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1. 1. Criticas centrales
A nuestros ojos, ¿acaso el texto de Lenoir no es una pre-noción? ¿No se trata de una
representación de la realidad social y sociológica con la cual necesitamos romper para abrirnos
el paso al conocimiento de lo social desde nuestro punto de vista?
Pues bien, intentaremos ese ejercicio: intentaremos romper con Lenoir, al menos un poquito,
que posiblemente no sea lo que Lenoir prefiera que hagamos con su texto. Pero bueno, para ser
constructivos, para crearnos, para poder pensar, es necesario aplicar las recetas de Lenoir a él
mismo, y por lo tanto destruir a Lenoir. Le clavaremos sólo algunas puñaladas. A partir de estas
heridas no emerge la verdad, sino otra interpretación, que eventualmente uds, cuando tengan la
fuerza suficiente, deberán destruir para crear su propia mirada de la realidad.
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C> La presentación de la lógica social de imposición (poder) como un elemento a la vez
general y específico en el proceso de génesis de una representación colectiva, lo cual genera
una confusión importante. Todo indica que tal lógica constituye para Lenoir cada uno de los
procesos específicos de conformación de las representaciones o nociones colectivas y
dominantes (reconocimiento, legitimación, institucionalización) y no solamente de la instancia
de legitimación, como sugiere en ciertas ocasiones.
D> Pese a que en ningún momento el autor excluye explícitamente al sociólogo de las luchas de
poder, tampoco en ningún momento da cuenta de su participación activa en tal escenario. De
este modo termina legitimando el distanciamiento del científico social y/o del filósofo
práctico respecto a su objeto de estudio. Ello promueve una perspectiva reduccionista: reduce
la acción del sociólogo al análisis sociológico, entiendo por análisis sociológico un obrar
distanciado y en gran medida desafiliado de las lógicas y dinámicas de poder de la sociedad. Las
categorías son para Lenoir un producto de las luchas de poder entre clases que se ofrecen a la
mirada del sociólogo (p.101). El sociólogo en ningún momento zanja las luchas simbólicas sino
que sólo las analiza (p.66). Aquí consideramos que el sociólogo, desde determinada posición de
poder, igualmente lucha por la imposición de la definición legítima del objeto científico). O
dicho en otros términos de Lenoir, lucha por el reconocimiento, la legitimación y la
institucionalización de cierta categoría u objeto científico (y no otro), y más en general, de cierta
visión del mundo. Por lo tanto el objetivo de conocimiento (epistemológico) inicial de las
ciencias sociales no implica solamente descubrir y tomar conciencia de las lógicas de poder y
dominación imperantes en la construcción del objeto de investigación, sino también en
autodescubrirse y proyectarse como actor de poder en el campo de las batallas científicas y
disciplinares. En tal sentido, romper con las prenociones no implica solamente romper las
cadenas de sometimiento a las categorías impuestas por Otros y proyectar a partir de allí una
mirada sociorelacional sobre la batalla de ideas en el campo científico. Ese es sólo el primer
paso. Lo que Marx llamaría la toma de conciencia de clase, que aquí podríamos recodificar
como toma de conciencia del científico social, y que en cualquier caso es una toma de
conciencia de una situación de sometimiento. Ahora bien, se trata también de pensarse, en una
fase expansiva (que se hace posible a partir de la ruptura), como productor de nociones y
conceptos que eventualmente se convertirán en nociones y conceptos dominantes, en las pre-
nociones que el Otro deberá destruir para conquistar su libertad teórica. De pensarse y criticarse
como constructor interesado de perspectivas, de teorías, y de modelos, entendidos como
instrumentos de poder.
Pareciera que el sociólogo imaginado por Lenoir se encuentra en una posición de resistencia,
algo acorralado, y en cualquier caso distanciado de aquellos espacios donde se definen las
interpretaciones de la realidad.
Me interesa pensar esta relación más próxima a las ideas de Weber: el científico y el político,
donde el análisis distanciado de la realidad y la participación activa en las luchas por el poder
adoptan una forma paradójica, aunque en un sentido algo diferente, que ya comentaremos en
otro momento.
E> [P3] Fuertemente vinculado al punto anterior: Analizar el proceso de conformación de una
“problemática social”, haciendo especial hincapié en el proceso simbólico de categorización,
desde una perspectiva de análisis de clases, o más bien, de lucha de clases, sin explicitar en
que medida tal dinámica involucra al sociólogo. ¿El sociólogo pertenece a una clase social? Y
luego, si sí, ¿en tanto clase como se involucra en la lucha por la imposición de significados?
F> [P3] La reducción de la labor sociológica al estudio del surgimiento o la génesis de una
representación (ej. “problema social”), minizando las preguntas por el mantenimiento y la
continuidad de las representaciones, así como de la declinación de las representaciones.
Entonces la pregunta no es solamente por el cómo surgen, sino también, por cómo se
mantienen; esto es, al mismo tiempo, cómo no surgen en ese momento otras nuevas
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representaciones sociales, y luego, como se agrietan, decaen y eventualmente desaparecen las
representaciones sociales.
G> El reconocimiento excesivo del poder del Estado en los procesos de consagración
pública de las representaciones: Aquí aparece como el actor excluyente de tal proceso de
institucionalización, minimizando el lugar que actualmente juegan los medios de comunicación
masiva, las nuevas redes de comunicación como expresión de una esfera pública no estatal.
Aquí no se toma en consideración las debilidades del discurso estatal para determinar tal
consagración. ¿Quién y como se fabrican los “problemas sociales” en la Argentina en la
coyuntura social, política y cultural actual? Parece un análisis más propio de fines de la década
de los sesenta, principios de los setenta, antes de las discusiones sobre la crisis del estado de
bienestar.
1.1. Respuesta
[P] Las categorías de edad son también a este respecto un buen ejemplo de las apuestas que
implica toda clasificación. Está claro que lo que se pone en duda en la manipulación de las
clases por edad, es la definición de los poderes asociados a los diferentes momentos del ciclo
de la vida, variando la extensión y el fundamento del poder según la naturaleza de lo que está en
juego, en cada clase o en cada fracción de clase, en la lucha entre las generaciones. Lo es
asimismo la percepción de la actividad profesional como trabajo, como dan fe las luchas con
respecto a la edad de la jubilación o el reconocimiento de la actividad doméstica de la mujer.
Lo que constituye el objeto de la investigación para el sociólogo no es zanjar estás luchas
simbólicas, sino analizar a los agentes que las llevan a cabo, las armas que utilizan, las
estrategias que ponen en práctica, teniendo en cuenta las relaciones de fuerza entre las
generaciones y entre las clases sociales y las representaciones dominantes de prácticas
legítimas asociadas a la definición de una edad. Desde esta perspectiva también está excluido
fijar, para los miembros de una misma clase social y a Fortiori para cualquier individuo, la edad
a partir de que se convierten en “viejos”, es decir, “demasiado viejos” para ejercer una actividad
dada o para acceder legítimamente a algunas categorías de bienes o de posiciones sociales.
Es precisamente la determinación de esta edad, momento en el que las generaciones más
jóvenes obligan a las generaciones de más edad a retirarse de las posiciones de poder para
ocuparlas a su vez, lo que constituye el meollo de la lucha entre generaciones (66).
Los principios de clasificación del mundo social, hasta los más naturales, remiten siempre a
fundamentos sociales…. La elaboración de estos criterios está en general asociada al
surgimiento de instituciones y agentes especializados que encuentran en estas definiciones el
recurso y el fundamento de su actividad (62).
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2-¿Cuáles son los obstáculos que enfrenta el sociólogo para construir un objeto
sociológico? ¿Cómo debe superar esos obstáculos según el autor?
2.1. Respuesta:
2.1.1. Obstáculos
Sacar a la luz las apuestas de las definiciones y de clasificaciones que producen los agentes
interesados (72).
Ruptura con las definiciones socialmente construidas, admitidas o impuestas (98; 75-76): 1.
Observar las diferencias entre los grupos sociales con respecto a su objeto; 2. Colocar de nuevo
estas diferencias en los conjuntos más generales o en su contexto.
Analizar el conjunto de las luchas que los agentes libran por construir la representación de la
realidad y, mediante ello, la realidad más conforme con sus intereses (101) [Semejante a la
intercambiabilidad de puntos de vista de Foucault]
2.2.1. Obstáculos
La primera dificultad que el sociólogo encuentra tiene que ver con el hecho de que él está ante
representaciones prestablecidas de su objeto de estudio que inducen la manera de aprehender
y, por lo mismo, de definirlo y de concebirlo. El punto de partida de toda investigación está
constituido por representaciones que, como escribió Emile Durkheim en Las reglas del método
sociológico, son como un velo que se interpone entre las cosas y nosotros y que nos la encubre
tanto más cuanto más transparente creemos que es este velo” (Durkheim, 1985, p.16). Esto es lo
que el llamaba las “prenociones”, que pueden adquirir la forma de “imágenes sensibles” o de
“conceptos burdamente formados”, si en la “reflexión anterior a la ciencia, que no hace más que
servirse de ella con más método” (id., p.15) (59).
[P] El obstáculo al que se enfrenta el sociólogo tiene menos que ver con una especie de
complejidad inherente al objeto que con las condiciones en las que se lo ha de estudiar: es el
campo mismo, el de los agentes de la gestión de la vejez, en el que el sociólogo participa
necesariamente, el que constituye el verdadero obstáculo para la construcción del objeto
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sociológico. Es también haciendo la sociología de este campo como el sociólogo encuentra el
medio de superar este obstáculo sacando a la luz, en especial, las apuestas de las definiciones
y de clasificaciones que producen los agentes interesados en el tratamiento de la vejez y en
hacerse cargo de ella (72).
El obstáculo para un análisis propiamente sociológico tiene menos que ver con la complejidad
del objeto que con las condiciones sociales de su estudio. El sociólogo se encuentra ante
representaciones ya constituidas que tienen formas diversas: éstas se presentan no sólo en
estado de discurso, culto o político-moral, sino también en estado de instituciones como
sistemas de retribución o de redistribución, de equipos, etc. Éstas son otros tantos factores que
contribuyen a imponer al sociólogo la definición de su objeto. Es entonces, al intentar hacer la
sociología de estas diferentes formas de institucionalización de su objeto cuando el sociólogo
encuentra el instrumento que confiere a la crítica epistemológica toda su fuerza (92).
[P] De "la imposición de la problemática" el sociólogo toma mejor conciencia cuando estudia
las poblaciones más dominadas, es decir, aquellas que plantean los problemas llamados
"sociales" en el doble sentido de “caso social” y de “problemas de la sociedad" (72).
Por último, lo que vuelve particularmente difícil la ruptura con las definiciones socialmente
preconstruidas de la vejez son también estos nuevos discursos que acompañan el surgimiento
de nuevas formas de hacerse cargo y que corresponden a una demanda social cuya
manifestación más obvia, por ser la más compartida, es la difusión de una nueva moral que rige
las relaciones entre generaciones (98).
2.2.2. Superación
Frente a estas abstracciones el sociólogo tiene que llevar a cabo un doble movimiento que
implica romper con las definiciones socialmente admitidas del fenómeno que él estudia por
demasiado generales y/o históricas. El primero consiste en observar las diferencias entre los
grupos sociales con respecto a su objeto (según caso, la mortalidad, la edad de la jubilación; la
evolución de los salarios a lo largo del ciclo de vida, etc.). El segundo apunta a colocar de
nuevo estas diferencias en los conjuntos más generales, a los que podemos denominar
"contexto", en los que se desarrolla el fenómeno observado (75-76).
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3-¿Cómo y a través de qué elementos o procesos se construye un problema social?
3.1. Respuestas.
La definición del “problema social” como resultado o producto de las luchas de poder.
De estas representaciones, la que se presenta bajo la forma de un “problema social” tal vez
constituya uno de los obstáculos más difíciles de superar. Los “problemas sociales” están, en
efecto, instituidos en todos los instrumentos que participan en la formación de la visión común
del mundo social, ya se trate de los organismos y de las reglamentaciones que tratan de
resolverlos, ya se trate de las categorías de percepción y de pensamiento que les corresponden.
Esto es tan cierto que una de las particularidades de los problemas sociales es que se encarnan
generalmente de manera muy realista en las “poblaciones” cuyos problemas se trata de
resolver. Es frecuente que estas poblaciones estén incluso determinadas de acuerdo con criterios
“fisiológicos” (“mujeres”, “jóvenes”, “viejos”, “minusválidos”, algunas categorías de enfermos
o de deficientes físicos, etcétera) (59-60).
Herbert Blumer ha demostrado que era vano definir los “problemas sociales” por una naturaleza
que le sea propia, o por una población que ofreciera rasgos específicos (Blumer, 1971, pp.198-
306). Lo que designa “problemas sociales” varía según las épocas y las regiones y se puede
desaparecer como tal en tanto que los fenómenos a los que se designa subsisten (61).
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La Liga contra el Cáncer reunía a representantes de todo el espacio de la clase dominante
(aristocracia, burguesía financiera e industrial, políticos, médicos, etc), condición necesaria
pero no suficiente para que un “problema” que enfrentan los “particulares”, y aun más
ampliamente un campo de la vida social (médica, militar, escolar, etc.), se convierta en un
“problema social”, un problema de sociedad en el doble sentido del término (73-74).
- IMP. La conversión /transformación del problema particular en problema social [interes particular >
interés general-universal (Marx); voluntad particular > Voluntad general (Rousseau)].
[P] Aumento del número, ascenso del status social de la población afectada, éstas son las
condiciones, entre otras, que se pueden reunir para transformar un “problema” en un
“problema social” (74).
- El ascenso de status de la población afectada: producto de los avances en las luchas de poder.
[P] IMP. Si un problema social es, como toda problemática sociológica, producto de una
construcción, no por ello los principios dejan de ser diferentes. Un problema social no es
únicamente el resultado de un mal funcionamiento de la sociedad (lo cual podría dejar
pensar el empleo a veces abusivo de términos como "disfunción", "patología", "disidencia",
"desorganización", etc.), sino que supone un verdadero "trabajo social" en el sentido de
Durkheim cuyas dos etapas esenciales son el reconocimiento y la legitimación del "problema"
como tal. Por una parte, el "reconocimiento": hacer visible una situación particular, convertirla,
como se dice, en "digna de atención", supone la acción de grupos socialmente interesados en
producir una nueva categoría de percepción del mundo social a fin de actuar sobre este último
(Goffman, 1975). Por otra parte, la legitimación: ésta no se induce necesariamente a partir del
simple reconocimiento público del problema, sino que supone una verdadera empresa de
promoción para insertarlo en el campo de las preocupaciones "sociales" del momento. En suma,
a estas transformaciones objetivas, sin las que no se plantearía el problema, se agrega un trabajo
específico de enunciación y de formulación públicas, es decir una empresa de movilización: las
condiciones sociales de esta movilización y de su éxito son otro aspecto del análisis sociológico
de los problemas sociales (80).
El trabajo de formulación pública puede ser cosa de los actores del campo político que
encuentran en la constitución de un problema social una causa de interés general que defender
(80).
- ¿Que relación establece el cientista social con los procesos de reconocimiento y legitimación?
[P] Es decir, que describir la génesis de un problema social supone el estudio de estos
intermediarios, culturalmente favorecidos, que cumplen la función de portavoces. En este
sentido pueden ser considerados, si bien no como representantes de un grupo social, al menos de
una causa implícitamente compartida que contribuyen a explicitar. Queda por decir que esta
forma de presión, que es la expresión pública lleva la marca socialmente determinada de
aquellos y aquellas que tienen acceso a los diferentes medios de comunicación, de manera que
el sociólogo no puede asimilar los discursos organizados, casi sistemáticos y coherentes, propios
de algunas categorías sociales, y hasta de profesionales, a las formas de revuelta, que se
experimentan pero que no están verbalizadas ni tematizadas (82).
[P] Nos encontramos aquí ante un caso extremo en el que los problemas que existen en la
condición privada, en forma de “problemas personales”, como se dice, se convierten en
“problemas de sociedad”, no tanto porque se vuelvan públicos gracias a los medios de
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información y de formación a los que estas mujeres tenían acceso, sino gracias a la propia
posición social de estas mujeres que les autorizaba de entrada, a manera de “profeta ejemplar”,
según Max Weber, hacer de su persona un “ejemplo”, de ofrecerse como ejemplo, dirigiéndose
“al interés personal de aquellos que sienten la ardiente necesidad de ser salvados y de
comprometerlos a seguir la misma vía que él” (Weber, 1971, p.471).
- La posición social (y no tanto el acceso a los medios de comunicación) como precipitante del paso de la
conversión del problema privado en problema social.
- Solución
[P] En efecto, para que un “problema” adopte la forma de un problema social no basta con que
encuentre agentes socialmente reconocidos como competentes para examinar la naturaleza del
problema y proponer soluciones aceptables: hay que imponerlo de alguna manera en la escena
de los debates públicos (84).
[P] Aún cuando adopte otra forma, en el proceso de constitución de la “tercera edad” como
problema social se vuelve a encontrar este trabajo colectivo de imposición de una identidad
social específica (85).
[P] El análisis de la consagración oficial de los “problemas de la vejez” –no cabe duda de que
debido a que la vejez es un tema de dimensiones múltiples, sobre todo económicas, pero
también profesionales y morales- revela al menos dos formas de legitimación que se combinan
y se refuerzan mutuamente: la consagración por los “sabios”, es decir, principalmente por
altos funcionarios públicos, y el reconocimiento de los “expertos” (86).
RV. A este cambio de “problemática”, es decir, de una visión del orden de las cosas –cuyas
categorías son en la actualidad mucho más “económicas” que “morales”, no sólo corresponde a
una transformación del sistema de los agentes interesado en resolver el “problema”, sino
también el estatuto de aquellos a los que se ha confiado la función de definir el contenido de la
“política” que hay que seguir, especialmente en el campo político (88).
[P] El surgimiento de un problema social es el resultado, así pues, de dos series de factores:
transformaciones que afectan la vida cotidiana de los individuos como consecuencia de
trastornos sociales diversos cuyos efectos difieren según los grupos sociales, pero estas
condiciones objetivas no dan nacimiento a un problema social más que cuando éste ha
encontrado una formulación pública. Lo cual remite a la segunda serie de factores (trabajo de
evocación, de imposición y de legitimación) que acabamos de mencionar. Queda una tercera
fase: el proceso de institucionalización, que tiende a paralizar y a fijar las categorías de
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acuerdo con las que se ha planteado y resuelto el problema hasta el punto de hacerlas evidentes
a todos (92).
[P] No cabe duda de que las categorías de acuerdo con las que se instituyen las soluciones
políticas a los problemas sociales constituyen, como en los modos de gestión anteriores menos
formalizados, un conjunto de luchas que enfrentan a diferentes categorías interesadas en la
imposición de una u otra fórmula: lo esencial de este cambio es que con este nuevo modo de
gestión de las poblaciones, el terreno tiende a desplazarse y las armas tradicionales de los
conflictos políticos van cediendo lugar a estas confrontaciones entre responsables político-
administrativos y expertos de la institución (94).
[P] Esta autonomización conceptual de la “vejez” es el producto, por una parte, de la formación
de un campo de instituciones y de agentes que en lucha por imponer la definición de la
vejez más conforme con sus intereses contribuyen, mediante sus discursos y las formas
"realizadas" (edificios, servicios, etc.) o “encarnadas” (gerontólogos, geriatras) de estos
discursos, a hacer una representación mental de la realidad, para retomar la expresión de
Durkheim, la realidad. Mediante la acción que estos agentes ejercen sobre los individuos,
transforman las categorías mentales en instituciones que tienen la fuerza y la eficacia de lo
real (97).
No cabe duda de que la "política de la vejez" ofrece uno de los ejemplos más consumados de
una de las funciones que asume el modo de gestión política de las relaciones sociales: hacer
de modo que los antagonismos entre los grupos, ya se trate de generaciones o de categorías
sociales, más o menos constituidos en un momento dado, se difuminen y encuentren, como se
dice, una “solución”, es decir, un “acuerdo”, adopte éste una forma jurídica (convención
colectiva) o política (reconocimiento oficial) (100).
> Poder
La manipulación de las clases de edad implica siempre, es cierto que en grados diferentes, una
redefinición de los poderes vinculados a los diferentes momentos del ciclo de vida propio de
cada clase social. Esta manipulación constituye una forma de lucha por el poder que las
diferentes generaciones libran en cada grupo social. Esto se pude ver en particular cuando este
estado de relaciones de fuerza se modifica, como lo muestra el ejemplo de la evolución en la
segunda mitad del siglo XIX de las relaciones entre generaciones en los artesanos del vidrio,
consecuencia de la transformación de las técnicas de producción en este sector (Scott, 1974)
(67).
Las terminologías de las edades son a su vez el resultado de “este antagonismo latente y de
esta lucha sorda, en la que cada quien reclama su lugar en el sol” (Halbwatch, 1938, p.108).
Estas observaciones muestran que “la edad” no es ni un dato natural, ni un principio de
constitución de los grupos sociales, ni siquiera un factor explicativo de los comportamientos.
Como lo muestra G.I. Jones a propósito de una población africana, los ibo, la edad de un
individuo es el resultado de tres factores: en primer lugar, de lo que Norman B. Ryder
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denomina “el metabolismo demográfico”, que depende de las tasas de fecundidad y de
mortalidad y cuyas variaciones contribuyen a definir el estado de la competencia entre las
generaciones para la ocupación de posiciones de poder (Ryder, 1965); de la relación de fuerza
entre los padres y los hijos en la familia y, más ampliamente, en el seno del linaje; por último,
de la capacidad de los jóvenes para que, como se dice hoy, “la opinión esté de su lado”,
demostrando que ellos detentan las cualidades que se requieren socialmente para pasar de una
clase de edad a otra (Jones, 1962, pp.207-208) (68).
La “vejez”, no más que la “juventud”, tampoco es una especie de propiedad sustancial que llega
con la edad; es una categoría cuya delimitación es el resultado del estado (variable) de las
relaciones de fuerza entre las clases y, en cada clase, de las relaciones entre las generaciones,
es decir, de la distribución del poder y de los privilegios entre las clases y entre las
generaciones (69).
La división del trabajo social es un trabajo social de división, es decir, una lucha entre los
grupos para imponer los principios de una visión del mundo social que contribuye al
mantenimiento o a la transformación de su posición en el espacio social (P.Bourdieu, 1984b)
Luchas de clasificación
[P] "Una de las formas de esta imposición, prosigue este autor, es la de percibir al inmigrado,
pensarlo siempre en referencia a un problema social, es decir, a un problema que remite a sus
condiciones de existencia y en último lugar a su derecho a existir. Este acoplamiento entre una
población y un-problema social (los inmigrados y el mercado de empleo, los inmigrados y el
desempleo, los inmigrados y la formación. Los inmigrados y el regreso, etc.) es el indicio más
evidente de que la problemática de la investigación está en continuidad directa con la
percepción social constituida del inmigrado: él es el que constituye el problema y el que
también plantea los problemas que una sociedad tiene que solucionar (72)
[P] Esta edad en la que, en el medio campesino, los hijos suceden a los padres es función del
estado de las relaciones de fuerza entre las generaciones, que a su vez dependen de la
posibilidad que tengan los hijos de "salir" de la empresa familiar, es decir, de ejercer un oficio y
de poder establecerse en otra parte.
Así, el acceso generalizado de los hijos de campesinos al primer ciclo de la enseñanza
secundaria transformó las relaciones de poder dentro del grupo familiar campesino,
modificando la división del trabajo de educación entre la familia y la institución escolar,
favoreciendo las comparaciones con los hijos de otras clases sociales y, por último y sobre todo,
dotando a las jóvenes generaciones de un capital escolar (79).
En las luchas por la imposición de la definición legítima del objeto científico, “tener la
realidad para sí”, como decía Gastón Bachelard, es un arma cuyo valor no tiene parangón ante
los responsables administrativos. Éstos exigen a los especialistas de las ciencias sociales que
sean “realistas”. No les piden nada más que lo que hace, pero de otra manera, el derecho y, en su
caso vinculado a él, que procedan a un trabajo de racionalización y de justificación de la
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decisión. Este trabajo consiste en conferir a las medidas administrativas y políticas el estatuto de
decisiones justas, es decir, justificadas racionalmente. A cambio estos especialistas son
consagrados, si no por la “realidad”, al menos por los agentes cuyos actos, por posición, tienen
el poder de “realizar”, sobre todo gracias a los medios financieros que poseen, las
representaciones que estos especialistas elaboran y legitiman (89-90).
> Luchas
Las categorías según las que se construye la realidad y que se ofrecen a la mirada del sociólogo
son el resultado de luchas. Estas luchas pueden adoptar diversas formas (101).
RECOMENDACIONES DE LECTURA
Pensar teórico y pensar epistémico: Los retos de las ciencias sociales latinoamericanas.
Hugo Zemelman.
Compromiso y distanciamiento, Norbert Elias. (primera parte, hasta pág.40).
Impensar las ciencias sociales, Immanuel Wallerstein.
El científico y el político, Max Weber.
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