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INTRODUCCION

El problema del conocimiento no es una invención de Descartes y Kant,


está en el centro de las preocupaciones de Platón, como podemos ver en
particular en el Teeteto, dialogo consagrado a buscar las condiciones de un
conocimiento que sea verdaderamente científico. Aristóteles lo trata
sistemáticamente primero en los segundos analíticos, en los que se haya
expuesta la teoría de la ciencia, después en el tratado del alma, en el que se
analizan las diversas funciones del conocimiento, por último en muchos
lugares de la metafísica, especialmente en el libro IV, en el que defiende el
valor de los primeros principios contra los sofistas. Por último, absorbe el
valor de los primeros principios desde los escépticos hasta sexto empírico.

San Agustín es manifiestamente el precursor de Descartes, se libera del


escepticismo admitiendo que la existencia del yo es indudable. Se eleva
después del yo a Dios y fundamenta la verdad del conocimiento sobre una
iluminación del espíritu por las ideas divinas. En el amanecer de la filosofía
medieval, el problema del conocimiento reaparece bajo la forma del
“problema de los universales”: qué es lo que corresponde en la realidad a las
esencias universales que el espíritu concibe en sí mismo? problema este que
ya no dejará de preocupar a los filósofos. Realismo absoluto de origen
platónico, realismo moderado de origen Aristotélico (lo supra individual
recibe en la mente la forma de la universalidad), conceptualismo (el universal
aprehendido en los conceptos, no existe en el orden óntico o entitativo del ente
mismo, sino únicamente en la mente) y nominalismo (todo lo supra individual
viene constituido únicamente por la palabra) fueron las principales decisiones
tomadas respecto a él. No nos podemos equivocar pensando que para los
pensadores medievales toda la crítica se reducía a tomar partido en la cuestión
de los universales. Santo Tomas, San buenaventura, Duns Escoto y Occam
cuyo nominalismo prepara directamente la epistemología moderna.

Con Descartes el problema del conocimiento se convierte en el primer


problema que la filosofía debe resolver si quiere conducir con orden sus
pensamientos, afirmaba: “Nada me parece más absurdo que discutir
osadamente sobre los secretos de la naturaleza sin haber antes examinado si la

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inteligencia humana es capaz de penetrarlos” “No podemos conocer nada
antes de conocer la inteligencia, pues por ella conocemos las demás cosas”

El problema es doble: 1. se debe encontrar una primera verdad,


absolutamente indudable, de la que puedan deducirse todas las demás. El
método es entonces la duda, de donde sale el cogito y después el yo y sus
ideas. 2. Pasar del pensamiento al ser, y especialmente mostrar la existencia
del mundo material. Este segundo problema se ha llamado “problema del
puente”. Todos los sucesores de descartes se han esforzado en resolverlo hasta
llegar al idealismo de Berkeley, según el cual el mundo no tiene existencia
fuera de nuestras ideas.

El programa del racionalismo es la adquisición de un saber analítico,


necesario, axiomático (primer principio) y demostrado de las propiedades
esenciales de la realidad. La línea racionalista opta por la razón analítica por
encima de la comprensión intelectual, preparando el predomino de las ciencias
físico matemáticas.

La orientación empirista parte del principio cartesiano de


representación, escogiendo a los actos psíquicos de la percepción sensible y no
ya a la razón. La tarea fundamental del empirismo clásico inglés (locke,
Berkeley, Hume) es el estudio del origen de nuestras ideas a partir de las
sensaciones elementales (asociacionismo Psicológico), teniendo un criticismo
psicologísta (gnoseología), devaluando así la razón, y con ella, el
racionalismo.

En el empirismo, el conocimiento queda reducido a una elaboración


refinada de las percepciones sensoriales, no por ello materialista, sobre todo
en el empirismo clásico.

En Kant la crítica es “el prefacio obligado de la metafísica” pues las


ciencias son dadas mientras la metafísica no lo es. Se debe pues buscar cómo
son posibles las ciencias y si la metafísica es posible como ciencia. Kant
advierte en seguida que el conocimiento científico está constituido
esencialmente por juicios, a la vez sintéticos y a priori. El problema es saber
cómo son posibles los juicios sintéticos a priori, aquí nace el método critico.
El análisis trascendental consiste en remontarse a los juicios dados en la

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ciencia a los principios que los explican, análisis este reflexivo, pues busca en
el espíritu los principios del juicio, pero no es psicológico, es lógico , pues
desmonta el mecanismo de la razón pura no el de la vida consciente. Así desde
Kant, el problema del conocimiento no solo es el primero, sino el único que el
filósofo tiene que estudiar. La pregunta es: si es el espíritu el que pone el ser
la cuestión es saber cuándo y en qué condiciones su afirmación es objetiva.

En el siglo XIX, el empirismo asume la forma del positivismo


científico (compte, Stuart Mill), para esta esuela de pensamiento, la teología,
la religión y la filosofía, especialmente la metafísica, son caminos cognitivos
ilusorios, pues pretenden conocer algo que trasciende los datos sensibles
(Dios, el alma, las esencias), sólo las ciencias positivas tienen un valor
cognoscitivo. El cientismo del positivismo tiende a dar una versión
pragmatista de las ciencias: las teorías científicas, privadas de valor
especulativo, solo sirven para manipular fenómenos y controlar la naturaleza.

La ciencia es la expresión del poder del hombre sobre la materia. El neo


positivismo lógico de inicios del siglo XX (circulo de Viena) trató de
fundamentar el empirismo positivista en la lógica matemática y la filosofía del
lenguaje. Las proposiciones empíricamente no verificables (metafísicas,
religiosas), más que ser falsas, no tendrían sentido. Las ciencias
experimentales deberían acoger tan solo las proposiciones verificables,
vaciándose de todo contenido metafísico.

La exasperación critica del conocimiento en el intento de superar al


escepticismo, puede llevar al idealismo. La posición idealista elimina la
distinción entre pensamiento y realidad (extramental), todo se vuelve
inmanente al pensamiento, al yo, a la conciencia, ala razón o al espíritu. La
realidad existe, pero es una realidad pensada, y no es posible ni siquiera
pensar en una realidad no pensada (principio de inmanencia)

El idealismo de Hegel concibe el ser como fruto de un trabajo


constructivo del espíritu, centrado en Dios, espíritu infinito (Idealismo
absoluto). El proceso de la idea recorre toda la historia en Hegel. La verdad se
hace como evolución de la razón en el tiempo. Los resultados históricos son
una y otra vez superados según la ley dialéctica que hace nacer de continuo

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oposiciones negadoras. El proceso tiende a la plena realización del saber
absoluto, suprema síntesis de la auto conciencia.

A pesar de la tensión hacia la verdad necesaria, el idealismo absoluto


cae en el relativismo. La verdad es una posición histórica de la conciencia
colectiva. La crítica de las ideas consiste en situarlas en su horizonte histórico
(historicismo).

Contra esta tesis se presenta el realismo, afirmando que existe una


realidad independiente del pensamiento. Ser y pensar no son lo mismo. Para
conocer la verdad, el pensamiento tiene que adecuarse a las cosas reales y no
al revés. Conocer no es construir, sino contemplar el ser trascendente. El
realismo se llama mediato si comienza con la conciencia y pretende demostrar
la existencia del mundo e inmediato si pone la trascendencia del pensamiento
hacia la realidad como algo inmediato e inherente al acto mismo del
conocimiento.

El realismo moderado refiere al significado esencial de los conceptos


y sostiene la distinción entre el modo de pensar la realidad y el modo de ser
real (Aristóteles); en el realismo exagerado la esencia real es asumida como
isomorfa a la esencia pensada (Platon).

El realismo es metafísico si sitúa el conocimiento en la dimensión del


ser y, en este sentido, reconoce la superioridad del espíritu sobre la materia y
del modo de ser cognoscitivo por encima del modo de ser no cognoscitivo. Un
realismo no metafísico afirma la existencia de las cosas externas
(materialismo, empirismo).

El pragmatismo marca la desaparición de la verdad especulativa, a


causa del nominalismo y del empirismo, generando otra posición gnoseológica
según la cual, la verdad (filosófica, científica) no es más que una función de
la praxis (social, política, económica, tecnológica, vital) en base a una
posición antropológica. Nuestras ideas no serian ni verdaderas ni falsas según
el modelo de la verdad como adecuación a la realidad sino que deberían ser
reinterpretadas como expresiones o reacciones respecto a cierta actividad
humana subyacente, o bien, como programas de acción. Las ideas serán
positivas si empujan a las acciones juzgadas como positivas, vitales, eficaces o

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exitosas y negativas si mueven a acciones estimadas como negativas
(alienaciones, ideologías de opresión). Cfr. El conocimiento humano, 24.

Siglo XX. La problemática “gnoseologísta” típica de la filosofía


moderna, se atenúa en la filosofía contemporánea, más centrada en cuestiones
antropológicas, no se produce en general un retorno a la metafísica realista,
por lo que las cuestiones críticas planteadas por el empirismo, el positivismo y
el historicismo quedan pendientes. Se observa en el siglo XX una oposición
generalizada al racionalismo y al idealismo y se nota una particular tendencia
al pragmatismo.

CAPITULO I El fenómeno del conocimiento y los problemas contenidos en


él

La teoría del conocimiento o epistemología es una explicación o una


interpretación especulativa del conocimiento humano; lo que busca es
interpretarlo filosóficamente. Pero, antes de filosofar acerca de un objeto, es
preciso observarlo y describirlo minuciosamente, para poderlo explicar e
interpretar. Vamos entonces a observar con rigor y describir con exactitud lo
que llamamos conocimiento.

Hagámoslo tratando de aprehender los rasgos esenciales de este


fenómeno mediante la auto reflexión sobre lo que experimentamos y vivimos
cuando hablamos del conocimiento. Este método se llama fenomenológico, a
diferencia del psicológico. El método fenomenológico investiga los procesos
psíquicos concretos en su curso regular y su conexión con estos procesos;
mientras que el método psicológico aspira a aprehender la esencia general en
el fenómeno concreto. (Ver diccionario de filosofía 168). Este método no
describe un proceso de conocimiento determinado, no establece lo que es
propio de un conocimiento determinado, sino lo que es esencial a todo
conocimiento, en que consiste su estructura general.

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1. El conocimiento como relación sujeto objeto

En el proceso del conocimiento están frente a frente el sujeto que se


dispone a conocer y el objeto que es conocido, la conciencia y el objeto. El
conocimiento se presenta como una relación entre estos dos miembros, que
permanecen en ella eternamente separados el uno del otro; este dualismo
sujeto objeto, pertenecen a la esencia del conocimiento.

Al mismo tiempo esta relación existente entre estos dos miembros es una
correlación, ambos se hacen sujeto y objeto para un determinado
conocimiento, ambos son lo que son en cuanto son para el otro, esta
correlación no es reversible. Ser sujeto es algo completamente distinto que
ser objeto. La función del sujeto consiste en aprehender el objeto, la del
objeto es ser aprehensible y aprehendido por el sujeto.

Desde la perspectiva del sujeto dicha aprehensión se percibe como una


salida del sujeto fuera de los límites de su propia esfera, una incursión en la
esfera perteneciente al objeto y una conquista de las propiedades de este. El
objeto permanece trascendente al sujeto, no se deja arrastrar dentro de la
esfera de este. No en el objeto, sino en el sujeto cambia algo por obra de la
función del conocimiento. En el sujeto surge un producto que contiene las
propiedades del objeto, surge una ‘imagen” del objeto.

Desde la perspectiva del objeto, el conocimiento se percibe como un


traspaso de las propiedades del objeto al sujeto. Al trascender del objeto a
la esfera del sujeto corresponde un trascender del sujeto a la esfera del
objeto. Ambos son solo distintos aspectos del mismo acto. Pero el objeto
tiene predominio sobre el sujeto, pues se hace determinante y el sujeto
determinado. El conocimiento entonces se puede definir como una
determinación del sujeto por el objeto, pero lo determinado no es el sujeto
como tal, sino la imagen del objeto en él. Esta imagen es objetiva en cuanto
que lleva los rasgos del objeto, siendo distinta de este, se haya en cierto
modo entre el sujeto y el objeto. Constituye el instrumento mediante el cual
la conciencia cognoscente aprehende el objeto.

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El sujeto se hace receptivo al objeto, pero de una manera activa, pues el
interés por conocerlo aprehende la realidad del objeto a través de una
imagen.

El objeto al determinar al sujeto, aparece independiente de él, lo trasciende.


Todo conocimiento es entendimiento de un objeto, que es independiente de
la conciencia cognoscente. El carácter de trascendentes es propio por ende
a todos los objetos del conocimiento. Estos objetos se dividen en reales e
ideales. Llamamos real todo lo que se nos es dado por la experiencia
externa o interna, los objetos ideales se presentan como meramente
pensados (números, figuras geométricas). Estos objetos poseen un ser en sí
o trascendencia en sentido epistemológico. Las leyes de los números, las
relaciones que existen por ejemplo entre los lados y los ángulos de un
triangulo son independientes de nuestro pensamiento subjetivo en el mismo
sentido en que lo son los objetos reales.

La correlación sujeto objeto es irrompible dentro del proceso cognoscitivo,


pero no en sí, pues tanto el uno como el otro no se agotan en su ser el uno
para el otro sino que tienen además un ser en si. El objeto dejará entre ver
lo que aún hay de desconocido en él y el sujeto deja entrever que es más
que sujeto cognoscente (siente, quiere) ambos dejan de cumplir una
función cuando salen de la correlación cognoscitiva.

El conocimiento presenta tres elementos principales: el sujeto, la imagen y


el objeto. Por el sujeto, el fenómeno del conocimiento toca con la esfera
psicológica, por la imagen con la lógica, por el objeto, con la ontológica.
Como proceso psicológico en un sujeto, el conocimiento es objeto de la
psicología, pero esta no puede resolver el problema de la esencia del
conocimiento humano, pues el conocimiento consiste en una aprehensión
espiritual de un objeto, la psicología al investigar los procesos del
pensamiento, prescinde por completo de esta referencia al objeto, pues su
tarea es descubrir el origen y curso de los procesos psicológicos. Se
pregunta cómo tiene lugar el conocimiento, pero no si es verdadero, esto es
si concuerda con el objeto, la cuestión de la verdad del conocimiento se
haya fuera de su alcance.

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El conocimiento también se encuentra dentro de la esfera de la lógica. la
“imagen” del objeto en el sujeto es un ente lógico y, como tal, objeto de la
lógica. Tampoco la lógica puede resolver el problema del conocimiento,
investiga los entes como tales, pues inquiere la concordancia del
pensamiento consigo mismo, no su concordancia con el objeto.

El conocimiento humano también roza la esfera ontológica. El objeto hace


frente a la conciencia cognoscente como algo que es o ideal o real, el ser es
objeto de la ontología. Pero también se debe decir que la ontología no
puede resolver el problema del conocimiento, pues así como no puede
eliminarse del conocimiento el objeto, tampoco puede eliminarse el sujeto.
Ambos pertenecen al contenido esencial del conocimiento humano. Así no
podemos reducir el problema del conocimiento únicamente al problema del
objeto (ontologismo).

Tenemos entonces que ni la lógica, ni la ontología están en capacidad de


resolver el problema del conocimiento, este constituye un hecho totalmente
particular e independiente , pues es un hecho gnoseológico, es decir, alude
a la referencia de nuestro pensamiento a los objetos, la relación del sujeto y
el objeto que es tarea de resolver a la teoría del conocimiento.

Como hemos podido ver, la verdad del conocimiento es la concordancia de


la imagen con el objeto, el método fenomenológico me describe el
fenómeno del conocimiento y la teoría del conocimiento me interpreta el
proceso del conocimiento. Tenemos pues que fenomenología y teoría del
conocimiento son dos cosas diferentes. La fenomenología solo puede poner
a la luz la efectiva realidad de la concepción natural pero nunca decidir
sobre su justeza y verdad, pues esta critica esta fuera de su competencia,
pues la fenomenología es un método y no una teoría del conocimiento,
pues la misión de la fenomenología no es resolver el problema del
conocimiento sino conducirnos hasta dicho problema.

La descripción del fenómeno del conocimiento nos conduce a unos


problemas:

 Puede el sujeto aprehender realmente al objeto? Esto apunta a la


posibilidad del conocimiento humano.

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 Es la razón o la experiencia la fuente y base del conocimiento
humano? Conocimiento espiritual (razón) y conocimiento
sensible (sentidos).

 De qué fuentes saca principalmente su contenido la conciencia


cognoscente?

 Es la razón o la conciencia la experiencia o la base del


conocimiento humano? Origen del conocimiento humano.

Cuando nos centramos en la relación existente entre el sujeto y el


objeto, llegamos al verdadero problema central que presenta la teoría del
conocimiento. En la descripción fenomenológica caracterizamos esta relación
como una determinación del sujeto por el objeto. Ante esto se han
pronunciado numerosos filósofos, quienes afirman que es el sujeto el que
determina al objeto. La conciencia cognoscente no se conduce receptivamente
frente a su objeto, sino activa y espontáneamente. Debemos preguntarnos cual
de las dos interpretaciones del fenómeno del conocimiento es la justa, esta es
la cuestión de la esencia del conocimiento.

Otra pregunta que debemos hacernos es si además del conocimiento


racional existe o no un conocimiento intuitivo, esto nos lleva a las formas del
conocimiento.

Otra pregunta sería el criterio de la verdad, en qué podemos conocerla?


Con qué criterio diremos si un conocimiento e verdadero o no?

Estos son los problemas del conocimiento que iremos discutiendo poco
a poco, exponiendo las principales soluciones planteadas en el transcurso de la
historia de la filosofía para ir viendo el progreso de la critica del conocimiento
y los caminos del pensamiento filosófico y científico.

2. La posibilidad del conocimiento

El dogmatismo.

Del griego dogma, que significa doctrina fijada (confianza excesiva en


la capacidad de la razón humana), posición epistemológica que no enfrenta
el problema del conocimiento. El dogmatismo da por supuestas la

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posibilidad y la realidad del contacto entre el sujeto y el objeto. Es para él
comprensible que el sujeto, la conciencia cognoscente, aprehende su
objeto. Esta posición se sustenta en una confianza en la razón humana, no
debilitada por ninguna duda.

El motivo por el cual el conocimiento no constituye aún un problema


para el dogmatismo, tiene su origen en una noción deficiente de la esencia
del conocimiento. El contacto entre el sujeto y el objeto no puede parecer
problemático a quien no ve que el conocimiento representa una relación,
pues cree que los objetos del conocimiento nos son dados absolutamente y
no son obras de la función intermediaria del conocimiento.

Para el dogmatismo los objetos de la percepción y los del pensamiento


se nos dan de la misma manera, directamente en su corporeidad. En el
primer caso se pasa por alto la percepción, mediante la cual únicamente se
nos dan determinados objetos, en el segundo, la función del pensamiento.
Lo mismo sucede respecto al conocimiento de los valores, pues existen
pura y simplemente. El hecho de que todos los valores suponen una
conciencia valorante, permanece tan desconocido para el dogmático como
el de que todos los objetos del conocimiento implican una conciencia
cognoscente. El dogmatismo pasa por alto lo mismo un caso que en otro, el
sujeto y su función.

Existe un dogmatismo teórico, referido al conocimiento teórico, uno


ético y otro religioso, referido ambos a los valores, en el conocimiento
moral y el conocimiento religioso.

El escepticismo

Los extremos se tocan. El escepticismo se convierte en contrario al


dogmatismo. Mientras que el dogmatismo acepta un contacto entre sujeto y
objeto como algo comprensible de suyo el escepticismo lo niega. Según el
escepticismo, el sujeto no puede aprehender al objeto, el conocimiento, en
el sentido de una aprehensión real del objeto es imposible, por eso
debemos abstenernos de pronunciar algún juicio.

Si el dogmatismo en cierta forma pasa por alto al sujeto, el escepticismo


no percibe el objeto. Su visión se fija exclusivamente en el sujeto, en la

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función del conocimiento, que ignora por completo la significación del
objeto. Su atención se dirige sólo a los factores subjetivos del conocimiento
humano. Observa cómo todo conocimiento está influido por la índole del
sujeto, si sus órganos de conocimiento, así como por circunstancias
exteriores (entorno, cultura). De este modo escapa a su vista el objeto que
es necesario para que tenga lugar el conocimiento, ya que este representa
una relación entre un sujeto y un objeto.

El escepticismo, cuando se enfoca a la posibilidad del conocimiento en


general, es llamado Lógico, absoluto o radical, cuando se refiere sólo al
conocimiento metafísico, hablamos de un escepticismo metafísico. Cuando
hablamos de valores, tenemos un escepticismo ético, que nos afirma la
imposibilidad del conocimiento moral y un escepticismo religioso, donde
se afirma la imposibilidad del conocimiento religioso.

Debemos establecer también una diferencia entre le escepticismo


metódico y el sistemático. El metódico designa un método y consiste en
empezar poniendo en duda todo lo que se presenta a la conciencia como
verdadero y cierto, para eliminar de este modo todo lo falso y llegar a un
saber absolutamente seguro. El sistemático designa una posición de
principio.

Son representantes del escepticismo: Pirrón de Elis (360-270),


Arcesilao, Carneades, Enesidemo (siglo I AC), Sexto empirico (siglo II
DC), Montaigne (1533-1592) escepticismo etico, David Huma, con un
escepticismo metafísico.

Existe un escepticismo académico que afirma la imposibilidad de un


saber riguroso (no se tiene nunca la certeza de que los juicios concuerden
con la realidad), nunca se puede afirmar que las proposiciones sean
verdaderas, pero si se puede afirmar que parecen verdaderas, que son
probables. No hay por tanto certeza rigurosa sino probabilidad.

El subjetivismo y el relativismo

Para estos hay verdades, pero estas verdades tienen una validez limitada,
afirman que no hay ninguna verdad universalmente valida. El subjetivismo
limita la validez de la verdad al sujeto que conoce y juzga, este puede ser tanto

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el sujeto individual o el individuo humano, como el sujeto general o el género
humano. En el primer caso tenemos un subjetivismo individual, pues un juicio
es válido únicamente para el sujeto individual que lo formula y en el segundo,
un subjetivismo general, donde hay verdades supraindividuales, pero no
universalmente válidas, ningún juicio es valido más que para el género
humano. El subjetivismo general es, según esto, idéntico al psicologismo o
antropologismo (doctrina según la cual todo ser en el pensar lógico se
entiende únicamente como importante para la vivencia anímica del individuo).

El relativismo se asemeja en mucho al escepticismo, según él, tampoco


existe ninguna verdad absoluta, que tenga una validez universal, toda verdad
es relativa, su validez sólo es limitada. Pero mientras el subjetivismo hace
depender el conocimiento humano de factores que residen en el sujeto
cognoscente, el relativismo subraya la dependencia de factores externos (el
medio, el tiempo, la cultura etc.).

Son representantes del subjetivismo los sofistas: Protágoras. Del


relativismo Oswald Spengler, quien afirma que las verdades filosóficas,
matemáticas y de las ciencias naturales sólo son validas dentro del círculo
cultural a que pertenecen. No hay una filosofía, ni una matemática, ni una
física, universalmente válidas.

El pragmatismo

Como el escepticismo, también el pragmatismo abandona el concepto de la


verdad en el sentido de la concordancia entre el pensamiento y el ser, pero
para el pragmatismo lo verdadero es lo útil, lo valioso lo que fomenta vida;
alterando así el concepto de verdad, pues es originada en una determinada
concepción del ser humano. La antropología pragmática parte no de la
concepción del hombre como ser teórico o pensante, sino como ser práctico,
un ser de voluntad y de acción. El intelecto es dado al hombre no para
investigar y conocer la verdad, sino para poder orientarse en la realidad. El
conocimiento humano recibe su sentido y su valor de este su destino práctico.
Su verdad consiste en la concordancia de los pensamientos con los fines
prácticos del hombre, en que aquellos resulten útiles y provechosos para la
conducta práctica de este. Según ellos el juicio “la voluntad humana es libre”,

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es verdadero porque y en cuanto resulta útil y provechoso para la vida humana
y en particular para la vida social.

Se considera padre del pragmatismo a William James (1842-1910),


filósofo americano. El filósofo inglés Schiller, propone para este pensamiento
el nombre de humanismo.

Se pueden identificar los conceptos verdadero y útil?

Error del pragmatismo: pasar por alto la esfera lógica, ignorar el valor
intrínseco del pensamiento humano, el acierto del pragmatismo es la conexión
pensamiento y vida, pero no podemos limitar el pensamiento meramente en
función de la vida.

El criticismo

Podemos afirmar que tanto el subjetivismo, como el relativismo y el


pragmatismo son variantes del escepticismo y su antitesis es, como hemos
visto, el dogmatismo, pero hay una tercera posición que resolvería la antítesis
en una síntesis. Esta posición intermedia entre el dogmatismo y el
escepticismo, se llama criticismo, del griego krinein, que significa examinar.
El criticismo comparte con el dogmatismo la confianza en la razón humana,
afirma que es posible el conocimiento, que hay una verdad; pero la razón
humana en cuanto al conocimiento, tiene sus limites, hay que confiar en que
se puede llegar a conocer en general, pero el conocimiento determinado tiene
sus obstáculos. El criticismo examina todas las afirmaciones de la razón
humana y las cuestiona, su conducta no es dogmática ni escéptica, sino
reflexiva y critica.

Son críticos frente al conocimiento: Platón, Aristóteles, Descartes, Leibniz,


Locke, Hume, pero el verdadero fundador del criticismo es Kant, quien llega a
esta posición después de haber pasado por el dogmatismo (confianza ciega en
el poder de la razón humana) y el escepticismo (desconfianza en la razón).

El criticismo, como método, investiga las fuentes de las afirmaciones y


objeciones y las razones en que las mismas descansan, dando esperanza de
llegar a la certeza.

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El criticismo permite el nacimiento de la teoría del conocimiento como
disciplina filosófica independiente y fundamental, cuyo punto de partida es la
posibilidad del conocimiento, entrando en un examen critico de la base del
conocimiento humano.

CAPITULO II El origen del conocimiento

En el proceso del conocimiento, los juicios se formulan en base a los datos


proporcionados por la experiencia; pero no todos los elementos del juicio
están incluidos en la experiencia, la experiencia nos revela que un proceso
sigue al otro (principio de causalidad). El juicio “el sol calienta la piedra”
presenta dos elementos de los cuales el uno procede de la experiencia y el otro
del pensamiento. Debemos preguntarnos cuál de estos dos factores es el
decisivo. La conciencia cognoscente se apoya preferentemente en la
experiencia o en el pensamiento? Cuál de las dos fuentes del conocimiento
saca sus contenidos? Donde reside el origen del conocimiento?

El interrogante del origen del conocimiento puede abordarse tanto desde


una perspectiva psicológica (cómo tiene ligar Psicológicamente el
conocimiento en el sujeto pensante?) como desde una perspectiva lógica (en
que se funda la validez del conocimiento?, cuales son sus bases lógicas?)
preguntas que se han paseado a lo largo de la historia de la filosofía. Veamos
pues las diferentes posiciones.

1. El racionalismo

El racionalismo ve en la razón, la fuente principal del conocimiento


humano, un conocimiento se da cuando es necesario desde el punto de vista
lógico y cuando su validez es universal, cuando la razón juzga que una cosa
tiene que ser así y que no puede ser de otro modo Ej. el todo es mayor que la
parte. Necesidad lógica y validez universal son el fundamento del
conocimiento según el racionalismo.

En los juicios, donde dependemos de la experiencia, no existe una


necesidad lógica ni una validez universal Ej. Todos los cuerpos son pesados, el
agua hierve a 100 grados. Para que el conocimiento sea verdadero, según el

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racionalismo, debe fundarse en el pensamiento, verdadera fuente y base del
conocimiento humano.

Es evidente que el conocimiento matemático, que es conceptual y


deductivo, ha servido al racionalismo como modelo.

PARA DESCARTES

ORDEN LOGICO ORDEN ONTOLÓGICO

(Evidente, claro, distinto)

Yo pienso ------------------ Existo

Pienso la idea de perfección -------------- Dios existe

Pienso la idea de extensión --------------- El mundo existe

Todo lo que yo pienso --------------- Existe

2. El empirismo

Para el empirismo todo conocimiento procede de la experiencia, ninguna


afirmación es verdadera si no se funda en una experiencia, una idea nos es
más que un resumen de múltiples experiencias, no existe ningún patrimonio a
priori de la razón. La conciencia cognoscente no saca sus contenidos de la
razón, sino exclusivamente de la experiencia. El espíritu humano está por
naturaleza vacío, es una tabula rasa, una hoja sin escribir, en la que escribe la
experiencia, todos nuestros conceptos, incluso los más generales y
abstractos, proceden de la experiencia.

El punto de partida del empirismo para el conocimiento, son los hechos


concretos.

John Locke (1632-1704) Combate la teoría de las ideas innatas, el alma


es un papel en blanco, que la experiencia va cubriendo poco a poco. Hay una

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experiencia externa (sensación) y una interna (reflexión). Los contenidos de
esa experiencia son ideas o representaciones simples o complejas (sustancia),
estás últimas se componen de ideas simples. Las cualidades sensibles
primarias o secundarias pertenecen a estas ideas simples. El pensamiento no
agrega nada al conocimiento sino que une los datos de la experiencia, por lo
tanto, en el concepto, nada hay contenido que no proceda de la experiencia
interna o externa. Locke acepta que existen verdades independientes de
experiencia como las verdades matemáticas, estas son universalmente válidas,
cuyo fundamento de validez no reside en la experiencia sino en el
pensamiento, Locke infringe pues el pensamiento empirista, admitiendo
verdades a priori.

David Hume (1711-1776) Hume divide las ´ideas´, (percepciones) de


Locke en impresiones e ideas. Por impresiones entiende las vivas sensaciones
que tenemos cuando vemos, oímos, tocamos etc. Hay pues impresiones de la
sensación y de la reflexión. Por ideas entiende las representaciones de la
memoria y de la fantasía, menos vivas que las impresiones y que surgen en
nosotros sobre la base de estas; por lo tanto, para Hume todas las ideas
proceden de las impresiones y no son nada más que copias de estas. Este
principio garantiza la validez objetiva de las ideas.

De todo esto se deduce que todos los conceptos son fruto de algo
intuitivamente dado; Esto conduce a Hume a abandonar los conceptos de
sustancia y causalidad, en ambos hecha de manos la base intuitiva, la
impresión correspondiente. Así queda defendido el principio fundamental del
empirismo según el cual la conciencia cognoscente saca sus contenidos, sin
excepción de la experiencia.

Hume también reconoce en la esfera matemática independiente de la


experiencia, que es universalmente válido.

Condillac (1715-1780) transformó en sensualismo el empirismo reprocha a


Locke haber admitido una doble fuente de conocimiento: la experiencia
externa y la experiencia interna, afirma que sólo hay una fuente de
conocimiento: la sensación, El alma sólo tiene originariamente una facultad: la
de experimentar sensaciones, todas las demás han salido de esta. El

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pensamiento no es más que una facultad refinada de experimentar
sensaciones.

John Stuart Mill (1806-1873) Rebasa a Locke y a Hume, reduciendo el


conocimiento matemático a la experiencia, como única base del conocimiento.
No hay proposiciones a priori válidas independientemente de la experiencia.
Hasta las leyes lógicas del pensamiento tienen la base de su validez en la
experiencia. Tampoco ellas son nada más que generalizaciones a partir de la
experiencia pasada.

Para los empiristas es bien claro que no hay posibilidad de un


conocimiento metafísico, pues el conocimiento humano está contenido en los
límites del empirismo y sus contenidos proceden sólo de la experiencia. El
conocimiento suprasensible es imposible.

3. El intelectualismo

El intelectualismo frente al racionalismo y al empirismo, se constituye en


un “mediador”, pero se aproxima más al empirismo. Mientras el racionalismo
considera el pensamiento como fuente y base del conocimiento y el empirismo
a la experiencia, el intelectualismo afirma que ambos tienen parte en la
producción del conocimiento. Sostiene con el racionalismo que hay juicios
lógicamente necesarios y universalmente válidos, y no sólo sobre los objetos
ideales, sino sobre los objetos reales. Pero mientras que para el racionalismo
los conceptos son un patrimonio a priori de nuestra razón, el intelectualismo
los deriva de la experiencia (intelligere, de intus leggere = leer en el interior).
La conciencia cognoscente lee en la experiencia, saca sus conceptos de la
experiencia. Su axioma fundamental es: nihil est in intellectu quod prius non
fuerit in sensu, axioma invocado ya por el empirismo, pero para el
intelectualismo tiene un sentido diverso. El empirismo afirma que en el
intelecto, en el pensamiento no hay contenido nada distinto de los datos de la

17
experiencia, nada nuevo. El intelectualismo afirma lo contrario, dice que
además de las representaciones intuitivas sensibles, hay conceptos, estos en
cuanto contenidos de conciencia no intuitivos, son esencialmente distintos de
aquellas, en relación genética con ellas, en cuanto que surgen de los
contenidos de la experiencia. De este modo, experiencia y pensamiento se
constituyen en base del conocimiento humano.

Se considera a Aristóteles el fundador del intelectualismo, como discípulo


de Platón, Aristóteles es influenciado por el racionalismo, y como naturalista,
se inclina al empirismo, viéndose impulsado a sintetizar los dos sistemas de
pensamiento. (Ver Pág. 54).

4. El apriorismo

El apriorismo se constituye en un segundo intento de mediación entre el


racionalismo y el empirismo, pero su proximidad es hacia el racionalismo.
Como el intelectualismo, también estima a la experiencia y al pensamiento
como orígenes del conocimiento. Pero el apriorismo define la relación entre
experiencia y pensamiento, en sentido opuesto al intelectualismo, pues para
éste, el conocimiento presenta elementos a priori, independientes de la
experiencia. Opinión compartida por el racionalismo. Pero mientras este
consideraba los factores a priori como contenidos, como conceptos acabados,
para el apriorismo estos factores son de naturaleza formal, no son contenidos,
sino formas del conocimiento, que reciben su contenido de la experiencia; en
esto el apriorismo se separa del racionalismo y se acerca al empirismo.

El principio del apriorismo dice: “los conceptos sin las intuiciones están
vacíos, las intuiciones sin los conceptos están ciegas”. Este principio
coincide con el del intelectualismo Aristotélico tomístico, pues concuerdan en
admitir unos factores racionales y empíricos en el conocimiento humano pero
la definición de la relación entre ambos factores es totalmente distinta. El
intelectualismo deriva el factor racional del empírico, todos los conceptos
proceden según él de la experiencia. El apriorismo rechaza esta derivación el
factor a priori no procede de la experiencia sino del pensamiento, de la
razón. Esta imprime en cierto modo las formas a priori a la materia empírica
y constituye así los objetos del conocimiento. En el apriorismo, el

18
pensamiento no se conduce receptiva y pacientemente frente a la experiencia,
como en el intelectualismo, sino espontánea y activamente. (Ver Pág. 56).

CAPITULO III La objetividad del conocimiento

Vistos los problemas que genera el conocimiento como fenómeno y donde


se origina, existe aún un problema fundamental por resolver, como es el del
criterio de objetividad. Hemos visto el conocimiento como una actividad, pero
esta actividad que es el conocimiento, ¿puede llegar a coger la realidad tal
como es en sí misma? O por el contrario, El conocimiento es una actividad
progresiva, y como tal, ¿la realidad se manifiesta de manera procesal? realidad
en continua transformación, por lo que el conocimiento se encuentra en
continuo devenir y proceso.

No podemos negar la dinamicidad de la realidad, pues está en continua


transformación. Como el conocimiento nos reproduce a nivel de la conciencia
esa realidad, éste está en continuo devenir, es dinámico, progresivo y
cambiante.

Parece que la definición de la verdad como una adecuación o


conformidad de nuestro pensamiento con la realidad se debe revisar, pues a
ella no le caminan la epistemología científica, ni los filósofos
contemporáneos.

Para los filósofos presocráticos todo conocimiento verdadero se estructura


no en la apariencia de las cosas, sino en un fundamento sólido sustentado por
la razón. Así se conocía objetivamente.

Para Parménides la verdad no es otra cosa que el desvelamiento del ser.


Sólo hay verdad en la auto revelación del ser. Esta tarea la cumple la razón,
pues los sentidos viven de la apariencia, del engaño. Lo único existente es el
ser, camino para llegar a la verdad.

Para Heráclito, la verdad sólo se descubre a través de la razón. Los


sentidos no nos dan la naturaleza de las cosas, sólo la razón es capaz de
comprender la verdad del ser, uno y en perpetuo movimiento y de conocer la
razón que gobierna todas las cosas.

19
Platón, bajo la influencia de Sócrates y Anaxágoras, convierte el ser de las
cosas en una idea trascendente e independiente de ellas, la verdad hay que
verla desde el mundo de las ideas.

Para Aristóteles se da una relación de hecho entre el entendimiento y la


realidad. La verdad hay que ubicarla en las cosas; conocer las cosas en sus
causas y en sus esencias es conocerlas en su aspecto de universalidad y de
necesidad. Pero esa necesidad se explica a partir de las mismas cosas. La
verdad para Aristóteles está dada en la unión y separación de conceptos. En el
simple concepto se da la verdad, precisamente porque no hay relación.

Santo Tomás define la verdad como “la adecuación del pensamiento con
las cosas”, es planteada como una relación entre un objeto y el entendimiento,
como una relación entre las cosas y lo que pensamos de ellas. Lo que yo
conozco es algo independiente de mi propio conocimiento. Todo juicio está
determinado por el objeto, por tanto, la verdad es una igualdad, una
adecuación entre pensamiento y el objeto del pensamiento. Siempre que se
hable de verdad se implica conformidad, adecuación del pensamiento a la
cosa. El ser se nos presenta como algo objetivo y es anterior a toda posible
relación con el entendimiento. Con esto Santo Tomas nos presenta la verdad
ontológica, pues el ser, las cosas en sí, tienen su propia verdad.

La adecuación del pensamiento a la realidad, al ser, a las cosas, nos


conduce a la verdad lógica. Tenemos pues que la verdad ontológica es el
fundamento de la verdad lógica. Es en el juicio, como operación del
entendimiento, donde se da la verdad, donde afirmamos la conveniencia o
inconveniencia de un predicado con un sujeto.

En la edad moderna, Descartes establece un fundamento distinto de la


verdad, ese fundamento ya no son las cosas como tales, no es lo real, lo que
existe con independencia del sujeto que conoce, sino que el criterio de
objetividad hay que buscarlo en el sujeto. Para saber si nuestros conocimientos
son verdaderos o falsos no necesito ir a las cosas, basta que las ideas las
conciban como evidente, claras y distintas para que de hecho las aceptemos
como verdaderas. Estas ideas claras y distintas, constituidas en conocimientos
verdaderos, toman su fuerza no en las cosas sino de la forma como se

20
presentan a mi mente. Todo lo que se presente a mi mente claro y distinto es
objetivo, las verdad, por lo tanto, es algo inmanente, no necesito salir de mi
mismo para saber si algo es objetivo, por la claridad como se me presenta la
idea, supongo que le corresponde algo de objetividad. No importan las cosas,
sino más bien lo que se piense de las cosas. Las ideas son como criterios que
me permiten juzgar como objetivo todo lo que está fuera de mí.

Tanto Platón como Descartes elaboran una teoría del conocimiento


fundamentada en el método matemático, cuyas verdades para ellos son
evidentes, necesarias, universales e inmutables.

Kant, por su parte al colocar el objeto en función de las estructuras a priori


del sujeto para ubicar en ellas lo necesario y universal de los juicios objetivos,
cambia el criterio de objetividad. Se pierde el concepto de la verdad
trascendental a la verdad del ser como algo que tiene su entidad propia, capaz
de dejarse conocer. No podemos conocer más que “fenómenos” o las cosas
como aparecen. Pero la cosa en sí, el “noumenon”, es totalmente impenetrable
a la razón, por lo que el ser está reducido a algo puramente fenomenológico.
Es el entendimiento el que está dotado de unas estructuras que hacen posible
el hecho del conocimiento objetivo. Esas estructuras son condiciones
necesarias de objetividad, sin ser el entendimiento creador del objeto, ya que
interviene la sensibilidad sobre el entendimiento.

Tenemos pues que el dato suministrado por los sentidos se adecua a las
estructuras a priori que ofrece el sujeto, es el entendimiento el que constituye
un dato sensible, objetivo, real. Kant está convencido que no se puede
encontrar un criterio universal de la verdad por vía de los fenómenos de
experiencia de la materia, El criterio de objetividad sólo podrá postularse a
partir de la forma del conocimiento, pues es dado por la estructura a priori del
entendimiento y no se puede buscar en el dato o materia que proporciona la
sensibilidad, pues está sujeto a unas leyes o criterios generales de para
alcanzar la verdad.

Hegel va a convertir al entendimiento en constitutivo de la cosa en sí, es


decir, de lo real. Hegel quita la conexión que Kant establecía con el mundo de
las cosas a través de los sentidos. Tanto el contenido del conocimiento como la

21
forma del mismo proceden del sujeto. Lo real no es otra cosa que despliegue
de la razón. “la verdad en sí y por sí, que es la razón es la simple identidad de
la subjetividad del concepto y de su objetividad y universalidad. El ser en
Hegel adquiere un valor metafísico y, al mismo tiempo su inteligibilidad, al
convertirse en razón, en idea. La realidad no es otra cosa que un auto
despliegue de la idea una auto determinación de la razón o del espíritu.

La verdad queda identificada con el proceso racional, es identidad del


pensamiento consigo mismo y como el pensamiento es dinámico, la verdad
también está en movimiento, se haya en el devenir interno de la idea.

Hegel identifica el ser con el conocer, lo racional con lo real, la verdad deja
de ser conformidad, para ser identidad. En Hegel no hay dualismo sino que el
sujeto reabsorbe el objeto en el proceso racional, pues es la conciencia la que
produce el ser y no éste el que determina la conciencia.

Para Husserl el conocimiento no es fruto de una relación entre el


pensamiento y el mundo sino el determinar el sentido de la trascendencia en la
inmanencia, que es la vida de la conciencia.

Para Heidegger la verdad es el desvelamiento, desocultamiento,


presentación, apertura del ser a la inteligencia del hombre. No hay adecuación
entre el pensamiento y las cosas, porque son cosas muy distintas el objeto
como tal y el pensamiento sobre el objeto, la verdad no se puede reducir al
acto del juicio que hace el entendimiento. La verdad es descubrir lo que está
cubierto. El hombre, siendo un ser abierto a las cosas, sólo tiene que permitir
que las cosas sean, para que las pueda descubrir y lo que descubre, se expresa
en la proposición o juicio. Por tanto, no es la proposición el lugar fundamental
de la verdad, sino lo que el juicio expresa es algo derivado, en cuanto que éste
se rige por lo descubierto del ser. Hay entonces que volver al ser para poder
entender la verdad, que no es más que un modo del ser en tanto que da el ser
en cuanto se manifiesta.

Después de mirar epistemológicamente la verdad en diversos filósofos,


descubrimos que tanto subjetivismo, como racionalismo e idealismo, por un
lado, nos la presentan como determinada por la razón, por el sujeto. De otro
lado, para el empirismo, la fenomenología, el conocimiento es una relación

22
entre el sujeto y el objeto, la verdad es una adecuación entre el sujeto y el
objeto.

Cuando hablamos de que algo es verdadero, referimos a un objeto, un


hecho o una acción, por lo que un conocimiento es verdadero cuando
corresponde a los hechos. Esto supone que la realidad, aunque no sea conocida
por el entendimiento, tiene su identidad propia, su propio ser. He aquí porque
tenemos que hablar de varios tipos de verdad:

Verdad ontológica, referida a los objetos, a las cosas como tales, al ser de
las cosas independientemente que las conozcamos. El ser es, existe y por eso
podemos conocer.

Verdad lógica, referida a la correspondencia que debe existir entre los


contenidos de la conciencia y los objetos, definida por la tradición como la
adecuación de la mente con la realidad. Existe una relativa relación entre la
verdad ontológica y la lógica. La verdad lógica nunca es absoluta sino relativa.
Siempre susceptible de una mejor adecuación a la realidad. El error es
precisamente una falta de adecuación entre pensamiento y realidad.

Lo que podemos decir epistemológicamente sobre el conocimiento es que


es una actividad inmanente, por la que el sujeto se perfecciona, gracias a la
posesión conciente de la realidad objetiva y subjetiva, distinguiendo:

 El sujeto cognoscente: yo

 El acto del conocimiento: actividad inmanente

 El objeto conocido: lo real, lo objetivo y subjetivo

 La finalidad remota: me perfecciono a mi mismo

 La finalidad propia y próxima: posesión conciente de lo real

Sin embargo jamás tendré un conocimiento pleno de la realidad, mi


experiencia de lo real será siempre inadecuada con respecto a la misma
realidad, la posesión conciente de la realidad no es perfecta en todos los
aspectos (Ver Pág. 82-84).

23
CAPITULO IV Nociones fundamentales

1. El conocimiento

El conocimiento es un acto espontáneo en cuanto a su origen, inmanente


en cuanto a su término por el que un hombre se hace intencionalmente
presente a la realidad como ser.

Que el conocimiento sea un acto significa dos cosas: que no es un


movimiento y que no es una producción, sino pura contemplación inmóvil. La
noción de movimiento no implica temporalidad ni cambio, el movimiento es
paso de la potencia al acto, de la ignorancia al conocimiento o de un
conocimiento a otro. El conocimiento no es movimiento, es el acto al que está
ordenado el movimiento.

Aunque exista en el conocimiento una actividad productora de imágenes


en el plano sensible y otra productora de conceptos en el plano inteligible, esta
producción no es el conocimiento, es solo el medio, pues el conocimiento no
se encuentra ni en la sensación, ni en la conciencia. Algunos filósofos como
Santo Tomas de Cayetano y Juan de Santo Tomas afirmaban que el
conocimiento no pertenece a la categoría de la acción, sino a la de la cualidad,
pero santo Tomas de Aquino afirma que es la acción que ejecuta el agente, la
que produce el conocimiento, fruto este de una operación y no de una
representación.

La espontaneidad del conocimiento nos remite al sujeto, libre y dotado de


unas facultades, orientadas a la actividad de éste.

Cuando afirmamos la inmanencia del conocimiento, queremos decir que el


acto de conocer no tiene otro fin que su mismo ejercicio y que perfecciona al
sujeto que lo ejerce. Esto no significa que el objeto del conocimiento sea
necesariamente un estado de conciencia.

El acto del conocimiento es intencional, porque hace presente a una


facultad un ser en tanto que objeto. La intencionalidad no es pues distinta del
conocimiento mismo, de la relación sujeto-objeto.

24
En la relación, el papel del sujeto es objetivar o fenomenalizar el ser,
mientras que el papel del objeto es especificar el acto.

2. La verdad

Se define como la concordancia del conocimiento con su objeto, la


conformidad de la inteligencia con la realidad.

Kant la define como el acuerdo del juicio con las leyes inmanentes de la
razón, o simplemente, el acuerdo del pensamiento consigo mismo. Esta
definición no puede ser aceptada, pues falta el factor realidad, como punto de
referencia de la verdad.

Para Durkheim, sociólogo francés, la verdad consiste en la conformidad no


del entendimiento con la realidad, sino en el acuerdo de los espíritus entre si.
Aquí se sustituye la razón impersonal de Kant por la sociedad, definiendo la
verdad como una creencia colectiva. Lo que pienso yo sólo es subjetivo, lo
que piensa la sociedad es verdadero.

Debemos tener presente que la verdad es una relación entre la inteligencia


y el ser, en cuanto que es conforme con el ser, reside en la inteligencia, se
aplica a las cosas secundariamente y por derivación en la medida en que
tienen relación con la inteligencia.

La verdad no es semejanza en el conocimiento, ni adecuación, pues es fruto


de un juicio, que afirma lo que es.

El fundamento de la verdad es la existencia, pues es fruto del resultado de


un proceso en el conocimiento que se inicia en la aprehensión de la esencia
(res) y pasa al juicio (existencia, ens).

En el juicio pues la inteligencia conoce la verdad, su conformidad con el


ser. Cuando afirmo que una cosa es, el juicio tiene un sentido copulativo, pues
se unen dos conceptos diferentes, pero también tiene necesariamente un
sentido existencial, en tanto que afirma la unión de dos conceptos como reales.

Cuando decimos que el perro es un mamífero, afirmamos dos conceptos


diferentes, uno es sujeto o sustancia y el otro, como forma o atributo, estos son

25
idénticos en la realidad. Hay pues en el juicio una reflexión que percibe la
conformidad de la atribución al ser. Por ello, el juicio es el acto que introduce
formalmente en el espíritu la relación de verdad.

3. La certeza

Certeza no es lo mismo que verdad, pues ésta es la conformidad del


conocimiento con la realidad, mientras que la certeza es un estado del
espíritu respecto a la verdad. Como la verdad nace con el juicio, y el acto de
juzgar es esencialmente afirmación, aserción y asentimiento. La certeza es
modalidad del asentimiento y no del juicio. Es una modalidad del orden
psicológico, concierne al aspecto subjetivo del juicio: es el grado máximo de
fuerza o de determinación con el que el espíritu afirma su juicio.

Veamos los diversos grados de firmeza en el asentimiento:

 Ignorancia. Es la ausencia de todo conocimiento relativo a un


objeto, podríamos decir que es el vacío del espíritu, no es siempre un
mal, hay ocasiones en las que es bueno ignorar algunas cosas. la
ignorancia sólo se convierte en un mal cuando es la falta de un
conocimiento que debería tenerse, es entonces una privación. Lo que
si es siempre un mal es el querer ignorar la propia ignorancia, creer
que se sabe cuando en realidad no se sabe, pues se está en el error.

Sócrates nos enseña que la conciencia de la propia ignorancia es el


primer paso a la ciencia

 Duda. Es la suspensión del juicio, el espíritu flota entre el si y el no,


pues no percibe ninguna razón para afirmar (duda negativa) o negar
(duda positiva). La duda es parcial cuando sólo suspende uno o
varios juicios y es universal cuando suspende todo juicio. La duda es
metódica cuando se toma como medio de descubrir la verdad, es
escéptica cuando se toma como fin. Puede ser real, es decir, ejercida,
vivida, o ficticia, es decir, simplemente representada, concebida.

Una duda universal no puede ser ni real ni metódica, pues no se puede

26
vivir ni servir de medio para hallar la verdad. En cambio la duda parcial
es un engranaje indispensable de la vida intelectual. Abstenerse de
afirmar algo cuando no se tienen buenas razones para sostener el juicio,
es prudencia.

La duda es una actitud intelectual distinta de la pregunta, pues hay duda


sólo cuando se presenta al espíritu una respuesta sin que mueva a la
adhesión. Cuando se pregunta, se tiene conciencia de la propia
ignorancia y el deseo de saber.

 La conjetura no es aún un juicio, pero tampoco es la duda, es una


tendencia a dar un juicio demasiado débil para determinar el acto,
siempre estará en el estado de tendencia.

La opinión nos adentra en el dominio de la afirmación, una opinión es


un juicio, pero no dado aún firmemente, un juicio dado con temor a
equivocarse, reservando pues la posibilidad de que el juicio contrario sea
verdad, El temor a la equivocación apunta a que lo afirmado sea de manera
distinta a como lo pensamos, porque el juicio es falso. A menudo la opinión
está firmemente asentada en el espíritu y se afirma sin temor, entonces es
subjetiva, no se discernir su certeza, falta la reflexión y la critica.

La certeza es el estado del espíritu que afirma sin temor a equivocarse,


que está determinado a un juicio y se adhiere firmemente a él. Es el estado
perfecto de la inteligencia, es su paz y su alegría, es el fin hacia el que tienden
todos sus pasos, es el reposo en la posesión de la verdad.

 Ciencia, creencia y fe Para Santo Tomás la inteligencia puede dar


asentimiento a dos modos: cuando es movida, determinada por el
objeto, esto se produce en dos casos 1. cuando el objeto es conocido
él mismo inmediatamente como en el caso de los primeros
principios, este es inteligible; 2. cuando es conocido por medio de
otro, mediatamente, como en el caso de la conclusión de una
demostración, este es científico.

Cuando hablamos de razón y fe, decimos que la razón realiza todas


las funciones naturales del conocimiento, comprendidos los sentidos,

27
cuando englobamos saber y creer en la ciencia damos los casos en
que el juicio está determinado por el objeto, pero la inteligencia
puede asentir de otro modo, está determinada por el objeto, está
inclinada hacia un juicio por la voluntad, si el juicio se da con
reservas, es una opinión, si se afirma absolutamente, es un acto de
fe.

La fe es una creencia que se puede dar como juicio, como afirmación


(creo que sí), aquí es como una opinión, o como certeza, la que se
opone a la ciencia (creer en). Pero esta certeza puede estar fundada
en un motivo intelectual, como también en el sentimiento y la
voluntad, deseando que las cosas sean como las pienso
( Kierkegaard: “un salto en el absurdo”).

A esta fe se le llama fideísmo, es un acto ciego, un salto a lo


desconocido, un tiro disparado al azar. Desprecia a la razón humana
y le niega la posibilidad de alcanzar la verdad en el plano
metafísico.

La verdadera fe es el asentimiento razonable, pero este asentimiento


es realizado por la voluntad.

4. La evidencia

Si la verdad es una propiedad del juicio, relativa al ser, la certeza un estado


del espíritu, la evidencia es una propiedad del objeto, pues si hablamos de
verdades o juicios evidentes, es que consideramos su materia y contenido, es
decir, el objeto conocido. La evidencia es pues la claridad con la que un objeto
aparece a una facultad de conocimiento.

Posibilidad, probabilidad, evidencia

Para que un juicio sea posible, no puede ser intrínsecamente contradictorio,


lo imposible fundamenta una certeza negativa, una cosa no es verdadera
porque no puede serlo. La posibilidad deja el espíritu en la duda.

En las matemáticas la probabilidad es la relación entre el número de casos


favorables y el número de casos posibles, respecto de un acontecimiento

28
futuro Ej. Cuál es la probabilidad de tener un cuatro lanzando un dado? Es
1/6.

Los cálculos de probabilidades forman opiniones.

La evidencia se define como un juicio que implica su propia razón, un


juicio cuya negación es inconcebible.

Evidencia intrínseca y extrínseca

Una verdad es evidente cuando se impone por si misma al espíritu, no


necesita demostrarse. La fe es una verdad que no es evidente ni demostrable.

La evidencia intrínseca demuestra el objeto mismo o la verdad, tiene dos


formas: la evidencia inmediata y la evidencia mediata.

La evidencia inmediata se obtiene sin recurrir a intermediarios,


corresponde a una intuición del sujeto, es antecedida por la evidencia sensible.

En el plano intelectual las esencias abstractas son también evidentes, pues


aparecen a la inteligencia que las comprende.

La evidencia mediata requiere de la mediación de los sentidos y la razón.

La evidencia extrínseca es aquella en donde aparece al espíritu la verdad


del juicio, es testimonio es un ejemplo de ella Ej. Juicio histórico: napoleón
murió en Santa Elena.

5. El error

Siendo la verdad el fin al que tiende la inteligencia, es decir, su bien


propio, el error es su mal, el error es una privación de perfección. Un juicio es
falso por cuanto carece de esta perfección que es la conformidad con lo real.

El error sólo tiene existencia en el sujeto al que afecta, en una inteligencia


o en un acto de inteligencia. El error se da por accidente, pues la inteligencia
como facultad actúa bien cuando sigue su naturaleza. El error es simple
ausencia de conocimiento, es un pensamiento no conforme a la realidad,
distinto de la ignorancia, que es la inconformidad del espíritu con la realidad.

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El error reside formalmente en el juicio, pues es contrario a la verdad. Hay
error cuando se cree que es lo que no es o que no es lo que es.

El error es siempre un prejuicio, un juicio dado sobre algo fuera o más allá
de lo que vemos, no por lo que sabemos sino por lo que ignoramos, un
prejuicio no es necesariamente falso, pero si es verdadero, lo es por
casualidad. Mientras que el error es esencialmente un prejuicio.

Si la verdad sólo existe formalmente en el juicio, el error también, pero la


inteligencia al juzgar reflexiona y se da cuenta de su error, lo rectifica por si
misma, reconocido el error, se da lugar a la verdad. Persevera en el error es
obrar de mala fe, es una perversión moral.

El error puede ser causado por un defecto en la inteligencia, defecto de


conocimiento, de atención, de conciencia. Resulta el error de una precipitación
del juicio. Voluntad (actos voluntarios) y sensibilidad (memoria e
imaginación) que generan pasiones o prevenciones (afectividad), pueden ser
causa del error.

CAPITULO V Las tesis esenciales del realismo

1. La sensación

La sensación es un acto de conocimiento y no un estado afectivo como el


placer o el dolor o la gama de las emociones. La sensación es el acto por el
que el sentido conoce el objeto. Ej. El movimiento es per4cibido por la vista
como el cambio de colores, por el oído como sucesión de sonidos, por el
olfato como sucesión de olores etc.

Los sentidos pueden percibir objetos accidentales (imaginación. Memoria,


inteligencia, razón)que no son objeto de los sentidos y objetos comunes
(sonidos, colores, texturas etc.) Los sentidos son infalibles a priori, porque
derivan de su naturaleza, pero pueden ser falibles, cuando el sujeto no es
normal.

30
2. La reflexión.

Definimos en primer lugar la conciencia como la experiencia que el sujeto


tiene de si mismo, en el tomismo existe una vida sensible y una vida
intelectual (“sentimos que sentimos y pensamos que pensamos” Aristóteles).
La intuición que el hombre tiene de su vida psíquica es una conciencia
espontánea y la función de la psiqué es una conciencia refleja.

Es diferente la conciencia de los actos (facultad) a la conciencia del sujeto


(yo).

La reflexión va en orden a la sensación, reflexionar sería conocer la


sensación, pero es la psiqué y no el sentido la que permite la reflexión, pues el
sentido no tiene conciencia de sus sensaciones. El hombre tiene conciencia de
sentir, pues no hay sensaciones inconcientes.

Existe para Santo Tomas el sentido común es un sentido interior que


percibe las sensaciones de los sentidos exteriores.

La reflexión se alimenta de la inteligencia, que presta toda su atención al


objeto para comprenderlo y la voluntad.

Pensar un objeto es lo mismo que tener conciencia de éste?

No, el pensar tiene por objeto una esencia abstracta para comprender el
objeto, el segundo, un acto concreto, percibe el objeto.

Hay conciencia sensible de los actos y conciencia intelectual del sujeto. El


sujeto tiene percepciones sensibles (sentido común) y percepciones
inteligibles (reflexión). Basta percibir que se siente para percibir que se es,
percibir una sensación es percibir un cuerpo que siente, que vive, que existe.

3. La abstracción

La abstracción es el proceso necesario para la formación de conceptos que


consiste en separar un contenido supraindividual (general) del ser concreto
que se trata de captar conceptualmente.

31
Cuál es el valor ola objetividad del concepto, qué es lo que le corresponde
en la realidad a las esencias abstractas y universales que pensamos?

Es un hecho establecido en psicología que el espíritu humano procede por


abstracción, que el concepto es un acto elemental de la inteligencia y que tiene
por objeto las esencias abstractas.

Para el realismo moderado, las esencias no existen en sí en forma universal


(Platón), pero tienen un fundamento en la realidad (santo Tomas).

Hay una intuición intelectual en las esencias, pues hay una intuición
sensible de los seres existentes singulares. La inteligencia tiene dos
operaciones: la aprehensión, que piensa el sujeto o su atributo, sin ponerlos en
relación y el juicio, que afirma o niega un atributo de un sujeto.

La inteligencia llega hasta la esencia de las cosas, su quididad y las define


por su naturaleza, haciéndose infalible en la intuición de las esencias. Una
esencia o una naturaleza pueden considerarse de tres modos: según la
existencia que tiene en las cosas, según la existencia que tiene en el espíritu,
haciendo abstracción de toda existencia. Para Santo Tomas es bien claro que la
esencia sólo puede existir en la inteligencia si existe primero en las cosas de
donde la inteligencia la obtiene; y no puede existir en las cosas si primero no
es ella pura y simplemente. Tenemos así la esencia pura, sin relación con la
existencia, la esencia existente en las cosas y la esencia existente en el
espíritu.

4. la afirmación

Primeros principios son el fundamento de los juicios y son:

Principio de contradicción, aprehensión del ser.

Principio de causalidad, lo que produce el ser: causa material, formal,


eficiente y final.

32
La inducción

Aristóteles llama inducción a todo paso de lo singular a lo universal. “la


inducción es el camino del espíritu que va de los individuos a los
universales”. Es el conocimiento de lo universal en lo particular temporal.
La inducción concierne al juicio. La inducción proporciona los principios
de la ciencia, pues ésta nos lleva a adquirir conocimiento de los
universales, porque es la inducción la que nos hace conocer los principios.
Observación, experimentación, verificación y demostración, son el proceso
del método inductivo en las ciencias experimentales.

Tenemos entonces que para las ciencias experimentales, la inducción es


el método que consiste en inferir de muchos casos particulares la validez
de una ley general (admitida de ante mano hipotéticamente) que se aplica
también a los casos análogos no observados.

La inducción sólo se impone con necesidad lógica cuando es completa,


es decir, cuando son conocidos todos los casos posibles.

CAPITULO VI Auto conciencia y conocimiento del otro

Somos autoconscientes junto a nuestra presencia en el mundo y en


medio de otras personas que también tienen conciencia. Nuestro yo es inter
subjetivo, no solitario, está abierto al mundo y a los otros de modo permanente
y constitutivo. La auto conciencia està conectada con la libertad, pues siendo
conscientes como podemos dirigir nuestros actos y conducta como queremos.

La conciencia equivale al saber, al conocimiento cierto. Conciencia es


la advertencia que el sujeto cognoscente tiene de si mismo, de sus actos y
estados existenciales.

El control personal de la conciencia depende de la voluntad. De


nosotros depende la decisión de prestar atención a algo, la aplicación de la
inteligencia a ciertos objetos y la adopción de vías metodológicas para buscar
el conocimiento verdadero.

El conocimiento de los demás.

33
Nuestro conocimiento no se ejerce aisladamente, conocemos junto a los demás
y a través de una comunicación continua, personal y social.

La filosofía contemporánea, nos presenta el tema de la


intersubjetividad, como reacción al racionalismo, donde sólo se tiene certeza
de la propia conciencia, cayendo en la radicalidad del solipsismo, solo existo
yo con mis pensamientos y los demás se transforman en una hipótesis o en una
realidad incorporada a mi subjetividad, cuyo trascender es problemático,
porque no puedo llegar a conocer a los demás como son.

Para el racionalismo el conocimiento externo está limitado a los


fenómenos físicos. Por tanto, yo vería solo el cuerpo de los demás, escucharía
el sonido de sus palabras, perro cualquier intento de ir más allá, sería una
teoría o hipótesis.

Puntos centrales en el conocimiento de las otras subjetividades.

La percepción del otro.

Percibimos a nuestros semejantes mediante una experiencia inteligente


inmediata, experiencia que se va formando desde nuestra infancia, por la
acumulación de relaciones interactivas con los demás, a través del lenguaje.

La persona no puede crecer intelectualmente por si sola, especialmente


en sus primeros años de formación.

La persona se expresa a través de gestos y palabras. Los momentos


esenciales del encuentro personal son la mirada, el saludo, el gesto facial
amistoso, el dirigir la palabra y el responder de modo simétrico a estos actos:
es difícil ignorar a una persona presente como si nada ocurriera.

En el encuentro personal se accede de modo directo con la percepción


sensible la subjetividad, del otro, al otro no como cosa, sino como ser
espiritual, un ser sin dualismos, una persona sin separaciones (cuerpo-alma).

El encuentro personal.

El encuentro interpersonal tiene varios elementos fundamentales, a saber:

34
El dialogo o conversación, que es el acto directo y completo de la
comunicación con el otro, en el que se percibe de modo interactivo su
existencia personal.

Los tipos específicos de encuentro son muchos: maestro/alumno,


marido/mujer, padre/hijo, jefe/subordinado, pastor/fiel, entre amigos etc.

Los símbolos. Nos comunicamos a través de símbolos, dotados de


significado intelectual, Los animales lo hacen a través de señales sensibles.
Los símbolos se usan en contextos pragmáticos. Los gestos, las expresiones de
la voz, las aclaraciones ayudan a la interpretación correcta de lo que se dice Si
los símbolos no se comunican bien o no se reciben adecuadamente, se produce
un defecto de comunicación. La hermenéutica es la ciencia que estudia la
comunicación a través de los símbolos, por lo tanto, la comunicación
interpersonal se produce de modo hermenéutico, es decir, se cumple en el
intercambio de símbolos adecuadamente interpretados.

Los contenidos simbólicos permiten que las personas en dialogo


penetren de algún modo en la interioridad ajena. La comunicación es una libre
revelación al otro, permiten identificarse en algo común.

Intencionalidad comunicativa. En las conversaciones, cada uno


aprende a comprender las intenciones del interlocutor, lo que nos lleva a
escuchar y responder.

El dialogo se corta si falta la voluntad de comunicarse, sin poder


llegar al entendimiento mutuo

Conciencia y voluntad hermenéutica. En el dialogo ordinario, cada


uno capta al otro y se sabe captado por él. Cada uno sabe que sus gestos y
expresiones serán interpretados (conciencia hermenéutica), empeñándose en
que se interprete como es lo que quiere comunicar (voluntad hermenéutica).

Dimensión afectiva. El dialogo requiere un consenso voluntario mutuo,


un mínimo de benevolencia entre los interlocutores.

Fe y comunicación. Para entablar un dialogo hay que estimar creíble y


verdadero lo que los demás nos dicen, el dialogo no es creíble si comienzo

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dudando de lo que me diga el otro, esto corrompe el dialogo. (filósofos de la
sospecha)

Simetría y asimetría en el conocimiento personal.

El encuentro personal es simétrico: el que habla es escuchado, pero


debe también escuchar y responder. Sin embargo, el conocimiento de los otros
no es simétrico, pues el interior de los demás es inaccesible si no se
manifiesta. Los otros no pueden experimentar nuestros sentimientos, pero si
pueden participar en ellos con empatía.

A veces desde fuera nos conocen mejor, pues poseen una visión más
objetiva que la nuestra o una mayor madurez en la comprensión de estados
anímicos y situaciones personales. Desde el punto de vista de la experiencia,
solo nosotros sentimos lo que nos sucede, pero nos resulta màs difícil
interpretarnos y juzgarnos con realismo. Una persona madura, que nos quiere,
puede orientarnos mejor que nosotros mismos. La auto conciencia del otro
transfiere a si lo que el otro siente, lo comprende, es su “alter ego”. Por eso, no
podemos absolutizar al otro, en ellos no encontramos bienes absolutos.

Conciencia colectiva. La persona debe estar abierta a toda persona


humana, verla como un tú, como uno igual, con los mismos valores. No puede
haber un exclusivismo colectivo, pues este excluye a los que no pertenecen al
grupo escogido. La conciencia colectiva excluyente es patológica
(nacionalismos, determinismos culturales), ha provocado infinitas injusticias
en la historia.

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