Вы находитесь на странице: 1из 10

La comunicación

La escritora norteamericana Helen Keller (1880-1968) quedó ciega, sorda y, por extensión, muda
tras sufrir una enfermedad infantil. El hecho de que padeciera una triple minusvalía y no hablara
articulando sonidos simbólicamente codificados no significa en absoluto ni incluye que no se
comunicara. De hecho, Helen utilizaba la palma de la mano para escribir y decir lo que pensaba
y sentía. La comunicación constituye, pues, un fenómeno muy amplio que incluye y
trasciende los límites del lenguaje articulado.
Consiguientemente, no todos los tipos de comunicación constituyen lenguajes hablados, pero sí
todos los lenguajes son clases de comunicación. Llamamos comunicación a cualquier forma
de transmitir información codificada entre seres vivos. O dicho de otra manera. Denominamos
comunicación a la transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor.
Existe una gama ilimitada de tipos de comunicación, desde el timbrazo que señala el final de
una clase en el instituto, la ecuación matemática que contiene información numérica, hasta las
formas de comunicación animal mediante sonidos, olores, movimientos corporales, gestos
visuales, etc.

Comunicación
Del lat. communicatio, -ōnis.
1. f. Acción y efecto de comunicar o comunicarse.
2. f. Trato, correspondencia entre dos o más personas.
3. f. Transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor.
4. f. Unión que se establece entre ciertas cosas, tales como mares, pueblos, casas o habitaciones,
mediante pasos, crujías, escaleras, vías, canales, cables y otros recursos.
5. f. Medio que permite que haya comunicación (‖ unión) entre ciertas cosas.
6. f. Papel escrito en que se comunica algo oficialmente.
7. f. Escrito sobre un tema determinado que el autor presenta a un congreso o reunión de
especialistas para su conocimiento y discusión.
8. f. Ret. Petición del parecer por parte de la persona que habla a aquella o aquellas a quienes se
dirige, amigas o contrarias, manifestándose convencida de que no puede ser distinto del suyo
propio.
9. f. pl. Correos, telégrafos, teléfonos, etc.

El aullido del lobo, el canto de las ballenas y de los pájaros, los chillones colores del mandril...,
todo ello son formas de comunicación basadas en códigos auditivos algunos, visuales otros,
químicos , como el de las hormigas que emplean sustancias llamadas feromonas ), y eléctricos ,
como el de la anguila.
Los animales se comunican de muchísimas maneras, incluso bailando. Mientras algunas aves del
paraíso utilizan un baile como forma de cortejo, las abejas utilizan una danza, la famosa danza
de las abejas , para decir dónde se encuentra el alimento, en qué dirección y a qué distancia se
halla.
El lenguaje animal es un lenguaje circunscrito siempre al presente y a las circunstancias y
necesidades más inmediatas, como comer, huir, aparearse, luchar y amenazar... Es un lenguaje
concreto y con un escaso poder de creación de mensajes. Es de carácter innato, es decir, no
aprendido, y de ahí surge esa limitación básica. Es más, el lenguaje animal exhibe serias
limitaciones, por ejemplo, por inteligente que sea un perro su amo nunca podrá ni comunicarle
los planes que alberga para mañana ni contarle sus recuerdos de la infancia.

Ahora, para abordar el lenguaje humano, empezaremos comparando esta creación del lenguaje
humano:

"Están ligadas las nubes a la tierra y al viento.


Mientras haya nubes sobre Turín,
será bella la vida."
(Cesare Pavese)

con esta otra:


"El pensamiento como tal, el pensamiento en la pureza de su naturaleza, no tiene límites."
(Hegel),

o bien con la siguiente:


Si el sol luce, entonces es de día. Es así que luce el sol. Luego es de día.
Como habrás supuesto, el lenguaje humano es ilimitadamente creativo . Literalmente, no hay
límites para lo que puede expresarse mediante el lenguaje humano. Por eso, y si consultamos
cualquier manual de lingüística, sabremos que el lenguaje humano es aprendido, convencional,
abstracto, articulado, flexible y creativo .
Además, debemos señalar que la comunicación humana no se limita al lenguaje verbal , sino
que éste se completa y complementa con otros códigos que lo enriquecen extraordinariamente:
gestos de comunicación no verbal , entonación de las palabras, olores (perfumes), señales
visuales (ropa, maquillaje, adornos, tatuajes)... Todo ello, utilizado a veces de forma inconsciente,
determina que la comunicación entre seres humanos ofrezca una riqueza de matices y
posibilidades fuera del alcance de los lenguajes animales.

Podríamos responder a esta cuestión dirigiendo una mirada a la Mesopotamia del año 1760 a. C.
En el inferior vemos una reproducción del famoso código de Hammurabi , uno de los primeros
y más antiguos códigos legales de la humanidad. Recordemos que en este código se recogió la
sentencia jurídica de "Ojo por ojo, diente por diente".

Item más. En ese código se establecen las clases sociales, se describen los tipos de delitos y sus
correspondientes penas, se detalla el funcionamiento de los tribunales de justicia, se enumeran los
derechos de los menores, se explica la cláusula del matrimonio, se detalla en fin la estructura de
una sociedad, de su ordenamiento jurídico, y de sus principios y costumbres.
Para lograr tal cosa el lenguaje es un agente social de primer orden que influye en la
construcción de cultura . Como dijo Aristóteles , el ser humano no es el único ser social de la
Naturaleza, pero lo que hace única a la sociedad humana es el lenguaje , pues es el lenguaje el
que nos permite establecer lo que es bueno y justo y lo que es malo e injusto.

Al ser la cultura un conjunto de conocimientos, creencias, valores que se transmiten por vía
lingüística, el ser humano puede decirse que vive en y desde el lenguaje . Y es que el mundo
de lo humano, de nuestras relaciones, de nuestras actividades, de nuestras creencias está
codificado lingüísticamente, interpretado mediante categorías lingüísticas, y estructurado en torno
al lenguaje. De ahí que el ser humano sea un animal simbólico. Pero, seamos más concretos. El
lenguaje cumple un papel, una función absolutamente imprescindible :
Para la socialización : los individuos de una sociedad asimilan la cultura a través del lenguaje,
principalmente.
Para la transmisión de conocimientos : el lenguaje constituye la principal herramienta en la
transmisión y difusión de conocimientos de una sociedad. La instrucción pública, la educación,
se lleva a cabo a través del lenguaje, bien oral, bien escrito.

Para la creación de conocimientos científicos y tecnológicos .: la ciencia y la tecnología se


asientan sobre lenguajes artificiales altamente especializados, sin los cuales no serían factibles ni
la tecnología ni la ciencia.
Para establecer relaciones y mantener vínculos sociales : mediante el acto de hablar nos
conocemos, relacionamos, mantenemos y desarrollamos vínculos afectivos. Las palabras son, por
tanto, parte imprescindible del "pegamento social" con el que nuestra vida en común es posible.

Tipos de Conversaciones

Rafael Echeverría presenta 4 tipos de espacios conversacionales que nos abren diferentes
posibilidades de accionar.

Tipo 1: La conversación de juicios personales

Cuando nos enfrentamos a un quiebre, generalmente recurrimos a lo que llamamos «la


conversación de juicios personales». En esta conversación normalmente constituimos
aquello que sucedió en un quiebre, aunque suele también prolongarse más allá de su
constitución, de manera casi espontánea.

Tomemos un ejemplo. Voy manejando mi auto con mi perro en el asiento de atrás y me


percato que tengo un neumático pinchado. Mi primera reacción es una interjección (una
declaración). Algunos dirán «¡Cresta!», otros dirán «¡M…!», los de más allá exclamarán
«¡No puede ser!» y posiblemente habrá otros que podrán decir «¡Cáspita!». Lo que digamos
podrá variar de una comunidad a otra pero el hecho es que una rueda pinchada no se
convierte en quiebre cuando se pincha, sino cuando alguien a través de una declaración
como las anteriores la constituye en un quiebre, en una interrupción en la transparencia de
su fluir en la vida.
Una vez efectuada la declaración de quiebre, lo normal es entrar en una cadena de juicios a
través de los cuales interpretamos lo que sucedió y las consecuencias que derivan de ello.
Decimos, por ejemplo, «¡Siempre me pasan estas cosas a mí!», «¡Si tendré mala suerte!»,
«¡Esto es culpa de mi hijo que no cambió los neumáticos cuando se lo pedí!», «¡Ya se me
echó a perder el día!», etcétera.

La reacción que hemos descrito hasta ahora es lo que entendemos por «la conversación de
juicios personales». Es interesante detenernos a examinarla.

Lo primero a notar es que esta conversación se limita a enjuiciar el quiebre


pero no nos mueve todavía a hacernos cargo de él.

Implica una forma de reaccionar (y, por lo tanto, de actuar) que no nos mueve del quiebre,
que nos mantiene en él. Y allí podríamos quedarnos de por vida, emitiendo uno y otro
juicio y generando largas historias a partir de ellos. De proceder así, insistimos, no
generamos el tipo de acción capaz de restaurar la satisfacción y la transparencia perdida en
el quiebre.

Es más, con ello,

… en vez de hacernos cargo del quiebre, lo que hacemos es profundizar


en su explicación, en su justificación, en su psicologización. Buscamos
responsables, culpables, y, no satisfechos con encontrarlos, procedemos
ahora a emitir juicios contra ellos.

Por lo general tenemos nuestros culpables favoritos. Pero los responsables no son sólo otros,
muy a menudo somos nosotros mismos y, por lo tanto, procedemos con una cadena de
juicios denigratorios con respecto a nosotros. Decimos, por ejemplo, «¡Si seré estúpido!»,
«¡Cuándo aprenderé, imbécil, a hacer las cosas de manera diferente!», «¡Esto no hace más
que demostrar nuevamente lo torpe que soy!» Hay quienes viven la vida entera en la
conversación de juicios personales, lamentándose por lo que sucedió, buscando
responsables, haciendo crecer sus historias psicologizantes y quedándose donde mismo.

Tipo 2: La conversación para la coordinación de acciones

Existen, sin embargo, otras maneras de hacerse cargo de los quiebres, maneras en que las
conversaciones nos llevan a actuar sobre ellos y nos permiten superarlos. La conversación
que actúa directamente sobre el quiebre es la «conversación para la coordinación de
acciones». Esta, como veremos, es muy distinta de la «conversación de juicios personales.»

En la conversación para la coordinación de acciones,

… generamos acciones futuras para hacernos cargo del quiebre existente.


Su objetivo es lograr que algo pase, es intervenir en el estado actual de las
cosas. Cuando entramos en ellas, procuramos cambiar aquello que
produce el quiebre o hacernos cargo de sus consecuencias.
Estamos modificando las cosas respecto de su estado actual y, por lo tanto, estamos
produciendo un vuelco en el curso normal de los acontecimientos. Si tenemos éxito,
normalmente podremos esperar que el quiebre sea superado.

¿Cuáles son las acciones asociadas a las «conversaciones para la coordinación de


acciones»? Los actos lingüísticos que permiten que surjan nuevas realidades son las
peticiones, ofertas, promesas y declaraciones. Una de las formas más efectivas de encarar
los quiebres es pedir ayuda. Saber pedir ayuda es otra de las competencias lingüísticas
fundamentales en la vida. Muchas personas suelen tener dificultades para pedir ayuda. Si
indagamos por qué, normalmente descubrimos que tienen diversos juicios sobre las
consecuencias asociadas con el pedir ayuda.

Algunos dirán, «Si pido ayuda muestro debilidad»; otros, «Me pueden decir que no y me
sentiré Rechazado. Por lo tanto, prefiero arreglármelas por mi cuenta»; unos terceros
sostendrán, «Si pido ayuda, me comprometo a tener que brindarla de vuelta y con ello pierdo
independencia», etcétera. Juicios y más juicios. Ellos determinan lo que definimos como
posible para nosotros. Las consecuencias de no pedir ayuda suelen ser, por lo tanto, la
prolongación del sufrimiento, la inefectividad, el aislamiento.

En el mundo de hoy no es posible vivir en la completa autosuficiencia. Somos dependientes


los unos de los otros. Tenemos que aprender, por lo tanto, a colaborar con otros, a apoyarnos
mutuamente, a coordinar acciones juntos. Tenemos que aprender a pedir y aprender también
que cuando pido pueden rehusar mi petición. Tenemos que saber distinguir entre lo que es
el rehusar una petición, posibilidad que está siempre abierta cuando pedimos entre personas
autónomas, y el rechazo personal.

Distinguir entre las conversaciones de juicios personales y la conversación para la


coordinación de acciones es también crucial en el mundo de la empresa. Si un producto
nuevo no se vende según las expectativas, podríamos caer en una parálisis si nos
limitásemos exclusivamente a las conversaciones de juicios personales. No obstante,
podemos cambiar la situación si, por ejemplo, solicitamos una investigación de mercado
para encontrar maneras de hacer más atractivo el producto, o si cambiamos algunas de sus
características y/o ampliamos nuestra campaña de publicidad. Si el quiebre surge porque un
proveedor no puede despachar unas piezas a tiempo, entonces podemos solicitarlas a otros
productores, y así sucesivamente.

A menudo no se ven todas las implicancias que existen entre uno y otro tipo de
conversación. No se ve, por lo tanto, el poder que tienen las conversaciones para cambiar
el estado de las cosas. Cuando esta diferencia no se reconoce, se usa el lenguaje para
describir y calificar lo que está pasando, para descargar interpretaciones acerca de por qué
se produjeron los hechos y para asignar responsabilidades por lo ocurrido. No se aprovecha
la naturaleza activa del lenguaje para transformar las realidades existentes y generar otras
nuevas.

A veces, sin embargo, hay razones comprensibles para no iniciar «conversaciones para
la coordinación de acciones». Vemos dos clases diferentes de razones para ello. Por una
parte, esto ocurre cuando no sabemos qué acción realizar o qué hacer primero. No sabemos,
por lo tanto, qué podríamos pedir para hacernos cargo del quiebre. Por otra parte, también
suele suceder que, si bien sí sabemos que podríamos pedir, tenemos el juicio de que la
persona con la cual deberíamos tener una «conversación para la coordinación de acciones»
no está abierta a sostener tal conversación. O podría existir el miedo a que esta conversación
genere quiebres aún más serios si se inicia. Trataremos estas dos situaciones separadamente.

Postulamos que aun cuando no sea posible o conveniente trabar directamente una
«conversación para la coordinación de acciones», quedan otras opciones antes de volver a
la «conversación de juicios personales» — opciones que nos permitirán un manejo más
efectivo de nuestros quiebres y, en definitiva, iniciar una conversación para coordinar
acciones.

Tipo 3: La conversación para posibles acciones

Tomemos la primera situación que mencionamos anteriormente. Cuando no sabemos qué


acciones realizar para tratar un quiebre, tenemos la posibilidad de iniciar otro tipo de
conversación. A esta la llamamos la «conversación para posibles acciones».

Esta conversación no aborda directamente la coordinación de acciones para enfrentar el


quiebre en cuestión, sino que

se orienta hacia la acción de especular acerca de y explorar nuevas acciones posibles, nuevas
posibilidades que nos lleven más allá de lo que en el momento logramos discurrir. Esta es una
conversación dirigida hacia la expansión de nuestro horizonte de posibilidades.

En cierta forma, esta «conversación para posibles acciones» puede verse muy parecida a la
«conversación de juicios personales». Por un lado, es un tipo de conversación de repliegue,
que se basa en emitir nuevos juicios y en construir nuevas historias acerca de lo que es
posible. La diferencia principal con este último tipo de conversación es su compromiso de
encontrar maneras de cambiar el curso actual de los acontecimientos. Esto trae una
emocionalidad completamente diferente a la conversación. La conversación no se basa ya
en el ánimo de dar sentido a lo ocurrido, sino en el ánimo de que, sea lo que sea que haya
ocurrido, esto debe ser modificado, a pesar de no saberse aún qué acciones realizar. Lo que
predomina, dentro del horizonte de esta conversación, es la necesidad de acción, de
transformar el estado de cosas existente, y no la necesidad de conferirle sentido. Esta es una
conversación de «qué hacer» y no de «por qué ocurrió esto».

Cuando no sabemos qué hacer, siempre podemos recurrir a la acción de explorar nuevas
acciones, junto a otras personas o solos. Podemos recurrir a la acción de especular acerca
de nuevas acciones posibles que aún no podemos articular. Toda innovación se basa en la
capacidad de generar posibilidades que no estaban articuladas anteriormente. Las
posibilidades tampoco están «allá afuera», a la vista de cualquier persona que las mire. Las
posibilidades son inventos que generamos en conversaciones. Al diseñar «conversaciones
para posibles acciones», construimos un espacio para la innovación y para ampliar
nuestras posibilidades. Esta es una conversación fundamental para cualquier empresa que
desee conservar su competitividad.

No estamos diciendo que cada «conversación para posibles acciones» va, necesariamente,
a producir resultados positivos. Tampoco estamos diciendo que siempre debiéramos tener
estas conversaciones, como siguiendo automáticamente una receta. No estamos interesados
en traducir lo que decimos en recetas o técnicas garantizadas. Lo que estamos haciendo aquí
es ofrecer algunas distinciones que pueden ampliar nuestras posibilidades de acción. A cada
uno de nosotros le cabe juzgar qué acciones realizar y cuáles no.

Tipo 4: La conversación para posibles conversaciones

Como ya dijimos, una segunda razón para no tener «conversaciones para la coordinación
de acciones» es nuestro juicio de que la persona con la cual debemos tener la conversación
no está abierta a ella. Y si lo está, podríamos tener el juicio de que la conversación se va a
desviar sin producir resultados positivos, o, peor aún, generando quiebres más serios.
¿Cuántas veces nos hemos encontrado haciendo el juicio de que la persona con la que
consideramos que tenemos que hablar para resolver algún asunto no está siquiera dispuesta
a escuchar lo que tenemos que decirle? ¿Que la conversación que deseamos tener con esta
persona sencillamente no es posible? No obstante, ¿significa esto que no podemos realizar
ninguna otra acción y debemos retornar a la resignación o a los juicios personales?

Postulamos que, cuando esto ocurre, aún nos queda un camino. Aún hay acciones que
podemos realizar.
Cuando juzgamos que no podemos sostener una determinada conversación con alguien, aún
podemos tener una conversación acerca del hecho de que consideramos que no podemos tener
esa conversación. Aún podemos …

… sostener una conversación, no acerca del quiebre primitivo que está en


juego, sino acerca del quiebre de no ser capaz de abrir o concluir la
conversación que, a nuestro juicio, deberíamos sostener. A esto le llamamos
«conversación para posibles conversaciones».

¿En qué ocasión es apropiada esta conversación? Imaginemos que tenemos el juicio de que
nuestro supervisor no está manejando el proyecto en que nosotros estamos participando de
la manera más efectiva. Tenemos, por lo tanto, un quiebre. Sin embargo, cada vez que
iniciamos una conversación para tratar este tema, encontramos que reacciona
defensivamente, dificultando la conversación. ¿Cuántas veces no nos encontramos en
situaciones similares con nuestros padres, nuestra pareja, nuestros hijos, nuestros amigos?

Cuando esto ocurre, puede ser adecuado sostener una «conversación para posibles
conversaciones». Podríamos, por ejemplo, acercarnos a nuestro supervisor y decirle,
«Tengo un quiebre que deseo discutir con usted. Yo juzgo que cada vez que intento
conversar con usted acerca de la forma en que este proyecto está siendo administrado, usted
no parece dispuesto a ello. Podría señalarle varias instancias en las que ha ocurrido esto. Yo
estoy

comenzando a frustrarme, puesto que pienso que el proyecto podría ser administrado de
manera más efectiva. Sé que éste es sólo mi juicio y admito que usted podría discrepar de
él. También reconozco que, en última instancia, es usted quien tiene la autoridad para
decidir cómo debiera administrarse el proyecto. Sin embargo, lo invito a escuchar lo que
tengo que decirle, puesto que tal vez usted encuentre algún valor en ello. Y, de mi parte,
estoy muy abierto a escuchar su punto de vista. ¿Aceptaría usted esta invitación?»

Es importante observar el estado de ánimo de esta conversación. Tal como ocurre con toda
conversación, si nuestro estado de ánimo no se ajusta al tipo de conversación que deseamos
sostener, encontraremos que será muy difícil llegar a conversar. Toda conversación, como
nos señala Humberto Maturana, es una trenza entre lenguaje y emocionalidad. Si la
emocionalidad no es la adecuada, por muy adecuado que sea el lenguaje, la conversación
no será oportuna.

Este es un aspecto que es crucial observar en toda conversación.

A veces es nuestro estado de ánimo el que impide que la gente converse con nosotros. En
la conversación qué dábamos como ejemplo, el estado de ánimo requiere ser no amenazante.
De lo contrario, ello colocaría al otro, desde el inicio, en la actitud que estamos precisamente
procurando disolver. La «conversación para posibles conversaciones» exige normalmente
colocarse desde la emocionalidad del respeto mutuo.
Los diplomáticos deben ser altamente competentes en desarrollar el tipo de conversaciones
a que nos estamos refiriendo. A menudo su tarea es, precisamente, la de abrir
conversaciones con quienes no resultaba posible abordar ciertos temas. En Sudáfrica, por
ejemplo/ se llevaron a cabo muchas conversaciones entre funcionarios de gobierno y líderes
del Congreso Nacional Africano, antes de que el presidente de Klerk y Nelson Mándela
pudiesen sentarse a tratar juntos sus principales divergencias. A estas conversaciones
previas les dieron el nombre de «conversaciones acerca de conversaciones». Con ellas,
crearon las condiciones que permitieron a ambos líderes hacerse cargo de esos temas en
forma conjunta, y explorar formas más efectivas de manejarlos. Lo mismo sucedió entre los
representantes del Estado de Israel y los dirigentes de la Organización para la Liberación
de Palestina. Antes de que pudieran discutir sus diferencias, tuvieron que diseñar las
condiciones que les permitieran conversar. Todas éstas son ejemplos típicos de
«conversaciones para posibles conversaciones».

La empatía, a pesar de las diferencias, como virtud


- Por Facundo Manes

G Darse cuenta lo que el otro está sintiendo, preocuparse por eso, expresar emociones en
consecuencia e, incluso, experimentar “en carne propia” una sensación de sufrimiento si se ve al
otro lastimado, son conductas que nos caracterizan como seres humanos. Las neurociencias
definen la empatía como la respuesta afectiva hacia los demás que incluye la capacidad de
reconocer las emociones de los otros, así como también las actitudes y las respuestas que se
adoptan según esos estados. Este comportamiento tan humano abarca otros procesos reflexivos
porque, más allá de una primera reacción empática, también somos capaces de establecer distancia
de las emociones que experimentan las personas y tomar decisiones al respecto. En otras palabras,
el llamado “procesamiento empático” involucra un amplio rango de procesos afectivos,
cognitivos y conductuales.
La experiencia empática al observar el dolor físico en otras personas ha sido largamente estudiada.
Investigaciones que utilizan resonancia magnética han demostrado que la misma red que se asocia
con las propias sensaciones de dolor se activa ante la observación del dolor físico ajeno.
Se considera que el estudio de los mecanismos de la empatía podría también contribuir al análisis
de la violencia que, a veces, se genera entre grupos de pertenencia diferentes. De acuerdo con
investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), cuando hay hostilidad y
rechazo entre grupos, lo que está fallando es la empatía. En este sentido, proponen el concepto
denominado “brecha de la empatía”, que sería fundamental para desactivar estas conductas.
Contrariamente a lo que se suele suponer, la falta de empatía no se vincula tanto con una pobre
capacidad empática o con ciertos rasgos de personalidad, sino más bien con el grado de
identificación que se ha generado en relación con el propio grupo de pertenencia. A su vez, al
grupo de pertenencia se le otorgan cualidades de superioridad al tiempo que se exageran las
diferencias con los demás. Se ha observado que en esos casos el cerebro “silencia la señal
empática” con el fin de evitar establecer un vínculo de identificación y entendimiento con ese otro
al que se concibe como un “enemigo”. Somos, de esta manera, incapaces de ponernos en su lugar.
En conclusión, lo que esta investigación propone es que cuanta más identificación sesgada se
establezca con el propio grupo, menor será la empatía hacia el otro al que se reconoce como
diferente.
Como dijimos en nuestro libro Usar el cerebro, la gracia de la armonía es lograrla no solo cuando
tenemos ideas comunes, que resulta siempre más confortable y menos estimulante, sino también
posiciones divergentes. La cualidad empática está en conseguir hacer de la diferencia una virtud.

DIARIO POPULAR, 1 de abril de 2018

SILENCIO EN LA COMUNICACIÓN
23 de Febrero de 2007 00:00
EL SILENCIO EN LA COMUNICACIÓN
En el mundo cada vez más agitado, acelerado y despersonalizado en que vivimos, el intercambio
de mensajes se hace en forma rápida y las preguntas a veces no dan tiempo para pensar y luego
responder. Entonces ocurre que damos una respuesta apurada y hasta equivocada o permanecemos
en silencio. ¿Comunica algo ese silencio?

EL SILENCIO ES PRESENCIA
La misma pregunta se han planteado muchos investigadores, especialmente filósofos y lingüistas
a lo largo de la historia. Las respuestas fueron diferentes, dependiendo de la cultura y del momento
histórico.

Pero a pesar de que cada uno tuvo unas conclusiones diferentes respecto al tema, en lo que sí
están de acuerdo es en que el silencio no se trata de una ausencia, sino de una presencia que
encontramos dentro del proceso de la comunicación. En el contexto cultural, existe una línea
divisoria imaginaria entre la cultura de Oriente y Occidente.

La cultura Oriental considera el silencio como un elemento de su desarrollo religioso y cotidiano,


como una fuente de sabiduría y espiritualidad. En las religiones orientales, como es el caso del
hinduismo y el budismo, se hace una relación entre el silencio y el saber, ya que estas hablan del
silencio como la base de la sabiduría y de la meditación.

La cultura Occidental, en cambio, toma la palabra como la base de su cultura. En la antigua Grecia
se decía que a través del dominio de la palabra, el hombre accedía al conocimiento de sí mismo y
del mundo; de este modo se integraba sin problemas a la vida pública. En el ámbito de la
educación se enseñaba a través de la palabra hablada, por lo tanto el saber se conseguía mediante
la palabra.

En los últimos siglos han aparecido muchos pensadores, artistas, poetas, filósofos interesados por
el tema del silencio en la comunicación. Por ejemplo, Nietzsche contempla en su teoría del
conocimiento el silencio como una alternativa a la mentira dentro de la cultura del simulacro. Así
también están los grandes poetas que han hecho una gran cantidad de metáforas con el silencio,
atribuyéndolo a momentos o situaciones por los que pasamos.

EL SILENCIO DA SENTIDO A LA COMUNICACIÓN

El silencio es necesario para la comunicación verbal, es un gran apoyo en la no verbal y muchas


veces se convierte en el protagonista del acto comunicativo. Muchas veces hacemos un juicio más
preciso acerca de una persona justamente por lo que no ha dicho.

Por ejemplo, cuando dos personas amigas que hablan siempre de trabajo, estudios, amigos,
familia, etc., no mencionan uno de estos temas, hay una ausencia de información que trasmite
otra información: algo debió suceder para que se evite hablar sobre este asunto.

El silencio en la interacción no es ausencia, sino que constituye un mensaje más.

LA SOCIALIZACIÓN Y EL SILENCIO

El silencio es una forma de comunicación presente en todas las culturas, de manera diferente. Los
niños aprenden a hablar y también aprenden a guardar silencio; a la vez que hay un aprendizaje
de la lengua también hay un aprendizaje paralelo del silencio, porque si no fuera de este modo,
los niños se comportarían igual en el momento que se debe hablar y en el que se debe callar.

La adquisición del silencio varía dependiendo de cada cultura, porque en cada una de ellas hay
un comportamiento diferente ante las diversas situaciones. En cuanto a su utilización dentro de
una conversación, normalmente cuando aparece la parte no verbal, dependiendo de cómo se lo
emplee tendrá un significado u otro. Cuando se produce este silencio no quiere decir que vaya
acompañado de un gesto, un signo, sino que puede darse el caso que no vaya acompañado de
nada, simplemente que se haga un silencio.

MARÍA

Fragmento. Jorge Isaacs.

Durante el día se la vio más triste y silenciosa que de costumbre. Por la tarde estuvo en mi cuarto
y dejó en el florero, unidas con algunas hebras de sus cabellos, las azucenas que había cogido por
la mañana; y allí fue Emma a buscarla cuando ya había oscurecido. Estaba de codos en la ventana,
y los bucles desordenados de la cabellera casi le ocultaban el rostro.

-María -le dijo Emma después de haberla mirado en silencio unos momentos-, ¿no te hará mal
este viento de la noche?

Ella, sorprendida al principio, le respondió tomándole una mano, atrayéndola a sí y haciendo que
se sentase a su lado en el sofá:

-Ya nada puede hacerme mal.

ACTIVIDADES

I.Lee el fragmento de María y responde las siguientes preguntas:

a)¿Comunica algo María con su silencio?

b)¿Qué mensaje trasmite?

II.¿Consideras que es mejor dar una respuesta apresurada que guardar silencio?

III.Establece la diferencia respecto al silencio en la cultura de Oriente y Occidente.

¿De qué manera influye

Вам также может понравиться