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El hombre siempre ha tenido y tiene el deseo de saber y conocerse más; no es una cuestión
de hoy en día o que solo le pertenezca a las ramas filosóficas o externas a la religión. Son
varias las cuestiones que le resultan incomprensibles al hombre, y ante esta situación la
Iglesia también aporta a ese encuentro del hombre consigo mismo, conocernos siempre será
una de las ambiciones nuestras. Si bien, nuestra realidad enmarca también diferentes culturas,
modos de pensamiento y formas de ver la vida. No se puede abarcar todo el enigma con un
modo o sistema de pensamiento, recordemos que el hombre tiene a sorprenderse de las cosas
que experimenta como nuevas y ajenas a su realidad. La capacidad de reflexión del hombre
hace posible la búsqueda incesante de la verdad; por otra parte, la Iglesia, ofrece al hombre
una búsqueda con respuestas más convincentes que las que puede ofrecer los diferentes
sistemas. No se busca oscurecer su visión, sino esclarecerla más con un sentido pleno a la
verdad; para ello también parte de las reflexiones filosóficas, y de la sabiduría propia de cada
Dios mismo es quien se revela, Él toma la iniciativa de darse a conocer más plenamente.
En Jesús, su hijo, en quien vemos esa plenitud de revelación; el hombre por su parte, por más
docto que este sea, no puede alcanzar a ciertas reflexiones y conocimientos que proporciona la
fe. Solo las críticas racionalistas no bastan, pues limitan a que nuestra capacidad de razonar no
alcance verdades fuera de ellas, un conocimiento que sea superior, y, que este a su vez
también sea accesible por medio de la razón, pero no lo aceptan. La revelación se ha ido
dando en hombres y obras guiadas por el espíritu en el pasar de la historia. Dios no se engaña
ni tampoco nos engaña, no se puede quedar en un Dios engañador que se niegue a sí mismo, y
que juegue con su creación. Por eso, sus revelaciones son verdaderas, alcanzables en base a
un buen uso de la razón. Los signos presentes en la historia, motivan a la razón a salir de sí
misma y aceptar una realidad superior. La fe, como conocimiento, no anula nada, al contrario,
le da más sentido al misterio y sobre todo a los enigmas que el hombre busca para sí; de este
modo el hombre encuentra un sentido más pleno, y lo hace a través de la fe, una razonable y
no ciega. Acogernos a la fe nos hará más libres, pues este acogimiento lo hacemos en plenitud
de nuestra voluntad e inteligencia; ya que alcanzamos la verdad, aquella que ha sido nuestra
búsqueda incesante.
alcanza un conocimiento grande, pero solo de mano de la fe se puede profundizar más sobre
el mismo, y de este modo ampliar nuestras expectativas hacia un Dios. Con la fe sabemos que
las cosas tienen un principio que no es necesariamente, ni valido, el azar, sino que tiene un
creador, quien ha puesto todo para que el hombre ahonde en explorar con su razón todo
aquello que le ha sido expuesto. Todo lo perfecto que se muestra la naturaleza misma, detalla
con claridad que hay alguien detrás de ella, y esto lo sabemos a simple vista. Al ser el hombre
un ser de relaciones, se va abriendo al mundo y a Dios en cuanto más se relacione con los
mismos: entre más me involucro en algo, más voy conociendo. La razón me da un sentido de
las cosas, pero este no es completo; puedo entender cómo avanza, y tal vez hasta a donde se
dirige, pero solo en relación de con la fe, puedo entender su motivo, el para qué, y sobre todo
desde donde ha surgido. Su verdadero sentido lo alcanzo en base a la fe, y con la misma hasta
llego a comprender, en gran medida, mi sentido, aquí y ahora… y así podemos también
puedo quedar en que fue un simple moralista, gustoso por la historia y el populismo, pero, la
Hasta no llegar a una verdad absoluta, única, el hombre no descansara. Su deseo por
conocer lo motiva a siempre estar en búsqueda de aquello que le falta por conocer. La verdad
no puede quedarse solo en lo visible de este mundo, ya que el sentido del hombre sería muy
simple y por tanto su existencia dependería de la misma. Conforme el hombre avanza en sus
conocimientos, va descubriendo que todavía le queda mucho más por buscar, por investigar,
por descubrir; pero, este buscar no es individualista, necesita del otro para tener con quien
relacionar lo que ha obtenido. Su búsqueda incesante lo pone en relación con los demás, y es
ahí donde también se va perfeccionando a sí mismo, donde va adquiriendo un valor ético con
los demás. El hombre, fue creado para relacionarse entre sí; en esta relación se le presentan
ciertas verdades parciales en las cuales cree, pues para su búsqueda no puede partir de la nada,
o fundamentar su búsqueda en la duda. Por su instinto cree en ciertas verdades, mismas que
pueden ser dadas por otros que también han estado en la búsqueda de aquella verdad; de esta
manera el hombre cree en el otro, en otro hombre; en esta búsqueda el hombre experimenta
una relación muy común: la amistad. No cree por el simple hecho de querer creer, sino por
una cierta relación de confianza que surgido entre dos buscadores de la misma verdad. Así
razón nos muestra un sentido, pero este no está completo, se queda solo en lo que ella podría
explicar, y que muchas de las veces no pude alcanzar. La verdad buscada, que no se termina
plenitud el orden natural de las cosas, y quien también se ha presentado como la verdad, pero
Con la filosofía, a través de la historia se ha podido purificar todas las ideas que los
pueblos tenían de Dios, sus mitos, y sobre todo los diferentes dioses a los que daban culto.
Con los aportes de los padres de la filosofía griega, se ha dado fundamentos y realces a la fe
cristiana, y sobre todo en la búsqueda de un Dios verdadero. Los padres de la Iglesia, también
han usado de la filosofía para defender de la mejor manera la fe en Cristo; sus aportaciones
fe, van adquiriendo un sentido más profundo en base a la razón y junto a la fe misma. El gran
referente para la Iglesia es Sto. Tomas de Aquino, quien ha defendido y argumentado que la
sabiduría viene del Espíritu Santo. Con el paso del tiempo, la fe y la razón ha comenzado a
separarse, dando así unas concepciones pobres de las mismas. La fe queda de lado, tomándola
metafísica. Pero no todo queda ahí, la crisis del racionalismo, genera el nihilismo, donde se
niega todo, hasta el punto en que el hombre niega todo su sentido, y nadie adquiere
responsabilidades. Por tanto la búsqueda de la verdad es tomada solo por los “llamados”
opositores al progreso.
FILOSÓFICAS
El Magisterio, busca preservar la verdad, y regular todo en cuanto a esta se refieran. Actúa
relación con el Espíritu, que están encargados de velar por la verdad. Por tanto su
participación en la Iglesia, ayuda a conservar los tesoros preciosos que en ella hay: la
sabiduría y la ciencia, ocultas en Cristo. Por tanto, se debe enseñar filosofía; de tal modo que
quienes deseen profundizar la fe, lo hagan con un pleno conocimiento del hombre y su
relación con Dios, en base a una filosofía valida, y sobre todo actual; su estudio tiene un
carácter fundamental y más para quienes optan por la vida al sacerdocio, y para estudiar
teología.
del misterio revelado de una manera más comprensible, abordando así diversas ramas que la
misma presenta como propias de la teología y otras que son propias de la filosofía, pero que a
la vez son de mucha ayuda para poder vivir de la mejor manera el Cristianismo. El evangelio,
es el mismo en todas partes pero de ahí que busque un modo de encajar en las culturas, sin la
necesidad de abolir las mismas. Culturas que viven de una manera desordenada, son educadas
en la fe, una fe que busca mejorar su situación de vida. El mejor modelo de hacer teología que
En las Sagradas Escrituras, podemos encontrar un valor del hombre y la mujer de un modo
diferentes corrientes filosóficas que se han ido dando a través de los tiempos, hacen que las
cuestiones sobre el sentido de la vida, no tenga valor; y con esto la razón también queda
filosofar, pensar. Así, con la fe y la Palabra de Dios, que es donde se detalla un sentido de
vida y sobre todo la motivación necesaria para la búsqueda de la verdad, es donde la razón
toma un sentido propio y natural. De esta manera podemos expresar y comunicar, de una