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EL MUERTO EN EL ARMARIO

Todos al pasar percibían ese olor a rosas y pachuli que emanaba de aquel antiguo armario, que había sobrevivido de
todas las purgas ocurridas en el siglo pasado al tener que mudarse de la amplia casa al estrecho apartamento.
Inexplicablemente le encontraron un lugar entre el comedor y la sala, todos pasábamos junto a él y nadie tuvo la
curiosidad de abrirlo, respetábamos lo que la abuela quiso guardar en él.
Algunos días en el año, casi siempre por navidad o en los meses de agosto y septiembre, el olor se acentuaba e invadía
el apartamento, sobre todo el cuarto de la abuela, ella en su estado de casi parálisis entraba en mejoría, nos
preguntábamos que pasa, porque el olor es más fuerte y sobre todo en estas épocas, decidido a aprovechar la mejoría
de la abuela le pregunté por el contenido del armario.
Ella con voz trémula me contestó: hijo ese es el último lugar donde mis recuerdos llegaron para quedarse allí y ser
sepultados, en el guardo todos aquellos que en mi juventud me motivaron para continuar viviendo. En él guardo los
fantasmas que pudieron cambiar esta existencia pero que no pude ver con claridad que papel jugaban en mi vida, guardo
todo lo que me transformó en mujer de mil batallas, los amores perdidos, unos buenos y otros irremplazables, de todos
ellos uno que conocí y cambió el rumbo de mi vida, para esa época contaba con más de cuarenta años tu tenías como
ocho y tenía diez de casada con mi último esposo; entre a trabajar en una institución donde impartían conocimiento, en
mi trabajo pasaban los días sin ninguna alteración y conocí a una persona que en primera instancia me pareció creído y
repelente, él llegaba cada día, me saludaba, al principio sin ningún formulismo, luego me besó en la mejilla y así continuo
acercándose, primero departíamos sobre cualquier tema, luego entablamos una amistad y todo sucedió sin nada en el
horizonte, de tomar mi mano sin razón aparente, pasamos a los besos, de los besos a cualquier lugar oculto, el me llevo
a un mundo que yo no conocía, el de los amantes furtivos y así pasamos un año, de encuentros casuales de llamadas
ocultas, de crisis, de todo lo que puede suceder en el mundo de la oscuridad, del engaño de ver el mundo bajo otra
óptica la del pecado como recompensa, no puedo negarte que fue algo emocionante, algo que me llevo a límites que yo
nunca pensé en alcanzar, en hacer el amor con mi esposo pensando en él, pero como todo llega a su final la frecuencia
se tornó de lo posible a lo imposible, le dije alguno de esos tormentosos días: perdóname si quiero que sientas lo mismo
que yo, con tu ausencia que me causa dolor y celos, aclarando; cuando algo causa dolor es mejor alejarse, el contesto;
pues no se , normalmente buscas el camino fácil, en ningún momento disfruto cuando sientes dolor, lastimosamente yo
no te puedo obligar a quererme, yo solo espero; con este dialogo y sin otra palabra más con la cercanía de la navidad
tuve que dar por terminada esta relación, retomé todas sus cosas, sobre todo aquellos escritos que el realizo para mí,
que aun en mi mente revolotean y repito todos los días, dicen más o menos así:
Cada mañana prendo mi vida a una sonrisa, a una mirada a una palabra.
Y así transcurren todos los momentos bellos que la vida me otorga.
Ya no puedo distinguir entre lo real y la fantasía pues casi todo ocurre en el reino de las hadas y vuelvo a ser inocente.
Te debo el poder transitar por este mundo sin necesidad de preguntar para que estamos aquí, pues con sólo verte
obtengo mi respuesta.
Otro de sus escritos fue el siguiente:
No sé si parezca poético o nuevamente cursi y baboso.
Miro hacia delante y sólo veo nubes oscuras, no encuentro la llamada luz al final del túnel.
Un año atrás mi vida era cotidiana y sin muchas cosas por las cuales esperar el día siguiente, hoy tengo un conflicto de
cada día, que si te veo, que si te habló, que si me hablas, que quien en esas sombras agrega más oscuridad.
No puedo entender aun quien quiere agregarlas y en beneficio de que.
Intento que no tengas personas molestando porque tienes algo conmigo y niego que lo tengamos, pero algo aparece y
quien lo hace ejerce un buen grado de credibilidad en ti.
Yo sólo quiero decirte que te amo, y te repito sos la única persona en mi vida y no me importa si eres casada, que me
conformo con lo que quieras darme pues te quiero con tus límites y no quiero causarte molestias en la vida.
Quiero que creas en mí.
Te amo.
Amarre sus páginas con ese cordón rojo que me regalo como signo de nuestra unión y las guarde en ese armario que
me acompaña.
La abuela luego de esta conversación duro dos años más, los olores se mantuvieron por un tiempo pero como señal de
mal augurio cambio a olor de muerte y no resistimos aquella putrefacción, decidimos sacar el armario el mismo día que la
abuela murió.
Con los días vimos en el noticiero la aparición de un esqueleto en el basurero municipal cuando algunos recicladores se
peleaban por el contenido de un armario.

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