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ÉTICA AGUSTINIANA

1. LA VIRTUD COMO ORDO AMORIS


La virtud agustiniana se definió en La Ciudad de Dios en términos de ordo amoris:
Amar lo que debe ser amado. Por ello, las virtudes teologales (fe, esperanza y
caridad) eran consideradas superiores a las cuatro virtudes morales tomadas de
Platón (fortaleza, justicia, prudencia, templanza).
A San Agustín de Hipona le interesa conocer a Dios como fuente de felicidad
eterna, y conocer al alma no sólo porque Dios se revele en el interior del hombre,
sino también porque la unión con Dios se produce por medio del amor. Y el amor
es el lugar donde se encuentra el alma: «Los cuerpos están contenidos en los
lugares; más para el alma, el propio afecto es su lugar»
2. EL AMOR
Existen tres concepciones del amor:
1. concepción antigua
2. Concepción cristiana
3. Concepción moderna del amor.
3. CLASES DE AMOR
San Agustín usó los conceptos fundamentales de caritas y cupiditas para referirse
a los dos tipos fundamentales de amor según su objeto. San Agustín concebía el
amor como un movimiento del alma, un apetito ligado a un objeto determinado
como desencadenante del propio movimiento.
4. LA DISTINCIÓN UTI-FRUI
Sólo Dios puede ser amado por Él mismo. Sólo de Dios cabe gozar como frui por
sí mismo, y de los demás bienes en la medida en que están ordenados a
Él: «Porque amar no es otra cosa que desear una cosa por sí misma»
Toda interpretación incorrecta del amor, y, en consecuencia, toda perversión
humana estriba, según San Agustín, en la confusión entre uti y frui, bien por usar
aquello que debe gozarse, bien por gozar con lo que debe usarse.
5. ÉTICA AGUSTINIANA EN GENERAL
Felicidad, destino, vida eterna e inmortalidad del alma eran cuestiones
íntimamente ligadas en San Agustín que sólo pudieron recibir una respuesta
definitiva de la mano de la fe en Jesucristo, nuestro Señor. Una vida y una
felicidad completa que no serían perfectas hasta que se realizase la resurrección
de los cuerpos, puesto que, siendo el hombre un compuesto de alma y cuerpo,
sólo lograría la felicidad total cuando se le restituyese la armonía entre el alma y el
cuerpo, convenientemente transformado, que había sido destruida por el pecado
original.
ÉTICA TOMISTA
La ética de Santo Tomás de Aquino se puede considerar como una ética finalista
de raíz natural. De Aristóteles incorpora:
- La felicidad como fin último del ser humano.
- El conocimiento de la naturaleza humana que nos proporciona un conjunto de
normas morales que constituyen la ley natural.
La ética de Tomás de Aquino sigue la línea aristotélica, aunque adaptada al
razonamiento cristiano en los que basa su pensamiento. Aristóteles considera que
todas las acciones humanas estaban encaminadas a un fin último concreto
(teleología), y respecto de éste, todos los demás son particulares, secundarios
porque tan sólo sirven para alcanzar aquel fin último que unifica, organiza y
jerarquiza todos los demás. El fin de todas las acciones humanas es adquirir la
felicidad (eudaimonía) – ética eudemonista.
La felicidad consiste en perseguir lo más natural para la propia naturaleza. Según
Aristóteles lo más genuino del ser humano es el uso de la razón, logos. Así el
individuo será feliz en la medida en que desarrolle al máximo su poder
cognoscitivo y ejercite la capacidad racional (intelectualismo).
Si la felicidad intelectual, racional aristotélica se alcanza en este mundo, Tomás de
Aquino defiende que la felicidad terrenal no es absoluta ni total, si no que se
proyecta hacia cotas más altas, como es el conocimiento divino. La perfecta
felicidad, el fin último consiste en la visión de Dios (visión beatífica).
Para lograr la felicidad, Aristóteles aconseja practicar la virtud. Ésta no consiste
sólo en conocimiento, como quería Sócrates, pues el proceso de adquisición de
las mismas se interpone las pasiones, que han de ser canalizadas racionalmente
por medio de las virtudes prácticas. Aristóteles no da reglas concretas para
conseguir la felicidad. Propone que las conductas virtuosas son aquellas que
guardan un equilibrio entre los extremos (in medio virtus). Así por ejemplo, el valor
es el término medio entre la cobardía y la temeridad; la generosidad, entre la
avaricia y la ostentación, etc.
La vía que defiende Tomás de Aquino para llegar a la felicidad es el amor. Serán
buenas acciones aquellas que, basándose en el amor y en el conocimiento
natural, nos acerquen a la presencia divina, y malas las que nos alejen del camino
de Dios. Este fin teológico es lo que perfecciona a los seres humanos como seres
racionales. Ahora bien, la persona por sí misma no puede lograr este objetivo
explícito en las escrituras por lo que necesita la gracia de Dios. Tomás de Aquino
coincide con Aristóteles al considerar las virtudes como hábitos, acciones buenas
encaminadas a vivir correctamente. Y siguiendo a Aristóteles también enumera las
virtudes fundamentales que según él desarrollan al individuo de un modo racional.
Entre todas podemos citar: las virtudes intelectuales (práctica de las ciencias),
virtudes morales (justicia, fortaleza, templanza) y virtudes teologales (fe,
esperanza y caridad).

LA EXISTENCIA DE LA LEY NATURAL


Siguiendo la concepción teleológica de Aristóteles, Tomás de Aquino afirma que el
ser humano, igual que los demás animales, experimenta ciertas tendencias
enraizadas en su naturaleza. No se trata de pulsiones irresistibles, si no de
orientaciones espontáneas de la conducta hacia una finalidad concreta.
La tendencia hacia los fines es común para el ser humano y para el animal. Pero
el ser humano tiene una racionalidad propia y diferente al resto de los animales.
Sólo él puede conocer sus propias tendencias y deducir de ellas ciertas normas de
conducta que lo aproximen cada vez más al fin perseguido. Queda así demostrada
la existencia de la ley natural: como ser racional, el ser humano puede establecer
ciertas normas de conducta teniendo en cuenta las exigencias de su propia
naturaleza.
Los contenidos de la ley natural se deducen de las distintas tendencias naturales
del ser humano. Existen tres tipos de tendencias:
1. En tanto que substancia, el ser humano tiende a conservar su propia existencia.
La conservación del Individuo y de la especie es un deber moral.
2. En tanto que animal, el ser humano tiende a procrear. De aquí pueden derivarse
algunas normas de conducta relacionadas con el cuidado y la protección de los
hijos.
3. Como ser racional, el ser humano tiende a conocer la verdad y a vivir en
sociedad. Puesto que la vida en sociedad supone organizar la convivencia de
manera que nos permita a cada uno alcanzar nuestros fines, las exigencias de la
verdad y la justicia deben respetarse siempre, para que el grupo humano no
degenere en manada o rebaño.
La ley natural tiene diversas propiedades o características. Si verdaderamente la
ley natural se deduce de nuestras tendencias naturales, su contenido tiene que
ser:
1. Evidente. Sus mandatos tienen que ser alcanzables de modo fácil por todos los
seres humanos, sin necesidad de un proceso educativo complicado.
2. Universal. Los seres humanos de todas las culturas, países, razas y religiones
deben reconocer los mandatos derivados de la ley natural.
3. Inmutable. Debe permanecer constante a pesar de los cambios históricos.

LA LEY NATURAL Y LA LEY POSITIVA


La ley positiva, o ley humana, es la que está escrita en los códigos y reglamentos
aceptados por un determinado grupo social con carácter vinculante. Por ejemplo:
una ley penal, una Constitución…
La existencia de la ley positiva es una exigencia de la ley natural. Si la ley natural
impone la vida en sociedad, ésta sólo es posible cuando existe un sistema legal
que regule la convivencia y permita solucionar pacíficamente los conflictos.
Además la ley positiva no se puede entender siempre como una imposición de los
más fuertes o un capricho de magistrados, es condición de posibilidad para la vida
en sociedad.
Finalmente, la ley positiva no debe ir nunca contra las exigencias de la ley natural.
La legislación de un país o grupo humano nunca debe saltarse los límites
marcados por la ley natural, si queremos que sea justa. Una legislación no puede
fundamentarse sobre la violación continua de los derechos y de las exigencias
naturales.
Ya que el mundo del derecho y el ámbito de la moral están estrechamente
relacionados en la filosofía de Tomás de Aquino y se articulan sobre la idea de
justicia. La justicia consiste en dar a cada uno lo suyo (unicuique suum), lo que le
pertenece. Es una exigencia ética y natural al mismo tiempo, y sobre ella debe
fundarse el derecho

LA LEY NATURAL Y LA LEY ETERNA


La ley natural que debe guiar la conducta humana reflexiona también sobre el
orden general que existe en el universo. Tomás atribuye a Dios la causa de que
exista un orden semejante, y a esto le llama ley eterna (se inspira en Heráclito y
Agustín de Hipona).
La ley eterna es “la razón de la sabiduría divina en tanto que rectora de todos los
actos y movimientos”. Pero mientras esa ley eterna se concreta en leyes físicas y
mecanicistas para los objetos y los seres del universo, en el caso del ser humano
deja espacio para que actúe libremente con la ayuda de su razón. No son las
leyes físicas, si no la ley moral libremente asumida la que guía la conducta del ser
humano racional y libre. La ley natural no sería más que un reflejo de una ley
eterna más amplia.
El concepto de ley natural tuvo enorme aceptación entre intelectuales y filósofos
morales. La ilustración lo recogió, aunque borrando sus elementos teológicos. Hoy
sigue constituyendo un núcleo fundamental en la teología cristiana católica.
ÉTICA CRISTIANA
La ética es el estudio de lo bueno y lo malo, de lo correcto y lo incorrecto. La ética
cristiana bíblica es inseparable de la teología porque está basada en el carácter de
Dios. La tarea de la ética cristiana, entonces, es determinar lo que se conforma o
no al carácter de Dios. Francis Schaeffer explica lo singular de la ética cristiana:
"Una de las distinciones del Dios judeocristiano es que no todas las cosas son
iguales para Él. Eso al principio puede sonar bastante trivial, pero en la realidad es
una de las cosas más profundas que uno puede decir acerca del Dios
judeocristiano. Él existe; tiene un carácter; y no todas las cosas son iguales para
Él. Algunas cosas se ajustan a Su carácter, y algunas son opuestas a Su
carácter."
Los musulmanes creen que las normas morales son arbitrarias, un producto del
decreto de Dios, y por lo tanto pueden cambiar como Dios quiera. Los marxistas y
los humanistas seculares confían casi exclusivamente en su filosofía económica o
naturalista para determinar la ética. Los postmodernistas alegan a favor de una
ética basada en valores "comunales" compartidos, y los humanistas cósmicos
asumen que todos actúan moralmente al seguir la verdad interior determinada
sobre una base individual. Los cristianos, por otro lado, creen que las normas
morales provienen de la naturaleza o esencia de Dios. En lugar de creer en alguna
fantasía pasajera atada a los caprichos siempre cambiantes de la sociedad, como
cristianos, estamos comprometidos con un orden moral específico que nos ha sido
revelado tanto por revelación general como por revelación especial.
Sabemos que el orden ético de Dios es la única fuente verdadera de moralidad, y,
de hecho, la única moralidad posible. No puede existir ninguna otra. "La mente
humana," dice C.S. Lewis, "no tiene el poder de inventar un nuevo valor, de la
misma manera que no lo tiene para imaginarse un nuevo color primario, ni,
ciertamente, para crear un nuevo sol y un nuevo cielo para alojarlo." Para el
cristiano, el orden moral es tan real como el orden físico algunos dirían que hasta
más real. El apóstol Pablo dice que el orden físico es temporal, pero el orden "que
no se ve" es eterno (2da de Corintios 4:18). Este orden moral eterno es un reflejo
del carácter y de la naturaleza de Dios Mismo.
NUESTRA HERENCIA MORAL COMÚN
La ética cristiana, en cierto modo, es simplemente una expansión de un orden
moral que es revelado generalmente a todos. A pesar de algún desacuerdo con
respecto a la moralidad de acciones específicas, Calvin D. Linton comenta acerca
de la consistencia del código moral dentro de todas las personas en todas partes: .
. . Existe un patrón básico de similitud entre [códigos éticos]. Cosas como el
asesinato, el mentir, el adulterio, la cobardía, por ejemplo, son casi siempre
condenadas. La universalidad del sentido ético mismo (el "sentido del deber" de la
conducta), y las similitudes dentro de los códigos de culturas diversas indican una
herencia moral común para toda la humanidad que ni el materialismo ni el
naturalismo pueden explicar."
Podríamos definir esta herencia moral común como cualquier cosa, desde una
actitud hasta una conciencia, pero como sea que la definamos, estamos
conscientes de que sí existen algunos absolutos morales fuera de nosotros. De
acuerdo a este código moral universal, siempre que hacemos un juicio estamos
confiando en un criterio que mide las acciones de acuerdo a un conjunto absoluto
de estándares. Sin un estándar, la justicia no podría existir. Sin una ética absoluta,
la moralidad no podría existir.
UN ESTÁNDAR MORAL COMÚN
Este estándar objetivo, absoluto, se hace aparente a través de las actitudes de la
humanidad hacia la moral. De acuerdo con una filosofía secular, debemos tratar
toda moralidad como relativa pero en la práctica, hasta la sociedad secular trata
algunos valores abstractos (como la justicia, el amor, y el valor) como
constantemente morales. La sociedad secular también se horroriza del holocausto
nazi, del sistema penitenciario ruso de gulags siberianos, y del abuso de niños. No
podemos explicar este fenómeno a menos que aceptemos la idea de que ciertos
valores de juicio aplican universalmente, y de algún modo son inherentes a toda la
humanidad.
La moralidad cristiana está basada en la convicción que existe un orden moral
absoluto fuera de nuestro propio ser, aunque de algún modo está inscrito en
nuestro propio interior. Es una moral que fluye de la naturaleza del Creador a
través de la naturaleza de las cosas creadas, no un invento de la mente humana.
Forma parte de la revelación general de Dios. "En el centro de cada código moral,"
dice Walter Lippman, "hay una imagen de la naturaleza humana, un mapa del
universo, y una versión de la historia. Para la naturaleza humana (del tipo
concebido), en un universo (del tipo imaginado), de acuerdo a una historia
(también entendida), aplican las reglas del código."
Esta luz moral es a la que el apóstol Juan se refiere como aquella que fue
encendida en los corazones de todos los hombres y mujeres "Aquella luz
verdadera que alumbra a todo hombre" (Juan 1:9, RV). Es a la que el apóstol
Pablo llama "la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su
conciencia" (Romanos 2:15).
Esta moralidad no es transmitida arbitrariamente por Dios para crearnos
dificultades. Dios no inventa nuevos valores a capricho. En cambio, el carácter
innato de Dios es santo y no puede tolerar mal ni indiferencia morallo que la Biblia
llama pecado. Por lo tanto, si deseamos complacer a Dios e impedir que el pecado
nos separe de Él, debemos actuar de acuerdo con Su orden moral. Los cristianos
están seguros de estas verdades acerca de la naturaleza y juicio de Dios como
resultado de una revelación especial. Mientras que la revelación general le ha
informado a todo el mundo de la existencia de un orden moral, la revelación
especial la Biblia revela cosas específicas acerca de ese orden. En el análisis
final, los cristianos confían en Dios y en Su Palabra para una explicación completa
del orden moral.
CONCLUSIÓN
La moralidad cristiana y el sistema ético cristiano son iguales y al mismo tiempo
diferente de cualquier otro sistema que haya sido postulado jamás. Cada sistema
ético contiene alguna gota de la verdad encontrada en el código cristiano, pero
ningún otro sistema puede afirmar ser toda la verdad, transmitida como un
absoluto de Dios a la humanidad.
Como cristianos que reconocen la verdad de la ley de Dios, debemos dedicar
nuestras vidas a obedecerla. Esta dedicación es muy rara hoy en día. Bonhoeffer
pregunta: "¿Quién se mantiene firme? Sólo el hombre cuyo estándar final no es su
razón, sus principios, su conciencia, su libertad, ni su virtud, sino quien está listo
para sacrificar todo esto cuando es llamado a la acción obediente y responsable
con fe y con lealtad exclusiva a Dios el hombre responsable, que trata de hacer su
vida entera una respuesta a la pregunta y al llamado de Dios. ¿Dónde están estas
personas responsables?"
Esos cristianos son aquellos que están dispuestos a tratar al orden moral de Dios
con el mismo respeto que muestran a Su orden físico. Que aman a Dios con todo
su cuerpo, alma, espíritu, mente, y fuerzas. Que tratan a otros como desean ser
tratados. Ellos pueden estar en los vestíbulos de oficinas del gobierno,
manteniéndose firmes contra la tiranía y la esclavitud, o en el campo misionero,
sacrificando todo por el evangelio. Más a menudo, son cristianos bastante
ordinarios viviendo vidas extraordinarias, mostrando al mundo que vale la pena
creer y vivir la verdad de Cristo. (Para ejemplos bíblicos de hombres y mujeres
moralmente responsables, ver Hebreos 11:32– 12:3.)
Universidad del Sinú

Presentado por:
Alejandra Herrera Padilla
Sindy Marcela Madera López
Jader Luis cavadia Martínez
Luis Miguel Montes Martínez

Presentado a: Edinson Manuel Pastrana Benedetti

Semestre: Segundo

Fecha: 19/09/2018

Área: Ética y Convivencia Ciudadana

Universidad Del Sinú


Monteria-Cordoba

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