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ATENCIÓN PRENATAL ANTES DE QUEDAR

EMBARAZADA
Lo ideal es que la atención prenatal comience antes
del embarazo. Si está planeando un embarazo,
consulte a su médico para que le realice un
chequeo completo. El médico le hará exámenes de
rutina para asegurarse de que usted goza de buena
salud y que no tiene ninguna enfermedad ni otras
afecciones que podrían afectar su embarazo. Si ha
estado sufriendo síntomas poco comunes, es un
buen momento para informar a su médico.

Si ya está siendo tratada por una enfermedad crónica, como diabetes, asma,
hipertensión (presión arterial elevada), un problema cardíaco, alergia, lupus (una
enfermedad inflamatoria que puede afectar varios sistemas del organismo),
depresión u otra dolencia, debe hablar con su médico para saber de qué manera
podría verse afectado su embarazo.

En algunos casos, será necesario cambiar o eliminar la medicación –en especial


durante el primer trimestre (12 semanas)– a fin de reducir los riesgos para el feto.
O tal vez, deba estar aún más atenta al control de su enfermedad.

Por ejemplo, las mujeres que padecen diabetes deben prestar especial atención a
mantener los niveles de glucosa en sangre bajo control, tanto antes de la
concepción como durante el embarazo. Los niveles anormales de glucosa
aumentan el riesgo de malformaciones y otras complicaciones.

Éste es también un buen momento para hablar con su médico sobre otros factores
que constituyen un riesgo para su bebé, como el alcohol y el cigarrillo. Pregúntele
por las vitaminas prenatales que contienen ácido fólico, calcio y hierro.

Es especialmente importante para las mujeres que desean quedar embarazadas


tomar vitaminas con ácido fólico antes de la concepción, porque las malformaciones
del tubo neural (problemas con el desarrollo normal de la columna y el sistema
nervioso) ocurren en los primeros 28 días del embarazo, con frecuencia antes de
que una mujer se entere de que está embarazada.

Si usted o su pareja tienen antecedentes familiares de un trastorno genético


importante y sospechan que alguno de los dos puede ser portador, quizá sea
aconsejable realizar estudios genéticos. Hable sobre el tema con su médico; de ser
necesario, él podrá derivarlo a un genetista.

Si se entera de que está embarazada y no ha hecho nada de esto, no se preocupe.


Aún no es demasiado tarde para obtener la atención médica que la ayudará a cuidar
de su salud y la de su bebé.

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Buscar atención médica

Las embarazadas suelen ser atendidas por los siguientes profesionales:

 obstetras (médicos que se especializan en el embarazo y el parto)


 obstetras/ginecólogos (OB/GYN por su sigla en inglés) (médicos que se
especializan en el embarazo y el parto, además de la salud de la mujer)
 médicos de cabecera (médicos que, en lugar de especializarse en un área, brindan
una gama de servicios a pacientes de todas las edades; en algunos casos, incluye
la atención obstétrica)
 parteras certificadas (una enfermera que se especializa en la atención médica de la
mujer, incluidos la atención prenatal, el trabajo de parto y el parto, así como la
atención posparto para embarazos “sin complicaciones”)

Si usted goza de buena salud y no hay motivos para prever complicaciones con su
embarazo y parto, puede elegir cualquiera de estos profesionales de la salud. No
obstante, las parteras deben contar con la ayuda de un médico durante el parto en
caso de que sea necesario realizar una cesárea.

Quien esté a cargo de su atención puede derivarla a un médico con experiencia en


embarazos de alto riesgo en las siguientes situaciones:

 si sufre de una enfermedad crónica, como diabetes o afecciones cardíacas


 si presenta mayores riesgos de un parto prematuro
 si tiene más de 35 años
 si presenta otro factor que pueda colocarla en la categoría de alto riesgo

Incluso si su embarazo no es de alto riesgo, aún está a tiempo de cambiar de médico


si no se siente cómoda con el que la está atendiendo.

Su primera visita

Su primer examen debe ser durante las primeras 6 a 8 semanas de embarazo, o


cuando tenga un retraso de 2 a 4 semanas en su período. Si visita a su médico en
este momento, se podrá calcular la duración de su embarazo y su fecha de parto.

Durante la primera visita, es probable que le realicen un examen físico completo,


que incluye el examen rectal y pélvico. También le extraerán sangre para realizar
los siguientes análisis:

 un hemograma
 tipificación sanguínea y análisis para detectar anticuerpos Rh (anticuerpos contra
una sustancia presente en los glóbulos rojos en la mayoría de las personas)
 análisis de sífilis, hepatitis, gonorrea, clamidiasis y otras enfermedades de
transmisión sexual, entre las que se incluye el virus de inmunodeficiencia humana
(VIH)

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 análisis para detectar si ya sufrió de varicela, sarampión, paperas o rubéola
 estudios para detectar fibrosis quística (los médicos han comenzado recientemente
a ofrecer este análisis de manera rutinaria, aun cuando no existan antecedentes de
esta afección en la familia)

A las mujeres con ascendencia africana o del área del Mediterráneo suele
practicárseles un análisis para detectar la anemia falciforme (una enfermedad
crónica de la sangre) porque tienen mayores riesgos de padecer la enfermedad o
de portar el gen que la provoca, que pueden pasar a sus hijos.

Durante la primera visita, también se le realizará un examen de orina y un


Papanicolau para detectar cáncer cervical. Para realizar un Papanicolau, el médico
utiliza un instrumento similar a un hisopo largo y raspa suavemente la parte interna
del cuello del útero (la abertura que conduce hacia el útero y que está ubicada en la
parte superior de la vagina). Esto no duele en absoluto. Algunas mujeres dicen que
sienten una pequeña puntada que sólo dura un segundo.

Visitas y análisis de rutina

Si goza de buena salud y no presenta factores de


riesgo, deberá acudir al médico:

 cada 4 semanas hasta la semana 28 del


embarazo
 después, cada dos semanas hasta la semana 36
 de allí en adelante, una vez por semana, hasta el
momento del parto

En cada examen, se registrará su peso y su


presión sanguínea. A partir de la semana 22, también se mide el tamaño y la forma
del útero a fin de determinar si el feto está creciendo y desarrollándose de manera
normal.

En una o más de sus visitas, deberá realizarse un análisis de orina para medir el
azúcar y las proteínas. Las proteínas pueden ser un indicio de preeclampsia (una
afección que se desarrolla en la última etapa del embarazo y que se caracteriza por
un incremento repentino de la presión sanguínea y una suba de peso excesiva, con
retención de líquidos y proteínas en la orina).

Los estudios para detectar diabetes suelen realizarse a las 12 semanas en mujeres
con un mayor riesgo de sufrir de diabetes del embarazo (ocurre únicamente durante
el embarazo). Las mujeres con mayor riesgo:

 han tenido un bebé de más de 9 libras (4,1 kilos)


 tienen antecedentes familiares de diabetes
 son obesas

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 tienen más de 30 años

Al resto de las mujeres embarazadas se les


realizan análisis para detectar diabetes en la
semana 28. En este examen, la mujer debe
beber un líquido azucarado y, después de
una hora, se realiza un análisis de glucosa
en sangre (es necesario extraer sangre). Si
el nivel de azúcar en la sangre es elevado,
se vuelve a realizar el estudio a las 3 horas
a fin de determinar si la mujer padece de
diabetes gestacional.

Muchos padres también deciden realizar uno o más de los siguientes estudios
prenatales, que pueden ayudar a predecir las probabilidades, o incluso detectar la
presencia, de algunas anomalías en los cromosomas o el desarrollo del feto:

Alfa-fetoproteína (AFP): entre las 16 y las 18 semanas de embarazo, es posible


medir el nivel de alfa-fetoproteína, una proteína que produce el feto. Si el nivel es
elevado, es probable que se trate de un embarazo múltiple o de un feto con espina
bífida o con otros defectos del tubo neural. También puede indicar que se calculó
erróneamente la fecha de concepción.

Si el nivel es bajo, es posible que el feto presente anomalías en los cromosomas,


como el síndrome de Down. Es importante recordar que los resultados bajos o altos
no indican automáticamente un problema; por el contrario, son indicios de la
necesidad de realizar más pruebas, que en muchos casos arrojan resultados
normales.

Rastreo de múltiples marcadores (también llamado “análisis de diagnóstico


serológico”, “análisis preventivo de sangre materna”, “análisis triple” o “análisis
cuádruple”): también entre las 16 y 18 semanas de embarazo, el profesional médico
tiene la posibilidad de medir los niveles de ciertas hormonas en la sangre, además
de la AFP.

Para este análisis o rastreo, se extrae una muestra de sangre de la madre a fin de
medir el nivel de AFP y los niveles de hCG (gonadotropina coriónica humana) y
estriol, que son producidas por la placenta. Los niveles de estas tres sustancias
(razón por la cual el análisis suele denominarse “análisis triple”) en la sangre ayudan
a los médicos a identificar un feto con riesgo de algunas malformaciones congénitas
o cromosómicas. Cuando se mide el nivel de una cuarta sustancia, la inhibina-A-
dimérica, el examen se denomina “análisis cuádruple”.

Amniocentesis (también llamado “amnio”): en esta prueba, se utiliza una aguja


para retirar una muestra de líquido amniótico del vientre materno. Se suele realizar

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entre las 16 y las 20 semanas. Las pruebas del líquido permiten identificar algunas
malformaciones del feto, como el síndrome de Down o la espina bífida.

En general, la amniocentesis sólo se recomienda si existen motivos para sospechar


que el riesgo de estos problemas es superior al normal, tal vez debido a la edad de
la madre (35 años o más), a resultados anormales de AFP o del rastreo de
marcadores en la sangre materna, o antecedentes familiares. Si bien este examen
implica un riesgo leve de parto prematuro y de aborto espontáneo, la gran mayoría
se practica sin ningún problema.

Biopsia de vellosidades coriónicas: este procedimiento se utiliza durante el


primer trimestre con los mismos fines que la amniocentesis. (En general, a las
embarazadas se les hace una de las dos pruebas, no ambas, si se considera
necesario).

En este examen, se toma una muestra del tejido que une el saco amniótico (la bolsa
que se forma alrededor del feto) a la pared del útero. Al igual que la amniocentesis,
la biopsia de vellosidades coriónicas suele realizarse cuando existen factores de
riesgo. La principal ventaja es que los resultados son más rápidos. La biopsia
también tiene un riesgo levemente mayor de abortos espontáneos y de otras
complicaciones.

Ultrasonido (también denominado “ecografía”): seguramente le realizarán al


menos una ecografía para asegurarse de que su embarazo está avanzando en
forma normal y para verificar la fecha probable de parto. En general, el ultrasonido
se realiza a las 18 ó 20 semanas para observar la anatomía del bebé, pero puede
realizarse antes o después y, en algunos casos, más de una vez. Las ecografías no
presentan ningún riesgo para usted o el bebé.

Algunos profesionales médicos cuentan con el equipo y el personal capacitado


necesario para realizar ultrasonidos en el consultorio, mientras que otros le
indicarán que concurra al hospital local o a un centro radiológico.

Sin importar dónde se realice el estudio, un técnico cubrirá su abdomen con un gel
y después desplazará un instrumento sobre éste. Las ondas de sonido de alta
frecuencia rebotan en su cuerpo y crean una imagen del feto en una pantalla de
computadora.

Las ecografías se utilizan para lo siguiente:

 determinar si el feto está creciendo a un ritmo normal


 registrar el ritmo cardíaco del feto y sus movimientos respiratorios
 determinar si se trata de un embarazo múltiple
 identificar una serie de anomalías que pueden afectar el resto del embarazo o el
parto

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En algunos centros comerciales se ofrecen ultrasonidos para tener un “retrato” de
su bebé. Sin embargo, las personas que utilizan estos equipos no necesariamente
son técnicos capacitados. Antes de realizarse una ecografía, conviene que lo
converse con su médico.

Preocupaciones comunes

Algunas mujeres embarazadas se preocupan por enfermedades preexistentes,


como la diabetes, y por la manera en la que éstas afectarán su embarazo. Es
importante que converse sobre estas preocupaciones con el profesional que la
atiende. Tal vez, le recomiende cambiar de medicamento o de tratamiento para que
se sienta más tranquila.

Aun cuando no sufra de ninguna afección preexistente, tal vez esté preocupada por
otras enfermedades que se asocian con el embarazo, como las siguientes:

 diabetes gestacional: aproximadamente entre el 2 y el 3% de las mujeres


desarrollan esta enfermedad durante el embarazo; en general, durante el primer
trimestre. Durante el embarazo, la placenta, que proporciona al feto los nutrientes y
el oxígeno necesarios, también produce hormonas que modifican el funcionamiento
de la insulina. La insulina es una sustancia química creada por el páncreas que
ayuda al cuerpo a almacenar el azúcar presente en los alimentos para convertirla,
más tarde, en energía. Cuando el páncreas de una embarazada no logra crear
suficiente insulina, puede aparecer la diabetes del embarazo.
 preeclampsia (también llamada “toxemia del embarazo”): una afección poco
común que aparece después del sexto mes. Provoca presión sanguínea elevada,
edema (acumulación de líquido en los tejidos que causa hinchazón en las manos y
la cara) y presencia de proteínas en la orina.
 Madre Rh negativo/feto Rh positivo: el factor Rhesus es una sustancia presente
en los glóbulos rojos de la mayoría de las personas. Para determinar el factor
sanguíneo, basta con realizar un análisis de sangre. Si el antígeno no está presente,
entonces la persona es Rh negativo. Si su bebé tiene el factor y es Rh positivo,
pueden presentarse problemas cuando los glóbulos del bebé ingresan en su flujo
sanguíneo. Esto se debe a que su cuerpo puede crear anticuerpos que pasan al
flujo sanguíneo del bebé y destruyen sus glóbulos rojos.

Este problema es
serio pero
controlable; por lo
tanto, es importante
que se informe y
converse sobre el
tema con su
médico.

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Las embarazadas también suelen preocuparse por su peso. En general, se
recomienda que una mujer de peso normal suba aproximadamente entre 25 y 30
libras durante el embarazo (entre 11 y 13 kilos), aproximadamente 2 ó 3 libras (1
kilo o 1 kilo y medio) por mes. En el caso de las mujeres que comienzan su
embarazo con sobrepeso, el aumento total de peso debe ser de 15 a 25 libras (de
7 a 11 kilos). Y para quienes están por debajo de su peso, el aumento debería ser
de 28 a 40 libras (de 13 a 18 kilos).

El embarazo no es un buen momento para comenzar a hacer dieta. Sin embargo,


puede ser un excelente momento para empezar a comer sano, si no lo hace
regularmente. También es un buen momento para hacer ejercicio de bajo impacto
en forma regular.

Controlar el peso en las últimas etapas del embarazo es más difícil; por lo tanto,
intente subir poco de peso durante los primeros meses. Sin embargo, si no aumenta
lo necesario, también pueden surgir problemas, como el crecimiento inadecuado del
feto o un parto prematuro.

Cuide su salud

Por su bien y el de su bebé, es importante que cuide su salud durante el embarazo.


Siga estas reglas básicas:

 No fume, no beba ni consuma drogas.


 Descanse.
 Siga una dieta saludable.

En general, los doctores recomiendan que las


mujeres agreguen aproximadamente 300
calorías a su ingesta diaria para nutrir al feto
en desarrollo. Si bien la mayor parte de estas
calorías debe provenir de proteínas, su dieta
debe ser equilibrada e incluir frutas frescas,
cereales y vegetales. Su médico le recetará
vitaminas prenatales para asegurarse de que
ingiera suficiente ácido fólico, hierro y calcio.

Los medicamentos que se venden sin receta


no se consideran adecuados por los efectos
que pueden tener sobre el feto. La mayoría de
los médicos le recomendarán que no tome
ningún medicamento de venta libre, pero tal vez puedan darle una lista con los
medicamentos que se consideran seguros. Asegúrese de hablar con su médico
sobre todas las dudas que tenga acerca de los medicamentos, incluidos los
remedios naturales, los suplementos y las vitaminas.

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Cuando está embarazada, también es importante evitar las enfermedades
transmitidas por los alimentos, tales como listeriosis y toxoplasmosis, que pueden
poner en riesgo la vida del feto y provocar abortos espontáneos o malformaciones
congénitas. Los alimentos que no debe consumir son los siguientes:

 quesos blandos, no pasteurizados (que suelen promocionarse como “frescos”),


como el feta, el de cabra, el camembert y el queso azul o roquefort.
 jugos y leche no pasteurizados
 huevos crudos o comidas con huevos crudos, incluidos la mousse y el tiramisú
 mariscos, pescados o carnes crudas o parcialmente cocidas
 carnes procesadas, como las salchichas y los fiambres.

También debe evitar el tiburón, el pez espada, la caballa, el blanquillo camello, y


limitar la ingesta de otros tipos de pescados que consume regularmente. Si bien los
pescados y los mariscos son una parte sumamente saludable en la dieta de una
embarazada (contienen los beneficiosos ácidos grasos omega-3, altos niveles de
proteínas y pocas grasas saturadas), estos tipos de pescado pueden contener
niveles elevados de mercurio, que podría causar daños al cerebro en desarrollo del
feto.

El embarazo también puede generar una serie de efectos secundarios molestos,


aunque no graves. Entre ellos se incluyen los siguientes:

 náuseas y vómitos, en especial al principio del embarazo


 hinchazón en las piernas
 várices en las piernas y en la zona que rodea la vagina
 hemorroides
 acidez y constipación
 dolor de espalda
 cansancio
 pérdida del sueño

Si experimenta uno o más de estos efectos secundarios, ¡recuerde que no está sola!
Hable con su médico acerca de las estrategias para aliviar cualquier incomodidad.

Hablar con su médico

Cuando su cuerpo está atravesando cambios físicos que pueden resultarle


completamente nuevos, no siempre es sencillo hablar con el médico. Tal vez se
pregunte si puede tener relaciones sexuales o qué puede hacer con las hemorroides
o una constipación, o quizá se sienta muy ansiosa por el parto.

Es probable que hacer estas u otras preguntas le resulte vergonzante, pero es


importante que las formule; su médico probablemente ya las escuchó antes. Entre
cada consulta, haga una lista de preguntas y llévela al consultorio en la siguiente
visita.

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También es recomendable que llame al médico inmediatamente si ocurre lo
siguiente:

 sangrado profuso
 pérdida repentina de líquido
 una notoria falta de movimiento del bebé una vez que éste ha comenzado a moverse
 más de tres contracciones en una hora

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