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Universidad Autónoma de Entre Ríos

Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales

Carrera: Licenciatura en Filosofía


Materia: Antropología Filosófica
1 de octubre de 2018
Docente: Ermácora, Jorge
Alumno: Mariano E. Rodríguez
DNI: 29855446
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INTRODUCCIÓN

La figura de Martin Heidegger ha causado polémica a lo largo del s. XX. Su


pensamiento supone un giro de la filosofía anterior, una reinterpretación de la
filosofía occidental sujeta a la necesidad de un lenguaje que Heidegger tendrá que
inventar o resignificar. En el escrito «Sendas de Martin Heidegger» el profesor Luis
Sáez Rueda ahonda en el pensamiento del filósofo alemán, examinando el campo de
investigación de Ser y Tiempo, donde señala la fenomenología como una de las
claves fundamentales en la configuración del proyecto heideggeriano.
Podemos decir que existen dos cuestiones importantes que deben tomarse en
cuenta para poder analizar y comprender la obra de Heidegger. En primer lugar, el
arraigo respecto a su momento histórico, pues su filosofía puede entenderse como
testimonio de la cultura occidental, y a la vez como un intento de superación de la
misma. Para Heidegger, la metafísica occidental no ha sido verdadera metafísica,
sino ontología, porque no se ha ocupado del estudio del Ser. El trabajo de la filosofía
del futuro, según Heidegger, será el pensar, porque el verdadero pensar es siempre
pensar el Ser. En segundo lugar, el hecho de vincular Ser y Tiempo con la corriente
existencialista. El filósofo existencialista hace de la existencia el tema central de su
pensamiento, su objeto de estudio es el análisis de las categorías de la existencia a
nivel ontológico, convirtiendo esa filosofía existencial en filosofía primera. Si bien,
la primera etapa del pensamiento heideggeriano coincide con el existencialismo,
Heidegger, desde el comienzo es un metafísico del Ser, y su intención filosófica se
limita a la pregunta por el Ser, no por la existencia. Esto se encuentra presente en
las diferentes etapas por las que atraviesa su pensamiento. La filosofía de Heidegger
propone un itinerario que busca los esbozos del Ser dejados a lo largo de la historia.
Pero este recorrido no resuelve la pregunta original, planteada en la metafísica
clásica, es decir, la pregunta por el Ser.
Otro de los puntos polémicos destacables es su relación con el nazismo. En una
publicación póstuma1 a petición del propio Heidegger, éste declara que muchos

1 Entrevista realizada por D. Spiegel y publicada en una revista en 1966.


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intelectuales de la época, incluido él mismo, abrazaron el nazismo como alternativa


a la situación vivida en la Alemania de aquel momento. Cuestión desencadenada por
la publicación de Heidegger y el nazismo2, que puso de manifiesto la implicación del
filósofo con el partido nazi. En cualquier caso, esta faceta deja poco entrever en su
desarrollo filosófico sobre la pregunta por el ser; aunque sí contribuye de manera
polémica en torno a este pensador.
I
Heidegger parte de una idea que marca el inicio de su reflexión: la identificación
que la filosofía occidental ha establecido entre Ser y ente, sujeta de manera
inevitable a una confusión terminológica y filosófica entre lo óntico, lo ontológico y
lo metafísico. Heidegger aclara tales conceptos refiriendo el primero de ellos al
estudio del ente, el segundo al estudio del ser en cuanto ser del ente y, por último,
reserva para la metafísica el estudio del ser en cuanto tal. Labor que la tradición
occidental no ha podido llevar a cabo, debido a que el olvido del ser ha primado a lo
largo de la historia de la filosofía. Desde este punto parte Heidegger para intentar
desvelar el ser, empresa que lo acompañará en su recorrido filosófico.
Según Heidegger, el estudio del Ser ha sido descuidado en favor del análisis del
ente a partir de la filosofía platónica. Con Platón comenzamos una sistematización
y conceptualización del ser, transformándolo en idea, truncando así el intento
parmenídeo de aletheia o desvelamiento del ser. Con Parménides el ser se eleva
hasta su grado máximo en cuanto a la teorización que supone nuestra búsqueda del
mismo. Posteriormente, desde la filosofía socrático-platónica y aristotélica en
adelante, el ser quedará relegado al estudio del ente.
Heidegger parte del único ente capaz de preguntarse por el ser: el existente
humano o Dasein3 (ser-ahí). Si bien, son muchas los puntos tratados por Heidegger

2 V. Farías. Heidegger y el nazismo. Muchnik Editores. Barcelona, 1989.


3 Heidegger le otorga al término Dasein un sentido “técnico” en su vocabulario, sentido cuya riqueza
de matices solo puede apreciarse adecuadamente a lo largo de la exposición de su pensamiento. No se
trata de un simple equivalente de “hombre”, sino más bien señala el fundamento del hombre, el núcleo
último de su ser. El hombre, es el “lugar” (metafóricamente hablando) -el “ahí” (Da)- donde el “ser” (Sein)
se manifiesta, puesto que el hombre es comprensión-del-ser. El “ahí” (Da) de Dasein indica también que
este se encuentra siempre referido a un lugar y un tiempo determinados, que su ser solo “ahí” puede
cumplirse. Cualquier otro ente simplemente es; el hombre, en cambio, se caracteriza porque es ontológico
-o, mejor, por lo pronto pre-ontológico-. Aquí hay que introducir algunas precisiones terminológicas:
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en torno al Dasein, guiados por Rueda, intentaremos repasar los más relevantes.
Algunas de estas ideas nos ayudarán a entender por qué el autor abandona el
camino del Dasein en su búsqueda del ser, pues este siempre quedará mediado por
el existente humano, dadas las condiciones existenciales en las que se encuentra.
El Dasein, un ser arrojado al mundo, un ser-en-el-mundo, como dice Heidegger,
y en este mundo debe enfrentarse a otros Dasein, especialmente a sí mismo, a sus
limitaciones, contradicciones, a su carácter inacabado, pues todos sus proyectos se
ven interrumpidos por el hecho inevitable de su propia muerte. Es por ello que
Heidegger habla de temporalidad como una de las categorías más relevantes del
Dasein, pues, desde el primer momento de su existencia es un ser para la muerte, es
hacia la muerte a donde el Dasein se dirige.
La aceptación de este hecho marca la distinción realizada por Heidegger entre
existencia auténtica y existencia inauténtica. La existencia inautética se da por la
relación que el Dasein mantiene con el mundo, pues, en ocasiones el hombre se
cosifica, queda aferrado en el mundo sufriendo un proceso de alienación, la palabra
alemana que Heidegger utiliza para designar el concepto de alienación es
Entfremdung, que puede traducirse como «proceso de extrañamiento». Esto indica
que el hombre está dejando de ser existente, se está convirtiendo en algo diferente
de sí, ajeno a sí mismo al dejarse arrastrar por otros Dasein hacia el estado de
existencia inauténtica, donde, según Heidegger, se hallan la mayoría de los Dasein.
Por el contrario, en el estado de existencia auténtica el Dasein se observa a sí
mismo y comprende que es un ser arrojado al mundo, se ve a sí mismo como un
proyecto, como un poder ser en un estado de abierto al mundo; este es el sentimiento
inicial en la situación existencial del Dasein, provocando una sensación de angustia
que desvelada por la nada, por el vacío. Debe asumir que la muerte le es constitutiva
para poder llegar a una comprensión de sí mismo, y para ello tiene que estar en un
estado de abierto a la muerte. Heidegger define la muerte como la posibilidad de
toda imposibilidad. Con ello, Heidegger constata la finitud radical del Dasein, quien
se comprende a sí mismo como un ente abierto al poder ser, aunque cualquier

ontológico es todo lo referente al ser (o a la comprensión-del-ser) en cuanto está conceptualmente


elaborado, que cuando no lo está, se llama pre-ontológico. Óntico es lo referente al ente (no al ser).
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posibilidad queda truncada por el hecho de su propia muerte. La muerte es la


realidad más ineludible del Dasein, por ello, la asimilación y aceptación de este
hecho llevará al individuo al estado de existencia auténtica.
Luego de analizar las principales características que presenta el existente
humano, Heidegger concluye con una serie de categorías propias del Dasein. La
primera de estas categorías es la temporalidad del Dasein, a la que nos referimos
anteriormente. El existente humano es temporal porque tiene un fin inevitable, la
muerte, por tanto, la autenticidad del Dasein en cuanto temporalidad, consiste en
aceptar su destino y proyectarse hacia el futuro. Otra de las categorías es su
historicidad, pues cada Dasein perpetra su historia, cada existente es su propio
devenir. Por último, Heidegger destaca la trascendencia del Dasein, pues en la
medida en que el Dasein tiene que ser proyecto de sí mismo, está trascendiendo,
saliendo fuera de sí para ser otro. En ese trascender el Dasein ejerce su libertad y
justifica la relación hombre-mundo, otorgándole sentido como existencia auténtica
en la composición final del Dasein,
Las conclusiones a las que llega Heidegger en cuanto al Dasein, su estructura,
sus características y sus categorías fundamentales, le distancian de las bases
fenomenológicas de las que había partido. La esencia descubierta por Heidegger en
el Dasein es cambiante, sometida a la temporalidad, limitaciones e historicidad.
Heidegger descubre que no es el camino apropiado para la aletheia, pues toda la
información que logremos acerca del ser estará mediada por el Dasein, como un
filtro para la comprensión del ser. Por lo cual, Heidegger abandona la vía de la
existencia, y emprende nuevos caminos en la búsqueda del ser, profundizando en
la noción de aletheia en cuanto aletheia. En la trayectoria filosófica de Heidegger,
esto se ha denominado el momento de torsión, Kehre4. Dando paso a una segunda

4 En 1949 Heidegger pronunció una conferencia a la que tituló Die Kehre la que en 1962 fue incluida
en el libro Die Technik und die Kehre. Aunque Heidegger usa la palabra Kehre desde antes del año que la
hace tema de su conferencia, es a partir de ésta cuando ella queda vinculada raigalmente en su
pensamiento al problema de la técnica contemporánea. Para Heidegger la técnica es una forma del
develamiento del Ser y, aún más, la forma en la que en su ir dándose epocalmente, se destina en el fin de
esta era que vivimos. Por eso pareciera lícito -así considerada- que hablar de su esencia correspondiera
a la metafísica. Pero esta correspondencia tiene para el pensador germano una raíz más honda: la técnica
es la culminación y la etapa terminal de la metafísica de Occidente. Lo que viene después de ella es la
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etapa de su pensamiento, donde explorará nuevas vías que consigan acercarle a la


comprensión del ser, entre las que destacará la de la técnica y todo lo que a esta
envuelve.
II
La idea central de su reflexión es que la técnica va a suponer una vía más en la
búsqueda del ser. Indagar en la des-ocultación del ser, será la alternativa elegida por
Heidegger luego de la insatisfacción que le ha producido la vía analítica y existencial
del Dasein. El Dasein deja de ser el principal protagonista en la comprensión del ser
para situarse a la escucha del ser. En un nuevo intento por superar la tradición
occidental, incorpora el concepto de técnica vinculado a la metafísica y al propio
estudio del Ser. Para descubrir cómo la técnica puede convertirse en un modo de
aletheia, de desvelamiento del ser, Heidegger va a hacer un análisis del concepto
griego de téchne, ahondando en la idea de creación y causalidad, tal y como fue
planteada por Aristóteles, pues, a través de las cuatro causas analizadas por el
filósofo griego, introducirá el concepto de responsabilidad y el de manifestación,
entendido como fenómeno, como aquello que adviene a nuestra presencia. Con ello
consigue aplicar el concepto de aletheia a la causalidad, pues esta permite
representar lo que todavía no está presente.
En la filosofía griega, la téchne se encuentra vinculada al concepto de episteme,
y en este sentido contribuye a la des-ocultación. Así, la técnica despliega su esencia
en el ámbito donde acontece el des-ocultar. Pero la técnica moderna, según
Heidegger, actúa de un modo diferente. El des-ocultar de la técnica moderna no se
despliega en el producir, en el sentido de la poiesis griega, sino más bien, en el
«provocar», pues le exige a la naturaleza suministrar energía que, como tal, puede
ser extraída y almacenada. Por ello, este «provocar» de la técnica moderna tiene dos
efectos inmediatos: la capacidad para transformar y para almacenar energía. Esta

superación de la metafísica y el gran reto lanzado al pensar en esta hora que, como sucede en todo fin y
en todo comienzo, es una hora crepuscular.
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es la principal diferencia que existe entre la técnica antigua y la moderna, pues el


modo de des-ocultar de esta última pasa por la imposición a la naturaleza5.
El fin último de todo ello es conseguir el dominio del ser humano sobre la
naturaleza, como defendieron los impulsores de la Revolución Científica del s. XVI,
el pensamiento Ilustrado o el Positivismo del s. XIX. Así, desde el Renacimiento,
asistimos a una superación del pensamiento medieval en tanto el ser humano
consigue desprenderse de los vínculos teológicos que dominaban todos los ámbitos
de expresión humana, desde la propia filosofía, hasta el arte o la literatura. El
hombre comienza a conocerse a sí mismo, explorando las posibilidades de su propio
intelecto y de su mundo interior. Pero al mismo tiempo se instaura la idea
antropocentrista de que es posible el dominio y control del hombre sobre la
naturaleza en aras del bienestar, el progreso y la libertad. Olvidando sus raíces,
aproximándose hacia lo que muchos pensadores llamaron deshumanización.
Precisamente, es en este concepto donde Heidegger se detiene al hablar de la
técnica moderna y de sus consecuencias. Paradójicamente, la técnica, congénita al
ser humano, se vuelve contra él en muchas de sus aplicaciones, alejándolo de su
esencia natural para situarlo sobre la construcción que determina su mundo.
Heidegger se muestra fiel a una cuestión fundamental de nuestro tiempo, la
instauración definitiva de la técnica y tecnología en la actualidad, su influencia en
nuestras vidas y en nuestro mundo. Pero lo hace siguiendo la estela de la compleja
metafísica que ha desarrollado desde el comienzo de su pensamiento, para poner
de manifiesto la deshumanización a la que puede conducirnos la técnica y sus
aplicaciones. A esta situación responde la filosofía una vez más, pues a través de los
distintos pensadores y corrientes se hace un análisis de esta cuestión, contando
para ello con muchos defensores de la sociedad tecnológica en la que vivimos y con
muchos otros que, por el contrario, denuncian los abusos cometidos por el hombre
mediante la técnica y la tecnología. Pero, independientemente de las posiciones

5 Es en este punto en el que se sitúa la cuestión esencial en torno a las consecuencias que puede traer

consigo el uso actual de la técnica, que desde su origen ha perseguido el dominio del hombre sobre la
naturaleza y ello, como afirma Heidegger supone una provocación, una imposición denunciada desde la
filosofía por otros muchos pensadores y corrientes de la época, como la Escuela de Frankfurt, el
existencialismo de Sartre o el pensamiento postmoderno.
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contrarias, resulta innegable la labor que lleva a cabo la filosofía, manteniéndose


viva, partiendo de un problema, un contexto y una situación determinada como ha
hecho a lo largo de su historia. Sirviendo al hombre como vehículo a través del cual
pueda encontrar soluciones o respuestas al problema planteado o, al menos,
aportar diferentes visiones del mundo y de la realidad como legado para todos
aquellos que continúen la senda de la reflexión.

BIBLIOGRAFÍA:

• Sáez, Luis. - Movimientos filosóficos actuales, (2009). Trotta. Versión PDF


• Ferry, Luc y Renau, Alain. Heidegger y los modernos, (2001). PAIDOS. Versión PDF
• Adorno, T. W. Horkheimer, M.: Dialéctica de la Ilustración. Versión PDF
• Carpio P. Adolfo. Principios de Filosofía, (2015). PAIDOS.

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