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DESMANTELANDO EL SISTEMA / A LOS BUSCADORES DE LA VERDAD
ATRACCIÓN‐REPULSIÓN / GRAN ATRACTOR‐GRAN REPULSOR
Hasta donde la ciencia moderna sabe, todo átomo de materia está constituido por
partículas cargadas positivamente (protones) y partículas neutrales (neutrones) que se
sabe que están concentrados en el núcleo atómico, y por partículas con carga negativa
(electrones) que se encuentran a su alrededor.
Con respecto a la estructura interna de un electrón, según las investigaciones llevadas a
cabo por el biofísico Dr. Paulo Correa, éste consiste en un quanto de energía circularizada
en constante flujo definiendo una estructura toroidal.
¿Y qué sabemos acerca de la composición interna de un protón o de un neutrón? Los físicos
no tienen una forma de mirar dentro de una cualquiera de esas partículas. Pero a partir de
los experimentos en aceleradores de partículas están de acuerdo en que un protón (o un
neutrón) está compuesto por tres unidades más elementales conocidas como quarks.
Actualmente la teoría predominante es la de las “Supercuerdas”. Esta teoría considera los
componentes fundamentales de la materia no como puntos matemáticos, sino como
entidades unidimensionales llamadas "cuerdas". Las vibraciones de las cuerdas nos
parece que es una partícula u otra, lo único que percibimos son los diferentes estados de
vibración de las cuerdas y se nos aparece como un electrón, un protón etc. En ese sentido
la sinfonía aparece porque todas las partículas que existen y que conocemos en el universo
en realidad están hechas del mismo material; es la misma cuerda sencillamente vibrando
de diferentes formas. Los átomos están hechos de protones, neutrones y electrones; los
protones están hechos de quarks y los quarks son esencialmente cuerdas.
Esto es, a grandes rasgos, lo que nos explica la Teoría de Cuerdas.
Pero ¿y si fuera el espín o giro de las partículas el origen de las combinaciones que dan
lugar a los elementos? En nuestro planeta; el espín interno hace el efecto de una dinamo y
genera distintas fuerzas electromagnéticas. Las partículas que conocemos en la actualidad
(protones, neutrones, electrones, quarks, muhones…), están compuestos a su vez de varias
partículas más pequeñas o sub‐partículas que poseen un giro interno o espín. No nos
referimos al espín o movimiento de traslación de, por ejemplo, un electrón alrededor del
núcleo atómico sino al propio giro interno de las sub‐partículas (movimiento de
rotación).
Todas las partículas que existen y que conocemos en el Universo en realidad están hechas
del mismo material; de los mismos cuerpos diminutos, sencillamente girando en
diferentes sentidos. Los átomos están hechos de protones, neutrones y electrones; los
protones están hechos de quarks y los quarks están compuestos esencialmente de varios
cuerpos esféricos diminutos girando. La carga eléctrica de estos cuerpos depende de su
giro de rotación respecto a sí mismos, de tal manera que una sub‐partícula con una carga
siempre tiene su anti‐sub‐partícula con carga diferente; si estas 2 sub‐partículas con
espines opuestos se asocian, neutralizan su carga quedando neutras; pero si a esta pareja
se le asocia una tercera sub‐partícula entonces ese conjunto de tres se queda cargado con
la carga correspondiente al espín de la última sub‐partícula.
Esta es la forma en la que se van asociando las sub‐partículas para formar otras que
conocemos como quarks, muhones, mesones… y que a su vez formarán los neutrones,
protones, electrones etc.
Al colisionar las partículas, los cuerpos resultantes adquieren recorridos curvados
producto de la colisión entre corpúsculos que tienen su propio giro o espín.
¿Qué situación es la que crea una partícula girando?, por simple deducción llegamos a la
conclusión de que una partícula girando a gran velocidad en un medio produce un efecto
batidora o torbellino; creando un pequeño ciclón de escala subatómica.
Al igual que los protones crean su ciclón, los electrones giran en dirección contraria y
crean su propio tornado de dirección opuesta. La espiral creada por un protón es un poco
más potente que la del electrón y de dirección opuesta.
La gravedad también tendría explicación análoga, y estaría causada por una sola partícula,
el gravitón girando a gran velocidad que produciría un pequeño ciclón a escala
subatómica.
A mayor numero de gravitones acoplados (mayor masa), existe también mayor atracción
gravitatoria. La espiral resultante por absorción de espirales, tiene una potencia y fuerza
mayor que las espirales absorbidas, consecuencia de la suma de sus giros (se produce un
acoplamiento de espirales).
La teoría de las supercuerdas no es capaz de dar explicación lógica al fundamento de la
electricidad y gravedad. La vibración de las supercuerdas nos lleva a la producción de
ondas que nos vuelven a plantar en el punto de partida, pues todos sabemos que la
electricidad se manifiesta a través de ondas electromagnéticas, sin que seamos capaces de
salir de este círculo vicioso para explicar estas fuerzas. La teoría de los Espines sí que es
capaz de explicar estos fenómenos a través de la producción de espirales.
Un protón está compuesto por una serie de partículas esféricas diminutas que giran a gran
velocidad. En su conjunto estas partículas configuran un espín o giro característico del
protón que afecta a su entorno. Debido a que el entorno del protón es líquido (acuoso), con
su giro produce un efecto “batidora o torbellino”, creando un pequeño ciclón a escala
subatómica que llamaremos espiral o espirógrafo del protón. Estos remolinos poseen una
fuerza directamente proporcional a la velocidad del giro; es lo que llamamos carga
eléctrica de una partícula, que será positiva o negativa según sea la dirección del giro.
El giro del electrón produce su propia espiral que mantiene aproximadamente la misma
velocidad y fuerza que la espiral del protón aunque sus direcciones son contrarias.
Al entrar un electrón en la órbita del protón, se ve absorbido por el torbellino de éste
neutralizándolo en su mayor parte por su espiral contraria permaneciendo entonces el
átomo eléctricamente neutro y no ocasionando perturbación en su entorno.
En el núcleo atómico las espirales creadas por los protones se van sumando entre sí pues
son de similar dirección de giro y van formando espirales más potentes, se produce un
“acoplamiento de espirales”.
Una vez acopladas las espirales de dos protones del núcleo, la espiral resultante tiene el
mismo giro que las espirales acopladas y el doble de fuerza. Este acoplamiento de
espirales se produce también entre electrones de manera similar.
Todos los cuerpos en la naturaleza están formados por átomos con sus protones y
electrones, que a su vez están compuestos por leptones, muhones, quarks etc.
Estos leptones, muhones, quarks…, están constituidos cada uno por unas esferas
minúsculas que giran en diferentes direcciones. Según sea el número de esferas asociadas
en una única partícula, así como el giro de estas, así será la naturaleza de la partícula
formada, así como su carga eléctrica. En la base de todas estas sub‐partículas tenemos un
cuerpo muy diminuto que llamamos gravitón y que es el causante de trasmitir la fuerza de
gravedad.
Si la espiral de un gravitón pasa cerca de la espiral de otro gravitón, ésta es absorbida por
la primera formando entre ambas una nueva espiral con el doble de fuerza, pues ambas
poseen la misma dirección de giro (se acoplan), este proceso se produce continuamente de
manera que las espirales se van sumando y haciendo cada vez más potentes.
El hecho de que las espirales de los gravitones presentes en las moléculas de los cuerpos
se orienten y se vayan uniendo a las espirales de los gravitones de otros cuerpos es lo que
produce la atracción gravitatoria.
En las colisiones provocadas en los aceleradores de partículas, y tomando como ejemplo a
una colisión de un fotón con un corpúsculo, se obtienen dos esquirlas; una partícula y una
antipartícula en espiral por un lado, mientras que por el otro rebota un fotón y
presumiblemente un haz de energía que no se ve, pero que luego se transforma más
arriba en un electrón y su antipartícula positrón.
Einstein para explicar la conversión de materia en energía, intuía que la materia
interacciona con la antimateria para transformarse en energía. Materia y antimateria,
para cada partícula de materia existe una partícula de antimateria con carga eléctrica
contraria.
Como se puede comprobar en algunas de las imágenes de este artículo; al colisionar las
partículas, los cuerpos resultantes adquieren recorridos curvados producto de la colisión
entre corpúsculos que tienen su propio giro o espín, (precisamente en la foto de color
amarillo observamos que el giro interno o espín de la partícula es el contrario de la
antipartícula pues siguen trayectorias curvas opuestas tras la colisión).
En el artículo publicado sobre “materia oscura” en el grupo M24, se hizo referencia a una
partícula mínima que da masa a la materia. Es el sillar con el que están conformados todos
los elementos constituyentes de la naturaleza. Todos los elementos del sistema
periódico están compuestos por una determinada cantidad de unidades de dicha
partícula, siendo el componente básico de la totalidad de la materia presente en la
naturaleza.
Hay que tener en cuenta su doble presentación formal, girando hacia la derecha y hacia la
izquierda. Así, por un lado la partícula puede considerarse positiva al ser fuente de donde
la energía surge y por otro lado negativa en tanto dicha energía desaparece por ella.
El hidrógeno‐1, formado por 18 de estas partículas, inicia el sistema periódico. A partir
de aquí y de forma sucesiva, por ampliaciones cuánticas de 18 unidades, van
apareciendo la totalidad de los elementos del sistema periódico. Cuando el número de
partículas es inferior a 18 la materia resultante está ionizada, conformando lo que se
ha dado en llamarse materia oscura. Este tipo de materia oscura consta, en realidad, de
cuatro diferentes estados de plasma.
Inicialmente, el hidrógeno‐1 en estado gaseoso se presenta constituido por seis
corpúsculos, de tres partículas cada uno, que se sitúan en los vértices de un octaedro,
formando un conjunto de dos triángulos que giran sobre su eje vertical. En los
corpúsculos situados en los polos del eje, las partículas están colocadas de forma lineal en
su interior; en los cuatro corpúsculos restantes, situados sobre el plano ecuatorial, dichas
partículas están dispuestas formando triángulos.
Cuando el hidrógeno pasa al estado de plasma‐4, que es la modalidad más densa que
existe, la cápsula que en el estado gaseoso encerraba los corpúsculos se desintegra,
quedando éstos libres para reordenarse en dos cuerpos donde los corpúsculos se
disponen triangularmente y se hallan encerrados dentro de una envoltura esférica.
Un cuerpo es positivo y el otro negativo.
Una vez se pasa al estado de plasma‐3, los dos cuerpos pierden sus envolturas por
desintegración, de forma que el positivo se divide, a su vez, en otros dos cuerpos:
el primero constituido por dos corpúsculos cuyas partículas se disponen de forma
lineal dentro de sus límites; el segundo, que ya estaba presente en el estado plasmático 4,
pasa ahora a estar libre.
Paralelamente, el cuerpo negativo también se descompone en otros dos cuerpos: uno
constituido por dos partículas negativas; otro positivo que queda libre. Los dos
corpúsculos que quedan libres en el plasma‐3 pasan enseguida a plasma‐2, al tiempo
que los dos cuerpos restantes pierden sus envolturas quedando libres los corpúsculos
de su interior, de los que son positivos los que contienen las partículas en línea y
negativos los que las tienen dispuestas en un triángulo.
Finalmente, al pasar al estado plasma‐1 las envolturas de los cuerpos vuelven a
desintegrarse, liberándose así sus partículas interiores. De esta manera quedan en libertad
18 partículas, 9 de ellas positivas y otras 9 negativas.
Ya hemos visto como el movimiento en espiral es la clave de esta creación basada en
materia y tiempo, siendo además el movimiento la primera de las ilusiones creadas.
Del movimiento surge el tiempo, la materia y el espacio.
Para que este movimiento se efectúe, es necesaria una estructura que se denomina
MERKABA.
A través de la rotación de los Campos Merkaba, una estructura energética en forma de
“huevo” o cápsula, es formada dentro del Campo Unificado de cada una de las
dimensiones.
Los Campos Merkaba son los “motores de energía” por los cuales la Fuerza de Vida y la
Conciencia circulan entre la plantilla escalar interna del Árbol de la Vida y el “Velo” del
Cuerpo Radial, cuando pasan a la manifestación.
La perpetúa polarización, la expresión electromagnética y la despolarización de las
corrientes de la Fuerza de Vida dentro del dominio constante del Campo Electromagnético
Merkaba, es el proceso por el cual la proyección holográfica de la materia es
perpetuamente proyectada.
El Cuerpo Radial recibe, vía Campo Merkaba, la plantilla o “diseño” para la manifestación
de partículas y la plantilla de ADN.
En el Centro del Merkaba se encuentra la Semilla Átomo de Cristal (átomo simiente), la
cual hace girar al Merkaba.
Ya hemos comentado en otros artículos de la existencia de unos Merkabas metatrónicos y
otros originales (referencia a los creados por la Gran Mente Universal).
Los merkabas originales mantenían la proporción del giro completo, que en la Densidad‐1
es 33 1/3 en la dirección de las manecillas del reloj (derecha) y 11 2/3 al contrario de las
manecillas del reloj (izquierda).
Este giro del Merkaba, crea un equilibrio electromagnético de antipartículas (base
eléctrica) y partículas (base magnética). El giro de 33 1/3 expande energía Masculina y el
giro de 11 2/3 contrae energía Femenina, o 33 1/3 Oscilaciones Eléctricas a 11 2/3
Vibraciones Magnéticas por 1 Rotación completa del Merkaba, dentro de la Materia de la
Densidad‐1.
El Merkaba metatrónico produce un giro de 34 contracciones en dirección de las
manecillas del reloj y 21 expansiones al contrario de las manecillas del reloj. Esto crea un
balance electromagnético de Antipartículas/Partículas de 34 partes de Partículas
Magnéticas de Base (energías de contracción) a 21 Partes de Base Eléctrica Antipartículas
(energía en expansión), o 34 Vibraciones Magnéticas a 21 Oscilaciones Eléctricas a 11 2/3
por 1 Rotación completa del Merkaba, dentro de la Base de la Materia Densidad‐1, para la
Tierra y sus habitantes.
Más Atracción Magnética que Empuje Eléctrico. Una base de materia más baja, más
densa, auto‐consumista, finita, que funciona por un tiempo limitado sobre estructuras
inorgánicas de campos Merkaba. Este Merkaba “vampiriza” y consume Energía de Fuerza
Vital de otros sistemas orgánicos con el fin de auto‐sostenerse.
Así como en el microcosmos la partícula mínima que da masa a la materia cuenta con un
ligero desplazamiento cíclico que da como resultado la estructura geométrica que ya
hemos visto, en el macrocosmos el mantenimiento de dicho movimiento cíclico origina los
cinturones de Van Allen.
El origen de la magnetosfera reside en una estructura geométrica cíclica. En los
cinturones de Van Allen se aprecian un conjunto de líneas curvas magnéticas, siendo
lógico y revelador el hecho de que el cinturón interior esté compuesto por protones y el
exterior por electrones.
El balanceo derivado de la diferencia entre los ejes geográfico y magnético de la Tierra se
traduce en una considerable aproximación del anillo exterior hacia los polos.
La estructura geométrica que da origen a la partícula mínima y confiere la masa a todos los
elementos atómicos actúa no sólo a nivel microcósmico sino también a escala
macrocósmica.
Así, en un orden de magnitud macrocósmico colosal, las unidades galácticas emplean
también dicha estructura geométrica.
El origen de toda partícula siempre se encuentra en una dimensión contigua superior,
desde ésta desciende, por ley de proyección geométrica, a su nueva realidad. Al igual que
la partícula mínima conformadora de los elementos químicos de la naturaleza, surge del
núcleo situado en la dimensión contigua, la galaxia lo hace desde el agujero negro.
La emisión de chorros energéticos por parte del agujero negro se ajusta, geométricamente
a la arista de la unidad icosaédrica tetradimensional localizada en el núcleo de la
partícula. Los chorros de plasma no se expelen desde el centro del agujero, sino desde
cerca de sus bordes, lo cual viene a coincidir con la ubicación de la arista mencionada.
El chorro emitido por el agujero resulta de la vibración de la arista, de forma que ésta
puede contemplarse como una macrocuerda vibrante. El chorro, al girar, da lugar a dos
lóbulos. Cada chorro contiene otros menores cuya presencia se debe a las distintas
dimensiones. La precisión del chorro aumenta con cada incremento dimensional, ya que
disminuye su longitud de onda.
El toroide de superficie hiperbólica que conforma tanto la partícula mínima como una
galaxia actúa de puente o túnel que comunica una dimensión con su continua.
Los movimientos que se observan en la partícula mínima básica a escala microcósmica
también se perciben a escala macrocósmica como por ejemplo en una galaxia.
La partícula básica tridimensional, sillar y punto de partida para la sucesiva constitución
de los átomos de la naturaleza presenta un giro alrededor de su eje vertical, secundado, a
la vez, por otro movimiento cíclico estructurado de tal manera que, al desplazarse en la
malla geométrica que lo contiene, está integrado por diez posiciones o “instantáneas” que
conforman la estructura del espaciotiempo.
La combinación de ambas fuerzas componentes resulta un movimiento parecido al que
realiza una peonza.
La galaxia como unidad macrocósmica también presenta estos movimientos si
consideramos las corrientes estelares de marea.
Tanto en el microcosmos como en el macrocosmos las propiedades geométricas del
toroide junto a las angulares del icosaedro actúan de soporte para la constitución de toda
una serie de formas en la naturaleza.
El Éter o Campo Unificado es como una gelatina. El primer movimiento de organización es
el de una espiral que gira sobre su propio eje y es autorecurrente. Haciendo este primer
movimiento, se consume el trazado de un tubo toroide. Esta imagen nos permite
comprender que el Universo en el que vivimos está hecho de ondas autorecurrentes. Estas
ondas, organizadas en el Tubo Toroidal son la base de esta Creación. Con el paso del
tiempo, se anidan varios tubos toroidales fractalmente.
Observando en una vista superior a la molécula dodecaédrica del ADN, obtenemos la
imagen de la Pentaflor.
Recordemos que la misma estructura dodecaédrica que forma el ADN es la estructura de la
retícula planetaria y es la misma estructura dodecaédrica del Zodíaco.
La molécula del ADN tiene la simetría del dodecaedro pues al tener 12 pentágonos
incorpora naturalmente la proporción áurea y esto permite comprimir ondas desde el
exterior hacia el interior. La simetría del dodecaedro cuando está superpuesta en una
retícula o red en el planeta se conjuga con el dodecaedro representado por las 12 casas del
Zodiaco.
Geométricamente, primero se crea la succión de espirales, el tubo toro o toroide,
representado por la Pentaflor (que es un toroide visto desde arriba) y después se crea el
patrón de la Flor de la Vida.
La Pentaflor es la imagen de la molécula del ADN, y está creada por 10 espirales áureas
contra‐rotatorias, cinco en un sentido y cinco en el otro sentido. Es la vista en 2D de un
toroide. Sirve para crea un punto cero, un movimiento de implosión y explosión de la
energía para crear la materia.
Recordemos lo que se decía de la partícula básica tridimensional que presentaba un giro
alrededor de su eje vertical, secundado, por otro movimiento cíclico estructurado de tal
manera que, al desplazarse en la malla geométrica que lo contiene, está integrado por diez
posiciones o “instantáneas” que conforman la estructura del espaciotiempo. Esto es
coincidente con las 10 espirales áureas de la molécula de adn que configura la pentaflor.
Todos los cuerpos en el espacio tienen algún electromagnetismo, todos tienen un
campo magnético con un polo sur y un polo norte, si sumamos los puntos
electromagnéticos sus cargas se suman, cuanto mayor sea el cuerpo más grande es la
carga, y un cuerpo muy grande puede generar más magnetismo que uno más pequeño.
Los científicos han descubierto una inmensa región, que está relativamente vacía de
materia, que está ejerciendo un efecto repelente en el Grupo Local de galaxias, que incluye
Andrómeda, la galaxia del Triángulo, y nuestra propia Vía Láctea.
Ellos encontraron que el flujo de galaxias está siendo dirigido en gran medida hacia el
supercúmulo de Shapley a 650 millones de años luz de distancia.
El supercúmulo está poblado por un gran número de galaxias, por lo que es
gravitacionalmente denso, y por lo tanto atractivo. Por otra parte, los investigadores
encontraron que el flujo de galaxias emanaba de una región distinta del espacio, que ellos
llamaron el "gran reflector."
En conjunto, parece que el supercúmulo de Shapley atrae a nuestro Grupo Local de
galaxias, mientras que otra zona las repele.
Nuestro Grupo Local de galaxias se está moviendo con respecto al fondo cósmico de
microondas (CMB), y además de ser atraído hacia la conocida concentración de Shapley,
también estamos siendo empujados por el recientemente descubierto gran reflector.
Las líneas de corriente de flujo de las mareas galácticas convergen hacia un atractor y
divergen desde un reflector. Las líneas de corriente de antiflujo (líneas negativas, a la
inversa) divergen desde el atractor y convergen en el reflector.
Las cuencas de repulsión y atracción alrededor del reflector y del atractor, contribuyen de
manera bastante uniforme a la velocidad del grupo local.
A nivel macrocósmico el Centro Galáctico está situado a 26º de Sagitario y es un enorme
vórtice de agujero negro supermasivo que gira en el centro de la Vía Láctea. El gran Sol
Central es un toroide y vórtice de energía.
Diversas canalizaciones están indicando que en el momento de la activación del portal, el
Gran Atractor enviará un pulso de energía hacia nuestro grupo local de galaxias por
primera vez en la historia conocida.
Ese pulso de energía enviará ondas electromagnéticas en forma de plasmas a través de
nuestro grupo local de galaxias y afectará especialmente a nuestro sector de la galaxia,
incluyendo el planeta Tierra.
A esto lo denominan el “Evento”.