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El progreso en las relaciones internacionales de la posguerra - Emanuel Adler y Beverly Crawford

Las agendas de las políticas nacionales y los programas de las organizaciones internacionales están guiadas
por una implícita creencia en el progreso internacional. Están llenas de referencias a objetivos de desarrollo,
igualdad, supervivencia humana, calidad de vida y programas de política exterior que traerían cooperación,
estabilidad, crecimiento económico y justicia social en las relaciones entre naciones.
Un examen del progreso es más que un análisis del cambio. Webster define al progreso como un movimiento
o avance hacia un objetivo o meta o la acción o proceso de avanzar o mejorar a través de estadios o grados
señalados. El progreso implica no sólo un cambio dirigido sino un cambio en dirección o hacia un fin que
sea valorado positivamente.

Definiendo el progreso

El progreso en las relaciones internacionales implica cambios en la persecución de los intereses nacionales
de manera que promuevan los intereses humanos. Estos son definidos como seguridad, bienestar y derechos
humanos de los individuos.

Perspectivas estadistas versus sistémicas

El acercamiento estatista o nacional ve al progreso como cualquier avance en la realización de los objetivos
o intereses de un estado particular. El progreso en las relaciones internacionales será la realización de los
objetivos o intereses nacionales de los estados como resultado de sus actividades internacionales. El
acercamiento sistémico por el contrario ve a las relaciones internacionales como un intento de objetivos
colectivos en adición a los propósitos particulares de los estados por separado. El progreso en las relaciones
internacionales desde este punto de vista involucra movimientos hacia fines que no pueden simplemente
reducirse a los objetivos de los estados particulares o de un grupo de ellos. Desde el acercamiento sistémico,
los objetivos, estándares y valores son derivados de una revisión de aquellos valores consensuados y
apoyados por la comunidad internacional.
El acercamiento estatista hace una evaluación subjetiva específica a un solo sujeto. Por lo tanto, las
evaluaciones de los mismos cambios diferirán radicalmente de un sujeto a otro. El progreso es “yo que yo
quiero” ola realización de una definición apegada a los intereses nacionales en las relaciones internacionales
de los estados, por lo que no puede hacerse una investigación seria al respecto.
Sí permite una investigación el acercamiento sistémico, a partir de la selección de los objetivos para medir el
progreso en las relaciones internacionales. La seguridad, el bienestar y los derechos humanos cumplen los
estándares consensuados. Considerando la carta de las Naciones Unidas como un lugar donde se encuentran
las mayores aspiraciones de la comunidad internacional, encontramos que su preámbulo enumera cuatro
propósitos: salvaguardar a las futuras generaciones del flagelo de la guerra, reafirmar la creencia en los
derechos fundamentales del hombre y en la dignidad y el valor de la persona humana, establecer las
condiciones bajo las cuales la justicia y el respeto por la ley internacional puede ser mantenida, y promover
el progreso social y mejores estándares de vida en una mayor libertad.
Arribamos a una conclusión similar si consideramos los beneficios que nosotros esperamos de las políticas
internas. La mayoría de la gente en la mayoría de los países espera o desea que el estado los provea de orden
y ley, que persiga el desarrollo económico y social y el bienestar de la comunidad, que se respeten los
derechos humanos y que la justicia sea establecida como norma en las relaciones sociales.
La seguridad, el bienestar y los derechos humanos son objetivos que pueden denominarse intereses
humanos, distinto del enfoque estadista que pone el foco en una concepción ajustada a los intereses
nacionales.
Concepciones minimalista y maximalista

La concepción minimalista o negativa refiere a la reducción del nivel e intensidad de los conflictos
violentos, la explotación, la miseria y la injusticia. Para esta concepción, el progreso es alcanzado cuando los
intereses humanos son representados y promovidos mientras los estados continúan con la persecución de sus
intereses nacionales y el progreso usualmente será sólo la disminución de la guerra, la miseria y la injusticia.
Para la concepción maximalista o positiva, el progreso real requerirá un sustancial y positivo movimiento
hacia el alcance de la real seguridad, del real bienestar y los reales derechos humanos. Para esta concepción,
el progreso es alcanzado sólo cuando la persecución de los intereses humanos viene a reemplazar la
persecución de los intereses nacionales en la política internacional.
La naturaleza de la política internacional contemporánea sugiere elegir un acercamiento minimalista. La
anarquía en el sentido estricto de la ausencia de reglas se mantiene como la característica dominante de las
relaciones internacionales contemporáneas. A pesar del crecimiento de la interdependencia, la soberanía
nacional se mantiene como el principio organizador del sistema internacional, siendo básicamente la
ausencia de una autoridad internacional. El sistema Westfaliano de estados-nación autónomos no sólo
persiste, sino que parece estar vigoroso.
La anarquía no necesariamente engendra conflictos violentos, pero provee un ambiente en el cual pueden
florecer libremente debido a la ausencia de una autoridad legítima. La soberanía no necesariamente crea
miseria, pero contribuye a disminuir los niveles de bienestar impidiendo que éste se vea favorecido por la
cooperación. La soberanía no necesariamente causa violaciones a los derechos humanos, pero se usa a veces
para encubrir o proteger las depredaciones de las élites dirigentes.
El surgimiento del sistema de estados en el siglo XXVII es un momento progresista en la historia de las
relaciones internacionales, ya que las fronteras territoriales se volvieron más estables y el cálculo racional de
los intereses nacionales en gran medida reemplazo la ideología o la religión como base de la política. Por
consiguiente, los estadistas pudieron crear ordenadamente relaciones con otros.
El triunfo del modelo de soberanía en el tardío siglo XIX también puede verse como un momento
progresista en la historia de la diplomacia ya que las reglas de ésta viraron de un gran poder supremo a una
igualdad jurídica de todos los estados que aceptaron algunos límites a maximizar su poder.
A pesar de estos avances, la persecución del interés nacional más que de los intereses humanos permanecen
como la fuerza que dirige a los comportamientos de la mayoría de los estados en las relaciones
internacionales. El contemporáneo sistema de soberanía estatal sugiere que los intereses humanos
improbablemente reemplazaran a los intereses nacionales pronto y que sólo el progreso definido en un
sentido negativo será el futuro predecible.

Progreso instrumental y sustantivo

El progreso sustantivo refiere a los objetivos o fines por los cuales el progreso es medido. Estos objetivos
son seguridad, bienestar y derechos humanos, no importa cuán mínimo el alcance de estos objetivos sea. Si
al menos uno de esos valores es mejorado sobre el paso del tiempo y a través de las barreras nacionales sin
crear daños indeseables a otros valores e intereses humanos, el progreso es alcanzado.
El progreso instrumental se refiere a los medios a través de los cuales el progreso sustantivo es alcanzado,
incluyendo, pero no limitándose a la cooperación internacional. Otros elementos pueden ser los cambios en
las políticas unilaterales o la actividad de las ONG. Estos instrumentos no son considerados progresistas a
menos que lleven a la promoción de los intereses humanos en las relaciones internacionales.
Asumiendo la perspectiva sistémica y la concepción minimalista y una distinción entre el progreso
instrumental y sustantivo, podemos definir al progreso en las relaciones internacionales como el progreso
que involucrará cambios en las políticas y relaciones de los estados que reducirán el conflicto o aumentarán
la cooperación a favor de una mayor seguridad, bienestar o derechos humanos, entendidos como una
reducción de la violencia, la miseria o las violaciones a los derechos humanos. El progreso en las relaciones
internacionales implica la persecución de los intereses nacionales de los estados de manera que favorezcan
los intereses humanos. Esto no significa que los actores deban renunciar a sus intereses nacionales o a su
poder, sino que aplicarán estos elementos de manera diferente para encontrar soluciones a los problemas por
los cuales sufren los individuos más allá de las fronteras.

Prioridades y beneficiarios

Seguridad, bienestar y derechos humanos son frecuentemente objetivos incompatibles. La coexistencia


pacífica a veces no es un indicador de progreso en las relaciones internacionales ya que por ejemplo en la
Guerra Fría se sostuvo el objetivo de la paz a expensas del bienestar y los derechos humanos. Schmittter
argumenta que las políticas de derechos humanos y los intercambios económicos y la cooperación política se
refuerzan mutuamente. Sin embargo, en este círculo virtuoso de democracia, bienestar y paz hay algunas
injusticias. Los tres valores son importantes y aun cuando entran en conflicto el progreso puede ser
alcanzado.
Los beneficios del progreso en las relaciones internacionales pueden traer beneficios nacionales y aún
individuales. Por lo tanto, adoptar una perspectiva sistémica no significa ignorar a los estados ni a los
individuos. Desde la perspectiva de progreso en las relaciones internacionales, las relaciones de los estados
son primariamente de intereses en el grado en que ellos proveen a los individuos con mayor paz, más
justicia, más agrado y una vida con mejor desarrollo. Los individuos, no los estados, son los sujetos del
progreso. Ellos proveen la fuente de valor y son el mayor estándar a través del cual evaluar la calidad de las
consecuencias de las relaciones internacionales.

Midiendo el progreso

Ya que el progreso es alcanzado cuando los estados persiguen sus intereses nacionales de manera que
favorecen y promueven los intereses humanos, se deben rastrear cambios en las maneras en que los estados
han definido y perseguido sus intereses nacionales y resuelto sus problemas a través del período de
posguerra para mejorar la seguridad internacional, el bienestar y los derechos humanos.
Para esto puede usarse una evaluación del cambio institucional internacional, un análisis del cambio en la
interacción entre los estados, una exploración de la formulación implementación de las políticas nacionales e
internacionales, y una evaluación de los cambios en los valores, expectativas y actitudes, tanto de las élites
como de los niveles populares. Cada autor rastrea los cambios que cree son relevantes pensando en si la
definición minimalista del progreso es alcanzada.

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