1965 se acordó la adopción de
5,730 años como 11 Vida media" del carbono-14.

Es evidente que en el método cronológico radiocarbónico de


Libby prima el criterio uniformista que consiste en adoptar inflexi-
blemente el presente como medida del pasado, suponiendo que todo
ha acontecido en cualquier tiempo, no importa cuán remoto sea, como si
hubiese ocurrido en la actualidad. Es en este postulado uniformista
donde está lo obvio en el planteo teórico del método de cronologiza-
ción ideado por Libby. Y, por consiguiente~ es necesario comprobar
DEL CARBONO CATORCE 69

Willard F. Libby inventor del método cronológico del carbono-14.


70 EL METODO CRONOLOGICO

la solidez o la vulnerabilidad de esa especie de dogma.

Uno de los investigadores que ha dedicado más tiempo para con...


firmar el método de Libby, y que ha propuesto diversas mejoras para
evitar las contaminaciones de las muestras, es el profesor Hessel de
Vries, quien reconoce que lo obvio está en el fondo de ese método
al escribir: "Se ha admitido tácitamente que la actividad inicial de
estas muestras antiguas es la misma que la actividad de un material
reciente, por ejemplo de un árbol joven. Esto es solamente cierto
si la actividad de la atmósfera no ha variado a través del tiempo y
esto dependerá de varios factores. Uno de los más importantes es la
constancia en la producción de neutrones por los rayos cósmicos.
Aunque nuestros conocimientos sobre el origen de los rayos cósmicos
son escaso~, es poco probable que hayan variado en forma apreciable
durante el corto lapso al cual puede aplicarse el método del carbono
catorce". (100).

La verdadera ciencia no puede ser dogmática. La ciencia, como


conocimiento organizado, recurre a las hipótesis, a los métodos de
experimentación y al reconocimiento de leyes para descubrir el orden
de las cosas y de los fenómenos con el propósito de valorar las cau-
sas y los efectos. Como algunas ramas de la investigación científica
no se limitan exclusivamente a lo actual sino que, mediante diversos
procedimientos, prqcuran estudiar el pasado, estas investigaciones
resultan tanto más hipotéticas, cuanto menores son los datos. Vale decir
que las investigaciones referentes al pasado son delicadas y deben ser
muy cuidadosas en la obtención de los datos y cautelosas en sus in-
terpretaciones. Para no caer en el error se necesita una crítica rigu-
rosa de los métod<;>s que se utilizan para eludir las conclusiones obvias
y falsas. Si los datos básicos no son seguros no ~e puede esperar
que los resultados tengan un valor definitivo. Por lo tanto, por su
valor simplemente hipotético y relativo, sus estimaciones no pueden
pretender la consagración que corresponde a las verdades en el grado.
de evidencia.

Si un sistema de interpretación del pasado responde a un criterio


U.nico y exclusivo, tal como el actualismo, por ejemplo, resultaría
dogmático si pretendiera hacer pasar por verdad científica indiscu- ·
tibie lo que se podría explicar en forma más satisfactoria partiendo
de otro criterio. Por lo tanto hay derecho de poner en tela de juicio:
lo que se considera como obvio en el método de trabajo que implica.
un sistema de interpretación fundado en hipótesis que esperan s~
confirmación o su rechazo según los nuevos datos que se descubran.
CAPITULO IV

LAS LIMITACIONES DEL METODO RADIOCARBONICO


RESPECTO A LA PREHISTORIA

1.-La cuestión del porcentaje de racliocarbono atmosférico en


diversas épocas.
Una de las dificultades inherentes a toda investigación que se
ocupe de tiempos remotos reside en el hecho evidente de la brevedad
de la vida individual para realizar todas las observaciones convenientes.
Si nuestros antepasados hubiesen registrado datos cronológicos du.
rante milenios, esa labor paciente habría beneficiado a los hombres
de ciencia de nuestros días. Pero en el pasado no se contaba con el
instrumental que ha sido inventado en nuestra época técnica. Gracias
a esos instrumentos precisos se ha logrado magnificar la visión di-
recta o indirecta de lo que está lejos. y requiere visión telescópica,
o de lo que está cerca y que es de un tamaño infinitesimal que reclama
los servicios del microscopio electrónico.
El arqueólogo, el historiador. el prehistoriador o el antrop6logo
que recurren al empleo de los costosos aparatos detectores, y que
confían de ese modo en una técnica que conteste científicamente sus
interrogantes, buscan datos concretos que den resultados cronológicos
inequívocos. Si pagan 300 dólares· por cada prueba es porque se supone
que, mediante el debido funcionamiento de esos aparatos detectores,
obtendrán una información científica, es decir auténtica y verdadera.
Pero corren el riesgo de olvidarse que el resultado verdadero no de-
pende únicamente del mecanismo detector sino de las bases teóricas
del método, porque a éste están supeditados tanto la construcción
de los aparatos como las interpretaciones de los datos que se obtie-
nen. Es evidente que las cronologizaciones mediante la interpretación
de la frecuencia de los impulsos radiactivos del carbono-14 detectados
por medio de los tubos de Geiger, resultan un problema mucho más
complejo que el de observar la presencia de cuerpos extraños en un
organismo vivo mediante los rayos de Roentgen que, producidos por
el aparato de rayos X, permiten la radioscopía o facilitan la radiogra-
fía. La diferencia fundamental reside en el hecho de que los
tayos X muestran la sombra del objeto opaco contenido en el orga-
nismo, mientras que el tubo de Geiger sólo denuncia la frecuencia
actual de los impulsos radiactivos del carbono catorce tanto en restos
orgánicos de edad conocida como en aquellos que proceden de épocas
remotas. El registro de las radiaciones del carbono-14 no da fechas,
sino ·simple indicación numérica de la frecuencia de los impulsos
radiactivos. Las fechas se calculan sobre esos datos, interpretados
según los valores adjudicados a la curva exponencial de desintegración
del radiocarbono. ·
72 EL METODO CRONOLOGICO

A pesar de sus complicados aparatos que reflejan la ingeniosidad


del hombre moderno para resolver problemas técnicos, toda investi-
gación del pasado parte, naturalmente, de los datos conocidos en la
actualidad. Las interpretaciones que se presentan del pasado, general-
mente toman como base la actualidad, suponiendo, obviamente, que
todo el pasado fue igual. Pero éste es el punto de vista del unifor-
mismo, que excluye a priori toda explicación diferente. Supongamos,
como simple hipótesis, que en el remoto pasado el porcentaje de car-
bono catorce en la atmósfera no haya sido igual que en la actualidad,
sino muy diferente. En tal caso, ¿qué valor tendrían todos los cálculos
supeditados a las hipótesis uniformistas al respecto? Finalmente,
¿cuál sería el valor de los cálculos fundados en una premisa falsa·?
Si suponemos que durante las 'épocas históricas, que se remontan
a la invención de la escritura, la atmósfera no ha pasado por grandes
cambios, pero que en épocas más remotas la atmósfera tuvo otra
proporción menor o mayor de carbono catorce, el método cronológico
del radiocarbono de Libby sólo podría considerarse como valioso
para los tiempos que median entre nuestros días y los comienzos de
la documentación escrita, pero resultaría engañoso para aquella época
previa que fue diferente. Si, en tiempos prehistóricos, hubo cambios
en lá proporción entre el carbono doce y el carbono catorce de la
atmósfera, entonces, el método de Libby debiera ser reajustado para
tomar en cuenta esos cambios. Si no se procediera de ese modo, el
método radiocarbónico de Libby seguiría dando resultados falsos para
la prehistoria. Pero como la ciencia busca la verdad, debe explorar
las posibilidades de situaciones diferentes en el pasado para evitar
los errores interpretativos, con sus funestas consecuencias para la
verdadera interpretación de los hechos.
La "admisión tácita" u obvia del método cronológico de Libby de
adoptar como fundamento para todos sus sondeos del pasado, se halla
en la obsesionante idea uniformista que postula una igualdad abso.
Juta en la cantidad de carbono-14 de la atmósfera y de su proporción
estable con el carbono-12. Por lo tanto, esto implica la admisión de
que hubo una proporción idéntica de radiocarbono en los organismos·
a través de todos los tiempos. Sin embargo, hay indicios de que la
realidad no ha sido tal como se la imaginaron los partidarios de la
hipótesis uniformista. Por consiguiente, para que esa hipótesis acerca
de la proporción constante del carbono-14 en la atmósfera merezca
mantenerse como probablemente valedera, es necesario averiguar qué
validez tiene la hipótesis contraria. Proceder de otro modo equivale
al olvido de que "ninguna cadena es más fuerte que su eslabón más
débil". o

Los seres humanos ignoraron, hasta el año 1911, que las radiado-·
nes cósmicas llegan constantemente a la Tierra. Después se supo que
DEL CARBONO CATORCE 73

los neutrones de esos rayos producen transformaciones en los gases


atmosféricos. Finalmente se comprobó que el radiocarbono, descu-
bierto en 1930, procede de las altas capas de la atmósfera, que están
por encima de los 9.000 metros de altura, donde el nitrógeno, bom-
bardeado por los neutrones, se transforma en carbono catorce.
Mediante diferentes investigaciones se calculó que, antes de co-
menzar la época de las explosiones de las bombas atómicas y nuclea-
res, la cantidad de carbono-14 tenía una concentración de una billo-
nésima de gramo por cada gramo de carbono-12. El carbono catorce
se une al oxígeno para formar el anhídrido carbónico que las plantas
reciben mediante el proceso de la fotosíntesis. Si la proporción de
radiocarbono de la atmósfera fue menor en tiempos remotos, al adop.
tar el método actualista aceptado por Libby para su método crono.
lógico, esos orgánismos, vegetales, animales o humanos, aparecen como
si fuesen de una antigüedad mucho mayor.
De la comparación de las determinaciones de los cómputos de
radiaciones corpusculares del carbono-14 se obtienen datos que difie-
ren grandemente. Obsérvase que según se trate de los análisis de
muestras orgánicas de los tiempos históricos o prehistóricos, esas di-
. ferencias interpretadas por la escala cronológica radiocarbónica~ ya sea
por Libby o por sus continuadores, son consideradas como de edades
muy diferentes. Llama la atención el hecho de que esas discrepancias
no son graduales sino que aparecen en forma abrupta, como dando
un salto, lo que no debiera ocurrir en circunstancias normales.
Las investigaciones demuestran que la cantidad de radiocarbono
de los restos orgánicos muy antiguos tienen concentraciones extra-
ordinariamente bajas de carbono.14. Generalménte esto es interpre-
tado por los radioquímicos como prueba de una gran antigüedad de
los restos estudiados. Pero esa comprobación pódría significar tam-
bién, al margen de la interpretación actualista, que hubo una época
cuando los organismos, vegetales, animales o humanos, acumularon
poco radiocarbono durante sus respectivos períodos vitales, porque
en su época éste tenía una concentración atmosférica muy inferior a
la actual. Esta posibilidad sería la verdadera causa de las cifras am-
pulosas que el método de Libby atribuye a los restos orgánicos pre-
históricos. Por consiguiente, queda planteado un problema que el mé-
todo de Libby no tomó en cuenta al calcular cronologizaciones que
afectan la interpretación de la prehistoria.
Con respecto al problema de la cantidad de radiocarbono en la
atmósfera, las posibilidades son tres: 1) que en tiempos remotos hubo
la misma concentración del radiocarbono como en la actualidad; 2)
que hubo mayor cantidad de carbono catorce atmosférico que en la
actualidad; 3) o que el porcentaje de carbono-14 atmosférico fue me..
nor con respecto al carbono-12. Eliminando la hipótesis de una mayor
concentración en vista de la débil radiactividad de las muestras orgá-
EL METODO CRONOLOGICO

nicas antiguas que denuncian un bajo nivel de radiaciones, sólo quedan


dos hipótesis: 1) que, en tiempos remotos, la concentración de carbono
catorce .en la atmósfera, era igual a la actual, según la hipótesis unifor-
místa; ó 2) que la conceqtracipn de radiocarbono atmosférico era menor
en proporción al carbono común o carbono-12 .Estas dos hipótesis no
pueden ser igualmente verdaderas, por lo tanto una de ellas ha de·
ser falsa. Si no se toma en cuenta ese planteo en las investigaciones
que proponen la cronologización de épocas remotas, se puede llegar
a resultados falsos, y, por consiguiente, contrarios a la verdad que se
de~e considerar como el gran objetivo de la ciencia.

a) Las explosiones nucleares y las variaciones cuantitativas de


radiocarbono en la atmósfera.

Aunque el tiempo transcurrido desde que se IniCiaron las prime-


ras investigaciones vinculadas con el carbono-14 se expresa en el nú-
mero de los pocos años transcurridos desde 1950, cuando Libby pu-
blicó las primeras tablas cronológicas fundadas en su método, tales
indagaciones han sido suficientes para demostrar que la cantidad de
radiocarbono de la atmósfera ha ido en aumento. En efecto, las ex-
plosiones nucleares, iniciadas el 15 de julio de 1945 en Alama Gordo,
estado de Nuevo Méjico, fue seguida por las siguientes: una en Hiros-
hima y otra en Nagasaki, en agosto de ese mismo año; dos en Bikini
en 1946; dos en el Atolón de Eniwetok, .Islas Marshall, en 1948. Tales
fueron las explosiones atómicas, contaminadoras de la atmósfera añ-
teríores a la publicación de las primeras tablas cronológicas por el
método radiocarbónico.

Las primeras estimaciones del doctor Libby acerca de la cantidad


del carbono-14 con relación al carbono.12 ya estaban ineludiblemente
afectadas por esas explosiones. Posteriormente, la serie de explosio-
nes nucleares experimentales, realizadas por varias naciones, se han
transformado en el problema mundial de la contaminación atmosférica
que ha provocado justificadas alarmas. El estudio de las variacio-
nes en la radiactividad de la atmósfera fue adquiriendo importancia
y permitió llegar a ciertas conclusiones respecto a varios problemas
definidos que- son de interés vital. Entre las observaciones de interés
científico figuran las que se refieren al aumento del carbono-14 en la
.atmósfera en nuestros propios días.

Las explosiones de bombas termonucleares causan efectos simi.


lares a los rayos cósmicos porque producen gran cantidad de neutro-
nes. Como consecuencia de tales explosiones se forma mayor canti-
dZtd de carbono-14. El aumento de radiocarbono fue comprobado me- .
di~nte el estudio metódico del aire de la estratósfera hasta la tropo.
DEL CARBONÓ CATORCE' 75
pausa con una altura variable de 8,000 a 16,000. metros· sobre la super-
ficie terrestre. Las primeras investigaciones de esa índole fueron·
publicadas en 1950 por K. O. Münnich y J. C. Vogel. (101) El estudio
sistemático de las muestras de aire estratosférico demostró que, en
1959, a raíz del incremento de las explosiones atómicas, en el norte
de Europa el poxtentaje de radiocarbono se había elevado aproxima-
damente en un 32% por encima de las mediciones de 1953. (102) Las.
investigaciones de esta índole, practicadas en forma continua por los
laboratorios de Cambridge, señalaron una relación directa entre las
explosiones nucleares y el aumento del radiocarbono atmosférico. To-
mando como base los valores alcanzados en 1953, los convenios de
moratoria entre tres potencias para suspender las explosiones nuclea-
res pudo apreciarse inmediatamente: en el verano septentrionál de
1960, el radiocarbono descendió a un 22% y, en 1961 baj0 todavía un
2%. Pero la violación de la moratoria por los ensayos nucleares
rusos, en el otoño del hemisferio septentrional, de 1961, volvió a signi.
ficar un nuevo motivo de alarma a causa del incremento del radicr
carbono y otros elementos radiactivos en la atmósfera. (103)

La peligrosidad de lo.s bombardeos nucleares fue destacada por


Albert Einstein (1879-1955) cuando, pocas semanas antes de su deceso,
escribió la siguiente declaración admonitoria: 11 En caso de utilización
masiva de las armas nucleares, deberá contarse con la muerte repen-
tina de una parte menor de la humanidad y con dolores y enfermeda-
des, y la desaparición final de todos los seres vivientes". (104) Expre-
siones similares de diversos hombres de ciencia han destacado la
grave contaminación de la atmósfera mediante explosiones nucleares
experimentales, lo cual significó la organización de la Comisión In.
ternacional de Protección contra las Radiaciones. ( 105) El problema
de la contaminación de la atmósfera fue considerado por la Asamblea
General de las Naciones Unidas en 1962, cuando se presentaron los
informes de la Comisión Científica. En el mes de agosto de 1963
firmóse el Tratado de Moscú, entre Estados Unidos de América, Gran
Bretaña e Irlanda y la Unión Soviética, que prohibe la realización
de explosiones nucleares en la atmósfera, en el agua o en el espacio
exosférico. La disminución de substancias radiactivas de corta vida
se hizo sentir de inmediato. Pero, con respecto al radiocarbono,
según el informe de Alexandre M. Kuzin, miembro de la Organización
de las Naciones Unidas que estudia los efectos de las radiaciones, des-
pués de señalar la disminución gradual de la radiactividad provocada
por el hombre a partir de mediados de 1963, comentó: "Con el correr
de los años, la reducción será todavía más marcada, y oon el cese de
los experimentos nucleares, el ámbito en que vive el hombre se irá
viendo grad1lalmente libre de carbono radiactivo artificial (C-14) Aun-
que su 'vida media' es larga (cerca de S,OOO años) éste irá desapare-
76 EL METODO CRONOLOGICO

ciendo a medida que se disuelva en las aguas de los océanos. Este


año (1%4) ha calculado la Comisión de las Naciones Unidas que estu-
dia los .efectos de la radiación atómica que, si se observa el Tratado
de Moscú, el contenido de carbono artificial radiactivo está destinado
a bajar de 85% por sobre el nivel normal, que es como está en 1964,
a 60% en 1969, y que al finalizar el siglo habrá descendido a un
3%" (106).
El análisis sistemático del aire estratosférico ha demostrado en
forma indiscutible que mediante medios artificiales el hombre puede
modificar la radiactividad atmosférica y alterar el porcentaje de car.
bono.14 con respecto al carbono-12. Interesa saber si la cantidad, o
la proporcióñ de radiocarbono pudo cambiar, también, en forma na-
tural, ya sea en las épocas históricas, protohistóricas o prehistóricas.

b.-Las variaciones en la cantidad de carbono doce en la atmósfera


desde la revolución industrial.

Algunos especialistas decidieron estudiar el problema de las va-


riaciones del contenido atmosférico, asunto que interesó extraordina-
riamente a H. E. Suess. Este investigador demostró que se producen
cambios apreciables en el contenido radiactivo de la atmósfera. (107)
Como consecuencia de las observaciones realizadas por este especia.
lista, se ha comprobado que pueden distinguirse dos etapas en los
tiempos modernos; la que comenzó en 1860 con el humo de las fábri·
cas y el uso del petróleo, causante del incremento del smog o humo-
niebla, ( *) que hizo descender el porcentaje de radiocarbono al aumen-
tar el carbono común, y la que se inició con el aumento de radiactivi-
dad a causa de las explosiones nucleare~, que invirtió el desequilibrio
atmosférico al incrementar la cantidad de carbono catorce. A la dis·
minución en la proporción del radiocarbono, debida al aumento del
carbono 12 provocado por la revolución industrial, se le ha dado el
nombre de "efecto Suess". Las explosiones nucleares provocaron una
reversión de proporciones entre el carbono.12 y el carbono-14, llegan-
do a límites alarmantes. En su discurso académico pronunciado en
Copenhague, el Dr. W. F. Libby admitió, en el año 1960 al recibir el
Premio Nóbel de Química, la gran importancia del efecto Suess y de
las perturbaciones provocadas por las explosiones nucl~ares, al decir:
"Ha sido observado que el dióxido de carbono fósil, proeedente de la

* La palabra inglesa smog o humoniebla, fue inventada por el Dr. Harold Des Voeux
combinando los vocablos smoke (humo) y fog (niebla), para designar la calina in-
dustrial. La palabra smog apareció por primera vez en el informe del médico Des
Voeux en su estudio referente a la serie de nieblas recurrentes que provocaron la
muerte de varias personas en los meses de noviembre y diciembre de 1909 en Glas-
gow, Escocia. Las más grandes ciudades de nuestros días se ven afectadas por la
contaminación de la atmósfera tanto por la calina industrial como Jk>r las emana-
ciones de gases tóxicos resultantes de la combustión incompleta de los gases de
los vehículos automotores.
DEL CARBONO CATORCE 77
combustión de carbón y petróleo después de 1870, comenzó a afectar
la biósfera y a reducir su contenido de radiocarbono, y que esa ten-
dencia continuó hasta 1954, cuando la explosión de bombas atómicas
provocaron una reversión. El carbono catorce introducido por los
neutrones producidos por las explosiones compensaron en exceso la
reducción causada por el carbono fósil -una reducción que en ese
tiempo había sobrepasado, en el hemisferio norte, cerca del 3% del
nivel original- que se había mantenido por tanto tiempo como puede ser
medido medfante los anillos <.le los árboles. H.L. de Vries y Hans E. Suess,
han sido muy activos en las investigaciones sobre ese punto. Fue
Suess, en realidad, quien descubrió ese dióxido de carbono fósil, que
reducía esa actividad específica en los materiales de la biósfera desde
1870". (108).
Siguiendo los procedimientos de una técnica delicada el investi-
gador H. L. de Vries, en 1957 descubrió evidencias de que las varia-
ciones en el porcentaje de radiocarbono es del orden de más o menos
el 1% desde el año 1500 d.C. (109). Esto modifica numerosas estima-
ciones radiocarbónicas publicadas previamente pero confirma el hecho
que se procuraba descubrir, por otros medios, respecto a la estabílidad
o las oscilaciones del carbono catorce. Por lo tanto el profesor de
Vries y otros investigadores, indicaron la necesidad de enmendar las
listas con fechas radiocarbónicas que habían sido publicadas durante
los años precedentes al interpretar los impulsos radiactivos del car-
bono-14 según la técnica de Libby y su curva exponencial de radia.
ciones, y la "vida media" estimada en forma provisional. (110)
Tomando en cuenta las estadísticas de P.C. Putnam acerca de la
cantidad de petróleo utilizado desde 1860 hasta 1953 (111), H. R.
Branon y sus colaboradores estimaro:B. que el dióxido de carbono de
la atmósfera siguificó un 14% del total de ese gas, lo cual fue inter-
pretado como un aumento proporcional de carbono-12 llegando al
orden de un 3% (112).
Las investigaciones realizadas por los laboratorios de Cambddge,
de Copenhague y Heidelberg no solamente confirmaron las variacio-
nes del contenido de la atmósfera para el lapso de la época industrial
que utilizó tanto carbón y petróleo, sino que calculó las oscilaciones
por un lapso de 1,200 años, según las valuaciones efectuadas sobre la
base del cómputo de los anillos de los árboles y el estudio de las va-
riaciones en su composición radioquímica. Este problema, fue plan-
teado en 1959 durante el Quinto Simposio del Carbono Catorce, reali.
zado en Groninga. En esas sesiones se acordó revisar todos los cálcu-
los radiocarbónicos efectuados en los laboratorios especializados para
ajustarlos a las nuevas normas establecidas para que tales cálculos
fuesen reajustados y dados a conocer según la misma escala de valores.
En el año 1961 el National Bureau of Standards de los Estados Unidos
de América, con sede en Washington, adoptó el período de 5,760 años
78 EL METODO CRONOLOGICQ)

para expresar el lapso de la "vida media" del carbono-14. Pero los


cambios que debían realizarse, a causa de las modificaciones en el por·
centaje de radiocarbono· de la atmósfera, fueron de tal importancia·
que no resultaban suficientes los años que ya se habían indicado como
margen probable de error. La situación llegó a ser tal que en el im-
portante laboratorio de Groninga, los datos que ya habían publicado.,:
como cronologizaciones, debían ser corregidos en unos 200 años cada
cómputo.

Comentando las razones para aceptar la corrección de 200 años el


científico H. T. Waterbolk, destacó que "esto es definidamente un re·
sultado que chasquea, especialmente a aquellos que habían cifrado
grandes esperanzas en la exactitud de la cronologización mediante el
carbono catorce. Pero, por otro lado, es conveniente el haber hablado
francamente acerca de dónde estamos en estas materias, y debemos
sentirnos extremadamente agradecidos hacia los físicos por las difi.
cultades que afrontaron y el tiempo que dedicaron a las mediciones.
Subsiste un gran número de problemas desde el Neolítico temprano,
hasta el Mesolítico y el Paleolítico que deben ser resueltos y para los
cuales el método ~el radiocarbono puede ser de inmensa ayuda". ( 113).

Los errores probables admitidos teóricamente, dentro de cierta


latitud, fueron reconocidos por Libby desde que publicó sus primeros
cálculos cronológicos. En efecto, junto con cada cifra publicada como
resultado de la interpretación de los impulsos radiactivos del carbono-
14, .indicó la cantidad de años que podían admitirse como margen de
error en un sentido positivo o negativo, señalándolos con los signos más
y menos. Al explicar cuáles son las causas de ese margen de error
estimado aproximadamente en 100 años cada 1,000 años, el arqueó·
logo y cronologis(a F.E. Zeuner aclaraba su significado, al decir: "Es
quizá necesario señalar que los resultados publicados por el Dr. Libby
y sus colaboradores vienen dados en años transcurridos con un error
de más o menos cierto número de años. El error es la desviación
tipo una sigma y refleja solamente el error de contar sucesos aleato-
rios, en este caso desintegraciones radiactivas. Otros errores que en-:
tran en el método pueden ser determinados matemáticamente, pero el
eiTor verdadero es probablemente mayor que el obtenido por cálculos.
Una sigma implica que una de cada tres determinaciones puede, pro-
bablemente, caer fuera de los límites previstos. Por lo tanto una cifra
con más o menos 250 años no indica el límite de edad del ejemplar,
dno que hay dos contra una posibilidad de que la fecha verdadera
se halle entre tales ~ímites. Estas cifras se han comprendido . mal
entre los arqueólogos, y es importante darse cuenta de que el margen·
de error expresado por la desviación tipo es mucho más amplio de lo
que se supone a veces". ( 114)
DEL CARBONO CATORCE 79

Si los hombres de ciencia admiten actualmente que, gracias a las


informaciones reveladas por los anillos de los árboles, es posible llegar
a la conclusión de que hubo oscilaciones cuantitativas y proporcio-
nales de radiocarbono en la atmósfera aún antes de la época indus-
trial, este dato es digno de tomarse muy en cuenta al someter a la
prueba de los hechos al método cronológico radiocarbónico de Libby.
Las oscilaciones deducidas mediante el estudio comparativo de los
anilJos de los árboles llegan hasta 1,200 años antes de 1959, o sea hasta
el año 759 d.C., cuando reinaba Pepino el Breve y los árabes fueron
rechazados del Languedoc. Si es evidente que hubo oscilaciones de
la radiactividad atmosférica en los tiempos históricos cuyas causas
todavía están en estudio, ¿por qué rechazar la hipótesis de que el por-
centaje de radiocarbono en la atmósfera fue menor en la época pre-
histórica? ..Si se admite que hubo menor porcentaje de carbono.14 en
la atmósfera en la época prehistórica, entonces es imperioso que las
fechas calculadas sobre la base de la cantidad de impulsos radiactivos
de las muestras de restos orgánicos descubiertos en diversas cavernas
y en diferentes lugares, sean rebajadas considerablemente. Ese sería
un proceder consecuente siendo que la menor cantidad de radiaciones
del carbono catorce se la. interpreta como indicio de ...mayor antigüedad.

2. Las variaciones del porcentaje de radiocarbono atmosférico


según la dendrología.

Un ~studio directo de la atmósfera de nuestros días, ha demostra<-


do palmariamente que las explosiones nucleares han elevado el por-
centaje de radiocarbono. Se estima que el acrecentamiento del car-
bono catorce, desde que explotó la primera bomba atómica ha sido de
casi un -10%. Pero las explosiones nucleares son recursos bélicos in.
calificables que responden al criterio inhumano de la ''guerra total",
que no considera la existencia de seres no combatientes. Vale decir,
que el empleo de armas nucleares significa una interferencia perturba-
dora del hombre en la naturaleza. Al descubrir algunas de las leyes
que gobiernan la materia y la energía, el hombre se ha tomado la li-
bertad de romper un equilibrio físico con lo cual acarrea consecuen-
cias ~estas para su propia salud física y moral. Tales hechos han
motivado las protestas del Perú y de otras naciones de América del
Sur, en 1966, por las explosiones nucleares francesas de carácter expe-
rimental realizadas en el Océano Pacífico que implicaban perturbacio-
nes de diversa índole. Y, en el mismo año, las explosiones nucleares
en el interior de la China justificaron las advertencias y protestas de
los hombres de ciencia del Japón.
Otro factor que ha modificado el porcentaje de radíocarbono en
la atmqsfera, al margen de las bombas nÜcleares que entraron en es.
cena a mediados del siglo XX, es el de la combustión de carbón y pe-
80 EL METODO CRONOLOGICO

tróleo que caracteriza a la época industrial, que produce el llamado


"efecto Suess". Tampoco puede tomarse en consideración esa causa
de perturbaciórt para las más antiguas edades históricas y para las
edades prehistóricas. ,
Se están buscando explicaciones para justificar las diferencias de
concentración de radiocarbono que revelan los anillos de árboles. El
problema es arduo y constituye un desafío. Las hipótesis difieren en
la búsqueda e interpretación de los factores causales de esas pertur.
baciones en el porcentaje del carbono-14 y del carbono-12. Frente a este
problema complejo' algunos radioquímicos han sugerido la posibili~
dad de que todos los organismos no reciben la misma cantidad de ra~
diocarbono. Esto sería grave para la hipótesis de Libby porque, apli-
cando su método se podría interpretar cómo diversos seres que pere-
cen en una misma catástrofe, bajo el examen de los contadores Geiger
no registrarían la misma cantidad de impulsos radiactivos. Estos
datos, resultantes del método radiocarbónico uniformista, serian in-
terpretados como que esos restos orgánicos pertenecieron a épocas
muy diferentes.

Entre los investigadores que sugieren la hipótesis de que los orga-


nismos de diversos seres no reciben la misma proporción de carbono
catorce, se destaca A. O. Nier. Comentando ese problema el radioquí-
mico Zeuner, expresa: "Otra dificultad que ha de considerarse muy
en serio es la posibilidad de distribución no uniformista del carbono-
14 en la materia vjva. El trabajo de A. O. Nier y de otros ha puesto
de manifiesto que aunque, en términos generales, los isótopos tienen
las mismas propiedades químicas, se da gran número de casos en que
se ha observado que determinados isótopos resultan privilegiádos en
la formación de ciertos compuestos qufmicos. Por lo que respecta a los
isótopos del carbono, Nier descubrió que el carbono de peso atómico
13 interviene en una proporción relativamente mayor que el C12 ordi-
nario cuando se trata de la formación de carbonatos. En las plantas
se observa cierta concentración de C12. Lo que se.. puede decir de la
diferencia entre C12 y C13 puede decirse igualmente, del C12 compa- .
rado con el C14, y así ha de considerarse seriamente la posibilidad de
que tipos distintos de compuestos de carbono tengan valores ligera-
mente diferentes del carbono-14 en la actualidad. Puede eventualmente
ser necesario comparar muestras de una misma materia, pero de edades
distintas, por ejemplo madera de roble antiguo con madera de roble
moderno, conchas terrestres ·fosilizadas ·con conchas modernas de la
misma especie y así sucesivamente. Es evidente la existencia de otros
riesgos de contaminación y de otros inconvenientes en la aplicación
de este método. Y si debemos tener confianza en que los radioquí·
micos se percaten de las dificultades, no es menos obÍigado que lps
geólogos y arqueólogos estudien con cuidado las condiciones de con.. ·,
DEL C~BONO CATORCE

servación de los ejemplares a analizar, y además, presentar para aná-


lisis tan sólo aquellos que puedan considerarse con un mínimo de
garantía de sus condiciones intrínsecas". (115) * ·
Las investigaciones cronológicas practicadas en los troncos de los
árboles vetustos han resultado orientadoras en diversos aspectos. Re.
velan las variaciones climáticas por el espesor de los anillos anuales
a través de las centurias. (117) Y, con respecto al carbono-14 que
contienen, al estudiar separadamente los sectores de anillos de diver-
sa antigüedad conocida, se ha comprobado que los impulsos radiacti-
vos disminuyen con la antigüedad, lo cual armoniza con los cálculos
teóricos. Sin embargo, además de una graduación decreciente de ra-
diactividad en los anillos de las series más antiguas, se observan
diferencias abruptas que constituyen enigmas. Estas diferencias son
interpretadas como demostraciones de cambios, de un año para otro,
en el porcentaje de radiocarbono de la atmósfera.
Siguiendo una técnica especializada adoptada por H. L. de Vries
los investigadores E. H. Willis, K. O. Münnich y H. Tauber, trabajaron,
en 1960, en tres laboratorios separados en Cambridge, Copenhague y
Heidelberg para analizar la cantidad de radiocarbono de un mismo
tronco gigantesco de sequoia de California. Al medir 1a intensidad
de las radiaciones del carbono-14 de diferentes anillos comprobaron
variaciones que se remontan hasta el año 600 d.C. Las variaciones
comprobadas coincidieron con las descubiertas previamente por de
Vries y demostraron que, sin las debidas precauciones, pueden obte..
nerse muestras de un mismo árbol que, sin las prudentes preven-
ciones induzcan a caer en errores cronológicos. Comentando la im-
portancia de esa triple investigación simultánea, el Dr. E. H. Willis
expresa: "Tales variaciones podrían conducir a errores independiente~
mente del Radiocarbon Dating Laboratory de la Universidad de Cam-
bridge, del error debido a los cómputos estadísticos, de más o menos 100
años. Así, podría ocurrir que materiales de uno, tres, y aún de cinco
edades definidas pueden exhibir la misma cantidad de radiocarbono y-,
por lo tanto, ser atribuídos a una misma fecha radiocarbónica. Las im·
plicacíones de esto resultan especialmente perturbadoras para el ar-
queólogo, quien frecuentemente requiere una edad más precisa para
sus muestras". (118)
Se sabe que el carbono-14 se produce en las capas elevadas de la
atmósfera en forma continua, como efecto del bombardeo de los rayos
cósmicos que producen neutrones. Estos neutrones chocan contra los
átomos de nitrógeno de la atmósfera y producen hidrógeno y carbono
catorce que se combina con el oxígeno para convertirse en anlúdrido
* Tanto el carbono-12 y carbono-13 como el isótopo carbono-14, se caracterizan J?Or 6
protones pero difieren entre ellos porque cuentan con 6, 7 y 8 neutrones res.'pectl-
vamente. La presencia de los carbonos en los vegetales ha dado lugar a nuevas in·
vestigaciones biológicas. (116).
82 EL METODO CRONOLOGICO

carbónico. (119) Se estima que todo ese proceso natural ocurre sólo
en 12 minutos. Desde ese momento las corrientes de aire provocadas
por la propagación del calor difunden el anhídrido carbónico que,
como el radiocarbono, se traslada a todos los niveles de la atmósfera.
Bajo los efectos de la luz las plantas obtienen, por medio de su cloro-
fila, el anhídrido carbónico, que necesitan para formar azúcar y, me-
diante ese proceso incorporan el carbono-14 a sus tejidos. De ese
modo, los vegetales son los primeros receptores biológicos del radio-
carbono. Por consiguiente, resulta lógico suponer que las cantidades
muy desiguales de radiocarbono en anillos yuxtapuestos de un mismo
árbol, indican que hubo variaciones en las proporciones de carbono-14
con relación al carbono-12 en la atmósfera.
El método de la dendrocronología se funda en lo que se ha deno-
minado la "datación cruzada" que resulta de la comparación de series
de anillos .similares en árboles diferentes. Mediante investigaciones
comparadas de diferentes muestras se han buscado las series de ani-
llos semejantes por la secuencia en el espesor irregular de los anillos
-debida a las diferencias anuales de las precipitaciones pluviales-.
De ese modo, el espesor irregular de los anillos facilita la construcción
de una escala cronológica exacta que permite retroceder no solamente
hasta la Edad Media sino hasta la Antigüedad. (120) En algunos casos
se obtiene sencillamente, una cronología relativa por falta de infor-
maciones intermedias. Esto lo señaló J. Kohara al efectuar el estudio
dendrocronológico de una pagoda de cinco pisos del Japón. La den-
drología ha tropezado con los mismos inconvenientes en Rusia, donde
l. M. Zamotorin, al estudiar los anillos de árboles prehistóricos, se
quedó, por falta de ejemplares que pasaran de la prehistoria a la his-
toria, con "una cronología prehistórica flotante". (121) De todas mane-
ras, entre las conquistas de la· dendrocronología, además de los datos
obtenidos en términos de una cronologización absoluta, expresada me-
diante el fechado en años, ha proporcionado valiosos elementos de
juicio para documentar fehacientemente las oscilaciones climáticas.
(122) Además, ha contribuído con su orientación a las investigaciones
paleobotánicas que permitieron explorar los cambios climáticos en
tiempos históricos, protohistóricos y prehistóricos. (123).
Otro aspecto importante de la dendrología, son sus informaciones di-
rectas acerca de las fluctuaciones del clima y del porcentaje del radio-
carbono atmosférico. Se ha notado una correlación entre el grosor de
los anillos y el ritmo de las manchas del Sol. Si bien es cierto que
se descubren numerosos árboles fosilizados en diversos niveles geo-
lógicos de los cuales suelen contarse sus anillos anuales, mediante
ellos no se pueden hacer cálculos cronológicos retrospectivos, debido
a la imposibilidad de formar series continuas. Los cómputos den-
drológicos sólo han permitido retroceder con seguridad desde nues.
tros días hasta el año 59 a. C. recurriendo a los troncos de los gigan.
DEL CARBONO CATORCE .81
tescos sequoia aunque, mediante el recuento de los anillos del pino
multitudinario Brlstlecone (Pinus aristata), se llega, aproximadamente,
en torno del año 2400 a.C. El espesor relativo de los anillos de los
troncos revela si el año de crecimiento de cada anillo fue lluvioso o
si hubo sequía. Los árboles con mayor número de anillos, o sea, los
m~s antiguos, son los preferidos por los dendrólogos para arrancar"
les secretos al pasado. Por esta razón se han elegido preferentemente,
para tales experimentos, los troncos de Sequoia gigantea, de Sequoia
sempervirens y del Pinus aristata. *
Un vetusto ejemplar de Sequoia gigantea fue objeto de minuciosas
investigaciones dendrológicas y radiocarbónicas de parte del personal
especializado de los siguientes instituciones: Radiocarbon Dating La-
boratory of the Scrips Institutions of Oceanography de La Jolla, Cali-
fornia, y en los laboratorios de Groninga, Copenhague, Heidelberg, Co-
lumbia, y en las Universidades de Washington, Pennsylvania y Arizona.
La mayor parte de los resultados fueron presentados por Paul E.
Damon y Elizabeth Ralph en la 5th Radiocarbon Dating Conference. Las
fechas obtenidas por el cómputo de los anillos del tronco armonizan
con las estimaciones radiocarbónicas entre 800 y 2400 años hacia atrás
de nuestros días. Se comprobaron discrepancias entre los 3000 y los
4000 años antes de nuestra época, o sea hacia los años 1000 y 2000 a.C.
Los laboratorios europeos de Cambridge, Copenhague y Heidelberg
se interesaron especialmente en el mismo tronco de Sequola gigantea
procedente de California para obtener informaciones referentes a los
cambios climáticos y a las fluctuaciones del porcentaje de radiocarbono
atmosférico. Tomando como base la proporción entre el carbono-12
y el carbono.14 estimado para el año 1859, consideraron, convencional-
mente que el porcentaje de ese año era igual a O a los efectos de
poder calcular, mediante el análisis de veinticinco muestras seriadas
de ese tronco, las oscilaciones correspondientes a cada siglo durante
los diecisiete siglos precedentes o sea, desde mediados del siglo XIX
hasta mediados del siglo VII de la Era Cristiana.
Los radiofísicos E. H. Willis, K. O. Münnlch y H. Hauber, que di-
rigieron los experimentos europeos con el tronco de Sequoia gigantea
dieron a conocer sus conclusiones en 1960 (American Journal of Ra-
diocarbon Supplement, 2, 1.14). El diagrama publicado por Willis en
la obra Science and Archaeology, editada en Londres por Don Broth-
* Las investigaciones relacionadas con los anillos de crecimiento del pino Britlecone
(Pinu& aristata) descubierto por Emund Schulman ("Bristlecone Pine, Oldest. Living
thing" National Geographlc Magazine, vol. 42 Nov. (1967) p. 7) han planteado un
dilema: o al contar los anillos- se ha sobreestimado su edad entre 500 a 1000 años, o
el porcentaje del radiocarbono-14 con respecto al carbono-12 en torno del año 2000
a. C. era un 10 % mayor que en el año 1850, según los datos estudiados por Paule
Damon, Austin Long y Donald C. Grey en el trabajo titulado: "Fluctuation of atlllOs·
pheric C-14 during the last six milleniums". Radiocarbon and Trltlum Datlng Sprlng·
ffeld1 Va. 1966, 415 • 428.
'84 EL METODO CRONOLOGICO

well y Eric Higgs, en 1963, proporciona los datos obtenidos por los
tres laboratorios europeos. Considerando el porcentaje de carbono-12
y el carbono.14 de la atmósfera de un siglo antes del experimento
como el padrón normal para las comparaciones, le dieron el valor d"~
O, para señalar los aumentos o las disminuciones de radiocarbono con
los signos más ( +) y menús (-) respectivamente. Los cómputos de
radiaciones del radiocarbono, que se apartaban de lo normal, acusaron
las siguientes oscilaciones: hacia el año 650 d.C. = + 0.50; año 700
-1.50; 1050 = + 1.75; 1100 = -1.25; 1200 =- 0.25; 1300
= = =
+ 0.50; 1400 + 2; 1450 + 1.25; 1500 = + 2.25; 1600 == -
0.10; 1700 =+ 2; 1750 =- 1.40; 1800 =-0.10; 1850 = O. · Tales ex-
perimentos, realizados en Alemania, Dinamarca e Inglaterra, /señala.
ron esas oscilaciones que trazan curvas totalmente irregulares y arrít-
wcas que, por otra parte, armonizan con las curvas de oscilación
radiocarbónica estudiadas en Holanda por H. de Vries en el labo-
ratorio de Groninga, aunque en éste se habían obtenido porcentajes
de aumento algo mayores. Este importante experimento radiocarbóni-
co múltiple, fundado en la cronodendrología, ha dado resultados elo
cuentes para demostrar el valor de las oscilaciones en el porcentaje
del carbono catorce durante los diecisiete siglos que precedieron a h
contaminación de la atmósfera con carbono-12 que siguió a la explo-
sión industrial de mediados del siglo XIX, hasta culminar con la con-
taminación radiocarbónica mediante las explosiones atómicas del
siglo XX.

3. Hipótesis referentes a la causa de las variaciones naturales


del radiocarbono atmosférico.

La búsqueda de los factores que puedan considerarse como cau-


santes de las modificaciones en el porcentaje de carbono-14 con res-
pecto al carbono-12 en la atmósfera, ha dado por resultado la publi ·
cac.i.ón de varias hipótesis que no pueden considerarse contradictorias
sino que, probablemente, pueden tener un valor complementario.

a. La hipótesis cósmica.

Supone que pueden ocurrir perturbaciones naturales en la canti-


dad de rayos cósmicos que llegan hasta la atmósfera de la Tierra. La
atmósfera ejerce una función protectora sobre la biósfera. Las capas
atmosféricas son cuatro: la. La tropósfera, donde se realizan la ma.
yor parte de los fenómenos meteorológicos; 2a. La tropopausa, con
una altura variable de 8 kilómetros en las regiones polares y de 16
kilómetros en la zona ecuatorial; 3a. La estratósfera, cuyo nivel infe-
rior se halla a 40 kilómetros y su nivel superior a 80 kilómetros; 4a.
La ionósfera, en la cual se veritican diversos fenómenos- de carácter ,;
DEL CARBONÓ CATORCE 8-5

Derecha: Sector de un tronco de Sequofa glgantea de California, de 83 metros de al·


tura, con 1335 anillos de crecimiento anual, que fue derribado en 1892. Se exhibe en
el Museo Británico con las siguientes indicaciones , que vinculan la edad de sus anillos
con diversas fechas históricas: (A) Justiniano, Emperador de Oriente: 557 d.C. (ani-
llo 1); (B) Mahoma huye de la Meca: 622 d.C. (anillo 65); (C) Carlomagno, coronado
emperador en Roma: 800 d.C. (anillo 243); (D) asunción del poder por Alfredo el
Grande: 871 d.C. (anillo 314); (E) conquista de los normandos: 1066 (anillo 509); (F)
firma de la Carta Magna: 1215 (anillo 658); (G) batalla de Bannockbum: 1314 (anillo
757); (H) muerte del poeta Geoffrey Chaucer: 1400 (anillo 843) · (1) introducción de la
imprenta: 1471 (anillo 914); (J) Descubrimiento de América: 1492 (anillo 935); (K) co·
Ionización de Virginia por Walter Raleigh: 1585 (anillo 1028); (L) fundación de la Real
Sociedad Británica: 1660 (anillo 1103): (M) apertura del Museo Británico: 1759 (~nillo
1202); (N) coronación de la reina Victoria: 1837 (anillo 1280). .
hquierda: El examen radiocarbónico de Jos anillos de un ejemplar de Sequoia glgantea
ha evidenciado las oscila~iones en el porcentaje del carbóno-14 con respecto al car-
bono-12, tomando como nivel "O" el .año 1859. :Este experimento combinado fue reaJi.
zado simultáneamente por tres laboratorios especializados,. 'en Cambridge, Copenhague
y H~idelberg, cuyos resUltados aparecen representados en este. diagrama, respectiv~n·
te, por la punta de la flecha, el punt~ y la X.
86 EL METODO CRONOLOGICO

eléctrico, magnético y atómico, hasta alturas que llegan aproximada-


mente a los 1200 kilómetros. El tiempo transcurrido desde que se
iniciaron las investigaciones que tienen por objeto valorar la impor-
tancia de los rayos cósmicos que penetran en la atmósfera es insu-
ficiente para calcular cuanto variaron en el transcurso de los milenios
anteriores a la Era Cristiana. Un colaborador de Libby, el radio-
químico J. R. Arnold, del Instituto de Estudios Nucleares de la Uni-
versidad de Chicago, admite la posibilidad que la constancia en la
cantidad de rayos cósmicos es simplemente hipotético: 11 Tan lejos co-
mo se descubran pruebas contrarias, independientes del método, la
intensidad de los rayos cósmicos ha permanecido constante, no obs-
tante, aunque esto parezca razonable, debemos admitir que esto es
simplemente una hipótesis". (124) Este aspecto del problema cons-
tituye un enigma inquietante para el doctor Libby, quien ha dado a
conocer su preocupación, al decir: "Si uno se imaginara que la r:t-
diación cósmica se detuviese por poco tiempo, la enorme cantidad
de radiocarbono necesario para recuperar el estado de equilibrio no
podría ser generado y la radiactividad específica de la materia viva
sería mucho más baja que la del promedio de la producción calcu·
lada <:le la intensidad del neutrón". (125).*
b. La hipótesis magnética.
Recuerda que la Tierra es como un inmenso imán con caracterís·
ticas que fueron estudiándose desde que se descubrió el principio de
la brújula, magnetizada por el polo septentrional. Las investigaciones
paleomagnéticas han realizado grandes progresos desde que se toma·
ron en cuenta los datos proporcionados por partículas o limaduras
metálicas en objetos de cerámica, en ladrillos y en depósitos sedimen-
tarios. Dos investigadores franceses, E. y O Thellier, para investigar
el paleomagnetismo terrestre, recurrieron a una cantidad de ladrillos
romanos que contenían partículas de hierro. De ese modo pudieron
demostrar, mediante el índice de magnetización, que las diferencias de
una época a otra, son importantes. Valiéndose de ladrillos de Roma
del año 200 d.C. estos investigadores demostraron que el magnetismo
terrestre era 65% más fuerte que en nuestra época. (126) Las investi-
gaciones de esta índole han ejemplificado cómo el magnetismo, estu-
diado en los ladrillos de París, evidencian que hubo un descenso de la
intensidad magnética estimada en el 5% desde el año 1830. Además
el magnetismo parisiense de 1955 era de 0.464, mientras que, haci~
el año 300 d. C. fue de 0.70. ( 127) Esto significa que el magnetismo
* W. Blsasser y sus colaboradores han calculado que el magnetismo terrestre reduce
los rayos cósmicos a la mitad de los que entrarían en acción si la Tierra no
fuese magnética. (W. Blsasser, Nature, 178 (1956), 1226). El desplazamiento del
polo ma~p~ético de la Tierra, comprobado por las investigaciones arqueomagnéticas
ha permttldo sentar las bases para el llamado ·"Calendario Polar" publicado en
1967, del que nos ocupáremos en el último capítulo. '
DEL CARBONO CATORCE 87'

terrestre de nuestra época es 35% más débil que hace 18 siglos. El


estudioso W. Elsasser, de la Universidad de Utah, Estados Unidos,
aporta otra información significativa: uAdemás, aún la fuerza del cam..
po magnético terrestre como un todo no es constante. Desde que se
comenzaron a registrar mediciones exactas, su fuerza ha declinado
alr-ededor de un 5%" (128) El arqueomagnetismo y sus implicaciones
arqueológicas ha interesado recientemente a investigadores de diversas
regiones del mundo. (129) Los perfeccionamientos del instrumental
al servicio de las investigaciones magnéticas - especialmente el uso
del gadiómetro para medir los protones- ha dado resultados intere-
santes relacionados con las variaciones magnéticas durante los tiem-
pos históricos, tal como lo ha destacado M. Aitken. (130).
Otra fuente de iníormación interesante para estimar las variado-·
nes en el magnetismo terrestre es la de las varvas, o sedimentos de
arcillas estratificadas, producidos por los glaciares, que se depositan
con los deshielos de cada año. Mediante varvas que contienen diminu-
tas partículas minerales, puede medirse el magnetismo terrestre de
diversas épocas. (131) Estas comprobaciones implican algunas con-
clusiones: (a) que, siendo mayor el magnetismo terrestre, se produ.
cían menos átomos de radiocarbono; (b) que al disminuir el magne-
tismo terrestre en nuestra época aumenta la proporción de radiocar-
bono; (e) que estas diferencias en el porcentaje entre el carbono-14 y
el carbono-12 le resta exactitud al método cronológico de Libby, acre-
centando el porcentaje de error. Además, con respecto a los efectos
de las diferencias en .el magnetismo terrestre, se supone que provocan
acercamientos o alejamientos del llamado cinturón de Van Allen.
Esto significaría que, al aproximarse dicho cinturón a la Tierra, de-
jaría a la alta atmósfera desguarnecida, por lo cual penetrarían mayor
número de rayos cósmicos y sus neutrones, los cuales, al transformar
al nitrógeno, producirían mayor cantidad de carbono-14. *

e. La hipótesis volcánica.
Interpreta las diferencias de impulsos radiactivos del radiocarbono
incorporado a los anillos de los árboles como el resultado de una dis-
minución del porcentaje carbono-14 a causa de la acción volcánica
en la atmósfera. Antes que se conociera el radiocarbono ya se había
intentado cronologizar las grandes diferencias en el grosor de los
anillos anuales de los árboles, relacionándolos con los períodos de
mayor actividad volcánica. (132) La dendrocronología, ·o estudio de
la cronología mediante los datos aportados por los anillos de creci-
miento anual de los árboles, en los cuales se observan diferéncias no-
tables, ha permitido conocer algunas importantes oscilaciones climá-
ticas que afectaron simultáneamente al Antiguo y al Nuevo Mundo.
* Véase el diagrama d~l cinturón de Van Allen y su explicación en la página 97.
88' El:. METODO CRONOLOGICO

El influjo de los volcanes sobre la atmósfera no se limita al lanzamien-


to de gases, acompañados con un 60 a 90 por ciento de vapor de agua.
Los gases de las erupciones, según su orden de importancia, son:
anhídrido carbónico, nitrógeno, anhídrido sulfuroso y cantidades va-
riables de hidrógeno, óxido de carbono, azufre, cloro y algunos com-
puestos más raros que son liberados por las fumarolas, como hidró-
. geno sulfurado, ácido clorhídrico, cloruros volátiles de hierro, potasio
y otros minerales. ( 133) Observaciones realizadas después del paroxis.
mo de la erupción explosiva del Krakatoa, en el estrecho de Sonda,
entre Java y Sumatra, en el año 1883, demostraron que lanzó enormes
cantidades de cenizas volcánicas hasta 80,000 metros de altura y que
éstas circularon en la alta atmósfera en torno de la Tierra como una
fuerza perturbadora que avanzó a la velocidad de 1,120 kilómetros
por hora. Inmediatamente después de esa catástrofe el Sol apareció
rodeado por una corona rojiza, que fue atenuándose gradualmente en
el lapso de tres años. ( 134) A causa de ese polvillo flotante, que
reflejaba las radiaciones solares, se produjo un descenso temporal de
la temperatura terrestre. (135) Un año después de la erupción del
Krakatoa las mediciones del calor solar que penetraba en la atmósfera
cargada de cenizas demostró que éste se había reducido a un 87%
con respecto al calor solar normal de la atmósfera. (136).
d. La hipótesis ténnica.
Los partidarios de esta hipótesis admiten que la Tierra tuvo una
temperatura más elevada y que se ha ido enfriando gradualmente
hasta descender, al comienzo de la llamada Era Cuaternaria, al bajo
nivel térmico de la Edad de Hielo -con algunas oscilaciones climá-
ticas menores según el parecer de ciertos autores- para 11egar, final-
mente, al clima que denominan 11 Óptimo climatológico postglacial".
(137) Las investigaciones paleoclimatológicas han dado lugar a hipó-
tesis muy contradictorias -catastrofista y uniformista- con el pro-
pósito de explicar los factores que determinaron las oscilaciones de la
temperatura de la Tierra. (138) Entre las evidencias biológicas de los
cambios climáticos se destacan los restos fósiles vegetales y animales,
así como los coprolitos con restos alimentarios ( 139) y la distribu ..
ción del polen que denuncia la sucesión de floras diferentes. (140).
La relación entre la temperatura y el anhídrido carbónico, que es
el vehículo propagador del.carbono-14, ha sido destacado por A. Holmes,
profesor de la Universidad de Edimburgo: "El anhídrido carbónico del
aire absorbe una pequeña cantidad de calor reflejada desde las tierras.
En vista de esto, se ha sugerido la hipótesis de que el aumento en la
proporción de anhídrido carbónico atmosférico pudiera conducir a una
elevación de la temperatura, y su disminución a un descenso de la mis.
ma. El efecto es muy leve y casi está compensado por la acción com-
plementaria del vapor de agua". (141).
DEL CARBONO CATORCE

El efecto de la temperatura sobre el anhídrido carbónic~ o dióxido


de carbono, esencial para el proceso de transmisión del radiocarbono
a los vegetales, es señalado por ei Dr. G. N. Plass, en los siguientes tér-
minos: "Todos los cálculos de fechas por medio del radiocarbono se
realizan sobre la base conjetural de que la cantidad de dióxido de
carbono de la atmósfera ha permanecido constante. Si la teoría
presentada, acerca de las variaciones del dióxido de carbono en el tiem-
po de la última glaciación es correcta, significa que todas las fechas
calculadas para los eventos anteriores a la recesión de los glaciares están
en tela de juicio". (142)

e La hipótesi~ higrómétrlca.
La relación entre la humedad y el clima ha sido motivo de pacientes
investigaciones que procuraron esclarecer el enigma de los grandes
cambios climáticos que han afectado a la Tierra desde los tiempos más
remotos. (143) La humedad relativa en relación con la temperatura
· terrestre y, por consiguiente, con los fenómenos propicios para la pro.
pagación del radiocarbono, ha sido señalada por algunos investigadores
como un factor importante que debe tomarse en consideración, espe.
cialmente al estudiar los tiempos prehistóricos. El aire atmosférico
es variable a causa de dos grupos de componentes: los componentes
c.onstantes y los componentes accidentales. Los componentes constan-
tes del aire, con pequeñas variantes regionales, registran los siguientes
volúmenes proporcionales: nitrógeno: 78,03; oxígeno, 20,99; argón, 0,94;
otros gases inertes, 0,0024; hidrógeno, 0,00005. Los componentes
llamados accidentales, porque varían según el tiempo o el lugar, son:
de anhídrido carbónico, cuyo volumen entra generalmente, en una pro-
porción de 0,035; además se encuentran, en diversas proporciones, vapor
de agua y polvo. ( 144) El monóxido de carbono se acrecienta en las
grandes ciudades, mayormente por los gases de las fábricas y de e~cape
de los automotores. En algunos casos ese incremento resulta fatal para
los seres vivientes como ocurrió con el "smog" o "niebla" de Londres,
en 1953, cuando causó la muerte de alrededor de cuatro mil personas.
Lo que más puede variar en el aire es la humedad relativa.
El agua se caracteriza por su capacidad calorífica que supera a
cualquier otro líquido o sólido, con excepción del litio. El calor espe..
cífico del vapor de agua es casi el doble que el del nitrógeno y del oxí-
geno. Las propiedades térmicas del agua le dan facilidades para ascen-
der en la atmósfera en forma de vapor. Esto tiene importancia en el
problema de la formación del carbono-14 porque disminuye su produc.
· ción siendo así que, con el hidrógeno que contiene, favorece la forma-
ción de tritio, isótopo pesado del hidrógeno que resulta de la combina-
ción de los neutrones de los rayos cósmicos con el deuterio, que fue
descubierto por H. C. U:r;ey en el año 1932.
90 EL METODO CRONOLOGICO

El tritio es un elemento radiactivo muy inestable, emite radiacio-


nes beta y se transforma en un isótopo del helio. Por esta causa el
profesor S. A. Korff, autoridad en asuntos de rayos cósmicos, al plan-
tear el problema de cómo podría reducirse la cantidad de carbono-14
en la atmósfera, menciona, en segundo término, el vapor de agua, por
ser un gran conductor del calor: "Hay dos factores que tienden a
aumentar la cantidad de tritio. Uno de ellos es la intensidad de la ra-
diación cósmica, y por consiguiente, el porcentaje de producción de
neutrones debe haber sido mayor en algún tiempo del pasado geoló.
gico. . . La segunda posibilidad que reclama su acción en el pasado
supone que, en la época cuando la Tierra era más caliente, la atmós-
fera contenía mucho más vapor de agua, y (el proceso de generar
tritium del deuterio) debe haber operado en una proporción mucho
más elevada que actualmente". (145) ·

f. La hipótesis astrofísica.

Los cambios atmósfericos y climáticos de la Tierra han sido ad-


judicados no solamente a factores internos de nuestro planeta sino a
la acción del Sol. En este sentido astrofísico se han invocado dos fac-
tores impÓrtantes, el de las manchas solares y el del magnetismo
terrestre y sus relaciones con el magnetismo solar. La primera obser-
vación telescópica de las manchas solares se remonta a Galileo, en
el año 1611. La frecuencia y extensión de tales manchas han sido
objeto de observaciones continuas desde el año 1760. Hace un siglo
se opinaba que las manchas solares variaban formando períodos de
11.13 años. Pero las investigaciones modernas han demostrado que
esos períodos tienen variaciones en su duración. Además, se ha com-
probado que la polaridad magnética de las manchas del Sol se alter-
na, con polaridad contraria en cada período y para cada hemisferio del
astro luminoso, de modo que el ciclo magnético completo es aproximada-
mente de 22.26 años. Una razón especial para empezar el Año Geo-
físico Internacional en el año 1958 contemplaba el incremento de las
manchas solares, cuando las tempestades magnéticas son de mayor
magnitud y las agujas imantadas de las brújulas comienzan a saltar.
Todavía están en estudio las relaciones magnéticas entre la Tierra y
el Sol y su relación con el porcentaje de carbono catorce en la atmós-
fera. El investigador G. J. F. MacDonald supone que el escudo mag_
nético de la Tierra depende en alto grado del magnetismo del Sol,
según se lo dio a conocer a W. F. Libby quien escribió: "La cuestión
de la constancia del fluido magnético cerca de la Tierra y su efecto
sobre el problema de la producción del carbono catorce está casi
completamente abierto." ("Accuracy of Radiocarbon Dates", Science,
DEL CARBONO CATORCE 91

140, abril, 1963, 140). Entre los numerosos proyectos de investigación


relacionadfls con el eclipse total del sol del 12 de noviembre de 1966
figuraba el de los fenómenos geomagnéticos y el de los efectos ecuato-
riales del electrochorro. *
No se sabe, a ciencia cierta, cuál de las seis hipótesis es la que
armoniza mejor con los factores que fueron invocados y que inter.
vinieron en el remoto pasado como causas que mantuvieron un bajo
porcentaje de carbono-14 en la atmósfera y, por consiguiente, en los
organismos. De todas maneras estos hechos repercuten directamente
sobre el método cronológico actualista de W. F. Libby, del cual resul-
taron las estimaciones cronológicas prehistóricas con antigüedad exa-
gerada.

4 -Los ensayos de cronologización radiocarbónlca que buscan la


antigüedad de la Edad de Hielo.

El optimismo de los partidarios del método cronológico del car.


bono catorce ideado por Libby supone que la mayor contribución del
mismo debiera ser para las épocas protohistóricas y prehistóricas para
las cuales no se dispone de fechas absolutas. Por esta razón las con-
sultas a los laboratorios radioquímicos son más frecuentes para los
tiempos prehistóricos que para los históricos, siendo que, para éstos
se cuenta, generalmente, con otras fuentes de información que brin-
dan resultados cronológicos con menor porcentaje de error que los
que se admiten con el método cronológico radiocarbónico de Libby.

Los prehistoriadores que están revisando, con los espeleólogos, las


cavernas en todos los continentes, han buscado durante los últimos
años la solución del enigma de la datación aproximada, por el método
del radiocarbono. Los tiempos precerámicos van interesando cada
vez más a los arqueólogos, obteniéndose resultados muy diversos. Por
ejemplo. con respecto a la cultura precerámica de la caverna de Fort
Rock, Oregón, cronologizada, mediante restos orgánicos por las radia·

Estas investigaciones exploratorias fueron realizadas en el Perú por Hans A. Bomke,


* Williams Hulse y W. H. Campbell, enviados desde Jos Estados Unidos. Para cum-
plir con ~:u misión instalaron los aparatos e instrumentos especiales en la chacra
del Colegio Unión, en IQ'aña, Perú a 22 kilómetros de Lima, por hallarse cerca de la
línea central del eclipse y a poca distancia del Ecuador magnético de la Tierra cuyo
trazado, en el sector peruano, pasa al norte de Cañete y de Santa Inés, al sur de
Ayacucho y del Cuzco y· al norte de Ureas y Sandia. Aunque todavía no se ha pu-
blicado el informe de los resultados logrados por las investigacione9 confiadas al
equipo del doctor H. A. Bomke, éste tuvo la gentileza de dictar una conferencia en
dicha institución educativa, sólo dos días después del eclipse, acerca de la importan·
cia de las investigaciones astronómica9. En el Congreso Internacional de especialistas
en radiocarbono realizado en 1966, se prestó especial atención a los elementos radiac-
tivos de la alta atmósfera, asunto que mereció un trabajo especial de G. J. Fer-
gusson: "Radiocarbon and tritium in the uper troposphere", Radiocarbon and Tri·
dum Datlng Proc. lnternational Conference on Radiocarbon and Tritium Dating Na-
tional Bureau of Standard, U. S. Departament of Comence. (Springfield, Va. 1%6) .
.flS-428.
92 EL METODO CRONOLOGICO

cíones del carbono catorce se ha dicho que tiene 9~000 años. (14~)
Con respecto a los cálculos de la antigüedad de los restos orgá-
nicos prehistóricos por el método de Libby se pretende cronologizar-
los sobre una base de carácter uniformísta que no toma en cuenta
las variaciones en la proporción del carbono-14 con relación al carbo-
no-12 en los tiempos remotos. Esto explica cómo a los objetos des·
cubiertos en una caverna del Estrecho de Magallanes~ explorada por
J. Bird se les fijó una antigüedad de casi 61700 años a.C. (147) Siguien.
do el mismo procedimiento radiocarbónico se ha pretendido croriolo-
gizar la época del hombre que utilizó las famosas flechas de Folsom~
en Nuevo Méjico1 mediante un hueso asociado con tales flechas para
el cual el cómputo de estímulos radiactivos registrados en el labora-
torio de la Universidad de Columbia fue interpretado como equiva-
lente a 91883 años con más o menos de 350 años de latitud. (148) El
cálculo realizado en el mismo laboratorio para un hueso chamuscada
de la caverna de Belt~ Irán~ fue de 10 560 años~ con un margen de error
1
de 11200. Y para un trozo de carbón descubierto en la Cueva de Las-
caux1 Francia, se estimó, por medio del carbono catorce, una antt
güedad de 15,516 años~ con una latitud de 900 años en uno u otro sen.
t1do. (149) Otra determinación radiocarbónica prehistórica se refiere
al guano de la isla Chinchura del Perú a cuya formación guanera
más antigua se le atribuye~ por el mismo método de Libby1 "más de
19,000 añoS (150)
11

a. El "fechado" del fin de la Edad de Hielo.


Las fechas propuestas por los laboratorios que se dedican al exa-
men de las muestras del carbono catorce no llaman la atención de
los prehistoriadores y antropólogos evolucionistas~ cuando los resul-
tados se aproximan a sus puntos de vista que~ generalmente1 por lo
ampulosos, son comunes entre fos uniformistas en el campo de 1~
geología y entre evolucionistas o transformistas en el campo de la
biología y de la paleontología. La Edad de Hielo1 uno de los temas
predilectos de los prehistoriadores, há interesado especialmente a los
que procuran determinar su antigüedad y su duración. Las muestras
orgánicas correspondientes a la Edad de Hielo que fueron someti-
das al examen del carbono-14 ofrecieron diversos datos que llamaron
la atención~ por la baja frecuencia de los impulsos radiactivos, lo cual
es interpretado como signo de gran edad.
Uno de los investigadores norteamericanos que se interesaron en
este problema, J. J. Hester, siguiendo las huellas de M. Lartet, paleon.
tólogo francés considerado como uno de los autores eminentes de la
"cronología paleontológica'', se dedicó especialmente al examen de los
restos de mamtits y de otros animales coetáneos del hombre que desa-
parecieron totalmente. Sometió los restos de esos animales al examen
DEL. CARBONO CATORCE

del radiocarbono. Las fechas atribuídas por los laboratorios a Jos


ejemplares de esos proboscídeos extinguidos oscilan entre el mínimQ -
de 4.885 años y el máximo de 37,000 años. El profesor V. D. Hester
presentó estos datos en la 24~ Sesión Anual de la Society of American
Archaeology, realizada en la ciudad del Lago Salado, el 30 de abril de
1959. Ese informe publicado el año siguiente, contenía muy importantes
observaciones del mismo investigador quien admitía que cada uno
de esos cálculos, vinculados con el carbono catorce, podría tener 1;000
años de error, además del clásico minus y plus que ya daban la pro-
bable latitud de unos 2,000 años. Para explicar en qué fundamentaba
11
su afirmación presentó las siguientes aclaraciones: Hay numerosos
problemas implicados en la aplicación sin crítica de las fechas del
radiocarbono para la resolución de problemas de tiempo: 1"' Si la
asociación es pobre, esto es, si la muestra de radiocarbono no es con-
temporánea con el fósil. 2"' Si la muestra datada ha sido contami-
nada en algún tiempo desde su origen, dando como consecuencia
que la datación sea o más joven o mayor que la fecha verdadera.
3'? Si una sigma significa que cada tres determinaciones una tiene
la probabilidad de caer fuera de los límites registrados debido al error
en el cómputo de los impulsos casuales. 4'? Si algunos materiales no
son seguros y se los considera de tanta confianza como los otros.
5'? Si las muestras, inadecuadas con respecto a la cantidad, son fecha-
das y publicadas. 6C? Hay posibilidades de errores en el laboratorio".
(151)

¿Cuál es el procedimiento que propone el profesor J. J. Hester


para la aceptación o el rechazo de las determinaciones c:r:onológicas
por el método del radiocarbono? No lo dice claramente. Después de
señalar los seis problemas que pueden provocar errores de una mag_
nitud de mil a dos mil años, añade este comentario: "A pesar de esos
problemas, el método del radiocarbono es generalmente aceptado
cuando la evidencia acompañante, procedente de la arqueología, de la
paleontología y de otros campos, está de acuerdo con las fechas radio-
carbónicas publicadas, y esas fechas son comúnmente usadas para
la interpretación de los eventos del pasado". Tales palabras demues-
tran que entre los prehistoriadores y paleontólogos uniformistas no
se da mayor valor a los datos cronológicos del radiocarbono a menos
que coincidan o se aproximen a las cronologizaciones que ellos han
procurado establecer por otros medios, que responden incondicional-
mente al criterio uniformista. Vale decir que los métodos ·de crono-
logización prehistórica, que suelen ser tan inseguros, no son corregi-
dos según el dictamen de los -radioquímicos sino que la interpreta-
ción de los datos procedentes de los impulsos radiactivos del carbono-
14 según el método de Libby, se los considera poco dignos de con-
fianza a menos que armonicen con los puntos de vista previamente
94 EL METODO CRONOLOGICO.

enunciados sobre la base de otros métodos de cronologización uní-


formistas aplicados al estudio de la Edad de Hielo. Este modus
operandi no es nuevo en las filas del uniformismo.

Pocas etapas de la prehistoria se han prestado a cálculos unifor-


mistas tan ampulosos como la Edad de Hielo. Para explicar ese gran
cambio climático se ha recurrido a diversas hipótesis muy contradic-
torias desde las que consideran la Edad de Hielo como una conse.
cuencia del cataclismo diluviano, hasta las que la interpretan como
un fenómeno climático que se repite periódicamente.

Durante mucho tiempo los prehistoriadores, geólogos, paleontó-


logos y paleoclimatólogos se han interesado en descorrer el velo del
gran enigma denominado Finis aetatls glacialis, o sea, del fin de la
Edad de Hielo. El barón Gerard J. De Geer, de Suecia, llegó a ser
famoso en el mundo porque pretendió descubrir la forma de medir
la duración de la Edad de Hielo. Mientras realizaba trabajos cerca
de Estocolmo, en 1878, llamaron su atención la regularidad de algunos
depósitos arcillosos que los suecos denominan varves, que se deposi-
tan anualmente en los lugares donde se funden los hielos y se forma
la llamada "leche glaciar", que deja sedimentos. De Geer inició el
recuento meticuloso de las varvas para calcular cuándo se habían
retirado los hielos de Escandinavia. ( 152) La hipótesis geocronológica
de las varvas de De Geer, adjudicando un año a cada una, fue acep-
tada con entusiasmo por investigadores que .se transformaron en sus.
colaboradores en otros países: M. Vierke, en Alemania; M. Sauramo
en ·Finlandia y E. Antevs en Norteamérica.

Como en ninguna formación sedimentaria de ese origen se des-


cubría una serie completa de varvas, De Geer marcaba en tiras de
papel los espesores de cada varva, destacando las que diferían por
su espesor de las varvas comunes. Esas diferencias las interpretaba
como oscilaciones de las radiaciones solares y pretendía complemen.
tar los datos de su país por medio del estudio comparativo de las series
de varvas de diferentes yacimientos. Mediante el recuento de series
de varvas de diversas localidades buscaba lo que llegó a considerar
como la varva del primer año de los sed~entos depositados por los gla-
ciares de la ·Edad de Hielo. De Geer y sus colaboradores propu-
sieron la hipótesis de las llamadas "teleconexiones" entre las varvas
de Europa y las de América. ( 153) Pero el método geocronológico
de las varvas anuales de De Geer ha dado lugar a graves dudas sobre
sus fundamentos porque las series de varvas de diversos depósitos
de una misma región no coinciden en su totalidad. Esta comproba-
ción le resta el apoyo de los hechos a la hipótesis propuesta de las
teleconexiones entre las formaciones várvicas de diversos continentes.
DEL CARBONO CATORCE

Entre los arqueólogos destacados que han criticado el método


cronológico de De Geer figura V. Gordon Childe, quien ~scri'Oe: "Con·
tando simplemente las varvas en un depósito continuo, podría obte-
nerse el número de años que han transcurrido desde una etapa dada
en la retirada del glaciar -idealmente el Fin de la (última) Edad de
Hielo- Finis aetatis glacialis. Por supuesto que no se ha conserva-
do una secuencia completa .de ningún depósito único, pero la escuela
de De Geer pretende que, comparando las secuencias parciales pero
superpuestas de varvas observadas en depósitos diferentes, podría
reconstruirse la secuencia de la serie total. Se han expresado dudas
sobre la validez de estas correlaciones: en un año puede depositarse
más de una varva". (154) Esta última comprobación resulta fatal
para la hipótesis cronológica que recurre al recuento de las varvas
suponiendo básicamente que cada varva representa exactamente un
año.
El estudio de la Edad de Hielo en América del Norte interesó a los
geólogos estadounidenses, especialmente en la costa occidental del
lago Michigan. En el pueblo Two Creeks de Wisconsin hay una for-
mación de más de seis metros de espesor representada por materiales
acumulados por los glaciares. Esos sedimentos demuestran que los
hielos se detuvieron cuando habían pasado por Two Creeks donde
arrasaron un bosque de pinos spruce. Los arqueólogos de la escuela
de De Geer calcularon que la destrucción de ese bosque había ocu-
rrido hace 23,000 años a.C. No obstante, los cálculos realizados me-
diante el método del análisis del carbono-14 señalaron fechas que os-
cilan en torno del año 9,000 a.C. y, para el retiro total de los hielos
de la región de los grandes lagos, dedujeron el año 5,000 a.C. De este
modo se produjo un choque entre la tan difundida hipótesis de De
Geer y el método radiocarbónico de Libby. Por otra parte, entre los
arqueólogos norteamericanos que han puesto en duda el valor del
método de Libby porque, aplicado a los vestigios prehistóricos, da
fechas más antiguas que las reales, figura E. Antevs, quien publicó
la siguiente crítica: "Al calcular las fechas por el carbono-14, es siem·
pre esencial el discriminar entre la edad del C14 y la verdadera anti·
güedad de la muestra. El análisis del laboratorio sólo determina la
cantidad de carbono radiactivo presente. . . sin embargo, el ··análisis
del laboratorio .no determina si el carbono radiactivo es totalmente
original o si es en parte, secundario o intrusivo, o cuándo ha sido
totalmente alterado o si continúan actuando otros factores irre-
gulares además del desgaste natural". (155) Las protestas de al-
gunos investigadores que han comprobado contaminaciones de las
muestras orgánicas han sido tomadas en serio por el personal técnico
de los laboratorios. Por otra parte, se supone que en el futuro los
arqueólogos extremarán las medidas para entregar a los laboratorios
sólo las muestras que no estén contaminad~s.
96 EL METODO CRONOLOGICO

Las opm10nes de los radioquímicos, con respecto al efecto del


frío sobre el carbono catorce coinciden en el sentido de que no afecta a
la proporción del mismo que, por otra parte, se modifica con la eleva-
ción de temperatura y el acrecentamiento de la humedad. En la con-
ferencia sobre radiocarbono, realizada en octubre del año 1956, los
radioquímicos convocados llegaron a la siguiente conclusión: "La
variación local, especialmente, en las valvas de moluscos, puede ser
altamente significativa. Las posibles variaciones en el porcentaje
del intercambio de la muestra bajo climas glaciales no tiene impor-
tancia. El más significativo problema es el de la alteración bioló-
gica de los materiales en el suelo. El efecto se acrecienta más seria-
mente con la mayor edad de la muestra. Para producir un error del
50% en la edad de una muestra de 10,000 años de antigüedad, requiere
el reemplazo de más del 25% de los átomos de carbono. Para una
muestra de 40,000 años, la cifra es de sólo el 5%, mientras que un
error de 5,000 años puede producirse por sólo el 1% de materiales
modernos. Debe hacerse mucho más para la purificación química de
las muestras". (156)

Cuanto más antiguos son los restos orgánicos que se descubren


en los estratos de la corteza terrestre, tanto mayor es el riesgo de
que hayan sufrido presiones deformadoras y contaminaciones que
afectan su integridad química y radiactiva. Por consiguiente se acre-
cientan proporcionalmente las posibilidades de incurrir en errores in
terpretativos al considerar la frecuencia de las radiaciones del car-
bono-14. Por lo tanto, las exploraciones qlí.~ pretenden develar los
enigmas cronológicos de la prehistoria por el método radiocarbón1co
de Libby pueden provocar conclusiones equívocas. Al menos es lógico
suponer que este método, aplicado a la prehistoria, no ha de propor·
cionar informaciones más exactas para esa etapa que para los más re-
motos períodos de la historia.

b. La obtención de la fecha histórica más antigua por el método


de Libby.

El Dr. W. F. Libby, al presentar la evolución de su método cro-


nológico señala que, mientras trabajaba con el Dr. J. P. Arnold, pro-
cedieron según un plan general de dos etapas. Primeramente some-
terían al examen radiactivo las muestras orgánicas procedentes de
Egipto, cuyas antigüedades fuesen conocidas, intentando aproximarse
lo más posible a los comienzos de la primera dinastía a la cual co-
rrespondía la "última fecha histórica real que ha sido establecida con
certeza". Durante la segunda etapa estudiarían las muestras orgáni-
DEL CARBONO CATORCE 97

Uno de los mayores triunfos del Año Geofísico Internacional fue el descubrimiento del
cinturón de Van Allen, a9Í llamado como homepaje al investigador James Van Allen,
quien instrumentó al Explorer 1 que fue lanzado al espacio el 31 de enero de 1958
con un contador Geiger. El cinturón de Van Allen consiste en dos anillos formados
por partículas energéticas atrapa<.1as por el campo geomagnético de la Tierra. Ambos
anillos se hallan dispuestos en forma concéntrica, en la zona del plano del ecuador
magnético terrestre que guarda relación con los polos magnéticos y no con el eje
de rotación de la Tierra. El cinturón de Van Allen desvía el intenso flujo de las
radiaciones solares, que entran en forma de electrones por las zonas aurorales. (R. L. .F.
Boyd. La Investigación del Espacio (México, 1962), 151-152). Las investigaciones subsi·
guientes han puesto sobre el tapete la cuestión de las variaciones en la densidad de
ambos anillos protectores y de sus efectos sobre el magnetismo de la Tierra y, por
consiguiente, en el porcentaje entre el carbono-12 y el carbono-14. (Alexander Marshack.
El Mundo del Espacio (Bueno:; Aires, 1964), 263-277.)

cas más antiguas que se pudiesen conseguir, a los efectos de intentar


la cronologización de la prehistoria.

Con respecto a la primera etapa, las tareas se fueron cumpliendo


metódicamente y Libby pudo publicar con satisfacción el diagrama
preparado por el Dr. E. C. Anderson, que indica una curva trazada
con las anotaciones de las fechas históricas obtenidas por diversos
medios. Se utilizaron restos orgánicos diferentes que fueron anali-
zados en los laboratorios tomando en cuenta las estimaciones crono-
lógicas calculadas según la frecuencia de los impulsos radiactivos del
carbono-14 cuya vida media había sido valuada provisionalmente en
5568 años, más o menos 30 años. La fecha histórica más antigua que
fue indicada en esa curva. esquemática corresponde a Hemaka. Este
era el visir o virrey del faraón que aparece en los monumentos con
el nombre de Hesepti y que en la lista de Manetón figura como lJsap-
haís, cuarto sucesor de Menes, el fundador de la primera dinastía
de Egipto. · El análisis radiofísico de los restos orgánicos obtenidos
por los arqueólogos en la tumba de Hemaka permitieron registrar
las radiaciones del carbono catorce que fueron estimadas como corres.
pondiendo a un valor cronológico de 5,000 años de antigüedad antes
del experimento, con, más o menos, un margen de error de 200 años
en cada sentido. Lamentablemente ese dato no esclareció el proble-
ma, ni disipó las dudas con respecto a la cuestión de la antigüedad
98 EL METODO CRONOLOGICO

de la primera dinastía que ha sido motivo de tantas polémicas entre


los egiptólogos. *
Con respecto a la siguiente etapa de investigaciones proyectadas, Lib-
by escribió: 11 En la segunda etapa tuvimos que penetrar en el gran desier.
to de la prehistoria para ver si allí había elementos de consistencia in-
terna que nos guiaran a creer que el método era bueno." Tales son las
palabras del fundador del método cronológico del carbono-14, publica-
das en el American Scientist de enero de 1956, reproduciendo la confe-
rencia pronunciada a fines del año precedente en el Naval Research La-
boratory RESA Thomas A. Edisdn. Los partidarios incondicionales del
método radiocarbónico de Libby pretenden que ese sistema de crono-
logización es digno de confianza cuando realiza sondeos en las profun-
didades de la prehistoria. No obstante, algunos acusan sus estimacio-
nes como inexactas porque supone apriorísticamente que en los tiem-
pos remotos imperaron las mismas condiciones atmosféricas y climá.
ticas que @n la actualidad, suponiendo las proporciones constantes en-
tre el carbono-12 y el carbono-14.

* Los egiptólogos han discutido durante mucho tiempo acerca de cuál es el año
cuando comenzó la primera dinastía. El egiptólogo inglés Flinders Petrie, defensor
de la "cronología larga", opinaba, en 1894, que el reinado de Menes había co-
menzado en el año 4777 a. C.; el egiptólogo norteamericano James H. Breasted,
en 1906, publicaba el año 3400 a. C. para el mismo evento; el egiptólogo alemán
Alexander Scharff, uno de los defensores de la "cronología corta", indicaba en
1950, que la primera dinastía se había iniciado en el año 2850 a. C. Según
Jos cálculos del egiptólogo inglés Arthur Weigall, desde que Menes inauguró
la primera dina~1ía hasta que ascendió al trono el faraón Hesepti, transcurrie-
ron 148 años, contando con un reinado de 25 años, durante los cuales tuvo
la colaboración del visir Hemaka. En la tabla preparada por Libby y sus
asesores, la fecha adoptada para el comienzo del reinado de Hemaka, era
el año 2950 a. C., más o menos 200 años o 3150 a. C. como máximo y 2730
a. C. como mínimo. Por consiguiente, las estimaciones obtenidas por el método
del carbono catorce, no e~darecieron el problema. Porque la estimación de
5000 años, más o menos 200 años, equivalía a 3245 a. C. y en el caso mínimo
de 200 años correspondería al año 2845 a. C. Tales estimaciones no resultaron
un juicio salomónico para resolver el problema cronológico en discu~ión entre
los egiptólogos. La estimación radiocaroónica resultó corta para la "cronología
larga" Y larga para la "cronología corta". Como el Dr. E. C. Anderson había
adoptado como si fuese una fecha histórica auténtica, el año 2950 a. C., propues-
to por algunos historiadores para el comienzo de la actuación del visir Hemaka,
supuso wbre esa base que la estimación radiocarbónica resultó corta, con una
desviación del 28 %. Véase la tabla de las Desviaciones de las Cronologlzaclones
Derivadas por el Método Radiocarbónico con Respecto a las Fechas Históricas
pág. 160. >
CAPITULO V

LA NECESIDAD DE REFORMAR EL METODO DE LIBBY PARA LAS


CRONOLOGIZACIONES PREHISTORICAS

l. Las incertidumbres en las cronologfzaciones prehistóricas por


el método de Libby.

Antes de que W. F. Libby comparara la prehistoria con un vasto de-


sierto, el arqueólogo J. Morgan había dicho en su obra La Humanidad
Prehistórica que cuando se pretende remontar hacia los orígenes de la
humanidad se tropieza con lo desconocido y, a medida que se retroce.
de hacia el pasado "la obscuridad crece hasta convertirse en tinieblas".
Esos son los conceptos de quienes no toman en cuenta los aportes de
la religión brindados en el libro bíblico de Génesis donde se revela un
pasado luminoso, de tenor creacionista y se dan a conocer algunos he-
chos de esa humanidad prediluviana y postdiluviana, que no sentía la
necesidad de escribir, no porque fuesen salvajes sino, probablemente,
porque disfrutaban de las ventajas de una poderosa memoria.
Es evidente que la prehistoria supone un lapso respecto al cual sa-
bemos algo gracias a las primeras páginas bíblicas. Numerosos hom-
bres de ciencia se han dedicado a coleccionar, comparar e interpretar
los vestigios culturales y los restos esqueléticos de origen humano, con
la intención de conocer la trayectoria de la humanidad durante la pre-
historia. A esta rama de la ciencia, denominada, a veces ''arqueología
prehistórica", J. Déchelette la definió, a principios del siglo XX, como
"la ciencia de las antigüedades anteriores a los documentos históricos
más antiguos."
El mayor problema de la prehistoria es, obviamente, la ausencia de
documentos escritos por testigos oculares. El problema no difiere gran.
demente en este aspecto del que presentan las culturas de diversas re-
giones del planeta donde se careció de sistemas de escritura. como en el
continente Sudamericano, y Oceanía. A pesar de ese silencio, los ar-
queólogos han buscado la forma de proponer cronologizaciones relati-
vas sobre la base de observaciones estratigráficas de diversa índole.
Entre los investigadores que se han interesado en las cronologiza-
ciones de muestras históricas y prehistóricas de América del Sur, se
destacó el explorador norteamericano Junius Bird (157). Desde la Ca.
verna del Milodón, en Ultima Esperanza, Chile, envió la muestra forma-
da por huesos de animales extinguidos, especialmente por trozos de
piel, tejidos musculares y coprolitos del milodón. A esa muestra, con
el número 484, una vez sometida al· análisis radiocarbónico, se le ad-
judicó una antigüedad de 10,832 años, más o menos 400. Con respecto
a la muestra 485, proveniente de la Caverna de Palli Aike, Estrecho de
100 EL MBTODO CRONOLOGICO

Magallanes, de donde extrajo restos carbonizados del milodón (Neomi·


lodon Llstai), el análisis de la frecuencia de las radiaciones del carbo-
no-14 fue interpretado como si los vestigios orgánicos de ese mamífero
extinguido tuviesen una antigüedad de 8,639 años, más o :menos 400.
(158)
Frente al hecho de que el examen radiocarbónico de otras mues-
tras orgánicas, aparentemente similares. obtenidas en los mismos yaci-
mientos de Chile y del Perú, no acusaban idéntica intensidad radiacti-
va, J. Bird sometió los datos obtenidos a la crítica del investigador
M. Collier, quien le escribió:
Tengo un comentario que hacer relacionado con la naturaleza del
11

error producido por las fechas del radiocarbono. El juzgamiento de las


fechas individuales y de las fechas de conjunto debe ser en términos
de probabilidades estadísticas. La equivocación se debe primero al
error de contar la muestra y la cifra de error dada que representa la
desviación standard de la media (una sigma). Esto significa que hay
una oportunidad sobre tres de que la fecha caiga fuera de dos sigmas.
Al usar la muestra 75 (2,665 más o menos 200), por ejemplo, hay una
oportunidad en tres de que la fecha verdadera de la muestra esté fue-
ra de la escala 2265-3065. Con respecto a estas probabilidades, los rec-
tángulos de tiempo de su cuadro, además de su discusión, tienden a
engañar ya que implican que en términos de los resultados del radio-
carbono, las fechas deben caer dentro de los rectángulos por cuanto
hay una probabilidad sobre tres de que no caiga dentro de ellos ...
"En una evaluación del método del radiocarbono (no de un dato
arqueológico específico), el punto importante no es que la fecha parti-
cular ael radiocarbono parezca equivocada por más de una sigma, sino
cuantas fechas de un grupo de muestras vinculadas tengan tal des-
viación ...
"Conviniendo en la debilidad de este procedimiento que usted se-
ñala, especialme~te que el promedio de acumulación de desperdicios se
supone así que sea constante, lo mejor que podemos hacer es chequear
la consistencia de las fechas del radiocarbono. He marcado aquellas
que caen dentro de una desviación standard y aquellas que caen den-
tro de dos desviaciones ...
,Cinco de ocho caen dentro de una sigma y las otras tres dentro
de dos sigmas. Dos de éstas están escasamente fuera de una sigma.
Este resultado está muy cerca de lo estadísticamente expectable". (159)
Comentando las observaciones de M. Collier respecto a los proble-
mas implicados por la disparidad de las estimaciones radiocarbónicas
obtenidas de las misma~ muestras de restos orgánicos procedentes de
Chile y del Perú, y la dificultad de preparar un esquema cronológico,
J. Bird expresa, a su vez: ,Esta es una crítica razonable y franca y
debe tenerse en cuenta para todas las fechas obtenidas por el método
DEL CARBO"lO CATORCE 101

del radiocarbono. La impresión dada, que la fecha correcta debe nece-


sariamente caer dentro de la escala más o menos de una sigma, es
involuntaria. Lo que he intentado es una comparación de las cifras
más probables en términos de la estratigrafía conocida de las mues-
tras. Las observaciones realizadas son igualmente aplicables a segmen-
tos mayores de la curva de probabilidad para cada medida. . . Todo
esto significa que es necesaria una mayor confirmación de la validez
general del método del radiocarbono." (160)
El método cronológico de Libby está fundado sobre dos hipótesis
presentadas como premisas fundamentales que son recordadas por J.
L. Kulp: "Hay dos suposiciones básicas en el método del carbono ca.
torce. Una es que la concentración del carbono-14 en el ciclo del dióxi-
do de carbono es constante. La otra es que el flujo de rayos cósmicos
ha sido esencialmente constante al menos en la escala de centurias."
( 161) La última conjetura es la más discutida porque se ha comproba~
do cómo aún para los tiempos históricos, hubo variaciones en el por-
centaje de radiocarbono en la atmósfera. Estos cambios fueron causa.
dos, probablemente, por diversos factores, entre los cuales deben to·
marse en cuenta los de orden climático, cuyas causas todavía están en
estudio. Las investigaciones radiodendrológicas han comprobado esas
variaciones.
Los radioquímicos desean poner el método cronológico de Libby al
amparo de cual'l_uier crítica. Por esto han estado indagando, por todos
los medios posibles, cuál era la verdadera proporción del radiocarbono
atmosférico que desde el comienzo de la revolución industrial, llegó a
ser un factor perturbador que alteró el porcentaje del nivel normal en-
tre el carbono-12 y el carbono-14. Para realizar ese cálculo tan delicado
han recurrido a las valvas de moluscos. Tales investigaciones han per.
mitido que cinco radiofísicos eminentes llegaran, en 1957, a la conclu-
sión de que el "dióxido de carbono atmosférico probablemente ha sido
diluído en una cantidad que se aproxima al 31Jz% con el dióxido de
carbono procedente de la combustión de petróleo fósil. La evidencia
de las radiaciones del carbono-14 indica, sobre la base del estudio com-
parado entre el radiocarbono señaladamente antiguo -datado históri-
camente mediante valvas de moluscos de la cesta del Atlántico·- en
comparación con los ejemplares modernos de la misma especie, que
hubo una apreciable dilución de los carbonatos oceánicos con el carbo- ·
no inerte y el petróleo fósil. Los datos limitados de que se dispone su-
gieren que la intensidad de esa dilución es, posiblemente, del uno o dos
por ciento." (162)
Los experimentos han evidenciado el aumento del carbono-12 en los
residuos de la combustión de la época industrial, seguido por la rever-
sión del incremento del carbono-14 aportado por las explosiones nuclea.
res. Esta comprobación ha obligado a los radioquímicos a proceder a
la revisión de los datos cronológicos ya publicados. Además, se ha acor-
102 - EL METODO CRONOLOGICO

dado tomar en cuenta esas diferencias perturbadoras comprobadas al es- .


tablecer nuevas medidas para el cómputo de las radiaciones del carbono ·
catorce cuando se trata de cronologizar restos anteriores a la época in-
dustrial. Habría sido un atentado contra la exactitud de las cronologi.
zaciones el no tomar en cuenta estas comprobaciones. Los radioquími-
cos H. de Vries y H. T. Waterbolk reconocen que resulta djfícil valorar
los efectos de esas variaciones: unesde que se completó la presente lista,
se ha dado cuidadoso estudio a las series de muestras de edad conocida.
Se encontró que la actividad del radiocarbono en la atmósfera fue en
aumento aún antes de la Revolución industrial." (163) Esto significa que
las proporciones modernas entre el carbono-14 y el carbono-12 no son
adecuadas para valorar sobre esa base los impulsos radiactivos del car.
bono.14 de la época prehistórica.
El estudio de las causas y de los efectos de las oscilaciones en la
proporción de radiocarbono en la atmósfera, plantea el problema de la
validez absoluta de los datos obtenidos por el método cronológico de
Libby. Hemos notado que los cálculos resultan bastante acertados para
las épocas históricas, aunque siempre se admite un margen de error,
en cada sentido a razón de 80 a 100 años por milenio. Esos cálculos de
probabilidades de error, sujetos a la verificación posible gracias a las
fuentes históricas, pueden llegar hasta los comienzos del arte de escribir.
Según los historiadores esto ocurrió en Sumeria entre 3100 y 2800 a.C.
En cuanto a Egipto el arqueólogo Sir Flinders Petrie, fundador de la
antigua 11cronología larga", a fines del siglo XIX y principios del siglo
XX, opinaba que la escritura había comenzado en Egipto poco antes
de la primera dinastía cuyo comienzo lo asignaba al año 4777 ·a.C.
(164) Pero los egiptólogos modernos proponen fechas que oscilan
entre 3100 y 2850 para el comienzo de la primera dinastía egipcia,
según se adopte el sistema de la "moderna cronología larga" de John
A. Wilson o el de la "cronología corta" de Alexander Scharff. (165)
Las estimaciones cronológicas obtenidas mediante el método· del ra-
diocarbono de iibby se aproximan al año 3000 a.C. ( 166) Pero to-
mando en cuenta las diferencias en el porcentaje de radiocarbono
átmosférico, ese dato está sujeto a correcciones que armonicen con
todos los factores implicados.
Resulta significativo el hecho de que el método radiocarbónico de
Libby todavía es ineficaz para determinar con seguridad cuándo co-
menzó la primera dinastía de Egipto. Por falta de un veredicto cien-
tífico definitivo, continúa la desavenencia entre los egiptólogos. El
erudito John A. Wilson al enfocar este problema escribió lo siguiente,
en 1960: 11 La tendencia general de los últimos treinta y cinco años ha
sido hacia la reducción de las fechas para el comienzo del período
de la primera dinastía. En ausencia de datos concluyentes, no hay
acuerdo entre los conservativos, quienes dan comienzo a la Primera
Dinastía hacia el año 3200 a.C., y los revisionistas, quienes presionan
DEL CARBONO CATORCE 103
la fecha hacia abajo, en tomo del año 2850, adaptándose a la tenden.
cia bajista de la cronología de Mesopotamia. El proceso objetivo de
someter a prueba materiales orgánicos mediante carbono radiactivo
ha demostrado ser una ventaja disciplinaria para la prehistoria, pero
su inherente margen de error es demasiado grande para arreglar los
problemas en los períodos históricos". (167)
El hecho de que el egiptólogo J. A. Wilson descalifique como inex-
acto el método radiocarbónico de Libby para resolver antiguos pro-
blemas de cronología histórica y que, por otra parte, conceda utili-
dad al mismo para las cronologizaciones prehistóricas, se relaciona
con el criterio de que en lo histórico se exige la precisión, y la veri-
ficación, mientras que para lo prehistórico sólo se espera io relativo.
Pero el egiptólogo, despreocupado en asuntos prehistóricos, podría
averiguar que al margen de error admitido para las edades históricas,
es necesario añadirle un porcentaje mucho mayor de inexactitud
cuando se trata de tiempos remotos si se toman en cuenta las oscila-
ciones en el porcentaje de radiocarbono atmosférico más allá de la
época cuando la humanidad inventó los primeros sistemas de trans-
mitir el pensamiento mediante signos escritos.
El método cronológico radiocarbónico del Dr. Libby generalmente
no resulta útil para optar entre dos fechas que estén separadas por
un lapso que represente menos que un 10% de probabilidades de error.
( 168) Por consiguiente, el método de cronologización mediante el
carbono catorce constituye un aporte cuando se trata de muestras de
edad desconocida que encuadran dentro del marco de las edades bis.
tóricas, siempre que no se adopten sus estimaciones como si fuesen
concluyentes, cuando se admite que tienen un margen de error pro..
bable del 10%. Pero la situación se agrava hasta da:Jt estimaciones
gravemente erróneas cuando se trata de intentos de cronologizacio-
nes prehistór.fcas, a causa. de la intervención de otros factores que de-
bieran tomarse en cuenta.
Después de presentar brevemente cuáles son los factores que in-
ducen a error en las cronologizaciones radiocarbónicas el profesor Car1
W. Butzer, del Departamento de Geografía de la Universidad de
Wisconsin, en un capítulo titulado "Dating and Absolute Chronology"
de la obra que publicó en 1965 acerca del período Pleistoceno, que
marca el comienzo de la llamada Era Cuaternaria, indica que, ade-
más de la contaminación in situ, en el yacimiento, y de aquellas que
se producen en el laboratorio hay que tomar en cuenta los procedi-
mientos técnicos que, según los ácidos utilizados ocasionan diferen-
cias del 10 al 20%. (169) Finaliza sus comentarios sobre el tema con
las siguientes declaraciones: "Dando una mirada retrospectiva, las fe~
chas radiocarbónicas son 'absolutas' sólo en una forma calificada.
Una fecha aislada debe ser mirada con precaución, y un chequeo de
104 EL METODO CRONOLOGICO

· fecba·s mediante el empleo de diferentes materiales, es sugerido siem-


pre que sea posible. Igualmente importantes son las fechas de niveles
jóvenes o antiguos, donde sea posible, para que la consistencia interna
pueda ser puesta a prueba. Con. todo, el costo de tales dataciones
sólo permite realizar tales pruebas en número suficiente de muestras
en raros casos". (170).
El autor precitado es uno de los defensores del uniformismo. No
toma en consideración las posibilidades de grandes cambios en el por-
centaje del radiocarbono, en la época prehistórica, que podría dar
lugar a errores en una escala todavía mayor ¿Acaso la Edad de
Hielo no representa un cambio de gran magnitud gue es difícil explL
car en forma satisfactoria mediante el uniformismo? Resulta impo-
sible separar los factores climáticos de las condiciones imperantes en
la atmósfera que envuelve a la Tierra.
Otros autores, en cambio, como Whitaker, Valestro y Williams de-
claran enfáticamente: ·"Cualquier error en la elección del valor de
una prueba contemporánea significa un error en la edad del radíocar-
bono. . . El error admitido respecto a la edad es, aproximadamente,
· de 80 años para una muestra contemporánea, pero es proporcionalmente
mayor en casos de errores con pruebas actuales". (171) ¿Qué decir,
entonces, de las muestras prehistóricas que escapan a toda verifica-
ción?

2. La curva exponencial del radiocarbono y las estimaciones cro-


nológicas para la prehistoria.

Como ya se ha indicado, la escala de valores, para calcular la se-


midesintegración o "vida media" del radiocarbono se ha estimado en
forma teórica, buscando, a posterlorl la confirmación práctica. Es
decir que obteniendo muestras de diversos períodos históricos -de
fechas ya conocidas con precisión o con cierta aproximación por otros
métodos cronológicos- se calculó teóricamente el grado de radiación
que correspondería para tales fechas y se procedió al cómputo de los
impulsos radiactivos. Tornando en cuenta la freéuencia de los impul-
sos radiactivos por minuto se procedió al cálculo de la edad de cada
muestra.

A los efectos de realizar la investigación experimental con una mis-


ma substancia, pero con muestras de diversas épocas, se recurrió a la
experimentación fundada en maderas de diferentes edades. Así fue
como se preparó una tabla de valores en la que aparecen los siguien-
tes elementos de juicio: la edad de la muestra según diversas infor-
maciones históricas; los impulsos radiactivos calculados teóricamente
por minuto por cada gramo de carbono; los impulsos radiactivos re-
gistrados mediante Jos aparatos Geiger por minuto y por gramo de
DEL CARBONO CATORCE 105
carbono; la edad estimada según la cronologización del radiocar-
bono. *
Estos cálculos son el resultado de las "predicciones teóricas" del
grado de disminución de las radiaciones, dentro de tiempos conocidos
y de la medición de los impulsos radiactivos del carbono-14, mediante
los aparatos Geiger perfeccionados con nuevos dispositivos. De ese
m·odo se formó lo que se conoce como la tabla de valores de las ra-
diaciones del radiocarbono o "conjunto clásico de mediciones del car.
bono catorce". (182) Esta tabla facilitó el cálculo teórico de la "vida
media" o período de semidesintegración del carbono-14, y la forma-
ción de una curva exponencial o logarítmica que lleva en sí misma
algunos problemas inherentes a su construcción teórica para la época
terminal representada por dos líneas casi paralelas. Desde que el Dr.
Libby inició los cálculos cronológicos radiocarbónicos, hasta el año
1958, ya se habían publicado más de 300 fechas, que se han multipli-
cado desde entonces. (173) La mayor parte de esos cálculos tomaron
como base 5568 años para la semidesintegración o 11 Vida media" del
carbono catorce. La "vida media" del radiocarbono fue estimada en
5730 años en el año 1965 como término medio de los cálculos diferentes
que fueron considerados por la Intemational Carbon-14 and Tritium
Dating Conference. No obstante, destacóse la necesidad de esperar re-
sultados más precisos sobre la base de mayor número de experimen-
tos con aparatos más precisos y siguiendo técnicas perfeccionadas.
La curva exponencial del radiocarbono adoptada por W. F. Libby
para su método cronológico supone, teóricamente, que puede seguir
calculando fechas prehistóricas sobre la base de la escala decreciente
de desintegración que resulta del cotejo de los cálculos teóricos con
los datos de muestras de edad conocida. Pero tan pronto como este
método de cronologización radiocarbónica pretenda sondear la prehis-
toria en busca de cronologizaciones se plantean dos problemas: 1<? No
dispone de fechas para cotejar sus cálculos radiocarbónicos, si se
exceptúa las geocronoJogizaciones por el método de las varvas de De
Geer, que está en tela de juicio; 2<? Puede proseguirse el registro de
los impulsos del radiocarbono pero las cifras resultantes serán du-
dosas y aún falsas si se intenta cronologizarlas sobre la base de la
hipótesis infundada de que el carbono-14 de los tiempos prehistóricos
se hallaba en la atmósfera y en los organismos, en la misma propor-
ción con respecto al carbono-12, que en los tiempos modernos y ante-
riores a las contaminaciones de las épocas industrial y atómica.
Si actualmente se registran 15.3 impulsos radiactivos del carbono-
14 por minuto, por cada gramo de carbono-12 en un organismo que
acaba de morir, se tiene un dato aislado que carece de significación
cronológica. Pero si se comprueba que se registran 10,99 impulsos ra-
* En esta forma se ha obtenido el cuadro de valores reales y cálculos, . que apa-
rece en la Tabla 1: ESTIMACIONES RADIOCARBONICAS DE LAS EDADES DE
MUESTRA DE PERIODOS HISTORICOS CONOCIDOS, en la pág. 159.
106 EL METODO CRONOLOGICO

diactivos por gramo de carbono en restos orgánicos de 1300 años;


9,50 en otro de 2300 años; 8,68 en el de 3000 y 7,78 en otro de 4700 años,
no cabe la menor duda de que se puede formar una escala de dismi~
nución de impulsos radiactivos a la que se le ha de reconocer cierto
valor tronológico: a menor número de impulsos radiactivos corres~
ponde mayor antigüedad de los restos orgánicos. Pero ¿hasta dónde
se puede llegar con esa progresión y su valor práctico? La respuesta
suponía, primeramente, que el límite de la detectabilidad de las radia.
ciones del carbono catorce no podría pasar de los 20,000 a 30,000 años.
Pero algunos partidarios entusiastas del método cronológico de Libby
opinaron que se puede sondear el pasado hasta 70,000 años, o sea,
68,037 años a.C. contando hacia atrás desde el año 1965 d.C. La ver-
dad es, sin embargo, que los cálculos ya resultan muy dudosos cuando
sobrepasan los 5,000 años hacia atrás del año 1965 d.C. o sea el año
303S a.C. Dentro de ese lapso queda comprendido Menes, el faraón
de la primera dinastía que aún en el caso de adoptar la llamada ''cro-
nología larga", habría comenzado a reinar poco antes del año 3000 a.C.,
o sea 4965 años antes del año 1965 d.C. Según la cronología corta ese
acontecimiento habría tenido lugar en el año 2850 a.C., o sea, 4815
años antes, de 1965 .
.siendo que, en tiempos remotos hubo menos proporción de
radxocarbono en la atmósfera y en los organismos habría que tomar
esto en cuenta. De lo contrario aparecería como si una persona que
terminara de fallecer en los tiempos protohistóricos, y se hubiese en-
tregado sus restos a un laboratorio para el cómputo de los impulsos
radiocarbónicos mediante un contador Geiger, probablemente se re-
gistraría una cantidad de radiaciones bastante más baja que en la
actualidad. De esto resultaría que, interpretando esos datos según la
curva exponencial que se utiliza actualmente, una persona recién fa.
llecida o un animal que terminara de expirar, o un tronco que cayera
abatido por el viento o por un rayo ante los ojos del experimentador,
en cualquiera de los,...tres casos, el registro de las radiaciones del car.
bono catorce -suponiendo que sólo emitiera 10 impulsos radiactivos
por minuto por gramo de carbono- figuraría ante los registros del
radioquímico como habiendo muerto 1,000 años antes de registrarse
los impulsos en el laboratorio. Y, en el caso de que la proporción de
radiocarbono en la atmósfera de aquella época hubiese sido aún me-
nor, de tal manera que al morir un ser humano su cadáver sólo diera
unos 9 impulsos radiactivos por minuto, se lo catalogaría como si hu-
biese muerto 2,000 a-ños antes. No hay duda que ese procedimiento
tan arbitrario como erróneo debiera ser descalificado por sus graves
equívocos que, en realidad, son provocados por la aceptación de los
postulados del actualismo. Resulta sorprendente el hecho de que
tantas personas de buen juicio para estudiar y analizar problemas
intrincados puedan aceptar, sin inmútarse, las abultadas estimaciones
cronológicas propuestas para la prehistoria por el método del radio-
DEL CAR~ONO CATORCE 107

Cámara blindada de acero, rellenada con plomo y mercurio, que contiene una corona
de 18 contadores ·Geiger, dentro de la cual se pueden colocar tres tubos separados para
obtener pruebas simultáneas de la misma muestra de restos orgánicos vegetales o
animales.
carbono ideado por Libby. Generalmente esos partidarios del actua-
lismo se han acostumbrado a contemplar, las cifras casi astronómicas
que public.an fr~cuentemente los geopaleontólogos para cualquier ha.
llazgo, como si estuvieran en posesión de un método secreto para pene.
trar en los enigmas del pasado en forma infalible.
Si se admite que en tiempos prehistóricos la desproporción entre
carbono.14 y el carbono-12 fue diferente, los cálculos de edades por
el método radiocarbónico resultarían erróneos en proporción a esa
diferencia. Basta un simple cálculo teórico, fundado en el método
propuesto por Libby, para apreciar cuáles serían los efectos prácti-
cos y las consecuencias interpretativas en el caso de que la propor-
ción de radiocarbono con respecto. al carbono doce hubiese sido mu-
cho menor en tiempos remotos. Supongamos, a los efectos de una
comparación, que un hombre de cien años de edad hubiese fallecido
accidentalmente cuando el carbono catorce en la atmósfera existía en
proporción menor del SO% con respecto al porcentaje actual en rela.
108 EL METODO CRONOLOGICO

ción con el carbono doce. Si se hubiese sometido al cadáver a un


examen inmediato de los impulsos radiactivos mediant-e un contador
Geiger, después de un rápido proceso de incineración, y se utilizara
la actual escala de valores señalados por la curva exponencial para
la radiodesintegración del carbono catorce, a esos restos humanos
habría que adjudicarles una antigüedad de 5,760 años. Suponiendo
que la defunción hubiese ocurrido cuando sólo había la cantidad me-
nor en un 75% del porcentaje actual de radiocarbono, la edad del
cadáver sería estimada como de 11,520 años. Si. el radiocarbono
hubiese estado diluído en una proporción más rebajada, que se esti-
mara en un 87.50%, menor con respecto a la cantidad actual, a pesar
de la fecha del certificado de defunción firmado en el mismo día
del accidente, el radioquímico que registrara los impulsos del carbono
catorce y determinara la antigüedad de los restos orgánicos por la
cantidad de esas radiaciones por minuto con relación a un gramo de
carbono doce, tendría que darle a los restos del extinto una antigüe-
dad de 17.280 años, si siguiera el método de Libby. Claro está que
todo esto es simple asunto de cálculos teóricos, pero demuestra có-
mo, si en la atmósfera del pasado remoto hubiese habido un porcen-
taje menor del carbono.14 con respecto al carbono-12, si no se toma-
ran en cuenta esas diferencias fundamentales se realizarían cronologiza-
ciones no solamente inexactas sino que se obtendrían cifras extraor-
dinariamente exageradas y erróneas que conducirían a conclusiones
falsas.
Lo equívoco de esos cálculos hipotéticos, como en los cálculos que
se realizan actualmente con muestras prehistóricas, procede directa-
mente del hecho de no tomar en cuenta las variaciones de porcentaje
entre el carbono-12 y el carbono-14, cuyas proporciones se han modifi-
cado con el trascurso del tiempo como consecuencia de diversos fac-
tores. Esos cálculos teóricos pueden ejemplificar, con alguna exage-
ración, lo que acontece con el método cronológico de Libby cuando
no se toma en cuenta el importante factor de las cantidades propor-
cionales del radiocarbono para los tiempos prehistóricos. Frente a
las estimaciones cronológicas generalmente aceptables mediante el
método radíocarbónico para los tie_mpos históricos, Libby se creyó
plenamente justificado para aplicar la misma escala a los tiempos
protohistóricos y prehistóricos. Conjeturando, con criterio unifor-
mista, que la proporción. de carbono-14 se había mantenido constante
en la atmósfera durante todas las épocas, en relación con el carbono-12.
hizo una transpolación para construir una tab.la exponencial de valore~
de desintegración del radiocarbono. Pero esa . extrapolación del tiem-
po, que suponía una constancia de todos los elementos de juicio, debe
ser descalificada porque se ha comprobado que las variaciones de
radiocarbono en la atmósfera resultan indiscutibles mediante dife-
rentes evidencias científicas. Las fallas principales del método ero-
DEL CARBONO CATORCE
nológico de Libby reside en el hecho de que algunos de sus postula.
dos básicos fueron alambicados según el criterio unifonnista.
Como el método cronológico de Libby está fundado sobre el cri-
terio, puesto en circulación por los actualistas, que presupone la
igualdad en la intensidad de los fenómenos del pasado en compara.
ción con los fenómenos de la actualidad, no puede hacer frente al pro-
blema cronológico de la protohistoria y de la prehistoria, si es que
el carbono-14 no se ha mantenido constante. Esta es la situación
actual del método de Libby, que no se ajusta a la realidad con res-
pecto a la prehistoria, a menos que adopte una escala de valores di.
ferentes para esos tiempos remotos·. Pero ¿cuál podría ser el fun-
damento para los cálculos cronológicos por el método del radiocar.
bono para los tiempos remotos? En primer lugar sería imprescindi-
ble conocer cuál fue el porcentaje de carbono-14 con relación al car-
bono.12 en la atmósfera durante las épocas prehistóricas pero esa es,
precisamente, la gran incógnita.
Todavía no se sabe cómo proceder para calcular con precisión cuál
era la primitiva proporción de carbono-14 con relación al carbono-12
en la atmósfera en los tiempos prehistóricos. El porcentaje actual,
alterado por las actividades humanas durante la época industrial y,
especialmente, por las explosiones nucleares, no constituye una base
valedera para calcular cuáles eran las verdaderas proporciones natu-
rales en el remoto pasado. El radioquímico J. R. Arnold, gran colabo-
rador de W. I( Libby admite que en los cálculos de la semidesinte-
gración del carbono.14 interviene cierto grado de apriorismo: "Con
el transcurso del tiempo -el radiocarbono-- debe mezclarse a través
de la atmósfera, de los seres vivientes, de la materia orgánica y del
carbono disuelto en el mar. Aunque es muy difícil calcular a priori
el tiempo requerido para ese proceso de mezcla, la estimación de un
orden de magnitud indica que debe ser considerablemente más corto
que la vida media, excepto para las áreas reducidas donde imperan
condiciones especiales". (174)
El problema implicado por los. cambios de porcentajes del car-
bono-14 en relación al carbono-12 en la atmósfera es el que resulta
imperioso solucionar para satisfacer el mayor enigma que debe afron-
tar el método del Dr. Libby. A menos que resuelva este problema
esencial, las pretendidas cronologizaciones protohistóricas y prehis-
tóricas carecerán de verdadero valor cronológico y, a lo sumo, sólo
se les podr~ conceder un significado muy relativo, pero siempre lejanas
de la realidad por lo exageradas.
A los efectos de sondear la antigüedad del remoto pasado no bas.
taría comprobar que, en algún momento de los tiempos prehistóricos,
la proporción de carbono catorce fue menor, o qne bajó o subió debido
a tales o cuales factores. También está implicado el problema de la
incógnita representada por el enigma del tiempo transcurrido para
110 EL METODO CRONOLOGICO

restablecer el equilibrio entre el carbono-12 y el carbono-14 en pro-


porciones que podrían considerarse normales. Esto es lo que señala
el Dr. R. M. Ritland del Geoscience Researcb Institute, al decir: "Uno
de los problemas no discutidos es el tiempo necesario después que
cualquier c.;ambio provocado en la radiación atmosférica o cósmica
para que se restablezca el equilibrio que debe ser alcanzado entre el
promedio de producción y de desaparición en la atmósfera del car.
bono catorce. Hasta que se restablezca el equilibrio no se puede es-
perar la obtención de fechas dignas de confianza". (-75)
Si no se modifica 'la escala de los cómputos del método de Libby
para los tiempos prehistóricos cuando la concentración atmosférica
del radiocarbono pudo ser notablemente menor que en los tiempos
históricos, se obtendrán cifras que inducirán a caer en el error por
haber adoptado una escala de valores que no corresponde a la reali-
dad. Por lo tanto, el método cronológico de Libby, tal como se lo
conoce en la actualidad tiene, taxativamente un límite. Ese límite no
depende simplemente del instrumental, como tantas veces se ha creí-
do al pensar en términos astronómicos, según los cuales, a telesco-
pio de mayor diámetro, corresponde un cómputo mayor de estrellas.
Si se tratara solamente de la sensibilidad del instrumental, en Amé·
rica del Norte disponen de laboratorios equipados como para estar
en condiciones de contar impulsos radiactivos tan débiles que según
la opinión de alguno_s radiofísicos, se interpretarían como si represen-
taran radiaciones de 35,000 a 45.000 años. En Europa, el laboratorio
de Groninga, ha sido preparado bajo la dirección del doctor Hessel de
Vries, con una sensibilidad extraordinariamente delicada con la inten-
ción de medir impulsos radiactivos del Carbono-14 que, según el esque-
ma de la curva exponencial, serían interpretados como de 60,000 a 70,000
años (176). No obstante, entre los especialistas hay quienes dudan que
esas cifras puedan ser cronologizadas por el método radiocarbónico. El
geocronólogo E. F. Zeuner, lamenta esa limitación, al expresar: "Desgra-
ciadamente, como la cantidad inicial de radiocarbono es baja, se alcan-
za pronto el límite de detectabilidad. No es probable, por lo tanto,
que los ejemplares de una edad superior a 20,000 o 30,000 años pue-
dan cronologizarse por el método del radiocarbono" ( 177).
El límite de la eficacia del método cronológico de Libby no depen-
de fundamentalmente del valor técnico del instrumental dotado con
detectores de extraordinaria sensibilidad y de dispositivos fidelísimos
para el registro de los impulsos radiactivos. El límite depende de al-
go más importante: de la verdadera edad de las muestras y del
método interpretativo de los impulsos radiactivos. Esto requiere que
no se aplique la misma escala para todas las épocas, ya sean éstas his-
tóricas, protohistóricas, o prehistóricas. Por esta razón, algunos inves-
tigadores se oponen al término "año" para calcular la edad de las
muestras en términos absolutos. Piden que las muestras orgánicas sólo
DEL CARBONO CATORCE lU·
sean comparadas en forma relativa, indicando únicamente lo que se-
ñalan los instrumentos de los laboratorios o sea, sencillamente, el dato
exacto de cuantos impulsos radiactivos de carbono-14 se registran por
minuto por cada centímetro cúbico de carbono-12. En tal caso se podría
decir que las muestras con la misma cantidad de radiocarbono por minu-
to son de la misma edad, o que las que acusan diferencias en los impul-
sos radiactivos son de distinta edad sin especificar las diferencias en
términos de años. Pero aún estas valoraciones relativas resultarían du-
dosas debido a las variaciones de radiocarbono en la atmósfera.
El hecho de que la eficacia del método cronológico del radiocar-
bono es reconocida por su efectividad aproximada para los tiempos
históricos, constituye un fascinante argumento para suponer su efica.
cia para la protohistoria y para la prehistoria. Pero, a menos que el
método de Libby, en su planteo teórico uniformista y en su aspecto
interpretativo, sea modifica~o fundamentalmente, dará resultados
erróneos para las épocas cuando las condiciones climáticas y, por lo
tanto, cuando el porcentaje de radiocarbono en la atmósfera fue muy
diferente del detectado en la actualidad. El método radiocarbónico debe
ser profundamente modificado para que sus estimaciones cronológicas,
con respecto a las edades de restos orgánicos de la prehistoria, logren
una validez indiscutible resultante de la expresión de una perfecta ar-
monía entre la realidad misma y la hipótesis cronológica que pretende
interpretarla. Vale decir que, ineludiblemente, se debieran tomar en
cuenta los verdaderos porcentajes cuantitativos de radiocarbono atmos-
férico de diversas épocas y que, de acuerdo con esta información, se
midieran los ritmos de recepción y de desintegración de ese elemento
radiactivo en los organismos. ¿Estarán dispuestos los radioquímicos a
abandonar algunos de sus postulados uniformistas con tal que se haga
la modificación de .los imaginados horizontes dilatados de la prehis-
toria para circunscribirlos a sus verdaderos límites? '
La hipótesis cronológica de W. F. Libby, fundada en el promedio
de las radiaciones del carbono-14 ha hecho sus valiosos aportes a las
investigaciones históricas, que requieren el reconocimiento de los ar-
queólogos, de los antropólogos y de los historiadores. De ello dan prue-
ba la estimación de la edad de los rollos bíblicos de las cavernas
próximas al Mar Muerto, los cálculos de la antigiiedad de los restos
descubiertos en las ruinas incaicas y de los que corresponden a las
cronologías de las· culturas Chimú, Tiabuanaco, Nazca, Huari, Mocher
Paracas, Cupisnique y Chavín. Para todos esos hallazgos, comprendi-
dos en las edades históricas, salvo unas pocas excepciones, se carecía
de fechas que permitieran una cronologización metódica, como ocu-
rrió con las ruinas de Zimbabwe, en Africa, y de Stonehenge, en In·
glaterra. A pesar de esas y otras contribuciones similares, el método
cronológico radiocarbónico tiene sus limitaciones: no puede calcular
la edad de los objetos valiosos sin consumirlos. Por lo tanto, nadie
112 EL MBTODO CRONOLOGICO

se. atreverá a entregar un violín para salir de dudas si se trata de un


Stradivarius auténtico que se remonta al siglo XVII, ni los restos
raros rescatados en un paradero de indudable antigüedad prehistó-
rica.
Aunque en algunas revistas de divulgación se ha llamado la aten.
ción del público al darle al método cronológico de Libby el título de
"moderno reloj atómico'', ese concepto es erróneo. El método no se
funda en isocronismos del radiocarbono porque sus radiaciones no
tienen un ritmo preciso y matemático, por lo cual se calculan simples
promedios de radiaciones detectadas mediante aparatos registradores.
El método de Libby se funda en la diversas proporciones entre el car.
bono-12 y el carbono-14 y los cálcttlos del valor general de desinte.
gración del radiocarbono. Esto está basado en los registros compara.
dos de muestras orgánicas de edades diferentes, pero de edades cono-
cidas, que permitieron preparar un "conjunto clásico de mediciones del
carbono catorce", y publicar una escala de valores. Esa escala resulta
interesante, aunque no es de significación cronológica absoluta, sino de
aplicación relativa para la datación aproximada de las muestras pro-
cedentes de diversos períodos históricos.
La utilidad relativa del método cronológico de Libby para la his-
toria reside en el hecho de que las fechas precisas frecuentemente son
conocidas, mediante abundante documentación coetánea de los he·
chos o por diversos métodos de cronologización arqu~ológica. En
cambio, las cronologizaciones radiocarbónicas de Libby admiten un
margen de error de cien años de más o de menos para cada milenio.
De modo que esa latitud admitida de probabilidad de error significa
que, cuando se trata de una investigación que se remonta a la época
de la invención de la escritura, el método del radiocarbono resulta
impreciso en unos seis a siete siglos. Este grado de imprecisión se
consideraría muy por debajo de la exactitud requerida por la crono.
logía absoluta, fundada en observaciones astronómicas.
Los datos aportados por el método del radiocarbono siempre son
de un carácter relativo. Es decir que sus determinaciones no son sino fe-
chas aproximadas, aún cuando se trate de épocas dentro de cualquier
período histórico. Ese grado de incertidumbre es el que ha sido objetado
por diversos investigadores cuyo criterio científico tiene en muy alta es-
tima el valor de la precisión. El geólogo Charles B. Hunt, poco tiempo
antes de ser nombrado presidente de American Geological lnstitute, al
referirse a las llamadas "determinaciones cronológicas,. obtenidas por
el método del carbono.14, escribía: "Para que una técnica o disciplina
pueda ser utilizada para la labor científica, sus límites deben ser co.
nocidos y entendidos, pero los límites de utilización de las determina-
ciones de la edad por el radiocarbono, todavía no son entendidos.
Nadie puede proponer seria m en te que todas las fechas están sin
error, pero nosotros no conocemos qué porcentaje de esos datos son
DEL CARBONO CATORCE '

erróneos -¿el 25%? ¿el 50%? ¿el 75%?. Y nosotros no sabemos cuales'
son las fechas erróneas o en qué cantidad o por qué". (178)
A pesar de la gran latitud que representan los porcentajes de
error admitidos por W. F. Libby y sus colaboradores de diversos labo-
ratorios de América y de Europa, las determinaciones radi.ocarbónicas
resultan de inestimable valor para el estudio de los restos orgánicos
que se descubren en ruinas con respecto a las cuales no se tenía una
idea aproximada de su antigüedad, como ocurrió en el caso de las
misteriosas ruinas africanas de Zimbabwe. Pero, las estimaciones lo..
gradas por el mismo procedimiento pará la protohistoria y la prehis.
toría son inaceptables porque indudablemente inducen a error debido
al hecho de no tomar en cuenta las variaciones de porcentaje entre
el carbono-12 y el carbono-14 en la atmósfera de los tiempos remotos.
El no reconocer esa limitación es el punto débil del método crono-
lógico radiocarbónico de Libby. Es de tomar en cuenta, que, en el
caso de las cronologizaciones históricas, éstas generalmente son verifi-
cadas, excepto para los vestigios de culturas que no dejaron 'testimo-
nios escritos, como ocurre con las altas culturas de América del Sur.
En cambio, las cronologizaciones radiocarbónicas que pretenden son-
dear la prehistor-ia por el método de Libby son inverificables. Estas
resultan por lo tanto, más riesgosas, aunque son tan solicitadas por los
arqueólogos y antropólogos.
3 -El clima primigenio y los enigmas de la paleoclimatología
prehistórica.
La mayor parte de las objeciones contra el método de cronologi.
zación por medio del carbono catorce proceden del campo de la cien-
cia. También hay objeciones que han surgido del campo de la reli-
gión. En ese sentido se han publicado reclamaciones en nombre de la
Biblia. Tales críticas no se han referido, por lo general, a los tiempos
históricos sino a los tiempos protohistóricos y a los tiempos prehistó.
ricos.
Mientras Libby y Arnold realizaban sus experimentos radiocarbó-
nicos escucharon objeciones de algunas personas que invocaban sus
conceptos religiosos como ·cautelosa prevención con respecto al mé·
todo cronológico fundado en la intensidad de las radiaciones del car-
bono catorce. Libby se refería a esas objeciones una década después,
al escribir: ~~El primer choque que tuvimos el Dr. Arnold y yo fue
que uno de nuestros consejeros nos informó que la historia se exten.
día hacia atrás solamente 5000 años. Nosotros habíamos pensado,
primeramente, que podríamos ser capaces de obtener muestras para
toda la larga curva retrospectiva, yendo hacia atrás 30,000 años al mar.
gen de los puntos de esa curva, recién entonces, nuestra lé;!bor habría
sido terminada. Se leen libros en los cuales se encuentran declara-
ciones tales como las que se expresan que tal o cual sociedad o lugar
114 EL METODO CRONOLOGICO

arqueológico, tiene 20.000 años de antigüedad. Pero nosotros aprendi-


mos en forma repentina que esos números, de tan antiguas edades!
no son conocidos; de hecho, es en torno del tiempo de la primera dL
nastía de Egipto cuando la última fecha histórica ha sido establecida
con alguna certeza". ( 179) El valor de ciertas objeciones, presentadas
en nombre de la religión, tal como la antigüedad de Adán, deben ser
analizadas a la luz de la antropología y de la cronología bíblicas. *
El estudio de la Tierra implica no solamente el conocimiento de
las transformaciones geológicas en su corteza sino los cambios clL
mátícos por los cuales ha pasado. Los antropólogos discuten respec-
to al clima terrestre que imperaba cuando apareció el hombre. Tam-
poco están acordes respecto a la época de su aparición en el escena-
rio de nuestro planeta, aunque el esquema evolucionista requiere que
ese acontecimiento haya ocurrido en la Era Cuaternaria en el período
Pleistoceno o Diluvial que precedió al período Holoceno, denominado
también Aluvial, Postglacial y Reciente. Según el esquema propuesto
por los uníformistas el clima terrestre se habría mantenido estable
a más de 20 grados centígrados en el noroeste de Europa durante los
períodos que denominan Paleoceno, Eoceno y Oligoceno, con un leve
descenso durante el Mioceno, bajando de 15 a 10 grados en el Plio-
cf'no, con violentas oscilaciones hasta debajo de cero en los comienzos
de la Era Cuaternaria cuando señalan la Edad de Hielo en el Pleis-
toceno.** (180)
El desarrollo de la humanidad y la interpretación de los aconteci-
mientos que se vinculan con ella, es clasificado en tres etapas: la his-
toria propiamente dicha que, por definición, comienza con la escri-
tura, porque recurre a 'la documentación de los hechos; la protohis-
toria que abarca el lapso precedente a la invención de la escritura,
cuando los acontecimientos eran transmitidos en forma de tradicio-
nes confiadas a la memoria de las generaciones sucesivas; la prehis-
toria, con respecto a la cual se carece de testimonios humanos escri-
* En el próximo capítulo sólo haremos alusión a determinados aspectos de los
problemas antropológicos que han sido vinculados con la cuestión del origen y
de la antigüedad del hombre. Con respecto a los problemas cronológicos implicados,
viene al caso recordar que los sincronismos entre los datos bíblicos referentes al pueblo
de Israel en sus relaciopes con otras naciones, han permitido establecer que los 480
años entre el Exodo y la colocación de la piedra fundamental del templo de Jeru-
salén, en el cuarto año de Salomón (1 Reyes 6:1) implica que aquel acto de eman-
cipación comenzó en Egipto en el afio 1445 a. C., por lo tanto, los 430 años trans-
curridos entre el llamamiento de Abraham y el Exodo, indican que tuvo lugar en
Mesopotamia en el año 1875 a. C. Esto significa que el afamado patriarca nació
en Ur en el año 1950 a. C. que corre!.'})Onde, aproximadamente, al fin de la última
dinastía de Ur y el comienzo de la primera dinastía de Babilonia. Los problemas
cronológicos relacionados con los patriarcas postdiluvianos, los hemos tratado en
nuestros cursos de cronología, y serán publicados en dos volúmenes: Problemas y
Técnicas de la Cronología Prehistórica e lfistórlca, y Cronología Bíblica.
**delLossimposio
problemas implicados por los cambios de clima, constituyeron el gran temario
convocado por la Organización Meteorológica Mundial, dependiente de
la UNESCO, que sesionó en Roma, en octubre de 1961. La magnitud del tema
quedó muy lejos de ser agotada, como lo ha señalado Karl W. Butzer, en la obra
que publicó en Londres en 1965, bajo el título de Enviroment and Archacology.
An lntroductlon to Pleistocene Geography.
DEL CARBONO CATORCE

tos y orales que se remonten a los acontecimientos mismos. Algunos


autores dicen que los pueblos atrasados de diversos continentes vl·
vieron en la prehistoria hasta que fueron descubiertos por los explo·
radores cultos. Otros opinan que esa interpretación es inexacta y
que tales pueblos no deben ser objeto de investigaciones vinculadas
con la antropología prehistórica sino motivo de estudios etnológicos.
Para el lector de la Biblia, tanto la protohistoria como la prehis.
toria forman parte del cuadro iluminado p'or la revelación bíblica que
enfoca la creación del primer ser humano y señala los momentos im-
portantes de sus descendientes. El libro de Génesis no es el resultado
de un trabajo de investigación erudita realizada por Moisés, sino, desde
el punto de vista bíblico, una revelación suprahumana destinada a su-
plir conocimientos que la humanidad no habría podido alcanzar duran-
te mucho tiempo mediante investigaciones científicas. Sin embargo,
la tradición de una primitiva época de ~onanza, que algunos pueblos
denominaron la Edad de Oro, así como la tradición de un cataclismo
diluviano posterior han sido recordadas por casi todos los pueblos de
la antigüedad. El diluvio es evocado todavía por muchos pueblos
actuales que carecen de escritura, como un cataclismo tremendo del
cual se salvaron solamente unas pocas personas. (181)
Siendo así que un cataclismo mundial implicaría modificaciones
en el clima, y que las fluctuaciones climáticas involucran, én cierto
grado, la razón de las variaciones del porcentaje de radiocarbono en
la atmósfera, es conveniente estimar cuál fue la importancia de esos
cambios en los tiempos remotos. De este modo es como se podría dar
con la clave de las paradojas cronológicas del método radiocarbónico
de Libby, método que encuadra casi exactamente con el marco his-
tórico pero que decepciona cuando se aplica sin las debidas precau-
ciones y reparos a los restos orgánicos prehistóricos.
En el libro de Génesis, que contiene todo lo que ha sido consig.
nado por la Biblia referente a la antigüedad desde la creación de
Adán, hasta la época histórica de Abrahán y sus descendientes, se
hallan algunos indicios elocuentes de diferenciación climática. Efecti-
vamente, la Biblia hace alusión a situaciones ecológicas diferentes de
las actuales. Estas pudieron significar variaciones climáticas de pro-
fundas consecuencias. El clima edénico es descrito como el tiempo
cuando uaún no llovía sobre la tierra, sino que subía de la tierra un
vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra." (Gén. 2:5,6) Inmediata.
mente después del diluvio se menciona el clima terrestre en los si-
guientes términos: 11 Mientras la tierra permanezca, no cesarán la se-
mentera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día
y la noche". (Gén. 8:22)
Según las declaraciones de la Biblia hubo un clima primigenio
caracterizado por un régimen diferente del actual. Pero, cuando so.
brevino el cataclismo diluviano se inició una época con nuevas carac-
116 EL METODO CRONOLOGIC0
terísticas climáticas. Los investigadores en el campo de la paleocli'"
matología están acordes en reconocer que hubo una época más cálid~
y húmeda, durante la cual los v:egetales crecían con extraordinaria
rapidez. El paleofitólogo alemán W . Gothan ha comprobado que cier.
tos árboles fósiles, como en el caso de las araucarias antracolíticas,
no muestran el menor indicio de anillos anuales que se forman durante
el crecimiento discontinuo motivado por las grandes diferencias esta-
cionales de temperatura. ( 182) La paleobotánica ha comprobado que
la distribución de los vegetales fue en otro tiempo muy diferente que
la actual. La flora fósil ha demostrado la existencia de plantas tro-
picales en Sptizberg, Groenlandia y la Antártida. Esto evidencia que
hubo cambios climáticos de vasto alcance geográfico. ( 183)
4.-El cataclismo diluviano y las fluctuaciones climáticas.
Las diferencias climáticas postdiluvianas y la variación de porcen-
taje entre el carbono-12 y el carbono-14 en la época edénica o predi-
luviana han sido motivo de cavilaciones de parte de algunos investi-
gadores. Entre éstos hay quienes suponen que antes del cataclismo
diluviano la Tierra estaba protegida por una especie de envoltura pro-
tectora de vapor que, al precipitarse en ocasión del diluvio facilitó los
bombardeos cósmicos de la atmósfera y, por lo tanto, el aumento del
radiocarbono. Algunos exégetas interpretan en el sentido de una ma.
yor humedad las declaraciones registradas en el libro bíblico de Job
cuando, al referirse a la creación, expresa que fueron establecidas las
"nubes por vestidura suya" (Job38:1-9). Los comentaristas recuer-
dan también una gráfica expresión del libro de Génesis cuando, al
describir el diluvio menciona que las 11 Cataratas de los cielos fueron
abiertas". (Gén. 7:11) El diluvio bíblico tuvo el carácter de un gran
cataclismo mundial. Por lo tanto, no debe ser confundido con una
inundación fluvial. La hipótesis del arqueólogo L. Woolley quien des-
tacó como evidencia del diluvio local un estrato sedimentario que des-
cubrió en Ur en 1929, ha sido totalmente descalificada mediante otra:;
excavaciones realizadas en la baja Mesopotamia. ( 184) El carácter m un.
dial del cataclismo diluviano debe haber significado grandes cambios
climáticos, con múltiples consecuencias. Algunos investigadores han des-
tacado que la proporción menor de radiocarbono atmosférico en tiem-
pos remotos se debió al porcentaje diez veces mayor de carbono. Co-
mentando esa hipótesis el Dr. F. L. Marsh, expresa: "Indicaciones de
una n1ayor concentración de dióxido de carbono es evidenciada por
la vegetación prediluviana que era mucho más densa que ahora. Prue-
bas experimentales han demostrado que la mayor parte de las plantas
crecen de modo más lujuriante en ambientes donde la proporción de
dióxido de carbono ha sido aumentado al 0.3%, comparado con la ac-
tual concentración de dióxido de carbono que es de 0.03%. Si hubo
diez veces más carbono en la atmósfera antes del diluvio del que hay
DEL CARBONO CATORCE 117~

ahora, y la cantidad de nitrógeno que, bajo el bombardeo se transfor-


ma en carbono catorce, fue la misma que actualmente entonces el car.·
bono catorce se habría acrecentado lentamente, en comparación' con
la cantidad actual. Sólo unos 16 siglos habían transcurrido hasta que
el diluvio noáquido barrió la superficie de la Tierra, y en ese lapso
comparativamente breve la proporción de radiocarbono con respecto
al carbono común, al ocurrir el diluvio, debe haber sido muy poca.
Sobre la base de este razonamiento la datación mediante el radiocar-
bono, para la época anterior al diluvio, no es aceptable". (185)
El profesor R. H. Brown, al ocuparse del mismo problema, de.
clara: "Hay plena evidencia que antes del diluvio la cantidad de car-
bono en la biósfera fue inmensamente mayor que en la actualidad. El
carbón, el petróleo y las reservas de gas, los lechos calcáreos de con~
chillas y las grandes cantidades de restos orgánicos amontonados en
las formaciones distribuidas en el planeta indican que antes del dilu-
vio la biósfera fue muchísimo más rica en carbono que en la actua.
lidad. Una planta o un animal que haya vivido en un tiempo cuando
la atmósfera contenía la misma cantidad de carbono catorce pero tres
veces más carbono doce del que es característico de las condi-
ciones contemporáneas, al morir pudo haber tenido, según el método
del radiocarbono la 'edad de 16,710 años' en comparación con las
muestras de nuestros días". (186) Si tal es el problema, suponiendo
qu~ hubo la misma cantidad de carbono.14, aunque mayor cantidad
de carbono-12, el problema de la desproporción se agrava notable-
mente si se admite que hubo menor cantidad de carbono-14.
Las evidencias de grandes cambios climáticos son exhibidas por
los fósiles vegetales y animales que se descubren en el Eurasia y Amé.
rica. En las regiones actualmente frígidas como Groenlandia, Canadá
y Alaska se descubren abundantes fósiles de moluscos, anémonas de
mar y corales que representan una temperatura entre templada y cá-
lida (187). Los fósiles vegetales dan el mismo testimonio de un am-
biente templado mediante los restos de más de un centenar de espe-
cies, entre las cuales destacan los canelos, cipreses, higueras,laureles,
magnolias, olmos, robles, sequoias, sicómoros y siemprevivas. (188)
En esas mismas regiones el cieno o "muck" congelado contiene restos
de grandes mamuts, bh:ontes, caballos y esmilodontes, así como ves.
tigios de vegetación de las zonas subárticas y alpina. En el hielo fósil
de Alaska descubrióse un pequeño mamut en tan buena condición
que pudo ser remitido con hielo al American Museum of Natural His·
tory de Nueva York, donde está en exhibición desde 1949. Hallazgos
similares han sido realizados en la tundra de Siberia donde se han
encontrado especímenes de rinocerontes y mamuts congelados (189).
Entre los ejemplares descubiertos en mejor estado de conservación
destácase el mamut de Baresovka, extraído por Otto Herz en 1901 y
seccionado en grandes trozos para transportaz'lo en veinte trineos
118 EL METODO CRONOLOGICO

tirados por renos hasta el ferrocarril, lo cual permitió su estudio y


exhibición en el actual Museo de Leningrado (190). Las investigaciones
practicadas con el resto tan bien conservado de este gran proboscídeo
congelado descubierto en Siberia permitieron averiguar, por el con~
tenido vegetal encontrado en el estómago, que murió en forma repen~
tina en los comienzos del otoño septentrional. (191)
La conservación de restos de animales en buenas condiciones no
es una exclusividad del hemisferio boreal. En el hemisferio austral
también se han efectuado hallazgos interesantes cuya singularidad
queda justificada por la escasez de tierras que avanzan hacia el An~
tártico, en contraste con los inmensos territorios que avanzan hasta
el Artico. El primer hallazgo fue realizado por Alberto Conrad a prin-
cipios de 1895 en la Caverna Eberhard, en Ultima Esperanza, Chile,
cerca del Estrecho de Magallanes, donde encontró una piel con pelos
gruesos de color amarillo y huesecillos dérmicos. El explorador Otto
Nordenskjold efectuó hallazgos adicionales en el mismo lugar, en 1896,
llevándose un trozo de piel y u'na uña de gran tamaño a Suecia. ( 192)
La noticia de tales descubrimientos atrajeron a ese lugar a varios
investigadores. El perito Francisco P. Moreno, director del Museo de
La Plata visitó la caverna en 1897, interesando al paleontólogo A.
Smith Woodward. (19"3) Florentino Ameghino, frente al hecho de que
se encontraron coprolitos del enigmático animal que fue denominado
Neomylodon listai, creyó primeramente que éste aún vivía en la Pata-
gonia (194). Las primeras excavaciones con fines científicos fueron rea-
lizadas en 1899 por Erland Nordenskjold de Estocolmo y por Roberto
Lehmann-Nitsche, Rodolfo Hauthal, y Santiago Roth de La Plata (195)
Comprobóse la presencia de los restos de otros animales extinguidos
y de objetos que demostraron la coexistencia del hombre con el Neo.
mylodon. ( 196) *
La conservación de restos de animales prehistóricos con partes del
cuerpo tan perecederas como la piel, tendones, músculos y uñas, reviste
un carácter excepcional que requiere condiciones especiales. Los ha-
llazgos de restos orgánicos de diversas especies extinguidas cuyos ves-
tigios fueron encontrados por Junius Bird en la Caverna del Milodón,.
permitieron el registro de impulsos radiactivos del carbono catorce
que, según el método de Libby, fueron interpretados como denuncian..
do la antigüedad de 10,832 años. Esa cronologización se halla por de-
bajo de la mayor parte de las que se obtuvieron para los restos de
diversas especies de mamuts de América del Norte, según los datos
presentados por Jim J. Hester en el 24~ Asamblea Anual de la Society
for American Archaeology, efectuada en Salt Lake City el 30 de abrU
de 1959. Las estimaciones publicadas en esa oportunidad señalaron?'
* El autor efectuó excavaciones en el fondo cte la· caverna de Milodón, en febrero de
1947, descubriendo objetos de industria humana de piedra y hueso, junto a los
vestigios del mamífero extinguido, que ha sido clasificado por el nombre de Neo:.
mylodón Iistai. (197).
DEL CARBONO CATORCE

Durante los tiempos prehistóricos el hombre ha sido coetáneo del mamut, según lo
evidencian diversas pinturas y grabados así como el hallazgo de flechas que se han
descubierto en los restos de algunos de estos pro_boscídeos extinguidos. La antigüe-
dad del mamut y del mastodonte han sido estimadas por el método radiocarbónico de
Libby que da cifras excesivamente elevadas para la prehistoria por no tomar en cuenta
el menor porcentaje del carbono-14 con respecto al carbono-12 en las épocas remotas.
los siguientes cálculos de mayor a menor antigüedad: Mammuthus su.
de Lewisville, Texas, 37,000; Mammuthus ExJUs (mamut enano) de
Santa Rosa, 33,000 años; Mammut sp. (mastodón) de Port Talbot,
Ontario 29,500 años; Mammuthus imperator (mamut imperial) de Santa
Isabel, Iztapán, México, 16,000 años; Mammutbus primigenius (mamut
lanudo) de Kassler Quadragle, Colorado, máximo 10,200 y mínimo,
4,885 (198). En el mismo trabajo el investigador admite que esos
números podrían acusar diferencias de 1,000 años. Evidentemente,
esas cifras no pueden ser tomadas como si fuesen veredictos. Son el
resultado de una interpretación de los impulsos radiactivos· según la
curva exponencional de desintegración del carbono-14, con la suposi.
ción de que el radiocarbono mantuvo en forma constante su propor-
ción con el carbono-12 en todas las épocas, inclusive en la prehisto-
ria. Pero hay indicios de que esa suposición uniformista carece de
fundamento.
5. El radiocarbono y el problema del origen del petróleo.
Los geólogos uniformistas suponen que los cambios climáticos
120 EL METODO CRONOLOGICO

fueron graduales y que abarcaron muchos millones de afíos durante


los cuales laS'··espedes vegetales y animales podrían haberse ad&ptado
ecológícamente mediante transformaciones más o menos importantes
según la hipótesis transformista. Pero los geólogos neocatastrofistas
generalmente admiten que tales cambios pudieron ser bruscos, sin
que ellos provocaran transformaciones específicas en las formas vi
vientes y, en el caso del cataclismo diluviano, destacan que tuvo un
·efecto decisivo al eliminar una gran parte de la flora y de la fauna.
La utilización de dos productos bituminosos, conocidos por los
nombres de asfalto y petróleo, interesó a la humanidad desde tiempo
inmemorial (199). No obstante, el problema del origen de esos com-
bustibles no fue un tema de ardiente discusión sino después de me-
diados del siglo XIX, cuando se inició una nueva etapa de su explota,.
ción tanto en Europa como en América. (200) Esto ocurrió después
de un largo e implacable período de persecución y caza de ballenas de
las cuales se extraían los productos grasos para el alumbrado.
Las hipótesis acerca del origen del petróleo se dividieron en dos
campos principales: las que suponían un origen químico-inorgánico y
las que le atribuían un origen químico-orgánico. Entre los partidarios
del origen químico-inorgánico del petróleo se destacaron los químicos
Marcellin Berthelot y Dimitri Mendeleef, fallecidos en 1907. Esos
puntos de vista contaron con el apoyo de Byason, Cloez, Grafts, Dau.
brée, Davy, Landorf, Sabatier y Sanderens. Después aparecieron las
hipótesis cósmicas y volcánicas de los geólogos Sokolov y Moissan.
que tampoco resultaron satisfactorias.
Con respecto a los que proponían el origen químico-orgánico del
petróleo se defendieron con persistente antagonismo dos clases de
hipótesis: la de los catastrofistas, que invocaban principalmente el ca-
taclismo diluviano como causa de la desaparición de enormes cantida-
des de organismos y animales que habrían sido sepultados en forma
más o menos repentina; y la de los uniformistas que recurrieron a la
llamada hipótesis del sapropel ideada por Robert Potonié. Este quí-
mico alemán enseñaba que el petróleo se formaba en el fondo de an-
tiguos lagos por la acumulación lenta de restos orgánicos en el barro pu-
trefacto que pasaría por un proceso de bituminización. Posteriormente
los uniformistas procuraron explicar el origen de los yacimientos petró-
líferos mediante la sedimentación lenta de partículas orgánicas de seres
casi microscópicos en el fondo de los mares epicontinentales, para
formar las llamadas 11 rocas madres" y las 14 rocas de almacén" a travéc.;
de cuantiosos millones de años para las cuales suponían que habían
entrado en acción elevadas temperaturas y grandísimas presiones pro.
poniendo, igualmente, la acción de bacterias y de sustancias radiactivas
como el carbono catorce. (201). Según los cálculos de Willard F. Libby
y de su colaborador E. C. Anderson, de los 8.3 gramos de radiocarbono
"" DEL CARBONO CATORCE

que se halla por centímetro cuadrado en la superficie planetaria, in·


cluyendo la atmósfera, 7.25 se hallan en los Océanos en forma de car..
bonato y 0.59 como substancias orgánicas disueltas en los mares.

Las hipótesis actualistás acerca de los millones de años que con-


sideran necesarios para la formación del petróleo, llegaron a ser como
una traba para los trabajos de laboratorio tendientes a la preparación
de hidrocarburos a pesar de los estudios del químico alemán A. Kun•
kler quien, en 1910, había transformado grasas animales en sustancias
de tipo bituminoso. (202) No obstante, en el Simposio de Geoquímica
realizado en París en septiembre de 1964, dos técnicos de los Labora-
torios de Investigación de la Shell, Jurg y Eisma, informaron respecto
a sus experimentos, indicando que habían logrado la síntesis de hidro-
carburos del petróleo a partir de ácidos orgánicos, expresando final·
mente: "Estos experimentos de laboratorio no señalan el camino para
fabricar petróleo sintéticamente, porque la cantidad de hidrocarburos
obtenidos es extremadamente pequeña y el tiempo para producir
grandes cantidades sería probablemente igual a los millones de años
requeridos por la naturaleza ". (203)
En el mismo año 1964, poco antes que se realizara el mencionado
Simposio de Geoquímica de París, el autor, interesado en algunas in-
vestigaciones comparativas entre las momias de Egipto y las del Perú,
visitó al Dr. Osear Urteaga-Ballón quien estaba realizando en la ciudad
de Lima el estudio patológico de un lote de momias descubiertas por
el arqueólogo alemán Hans Horkheimer en Chancay durante 1962 y
que según el método cronológico radiocarbónico permitió estimar una
antigüedad de 700 años, o sea, del año 1262 d.C. El médico paleo-pa-
tólogo le mostró en esa oportunidad tres cerebros extraídos de esas
momias, caracterizados por la presencia de una sustancia pardo-
negruzca y untuosa, parecida a la brea. El análisis de la Facultad de
Petróleo de la Facultad de Ingeniería del Perú, realizado a mediados
de 1965, señaló en esas masas encefálicas la presencia de una propor-
ción del 58 al 77% de sustancias bituminosas. Se estaba en presen.
cia de dos posibilidades: o las sustancias petróleas habían sido utili·
zadas para embalsamar las momias, como había ocurrido en Egipto,
o éstas eran el resultado de las modificaciones químicas de esos cere-
bros, parcialmente transformados en sustancias bituminosas.*

Ante el enigma representado por los tres cerebros humanos con


sustancias bituminosas se procedió a la apertura de otros fardos fu-
nerarios del mismo cementerio precolombino de Chancay, pero no
se, encontraron otros vestigios bituminosos excepto en algunos teji-
* En la obra titulada Materia Médica, escrita por Dioscórides hacia el año 60 d. C.
se dice que el asfalto denominado moum o mumia, o betún de Judea, era utilizado
por Jos egipcios para momificar los cadáveres y que esa sustancia procedía del
Mar Muerto. (204)
122 EL METODO CRONOLOGI ·

dos musculares y dentro de las cavidades craneanas. El examen de


momia adulta, procedente de Changos, Pisco, caracterizada por
gran deformación craneana intencional, presentaba fuera de
que su color negruzco se debía a la presencia bastante considerable
sustancia bituminosa. Parecía tratarse de la masiva transfm·m:aci.ó~•
bituminosa de todos los tejidos blandos, pero la determinación de
antigüedad de esa momia mediante el método del carbono-14
zado por W. F. Libby, dio el cómputo de 2400 años. Esto significa
que ese resto correspondía a un ~er humano que había vivido en
Perú cuando el rey Nabopolasar de Babilonia, padre del que sería
nacido como el fainoso Nabucodonosor U de los jardines
realizaba sus campañas en el Cercano Oriente. ¿Dónde quedaban,
los millones de años para la formación del petróleo? Además,
cerebros bituminosos correspondían a momias de la región de
cay que era de una antigüedad menor, cuando reinaba Alfonso el ~aOl<>'•
Para esclarecer el problema de cómo pudieron prepararse
momias el doctor· Urteaga-Ballón se decidió a realizar diversos
bajos de laboratorio. Uno de los experimentos consistió en
car un cadáver no reclamado en el Hospital 2 de Mayo de la
de Lima. Uno de los enigmas era cómo los aborígenes
nos podían introducir 'sustancias petróliferas en el cráneo sin
trepanaciones para lograr ese aparente resultado. Todo quedó
to con el experimento. El cadáver, atado para que asumiera la .uuo..u.u...-
posición fetal de hiperflexión forzada, como la de las momias
fardos funerarios precolombinos, fue introducido en un tanque
hierro. Por la _acción del calor se desprendieron gases que
ron la presión de modo que los líquidos acuosos se fueron
do en el fondo del recipiente, mientras los músculos iban
dose paulatinamente. En sólo 30 días se preparó una momia
podría ser fácilmente confundida con las que se extrajeron de
cementerios precolombinos. Lo más importante de ese
fue que en tan poco tiempo se produjo, también la bituminización.
Este experimento fue seguido por otros igualmente exitosos
mostrando que desecando cerebros y corazones se obtenían en s
diez días reducciones de peso entre el 70 -y el 80%. Algunas de
piezas anatómicas momificadas han sido conservadas a la
tura del ambiente, mientras otras sirvieron para extraer sus.-~A-A·~..,. ••
bituminosas para utilizarlas como combustible. De este modo se
sieron en marcha diversos vehículos, inclusive un automóvil de
caballos de fuerza. En uno de los ensayos con una motoneta, provis
con 90 centímetros cúbicos del combustible experimental dieron
rendimiento de 12,5 minutos. Utilizando 90 centímetros cúbicos
gasolina Esso se logró un resultado similar durante 13 minutos.
firiéndose a tales experimentos, el doctor Urteaga-Ballón destacó
siguientes hechos:
DEL CARBONO CATORCE

"Se había obtenido por primera vez en el laboratorio combusti•


bies ext~aídos de la materia orgánica en general, similares a aquéllos
que se obtienen de los petróleos naturales, probándose de manera
concluyente la teoría que hacía suponer que el petróleo tenía su origen
en la materia orgánica, sólo que no era necesario esperar millones de
años en su formación, ni se necesitaba elevadas temperaturas, ni me-
nos enormes presiones como lo aceptaban todos los especialistas sobre
el particular y se repite en las obras clásicas que se han ocupado
del problema.
11
Se había demostrado que el petróleo tenía su origen en la des.
composición de la materia orgánica, por la simple influencia de la
temperatura y presión, regulables por la mano del hombre, con sim.
ples equipos de laboratorio. Se descartaba también la supuesta inge-
rencia de sustancias catalíticas, de sustancias radioactivas y la parti-
cipación de microorganismos especiales, como lo señalaban otros au-
tores complicando eí problema". (205)
Entre los argumentos invocados por los geólogos neocatastrofis-
tas en favor de la magnitud del cataclismo diluviano figura el de la
abundancia de yacimientos petrolíferos en diversas regiones del mun.
do. Las investigaciones pertinentes -confirmadas por el paleo.
patólogo peruano Urteaga.Ballón al efectuar experimentos con restos
orgánicos vegetales y animales- demostraron que los hidrocarburos es·
tán formados por dos grupos generales de características propias: (1)
hidrocarburos de cadena abierta o saturados, que consti.tuyen la se-
rie parafínica, de origen vegetal; (2) hidrocarburos de cadena cerra-
da, o no saturados, integrada por dos series, la aromática y la nafté-
nica, que se consideran de origen animal. (206) Evidentemente, la
cantidad de restos requeridos para originar las cantidades de petró.
leo existentes significan la acumulación de enormes proporciones de
restos vegetales y animales que, en muchos casos, deben representar
la ac<;ión de un cataclismo de proyecciones mundiales que dio sepul·
tura repentina a tan abundantes restos orgánicos antes que entraran
en estado de putrefacción, tal como la requerían los experimentos de
Engler y Hoffer con restos de pescados frescos. Esta idea había sido
tomada en cuenta por algunos geólogos que comprobaron la presen-
cia de rocas bituminosas que contenían cantidades prodigiosas de
restos de peces. (207)

Mientras los partidarios del uniformismo dan mucha importancia


al factor tiempo para la formación del petróleo en cuantiosos millones
de años, los geólogos neocatastrofistas conceden más bien importan-
cia a la forma cataclísmica de cómo los restos orgánicos quedaron
aprisionados en la corteza terrestre por el sepultamiento repentino de
grandes cantidades de organismos acuáticos y terrestres, tanto vege-
124 EL METODO CRONOLOGICO

tales como animales.*

El examen radíocarbónico de las momias precolombinas bitumini-


zadas ha demostrado que, lejos de requerir millones de años, bas·
taron dos milenios y medio o unos pocos siglos para transformar de mo-
do natural los restos humanos en substancias bituminosas. Esa evi-
dencia de la importancia del modo sobre el tiempo en la forma.
ción del petróleo ha sido elocuentemente demostrada por los triunfos
experimentales logrados por el doctor Osear Urteaga-Ballón, fundador
del Museo de Paleo-Patología en la ciudad de Lima, Perú, donde se
exhibe la primera momia experimental, preparada en 30 días en el
laboratorio del Hospital 2 de Mayo. En esa momia moderna se ob.
servan todas las características de las momias preincaicas, dando
corno resultado, como lo destaca su preparador, que los "arqueólogos,
antropólogos y paleo.patólogos que la observaron creyeron que ella
había salido de un fardo precolombiano."

El cataclismo diluviano es la clave de la gran conmoción plane-.


taria que explica el sepultamiento repentino de enormes cantidades
de restos orgánicos de un modo favorable para la formación de la
mayor parte de los lechos de carbón y de los yacimientos de petró-
leo. Por lo tanto no es necesario recurrir a las hipótesis uniformis-
tas que reclaman cuantiosos millones de años para las acumulaciones
carboníferas y petrolíferas.

Las transformaciones implicadas por el diluvio permiten pensar


que ese cataclismo obedeció no solamente a una gran precipitación
pluvial sino a un fenómeno planetario de vastas proporciones en el cual
un cambio repentino del eje de la Tierra, cuya inclinación actual es
de 231/2 grados, pudo significar el lanzamiento de los mares sobre los
continentes. El nuevo aplanamiento bipolar y el nuevo ensanchamien-
to ecuatorial de la Tierra, como elipsoide de rotación, pudo implicar
una gran actividad volcánica que, filtrando con sus nubes de cenizas
los rayos solares contribuiría al descenso de la temperatura al extre.
mo de provocar el comienzo de la Edad de Hielo. Se calcula que para
que se produzca una Edad de Hielo actualmente, la temperatura ten.
dría que descender 15 grados centígrados bajo cero. (209)

John Witcomb, profesor del Grace Theological Seminary y Henry


M. Morris, hidrólogo del Virginia Polytechnic Institute, han destacado

* En las páginas de la Biblia se menciona un lapso muy breve para e) cataclismo


diluviano, acerca del cual se proporcionan informaciones en el libro de Génesis.
Según el texto Hebreo de este libro bíblico, desde la creación de Adán hasta el
diluvio, transcurrieron 1656 años. En la versión griega conocida como la Septuaginta
se indica un lapso de 2262 años hasta el catacli&mo diluviano. En ambos textos
se proporcionan los datos que indican que el diluvio tuvo una duración de un año
y diez días. (Génesis 7: 11; 8: 13-19).
DEL CARBONO CATORCE 125
la necesidad de tomar muy en cuenta las variaciop.es del porcentaje
radiocarbónico de la atmósfera en el pasado para establecer valuado·
nes cronológicas prehistóricas: 11Con respecto a las plantas y animales
que vivieron antes del diluvio, la pérdida del manto de humedad de la
Tierra favoreció el aumento del porcentaje del carbono-14 con res~
pecto al dióxido de carbono, siendo así que el promedio de formación
de los átomos de carbono-14 habrá sido acelerado por la pérdida de
ese manto. Por otra parte, el influjo del carbono en la atmósfera debido
al intenso volcanismo durante y después del período del diluvio, debe
haber aumentado grandemente el contenido del dióxido de carbono
atmosférico así como en los océanos, probablemente más que para neu-
tralizar el incremento de carbono.l4, al menos por algún tiempo.
Además, la situación de equilibrio entre la formación y la desmate~
rialización del radiocarbono, que se ha adoptado para cualquier cál-
culo mediante ese método, obviamente no sería aplicable por un largo
tiempo después del diluvio. Aunque es más probable que haya habido
un notable aumento en la formación de átomos de carbono-14 en el
tiempo del diluvio debido a la gran efectividad de la radiación cós-
mica en ese proceso después de la precipitación del manto de vapor,
habrá requerido muchos años para que la cantidad total del radio.
carbono haya producido una reserva de tal magnitud como para que
el número de átomos formados y disipados haya sido igual. Y esto
debe haber significado que los organismos,. en esos años y durante los
siglos inmediatos después del diluvio, habrán incorporado una pro.
porción relativamente menor de radiocarbono que aquellos organis-
mos que vivieron en tiempos posteriores. Esto habrá sido especialmen·
te cierto algunos siglos después del diluvio, en el transcurso del tiem-
po cuando se mezclaban el carbono atmosférico, el oceánico y el bi<r
lógico". (210)
Al plantear cuáles serían las consecuencias radiocarbónicas de las
fluctuaciones climatológicas postdiluvianas y sus efectos sobre el mé·
todo cronológico de Libby los investigadores Witcomb y Morris, des.
pués de citar al autor del sistema de cronologización mediante el car-
bono catorce, presentan las siguientes consideraciones: 11 La conclu-
sión ineludible es que las plantas y animales que vivieron en los pri-
meros siglos después del diluvio se habrán caracterizado por una ra-
diactividad inferior a la que se adopta como base de los porcentajes
actuales, y por consiguiente, habrían de aparecer como más antiguos
de lo que en realidad son. La radiactividad específica fue acrecen.
tada durante el transcurso del tiempo, acercándose a la presente pro.
porción equilibrada. Esta es la causa por la cual las dataciones por
el radiocarbono para los últimos cuatro mil años parecen mostrar
generalmente una buena correlación con la cronología histórica ve~
rificada, mientras que hay muchas discrepancias y un gran margen
de error cuanto más se retrocede con las comparaciones en el tiem~
126 EL METODO CRONOLOGICO

po. Pero para fechas más antiguas, la radiactividad específica en el


ambiente terrestre fue progresivamente menor cuanto más se retro-
cede en el tiempo. Por consiguiente, cuando el material mayor, di-
gamos, de unos cuatro mil años, es analizado ahora por el radiocar.
bono, debe hallarse, con seguridad que su actividad es baja, y si la
edad es calculada sobre la base de las actuales condiciones de equili.
brio proporcional, necesariamente se estimará que es muy antiguo,
con un promedio de error que se acrecienta progresivamente con la
edad del material. Por lo tanto, el diluvio y los eventos relacionados
con él explican adecuadamente los datos proporcionados por el es-
tudio del radiocarbono o carbono-14, contando para la concordancia
con las fechas históricas de acontecimientos recientes pero, al mis-
mo tiempo, indicando que las dataciones más antiguas y sin verifica-
ción deben ser demasiado altas, tal como se puede inferir de los in.
formes bíblicos". (211)
El cataclismo diluviano, recordado por las tradiciones de la mayor
parte de los pueblos de la antigüedad ha sido "ignorado voluntaria.
mente" por los partidarios del uniformismo que se fundó como una
reacCIOI). en contra del. catastrofismo exagerado. (212) El neocatas-
trofismo considera al diluvio como la clave de muchos enigmas del
pasado. Pero el actualismo, al repudiar sistemáticamente la realidad
del cataclismo diluviano, no puede lograr una verdadera perspectiva
del pasado porque atribuye a las fuerzas que actúan actualmente una
dilatada acción para explicar lo que el geólogo neoca~astrofista adju-
dica a la gran magnitud de las fuerzas que se desencadenaron vio-
lentamente para conmocionar a la Tierra. El antagonismo entre am-
bos puntos de vista es tan evidente como inconciliable, según lo ha
destacado el geólogo George McCready Price. (213) Aún en las filas
del evolucionismo hubo quienes, como el filósofo Herbert Spencer pu-
sieron en tela de juicio algunos postulados del uniformismo o actua.
lismo defendido por Charles Lyell. (214)
El cataclismo diluviano fue puesto a un lado por los geólogos uni.
formistas como un resabio del neptunismo de la antigüedad, cono-
cido como el clásico adversario del plutonismo. Ninguna de esas dos
escuelas antagónicas tenía toda la razón: en ambas había exagera-
ciones. Pero la geología actualista, al cerrar los ojos a los hechos del
cataclismo diluviano, rechazándolo como un tropezadero en el cami-
no de la ciencia, como aconteció con la proverbial piedra angular del
templo de Jerusalén, ha dejado un vacío rellenado con hipótesis uni.
formistas. Estas pretenden que toda formación geológica puede ex.
plicarse sobre la base de tiempo elevado a cualquier magnitud que
ellos consideren teóricamente como suficiente. Esta fue la actitud
de Darwin después de leer los Principios de Geología de Lyell. (215)
Por esto, el fundador del darwinismo, durante su viaje de circunna-
DEL CARBONO CATORCE 127

TERMINAL TUBO DE LUCITA MUESTRA DE CARBON


DE ALAMBRE
CENTRAL FILAMENTOS
INTERIOR OEL TUBO
DE LA PANTALLA

CILINDRO PARA CILINDRO PARA


LA MUESTRA LA MUESTRA
TAPA TERMINAL

ALAMBRE CENTRAL
Tubo Gciger con pantalla detectora para los cómputos.

vegación vio al mundo al través de los anteojos obscuros de su compa-


triota que fue uno de los fundadores del actualismo. Este influjo de
Lyell sobre Darwin fue tan decisivo e indeleble que, en la carta que
éste le dirigió' a L. Horner desde su residencia en Down, el 29 de
agosto de 1844, expresó: 11 Siempre tengo la impresión de que mis libros
salen a medias del cerebro de Lyell, y que no lo reconoceré nunca
bastante ... Pienso constantemente que el gran mérito de los Princl·
pios consiste en haber cambiado el clima intelectivo, de suerte que
en muchos casos, mirando una cosa que Lyell no haya visto jamás,
la vemos parcialmente por sus ojos".
El método cronológico del carbono catorce ideado W. F. Libby,
valioso para la cronÓlogizar restos orgánicos que pertenecen a las
épocas históricas, ha resultado ineficaz en sus estimaciones que pre-
tenden sondear la prehistoria. Esta situación podría ser ilustrada por
una galería de _espejos especiales que, por sus formas irregulares que
se apartan de la superficie plana, reflejan a las personas en forma
distorsionada, de modo que el delgado puede verse gordo y la persona
obesa puede contemplarse flaca o, también, que el reflejo de la cabeza
y del tórax aparece normal y el abdomen y extremidades inferiores
extraordinariamente alargadas, escogiendo cada uno la imagen que
más le agrade. En estos casos todo depende del espejo: en el caso
de la hipótesis de Libby todo depende de su sistema interpretativo.
Esto explica cómo es que ese método cronológico resulta adecuado
para las investigaciones históricas sujetas a verificación, mientras que
no es satisfactorio para las investigaciones prehistóricas de carácter
inverificable. La distorsión interpretativa es el efecto de aplicar el
actualismo a épocas que fueron diferentes de la actual: hubo cata.
clísmos de magnitud que provocaron diferencias climáticas y esos
128 EL METODO CRONOLOGICO
factores influyeron en las modificaciones del porcentaje de c.arbono-
14 con relación al carbono-12. El método de Libby no contribuye efi-
cazmente a las investigaciones prehistóricas porque su tabla de \'a-
lores no toma en cuenta los efectos de esas oscilaciones dimáticas de
la prehistoria por haber aceptado el uniformismo de Lyell y de- ~us
continuadores como si fuese un axioma.
La desviación del método de Libby con respecto' a las cronologiza~
cienes prehistóricas es comparable a la del arpón que es arrojado
contra la engañosa imagen refractada del pez. Como el pez se halla
en d agua en un medio mucho más denso que el aire, la única ma-
nera de arponearlo es tomando en cuenta la refracción de la luz en
el agua. A causa de esa refracción una vara derecha, surmegida parcial-
mente en el líquido elemento, aparece torcida y una vara torcida puede
aparecer como si fuese derecha. Esto es comparable a lo que acon-
tece con el método radiocarbónico por aplicar- el mismo método uni-
formista a las cronologizaciones de restos orgánicos tanto históricos
como prehistóricos, olvidando que las condiciones climáticas fueron
diferentes en esas dos grandes etapas. Por consiguiente, los repetidos
intentos de cronologizar el pasado prehistórico por el método radio-
carbónico, como si las condiciones atmosféricas hubiesen sido siem-
pre iguales, co:1duce a conclusiones erróneas. *'
El aborigen aprende bien pronto que flechar un pez en el agua e~
algo muy diferente que derribar un pájaro en pleno vuelo. En este
caso se guía por lo que ve, aunque el objetivo esté en movimiento,
pero en el otro caso está obligado a tomar muy en cuenta la refrac-
ción aunque el pez esté reposando en el fondo del agua, ofreciendo
un blanco inmóvil. En un caso dispara la flecha directamente al blan-
co, pero en el otro, necesita calcular el ángulo de refracción para no
ser decepcionado. Esta lección han tenido que aprenderla los hombres
de todos los tiempos, inclusive los aboríg~nes considerados como muy
atrasados que habitan actualmente en diversas regiones del planeta.
La ley física de la refracción es igualmente real para el hombre mo-
. derno. Los hombres de ciencia qw" intentan sondear la prehistoria
por el método de Libby verán, probablemente algún día, la conve-
niencia de abandonar el postulado uniformista con respecto a la pre.
historia. Sólo así será posible que las fechas distorsionadas que pre-
sentan sus interpretaciones de los débiles impulsos radiactivos de Ja
prehistoria sean abandÓnadas gracias a la adopción de un sistema de
interpretación que tome en cuenta todos los factores que entran en
juego. El uniformisrno no es un axioma que pueda resolver de por
sí los' problemas cronológicos de la prehistoria. La crítica de los re-
sultados erróneos debe ser un incentivo para descubrir la forma de
'obviar las dificultades de un método que ya ha ganado justificados
méritos en el campo de la cronología histórica.
CAPITULO VI

EL RADIOCARBONO Y LA CUESTION DE LA ANTIGUEDAD


DEL HOMBRE

1 . -El origen del hombre y el Horno primigenios de Neandertbal.


El origen del hombre es uno de los problemas básicos que inte-
resan más directamente a la humanidad. El enfoque de los más di.
versos problemas de la vida difiere según la actitud que se asuma
frente a esta cuestión fundamental.
Se han propuesto dos explicaciones . para el origen del hombre:
1~. La creacionista, que presupone la existencia de la Divinidad
y de un plan creativo y finalista del cual inforiJ;la la Biblia.
2~ La evolucionista que ha propuesto diversas hipótesis que su.
ponen la aparición accidental del hombre por efecto de sucesivas
transformaciones de animales antropomórficos.
El creacionismo y el evolucionismo se disputan en forma incon.
ciliable el problema del origen del hombre. El creacionista considera
al primer hombre como un ser inteligente, dotado desde su creación
con todas las facultades específicas que lo caracterizan, mientras que
el evolucionista se empeña en describir imaginarias etapas de trans-
formación de una bestia para alcanzar gradualmente, a través de mi·
llones de años, la jerarquía humana. *
Entre· los antropólogos evo-
lucionistas se ha discutido si el hombre se originó en Asia, Africa,
Europa, Oceanía o América. Florentino Ameghino y sus continuado.
res creyeron que el hombre se había originado en América porque
suponía haber descubierto restos humanos coetáneos de ciertas espe-
cies de animales extinguidos que se atribuían a los tiempos remo.
tos que los e~olucionistas denominan Era Terciaria. (216) Pero los
partidarios del origen del hombre en el Antiguo Mundo se opusieron
* La Biblia no indica en forma explícita, ni en el Antiguo Testamento ni en el
Nuevo Testamento, en que año fue creado Adán. Las especulaciones cronológicas
del obispo James u~sher (1581 - 1656) fueron publicadas en las márgenes. de algunas
ediciones de la Biblia, indicando el año 4004 a. C., para la creación de Adán, que
correspondería al año 5970 antes del año 1967 d. C. Las investigaciones en el campo
de la literatura cronográfica desde la época patrística, han permitido rastrear el
origen quiliasta de la estimación de los 6000 años que fue mencionada por
Shakespeare (1564-1616) y por otros autores anteriores a Ussher. Entre los comenta-
ristas modernos de la Biblia se invocan razones para considerar que la genealogía
patriarcal postdiluviana, anterior al patriarca Abraham (1950 -1775) a. C., es de
carácter selectivo. Se destacan especialmente en ese sentido, la referencia neotesta-
mentaria al patriarca Cainán que no figura en las nóminas genealógicas paleotesta-
mentarias (Génesis 11: 12· Lucas 3: 35-36). Por esta razón el ar~ue6logo y cronó.
grafo Siegfried H. Horn destacó lo siguiente en el Diccionario Bfbbco fundamentalis-
ta más reciente: "Existe la posibilidad de que hubo otros hombres en la línea
patriarcal cuyos nombres, la inspiración no vio la conveniencia de preservar.
Por com:igujente debe considerarse que la cronología de la Biblia, para los tiempos
anteriores a Abraham no es necesariamente conocida en su totalidad. Para que
el informe de la Biblia, incluyenqo los datos cronológicos, sea verdadero, no se
requiere que las Escrituras contengan un informe completo de todo lo que acon·
teció en lo pasado". "Chronology", en S. D. A. Bible Dictionary (Washington, 1960).
pá¡. 196.
130 EL METODO CRONOLOGICO

tenazmente a las hipótesis que consideraban al Nuevo Mundo como


cuna de la humanidad, porque los argumentos en favor del monoge-
nismo los obligaron a la aceptación de un solo origen, suponiendo
que éste habría ocurrido en el Antiguo Mundo.
No obstante, hubo evolucionistas que, como Ernesto Haeckel
(1834-1919), se atrevieron a esbozar esquemas arbitrarios, de tenor
poligenista, según los cuales cada continente, con la excepción de Amé-
rica habría contado con su propio tronco humano, a partir de los an.
tropoides de especies existentes. Tales hipótesis han sido repudiadas
por los antropólogos evolucionistas modernos quienes pretenden que
los seres humanos se derivaron de animales extinguidos, de forma
antropoide que consideran como antepasados comunes de los antro-
poides actuales y de las diversas ramas raciales de la humanidad.
Los antropólogos evolucionistas defienden ideas tan dispares con
respecto al origen del hombre y de su antigüedad que no han podido
ponerse de acuerdo al respecto de esos dos aspectos del problema. No
obstante, coinciden en repudiar a Adán como un ser creado, consi.
derándolo como un simple mito etiológico, con el propósito de justi-
ficar la existencia del Homo sapiens. Bajo este nombre latino repre-
sentan al hombre como ser inteligente, pero suponen que antes de
alcanzar ese nivel intelectual, el hombre pasó por estadios previos
de salvajismo representados por el Homo primigenios u hombre
primitivo y por otros grados inferiores imaginados como más bes-
tiales y que se han definido por las palabras de Anthropopitecus u
41
hombre.mono" y Pithecanthropus o "mono-hombre", que habrían sur.
gido de antepasados cuadrumanos, o sea de mamíferos con cuatro
manos, como los monos. *
Los antropólogos evolucionistas que interpretan al género Horno
como dividido en varias especies procuran satisfacer de ese modo sus
ideas transformistas. Generalmente clasifican como una especie al

* En consonancia con sus hipótesis, los zoólogos y antropólogos evolucionistas han


incluido al hombre en el orden de los Primates que pertenece a la clase MIUnalla.
Incluyen en el orden de los Primates a los lemures, tarsios, monos, antropoides y
a los seres humanos. Dentro del orden de los Ptlmates figura el !:uborden
Antbropoídea con tres superfamilias Ceboldea, que incluye a los monos del Nuevo
Mundo, Cercopitbecoldea, con los monos del Antiguo Mundo, y Hominoldea, que
abarca a los antropoides vivos v extinguidos y a los seres humanos. Según este
esquema evolucionista la superfamilia Hominoldea tiene dos familias: Pongiae y
Horno. La familia Pongiae o Simidae, ha sido dividida en seis géneros: Hiloba.te&
(gibón), Symaphalangus (siamang), Pongo o Simia (orangután), Pan (chimpancé),
Gorilla (gorila), AWJtrolopithecus (antropoides extinguidos). A la familia Homlnidae
le atribuyen un sólo género: Horno. Este es dividido por algunos antropólogos evolu-
cionistas en diversas especies entre las que se destacan las designadas por los nom-
brefJ de Homo Saplens, Horno Prlmlgenlus, Horno Erectus y otras. Tal esquema
que pretende pasar por un árbol genealógico, agrupa a los llamados primates, dentro
de un orden en el cual pretenden incluir al hombre porque conjeturan que éste
tiene vínculos de parentesco más o menos próximos con la familia Pongiae, espe-
cialmente con 'el género extinguido de los Australoplthecus. Para el creacionist~
esa clasificación sistemática, aceptable únicamente como una cla~:ificación simple·
mente morfológica, es totalmente inadmisible con respecto a la posición extraordi·
naria del hombre al que considera como un ser originado por creación directa,
caracterizado por su condición racional.
DEL CARBONO CATORCE

Romo prim.igenius, en la que incluyen al llamado Homo neandor-


thalensis, que consideran inferior y anterior al Homo saplens.
Los antropólogos evolucionistas opinan que fueron necesarias vaS•
tas épocas para una supuesta "hominidación" o transformación de
formas antropoides en cuerpos netamente humanos, como si el ori·
gen del hombre fuese simplemente un asunto de tiempo y no de
modo. Los "árbóles genealógicos" que pretenden eslabonar un su.
puesto parentesco entre el hombre y los antropoides, generalmente
señalan como un paso decisivo de la hominidación al Pithecantropus
erectos, seguido, en orden ascendente, por el Horno heldelbergensls,
el Horno neanderthalensis y el Horno sapiens. Tales esquemas toman
en cuenta una documentación esquelética muy incompleta. Esto queda
ilustrado, por ejemplo, con el Horno heidelbergensis fundado en un
solo hueso: un maxilar inferior. El hallazgo realizado por el geólogo
Otto Schoetensack, de la Universidad de Heildelberg, se efectuó en
1907 entre la arena de la cantera de Mauer, Alemania, a 20 metros
de profundidad. Las edades que se le atribuyeron oscilan entre
250,000 a 500.000 años. (217) Algunos investigadores, con mayor pro-
bidad científica, han indicado la falta de fundamento de esas conclu.
siones arbitrarias. El profesor C. L. Brace, de la Universidad de Cali-
fornia lamentó, en 1964, tales procedimientos al escribir: "Esta fecha
podría ser calificada como estableciendo amplias y lejanas teorías
acerca de la evolución humana sobre muestras pobremente documen-
tadas -en muchos casos sobre especímenes únicos y dudosos". (218)
Del Horno neanderthalensls se han descubierto ejemplares en di-
versos países a partir del hallazgo realizado en 1856 en una cueva del
valle de Neander, Alemania. Se caracteriza por los abultados arcos
superciliares, el mentón retraído, y la solidez de sus huesos. Los an-
tropólogos evolucionistas opinaron que había transcurrido muchísi-
mo tiempo desde el hombre de Neanderthal, hasta el Horno saplens.
El antropólogo A. Schawalbe propuso que, por sus características un
tanto rústicas el Horno neanderthalensis fuese denominado Horno pri·
mlgenius, por considerarlo como una forma ancestral, muy remota y
primitiva del Horno sapiens. No obstante, los antropólogos evolucio-
nistas quedaron perplejos ante la evidencia de que ambos tipos de
seres humanos habitaron en Palestina en las mismas cavernas y en la
misma época.
El hallazgo de esqueletos entremezclados del Horno neanderthalen-
sis y del Horno sapiens en los niveles prehistóricos de algunas caver-
nas del Wadi el Mughara, monte Carmelo, en Palestina, ha producido
una revolución entre los investigadores que habían sostenido, forjan.
do argumentos vinculados con la anatomía comparada, que las for-
mas neanderthaloides eran muy anteriores a la aparición del Homo
sapiens u hombre actual. Por esta razón el antropólogo francés C.
Aranbourg admite que la "distancia entre el hombre de Neanderthal
132 EL METODO CRONOLOGICO.

y el hombre actual es menor de lo que se podría esperar: los hom~:


·bres de Palestina llenan la fosa que parecía separarlos y muestran que:
-sin querer hacer de este sitio la cuna de la humanidad -es inútil el
intentar determinar el origen del Horno sapiens, apelando a cierto·
desarrollo paralelo de un ancestro 'sapiens' a comienzos del cuater..
nario". (219)
Con respecto a la antigüedad de los restos humanos prehistóri-
cos, descubiertos en las cavernas del monte Carmelo, la arqueóloga
británica D. Garrod extrajo carbón vegetal que, sometido a la prueba
del carbono-14 se interpretó que, según la frecuencia de sus radiado.
nes, tenía 7.800 años a.C., más o menos 210 años. (220) Esa edad, para
los evolucionistas, calculada según el método radiocarbónico de Libby,
resulta irrisoriamente breve. Las elucubraciones transformistas · re-
querían cuantiosos miles de años entre el Horno neanderthalensis y el
Horno sapiens, pero al hecho comprobado de la coetaneidad de am.
bas ''especies" humanas -en el sentido evolucionista- en Palestina
hay que añadirle, todavía, la posibilidad de que esa estimación cro-
nológica debiera ser aún bastante menor si se tomaran en cuenta las
oscilaciones en el porcentaje del carbono-14, o radiocarbono, con re1a·
ción ·al carbono-12 en los tiempos prehistóricos.
La arqueóloga D. Garrod publicó su opinión, en 1957, de que no
se encontrarían restos humanos semejantes a los de las cavernas del
monte Carmelo, ni objetos precerámicos similares por debajo de los
tells o montículos con ruinas de Palestina. (221) Pero las pacientes
labores de su compatriota, la arqueóloga K. M. Kenyon, en las ruinas
de Jericó, evidenciaron que, en el nivel más profundo, se hallan r~s­
tos humanos y vestigios de "la primera estructura de Jericó, construí-
da por el pueblo aliado al primer grupo del período Mesolítico de las
cavernas del monte Carmelo". (222) De modo que entre las sucesi-
vas poblaciones que se superpusieron en Jericó junto al manantial
de Elías o Ain es Sultan se han encontrado las ruinas de construccio·
nes que documentan arqueológica y antropológicamente el tránsito
de la prehistoria a la historia, con todas sus edades y períodos. Des.
de el punto de vista antropológico y cronológico resultaron de extra-
ordinario interés Jos numerosos cráneos humanos, exhumados a gran
profundidad en las ruinas de Jericó, entre los cuales algunos habían
sido revestidos de yeso para imitar las facciones de los extintos. Las
excavaciones en las ruinas de esa antiquísima ciudad, tan valiosos
para la arqueología bíblica, resultaron de alto valor para esclarecer
problemas antropológicos y de tipología lítica precerámica que pene-
tran en la prehistoria. El hombre de esa época remota aparece con
sus dotes intelectuales sin que se justifiquen las conjeturas evolucio-
nistas que lo consideran como un ser brutal derivado gradualmente·
de las bestias, a través .~ transformaciones progresivas.
DEL CARBONO CATORCE

2. -El Pithecanthropus erectus y el Eoantbropus dawsonl.

Desde que los evolucionistas atribuyeron al ser humano un ori~


gen bestial se apresuraron en presentar esquemas teóricos para ligar
al hombre con los antropoides conocidos. Posteriormente se cambia-
ron esos esquemas, tan simplistas como arbitrarios, para incorporar
a ese cuadro todos los restos de antropoides fósiles que se fueron des.
cubriendo. Como las distancias morfológicas entre los restos animales
y los restos humanos todavía resultaban abismantes, los transformis-
tas supusieron la existencia remota de intermediarios imaginarios a
los que les dieron los títulos de pithecántropos y antropopftecos. A
las supuestas formas intermediarias entre los animales y los hombres
les otorgaron la categoría de "eslabones perdidos". De ese modo se
fue forjando el "árbol ancestral" del Horno sapiens u "hombre sa-
piente", con ramas, troncos y raíces que lo emparentaban con los
cuadrúpedos.
Los "eslabones perdidos" ocuparon, en el léxico evolucionista, el
lugar d0 un comodín en la argumentación transformista que se uti.
!izaba para cualquier lance favorable. Cuando el darwinista Ernest
Haeckel preparó, en 1866, su esquema referente al origeri del hom-
bre, propuso un género hipotético al que le dio el nombre de Pithecan·
thropus alalus o <~mono.hombre mudo". La idea de los "eslabones per-
didos", postulados teóricamente, generó gradualmente el deseo de
transformarlos en "eslabones encontrados". Entre los evolucionistas
se saluda·ron con júbilo algunos hallazgos como sucesivos encuentros
con "eslabones perdidos".
Cuando el cirujano Eugéne Dubois exhumó algunos huesos en la
isla de Java, entre los años 1891 a 1893, creyó que se trataba del
"eslabón perdido" propuesto por Ernest Haeckel quien, a su vez, acep-
tó con entusiasmo esos hallazgos por lo cual escribió con gran satis-
facción su libro "El Ultimo Eslabón", publicado en 1898. No obstante,
las discusiones en torno de esos vestigios fueron tales que los evolu-
cionistas dedicáronse a la búsqueda de otros /(eslabones perdidos".
(223)
La gran expectativa de los materialistas que confiaban en el ha-
llazgo de un "eslabón perdido" que encadenara al hombre con los an-
tropoides fue aparentemente satisfecha a fines del año 1912, al anun-
ciarse al público un hallazgo sensacional. El geólogo inglés Charles
Dawson presentó un cráneo que dijo haber descubierto después de va-
rios hallazgos iniciados en 1908, en Piltdown Sussex, Inglaterra, en una
formación a la cual asignó medio millón de años. (224) Según el pa.
recer casi unánime de los antropólogos, se trataba de un auténtico
"eslabón perdido" porque el maxilar inferior revelaba todas las carat:-
terísticas de los antropoides, mientras que el casquete craneano, por su
volumen, ofrecía signos netamente humanos. El cráneo recibió, en lito-
134 EL METODO CRONOLOGICO

nor de su descubridor, el nombre de Eoanthropus dawsoni, o sea "hom.


bre del amanecer", o de Dawson. (225)
11
Diversos evolucionistas creyeron que el hombre de Piltdown"
respondía. plenamente a sus esperanzas y expresaron que constituía,
indiscutiblemente, "el eslabón perdido", tan afanosamente buscado.
Según su descubridor, había sido hallado junto a piedras rústicamen-
te talladas, mezcladas con fósiles que correspondían a restos anima.
les de especies extinguidas, todo, lo cual era invocado como una ga-
rantía en favor de una gran antigüedad. Se escribieron centenares de
trabajos alusivos al Eoanthropus dawsoni y los calcos del célebre crá·
neo del Hombre de Piltdown fueron exhibidos en casi todos los mu-
seos de ciencias naturales del mundo. Cuando Dawson falleció,a me.
diados de agosto de 1916, los antropólogos evolucionistas elogiaron su·
contribución a la antropología por haber presentado el 11 eslabón per-
dido" que encadenaba el origen del hombre al de los antropoides.
Nada permitía suponer entonces lo que ocurriría casi cuatro décadas
después.
En el año 1953, se descubrió un manuscrito perteneciente al anti.
cuario William Herbert, quien había realizado excavaciones en Pilt-
down en el año 1824_. J. E. Manwaring Baines, estimó que la mitad
de los -datos publicados por Dawson habían sido copiados del manus-
crito de aquel anticuario inglés. (226) Frente a tal acusación surgie-
ron las sospechas de falsificaciones y se procedió al nuevo examen
del cráneo de Piltdown, sometiéndolo a nuevos métodos de investiga-
ción. Mediante la utilización del método de la fluorina quedó en evi-
dencia que el maxilar inferior del Eoanthropus dawsoni era relativa.
mente fresco y que, según el descubrimiento de J. S. Weiner, no sola-
mente se habían limado las puntas de los colmillos sino que se de-
mostró que para "anticuarlo", se lo había teñido para que se pare-
ciera al colorido de los huesos del casquete craneano. (227) Pacientes
estudios evidenciaron, a fines de. 1953, que el maxilar inferior corres.
pondía a un ejemplar, probablemente hembra, del antropoide de Bor.
neo y Sumatra conocido como orangután (Pongo pygmaeus).

Las investigaciones que se realizaron en Inglaterra, demostraron


que Dawson había recibido el cráneo sin el maxilar inferior, en el año
1906. Quedaba por aclarar si ese vestigio humano correspondía a la
época de los restos de los animales fósiles que se mencionaron como
procedentes de ·la misma formación geológica. Aplicando nuevamente.
el método de la fluorina quedó en evidencia que los restos de animales
fósiles y el cráneo humano pertenecían a dos épocas diferentes.
Con respecto al maxilar inferior del Hombre de Piltdown, no se
recurrió, en 1953, al método de Libby porque, para calcular los im.
o
tr.l
t""'

§o
~

~
g
MAXILAR OE
ORANGUTÁN
DEl. SIGLO
XIX 0, C,

HOMBRE DE PILTDOWN
o
EOANTROPUS DAWSONI

Los evolucionistas est1maron que tendría una


antigiiedad de 500.000 a 50.000 años. Pero el
estudio de sus restos óseos med1ante el análiSIS
de 1~ fluonna y por el.método del cómputo de las
.PONGO PYGMAEUS u ORANGUTÁN rad1aC10nes de;l carbono-14 demostró ei' irauée;
el cráneo era de un ser humano del año 1450 y
Con un ma:<ilar. 1nfer1or de una mona de esta
el maxilar 1nfer1or, de meno~ de med10 s1glo. era
espec1e, oriunda de Ma!asia, se preparó el gran
de una mona orangután.
fraude del Hombre de Piltclown.

~
-
136 EL METODO CRONOLOGICO

pulsos del carbono catorce se requerían seis gramos de carbono que


habrían implicado la desaparición de la pieza ósea en discusión que
se deseaba analizar. Pero en el año 1959 el procedimiento técnico de
de W F. Libby se había perfeccionado de tal manera por H. de Vries,
que solo se requería un gramo de hueso para el análisis. (228) Por
esta razón, a pedido del Dr. Kenneth Oakley y de sus coJaboradores,
se obtuvo la información que se buscaba por medio del profesor H.
de Vries del Laboratorio de Groninga. (229) El maxilar inferior era
contemporáneo y el cráneo en cuestión no tenía los miles de años que
se le habían adjudicado sino que, a juzgar por la frecuencia de las
radiaciones del ~arbono ·14, contaba, aproximadamente 500 años de an-
tigüedad. Ese casquete craneano correspondía a una persona fallecida,
aproximadamente, en la época de la caída de Constantinopla, que mar-
có el comienzo de la Edad Moderna. (230) La paradoja de los restos
del hombre Piltdown era evidente: un cráneo de cinco siglos con
un maxilar de menos de medio siglo. Los hombres de ciencia, a par-
tir del año 1953, rechazaron la engañosa quimera del Eoanthropus daw.
soni, que había pasado, durante cuatro décadas, como el hallazgo po-
sitivo de un 11 eslabón perdido". El "eslabón" fraguado, probablemente,
por el mismo Dmvson, es considerado como el mayor escándalo de la
antropología moderna.
Las diferencias de conceptos respecto a la antigüedad del Eoanthro·
pus dawsoni giraban principalmente. en torno de dos puntos de vista.
Algunos, invocando argumentos paleontológicos, admitieron que había
sido coetáneo con los animales cuyos restos fósiles se encontraron jun-
to al cráneo. Estos investigadores, a su vez, no coincidieron en sus pun-
tos de vista. En efecto, algunos decían que el Hombre de Piltdown fue
coetáneo del proboscídeo Elephas planifrons y de un hipopótamo que
había vivido en el territorio de Inglaterra, hace 500,000 años según el
parecer de los paleontólogos evolucionistas, mientras que otros opina-
ban que era necesario tomar en cuenta la coetaneidad de esos restos
humanos con el castor de gran tamaño que, según los mismos paleon·
tólogos, había desaparecido hace 50,000 años.* También hicieron oir
su voz los que consideraron el problema de la antigüedad del Eoathro-
pus dawsoni desde el punto de vista craneométrico transformista, bus-
cando su ubicación como eslabón intermediario entre los antropoides
y los hombres. Tales antropólogos se encontraron ante un dilema sien-
do que, mientras reconocían que el maxilar inferior evidenciaba carac-
terísticas propias de los antropoides, el tamaño del cráneo ostentaba
una capacidad cerebral de 1400 centímetros cúbicos, o sea, igual a la de
muchos-hombres modernos. Pero el "primer inglés", como lo había de-

* La primera opinión fue admitida por A. T. Hopwood. ("Fossil Elephants and Man'',
Proccedings of Geological Asscciation (Londres, 1935), Vol. 46, po. 46-60). La se-
gunda opinión fue defendida por Kenneth P. Oakley, segtín lo ha destacado la
antropóloga Ruth Moore. (Hombre, Tiempo y Fósiles (Barcelona, 1957), 349-358).
DEL CARBONO CATORCE .137

nominado Srnith-Woodward al cráneo descubierto entre las gravas de


Piltdown, tuvo que ser rechazado definitivamente por su composición
fraudulenta.
Resulta interesante el cálculo de la antigüedad del casquete era·
neano y del maxilar inferior del Hombre de Piltdown mediante el mé·
todo de radiocarbono. En este caso, corno en los de las muestras de
edades históricas, sometidas al ~ómputo de impulsos radiactivos del
carbono catorce, los cálculos se consideran corno resultados acepta.
bies porque fueron ajustados a una tabla previamente preparada me-
diante el estudio cuidadoso de los impulsos radiactivos de muestras de
edades conocidas o verificadas por otros métodos. Pero en el caso de
que los impulsos radiactivos hubiesen sido menos frecuentes, por
tratarse de restos auténticamente prehistóricos, se los h ..tbría .inter.
pretado como revelando una gran antigüedad. No obstante, tal con-
clusión habría sido fundada sobre la base apriorística del actualismo
según el cual la proporción del carbono catorce y del carbono doce
fue la misma en cualquier tiempo pasado como en la actualidad. Los
postulados uniformistas van cayendo en descrédito frente a las inves-
tigaciones paleoclimatológicas que se fundan en los métodos moder.
nos de la radiactividad, vinculados con la dendrocronología.
El aporte del método cronológico de Libby en relación con el pro-
blemático caso del Hombre de Piltdown resultó plenamente satisfac-
torio porque entraba en el marco histórico. No habría ocurrido lo
mismo si se hubkse tratado de restos de remota antigüedad prehis-
tórica.

3. -Los enigmas del Zinjanthropus y el Horno habilis.


Los antropólogos evolucionistas han llegado a adjudicar antigüe.
dades fantásticas a los restos fósiles que consideran como vestigios
de lo que ellos interpretan como los primeros seres humanos. El colmo
de la exageración en ese campo de la antropología lo ha dado Louis
B. Leakey, curador del Museo Coryndon de Nairobi, Kenya. Su esposa,
Mary de Leakey, el 17 de julio de 1959, descubrió en la gárganta de
Olduvai, de 90 metros de profundidad y 50 kilómetros de largo, al
oeste del monte Kilimanjaro, en Tang~ñika, los restos incompletos
de una calavera que él denominó Zinjanthropus u "Hombre del Africa
del Este". El antropólogo británico, después de proclamar que habían
descubierto los restos fósiles del "primer hombre" y de suponer que
éste utilizaba al mas de piedra aunque ignoraba el uso del fuego, le
adjudicó una antigüedad de 600.000 años. (231) Posteriormente esos
mismos restos craneanos, reconstruídos durante casi un año para
ordenar más de 400 fragmentos, fueron exhibidos en el Hall de los
Exploradores, en la ciudad de Washington, con un cartel que expresa:
11
Soy el Zinjanthropus, viví hace 1.750.000 años." Esa cifra está com..
138 EL MBTODO CRONOL()GICO

pletamente fuera. de los límites teóricos del método cronológico fun~


dado en las radiaciones del carbono-14 propuesto por Libby.
Los cálculos de la edad del Zinjanthropus fueron dados a conocer
por L. S. B. Leakey, J. F. Everden y G. H. Curtis, recurriendo al mé-
todo del potasio.argón. (232) No obstante, las estimaciones resultaron
contradictorias. (233) Es de notar que el nombre Zlnjanthropus ha
sido castellanizado como Zinjántropo y, finalmente, simplificado co.
mo ZJnj. (234) El nombre Zinjanthropus, ha sido formado con el nom·
bre árabe ZJnJ, que designa al Africa Oriental, y la palabra griega
anthropus, que significa hombre.
Los argumentos invocados para publicar esa cifra casi astronó~
mica como la antigüedad del Zinjanthropus boisei son de orden neta-
mente evolucionista. Los descubridores de esos restos destacan tres
argumentos para valorar su hallazgq_. En primer lugar, declaran que
esos restos óseos fueron exhumados cerca de los fósiles de un cente-
nar de diferentes especies de animales extinguidos, entre los cuales
llama la atención el Pelorovis, oveja gigantesca, de 1,80 metros de
altura, con cuernos cuyas puntas distaban 4.50 metros entre ellas y el
Afrochoerus, cerdo del tamaño de un rinoceronte, animales que se
consideran desaparecidos desde el Pliocénico que, según el esquema
evolucionista, corresponde al último período de la Era Terciaria. En
segundo lugar, apuntan que el aspecto y el tamaño del cráneo exhu-
mado difiere muchísimo de cualquiera de los fósiles humanos previa~
mente descubiertos porque como los cráneos de los antropoides, dispone
de poco volumen para la masa cerebral, -menos de la mitad del vo~
lumen cerebral del hombre actual- a pesar de lo cual el Dr. Leakey
insiste en rotular ese cráneo como perteneciente a un ser humano. En
tercer l~gar, destacan que ése cráneo singular es rotulado como perte-
neciente al llamado género Horno, porque se han descubierto piedras
esferoidales angulosas que se suponen preparadas intencionalmente
para ser· utilizádas por el Zinjanthropus, para arrojarlas contra los
animales.
Con respecto al ya famoso Zlnjanthropus de Leakey aún quedaba
por demostrar que no fue un simple antropoide coetáneo de otros
animales extinguidos. El argumento de que se han encontrado piedras
angulosas rústicamente talladas en forma esferoidal, descubiertas en
el mismo estrato del hallazgo del cráneo -con lo cual se quiere sig.
nificar que esa fue una industria humana-, plantea el problema de
averiguar si esas piedras no pudieron ser talladas por verdaderos hom-
bres que hubiesen utilizado esas armas arrojadizas contra los anima-
les que aparecen en el mismo nivel y hasta contra el Zinjanthropus,
tal como lo sugirió el antropólogo Phillip V. Tobías. (235) ·Aunque
esas piedras son, evidentemente, de una talla tan rústica, que el an~
tropólogo Leakey preparó otras de forma similar, a razón de una cada
DEL CARBONO CATORCB

cuatro minutos, fueron aparentemente, las armas arrojadizas talladas


por un ser inteligente. Queda por demostrarse si el Zlnjantbropua fue
el autor de esos proyectiles que representan la acción de manos há·
biles, evidenciando la inteligencia humana, siendo que ningún animal
es capaz de tal actividad. El aspecto bestial del cráneo del Zinjan·
thropus, aunque hermoseado por la im~ginación de algunos artistas
da una impresión negativa.

Al cráneo descubierto por los Leakey se lo atribuye a un ser de


dieciocho años de edad, caracterizado por muelas grandes y fuertes.
Por otros aspectos de su estructura es evidente que no corresponde al
de un ser humano, al que el descubridor .califica como el 1'primer
hombre'', sino a un animal antropoide que puede ser clasificado entre
los Australopltécldos. El antropólogo J. T. Robinson, en un trabajo
publicado en 1963 sugirió que con el Zinjantbropus de Olduvai y el
Megantbropus de Java se formara el grupo de los Paranthropus. No
hay nada en ese cráneo que pueda ser clasificado como exclusivamen-
te "humano". Por lo tanto} no tiene relación con Adán} ni se lo debe
considerar corno antepasado del hombre ni, tampoco, corno descen-
diente de hombre alguno. Tanto la estructura del cráneo como la for-
ma de las piezas dentarias recuerdan a dos especies de animales fó-
siles: el Plesiantbropus transvaalensis y el Parantbropus robustos,
descubiertos, respectivamente en 1938 y 1946 en Africa y clasificados
como Australopitécidos. La característica más notable del cráneo del
Zinjantbropus és el extraordinario aplanamiento del cráneo de tal
manera que casi carece de frente.
Entre los antropólogos se hallan los que proceden con cautela
para clasificar los restos antropomórficos o humanos que descubren
y también, los que se dejan llevar por el entusiasmo sensacionalista
de anunciar el hallazgo de un 11eslabón perdido", según las expectati-
vas de los evolucionistas. Refiriéndose a éstos el antropólogo· W. E.
Le Gros Clark escribió: "Probablemente nada ha tendido a obscurecer
o a desacreditar la indudable importancia de esos y otros descubri-
mientos como la prematura pretensión de que representan por lo
pronto desconocidos géneros o especies de los Homfnidae". (236)
La importancia dada por Lo'uis S. B. Leakey a su Zinjantbropus
fue eclipsada por nuevos hallazgos. El mismo antropólogo en una con-
ferencia de prensa en el Capitolio de Washington, en abril de 1964,
se vio obligado a declarar que el hallazgo de restos óseos en el se-
gundo estrato de la garganta de Olduvai donde encontraron los res-
tos del Zinjantbropus habían permitido descubrir los restos del Homo
habilis, o del "hombre hábil" que pudo tallar las piedras esferoidales.
(237) Desde entonces los antropólogos están discutiendo cual es la
relación entre el Zinjanthropus y el Homo habllis.
140 EL METODO CRONOLOGICU

Las hipótesis de los antropólogos evolucionistas acerca del Horno


babilis han producido, por lo pronto, los siguientes intentos interpre~
tativos:
Louis S. B. Leakey y su esposa describen los restos del Horno
habilis como pertenecientes al más antiguo representante del género
propiamente humano. (238)
Phillip V. Tobías opina que los restos del Horno habilis debieran ser
considerados por su volumen craneal, como una forma intermedia
entre el Australopitbe~us y el Horno erectus. (239)
G. H. P. Von Koenigswald supone que el Horno habilis es un
nombre inadecuado porque no representaría los restos de un sólo in~
dividuo sino la mezcla de huesos de dos individuos de formas dife~
rentes. (240)
F. Clark Howell suscribió la opinión de que el Horno habilis es ·
una s·imple reunión de fragmentos de huesos del Horno erectus y de
algún Australopithecus. (241)
J. T. Robinson, de la Universidad de Wisconsin, indicó que el crá-
neo del llamado Horno habilis es tan incompleto que carece de su
base, lo cual se presta a confusiones. (242)
Richard M. Ritland, del Geoscience Research lnstitute, en un ca-
pítulo publicado en 1966 bajo el título de "En los rastros del hombre
antiguo", después de recapitular cuáles son los principales restos hu-
manos prehistóricos que se han descubierto, expresa lo siguiente acer-
ca del Horno habilis: "Así como ocurre con muchos otros problemas,
solamente mediante restos más adecuados será posible demostrar la
verdadera naturaleza de las formas a las cuales pertenecen los restos.
Pero parece como que no representan nuevas especies. Es, sin embar~
go muy evidente que sobre la base de los hallazgos efectuados hasta la
fecha, las prematuras especulaciones acerca de la naturaleza inter·
media del 'Horno habilis' pueden ser consideradas no más que esto:
¡especulación!". ( 243)

Los enigmas antropológicos del Africa aún no han sido resueltos.


En..,. algunos casos porque los restos óseos aparecen en estado muy
fragmentario. En otros casos, cuando los restos están completos, por-
que el hallazgo no coincide por su estructura con el esquema prefijado
por los antropólogos transformistas. Esto ocurre, especialmente con
los restos netamente humanos cuando son encontrados en formado.
nes geológicas que se consideran teóricamente demasiado antiguas
para la existencia del Horno saplens. *
* De estos problemas nos ocuparemos en un trabajo titulado: Las Razas Humanas
Frente al Creacionismo y al Evolucionismo.
DEL CARBONO CATORCE '· ,·~,".f'
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4.-La cuestión de la antigüedad del hombre en América frente


al carbono catorce.

Los seres humanos se han interesado por indagar cuál fue la


cuna del primer hombre. Las primeras páginas de la Biblia señalan
al Asia. Diversas tradiciones humanas que se remontan a la antigüedad
apuntan al mismo continente. Pero, con el transcurso de los siglos
que siguieron a la época d~ los grandes descubrimientos geográficos
la cuna de la humanidad ha sido señalada también, en el Nuevo Mun-
do. A tales hipótesis se opusieron numerosos investigadores de Euro-
pa quienes, invocando argumentos antropológicos y lingüísticos dieron
prioridad al Asia mientras algunos antropólogos buscaban las primeras
huellas humanas en Oceanía y en el Africa. Es generalmente admitido
que el poblamiento de América se produjo mediante migraciones pro-
cedentes de los demás continentes y desde los archipiélagos de Ocea-
nía. (244) De todas maneras, han resultado inadmisibles las hipótesis
poligenistas que suponían diversos orígenes para la humanidad por~
que las investigaciones científicas han demostrado que los seres hu-
manos constituyen genéticamente una sola especie, tal como lo ex-
presaron las páginas bíblicas que, con respecto al importante tema
de la unidad específica dentro de la pluralidad racial, culminó con el
elocuente discurso del apóstol Pablo en el Areópago de Atenas. Son
pocos los investigadores que actualmente se atreven a preconizar ideas
poligenistas.
Lo que todavía se discute es el enigma de las corrientes migra-
torias. Se investiga aún si primeramente ocurrió el poblamiento hu-
mano de América del Norte, transformando a la América Central en
un embudo hacia América del Sur o también, si hubo movimientos en
ambos sentidos como ocurrió con los animales prehistóricos según
parecen demostrarlo las investigaciones. Esta es no solamente una
cuestión antropológica y cultural sino un problema cronológico.
Antes que comenzara a aplicarse el método cronológico del radio.
carbónico de Libby los antropólogos y geólogos consideraban que los
restos humanos más antiguos de América del Sur eran los que se des-
cubrieron en Brasil, Argentina y Ecuador.
Los hallazgos antropológicos en el Brasil comenzaron en 1843 en
el Estado de Minas Gerais en la caverna de Lagoa de Somidouro, me-
diante los trabajos del danés Peter \V. Lund. (245) Este investigador
fue imitado por numerosos continuadores en Lagoa Santa. (246) Tales
trabajos culminaron en 1935 cuando se identificaron los restos huma-
nos que recibieron el nombre de "Hombre de Confins" al que los
antropólogos le atribuyeron una antigüedad de 10.000 años. (247)
En Argentina las tareas antropológicas fueron iniciadas por el
investigador suizo Santiago Roth quien descubrió en 1881 un cráneo
en Pontezuelas, provincia de Buenos Aires, cerca de río Arrecifes. Este
142 EL METODO CRONOLOGICO

hallazgo interesó al antropólogo S. Hansen quien lo consideró afín a


los restos de Lagoa Santa que había estudiado (248). Otro antiguo crá-
neo de la llanura bonarense fue exhumado cerca de Arrecifes, en 1888.
Ese resto fósil, que se exhibe en el Museo Etnográfico de Buenos
Aires fue estudiado primeramente por Florentino Ameghino, Y des-
pués, por varios antropólogos que difieren en sus interpretaciones.
Finalmente, E. von Eickstedt lo consideró como "puninoide", o sea,
vinculado con el tipo antropológico descubierto en el subsuelo ecuato-
riano. (249).
En el Ecuador se encontraron abundantes fósiles de animales ex-
tinguidos, incluyendo mastodontes, en la región de Riobamba. En la-
localidad de Púnín de esa zona ecuatoriana central fue exhumado un
cráneo fósil, dado a conocer en 1925 por L. R. Sullivan y M. Hellman
(250). La interpretación de la antigüedad prehistórica del cráneo re.
sultó evidente porque el hallazgo ocurrió en el mismo estrato que
contiene los restos de animales extinguidos. No obstante, según el
criterio morfológico transformista, ha sido clasificado como de edad
posterior a los más antiguos restos humanos descubiertos en el Brasil
y en Argentina. (251).
Las investigaciones antropológicas, paleontológicas, arqueológicas
y lingüísticas han permitido llegar a conclusiones que se consideran
ciertas respecto al hombre en América. El etnólogo español Luis Pe-
ricot García, de la Universidad de Barcelona, ha enumerado las razo-
nes que demuestran que el hombre no se originó en el Nuevo Mundo.
Con respecto a la procedencia del hombre americano destaca la si·
guiente conclusión: "El fondo primitivo de la población está formado.
por elementos dolicocéfalos (puninoides, Lagoa Santa, etc.) con caracte-
res primitivos y semejanzas no explicadas aún con neandertaloides y
australoides, melanesios y européidos" (252). El mismo investigador
señala que después de ese complejo racial más antiguo, llegaron al
Nuevo Mundo dos oleadas sucesivas: la de los braquicéfalos asiáticos,
de tipo mongoloide, y la de los esquimales. También admite influen.
cias esporádicas precolombinas de navegantes polinésicos.
Las fechas calculadas para los vestigios de restos humanos pre-
históricos,. sometidos al cómputo de las irradiaciones del isótopo co-
nocido como carbono-14, han resultado desproporcionadas con relación·
a las fechas que, mediante ese método y la utilización de los mismos
aparatos, se ob!ienen para los restos orgánicos correspondientes a los
antiguos períodos históricos que son, generalmente verificables y acep-
tables. De modo que, si se toman en cuenta cuales son los factores
que determinan esas diferencias en las valuaciones de los estímulos
radiactivos, interpretados según la escala a la que se le asignan va.
lores cronológicos, los 10,000 años de antigi.ied~d atribuídos a los vesti-
gios descubiertos en el Perú, en Lauricocha y en Ancón, esas estimado·
DEL CARBONO CATORCE 143.
nes son erróneas por demasía. El error no es resultante de ninguna in·.
tención aviesa de parte de los investigadores, -arqueólogos, antrppólo.
gos y radiofísicos- sino una de las consecuencias del método actualista
cuando examina muestras orgánicas que se remontan a la época pre-
histórica, a causa de la menor proporción de radiocarbono en los tiem-
pos prehistóricos.
Un caso típico de valuación extrema, obtenido por el método ra-
diocarbónico de Libby, además de los de Lauricocha y de Toquepala,
es el de Paracas, al sur de Pisco, en la costa del Perú. En esa penín.
sula azotada por los vientos arenosos y pulverulentos conocidos por
el nombre de paracas, el arqueólogo peruano Julio C. Tello descubrió.
dos etapas culturales que clasificó con los nombres de "Paracas Ca-
vernas" y de uParacas Necrópolis', pero dejando trunco el estudio y
publicación de los hallazgos *· Las investigaciones vinculadas con
Paracas se han reanudado con los nuevos descubrimientos del arqueó-
logo francés Frederic F. Engel. Valiosos hallazgos resultantes de las
numerosas excavaciones de este perseverante americanista han per-
mitido recurrir al método cronológico de Libby, que también fue apli-
cado a los hallazgos anteriores. ·Para los restos de "Paracas Cavernas"
se ha estimado un lapso histórico comprendido entre los años 400 a.
C. y 400 d.C. Los restos orgánicos de "Paracas Necrópolis" permitie.
ron estimar, mediante las radiaciones del carbono-14, un lapso que
abarca los años 400 d.C. y 1000 d.C.
Los hallazgos del arqueólogo F. Engel, realizados en la Pampa de
Santo Domingo cerca de la bahía de Paracas en el año 1963, consisten
en rústicas viviendas de pescadores y agricultores, donde se exhuma-
ron restos humanos y se coleccionaron objetos de extraordinario in-
terés, entre los cuales figura una fl'i\uta de· madera, artísticamente de-
corada. Algunas muestras fueron sometidas al análisis del carbono-14,
y aceptando los valores de la frecuencia de los impulsos radiactivos
según la tabla con la curva exponencial de desintegración propuesta
por Libby, se le asignó una antigüedad de 8960 años, con un margen de
error admitido de 150 años. El mismo arqueólogo francés menciona
que los vestigios orgánicos encontrados en las ruinas de un pueblo
ubicado en la falda noroeste de ·la bahía de Paracas "tiene, según el
laboratorio, fecha de 6.930 años antes de nuestra era". (255).
* El autor visitó las ruinas de Paracas en el año 1944 y en 1965. Antes de su
primer viaje de estudio ya se habían realizado los grande~ trabajos de excavación
en las ruinas de Cavernas del Cerro Colorado y en la llamada Necrópolis de
Cabezas Largas, que lejos de ser un cementerio, es una población de un kilómetro
y medio de longitud, junto a la playa. En aquellos días el doctor Julio C.
Tello le presentó con especial deferencia el gran cúmulo de objetos descubierto~·.
El eminente arqueólogo peruano falleció en Lima en 1947, sin haber completado
su gran trabajo, auspiciado por el Institute of Andean Research de Nueva York,
cuya primera publicación a,pareció en forma póstuma en el año 1959. (253). En
esa obra el doctor Tello propuso la hipótesis de que el nombre de los paraqueños
significa "gente de frente grande", sin olvidar que "para-ako", en el idioma de
lm,• aborígenes, según lo señalaron E. Yacovleff y J. C. Muelle, expresa "lluvia
de arena" (254).
144 EL METODó CRONOLOGICO

Ese lapso de tantos miles de años entre los restos descubiertos


en Paracas es muy abarcante. Se presenta como un
"hiato" arqueo-
lógico, es decir como un "salto" casi abrupto de urtos siete milenios
entre dos edades: la histórica. y la prehistórica. Llama la atención la
poca acumulación de materiales de los períodos intermedios. Ese puen-
te multimilenario, cuyos pilares se apoyan sobre cronologizaciones in-
terpretadas mediante el método de Libby, olvida que ese método ra-
diocarbónico acusa lamentables fallas cuando pretende sondear la
prehistoria a causa de su esquema uniformista, por lo cual no es forzo-
so aceptar sus estimaciones prehistóricas como si fuesen dignas de
confianza.
La ausencia de series de suficientes vestigios que representen pe-
ríodos intermedios entre los habitantes prehistóricos y los poblado-
res históricos de Paracas pueden explicarse por migraciones que se jus-
tifican mediante paraderos como los que fueron estudiados, en el mis-
mo Perú, en la quebrada de Chilca, y en las andenerías de los cerros
costeños de Ancón, lugares donde se encontraron restos orgánicos cu-
Explicación somera de algunos bajorrelieves de las antiguas culturas de América.
Izquierda: Estela F. de Quiriguá, Izabal, Guatemala, cuyos jeroglíficos mayas, de
carácter cronológico, representan los signos 9. 16. 10. O. O (9 bakttmes, 16 katunes,
10 tunes, O uinalcs, O kines). Se ha calculadó que la Era Mava comenzó en el año
~3 L~ •
Derecha: La inscripción maya más antigua que se conoce con certeza, está grabada
sobre una placa de jade que fue descubierta cerca de Puerto Barrios, Guatemala,
en 1864. Se la denomina Placa de Leyden, porque se exhibe en el grán Museo Ar·
queológico pe Holanda que se halla en esa ciudad. Los jeroglíficos inscriptos presen·
tan la fecha 8. 14. 3. l. 12, que corresponde al año 320 d.C.
Abajo, centro: La Estela Chavín o de Raimondi, descubierta en 184ü por un cam-
pesino cerca del templo Chavfn de Huantar, Provincia de Huari. Departamento de
Ancó\Sh, en la región del Alto Marañón, Perú, fue trasladada a Lima en 1874. Segt'm
eL arqueólogo Julio C. Tello, representa In di\'inidad Wira Kocha, simbolizada por un
felino en posición humana, con un cetro en cada mano. (Julio C. Tello, Chav.in, Cul·
tura Matriz de la ClvlUzación Andina, (Lima, 1960), 4, S, 188-196. Edición revisada por
Toribio Mejfa Xesspe). Sobre la cabeza ostenta una mitra cuyo simbolismo ha dado
lugar a diversas hipótesis. El horizonte Chavín ha sido descubierto en diversas regio-
nes del Perú, en relación con los vestigios de otras culturas antiguas, cuyas edades
han sido estimadas mediante el método del carbono·14. Las excavaciones de los ar·
queologos japoneses en Kotosh, cerca de Chavín permitieron recoger varias muestras
del nivel cerámico Chavín durante las tareas realizadas desde 1960 hasta 1963. Las
muestras proceden de la Huaca de Kotosh (Hn 4 -1), sitio KTC. 3- 2 y 3A- 8). Fue-
ron examinadas en el laboratorio de la Universidad de Tokio, enviadas por sus descu-
bridores Ishida, Izumi y Terada. La más antigua (BC-29) dio 2850, más o menos 210,
o sea 900 a.C. Le siguen las muestras BC.27 con las cronologizaciones de 254ú, más
o menos 590 a.C., y 1850, más o menos 220, o sea, 100 d.C. (The Scientific Expedition
to the Andes, "A Study of the Formative Culture on the Eastern Slope of the Andes:
A Preliminar report of the Excavation at Kotosh". Japanese Journal of Ethnology,
vol. 26, N~ 4 (Tokio, 1962), 22-43. Los hallazgos de cerámica de estilo Chavín exhumada
en Kotosh ha despertado nuevo interés por los orígenes de la cultura Chav.ín.
Arriba: Motivo central de la "Puerta del Sol" de Ti'ilhuanaco, Bolivia, cerca del
lago Titicaca. Este monumento monolítico mide 2.70 mts. de altura v 3.80 mts. de an-
chura. Cada una de las figuras esculpidas en el friso ha sido interpretada de diverso ·
modo. Algunos autores han supuesto que todo el conjunto de figuras representa un
antiguo calendario. La historia arquitectónica de Tiahuanaco ha sido dividida en cua-
tro épocas. Mediante el análisis radiocarbónico de muestras orgánicas de la Epoca III
o. preclásica, se ha calculado como edad promedio el año 299 d.C., con 133 d.C. como
cifra mínima y 374 d.C. como cifra máxima, según los datos publicados por el arqueó-
logo Carlos Ponce de Sanginés.
* *
Véase la Tabla 3: Fechas radiocarbó.qicas correspondientes a la Epoca III de
Tiahuanaco.
DEL CARBONO CATORCE

Bajorrelleves e Jnscrlpclones de las culturas Maya, Chavín y Tlhuanacota.


146 EL METODO CRONOLOGICO

yos impulsos radiactivos fueron interpretados como si acusaran la an-


tigüedad de 6.970 a 9.000 años. Es de notar que los más antiguos res.
tos humanos procedentes de las sepulturas de Paracas se caracterizan
por la baja estatura de unos 1.53 centímetros, con cráneos dolicoides
y prognatfsmo. Esos restos, cuya antigüédad ha sido estimada por el
método de Libby en 6.930 años, aparecen envueltos con esteras de jun-
cos, cubiertos con camisas de fibra de cactus y gorro o "chullo" de
tela anillada ( 256).
Los esqueletos de 7 individuos descubiertos por Junius Bird en la
Patagonia, 'en un enterratorio de Palli Aike, no presentan el mismo
atuendo funerario que los de Paracas, siendo que vivían en una región
climática muy diferente. Esos restos australes han sido fechados por
el mismo método radiocarbónico como teniendo 6.689 años. Estas ci-
fras tampoco representan fechas fidedignas. En todo caso tales nú-
meros son únicamente estimaciones que indican que tanto en la costa
del Perú como en la del Estrecho de Magallanes se encuentran restos
humanos que emiten casi la misma cantidad de radiaciones del car-
bono catorce. Por lo tanto, si se recuerdan las deficiencias del método
de Libby para los tiempos prehistóricos, puede arriesgarse la hipóte-
sis de que los más antiguos restos humanos descubiertos en el Perú
y en la Patagonia pertenecen a una misma época remota cuya anti-
. güedad relativa no puede ser valuada en términos de años precisos.
La adjudicación de tantos milenios para las primeras manifesta-
ciones culturales en la costa del Perú que dependen exclusivamente del
método de Libby no parece preocupar· a los arqueólogos y antropólo-
gos porque para las muestras prehistóricas procedentes de otras re-
giones de Eurasia y América se han obtenido estimaciones mucho más
abultadas.
En América del Norte las mayores cronologizaciones obtenidas
por el método de Libby fueron estimadas como si correspondieran a
las siguientes cantidades de años antes de nuestros días: 35.000 (Lewis-
ville, Texas); 33.000 (Texas Street, California); 27.000 (Santa Rosa, Ca-
lifornia); 21.000 (Tule Spring, Nevada), y 19.500 (Scripps Campus, Ca-
lifornia). El examen de esas fechas planteó el problema de que no está ·
debidamente comprobada la asociación entre los restos óseos de los
seres humanos y los carbones y cenizas que fueron radiocarbónica-
mente detectados por los contadores de Geiger, para computar la fre-
cuencia de los impulsos radiactivos.
Con respecto a los hallazgos de restos humanos efectuados en Amé.
rica del Sur, la mayor antigüedad, estimada por el mismo método ra-
diocar,:bónico de Libby da fechas más bajas que las calculadas para
algunos de los restos descubiertos en América del Norte. Los hallaz-
gos efectuados en Venezuela, según el método del carbono catorce, osci-
DEL CARBONO CATORCE

Ian entre 15.000 y 14.000 años, pero ocurre con ellos lo mismo que con
los de América del Norte, porque, como lo admite F. Engel, "también
queda discutida la asociación de los vestigios humanos con el car-
bón utilizado para calcular la edad." (257).
Las muestras de carbones que fueron utilizadas en los experimen-
tos han sido interpretadas como indicios de la presencia del hombre.
Pero los rayos, así como los volcanes, pueden producir incendios que
dejan vestigios de carbón sin que intervenga la acción del hombre. Y
estas posibilidades justifican las dudas respecto a determinadas acu-
mulaciones de carbón vegetal que pueden ser el simple resultado de
incendios que no revelan la presencia humana. Pero, aunque no se tra-
tara del caso de la cronologización de los árboles que fueron reduci-
dos a cenizas por fuerzas naturales, el método de Libby no da la ga-
rantía de informaciones prehistóricas cronológicamente fidedignas,
porque no toma en cuenta las variaciones en la proporción del carbo-
no-14 con relación del carbono-12, correspondientes a los tiempos re-
motos. Tales variaciones fueron debidas, _en los tiempos prehistóricos,
a diversos factores entre los cuales uno de los importantes ha de ser
el de las variaciones del magnetismo terrestre que habrá significado
grandes diferencias en el porcentaje del radiocarbono en la atmósfera.
Si se admite la cronologización radiocarbónica del método de Lib-
by, que dió 8.960 años como antigüedad de los hallazgos de Paracas,
sería necesario aceptar que habría transcurrido un lapso de 6.595 años
entre los primeros pobladores de esa región y el comienzo de la cul.
tura precerámica conocida como "Paracas Cavernas". Desde el punto
de vista arqueológico resulta difícil aceptar que hayan transcurrido
siete milenios sin que se acumularan materiales de significación estra- ·
tigráfica ni vestigios que evidenciaran la presencia del hombre median-
te los objetos de su industria durante un lapso tan abarcante. Si bien
es cierto que se podría aceptar la explicación de que los primitivos
habitantes prehistóricos de Paracas se trasladaron a otra región, por
lo cual los vestigios no se fueron acumulando en forma continua en
el mismo lugar -según se ejemplifica en el sentido opuesto en el caso
típico de Jericó, cuya posición nunca fue abandonada aunque cayó
varias veces en ruinas que aparecen superpuestas-, cabe, no obstan-
te otra hipótesis. En efecto, merece ser tomada en consideración la
hipótesis según la cual los datos relacionados con las radiaciones del
carbono-14 han sido incorrectamente interpretados por ajustarse
a un esquema teórico en cuya preparación no se han tomado en cuenta
las variaciones en la proporción del cabono.14 con relación con el car-
bono.12 en los tiempos remotos, que se incluyen dentro del nombre
general de "prehistoria".
En el ca;::,o de que se lograra valorar la importancia de todos los
factores perturbadores de la at~ósfera que actuaron en el pretérito y
148 EL METODO CRONOLOGICO

que, por su intensidad, no armonizaran con la unidad convencional


para medir la intensidad de. los fenómenos del pasado y de sus efectos,
se podría llegar a la conclusión de que, como consecuencia de la inefi-
cacia del método radiocarbónico para ofrecer informaciones cronoló-
·gicas fidedignas para la prehistoria sería prudente no tomar en serio
tales cronologizaciones. Esto permitiría reducir prudentemente las eda-
des estimadas en forma ampulosa para los restos prehistóricos descu-
biertos en diversos continentes que fueron analizados mediante el
método cronológico de Libby, cuya eficacia, hasta el presente, no so-
brepasa satisfactoriamente la frontera entre la historia y la prehis-
toria.
Si bien es cierto que los arquélogos no son directamente respon-
sables de las determinaciones cronológicas que obtienen de los labo-
ratorios especializados de los cuales reciben el-cómputo y la interpre-
tación ad hoc de los impulsos radiactivos según el método radiocarbó-
nico del Dr. Libby, al menos son los que adoptan tales cálculos, los pu-
blican y permiten que el gran público siga creyendo que se trata de da·
tos ·casi infalibles. Los arqueólogos que envían muestras orgánicas a los
laboratorios para cronologizarlas, sencillamente aceptan la valuación de
la frecuencia de las radiaciones del carbono catorce detectadas en for-
ma de impulsos radiactivos. Además aceptan virtualmente la interpre-
tación que les dan los laboratorios especializados con respecto a la edad
de la muestra orgánica estudiada, valorando así la cantidad de impul-
sos radiactivos según una tabla de valores que constituye una escala -
admitida por los especialistas. En otras palabras, la interpretación cro-
nológica queda en manos de los radiofísicos quienes son los que indi-
can cuantos años corresponden a cada muestra, ateniéndose a la escala
teórica de Libby para el radiocarbono, formada por la curva exponen-
cial de desintegración que da, como uvida media" del carbono catorce
el lapso de 5.730 años y que requiere otro lapso de la misma duración
para cada sucesiva reducción a la mitad de lo que resta. En el Congreso
Internacional del Radiocarbono, realizado en 1966 se destacó la conve-
niencia de publicar la uedad radiocarbónica", más bien que los cálculos
expresados en cifras absolutas de años trópicos o calendáricos. *
La "tdad radiocarbónica", o "radiocarbón age", es definida en los siguientes térmi·
nos por el profesor Robert H. Brown: "La edad radiocarbónica describe la cantidad
relativa de carbono radiactivo de la muestra, en términos de la cantidad propoFcio.
nal de radiocarbónico, mediante el uso del ácido oxálico del tipo provisto por el
U. S. National Bureau of Standards (NBS). El ácido oxálico standard está ajustado
a la actividad del carbono-14, como para proporcionar una referencia basada en el
año 1850 d.C. La concentración de ácido oxálico, preparada por el NBS, es tál que
el 95% de su actividad radiocarbónica específica es equivalente a la actividad especí·
fica del carbono·l4 que correspondería a la madera que crecía en 1950 d.C., pero
bajo las condiciones atmosféricas que prevalecían en 1850. d.C. La edad radiocarbónica
de una muestra es el número de años que habría requerido para que el nivel de la
actividad específica del radiocarbono, definida por el ácido oxálico standard del NBS
se reduzca al nivel específico medio de la muestra". Radiocarbon Dating (Walla Walla,
1966) p. 4.
DEL CARBONO CATORCE 149
Los radíofísícos suponían, hasta hace poco, que el porcentaje de car.-
bono-14, con relación al carbono-12, se mantuvo igual durante todas las
épocas, pero diversas investigaciones han demostrado que no es así. No
obstante, la tabla de valores de las radiaciones del carbono catorce aún
no ha sido debidamente modificada para ajustarse a los nuevos conoci-
mientos, cuandQ se trata de muestras prehistóricas. Las consecuencias
son evidentes: se incurre en la inexactitud, es decir en el error. Mientras
los radioñsicos no cambien esta tabla de valores para las muestras or-
gánicas prehistóricas de modo que las valuaciones cronológicas cobren
su verdadero valor, lo menos que podrían hacer los arqueólogos que re-
curren al método de Libby es no publicar las fechas estimadas por el
radiocarbono para la prehistoria como si éstas fuesen infalibles, sino
acompañadas de las debidas advertencias, en previsión de nuevas y más
profundas investigaciones. Mientras tanto habrá que reemplazar la ilu-
sión de las fechas exactas y absolutas para la prehistoria, por el concep-
to más modesto de las estimaciones relativas, sin el carácter categórico
de la cronologización precisa, que pretende pasar por un "fechado"
absoluto.

5. -Importancia del reajuste del método radiocarbónico para las


investigaciones prehistóricas.

El método cronológico radiocarbónico de Libby ha resultado de va-


lor al estimar las edades aproximadas de muestras orgánicas cuya anti-
güedad pudo ser verificada por diferentes métodos especializados que
han resultado satisfactorios para las investigaciones históricas. El valor
de las estimaciones cronológicas fundadas en la frecuencia de las radia-
ciones del carbono catorce ha sido acreditada por el estudio de mues-
tras de edad conocida, por lo cual queda justificada la adopción de este
método para cronologizar aún las muestras de edades no verificables,
dentro de la latitud de los impulsos radiactivos cuya frecuencia entra
dentro del marco cronológico señalado por las muestras históricas. Los
márgenes admitidos de error para los períodos históricos fueron denun-
ciados por el cotejo entre las estim~ciones calculadas, con las fechas co-
nocidas de las muestras. Ese margen de error ha ido disminuyendo a
medida que se fue calculando con má~ precisión el valor de la "vida
media" del carbono-14. Según el informe de los datos del sexto Congreso
Internacional del Carbono-14 realizado en Pullman, Washington en 1965,
se estableció provisoriamente el valor de 5.730 años para la semid~sintegra­
ción del radiocarbono. No obstante, los porcentajes de error admitidos
para las cronologizaciones por el método de Libby se deben, además
del cotejo de las muestras arqueológicas de edad conocida, a las osci-
laciones en el porcentaje atmosférico del carbono-14 con respecto al
carbono-12 evidenciado especialmente por las investigaciones radio-
dendrológicas. ·
150 EL ·METODO CRONO~OGICO

Las oscilaciones en el porcentaje del carbono.14 con referencia al


.carbono-12, son de dos orígenes diferentes: (a) las provocadas por el
hombre mediante 1~ combustión de carbón y petróleo y, especialmente,
las causadas por las explosiones nucleares que han alterado el equilibrio
radiactivo; (b) ·las alteraciones naturales, cuyas causas están en estudio,
entre las cuales se destacan la cantidad de manchas solares que provocan
cambios apreciables de orden magnético, térmico y climático que afec-
tan a los diversos niveles de la atmósfera, cuyos efectos pueden ser
analizados en las características biológicas y físicas de los anillos de los
árboles. Queriendo obviar dificultades, en la Intemational Carbon.14
and Trltium Dating Conference, efectuada en Pullman, en la Universidad
del Estado de Washington, en 1965, se acordó establecer el año 1850 d.C.
como padrón de las proporciones entre el carbono catorce y el carbono
doce, a causa de la progresiva contaminación o desequilibrio radiactivo
de la atmósfera durante las décadas subsiguientes. La diferencia en la
proporción del radiocarbono debido al aumento de carbono en la atmós-
fera de nuestros días ha sido calculada en un 10% con respecto al nivel
del año 1850. Además se acordó que las cronologizaciones tomen como
punto de referencia el año 1850 d.C., como si fuese el comienzo de la Era
Radiocarbónica, insistiendo que, los datos a publicarse en lo sucesivo,
no se refiriesen ni a los años anteriores al experimento, lo cual se presta
a confusiones cuando no se publica la fecha de la investigación, ni a los
años relacionados con la Era Cristiana, sino especificando que se trata
de una datación radiocarbónica con referencia al año 1850, año 0" del 11

11
radíocarbone age" o RA. Por tales razones se pidió la futura uniformi-
dad de los datos según ese acuerdo internacional. *
La hipótesis cronológica del carbono catorce fue propuesta original-
mente por Libby sobre una base actualista o sea sobre la suposición
uniformista de que la intensidad de los fenómenos actuales permite
calcular la intensidad y los efectos de los fenómenos del pasado con res-
pecto de cualquier escala de tiempo. Pero algunas fallas del método
fueron denunciadas por el cotejo de las muestras de restos orgánicos de
antigüedad conocida. Además, las investigaciones dendrológicas, me.
diante el análisis radiocarbónico de los anillos de los árbqles, documen-
taron las oscilaciones en la proporción del carbono-14 con relación al
carbono-12 en la atmósfera dentro de las épocas históricas. Como en los
casos de algunas muestras las estimaciones calculadas sobre la base de
los impulsos radiactivos del carbono catorce, aparecen como si fuesen
dtt fechas inferiores al cómputo de los años por los anillos, a W. S. Glock
Y S. Agerter se les ha ocurrido que los árboles pueden formar más de
un anillo por año (258). Esta hipótesis, en lugar de ser objetada, fue
* Entre los radioffsicos se ha propuesto la adopción de la expresión "años carbónicos"
para las edades calculadas, sin pretender que los "años carbónicos" se equiparen ~
sincronicen con los año~ cronológicos solares. El investigador R. H. Brown declara
q~e el año radiocarbónico concuerda con el año cronológico solamente hasta el
s1¡lo II a. C. y que más allá las correlaciones son cada vez más inseguras.
DEL CARBONO CATORCE 151
aceptada por W. F. Libby como plausible porque de ese modo podía
apuntalar su método cronológico (259). Pero tal admisión implica la
ruptura del principal fundamento del uniformismo ·sobre el cual se ha
construído el método cronológico del carbono catorce: el actualismo. No
se ha demostraqo que en la actualidad los árboles formen más de un
anillo de crecimiento por ano.
Cuando el radiofísico Libby, sus colaboradores o sus continuadores,
intentan penetrar con el método radiocarbónico en los enigmas de la
prehistoria obtienen cifras que resultan muy dudosas por lo despropor-
cionadas. Este hecho no habla contra el método mismo, que ciertamen-
te es aplicable y útil para los tiempos históricos cuando la proporción
entre el carbono-14 y el carbono.12 tuvieron oscilaciones de poca mag·
nitud. Pero las dataciones prehistóricas resultan inaceptables porque el
método propuesto, al adoptar los postulados del uniformismo, no toma
en consideración la posibilidad de grandes fluctuaciones radiocarbóni-
cas, magnéticas y climáticas durante la prehistoria. Como consecuencia
de taJ posición uniformista la débil radiactividad del carbono-14 e~ las
muestras orgánicas prehistóricas, resultante de un desequilibrio entre
una mayor cantidad atmosférica de carbono.12 y, por por lo tanto, de un
menor porcentaje de carbono-14, es interpretada como que los restos
analizados, por emitir pocas radiaciones, denuncian una gran antigüe-
dad. En cambio, frente a esos mismos impulsos radiactivos, si se acepta
uno de los postulados del neocatastrofismo en el sentido de que los fe-
nómenos del presente no permiten medir la gran intensidad de los fe-
nómenos del pasado, resulta evidente que las cronologizaciones por el
método de Libby -aunque valiosas para los tiempos históricos cuando
las modificaciones reconocidas entre el carbono-12 y eJ carbono-14
oscilaron hasta más de un 10%-, se las considere peligrosas para los
tiempos remotos porque inducen a error con respecto a la prehisto-
ria cuando esos porcentajes de desequilibrio radiactivo atmosférico
pudieron ser mucho mayores.
Es necesario modificar la escala del método cuando se amplía el
campo de observación de lo histórico a lo prehistórico. Esto ocurre con
los instrumentos ópticos. Las mismas leyes ópticas permiten construir
lentes para microscopios y para telescopios: las modificaciones funda-
mentales en la forma y tamaño de las lentes dependen de la distancia
focal con relación a lo que se quiere observar. El método de Libby nos
permite enfocar, adecuadamente, los restos orgánicos de diversas eda-
des de la historia pero, con respecto a la prehistoria solo produce
imágenes borrosas como el sencillo- telescopio, de Galileo cuando, al
enfocar, en el año 1610 al planeta Saturno, le pareció ver protuberan-
cias en ambos lados de ese planeta hasta que se acrecentó el poder
telescópico que permitió las valiosas observaciones de Huygens, en
1655, con las cuales se ·demostró que las supuestas protuberancias
eran anillos que rodeaban a ese planeta.
152 EL METODO CRONOLOGICO

Las investigaciones vinculadas con las variaciones del magnetismo


planetario y de su relación con la cantidad de carbono y del isótopo
radiocarbónico que se forma en la atmósfera y que llega hasta la super-
ficie de la Tierra donde es incorporado por todos los seres vivientes,
no han ~lcanzado todavía la madurez requerida para proporcionar to.
das las informaciones que podrían introducir cambios tan imperiosos
como significativos en el método cronológico ideado por W. F. Libby.
No se trata simplemente de la comprobación de que los verdaderos po-
los magnéticos de la Tierra cambian de posición, sino que la intensidad
del magnetismo terrestre ha variado grandemente en lo pasado, con
todas sus consecuencias, entre las cuales figuran las variaciones en el
porcentaje del radiocarbono. Las variaciones del magnetismo terrestre
han servido de base para las investigaciones arqueomagnéticas de Ro..
bert E. Cook, John E. Belshé y E. Thellier quienes están desarrolando
una nueva técnica cronológica (260).

Las investigaciones arqueomagnéticas realizadas en Europa y


América del Norte han dado resultados que se consideran mucho
más exactos- que los que se obtienen mediante el método cronológico
de Libby. Los estudios realizados especialmente en el sur de los Esta.
dos Unidos desde 1964 hasta 1967 han resultado una valiosa contribu·
ción para la cronología. Los restos orgánicos de los fogones descubier-
tos ·en los estratos de Snaketown, Arizona, sometidos al examen ra ..
diactivo mediante el método del carbono catorce, han _sido datados
como correspondientes al año 425 a.C., con márgenes teóricamente acl-
mitidos· de error de 100 años en cada sentido, o sea que podrían co·
rresponder al lapso comprendido entre los años 525 a 325 a.C. Pero
mediante el estudio de la orientación arqueomagnética de las partícu.
las metálicas- en la arcilla que se hallaba en esos fogones, el geólogo
Robert L. DuBois fijó el año 300 a.C., como fecha para esos vestigios
que revelan la presencia de seres humanos que utilizaban fuego.
r
El método cronológico arqueomagnético se funda en el estudtc
del cambio de posición geográfica del polo magnético de la Tierra.
Esos desplazamientos- del polo magnético se evidencian mediante las
partículas metálicas contenidas en la arcilla cuya temperatura se elevó
a 1100 grados Fahrenheit, o ·sea 593 grados centigrados. pues en tales
circunstancias las partículas metálicas se orientan como pequeñas
agujas magnéticas que apuatan hacia el polo magnético terrestre. Uti·
!izando la brújula se descubre la orientación de las partículas metá·
licas antiguas y el valor de su desviación con respecto al polo mag.
nético actual. Una investigación metódica de los datos obtenidos per.
mite conocer las sucesivas posiciones del polo magnético planetario
en el curso de los milenios. La comparación de tales datos ha permt·
tido trazar los antiguos y modernos desplazamientos del polo mag. .
nétíco y diseñar ·su sinuosa trayectoria en torno del Polo Norte. De
este modo se ha diseñado un esquema de valor cronológico prepara-
do por Leo J. Roberschmidt y William H. Bond, ilustrando un infor·
me, publicado en 1967, por Kenneth F. Weaver.
DEL CARBONO CATORCE

El "Calendario Polar", resultante de las investigaciones arqueomagnéticas del profesor


Robert L. DuBois en América del Norte, que se funda en el estudio del trazado de los
desplazamientos del polo magnético de la Tierra desde el año 1 d.C. hasta 1967. Este
esquema representa el sector polar del mapa arqueomagnético de América del Norte,
diseñado por Leo J. Roberschmidt v William H. Bond, para ilustrar el artículo de
Kenneth F. Weaver pubJicado bajo el título de "Magnetic Clues Help Date the Past",
en el Natlonal Geographic, vol. 131, N9 S (Washington, mayo de 1967), p. 699.

Ha sido demostrado que el punto débil de la hipótesis de Libby se


halla en lo obvio. En este caso lo obvio se esconde en la conjetura uni-
formista que presupone una equilibrada proporción constante entre el
carbono-14 y el carbono-12 de la atmósfera. Pero esa supuesta estabili-
dad teórica no coincide con las realidades que han sido evidenciadas
por los datos detectados en los aniÍios de los árboles por la dendrología
y que corresponden totalmente a las edades históricas. De ese modo se
ha podido saber que el porcentaje del radiocarbono entre el año 2.000 a.
C. y el 1850 d.C. varió en un 10%. La intensidad de las variaciones del
porcentaje de radiocarbono que acompañó a los cambios climáticos de-
nunci~dos por la Edad de Hielo y por los implicados por la gran con-
154 EL METODO CRONOLOGICO

moción planetaria que halló su expresión en el cataclismo diluviano es


imposible de calcular por ahora. Entre los que se han interesado en
este problema figura el profesor de física R. H. Brown quien, después
de aludir a las supuestas cronologizaciones de hasta 50.000 años por el
método del radiocarbono, dio a conocer en 1965, la siguiente ópinión,.
acerca de la falta de validez de tales estimaciones: "Aquellos que reco..
nocen la inspiración del relato del libro de Génesis interpretan la edad
radiactiva de esos antigvos materiales como indicando que la atmósfera
de. la Tierra antes del diluvio bíblico tuvo una actividad relativa del
carhono catorce no mayor que el 1/100, y, posiblemente, menor que el
1/1000 del nivel que llegó a establecerse alrededor del año 1000 a.C."
(261).

Siendo que la evaluación del método del carbono catorce debe to·
mar en cuenta las variaciones en el porcentaje de radiocarbono de épo.
cas remotas es evidente que su eficacia, aceptable para los tiempos
históricos, resulta no solamente ineficaz sino repudiable para los tiem-
pos prehistóricos. Esto reclama la imperiosa necesidad de reajustar el
método a la realidad: en el caso contrario, un método que ya ha ganado
prestigio en el campo de la historia inducirá a continuos errores de in-
terpretación · cronológica en el campo de la prehistoria. Tales errores
cronológicos no pueden ofrecer sino una visión totalmente distorsiona-
da de la cronología de .la prehistoria.

Para que el método de cronologización radiocarbónica de Libby sea


debidamente reajustado, de modo que pueda ofrecer servicios acepta-
bles para los sondeos cronológicos en el campo de la prehistoria, de.
berá abandonar, ineludiblemente, el postulado fundamental del actua-
lismo, o sea el dogma uniformista que supone como axioma que la
intensidad de los fenómenos actuales constituyen el padrón para me-
dir el tiempo transcurrido en cualquier época remota del pasado.

Los ensayos d(" cronologización prehistórica fueron considerados


como halagüeños por muchos geélogos actualistas. Si algunos han pues-
to en duda la eficacia del método fue, más bien, porque los cálculos
realizados mediante los métodos geológicos actualistas daban cifras aún
más elevadas. Pero el uniformismo fue una actitud reaccionaria en con-
tra del catastrofismo exagerado. El uniformismo fue difundido por
Charles Lyell desde el año 1827, y toda hipótesis reaccionaria lleva la
tara de una exageración. Es necesario liberar al método cronológico de
Libby de la hipótesis actualista cuyos principios equívocos inducen a
error. Lamentablemente la hipótesis uniformista no fue abandonada
durante el siglo XIX porque flegó a ser la vertebración del darwinísmo
en su período de apogeo.
DEL CARBONO CATORCE 1~5

Frente al auge del actualismo que no quería aceptar las evidencias


cataclísmicas, Sir Henry H. Howorth publicó una obra, en 1893, en la
cual presentaba la siguiente declaración contraria al uniformismo que
campeaba en la geología: "Es algo singular y un hecho notable que,
mientras la mayor parte de las ramas de la ciencia se han emancipado
por sí mismas de las trabas del razonamiento metafísico, la ciencia de
la geología sigue todavía aprisionada por teorías a priori." (262).
En pleno siglo XX la geología que se enseña en la mayor parte de
los colegios y universidades, todavía continúa subyugada por las teorías
actualistas forjadas por Lyell y sus continuadores. Toda hipótesis que
no coincida con los puntos de vista del uniformismo es repudiada ipso
facto como un imposible. ¿Se emancipará la moderna hipótesis crono-
lógica de Libby de la fascinación ejercida por los postulados del actua-
lismo? ¿Significará esa reforma del método cronológico radiocarbónico
una revisión de todo el esquema uniformista en el campo de la arqueo-
logía prehistórica y de la. geopaleontología evolucionista? Si así fuese,
la investigación de Libby referente al comportamiento del carbono ca.
torce resultaría como el hilo conductor de Ariadna para que los unifor-
místas puedan salir de los vericuetos obsesionantes del laberinto del
actualismo.
El reajuste del sistema cronológico radiocarbónico de Libby resulta
de tan vital importancia para la prehistoria como para el método mis-
mo. Libby y sus continuadores se hallan ante la disyuntiva de aferrarse
a los postulados uniformistas, con toda su secuela de errores que alejan
a los investigadores de la debida interpretación de muchos hechos, o de
aceptar las modificaciones fundamentales e indispensables para que sus
datos armonicen con todas las realidades del pasado. Frente a los pro-
blemas planteados por el método cronológico de Libby está en juego
no solamente el prestigio de su método sino el de la ciencia.

Ante las graves fallas del método cronológico del radiocarbono pa-
ra enfocar las profundidades de la prehistoria, carecen de fundamento
las críticas que suponen serias discrepancias entre los datos presenta-
dos por la Biblia y los cálculos prehistóricos fundados en la frecuencia
de los impulsos radiactivos del carbono catorce. No se trata, por lo
tanto de un conflicto entre la Bib Ha y la ciencia sino entre las extrali·
mitaciones de una hipótesis y la verdad estrictamente científica.

Los triunfos de la ciencia están jalonados por la sucesión de hipó.


tesis. Estas nacen en estado de infancia y no de adultez. Numerosas hi-
pótesis caen junto al camino del progreso sin dejar descendencia.
Otras, como sucede con los seres que se multiplican por división di-
recta, pueden perder la parte errónea de su contenido, pero sobreviven
por el fragmento de verdad que han incorporado. Este hecho lo reco-
156 EL METODO CRONOLOGICO

noció el profesor J. H. Poynting en un elocuente discurso ante la Aso-


ciación Británica para el Progreso de las Giencias, al decir: "Las hipó.
tesis de la ciencia están cambiando constantemente. Las viejas teorías
se desmoronan y otras nuevas ocupan su lugar. Pero la clasificación de
los fenómenos sugeridos por una hipótesis y el descubrimiento de nue-
vos fenómenos a que ha cooperado, quedan como caudal positivo y per-
manente del saber, cuando la propia hipótesis se ha desvanecido del
pensamiento."
La hipótesis cronológica de Will ard F. Libby tiene algo de genial
como método objetivo para sondear el pasado histórico, pero debe ser
ineludiblemente revisada si es que se desea que llegue a resultar un ins-
trumento útil para penetrar en los tiempos remotos de la prehistoria.
La revisión de lo obvio en la hipótesis cronológica de Libby implica, un
oportuno reajuste de su método radiocarbónico y de la interpretación
de su famosa curva exponencial. Para que esto suceda, será necesa.
rio una revisión de sus postulados preliminares de tenor uniformista
que restan eficacia al método cuando pretende descorrer el pesado cor-
tinado de tiempos muy diferentes de los actuales.
Desde que Libby dio a conoce~.- su método cronológico radiocarbó-
nico se han ido reajustando las primeras valuaciones de los impulsos
radiactivos del carbono-14. Gracias a ésto se han logrado cronologizacio-
nes cada vez más exactas para los tiempos históricos. Pero todavía será
necesario remover los obstáculos que bloquean el camino hacia la pre-
historia. Habrá que distinguir entre las apariencias y las realidades,
entre lo aproximado y lo exacto. Sir Michael Forster decía que el pri.
mer precepto de la ciencia es "el cerciorarse de los hechos", porque de
lo contrario se cae en errores interpretativos. Su consejo para evitar lo
equívoco en la investigación científica era el siguiente: "El hombre -
el hombre no científico- se contenta a menudo con 'lo impreciso' y 'lo
aproximado'. La Naturaleza nunca se satisface así. No acostumbra ésta
a llamar lo mismo a dos cosas que difieren, aunque la diferencia pueda
ser medida por menos de la milésima de un miligramo o milímetro,
o por cualquier otro sistema de medición. El hombre que lleva los pro-
blemas del mundo al campo de la Ciencia y cree que ha de tratar las
diversidades de la Naturaleza de otro modo de como ella misma las
trata, se encontrará con que la Naturaleza se opone terminantemente
a su conducta. Si mira con desdén y con desvío las pequeñas diversida-
des que la Naturaleza le ofrece para servirle de guía en la investigación,
como señal que marca el camino de un tesoro escondido, corre peligro
de extraviarse, y cuanto más persista en su empeño, más se alejará de
·su verdadero fin". (263)
El radiofísico australiano J. H. Jauncey, famoso por su destacada
actuación ~n el proyecto científico estadounidense, conocido como
DEL CARBONO CATORCE

White Sands Misslle Range, se muestra optimista al respecto de las fu..


turas investigaciones cronológicas: "Probablemente se avanzará apre- ·
ciablemente en el campo de fijar la antigüedad del pasado ·por conduc..
to de métodos objetivos. El procedimiento del carbono-14 ha sido de
tremendo beneficio, aunque ahora es evidente que su uso no es perfec-
to como se creyó en un tiempo. El método indirecto por medio del cual
se emplea el oxígeno-18 para determinar los giros de temperatura en la
antigüedad es interesante y provocativo. (264) Indudablemente se cono.
cerán y se emplearán otros métodos objetivos. Estos desarrollos posi-
blemente resuelvan algunos de los escabrosos problemas que aún exis-
ten con relación a la antigua historia bíblica y a la prehistoria". (265)

Es un hecho innegable que, en la historia de la cronología, el mé-


todo radiocarbónico ideado por Vvillard F. Libby merece ser recono..
cido como una llave que ha permitido abrir los secretos cronológicos de
los períodos históricos en todas las regiones de la Tierra. Pero más allá
de los confines de la historia, demarcados por la invención de la escri-
tura, y más allá de las tradiciones de la protohistoria, se extiende el
misterio de la prehistoria que se remonta hasta el origen del hombre.
Se necesita probar otro manojo de llaves para extraer los secretos cro-
nológicos escondidos en las gavetas del cofre del remoto pasado pre-
histórico. No se puede dinamitar ese cofre, es necesario utilizar pacien.
temente las llaves de la ciencia, hasta que las puertas se abran. Para
que ésto suceda, sin caer en delirantes fantasías respecto a la realidad,
es conveniente seguir el añejo consejo de Bacon: "Debemos acostum-
brarnos a dejar que las cosas piensen por sí mismas". Esta sabia ad-
vertencia supone que en el campo de la ciencia no se logran resultados
positivos cuando se pretende ímponer esquemas arbitrarios a la natu-
raleza. La captación de la realidad se consigue escuchando la voz deli.
cada de los hechos que revelan algún aspecto desconocido de la verdad
que trasunta el profundo significado de las leyes que rigen al universo.
TABLA 1 159

ESTIMACIONES RADIOCARBONICAS DE LAS EDADES DE


MUESTRAS DE PERIODOS HISTORICOS CONOCIDOS
====-- ____-"-___ ~=-:.=c:::.==--o.-=.= --== "-'-~-'---=----- ---

1
Procedencia geográ~ Edud histórica, cal~ Impulsos radiacti~ 1 Impulsos radiacti. Edad estimada en
fica y período bis~ culada en años por vos del carbono.14 vos del carbon~14 años por el método
tórico de la mues. los. arqueólogos y calculados por mi. 1 registrados por mi- radiocarbónico de
tra de madera. " dendrocronólo g o s, nuto por cada gra~ nuto, en los conta_ Libby, con indica-
con indicación de mo de carbono co~ dores Geiger, por ción del margen de
la probabilidad de mún, o carbono.12 cada gramo de car. error. (2)
error. (1) bono común.
Anillos de un árbol 1372 años + 50 10,65 10,99 0,15 1100 años + 150
de Texas.
Pedazo de madera 2149 años + 150 9,67 9,50 0,45 2300 años + 450
de un sarcófago de
la época de los Pto-
lomeos.
Tabla de pino del 2624 años + 50 9,10 9,18 0,18 2600 años + 150
palacio siro-hitita
de Hattina, en Tay~
inat, Siria.
Anillos del Sequoia 2928 años + 52 8,78 8,68 0,17 3005 años + 165
Wasbingtoniana de
California.
Tabla de cedro del 3792 años + 50 7.90 7,97 0,30 3700 años ± 400
barco funerario del
faraón Senwosret
III ( Sesostris), de
la dinastía Xlla.
Viga de acacia de 4650 años + 75 7,15 7,78 0,74 4750 años ± 250
la tumba del fa_
raón Zoser de la ( 1) Los años no dan fechas antes de Cristo sino el tiempo transcurrido hasta
dinastía lila. los experimentos realizados por Willard F. Libby y sus colaboradores.
(2) Las probabilidades de error representan la cantidad de años que pueden su-
marse o restarse a la cantidad calculada por el método radiocarbónico.
TABLA 2

DESVIACIONES DE L~S CRONOLOGIZACIONES DERIVADAS POR EL METODO RADIOCARBONICO


g
CON RESPECTO A LAS FECHAS HISTORICAS*

Procedencia y número de la Muestre~ -te Ver Jas notas en la página siguiente

Muestras de varios países excluyendo a Egipto Edad Histori. Porcentaje de


ca en años ** desviación
Choza de Sotira, Chipre (St. 350)*** 5270 + 200 1.1 -+- 1.5 (-+- 2.9)
Choza de Sotira, Chipre (St. 337) 5270 + 200 -2.5 + 1.5 (± 2.9)
Erimi, Chipre (St. 338) .............. . 5000 + 200 5.3 -+- 1.0 (± 2.7)
Ibi - Sin de Babilonia (C-752) ....... . 3930 + 30**** 0.3 -+- 1.3 (+ 1.3)
Templo de Nabu, Irak (D-70; BM-59) .. . 2600 + 30 1.8 + 1.4 (+ 1.5)
Palacio de Hattina, Tayinat, Siria (C-72) 2652 ± 50 1.7 + 2.0 (+ 2.1)
Barco de Calígula (BM-15; St-103; U-68;
Q-112) ...................... . 1950 + 30 0.2 + 0.7 (+ 0.8)
Rollo del Mar Muerto (Isaías), Qumran
(C-576) ...................... . 2050 ± 100 1.0 + 2.5 (-+- 2.8)
Pan de Pompeya (L-371 E) ........ . 1880 ± 1 0.6 + 0.7 (+ 0.7)
Ataúd de St. Cuthbert (BM-16) . . . . .. 1320 + 25 0.1 + 2.0 (+ 2.0)
Barco de Vestford, Noruega (T-37) ... 1160 + 30 0.4 + O. 7 (+ 0.8)
Muestras de diversas regiones de Egipto
Hemaka (BM-27; P-214; C-267) . . . . .. 5000 ± 200 6.0 + 1.2 (+ 2.8)
Zet (P-215) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 5000 + 200 4.5 + 1.0 ( + 2.7)
Zoser (A-219; C.1) . . . . . . . . . . . . . ... 4700 + 75 5.8 + 1.9 (+ 2.1)
Snefru (P-216; C-12) . . . . . . . . . . . . . .. 4574 + 75 2.3 + 1.3 ( + 1.6)
Buhen, Wadi Halfa (dinastías IVa. a
Va.) (UCLA-248) .............. . 4430 + 135 -1.6 + 1.0 (+ 2.4)
Neferirkare (BM-82) . . . . . . . . . . .... . 4400 + ? 5.8 + 2.0 (+ ?)
Mentuhotep (BM-21) . . . . . . . . . . . . . . 3980 + 20 4.8 + 2.0 (+ 2.1)
Aka.nakht (P-11) . . . . . . . . . . . . . ... . 3900 ± 75 2.2 + 1.0 (+ 1.4)
Sesostris III (BM-22; C-81) ........ . 3828 + 19 2.1 + 1.4 (+ 1.5)
Buhen, Wadi Halfa (dinastías XII la. a
XVIIa) (BM-9) ............... . 3640 + lOO -1.0 ± 1.2 ( + 1.6)
Seti I (P. 227) ........ ~ .......... . 3320 + 30 3.2 ± 1.2 ( + 1.3)
Ptolomeo (C162, UCI:.A-109) ......... . 2280 ± 30 -1.0 + 1.0 (± 1.1)
DEL CARBONO CATORCE 16t•
NOTAS CORRESPONDIENTES A LA TABLA 2
* Esta tabla, publicada por W. F. Libby en Science, vol. 140 (Ab. 1963), presenta
los datos sobre la base de 5568 afio!.• para la "vida media" del radiocarbono, pero
require reajustes según la valuación de 5760 años, acordada en las sesiones de la
International Carbon 14 and Tritium Dating Conference, realizada en Pullman,
Washington, en 1%5.
** Los años no son indicados en relación con la Era Cristiana sino contando retros-
pectivamente desde 1%2.
*** Las siglas con Sl.JS correspondientes números permiten la identificación de las mues·
tras radiocarbónicamente anatizadas.
**** Esta fecha es relacionada con los cálculos vinculados con el reinado de Ham-
murabi, 1728-1686 a. C., siendo que Ibi-sin vivió 250 años antes, fue publicada
por W. C. Hayes, M,. B. Rowton y F. H. Stubbing, en Cambridge Anclent Hfs·
tory (Nueva York, ed. rev. 1%2) vol. I, cap. 6.

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...o MUESTRAS DE EDAD CONOCIDA

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AÑOS: 1000 2000 3000 4000 5000 15000


Diagrama comparativo entre las fechas conocidas, señaladas por la dia1onal, y las eal•uladas
mediante las radiaciones del Carbono-U segó.n w. Libby,
162

Muestra Años después de


Fechado Ra- Unidad Años antes Cristo, con refe- Desviación
analizada
diocarbónico de de 1958 rencia a 1950 co- 1 sigma.
en el
Boliviano. ~ J(. excavación.
1 laboratorio. mo año standard.
--
FRB 4 1 P- 149 A (12) 1707 + 93 243 d.C. + 93

FRB S 1 P- 150 1 A (14) 1692 + 104 258 d.C. + 104 154 d.C.

FRB 6 1 P- 123 1 A (15) 1817 + 103 133- d.C. + 103

FRB 8 1 P- 147 1 B (6-7) 1576 + 104 374 d.C. + 104


: p_ 119
FRB9 1 B ( 8) 1460 + 200 490 d.C. ± 200 290 d.C.***
* Desde el punto de vista arqueológico, la historia de Tiahuanaco h~ sido divi-
dida en cuatro Edades. Aunque durante las excavaciones del Templete semxsubterráneo,
realizadas en 1960, no se lo¡rraron muestras orgánicas en su emplazamiento, por otra
parte, se examinaron radiocarbónicamente cinco muestras de la Edad III a la que
pertenece esa importante construcción, datos que damos a conocer según las informa-
ciones publicadas por el arqueólogo boliviano Carlos Ponce de Sanginés, director del
Centro de Investigaciones Arqueológicas de Tiwanaku, en su trabajo titulado Descrip·
ción Sumarla del Templete Semfsubterráneo de Tiwanaku (La Paz, 1964), 76.
** Además de las cinco muestras de la Epoca de Tiahuanaco se analizó una
que fue extraída del pozo G-15 del famoso Kalasasaya, pero esa muestra, clasificada
como T..2 P-531, no es tomada en cuenta porque se la considera como material intru-
sivo reciente. Se considera que el Templete es poco anterior al Kalasasaya y que en
ambos se realizaron mejoras durante la Epoca IV o clásica. Esto ha sido evidenciado
en el Templete por la estela 10, de arenisca roja, conocida por el nombre de "mono-
lito Bennett", como homenaje a su descubridor, a mediados de 1932. Este artístico
monolito de 7.30 mts. de altura, incluyendo la base, ha sido trasladado a la ciudad
de La Paz, donde se exhibe en la plaza del Estadio de Miraflores. (Carlos Ponce de
Sanginés, Breve comentario acerca de las fechas radiocarbónicas de Bolivia (Arica.
1961); Id. Fechas radiocarbónicas de Bolivia. (La Paz, )964).
*** Sobre la base de estas cronologizaciones radiocarbónicas, correspondientes a
la Epoca III de Tiahuanaco, el arqueólogo Carlos Ponce Sanginés ha publicad~:> la si-
guiente conclusión: "Considerando los resultados, se puede obtener para la Epoca III
un Promedio aritmético de 299 d.C.. con 133 d.C. como cifra mínima y 374 d.C. corno
l. de n~ Q.;_a p~
mi TY& <trr .,* rt ·e1
APENDICE

OBSERVACIONES EN TORNO DE LAS FECHAS


RADIOCARBONICAS PARA EL PERU

Mientras estaba en prensa el presente trabajo llegaron a nuestras


manos tres publicaciones de reciente aparición que se relacionan con
la estimación de fechas mediante el método radiocarbónico de W.
F. Libby, con especial referencia a las muestras orgánicas enviadas
desde el Perú. Esas publicaciones, según su. orden de aparición, son
de los siguientes autores: Frederic Engel,* Thomas C. Patterson.,**
Rogger Ravines y Juan José Alvarez Sauri.*** .

1. Los aportes de Frederic Engel al estudio de las primeras


etapas de Ia agricultura en el Perú.
El nuevo trabajo de~ arqueólogo fraacés Frederic Engel enfoca
especialmente la geografía humana prehistórica y la agricultura pre-
colombina de la quebrada de Chilca. El asunto es considerado sobre
la base de laboriosas excavaciones realizadas en esa región y el exa~
men de muestras mediante la utilización del método radiocarbónico,
según los análisis de diversos laboratorios. En su anexo A (pp. 77-97)
presenta los datos referentes a novem a y una dataciones obtenidas
mediante los envíe-s de muestras peruanas remitidas por diversos in·
vestigé_ldores a seis laboratorios especializados: (1) BC. Universidad de
Tokio, Japón; (2) BC. Universidad de Gakushuin, Japón; (3) GX. Geo-
chron Laboratory, Cambridge, Massachussetts; (4) I. Isotopes Incor-
porated, Westwood, New Jersey; (S) NZ. Department of Scientific and
Industrial Research, Nueva Zelandia; (6) P. University of Pennsyl-
vania, Philadelphia, Pennsylvania.

De las 91.muestras presentadas por F. Engel, 38 corresponden a


la región de Chilca; 16 a Kotosh, en Huánuco; 13 a la región de Pa~
racas y, las restantes pertenecen a mny diversas regiones, desde el
Cuzco hasta Tingo María. Muchas de las muestras fueron recogidas
por Engel, con algunas excepciones entre las cuales figuran las en-
contradas por Izumi Ishida y Terada en la región de Kotosh, cuyos
impulsos radiocarbónicos fueron cronologizados como de diferentes

* Frederic Engel, Geografía Humana Prehistórica y Agricultura Precolombina de


la Quebrada de Chilca, (Lima. 1%6) Volumen I Informe Preliminar. Oficina de Pro-
moción y Desarrollo, Departamento de Publicaciones. Universidad Agraria. Editorial
Jurídica S. A., Lima, 110 pp., 58 láminas y 3 planos.
** Thomas C. Patterson, "Early Cultural Rcmains of the Central Coast of Perú",
en la revista &awpa Pacha, N~ 4, (Berkeley, 1966), 145-153. (Publicación fundada y
dirigida por John Rowe en la Berkeley University, California).
** * Rogger Ravines y Juan José Alvarez Sauri "Fechas Radiocarbónicas para el
Perú", Arqueológicas. Publicaciones del Instituto de Investigaciones Antropológicas.
N~ 11. Director J. C. Mulle. Museo Nacional de Antropología y Arqueología. (Pue
blo Libre, Lima, 1%7), pp. 58, incluyenlo un Apéndice.
164 EL METODO CRONOLOGICO

fechas que abarcan el lapso comprendido entre 1120 a. C. y 80 d. C.*


Las cronologizaciones radiocarbónicas de las muestras orgánicas
enviadas por Engel desde diferentes sitios de Chilca corresponden a
diversos niveles cuyas edades han sido estimadas por el método de
Libby entre 5020 a. C. hasta 1580 d. C. La muestra más antigua de
la zona ·de Chilca fue recogida en 1963 en la tumba 1 (PVS0-1) siendo
considerada por Engel como semejante a las del "pueblo similar a
14A-VI·96 en Paracas, y 12A-~VI-20 en Lurín. Agricultura incipientet'.
La muestra más reciente que se examinó fue recogida por el mismo
investigador en Playa Tiza I, Chilca (PV50-1), y pertenece al "nivel
con cerámica y tejidos prehispánicos, sin ínfluencia cuzqueña''. El
valor de todas esas series de muestras orgánicas examinadas reside
en la seriación de los diversos niveles donde se han descubierto ves-
tigios con asociaciones relacionadas con las sucesivas culturas del
Perú.

De la importante región de Paracas se extrajeron numerosas mues-


tras orgánicas trece de las cua)es fueron remitidas por Engel a
diversos laboratorios. Los impulsos radiactivos detectados en esas
muestras han sido interpretados por los técnicos de los laboratorios
como equivalentes al lapso abarcado entre los años 6880 a. C. y 225
d. C. Las muestras se obtuvieron en cinco sitios de la región de Para-
cas. Si se ordenan de menor a mayor las estimaciones de edades se·
gún ~s antigüedades adjudicadas, se obtiene la siguiente serie para
las culturas de Paracas:

Año 225 d. C. (1695 + 130). Cabeza Larga, Paracas (PV 59- )**
Sitio 14A-VI-8. Muestra recogida por Engel en el año 1963. "Nivel con
cerámica Nazca III o IV". Número de la muestra: 1:957. ·
Año 65 a. C. (2015 + 70). Cabeza Larga V, Paracas. (PV5-?) Sitio
14A-VI-10. Muestra recogida por Engel y Bischof en 1959. 11 Muestra
procedente de un pueblo conteniendo tumbas del regional I, fase II
o Cavernas II. O es falsa la fecha, o se trata de una ofrenda posterior
a los muertos". Número de la muestra: NZ-1127-1.
* lshida, Eiichiro y otros "The Report of the University of Tokio Scientific Expc-
dition to the Andes in 1958", Andes (Tokio, 1960)· Kigoshi, Kunihiko; Tomikuda Yoshio
y Endo, Kunihiko, "Gakushuin Natural Radiocarbon Measurements I", Radiocarbon,
(New Haven, 1962). IV, 84·94; The Scientific Expedition of the Tokio to the Andes,
"A Study of the formative Culture on the Eastern Slope of the Andes: A Preliminary
report of the Excavation at Kotosh", Japanese Journal of Ethnology, vol. XXVI (Tokio,
1962), N: 4, 22-43.

** Las siglas entre paréntesis corresponden a la clave de abreviaturas según la Ca-


talogación de Sitios Ar~ueológicos (R. S. N'? 1156) del Museo Nacional de Antropolo-
gía y Arqueología, de Lima,· Perú. Y la ubicación de cada sitio en particular corres·
ponde a la Carta del Servicio Geográfico Militar de la República del Perú a la escala
de 1: 200,000. Las observaciones entre comillas corresponden a la obra de Frederic
Engel, op. cit. (1966), p. 91, etc.
DEL CARBONO CATORCE

Año 110 a. C. Cabeza Larga II, Paracas (PV 59-?). Sitio 14A-VI~8
11
Muestra recogida por Engel y Bischof, en 1958 Muestra procedente
de una tumba típica del regional II, el Necrópolis de Tello". Número:
NZ-1127-2. . .
Año 293 a C. (2243+91) Cabeza Larga, Paracas (PV 59+?) Unidad II,
Sitio 14A-V,I-3. Muestra recogida por Engel y Bischof, en 1963. "Ceni-
zas de un horno por encima del cual estaba Wl plato polícromo Nas·
ca II, parece algo temprano, pero cuadra con 2360". El dato del la~
boratorio para esta muestra número NZ-968- es 2243 más o menos
91 (293 a. C.)
Año 410 a C. (2360:±:215). Cabeza Larga, Paracas. (PV 59?). Sitio
14ANI-8. Muestra recogida por Engel en 1963. "Estrato cubriendo la
base de las paredes de las unidades de piedra proto-Nasca, post-Ne-
crópolis". Número de la muestra: 1-1340. ·
Año 670 a. C. (2620+60): Puerto Nuevo, Paracas. (PV 59?). Sitio
14A-VI-40.. Muestra recogida por Engel en 1960. "Amplio pueblo de ca-
sitas con muchos cantos rodados y esteras; cerámica Chavín y Dis·
co Verde". Número de muestra: NZ~77. -
Año 1591 a. C. (359±158). Cabeza Larga, Paracas (PV 59?). Sitio
14A-VI-8. Muestra recogida por Engel y Bischof en 1958. "Cenizas de
un horno, sin asociaciones...'. Número de la muestra: NZ-1127-13.
Año 765 a. C. (2715+60). Disco Verde Paracas (PV-59?). Muestra
recogida por Engel en 1958. "Pueblo grande ; cerámica Chavín y Dis-
co Verde'. Número de la muestra: NZ685.
Año 1650 a. C. (3600+80). Otuma, Paracas (PV 59?). Sitio 14A-VI-
75. Muestra recogida por Engel en 1958. 11 Precerámico con algodón".
Número de la muestra: NZ-370-i3.
Año 1900 a. C. (3600+80). Otuma, Paracas (PV 59-?). Sitio 14A-VI
75. Muestra recogida por Engel en 19'58. "Precerámico con algodón".
Núméro de la muestra: NZ-370-3.
Año 3070 a. C. 5020± 120). Cabeza Larga, Paracas. (PV 59?). Sitio
11
14A-VI-l.Muestra recogida por Engel en 1958. 0sario con 65 esque-
letos y 7 tumbas; no se encontraron ní paliares ni algodón". Número
de la muestra: NZ-609.
Año 3490 a. C. (5890+145). Pampa de Santo Domingo, Paracas. Mues·
tra recogida por Engel en 1964. "Pueblo de numerosas casas con pa-
redes de palos de madera; agricultura incipiente sin paliares, ni al-
godón". Número de la muestra: GX-218.
Año 6880 a. C. (8830+190). Pampas de Santo Domingo, Paracas.
Muestra recogida por Engel en 1964. "Mates y una tuberosa, posible.
mente una yuca; indican la agricultura incipiente. Hay varios pueblos
de· pescadores sedentarios en la pampa". Número de la muestra: 1-1311.
Las perseverantes investigaciones arqueológicas del doctor Fre·
deríc Engel en el Perú han dado por resultado .una sucesión de .cua·
166 EL METODO CRONOLOGICO

dros que representan las diversas etapas de· la agricultura entre las
antiguas culturas que habitaron en la costa sudecuatorial de América
del Sur. Pero las fechas, estimadas por el método radiocarbónico de
Libby, sólo deben ser consideradas como valores relativos cuya cre-
dibilidad disminuve con la mayor antigüedad. El margen de insegu."
ridad no se expresa solamente por los porcentajes de error admiti-
dos por los laboratorios, siendo que e~tos indican la simple inexac-
titud prohable de carácter técnico, sino, lo cual es mucho más signi-
ficativo, por las posibilidades de que el porcentaje de carbono-14 de
los tiempos prehistóricos con relación al carbono-12, no haya sido igual
al de los tiempos modernos. Esto explicaría el aparente salto en las
dataciones radiocarbónicas de Paracas, entre las muestras que entran
en la historia y las que corresponden a la prehistoria.*

2. Thomas C. Patterson y los intentos de correlaciones entre


formaciones prehistórica_s del Peró y de América del Norte,
y Europa Septentrional.

El arqueólogo estadounidense Thomas Carl Patterson, quien se


hallaba trabajando, en 1967, en los yacimientos líticos y precerámicos
de Lurín, efectuó, previamente los primeros hallazgos pal\!olíticos en
Cerro Chivateros, en la parte baja del Valle de Chillón. Los obje-
tos descubiertos por Patterson interesaron especialmente a Edwar<.l
Putnam Lannirig. * *
Un artefacto de madera descubierto en Cerro Chivateros, en 1953,
considerando como típico del nivel arqueológico que fue denominado
Chivateros I, fue encontrado dentro de una formación de salitre. El
examen radiocarbónico de un trozo de esa madera fue realizado en
Los Angeles por el Institute of Geophysics of the University of Cali-
llfornia. Se practicaron dos cómputos con la muestra obtenida por el
arqueólogo Paterson, que fueron interpretadas como 10440 ± 160 y
10420±160 años, según el método de Libby, sobre la base de 5568±30 pa-
ra la vida media del carbono-14. Estos cálculos relacionados con Chi-
vateros resultaron de mayor antigüedad relativa que los de Paracas,
en unos quince o diecisiete siglos, estimados sobre la base de los po-

* No es necesario repetir aquí' lo que ya hemos expresado respecto a las fechas


más antiguas adjudicadas por la interpretación de las muestras de Paracas según el
método de Libby. La rclatiYa eficacia de las cronologizaciones radiocarbónicas para
muestras de los periodos históricos no constituyen una garantía para las muestras que
se remontan a la prehistoria cuando lo'> porcentajes del carbono-12 y del carbono-14 fue-
ron diferentes.
** Lanning, Edward Putnam. "A pre-agricultural occupation on the central coast
of Perú", American Antiquity, vol. 28, N~ 3 (Salt Lake City, enero 1963), pp. 360-371;
Id. "Early man in Perú", Scientiflc American, vol. 213, N'? 4 (Nueva York, octubre
1965), pp. 68-76; Thomas Carl Patterson y Lannin~. Edward Putnam, "Changing settlement

r atterns on the Central Peruvian coast", !Qawpa Pacha, N? 2, (Berkeley, 1966) pp.
B~23. '
DEL CARBONO CATORCE

cos estímulos radiactivos del carbono-14 que se resgistraron en el


laboratorio.*

El Peabody Museum de la Harvard University, en agosto de 1965


envió una expedición a la zona central de la costa del Perú a la región
baja del Valle Chillón, con la misión de cronologizar geológicamente
~os hallazgos arqueológicos de T. C. Patterson. Los expedicionarios
se interesaron en la formación de Oquendo a 3 kilómetros de Cerro
Chivat7ros. El material lítico descubierto fue comparado con el de
Jobo, en Venezuela.** En la formación de Oquendo identificaron resto:i
fosilizados de .1\-iytilus magellanicus y de Mytilus chorus. Los miem-
bros de la expedición propusieron la hipótesis de que las formacio-
nes de Oquendo, con sus restos fósiles, corresponden al nivel arqueo-
lógico de dond~ obtuvo su muestra orgánica el arqueólogo Patterson
quien resume esa hipótesis en las si~ientes frases que incluye la
idea de sincronismos entre formaciones del Perú y las de América
del Norte y de Europa Septentrional: "Si las formaciones de salitre
en el Cerro Chivateros y en el borde elevado de la segunda zona de
Oquendo, corresponden a la breve fase ht'tmeda de la costa del Perú
que es contemporánea con esos períodos, entonces es posible hacer
alguna estimación de la zona roja de Chivateros y las asociaciones
de Oquendo. * * * La medición radiocarbónica obtenida de la madera
incorporada en el salitre de la parte superior de la segunda zona
del suelo de Chivateros r,ugiere que esa formación puede ser contem-
poránea con los Valders Readvance y Young Dryas del hemisferio nor-
te y que el depósito eólico subyacente del salitre fue formado durante
el intenralo más cálido y seco que corresponde al Two Creeks Inter&-
tadial y a la Alleroid Oscillation. La capa de salitre que cubre el cuar-
to nivel del suelo de la zona de Chivateros podría representar una fa-
se húmeda correspondiente al avance glacial de Port Huron, u Older
Dryas del hemisferio norte. Si este es el caso, entonces, la formación
de la zona roja de Chivater08 tendría una edad ligeramente mayor

* La muestra examinada por el método de Libby, según el promedio de las dos


tomas de radiaciones de la muestra fechada como UCLA-683, permitió que los laborato-
ristas obtuvieran, según su escala dC" valores, la cifra 10430 + 160. El margen de error
admitido de 160 años significa 10590 y 10270 años. Pero, como esos datos han sido
calculados con referencia al año 1950 d.C. la latitud de antigüedad teórica de la mues.
tra oscila entre 8640 y 8320 a.C., según el método de Libby. Mientras tanto, la mues-
tra más antigua de Paracas ha sido estimada como si tuviese 6880 a.C., con su mar-
gen de error admitido de 190 años, por lo cual oscila entre 7070 y 6690 años. De
esto resulta que -la diferencia entre las estimaciones radioactivas entre la muestra de
las Pampas de Santo Domingo de Paracas y la de Cerro Chivateros ésta es ronsídera-
da como de 1570 a 1630 afias mayor. Todo esto, si se.. adoptaran e5os datos sin dis·
cutir la aplicación del método cronológico de Libby para las mue5tras prehlstóricas.
Gordon J. y Libby, Willard Frank: "1965 UCLA radiocarbon dates IV", Radlocarbost,
vol. 7 (New Ha ven, 1963), 336-311.

* * Valcárcel, Luis E., Historia del Perú Antiguo (Lima, 1964), III, 515.
* ** Patterson, Thomas Carl y Putnam Patterson, Edward, "Late glacial and
&}acial environmcnts in South Amcrica", Monografía dactilografiada, 24 pp.
post-
168 EL METODO CRONOLOGICO

que 12,000 años radiocarbónicos, y el complejo de Oquendo debiera


ser datado entre 11,000 y 12,000 años radiocarbónicos".*

La cronologización de las formaciones de Europa Septentrional


y de América del Norte se funda en la cronología várvica que plantea
algunos problemas que ya hemos mencionado. De ese modo se ha in-
tentado relacionar la oscilación Allcroed de Europa septentrional con
·el período Two Creeks de América del Norte. Además, el estudio de
las informadones pnleobotánicas y, muy especialmente, las investi-
gaciones palinológ!cas que, mediante el estudio del polen que se des-
c..ubre en 'os antiguos estratos, dan a conocer la flora de otras épocas
y permiten calcular cuales fueron los climas imperantes en diver-
sos períodos.** Los paleobotánicos europeos dieron el nombre de
"tiempo Dryas'', a causa de una planta característica de la tundra. Se
considera que la oscilación Alleroed, caracterizada por una fase de
pinos denunciados por el polen, dividió el tiempo Dryas en dos pe-
ríodos: el Dryas anterior y el Dryas posterior.***
El análisis radiocarbónico de restos orgánicos correSl)Ondiente
a la oscilaci6n Alleroed, procedentes ele Bretaña y de Alemania sep.
tentrional, permitieron el registro de radiaciones estimadas en 10,000
y 11,000 años de antigüedad según la escala expotencial del' carbono-
14 (****). Los esquemas de la cronología radiocarbónica suponen que
el Dryas anterior precedió al año 11,500 a. C. en el noroeste de Europa
y adjudican el Dryas posterior al período 8850-8300 a. C. (*****). Co·
mo la cronología radiocarbónica se basa en las lecturas de la fre-
cuencia de las radiaciones del carbono-14 puede aceptarse la hipóte-
sis de las correlaciones sin que ello obligue a la aceptación de las
fechas como si estas fuesen de carácter absoluto. Es decir que pue-
den admitirse como de la misma edad relativa a las muestras orgá-
nicas que emiten la mis1:1as cantidades de impulsos radiactivos del
carbono-14 sin que ello implique la aceptación de las fechas estima-
das. En efecto, la interpretación de la "edad" por In frecuencia de
los impulsos radiactivos supone teóricamente que la relación entre
el carbono-12 y el carbono-14 se mantuvo constante en todas las épo-
cas. Pero la supuest..' constancia de esa relación es un simple postu-
lado del w1iformismo que ya no armoniza con los resultados de las

*
Pero",
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DEL CARBONO CATORCE
investigé;lciones que están' demostrando que ese porcentaje no fue
estable sino que sufrió notables oscilaciones.
La Catalogación de las fechas radlocarbónicas para el Perú por
Rogger Ravines y Juan Alvarez Saud
Todo investigador que se haya interesado en el método cronol<}.
gico radiocarbónico de Willard F. Libby ha podido comprobar cuán
difícil es la obtención de informes precisos respecto a las cronolo·
gizaciones que corresponden a muestras enviadas desde diferentes re-
giones a los laboratorios especializados de ·varios países. Esa nece-
sidad se resolvió en los Estados Unidos con la publicación de la re~
vista Radiocarbon supplement editada por Flin y Deevey desde 1959
hasta 1961 y por Jelinek desde 1962.
En los países de América del Sur, que han recurrido a muy di- ·
versos laboratorios para los análisis de. muestras radiocarbónicas se
ha sentido la necesidad de algún sistema para la publicación metó
dica de los datos obteñidos. Tal necesidad se ha hecho sentir profun-
damente en el Perú donde se ha recurrido frecuentemente al método
radiocarbónico de Libby con el propósito de cronologizar los hallaz-
gos vinculados con diferentes culturas. En diversas circunstancias
aparecieron algunos trabajos que fomentaron el creciente interés por
tales informaciones, al publicar conjuntos de resultados dispersos.*
El Museo Nacional de Antropología y Arqueología, de Lima, Pe·
rú, proporcionó informaciones referentes a las dataciones por el mé-
todo de Libby en 1964 y 1966.** Finalmente, en 1967, el Instituto de
Investigaciones Antropológicas de la misma institución científica de-
dicó el número 11 de Arqueológicas a las Fechas radiocarbónicas pa·
ra el Perú, preparado por Rogger Ravines y Juan José Alvarez Sauri.
Trátase de la indispensable catalogación de 186 muestras examina-
~as en 15 laboratorios especializados.***

* Bird, Junius B., "Fechas del Radiocarbono para Sud-América". Revista del Mu·
seo Nacional, t. XXI (Lima, 1952), 8-34; Louis Michael Stumer, "A Radiocarbon Date
from the Central Coast of Perú", American Antlqulty, vol. XXVI, N9 4 (Salt Lake
City, 1961), 548-550; Engel, Frederic, "Datations du Perou", Joumal de la Societ~ des
Amerlcanistes, t. LIII (París, 1963), 101-132; Howland Rowe, "An Interpretation of Ra-
diocarbon Measurcments on Archacological Samples from, Peru". Proceedlngs of the In·
ternational Conference on C-14 Dating, Held at Pullman (Washington, 1965).

** "Fechas Radiocarbónicas para la Cueva N9 1 de Toquepala". Boletín del Mu·


seo Nacional de Antropología y Arqueología (Lima,_ 1%4), N9 2, p. 2: "Fechas Radio·
carbónicas para la Costa del Extremo Sur", Id. (L1ma, 1966), N9 S, p. 2.
*** Los laboratorios cuyos informes son especialmente citados fi~uran en el si·
gtliente orden: (1) Unlverslty of Cbicago, Chicago Ill!nois: (2) Gakus,buln Unlverslty,
Department of Physlcs and Chemlstry, Japón; (3) Unlversltet Groningen. Naturkunding
Laboratorlum der Rljks, Holanda; (4) Geochl'on, Laboratory, Cambridge, Massachusetts;
(5) Neidersachslsclles Landesmat für Bodenforschung, Hannover, Alemania; (6) Isotope11
Incorporated, Westwood, New Jersey; (7) Lamont Natural Observatory, Columbia Uni-
versity, (8) Institute of Physical and Chemlcal Researcb, University of Tokio, Japón; (9)
Department of Sclentific and Industrial Research, Nueva Zelanaia; ( 10) Humble OU
and Reflning Company, Houston, Texas; (11) Unlverslty of Pennsylvanla, Philadelphía,
Pennsylvania; (12) Universlty of Upp.!ala, Suecia: (13) Unlverslty ot Californlat
Los Angeles, California; (14) Institute of Applled Sclence Melbourne. Victoria, Austra-
lia; (15) Unlted States Geologlcal Surve:y, Washington, D. C. .
170 EL METODO CRONOLOGICO

La catalogación radiocarbónica peruana, publicada en 1967 responde


al criterio científico de proporcionar las informaciones en forma me-
tódica y precisa. Por esta razón presenta los siguientes datos: nom-
bre del laboratorio que analizó la muestra; origen y substancia de la
muestra; fecha y método del análisis; localización arqueológica y geo-
gráfica del sitio del hallazgo; estimación de la antigüedad de la mues-
tra en años radiocarbónicos anteriores al año 1950 y con relación a
la Era Cristiana; autor y fecha de la publicación de los cálculos ra-
diactivos. En el caso de las 9 muestras, de las que los dos compiladores
no pudieron obtener informaciones acerca de cuales fueron los la~
boratorios donde se realizaron los análisis radiocarbónicos, se propor-
cionan las demás informaciones que se lograron reunir. Con respec-
to a los métodos técnicos de análisis en la referida compilación se
indica para cada muestra si se procedió a la obtención de carbón
negro, carbón sólido, acetileno (C2H2) o dióxido de carbono (C02).
También se especifica cuando las muestras fueron pre-tratadas con
ácido clorhídrico. En algunos casos se indica si los datos publicados
originalmente fueron corregidos al tomar en cuenta el efecto Suess.
El ordenamiento de los fechados radiocarbónicos ha sido presenta-
do según la procedencia de los certifict,dos, o sea, por las series de
análisis de cada laboratorio. Un comentario de prensa en torno del
referido trabajo finaliza con las siguientes observaciones: "Conside-
ramos que ha debido seguirse un criterio cronológico en la relación
o un criterio regional Habría dado un orden de exposición más prác-
tico para la consulta. Hecha esta observación formal, hay que desta-
car que se trata de una publicación muy útil, y el esfuerzo de los
autores merece encomio.*
El trabajo de compilación titulado Fechas Radiocarbónicas para
el Perú no es una obra que pretende hacer un estudio crítico de los
datos obtenidos sino una catalogación que busca la mayor precisión
posible respecto a cada muestra, a los efectos de informar a los que
se interesan en las cronologizaciones · radiocarbónicas de las mues-
tras orgánicas procedentes de 65 lugares del Perú. De este modo, ese
trabajo esquemático cumple con la finalidad científica de sus auto-
res y del Instituto de Investigaciones Antropológicas que los auspi-
cia bajo la dirección del destacado arqueólogo J. C. Muelle.
En esa catalogación oficial figuran los análisis radiocarbónicos
de algunas muestras de Paracas que no son mencionadas en la re-
ciente obra de F. Engel, aunque este arqueólogo proporcionó varias
de esas muestras orgánicas. Trátase de ocho muestras cuyas edades
fueron estimadas como correspondientes al lapso abarcado entre los
años 3070 a 200 a. C.

* "Dos Publicaciones sobre Arqueología", El Comercio,


julio de 1967), p. 2, (firmado por B.).
N~ 70, 147 (Lima, 19 de
DEL CARBONO CATORCE 111·,
Las cifras más elevadas entre las dataciones que figuran en ese
catálogo corresponden a las muestras de las cuevas de Lauricocha
y de Toquepala. Las muestras de la cueva de Lauricocha fueron reco-
gidas por A. Cardich en 1959 en la Cueva L-2, Departamento de Huá-
nuco, lugar arqueológico (Hn 2 - 2), posición geográfica 10<?30' L.S. y
76<? SO' L.O. La primera consistió en "Huesos calcinados y sin quemar
y pequeños fragmentos de carbón de la primera capa de ocupación
humana de la cueva L-2". La Cronologización radiocarbónica fue in·
terpretada de este modo: "9525±250 años antes de 1959=7566±250 a.
C." La segunda, consistió en "Müestras de huesos calcinados y car-
bón vegetal". De esta se publicó la siguiente cronologización: ' 18140
±140 años antes de 1950". Ambos análisis fueron realizados por la
Isotopes Incorporated, de Westwood, New Jersey.

Las muestras procedentes de Toquepala (Ta 1-1) fueron recogidas


en la cueva de la Quebrada La Simarr0n, Departamento de Moque~
gua: 17? 20' L.S. y 70 9 43' L.O. La primera fue descubierta por Emilio
González García, en marzo de 1963 y remitida al laboratorio por Geor·
ge Kubler. La muestra consistía en "Excrementos de animales mez-
clados con cenizas, extraídos de la capa orgánica inmediatamente
yuxtapuesta al nivel original de la cueva". La estimación de antigüe-
dad remitida el 3 de julio de 1963 por Minze Stuiver, de la Yale Uni-
versity, de New Haven, indica: 9580+ 160 al presente = 7630+ a.
C. La segunda muestra fue extraída en la cueva de Lauricocha por
Jorge C. Muelle en septiembre de 1963. Consiste en "Carbón vegetal,
procedente de la excavación de una trinchera perpendicular abierta
por Emilio González García". Fue remitida al mismo laboratorio don·
de también fue examinada por el método del dióxido de carbono por
Minze Stuiver quien, en carta del 7 de Abril de 1964 envió la si·
guiente cronologización radiocarbónica: "9490+ 140 al presente = 7490
± 140 a. C."* Cuando se comparan los datos catalogados por R.
Ravínes y J. Alvarez Sauri, con los que fueron publicados anteriormente
se comprueba una disminución notable en el margen de error admitido
por los laboratoristas. Esto se debe al perfeccionamiento de los apa•
ratos y a las mejores técnicas que incluyen la utilización del método
del dióxido de carbono para analizar ls:ts muestras. Los compilado·
res advierten al lector que la expresión estadística de los fechados
y lo que éstos significan en relación al factor "más o menos" se ha
prestado a ·"errores en la interpretación cronológica". Para evitar
confusiones, procuran aclarar el asunto al decir: "Tomando com~
ejemplo la fecha 1200+ 100 años del presente. El más o menos 100, es
el alcance de una desviación Standard e indica que el 68% del tiempo

* Boletín del Musco Nacional de Antropología y Arqueología, Año II, N9 S (Lima,


1966), p. 2; Ravines, Rogger y Alvarez Sauri, Juan José, op. cit. (1967), 16, 36.
172 EL METODO
de la verdadera edad de la muestra se ·encuentra entre 1300 Y
añ.os antes del presente. Si nosotros duplicamos el factor más o m·.
nos, hay un 95% de posibilidades -19 a 20- de que la verdadera eda,
CRONOLOGIC~

llt
de la muestra se encuentra entre esos límites, esto es entre 1400
1000 años antes del presente".* ·

El margen de error admitido, expresado en los términos de "m~


o menos", que acompañaba a las determinaciones cronológicas r
diocarbónicas oscilan en los primeros trabajos de Libby y de su
colaboradores, en torno del 10% pero con las nuevas técnicas ha s·
do reducido a menos del 1%. No obstante, más allá de ese aparent
triunfo de la técnica de laboratorio, están pendientes dos problemas
el del cálculo exacto de la vida media del carbono-14, que a sid~.
cambiado varias veces, y el problema implicado por la interpretació.
cronológica de los impulsos del radiocarbono sin tomar en cuent
un factor importantísimo: la variación de porcentaje entre el carbo
no-12 y el carbono-14 en los períodos más antiguos de la historia
especialmente, durante la prehistoria. Este último aspecto es el má
vulnerable del método radiocarbónico de Libby que resulta acepta
ble, aunque no exacto, para las muestr~s históricas dentro de cierto
límites de error admitido, pero que es inaceptable para las deter;..
minaciones cronológicas vinculadas con la prehistoria. Según las r
~ones pr~sentadas en los capítulos precedentes, a las cronologizaci ·
nes vinculadas con la prehistoria no puede dárseles un valor absol·
to sino sencillamente relativo. Vale decir que las muestras prehistó
cas no contaminadas pueden ser interpretadas como aproximadament
del mismo periodo, aunque procedan de diversas regiones de la Ti'-
rra, cuando denuncian ante los aparatos registradores la misma ca
tidad de radiaciones de carbono-14 por minuto por cada centímetr·
cúbico de carbono-12 o carbono común. No obstante, esto no signific
un "fechado" de valor absoluto.**

* Ravines, Rogger y Alvarez Sauri, Juan José, op. cit. (1967), 6.

** El hecho de que se objete el valor absoluto de las cronologizaciones de mues~


tras prehistóricas no pone en tela de juicio los datos vinculados con las muestras
históricas. A mediados de agostó de 1967 el autor visitó las ruinas de Chavín, en
Huari, Perú, en compañía de otros profesores, donde el arqueólogo peruano Hernán¡
Amat se refirió a las muestras enviadas, durante los meses precedentes, a las Univer·
sidades de Harvard, de Tokio y de Nueva Zelandia. Se supone que, mediante el
examen radiocarbónico, podrá establecerse la antigüedad de Chavín con respecto a la:
de Kotosh.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

CAPITULO I
EL LUGAR DEL CARBONO CATORCE EN LA NATURALEZA

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CAPITULO li

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CAPITULO III
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178 EL METODO CRONOLOGICO

CAPITULO IV

LAS LIMil'ACIONES DEL METODO CRONOLOGICO


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CAPITULO V

LA NECESIDAD DE REFORMAR EL METODO DE LIBBY PARA LAS


CRONOLOGIZACIONES PREHISTORICAS

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del Museo Nacional (Lima, 1952), t. XXI 27, 28.
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181

OBRAS DEL AUTOR

ANTROPOLOGIA Y ETNOLOGIA
El Origen del Mundo, de la Vida y del Hombre (Buenos Aires, 1940).
Darwin y Nuestro Siglo Desorientado (Montevideo, 1945).
Darwin y el Origen del Hombre (Punta Arenas, 1947).
Los pueblos Canoeros de Fuegopatagonia y los límites del habitat
Alakaluf (Buenos Aires, 1952). ·
Por Tierras de Gorilas, Antropófagos y l\tau Mau (Buenos Aires,
1959).

ARQUEOLOGIA Y CRONOLOGIA
El Nuevo Calendario (Buenos Aires, 1937).
La Reforma del Calendario y el Ciclo Semanal (Buenos Aires, 1937).
El Clamor de los Imperios en Ruinas (Buenos Aires- México, 1944).
Nuestra Civilización Frente a la Reforma del Calendario (Buenos Ai-
res, 1949).
An Archaeological and Topographical Investigatlon of Israel's Exo·
dus Route from Egypt to Palestine (Washington, 1955).
Investigation of the Historical Importance of the Roads Between
Egypt and Westem Asia Before the Assyrian Empire (Washing-
ton, 1956).
Descubrimientos Orientadores (Buenos Aires, 1956).
Cronología de Judá e Israel en relación con la de Asiria y Babilonia
(Villa del Libertador San Martín, 1956).
Del Plata al País de los Faraones (Buenos Aires, 1958).
Constantino y la Incorporación del Ciclo Semanal al Calendalio Ju.
llano, en Historia del Sábado y del Domingo, de Frank H. Yost,
(Lima, 1965), pp. 93-121.
Arqueología Bíblica Paleotestamentaria: Desde Moisés hasta Saúl
(Lima, 1965 y 1966) .
Fundamentos Astronómicos de la Cronología (Lima, 1966).
El Método Cronológico del Carbono Catorce. Sus aportes a la His-
toria y sus limitaciones respecto a la Prehistoria (Lima, 1967).

BIOGRAFIAS
~.

San 1\fartín y Artigas (Buenos Aires, 1950).


Artigas en la Poesía de América (Buenos Aires, 1950).
Rasgos Biográficos de Artigas en el Paraguay. En la obra Artigas
editada por Edmundo M. Narancio (Montevideo, 1951). ·
.l)esde Moisés hasta Gandhi: Biografías de los Fundadores de Reli·
giones (Buenos Aires, 1953) .
Moisés Bertoni: Su labor científica en Argentina y Paraguay (Bue-
nos Aires, 1958).
AleJandro de Humboldt y las Exploraciones Científicas en América
(Buenos Aires, 1959).
188
BIOLOGIA Y PALEONTOLOGIA
Las Teorías Cosmogónicas, la Aparición de la Vida y la Formación
de las Especies (Buenos Aires, 1939).
El problema de la Distribución Geográfica de las Especies (Porto
Alegre, 1940).
El Origen del Mundo, de la Vida y del Hombre (Buenos Aires, 1940).
Reflejos del Espejo de la Naturaleza (La Paz, 1944).
¡Vida en el Universo! (Montevideo, 1945).
Enigmas del Origen de las Especies. (Montev~deo, 1945). .
Consecuencias Biológicas de las Denvas Contmentales (Montevideo, ,
1945).
Conflictos entre la Fantasía y la Ciencia (Montevideo, 1946).
El Desaño de los Yacimientos de Carbón y Petróleo (Montevideo, ·
1948).
Un triunfo de la Genética Frente al Evolucionismo (Buenos Aires,
1952).
Misterios de la Paleontología: la Desaparición de los Dinosaurios
(Villa del Libertador San Martín, 1956) .
Enigmas de la Paleontología: Los Mamíferos Extinguidos (Villa del
Libertador San Martín, 1957).
Paradojas Zoológicas: los 11 Fósiles Vivientes" (Villa del Libertador
San Martín, 1957).
HISTORIA Y GEOGRAFIA
El Monstruo de la Guerra (Buenos Aires, 1935).
¿Hacia la Paz o Hacia la Guerra? (Buenos Aires, 1935).
El Superhmnbre en la Historia (Buenos Aires, 1940).
La Cuestión de las Profecías frente a los Acontecimientos (Buenos
Aires, 1944).
¿Asistimos al Derrumbe de la Civilización? (La Paz, 1944).
Nahuel Huapi: Panoramas, Leyendas, Historias (Buenos Aires, 1946).
Sueños Hegemónicos que Amenazaron a la Civilización (Montevi-
deo, 1945).
Aspectos de la Edad Atómica (Buenos Aires, 1951).
Defensores Latinoamericanos de una Gran Esperanza (Buenos Ai-
res, 1954).
RELIGION Y ETICA
El Libro más Maravilloso del Mundo (Buenos Aires, 1936).
En las Huellas del Dios Creador (Buenos Aires, 1940).
La Biblia: un libro Auténtico y Científico (Buenos Aires, 1940).
La ffistoria de una Ceremonia Misteriosa (Buenos Aires, 1940) .
La Esperanza Suprema de la Humanidad (Buenos Aires, 1941).
Gestación y Nacimiento de un Mundo Mejor (Buenos Aires, 1944).
La Obra Maest(a de Cuarenta Sabios (La Paz, 1944) .
Ciencia de la Obra Personal (Villa del Libertador San Martín, 1945).
El Mundo del Futuro (Buenos Aires, 1946).
Aspectos de la vida enfocados por Cristo y por Gandhi (Asunción,'
1948).
Importancia de la Enseñanza de Historia y Filosofía de las Religio-
nes, en I Congreso Latinoamericano de Filosofía y Filosofía de
la Educación (Quito, 1954), pp. 254-266 ·
Fundadores de Religiones (Santiago de Chile, 1962).
Importancia de la Apologética. Introducción a la Apologética (Liii_la.
1965), '
188
BIOLOGIA Y PALEONTOLOGIA
Las Teorías Cosmogónicas, la Aparición de la Vida Y la Formación
de las Especies (Buenos Aires, 1939).
El problema de la Distribución Geográfica de las Especies (Porto
Alegre, 1940). .
El Origen del Mundo, de la Vida y del Hombre (Buenos Aires, 1940).
Reflejos del Espejo de la Naturaleza (La Paz, 1944).
¡Vida en el Universo! (Montevideo, 1945).
Enigmas del Origen de las Especies (Montevideo, 1945). .
Consecuencias Biológicas de las Derivas Continentales (Montevideo,
1945).
Conflictos entre la Fantasía y la Ciencia (Montevideo, 1946).
El Desafío de los Yacimientos de Carbón y Petróleo (Montevideo.
1948).
Un triunfo de la Genética Frente al Evolucionismo (Buenos Aire~
1952).
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(Villa del Libertador San Martín, 1956).
Enigmas de la Paleontología: Los Mamíferos Extinguidos (Villa de
Libertador San Martín, 1957).
Paradojas Zoológicas: los "Fósiles Vivientes" (Villa del Libertarle
San Martín, 1957).
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¿Hacia la Paz o Hacia la Guerra? (Buenos Aires, 1935).
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La Cuestión de las Profecías frente a los Acontecimientos (Buenos
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La Biblia: un libro Auténtico y Científico (Buenos Aires, 1940).
La Historia de rma Ceremonia Misteriosa (Buenos Aires, 1940).
La Esperanza Suprema de la Humanidad (Buenos Aires, 1941).
Gestación y Nacimiento de un Mrmdo Mejor (Buenos Aires, 1944).
La Obra Maestra de Cuarenta Sabios (La Paz, 1944).
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Aspectos de la vida enfocados por Cristo y por Gandhi (Asunción
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Importancia de la Apologética. Introducción a la Apologética (Lima,
1965),
190 EL METODO CRONOLOGICO

3.-EI problema· del límite cronológico máximo del método del


radiocarbono . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
4.-El problema de lo obvio en el método radiocarbónico de
Libby ...................................... · .. ·. · ·. · .•. . . . . . 64
S.-El fundamento actualista del método cronológico radiocar-
bónico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . 67

CAPITUW IV

LAS LIMITACIONES DEL METODO RADIOCARBONICO RESPECTG


A LA PREHISTORIA

l.-La cuestión del porcentaje de radiocarbono atmosférico en


diversas épocas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7l
2.-Las variaciones del porcentaje de radiocarbono atmosférico
según la dendrología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
3 .-Hipótesis referentes a la causa de las variaciones naturales
del radiocarbono atmosférico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
4.-Los ensayos de cronologización radiocarbónica que buscan la

antigüedad de la Edad de Hielo . .. .. . . . . . . . . . . . .. . . . .. .. .. 9Í

CAPITULO V

l.A NECESIDAD DE REFORMAR EL METODO DE LIBBY PARA LAS


CRONOLOGIZACIONES PREHISTORICAS

l. -Las incertidumbres en las cronologizaciones prehistóricas por


el método de Libby . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .99.
2.-La curva exponencíonal del radiocarbono y las estimaciones
cronológicas para la prehistoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
3 .-El clima primigenio y los enigmas de la paleoclimatología
prehistórica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111·
4.-El cataclismo diluviano y las fluctuaciones climáticas . . . . . . 116:

CAPITULO VI

EL RADIOCARBONO Y LA CUESTION DE LA ANTIGUEDAD


DEL HOMBRE

1.-El origen del hombre y el Horno prlmigenius de Neanderthal 129.


2.-EI Pithecanthropus erectus· y el Eoanthropus dawsoni . . . . . . 133:
4.-La cuestión de la antigüedad del hombre en América frente
al carbono catorce . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
5 .'-Importancia del reajuste del método radiocarbónico para las
DEL CARBONO CATORCE 191
investigaciones prehistóricas 149
TABLA 1 .....:.Estímaciones ·radiocarbónicas de las edades de mues-
tras de períodos históricos conocidos . . . . . . . . . . . . . . . 159

TABLA 2.-Desvíaciones de las cronologizaciones derivadas por


el método radiocarbónico con respecto a las fechas
históricas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160

TABLA 3.-Dataciones radiocarbónicas correspondientes a la épo-


ca III de Tiahuanaco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162

APENDICE

OBSERVACIONES EN TORNO DE LAS FECHAS RADIOCARBONICAS


DEL PERU

l.-Los aportes de Frederic Engel al estudio de las primeras


etapas de la agricultura en el Perú ........................ . 163
2.-Thomas C. Patterson y los intentos de correlaciones entre
formaciones prehistóricas del Perú1 de América del Norte y
de Europa Septentrional .................................. . 166
3.-La catalogación de las fechas radiocarbónicas para el Perú
por R. Ravines y J. J. Alvarez Sauri ..................... .. 169

BIBLIOGRAFIA 164
OBRAS DEL AUTOR 187

INDICE DE ILUSTRACIONES

l.-Fotografía del Dr. Marcelo Hammerly .................... .


2.-La formación del carbono-14 en la atmósfera y su propaga- .5 ,
ción en el reino vegetal y animal ........................ . 17
3.-Corona con 18 contadores Geiger para detectar los rayos
cósmicos ................................................... . 21
4.-Willard F. Libby con un tubo Geiger frente a su aparato
detector ................................................... . 23
S. -Colocación de muestras orgánicas en hornillos para obtener
carbono y radiocarbono ................................... . 27
6.-Los radioquímicos W. F. Libby y H. de Vries en el laborato-
rio de la Universidad de Chicago .......................... . 29
7 .-Esquema inlustrativo de la uvida media" del radiocarbono 33
8 .-Barca funeraria del faraón Senwosret III examinada por. el '
método del radiocarbono ........................... : . ... '·.. . 37
192 EL METODO CRONOLOGICU
9. --Rollos bíblicos de una caverna de Qumran, Mar Muerto,
·cuyas envolturas de lino fueron cronologizadas por el método
de Libby . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
10.-Diagrama con los horizontes culturales de Chavín, Tiahua-
naco e Inca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
11.-Díagrama de la curva exponencional trazada según la "vida
media" del carbono-14 · . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
12.-Willard F. Libby, inventor del método cronológico del radio-
carbono . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
13. -Sector de un tronco de Sequoia con 1335 anillos de crecimien-
to anual, con indicaciones de caracter cronológico e his-
tórico .................................... , . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
14.-Diagrama dendrocronológico que evidencia las oscilaciones
históricas del porcentaje de carbono-12 con relación al
carbono-14 . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
15.-Esquema del cinturón de Van Allen, descubierto en 1958, con
el Explorer 1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
16. -Cámara blindada de acero, rellenada con plomo y mercurio,
para proteger una corona de tubos Geiger . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
17 .-La lucha del hombre prehistórico con el mamut plantea
problemas de orden cronológico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
18.-Tubo Geiger con pantalla detectora para los cómputos radio-
carbónicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
19.-El hombre de Piltdown o Eoanthropus dawsoni, falsificado
con un cráneo humano y un maxilar de orangután . . . . . . . . . . 13S
20.-Motivo central de la "Puerta del Sol" de Tiahuanaco, Bolivia 145
21.-Jeroglíficos mayas de la estela "F", de Quiriguá, Izaba!, Gua-
temala . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
22.-La Estela Chavín, descubierta en Chavín, Huari, Perú que
representa al dios felino Wira Cocha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ·145
23 .-La Placa de Lyden cuyos jeroglíficos mayas indican el
año 320 d.C. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . 145
24.-El ' Calendario Polar", resultante de las investigaciones ar-
1

queomagnéticas en América del Norte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153


25 .-Diagrama con los resultados cronológicos del examen radio-
carbónico de muestras de edad conocida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161

El autor agradecerá los comentarios que le remitan los


lectores en torno a los problemas tratados en esta obra•
Dirección postal:
Daniel Hammerly Dupuy Casilla 4896, Lima, Perú.

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