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A 21 años de la firma de la paz, es tiempo de darnos la mano y construir juntos una Guatemala
mejor.
La guerra nos dejó profundas heridas en las personas, en las familias, comunidades y en la
sociedad entera. El recuento de daños nos muestra que toda la sociedad guatemalteca salió
afectada y al final en la guerra, todos, absolutamente todos perdimos.
Luego de esos 36 años de guerra, los Acuerdos de Paz abrieron la puerta para la construcción de
un nuevo Estado y avanzar en una verdadera reconciliación nacional. El Acuerdo de Paz Firme
y Duradero suscrito el 29 de diciembre de 1996 establece que: “La paz firme y duradera debe
cimentarse sobre un desarrollo socioeconómico participativo orientado al bien común, que
responda a las necesidades de toda la población. Dicho desarrollo requiere de justicia social como
uno de los pilares de la unidad y solidaridad nacional, y de crecimiento económico con
sostenibilidad, como condición para atender las demandas sociales de la población”. La ruta
estaba trazada, pero hemos perdido dos décadas de grandes oportunidades.
A 21 años de la firma de Paz, en Guatemala seguimos sin encontrar el rumbo. Hoy somos un
país con más de 3 millones de personas en pobreza extrema, los índices de desarrollo humano
reflejan un deterioro en la vida de los guatemaltecos. Tenemos conflictos socioambientales,
racismo latente, conflictos agrarios, corrupción generalizada, instituciones estatales en franco
deterioro, pérdida de confianza de la ciudanía en la institucionalidad pública, pérdida de
oportunidades para nuevas inversiones, infraestructura vial y productiva en total abandono.
¿Podemos retomar el horizonte de la paz? ¡Yo estoy convencido que sí! Sin olvidarnos de
nuestro pasado doloroso, con doble mirada, mirando hacia atrás y mirando hacia adelante,
tenemos que conocernos, reconocernos, hablarnos, escucharnos, ponernos en la dimensión del
otro para poder identificar y encontrar visiones compartidas. No podemos seguir anclados en
el pasado, es tiempo de abrir nuestro corazón y sanar heridas, es tiempo de abrir nuestras
mentes y soñar juntos, es tiempo de darnos la mano, trabajar y construir juntos una Guatemala
mejor para nuestros hijos.
Todos los guatemaltecos anhelamos el utz ka’slemal (buen vivir) , juntos podemos lograrlo.