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BmLIOTECA DE JURISPRUDENCIA, FILOSOFIA :t HISTORIA

ENSAYO
DE

SEMÁNTICA
(CIENCIA DE LAS SIGNIFICACIONES)

POR

MIGUEL BRÉAL
Miembro del InslÍtuto de Francia.

Precio: CINCO pesetas.

MADRID
LA ESPAÑA MODERNA
Calle de Fomento, nOmo 7.
ENSAYO DE· -SEMÁNTICA
OBRAS PUBLICADAS
per L..t. ESPAÑA HODERlW..t., qae le hallaD de "eDCa
eD 110 AdmlDlstraclóD, FomeDto, '7, JIIadrld. y qoe rece-
meDdamoll especialmente á Doeslroll f."oreccdores.
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romano, 7 pesetas.
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mana, 12 pesetas.

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oiones de la Sociologla y las Instituciones domésticas, 9 peso-
tas.-Las Instituciones sociales, 7 posotas.-Las Instituclonel
poUticas (2 tomos), 12 pellet8s.-Laslnstituciones eclesilislicas,
6 pesetas.-Las Instituciones profesionales, 7 pesetas.-Las lnll-
Utuciones industriales. 8 pesetas.-La Justicia, 7 pesetas.-La
Moral de los diversos pueblos y la moral personal, 7 pesetas.-
La Beneficencia, 6 pesetas.- El Organismo social, 7 pesetas.-
El Progreso, 7 pesetas.-Exceso de legislación, 7 pesetsll.-De
las leyes en general, 8 pesetas.-Etica de las prisiones, 10 pe-
setas.
BmLIOTECA DE JURISPRUDENCIA, FILOSOFÍA É HISTORIA

ENSAYO
DE

SEMÁNTICA
(CIENCIA DE LAS SIGNIFICACIONES)

POR

MIGUEL BREAL
Miembro del Instituto de Francia.

MADRID
LA ESPA~A MODERNA
Calle de Fomento, ndm. 7.
ES PROPIEDAD

11758.-Imp. de Ga.briel L. Homo, Sa.n Berna.rdo, 99. Tel8f.3O'.i!S.


fJedico esle lihro

¡J la memoria de mi 'luerida mujer

cuyo pensamienlo iza eslado presenie


en lodas las izoras de mi lrah'!/o.
ENSAYO

DE

SE:b.lI:·ANTIOA

IDEA DE ESTE TRABAJO

Silcédense los libros de gramática comparada, asl


para aso de los estudiantes como del público en gene-
ral; y, sin embargo, no creo que lo que ofrecen sea
exactamente lo que importaba dar á conocer. Para
quien sabe interrogarle, el lenguaje está lleno de lec-
ciones, ya que en él deposita la especie humana desde
hace tantos siglos las .adquisiciones de su vida mate-
rial y moral; pero hay que tomarle, al efecto, por el
lado que habla á la inteligencia. Si nos circunscribi-
mosA los cambios de las vocales y de las consonantes,
reducimos ese estudio á las proporciones de una rama
secundaria de la acústica y de la fisiologla; si nos con-
tentamos con la enumeración de las pérdidas que su-
fre el mecanismo gramatical, parece como si asistié-
semos á la mera ruina de un edificio; si nos encerra-
mos en vagas teorias sobre el origen del lenguaje,
afiadimos, sin gran ventaja, un capitulo á la historia
de los sistemas. En mi sentir, hay otra cosa que hacer.
Extraer de la Lingüistica lo que de ella puede despren-
derse como alimento para la reflexión, y-no temo
2 ENSAYO DE SEMÁNTICA

afiadirlo-corno regla para nuestro propi~ lenguaje,


puesto que cada uno de nosotros colaboramos, por
nuestra parte, á la evolución de la palabra humana:
he 'ahi lo que merece sacarse á luz; he ahi lo que yo
he tratado de hacer en este volumen.
,No hace aún m':lcho, la Lingüistica hubiese creldo
desmerecer confesando que pod(a servir para alguna
cosa práctica. Presumia existir para si misma, y se
,preoc~paba tanto del beneficio que pudiese reportar
al común de los hombres como el astrónomo de la pre-
visión de laS mareas, cuando calcula la órbita de los
cuerpos celestes. Au~que 'mi~ 'cole~as estimen que es
rebajar nuestra ciE:incia, n~,creo'que,sean justificadas
tales pretensiones. No éúadran al estudio de una obra
humana como ~llengu~je,de una obra comenzada y
proseguida en 'viSta de un'objetopráctico¡ y'~edonde,
por consiguiente, no podría separarse 'en ningún mo-
mento la idea de la. utilidad. M~s aún: 'creo que,seria
privar á estas investigaciones lo que constituye IIU
valor. La LingUistica habla al hO,mbré de él mismo:
le hace ver cómo ha construido, cómo ha perfecciona-
do lentamente, 'en medio de obstáculos de todas índo-
les, y á pesar de momentáneos retrocesos, el instru-
mentornAs indispensable de civilización. También la
compete decir por qué medios se conserva ó se altera
~se instrumento que se nos confla y de que somos res-
ponsables ... Extrafia sorp,resa debe ser, para el lector
que piense, oir decir que el hombre no entra para na-
da en el desarrollo del lenguaje, y que las palabras-
forma y sentido-llevan una existencia que les es
propia.
El abusp de las abstracciones y de las metáforas:
tal ha sido, tal 'es aún el peligro de nuestros estudios.
llemos visto tratar á las lenguas como seres vivos: se
POR MIGUEL BRÉAL

nos ha dicho que las palabras nadan, trababan com-


bates, se propagaban y morian. No habria nada que
oponer á estas maneras de hablar, si no existiesen
personas que las tomaran al pie de la letra. Pero,
puesto que existen, no debe ~esarse de protestar con-
tra una terminologia que, entre otros inconvenientes,
tiene el de dispensarnos de inquirir las causas verda-
deras (1).
Las lenguas indo-europeas 'están condenadas al len-
guaje figurado. Les es tan 'imposible librarse de él co-
mo al hombre, según el proverbio árabe, saltar fuera
de su sombra. A ello las obliga la estructura de la
frase: es una tentación perpetua á animar lo que no
tfene vida, á convertir en actos lo que es un simple
estado. Ni aun la seca gramática puede sustraerse á
tal tentación: ¿qué otra cosa es que -un comienzo de,
mito, cuando se dice que Myxw presta BUS tiempos á
'l'qx." 6 que clavo toma una 8 en el plural? Pero los lin-
güistas deberian estar más en guardia que nadie con-
tra ese lazo ...
No es sólo el hombre primitivo, el hombre de la na--
turaleza, el que se toma á si propio por medida y por
modelo de toda cosa, el que llena el cielo y el aire de
seres semejantes á él. La ciencia no está exenta de
ese error. Mirase el cuadro genealógico de las len-
(1) A.l escribir esto, pienso en toda una serie de libros y de
artículos, tanto extranjeros como franceses. El lector francés
se acordará sobre todo del librito de Arsenio Darmesteter, La
Vida de las palabras. El autor ha prolongado y extremado IR
comparación en tales términos que á veces parece creer en sus
metáforas; defecto perdonable si se piensa en el calor de la re-
dacción. Yo he sido amigo, mientras vivieron, de los dos Dar-
mesteter. esos A!!vins de la filologra francesa; he tributado
homenaje á su memoria, y sentiría decir nada que pudiera
ofenderla. (Véase, al fin de este volumen, mi arUculo sobre La
Vida de las palabra.v.)
4 ENSAYO DE SEMÁNTICA

guas, según se describe y aun dibuja en más de una


obra:, ¿no es produ~to del más puro antropomorfismo?
¿Qué no se ha escrito sobre la diferencia entre las len-
guas madres y las lenguas hijas'! Las lenguas no tienen
hijas; tampoco dan á luz dialectos. Hablar del proto-
helénico, ó del proto-ario es copiar un habito de pen-
samiento propio de otro orden de ideas, es ajustar las
hipótesis de la lingülstica al mOd,elo de la zooiogla. Lo
mismo acontece con esa lengua indC?-europea proétni-
ca que no se cansan de construir y de reconstruir tan-
tos lingüistas: es lo 'que hadan los griegos ,cuando,
para dar: cuenta de las diferentes razas, imaginaban
.1os antepasados Eolo, Doro, Ion y Aqueo, hijo ó nieto
de Hellen(~). ' '.
Pocos libro~ hay que, en 'reducido volumen, conten-
gan tantas paradojas como el librito en que Schleicher
expone sus ideas sobre el origen y el des~rrollo de las
lenguas. Ese espiritu, tan claro y metódico por lo co-
mún, ese botánico, ese darwiniano, revela en tal obra
,hábitos de pensamiento que se hubiesen esperado más
bien en algún disdpulo de la escuela mistica. Asi, segUn
él, la-época de 'perf~cci6n de las lenguas pertenece á
un pasado remoto, anterior á .toda historia: 6Rcuanto
entra en la' historia un pueblo, y empieza á tener una
literatura,'se declara una decadencia irreparable. El
lenguaje se desarrolla en sentido contrario á los pro-
gresos del esp~ritu. i Ejemplo notable del poder que
pueden ejerce'r las primeras impresiones, las ideas re-
cibidas en la rnfancia (2)1
, ,
(1) A.quf es ocasión de recordar este pensamiento de Gothe:
Der,Menschbegreiftniemals wie anthropomorphisch er ist.-
Véase también el ,reciente trabajo de M. Victor Henry: Ántino·
mies lingu,istiques.
(2) .En UD principio Schleicher había estado -destinado al es-
tado eclesiástico. Después habla sido hegeliano.
POR }IlGUEL BRÉAL 6

Dejando á un lado los cambios de fonética, que son


del dominio de la gramática fisiológica, yo estudio las
causas intelectuales que han presidido á la transfor-
mación de nuestras lenguas. Para introducir orden en
esta investigación, he clasificado los hechos bajo cier-
to número de leyes; más lejos se verá lo que entiendo
por ley, expresión que no ha de tomarse en el sentido
in;tperativo. No se trata tampoco de leyes sin excep-
ción, de leyes ciegas, según reputan las de la fonética
algunos escritores. Yo he procurado, á la inversa, se-
lialar los l1mites en que se detiene cada ley. He pues-
tode ~anifiesto que la historia del lenguaje, alIado
de cámbios proseguidos con rara consecuencia, pre-
senta también una porción de ·tenta.tivas esbozadas,
que se han quedado á mitad de camino.
Seria. la primera vez que se encontrase, en las co-
sas humanas, una marcha en linea recta, sin fluctua-
ción ni rodeo: Las obras humanas, al contrario, se
nos .presentan como cosa laboriosa, entorpecida de
continuo, ya por las supervivencias de un pasado que
es imposible anular, ya por empresas colaterales con-
cebidas en otro sentido, ya por los efectos ine:lperado8
de las propias tentativas presentes .
. .. Varias ,eces he empezadoY,dejado el libro que
hoy me decido á entregar al público, y del cual anti-
cipé, á titulo de ensayo, algunos fragmentos (1). ¡Cuán-
tas veces, retrocediendo ante las dificultades del asull-
to, me prometi no volver sobre él! Y, sin embargo,
no habrá sido inútil para la obra esta larga incuba.-
ción. Por lo menos, veo mAs claro ahora en el des-
arrollo del lenguaje que hace treinta alios. Mi progre-

(l) En mili Mélaf'lgts de mllthologie el de linguislique, en el


Annuaire de Z'../lSlociation d~s éludes grecques, en las Métlloir.
de la Société Ile linguistique, en el Journat des savants, etc.
(j ENSAYO DE SEMÁNTICA

80 ha consistido 'en .dejar á un lado todas las causas


segundas y fijarme en la única causa verdadera, que
es la inteligencia y la voluntad humana.
Hacer intervenir la voluntad en la historia_ del len-
guaje parece casi una herejía: tal empen'o se ha pues-
to en apartarla y desterrarla de ella desde, hace- cin-
cuenta afios. Pero, si se ha hecho bien en renunciar A
la antigua ciencia, los investigadores, cayendo en el
extremo opuesto", s~ han contentado con una' psicolo-
gía demasiado sencilla. Entre los actos de una volun-
tad consciente, reflexiva, y el puro fenómeno instinti-
vo, ha.y puesto de sobra para muchos estad~s inter-
medios, y ·nuestros· ~ngüistas habrían, aprovechado
poco las leccion~sde la filosofía contemporánea; si
continuasen impon!éndonos la elección entre los dos
extremos de 6.se. f(lllema. Hay que cerrar lós ojos A la
eviden~iap~r~'~9~;ver que Alos cambios del lenguaje
preside una voluntad oscura, pero perseverante.
¿Cómo hay que representarse esa voluntad? ,
Creo que hay que representársela bajo la forma de
millares, de millones,de miles de roillanesde ensayos
emprendidos Atientas, las más de las veces desafor-
tunados,· A veus seguidos de un éxito parcial, y que·,
guiados, corregidos y perfeccionados de esa suerte, vi-
nieron á precisarse en Cierta dirección. El objeto, en
materia de lenguaje, es hacerse cqínprender. El nifio
ejercita su lengua durante meses en proferir vocales y
en articular consonantes; ¡cuántos abortos antes de lle-
gar á pronunciar claramente una silaba I Las innova-
ciones gramaticales son de la misma índole, con la·di·
ferencia de colaborar en ellas todo un pueblo. ¡Cuán-
tas construcciones torpes, incorrectas, oscuras, hasta
encontrar la expresión no adecuada (no la hay), pero,
Al' menos, suficiente, del pensamiento! En ese largo
POR MIGUEL BRÉAL 7

trabajo no hay nada que no emane de la volun-


tad (1).
Tal es el estudio á. que invito á. todos los lectores~
No se espere encontrar en él hechos de naturaleza
muy complicada. Al contrario, como siempre ocurre
alli donde está en juego el espiritu popular, sorpren-
de la sencillez de los medios, sencillez que contrasta
con la extensión y la entidad de los efectos obtenidos.
He buscado deliberadamente mis ejemplos en las
lenguas más generalmente conocidas; fácil será au-
mentar el número; fácil será. también sacarlos de re-
giones menos exploradas. Como las leyes que he tra-
tado de indicar son más bien de orden psicológico, no
dudo que se comprueben fuera de la familia indo·eu-
ropea. Lo que he querido hacer es trazar algunas
grandes lineas, marcar algunas divisiones y como un
plano provisional en un terreno no explotado aún, y
que reclama el trabajo mancomun'ado de varias gen-e-
raciones de lingüistas. Ruego, pues, al lector, que mire
este libro como una simple Introducción á la ciencia
que he propuesto llamar Semántica (2).

(1) «Un soplo (exclama en alguna parte Herder) se trueca


en la pintura del mundo, en el cuadro de nuestras ideas y de
nuestros sentimientos _. Es presentar las cosas como filósofo
prendado del misterio. Habla más verdad en el cuadro trau-
do por Lucrecio. ¡Siglos é infinidad de esfuerzos han sido me-
nester psra que ese soplo produjese un pensamiento clara·
mente formulado!
(2) l:'l!-'4\1'tIXi¡ 't~Xvr¡, la ciencÍa de las significaciones, del verbo
CfTlIJ4[~, «significar., en oposición á la Fon4ticCJ, la ciencia de
los sonidos.
PRIMERA PARTE
LAS LEYES INTELECTUALES DEL LE_GUAJE

CAPITULO PRIMERO

LA LEY DE ESPEOIALIDAD

Definici6n de la palabra ley.-Falaa idea reinante aoerca de laa


lenguaallamadas rintétictU y analttictU. - La especia lidad de
la funoión es una de las cosas que caracterizan á las lenguas
BnaUticaa,

Llamamos ley, tomando la palabra en el sentido


filosófico, á la relación ,constante que se descubre en
una serie de fenómenos. Se verá esto más claro con
uno ó dos ejemplos.
Si todos los cambios que se verifican en el gobierno
y en los hábitos de un pueblo, se verifican en el senti-
do de la centralización, decimos que la centralización
es la ley del gobierno y de los hábitos de ese pueblo.
Si la literatura y las artes de una época 8e distinguen
por cualidades de orden y de medida, decimos que el
orden y la medida son la ley de las artes y de la lite-
ratura de esa época. De igual modo, si la gramática
de una lengua tiende de una manera constante á sim-
plificarse, podemos decir que la simplificación es la
Zey de la gramática de esa lengua.. Y, para.. llegar á
nuestro asunto, si ciertas modificaciones del pensa-
10 ENSAYO DE SEMÁNTICA

miento, expresadas en un principio por todas las pa-


labras, se reservan poco á. poco para un pequefio nú-
mero de palabras, ó aun para una palabra, que asu-
me la función P9r sI sola, decimos que la especialidad
es' la ley que ha presidido á esos cambios. No po-
dría pensarse en una ley previamente concertada,
ni menos impuesta en nombre de una autoridad su~
perior.

, Todo. el mundo conoce la. distinción, ya vulgar en '.


fuerza

deI repetfrse, eatre las lenguas llamadas 8intéti-.
ca, y Jas lenguas llamadasanaUticas. Todo el mundo
puede .decir también más Ó menos completamente en·
qué consiste la diferencia .. Pero cómo y por qué cau-
sas se ha realizado esa evolución es cosa.sobre la cual
reinanaÚD las ideas más vagas y más inexactas.
Nadie ha expresado mejor queJo J. Ampére, enun
libro justamente criticado, pero· que, -'en este punto,
representa todavia á la hora actual las. ideas de la
mayoria, de' qué modo suele concebirse la relación
existente entre el latín y las lenguas románicas. Cito'
sus palabras:
eLa antigua síntesis gramatical en cuya virtud es-
taba organizada la lengua que muere, esa síntesis se
halla destruida; las flexiones gramaticales se han per-
dido; no se distinguen ya' suficientemente los casos de
ios nombres ni los tiempos de los verbos. ¿Qué ha.cer
para salir de esta confusión? Se discurre expresar por
palabras separadas las relaciones que expresaban los
signos gramaticales confundidos Ó abolidos; se suplen
por preposiciones las ,terminaciones que distingulan
108 casos de los sustantivos; se reemplazan por auxi-
liares las que marca.ban los tiempos de los verbos.
POR MIGUEL BRÉAL 11
--------------~.------------------~--------
Se indican los géneros por articulas y las personas por
pronombres .•
c... En todas las lenguas se ha empleado el mismo
remedio contra el mismo mal, se ha discurrido el mis-
mo expediente en el mismo conflicto (1) .•
De modo que se habrfan inventado procedimientos
nuevos para reparar ruinas, para remediar un mal,
para salir de la confusión. Presentar las cosas de este
modo (y repito que la misma idea existe aún en la ma-
yoria. de los lingüistas, aun en los que han sido mAs
severos con ese libro) es desconocer la verdadera su-
cesión de los hechos, es hacer ininteligible la historia
de las lenguas. En realidad no habido que reparar
ruinas, puesto que las terminaciones desechadas ha-
bian llegado á ser inútiles hacia mucho tiempo. Las
lenguas antiguas no conociero¡. ningún conflicto. En
vez de esa historia inverosimil, seria tiempo de es-
cribir otra· más sencilla y verdadera.
A la cabeza de esa historia deberá colocarse la ley
de especialidad.
Una tendencia del espiritu, que se explica por la
necesidad de claridad, es sustituir los exponentes va-
riables, adheridos, por exponentes invariables, inde-
pendientes: tendencia conforme con el fin general del
lenguaje,_que es hacerse comprender con el menor tra-
bajo posible. Pero, como las condiciones en que está
colocado el lenguaje no permiten la creación ea:: nihi-
lo, ese esfuerzo se realiza lentamente, por medio y á
expensas de lo que antes existIa.

Un primer ejemplo, muy tangible, nos le proporcio-


nan el comparativo y el superlativo.
(1) HistoirlJ de Za Zangue franfiaise, 2.- ecHo., págs. 3 y 10.
12 ENSAYO DE SEMÁ.NTICA

En las lenguas antiguas, el adjetivo expresa la gra-


dación por medio de sufijos. Esos sufijos empezaron
por Ber numerosos y diversos. Así: el comparativo
podía indic"arse por las sllábas ro (superu8~ inferus),
te1'O (interus, ea:terus), ior (purior, lai'gior). El super-
lativo podía indicarse por las silabas mo (summus, in-
fimus), timo (intimus, ea:timus) , issim() (dulcissimus).
Ellatin, tal y como le conocemos" había renunciadp
ya. á. esa diversidad, no conservan"do para c~da. gradó
más que un 8010 sufijo .rior, issimus). Primera simplifi-
cación/ .
. SiA~llat1ri .pasamos , al ~rancés, vemos /que tiene
aún algunos comparativos' ál~ usanza antigua, heren-
cia del latin::graignor,lo,!t;or, ~aut;or, ju"enor, gen-
cior (1)., Tiene también. algunos'superlat~vos: pesme
(pessimus), ~roisme ~roa:imusJ.., Pero ese mecanismo,
privado ya de sIr verdadero sentido, acaba por des-
aparecer, y no, como se ha dicho; a. conSecuencia de la
alteración fonética (porque esas palabras eran perfec-
tamente viables), sino por la acción de la ley de espe-
-cialidad. Una sola palabra asume' en francés la fun-
ción de tod~s esos comparativos y 8uperlati~os. Lo
mismo en las demás lenguas romances. En francés,
plusj en italiano, piuj en espafiol, más; en portugués,
mais,~ en rumano, mai.
Pero lo que hay que notar es.:que esa palabra pri-
vilegiada que sucede á todos los comparativos de otro
tiempo es, á. su vez, un comparativo. Pl~s representa
el antiguo latino ploius (= griego "ltAE!O'ol); el espafiol
más y el portugués mais representan magis. Ese voca-
blo es, pues, el último superviviente de una especie
ex.ting~ida (y extinguida no sin intención), que reem-

(1) Comparativos de grand, forl, haut, jeune, gent.


POR MIGUEL BR}al~ 13

plaza por si solo á todos los otros. Las únicas excep-


ciones son algunos comparativos como mejor, peor,
menor, usados tan frecuentemente que no los ha su-
plantado el nuevo procedimiento, sobre el cual tenian,
por otra parte, la ventaja de la brevedad.
Ya por este primer ejemplo podemos yer en qué
consiste la ~ey de ~specia1idad.Entre todas las pala-
bras de cierta especie, marcadas con cierto sello gra-
matical, hay una que poco á poco se destaca" y se
hace el exponente por excelencia de la noción grama-
tical que cifra; pero al mismo tiempo pierde sU,valor
propio, y no es_ ya más que un instrumento gramati-
cal, uno de los rodajes de la frase. Cuando decimos un
temps plus long (un tiempo más largo),. une journée
plus courte (un dia más corto), la 'palabra plus sirve
para determinar el adjetivo á que precede; pero por
si misma no tiene más contenido semántico que la de-
sinencia ior (1). Se adivina al propio tiempo por qué
la ley de especialidad ,necesita siglos para ejercer su
influjo. Las palabras son demasiado significativas por
si para prestarse de buenas á primeras á ese papel de
auxiliares. Hace falta que un largo uso en asociacio-
nes diversas haya preparado lentamente losesplritus
á despojarlas de esa demas[a de valor.
No es, pues, la calda de las desinencias, según se
dice, lo que trajo, como una especie de remedio extre-
mo, el empleo de plus y de magis; ese empleo princi-
pia en una época en que las desinencias eran de uso
corriente. Hasta se encuentra el empleo simultáneo de
(1) Eso no obsta para que continúe empleándose la palabra
plus, en el sentido de 'ltAETOV, y con su plena é íntegra significa-
ci6n. Ejemplo: ~ En voulez-IJous plus? (¿queréis más?) -Qui
peut le plus peut le moins (quien puede lo más puede lo me-
nos).) Tendrem03 en adelante numerosos ejemplos de esta seg-
mentación de los sentidos.
14 ENSA YO DE SEMÁNTICA

los dos procedimientos: Plauto escribe magis dulciu3,


magis facilius, mollio1" magis. Estos ejemplos nos pre-
sentan la idea comparativa empezando ya á elegir do-
micilio muy particularmente en cierto adverbio, aun-
que siga' aún en pleno vigor el mecanismo-io1', -
issimus.

Vengamos ahora á la sustitución' de las antiguas


declinaciones por las preposiciones.
Se sabe que cada s~8tantivo denotaba al comienzo
las relaciones de dependencia, de interioridad, de ins-.
trumento,' ~tc., ~ediante 'modificaciones de su parte
final. Pero ese medio de, expresión, era complicado é
insuficient~ ,a 1a vez. Era complicado por la circuns-
tancia de que los sustan~vos, no estando constituidos
todos de igual manera; presentaban en un mismo caso
formas diferentes (genitivo:, domini, 1'osae, arbo1'is, ·et·
cétera) .. Era insuficiente, porque los casos de la decli-
nación eran demasiado poco numerosos para expresar
'todas las relaciones que' el espiritu podia concebir (1).
Tal fué la razón ~e, que alIado de esos casos se colo-
casen adverbios que servian para determinarlos. Pero
la ~ostumbre de c'olocarel mismo adv.erbio alIado del
mismo caso no podia menos de producir en los espiri-
tus, á la larga, un efecto de que tendremos otros ejem-
plos mas en lo sucesivo: entre la ~exión, y la particula
de lugar ó de tiempo la inte,ligencia creyó descubrir
una relación especial, una relación de causa á efecto.
En vez de mirar el adverbio como un simple determi-

(1) Los casos de la declinaci6n indicaban bien ellllgar adon-


de se va, el lagar de donde 80 viene. el lagar en donde BO está,
Pero no habla desinencia para decir «81 través de', para docir
«sobre'. para decir «con~, para decir «alrededor de», etc.
POR MIGUEL BRÉAL 15

nante del caso, la inteligencia popular vió en él la ra-


zón de ser del caso: paralogismo perfectamente cono-
cido, que la filosofía designa con la fórmula cum hoe,
ergo propter hoc. Pero, cuando el paralogismo es de
todo el mundo, se sabe que dista muy poco de produ-
cir la impresión de una verdad. En materia de l~ngua­
je, lo que el pueblo cree percibir paea al estado de
realidad. Los adverbios de lugar y de tiempo como
cbt6, mp[, ht!,~, ...n«, 1tcrpá, después de servir de acom-
pafiamiento al genitivo, al dativo ó al ac~sativo, vi-
nieron á. ser la causa de estos casos: de adverbios, que
eran, pasaron á. ser preposiciones. La mente los dotó
de una fuerza transitiva (1).
En la lengua homérica la transformación está ya
realizada en sus tres cuartas partes (2). Lo está total-
mente en los más· antiguos monumentos que nos han
cORBervado la lengua latina. Al contrario, en los tex-
tos védicos vemos aún en el estado de adverbios las
palabras que han pasado Asar las preposiciones tan
conocidas pe,., ob, acl, sub, super, ab •..
A partir del día en que la lengua posee preposicio-
nes, la existencia de la declinación está. amenazada.
¿A qué, en efecto, esos casos que no anaden nada al

(1) En laSiotaxls de Delbrück se encontrarán numerosos


ejemplos de este cambio de papel, de este tránsito de los anti-
guos adverbios á preposiciones. Pero, en punto al orden y al
encadenamiento de los hechos, mi opinión no ooincide con la
. del autor del Grundrias. -
(2) En esta frase: ~AEcpá¡x.¡II Curó &ixpuov '1jXEII (a palpebris lacri
mam demisit), ami está acompanando al genitivo más bien que
rigiéndole. Lo mismo pueda deoirse de E'It[ con el dativo: oTaI~
E'It[ ZE~ 6'1XE XCEXÓ" ....61'0" (quibus Jupiter imposuit malam sor-
tem). O del acusativo con 'ltEP[: V'!aov 'l:T¡II 1tEpt 1t6,,1:0I0 ciTcdpI'toc;
lqucpávcil'tcn (iosulam quam oircum pontusiotJnitus ambUlo Se
'podría suponer también, en estos ejemplos, que la partíoula dé
-lugar determina los verbos.
16 ENSAYO DE SEMÁNTICA

sentido? ¿No basta la preposición? Basta perfectamen-


te, y aun bace mejor servicio, porque denota de una
manera precisa y explicita relaciones que la flexión
indica de una manera vaga y general. Además, es de
uso más cómodo, porque es siempre semejante á si
misma, fácil siempre de reconocer. Sin embargo, como
nada se hace deprisa cuando se trata d('l hábitos secu-
lares comunes A grandes masas de hombres, las desi-.
nencias no desaparecen al punto y de una vez. Prin-
Cipian por 'tornarse inciertas. Se usan con distracción,
~econf~deri unas con otras ...
. Los. 'primeros síntomas. de esa transformación se
remontan mucho mAs lejos de l~ que suele creerse. Se
'ba'citado fre9uentemente el pasaje de Suetonioen que,
hablando de 'las costumbres ,del emperador Augusto,
dice que éste, para mayor claridad, no teml'a afiadir
preposic!ones A los nombres y conjunciones A los, ver-
bos. El pasaje es ,interesante en si miSmo. Pero bay
que Dotar sobre todo las últimas palabras: (praeposi-
tio1les) quae detractae afferunt aUqúit'obscuruátis, e~si
gratiam augent (1). Era, pues, elegante, de buen tono,
\
pasarse 'sin la ayuda de las preposiciones y de las
corijunciones:'era el antiguo lenguaje :latino. Pero el
emperador adoptó el Uso nuevo: se sabe que solia
afectar hábitos rústicos.
Deesa habla rústica tenemos otro testimonio contem-
porAneo: es la dedicación y el reglamento de un temo
plo de la Sabinia, en el afio 67 antes de J. C. (2). Ese re-
gla~ento prevé el caso en que se hiciesen donaciones
altemplo: Si pecunia ad id templum data erit ... , Quod
ad eam aedem donum datum erit ... En vez del dativo,
tenemos la construccién moderna: cA este templo .•
(1) Vida de Octavio AugUllto, 86.
(?) C. I. L., IX, 3.513.
POR MiGUEL BRÉAL 17
Notemos que se trata de un documento oficial, jurí-
dico y religioso á la vez. La lengua oficial tiende á ser
I

arcaica, si no padece en nada la precisión; pero, des-


de el instante en que la precisión está en juego, no
retrocede ante el neologismo.
Ya poco tiempo después de Augusto asistimos á la
decadencia de las desinencias de caso. En Pompeya se·
escribe: Cum discentes, ccon sus discípulos-; eum col-
legas, ccon sus colegas •. En una inscripción de Mise-
na, del afio 169 después de J. C., se lee: per multo tem-
pore. En otra, casi del mismo tiempo: ex liUeras (1).
Ellatin de Africa, des,de la época de Adriano, ofrece
á menudo e~te género de defecto,. Un ingeniero de
Lambese, que .sabe muy bien su lengua., se equivoca,
no obstante, en este punto, y escribe: a rigorem, sine
curam (2),
Si descen~emos otros dos siglos, vemos más in~ierto
cada vez el uso de las desinencias, más frecuentes
cada vez el de las preposiciones. En la Peregrinaeión
de Silvia (siglo IV) se hallan locuciones como éstas:
Fundamenta de habitationibus ipsorum." Fallere vos
super hane rem non possum... Valde instruetus ~e
scriptw·is ... Y aún: Lecto omnia de libro Moysi, cleíao
todo lo del libro de Moisés., AlIado de las preposici~­
nes latinas se encuentra la preposición griega xa:o(~.
Cata singul08 hymnos fit .oralio (3).
En su libro sobre El laUn de Gregorio de Tours,
M. Max Bonnet adv~erte que Gregorio se equivoca en
el uso de los casos cuando van precedidos de una. pre-

(1) C.1. L., VII, 10.5. . 0; X, 3.344.


(2) Boissier, ~urnal des Savants, 1896, p. e03.
(3) Se sabe que esta preposición ha pallado después á las
lenguas románicas: espai'lol, cada uno; italiano, caduno; anti-
guo francés, cha1Ln, cheün.
2
18 F.NSA YO DE SEMÁNTICA

posición (1). Y no es que no conofca. la declinación la-


tina' y no sepa el valor de cadacp.so; es que, cuando
emplea una de las prepoBicionescum, de, ad, per, in,
,ab, le es indiferente usa.r el acusativo ó el ablativo.
No es, pues, por ignorancia, por desgaste de las for-
mas, por imposibilidad de entenderse., por lo .que se
recurrió, como en último extremo, una vez destruida
la deciinación, á otro medio de representar las mis-
mas ideas. No: los primeros ejemplos del cambio se
encuentran en l.a cumbre de la jerarquiaromana yen
el más bello m:omento de la literatura. La lengua de
los negocios débió-ser la' que primero acogiese· 180 in-
novación, preparando asilas v:1as á ~n nuevo sistema
gramatical. '. ,
El hecho más importante de la historia de nuestras
lenguas, el que caracteriza singularmente el tránsito
de la sintesis al análisis, entra, pues, en el dominio del
principio de especíalidtrd. Hay, con todo,un empleo
de los casos en que las preposiciones' nó ofrecen nin·
gún auxilio: es en lo tocante á la distinci6n'del sujeto
y el régimen: Por .eso la' distinción del nominativo y
del acusativo es la que ha durado mé.stiempo. Vol:ve.
remos sobre este punto al tratar deJa construcción.
A medida que los antiguos adverbios se trocaban en
preposiciones, prevaleció el uso de colocarlos regular·
(1) P. 522. Hablando de la confusión de los casos, dice
~. Bonnet: «Licito es dlol.dar 'qUq haya entrado en ella por mu·
cho el desga~te de las formas. No hay que olvidar, en efecto
que sí el acusativo singular no se distingue del ablativo, ]~
mayoria de las veces. más que por una m, que probablemente
se articulaba con trabajo, no sucede lo mismo con el plural y
con el singular neutro de la tercera declinación. Aquí las de-
Iilinencias as é 1s,. os é i!, esLé ibus, es y ebu!¡usé. ibu.Y. us y
ore, en é ine, eIC., hablan conservado sus sonidos perfecta-
mente distintos. No 'se necesitaba tanto para ayudar á discer-
nir los caS08.
POR MIGUEL BRtAL 19

mente delante del sustantivo. Permitaseme hacer so-


bre este particular una observación que creo impor-
tante.
Si no pareciese raro hablar asi, yo diría que jamt\s
han sido más afortunadas nuestras lenguas, que jamás
se han librado de mayor peligro que el dia. en que el
latin tuvo la idea de transformar en preposiciones las
partículas como in, ad, per, cum, que hasta alli era
costumbre adherir á su régimen á manera de postpo-
siciones. Formas como meCUln, tecum, vobiscum, sem.-
per, paulisper, quoad, atestiguan aún ese estado que
atravesó.ellatfn, y de que no llegaron á li!alir nunca
sus hermanos, el umbrío y el oseo. En umbrio, por
ejemplo, no sólo cum, sino in, ad, peT, todas las anti-
guas locuciones de esta especie siguieron siendo post-
posiciones. «En el alta¡r, hacia el altar, sobre el altar-,
se dice asacum, asamen, asamad, y á consecuencia de
la negligencia de la pronuncia.ción, asaco; asame, asa-
ma. e En el limite, hacia el limite, sobre el limite-, se
dice termnuco, termnume, termnu·ma. Y asl sueesiv&-
mente. Ya en el siglo 1 de la era cristiana, por las
faltas que se cometen, se ve empezar la confusión.
Entre el sustantivo y la. pequefta palabra que le sigue
se hacen asociaciones viciosas. Si ellatln no se hubie-
se apartado de ese camino, su declinación hubiese to-
mado un giro muy diferente. En vez de empobrecerse,
se hubiera enriquecido, porque se hubieran formado
nuevos casos. En vez de conducir á las lenguas ro-
mances, ellatin hubiese conducido á un idioma seme-
jante al vascuence.
Por una justa apreciación de las exigencias de la
claridad, las lenguas modernas se han hecho m's ri-
gurosas cada vez sobre este punto. Han exigido que
nada viniese á separar la preposición de su «régimen-.
20 ENSAYO DE SEM;ÁNTlCA
------------- -----------------
Mientras el latin tolera aún algunas intercalacio-
nes (1), el francés no admite excepciones á esta regla.

En ninguna parte se ven tan bien como en inglés los


efectos del principio de especialidad.
El inglés no ha renunciado á. su genitivo; pero ha
hegho del exponente del genitivo un uso ta'n libre, que
obtiene de él los mismos servicios que si fuese un!!, ,pa-
labra. independiente. Después de adoptar como desi·
nencia uniforme de todos los' sustantivos una simple 8,
lÍa movilizado esa,8 en términos de poder ponerla
después de dos 6 de varios sustantivos. The queen of
Great-Britain's n'avy.-Pope and Addison's age. Dé
este modo el inglés ha sabido dotarse de dos var~eda­
des ~iferentes de genitivo: unacori s, otra con o{; una.
progresiva,'otra. regresj.va. Ejemp~o cur~oso que deo,
muestra cóino, por la flexibilidad, puede perfeccionar-
se el mecanismo y émlancharse los recursos de una'
lengua (2).
La. conjugación inglesa va ~ ofrecernos otro ejem-
plo de la l~y de especialidad. ,•
Entre las lenguas modernas,'laI:lás anaUtica es sin
ninguna duda el inglés. ~e ha solido decir que ese ca.-

(1) Por eso no podemos aprobar la moda nueva que se ha


estableoido desda hace algunos afios con respecto á la preposi·
ci6navec.' '
(2) Como advierte Mr. Jespersen, hay cierta elegancia ma-
temática en esa sustitución de las desinencias tan variadas del
latín por tina simple letra. Pero no cabe duda de que los anti·
guos senUan cierta complacencia en esa variedad: era como
una serie de acordes musicales cuya resonancia y mezcla les
gustaba oir. El lenguaje se ha despojado de ese lujo un poco
infantil.
POR MIGUEL BRÉAL 21
rácter anal1tico era debido á la mezcla de la gramá-
tica anglo-sajona y de la gramática francesa: expli-
cación que, enunciada de ese modo, es inexacta. Lo
que es cierto es que las clases superiores de la socie-
dad, sirviéndose del francés durante varios siglos, ha-
blan abandonado el uso del inglés á las clases popula-
res. Ahora, como acabamos de ver, la parte culta de
la nación es la que amortigua la evolución del len-
guaje. Allf donde las aristocracias no se preocupan de
]80 lengua nacional, esa ev~lución adquiere un movi-
miento acelerado.
La conjugación germánica, con SI..S reglas compli-
cadas, que son una gran dificultad para el extranjero,
no deja de ser también bastante dificil para los indlge-
nas. Jacobo Grimm cuenta en alemán hasta doce ·cla-
ses de conjugación, de que se· encuentr:a.n igualmente
en inglés ejemplares más ó meo·os bien conservados.
Quiero hablar de verbos comq, 1 give, 1 gave¡ 1 bind,
1 bound¡ 1 dig, 1 dug¡ 1 hold, 1 held, etc.
Se lIabe cómo remedia est~ dificultad el inglés mo-
derno: en vez de esos presentes y pretéritos de forma·
ciones múltiples, emplea, ó, por 10 menos, es duefio de
emplear el presente 1 do y el pretérito 1 did, haciendo
del verbo una palabra invariable. El cambi.o empezó.
por los giros interrogativos y negativos. Luego el
verbo do,.continuando sus progresos, se introdujo en
las frases simplemente afirmativas. Supongamos que,
por un nuevo paso hacia adelante, se impone á las fra-
ses afirmativas, llega á ser en ellas da un uso cons-
tante y obligatorio; el inglés habrá sustituido por su
verbo auxiliar todos los. otros verbos. Élse encargará
entonces de expresar las ideas de tiempo, de persona,
de modo, asl como la de afirmación, que cada verbo
denotaba hasta a11l por su cueñta. Desde ahora el.
22 ENSAYO DE SEMÁNTICA

verbo do se halla tan dispuesto para todos los usos que


pueda servirse de auxiliar á sI mismo.
Pero la universalidad del uso tiene su reverso. Cuan-
do do acompana á otro verbo, no es. ya más que un
instrumento gramatical. Por una división que parece-

riasumamente sutil, si se hubiese hecho desde un prin·
cipio y con todo cálculo, el inglés pone en una'parte
la expresión 'concreta del acto, y en otra parte las
ideas de afirmación, de persona, de tiempo, de modo~
En un diálogo como éste: Does he consent' --':''He
doesn't~' todo el movimiento de la acción, todo el apres-
to gramatical se acumula en el auxiliar:
.
Pero es raro que el principio
.
de especialidad triunfe
,
desde el primer momento. La histor~a de las lenguas
está sembrada de intentos fa.llidos y de éxitos á me-
dias ..
Muchos siglos antes de que el inglés hubiese hecho
de su verbo do un verbo auxiliarí se habia empleado
ya ese verbo para_obviar ciertas dificuI'tades de la
conjugación. Se habia e~timado más sencillo, para.
construir el perfecto de ciertos verbos, uti,lizar el per-
fecto del verbo do. En gótico el aprovechamiento no
puede ser mAs visible: s~ki-da, eyo busqué-, sóki-dé-
dum, ' enosotros bUBcamos-, ,
Se sabe que·ese es el origen del pelfecto llamado
eJébil-, El en~ayo no resultó mAs que á medias.Te-
nfa el inconveniente de llegar en un tiempo de slnte-
sis.EL auxiliar se unió al verbo principal, y formó con
él un t<;ldo indisoluble; de modo' que la conjugación
germAnica, en vez de simplificarse, contó una serie
más de formas.
Podemos unir á estehecho la suerte del futuro y del
condicional en las l~nguas romAnicas. Sabido es que
esas lenguas habla.n encontrado en el verbo habere un
POR MIGUEL DRÉAL

exponente tan sencillo como cómodo. Ovidio escribía


en sus Pónticas:
Plura quidem mandare tibi, $i quaeris. h6bebam:
Sed timeo tardae causa faisse morao.

Tenemus aquí el principio del condicional moderno.


Véase el del futuro en un sermón de San Agustín; se
trata del fin del mundo: Petant aut non petant, venire
habet. PErO, habiéndose Boldado el auxiliar al verbo
principal, abortó la tentativa, al menos desde el pun-
to de vista del principio de especialidad.
Retrocedamos aún una decena de siglos, yencon-
traremos tentativas completamente semejantes en im-
perfectos como amabam, en futuros como amabo, en
perfectos como amavi y como duc~si. Aquí vienen á
adherirse al verbo principal los verbos que significan
«ser- (en sánscrito bhu y as, en latin ¡uo y esse). Pero,
lanzados en medio de una conjugación sintética, esos
auxiliares Bon al punto absorbidos.
Nos es posible, en fin, descubrir una primera tenta-
tiva desde el periodo indo·europeo. El futuro (griego
U-, sánscrito dasjami) compuesto con el auxiliar as,
así como los otros tiempos compuestos con el mismo
auxiliar, son ensayos que demuestran cuántas veces
ha recurrido el lenguaje al mismo medio antes de rea-
lizar al fin el progreso á que tendía.
CAPITULO II

L~ LEY DE REPARTICIÓN

Pruebas de la. existencia de una repartición.-Límites del


principio de repartición.

Llamamos crepartición~ al ordeI! intencional por


cuya :virtud palabras que deberían ser sinónimas, y.
que lo eran, en efecto, han adquirido,· sin embargo,
sentidos diferentes, y no pueden ya emplearse una PC?r
otra.
¿Hay una rep~rtición?-La mayoría de los lingüis·
tas la niegan. Cuando· se- hallan en presencil:l. "de he·
chos demasiado· visibles, dicen que ef;Ds hechos no· en·
tran en cuenta, que se trata de una repartición doctá,
de ninguna. manera popular. Es la mismá fl:l.lta de aná-
lisis psicOlógico que hemos consignado. al principio:
no admitir )& intervención de la voluntad humana
más que cuando ha habido voluntad consciente y. re-
flexiva.
Bueno es advertir por el pronto que él pueblo no es
de ese parecer. Admite la existencia de una reparti-
ción: no cree que haya en e1.lenguaje términos abso·
lutamente idénticos· (1). Teniendo conciencia de que
el lenguaje estA hecho para servir al cambio de las
ideas, A la expresión. de los sentimientos, á la discu-
sión de los. intereses, se niega á creer en una sinoni·
mia que será iniítil y peligrosa. Ahora, como él es á
(1) De ahf la pregunta que Fe oye tan frecuentemente: ¿Qué
dife,encia hay? ..
POR MIGUEL BKÉAL 25
la vez el depositario y el autor del lenguaje, su opi-
nión de que no hay sinónimos hace que en realidad
los sinónimos no existan much~ tiempo: ó bien se di-
ferencian, ó bien uno de los dos términos desaparece.
Lo que ha traido el descrédito sobre este punto SOll
las distinciones ensayadas en el silencio del gabinete
por pretendidos doctores en lenguaje, á quienes nadio
habia llamado á semejante tarea: No hay mas distin-
ciones aceptables que las que se hacen sin premedita-
ción, bajo la presión de las circunstancias, por inspi-
ración súbita y en presencia de una necesidad real,
por los que andan en roce con las cosas mismas. Las
distinciones que hace el pueblo son las únicas verda-
deras y-las únicas buenas. En: el mismo momento en
que ve las cosas, asocia a ellas las palabras.
Vamos a poner ejemplos.
, Siempre que se hallan en presencia dos lenguas, ó
simplemente dos dialectos, ose realiza un trabajo de
clasificación, que consiste en atribuir categorias a las
expresiones sinónimas. Según se considere á un idio-
ma. como súperior ó inferior, se ve a sus términos su-
bir ó descender en dignidad. La cuesti(lll de lingüisti-
ca es en el fondo una cuestión social ó nacional. M. J.
Gilliéron describe las consecuencias producidas por la
invasión del francés de un dialecto suizo (1). A medi-
da que se adopta una voz francesa, el vocablo del
pais, desdefiado y rechazado, se hace vulgar y trivial.
Antiguamente, el aposento se llamabapazle¡ desde que
se ha introducido la pala.bra frg¡ncesa °chambre, pa'ile
designa un zaquizam1. En Bretafia, dice el abate Rous-
selot, los jardines se llamaban antes courtilsj ahora
que se cónoce la palabrajar"dín, la apelación rústica
(1) Le Palois de la commune de Vionnaz (Ba.,- Valais), en
In Biblioteca de la Escuela de altos estudios, 1880.
26 El-¡ S AYO DE SEMÁNTICA

se pronuncia con una. punta de desdén. Poco importa


que los dos términos sean del mismo origen. El sabo-
yano emplea parf' sus padres los nombres franceses
de pere y mere, mientras que reserva para el ganado
las antiguas palabras de pdré y mdré. Entre los ro·
manos coquina significaba «cocina:»: el asco
, , popina,
que es la misma palabra, designó un tabernucho.
Se dirá quizá que 'esas palabras se diferencian na-
turalmentepor las cosas que designan, y que jamás
se las ha comparado entre sI. Eso seria sostener que
ia inteligencia popular no es capaz de atender á' dos
opjetos á ,la vez. Yo c~eo; ~l contrario, que ha habido
comparaeió~, y que el ~érmino popular debe á esa
comparación, una decadencia que, de otro modo, no se
comprenderla. En materia de lenguaje, la significa-
ción es el gran regulador de la meDioria; las palabras
nuevas necesitan asociarse á alguna palabra de aná-
logo sentido, para toma,r puesto en nuestra mente. ,El
pueblo tiene, pues, sus sinónimos, que dispone,Y su-
bordina según sus ideas. A compás que aprende nue-
vas voces, las inserta entre las ya conocid,;,s. Nada de
exti'afio tiene que éstas, sufran un desplazamiento, un
retroceso. As!, mientras baya poblacion~sque se mez-
clen, habrá que registrar nuevos ejemplos 4e reparti-
ción. Para atajar sus efectos, babria que poner adua~
nas ó cotos al lenguaje.
Lo que el pueblo bace por instÍlito, lo bace con la
misma espontaneid~d toda ciencia que se forma, todo
análisis que profundiz!lo, toda discusión que quier4¡l ser
fecunda, toda opinión que quiere reconocerse y definir-
se. Platón, para combatir las ideas de la es~uela jóni-
ca, reprocha á Thalesel haber confundido los princi-
pios ó a:pXIZ[con los elementos ó crtotXE!IZ, pues, si 108
elementos son el agua, el fuego, la tierra y el aire, los
P9R MlGUI<:L BHÉAL 27

principios son algo más general é imperecedero, como


los números. La. distinción que hace aquí el pensador
griego, no por ser filosófica y profunda deja de ser
también, desde el punto de vista de la lingUistica, del
mismo orden que las citadas antes. Por un discerni-
miento inmediato, las dos voces, sinónimas hasta am,
quedan diferenciadas. ¿Pondremos los hechos de este
género fuera de la historia del leDguaje? ¿Nos a¡'rIes
garemos á segregar de ella el lado más importante?
La historia del lenguaje es una serie de reparticiones.
No ha ocurrido otra cosa.' en el origen de las lenguas.
No o~urre otra cosa en los primeros balbuceos de la
infancia, pues por repartición reserva el nUlo poco á.
poco para objetos determinados las silabas que aplica
indiferentemente en un comienzo á todos los seres que
encuentra.
Veamos ahora algunos resultados de la repartición
en un periodo antiguo de nuestras lenguas.
La rlllz man parece haber servido en un principio
para nombrar confusamente todas las operaciones del
alma, porque la encontramos expresando el pensa-
miento (mens), la memoria (memini, fLÉ¡J-~"l(JJU, ·(.LIfL~axlll),la
pasión (¡d~), y aun quizá. la locura (fLa:~¡a:) (1). Pero una
psicologla menos rudimentaria ha introducido orden
enesta mezcla, conservando alguna~ palabras, reem-
plazando otras por Idnónimos, dando, en fin, á cada
una su dominio especial. Tal selección no se ha hecho
A la ventura: aquí podria reproducirse, con una fuer-
za particular en este terreno puramente humano é
histórico, toda la argumentación de Fenelón.
No!!otro8 acostumbramos á establecer diferencia en-
tre el valor activo, que va al encuentro del peligro
(1) A. Meillet, De lndo-Europaea radice meno Parfs, Bouil-
100,1897.
28 ENSAYO DE' SEMÁN'rICA

para combatirle, y el valor pasivo, que consiste en


soportar serenamente el infortunio. Aunque ambas
cosas pueden existir en un mismo hombre; son, en el
fondo, dos sentimientos diferentes, como Be puede ver
observando adónde conduce la exageración 'del uno y
del otro. El valor activo, llevado demasiado lejos,
conduce á la temeridad; el valor pasivo, extremado
más de lo justo, degenera en apatía.
Podrá creerse que el lenguaje debió de reproducir
desde los tiempos masantiguos una distinción tan na-
tural. Nada de eso. En la lengua de Homero las dos
ideas parecenconfundirse,/ y e~ "mismo verbof¡Ap.áw,
qúe quiere decir eatreverse-, significa también eSO-
portar-; el mismo adjetivo 'tA1\¡1wI/,que quiere decir -po.-
ciente-, significa también caudaz-el): ,Después de
Homero la poesia gnómica nos suministra otros ejem-
plos de esa confusió'n:
-Forzoso es (dice p.n proverbio) soportar lo que los
dioses envlan á los mortales.- '

Yen otra parte:


cSé sufrida, alma mio., en la desgracia, aunque su-
fras lo que no puede sufrirse.-
, ,

Sólo, pues, por una distinción hecha posteriormente


se confió á. 'toA¡.táw y su familia la audacia (y aun la
audacia extrema1a ha,sta -la temeridad y la ins?len·

(1) Ilo, XX; 19; Od., XXIV, 162, etc.


(2) Teognis, v. 591, 1.029
POR MIGUEL BRÉAL

cia), mientras que la constancia y la resignación pa-


saron á ser patrimonio de 't(ÍA'XI; y 'tA1\p.wV (1).
Hoy nadie sofiaria en designar con los mismos tér·
minos dos ideas tan distintas como el placer de los
sentidos y el placer ideal causado por el sentimiento
completamente intimo de la esperanza. Sin embargo,
hubo un tiempo en que la misma expresión servia pa-
ra las dos ideas. El griego sacó de esa raiz una serie
de voces que expresan la esperanza: EÁ1t[~. EA1t¡~W. EA1tO(.LClt.
Ellatfn tomó de ella 1308 palabras que denotan el pla-
cer: volupe, voluptas (2). Por una y otra parte, la idea
que quedaba sin representante encontró otros simbo-
los: 1\00~ (de "¡Oo(.LClt, cgustar-) se hizo el nomore del pla-
cer en griego, y spes, cla respiración, el alivio-, el
nombre de la esperanza en latin.
De esta suerte, remontándose al pasado, encuentra
uno en sü camino conglomerados semAnticos que ha
costado siglos deshacer. Hoy aún no está terminada la
obrá enteramente. La. diferencia entre s~ntir y.pensar
se marca hoy en los verbos, pero apenaE! aparece en el
sustantivo sentiment (3). También el adjetivo sensible,
que en francés pertenece á la parte afectiva del
alma, ha podido adquirir en inglés la acepción de cin-
teligen~e, razonable-o Sabido es que en latIn sentir
pertenece m~s bien al pensamiento, según se ve en
compuestos como dissentío, consentío, y en derivados
como sententia.

(1) En las lenguas modernas la raíz tol, contenida en 'tOA-


p.tíw,na servido para nombrar la paciencia, en ale'mán (Ge-dut-d).
Se encuentra también en el lalfn tolerare.
(2) En el verbo U1tW empozabd. por una v ó F, como se ve
en el perfecto iOA1tCl (por FlFoA1tCl).
(3) La observación no podrIa aplicarse exactllmente á la pa-
labra .espaftola sentimiento, mucho más definida que la france-
sa.-(N. DEL T.)
30 ENSA YO DE SEMÁNTICA

Por una confusión, que no ha desaparecido aún en-


teramente, las lenguas antiguas designan con una
misma palabra al cmalo:. y al cdesgraciado:.. El ad-
jetivo 'ltov-r¡pó~ tiene las dos acepciones (1). En la infan-
cia de las sociedades la pobreza es objeto de aversión
tanto como de compasión: en este tono se habla de
los mendigos en Homero. I1'lV~ renunció' poco á poco
á ese equivoco, para .atribuirse exclusivamente é. la'
idea de perversidad, mientras que su congénere 'ltÉII"K
designó el indigente. .
Cuanto más se acercan las pala~i"as por su forma,
más invita á la repartición .. He a.quf una sentencia,
bastante extraordinaria á prfmera vista, que nos ha
sido conservada por Varrón:. Religentem esse oportet,
religiosum netas. Las dos .palabras,·eligens y religio-
sus, etimológicamente sinónimas, sonopue~tas entre
sI. El selltido del proverbio es que la religión es una I

buena cosa, pero no la superstición. Hay cierta espe-


eie de elegancia, Á que el pueblo dista mucho de ~er
insensible, en dife~enciar asl palabras que 81I.enan casi
lo mismo (2).
Las exigencias del pensamiento son el primer agen-
te de la repartición. Asl, se ha dado el caso d~ que
coincidan 81 griego y el alem~, al distinguir e~tre
Mann y Mensch, entre !i~1ÍP y a~Opw:-:o~.
Entre !iv1ÍP y (MFW'ltO~ no habrla, originariamente nin-
guna diferellcia de sentido: el uno significaba chom,:-
bre:., el otro cque tiene cara de hombre:.. Homero,

(l) I1oV'lPd: hm&p((x, 1tovr¡pov O<¡¡ov, üowp. I1ovr¡pa ~pa"fILCl'tCl. De la


misma rafz que ha dado 'lt6v~, ·'penalidad., 'ltEV[Cl, «pobrezu,
'lttvofJ.lll, (estar en la indigencia •• V. el doble Btlntido de méchant
en francés. ,.
(2) Volveremos sobre este punto en el capítulo de la Ana-
logra. .
POR MIGUEL BRÉAL 31

hablando de los eti9pes que habitan en el extremo de


la tierra, los llama E~XCl'tOI ci",op(i¡~. Pero una antitesis,
para la cual no podría faltar ocasión, ha hecho que
poco á poco se distingan una de otra ambas palabras,
y hayan sido opuestas la una á la. otra. Herodoto, ha-
blando del ejército de los persas, dice Jerges pudo ad-
vertir en las Termópilas 8't1 1t0).).01 plv Ci~Opw1tO' EtEV, oAlrol &
cM(lE!;. La distinción se hizo después familiar para los

griegos. Jenofonte, tratando del amor á la gloria que


constituye el precio de la vida, afiade que en eso se co-
nocen los hombres: df~Op~ XClI OÚXÉ't1 chOpw1tol f1ó...ov VOf1I~Óf1EVOI.
Nada, ni en el sentido etimológico de av~p, ni en el de
ihepw1to~, los predestinaba á esta oposición (1).
Cuando el espiritu popula.r llega á idear una vez
cierto género de repartición, tiende naturalmente á
completar sus series. Sabido es que hay lenguas donde
los diferentes actos de la vida no se designan del mis-
mo modo cuando se trata de un'personaje de alta dig-
nidad ó de un hombre ordinario. Los camboyanos no
designan los miembros del cuerpo, ni las operaciones
diarias de la vida, por los mismos términos cuando se
trata del rey ó de un simple partioular. Para decir
que un hombre come, se usa la palabra si; hablando
de un jefe, se dirá pisa j si se habla de un bonzo ó de
un rey, será 80~. Hablando á un inferior, -yo» se dice
anh; hablando á un superior, knhom; hablando á un
bonzo, chhan (2). Los sectarios de Zoroastro, que con-

(1) El adjetivo (Ci"'O?WT:o<;" empezó siendo adjetivo) es el que


adquiere la significación más general. Lo mismo acontece con
Mann y Men.ych. Lo mismo ocurre también con los hombrelJ y
los huma'Tlo.-.
(2) En francés tenemos algo parecido. pero s610 en estado
rudimentario. Para marcar la diferencia.entre el hombre y los
animales, el pecho se designa con las palabras poitrine y poi c
trail, respectivamente, la nariz con las voces narinell y na8eaux,
32 ENSAYO DE SEMÁNTICA

sideran el mundo dividido entre dos potencias contra-


rias, tienen un vocabulario doble, según hablan de
una criatura de Ormuzd ó de una criatura de Ahri-
mAno Estos ejemplos nos muestran á la repartición
marcando una impresión más ó menos profunda, bien
fl8i como tal hábito de espiritu, apenas marcado en
unos, aparece gobernando toda la vida en otros .
. Nada es más natural ni más necesario, en el fondo,
qu·e la repartición, puesto que nuestra inteligencia re-
coge las palabras de diferentes edades, de diferep.tes
medios, y se veria ~ntregada á la confusión más abso-
luta, si no introdujese, por su parte, cierto orden y
arreglo. Lo que hacen las colecciones de sinónimos, 10
hacemos todos: cuando se examina los términos que él
uso distingue ó subordina, se ve que ¡a etimología rara
vezjustifica las diferencias que establecemos nosotros.
Si tomamos~ por ejemplo, las palabras g¿nero y espe-
cie, ¿qué motivo ha.brá para dar á la primera m~s ex-
tensión que á la segunda? Si tomamos. las p¡üabras
división, brigada, regimiento, batallón, esos términos
técnicos; tan exactamente subordinado·s unos á otros,
notiene.~, s~n embargo, 'nada .qúe los designase espe-
cialmente para t~l ó cual puesto .. Quizá reconoceria-
mos una cosa semeja_~te, si pudiéramos remontarnos
hasta la época. en· que se constituyó la serie de los
nOlObres
,
de número. ':
Pasando .. '
de las ideas materiales
.
Alas ideas morales,
veríamos mejor aún los efectos de la repartición. En-
tre 1110· estima, el respeto y la. veneración, no se descu-
bre gradación ninguna impuesta por la '·etimología.
Han sido menester int~ligencias dotadas de exactitud

etcétera. No hay que decir que la etimologfa no entra aquf


para nada.
POR MIGUEL BRÉAL 33

y precisión, ha sido menester una sociedad ordenada


y preocupada de las jerarqufas, para establecer cier-
tas distinciones: ¿es esa una razón para excluir tales
distinciones de la historia del lenguaje? Sabemos poca
cosa sobre la creación del lenguaje; pero la reparti-
ción es su verdadero demiurgo: ha sido esa segunda
creación, esa melior Natura de que habla Ovidio al
disefiar las edades sucesivas del mundo.

Pero la repartición, como todas las leyeB á que pa-


pasamos revista, tiene sus limites.
Ante todo, claro es que necesita encontrar una ma-
teria en qué ejercitarse. Como no crea, sino que se
aplica á lo que existe para sacar partido de ello y
perfeccionarlo, hace falta que se den en la lengua
términos que diferenciar. Podrlamos citar. ciertas con-
fusiones de que no ha.n logrado librarse, por falta de
una palabra, aun los idiomas más perfectos.
Al revés: el espiritu1 no consigue siempre fecundar
todas las riquezas que el lenguaje le ofrece. El meca-
nismo gramatical, por la combinación de los elemen-
tos existentes, puede producir una cantidad de for-
mas que e'mbarace á la inteligencia. Jorge Curtius
consigna que el número de las formas personales del
verbo griego se eleva á 268, número considerable,
aunque muy inferior aún al del verbo sánscrito, que
llega hasta 891. Pero la repartición no ha podido sa-
car partido de esta ~bundancia: ya es mucho que el
griego haya sabido diferenciar sus cuatro pretéritos
(imperfecto, aoristo, perfecto, pluscuamperfecto). En-
tre el futuro primero y el futuro segundo, entre el
perfecto primero y el perfecto segundo. la observa-
3
34 ENSAYO DE SEMÁNTICA

ción más atenta no ha podido descubrir ninguna di-


ferencia semántica. Además de esta sobreproducción
de tiempos, tenemos una sobreproducción de verbos.
Si toma~os, v. gr., la raíz 'fUY, ch~ir", tenemos alIado
de 'fEÚYW, un verbo 'fUITlÍvw, que posee la misma signifi-
cación. AlIado de Cf'T)!-L[, se tiene 'fIÍaxw. AlIado de 1t[p.1th,J-U,
,se tiene 1tA1\6w. El verbo que significa e extender. está
representado por 'tdvw I 'tl'tCl[VW y 'tClWw. Los tres verbos
~!1[vw, E;[E;1J!U y ~O'XW significan e marchar .". La extinción
de las formas inútiles (1) viene á disminuir felizmente
el peso de este capital muerto.
Otro_ limite de nue~tro p~incipio :emana del' grado
mAs ó menos avanzado de civilización. Hay -matices
que no están hechos más que para los pueblos ,cultos.
En la sinonimia se conoce qué objetos han preocu-
pado sobre-todo elpensamientQ de una nación. Las
distinciones las hacen primeramente algunas inteli-
gencias más perspicaces que, las' otras; después se
convierten en patrimonio común de todos. El entendi-
, \
miento, como se ha dicho, consiste en ver la diferen-
cia de las cosas se'mejantes. Ese entendimiPlnto se co-
munica por el lenguaje hasta cierto .puntó, porque
cada cual aguza su mente, al ejercitarse en reconocer
las diferencias sólo percibidas al principio por las in-
teligencias más favorecidas. '
Un punto que toca más bien al filósofo que al lin-
gfl.ista, seria saber cómo, se efectúa en nosotros esa re-
partición, ó, para decir las cosas de una manera un
poco tosca, pero inteligible, si tenemos en la cabeza
un diccionario-'de sinónimos. Yo creo que en las inte-
ligencias firmes y reflexivas existe ese diccionario,
pero que sólo se abre en caso de necesidad y á instan-

(1) Véase al fin de esta primera parte.


POR MIGUErA llRÉAL 35

cia del dueño. A veces la palabra justa brota desde el


primer instante. Otras veces se hace esperar: enton-
ces entra en función el diccionario ratente, y env[a,
unos tras otros, los sinónimos que tiene en reserva,
hasta que se dé á conocer el término deseado.
CAPíTULO nI

LA IRRADIACIÓN

Lo que debe entenderse por esta palabra.-La irradiación


puede crear desinenCias gramaticales.

Llamamos asl, á falta de' otro término, á una serie


de hechos que no ha sido arin denominada, ni obser-
vada apenas, en rigor, hasta el presente, á pesar de-
ser de un~ importancia real para la psicología del
lenguaje (1).
Algunos ejemplos permitirán comprender de qué Be
trata.
Los verbos lathl.os en seo, como maturesco, marce-
.co, se· llaman comúnmente «incoativos-, porque pa-
recen denotar un comienzo de acción ó una acción
que se efectúa poco á poco. Pero ese matiz no perte-
necIa primitivamente á la desin«;mcia seo. No se en-
cuentra en 'nQsco, «conozco-; scisco, ~decido-j pasco,
«apaciento-: etc. No se encuentra tampoco en las
lenguas congéneres (2). ¿De dónde, pues, le tomó el

(1) Hay que exceptuar, sin embargo, é. los dos sabios ame-
ricanos Mr. Wheeler y Mr. Bloomfleld, cuyos trabajos se en-
contrarán 'citados mAs adelante. Mr. Ludwig llamó primera-
mente la atención sobre este punto, bajo el nombre de Adap-
tación. -
(2) V. en griego EÚp[axW, «encuentro~, 'tl'tpWCf".tW, «hiero., Ol-
I.lpá=w, (corro~, etc. En Homero axw se agrega indistintamente
i todos los verbos. Véase, por ejemplo, Odisea, XVII, 331 Y 335,
XVIII, 324, etc. Esa misma desinencia se encnentra también en
sánscrito, pero tampoco tiene el sentido incoativo.
POR MIGUEL BRÉAL 37
----------------------
latin? Proviene de verbos como adolesco, {loresco, se-
"7lesco, etc. No se crece, no se florece, no se envejece
en un instante: la idea de una acción lenta y gradual,
introducida primero en estos verbos, ha aparecido
después inherente al sufijo: ha irradiado hacia él.
Algo semejante pasó con los verbos llamados desi-
derativos' como esurio, nupturio, empturio. Si siguen
la conjugación, bastante rara, en io, se debe, en mi
sentir, á que han tomado por modelo á sitio, -tener
sed-. La silaba que precede á la desinencia no es otra
cOf:a, á pesar de la diferencia de cantidad, que los su-
fijos tor ó sor, que forman tantos sustantivos en latin:
-emptor, -comprador-; scriptor, cescritor-; esor (por
ed-tor), cel que come- (1). La nota·desiderativa pene·
tró tan bien en esta desinencia, que Cicerón, hablando
de Pompeyo, podiá. escribir á Atico, s~guro de ser
comprendido: Sullaturit animuB eju8 'et proscripturit.
Recordemos aqui un~ discusión del siglo XVIII que
demuestra lo fácil que es engallarse en este punto: ·es
más sencillo dar la etimologia, verdadera ó falsa, de
una desinencia, que determinar su nacimiento y pro·
pagación.
A propósito de estos verbos en urire, el presidente
de Brosses escribia en su Mecánica de las lenguas: -La
terminación latina urire expresa un deseo vivo y ar-
diente de hacer algo: micturire, esurire¡ por donde pa-
recé que fundamentalmente se formó sobre la base de
urere y del signo radical UT, que, en tantas lenguas,
significa fuego. As! la terminación uTire era muy
apropiada para determinar un deseo ardiente.-
Voltaire, más reflexivo, protesta. Olfateando algu-
(1) Hay una diferencia de cantidad, porque elautljo tor tuvo
primitivamente, según los coaos, o larga ú o breva. V. en grie-
go p1\'tw~, P'Í'topot;'.
38 ENSA YO DE SEMÁNTICA

na de esas teorias á que era dado el Presidente, le ha-


ce objeciones. «Donde está la idea de arder en ve'I"bos
como 8caturire, emanar,.? .. Ese sistemita es muy
defectuoso: nueva razón para desconfiar de los sis-
temas."

.Existe en griego un grupo de verbos terminados en


ICUal, que expresan una enfermedad del cuerpo ó del
alma:
OOovttcÍlIl, «padecer de los dientes,. J de Uoús, «diente,.; ,
a1t)''IllluzlIl, .. padecer'del b~zo,., de a1t),1\1I, «bazo,,;
lapu¡yUÍlll, «padecer de laganganta,., de lapu"(~, «gar-
ganta., etc.
El sentido de enfermedad parece tan inherente á
estos verbos, que se ha podido unir esa desinencia á
toda clase de palabras:
....6),u~ ,«plomo,., p.oAubOUÍIIl,. «tener la tez plomiza,.;
lIOO~, «piedra,., AIOUZIIl, «tener el mal de 1?iedra,..
Después sobre este tema.se han podido bordar va-
riaciones:
opuntlÍlIl (hablando' de un árbol), «no producir más que
hojas,.;
nA~&¡;lálll, «tener necesidad de eléboro-;
a'tp:l't'll"(IC1W, «te~er la enfermedad de querer ser estra-
. tega,.. . ,
La idea de enfermedad ha pen'etrado en esta desi-
nencia, pero no se encontraba en ella originariamen-
·te. El punto dé partida, debe buscarse en algunos sus-
tantivos en '(l, como ~OaA ....[a,·«oftalmia"j ¡u:AanO).'a, «me-
1anco11a .. (1). De ahl partió el movimiento: movimien-

(L) Pero, por sI, tal formación en la no implica nada de este


linaje: app.oll[a, «uni6n.; &&tay.a;A!a, «cnsei'lan:La»; .... ~aWbp¡a «Me·
diodfa., etc.
POl~ MIGUEL BRÉ.AL 39

to. que produjo un grupo que se podrla llamar el gru-


po nosológico.

Citemos ahora un ejemplo sacado del francés. Te-


nemos un sufijo despectivo dtre, que forma palabras
como mardtre (madrastra), belldtre (hermosote), dou-
cedtre (dulzón). Su historia es instructiva; hay que to-
marla un poco de lejos.
El lugar de origen se encuentra en griego, donde
habia verbos en a.~(J), sin ninguna significación des-
agradable: Oa.UfUÍ~(J), cadmiro-; cnto~~(J). eme aplico-;
ox.oAá~(J), cme tomo descanso-o De aqul sustantivos en
aOTriP, como ¡¡~y.aCM:1\p, -juez-; tP"(!lo't1\p,cobrero-.
En el número de los mismos vemos deslizarse ya
algunas palabras de apariencia sospechosa: 'ItCI'tpan1\p,
.el que aparenta el padre-; (L'Il'tplÍlrtEtpa, cla que aparen-
ta la ,madre-; EAataCM:1\p, cel que simula el olivo- (es de-
cir, el olivo bravio).
Esta clase de palabras agradó á los romanos. En
general, puede notarse que todo lo que se dirige á la
malignidad pasa fácilmente de un pueblo á otro. La.
Jengua latina tuvo, pues, sus palabras patraster, filias-
ter. Cicerón, ~n su correspondencia, forja el vocable
Fulviaster, cel que imita á Fulvio, un segundo Fulvio-.
Dellatin, la formación en aster pasó á las lenguas
derivadas, donde tuvo pleno éxito. Todas las lenguas
románicas se sirven de ella. El francés la. utiliza con
mayor libertad que el griego y el1atin. Decimos rous·
sdt'l'e, verddtre, saumdtre, opinidtre, médicdtre. El sen-
tido despectivo, que apenas existia en griego, que
apareco ya en laUn, ha entrado, pues, decididamente,
en este sufijo.
40 ENSAYO DE SEMÁNTICA

El alemán moderno posee una especie de verbos


que se pueden llamar despectivos, porque expresan la
acción uniendo á ella una idea de desestima y de iro-
nla. Terminan en -eln. As!: de klug, cinteligente., se
forma klügeln, chacerse el entendido, sutilizar»; de
Witz, cingenio., se forma witzeln, cafectar agudeza,
chacharear» ¡ de Iromm, creligioso», se forma (rom-
meln, cafectar piedad». A veces' el verbo en elnse sa-
ca directamente de otro verbo: deuten, cinterpretar.¡
deuteln, csutilizar sobre un texto». La idea despectiva
entró con el tiempo en esta desinencia, que origina-
riamente no tenia ninguna significación de ,esa índole.
La formación en eln viene de antiguos sustantivos en
el, como se ve en Zweifel y zu:eileln, Sattel y satteln,
Wechsel y wechseln, Handel y handeln. Pero, como
entre esos nombres habia algunos de sentido diminu-
tivo, como Würlel, ~dado.¡ Schnitzel, cviruta,' .desper.
dicio»; Áugel, cojito»¡ bastó esta circunstancia para
impregnar á la desinencia verbal de cierto sabor. De-
cir que estos son productos de la an,alogia es una ,ex-
plicación insuficiente¡ el espiritu popular múltiplicó
estos verbos,porque la irradiación habia introducido
en ellos una significación especial (1).
La. misma id~a diminutiva es, si puedo hablar asi,
una idea de segundo movimiento. Los sufijos que sir-
vieron para formar diminutivos enI griego yen latin
no tenían ese sentido' en el origen. Pero, una vez in-
troducido en ellos ese sentido, se propagan indefinida-
mente. Sabida es la fecundidad que deMplegó el latin
en éste punto. Como Un jardinero que se dedica á di·
versificar una flor adoptada por la moda, el espiritu

(1) Se podrían hacer observaciones semejantes sobre nuos·


tras palabras francesas en ilter, como sautiller; en eté, como
tacl¡elé etc.
I
POR MIGUEL HRÉAL 41

popular, una vez tomado el gusto, produjo diminuti-


vos de todas formas (1). Hasta se ve entonces al sufijo
diminutivo unirse á pronQmbres. Sirvan de ejemplo
ullus (por unulus), singuli, ningulus. Todo el mundo
sabe cuál es la riqueza del italiano. Algo semejan.te se
observa también en ciertos dialectos del alemán mo-
derno (2).
La irradiación puede llegar á ser una causa de error
para el lingüista, si se empena en querer encontrar en
la. palabra el enunciado textual de lo que dice al espi-
ritu. Apenas conozco sufijo un poco significativo que
no se haya tratado de explicar con ayuda de un sus-
tantivo ó de un verbo. Muy recientemente aún se ha
querido ver en monumentum, argumentum, el verbo
memini (3). Por otra parte, Pott querfa reconocer en
nombres patronímicos como 'A'tpdor¡~, Ilr¡),Etor¡~, el sustan-
tivo Er~, -apariencia», aunque hubiesen debido suge-
rirle dudas nombres como IlptCIfL(or¡~, TE),a¡.tw.,,((íO~, en que
el mismo sufijo se presenta bajo una forma diferente.
Del mismo modo, Corssen ha. crefdo ver un verbo kar,
-hacer», en palabras como volucer, ó como ambula-
crum, una rafz bhar, -llevar,., en celeber, cribrum.
Verdad es que el error cometido por los sabios le
comete también el pueblo. Pero hay que confesar que
éste se engana con más idea. El inglés sweet-heart,
que se escribe como si significase .dulce corazón",
está formado con el mismo sufijo que niggard, slug-
gard, coward. Habrfa, pues, que escribir 8weetard,

(1) Citaremos como muestras: animula, apicula,avuflculus,


agellus, corolla, bacillum, etc. Un diminutivo hay, en el fondo,
en somnolentus, fraudulenf,us, violare ...
(2) V. Grimm, Gramdtica alemana, IlI, 688.
(3) Se Babe que el sufijo mentum es el desarrollo de men:
augmen, augmentum¡ sllgmen, segmentum.
42 ENSAYO DE SEMÁNTICA

cmeloso, almibarado- (1). Pero sweet·heart tiene, SiD


duda, más color .
. De igual suerte, en alemán adjetivos como trübse·
lig, armselig, producen hoy la misma impresión que si
procediesen de Seele, calma-, cuando son el desarrollo
de un sufijo abstracto sal, que ha quedado en Trübsal,
Mühsal. Tan general es la impresión, -que un adjetivo
como arbe#selig, vertrauenselig, parece regularmente
formado, y á imitación de armselig se .ha hecho
seelenarm.

Existe en latin una forma de participio, destinada,


según las gramáticas, á expresar una. idea de obliga·
ción. Se. encuentra, ya en activa:
,
Nunc est bibendum.
-Denegandum est exceptionem.-Dandum est operam¡
ya en pasiva: Asperum et vix ferendum.- Urbem dU[I;
militibus diripiendam dedit.-Danda opera esto Pero,
sea la construcción la que quiera, afirman las gramá-
ticas-y la idea. que tenemos dellatln justifica su aser-
to-:-que en el participio se contiene un sentido de
obligación.
Esta idea de obligación, sin embargo, no entró en él
desde el principio. En, efecto: los participios en dus.,
da, clum, como los gerundios correspondientes, no ex·
presaban en el origen otra cosa quela idea de la acción,
ya pasiva, ya activa. As! lo demq.estran perfectamen-
te las antiguas fórmulas oficiales. eHan concurrido á
la redacción del acta- se dice en latin: Scribendo
adfuerunt~ eRa presidido á la ejecución de la obra- se
dice: P.raefuit operi faciundo (2). Los escritores latinos

(1) Sayce, lntrodu,ction to the science of language, n, 346.


(2) Ó aún operis faciundo (Orelll, 6.757), haciendo de fa-
ciundum un sustantivo neutro, semf'jante por su sentido al
francés confectio1l.
POR MIGUEL BRÉAL 43

nos han deja.do, por otra parte, ejemplos bastante nu·


merosos de ese sentido puramente activó ó pasivo.
Tito Livio cuenta que los galos fueron acuchillados
mientras recibian el oro del rescate de Roma: inter
accipiendum aurum caesi santo Cicerón, en su Tratado
de los Deberes, habla sucesivamente de la injusticia
cometida ó sufrida. Termina la primera parte con
estas palabras: De inferénda injuria satis dictum esto
.Basta con lo dicho sobre las injusticias que .uno mis-
mo comete.-
He multiplicado adrede los ejemplos en atención á
las falsas ideas que reinan aún sobre este punto (1).
La necesidad no es más que un matiz subsidiario que
penetró por supererogación en las formas de este gé-
nero. Para explicarse cómo penetró, hay que conside-
rar ciertas fórmulas como: Decemviri creati sant legibus
sc,·ibund.is.-QuaUuor viri marum curandarum.
Póngase en estas fórmulas un sustantivo en lugar
del verbo, y el sentido será igual. Sin embargo, el sus-
tantivo nada encierra. en si que denote la. idea de obli-
gación.

Todo el mundo conoce la distinción que la lingüisti-


ca establece entre. el elemento material- y • el ele-
mento formal- de las palabras. En todas las épocas se
ha preguntado si esos dos elementos son del mism()
origen, ó si no hay entre ellos alguna diferencia de
naturaleza. Yo no tengo que tratar ahora esta cues-

(1) La verdadera solución la ha dado M. L. Havet. Los


ejemplos han sido reunidos por nuestro inolvidable discfpul<>
S. Dossom, De participii gerundivi significatione, Hachet-
te, 1887. Véase también lo que yo he dicho en las Ml!moires de
La Socil!té de tillguistique, VIII. 307.
44 ENSAYO DE SEMÁ~TICA

tión. Sólo quiero hacer ver que puede ocurrirnos con-


siderar como pertenecientes al e elemento formal,. le-
tras Ó slIabas toinadas del eelemento material,.. Es un
fenómeno de irradiación.
Un ejemplo nos ofrecen los perfectos griegos en XCl,
como }.l).uXCl, 'ltErp[}.1jXCl. Jorge Curtius h~ demostrado, con
rara perspicacia, que esa x no es _diferente de la e de
facio, jacio, y q,ue aparece aún englobada en la parte
-material,. del· vocablo en ciertos verbos como~xw,
ipúxw,6Alxw (1). Ha bastado que estuviese contigua á la
desinenci~'para que se hiciese desinencia. Llamar á
tal ~enóme~o' eatracción" Ó eadherencia,., esnom-
brarle sin expUéarle. La. necesidad de un exponente
claro y cómodo há realizado aqul esta metamorfosis,
hacIendo incorPorar á la desinencia lo q~e no le per-
tenecla, y enriqueciendo el elemento formal á expen-
sas del elemento material. La cosa empezó en algunos
perfe~tos como 8!OtllU, lO"t1j1<.%. Pero, en cuanto la x fué un
elemento significativo, entró en todos los verbos.
He-
aqul otros dos· ejemplos elegidos en el extremo
\ -

contrario de la historia de las lenguas indo-europeas.


Mr. Wheeler nos dice cómo el pueblo de los Estados
Unidos halla modo de dar un singular á palabras to-
madas, con ó sin razón, por plurales, como Chinese,
Portuguese. Al lado de Ohinese (pronúnciese Chaznis)
ha hecho un· singular Chinee (pro,núnciese Chazni)¡ al
lado de Portuguese ha hecho Portuguee. De esta ma-
nera la desinencia -se pasa al estado de elemento efor-
mal,. (2) .

. (1) V. sus Grundzage (5.& edic.). M. Ascoli habfaconjetura-


do ya algo semejante. Es la misma e que nos ofrece el latín en
fecundus, jucundus.
(2) Parece también que á la palabra francesa chaise se le ha
dado un singular, shay. Wheelor, Analogy, p. 14.
POR MIGUEL BRÉAL 45
Oyendo el alemán hablado, podría creerse que exis-
te una segunda persona del verbo que termina en e:
Da bistef-Lebste auch noch1- Was meinstef-Jetzt
haste 's. El orig~n de esa e no es dudoso: hay que ver
en ella un resto del pronombre de segunda persona du,
cuya consonante se ha j:lxtinguido, y cuya vocal ha
formado cuerpo con el verbo. Pero, si esas segundas
personas viniesen de una edad lejana, se tomaria la
vocal por un resto de desinencia.
Estos dos ejemplos...:......uno, de los primeros periodos
de la lengua griega; otros, de nuestros dill.s-prueban
que se realizan préstamos del elemento materia.l al
formal, siendo la causa de este transformismo la irra-
diación.
CAPÍTULO IV

LA SUPERVIVENCIA DE LAS FLEXIONES

Lo que es.-Ejemplos sa~8doa de la gramática francesa.


Del arcaísmo.

Cuando desaparece una flexión, ya bajo el influjo


de las leyes fónicas, ya por otra causa, no hay que
creer que va á dejar de existir para el espiritu. Se
mantiene aún' para éste durante mucho tiempo, grao
cias á la tradición, gracias al puesto que ocupa la pa-
labra en la frase, gracias también á ciertas compara-
ciones que hace instintivamente z:¡.uestra memoria con
construcciones análogas. Esta supervivencia de la fle-
xión no es una cosa indiferente, ni sin influjo en la
sintaxis.
Se aclarará esto con algunos ejemplos.
Tenemos en nuestras gramáticas francesas una re-
gla, que á primera vista puede parecer arbitraria,
pero que no deja de apoyarse en una justa idea de la
lengua. No es licito emplear una palabra en calidad
de complemento de dos verbos, si éstos exigen casos
diferentes. Aunque la palabra en cuestión SE.'a exte-
riormente idéntica en los dos casos, la prohibición
subsiste. No se permite decir, por ejemplo: Vous savez
que fe VOttS ai toujoursrespecté et porté une vi"e affec-
tion (<<sabéis que siempre os he respetado y profesado
un vivo afecto-).
¿A qué se .debe esa prohibición?-Se debe :\ In. su-
pervivencia, en el fondo de nuestro esplritu, de una
POI-/. MIGUEL DRÉAL 47

declinación materialmente abolida. La idea del dati-


vo, que continúa existiendo en nosotros, no permite la
mezcla con el acusativo, aunque éste sea el mismo en
el ejemplo presente. La regla, lo repito, no es artifi-
cial: todos lo comprendemos al leer la frase defectuo-
sa. Es que hay una reminiscencia que nos sirve de
guia. Transportando la frase á la tercera persona,
habria que decir: Vous savez que fe le respecte et lui
porte une vive affection (1). El recuerdo, medio presen-
te, de le y lui impide á los dos vous confundirse.
Por la misma razón hay que decir, repitiendo el
pronombre, aunque el pronombre no cambia: Je te re-
raercie et te serre la main (2).
Vemos aqul una flexión destruida que continúa im-
poniéndose al e~piritu gracias á su asociación con una
forma similar.
Merced á algunos preciosos res~os de este género,
se puede decir que la declinación de los pronombres
subsiste casi integra en franoés.
El dativo continúa haciéndose sentir cuando deci·
mas: cAccordo-moi ta protection, donne-toi du repos,
ne nous faisons pas d'illusions, n'allez pas vous cqer-
-cher des regrets.~
De igual modo existe el acusativo. Pugnaria con

(1) Algunos dirfan en castellano: cUsted sabe que yo lo res-


1>eto y le profeso un vivo afecto»; pero sabido es que. entre
nosotros, es ya muy "acHante y variable el uso de las formas
.singulares de este pronombre. y que li su distinción como ca-
sos quizá acabe por sustituir, en obsequio de la claridad, la
-distinción pura y simple do géneros.-(N. del T.)
. (2) En sus Remarques sur la lang!/e fra'l(;aile, Vaugelas
hace mención de esta regla: cEsta regla (dica) es muy bella y
muy conforme á la pureza del lenguaje .• Es lo que Guillermo
de Humboldt expresa, por su pl.rte, en estos términos: «Es sin-
ken die Formen. nicbt aber die Form, die vielmebr ¡bren 81-
'en Geist über die neuen Umgestaltungen ausgos!! ...
48 ENSAYO DE SEMÁNTICA

nuestra sintaxis interior el decir en una sola frase:


eOli se sont cachés, qui a dispersé nos amis?-

Otra forma latina que continúa viviendo, aunque


en apariencia haya sucumbido, es el neutro. Quizá
aún hacemos más uso de él que los latinos. Decimos:
eLo bello, lo verdadero, lo bueno, lo honrado, lo útil,
lo agradable, lo infinito, lo inteligible, lo contingente,
lo necesario, lo absoluto, lo divino.- Llena de neutros
esta la lengua filosófica. Lo mismo la critica literaria:
.10 delicado, lo novelesco, lo atroz-o eXavier de Mais-
tre (dice Sainte-Beuve) encontró su puesto por lo in-
genuo, lo sensible y lo encantador.- La Bruyere, ha-
blando de Rabelais: cDonde es malo, va más allá de
lo peor ... Donde es bueno, llega hasta lo exquisito y lo
excelente.-
Esta facultad de emplear los adjetivos en un género
que parece haber desaparecido de la lengua se debe á
la presencia de cierto número de pronombres neutros
salvados del naufragio, á saber: le (eje ne le souffrirai
pas, ~e le pardonnerez-vous?=cno lo sufriré; ¿me lo
perdonará V.?-) ce (cce fut la cause de ses malheurs,
ce n'est pas qu'il soit méchant-=eeso fué la causa de
sus desgracias; eso no quiere decir que él sea malo-),
que (eque ferons-nous, que vous en semble?-=e¿qué ha-
remos? ¡qué os parece de esto?), quoi (equoi de plus in-
aensé, unje ne sais quoi-=qué més insensato, un no sé
qué-). Han bastado estas palabras y otras semejantes
para mantener el género neutro en la mente y en la
lengua, y para permitirle una extensión que no lleva
camino de detenerse. Vemos aún que sustantivos feme-
ninos como quelque chose, rien, han perdido su g6nero
para pasar al neutro.
POR MIGUEL BRÉAL 49
He aqui un ejemplo de supervivencia tomado fuera
de los pronombres.
El francés ha perdido su declinación, y, sin embar·
go, continúa empleando ablativos absolutos. cLui
m01't, toutes nos espé1'ances sont anéantiesll=cMuerto
él, todas nuestras esperanzas se desvanecen» ).-cLa
nouvelle s' étant 1'épandue, des att1'oupements se f01'm~.
1'enh=cHabiéndose difundido la noticia, se formaron
grupos.») ¿Qué otra cosa tenemos aqui que proposi-
ciones absolutas á la usanza latina? Ante una cons-
trucción de este género falta nuestro análisis lógico.
Es uno de los ejemplos que demuestran lo dificil que
es separar una lengua de los origenes y la oscuridad
que amenazarla el francés si dejase. de ilustrarse á la
luz dellatin.
Otro ejemplo es el genitivo que, como se sabe, ha
persistido mucho tiempo en ciertas locuciones: Z' Hó·
teZ-Dieu, le pa1'vis Notre-Dame, Zes quat1'e fils Aymon.
Pero, habiéndose hecho oscura esta construcción, la
inteligencia popular la ha transformado, como se va
á ver dentro de poco. '
Estas supervivencias son instructivas, porque nos
indican á pensar que no ha ocurrido otra cosa en las
lenguas antiguas, y que alli donde hay alguna prohi-.
bición ó alguna tolerancia inexplicable, tenemos quizá
la. acción prolongada de un estado de cosas anterior.
Asi debe interpretarse sin duda la regla conocida bajo
la fórmula 'tri ~(i¡(l 'tplxu.

La ley de supervivencia, como la ley de reparti-


.
ción, tiene sus limites. Cuando una flexión no está ya
representada más que por un corto número de ejem-
plares, y por ejemplares desfigurados dificiles de re·
4
50 ENSAYO DE SEMÁNTICA

conocer, la inteligencia, desprovista de dirección, no


sabe ya á qué atenerse. Una prudencia instintiva, que
es producto de muchos ensayos poco afortunados, hace
que se renuncie entonces á construcciones demasiado
diflciles de comprender. Es raro que el pueblo carezca
de esta precaución. Lo que no comprende lo abandona
ó lo transforma.
Ha transformado, por ejemplo, la construcción ge-
J?-itiva de que acaba de hablarse. En expresiones como:
la place MaulJert, le quai Hen1'i IV, no es ya un geni-
tivo lo que percibimos, sino que nos parece que pro-
nunciamos el nombre mismo de esas vías públicas..
As! se ha formádo una construcción que ha concluido
por adquirir el mayor desarrollo, y á la cual debemos
la mayoria de los nombres de nuestras calles y plazas I
sin hablar de las mil invenciones de la industria (1).

Puede ocurrir que las supervivencias se mantengan


en la lengua literaria,' cuando ya han desaparecido
de la lengua del pueblo. As! escomo la poesia ha con·
servado el hábito de las inversiones, que no son otra
cosa que una libertad de los antiggos tiempos. A con-
dición de que no dafien á la claridad, esos restos de
una edad anterior son preciosos: comunican al len-
guaje digniddad, gracia y fuerza. I Pero es menester
que la desviación no sea excesiva. Si las libertades de
la sintaxis suponen la existencia de flexiones abolidas
y olvidadas desde hace mucho tiempo, no puede me-
nos de producirse cierta oscuridad. La forma más su-
til del a1'calsmo es recurrir á medios gramaticales que

(1) La rue Montmartre, le boulevard Malesherbe •• la place


Vietor-Hugo, etc. Les plumes Saint·Pierre, les lampes Swan,
etcétera.
POR MIGUEL BRÉAL 51

ya. no existen en la. conciencia. popular. Si es relativa-


mente fácil volver á poner en circulación palabras
antiguas, es mucho más dificil resucitar y hacer com-
prender los giros antiguos. La supervivencia. es, pues,
una ley del lenguaje cuyos justos llmites debe medir
cada cual, según el idioma y según la ocasión (1).

(1) Véase lo que he dicho respecto del alemán en mi libro:


De "enseignement des Zangues vivantes, p. 65.
CAPÍTULO V

FALSAS PERCEPCIONES

Falsas desinencias del plural. -'-Falsas desinencias de los


casos .....:.La a~ofonía. .

Lo dicho nos lleva á hablar de un fenómeno próxi-


mo pariente del anterior: .180 falsa percepción,..
A menudó creemos percibir la desinencia donde no
existe. AsI: un. inglés,' ai pron~nciar el plural oa:en~
cree oir en la' silaba en la nota del plural; sin embar-
go, aqul tenemos simplemente el tema anglo-sajón
oxen, cbuey~: sánscrito, uksan. La verdadera nota de
la pluralidad ha caldo.
Fácil es verá qué se debe esta ilusión. Es que el
s~gular, habiendo perdido la mitad del tema, se halla
reducido á la sUaba ox. Desde entonces, entre el SID'
guIar yel plural hay una diferencia que se interpreta
como destinado á la expresión del número. El pueblo
tiene el sentido de la utilidad, pero de ninguna mane-
ra la preocupación de la. historia. Emplea lo que po.
see; si sufte pérdidas, utiliza lo que le queda. Dota de
sentido á silabas que no le poselan. La percepción es,
pues, falsa desde el punto de vista de la historia, pero
sólo desde el punto de .vista de la historia..
El mismo ejemplo puede servir para el alemán. Y
el alemán ha llegado á convencerse de que posee una.
desinenéia hasta el punto de movilizar esa silaba y
usarla libremente. No sólo declina: der OChll, die
Oehllen, sino que hace: der Mensch, die Menschen, y
POR MIGUEL BRÉAL 63

aun, declinando palabras .de origen extranjero: def'


80ldat, die 80ldat-en.
El alemán tiene otra silaba cuya historia es más
instructiva aún.
Cuando se dice que Kind hace en plural Kind-ef',
se da á entender que er .es la desinencia del plural.
Sin embargo, er no es otra cosa que el sufijo e8 Ó er
que tenemos en ellatin gener-is, en el griego 'Ytvt(a)-~.
Lo cual no ha sido óbice para que toda una categorfa
de palabras haya seguido ese modelo: die Weiber, die
LU,mmer, die DU,cher, die Büeher, die Glitter. Puede,
pues, decirse que 11,1. creencia que lleva hoy á recono-
cer en, Hind-er, Weib-er, Htius'er, una desinencia del
plural es, desde el punto de vista de la historia, una
falsa percepci6n, lo cual no impide que haya pasad.o á
ser una desinencia regular del idioma (1).
Los hechos de este género son mas fáciles de obser-
va~ en las lenguas modernas que en las antiguas. Se
adivina. fácilmente la razón, que no es sino la falta de
documentos anteriores. Sin embargo, vemos que ~n
latin la e de dulce, nobíle, hace el efecto de ser el sig-
no del neutro, aunque el neutro se reconozca simple-
mente en la falta de desinencia. Basta citar el griego
Y8~, neutro tOpe, ó €!)xapt~, neutro €OXapt, para ver que la e
de dulce ocupa el puesto de una antigua i final.
.Si se pudiese interrogar á un contemporáneo de
Augusto sobre la impresión que le producfan palabras
como onu8, scelus, hubiese dicho sin duda que la sfla-
ba us tenfa por objeto marcar la desinencia. Un grie-
go, en el imperfecto nU€, en el aoristo g).uae, pensaba

(l) El inglés child, que antiguamente hacfa en el plural


cildru, cildre, ha añadido aún encima la sfIaba en: children'
Sobre la identidad primitiva de Kind y Child, v_ las Mémoires
de la Société de tinguistique, t. VII, p. 445.
ENSA.YO DE SEMÁNTI,CA

oir la tercera persona, aunque la selial de esa tercera


persona (una t) hubiese caldo.
Otra especie de falsa. per~epción es creer en la. pre-
sencia de formas gramaticales que jamás existieron.
En latin la declinación tiene en plural un caso menos
que en el singular; en efecto: el dativo y el ablativo
no poseen, ni poseyeron nunca probablemente, más
que una. sola y misma de$inencia plural. Sin embargo,
no se percibe esa falta. Se percibe tan poco que los
lingüistas no están l\,ún' de acuerdo sobre cuál de los
dos casos es el que falta.
Acabamos de ver queJa pérdida de una desinencia..
puede . (l,umentar
, . . el valor.. significativo de lo. que-eobre-
vive. Los .fenómenos bien conocidos
.
del Umlaut y del
Ablaut deben á eso la mayor parte de su importancia.
Se sabe que la diferencia de vocal que existe entre
man y men,entre Vater y Vater, no es de ningún modo
primitiva, sino que la -suavización. de la a transfor-
mándose en e ó a se debe á la influencia de una silaba.
final presente en lo antiguo, pero arrebatada después
por el desgaste del tiemJ?o. Esa diferencia de vocal
basta. para distinguir el plural dell'lingular. Y aun tie-
ne tanto más valor cuanto que en el dla es la única.
nota. que marca una relación gramatical importante.
Este modo de marcar el plural, si pubiese podido intro-
ducirse dondequiera, hubiese tenido el mérito de li
brevedad y dela elegancia.
No es posible pensar en la diferencia entre man y
men sin pensar inmediatamente en la diferencia que
'existe en la conjugación entre los diversos tiempos de
ciertos verbos: sing, sang, Bung. Aqul también la apre-
ciación actual de la lengua no está de acuerdo con la.
historia. Parece como' si esa diferencia de vocales hu-
biese sido inventada expresamente para mu.rcar la va-
POR MIGUEL BRÉAL 56

riedad de los tiempos, Sin embargo, no es asi: retro-


cediendo algunos sig10s, se comprueba que no es mAs·
que un acompa.flamiento de otros· exponentes, que Bon
los exponentes significativos y verdaderos. La diver-
sidad de las vocales es debida á razones secundarias,
razones de acentuación ó de contracción. Pero la idea.
sugerida por la lengua moderna es que el cambio de i
en a está destinado á indicar el pretérito, y el cambio.
de la i en u á marcar el participio.. No siendo significa-
tivo en BU origen, ese cambio de vocal se ha hecho sig-
nificativo. Quizá haya aún entre ese advenimiento á la
significación y la caida del material flexivo una cone-
xión más intima, porque cabe sospechar que el pueblo.
no deja perder lo que le es útil Bino cuando comprende
ya que tiene medio de reemplazarlo.
CAPITULO VI

DE LA ANALOGÍA
I
I
Idea falsa sobre la analogfa.-Casos en que el l~nguaje se dejal
guiar por la analogfa.~A. Para evitar alguna dificultad.-II
B. Para conseguir más claridad.-C. Para subrayar una'l
oposici6n 6 una semejanza.-D. Para ajustarse á una regla,
antig~a 6 nueva.-Conclusiones sobre la analogla .

. En los libros de lingüistica, publicados desde hace


qUÍDce'ó veinte anos,.ocupa un gran'puesto la analo-
gia, y no. sin motivo, 'porque el hombre es natural-
mente imitador, y si tiene alguna expresión que in-
Tentar,propende á modelarla con arreglo á un tipo
existente antes .4ue esforzarse en una creación origi-
nal. Pero es engafl.arse presentar la analogia como
una causa. La analogillo no es más que un medio. Las
verdaderas causas vamos á tratar de mostrarlas (1).
Las lenguas recurren á la analogia:
A. Para evitar alguna dificultad de expresión.-
Cuando se encuentra una formación más ventajosa,
la antigua pierde, en cierto modo, su fuerza de ex-
tensión, y queda reducida A lo qu.e posee, privada de
toda, ocasión de enriquecerse más. Pero desde el pun-
to y hora en que no se enriquece ya, se empobrece.
El hAbito hace que, bien en un punto, bien en otro, la
antigua form'ación se abandone. Acaba por no tener
ya más que un corto número de ejemplares que per-

(1) Supongo que es intitil repetir lo que he dicho al princi-


pio sobre esa voluntad semi-consciente que preside á la cvolu
ci6n del lenguaje.
POR MIGUEL BRÉÁL 57

manezcan fieles A ella, ejemplares, á su v,ez, más in-


completos é inciertos de día en dia.
Un ejemplo notable nos ofrece el griego con sus dos
conjugaciones en ¡.u yen 1.11, que vemos en competencia
desde los tiempos más antiguos, pero con un constan-
te retroceso de la conjugación en ¡.u, con un constante
progreso de la conjugación en 1.11.
La primera es, sin ninguna duda, la más anti-
gua (1), como es la más complicada y la más dificil.
Pues es una formación cerrada, reducida á un centena
de verbos (aunque muy importantes), cuyo número
no aum«;lnta ya. Desde la época homérica la conjuga-
ción en ¡.u, no sólo aparece cerrada, sino atacada en su
propio dominio. AlIado de&'xw¡u vemos producirse un
verbo 8uxvúw. El verbo El¡J.[, «ser., hace en el participio
w", según el modelo de AÚW". El verbo ET¡.u, «ir., hace
en 'el optativo 101¡.u, según el modelo de AÚOq.u. Los ver-
bos de reduplicación, como 1t[ml.ll, p.1p."I.II, ylyvop.a!, que eran
de la misma clase que '!:[OTifU, Il¡ilw¡.u, x[X,P1JIU, dejaron deci-
didamente la conjugación en ¡.u para pasarse á los ver-
bos en 1.11.
La conjugación en ¡.u presenta, pues, el espectáculo
de una. formación arruinada, batida en brecha. Cada
una de 1&:1 pérdidas que ha sufrido ha sido una ganan-
cia para la conjugación en 1.11.
La memoria no carga voluntariamente en dos me-
ca.nismo~ que funcionan A la vez para un solo y mis-
mo resultado: por poco que vacile, las formas emplea-
das má.s á menudo se presentan primero.
La ~onjunción en 1.11 ofrecia la ventaja de una acen-

(1) Algunos lingüistas han sostenido, en estos últimos


adol, que la conjugaci6n en ¡.u era la má,s moderna. No pode-
mOl ver en esa tesis mAs que una paradoja ingeniosa, que la
sola inspeoci6n dellatfo. hubiera debido impedir nacer.
68 ENSA YO DE SEMÁNTICA

tuación más uniforme, de una variedad menor de vo-


cales, de una simetría más visible; esa o ó esa E que
viene á colocarse entre la raíz y la desinencia (AÚ-O-p.EV,
AIÍ-E-'tE) es como una obstrucción que Jmpide los conflic-
tos. La mayor facilidad debía asegurar la victoria á
la conjugación en bI_
En latín las cosas están más adelantadas aún. La
lucha ha terminado ya. ¿Quién sospecharía, sin la luz
proyectada por las lenguas congéneres, que .<;istere,
bíbere, gignere, serere,' son antiguos verbos de red u-
plicáción, semejantes á 'tI01\ue, OLOwfl.!? Los supervivien-
tes de la antigua conjugación, esse, terre, velle, y al-
gunos otros, se clasifican entre los verbos irregula-
res. y aun no son irregulares más que en parte de sus
formas. Prosiguiendo· en el pueblo el tra.bajo de regu-
larización, velle dió en bajo latín voUre, de donde el
francés vouloir; posse dió potére, de donde el franc,és
pouvoir. Los últimos restos, pues, han sido absorbidos
poco á poco.
; Sin embargo, tal es la lentitud de esas evoluciones,
que aun hoy, en todas las lenguas románicas, queda
un testimonio, único á la verdad, de la cqnjugación
en ¡.u. Es el verbo ser que, por s,-!s anoma.lias, denun-
cia su origen más antiguo. Por supuesto, ha sufrido
muchos. ataques. En espafiol se tiene somos, sois, son,
como si el latin fuese sumus, '8utís, sunt. El italiano
saca un gerundio essendo de un infinitivo ya moderni-
zado essere.
~ que ha pasado con los verbos ha ocurrido tam-
bién con los sustantivos. Una declinación más fácil,
más clara, gana terreno sobre las otras declinaciones.
Ya en las inscripciones de Delfos se encuentra 'tEOVCZXÓ-
'ttX~1 Q;rwvo~,i\la1iOpoe~ 'tploe~, iv 'tor~ ox'tw hÉoe~1 etc. Es un co-
mienzo que anuncia lo que pasará en lo sucesivo con
POl~ MIGUEL BRÉAL 59

esa tercera declinación, de un manejo demasiado de·


licado. A imitación del dativo !X-ywvou;; vino después un
nominativo c!ywvov. As! se preparan las formas mo-
dernas como &Pxov"to/, yÉpOv"to/. Ya antiguamente, alIado
de cpÚA~, fUÍp'ttx;, ouilt"twp, se encuentra los nominativos cpú-
Aalto(, ;ui~, Ott.lIl"tOpOt; (1).
Algo semejante ha pasado con el femenino. Los
nombres de la tercera declinación se han convertido
eIÍ. nombres de la primera: en vez de 'j'A6E, el griego
moderno dice ~ 'PA6yct; en vez de rl¡v Eh!o-x, dice n.v Eh!eav.
Evidentemente el escollo era el dativo plural: la va-
riación.de las declinaciones empieza siempre en este
punto. El participio presento O:ltoúwv. hubiese debido dar
la forma po~o cómoda IÍltOúoua/. Pero ya en la len-
gua de Homero se encuentra 0:1lou6vuaat (2). Estas for-
mas en Eaa/, que tuvieron nacimiento entre los temas
como "tErX~, se hacen muy frecuentes en las inscdpcio-
nes, donde se lee, por ejemplo,Q:px6V"tEaat, i6v'tEaat H66V"ttaO"t,
o:ywvEO"at, 'ltáV"tEO"at, d'EPYE't'I}aáV"tEO"at.
Comparando CrywvEaat y o:ywvo/~, se convence uno de
que en los dos casos el objeto es el mismo: se trataba
de evitar lÍylilat.
En latin encontramos los mismos hechos, y de una
manera más visible aún, Se ha retocado ya en más
de una mitad la declinación consonántica. Las dife-
rentes flexiones se han referido al tipo de la declina-
ción en i (avii, collis). Fácil es dar~e cuenta de ello
comparando, v. gr., el griego.cpÉpóV"t.wv y ellatinfe1'en-
tium, el griego cpÉpov"t-ct y el latin fe1'ent·ia, el griego

(1) Los hechos son los mismos en la India. Véase Otto


Franke, Die Sucht nach (Z. Stámmen im Pt2li. (Annalas de BeZ'-
zenberger, XXII, p. 202.)
(2) Odi,ea, 1,362.
60 ENSAYO 1m SEMÁNTICA
---------------- ----------------------
,.tpovt-~ Y ellatin terent-cll (por ferenteis) (1). Hay que
recordar que la pronunciación latina contrae las pa-
labras, abrevia ó apaga las alIabas finales: causas to-
das que debían hacer poco definida la declinación. El
retoque se extendió gradualmente hasta ciertos nomi-
nativos. Así: juven, cjoven- (sánscrito juvan), de don-
dejuven-tus, pasó á ser juvenisj aus, coído-, de donde
au(s)dire, auscultare, cescuchar-, pasó á ser ausis,
aUTis.
B. Para conseguir mds claridad. - Hasta donde
cabe, es menester que las formas gramaticales no se
presten á ningún equívoco. Si son demasiado ,cortas,
demasiado débiles, pueden llegar á. ser ininteligibles.
, .
Es lo que habría sucedido, por ejemplo, con los geni-
tivos plurales de la segunda declinación. El antiguo
\
genitivo en um (griego IIlV,) de que aún existen ejem-
plos en ciertas locuciones (2), cede el puesto á un ge-
nitivo en orum tomado de los pronombres, y que tiene
además la ventaja de ser simétrico con las formas en
arum de la primera declinación.
El s':lperlativo terminaba primitivamente en 'to<;. De
esta formación sencillisima -han quedado 'tp('to~, d'tIXp,;~,
atxa:'to~. Sabido es, efectivamente, que los números or-
dinales se forman con ayuda de los mismos sufijos que
sirven para denotar los grados de comparación. Pero

(1) Hay aún algunas rar,!ls huellas del estado anterior. Aulo
Gelio (XIX, 7) cita de Levio la expresión silenta loca. Silenta
es ún plural neutro á la manera de eplAOÜV't-IX. Pero ellatfn ha
perdido la costumbre de esos neutros: dice veloc-ia, locuplet-ia,
,implic-ia. En el genitivo plural se tiene aún parentum, ani-
mantum; pero la forma ordinaria es ium (adulescentium, in-
fantium, discordium).
(2) Prae(ectus (abrum, duo milía sestertium, templa deum,
etcétera.
POR MIGUEL BRÉAL .61

ese exponente 'tot;, demasiado sencillo y demasiado cor~


to, podIa. d~r margen á equivocaciones. Segregando
la Cl de &lUI, el griego obtiene un sufijo más completo:'
Cl'tOt;; de ahí superlativos como !l1tCl'tot;", ~axCl'tot;", 1!ÚfJ.Cl'to.;.
Para mayor claridad, al sufijo Cl'to.; afiadió la lengua
la 't del comparativo 'ttpo~; desde entonces se tuvo el
sufijo 'tCl"tOt; que permite oponer 'P¡Á'tCl'tO~ á 'P¡Á'ttpo~ (1).
El deseo de formas explicitas per.mite explicarse
cómo, en francés, los antiguos números ordinales tier&,
quart, quint (le tierB parti, un quart voleur Burvient ...),
han sido sustituidos por·troiBieme, quatrieme ..• De los
antiguos ordinales latinos no quedan más que los dos
primeros; pero ya deua;iéme, en vez de Becond, es fa-
miliar á nuestros .()Idos.
En la. conjugación, ciertos participios pasados co-
rrIan el peligro de hacerse extraflos al verbo de don-
de salieron. ¿Quién percibe aún el parentesco de poids,
que habría que escribir poiB, y de pendre, de toise y
de tendre, de route y de rompre (2)? Era útil tener una
forma. que acusase mejor las afinidades. As! se expli-
ca el favor que ha encontrado el participio enutus:
pendu, tendu rompu (a). El movimiento vino de algu-
nos raros precursores que se descubren en el bajo la.-
tin:pendutuB, dece~nutum, incendutum, los cuales son
producto, á su vez, de la imitación (ladn. Bolutus, Bta-

(1) Debemos este modelo de estudio histórico á. M. Ascoli,


en los Studien de Curtius, IX, 342.
(2) Todavía eu el siglo XVI las fracciones se Vaman en mÍ!.-
temáticas les nombres roupts (dos números' rotos,). La rJute
(autu) designa una Vla hecha rompiendo el bosque y el te-
rreno.
(3) Los nUlos, al decir yo he rompido, se ajultan á 101 mode
101 que les ofrece la lengua; ya ha tiempo que se los mira como
eficaces auxiliares de la regularidad gramat!eal. En vez de 1 ca-
me. 1 caught, ee les oye decir en inglés 1 comed, 1 catched.
62 ENSAYO DE SEMÁNTICA

tutus) (1). Gracias á esa silaba final, el francés ha res-


tablecido las lineas confusas de su conjugación.
En vez de nous prenmes, nous faismes, que hubiera
debido dar en latin p'l"endimus, facimus, se ha dicho
1I0US p'l"en'ons, nous fais- ons.¡ en vez de vous p'l"ents,

que hubiera debido dar ellatin prenditis, se ha dicho


vous p'l"en-ez. ¿De dónde vienen estas desinencias más
llenas? La segunda persona del plural ]0 indica de so-
bra. Han sido tomadas de la primera" conjugación (2).
Pongamos otro ejemplo sacado de la conjugación
griega.
Los aoristos segundos de verbo a como 'tEOlJIU tenfan
una desinencia muy corta en la" tercera persona del
plural: lOEV, If~, IITtCElO, EfXV, l'fuv, etc. La lengua homérica
abunda en formas de este género. Pero se ve su incon-
veniente: esas terceras personas del plural se aseme-
jaban demasiado á las primeras del 11in guIar . El me-
dio empleado ha sido muy sencillo: gracias á una
prolongación tomada del aoristo primero, se tuvo
1fGt¡C7ClV, '(lTtrzl:av, Ifcpa:arzv, ld.ul:rzv, cz..i8EGCElO (3).
Un hecho, sorprendente á primera vista, pero que
atestiguan pruebas numerosas, es que los sufijos más
usuales en nuestras lenguas modernas son sufijos im-
portados. Asf: el griego nos ha permitido formar nues-
tras palabras en isme (cismo~), como optimisme, so-
cialisme¡ en iste (cista~), como artiste, fleuristej en
ise'l" (cizar~), como auto'l"ise'l", fertilise'l". El alemán nos
ha proporcionado el sufijo a'l"d como en vantard, ba-

(1) Los verbos latinos que tienen el perfecto en ui, como


habui, tenui, fueron de 109 primeros en tomar un participio en
utus.
(2) Los únicos supervivientes que no han sido alterados
80n: vous dites (dicitis), vous faites (faciti3).
(3) Ourtius, Das Verbum, I, 74.
POR MIGUEL llHÉAL 63

vard. El italiano el sufijo esque (cesco-), como en gi-


gantesque, romanesque. En rigor, las palabras en al,
como national, provincial, en atew' (cador-), como
ordonnateur, provocateur, están formadas con ayuda
de sufijos latinos, puesto que esos mismos sufijos,
cuando han entrado en francés por via popular, han
tomado otro aspecto. La necesidad de tener formas
explicitas, que se destaquen claramente ante los ojos,
es lo" que ha procurado ese favor á las desinencias ex-
tranjeras: desgastadas las nuestras con el tiempo, y
habiéndose mezclado con la parte anterior de la pa-
labra, no resaltan con la misma evidencia.
El mismo hecho se observa entre nuestros vecinos.
Se sabe el éxito que ha obtenido en alemán nuestra
desinencia-le, que ha dado los sustantivos en........ei,
como BlJcke7'ei, Zaube1'ei. Los ingleses han tomado de
nuestra segunda conjugación esa silaba ish que se en-
cuentra, no sólo en finish, nourish, donde el modelo es
proporcionado por el francés, sino en pubUsh, distin-
guish, adonde el sufijo se ha transportado por imi-
tación.
En todas las naciones y en todas épocas ha habido
puristas para protestar contra esas invasiones. Pero
los que forman el lenguaje, queriendo ante todo ser
comprendidos, y comprendidos con el menor esfuerzo,
se curan poco de la procedencia de los materiales que
utilizan.
C. !?ara subrayar una oposición á una semejanza.
-El lenguaje nos revela aqui un hecho de psicologia:
el espiritu, que acostumbra A asociar las ideas por
pares, tiende á soldar entre si las contrarias, dándoles
la misma apariencia exterior. Esto, amén de ayudar
á la memoria, da más relieve á la palabra. cCuando
consideramos una facultad (dice el filósofo inglés Bain),
64 ENSAYO DE SEMÁNTICA

nada más natural que la disposición á volver la vista


á la otra cualidad, que forma contraste con ella.-
Empezaremos por los ejemplos más sencillos.
El día y la noche forman una antitesis tan antigua
como el mundo: por el modelo de diu, el latin, des-
viando el ablativo nocte de su' declinación, ha hecho
noctu. Por el modelo de diu'l'nus ha hecho nocta'l'-
nus (1).
Otra oposición no menos antigua es la de la vida y
la. muerte. A ejemplo de "ivus el latIn hizo mO'l'tuas.
Según las reglas de la lengua latina, mO'l'iof' debla ha-
cer mO'l'tus, como o'l'io'l', ea;perior, hacen ortus, ea;per-
tus (2). Pero, encontrándose á todas horas la ocasión
Cle la antItesis (3), la silaba final del uno se comunicó
al otro.
Las expresiones cantes- y cdespués- están asimismo
destinadas á influirse. Al lado ',del adverbio antid,
transformado después en ante, el latIn formó un ad-
verbio postid, transformado en poste y post. Postid se
conservó en postid-ea, que tiene por modelo á antid-ea.
En la base se encuentra la silaba pos, cdespués- (4).
Se ve que, para determinar una creación por ana-
logi,a, no es menester que la lengua presente modelos
en gran número. En IOBeasos que acabamos de citar
bastó una sola palabra; pero es porque los dos térmi-
nos estaban en oposición directa. La. analogia, podria

(1) Se ha sostenido recientemente que noctu os el que deter-


minó la existencia de diu; pero, para establecer la verdadera fi-
liación, basta recor!iar el sánscrito divas ó djus, «díu (puT'lJea-
jus, «ay en).
(2) La forma mortus es, efectivamente, la que el verbo ha
recobrado en las lenguas románIcas.
3) Mortuum out vivum.- VIVO ET MORTVO. C. l. L_, VI,
6.467; IX, 4.816, eto.
(4,) Sánscrito pas, «después~, pa¡;·cat.
POR MIGUEL BRÉAL 66
decirse, deja. sentir su poder en razón de la situación.
As! es como en francés hemos hecho el adjetivo mé1'i-
dional, cuyo sufijo, que no se encuentra en ninguna
otra parte, seria imposible de explicar, sin su contra-
rio septent1'ional.
Hay locuciones que serian inexplicables, si no se las
~omparase con sus contrarias. As! l¡.L'lt6Owv (hablando de
un estorbo, de un obstAculo), no se explica mAs que
por lX1t6&,¡v, cfuera de los. pies» (1).
Los griegos, que conocian ya la analogia por anti-
tesis, la dieron un bello nombre: cnJ\lExapop.i¡ xtl't' ÉY!lvaÓ'tY\'t«.
La imagen está tomada de alguna cabeza de ganado
que se separa: de sus compaileras y va á seguir A otro
rebalio.
Vamos á poner ahora ejemplos de analogia que sir-
ven para subrayar una semejanza.
Los nombres de parentesco como TaX"nÍP, p.1\'tW. eu~.
terminabafi su dativo plural en "', y el griego ul~,
chijo", que no tenia ninguna razón para eso, hacia
igualmente uldcn. M. J. Wackernagel cita un caso se-
mejante en sánscrito (2). La palabra pati, que quiere
decir á la vez camo" y cesposo", tiene dos genitivos,
uno (regular) -patts- cuando significa camo». otro
(irregular)---,-patjus-cuando significa cesposo". Este
patju8 viene de genitivos como pitus, cdel padre", md-
tus, cd.e la madre".
El griego tenia un sustantivo oMap (genitivo oij()a~),
cubre", cuya antigüedad atestiguan el latin ube1' y el
aleman Eute1', as[ como el sánscrito üdhal'. Esos nom-
bres en -ap, -Cl'tOC;, se multiplicaron para denotar 1101-

(1) La analogla por oposlci6n se encuentra. igualmente en


la antltesis f¡¡1Er~ y bp.tr~ f.LCl~ Y ¡uxp6c;. V6aae también (Mém.
I

SOCo ling I IX) lo que yo he dloho del adverbIo G'tlll'!tfí.


(2) Diario de Kuhn, XXV, 289. .
66 ENSAYO DE Sli.MÁNTIC.A

guna parte del cuerpo. Se tiene r6~'tt, e las dos rodi-


llas-, Wa:'tt, elas dos orejas-, 1tpoaW1tCl'tt, elos dos ojos-, y
aun xtÍpt¡ap, e la cabeza- .
Se cuentan, en fin, en todas las lenguas, algunas
voces que, aproximadas por el sentido, han sido apro-
ximadas también por la forma. El griego, por ejem-
plo, tiene Acípurl; y 'PCÍflUrl;, criJptrl; Y O'cÉA1ttrl;¡ el sáoscrito tie-
ne angustha, eel pulgar-; ostha, eellabio-; klJstha, eel
vien tre -; upastha, e el regazo _; las lenguas célticas
tienen sus palabras en arn y en o1'n: vagos restos de
clasificación, comparables á esas alineaciones que
atestiguan aún, en el emplazamiento de las ciudades
destruidas, que los hombres procuraron alli antigua-
mente edificar en orden sus vivienda.s (1).
En la sintaxis, sobre todo, es donde hay ocasión de
observar esta clase de simetrla. Por ella encuentran
so explicación muchas construcciones que repugnan á
la pura lógica. Si los verbos que significan -tomar,
arrebatlt.r, quitar-, se construyen en latin con dativo,'
es porque edar, atribuir, ofrecer-, se construyen con
dativo. &i se dice di/lidere alicui, es porque se dice
credere alicui. Si se dice, con genitivo, obU"iscitur
Rostré, es porque se dice, con genitivo, meminit nos-
tri (2). En fin, si se dice, con el ablativo, in urbe, que
parece implicar una contradicción, puesto que el abla-
tivo denota una idea de alejamiento, es porque se de-
cía ea; urbe, ab urbe. Así es como en aleman in dem
HauB, zu den Haus, donde in y zu se construyen con

(1) Véase Bloomfield, On adaptation o{ sufflxu iR conqene-


Tic ctasses 01 substantives. Baltimore, 1891. -Zimmer, Ámeri-
cam Journal of Philology, 1895, p, 419.
(2) Obliviscor significa. literalmente ~:tmaril1ear, borrarse••
La metáfora emana de una letra que palidece. Varron (De L.,
L. V, 10) llama á las palabras fuera de uso: obli~i/J C'M'ba.
POR MIGUF.L BRÉAL 67

dativo, ha llevado á emplear el dativo en locuciones


como aus dem Haus, von dem Haus. Asl como se dice
en inglés ag'ree with, some one, se dice dilfer with
some one.
Basta "ir hablar á las personas que saben imperfec~
tamente una lengua y observar las faltas que come-
ten, para ver que se dejan guiar de ordinario por aso-
'Ciaciones de este género.
D. Analogia para aiustarse á alguna regla antigua
~ nueva. -Estas palabras necesitan explicación. Se
trata aqul de una regla no formulada, que el hombre
se esfuerza en adivinar, que vemos á los niftos tratar
de descubrir: el pueblo, suponiéndola, la crea. La idea
de que ell~nguaje obedece á leyes fijas está profunda-
mente grabada en el esplritu del pueblo; nada, por
otra parte, es más racional, porque el lenguaje, sin
leyes, dejarla de ser inteligible y faJtarla á su primer y
único objeto. Vemos que en el hombre del pueblo una
iilfracción de lo que cree regla provoca la risa ó el
desdén.
Las formas que desorientan por un aspecto insólito
,se miran, pues, como defectuosas y se refieren al tipo
-considerado como regular. Asl es como las axcepcio-
nes van siendo cada vez menos numerosas y acaban
por desaparecer. Los lingüistas, conservadores por
-oficio, ,8uelenser poco favorables á tal regulariza-
ción. Pero la analogla cumple aqui una misión nece-
saria, sin Id. cual no habria ya á muy poco más que
,oscuridad y desorden.
Pero es necesario que el pueblo no tenga que resol-
ver problemas demasiado dificiles: si tropieza con la-
,zos en su camino, cae en ellos. Isidoro de Sevilla re-
gistra un verbo de la primera conjugación usado en
.su tiempo, pro8tl'are, .postrar-; ese verbo salió de
68 ENSAYO DE SEMÁNTICA

p'l"ost'l"avi, por haberse hecho demasiado dificil de en-


contrar el camino que conducía. á p'l"oste'l"no. Ya. en
latin clásico se tiene delere, eborrd.r, destruir», sacado
del perfecto delevi, el cual es un compuesto de linere.
Babia un verbo praesta'l"e, compuesto de s-tare, que ha-
cía en el perfecto praestiti, eaventajé-; otro verbo
praestare, derivado de praestus (prae·situs), eprepara-
do, presto», hizo igualmente praestiti, epreparé-.
La memoria del pueblo es corta. Vemos un plural
como omnes (por homines) enriquecerse con un neutro
omnia y con un singular omnis; vemos un femenino
felia; (de tela, eteta») producir un masculino yo un neu-
tro (1).
Es interesante ver con qué puntualidad se .obedece y
aplica la regla, una vez admitida. El lingüista que-
asiste á este espectáculo, y que, conociendo los ele-
mentos puestos en juego, ve pasar por la hilera los
materiales más dispares, no puede menos de admirar
su funcionamiento. Se ha llamado impropiamente á
esto una violencia (Systemzwang). No hay violencia:
no hay más que obediencia voluntaria á la. regla..
He aquí algunos ejemplares.
Estamos acostumbrados á ver á los verbos griegos
tomar en el imperfecto y en el aoristo el aumento si-
lábico ó temporal. Pero no estamos preparados á ver
que el aumento modifique un a\Íverbio ó un pronom-
bre. Es, sin embargo, lo que pasa cuando palabras
compuestas como om~0'f'úA~, eretaguardia», Cllh6fLOAO~,
edesertor-, dan nacimiento en Jenofonte á imperfec-
tos como wma6o'f'IJAcÍltEI y á aoristos como 1jU1:op.6A1jaE. Na-
die se extrafia de eso, salvo el filólogo, que ve en
ello un ejemplo de la lógica popular. En griego mo-

(1) Felicia arma. Felix amen.


POR MIGUEL BRÉAL 69
-demo, donde el aumento subsiste, !le le coloca sin va.
,~ilardelante de las preposiciones: se dirá, v. gr., t'ltpo-
~~'" «yo querfa mejor-; i¡v6x.A1)0'1l, «yo he desarregla-
do-. El griego antiguo habla empezado ya, diciendo
¡Ú8EUGE.
Que el latln tomase un participio pasivo ó medio
'como amamini, laudamini, y que hiciese de él una se-
~unda persona de la conjugación, sobreentendiendo
.estis, no tiene mucho de asombroso; es como si en
,griego se dijese Cf"AOÚ¡UVOl EO''te, 'tq.r.w¡uvol EO''te. Pero donde la
,analogia comienza su obra es cuando encontramos
amaba mini, amemini, amare mini, formas heteróclitas,
aunque perfectamente inteligibles.
Interesa observar sobre todo, la anaJogfa cuando
1)e- encuentra enfrente de alguna dificultad impre-
vista.
La reduplicación de la sUaba inicial de los verbos,
obligatoria en el perfecto, se hacia casi imposibl,e con
los grupos .-Jt, O"t, O'X, Ó con las letras ~, ~. Sabido es de
-qué manera sorteó la dificultad el griego. En este caso,
.en vez de reduplicación, se contenta con aumento.
Creería uno ser testigo de alguna transacción como
las que nos presenta la historia de las instituciones y
de las leyes. O si esta comparaCión atribuye demasia-
do influjo á la razón consciente de sl misma, parece
que se asiste al trabajo da algún animal ingenioso que
construye su morada con materiales desigualmente
apropiados para ese uso.
Lo que importa observar sobre todo es el fin perse-
guido oscuramente. A quien estudia el verbo griego le
es imposible desconocer una intención de completar
los cuadros: alIado del aoristo indicativo lÁUO'Il se en-
cuentra un aoristo imperativo AuO'á'tw, un aoristo opta-
tivo ÁúOCZl¡.at, y un aoristo participio AÚO'll(. La Il que se
70 ENSA YO DE SEMÁNTICA

encuentra en estas diversas formas es como su firma ~


La inteligencia de las masas Be revela aqui por uno
de sus lados má.s interesantes: por los medios más sen-
cillos vence las dificultades que en toda especie de-
artes ú oficios opone la materia al obrero.

Por lo que antecede, se ve lo que hay que pensar de-


la analogla. Considerando el uso que se hace de ella.
en algunos libros recientes, parecerla. como una gran
esponja pasada al azar por la gramática para revol-
ver y mezclar sus formas, para borrar sin mo'tivo las,
distinciones más legitimas y más útiles. No es rse su;
carácter: está, al contrario, al servicio de la razón, ra-
zón _un poco corta, un poco desnuda de memoria, pero-
que no deja de ser por eso el verdadero y necesario-
motor del lenguaje.
Se ha discutido mucho sobre si cen la juventud de-
nuestras lenguas .. tenia la analogia tanto poder como-
hoy. c¿Se pueden admitir (dice Curtius) formaciones-
analógicas en tiempos
, tan lejanos? .. Las. formaciones·
analógiMs no me parecen muy verosimiles más que
en los perlodos recientes ... ¿No es ciertamente una ca-
sualidad que se haya empezado por llamar la aten-
ción sobre esos hechos con ocasión de las lenguas mo.-
dernas, sobre todo de las lengpas románicas? ..
En este punto DO podemos ser de la opinión del sa-
bio helenista. Si se ha empezado por llamar la. aten-
ción hacia esta parte con ocasión de 'as lenguas ro-
mánicas, es porque las l~nguas románicas dejan ver
al descubierto SUB orlgenes, ventaja que falta á las·
épocas antiguas. Pero, como las causas que acarrean
los cambios son causas inherentes al espiritu é im-
puestas por las condiciones de todo lenguaje, no hay
POR MIGUEL BRÉAL 71
ningún motivo para creer que hayan obrado menos
poderC'samente en el pasado.
¿Es verdad, como también se ha dicho, que la ana-
logia sea una fuerza ciega, que va hasta el fin sin de-
jarse detener por nada?
Es dificil creerlo cuando, dejando á un lado ]a teo-
rla, se coloca uno en presencia de los hechos. La ex-
periencia prueba, al contrario, que la analogla tiene
limites, cuyo estudio es tan interesante, por lo menos,
como el del fenómeno mismo. Razones de claridad ó
de armonla bastan para tenerla 8. raya.
Una última cuestión seria saber si la analogla me-
rece esa" especie de desestima en que ciertos lingüistas"
parecen tenerla.
Llevada demasiado lejos, las lenguas llegarfan 8. ser
dema.~iado uniformes,y, por consecuencia, monótonas
y pobres. EL filólogo y el escritor, tanto por profesión
como por gusto, estarán siempre de parte de los ven-
cidos, es decir, de las formas que la analogfa amenaza
absorber. Pero, gracias 8. la analogla, el nUlo, sin
aprender una tras otra todas las palabras de la len-
gua, sin verse obligado 8. ensayarlas una á una, se
hace cluefio de ellas en un tiempo relativamente corto.
Gracias á la" analogla, estamos todos seguros de ser
comprendidos aun cuando llegamos 8. crear una pala-
bra nueva. Hay que mirar, pues, la analogla como una
condición primordial de todo lenguaje¡ si ha sido una
fuente de claridad y de fecundidad, ó si ha sido una.
causa de uniformidad estéril, eso es cosa que sólo la
historia individual de cada lengua puede decirnos.
CAPÍTULO VII

ADQUISICIONES NUEVAS

Necesidad de indicar las adquisiciones alIado de las pérdidas_


. -El infinitivo.-La pasiva.-Los sofijos adverbiales.-Oon-
alusiones históricas.

Asl como se distinguen más fácilmente los vacios


que se hacen en una sociedad que las fuerzas nuevas
que se manifiestan, asl es más común ver notar las
pérdidas sufridas por el lenguaje que ver describir
los recursos que recibe. La evolución gramatical se
efectúa tan lentamente y por un progreso tan sensI-
ble, que las más de las veces pasa inadvertida para el
observador. Con todo, es poco creible que, durante
un espacio de cuatro mil afi08, las lenguas indo-euro-
peas hayan experimentado mermas constantes, sin
compensación de ninguna indole. La historia de las
pérdidas se ha hecho frecuentemente; la de las adqui-
siciones está por escribir. Vamos á enumerar algunas
á titulo de indicación.
No hay que creer, por supuesto, que se trate de
creaciones ex nihilo: amoldar á' nuevos usos la materia
transmitida por las edades anteriores, tal es la forma
b~jo la cual vemos elaborarse el progreso.
En primer lugar I el infinitivo.
Esa forma tan preciosa, la primera que los niflos
aprenden, la primera que, en dos pueblos puestos en
con tacto y que tratan de entenderse, pasa del uno al
otro, no ha existido, sin embargo, en todo tiempo. Es,
POR MIGUEL BRÉAL 73

á la inversa, producto de una lenta selección: hay que


ver en ella el fruto de una unión tardíamente realiza-
da entre el sustantivo y el verbo. La fecha relativa-
mente reciente dAl infinitivo puede presentirse ya, al
ver lo que se apartan uno de otro, en este punto, el
latln y el griego, tan acordes en todo el resto de la
conjugación: no hay ninguna semejanza entre )a de-
sinencia. de AlytlV y la de legere, entre tT_ y esse. Yaun,
sin salir de la lengua griega, comparando formas dia-
lectales como l¡.quv, tr_, l¡a-, nos convencemos de que
ese idioma no habia fijado aún su elección hasta una
época bastante reciente. El latin, á primera vista, pa-
rece más decidido; pero, á poco que se mire, se ve que
está más lejos aún de realizar la unidad de infinitivo,
porque reparte su función entre tres formas: el infini-
tivo propiamente dicho, el supino y el gerundio. Sólo
en las lenguas modernas es un hecho consumado esa
unidad.
El infinitivo representa la idea verbal despojada de
todos los elementos accesorios y adventicios. No cono-
ce la persona y el número. La idl"la de la voz (activa,
media y pasiva) le es, en el fondo, extrafia (1). La idea
misma de tiempo no ha entrado en él sino por una es-
pecie de superfetación y gracias á retoques tardíos.
Ciertos gramáticos han querido hacer del infinitivo
un modo de verbo; pero no es un modo, sino, como
declan. con razón los antiguos, la forma más general

(n Un vino agradable de beber.-Un consejo dificil de se-


guir. - Una ofensa imposible de perdlJnar.-En griego: XIIAiw;
~v, 1.í~tO~ 8Clu¡uíalZl, p~OtoV p.aOtrv. -En laUn: mirabile visu, difli-
cile dictus, etc. Cicerón (Ad Fam .. IX, 25) nos da de pasada
este ejemplo de cambio ocurrIdo en el sentido. Nune adeS
ad imperandu11', lIel ad parendum potiu.s: sic enim antiqui.
loquooantur.
74 ENS1YO DE SEMÁNTICA

del verbo (tC '(EVtXW'tCl'tOV pf¡¡J.Cl), el nombre de la acción


(ISvofJ4 1tpárfJ4'to~) (1).
Para comprender la importancia de esta forma,
basta leer algunas Hneas de una lengua moderna. Mi-
tad verbo, mitad sustantivo, pero 1ibre del bagaje em-
barazol!o que pesa sobre esas dos clases de palabras,
el infinitivo hace los mismos servicios. Como el verbo,.
tiene la fuerza transitiva; como el verbo, puede 8S0-
ciarse á un sujeto; como el verbo, puede ir acompa.-
!lado de un adverbio ó de una negación. Mas, por otra
parte, usado como sustantivo, puede ser sujeto ó com-
plemento; se coloca después de preposiciones como a t
de, para, si, y siempre sin el estorbo de )as desinen-
cias. Es á propósito para expresar una exc)amación t
un deseo, una orden. Está menos expuesto, en fin, á
esa condensación del sentido, á esa cristalización, á
esa concreción de que tendremos que hablar más ade·
lante, y que amenaza á todos los sustantivos, aun á.
los sustantivos abstractos (2).
En presencia de semejantes ventajas, se pregunta
uno qué cs )0 que ha podido retardar tanto la crea-
ción del infinitivo. Para responder á esta pregunta,
hay que dirigir la vista atrás un instante y considerar
el plan general de nuestras lenguas.
Siempre que se trata de clasificar las lenguas según
su mayor ó menor perfección, ~costumbramos á ha-
blar de la familia indo-europea, como la que ocupa el
grado superior de la escala. Con todo, no hay que
pensar mucho para descubrir en ella 10 que miramos
como una característica de los idiomas poco adelanta-

(1) Iflfinitorumvis in nomen rei re.,olit'Ur. (Priscian!>.)


(2) Oomparese, por ejemplo, frui, y {ructw, regere y re-
gio, etc. Véase m6s adelante el capitulo de las palabras abs-
tractas.
POR MIGUEL BRÉAL 75

dos. Ciertas lenguas de América pueden decir «mi. ca~


beza, tu cabeza., su cabeza.», pero no «cabeza» en ge~
neral. Eso es bárbaro seguramente. Sin embargo, no-
ocurría otra cosa con el verbo indo-europeo, que podía.
decir 'flpw, 'flpEI~, rpipu, pero no rpi{xIV. En el plan primiti-
Vl', la acción era referida siempre á unlf. persona. Una
forma como 81&!¡u, 818061, representa por si sola toda una.
proposición: contiene á la vez el verbo y su sujeto.
Nuestras lenguas no están, pues: tan lejos del estado-
llamado holofrástico, en que la palabra era por si sola
una frase.
El infinitivo es una conquista de la abstracción. Ha
habido que buscarle fuera del verbo, entre los sus-
tantivos. La elaboración del infinitivo estaba ya empe-
zada, pero no terminada, en la época proétnica; se
han necesitado siglos para que cada idioma fijase su-
elecciÓn en cierta forma de sustantivo, y para que
esta forma fuese dotada, con exclusión de las demás ~
de algunas de las propiedades esenciales del verbo.
Aqul es donde cabe apreciar las ventajas de lo que
se Ila~a Ja.falta de transparencia ó la alteración foné·
tica. Esa supuesta decadencia no ha contribuido poco
é. dar toda su -utilidad al infinitivo. Es dificil saber con
certidumbre á qué caso de la declinación perteneclan
las formas griegas como ~EUyWfLEyal, lBE!.", 'fEpEaOal' Pero esa
hidecisión ha. servido para hacerlas más fáciles de ma-
nejar. Lo mismo acontece con el infinitivo latino. Si
lás formas por el estilo de videTe, audiTe, acabaron
por sobreponerse á las formas del modelo de visum~
auditum, se debe quizá. á que alli la ~arca de la de-
clinación es más oscura.
Recordaré á este propósito un hecho que demuestra.
perfectamente la importancia que el infinitivo ha ad-
quirido en nuestras lenguas. Cuando en los siglos XIII
76 ENSA YO DE SEMÁNTICA

_y XIV se enriqueció el alemán con una porción de ver·


bos franceses, lo!! adoptó bajo la forma dfll infinitivo,
sfiadiendo, de un modo bastante raro, las desinencias
-alemanas. As! como se encuentra en Wolfram van Es·
chenbach fischie1"en, «atar-; leischieren, «dejar-; los-
-chieren, «alojar-; parlieren, «hablar-, y otros mu-
chos. De aqu! resulta. que al presente, cuando el ale-
mán dice ich spaziere afia.de el infinitivo espacier, «es·
1
·paciar -, la. desinencia de la primera persona . Nada
prueba más claramente cómo la. idea del verbo, en
-nuestras lenglla~ modernas, se ha encarnado en el in-
finitivo (1).

Se preguntará. cómo el griego, habiendo pose!do an-


tiguamente el infinitivo, pudo dejarle caer en desuso
en la Edad Media. Esa pérdida es, en efecto, uno de
los fenómenos más sorprendentes de la lingüIstica
indo-europea: porque decir, como se ha dicho hace
poco, que el infinitivo griego se perdió porque se em-
'pleaba con demasiada frecuencia, es ·una explicación
que excede del alcance de las inteligencias ordinarias.
Pero hay que advertir que la fa.lta del infinitivo ha
llegado á ser, sobre todo, una laguna dolorosa el dia en
que el neo-griego, encontr~ndose en presencia de las

(1) M. Leo Wiener (American JournaL 01 philology, 1895.


pá.g. 330) ha discutido recientemente esta explicación de 101
verbos alemanes en ieren Opina este sabio que hay que bus-
car el origen de cales verbos en los nombres en ier, i~rre, como
fl,CJitierre, de donde sale fl,oitieren_ Pero los hechos no parecen
muy de acuerelo con esta explicación Los sustantivos que hay
que suponer faltan las más de las veces. Además, en verbos
como condewieren, franeés conduire, vemos claramente dos
desinencias superpuestas; hay, pues, derecho para admitir en
los otros una superposición aniloga.
POR MIGUEL BRÉAL 77
otras lenguas de la Europa moderna, h&r sentido 1&
necesidad de igualar sus recursos sintáxicos. Hay que-
creer que ni las liturgias de la Iglesia, ni los cantos
populares, en su lenguaje breve y sencillo, hablan ex-
perimentado tai necesidad. Lo. locución Oa (OUEI TYCl) COn
el subjuntivo supl1a. la falta. El instrumento intelec-
tual se pierde con el desuso: uno. forma rara vez em-
pleada se borra de la memoria (1).
Por una extrafla inversión de las cosas, se creyó en-
otro tiempo que los verbos hablan empezado por el
infinitivo. cLos hombres (dice un escritor de comien-
ZOtl del siglo XIX) no se E7:x;presan en un principio más
que de una manera general; sólo posteriormente llegan
á analizar, á particularizar cada idea. Conforme las
lenguas alcanzan su madurez, las formas infinitivas.
desaparecen, pero con justa medida: sirven aún para.
dar variedad al estilo, aunque ya se nota que van
siendo menos frecuentes. - Es imposible ~errar.los ojos
á la verdad de una manera mAs resuelta. El infiniti-
vo resume siglo$ de esfuerzos: es la. más reciente de-
las formas verbales.
Como el infinitivo, la. pasiva es del número de esos
medios de expresión que se inclina uno á cleer mucho·
más antiguos de lo que son en realidad.
Silvestre de Sacy, que ha escrito para uso de sus
hijos Principios de gramdtica general, presenta. la pa-
siva como una de las formas necesarias del verbo. Dilo
tres razones. La pasiva es necesaria: 1. o, cuando se
quiere expresar una acción sin nombrar el sujeto·
agente: cYo soy afiigido-; 2. 0 , cuando se quiere hacer
resaltar el objeto que sufre la acción más bien que el
sujeto que la ejecuta: cEI imperio romano fué funda-
, (1) Se encuentra ya en IOB evangelio! apócrifos: au.1Il Yver..
imSouAWaIllfUY -DplTCEI iYCl Q.TCOa-tE[),lIlfLEY.
78 ENSAYO DE SEMÁNTICA

-do por Augusto~; 3.°, para variar el discurso é impe-


dir la monotonia.
Un lingüista de una e~cuela diferente, pero demasia-
,do inclinado, por su parte, á las teorias, Hartung (1),
-explica. la activa y la ,pasiva reduciéndolas á direc-
ciones en el espacio. La activa responde á la pregun-
ta quo (de donde el acusativo); la pasiva responde á
la pregunta unde (de donde el ablativo ó el genitivo).
Inútil es mostrar lo artificioso de estas explicacio·
nes. La pasiva no es una forma antigua: cabe adivi-
'narlo sólo con ver lo que difieren, en cuanto á las de-
sinenéias, epÉp0(J4t y feror. La pasiva es una forma que
las diversas lenguas indo-europeas se dieron mucho
tiempo después de concluido en sus lineas generales
el sistema de su conjugación. La mayor parte de ellas,
y sobre todo ellatin y el griego, llegaron á. crearla apo-
derándose de la forma reflexiva.
Para comprender cómo la forma reflexiva puede
,hacer veces de pasiva, me contentaré con citar algu-
nas frases en que hoy aún nos servimos del mismo
.giro:
-Los grandes pesos se tr~nsportan mejor por la vía
marítima.-
-Esta forma de vestido no se lleva ya.-
-Esos sucesos se han olvidado pronto.-
-El mundo de la naturaleza se divide en tres reinos.~
y en italiano: Dicesi, temesi. Y aún: avvenimenti
compiutisi.
No es que la idea de la pasiva fuese dificil de con-
cebir: -yo soy golpeado- no es más dificil de compren-
der que -yo golpeo ... La dificultad procedía de otra
parte: proced1a del plan de nuestras lenguas, que está

(1) Enciclopedia de Ersch y Gruber, III, t. XIII, pág. 172.


POR MIGUEL BRÉAL 79

en contradicción con la idea p~siva, porque las len-


guas indo-europeas presentan la frase bajo la forma
de un pequeflo drama en que el sujeto es siempre
agente. Hoy aún, fieles á ese plan, dicen: cEl viento
agita los árboles ... ~ El humo sube al cielo ... Una su-
perficie pulimentada refleja la luz ... La cólera ciega al
espiritu ... El tiempo pasa deprisa ... » Cada una de esas
proposiciones contiene el enunciado de un acto atri-
buido al Bujeto de la frase. Era, pues, menester que la
pa!,iva misma se imaginase bajo la forma de un acto.
Es, en efecto, lo que han hecho mlestras lenguas.
Han creado más ó menos tardlamente la pasiva pre-
sentándola bajo la forma de un acto que vuelve al
sujeto. Pascitur significó cél se alimenta», antes de
significar eél es alimentado». dl&iaxofU'1 significaba eyo
me enseflo á mI mismo.• , antes de significar cyo soy
enseflado». En este punto, las lenguas germánicas y
eslavas son particularmente instructivas. Encontra-
mos en ellas las etapas sucesivas de la metamorfosis_
En antiguo escandinavo, theirfinna sik quiere decir:
cellos se encuentran [el uno al otro]». De ahi salió una
forma their finnask, cellos se encuentran. [es decir:
están, moran], y finalmente, eellos son encontrados»
{es decir: inveniuntur]. Cosa parecida se ve en lituanio
yen eslavo. Y aun la familia letto-eslava es, por la
transparencia de sus formas, la que primero nos ha
puesto sobre la via del origen de la pasiva.
Tenemos, pues, aqui un nuevo ejemplo d~ la inten-
ción que preside á las evoluciones del lenguaje, al par
que de la sellcillez casi infantil con que esa intención
llegaásus fines. La pasiva parecia directamente opues-
ta á la idea expresada por nuestros verbos; y, sin em-
bargo, en idiomas distantes unos de otros, la pasiva
encontró su expresión por un medio idéntico.
80 ENSAYO DE SEMÁNTICA

Quiero poner un ejemplo más de esa inteligencia


oculta, pero tan atenta, que se aprovecha hasta de los
menores accidentes para suministrar al pensamiento
un nuevo recurso.
Todo el mundo sabe que el adverbio es un antiguo
adjetivo ó sustantivo procedente de los cuadros regu-
ares de la declinación. Asl:primum, ceterum, potiuB,
son antiguos acusativos; crebro, sUb,ito, vulgo, son an-
tiguos ablativos. Pero, ¿de dónde proceden los adver-
bios en e, como pulchre, recte' Eso es lo que hasta aho-
ra no se ha investigado bastante.
Ellatin solla cambiar de declinación sus sustanti-
vos, ó adjetivos, cuando recibian un prefijo ó entraban
en un compuesto. Animus hace exanimis, fama hace
in/amis, clivus hace proclivis, poena hace impuniB, y
asi sucesivamente. El ablativo de estas palabras en il
era eid ó e. En una época en que la lengua latina no
se habia fijado aún, cabia, pues, elegir entre infirm1/,s
ó infirmis, praeclarus ó praeclaris, cuyo ablativo era
infirmo ó infirme, praeclaro ó prae¿lare. El uso no dejó
de sacar partido de esta doble forma: dió la preferen-
cia á la forma en e que se destacaba mejor de la de-
clinación ordinaria. No sólo se prefirió esta forma
para el adverbio, sino que se generalizó; de modo que
se tuvo también firme, clareo El oseo amprufid, que
corresponde allat~n improbe, es un testimonio que no
permite ninguna duda sobre ese origen. La lengua la-
tina entró asl en posesión de una desinencia propia-
mente adverbial, de que hizo, como se sabe, el más
amplio uso (1).

(1) Véase Mém. Soco ling'J VlI. 188.


POR MIGUEL BRÉAL 81

Una observación de una naturaleza algo diferente


se nos presenta aqul. Acabamos de citar dos 6 tres
ejemplos de las adquisiciones hechas por nuestras len-
guas (1). Son, seguramente, preciosas é importantes.
Sin embargo, por útiles que sean, no Se acercan, ni en
valor, ni en número, á las adquisiciones capitalizadas
anteriormente; es decir, á ese aparato gramatical que
constituye el fondo común de las lenguas indo-euro-
peas, y que era ya cosa antigua y perfectamente fija-
da en la época en que aparecen por primera vez el
sánscrito, el griego, ellatin, el germánico, el eslavo y
el céltico. Con eso se tiene, si no me engafio, un medio
de medir con la mirada la antigüedad de las lenguas
indo-europeas.
Por antigüedad de las lenguas indo-Quropeas no en-
tiendo la antigüedad de una raza, cosa dificil de con-
cebir y de comprender, sino la antigüedad de una ci-
vilización. Para que una gramática y un sistema mor-
fológico alcancen el grado de unidad y de fijeza que
registramos desde un principio en las lenguas arias,
se necesita cierta perpetuidad en la tradición. Esa
perpetuidad supone, si no una literatura, al menos
fórmulas, cantos, textos sagrados transmitidos de
edad en edad.
Como no hay ninguna razón para suponer que las
cosas hayan seguido en esos antiguos tiempos una mar-
cha más acelerada, eso nos permite estimar grosso
modo la extensión del pasado. Se acaba de ver el tiem-

(1) Se podrla citar también, en las lenguas eslavas, la crea-


ción del (género animado., que descansa en una distinción
morfológica entre los sustantivos que designan los seres dota-
dos de vida y los que no la tienen. Esa distinción vino con el
tiempo y gracias á un puro accidente de la lengna. Véase el
trabajo de A. Meillet, en la Bibliothéque de t' Ecote des hautes
études.
6
82 ENSA YO DE SEMÁNTICA

po que se ha necesitado para que cada una de nues-


tras lenguas tenga un infinitivo, una pasiva y desi-
nencias adverbiales. Y aun la elección no es cosa de-
finitivamente resuelta sino después de largos siglos.
Por otra parte, la adquisición de instrumentos nuevos,
como el articulo y los verbos auxiliares, no ha exigido
menos tiempo. Debemos, pues, conceder para el pe-
rlodo anterior, harto más importante, un número de
siglos por lo menos equivalente. Puesto que la dura-
ción histórica que podemos abarcar con la mirada,
desde los primeros cantos védicos hasta nuestros dJas,
comprende unos tres mil afios, no es excesivo segura-
mente pedir otrQs tres mil afios para el periodo ~nte­
rior. N o se ha necesitado menos para fundar la sepa-
ración del nombre y del verbo, para estab~ecer la con-
jugación y la declinación, para descargarlas de las
partes inútiles, para crear el mecanismo de lk for"-
mación de los nombres, para constituir, alIado de la
declinación sustantiva, una declinación pronominal,
para dejar á la analogía asentar el comienzo de su
imperio, para echar, en fin, los cimientos de la sin-
taxís.
Si se admite para el pasado la medida de tiempo que
suministra la observación de las épocas modernas, seis
mil afios son el mínimum en que puede, calcularse el
período de civiliza.ción representado por nuestra fa-
milia de lenguas.
CAPITULO VIII

EXTINCIÓN DE LAS FORMAS INÚTILES

Dificultad d~ este estudio.-Formall superabundantes produ-


cidas por el mecanismo gramatical.-Ventajas de la extin-
ci6n.-¿Hay formas fatalmente oondenadas á desaparecer?

La extinción de las formas inútiles debe entender-


se, no sólo de las que, habiendo existido durante un
tiempo más ó menos largo, quedan fuera de uso, sino
también de las formas que, teniendo virtualmente de-
rechos á la existencia, no se han realizado nunca. Se
comprende que éste sea el reino de la hipótesis.- Sin
embargo, esta especie de infanticidio verbal tiene su
puesto en la historia del lenguaje.
A considerar las cOl:las como simples estudios, se
creerla inevitable el exceso de producción. Si el grie-
go siguiese al través de todos los tiempos y de todos
los modos los tres verbos Ad11:w, A[11:W y AI(.L11:cívw, que sig-
nifican igualmente «abandonar~, Ó los tres verbos
~[~1l(J.I, !h['tiW y !3áaxw, que significan igualmente «mar-
char~, se tendrIa una abundancia de formas que abru-
marla el esplritu. Pero todo el mundo sabe que no hay
nada de eso: la sabidurla semiconsciente que preside
á la elaboración del lenguaje cercena las formas in-
útiles. Lo que no sirve se suprime. De ahI las conju-
gaciones mixtas. De ahl paradigmas como h!11:w, OI11:0V;
!3a1vw, 16Tjv; AavOávw, UaOOIl.
Aunque mixtas, esas conjugaciones no dejan de ser
regulares. Como está en la naturaleza del esplritu po-
84 ENSAYO DE SEMÁNTICA

pular proceder con orden, lleva el orden también á


sus segregaciones. El aoristo segundo heredó siempre
las formas·más cortas, en tanto que el presente con-
servó, por lo común, lo que quedaba de las formas
más desenvueltas.
El juego de la conjugación griega se debe, pues, á
una sucesión de llenos y de vacios. No es que no que-
den aún riquezas inútiles. El sánscrito tiene hasta sie-
te formaciones distintas del pretérito. Ciertos verbos
griegos poseen dos aoristos, dos futuros, dos perfec-
tos. Pero, á medida que las lenguas avanzan en edad,
se desembarazan de sus superfluidades. La fluctuación
que permite á la lengua homérica elegir entre tres. ó
cuatro formas no· existe ya en el griego de Lu-
ciano (1).
La extinción de las formas inútiles va tan lejos, que
reune verbo:! diferentes en una sola y misma conjuga-
ción: fero, tuli; bP2lol, ET80\l; U)'w, ETTCOV, EYp'l\XCZ; yo voy, yo tul,
yo iré. Nuestras gramáticas los presentan como verbos
defectivos que se han completado recíprocamente;
mas, para que se ajusten tan bien, ha sido necesario
segregar primero todas las partes repetidas (2).

La supresión de ciertas voces permite OpOSIcIones


más acentuadas. El femeni,no de eVI1\p era cX\lE!PCZ, que

(1) Se ha supuesto, por otra parte, no sin verosimilitud,


que la fluctuación de la lengua homérica serla menor si no hu-
bieBe mezcla de diversas versiones de los textos
(2) A veces la invención de un procedimiento muy sencillo
entrega Ii la inteligencia popular más forP18i1 de las que puede
utilizar. De ese número es el empleo de los verbos auxiliares,
El dla en que se empezó á decir impruntatum habeo se inaugu-
r6 un mecanismo más rico de lo que se crela y cuyos produc-
tos no han podido recibir siempre una aplicación determinada.
POR MIGUEL BRÉAL 86

subsiste en composición; pero, como palabra simple,


ha desaparecido, dejando el puesto á ¡uv'¡. En alemán
la oposición de Mann y Fraa es debida á la supresión
del masculino Fro (1). En francés habla. un masculino
dame (2), que ya no se emplea, pero que ha subsistido
durante mucho tiempo en dame-Diea.
A veces la supresión se verifica de otro modo. Rex.
podla d8ol' un adjetivo reginas, como se tiene divinas.
Pero, habiendo sido descartado ese masculino, quedó
el par: rex regina (3).
Cuando la lengua dispone de dos términos correla-
tivos, como 'lt6~; 't6ao~, 'ItOt'~, 'tOt'~, como qaantas, tan-
tas, caalis, talis, la supresión del-uno debe tener por.
consecuencia el cambio de sentido del superviviente.
Es lo que sucedió en latin con totas, que suponla un
correlativo qaotas (4). Se debió decir en un principio:
tota teTra, qaota esto Se ve asl cómo la lengua,latina,
por vla de supresión, adquirió una palabra que signi-
fica ctodo~. Cosa análoga pasó en griego. A '2t~ debla
responder en un principio un pronombre 't~. Esa clase
de supresiones no son pérdidas; al contrario, la lengua
gana con eso en rapidez y en energla.

(1) M~sculfnoque se encuentra aún en Frol1hof, «corte se-


tl.orial~,·Fronrecht.
«derecho sefioriab, Fronleichnam, «cnerpo
de Duestro Sefior».
(2) De donde vidame (vice dominus).
(3) Estas especies de claros hechos en el vocabulario (algu-
DOS bastante recientemente) son más visibles aún en ciertos
Dombres de animales, como toro y vaca.
(4) No se confunda con quótus, derivado del nombre de nú-
mero, quót.
86 ENSAYO DE SEMÁNTICA

Cabe juzgar los idiomas tanto por lo que pasan en


silencio como por lo que expresan. Observando otras
familias, se ve que los que echaron los cimientos de la
gramática indo· europea fueron relativamente mode-
rados. La declinación parece no haber tenido nunca'
más que un número de casos bastante reducido. La
conjugación, aunque más exuberante, no alcanzó, sin
embargo, los desarrollos que en otras partes vemos.
No marca el género; no distingue entre la acción mo-
mentáneay la acción continua; se guardó dEdas vanas
distinciones honoríficas; no trató de encerrar demasia-
das cosas en una misma palabra (1).
_Nuestras lenguas, en general, se han abstenido de
marcar muchas vanas distinciones que, no yendo al
fondo de las cosas, son como un gasto frlvolo de inte-
ligencia. En japonés, por ejemplo, cambian las pala-
bras según se cuentan cuadrúpedos ó peces, días ó
medidas, de longitud. En vascuence hay una conjnga-
ción ceremonial (2). Así como hay profundas diferen-
cias en el arte de los diversos pueblos, complaciéndose
108 unos en los pormenores, mientras otros abarcan la
naturaleza en sus lineas generales, puede haber tam-
bién en el lenguaje superfluidad embarazosa. La ex-
tinción de las formas inútiles, ya las deje perecer por
el abandono una razón más madura, ya las ataje la
inteligencia antes de su copcepción, tiene, pue8, su
papel necesario.
(1) Dice, por ejemplo, en una sola palabra: 'law¡.l.cu, «yo me
.coloco., 'la'tClaal, «tú te colocas», 'la'tCl'tCll, «él se coloca». Pero no
ha tratado de decir en una sola palabra: eyo te coloco» 6 «él
meeoloca•.
(2)Sayee: Introduclion to the science 01 language, 1, 206
(3." odie.)
POR MIGUEL BRÉAL 87

Es interesante ver cómo, estando representada una


misma idea por dos t6rminos sinónimos, la lengua. se
desembaraza de uno de los dos, pero no tan completa-
mente que no subsistan algunas huellas. El nombre del
viejo ea rlpwv en griego, senex en latin; los dos térmi-
noscoexistlan el uno al lado del otro en un perIodo
anterior, y vemos en sánscrito alIado de garan, que
corresponde exactamente á r'pwv, la palabra sanas,
cviejo», que es della familia de senex. El griego hizo su
elección; ellatin lo-mismo; pero hicieron elección dife-
rente. Sin embargo, el griego dice 'aún ~- tipXClI (por
oposición á vial) para desjgnar á los magistrados salien-
tes; dice también l'vOt xcz¡mol para designar los frutos del
afio anterior. La lengua polltica y la lengua de la agri-
cultura han conservado, pues, excepcionalmente el
sinónimo caldo en desuso. Ellatin, á su ve-z, para de-
signar un hombre gastado por la. edad, dice ae-ger
(por aevi-ger), compuesto cuya segunda parte es la
ralz de rÉflCllv (1). La composición salvó aqul el Idnóni-
mo sacrifica.do. Eso no sirve sino para ver más cla-
ramente el arreglo hecho en las dos lenguas.
Habiendo expresado ellatin la idea de oir por la lo~
cución perifrástica audiTe, que significa propiamente
crecoger en la oreja (2)-, el antiguo verbo cluo se ha-
cIa ya inútil y debla. desa.parecer. Pero lo que prueba
que existió en un tiempo mt\s lejano, es el sustantivo
eliens (compárese con el alemán der GehOrige).
(1) En sáoscrito gar, «gastarse, envejecer». El participio
gema se dice, por ejemplo, de vestidos usados.-La contrac-
ci6n del primer miembro es la misma que en ae-tas (por aevi-
tas), ae-ternus (por aevi-ternus).
(2) De a-us (griego o~), coreja», y dio (d_ con-dio), ccolo-
can. 8e puede unir el sinónimo aus-cultare.
88 ENSAYO DE SEMÁNTICA

¿Hay extinciones de palabras ó de formas que sean


impuestas por la fonética? Se ha sostenido muchás ve-
ces. Pero, cuando vemos lo poco que se'detiene el
instinto popular para salvar lo que no quiere perder,
llegamos á poner en duda esa supuesta necesidad. Si
habia alguna palabra expuesta á desaparecer en el
tránsito del la Un al francés, era la palabra avis. Y,
no obstante, véase con qué facilidad se ha mantenido
y multiplicado, bajo las formas oiseau (avicellus), oie
(avica, auca), oison (aucio). Si se trata de un verbo, el
frecuentativo viene á tomar el puesto de la forma
simple: á premere, á pellere, les hubiese costado tra-
bajo hacerse admitir en francés; pero decimos presser,
pousser. El verbo fiare daba poca cosa; pero se han
tomado los compuestos como su/fiare, csoufler., con-
fia"e, cgonfler •.
Parece que ellatin hubiese podido verse en un apuro
para distinguir ciertos homónimos. Habia dos verbos
luere, el uno con la significación de clavar., y el otro
de un sentido opuesto, puesto que queria decir cman-
char- (lues, cla mancha-). Pero la lengua evitó sin di-
ficultad el equivoco, por medio del compuesto polluere,
que tomó por su cuenta el sentido del verbo simple.
Aqu1 aún, como en todas las leyes que hemos es-
tudiado en esta primera parte, vemos en acción un
pensamiento inteligente, no una necesidad ciega.
Dondequiera que fijamos los -ojos con atención, ve-
mos desvanecerse esa supuesta fatalidad que seria,
según se dice, la ley del lenguaje. Las leyes fónicas no
reinan sin restricción; distan t3.nto de poder destruir
una palabra indispensable, ó simplemente útil, como
de poder salvar una palabra superflua.
SEGUNDA PARTE
C6MO SE HA FIJADO EL SENTIDO DE LAS PALABRAS

CAPITULO IX

LAS SUPUESTAS TENDENCIAS DE LAS PALABRAS

De d6nde procede la «tendencia peyorativa.• -La dendencia á


debilitarse•. -Otras tendencias no menos imaginarias.

En esta segunda parte nos proponemos examinar


qué causas .llevan á las palabras, una vez creadas y
provistas de cierto sentido, á estrechar ese sentido, á
extenderle, á transportarle de un orden de ideas á
otro, á elevarle ó rebajarle en dignidad; en resumen:
á cambiarle. Esta segunda parte es la que constituye
propiamente la Semdntica, ó ciencia de las significa-
ciones.
Una ilusión contra la cual parece ociosa toda ad-
vertencia, y que, sin embargo, es frecuente, y hasta
se cubre en ocasiones con una apariencia científica, es
el error que se puede resumir bajo el nombre de ten-
dencias de las palabras. Nada es más quimérico en el
fondo. ¿Cómo podrían tener tendencias las palabras?
Sin embargo, oimos hablar de tendencia cpeyorativa»
90 ENSAYO DE SEMÁNTICA

de tendencia á debilitarse, etc. Un filólogo eminente


ha publicado un trabajo, muy instructivo por lo demás,
que se titula: Ein pessimistischer Zug in der Entwick-
lung der Wortbedeutungen (1). Otro escritor, Mr. Abel,
en una memoria sobre ,los verbos ingleses que expre-
san una idea de mando, dice que to command tiene
una tendencia á descender, pero que se inclina, no obs-
tante, en el buen sentido. Hay que incluir esas tenden-
cias entre las «fuerzas. de que poblaba la naturaleza
la ciencia de la Edad Media. Equivaldria á tomar al
pie de la letra la afirmación de nuestros economistas de
que el metal plata tien,e una tendencia á bajar constan-
temente de valor.
La supuesta tendencia «peyorativa» (2) es conse-
cuencia de una disposición muy humana que nos lleva
á velar, á atenuar, á disfrazar las ideas enojosas, ofen-
sivas ó repulsivas .. Aulo Gelio advierte que antigua-
mente la palabra periculum podla tomarse en buen
sentido; y, en efecto, significa literalmente «experien·
cia. (3). Si ha llegado á un sentido desagradable, es
por efecto de un puro eufemismo; nosotros decimos
igualmente de un ejército 'en derrota que ha sido
eprouvée (<<probado.). Valetudo significa «salud., pero
ha llegado á designar lo contrario, como cuando de-
cimos: «con licencia por causa de salud •. -Decir de
un hombre que miente es cosa grave; preferimos ha-
blar de su imaginación. Es lo que expresaba en un
principio el verbo mentiri, formado de mens, como
partiri de pars, Ó 80rtiri de sors.-El alemán List,
(1) Reinhold Bechstein en la Germania de Pfeiffer, t. VIII.
(2) Esta palabra no debe mirarse realmente como un neolo-
gismo, puesto qu.e en nuestro idioma existe la voz anUcllada
peyorClr (empeorar).-{N. del T.)
(3) De la misma familia de palabras que ha dado experiri,
peritus.
POR MIGUEL BRÉAL 91
eastuto-, empezó por ser un sinónimo de Kunst, esa-
ber, habilidad- (1). Se decIa Gottes List, cla sabiduria
de Dios-.-El inglés silly, que quiere deeir ctonto_,
responde al anglo-sajón saelig, al alemán selig, y sig-
nificaba originariamente cdichoso, tranquilo, inofen-
sivo- (2). Se podrían multiplicar indefipidamente los
ejemplos. No hay ah! otra cosa que una necesidad de
guardar miramientos, una precaución para no herir:-
precaución sincera ó fingida, y que no sirve mucho
tiempo, porque el oyente va á. buscar la cosa detrás
de la palabra, y no tarda. en identificarlas. ,
La. supuesta tendencia peyorativa reconoce aún otra
causa. Está en la. naturaleza de la malicia humana el
complacerse en buscar un vicio ó un defecto detrás de
una cualidad. Nosotros poseemos en francés el adjeti-
vo p1'ude, que tenia en otro tiempo una. bella. y noble
acepción, puesto que es ,el femenino de p1'eux, chaza-
6.oso-. Pero el ingenio de los cuentistas (quizá. tam-
bién algún rencor contra virtudes demasiado altane-
ras) desvió ese adjetivo hacia el sentido equivoco que
hoy tiene (cgazmo6.o, mojigato-). Las palabras que se
refieren á las relaciones de los dos sexos son de las
más expuestas á cambios de esta índole. Se recuerda
la noble significación que tienen todavía en Corneille
el nombre de amant y el de maft1'e&se. Luego han ve-
nido á menos, como el alemán Buhle. Hay que ver
aquí el inevitable resultado de una falsa delicadeza:
al dar nombres honestos á. las cosas que no lo son, se
deshonra los nombres honestos.
En alto alemán medio Minne designa los afectos del

(1) Del gótico leisan, «saben.


(2) El alemán albern, dontQ:\~. corresponde al antiguo alto
alemlin alawdr, «bueno, amistoso'_ De igual manera simple
en francés, einf(J},tig en alemlin_
92 ENSAYO DE SEMÁNTICA

alma de una manera general: el recuerdo, la amistad,


el amor y hasta el amor de Dios. Pero hacia fines del
siglo xv la palabra debió ser desterrada del idioma
como contraria á la decencia, y no ha vuelto á reha-
bilitarse hasta nuestros dlas, después 4e un largo re-
poso, gracias á los estudios sobre la Edad Media.

Frente á esta supuesta tendencia peyorativa ha-·


brla que poner, para ser justos, una tendencia _me-
liorativa~. La cortesía tiene refinamientos singulares,
el afecto usa rodeos curiosos que hacen que términos
de significación desfavorable. hayan pérdido lo que
tenían de ingratos. La amistad, como si anduviese
pobre de adjetivos apropiados, cambia la censura en
elogio y hace de la reconvención una alabanza más
sabrosa. El italiano vezzoso (vicioso) se define -che ha
in se una certa grazia e piacevolezzalO. - El inglés
smart (el mismo que en alemán hadado Schme1'z) se ha
hecho sinónimo de _vi vo, agudo, ingenioso •. - El lector
francés sabrá encontrar ejemplos en nuestra lengua.

En cuanto á la pérdida de energía de las palabras,


dimana de otro hecho no menos común: la exagera-
ción: Afftigé significaba en su origen -aplastado, des-
trozado por el dolor~ ; ha perdido mucho, empleándo-
se extemporáneamente. - Abfme1' (-abismar.) ha te-
nido en francés la misma suerte que en latin fatigo,
el cual empezó por poseer un sentido muy noble
y muy vigoroso (1). Gdter, meu1't1'i1', géne1', tOU1'men-
(1) Virgilio le emplea hablando de las persecuciones de los
dioses:
Áspera Juno
Quae mare nunc terrasque metu coelumque (atigat.
POR MIGUEL BRÉAL 93

'er (1), SOl! ejemplos del mismo género. -En inglés,


estar anxious to see you quiere decir simplemente que
se desea veros.-En griego moderno, xáfl-\lW, cfatigarse~,
ha pasado á ser el término ordinario que significa cha-
cer~ ; x&p.KU fl-o! Tf¡v XciptV, chacedme el fa vor~.
Como se ve por el último ejemplo, la atenuación va
acompafiada á menudo de una especie de decolora-
ción, debida á que la palabra se emplea en toda espe-
cie de agrupaciones y de asociaciones. El adverbio
alemán sehr (que deberla escribirse s€r) significa
ccruelmente~ (2). Se decia: er ist sehr leidend, ,ehr
betrilbt. Pero la decoloración ha sido tal, que se ha
acabado por decir: er ist sehr brav, sehr {roh.

El que se atiene á la etimologla, sin tener en cuen-


ta la atenuación del sentido, puede caer en extrafios
errores. ¿Qué no se ha escrito sobre el Compelle intra-
'fe del Evangelio? Estas palabras son la traducción del
griego livá.yxcraov dG'EAOETy, cinvitalos á eritrar~ (3). No hay
abi ninguna coacción.
Ellatin invitare, que expresa la misma idea, es un
derivado de invitus. Empezó por significar -hacer vio-
lencia~. Pero un exceso de cortesia llevó á emplearle
en ocasiones que, desde la época de Cicerón, le con-
dujeron al sentido de cinvitar~.

Está emparentado con fatisco. Fessus, que es de la misma


familia, ha perdido también mucho de su energla.
(1) Ya en latin: Ne torseris te (Plinio el Joven, IX, 21).
(2) Versehren. "asoLu)), unveTlehrt, Ino herido», son de la
misma familia. El jefe de la familia es el antiguo alto alemán
s(!r, "dolor»,
(3) Lue., XIV, 23.
94 ENSAYO DE SEMÁNTICA

El verbo alemán nothen ó nothigen es un ejemplo del


mismo hecho.

Otra tendencia, que no es menos quimérico atribuir


al lenguaje, en vez de buscar su causa en los hechos
de la historia, es la tendencia á la nivelación. Herr,
en alemán, era un titulo reservado á los nobles: es el
comparativo de un antiguo adjetivo que significaba
celevado- (1). La Cámara de los senores se llama aún
en BerBn das Herren Háus. Pero este titulo no es más
magnifico hoy que en francés el de Monsieu7.
Hay decad~ncias que pueden alcanzar hasta á los
pronombres. Er y sie, después de haber sido fórmulas
de cortesía, como ella en italiano, han descendido de
su categoría, porque un refinamiento de obsequiosidad,
para subir un grado, las ha sustituido con el pronom-
bre plural (2).
La propensión á generalizar lo que tenía al princi-
pio una extensión restringida da cuenta de algunos
hechos que á primera vista desorientan. Oliente, en la-
tin, quería decir cel que obedece, el servidor-. Un
patricio de Roma tenía clientes. La palabra designó
despué~ al que, llamado ante el tribunal, invocaba la
protección de un patrono para defenderle. Pero el sen·
tido de esta expresión ha acabado ,por falsearse entre
los modernos, al pasar á labios del médico y el nego-
ciante, porque es contrario á la etimología dar el
nombre de cobediente- al que pide, encarga ó manda.

(1) Para ios villanos se empleaba Meister. Ejemplos: Herr


Hartmann von Aue, Meister Gottfried von Strassburg.
(2) Véase, en el Dicoionario de Grimm, la palabra ero
POR MIGUEL BRÉAL 95

En nuestras sociedades modernas el sentido de los


vocablos se modifica con más rapidez que en la anti-
güedad y aun entre las generaciones que nos han.pre-
cedido inmediatamente. Hay que ver en esto una con-
secuencia de la guerra de los partidos, de la mezcla de
las clases, de la lucha de los intereses y de las opinio-
nes, de la diversidad de las aspiraciones y de los gus:...
tos. No hay sino pensar en el grado de des~én á que
llega entre nosotros. el término de bourgeois, tan rOes-
petado en otro tiempo; es tal que la lite~atura de
nuestros vecinos del Este, para dar' la misma nota de
depreciación, usa la palabra francesa, dejando á Bü1'-
ger su valor primitivo.
Otra causa de aceleración dimana de la producción
industrial. Los pensadores y los filósofos tienen el pri-
vilegio de crear palabras nuevas que impresionan
por su amplitud y por el aspecto ~ient!fico de su con-
textura. Esas mismas palabras pasan después al vo-
cabulario de la critica, y hallan acceso de ese modo
entre los artistas; pero, una vez admitidas en el taller
del pintor ó del escultor, no tardan en salir de él para
difundirse en el mundo de la industria y del come'rcio,
que las usa sin medida ni escrúpulo. As! es como en
un tiempo relativamente corto el vocabulario de la
metafisica va A alimentar el lenguaje del reclamo.
La lengua, como se ve, sufre de muchos modos las
fluctuaciones del exterior. Pero, ademAs de esas cau-
sas extrfnsecas, hay cambios que se explican por la
naturaleza misma del lenguaje; vamos á procurar
darlos A conocer.
CAPITULO X

LA. RESTRICCIÓN DEL SENTIDO

Por qué las p~labra9 son desproporcionadas necesariamente


con las cosas.-Oómo corrige la inteligencia esa despropor-
ción.
Un hecho que domina toda la materia es que nues-
tras lenguas, por una necesidad cuyas razones van á
verse, están condenada.s á una perpetua falta de pro-
porción entre la palabra y la cosa. La expresión es,
ya demasiado amplia, ya demasiado estrecha. Nos-
otros no nos damos cuenta de esa falta de exactitud,
porque la expresión, para el que habla, se aj usta de
suyo á la cosa, gracias al conjunto de las circunstan-
cias, gracias al lugar, al momento, á la intención vi-
sible del discurso, y porque en el oyente, que entra
por una mitad en todo lenguaje, la atención, yendo
derecha al pensamiento, sin detenerse en el alcan-
ce literal del vocablo, le restringe ó le extiende se-
gún la intención del que habla.
Como los hechos de restricción son los más frecuen-
tes, los examinaremos en primer lugar.
Para designar el techo de la casa los latinos -tenían
la palabra teg·men, formada de un verbo, tegere, ccu-
brir,., y de un sufijo, men, que sirve para marca r el
instrumento. Pero tegmen convenfa también y se em-
POR MIGUEL BRÉAL 97

pleó igualmente para denotar el abrigo proporcionado


por un árbol, una coraza ó cualquier especie de cu-
bierta ó envoltura. Si, en vez de tegmen, recurro á
tectum, encuentro una palabra más restringida. ya por
el uso, pero que ofrece próximamente la misma com-
binación del verbo y de un sufijo. Tec-tum es todo lo
que está cubierto; por consiguiente, el techo de una
habitación, la bóveda de una caverna, el baldaquino
de una cama, lo mismo que la techumbre de una casa.
Hay que descender hasta el francés toit para. encon-
trar al fin la palabra bastante restringida por el uso,
y afiadamos bastante difIcil de reconocer por la for-
ma, para convenir única y especialmente á la cubier-
ta de una casa.
Ya por este primer ejemplo cabe entrever cuál es
la. causa de la desproporción entre el nombre y la
cosa.
Proviene de que el verbo es la parte ,esencial y ca-
pital de nuestras lenguas, la que sirve para hacer sus-
tantivoR y adjetivos. Ahora, el verbo, por naturaleza,
tiene una significación general, puesto que denota. una
acción considerada en si misma, sin otra determina-
ción de ninguna especie. Combinado ese verbo con un
sufijo, se puede sin duda as.ociar la' idea verbal á un
ser que obra ó á un objeto que sufre la acción, ó á un
objeto que es producto ó ins"trumento de la acción j
pero, conservando esa acción su significación gene-
ral, el sustantivo ó el adjetivo as! formado tendrá
también un sentido genera.l. Será forzoso limitarle por
el uso (1).

(1) Para las palabras mis antiguas serIa mlis justo deoir
raú tlerbal. en lugar de verbo.
(2) De fela, detal). Se sabe qne la misma ralz fe} «amaman-
tar., ha dado filius.
7
98 ENSAYO DE SEMÁNTICA

De esa condición fundamental de nuestras lenguas


procede la cantidad enorme de palabras de significa-
ción general que han adquirido un sentido especial
con el tiempo. A medida que una palabra se restrin-
ge, el lenguaje se halla obligado á recurrir por se-
gunda, por tercera, por cuarta vez, al mismo verbo.
Asi, al lado de tegmen, tenemostegmentum, tectura,
tegumentum, tectorium, teges, toga, palabras todas de
sentido general, reducidas después á cierta categoria
de objetos.

Habia en latin un sustantivo felis ó {eles que signi-


ficaba .180 hembra •. Ese nombre convenia á la hem-
bra de todos los animales; por lo menos, de todos los
animales mamiferos (2). Pero poco á poco ha venido
á designar solamente la hembra del gato, yen el sen-
tido de cgata. ha llegado á nosotros. ¿Cómo se expli-
ca esta restricción? Los antiguos, á quienes no se ha-
blan ocultado los hechos de esta lndole, querian ver
en ellos el efecto de una elección, de una preferencia
(u't' E(oX,,!\v). Pero las cosas, en realidad, son más senci-
llas. No ha habido elección, ó, por lo menos, la elec-
ción se ha hecho de suyo. Cuando los griegos de hoy
llaman al caballo !).oyov, eso no quiere decir que el ca-
ballo, como se ha interpreta,do, sea el animal por ex-
celencia, menos aún «que no le falte más que hablar-,
sino que el jinete, hablando de su montura, se ha acos-
tumbrado á decir «el anima1-.
Cada. oficio, cada condición, cada género de vida
contribuye á esa. restricción de las voces, que es uno
de los aspectos más instructivos d€! la semántica. En
Roma el heno se designaba con el término más gene-
ral fenum, «el producto ... Para el campesino griego los
POR MIGUEL BRÉAL 99

ganados se llamaban 'td: X~, «los bienes-o En griego,


emprendedor se decía 'ltEIpc1'tt\~1 del verbo mtpdll), «inten-
tar, emprender.; pero, si consultamos el uso de la
lengua, vemos que se trata de una sola especie de
empresa, del latrocinio en el mar, de la piratería.

Estos géneros de restricciones son tanto más varia-


dos cuanto más adelantada es la civilización de un
país: cada clase de población tiende A utilizar para su
uso los términos generales de la lengua, y después se
los restituye con ]80 marca de sus ideas, de sus ocupa-
ciones particulares. Así, la palabra species, que de-
signa de la manera más general la especie, fué em-
pleada por los drogueros de la Edad Media para las
cuatro especies de ingredientes en que comerciaban
(azafrán, clavo, canela, nuez moscada); de modo que,
cuando el vocablo volvió á la lengua común, se habia.
convertido en nuestras épices (<<especies.).
Seria fácil multiplicar estos ejemplos. Se conocen
los cortes con que separan los diccionarios losdife-
rentes sentidos de una misma palabra. Las más de las
veces se trata de una palabra general cuyo sentido se
ha diversificado por restricción.

Al emplear esas palabras na.die piensa en la falta


de proporción. Por el instante son bien adecuadas al
objeto realmente. Si, por una causa cualquier-a, enve-
jece la voz en todas sus acepciones, salvo una sola,
pasa á las edades futuras con el valor único que la.
queda, para el mayor asombro del etimólogo. La pa-
labra alemana Getreide (en alto alemán medio getre.
gede) es UIl' derivado del verbo tragen, «llevar., y po-
lOO ENSAYO DE SEMÁNTICA

dia decirse antiguamente de todo lo que se lleva, como


el traje, el equipaje; se decia también de lo que lleva
en si ó produce la tierra, especialmente del trigo, y en
esta sola acepción sobrevive~
Cuanto más general es su significación, mejor se
adapta el verbo á las diversas profesiones. Asi, facio,
en la lengua de los templos, significa presentar una
ofrenda, ofrecer una vlctima. De ahi locuciones como
lacef'e catuZo, lacere tUf'e, -sacrificar un perro, ofrecer
incienso- .-Ese mismo verbo facio, en la lengua poll-
tica, se aplica 1\ la acción combinada. de un partido
para alcanzar un fin (1). Se ha encontrado en los mu-
ros de Pompeya que, como se sabe, fué sepultada en
pleno periodo electoral, una porción de inscripciones
con este imperativo: Caupones, {acite ... Pomari, lad-
te ... Lagnari, lacite ... Unguentaridacite ... Lo que quie-
re decir: -¡·Entendeosl ¡Uniosl. Se comprende desde
entonces el sentido de la palabra factio. Lo que ca-
racteriz& 1\ la facción es el lazo, es el pacto que liga
entre si 1\ todos los adictos (2).
Adulterare es un compuesto de alterare: tenia casI
el mismo sentido.· Se decia adulterare colores, -cam-
biar los colores.-, adulterare nu",mos, -falsifica.r las
mon~das., adulterlJ1'e jus, -falsear el derecho». Pero,
como ·se ha dicho también adulterare matrimonium,
salló de aqul un sentido especial que ha pasado á los
derivados adulterium y aduleer.

(1) Cicer6n esmbe qué todos los hombres de reputaei6n


perdida le agrupan alrededor de César: omnes damnatoB, omnes
ignominia affect9B illac facere.- Véue también la 10onci6n: Te-
cum facio (hago causa común contigo) •
. (2) Entendido en este sentido, lo contrario de talio es defi-
cio. Lo que menol perdona una facci6n 6 parüdo el la defec-
eWR de uuo de 101 IU10I.
POR MIGUEL BRÉAL 101

Se debe ver cuán indispensable es que nuestro co-


nocimiento de una lengua se apoye en la historia. Sólo
la historia puede dar á las palabras el grado de pre-
cisión de que necesitamos para comprenderlas bien.
Supóngase, por ejemplo, que, para conocer las ma-
gistraturas romanas, no poseemos otro recurso que la
etimologia. Tendremos: el que va delante (praetor), el
hombre de la tribu (tribunusJ, y as! sucesivamente.
Estas palabras no se aclaran, no adquieren un sentido
preciso más que, gracias al recuerdo que tenemos de
ellas, por haberla visto en los relatos de los historia-
dores, en los discursos de los oradores, en las fórmu-
las de 101! magistrados. Al mismo tiempo que explica
estas voces, la historia introduce en ellas una porción
de nociones accesorias que no son aprobadas. Obra á
la manera de un cristal que, condensando"las imáge-
nes, las hace más precisas. Pero hay l~ diferencia de
que el mejor microscopio no nos puede hacer ver en
los objetos otra cosa que lo que contienen, mientras
que en palabras como tribunu8, con,ul, creemos per-
cibir una porción de ideas que no contienen, y que
sólo se encuentran en nuestro recuerdo.
La restricción del sentido ofrece particular interés
cuando se apli~a á las palabras de la vida moral. Ci-
taré uno ó dos ejemplos, sacados de las lenguas ger-
mánicas.
En alemán, el sustantivo Muth no se usa ya apenas
más que en el sentido de «valor.; pero basta ver al-
gunos derivados y compuestos, y fijarse en algunas lo-
cuciones, para descubrir el sentido de alma y de inte-
ligencia, que en otro tiempo tenia. G1-oSBmuth, «gene-
rosidad»; Hochmuth, «orgullo»; Unmuth, «desconten-
to»; Uebermuth, «presunción»; anmuthen, «pretender»;
einmüthig, «unánimemente»; Gemüth, «alma». Wie ¡st
102 ENSA.YO DE SEMÁNTICA.

es dir zu Muthe, .,¿en qué disposiciones estás?- Muth-


maassen, "conjetura.r-. Siu duda por haber figurado en
compuestos como Rittersmuth, Mannesmuth, es por
lo que la palabra se ha restringido al sentido de. va-
len tia. La significación general se ha conservado en
el inglés mood, .,humor, disposición- (1).
De igual manera, Witz apenas se toma ya má.s que
en el sentido muy particular de agudeza. Pero este
término tenia antiguamente una significación muy
elevada: expresaba el saber ó la sabiduria (del verbo
wissen). No es menester ir muy lejos para descubrir
las huellas de esta antigua acepción: se trasluce en
Aberwitz, Vorwitz, Wahnwitz, y en el verbo witzigen,
.,volver juicioso-. Aqui aun el inglés ha permanecido
más arcaico: wit, .,inteligencia-.
El motivo de estas restricciones puede ofrecer ma.-
teria, en cada caso, para una investigación interesan-
te. A veces, se trata de un sinónimo que adquiere ex-
tensión, y reduce proporcionalmente el dominio de su
colega. Otras veces se trata de un acontecimiento his-
tórico que viene á modificar y á renovar el vocabu-
lario. AsI, la palabra Busse, que queda decir .repa-
ración- (en la acepción propia y en la figl1rada), ha
adquirido, con el cristianismo, el sentido de .peniten-
cia-; una vez impreso el sello religioso, todos los de-
más empleos han caldo en desuso (2).

Además de las restricciones de sentido de que ofre-


(1) Hay que notar el cambio de género que se ha efectua-
do en algunos de estos compuestos alemanes: die Sonftmut.h,
die W .. hmuf.h. Muth era neutro eo el origen.
(2) Se dice, sin embargo, LückenbÜ.<sfr. «suplefaltas». Exis-
te en Brcslau una Alt~ üsserstros.\e, (calle de los remendones•.
Cauer, Programa del gimnasio de Hamm, 1870.
POR MIGUEL BRÉAL 103

ce la lengua evidente y permanente testimonio, en el


habla de cada uno se hacen aplicaciones perpetuas del
mismo principio, pero que no dejen huella duradera,
porque varian según el tiempo yel lugar. Alle'l' ti la
ville, .. ir á la ciudad., es una frase familiar á todos
los campesinos, pero que debe traducirse, según la
región, por un nombre diferente. Puede suceder que
los acontecimientos de la historia arranquen una de
esas expresiones del medio limitado en .que tenia su
puesto para lanzarla á la circulación general. Urbs
era el nombre de la ciudad de Roma para los C8ID:pe-
sinos del Latium y de la Sabinia. Pero las legiones
romanas, llevando la palabra consigo, la hicieron fa-
miliar á todo el mundo antiguo: para el galo, para el
espafiol como para el africano ó el sirio, U'I'bs fué el
nombre que designaba la ciudad de las ~iete colinas.
La restricción del sentido ha causado en todo tiem-
po el asombro de los etim910gos. Se conocen las ob-
servaciones y objeciones de Quintiliano respecto d~
homo: .. ¿Creeremos (dice) que homo viene de humus,
porque el hombre ha. nacido de la tierra, como si to-
dos los animales no tuviesen el mismo origen (1)?
Es muy cierto, sin embargo, que homines significa .. los
habitantes de la tierra •. Era una manera de oponer-
los á los habitantes del cielo, Dii ó Supe'l'i.

l1) l. 6.
CAPITULO XI

AMPLIAC!ÓN DEL SENTIDO

Causas do la ampliaci6n delsentido.-LoB heohos de amplia-


oi6n son otros tantos datos para la historia. - Son una con-
secuencia del progreso del pensamiento.

La ampliación del sentido es el reverso de lo que


acabamos de observar. Puede causar sorpresa ver
existir simultáneamente dos movimientos en sentido
opuesto; pero hay que tener en cuenta que no es la
mÍli;ma la causa de los dos. Mientras que la restric-
ción dimana, como se ha visto, de las condiciones
fundamentales del lenguaje, la ampliación tiene una
causa externa: es resultado de los acontecimientos de
la historia.
Se aclarará esto con ejemplos.
En Roma una hacienda sobre la. cual se habla to-
mado hipoteca se llamabapraedium. La palabra es
un compuesto de vad~um, -prenda. (1), y de la pre~
posición prae. Pero, por una notable ampliación del
sentido, toda propiedad rústica acabó por llamarse

(1) Vadium era voz de!lusada en latín clásico. donde se sus-


tHuía por t;adimonium, pero reapareci6 on el latín de la Edad
Media; de ella hemos sacado nosotro!l el francés gage. El góti-
co ga-wadjan. el anglo ssjón weddian. de donde el inglés wcd
y el alemán wD.tten, proceden, se 6ún creo. del latín. Loa tér-
minos jurídicos, resp~cto de los cuales importaba entenderse
bien. pasaban de los romanos á los bárbaros.-Sobre esta fa-
milia de palabr&;, véase mi Diccionario etimol6glco latino, .oz
VIU, vadi~.
POR MITGUEL BRÉAL 105
praedium. Probablemente la lengua juridica es la que
hizo este cambio, porque 108 inmuebles dotales se lla-
maban praedia dotalia.
EL carácter particular en cuya vista se ha dominado
un objeto puede, pues, quedar en la sombra y hasta 01·
vidarse enteramente. La palabra, en vez de designar
sólo una categoría, llega á. designar la especie entera.
El sustantivo francés gain, cganancia, provecho",
atestigua la vida agrícola de nuestros ascendientes.
Gagner (gaaignier) era apacentar; un gagnage era un
pasto; el gaigneur era el labradori el gain (ga'in) era
la. cosecha. De ello queda un testigo que no ha varia.-
do: es el re-gain, cel retoRo, la segunda hierba,.. En
cuanto al simple gain, conforme se ha. complicado la.
vida, ha extendido su significación: ha designado el
producto obtenido por toda especie de trabajo y aun
el que es adquirido sin trabajo.
A la vida ágrícola pertenece igualmente .el latin
pecunia, que designaba en un principio la riqueza en
ganado, y que ha acabado por designar toda especie
de riqueza. Lo que es menos conocido es que, en la
Edad media, se efectuó el cambio inverso entre los
celtas de la Gran BretaRa. Como se habia establecido
una. transacción entre el sistema antiguo de cambio
en especie y el sistema nuevo de cambio monetario,
ciertos técnicos designaban alternativamente, ya una
moneda, ya su equivalente en tierra. ó en ganado. En
antiguo galés, 8cribl (latin 8crupulum) es una moneda¡
entre los galeses del siglo !..II, ysgrubl, tiene el sentido
de ganado, animal de labor. En la Bretafia armori-
cana, el latfn solidus se ha trasformado en saout, que
designa el ganado en general (1). Entre los anglo-sa-
(1) J. Loth, Revista de l!l historia de las religiones, 1896,
artículo lIobre el derecho céltico de M. d'Arboia de Jabainville.
106 ENSA YO DE SEMÁNTICA

jones, á la inversa, el antiguo feoh, «ganado», vino á


designar una suma de dinero (1). Alternativas de ri-
queza y de empobrecimientos explican estos hechos,
de que los contemporáneos no tienen conciencia.
Importa al historiador observar esta clase de trans-
formaciones del sentido: porque constituyen para él
indicaciones tanto más seguras, cuanto que son invo-
luntarias. No hay que trasladar estos hechos al capi-
tulo de la metáfora. La metáfora es el reconocimiento
instantáneo de una semejanza entre dos objetos. Aquf,
al contrario, se trata de una lenta variación del sen-
tido: el pueblo seguia empleando, sin darse cuenta, la
palabra pecunia, cuando ya la fortuna del ciudadano
romano no consistia en rebaños únicamente.
Las ideas generales que ha adquirido la humani-
dad en el curso de los siglos no hubiesen podido reci-
birnombre sin esta ampliación del sentido. ¿Cómo se
hubiera podido designar el tiempo y el espacio? El
tiempo era originariamente «la temperatura, el ca·
lor». La palabra es del mismo origen que tepor (2).
Después se designó de este modo el tiempo (bueno ó
malo) en general. En fin, se ha llegado á la idea. abs-
tracta de la duración.
El espacio era el lugar donde corren los carros (spa-
tium, voz tomada del griego a-raotoy, dorio a~cioulv) (3).
Para hablar de los caballos que se desvian de su ca-
rrera se usa el verbo ea:spatiari. Cicerón, queriendo
decir que la elocuencia se ha extraviado, dice: Defte-
(1) Del inglés (ee, «recompensa. salario, honorarios~.
(2) En sánscrito existe el nentro tapas, «calOr». La relación
de tempu.~ y tepor es la misma que la de decus y decor, ful-
gur y fulgor. Ha quedado algo de la idea de la tomperatura en
el verbo temperare.
(3) V. Mém. Soco ling., VI, p. 3. Respecto de la snstitnción
de la d por la t, compárese cotolleum=xOOWvtOY, citrulI=xiopo~.
POR MIGUEL BRÉAL 107
xit de spatio curriculoque majorum. Después la pala-
bra adquirió el sentido general de extensión y de es-
pacio.

El verbo es la parté del discurso 'que presenta los


ejemplos más numerosos de ampliación. Una vez que
la lengua, para designar un acto, ha elegido, de uno ó
de otro n:odo, una expresión, no se tarda en olvidar
la circur:stancia-á veces indiferente ó fortuita-que
llevó á denominarle as1. ¿Quién piensa, al pronunciar
el verbo brillt,1.r, en la piedra preciosa beryUus, de don-
de se sacó? Los que crearon el verbo plumbicare, de
que el francés ha hecho plonger, cSllmergir., debieron
perder de vista bien pronto el plomo que servia para
cargar la red ó la sondalesa, y aplicaron la misma ex-
presió& á todo lo que desciende, á todo lo que se va al
fondo del agua. Está en la naturaleza del esplritu pro·
ceder de esa manera, porque el acto en sl mismo, en
calidad de impresióIi presente, se impone mucho más
á la atención que la circunstancia ya lejana que nos
llevó á nombrarle por primera vez.
En Roma habla. un censo que se hacfa cada cinco
afios, y á que acompafiaba una ceremonia religiosa,
llamada .purificación.: lustrum, lustratio. Como en esa
ocasión el magistrado y los sacerdotes recordan las
filas del pueblo, el verbo lustrare adq~irió el sentido
de crecorrer, pasar revista-o Virgilio pudo decir, pues,
hablando del mar Ausonio que debe recorrer Eneas:
Et salis Ausonii lUlltrandum navibus aequor.
,Pocos piensan, al decir que se hallan accabUs d'un
malheur, accablés d'une nouvelle (cabrumado~ por .una
desgracia, abrumados por una noticia-), que genera-
lizan una expresión tomada de la guerra de sitio, r
108 ENSAYO DE SEMÁNTICA

que el sustantivo cadabalum, de donde ha salido caa-


ble, y de aqul accabler, se formó del griego M'I:®oA1\.
«trastorno, ruina», Menos aún pensaban los romanos,
cuando hablaban del esplendor del cialo ó de un triun-
fo espléndido, que el verbo splendeo debia su origen á
un color enfermizo de la piel, A la morbidez de 180
tez (1),

La ampliación del sentido es frecuente sobre todo


con las palabras compuestas. Después de haber unido
dos términos para hacer de ellos un todo, no se consi·
dera ya mb que el conjunto. Vindemia, por ejemplo,
que contiene 180 palabra vinum, se aplica A otras cose-
chas que las del vino: vindemia olearum, mellis, turis.
Parricidium, que es la muerte dada á un padre, se ex-
tendió, con ayuda. de la alteración fonética, á toda
clase de crímenes, yeso hasta el punto de que ya los
romanos buscaban etimologías bastante lejanas. To-
camos aquí á lo que las antiguas 'retóricas llamaban
un abuso de lenguaje (catacresis). La. verdad es que
la catacresis no existe más que en los primeros tiem-
pos y para. el que se cifie á: la letra; para d común de
los hombres esas expresiones no tardan en ser natu-
rales y legitimas, As!: en sánscrito, una cuadra de
caballos se llama a~va-goshtha, aunque goshtha sea un
compuesto que contiene la pa.labra go, «vaca». Tene-
mos asimismo en Homero:

Toa 'l:ptaxtAUU '{1t1tOI EAO~ xcÍ'ta: ¡JouxoAÉOV'l:O,

(1) ~ItA1\v, «el bazo»: un hombre enfermo del bazo estaba


'p!enidus (compárese con rabidus de rubies). Los antiguos co-
locaban en este órgano el asiento de la Ictericia.
POR MIGUEL BRÉAL 109
y el mismo abuso de lenguaje, bajo una forma un
poco diferente, se encuentra en este otro verso:

Asi como es justo recomendar e las metMoras con-


secuentes-~ en cambio, tratándose de las palabras
alejadas de su significación primera por un largo uso,
y e~ las cuales no hay, por otra parte, metMora, sino
ampliaCión de sentido, seria pueril poner trabas á su
empleo por el recuerdo de su punto de partida. El
progteso dellenguaje consiste en emanciparse de sus
origenes sin violencia. No se hablarla, sise quisiese
reducir todas las palabras al alcance exacto que t,,-
nlan en un comienzo. Arma2'e naves es una expresión
consagrada; pero nos oculta una especie de abuso del
lenguaje puesto que armare significaba ccubrirse la
espalda- (2). Hay que dejar al lingüista la t~rea de
buscar esos lejanos puntos de partida. La ampliación
del sentido es un fenómeno normal, que debe tener su
puesto en todos los pueblos de vida intensa y pensa-
miento activo.

(1) Porque en \3oUlt.OA~ y en bt~~6¡L()1'l le halla contenida la


palabra !30~, «buey».
(2) .Armus, «espalda., dió armare, de donde procede arma,
que empezó por designar lal armal defensivas, en oposIci6n
6. tela, las armal ofenlivas . .Armorum atque telorum portatio-
nea (SaluIUo).
CAPITULO XII

LA METÁFORA

ImportaBcia de la metáfora para la formaci6n dellenguaje.-


Las metáforas populares.-Procedenciaa diversas de las
expresioues metaf6ricaa.-Pasan de una lengua' otra.

A diferencia de las causas precedentes, que son cau·


sas lentas é insensibles, la metAfora transforma el sen-
tido de las palabra!!, crea expresiones nuevas de una
manera súbita. La percepción instantánea de una se·
mejanza entre dos objetos, entre dos actos, determjna
su nacimiento. Se hace adoptar, si es justa ó si es pin-
toresca, ó simplemente si llena una laguna del voca·
bulario (1). Pero la metAfora no es tal más que en
sus comienzos; á poco, la inteligencia se habitúa á la
imagen; su éxito mismo la hace palidecer, llega á ser
una representación de la idea, no mucho más colorea·
da que la palabra propia.
Se ha dicho que las metáforas>:de un pueblo permi-
ten adivinar su genio. Es verd~d en lo tocante á al-
gunas; pero hay que confesar que la mayoria apenas
nos ensenan mt\s que lo que sabfamos; nos dan el es-
pfritu de todo el mundo, que no varia mucho de una
nación á otra. Vamos á citar algunos ejemplos, ro-
gando de antemano al lector que perdone su senci-
llez. Se trata, no de hacer admirar esas imágenes, que

~r<t) Gracias á:la:metáfora, seg6n la observaci6n de Qulnti-


liano (VIII, 6), parece tener su nombre en la lengua oada cosa.
POR MIGUEL BRÉAL 111
ya no lo son, sino de mostrar cuán llena de ellas está
la lengua.
Como hay que limitarse, las tomaremos todas de la
misma lengua: el latino Veamos, por ejemplo, cómo
nombra el pueblo romano lo que es bueno y lo que es
malo.
Bueno es lo que va recta y ordenadamente (recte
atque ordine) , lo que es pleno y tiene peso (integer,
gra"is). Pero la ligereza es mala senal (levis, vanus,
nullíus, momenti). Lo que está de través se hace el
simbolo de toda perversidad (pravus). La inteligencia
es como una punta que penetra (acumen), pero la ne-
cedad se asemeja á un cuchillo embotado (hebes) Ó á
un manjar sin sal (insulsus). Un carácter sencillo se
compara á un ·vestido q.ue no tiene más que un plie-
gue (simplex)¡ los motivos alegados en falso son guar-
nicioI?-es que dis.imulan la falta de tela (praetextum).
La mezcolanza de colores (vafer, f'arius) no está lejos
del engallo.
Hasta aqui las metáfpras del lenguaje no presentan
nada que no sea intachable. Vamos á ver aparecer
ahora algunos rasgos de moral utilitaria. Pensar es
calcular (putare, reputare) (1). La estimación ó peso
de las monedas presta. su nombre á toda clase de es-
tima (aestimare, e3{istimare, pendere). Deliberar es
(1) Putare, A. su vez, llegó al senUdo de ccalcnlar»por una
metáfora. Putare rationes, «ajustar cuentas». Putare, purum
{acere, dice Varron y Festo. Era la expresión consagrada para
la poda de 108 árboles y de las vií'las: putare vitem, arbores. La
palabra, en sn sentido propio, se conservó en antigno francés:
poder, pouer (<<poner ettailler la vigne., en Olivier de Serres);
poa¡ «podar., en dialecto de la· Suiza francesa. Ese poder,
«limpiar», ba pasado al alemán: butzen, putze'l (den Baum,
den 8trauch, ~ie Hecke putzen); despnés se ha dicho: den Bart,
die Haare putzen; en tin, la palabra ha pasado al sentido de
tecado y de adorno (die Putzmacherin, cmodlsta» j.
112 ENSAi'O DE SEMÁNTIOA

también pesar (deliberare) (1). Lo que puede com-


prarse barato es menospreciable (vilis) (2). De la ro.·
reza viene el precio que atribuimos á los objetos (ca·
rus, caritas).
Es inútil seguir ... Se ve de qué naturaleza son estas
enseftanzas. Todo eso se parece á los dichos de algún
campesino dotado de buen selltido y de honradez, pero
no exento de cierta cautela rústica. Es ~lgo menos
que los proverbios, porque éstos denotan. ya una ex-
periencia más prolongada, una facultad mayor de
combinación.
Véase otra metáfora que pertenece al miamo orden
de ideas.
Para íos antiguos romanos todo gasto superfluo era
una infracción de la regla, una desviación de la recti-
tud de la vida, ó, como decimos hoy, un desarreglo,
un desorden. De ah1la palabra lUXUB, palabra toma-
da de la lengua quirúrgica. Catón, dando. una receta
para las dislocaciones y las fracturas, dice: Ad luxum
aut ad tracturam alliga, sanum fiet. (De Re rustica,
160): Quizá la palabra, como tantos otros términos de
medicina, es de origen griego: AoE6t;, «de .través», AoEów,
cdislocar», de ah1luxación. Habia, sin duda, muchas
clases de desarreglo comprendidas bajo ebd, palabra.
Occultiores in luxus et malum otium resolutus, dice
Tácito hablando de Tiberio.

Se sabe cuánto trabajo se tomaron los antiguos para


clasificar las metáforas, para. rotularla.s por géneros
y especies. Dicen con razón que su número es inmen-

(1) De libra, da balanzat.


(2) De la misma ralz que ha dado lJenum, da venta,.
POR' ancJ'uÉL ¡\k:ÉÍí. 119
so (1). Ese número eá1tiis:yor atur de-lb tj),Úfsuponian,
porque' e'sté.n lejos de liaberlas reconocido todas. Em-
8tinguel'e habia .tomado ya el sentido de apagar; Bin
embargo, la llama se compara aqui á mi dardo ó á
una-lanza' cuya; punta. se' rompe. Erudire pasaba por
la palabra propia expresiva de «instruir.; sin embar-
go, la expresión se refiere al hecho de desbastar una
rama de árbol. La voz tl'anquillitas, aplicada al alma,
no haocia ya. en tiempo de Virgilio, el efecto de una
expresión figuráda. a pesar de contener una compa-
ración con la transparencia del cielo ó del agua (~).
A veces'-la' pérdida del recuerdo de la meté.fora es
tan completa que indUce á error. Cicerón se asombra
de qué los canipesinolfhayan teirido la idea de dar el
nomb'te'de perIa (gemma) 'á las yemas de los árboles,
cuan:do'lo'queocme es lo contrario; que, por Virtud
de, una imaginación no' exenta de poésfa, las ,perlas
recibieÍ'onsu nombre' de las' ye'mas'a punto de abrir-
se (3).
Cuando la lingüfstica convierta hacia el sentido de
las palabras una' parte de la atención que dirige de:"
m~iado exclusivamente hacia la letra, podré. cons-
truir, para los diversos idiomas, un intetesante''{j'ins::'
tructivo catálogo que muestre el contingente' de; me-
táforas suministrado por cada clase de ciudadanos,
por'cadaprofesiónú ofiCio: El tejedor dió á la lengua
latin:a 'las pa.labras que quieren decir «empezar.: or-

(1) Qulntilláno;'vm; G.Arsenlo'Darmestete'i' 'ha ensayado


ona oladlló'á'Ol6n;' s~bf'e la: ooal remitimos el PrcSlogo, no' pn·
blicadó 'aún;' de 'sü rficCiéinario' etlmol6gioo.
(2)' M€m6irésde·la 8ócillé'de'liniitiistitjúe, v, 346'•.
(3) Nilm.'gemmare'vit8s,'loxu'n(lm ease'iJi'herbis, laetas €lsía
legetes etlam rustlcl dicont (De Dr., In, 38). Laetu8, 'qtÍl{Ci~
r6n ~oónlldé'rá como oná" 'me'táfora,' es"fgualment8' la palabra
propia (cplngües oOleoh88~ J.
114 ENSA.YO DE SEM...l.NTICA.

diri, ~~ordium, primordia. Ordiri era disponer los hi-


los de la. cadena pa.ra ha.cer un tejido. Cicerón, que
percibía aún la. imagen, pone, no sin intención, en
boca de uno de sus interlocutores: Pertexe, Antoni,
quod exor8U8 es (1). Plauto había dicho ya de igual
manera:
Neque o:z;ordiri primum, unde occipias, habes,
Neque ad dete:z;undam telam certos termino••

La palabra ordo, con la larga serie de sus significa-


ciones tan variadas y tan importantes-en pol1tica, en
la guerra, en la administración, en las artes-eB, A su
vez, un presente del humilde oficio del tejedor (2).
Los auspicios tenían tal importancia, que no es ex-
trano encontrar su recuerdo en la lengua. común: el
objetivo propitius, que denotaba el vuelo hacia ade-
lante (3); el adjetivo sinister, que denotaba los presa-
gios funestos; los verbos aucupari, «espia!»; augura-
re, cconjeturar-; autumare, «afirmar-, todos los cua-
les contienen el sustantivo avis; el adverbio extem-
plo, empleado en un principio para los presagios que
surgían en el interior del templum celeste; el v~rbo
contemplará, tomado de la ocupación ordinaria de los
augures, son de ello unánimes testimonios.
No fué menos fecunda la lengua del derecho. Sólo
citaré esa curiosa. palabra rivalis, aplicada á propie-
tarios vecinos que se servlan de una misma corriente

(1) El vocablo es probablemente muy anterior Ii la lengua


latina. Tenemol en Hesiquio esta glola: rtp&&;· ~1}t;;.
(2) Or., 11, 33.-Es interesante notar que el verbo ordiri
ha sobrevivido en francés precisamente en su acepción primi-
tiva: ourdir (<<urdirD). El tejedor le suministró; el tejedor le
ha oonservado.
(S) De una rall pet que se encuentra en el griego m't0¡.r.t4.
cvolan.
l'ÓR MIGUEL BRÉAL 115

de agua, y que ha pasado A ser el nombre de toda es-


pecie de rivalidad (1).
El genio diferente de las naciones se trasluce ya en
algunas antiguas meté.foras. Asi, los griegos, para ex~
presar la idea de «recurso, de expediente-, empleaban
'It~. «¿Qué remedio hay para mis males?-, exclama
un personaje de Euripides. T"
&v 'lt0p0~ l(([Itli)lI yb.olW (2).
La palabra~. que d~igna propiamente un tránsi-
to," una travesia, particularmente por el mar (8), cua-
dra perfectamente en un pueblo que conoció desde
temprano los 6rpi dAEuGCZ. Un negocio imposible es il1rOPOII
'ltp41'!J4. Losrecursos financieros de un Estado se lla-
man 'ltÓPOl. Hoy aún, entre los griegos, «poder-se dice
q...• •
Aveces toda una perspectiva histórica se descubre
ante nosotros en una metáfora. El novelista griego
Longus, en DafniB y QT,oe, habla de un lazo para coger
lobos, de una trampa hecha en la tierra. Pero el lobo
no se deja coger:czla6Iiw'tCZITap~ aEoO'f'aplVlK'.Ese oocptCwevo-
ca el recuerdo de Protágoras, de Sócrates, de Platón y
de todo un largo pasado de discusiones filosóficas.
La palabra in{fueneia, de que hoy se hace tanto uso,
nos transporta Alas antiguas supersticiones astrológi-
cas. Se 8uponia que emanaba de los astros cierto flui-
do que obraba sobre "los hombrea y sobre las cosas.
Boileau emplea aún la palabra en su sentido primiti-
vo, cuando habla en su .Arte po¿tiea de la infiuencia
secreta que el cielo ejerce sobre el poeta al nacer. La
palabra italiana influenzá hace alusión á alguna creen-
cia análoga.

(1) Habla en Roma nna Le:c rivalicia (Fel!ltns, p. 340), qne


regnlaba la! relaciones entre rivales.
(2) Alcestes, V, 213.
(8) Bcmtopot;, cel Bósforo).
116 ENSA.YO DE SEMÁNTICA.

Todas las lenguas podrian constituir ~1 su ~useo


de metáforas. En alemán, el verbo einwirken, usado
tan á menudo de la manera más abstr,acta, responde
allatln inte::cere. Y asimismo ellatln e::cprimere, que se
repite tanto en ese libro (1), procede de las
bellas ar-
tes, puesto que denota la idea de una impresjón: él
por sI solo podrla decirnos, si ya no lo supiéseD;los, que.
los antiguos cono clan el repujado. Muchos usos a.boli-
dos se perpetúan en locuciones trilladas; al decir de
un personaje que está revestido de un titulo ó de una
dign~dad, nadie piensa hoy en la investidura (2).

Una satisfacción que la lengua reserva al obseI:va.~


dor, satisfacción tanto más viva cuanto menos busca-
da, es ver abrirse é iluminarse súbitamente, al ha-
blar, alguna metáfora, cuyo valor no Be habrá com-
prendido hasta 0.111. No conocemos entonces un secre-
to acuerdo entre nuestro propio pensamiento y la afie-
ja~berencia de la palabra.
Ninguna cosa muestra tan bien el poder que, aun
hoy, con nuestras lenguas ha tanto tiempo fijadas,
continúa ejerciendo la acción individual. Tal imagen,
nacida en una cabeza privilegiada, pasa á ser,' difun-
diéndose, propiedad común. Cesa entonces de ser. una.
imagen, y se trueca en apelación corrient~. Entre Jo lI.
tropos del lenguaje y las metáforas de los poetali hay

(1) Expresar se dice en IraaOOs exprimer.-(N. d~l T.) .


(2) ¡Cuántas exprelionesllo debemol al teatrol Representar
un papeZ en un asunto, tener una escena con alguien, un perso-
naje que se mantiene entre bastidores, UR drama que ocurrió
ayer, una mutación de escena, un personaje m~do, etc.. Este
nombre mismo de persona, que Cicer6n empleaba 'ya oo~o
nOlotrOl, el una palabra de teatro, puesto que lignifica cmAI-
~.
POR MIGUEL BRÉAL 117

180 misma diferencia que entre un producto de uscrco-


mún y una conquista reciente de 180 ciencia. El escri-
tor evita las figuras que se han' hecho triviales; pre-
fiere crearlas nuevas. Asi se transforma el lenguaje.
Es 10 que han olvidado á veces nuestros etimólogos,
siempre propensos á admitir una supuesta raiz ver-
bal, como si la imaginación no hubiese sabido nunca
transportar de un orden de ideas á otro una palabra
hecha.

Una especie particular do metifora, sumamente


frecuente en todas las lenguas, procede de la comuni-
cación entre los órganos de nuestros sentidos, que nos
permite transportar al oldo sensaciones experimenta-
das por la vista, ó 801 gusto las ideas que debemos al
tacto. Hablamos de tonos calientes, de un canto amplio,
de un reprocht} amargo, de un humor negro, con la cer-
tidumbre de ser comprendidos de todo el mundo~ La
critica moderna, que usa y abusa de este género de
transposición, no hace más que desenvolver 10 que se
encuentra en germen en el lenguaje mAs sencillo. Un
8onidograve, una nota aguda, empezaron por,ser imá·
genes.
El pueblo transporta á objetos inanimados adjetivos
cuya idea toma del hombre: dirá ,una linterna sorda,
cegar una vla de agua, de igual modo que los griegos
decian ya.XCIlIfdv j3tAO( (surdum iaculumJ, cuando el arma
arrojadiza se quedaba. corta, y !ÚAtlL\ICl 'f'W~ (voa; atra),
tratándose de una voz ronca. Los indos llaman andha-
'kúpa, «poyo ciego., á un pozo cuya boca es ocultada
por plantas. A veces no se s,abe ya á punto fijo de tt6'
órgano partieron esas expresiones: en punto adjeti-
vo clarus, v. gr., S8 ha podido pregun mucho tiem-
118 ENSAYO DE SEMÁNTICA

po si proviene de la VÍstp. ó del oído. Sin las palabras


aeies~ aCUB~ aeutuB, aeer ~ no sabríamos que el francés
aigre (cagrio.) no ha pertenecido siempre al sentido
del gusto.

La lengua homérica no carecía de palabras para la


idea de .. meditar, preparar •. Pero eso no impidió que
el poeta crease er verbo ~u(Jao&¡.uúw, que significa lite-
ralmente c intus aedifieare ••

cUsando buenas palabras, edificaban el mal en el


fondo de su corazón .•
y en otra parte:

'AH' ckÚCIl\lX[VljCJ! xlÍp"l, XtOOi ~u(J(Jo&¡.uÚW\l (1) •

.. Movió la cabeza en silencio, edificando el mal in-


teriormente .•
Para la misma idea, Homero tiene aún el verbo
fL"lXMw, que del griego pasó allatin (2).
Es dificil reconocer las metáforas más antiguas.
Habiendo desaparecido el estado de cosas que las su-
(1) 04., XVII, 66, 465. -Se notará que es exactamente la
misma expresi6n que el latln industrius (de indu y struere).
Ha quedado algo del antiguo sentido peyoratlvo en la locuci6n:
de industria.
(2) No siempre en mala parte:

W"tl~ nlZlci",
l~EupE fL"lXM\I 'tL'" 'A/l¡L1\'tt¡.' Xtlx/i)v (Eurlpides, Al~., 221.)
cEncuentra algún recurso para los males de Admeto'
Un hombre sin rocursos, una OOS8 imposible, ee llaman
Iip.1\X~, .
POR MIGUEL BRÉAL

girió, nos vemos en presencia de una ralz de significa-


ción incolora. Es lo que nos explica cómo los gramA.-
ticos indos, al trazar sus listas, pudieron inscribir
tantas ralees que significan .pensar, saber, sentir-o
Si nos fuese posible remontarnos mA.s lejos en el pasa-
do de la humanidad, encontrariamos, sin duda, pre-
sente dondequiera la metáfora, como en las lenguas
que mejor conocemos.

Antes de dejar este asunto, que es inflnito, quere-


mos todavia mencionar un punto.
Las metáforas no quedan encadenadas á la lengua
en que nacen. Cuando son justas y expresivas, viajan
de idioma en idioma, f se convierten en patrimonio
del género humano. El historiador, pues, 'tiene que
distinguir entre las imágenes que, por lo sencillas,
han debido encontrarse en mil lugares de una mane-
ra independiente, y las que, inventadas una vez en
cierta lengua, se han transmitido y adaptado después.
Las metáforas se traducen, según lo demuestran ejem-
plos como decidir y entscheiden, descubrir y entdecken,
comprender y begreifen, stI,cumbir y unterliegen, confir-
mar y besttitigen (1). Lo dificil es reconocer en cada
caso si hay préstamo y quién le recibe. En las viejas
naciones de Europa existe un fondo común de metáfo-
ras debido á cierta unidad de cultura. Las naciones
llegadas un poco tarde al mismo grado de civilización
no tardan en apropiarse ese fondo, traduciendo tales

(1) Sobre estas imitaciones, de que se encuentran ejemplol


en todas las lenguas. véase L. Duvau, en las Mémoires de Za
SocüU de linguiBtique, VIII, p. 190. Un ejemplar interesante
es el franoés compagnon. ((companero,), que tiene IU prototipo
en el g6tioo galllaibc (de hlaifa, (pan.).
120 ENSA.YO DE BEMÁNTIOA.

expresione~ metafóricas. Ser~~ poco .equitativo cen-


surárselo, porque usaJ;l del mism,o. d,ere.cho q\le sus
hermanas mayores, y no hay ning.\ltla razón para pri-
varlas de él. Pienso en este ins.tante en el pueblo grie-
go, á quien se censura por hacer lo que cada Bación
europea hl;L hecho á su hora (1). Citaré un solo ejem-.
plo. Pa.ra expresar: eYo no estoy de ~cuerdo con ·V .• ,
los griegos dicen: i"(w otv OIJfJ-'fC'Ivlil. ¿N o es lo que dice
también el alemán: lch stimme nicht mit lhnen überein'
O simplemente: Es stimmt nicht. ¿Era cosa de vedárse-
lo, porque nosotros ~emos tenido á bien crear la pa-
labra symphonie' Fuer~ de qt¡.e ~.qu~ qui,e~ tiene todas
las traza.~ de ser el original es el ~ri~go, p,orque Y1l en
los p~piros egip.c~os del tie~po de 10.8. PtC?lomeos. tene-
mos ~YOv q.~blll.pdo de un aCffer(j,p. entre dos partes.
La ley de las metáforlJ,s es la misma que la de t,odos
los signos~ Luego que una metáfora. pasa á ser el nom-
bre del objeto, partien~o de esta segunda etapa, pue·
de volver á emplearse metafóricamente, y asl en ade-
lante~ A es" se debe que, para los filólogos, las len-
guas modernas sean de un estudio más complicado
que la.s antigua~. Mas, para el nmo que aprende á
hablarlas, nQ existe tal complicación: el último senti-
do, el más alejado del origen, es á menudo el primero
que aprende. Lo que se llama el argot Ó el sZang (ejer-
ga-) se compone en gran parte. de metáforal:l más ó
menos vagamente indicadas; sin em,bargo, es una len-
gua que se aprende tan pronto como las otras.
(1) Véue imitaciones del latín por el antiguo lrland~s,
Jounal de Kuhn, XXX, 255, artículo de Zimmer.
CAPITULO XIII

DJl: LAS PALABRAS ABSTRACTAS Y DE LA CONDENSACIÓN


DEL SENTIDO

La. riqueza de nuestras lenguas en palabras abs-


tract~ es considerable. Tendremos que inquirir des-
pués de dóncle próced~ esa riqueza y cómo ha. sido el
mAs activo instrumento de progreso. Por ahora que-
remos estudiar un hecho que, á falta de otro término,
denominaré condensaci6n (1). He aquf lo que es. Una
pall;Lbra abstracta, en vez de conservar su sentido
ablftracto, en vez de seguir siendo el exponente de una
acción, de una cualidad, de un estado, pasa á ser el
nombre de un objeto material. ·Este hecho es suma·
mente frecuente: ya la voz asl modificada conserva los
dos s~ntidos, ya, olvidándose la idea abstracta, subsis-
te sólo la significación material.
Ese fenómeno se remonta tan lejos com,o la historia
de nuestras lenguas y continúa á nuestra vista. Em-
pezaré por ejemplos sacados de las le~guas antiguas.
Un sufijo muy sencillo, que seria para formar nom-
bres de acción, era el sufijo femenino ti (nominativo
-ti-s), que encontramos en griego bajo la forma 01'~ en
voces como 'Y''lE01'~, cel nacimiento - ; .....,(i)01'~, el conoci·
miento-; xpt!01't;", cel uso-; XflI01~, -la decisión-; '!t't(i)01tt;",
-la calda-, etc. Ese sufijo dió en latin la palabra ves-
tís, que significa -la acción de vestirse-. Pero de esa
(1) EpaislÍ8sement dice el autor, yai'lade en una nota: el'l
la traducoi6n exaota dellatfn C()ncretio.-(N. det T.)
122 I:NSA YO DF: SEMÁNTICA

significación general pasó la palabra A la del objeto


que sirve para tal uso, y vestiR se trocó en el nombre
del vestido. Si vestis es femenino, eso proviene de la
época en que era un nombre abstracto.
Citemos otro ejemplo tomado de la alimentación. El
sufijo latino tu·s da sustantivos abstractos como can-
tus, adspectus, gemitus, conatus, cultus. Entre esos sus-
tantivos se encuentra fructus, cIlio acción de gozar, de
disfrutar., de fruor. Plauto le emplea aún en su sen-
tido propio (1). Pero ese nombre abstracto se solidi-
ficó para designar los frutos de la tierra y de los Ar-
boles, hasta el punto de que, cuando se dice «vivir del
fruto de su trabajo., parece que se usa la palabra en
sentido metafórico.
El sufijo que, en latin, dió los nombres en tas, como
dignitas, cupiditas, y en griego los nombres en ~,
como OtlUlL6~, cIlio justicia-, 'P'A6't"'1l~, «la amistad-, ser-
viII. para formar nombres expresivos de una cualidad,
de un estado. Pero le vemos ya volverse opaco en
ciertas voces latinas: civitas era en un principio la
cualidad de ciudadano; después la misma palabra
designó el conjunto de los ciudadanos; acabó por sig-
n~ficar cIlio ciudad-o Facultas formado del adjetivo fa-
ciZis ó facul, denotaba la posibilidad de hacer; pero
facultates se convirtió en sinónimo de riquezas. El
mismo sufijo existe en sAnscrito yen zend bajo la for-
ma tati ó tat. Ya en los Vedas, deva-tat designa, no
sólo la cualidad ó la naturaleza divina, sino el con-
junto de los dioses (como cuando nosotros decimos la
cristiandad (2).
Legio empezó por ser cIlio leva-: es voz formada

(1) Ca.~ina, IV, 4.16. Scio, 8ed meus fruclu8 ellt prior.
(2) Rig - Veda, IlI, 19, 4: 11 'lJaha tUvaiatim; draemos los
dioseu. .
POR MIGUEL BRÉAL 123
como internecio, obsidio. Luego se convirtió en nom-
bre de una unidad militar perfectamente determina-
da, ela legión-o Para indica! la idea de ela leva-,
hubo que crear nuevas palabras, tales como delectus.
Un cambio parecido sufrió classis, que es el griego
XA7jau;, dorio xAllal~, y que vino á ser el nombre romano
de la flota, después de haber designado en un princi-
pio el ejército en general. El sentido primitivo era
eelllamamiento» (1).
Regio, formado como legio, significaba ela. direc-
ción-, Recta regione, een linea recta-o E regione, een
frente-, Deftectare de recta regione, edesviarse de la
bueDa dirección-, Pero este sentido cedió el puesto á
un sentido mucho más material: regio significó un pafs
ó un cuartel de una ciudad,
El sufijo latino tion, que ha. adquirido tan gran im-
portancia, y que está emparentado con el precedente,
formaba nombres abstratos, como lectio, admi,'atio,
Pero desde los tiempos más antiguos empieza á de-
jarse sentír la condensación. Portio empezó por ser la
acción de repartir; luego pasó á ser el nombrp, de la
porción (2), Mansio era la acción de detenerse: en
Cicerón se opone á discessus, Se dijo después de las
casas de postas escalonadas en los caminos, y dió, en
fin, la voz francesa maison (3) (<<casa, mansión .. ).
Ya debe empezarse á ver por qué tantos objetos

(1) Es interesante notar que clcue ha recobrado su antigua


signifIcaci6n en la lengua militar francesa. N. d~l A. (Acep-
ci6n nAuUca de clase: cmatrícula».-(N. del T.¡
(2) De unR rafz pOT, «atribuin, que se encuentra en el grie-
go b:opoy, «he procurado»; 'ltt'ltpw'tal. «ha sido atribuido'.
(3) Nosotros decimos de igual manera habittJciones, C"flS-
trucciones. Homero dice ya de Ulises, en el momento en que
va Ii construirse una nave: ,?j !l&;¡~ 't&x'toauYlÍwv, cQluy en.t3?qiqQ
en oonstrucciones». . ' _. .
124 ENS1YO DE SEMÁNTICA

materiales son del género femenino: de abstractos


han pasado á ser concretos, pero sin variar de gé-
nero (1).
¿Hay que creer qué nuestros antepasados tenian
una facultad de abstracción que ha ido disminuyendo
en sus descendientes?-Seria, á mi jllicio, una gran
ilusión. Insistiremos más adelante en este punto de
108 nombres abstratos, 9.ue contiene en parte el se-
creto de la riqueza de nuestras lenguas. Por el mo-
mento basta recordar que, siendo el lenguaje una
obra en colaboración, toda palabra abstracta corre el
riesgo de cambiar de sentido cuando, al pMar' de boca
en boca, llega del inventor 6. la multitud ..
La historia de las-religiones, la de las instituciones,
la de las ciencias mismas podrlan proporcionarnos la
prueba. Con mayor razón estaban expuestas A la Diis-
masuerte' esas abstracciones del lenguaje, abandona-
das desde la primera hora al espiritu popular.

Las lenguas modernas abundan en ejemplos del


mismo cambio ,de significación. Encontramos en todas
las profesiones nombres abstractos convertidos en
nombres de algún objeto tangible. El músico entiende
por overtura la pieza de orquesta que precede á una
ópera, el comerciante despacha las novedades de la
estación, el hombre de negocios habla de sus crUi·
tos)el.intendente provee á lassubsi8tencia8 del ejérci-
to, y' asi sucesivamente. Fácil es observar en ciertos

(1) Existen indicios, que permiten creer que los nombres


latinos en t~8, oomo exercitus, amictu8, tueron primeramente
femeninos. Se lee en Ennio: Non metus ulta tenet. Recnérden-
se también los femeninos griegos' como 'ltp«X~ I «acción' I
e,h'tÚt; I «encantamento',
POR MIGUEL BRÉAL 126

sustantivos los grados de esta transformación. La


Bruyere, en el retrato del Distraido, dice: .Escribe
una segunda carta, y después de cerrar las dos, equi-
voca Z'adru.e-. Aqul adre.se se toma aún en el senti-
do de directio. En el siglo XVII, economfa, Zimo~na, ca·
ridad no se hablan coagulado hasta constituir objetos
materiales como en nu,~tt:o.B.. d1as. (1).
Hay aqui para el etimólogo una mina de sorpresas.
En el dialecto veneciano de la Edad Media se encuen-
tra. una voz. rita que si~nifl.ca, cd,e~cendeQcia.- ¿De
dónde procede ese ritd que, ya por su desinencia,des·
orienta al lector? Aproximaciones indudables han de-
mosq:-ado que se tr¡l.ta.,de la p~}.a.Qra. he'1edita, que, des-
pojé.ndose.de su. signifi~ión a..bstracta, en. vez. de la
heren9ia, lI:a,d~sjgnado lQa."heJ;ederos.(2). Algo seme-
jante. ha. pasado.. cqn el. al~DJán..K,in~, que, significa.
cnUlo-, pero que.prime~9:signiflcó cla..ra.za~, como se
ve en eJ inglés m(;Jn,,#~~, cgé~r.o,huma.nQ~.

(1) Aunque el infinitivo opone mÚl rellatenoia.! elte.oam.


bio, oblervamol, no obstante, qu~, oierto, ,número: de infiniU:"
VOl, como devoirJ plaisir, loisir, no le han'eximido de él.
(2) RaJna, en iu'Oompte.r r.ndua de ".A~demie· de.r Lineei,
1891, p. 338.
CAPITULO XIV

LA POLISEMIA

Lo que el e9 la poUlemia.-Por qué es un Ilgno de elviUza-


clón.-A qué se debe que no ocasione confusión.-Una nue-
va acepción equivale á UDa palabra nueva. -De la polisemia
Indirecta. .

Se acaba de ver algunas de las causas por cuya vir-


tud adquieren las voces un nuevo sentidó. No son se·
guramente las únicas, porque el lenguaje, á mAs de
tener sus leyes propias, recibe el influjo de los acon~e­
cimientos exteriores, acontecimientos que se sustraen
á toda clasificación. Pero, sin proseguir ese examen,'
que seria infinito, queremos presentar aqui una obser-
vación esencial.
El sentido nuevo, sea el que quiera, no pone fin al
antiguo .. Existen los dos, el uno al lado del otro. El
mismo término puede emplearse alternativamente en
el sentido propio ó' en el metafórico, en el sentido res-
tringido ó en el extenso, en el sentido abstracto ó en el
concreto ... A medida que una palabra recibe una sig-
nificación llueva, parece multiplicarse y producir
ejemplares nuevos, semeja.ntes por su forma, pero di-
ferentes por su valor.
Llamaremos á este fenómeno de multiplicación poli-
semia (1). Todas las lenguas de las naciones civiliza-
das participan de él: cuantas mAs significaciones ha

(1) De1tOAÚI;, «mucho, numeroso'. y ~ro~1 «siguIficaoión».


POR MIGUEL BRÉAL 127
acumulado un término, mayor diversidad de aspectos
de actividad intelectual y social se debe suponer que
representa. Se dice que Federico II veía en la multi-
plicidad de acepciones una de las superioridades de la
lengua francesa: queda decir, sin duda, que esas pa-
labras de sentidos múltiples eran prueba de una cul-
tura más avanzada.
Hay que representarse la. lengua como un vasto ca-
tAlogo en que se consignan todos los productos de la
inteligencia humana: muchas 'veces el catálogo, bajo
un mismo nombre de exponente, nos remite á düeren-
tes clases.
Citemos algunos ejemplos de esa polisemia.
Llave, que es voz tomada de las artes mecánicas,
pertenece también á la música. Raiz, que proviene de
la. agricultura, entra igualmente en el dominio de las
matemáticas y de la lingüística. Base, que pertenece
A la arquitectura, tiene su puesto en la química y en
el arte militar. Y asi sucesivamente ... No ocurria otra
cosa en las lenguas antiguas. I~~, en un libro gra-
matical, designa la sintaxis, yen un relato de guerra
el orden de batalla. MUOI;, que es el nombre de los
miembros del cuerpo humano, es también un término
de prosodia y de música. El sustantivo «tpoP'~ deriva-
do del verbo cirpopl~CI), cdelimitar, definir», designaba,
por una parte, la delimitación material de un territo-
río, y, por otra, la definición de un objeto ó de una
idea. En esta. última acepción ha proporcionado la pa-
labra aforismo á la medicina y á la filosotla¡ del pri-
mer sentido queda el Monte aforismo, contrafuerte del
Pentélico. El sustantivo Ém81l.11Ia:, seguido de un nombre
propio, designaba en tiempo del Imperio romano el
viaje del soberano al través de sus Estados. Se lee,
por ejemplo, en una inscripción de Siria: É1tlot¡p.lfl Otoll
128 ENSAYO DE _.SEMÁNTICA.

Pero, en la lengua médica, la misma palabra,


'A8pIClVOil.
seguida del nombre de una enfermedad, significaba un
mal contagioso reinante en cierta comarca, una epi-
demia.IÚ@lrt en griego moderno, designa, según los
ca'3os, una flauta, una fIstula, una jeringa ó un tunel.

Se preguntará cómo no se contrarian e,sos sentidos


unos á otros; pero hay que tener en cuenta. quelaspa-
labras se hallan colocadas cada vez en un medio que
determina de 'antemano su valor. Cuando vemos al
médico á la cabecera de un enfermo, ó cuando entra-
mos en una farmacia, la palabra prescripción adquie-
re un color determinado que nos impide pensar· ni re-
motamente en códigos ni en poderes legislativos (1).
Si vemos la palabra Áscensión impresa á la puerta de
un edificio religioso, no nos viene á las mientes la me-
nor idea de los aerostatos, de excursiones á las mon-
tafias,ni de la elevación de las estrellas. No tenemos
siquiera el trabajo de suprimir las oCas acepciones de
la palabra: esas acepciones no existen para nosotros,
no traspasan el umbral de nue~tra conciencia. As1
debe ser, puesto que la asociación de las ideas se rea-
liza afortunadamente en la mayor1a de los hombres
según el fondo de las cosas, y no según el sonido.
Lo que decimos de nosotros no es menos cierto tra-
Undose del que nos escucha. Está en la misma situa-
ción: su J)ensamiento sigue, acompafia Ó precede al
nuestro (2). Habla interiormenteála vez que·nosotros:
(1) Traducimos la idea, no las palabras del aator, que no
tendrfanaplicaci6n 'naestro idioma.-(N. del T.)
(2) Victor Egger. La Parole intérieure.-«A menado 10 qae
llamamos oír comprende an comienzo de artioulaclón silen-
ciosa, movimientos débilel, elbozados, en el aparato vocab
(Ribot.)
POR MIGUEL BRÉAL 129

no está, pues, mé.s expuesto que nosotros á dejarse


perturbar por significaciones colaterales que duermen
en lo más profundo de su esplritu.

Una nueva acepción equivale á una palabra nueva.


Pruébalo el precepto, nada artificioso, sino confirma-
do por el sentir general, de <¡ue hay' que repetir la
palabra, si se toma sucesivamente en dos sentidos dis-
tintos. Pero se permite la rima de una. palabra consi-
go .propia, si los dos sentidos son bastante lejanos (1).
No seria, pues, exacto tratar las palabras como
signos que desaparecen de una. vez. Tal palabra, en
BU sentido propio, puede haber caido en el olvido hace
tiempo, y sobrevivir, no obstante, en una. acepción
indirecta.. Danger, en su sentido propio, que es epO-
der~, no existe ya¡ pero continúa. empleándose como
foinónimo de peril (epeligro») (2).

A veces, por haber permanecido más ó menos tiem-


po en alguna' región particular d~ la lengua, un vo-
cablo está inscrito dos veces en el catálogo general
con una ortografia distinta. A~l tenemos nosotros eleg
desseins de Dieu» y eles dessinsde Raphael»¡ ela Cham-
bre des Comptes» y eles Contes de la reine de Nava-
rre». En todas las naciones, en todas las lenguas, hay
diferencias asl, con las cuales se da importancia el

(1) Les accommodements ne font rien en ce poin~,


Lell aflronts a l'honneur ne le réparent point.
CORNEILLE.

(2) Se dijo en un principio: etre au danger (en poder) de


ses ennemis, ~irer quelqu'un du danger de mort. Es el bajo
latln dominiarium.
9
130 ENSA YO DE SEMÁNTICA

semi-saber, aunque en el fondo no tengan nada de sor-


prendentes, y aunque á veces no dejen de tener algu-
na v~ntaja (1). Es dificil establecer una regla sobre
este punto. Sin embargo, yo propondría ésta: Respe-
tar las distinciones antiguas y hechas de buena fe;
abstenerse de crearlas de propósito deliberado.
Tan cierto es que la bifurcación de los sentidos pue-
de hacer de una voz dos ó varias, que los cambios
gramaticales que modifican la una respetan la otra.
El verbo latino legere cambia su e en i en los com-
puestos: elige'1'e, collige'1'e. Pero, cuando significa "leer-,
conserva su e: perlegere, '1'elege'1'e. Un autor del si-
glo XVII (2) hace notar que bon tiene por comparativo
meilleu'1', excepto cuando se toma en mala parte, que-
riendo decir "simple, inocente-, como en este ejem-
plo: "OS asombráis, decls, de que él haya sido assez
bon (.bastante inocente-) para creer todas esas cosas;
y vos me parecéis á mi bien plus bon (.mucho más ino-
cente-) por imaginaros que las ha creldo.- Las distin-
ciones de este género existen en todas partes. Un autor
alemán apunta que roth (.rojo-) hace en el comparati-
vo rother, eXG.epto cuando se trata del color polltico,
en cuyo caso hace rother. En vez de ridiculizar obser-
vaciones de este linaje, es preferible buscar su causa:
es que las reglas gramaticales se mantienen por el
uso, y que la palabra, en su sentido derivado, como
de una época posterior, se ha sustraldo á la regla. Es-
tamos acostumbrados á formar de del el plural cieux:
"eeluí quí regne dans les cieux.- (.El que reina en los

(1) Hay unas cuantas palabras de estas en calidad de nom-


bres propios. como RegnauU, Renault. Renaud, etc., que, par-
tiendo de un mismo tipo, se repiten en el Almanaque Bottin
con BU ortograffa especial.
(2) Nicolás Andry.
POR MIGUELBREAL 131

cielos.») Pero diremos de un pintor que se esmera en


sus cielos, no por el gusto de hacer una distinción futil,
sino porque la critica de arte no se ha creado su len-
gua hasta el siglo XVIII.

No hemos agotado aún este punto de la polisemia.


Existe una polisemia indirecta ó de segundo grado,
que es bueno no confundir c0D: la otra, aunque por 10
común se las amalgama. Uno ó 40s ejemplos harAn
eomprender en qué se diferencian. '
En latIn, t,.un~us designa un tronco de árbol; quie-
re decir también cmutilado, incompleto». Pero se ha-
ria mal en pasar de un sentido á otro; existe un inter-
mediario que no hay que omitir. De t'l'UnCUB, ctronco
de árbol», vino truncare, ccortar,' desmochar un ár-
bol-o Este truncare es el que produjo el objetivo trun-
cus, que no tiene ya con el precedente sino un paren-
tesco mAs lejano.
Otro ejemplo es ellat1n examen, que signi.fica á la
vez cenjambre» y cexamen». Para cono.car la razón
1:Ie esta polisemia, hay que dirigirse al verbo exige re,
que significa, ya cechar fuera», ya cpesar-. Suetonio
dice que César tenia afición A las perlas, y que le gus-
taba pesarlas en su mano: sua manu exige'l'e ponduB.
Sólo, pues, por los verbos de que derivan, se unen los
1:Ios sentidos (1).
Asi una voz, por una serie mAs ó menos larga de

(1) Un ejemplo en francés de esta polisemia indirecta es


grenadier, que designa alternativamente un soldado (grana-
dero) y nn árbol (el granado). Para encoatrar el punto de unión
hay que remontarse á la granada. De esta faIsQ polisemia se
alimenta sobre todo el juego de vocablos.
132 ENSAYO DE SEMÁNTICA

intermediarios, puede llegar á significar casi lo opues·


to de lo que significaba en un principio.
Maturus queda decir «matinal-: lux matura era la
luz del alba. Aetas matura era la adolescencia. Faba
matura, el haba temprana, en oposición á faba seroti-
na. Un invierno temprano, matura hiems. De ahí vino
el verbo maturare, «apresurar-, que Virgilio emplea
en alguna parte con fugam (1). Aplicado á los produc·
tos de la naturaleza, matu'rare adquirió el sentido de
madurar, sazonar, y como no se madura más que con
el tiempo, el adjetivo maturus, influido por el verbo,
acabó por hacerse un epiteto que significaba ,«juicio·
80, reflexivo-. Maturum consilium, «un designio ma-
duramente preparado-o Genturionum maturi, «los más
antiguos entre los centuriones- (Suetonio). Esta acep-
ción es, pues, casi la opuesta de la que maturus tenia
en su origen. El diccionario que uniese los dos senti-
dos podría ac~editar la opinión, sostenida hace algu-
nos afios por un sabio, de que el lenguaje empezó por
la identidad de los contrarios. ,

(1) Maturate fugam, regique haee dicite vestro.


(LEn., 1,146.)
Maturandum Annibal ralus, ne praevenirent Roman;.
(Tito Livio, XXIV, 12.)
CAPITULO XV

DE UNA CAUSA PARTICULAR DE POLISEMIA

Por qué una locución puede ser mutilada, siu perder nada de
BU significación.-La abreviación, causa de irregularidades
en el desarrollo del sentido.-Las locuciones que se llaman
cpreiiadan.

Una causa muy frecuente de polisemia, causa que


se sustrae á todas las previsiones y clasificaciones, es
la abreviación. Acontece, por ejemplo, que." de dos
voces primitivamente asociadas, .se suprime una. Con
esa súbita ablación, el término que queda parece cam-
biar bruscamente de sentido. En tal caso, DO seria
justo decir que hay ampliación ni restricción. El fe-
nómeno realizado es de otra naturaleza: como un he-
redero que entra instantáneamente en posesión de un
bien hasta a1l1 indiviso, el último superviviente suce-
de.á toda una locución, y absorbe su sentido.
Este fenómeno merece que nos detengamos un mo-
mento, porque no hay nada que demuestre mejor la
verdadera naturaleza del lenguaje.
De dos palabras habitualmente unidas, puede su-
primirse una. sin que padezca en lo más mlnimo la lo-
cución de que forma parte; á veces hasta gana en
energla la expresión. Es que, habiéndose combinado
las r'ignificaciones de las dos palabras, éstas no for-
man ya más que ~n solo signo. Ahora, un signo pue-
de acortarse, abreviarse, reducirse á una mitad; siem-
pre que sea posible reconocerle, él llena siempre el
134 ENSA YO DI.: SEMÁNTICA

mismo oficio. Se comprende las extrafias acumulacio-


nes de sentido que deben efectuarse, porque nada im-
pide que la supresión recaiga sobre la parte esencial.
Es inútil establecer categorías, según que lo suprimi-
do sea la primera ó la segunda palabra, según que el
adjetivo sobreviva al sustantivo ó inversamente. No
hay más regla que ésta: la parte que subsiste equivale
al conjunto; el signo, aunque mutilado, sigue siendo
adecuado al objeto.
Los ejemplos de este hecho son innumerables: nues-
tros articulos de diccionario no tendrian la longitud
que tienen, si los verbos no hubiesen absorbido en si
la significación de un complemento que desde enton-
ces puede omitirse, si los adjetivos no se hubiesen en-
riquecido con el valor de un sustantivo sobreentendi-
do, si frases enteras no se hubiesen resumido en una
sola palabra.
Muchas singularidades.aparenteR se desvanecen á la
luz de este simple hecho. Empecemos por citar algu-
nos ejemplos en las lenguas modernas, ya que gene~
ralm,ente se hallan más recargados de significación
que las antiguas (por la sencilla razón de que la ex-
periencia del género humano es más larga). Verdad
es que, cuando estos hechos se ofrecen á nosotros en
el presente, apenas nos parecen dignos de notarse;
pero lo que pertenece al pasado, si es más dificil de
reconocer, no por eso es de otra naturaleza.

Todo el mundo sabe que en francés la Cámara es la


Cámara de los Diputados, y que, cuando se habla de
los miembros del Gabinete, hay que entender el Gabi-
nete de los ministros. En presencia de esta palabra
ministro nos veriamos ya confusos, si no supiésemos
POR MIGUF.L BRÉAL 135

que en Roma, en los tiempos del Imperio, minister sig-


nificaba cservidor del principe». A su vez, el principe
nos traslada hacia una abreviación más antigua, prin-
ceps senatus (e primero del Senada»). Asi as~men las
palabras, de edad en edad, la significación de acom-
pafiantes que han desaparecido. Sin esta especie de
intussuscepción, el lenguaje no tardaria en tomar des-
arrollos excesivos.
Se ha creido notar que el poder absoluto favorece-
ria especialmente la multiplioación de este fenómeno,
porque la idea del soberano pone en cierto modo fue-
ra de linea todo lo que le atafie ó se refiere á él. Asi,
en Versalles ellever era el clever» del rey, y tener la
pluma significaba imitar la letra del rey y llevar su
correspondencia. Pero no hay aqui mas que un hecho
que se reproduce en todas las épocas y en todos los
grados de la sociedad. En la lengua judicial, instruir
es instruir un proceso. En la lengua. de la ensefianza,
instruir á los nilios es proveerlos de los conocimien-
tos necesarios. En Roma aeris con/essus era un hombre
que reconoda una deuda; la locución completa hubie-
se sido aeTis aZieni.
En todas las situaciones, en todos los oficios, hay
cierta idea tan presente en el pensamiento que pare-
ce inútil enunciarla en el discurso. Lo único expresa-
do es el epiteto que sirve para especificar esa idea.
De ahi e~a porción de adjetivos que, a la larga, to-
man puesto entre los sustantivos. El geómetra habla
de la perpendicular, de la oblicua, de la diagonal. El
calígrafo de la redonda, de la inglesa, de la bastardi-
lla. A la clase de música debemos las blancas, las ne-
gras. Estas abreviaciones son tan conocidas que es
inútil detenerse en ellas. Pero se notará con qué fide-
lidad se conserva el género del sustantivo sobreenten-
13" ENSAYO DE SEMÁNTICA

dido: decimos á la francesa, á la ligera, á la derecha,


aunque hace tiempo haya dejado de enunciarse el
sustantivo, que·es moda, manera, mano (1).
La familia entre los romanos se componía de los
hijos y de los esclavos; de ahílos dos adjetivos liberi
y famuli. Los dos, de tiempo inmemorial, se han he·
cho sustantivos.
En Grecia el hermano de padre y madre era xiz,.I'(V'I-
'toe;. El hermano de padre solamente ó¡L61ta'tpoc;' Ú ¡¡'lta'tpo~.
El hermano de madre, ciOEAcpoc;. Con todas esas palabras
había que sobreentender en un principio eppci'ttllP, que,
habiéndose hecho inútil, salió de la lengua ordinaria,
pero quedó en la lengua politica.,
No hay duda de que, si pudiésemos remontarnos
más allá del periodo indo-europeo, muchos sustanti-
vos de este período se revelarían á nosotros como ad-
jetivos.

Se comprende el vasto campo que abren á la poli-


semia esas supresiones. El adjetivo novellus (francés
nouveau) (2) es uno de esos diminutivos tan usuales en
la lengua familiar de los romanos. Se dijo, pues, no-
vellae hablando de las villas jóvenes, y sobreenten-
diendo vites. Pero los legistas romanos, hablando de
las constituciones dadas al imperio después de la co-
dificación de Justiniano, dijeron igualmente Novellae
(las Novelas): sobreentendían leges. Estos hechos son

(1) La mayoría de los problemas relativos al género debe


relolverse asf. Oriens y occidens son masculinos por sobreen-
tenderse sol. Prosa el femenino á caula de oratio. Ovil e es
neutro á cauaa de stabulum. N o habla mOl aqul, por supuesto,
mlÚl que de los sustantivos de segunda formaoión.
(2) y espanolnouet.-(N. del T.)
POR MIGUEL BRÉAL 137
tan frecuentes, que es inútil multiplicar los ejemplos:
se sabe cuánto abusa de éstos equivocos la afición al
juego de vocablos.
Las palabras que desi~nan un objeto de uso coti-
diano, como hoja, carta, tabla, deben su polisemia á la
supresión del determinativo. Se errarla colocando esta
variedad de significaciones en el nombre mismo: ha
entrado en él con el tiempo por la abreviación de la
locución. En semejante caso, la etimologia podría
llegar á ser el guia más falaz, si al conocimiento de
las palabras no se uniese el de las cosas.

La antigua filologia, que habia notado cierto núme-


ro de hechos de este género, inventó, para caracteri-
zarlos, una denominación original. Cuando el verbo
absorbe en si la signifi~ción de su complemento de-
cia que era un verbo pref1ado. La expresión es pinto-
resca, aunque inexacta, porque es lanza.r un reto al
orden habitual de las cosas, y violentar toda cronolo-
gla y toda historia natural, poner la gestación des-
pu¿s de la existencia separada. Sea como ~uiera, esta
absorción es sumamente frecuente, sobre todo en la
lengua de las diferentes profesiones y de los diversos
estados. El sentido del complemento entra entonces,
en cierto modo, en el verbo, y le da qna significación
enteramente caracterlstica. En el lenguaje de la de-
voción se saba lo que es un cristiano que practica ó
un enfermo administrado. ¿Qué más general que el
verbo deponer' Pero, cuando se habla de un testigo
que depone, todo el mundo comprende que se trata de
informes suministra.dos á la justicia. Amainar puede
decirse de todo lo que cede ó afloja; pero, en térmi-
138 ENSAYO DE SEMÁNTICA

DOS de marina, es recoger las velas (1). En presencia


de un oyente enterado de las cosas, es natural que se
suprima lo que se entiende de suyo. En el siglo XVI la
expresión una mujer poseída no se prestaba á ninguna
duda: era una mujer poseída del demonio. Cuando
nuestros periódicos anuncian, en la sección de Tribu-
les, une affaire de mreurs, el lector comprende que I!e
trata de un atentado contra las costumbres.

A veces la supresión modifica el sentido del vocablo


superviviente, en ventaja suya. Tenemos un ejemplo.
caracterlstico en la palabra 'ltot'lln'\~ (2).
Se cree comúnmente que el poeta, á los ojos de los
griegos, era celcreador,., y el poema cuna creación,.,
Eso es muy bello y coloca muy alto al poeta. Pero la
realidad es un poco diferente. Después de una prime-
ra. época, la de los aedas, en que los poetas eran sus
propios intérprEltes, vino otra en que se empezó á dis-
tinguir el autor de los versos del cantor ó actor que
no. hacia más que reproducirlos en público. Se dijo en-
to.nces fLEAmv 'ltOt'll't1\t; ó il'ltliiv 'ltot'lln'\~, en oposición á ~t¡J~
ó Ú1tOXpt't1\c:. Luego, por abreviación, 'ltot'll'tlÍC:, cuando se
trataba. de odas ó de dramas, significó el autor de los
versos, exactamente como cuando, al fin de una obra
teatral, llama hoy el público cal autor,.. Pero esa dua-
lidad se borró poco á poco de la memoria. El poeta t
sin tener ya necesidad de un intérprete, pero conser-
vando el mismo nombre, pareció ento.nces deber su

(1) Este último. punto. es una adaptación más bien que una
traducción del original.-(N. del T.)
(2) Véase sobre Est'! palabra un articulo. de M. Weil en el
Á,~.nuaire de l'.Association pour l'encouragement des Mudes
grecques, 1884.
POR MIGUEL BRÉAL 139
titulo á alguna concepción más elevada: se rodeó de
esa aureola de nobleza con que su nombre nos apa-
rece hoy.
Debemos la expresión latina defunctus, para desig-
nar á los muertos, á una locución no exenta de belleza
en susencillez. La expresión completa es defunctus vitd,
es decir, -el que ha cumplido con la vida-, considera-
da ésta como función seria y dificil. Defunctorum me-
moria es el recuerdo de los que, habiendo servido en
su tiempo en el ejército de los vivos, recibieron la li-
cencia.
Por una idea análoga, migrare, en Gregorio de
Tours, significa cmorir-. Hay que sobreentender: ad
dominum Ó a saeculo. Transcribamos aquDas reflexio-
nes de M. Max Bonnet (1). «Todas las locuciones fijas
tienen de común que las palabras, á fuerza de ir jun-
tas, reobran en cierto modo una sobre otra, y toma
cada una una parte de la significación d~ la otra ...
Puede suceder tambiéa que una de las dos, por sI sola,
despierte en el espíritu del lector la idea habitual-
mente expresada por ambas.-

• Quiero terminar este capitulo con algunos ejemplos


de locuciones en que la ábreviación en palabras muy
usadas ha ocasionado un cambio notable de signifi-
cación.
Cuando se dice en francés: entendre un orateur, en-
tendre un discours, se emplea entendre en significación
de oir. Pero, en realidad, signilica «aplicar-. lntende1'e
está por animum intendere (2). El cambio de signifi.

(1) Le latin de Grégoire de Tour.,. p. 255.


(2) La construcción regular exigia el dativo. Decimo1! aún:
.11 ne veut entendre ti rien.-Je ne sais auqueZ entendre.
140 ENSAYO, DE SEMÁN'l'rcA

cación es antiguo, l;l0r lo demás. Se lee ya en Grego-


rio de Tours: Quod saepe conspicit et intendit (1).
De/endere significa en su origen eapartar-; de/en-
dere ign,em a tectis, defendere hostes ab urbe. Por abre-
viación se dijo de/endere urbem, de/endere domos.-
Mactare signicaba «enriquecer, acrecentar.; por abre-
viación, en vez de decir: mactare deos bOlJe, se dijo:
mactare bovem, «sacrificar un buey • .-Adolere signi-
ficaba «aumentar, enriquecer .. ; por abreviación, en
vez de adolere ara m ture, se dijo: adolere tus, «quemar
incienso •.
Asi ellenguaje, dondequiera que se le examina de
cerca, muestra un pensamiento que permanece intac~
to, mientras la expresión se reduce 'y abrevia. A pe-
sar de las alteraciones bruscas á que estas elipsis ex-
ponen á la historia de las palabras, hay que ver en
ellas el trabajo normal y legitimo de la inteligencia.

(1) La locución condenada por lal gramáticas: fixer un bul,


fixer une per&onne, cfijar (101 ojos en) una cosa ó persona', el
enteramente de la milma clase. Pero tiene el inconveniente de
Tenir en una época. en que el idioma no l!Ie prel!lta ya tanto á
eltas abreviacionel.
CAPITULO XVI

LOS NOMBRES COMPUESTOS

Importancia de la signiflcaci6n.-Del ol'den de los términos.·-


Por qué ellatfn forma menos compuestos que el griego.-
Limites de la oomposición en griego.-De los compuestos
sáncritos.-Los compuestos no tienen nunca más de dos
términos.

La composición de los nombres es ul?- asunto atrac-


tivo de la lingUistica. indo-europea, porque ah! se ve
más que en ninguna parte la influencia del genio de
la.s diferentes naciones y hasta la acción del individuo,
de suerte que en tal punto la gramática ·confin·a ya
algo con la critica literaria. AsI, esta materia, desde
que la teoria india ha despejado el camino y marcado
provisionalmente divisiones,. se ha hecho objeto de in-
vestigacionesnumerosas (1).
Lo que más falta á estos estudios hasta el presente
"es el lado semántico; leyendo esos trabajos, no parece
sino que todo ello se reduce á las cuestiones de acen·
tuacióD, de vocal, de enlace y de orden de los térmi-
nos. Temo que se haya olvidado lo esencial, á saber:
el sentido, porque el sentido, y no otra cosa, es el que
(1) Se encoD.trará una lista bibliográfica en los Studien de
Curtius, V, p. 4, Y VII, p. 1; UDa enumeración de las obraa
más recientes en Brugmann, Grundriss , 1, p. 21. CUemoa aól0
aqul dos trabajos fraDceses, ambos importantes: Meunier, Les
Oomposés syntactiques en grec, en latin, en franr;ais (Durand,
1872); Ars. Darmestoter, Traité de la formation des noms com-
posés (2.& edic., 1884.)
142 ENSAYO DE SEMÁNTICA

cónstituye el compuesto. yel que. en último análisis.


decide de la forma.
Se necesita (es la condición primordial) que. á pesar
de la presencia de dos términos. el compuesto produz-
ca en la mente la impresión de una idea simple:
'Axp61toAI~ designa, no UDa ciudad más ó menos eleva-
da, sino la fortaleza, la ciudadela; ooA6p.'l't~ es sinónimo
del adjetivo astuto¡ 1tOAÚ'tpo1tO~ corresponde exactamen-
te allatfn versutus.
Esa es la condición necesaria y es al par la condi-
ción suficiente. As! en francés, beau-frere, belle-fille,
grand-pere, aun sin tener nada que los distinga exte-
riormente, son compuestos, porque la inteligencia sin
detenerse sucesivamente en los dos términos, no per-
cibe ya más que el conjunto (1).
Se ha querido distinguir esto~ compuestos franceses
de los compuestos semejantes á Q;xp61tOAI~1 llamándofos
yuxtapuestos. Pero la linea de demarcación no es visi-
ble más que para el gramático. Se ha apellidado igual-
mente yuxtapuestas á palabras como acuaeductus, ter-
raemotus, legislator, jurisconsultus, fideicommissum,
porque el primer término lleva la marca de una
desinencia; mas para el latino, eran compuestas, yeso
mismo explica las particularidades de fonética y de
gramática que fln algunas de ellas se advierte, como
crucifixus, manifestus, t'riumvir. Crucifixus abrevió su
primera i. Manifestus desfiguró el ablativo manü (2).
Triumvir inmovilizó un genitivo plural, que tenia su
razón de Ber en locuciones como lis trium virum. En

(1) Beau-fr~re, «hermano polItico.=coi'lado.-BeUe·fille


«hija polfticu=nuera ó hijastra, según 109 casos.-Grand-
p~re, «padre mayon=abuelo.-(N. del T.)
(2) Festus, participio pasado de fendJ, «chocan. Res ma-
-nifesta es una cosa que se puede tocar con el dedo.
POR MIGUEL BRÉAL 143
'Cuanto la mente junta en una sola idea dos nociones
hasta alll separadas, se hacen posibles toda clase de
reducciones ó de petrificaciones del primer térmi-
no (1). Pero estos son hechos accesorios, cuya presen-
-cia ó ausencia no altera en nada el fondo de las cosas.
La verdadera composición tiene su criterio en la inte-
ligencia (2).

Se ha disertado largamente sobre el orden de los


términos, que no es el mismo en todas las lenguas. Es
conceder mucho valor á una cuestión de importancia
secundaria. El orden de los términos en las voces
compuestas es determinado generalmente por el orden
habitual de las palabras en la frase. Legislator, que es
una yuxtaposición, está construida con arreglo á los
hábitos dellatin. Signifer, que es un nombre compues-
to,está construido igualmente como lo estarfan las
tlos palabras en la serie del discurso. La ventaja de
este orden es que deja á la parte principal cc:>locada
en último término, la libertad de tomar la flexión del
nominativo, la del acusativo ó la de cualquier otro
easo, sl"gún la construcción general de la frase.
Pero sabido es que el griego se aparta con bastante
frecuencia de este orden; los ensayos de explicación
que se han presentado para interpretar con sujeción
al tipo sánscrito compuestos como 'P').~EYO~, no han po-·
dido ser menos convincentes. N o se ha tenido bastan-

(1) Decimos en plural librepensadores, en vez de libres-


pensadores.-(N. del T.)
(2) Estas consideraciones deberían ser decisivas cuando se
discu~e sobre la ortograffa de nombres como arc-en-ciel, che{-
d'reuvre. cul de-sac, etc. No hay duda de que debería favore-
cerse la unificaci6n.
144 ENSAYO DE SEMÁNTICA

te en cuenta que aqul entramos en un dominio en que


empieza á tener mAs ~nflujo la originalidad propia de
cada pueblo. El individuo no puede crear á voluntad
una flexión nueva de nombre ó de verbo, porque los
elementos de que se han formado las flexiones gra-
maticales ha tiempo que quedaron fuera de la circu-
lación; pero, tratándose de compuestos cada una de
cuyas partes presenta un sentido por sI propia, cons-
tituye una palabra por sI misma, no está vedado á la
iniciativa. individual formar'los á su modo. La costum-
bre que existia entre los griegos de elegir, para nom-
bres propios, compuestos como 8E60wpoc;', Ntx6G'tp!l't'o~.
AEWX¡X~, y de invertir en otra ocasión el orden de
sus términos, para formar después 6.wp68E~, I'tprtO~[x1\.
Kpt't6J.1Z~, pudo ccntribuir al hábito de manejar libre-
mente esas palabras. Vemos aqul desarrollarse en el
lenguaje una libE'ftad consciente de ¡¡1 misma..

Se ha debatido el punto de por qué el latin forma


menos compuestos que el griego, y se ha dado por ra-
zón una falta de -fuerza plástica-, lo cual es una pe-
tición de principio á la vez que una metáfora vacia de
sentido. Es cierto que no faltó á los poetas el deseo de
imitar los compuestos de la lengua griega. Los ensa-
yos de·esa especie no faltan. ¿Por qué esos compuestos
tienen trazas de préstamos? ¿Por qué los latinos fue-
ron los primeros en flonreirse al oirlo~? Sin duda por-
que la inteligencia de la masa necesita ser preparada
para las creaciones de los poetas por la lengua de cada
dla. Ahora, los antiguos compuestos como princeps,
pauper, simplex, aparecfan ya demasiado reducidos y
contraldos por la pronunciación, hablan perdido ya
POR MIGUEL BRÉAL 145
demasiado de su transparelicia, para servir de inicia-
ción y de guia (1).
Con ocasión de los nombres compuestos, al tener
que encontrar el equivalente del griego 6¡LotOP.lpEtCl, es
cuando deplora Lucrecio la pobreza de la lengua lati-
na, patrii sermonis egestas. Quintiliano hace una ob-
servación análoga: Res tota magis Graecos decet, nobis
minus succedit. No hay que creer, sin embargo, que el
latin carezca de compuestos: si quisiésemos reunirlos
todos, la lista seria larga. Sólo la lengua del calenda-
rio ofrece cierta colección, como armilustrium, regifu-
gium, fordicidia, etc. No tiene menos el Derecho: ju-
dex,manceps, justitium, etc. Lo que falta á la lengua
latina son esos bellos epitetos de puro adorno tan abun-
dantes en la poesia griega, como cip'(Upó'to~o~, 13w'nti~tfXZ,
~E6tfF!JJY ... Se ve que faltó el modelo dela poesla épica.

Al multiplicar los compuestos de esa clase, el grie-


go parece haberse impuesto un limite. Los crea para
designar una cualidad permanente, Ulla acción cons·
tante, pero no para indicar un hecho pasajero ó un
atributo accidental. Aquiles se llamará, por ejemplo,
WXÚ1toup (cligero de pies-)j pero, para marcar que aca-
ba de ser herido en el pie, no se dirá ~A1)'t6r.ou¡; Ó 'tp«ll't6-
1tou¡;. Briareo el de los cien brazos se llama EXCl't6UEtp;
pero el griego no tolerarla un compuesto lX'tIX't6)'.Etp, cque
tiene los brazos extendidos-, ó At66)'.Etp, -que tiene una
piedra en la mano- (2). Reserva á la frase y al verbo

(1) Si el inglés no tuviese más que compuestos como world


(por werd -old, .edad de hombre») ó lord (por hlaward, .que
dispensa el pan'), la lengua inglesa no hubiese conservado el
uso de los compuestos en mayor escala que el francés.
(2) En sánscrito, grava-hasta, de gravan, «piedru, y hasta
10
1.(6 ENSAYO DE SEMÁNTICA

la tarea de marcar esos estados transitorios. Se sabe


que no pasa lo mismo en sánscrito: aqul ocurre á cada.
instante que un compuesto recargado de circunstan-
cias momentáneas absorbe en 81 el movimiento de la
frase, á la cual, después de eso, no quedará ya nada
que decir. La composición es para el sánscrito como
una segunda vla abierta, que le permite esquivar, ó
poco menos, toda sintaxis.
Asl, de krodhas, «cólera-, y gUa, «vencido-, se hará
un compuesto gita-krodhas, «que tiene vencida su có-
lera, que domina su cólera-o De prapta, «obtenido-, y
givika, «provisión-, se hace prapta givika, «que tiene
lo necesario para vivir-, De kama, «deseo-, y tjak-
tum, infinitivo del verbo tjag, «abandonar, apartar-
se-, se hace tjaktu-kama, «que tiene el deseo de irse-o
Palabras como las que acabamos de citar son ordi-
narias en sánscrito. Esta lengua introduce también
en el epiteto circunstancias extranas á la persona,
como serfa la hora del dla ó el número de los concu-
rrentes. De matri, «madre-, y sastha,«sexta-, el
sánscrito hace matrf-sastha, epi teto de los cinco her-
manos PAndavas acompanados de su madre. Es lo que
se traduce por «teniendo á su madre por sexta [com-
panera]-. De asthi, «hueso-, y bhüjas, comparativo
de bhüri, «mucho-, el sánscrito hace asthi-bhüjas, que
significa «compuesto en su mayor parte de huesos,
que no tiene más que la piel y los huesos-o De da((a,
cdiez-, y avara, «inferior-, hace dafta-avara, eplteto
de una reunión de diez personas por lo menos. Hay
aqul un verdadero abuso, que ha extendido la facul-
tad de composición fuera de sus justos llmites, y que,

»mano», es un epfteto del sacerdote que aplasta el soma.-


V. F. Justi, Zu.~ammensetzung der Nomina.
POR MIGUEL BRÉAL 147

ode rechazo, ha tenido por consecuencia atrofiar los


otros medios de expresión.
Podria suponerse, es verdad, que los gramáticos
indos, fieles á sus ideas sistemáticas, han interpreta-
do A veces como compuE'stos, y tratado como tales,
frases cortas en que las palabras se ~uceden, según
una construcción bastante relajada, en que no hay
-que buscar reglas de concordia ni de subordinación.
Es una sospecha que no puede evitarse, cuando se ve
las explicaciones extraordinarias A que recurren los
comentaristas. Vemos, por ejemplo, que, en una na-
rración, nih9"asa-parama (suspirando mucho) se tra-
duce por cmirando los suspiros como la cosa supre-
ma.-, y cinta·para (muy pensativa) por cteniendo
'Como primer bien la meditación-. Se pregunta uno si
no son esas interpretaciones artificiales, y si detrás de
-esos supuestos compuestos no se oculta un estado;de
la lengua mucho menos rigurosamente.ordenado (1).
Un examen de las lenguas modernas de la India., cu-
yos hábitos se traslucen al través del sánscrito, con-
tribuirá á resolver estas dudas.
Me he permitido esta digresión para mostrar cómo
las diferentes partes de una lengua se hallan en una
dependencia mutua, y cómo, desarrollando una de
ellas más de lo debido, hay la exposición de debilitar
alguna otra. Añadiré que el a:lemán moderno, que
hace gran uso de la composición, no deja de correr
.algún peligro del mismo género, no en Gothe y Scbíl-
ler, ni en los escritores de la misma categorIa, sino
(1) Para volver á los ejemplos citados más arriba, se com-
prenderla muy bien la interpretación siguiente: eLos ciaco
hermanos Pandavas, su madre sexta.» Y así los demás. En
francés se dice: .~I viene, los cabellos erizados, la cara en
fuego», sin que 8ea posible explicar, desde el punto de vista.
de la sintaxis francesa, lo que son elol miembros de frase.
148 ENSA YO DE SEMÁNTICa

en el lenguaje ordinario, de que nos ofrece muestras


la última. plana de los periódicos (1).
He dicho antes que en esta parte de la gramática em-
pieza á mostrarse el genio de las diferentes naciones.
A la lengua griega pertenecen esos compuestos de
apariencia bastante extrafla, y que han dado tanto
que hacer; cuyo primer miembro termina en e7l: cpeAl}a!-
p.oA'ItIX;, camante de los cantos», 'tEf'll¡tXOPO~, cque se com-
place en el baile», AUat1tOVoc;. cque descansa de la fati-
ga", cp(ltatp.Eipo'to~, • destructor de los hombres,.. wAEa[oexoc;.
cque destruye la cRsa,., 'Af'xEa!Aaoc;, cque defiende los
pueblos», H;e[xaxoc;, cque quita el mal,., awat1tOAt(, cque
salva la ciudad,., etc. No han faltado las explicacio-
nes para dar cuenta de ese primer término: no es ésta
ocasión de discutirlas. Creemos que el pUI!to de par-
tida fué alguno de esos giros enfáticos que tan fácil-
mente inventa la imaginación popular, tales como olla..
Salvación de la ciudad, el Baluarte del pueblo». Lo
que es seguro es que nada parecido se encuentra en
otra parte. Algo anUogo ensayaron los poetas la-
tinos. Versicolor debe recordar á ci¡J.Eecp!xpooc;-; fluxipedult
quiere parecerse á HXEa[1tE1tAoc;'. Pero esas formaciones
no pudieron alimentar!e nunca en latino Al contrario,
aun hoy forman los griegos compuestos de esta espe-
cie: c'ÚEeel'.Épau~oc; significa cpararrayos», y ciAE~tEip6XtO~, -pa-
raguas,..
Gusta coleccionar las creaciones de la lengua grie-
ga en este género: 0al!.É8ufLoC;, cque muerde el corazón»,
HÉ1toAtc;',.expugnador de ciudades", x!UpÉxay.o~, cque se
regocija del ma},., Wúop1\'twp, cque presume de orador»,

(1) Prlt~identJhart.~wahlkampr.-postdampfersub1)entions­
vorlage. - Vierwaldstmterseeschraubendamprschi(tge.~ellschatt.
-Das einjáhrig(reiwUlige Berechtigungswe.~ep,.-B6·,te vers-
chied Frau ..• Che(-redacteurs wittwe der AUgemeinen Xeitung.
POR MIGUEL BRÉAL 149
-Ooe6IJo~, «que se cree sabio., 'Fvop.'lP¡~, «que ensefia
los muslos. (hablando de las doncellas de Esparta),
,.d¡LboAofl\P~, «que retarda la vejez. (sobrenombre de
Afrodites entre los espartanos). .

He de mencionar aún otra formación que se ha des-


arrollado principalmente. en las lenguas germAnicas.
El alemAn contenia cierto número de compuestos
como himmel-blau, «azul como el cielo., schnee·weiss,
e blanco como la nieve. ,stock-Iest, «firme como un

tronco., en que la primera palabra sirve de ejemplo


. á la cualidad denotada por la segunoa. La lengua mo-
<lerna ha trabajado ampliamente dentro de este tipo.
Sabido es que los compuestos de esta clase son muy
numerosos. Citaremos solamente: thurm-hoch, «alto
-como una torre., blei-schwer, «pesado como ~l plo-
mo., eis-kalt, «frio como el hielo., felsen-fest, «sÓlido
como una pena., leichen-bleich, «pálido como un muer-
to., etc. Algunos de esos términos de comparación han
pasado de las palabras en que tenían su razón de ser
á otras en que no vienen á cuento, yen que, con in-
tención ó sin ella, producen un efecto más ó menos
'raro. Así, á causa de stock-Iest, «sólido como un tron-
co., se ha dicho stock·taub, «sordo como un lefto.,
stock·blind, «completamente ciego., stock-finster,
«completamente oscuro.. Después de haber dicho
stein·hart, «duro como la piedra., se ha dicho stein-
alt, «viejo como las piedras .. , stein-müd, «muy fatiga-
do», stein·reich, «muy rico. (1). .
'(1) En vez de decir: Es schreit zum Himmel, «esto clama al
cielo., el alemán, por nna elipsis cuyo atrevimiento disimula
el hábito, pnede deci~: El ist himmelschreiend. Ha habido, sin
duda, amalgama con los compuestos como himmelktar, him-
melweit, «claro como el cielo., dejos como el cielo•.
160 ENSA YO DE SEMÁNTICA·
------
Las lenguas que prefieren la derivación á la compo-
sición son de una materia menos dócil, se prestan fá-
cilmente á la creación de vocablos nuevos, para los
cuales necesitan, no sólo elegir un sufijo, sino prepa-
rar la parte anterior de ]a palabra. Así, el francés,
para sacar derivados de freTe se sirve dellatin (fra-
terne~, fraternité). Claro es que los idiomas que· em-
plean habitualmente compuestos y en que los mismos
sufijos son antiguas palabras independientes, no tie-
nen que luchar con dificultades de este género. Citaré
un solo ejemplo. El viajero Bleek, hablando de 108.
chasquidos de lengua-en inglés, eliek-usados entre
los hotentotes, designa ciertos dialectos que por excep-
ción no los emplean con el compuesto clickless. Ni el
francés, ni ninguna de las lenguas románicas podría
aqul entrar en lucha con el inglés. Pero no es un azar,
sin duda, que la idea de la .pureza», la idea á \que
deben su origen la Academia de la Ol'usca y la Aca-
demia francesa, haya nacido en las naciones que se
sirven de derivados.
No se crea, con todo, que un pueblo se halle inca-
pacitado nunca para formar las palabras nuevas que
necesite. Si nosotros volvemos al latin, es porque el
francés ha crecído en cierto modo á la vista del latiD,
y porque una antigua costumbre, fortalecida de siglo
en siglo, nos lleva hacia ese lado. Si hubiese faltado
ese gran depósito, el genio popular hubiese buscado
por otro camino. La homogeneidad de ciertas lenguas,
como ellituanio, se debe á que lo han sacado todo de
sI mismas. Costumbre, facilidad mayor: he ahí lo que
se encuentra; no hay que hablar de necesidad, ni de
leyes fatales.
POR MIGUEL BRÉAL 151

Recordaré, al concluir este capitulo, el principio que


domina la materia. .
Sea la que quiera la longitud de un compuesto, ja-
más comprende más que dos términos. Esta regla no
es arbitraria: se debe á la naturaleza de nuestro espi-
ritu, que asocia las ideas por pares. Puede suceder que
cada uno de los dos términos sea á su vez un compues-
to. Asl, en la palabra aristofanesca G'tpt~&X01t!E'loupy!crJ el
segundo término 'ltcrVoupy!cr es un derivado de 1tcrvoOp'y~ J
formado de 1t/lv y de lpyov; y G'tpt",6Bnc.~ contiene, á su vez,
dos palabras. Pero es claro que cada. una de las dos
partes no se cuenta más que por un solo elemento. Lo
importante en semejaIlte caso es poner el corte en el
sitio conveniente: es la dificultad de las lenguas' que
abusan de la composición.
CAPITULO XVII

LOS GRUPOS ARTICULADOS

Ejemplos de grnpos arUcnlados.-Sn ntilidad.

Al modo de las piezas de un engranaje, que estamos


tan acostumbrados á. ver ajustarse unas con otras que
no sofiamos en figurá.rnoslas separadas, el lenguaje
presenta voces unidas por el uso hace tanto tiempo
que no ex,sten ya aisladas para nuestra inteligencia.
Eso es lo que llamo grupos articulados. Tienen una
gran importancia en sintaxis. Bastará. citar locuciones
como porque, siemp"e que, aunque, supuesto que, á fin
de que. No hay lengua que no tenga cierto número. El
pensamiento de los antepasados las ajustó asl, y las
legó á las edades posteriores como un apoyo ó como
una palanca. Lo que son los formularios en el derecho
ó en la administración lo son esos' grupos articulados
en el razonamiento de todos los dlas.
La mayorla de los hombres los usan sin haber fija-
do en ellos nunca su atención. Se incrustan tan bien
en nuestra mente, que determinan los movimientos
de nuestro pensamiento. No se los reconoce bien
má.s que cuando se compara la lengua materna con
una lengua extrafia. Dondequiera que están en con-
tacto dos poblaciones diferentes, las faltas y los erro-
res que se cometen por una y otra parte revelan su
presencia (1).

(1) Hogo Schnchardt ha estudiado desde este punto de vilta


POR MIGUEL BRÉAL 163

Si llegasen á desaparecer las clases ilustradas, los


grupos articulados formarían una sola pieza, y el
agregado, no las partes, es lo que sobreviviría para
s,uministrar los elementos de la lengua del porvenir.
Todo el mundo sabe que 'la palabra en el estado ais-
lado no existe muy claramente en la conciencia po-
pular, y que está expuesta á soldarse en ella con lo
que precede ó lo que sigue. Nuestras oficinas telegrá-
ficas, donde las pa.labras se cuentan una á ~na,' deben
tener sobre este punto una buena cosecha de obser-
vaciones. Nosotros nos servimos, para interrogar, del
grupo estoce (c¿es que? .. »)¡ para marcar la duda, del
grupo peut·étre que (cpuede que»)¡ para explicar el
motivo de una acción, del grupo c'est que (ces que»):
otras tantas locuciones que parecen hoy de una sola
pieza. En griego moderno el futuro se marca por me·
dio de la particula o" seguida del subjuntivo: o" Ati1\,
«él dirá». Esa particula o" no es otra cosa que la amal-
gama del grupo OtAEI YIICI, «él quiere que- (1). Estas ob-
servaciones deben hacernos prudentes respecto de las
partículas antiguas, tan cortas, pero tan cargadas de
sentido muchas veces, que Pott comparaba á las sus-
tanCias ligeras de las cuales basta una cantidad mIni-
ina para modificar el gusto y el sabor de un manjar (2).
No sólo esos grupos articulados conservan integra
la significación de los elementos de que se componen,
la lengua hablada por los eslavos y por los alemanes de Aus-
tria. Trata de reducir á cuadros yi cifras las faltos que oca-
siona por una y otra parte un recnerdo intempestivo de la len.
gua materna. Son las mismas faltas que se c::>meten en el co-
legio.
(1) En el dialecto epirota, en vez de O", se encuentra aún
{)eAá.
(2) Véase, por ejemplo, el delicado análisis de la partfcnla
latina an, por James Darmesteter, en las Mémoires de la Socié·
té de linguistique, t. V.
154 . ENSAYO DE SEMÁNTICA

Bino que obtienen también un valor que no les perte-


nece en propiedad, y que resulta del puesto que ocu-
pan habitualmente en la frase. Tomo como ejemplo la
palabra francesa cependant, donde creemos percibir
hoy una oposición. Nada hay en esa palabra que mar-
que la oposición. Pero como sucede á menudo que s~
enumeran dos hechos concomitantes para oponerlos-
entre sI, poco á poco ha penetrado en ella la idea ad-
versativa. Creemos, de igual manera, percibir un va-
lor de oposición en las conjunciones latinas quamvis,
quanquam, etsi, etiamsi, licet, etc. Todas esas palabras
son simplemente afirmativas, y aun algunas exageran
la afirmación, permitiendo extenderla cuanto se quie-
ra, para hacer resaltar tanto más el hecho subsiguien-
te, que vendrá á limitar ó contradecir la primera pro-
posición (1). El oyente, advertido por el uso, prevé-
tan perfectamente este segundo aserto, que desde el
primero siente nacer la antitesis.
Estas locuciones que han pasado al estado de grupo
indisoluble pueden conservar formas gramaticales que-
no existen ya en el lenguaje corriente. Así, el latln
duntamat contiene el aoristo de subjuntivo del verbo
tango, análogo á l~, l~'lI. Un antiguo sustantivo neu-
tro regum, que significa -dirección., se halla conteni-
do en el adverbio ergo, por e rego, -en linea recta, por
consiguiente. (2). En el alemán nur tenemos una pe-
quena proposición: ne 'waere, -si no fuese •. El griego
moderno ll~, que denota una invitación (~),aATÍaWp.Ev, lit;
datA6wat), representa el antiguo imperativo li'l'E~, -per-
mite •.

(1) Quamvis .,is mole.,tus, nU71quam te esse confUeboT ma-


lum (Cicerón, Tusc, lI, 25,61. Se trata del dolor.) «Sé cuanto
q";BTQS molesto; nunca confesaré que eres un mal.,
(2) Compárese con e regione.
POR MIGUEL BRÉAL 155
Ellenguaj~, conforme le miramos más de cerca, nos
revela nuevas estratificaciones semánticas. Se ha ne-
cesitado ese largo trabajo para que un razonamiento
un poco seguido pudiese comunicarse áotro sin desvia-
ción ni oscuridad. Hoy. el beneficio de ese trabajo está.
á disposición de todo el mundo: es tan fácil manejar
esos grupos articulados, que dan tentaciones de creer
que han existido siempre. El niJio aprende su manejo.
como aprende á servirse de la herencia de BUB padres.
Oon todo, la vista de 10B pueblos poco adelantados nos
muestra que, no sólo les cuesta más trabajo hacerse
comprender, Bino que, no encontrando ningún apoyo
para su pensamiento, tienen que esforzarse más ·para.
conservarle presente en su espiritu y permanecer
duefios de él.
La imitación puede transportar de un idioma. á otro
estos grupos articulados que han sido los instruinentos
de la sintaxis y mediante los cuales se desarrolla. el
periodo. Hasta da uno en pensar que la forma del pe-
riodo no se ha inventado más que una vez: cuando se
lee algún Senado-consulto latino ó a.lguna de esa.s
Epistolae dirigidas por los emperadores romanos á las
provincias, se reconoce 80111 la misma disposición qU&
en los edictos de nuestros parlamentos y en las orde-
nanzas de nuestros reyes. La parte más inmaterial del
lenguaje no se pierde. La fonética y la morfologia tie-
nen razón para distinguir 10 que es de imitación docta.
y 10 que es de tradición popular: entre esos dos ele-
mentos no se realiza la fusión. Pero en semántica esa
distinción carece de utilidad. Aqui la cadena del pro-
greso, aun interrumpida en ciertos momentos, siem-
pre puede reanudarse.
CAPITULO XVIII

CÓMO SE DAN LOS NOMBRES A LAS COSAS

Los nombres dados á las co:.-as, son necesariamente incomple-


tos é inexactos -Opiniones de los filósofos de Grecia y de
India.-Ventajas de la alteraoión fonética. - Los nombres
propios.

Hemos reservado para el fin de esta segunda parte


la cuestión que se plantea por lo común al principio
de todo estudio sobre ellengu..je: ¿cómo han procedi-
do los hombres para' dar nombres á las cosas? Lo que
hemos visto en los capitulos anteriores nos dicta la
respuesta.
De todo lo que precede podemos sacar una conclu-
sión: no es dudoso que el lenguaje designa las cosas
de una manera incompleta é inexacta. Incompleta:
porque no se ha agotado todo lo que puede decirse del
sol cuando se ha dicho que es brillante, ó del caballo
cuando se ha dicho que corre. Inexacta: porque no se
puede decir del sol que brilla cuando está puesto, ni
del caballo qúe corre cu~ndo estA quieto, herido ó
muerto.
Los sustantivos son signos ligados á las cosas: en-
cierran, ni más ni menos, la parte de verdad que pue-
de encerrar un nombre, parte necesariamente tanto
más peque:fl.a cuanta más realidad tenga el objeto. Lo
más adecuado al objeto, en nuestras lenguas, son los
nombres abstractos, puesto que representan una sim-
ple operación del esplritu; cuando yo tomo las dos
POR MIGUEL BRÉAL 157
palabras comprensibilidad, inmortalidad, todo lo que
se encuentra en la idea se encuentra en la palabra.
Pero, si tomo un ser real, un objeto existente en la
naturaleza, será imposible que el lenguaje introduzca
en la palabra todas las nociones que ese ser ó ese ob-
jeto despierta en el espíritu. Forzoso es que el lengua-
je elija. Entre todas las nociones, el lenguaje elige una
sola; crea as! un nombre que no tarda en hacerse un
signo.

Para que ese nombre se haga aceptar, menester es,


sin duda, que en el origen tenga algo de justo yex-
presivo; menester es que satisfaga, por algún lado, al
espfritu de aquellos á quienes es propuesto primera-
mente. Pero esa condición no se impone más que al
principio. llna vez aceptado, pierde rápidamente su
significación etimológica. De otra suerte, ésta podrfa
llegar á ser una dificultad y un estorbo. Una porción
de objetos son denominados inexactamente, ya por
ignorancia de los primeros .autores, ya por algún
cambio que ha alterado la correspondencia entre el
signo y la cosa significada. No obstante, las palabras
prestan el mismo servicio que si fuesen de una per-
fecta exactitud. Nadie piensa en revisarlas. Se acep-
tan gracias á un· consentimiento tácito de que ~o te-
nemos cOllciencia siquiera.
El lector reconoce aquf una materia que dió pábu-
lo á las discusiones de Grecia y de India. El comienzo
del debate se encuentra para nosotros en el Cratilo de
Platón. Sócrates da la razón sucesivamente á las dos
opiniones: primero, á la que sostiene que hay para
cada cosa un nombre que la ·pertenece por naturale-
za; de'3pués', á la que admite que la propiedad del nom-
168 J<:N8AYO DE SEMÁNTICA

bre reside en el consentimiento de los hombres. Esta


discusión duró todo el tiempo que hubo escuelas de
gramática en Grecia y en Roma. Lo que se sabe me-
nos es que el mismo debate ocupó á las escuelas de los
brahmanes .• Si la hierba se llama trina por su cuali-
dad de pinchar (tr!), ¿por qué no se aplica. ese nombre
á todo lo que pincha, como, por ejemplo, á una aguja
ó á una lanza? Y, por otra parte, si una columna se
llama sthüna porque se mantiene derecha (stha), ¿por
qué no se la llama también la que sostiene ó la que se
encaja (1)?-
Sea por una creencia más ó menos razonada en una
exactitud necesaria del lenguaje, sea por respeto ha-
cia la sabidurla delos antepasados, en ninguna época,
ni en ningún pueblo, se ha dejado nunca de consultar
á las palabras sobre la naturaleza de las cosas. A ve-
ces no era á la lengua materna, demasiado conocida
y demasiado cercana, á la que se diriglan esas con-
tiuItas, sino á alguna lengua más antigua. Esta con-
vicción de la ilp66't'l)t; il\lop.t.l'twII se halla difundida univer-
salmente. Sin embargo, un poco de reflexión hubiera
debido bastar para comprender que, siendo el lengua-
je una obra de improvisación, en que el más ignoran-
te tiene á menudo la mayor parte, yen que el azar de
los acontecimientos ha impreso extensamente su hue-
lla, no es JOuy cuerdo pedirle lecciones de fisica ó de
metaflsica. Esa ha sido, sin embargo, una manla de
todaS las épocas. No quiero decir nada de los antiguos
ni de los sabios de la Edad Media; pero vemos aún al
jefe de la escuela sensualista en el siglo XVIlI, á Con-
dillac, ceder á la misma ilusión. Acaba de razonar so-
bre las cualidades ó apariencias de los cuerpos ... Dado

(1) JAska, Nirukla) al principio.


POR MIGUEL BRÉAL 159

que las cualidades (dice) distinguen á los cuerpos y


que son maneras de ser suyas, hay en los cuerpos algo
que esas cualidades modifican, algo que es su sostén ó
sujeto, que nos represent~mos debajo, y que, por esta
razón, llamamos sustancia, de substare, estar debajo .•
El antepasado de los ideólogos discurre aquí como un
1dmple discipulo de la escolástica.
¿Cómo podría instruirnos el lenguaje sobre la sus-
tancia y la cualidad? N o puede darnos más que el eco de
nuestro propio pensamiento: registra fielmente nues-
tros prejuicios y nuestros errores. Puede asombrar-
nos, A veces, á la manera de un nifio, por la franqueza.
de sus respuestas ó la candidez de sus representacio-
nes; puede ofrecerno~ preciosas noticias históricas de
.que es depositario involuntario (1); pero serIa desco-
nocer su carácter querer tomarle por maestro.
¿Tienen más exactitud las palabras creadas por los
literatos y los sabios? No hay que B'ar mucho. En el
'Siglo XVII Van Helmont, por un recuerdo más ó me-
nos presente del neerlaudés gest 1 «espIritu», llama
gases á los cuerpos que no son ni sólidos ni lIquidos.
Eso es tan vago y tan incompleto como spiritus en la-
tin ó .¡,uX"¡ en griego. Por un sentimiento de patriotis-
mo, un quImico francés, que descubre un nuevo me-
tal, le llama gallium; un sabio alemán, no menos pa-
triota, responde con el germanium: designaciones que
nos ensenan tan "poco sobre el fondo de las cosas como
los nombres de Mercurio ó de Júpiter dados á los pla-

(1) Aunque hubiesen perecido todos los monumentos de la


cerámica y de la escultura, las palabras effigie, figura, finge-
re, DOS dirfan que los romanos no fueron extralios á las artes
plásticas. El sustantivo invidia bastarla para revelarnos que
existla en Roma la Buperstición de la jettatura Tal es la natu-
raleza de las noticias q ae nos proporcion.a el lenguaje.
160 ENSAYO DE SEMÁNTICA

netas, ó los de amp~re y de volta dados recientemen-


te á cantidades de electricidad.
Todo el mundo sabe que hay nombres de ese género
dll:dos por error: hacen, no obstante, el mismo oficio
que los demás. Cristóbal Colón llama indios á los ha-
bitantes del Nuevo-Mundo. Un departamento francés
debe á una falsa lectura el nombre de Calvados (1).

Podemos, pues, resumir de esta manera:


Cuanto más se desprende la palabra de sus orige-
nes, tanto más se halla al servicio del pensamiento:
según las experiencias que hacemos, se estrecha ó se
extiende, se especifica ó se generaliza. Acompafia al
objeto á que sirve de etiqueta al través de los aconte-
cimientos de la historia, subiendo en dignidad ó des-
cendiendo en la opinión, pasando A veces á lo contra-
rio de la acepcióh inicial, y siendo más apta para es-
tos diferentes papeles cuanto más completa es su con-
versión en signo. La alteración fonética, lejos de
dafiarla, la favorece, en cuanto oculta las relaciones
que tenia con otras palabras que han quedado más
cerca del sentido inicial ó han marchado en direccio-
nes diferentes. Pero, aun sin intervenir la alteración
fonética, el valor actual y presente de la palabra
ejerce tal poder sobre el espiritu, que aparta de nues-
tro pensamiento la significación etimológica. Los de-
rivados pueden alejarse impunemente de su primi-
tivo, y el primitivo, á su vez, puede cambiar de sig-
nificación sin que se alteren por ello los derivados .

. (1) Ss sahe que Calvados está por Salvador. El error proce-


de de una carta de la diócesis de Bayeux, de 1650, que contiene
estas palabras: Rocher du Salvador. Sin el defecto de lectura,
el peñasco no hubiese tenid'-, jamás semejante suerte.
POR MIGUEL BRiAL 161
Aun.que la palabra latina ~enus, que era primitiva-
mente neutra, y significaba .gracia, alegria:., hubie-
se sido adoptada para designar á la Afrodite griega,
el verbo veneror, .tributar gracias, honrar:., no dejó
de conservar por eso su sentido religioso y casto.

Se ha sostenido que los nombres propios, como


Alejandro, César, Turena, Bonaparte, formaban una
especie aparte y quedaban fuera de la lengua. Hay,
sin duda, algunas razones en favor de esta opinión:
vemos primeramente que para esa categoria el senti-
do' etimológico no tiene valor ninguno; ademá~, pasan
de una lengua á otra sin traducirse; en fin, siguen ge-
neralmeIÍ te las transformaciones fonéticas de una
marcha más lenta. No obstante, se puede decir que
entre los nombres propios y los nombres comunes no
hay más que una diferencia de grado. Son, por decirlo
asi, signos elevados á la sbgunda potencia. Si el sen-
tido etimológico no se cuenta para nada, acabamos ue
ver que no ocurre otra cosa c0D: los sustantivos ordi-
narios, cuyo progreso consiste precisamente en eman-
ciparse de su punto de partida. Si pasan de una len-
gua á otra sin traducirse, tienen esa particularidad ~n
común con muchos nombres de dignidades, funciones,
usos, invenciones, etc. Si participan algo menos de
las transformaciones fonéticas, eso se debe al cuidado
especial con que se conservan, yeso tienen también
de común con ciertas palabras de la lengua religiosa
ó administrativa.
La diferencia con los nombres comunes es una di-
ferencia completamente intelectual. Si se clasificase
los nombres por la cantidad de ideas que despiertan,
los nombres propios deberían estar á la cabeza, por-
11
162 ENSAYO DE SEMÁNTICA

que son los más significativos de todos, por ser los


más individuales. Un adjetivo como augustus, al ha-
cerse el nombre de Octavio, asumió una porción de
ideas que eran extrafias á él en un principio. Por otra
parte, basta comparar la palabra César, entendida del
adversario de Pompeyo, y la palabra alemana Kaiser,
que significa cemperador-, para ver lo que pierde en
comprensión un nombre propio al hacerse nombre co-
mún. De donde se puede concluir que, desde el punto
do vista semántico, los nombres propios son lós sustan-
tivos por antonomasia.
TERCERA PARTE
·CÓMO SE HA FORMADO LA SINTAXIS

CAPÍTULO XIX

DE LAS CATEGORÍAS GRAMATICALES

Lo que debe entenderse por categorías gramaticales. - Cómo


existen esas categorfas en la mente.-¿Son innatas ó adqui-
ridas?-¿Son todas del mismo tiempo?

La~ categoría.s gramaticales tales como el sustanti-


-vo, el adjetivo, el pronombre, el adverbio, ¿han exis·
tido en todo tiempo ó son una adquisición gradual? La
cuéstión no se confunde con el problema del origen
del lenguaje, porque hay lenguas que, aun hoy, no
distinguen categorlas gramaticales, y cabe perfecta-
mente que nuestros idiomas hayan pasado por un es-
tado aná~l.lgo. Se trata, pues, de hechos relativamente
recientes, en punto á los cuates no debe declararse im-
posible a prio1'i, la observación.
No s610 no es imposible, sino que los medios de in-
formación suministrados por la historia de las lenguas
iudo-europeas se remontan bastante lejos para permi-
tirnos asi!!tir á. la formación de varias de esas catego-
rial>. Empecemos, pues, por las más modernas.
164 ENSA YO DE SEMÁNTICA

Una de las más recientes es el adverbio. Las pala-


bras como o'(XOt, 'ltlOoI, Xa¡uzl, EU, XCly'Ii)~, o!Í'tw<; humi, dom i
recte, val de, primum, rUT!IUm, hic, illic, son sustanti·
vos, adjetivos ó pronombres con flexiones regulares.
Pero, cuando una voz ha dejado de estar en una rela·
ción inmediata y necesaria con el resto de la frase,.
cuando sirve para determinar mejor alguna otra po..
labra, aunque sin ser imprescindible, está preparada.
para tomar el valor de un adverbio. A poco que deje
de Ber perfectamente clara en su estructura; á poco,
sobre todo, que se pueda ver en ella la menor aparien·
cia de irregularidad, es incluida una categoria aparte.
No es que haya que suponer nada preestablecido é
innato en el espiritu. Lo que ha.y es que, como nues-
tras lenguas indo-europeas están hechas de tal modo-
que distinguen exteriormente las palabras según el
papel que representan en la frase, el espíritu se ha
acostumbrado á ciertas desinencias que ha visto más
á menudo en este papel de complemento un poco libre
y superabundante, y ha hecho de ellas las desinencias.
adverbiales. Tal es especialmente el origen de las de-
sinencias w<; en griego, e y ter en latin .
•EI primer contingente de este género le formaron,
sin duda, algunas palabras que es licito creer anterio-
res á la invención del mecanismo gramatical, y que
por la singularidad de su aspecto, por la falta de desi-
nencia., invitaban al espiritu á ponerlas en una clase
aparte (1).
Lo que prueba la edad reciente de la categorla del
adverbio es que las distintas lenguas indo· europeas
no el!tán de acuerdo en cmmto á la elección de las de-
sinencias: el griego no tiene nada semejante á los ad-
(1) Tales son (para citarlas bajo su forma griog:\) a..6, 7:oF[~
l'ltl. ::p6, lvl, etc.
POR llIGUEL BRÉAL 165
vf"rbios latinos en timó en e, ni el latIn nada. seme-
jante á los adverbios griegos en oov, 01lV , !<;, 6EV, 01Z. Este
desacuerdo, que no existe en lo tocante á las desinen-
das de la. conjugación ó de la declinación, es indicio
-de una formación menos antigua.
Y, sin embargo, se puede afirmar que hoy la cate-
gorla del adverbio existe en la inteligencia. En fran-
cés, no sólo le sirve de exponente una desinencia es-
pecial, que es un antiguo sustantivo reservado para.
ese uso, sino que, aun sin esa desinencia, reconoce-
mos el adverbio por el papel que desempefia en la.
frase: eH faut parler haut- (ehay que ,hablar alto-J.

Más moderna aún que la categoria del adverbio es


Iá, de la preposición. En la época de la separación de
nuestros idiomas no hay una sola preposición verda-
dera. Ya hemos indicado niás arriba cuál es el' origen
{le esta parte del discurso. Llegó un tiempo para to-
dos nuestros idiomas en que los casos de la declina-
ción, no pareciendo bastante claros ó bastante preci-
sos por si propios,recibieron un adverbio como escolta.
El ablativo, V. gr., que marc:l. por sI mismo el aleja.
miento, fué acompañado, sin embargo de ab, ó de ea;.
El,acusativo, que denota el lugar adonde se va, fué
acompaúado de in ó de ad. Esas palabras ab, ea;, in,
-€Ld, eran adverbios de lugar, como se ve a~n, por lo
que atañe á la mayorla de ellos, remontándose á su
más antigua forma y á su empleo más antiguo. Pero
la costumbre de verbos unidos á cierto caso sugirió
la idea de una relación de causa á efecto: esa breve
palabra, que era un simple acompañamiento del acu-
~ativo ó del ablativo, pareció regirlos. Desde enton-
166 ENSAYO DE SEMÁNTICA

ces los rigió, en efecto: de adverbio pasó á ser prepo·


sición.
La categorla de la preposición se ha impreso hasta.
tal punto en nuestro esplritu como la de una palabra
que quiere ser seguida de un régimen, que nos cuesta
trabajo c.omprender una preposición emplead á sola:
llama, espera cBU complemento •. En tiempo de Plau-
to y de Terencio prae podla emplearse aún como ad-
verbio (1). Pero un poco más tarde no se le encuen-
tra ya más que seguido de un ablativo. Las lenguas.
romanas, fleles continuadoras, en esto, del latin, han
heredado preposiciones ~ntjguas, las han formado
nuevas y se han esforzado en separar más claramen-
te cada vez la preposición del adverbio: la distinción
que no establece todavia Corneille entre dans y de-
dans, entre SOU8 y dessous, etc., ha pasado á ser una.
regla del francés moderno.

El acuerdo que reina sobre este puntó entre las di-


versas lenguas de Europa (porque en todas partes ve-
mos formarse de la misma manera las preposiciones}
muestra que, dado el plan general de su gramática,
la creación de esta categoria estaba indicada de ante-
mano: Desde el momento que las desineDcia~ necesi-
taban del concurso de una voz para precisarlas, esa
voz, después de cierto tiempo, debla parecer la causa.
de las desinencias.
Es inte;-esante ver cómo se ha enriquecido esta ca-o
tegoria sucesivamente con palabras recibidas de to-
dos los puntos del horizonte. Vemos en francés parti-
cipios como excepté, passé, hormis, vu, durant, pen-
(1) Plauto, Amph., J, 3, 45. Abi prae, Sosia,' ja7ll ego sequo1·.
-Terencio, Eun., V, 2, 69. 1 praej sequor.
POR MIGUEL BRÉAL 167

dant, adjetivos como sauf, sustantivos como ckez, ha-


cer veces de preposiciones. Ya en latin penes, secun-
dum, hablan tenido la misma suerte (1).
Las preposiciones de edad más avanzada tienden é.
perder su significación para convertirse en simples
instrumentos gramaticales. En inglés se antepone á
menudo al infinitiv.o la partfcula to, simplemente para
indicar que se trata de un infinitivo.
La presencia de estas palabras, en apariencia va-
das, es lo que ha hecho mirar la. creación del lengua-
je como una obra superior á la. razón humana.

Algo semejante ha ocurrido con la categorla de la


conjunción. Si se considera. una. palabra tan despojada.
de sentido como nuestra conjunción que, cuesta tra-
bajo concebir cómo la inteligencia ha podido crear V
hacer aceptar luego un signo tan abstracto. Pero las
cosas se explican conforme remQntamos el curso de
las edades. La conjunción que recobra su puesto entre
les pronombres. El subjuntivo que hoy parece regir
es, al contrario, anterior á ella. Por una ilusión aná-
loga á la que acabamos de ver tocante á las preposi-
ciones, el espíritu crea entre las dOd palabras una re-
lación de causa á efecto, relación que se ha hech()
real, puesto que, en materia de lenguaje, los errores
del pueblo se truecan en verdades poco á poco.
La historia de las conjunciones latinas, como ut, ne,
quominus, quin, etc., nos ofrece hechos enteramente
semejantes. Esas palabras tenlan primitivamente una
significación plena; pero esta significación se ha per-

(1) Se lee en Plauto praesente testibus y en Terencio prae-


sente nobis. Es lo que se puede llamar formaciones «preposi-
cionales., que han quedlldo á mitad d'e camino.
168 ENSAYO DE SEMÁNTICA
-------------------
dido en el movimiento de la frase, á la cual sirven de
gozne desde entonces.
El origen pronominal de las antiguas conjunciones,
como~, ut, las hace muy á propósito para tomar su-
cesivamente una significación de tiempo ó de causa.
Pero el mismo hecho se observa también en conjun-
ciones procedentes de sustantivos. Citaremos un ejem-
plo tomado del alemán.
La palabra alemana weil, cporque-, es un antiguo
sustantivo incorporado á la categoria de la conjun-
ción. Se dijo primeramente die wíle, die weile, ctodo
el tiempo que, mientras que-. Lutero la emplea de
este modo, y Grethe, amante del lenguaje popular, la
ha empleado también muchas veces. Pero, de la idea
de tiempo, la voz ha pasado á la de causa, como su-
cedió en latin con quoniam. Hoy weil hace el efecto
de una palabra abstracta que anuncia que se va á
indicar el motivo de un hecho.

Puesto que las tres categorías del adverbio, de la


preposición y de la conjunción no han existido en todo
tiempo, sino que se han formado en una época relati-
vamente reciente, por una lenta elaboración, no es
temerario suponer algo semejante, en una época más
antigua, con respecto á las categorías del sustantivo,
del adjetivo y del verbo. No es que la idea de un ob-
jeto, de una cualidad, de una acción, haya esperado
el nacimiento de las lenguas indo-europeas; no hay
lengua que no tenga palabras para representar los
objetos de la naturaleza, como hombre,piedra, monta-
na, ó las cualidades de los objetos, como grande, pe-
queflo, alto, baio, lejano, próximo, ó las acciones más
visibles, como andar, correr, comer, beber, hablm·.
POR MlGUEL BRÉAL 169
,
Pero no es esd lo que llamamos la categorla del sus-
tantivo, del adjetivo y del verbo. La categorla del
sustantivo comprende nombres que representan sim-
pleH concepciones del espíritu, y que son tratados
'exactamente de la misma manera que los demás sus-
tantivos. La categorIa del adjetivo comprende pala-
bras que no corresponden á ninguna cualidad, como
cuando se dice en griego: 'tpl'tcxro~ 1'i},6EV, «vino á. los tres
días», ó en latin: noeturnus obambulat. La categoría
del verbo supone un sistema de personas, de tiempos
y de modos. Esas categorías, entendidas aSl, no son
contemporáneas del primer despertar de la inteligen-
cia. Se han formado poco á poco, como las del adver-
bio y de la preposición, aunque demasiad9 antigua-
mente para que podamos seguir su evolución.

La especie de palabra que debió distinguirse prime-


ro de todas las otras es, según nosotros, el pronom-
bre. Creo más primitiva esta categoría que la del sus-
tantivo, porque pide menos invención, porque es más
instintiva, más fácilmente comentada por la mímica.
No hay, pues, que dejarse inducir á error por esa de-
nominación de .pronombre» (pro nomine), que viene
de los latinos, los cuales tradujeron á su vez el griego
Q:V'tWVU/J-LCX. El error ha durado hasta nuestros dlas (1).

Los pronombres son, al contrario, á mijuicio, la parte


más antigua del lenguaje. ¿Cómo el yo hubiese care-
cido nunca de una expresión para designarse?
Desde otro punto de vista, los pronombres son lo
más móvil que hay en el lenguaje, puesto que jamás

(1) Los pronombres (dice aún Reisig) son una invención de


la comodidad (eine Erfindung der Bequemlichkeit), para sus-
tituir, :ya á un sustantivo, ya á un adjetivo.
170 ENSAYO DE SEMÁNTICA

so ligan definitivamente á un ser, sino que viajan per-


petuamente. Hay tantos yo como individuos que ha-
blan. Hay tantos tú como individuos á quienes puedo
dirigirme. Hay tantos él como objetos reales ó imagi-
narios encierra el mundo. Esa movilidad se debe á
que no contienen ningún elemento descriptivo. Asf,
una lengua que no se compusiese más que de pro-
nombres se parecerla al vagido de un nmo ó á la ml-
mica de un sordomudo. La necesidad de otro elemen-
to, del cual se formaron el sustantivo, el adjetivo yel
verbo, era, pues, evidente. Pero no es menos cierto
que el pronombre viene á colocarse en la base y en el
origen de las lenguas: sin duda por el pronombre, que-
venía á oponerse á las ctras clases de palabras, em-
pezó la distinción de las categorías gramaticales.
CAPITULO XX

LA FUERZA TRANSITIVA

De dónde viene la idea que tenemos de una fuerza transitiva


residente en ciertas palabras.-Verbos que cambian de signi-
flcacIón al hacerse tral1sitivos.- La fuerza transitiva es lo.
que da unidad y cohesión á la frase.- El antiguo mecanismo-
gramatical pierde su valor originario.

Al modo de las piedras de un edificio que, por ha-


ber estado unidas mUl;ho tiempo y exactamente, aca-
ban por no componer ya má.s que una sola masa,
ciertas palabras que el sentido acerca se adosan y se
aplican una á otra. Nosotros nos acostumbramos á
verlas enlazadas de esa suerte, y, en virtud de una..
ilusión de que ofrece otros ejemplos el estudio del len-
guaje, suponemos alguna Llerza oculta que las man-
tiene unidas y las subordina. Asi arraiga en los espi-
ritus la idea de una e fuerza transitiva» re~idente en
cierta clase de palabras.
Todo el mundo conoce la diferencia entre los ver-
bos llamados neutros y los verbos llamados transiti-
vos: los primeros se bastan á si propios, expresan una
acción que forma sentido completo (como correr, an-
dar, dormir); los otros reciben después de sIlo que se
llama un complemento. Se ha debatido sobre cuáles de
esos verbos eran los más antiguos. Para mi no es du-
dosa la respuesta: no sólo son los más antiguos los
verbos neutros, sino que se debe admitir un periodo
en que no habia más que verbos neutros. Creo, efec-
172 ENSA YO DE SEMÁNTICA

tivamente, que las palabras se crearon para tener


plena significación por si mismas, y no para servir á
una sintaxis que no existía aún.
Habiendo sido asociados frecuentemente algunos de
esos verbos á palabras que especificaban su término,
que dirigían BU acción hacia cierto objeto, la inteli-
gencia Be habituó hasta tal punto á un apéndice de
esa índole que llegó á esperar lo que la hacia el efec-
to de una adición obligada, de una dirección indis-
pensable. Poi." un transporte ideal, de que se encuen-
tran ejemplos en otras partes que en la lingüistica,
nue~tra inteligencia cre yó descubrir en las palabras
lo que es efecto de nuestra propia costumbre; desde
entonces hubo verbos que exigian después de si un
complemento: estaba creado el verbo transitivo (1).
De este hecho ha surgido una doble consecuencia:
. 1.., se ha m.odificado el sentido del verbo; 2.&, se ha
1iebilitado el valor significativo de las desinencias de
la declinación.
Empecemos por poner algunos ejemplos de verbos
que han cambiado de sentido. .
La raíz pat expresa un movimiento rápido como el
de un cuerpo que cae ó un ave que vuela. Dió en grie-
go nt1t'tw, ccaer-, 1tÉ'tOP.C1t é !1t'tC1p.C1t, e volar-. En latin dió
petulans, ímpetus, acipiter, praepes, propitius. Pero
al hacerse transitivo,. e~ verbo pete re denotó la ten-
dencia hacia un fin (pete1'e loca calidiora, petere so·
.lem), y acabó por denotar una solicitud ó pretensión
(1) Se ha convenido en reservar el nombre de verbos tran-
flitivos á 1011 que se construyen con acusativo. En un sentido
más amplio se puede llamar transitivos, también á los verbos
-que, como P.tl-'-v1Íax.w, ;(pi'i:702!, se constrúyencon genitivo ó da-
tivo. Lo que importa no es la elección· d~ tal ó eual caso, sino
la estrecha conexión establecida por el espíritu, tan estrecha
-que el verbo parecería incompleto sin su acompail.amiento.
POR MIGUEL BRÉAL r 173

~ualquiera (peteTe cOTlsulatum, honores). De ahi petitio,


appetitus.
Esta sucesión de significaciones es tan natural, que
la encontramos en las otras lenguas.
El griego !xvLO¡UZt, próximo pariente de ilxw y de
lxtívw, significa eir». Pero construido con el acusativo,
pasa al sentido de erogar». Me contentaré con citar
estas palabras de Esquilo (Persas, 216):

8EO~ &; 'ltpoG'tpomLT~ !Xyouplvr¡ ...


«Implorando á los dioses con !lacriflcios... ~

Dió, en e~ta acepción, el derivado !xL'tll~, esuplican-


t~., de donde !Y.E'tEÚW, eimplorar».
En sánscrito, el verbo ja, cuya significación ordina-
ria es eir», pasa al sentido de erogar», si va seguido
de un acusativo. El védico tat tva jami (literalmente
ete hoc adeo)>> se interpreta por tat tva jace, eyo te
pido esto».

He aqui, ahora, una asociación de ideas opuesta á


la preceden te.
Los verbos que significan eretirarse,., cuando se ha-
cen transitivos, adquieren la significación de eceder,
abandonar,. .
Cedo significa propiamente eretirarse»: es el sentido
que conservó en recedo, discedo, decedo. Cedere alicui
significó, pues, eretirarse por consideración á alguien,
cederle el paso». Habiéndose heeho luego la idea de
ceder el paso, sfmbolo de toda especie de concesión,
cedo tomó la significación d~ «ceder-. Después, por
un nuevo progreso, se construyó con un acusativo y
significó eotorgar, conceder-. Cedere multa multis
174 I<:NSAYO DE SEMÁNTICA

de iure suo. - Cedere possessionem. - Cedere victo-


riam (1).
La misma sucesión de significaciones se encuentra
en griego. E'{xw significa retirarse. E'Cr.t!y OVpclWY, XA!a¡.Lafo,
'ltoHp.ov, «retirarse de la puerta, de un trono, de la gue-
rra-. Los egcoliadores le traducen por Ú1t0Xwp!w, 'ltczp:r:-
xwp!w,
Se dijo después: t!X[!V 0pr~, ovp.tj'l, civáp.~, c ceder á la
cólera, á la pasión, á la necesidad-o
Pero E'{XW, habiéndose construido con el acusativo,
adquirió también la significación de cdejar, abando·
nar-. Nestor, haciendo recomendaciones á su hijo para
una carrera. de carros, le dice que, al dar la vuelta,
-debe excitar con BUS gritos al caballo de' la derecha y
'soltarle las riendas: •
. 'tO\l ocE!ov ylt1tOV
KÉY~IX' bfLOy.J,l¡a~, ETE(U d c;i '¡I~!IX XEpa!v.

Esta sucesión de ideas ed tan natural, que cabe es-


perarse encontrarla también en otras lenguas. En ale-
mán, por ejemplo, cretirarse de un negocio- Be dice:
'Von einem Geschlift abtl'eten. El verbo aqui es neutro
y tiene su significación primera. Pero se puede decir,
haciendo transitivo ese mismo verbo: Jemanden einen
Acker, ein Recht, ein Land abtreten, -ceder á alguien
un campo, un derecho, un territorio (2).- En inglés,

(1) Inversamente. obstare ha llegado en francé3 al sentido


de qu.ilar. Se dijo primoramente: «6ler la retrai:o B quelqu'un,
lui 6ter les moycns de vivrc».
(2) Jacobo Grimm, en su DIccionario. ha invertido el orden
de las CJsas. Considera el sentido transitivo como el máa anH-
gno. Traduce por deculcare, y cita como primer ejemplo: den
ab.1atz vom sch'"uh, den schuh vam fu,iz ab'rel.en. En la locuci"Jn:
e1n IJa7ld abtreten, (ceder un territorio», cree ver una imagen:
mit dem tusze van sich abtreten. La metá.fora serIa rara, por lo
menos.
POR MIGUEL DRÉAL 176

-el verbo ¡orego ó torgo significa igualmente .retirar-


;se- y • ceder-.

Hay bastante distancia entre el sentido de .mante-


nerse en pie- y el de «comprender, saber-o Es, sin
-embargo, la distancia que ha recorrido la ralz sta, no
una vez, sino tres, por lo menos.
Tenemos el griego ·{a't~J.t, que, combinado con E'ltt, da
i'ltIG'ta¡.uL!, .saber-, de donde tmn1\¡J.ll, .la habilidad, la
ciencia-o
Tenemos, por otra parte, el alemán stehen, que ha
dado verstehen, .. comprender-, de donde Verstand,
.. inteligencia-. Ya en alto alemán, medio verstdn, y en
a.ntiguo alto alemán firstdn, significan .comprender-.
En fin, en inglés tenemos stand, de donde unders-
tand, .comprender-, á que precedió el anglo-sajón
jorstandan, con el mismo sentido.
Para darse cuenta de este cambio, hay que recor-
dar que las primeras artes no se ensenaron con los
libros: eran artes prácticas en que habla que empezar
por aprender la actitud y la posición convenientes. Tal
fué el arte de lanzar el venablo, ó de manejar la maza,
6 de hacer brotar el fuego, ó de domar los caballos.
Hay que considerar, por otra parte, que t'lt¡Q..t~¡ur:t es un
verbo de forma media, es decir, un verbo reflexivo:
significa literalmente .tenerse-. Verstehen, en ale-
mán, es aún á menudo un verbo reflexivo. Se dice:
si eh auf etwa& verstehen¡ er versteht sieh au¡ Astrono-
mie, aut Literatur, auf Politik. Vemos desde entonces
cómo un verbo que significa tenerse, puede pasar al
sen~ido de saber: Er vel'steht si eh au¡ das Speerwe1'-
{en, au{ das Pterdebiindigen.
176 ENSAYO DF. SEMÁ.NTICA

Homero (IZ., XV, 282) emplea el participio lr.ta"tci¡U\IO~


con el dativo:
ToTat o' ~r.Et't· ay6pEuE e&r~. 'Avop(.dfLo\lO~ u!~,
AI'twJ..lilv IlX' clIpta"to~ ,Ema't~vo~ fLEV altov'tt,
'EaOJ...~~ o'b a'tIXol'tl •

• lis autem concionatus ~t Thoas, Andraemonis filius,


Aetolorum longe praestantissimus, peritus quidem jacuti,
litrenuus etiam in stataría."
Los comentadores proponen sobreentender p.ápv:za6a1.
Pero no es necesario; se podria traducir en alemán
sin elipsis: .'fich aut den Wurfspiess verstehend.
Desde entonces no habia que dar más que un paso
para decir, como se encuentra ya en Homero: 1ZvT¡p
cp6pr.uno~ i1tta't<ÍfLE\O~ ¡(al a:Cto'l'~. Ó también lma"t<ÍfLEVOt 1toJ..!fLOto.
En fin, se tiene ya i':>!a'tapIXt con el acusativo: 1tOnd: o'E1t[a-
'tIX'tO lpjIX.
Enteramente semejante es la historia de los dos ver-
vos germánicos. El alemán dice con el acusativo:
Verstehst du mich'!-Keiner hat die Sache verstanden.
Yen inglés: Do you undeTstand me?- Who has unders-
tood the apologue'
Esos tres ejemplos muestran de la manera más cIa-
ra que la fuerza transitiva no se limita á establecer
un vinculo entre el verbo y su complemento: transfor-
ma el sentido del verbo.

De estos hechos hay que saca.r una conclusión his·


tórica.
Cuando se recorre las listas de craices:t, hechas por
los gram~ticos indos, y adoptadas, salvo rectificación,
por la ciencia moderna, se ve que la mayoría tiene
ya el sentido transitivo. Esto demostraría, si fuese
necesario, la antigüedad de la sintaxis. Pero á menu-
do se correría el riesgo de alejarse mucho de la ver·
POR MIGUEL BRÉAL 177
dad, si se creyese que el sentido atribuido a esas rafces
es el sentido inicial y originario. Muchas, al adquirir
un valor transitivo, debieron cambiar de acepción.
Los ejemplos que acabamos de poner lo demuestran.
Los que creyesen que la rafz man significó desde su
origen .pensar- ó la rafz budh .saber-, cometerfan el
mismo error que si, en un diccionario histórico latino,
se inscribiese • pedir , rogar-, como primera acepción
de petere.

Pasemos ahora á la segunda .consecuencia, qué ha.


sido debilitar el valor significativo de las desinencias
de la declinación.
Es interesante observar cómo la fuerza. transitiva
entra poco a poco en lucha con el valor originario de
los casos, ó-para hablar sin metáfora-cómo la fuer-
za de la costumbre hace que en cierto caso se consi-
dere a la larga como el caso complemento por exce-
lencia. Se dijo primeramente con el acusativo: peti-
mus urbem, porque el acusativo indica el lugar hacia.
donde uno se dirige. Pero, mediante la analogfa, se
dijo también: linguimus urbem, {ugimus urbemj de
modo que el acusativo, de caso local que era, se hizo
caso gramatical. Nada podio. ser más destructor del
valor originario de las desinencias.
Sequor significaba literalmente .yo me adhiero-;
corresponde al griego I[1tO¡'UII, que toma después de sf el
dativo. Pero se ha dicho: sequi {eras, sequi virtutem.-
Medito1' significa .yo me ejercito.; corresponde al
griego fLEAt-twfUlt, de que es copia mas ó menos exacta.
Pero se ha dicho meditari versus, meditari a1'tem citha-
Toedicam (1).

(1) Meditor, meditatio, son términos de escuc]a. ó de gimna-


12
178 ENSAYO DE SEMÁNTICA

Una vez adoptado el tipo del verbo transitivo, se


multiplica rápidamente. Verbos como dolere, {le1'e, tre·
mere, que, por naturaleza, parec[an deber quedar sin
complemento, se construyen corrientemente con el
acusativo: Tuam vicem doleo.-Flebunt Germanicum
etiam ignoti;-Te Stygii tremuere lacus. El espIritu de
imitación puede ir muy lejos en este punto. Converti-
do amo en verbo transitivo, pasaron á serlo igualmen-
te ardeo, pereo, depeTeo, demo1·ioT. Encontramos en
los poetas cómicos: ls amore illam deperit.

Todas las lenguas antiguas no llegan aún, sobre


este particular) al mismo punto. El griego ha conser-
vado más tiempo que ellatin la apreciación del valor
de los casos. Asl, cierto número de verbos griegos to-
man tras de sI el genitivo.
A causa de la idea positiva expresada por el geni-
tivo, le vemos empleado con los verbos que significan
ccomer» y e beber-. En francés se dice de igual ma-
nera: boire da vin, y no boil'e le vino DlVEIV O'{VOLl, ¡¡Oa"to~,
jciAlZlt"tO~, es la construcción habitual. Por una razón se-
mejante, se ve el genitivo en los verbos que signifi-
can cgustar, tocar, tomar, obtener- (1). Cuando Th&c·
tis, implorando á Zeus, le toca la barba, el poeta
dice: ltlZ1 U.AIZ~ x.E1p1 )'EVdOLl. Siempre por la misma causa
se emplea el genitivo con los verbos que significan

aio que pasaron de Grecia á Italia: representan el griego ¡aAE-


¡aAl"tT¡, ¡aAE...-r¡¡.uz. Un ejercicio militar se llamaba meditatio
'tllv,
campestrisj un ejercicio oratorio, meditatio rhelorica. Virgilio
emplea la palabra como verbo neutro y en el sentido propio
cuando dice: meditantem in praelia taurum.
(1) 8ry,ávEIV, .yIZÚEIV, "tLlUáVEIV.
POR MIGUEL BRÉAL 179
cdesear:o, como '!E:JO:r:t, O¡¡i¡EC6:u, EmOu(J.Elv (1). Héctor siente
el deseo de abrazar á su hijo:

Los verbos que denotan la actividad de los órganos


como coir, ver~ conocer. saber, acordarse~, comple-
tan esta serie. Hay, en efecto, una diferencia entre la
toma de posesión efectiva y directa, que expresa el
acusativo, y el alcanCe más ó menos superficial que
expresa el genitivo, y que cuadra á estos verbos de
significación intelectual. El latin conservó un solo
ejemplar de los verbos de esta clase, memini, que
toma el genitivo, como para atestiguar que esta cons-
trucción no fué siempre extrafia á las lenguas de
Italia. Pero ya el mismo memini se encuentra con un
complemento en acusativo: Suam quisque homo l"em
meminit, dice Plauto. Y Virgilio: Nume)'os memini, si
verba tenerem.
El latin, al nivelar su sintaxis, conservó, sin em-
bargo, el recuerdo de un estado más antiguo y más se-
mejante al griego. Los verbos que significan cdesear~
Ó camar~ acabaron por tomar el camino común, y
fueron seguidos del acusativo j pero los adjetivos ó
participios derivados de esos verbos permanecen fie-
les á la antigua construcción. Se continuó diciendo
con el genitivo: cupidus lamae, amans laudis, aunque
cupe.re y amare hubiesen dejado de emplearse de esa
manera bacia mucho tiempo.
La. construcción con el genitivo se conservó en
sánscrito igualmente. Se mantiene aún, para algunos

(1) Es lo que han desconocido excelentes gramáticos, pre!!-


riendo suponer una elipsis. Asr Kühner (§ 415) explica EmOufLli)
'tI'¡; Q'0'P!II~ por 5ltLOUP.Gl EmOup.!IIY 'tij~ a0'l'[:I~.
180 ENSAYO DE SEMÁNTICA

verbos, en alemAn moderno: lss des Brodes. Geniesse


dieser Freude. Wir pflegen der Ruhe.
No se suprime, pues, el antiguo mecanismo grama.-
tical, sino que se despoja de su.valor originario en be-
neficio de un orden nuevo. La frase, en este nuevo pe-
riodo del lenguaje, se compone de palabras, de las
cuales unas son regentes, otras regidas _ La sintaxis
confisca en su provecho la significación individual de
las reflexiones. Es 10 que se podr1a llamar, imitando-
una expresión de lamitolog1a germánica, «el cre-
púsculo de las desinencias-o
En esta ad~ptación á nuevos usos, ¿hay que ver una
decadencia ó un progreso? La cuestión puede parecer
ociosa, puesto que cada época se forja el lenguaje que
necesita. Pero, si hubiese que responder, yo dirfa que
en esa adaptación debe verse un progreso. Si está en
la naturaleza de todas las artes transformarse, ¿cómo
la más necesaria de las artes, la que está hecha para.
acompanar al pensamiento en cada uno de sus pasos,
no habría transformado la materia que le legó la in-
fancia de la humanidad? El progreso salta á la vista.
Las palabras, que estaban, por decirlo as1, encerra-
das en 81 propias, contraen poco á poco lazos con las
otras palabras de la frase. Esta, aunque compuesta de
piececitas inmóviles y relacionadas, nos aparece, ya.
como una. obra. de arte que tiene su centro, sus partes
laterales y sus dependencias, ya como un ejército en
marcha cuyas divisiones todas se enlazan y sostienen.
CAPITULO XXI

EL CONTAGIO

Ejemplos del contagio.-Las palabras negativas en francés.-


El inglés but.-EI participio pasado activo. -La conjuu-
ción 6i.

En otra ocasión propuse dar el nombre de contagio


" un fenómeno que se presenta bastante á menudo, y
que consiste en comunicarse á una palabra el sentido
de las que las rodean. Cla.ro es que este contagio no es
otra cosa que una. forma particular de la asociación de
ias ideas.
El francés ofrece un ejemplo muy conocido, pero
tan concluyente que no puedo dispensarme de recor-
darle.
Todo el mundo sabe lo que ha pasado con las pala-
bras pas, point, ríen, plus, aucun,.personne, jamai8.
Servían para reforzar la única negación verdadera, á
saber: neo Je n'avance pas (passum).-Je ne vois point
(punctum).-Je ne sais rien (rem).-Je n'en connais
aucun (aliquem unum).-Je n'en veux plus (plus).-Il
n'estpersonne (persona) qui l'ignore.-Je ne l'oublierai
jamais (jam magis).
Estas palabras, por su asociación con la palabra
"'fIe, se han hecho, á su vez, negativas. Han llegado á
serlo hasta el punto de que pueden pasarse sin su
'compd.fiera. Qui va la? Pel'sonne (nadie). -Pas d'ar-
gent (sin dinero Ó nada de dinero.) - Sans la con-
naissance de soi-m{)me, point de solide vertu (sin el
182 ENSAYO DE SEMÁNTICA

conocimiento de si mismo, no hay sólida virtud).-


cSon style est toujouI:S ingénieux, jamais recherché
(su estilo es siempre ingenioso, jamds rebuscado).
Es interes.ante para la semántica consultar, respec-
to de estas voces, un diccionario usual y un dicciona-
rio histórico. Esa comparación es como un sondaje
hecho en la inteligencia. Las dos respuestas que se ob-
tienen son contradictorias, pero, aunque opuestas en-
tre si, una y otra tienen su razón de ser y su legiti-
midad.
La Academia francesa, en su diccionario, antepone
el sentido negativo á todos los otros.
AUCUN, dice la edición de 1878, adj. Ninguno, ni
uno. - RIEN. Nada, ninguna cosa.
Por lo cual no hay que censurar á la Academia. 1?n-
traba en su plan explicar las palabras según la im-
presión que hoy producen. Es, por otra parte, la que
producían ya en el siglo XVII:

... Laissez faire. ils ne sont pas an hont,


J'y vendrai ma chemise, et je veux: rien on tont (1).
HACINE (Plaideurs J.

y aun en el siglo XIII:

Car de ríen fait-il tont sailIir,


Lui qni a rien ne pent faiblir.

Oigamos ahora á Littré:


cAUCUN, alguno.-RIEN, algo.»
Se ve cuál es la distancia entre el sentido origina-
rio y el debido á la larga permanencia en las frases
negativas. Hay que añadir, no obstante, que la mu-
danza no se ha efectuado solamente por las frases ne-

(1) «... Rien on toub, todo ó nada.-(N. det T.)


POR MIGUEL BRÉAL 183

gativas, sino también por las interrogativas: eDe tous


ceux qui se disaient me.s amis, aucun m' a-t-il secouru?-
-eAuriez,vou8 jamais cru?-eAvons-nous rien né-
gligé?-
Hay circunstancias en que el sentido queda á mitad
de camino entre las dos acepciones: eH m'est défendu
de rien dire. (1).-eJe doute qu'au~un homme d'hon-
neur y consente-· (2).
No es, pues, el contacto directo,· no es la vecindad
material de la negación la. causa del cambio. La ac-
ción contagiosa ha sido producida por el sentido ge-
neral de la frase.

Algo parecido e~iste en inglés.


El inglés but, que viene del anglo-sajón büean ( be-
utan), significa. propiamente efuera- (3). Cuando tiene
el sentido de esolamente .. , está por ne'but. La nega-
ción ha acabado por suprimirse: eSólo tenemos cinco
panes y dos peces. (Matth., XIV, 17): We have here but
five loaves and two fishes. Tal es el texto de la versión
autorizada. Pero el Evangelio anglo-sajón dice: We
nabbad (ne habbad) her buton fif hlafas und twegen
flscas. En el curso del tiempo la negación se ha hecho
superflua, por haber asumido su sentido la particula.
but.

(1) «Me está vedado decir nada ó cosa alguna~.-(N. del T.)
(2) «Dudo que ningún hombre de honor (6 un hombre de
honor) consienta en ello.~-( N. del T.)
(3) Holandés buiten. De aqul en oposición á Binnenzee, cel
mar de dentro», Buitenzee, «el mar de fuera». Storm, Philoto-
gie anglaise, p. 8.
184 ENSAYO DE SEMÁNTICA

El contagio ofrece, en mi sentir, la verdadera ex·


plicación de un hecho de la lengua francesa que ha.
ocupado mucho á nuestros gramáticos: la conversión
del participio pasado pasivo en participio activo. En
estas frases: cJ'ai re9u de mauvaises nouvelles, j'ai
pris la route la plus directe» (1), re<¡u pris (crecibido»,
domado») tienen hoy una significación activa que de·
ben á la vecindad del auxiliar haber. La prueba de
que tienen una significación activa es que en lenguaje
telegráfico dice: cRe<;u de mauvasis nouvelles. -Prie
la ligne directe.»
Ah! está, si no me engallo, la razón de esa regla de
falta de concordancia que ha dado margen á tantas
explicaciones violentas. La verdad es que el participio
se ha hecho activo por contagio: forma cuerpo consu
auxiliar. Pero, como esta variación ha exigido tiem-
po, como los antiguos giros tardan mucho en perder.
se, y como la menor violación del uso ordinario les
sirve de pretexto para conservarse, el cambio en
cuestión no se ha impuesto sino con la construcción
más frecuente, con la que estamos acostumbrados á
mirar como anormal. En todas las otras la lengua.
sigue siendo fiel á la antigua gramática..

Pondré otro ejemplo para demostrar la fuerza del


contagio.
¿A qué se debe la idea condicional que despierta en
francés, y que despertaba. ya. en latIn la conjunción
si' Para explicárnosla, tenemos que transportarnos
muchos siglos atrás.

(1) Lo mismo en las trases espai'iolas correspondientes: «He


l"'ecibido malas noticias; he tomado el camino más directo.'-
(N. de~ T.)
POR MIGUEL HRÉAL 185

La partícula la tipa si era primitivamente un adver-


bio que significaba cen esta forma, de este modo •. La.
idea condicional ha entrado en ella por la inmediación
del subjuntivo ó del optativo. La antigua fórmula de
las invocaciones y de las súplicas: Si haec, Dii, faxitis,
debe al verbo su significación hipotética (1). El sentido
era en un comienzo como si se hubiese dicho: Sic, Dii,
haec faxitis (2). La segunda proposición viene á enun-
-ciar después un segundo hecho, consecuencia del pri-
mero: Aedem vobis constitu,am (3). La inteligencia ha.
descubierto un lazo entre estas dos propol>iciones, y
como en ambas se presenta la acción con carácter
contingente, ha introducido en la primera palabra la
idea de una suposición ó de una condición.
Ya en la fórmula precitada, cuando la usaban los
contemporáneos de Paulo Emilio, si era una conjun-
ción. Hasta tal punto lo era, en tales términos habia
asumido en sIlo. idea condicional, que podla ir segui-
da de un indicativo. Si id facis, hodie postremum me
vides (4).
Las conjunciones similares de las demAs lenguas
tienen un origen análogo. Vistas de cerca, esas parti-
culas no son mAs que adverbios 'pronominales donde
nada hay que anuncie una suposición ó una condición.

(1) En una lengua más moderna: si haec, Dii, feceritis.


(2) El adverbio sic no es otra cosa que si acompall.ado de la
enclUica que tenemos en nunc, tune.
(3) En castellano: si 1ticieseis esto, Dioses, yo os levantarla
~n templo=hicierais as!, Dioses, y yo os levantaria un tem-
plo.-(N. del T.)
(4) . El francés ha ido aún más lejos. El condicional, de9pn~s
de si, parecería nn pleonasmo.
CAPITULO XXII

DE ALGUNOS INSTRUMENTOS GRAMATICALES

El pronombre relativo.-EI artfculo.-EI verbo sustantivo~


Los verbos auxiliares.

Una vez impresa en los espiritus la idea de una fra-


se que forma un conjunto, se deja sentir la necesidad
de completarla y dotarla de los instrumentos necesa-
rios. Pero como la inteligencia popular, según hemos
visto, se limita á adaptar á nuevos usos la.materia.
suministrada por 'los siglos anteriores, sin crear nada.
por su cuenta, cierto número de palabras se han trans-
formado para las necesidades de la sintaxis.
Una primera transformación-la más importante
de todas-es la que nos ha dado el pronombre re-
lativo.
Cierto pronombre, que no se distingue exterior-
mente de los demás, adquiere, por el uso que se hace
de él, una fuerza de unión que le permite soldar dos
proposiciones entre sI. Eso es lo que en lenguaje gra-
matical se expresa de esta manera: de demostrativo.
pasa á ser relativo ó anafórico.
Se necesita ya una sintaxis un poco adelantada p~ra.
que esa transformación tenga efecto: en las diversas
lenguas indo-europeas la elección del pronombre re-
lativo ha venido tarde y no ha sido en todas partes la
misma. Para cerciorarse de ello, basta comparar el
latin qui con el sánscrito jas y con el griego ~. La.
lengua griega, en tiempo de Homero, y aun más tar-
POR MIGUEL BRÉAL 187

de, en tiempo de Safo y de Alcman, no habla hecho.-


aún una elección definitiva (1). Vaciló mucho tiempo-
entre los pronombres ia, ta y Iwa (2).
Hay que preguntarse en qué época empezó á exis-
tir un medio de expresión tan necesario. Sobre este-
punto es preciso establecer una distinción entre la idea,
del pronombre relativo y la adopción definitiva de-
cierto pronombre. La idea del pronombre relativo es.
muy probablemente anterior á la separación de nues-
tros idiomas, porque en todos encontramos cierto pa-
trón de frase siempre el mismo, que supone la presen-
cia de un pronombre relativo. Los proverbios y ada-
gios populares suelen afectar este giro:
Quod aetas vitium posuit, id aetas aufe'f'et.-Quod:
aZiis vitio vertis, id ne ipse admiseris.-Qu.i pro inno-
cente dicit, is satis est eloquens.-Cui plus licet quam
par est, is plus vult quam Zicet.-Quam quisque norit-
artem, in hac se exerceat.
El tipo de estas frases se encuentra en sánscrito (3)~
cQuien tiene la inteligencia tiene la fuerza.-
Jasia buddhis, tasia baZam.
cEl que ama, teme.-
Jasia snehas, tasia bhaiam.
cA quien los dioses se proponen perder le arreba-
tan el juicio.-

(1) En la lengua homérica, 'to es el pronombre anafórico


ordinario_ Ejemplo: El pi" 'tt~ OE~ laat, ''tol oUp2:VÓV EUpUV lxouat.-
'AH!i .,.,~ piv X2:AxÓV 'tE 1íAI~ xpuaóv 'tE ot&~o, I1Gip2:, 'tcí 'tOt owaouat 1ta-d.,.
xal 1tÓ't1/tlX 1':r\"t'lP- Etc.
(2) La identificación, generalmente admitida, de 6~ oon jas
no éa cierta: la forma FÓ'tt, conservada en una inscripción 10-
eria, induce á suponer que 8~ corresponde á svas.
(8) Brehtlingk, lndische Sprachf-. Oomo no nos dirigimos
á indianistas, hemos simpllflcado laa citaa y suprimido los,.
efectos del sandhi.
188 ENSAYO DE SEMÁNTICA

Jasmai devas prajacchanti pa1·abhafJam, tasja bud-


dhim apa.karsdnti.
«Como un hombre es para otro, asi hay que ser para
con él.-
JaBmin jatha vartate ias, tasmin tatha vartitavjam.
«Lo que das, he ahí tu (verdadera) riqueza.-
Jad dadasi, tad te vittam.
«Como obran los grandes, así el resto de los hom-
bres.-
Jad acarati (}resthas, tad itaras ganas.
La misma construcción es ya de uso corriente en
los vedas:-cQuod sacrificium protegis, id ad deos
pervenit.- Jam iagnam paríbhür así, Ba deveu gaccha-
oti.-cQui nos lacesset, procul eum amovete.- Jo nah
pritanjad, apa tam dhatam (1). .
Se preguntará por qué razón se pone así delante la
proposición relativa: creo que es éste un hecho de se-
mántica de que se encontrarian ejemplos en otras fa-
milias de lengua. Hay que restablecer, por el pensa-
miento, una interrogación, de modo que las dos pro-
posiciones formen la pregunta y la respuesta. Tal es,
probablemente, la razón de que una buena parte de
las lenguas indo-europeas acumulen en el mismo pro-
nombre el papel interrogativo y el relativo.
Para apreciar en toda sll extensión la importancia
del pronombre relativo, hay que recordar á cuántos
derivados da nacimiento: primeramente las palabras
como qualis, quantus, quot¡ despu4s las conjunciones
-quod, quia, quum, quoniam. En griego: w~, /I'tE, ~, o~, 86EY,
~~!ia,-&tt;" de igual manera que los derivados como llao~,
'OToc;. En sánscrito, los derivados C0mo jadrú¡a, javant,

(1) El .tipo de estas construcciones se ha conservado en


llUestroB proverbios: «Quien bien te quiera te hará llorar, etc .•
POR MIGUEL BRÉAL 189

á los cuales hay que afiadir las conjunciones más im-


portantes, jad, jadi, jatra, jada, jatha (1). La crea-
ción de un pronombre relativo es, pues, uno de los
acontecimientos capitales de la historia de11enguaje;
sin una palabra de este género, toda idea un poco im-
portante, un poco completa, era imposible. Pero esta..
creación se ha conseguido por la lenta transformación
de uno de esos numerosos pronombres que servían de
acompafiamiento á un ademán en el espacio. Vemos,
pues, aquí al pensamiento humano forjándose .pacien-
temente el instrumento que necesita.

Otro tanto puede decirse de esa particula que los


griegos, por comparación con las articulaciones del
cuerpo, llamaren lipllpoy, y que nosotros llamamos a'1'-
tf.culo.
Se sabe que el articulo es un antiguo pronombre
demostrativo. Pero la s!gnificación de ese pronombre
demostrativo se ha traspuesto en cierto modo, se ha
confiscado en benefiCio de la sintaxis.
Podemos tomar como ejemplo nuestro articulo fran-
cés le, que representa ellatin ille. Este último servia.
para mostrar los objetos ó las personas: Magnu8 ale
Alexanderl-Ita ille taxit Jupiterl-Pero con el tiem-
po el ademán demostrativo se redujo á una simple in-
dicación gramatical: cLa persona de que te hablé
ayer.-Los paises que hemos atravesado. a El articulo
no figura aquí más que como antecedente del pronom-

(1) Para más pormenores, véaso, en los Studien de Cortios.


los arUculos de Windisch (tomo 11) y de Jolly (tomo Vl). Véa-
se también Delbrück, Grundriss, § 222, •. Y la tesis de Ch. Ba-
rOD, Le pronom relatif et la eonjonction en greco Bssai de.
Syntaxe historique.
190 ENSAYO DE SEMÁNTICA

bre relativo: se ha convertido en un instrumento gra-


matical (1).
La utilidad del articulo se siente más que se expli-
ca. Por carecer de él, el latín adolece á menudo de
pesadez en su marcha. El griego, á la inversa, que
sintiÓ desde temprano la utilidad del articulo, le debo
en parte su flexibilidad. De ahi dimana hasta cierto
punto la conformidad del lenguaje francés con el grie-
go, indicada por Enrique Estienne. Recordaré sólo
estos giros: 01 'ltclACU O'o!pO[ ... Év 'tt¡) P.E'tCl~U xpó~t¡J ... 'ttily ~1lv 01 'tón
Ot4TEpOv ... O estos: ÓFEjóp.Evot 'toO 'ltptil't~ 1!XClO''tO~ "¡+Y"EaflCU, etc.
Ha sucedido, con todo, que el articulo acabó por
introducirse alli donde no aportaba ninguna ayuda
apreciable. Se puede decir que las lenguas donde hace
más servicios son las que conservan la libertad de
emplearle ú omitirle, según el sentido. En francés,
donde hace dos siglos se ha extendido su uso más de
lo debido, se ha hecho menos útil á medida que se ha-
cia más indispensable.

Habria que mencionar aún el verbo ser, que la es-


colástica de la Edad Media habia declarado una sim-
ple -cópula-, indicando asi la impresión que ese ver-
bo, llegado al término de su evolución, produce hoy
en el espiritu. Sin embargo, no es dudoso que empezó
por alguna significación concreta; otros han seguido
el mismo camino, como fuo, exsto, evado. Si no han
llegado al mismo grado de decoloración, hay que

(1) Definiciones de los gramáticos: • Un artículo es una pa-


labra colocaja delante del sustantivo para indicar si es mascu-
lino ó femenino.»-«Un artfculo es una palabra colocada de-
lante de un nombre para indicar si esa nomb:e se emplea en
un sentido particular ó genera!», etc.
POR MIGUEL BRÉAL 191

atribuirlo á una diferencia de edad, no de natura-


leza.
Algo semejante ha ocurrido con el verbo haber.
Cuando digo: .Se ha perdido todo lo que habla-, em-
pleo dos veces el mismo verbo haber, sin que á nadie
le extrafte: hasta tal punto el cambio de empleo ha
hecho del verbo auxiliar una palabra de especie
aparte.

De esta suerte ell~mguaje separa del fondo heredi-


tario cierto número de expresiones que convierte en
instrumentos gramaticales. Al que no las ha conocido
nunCa. más que en este último papel le cuesta trabajo
figurarse que en algún tiempo esas' mismas palabras
tuviesen su significación propia. Un autor del si-
glo XVIII observa que, entre las cuatro palabras de la
locución: .n a été ordonné ••.• , hay tres que sólo sir-
ven para la organización del discurso. El número de
esas palabras V80 aumentando lentamente con los si-
glos; pues, por una parte, la especialidad de la fun-
ción tiende á crearlas nuevas, y, por otra, la fuerza
transitiva las mezcla más cada vez, como un elemen-
to necesario, á la contextura de la frase. Esa es la
raz~n por la cual la etimologla, cuando se halla en
présencia de una lengua moderna, sin tener docu-
mentos más antiguos para ilustrarla y servirle de
gula, yerra á la. ventura.
CAPITULO XXIII

EL ORDEN DE LAS PALABRAS

Por qué el rigor de la construcción está en razón Inversa de la


riqueza gramatical.-De dónde procede el orden de construc-
ción francesa. -Ventajas de uu orden lljo.-Comparaclón con
las lenguas modernas de la India.

Entre los diferentes medios de expresión de que .se


sirven nuestras lenguas, el orden de las palabras, es
drcir, cierta fijeza en la construcción de la frase-
fijeza que por si sola decide muchas veces del sentido
de los :vocablos-es el medio á que más tarde se ha
recurrido. Es que, en efecto, ese medio tiene algo más
de inmaterial. En esta frase: eLes Japonais ont vaincu
les Chinois-, sólo el puesto indica cuál es el sujeto,
cuál es el complemento; variese el orden, conservando
los vocablos, y se obtendrá la afirmación contraria (1).
Tenemos aquí algo parecido á la numeración árabe,
donde cada número, además de su valor propio, tiene
un valor de posición (2).
Esta circunstancia, por si sola, podría hacernos
pensar que estam-os en presencia de la obra de los si·
gloso Efectivamente: las lenguas antiguas, tan supe-
riores por otros conceptos, no ofrecen nada semejante.

(1) No sucede lo propio en la frase espafiola equivalente:


"Los japoneses han vencido á los ehinos.» En nuestro idioma
habría que buscar otro ejemplo. v. gr.: «La pasión debilita la
reflexión.,-(N. del T.)
~2) Jespersen. Progress in Language, p. 80.
POR MIGUEL BRÉAL 193

Aqui se presenta una cuestión parecida á otra que


se ofrece á menudo en la historia de las lenguas, y, en
general, en la historia de las cosas humanas. ¿Es la
pérdida de las flexiones la que ha tenido por conse-
cuencia, á modo de compensación y de remedio, el
rigor creciente de la construcción, ó bien una cons-
trucción mAs regular ha hecoho inútiles las flexiones?
La respuesta es la que hay que dar las más de las
veceR á los dilemas de este género:olo uno y lo otro. A
medida que se descomponlan esas flexiones, se dejaba
sentir más la necesidad de un orden fljo, y, por otra
parte, el hábito de e~e orden fijo ac~b6 por dejar caer
las flexiones. Se puede suponer que los documentos
oficiales, como cartas, diplomas, actas públicas ó pri-
vadas, contratos de todas especies, donde era más im-
portante evitar todo equivoco, introdujeron por pri-
mera vez el hábito de una construcción unüorme, al
par que procuraron (y no hay en ello ninguna contra-
dicción) retener las desinencias el mayor tiempo posi-
ble. Los dos medios, empleados simultáneamente, de-
b1an concurrir al mismo fin. As1 se explica el mante-
nimiento de la. declinación de dos casos pa.ra ciertos
nombres de parentesco, como fils y fU, enfes Y enfant,
para ciertos titulos, comocuens y conte, ber y bar6n,
y ciertos nombres propios, como ,Tacques y Jacque,
Hugues y Hugon. Mientras que estas diferencias de
flexión han acabado por omitirse, el orden de las pa-
labras no ha hecho más que fortificarse.

No se suscita nunca la cuestión del orden de las pa-


labras sin que tras ella surja otra: ¿es una ventaja
tener una construcción fija é invariable? ¿es una traba?
Se ha ensalzado la libertad dellatln y del griego, que
13
194 ENSAYO DE SEMÁNTICA

permite anteponer ó reservar para el fin la palabra


sobre la cual se quiere atraer la atención, dirigir la
luz. Mas, para ser justos, hay que reconocer que las
lenguas más atenidas á cierto orden no se h!'lollan por
eso absolutamente encadenadas. Quizá aún la inver-
sión produce tanto más efecto cuanto más rompe con
los hábitos de todos los dias.
Lo que es cierto es que un orden regulado de ante-
mallO es un alivio, si no para el que escribe- ó habla,
al menos para el que lee ó escucha. Leyendo una oda
de Horacio, donde el adjetivo está á menudo muy lejos
de su sustantivo, ó un discurso de Cicerón, donde la
palabra esencial no viene hasta el fin de todo un pe-
riodo, reconocemos que en francés las cosas se nos
han hecho mAs fáciles. Es probable que el género de
la declamación favoreciese la inteligencia de la frase;
quizá también, en la plaza pública, esas palabras
anunciadas tan de lejos, esa última palabra tanto tiem-
po esperada, eran las únicas que llegaban á los oidos.
Por otra parte, la tendencia. de todas las literaturas es
exagerar, extender más allá de los justos limites, lle-
var al extremo los recursos de expresión que les ofre-
ce la. lengua de cada dia.: cabe, pues, suponer que la
estudiada construcción de los lfricos griegos y latinos
es hasta cierto punto un artificio de estilo. El lengua-
je de la conversación, tal como le encontramos en los
poetas cómicos y en las cartas familiares, dista mucho
de, ser tan atormentado.

Haciéndose más riguroso el orden de las palabras á


medida que dismi~uyen los recursos gramaticales,
toda alteración de la construcción expone á alterar el
sentido. Se conoce esas cerJ:'aduras de secreto cuyo
POR MIGUEL BRÉAL 196
mecanismo funciona á condición de que laR piezas es-
~én dispuestas de un modo concertado de antemano.
Algo de eso pasa en nuestras lenguas modernas. Mo-
-difiquese el orden, y se modificará el sentido ó se de-
jará de comprender.
Las locuciones hechas, que conservan á veces el
sello ,de una gramática más antigua, son las que más
-exigen la conservación de ese orden: prueba siempre
un poco delicada y piedra de toque en que serecono-
-ce al extranjero imperfectamente instruido ~
Con ocasión de la frase frt\oncesa se ha pronunciado
la expresión de «orden lógico,.. Hay ahi algo de exa-
ger~ción. Conviene recordar en este punto la obser-
vación de un escritor inglés de que ocurre con esto lo
.que con los antípodas: cada pueblo propende á pensar
que coloca las palabras en su verdadero puesto. Cabe
muy bien, sin faltar á la lógica, concebir otro orden.
En el plan primitivo de nuestras lenguas, el sujeto se-
guia al verbo (O{OIll(lL, o{&.lat). Sin salir del francés tene-
mos proposiciones que ponen el sujeto al fin (1).
Rivarol, en su discurso sobre la universalidad de la
lengua francesa, es quien más ,se ha entregado á elo-
.gios que tienen el inconveniente de ser tan excesivos
como vagos: «El francés, por un privilegio único, ha
permanecido fiel al orden directo, como si ,fuese la
misma razón ... En vano es que las pasiones nos alte-
ren y nos excit~n á seguir el orden de las sensaciones;
la sintaxis francesa es incorruptible. De ahl resulta
.esa admirable claridad, base eterna de nuestra lengua.
Cuando nuestra lengua traduce, explica verdadera-
mente un autor ... "
Lo que hubiera habido que alabar, no es la lengua
(1) «Les arbres qu'avait abaUus le venl.:t-cL'homme de
qai dépendail notre sorb~, etc.
196 ENSA YO DE SEMÁNTICA

francesa in abstracto, sino el esfuerzo perseverante de-


nuestros escritores desde hace tres siglos, para 'ajusta~
las libertades de nuestra sintaxis á los recursos de ex .
presión de que dispone la lengua. En esto han demos.
trado singular honradez. Han comprendido que la..
claridad, al escribir, era una de las forma~ de la. pro-
bidad. Los que, so pretexto de progreso, ó por imita-
ción de las literaturas extranjeras, quieren emancipar-
se hoy de esas reglas antiguas, deberán ante todo da~
á nuestro idioma los medios de pasarse Bin ellas.

Aqul es ocasión de recordar la hipótesis propuesta


respecto de las'lenguas monosilábicas como el chino,
donde las reglas de construcción constituyen por si
solas casi toda la gramática. Se ha conjeturado que
ese monosilabismo no representaba un estado primiti-
vo, sino que era, al contrario, la vf'ljez de un lenguaje
donde se ha desgastado y denudado todo. Seria posible,
en efecto, que hubiese que modificar de esa manera la
serie de los periodos lingülsticos. Se deberla suponer
entonces que nuestras lenguas, despojándose m!\s cada.
vez de su organismo gramatical, estarlan destinadas
un dia á un estado más ó menos sem('jante. Verdad es
que la tradición literaria podrla ser una salvaguardia.
para ellas, ealvaguardia que ha faltado al Imperin del
Medio, puesto que la escritura chino. perpetúa el pen-
samiento sin transmitir por eso la lengua.
No será ocioso afiadir aqul, por via de contraste, lo
que ha sucedido con los idiomas derivados del sáns-
crito. A los antiguos casos de la declinación sánscrita
han venido á soldarse palabraR que tienen la. misma.
significación que nuestras preposiciones EV, TC~, TCapá,
h[, etc., pero que, al mezclarse con el sustantivo pre·
POR MIGUEL BRRAL 197

-cedente, no han tardado en producir la. impresión de


flexiones de caso. De aquí han resultado declinaciones
<le un aspecto enteramente nuevo.
Así tenemos locativos que acaban en maffhe, maj-
ihi, mahi, mai, lo cual nos representa la palabra sáns·
crita madhje, cen medio-o Qtro locativo termina en
thani, thai: hay que Ver aquí el sustantivo sánscrito
sthane, procedente de stkanam, cel lugar-o Un tercer
locativo acaba en pase, pasi: es el.sanscrito par<;ve, cal
lado-;
El dativo se halla representado igualmente por fle-
xiones muy variadas. Puede terminar en kache, kaki,
"he: es la palabra sánscrita kakse, cal lado-o Puede
terminar también en 11.dhe Zafe, 1M, la1., le: es el sáns-
crito labdhe, cpara bien de-. Puede terminar atihm,
que es el sánscrito arthe, cen interés de-o Puede ter-
minar en kagi, que es el sánscrito karje, cpara bien
de-. Puede terminar en bati, vat1., que es el sánscrito
-vartte, cen favor de- (1).
Tenemos, pues, aqui el espectáculo de una lengua
que, en vez de llegar á la sencillez, como las lenguas
románicas, adoptando exponentes distintos, no ha lo-
grado sino crear nuevas amalgamas.
(1) . Hoernle, A comparative Grammar ofthe <7audian Lan-
guages. Londres. Trübner, 1880, p. 224Ylig.
CAPITULO XXIV

LA LÓGICA DEL LENGUAJE

De qué naturaleza es la lógica dellengllsje.-Cómo procede el


eepfritu popular.

Ellengtiaje tiene su lógica. Pero es una lógica es-


pecial, una lógica profesional en cierto modo que no>
se confunde con la que lleva ordinariamente ese nom-·
breo La lógica propiamente dicha prohibe, V. gr., unir-
en un juicio términos contradictorios, como decir de-
un cuadrado que es largo. Ahora bien: el lenguaje no>
se opone á ello de ninguna manera; y aun, si se quie-
re, permite decir de un circulo que es cuadrado. Pero,
en cambio, tiene prohibiciones indiferentes para la.
lógica, como usar un verbo en singular c0D: un sujeto
plural ó poner el adjetivo en otro género que su sus-
tantivo. Son reglas de oficio, más estrechas y más
amplias juntamente que las reglas del arte de pensar ..
Frecuentemente se ha tratado de encontrar ba.jo las·
reglas de la gramática una especie de armazón lógi-
ca; pero el lenguaje es demasiado rico y no bastante-
rectiUneo para prestarse á esa demostración. Revasa.
la. lógica por todas partes. Además, SUB categorias no·
coinciden con las del razonamiento: teniendo una ma-
nera de proceder que le es propia, llega á constituir
grupos gramaticales que no se dejan reducir á ningu-
na concepción abstracta.
Los que buscan la noción fundamental expresada.
por el subjuntivo y creen encontrar tal noción com-
POR MIGUEL BRÉAL 199
parando todos los usos del subjuntivo para desprender
su elemento común, esós no temo decir que siguen un
camino errado. No pueden llegar más que á una idea
sumamente general y vaga, que el pueblo difícilmen-
te concebiría, y que nosotros no tenemos ningún mo-
tivo para atribuir á las primeras edades. Es, sin em·
bargo, el método que Iiliguen habitualmente los que se
proponen explicarnos la idea esencial de un modo, de
un caso, de,una conjunción, de una proposición .. o

. La lógica popular no procede de esa suerte. Mar-


cha, digámoslo as1, por etapas. Partiendo de un punto
muy circunscrito y muy preciso, va derecha hacia
adelante, y llega, sin darse cuenta, A una etapa, don-
de por la naturaleza de las cosas-q uiero decir, por
el contenido del discurso-se produce un cambio. En-
tonces se tiene una estación desde donde puede proce-
derse á una nueva marcha bajo un Angulo diferente,
sin que por eso se interrumpa la dirección primera.
Por aqu! resultan ya dos sentidos. Luego las mismas
cosas se reproducen en una tercera etapa, que da lu-
gar á una tercera orientación. Y as! sucesivamente .. o

En todo este proceso no hay generalización, sino mar-


cha en linea quebrada, donde cada punto de parada,
pr~sentando la idea bajo una incidencia diferente, se
hace A su vez cabeza de linea.
Para comprobar esto, vamos A recorrer un punto
de la sintaxis, rogando al lector dispense la aridez
que pueda haber en estos pormenores, y pidiendo per-
dón de antemano por los recuerdos de colegio que nG
dejarán de despertar. Pero se trata de rectificar un
error imperante y de mostrar, de una vez para todas,
200 ENSAYO DE SEMÁNTICA

en un terreno bien definido, de qué modo se enlazan


unas con otras las reglas de la gramática.
Escogemos, á causa de su aparente complicación,..
las reglas concernientes al acusativo.

¿Cuál es la idea fundamental del acusativo? -Se re-


cuerda que nuestros manuales distinguen el acusativo
régimen directo, el que marca la duración, el que
marca la distancia, la longitud, el que indica el fin ...
La diversidad es bastante grande. Uno de nuestros
primeros lingüistas, renunciando á encontrar la idea
esencial, declara que está tentado por aplicar al acu-
8ativo lo que dicen del genitivo los gramáticos indos,
á saber: que es admisible en todas las ocasiones en
que no se podria emplear correctamente ninguno de
los .otros casos. La investigación de la idea primera
no nos parece, sin embargo, tan dificil ...
Si en alguna parte podemos ver empleado sólo el
acusativo, sin ningún acompafiamiento, tenemos la
probabilidad de discernir su significación originaria.
EllatIn tiene precisamente un empleo en que el acu-
sativo se basta á si propio.
Encontramos ese empleo en la lengua oficial, que
varia más lentamente y conserva más tiempo los ar-
caísmos. He aquí el comienzo de la inscripción de una
piedra miliaria de la Italia meridional (1):
I

HINCE SVNT NOVCERIAM MEILIA L


CAPVAM XXCIII MVRANVM LXXIIII COSENTIAM CXXIII
VALENTIAM CLXXX

Los acusativos Nouceriam, Capuam, Muranum, Co-


sentiam, Valentiam, aeompafiados cada vez de una ei-

(1) Corpus Inscriptionum tatinarum, 1, D. 551.


POR MIGUEL BRÉAL 201

fra, marcan la distancia de la piedra miliaria á esas


ciudades. El acusativo, pues, se emplea aqui como
,caso del lugar hacia el cual nos dirigimos.
Este empleo se ha conservado en la lengua poética:
Hae iter Elysium, dice la sacerdotisa de Virgilio (1). Se
encuentra la misma construcción en ciertas exclama-
ciones: Malam eTueem, c ¡á la horca! ¡que no te ahor-
carant-
Hemos tomado como ejemplo ellatinj pero ese mis-
mo uso del acusativo exÍi!te en sánscristo. c[Ven] á la
tierra, Dios, con todos los Inmortalesl- J)eva, ksam,
-vi<jvebhir amT!tebhih.
Desde el momento en que el acusativo, por sI solo,
expresa la dirección hacia un sitio, no es sorprenden-
te que se le h~ya unido á verbos que significan cir-:
el lenguaje junta aqui dos voces cuya asociaciÓn esta-
ba completamente indicada. Asi nació un primer em-
pleo sintáxico.
Ibitis Italiam, por&usque intrare licebit.
At nos hino alii sitien&es ibimus Afros.
Italiam, fato profugus Laviniaque venU
Littora (2).
En griego los ejemplos son numerosos:
xV[O'G'TIIroUf-dv Tu (3).
Ebctv ~ ci¡JJptE).,[O'O'CU;. (4).
'It!p.~o¡dv VtV "EHa:8a: (5).

(1) Áen., VI, 542.


(2) Los ejemplos en los prosistas son más raros. Se enouen-
tra, no obstante, en Cicerón: Áegyptum profugis.,e .•. Africam
ire ... Redlens Oampaniam ... Pero, en general, los nombres
de paIses van precedidos de una preposición: quizá hay que
tener en cueuta aquí la iutervención de los copistall y de los
editores, los cuales fácilmente podlan añadir un in Ó un ad.
que les pareciese necesario.
(3) Iliada. J, 317.
«()Ib., III, 162.
(6) Eurfpides, T'l'., 883.
202 ENSAYO DE SEMÁNTICA

En vez de designar el lugar. el acusativo puede


servir también para indicar un fin más ó menos abs-
tracto. Tal es el sentido de la locución venum ire, cir
en venta, ser vendido» I pessum ire (por pe1'versum ire),
c precipitarse, caer», suppetias accur1'e1'e, c acudir en
socorro-, etc. Encontramos aqui, después de la regla.
eo Romem, otra regla del manual: eo lusum, c voy á.
jugar». Lusum es·el acusativo de un sustantivo ver-
bal que ha sido trr.nsportado al mecanismo de la con-
junción. Los gramáticos latinos, sin comprenderle, li
adornaron con el raro nombre de csupino». As!, aún
tenemos: conveniunt spectatum ludos, c vienen á ver
los juegos».
Llamaremos á este primer empleo del acusativo':
el acusativo de di1'ecci6n.

Hasta ahora estamos en la primera etapa. El acusa.-


tivo se emplea en su sentido propio y con su valor
originario.
Marcan la segunda etapa construcciones como infJe-
nire viam, attinge)'e metam. Aqui cambia el punto de
vista: el acusativo parece ser regido por el verbo.
En un capitulo anterior hemos mostrado, con el ejem-
plo de petel'e y algunos otros, cómo los verbos, de
neutros que eran, Be han hecho transitivos (1). De
esta manera se ha impreso poco á poco en las inteli-
gencias otro tipo de acusativo: el acusativo-1'égimen.
El lenguaje, con su lógica particular, as! como ha-

(1) Véase cap. XX. Hay que afiadir que la mayoría de las
lenguas, por un instinto de orden y de claridad, han erectuad~
una repartici6n, destinando los unos el papel exclusivo de ver-
bos neutros, y emple,ndo exclusivamente los otros como ver-
bos transitivos.
POR MIGUEL BRÉAL 203

bla dicho: cupere dirlÍtias, ha dicho temnere divitias¡


asi como habia dicho sequi honores, ha dicho {ugere
honores. La idea primordial del acusativo debla bo-
rrarse necesariamente en presencia de esta diversidad~
al acusativo local sucede un acusativo gramatical.
Se ha visto mAs atrás (1) que este cambio se reali-
zó lentamente. Asi, los verbos griegos que se constru-
yen con genitivo, como cXxoúw,lmOop.Gl, 'tU"(lIÍvW, atestiguan
un estado de la. lengua en que el valor propio del caso.
se aprecia aún clar~mente. Sólo con el tiempo se es-
tablece en los espiritu una especie de nivelación ex-
presada por la regla: Los verbos activos quieren des-
pués de si el acusativo. '
Algunos autores, preocupados del fondo de las co-
sas, han querido establecer una categoril\ especial de
verbos en que el acusativo denotaria el resultado de la.
acción, como cuando se dice: Deus creavit mundum,
,cribo epistulum, Themistocles ea;trua;it muros. Pero
aquellos verbos, que se distinguen de los otros por el
sentido, no difieren de ninguna manera por su uso; se
dirá igualmente: Xera;es evertit muros, mandata ne-
glea;it.

El parentesco entre el acusativo régimen y el acu-


sativo de dirección no se advierte ya. Asi, nada se
o.Pone á que un mismo verbo tome simultáneamente
el uno y el o.tro. Cuando, en Homero., el divino Heleno.
invita á su madre Hécuba á llevar á las mujeres tro-
yanas al santuario. de Atene,
~uvárOua«rE~
N"lóV 'AO"lV«[1l\,

(1) Cap. XX.


204 ENSAYO DE SEMÁNTICA

e~osdos acusativos no se estorban uno á otro. Lo mis-


mo ocurre cuando Sarpedon, acusa.ndo á Paris, se
queja de los males que ha causado á los troya.nos:
_1 oY¡ _xci '/tona loprt."
TpúI~.

Herodoto, refiriendo .10 que ha aprendido de la edu-


cación entre los p"rsas, dice que forman sus hijos para
tres cosas solamente: montar á caballo, manejar el
arco y decir la verdad. DCllOtúouln 'toO~ '/tIZT~ (es el acusa-
tivo régimen) ",p[1Z fLOüv/z (es el acusativo de dirección),
'ht'lttJJe/v. 'toetút/'i xczl H1j6[~ta6lZ1. La misma construcción se en-
cuentra. en latin: Catilina juventutem multis modis
mala facinora edocebat (1).
Una vez en posesión de esa construcción, el lengua •
je la transforma, como haria el matemático con una
ecuación algébrica: la pone en pasiva. Rogatu8 sen-
tentiam, edoctuslitteras, id jubeor, %:iaxofLIZI 't"i¡v fLOuO'/x'¡v,
~'lt't0fLlZl "1:00 ...0 ...ó '/tpll"(fLlZ: construcciones todas que costa-
ría trabajo comprender sin la lógica particular de que
hemos hablado.

Si queremos comprender el tercer empleo del &CU-


aativo, que es marcar la duración, tenemos que volver
.á la significación originaria. Siendo el el!!pacio y el
tiempo, para la lógica del lenguaje, cosas completa-
mente análogas (2), se dirá de la misma manera hasta
qué época se continúa una,acción y hasta qué sitio se

(1) De los dos acusativos, el acusativo régimen es el quo pasa


:á ser sujeto de la frase, cuando se IDvierte la construcción y se
pone el verbo en pasiva.
(2) Cabe ceroiorarse de ello examinando los adverbios de
lugar. como h\c, ubi, inde ... , que sirven igualmente para ex-
presar una idea de lugar 1 una idea templ.lral.
POR MIGUEL BRÉAL 205

prolonga un movimiento: en ambos casos el acusativo


marca la dir~cción. Demóstenes, recordando que el
poder de los tebanos habla durado desde la batalla de
Leuctra hasta aquellos últimos tiempos, se expresa asl:
'Cax,uaav 01: 'tt =1 8r¡l3arot 'to~ 'td.Eu'tatou<; 'tOu'toual x'póv¿u<; fl.E'tcl: 't1¡v EV
Para. manifestar que Mitrldates llevaba.
AEÚX'tpott; fUÍx.r¡v.
veintitrés aftas de reinado, decia Cicerón: MithridatelJ
annum iam tertium et "icesimum regnat.
A~I se ha formado lo que los gramáticos URman el
acusativo de duración: Veiorum urbs decem aestates
hiemesque continuas circumsessa ... Flamini Diali no-
ctem unam extra urbem manere netas esto Se encuentra
en Lisias, para decir que un hombre ha. muerto hace
tres ,aftas: dOvr¡ltE 'tClD'ta 'tp[a,I't1\. El latin dice de una ma-
nera no me~os extrafta: Puer decem annos natus. .
Como no podla mAnos de suceder, el acusativo de
duración se ha confundido á veces con el acusativo
régimen. Cuando decimos nosotros: los aflos que él ha
"i"ido, no se sabe exactamente cómo hay que consi·
derar esta construcción. El mismo hecho se encuentra
en las lenguas antiguas (1). Cabe diferir de parecer
sobre algunos de esos casos, y conocidas son las va.-
cilaciones de la ortografia francesa¡ pero~ salvo esas
circunstancias particulares para las cuales es difIcil
formular una regla, la existencia de un acusativo de
duración está fuera de duda¡ forma la tercera etapa.
de esa historia.
(1) En sá(1scrito: ~atam giva ~aradas, ~iojalá vivas cien
aftos!,-En griego: ~va !1l'jva !11:~wv. cpermaneciendo un mes».
Ti¡v a{j¡xov !1tHouaav El ~tWaE'ta[ (¡'~udpides, Ale., 78-1) [«nadie sabe}
si viviré. el dla de maftana •. Las lenguas antiguas parecen cla-
siflear esas conslrucciones bajo la categoría' del acusativo ré-
gimen. Pero el francés se muestra más preocupado dtll fondo.
de 111.111 cosas, que exige el acusativo de duración.
205 l<:NSA YO DE SEMÁNTIQA

Nos faltaría explicar locuciones como decem pedes


latus ó como 08 humerosque deo similis. Pero no que-
remos prolongar un estudio demasiado técniGo¡ lo que
hemos dicho basta para mostrar cómo procede la ló-
gica popular.
, Esa lógica, lo repetimos, ~escansa por completo so-
bre la analogla, que es la forma de razonar de los ni-
110s y de la muchedumbre. Dada una locución, se saca
de ella obra más ó menos semejante. Esta, á su vez,
produce una tercera un poco diferente, que provoca,
por su parte, imitaciones, sin que por eso hayan de-
jado de ser productivas la primera y la segunda. El
lenguaje, de esta manera, puede ir muy lejos. El que
aprende la lengua por el uso no se sorprende 10 mAs
mlnimo, porque no suena en aproximar, ni en compa-
rar entre si, aplicaciones tan diferentes. Pero el que,
al verlas enumeradas en fila e~ un libro, quiere des-
cubrir en ellas una idea' común, una idea madre, se
expone á perderse en las más pálidas abstraccione.s.
Hay que rehacer el camino recorrido, tratar de reco-
nocer sus vueltas y revueltas, y no olvidar nunca.
que, siendo el leneuaje obra del pueblo, para com-
prenderle, hay que prescindir del lógico, y hacerse
pueblo con él.
CAPITULO XXV

EL ELEMENTO SUBJETIVO

Lo que hay que entender por el elemento subjetivo.-C6mo


se mezcla el dlscurso.-El elemento subjetivo es la parte
más antigua del lenguaje .

. Si es cierto, como se ha supuesto á veces, que el


lenguaje es un drama donde las palabras figuran como
actores y donde lá disposición gramatical reproduce
los movimientos de los personajes, hay que corregir,
cuando menos, esta comparación mediante una cir-
cunstancia especial: el impresario interviene á menu-
do en la acción para exponer sus reflexiones y su sen-
timiento personal, no á la manera de Hamlet que,
aunque interrumpiendo á sus cómicos, permanece ex-
trafio á la obra, sino como hacemos ~osotros mismos
en sueños cuando·somos especta.dores interesados á la
vez que autores de los sucesos. Esta intervención es
lo que yo propongo llamar el lado subjetivo deZ len-
guaje.
Representan este aspecto subjetivo: 1.0, palabras ó
miembros de frase; 2.°, formas gramaticales; 3.°, el
plan general de nuestras lenguas.

Leo, v. gr., en la sección de sucesos de los perió-


dicos: «Ayer ocurrió un descarrilamiento en la linea
de Paris al Havre, que interrumpió la circulación du-
rante tres horas, pero que no ocasionó afortunada-
208 ENSAYO DE SEMÁNTICA

mente ninguna rlesgracia personal.» Es claro que la.


palabra impresa en cursiva no se aplica. al acci-
dente, sino que expresa. el sentimiento del narrador.
Con todo, no nos extraña esta mezcla, porque es
absolutamente conforme á la naturaleza del len-
guaje.
Una porción de adverbios, de adjetivos, de miem-
bros de frase que intercalamos de la misma manera,
son reflexiones ó apreciaciones del narrador. Citaré
en primer término la.s expresiones que denota.n la.
mayor ó menor certidumbre 6 confianza del que ha-
bla, como sin duda, quizá, probablemente, seguramen-
te, etc. Todas las lenguas poseen una provisión de
adverbios de este género: cuanto más retrocedemos
hacia el pasado, mAs encontramos. El griego est~ á,n-
pliamente provisto de tales voces; me contentaré con
recordar la variedad de partlculas de que está sem-
brada la prosa de Platón, y que sirven para matizar
las impresiones ó las intenciones de los interlocuto-
res (1). Se las puede comparar á ademanes hechos de
pasada ó á miradas de inteligencia dirigidas hacia el
oyente.
Un verdero análisis lógico, para justificnr este nom-
bre, deberla distinguir con cuidado esos dos elemen-
tos. Si digo, hablando de un viajero: cA estas horas
ha llegado sin duda», sin duda no se refiere al viajero,
siRO á mi. El anAlisis lógico, como se practica en las
escuelas, se ha visto embarazado á veces por este ele-
mento subjetivo: no ha tenido en cuenta que todo dis-
curso un poco 'animado puede tomar el carácter de un
diálogo con el lector. Tales son esos pronombres in-
tercalados en un relato, en que el narrador parece
POR MIGUEL BRÉAL 209

encarnarse repentinamente con su auditorio. La Fí\n-


taine era aficionado á ellos:
r- di vous prend aa oognée: il vous tranche la tete.'
Se los ha llamado cexpletivos-, y en efecto, no
forman parte de la narración, lo cual no impide que
correspondan á la intención primera del lenguaje.
Por no haber tenido en cuenta este elemento subje-
tivo, se han comprendido mal ciertas palabras de las
lenguas antigua!!. Un lingüista conteDlporáneo, y no
de los inferiores, tratando del adverbio latino oppido,
S6 niega á creer que sea el ablativo de un adjetivo
equivalente á csólido, firme, seguro (1)-. Pregunta
cómo puede conciliarse este sentido con frases como
oppido interii, opido oecidimus. Pero es que hay que
tomar en consideración el elémento subjetivo. Nos-
otros decimos de igual manera: cEstoy perdido segu-
ramente-, Ó en alemán: ieh bin sieherlieh verloren, lo-
cuciones en que habría una especie de contradicción
en los términos, de atenerse al texto exclusivamente.
Lo mismo ocurre con el adverbio al~mán fast, que
significa ccasi-, pero que denotaba antiguamente una
idea de fijeza ó de certidumbre. Se decia: vaste ruofen,
cllamar fuerte-, vaste zwilJeln, cdudar mucho-.-cHe
rezado por él mucho é intensamente-. leh habe lange
und fast filr ihn gebeten (Lutero).-Si se le toma en
sentido de ccasi-, es porque representa una frase como
ieh glaube fast, ieh sage fast, cyo creo firmemente-. Lo
mismo ha sucedido con ungefiihr, que adquiere su ver-
dadera Etignificación, si se completa en esta forma.:
csin temor de engafiarme-.-Asi en latin paene, fel'-
me, quieren decir ccasi-, aunque el primero es próxi-

(1) Compárese con el griego ~m~, «sólido •.


14
210 ENSAYO DE SEMÁNTICA

mo pariente de penitus, y el segundo una variante de


firme¡ pero hay que restablecer las locuciones comple-
tas: paene opinor, firme credam (1).
La trama del lenguaje está bordada continuamente
de estas palabras. Si llego á formular un silogismo, .las
conjunciones que marcan los diferentes miembros de
mi discurso se refieren á la parte subjetiva. Se dirigen
al entendimiento, le toman por testigo de la. verdad y
del encadenamiento de los hechos. No son, pues, del
mismo orden que las palabras que me sirven para
exponer los hechos mismos.

Pero nuestras lenguas no se detienen ah!. La mez-


cla de los dos elementos es tan intima, que de ella trae
su origen una porción importante. de la gramática.
Donde más visible es esa mezcla es en el verbo.
Se adivina que queremos hablar de los modos. Los
germánicos griegos lo habian comprendido bien; dicen
que los modos sirven para denotar disposiciones del
alma, 6t«6tQE~ 4ux.'lI;. En efecto: una locución como DEOl
&rEV contiene dos cosas muy distintas: la idea de un au-
xilio prestado por los dioses, y h~ idea de un deseo ex-
presado por el quehablá. Esas dos ideas han penetra-
do en cierto mo~o la una en la otra, puesto que la
misma palabra que marca la acción marca también el
deseo del que habla. La simple palabra: '1:E6VCli"K, cuti-
nam moriaris- (Homero), sobre expresar la idea de
morir, expresa también el deseo del que profiere esa
imprecación. Tal es, sin ninguna duda, la significación
primera del optativo.
Pero el optativo no es el único modo de esa especie.

(1) Sobre paene, véase Mém. de la Soco de ling., V, p. 433.


POR MIGUEL BRÉAL 211

El subjuntivo mezcla también con la idea de la acción


un elemento procedente de las llt46~0'Eu; '¡'uXY\<;· Anda muy
cerca del sentido del optativo. Según las investigacio-
nes más recientes, parece que en los Vedas el optativo
fué el modo preferido para ciertos verbos, el subjunti-
vo para otros, sin que haya matiz bastant~. claro que
los distinga (1). Esa abundancia de formli~'revela el
impC?rtante puesto que concedla el lenguaje al elemen-
to subjuntivo. Las lenguas que, como el griego, han
conservado uno y otro modo"han tratado de,diferen-
ciarlos. Pero la mayorla de los idiomas, un poco em-
barazados con ese exceso de riqueza, han fundido op-
tativo y subjuntivo.

El futuro latino está tan cerca del subjuntivo y del


optativo, que se confunde con ellos en ciertas personas.
Inveniam, experiar, son ad Zibitum, futuros ó subjun-
tivos. Hay' ah! una justa apreciación de la naturaleza
de las cosas. Anunciar lo que será no es otra cosa, en
el fondo, en la mayorla de las cosas humanas, que ex-
presar nuestros deseos ó nuestras dudas. Se compren-
d3 que antiguamente se confundieran esos matices.
Abundantes ejemplos demuestran que entre el futuro
y el subjuntivo no habia ningún limite preciso. Asi, la
diferencia entre los tiempos y los modos desaparece á
los ojos del historiador de la. lengua (2). Los que en
nuestros dias han emitido la. idea extraordinaria de que
(1) Delbrück, AUindische Synta:r:, § 172; Whitney, Indische
Grammatik, § 572.
(2) 0611. EO'~'ttll, OOOE Y!VIl'ttll.-01J 'ltW Y&!v, oUllt T8w(J.tll.-E! oÉ ~
poi¡ OWWQ'IV, E"(W CE ~v CLlrt~ Hbl(UlI, etc. Véase Tobler, Uebergang
zwischen Tempus und Modus, en la Zeitschrift für l'Olkerpsy-
chologie, 11, p. 32. Véase también Mém. de'la Soco de ling., VI,
pág. 409.
212 ENSA.YO DE SEMÁNTICA.

el optativo se inventó como modo de lo. irreal (der


Nichtwirklickkeit) atribuían á las antiguas generacio-
nes la. misma ,fuerza de concepción que se admira en
los creadores del álgebra. Pero el lenguaje, en esos
tiempos remotos, tenía aspiraciones menos altas y mi-
ras más practicas.

No falta el elemento subjetivo en la gramátiCa de


nuestras lenguas modernas.
El francés, para expresar un deseo, se sirve del sub-
juntivo: Dieu VOU8 entendel-Pui88iez·vous réu8sirl Al-
gunos lógicos, para justificar el empleo del subjuntivo,
han supuesto una elipsis: e Yo deseo que Dios os
oiga.-Yo deseo que podáis salir adelante .... En rea-
lidad, el francés se halla tan lejos de haber renuncia-
do á ese elemento subjuntivo, que ha encontrado nue.'
vas formas para expresarle. Si quiere enunciar la
acción con un pensamiento secreto de duda, tiene gi-
ros como estos: VOU8 8eriezd'at,i8 que ... Nous serions
done amenés d eette .conclusion ... ( e Vd. opinaria que ...
Vendríamos, pues, á parar a esta conclusión .... ) EJi
esas frases no es una condición lo que expresa el ver-
bo, sino un hecho considerado como incierto. El condi-
cional ha heredado, pues, algunas de las aplicaciones
mAs delicadas del subjuntivo y del optativo.
El discurso indirecto, con sus reglas variadas y com-
plicadas, es como un transporte de la acción á otro
tono. Lo que, entre los modernos, consigue la lengua
escrita mediante las comillas, lo marcaba la lengua
hablada por las formas diversas del verbo. El subjun-
tivoy el optativo tenían allí su puesto natural, toda
vez que en el conjunto del discurso hallábase difundi-
da necesariamente cierta duda.
POR MIGUEL BRÉAL 213

Nos falta hablar del :r;nodo en que aparece más pro-


nunciado el elemento subjetivo: el imperativo. Lo que
caracteriza al imperativo es unir á la idea. de la acción
la idea de la voluntad del que habla. Verdad es que
en balde se buscarla, en la mayoría de las formas del
imperativo, las silabas que expresan especialmente
esa voluntad. Los encargados de expresarla son el
tono de la voz,· el aspecto de la fisonomía, la actitud
del cuerpo. Es imposible hacer abstracción'i"'~e estos
elementos que, aunque carezcan de notación~n la es-
critura, no por eso deJan de formar parte esencial del
lenguaje. Ciertas formas del imperativo, como se
sabe, son comunes á él Y al indicativo. No hay, sin
embargo, ninguna razón para mirarlas como toma-
das del indicativo. Yo me inclino á creer, al contra-
rio, que el primero en fecha es el imperativo, y que,
al revés de lo que se ensena, alU donde hay identidad,
el indicativo es el que vive de prestado. Quizá esas
formas tan breves, como YOt, -¡venIa, Oóc;, -da-, ni\'tE,
-¡parada!, son lo más antiguo de la conjugación.

Hemos aludido al desdoble de la personalidad hu-


mana. Hay en la conjugación sáncrita y zenda una
forma gramatical en gue ese desdobl~ se ve bien al
descubierto: me refiero á la primera persona del sin-
gular del imperativo, como braviini, -invoque yo-,
staviini, -celebre yo-. Por rara que pueda parecernos
una forma de mando en que la persona que habla se
da órdenes á si misma, nada más conforme con la na-
turaleza del lenguaje (1). Esa primera persona dice

(1) Se ha preguntado si esa primera persona en ni es anti·


gua ó si es una adquisición relativamente reciente. Su presen-
cia en zend, donde tiene una forma correspondiente en ne,
214 ENSAYO DE SEMÁNTICA

más brevemente lo que se expresa en otras lenguas


de un modo más ó menos indirecto. El francés em plea
el plural. Los pastores de Virgilio se interpelan á sf
mismos en la segunda persona:
(Insere nunc, Metiboee piros; pone ordine vites!)

Se debe comprender ahora por qué ha sido siempre


tan düfcil dar una definición exacta y completa del
verbo. Aquf también son los antiguos los que han ido
más acertados. Los modernos, al definir el verbo cuna
palabra que expresa un estado ó una acción-, dejan
fuera- una gran pa.rte de su contenido, la 'Parte más
delicada y más caracterIstica.

Si de los modos y de los tiempos pasamos á las per-


sonas del verbo, las cosas son aún más visibles.
El hombre está tan lejos de considerar el mundo
como observador desinteresado, que se puede estimar,
á la inversa, que la parte que se ha otorgado á si mis-
mo en el lenguaje, es enteramente desproporcionada.
De tres personas del verbo, hay una que él se reserva
en absoluto (la que se ha convenido en -llamar la p1'i-
me1'a). Ya de ese modo se opone él mismo al universo.
En cuanto á la segunda., no nos aleja aún mucho de
nosotros mismos, puesto que la segunda p('rsona no
tiene otra razón de ser que verse interpelada por la
primera. Cabe, pues, decir que sólo la tercera persona
representa la porción objetiva del lenguaje.
Aquf aún es licito suponer que el elemento subjetivo
es el más antiguo. Los lingüistas que han tratado de

puede hacer creer que es antigua. Tendrfamos aquí un resto


arcaleo que, no ligándose ya á nada, ha desaparecido más tarde
del uso casi en todas partes.
POR MIGUEL BRÉAL 216
, descomponer las flexiones verbales deber[an advertir-
lo: mientras que la tercera persona se deja explicar
bastante bien, la primera y':a segunda son las que
oponen más dificultades al análisis etimológico.
Una ,observación análoga puede hacerse sobre los
pronombres. No ha bastado un pronombre eyo»: ha
hecho falta aún un pronombre especial para indicar
que el yo toma parte en una acción colectiva. Ese es
el sentido del pronombre nosotros, que significa. eyo y
ellos, yo y vosotr:os., etc. Pero no basta aún: en mu-
chas lenguas se ha necesitado un número expresa-
mente para indicar que el yo entra por una mitad en
una acción de dos. Ese ,es el origen y la verdadera
razón de ser del duaZ en la conjugación.
Con esto se empezará á ver bajo qué punto de vista
ha dispuesto el hombre su lenguaje. La palabra no ha
sido hecha para. la. descripción, para la narración,
para las consideraciones desinteredadas. Expresar un
deseo, intimar una orden, denotar una. toma de pose-
sión sobre las personas ó sobre las cosas-esos em·
pleos del lenguaje han sido los primeros.-Para mu-
chos hombres son aún casi los únicos ... Si descendié-
semos uno ó varios grados, y si buscásemos los co-
mienzos del lenguaje humano en el lenguaje de los
animales, veriamos que en éstos reina sólo el elemento
subjetivo, que es el único expresado, y el único com-
prendido, que agota su facultad de entendimiento y
toda la materia de sus pensamientos.
No se trata, pues, de un accesorio, de una especie
de superfetación, sino, al contrario, de una parte esen-
cial, y del fundamento primordia~, sin duda, á que se
ha afiadido sucesivamente todo lo restante.
CAPITULO XXVI

EL LENGUAJE, EDUCADOR DEL GÉNERO HUMANO

Papel del lenguaje en las operaciones de la inteligencia.-


Dónde reside la superioridad de las lenguas indo-europeas.
':""Qué puesto debe ocupar la lingüística entre las ciencias.

No hay motivos para temer que se desestime nunca


la importancia del lenguaje en la educación del géne-
ro humano. Podemos remitirnos sobre esto al parecer
de las madres: su primer movimiento' es hablar al
nUlo; su primera alegria oirle hablar. Vienen después
los maestros de todos los grados y de todas las espe-
cies, cuyo arte supone siempre el lenguaje, si es que
no se confunde con él enteramente. En todo pals, en
la antigüedad como en nuestros días, en la China y en
la India como en Atenas y en Roma, la lengua sumi-
nistra á la vez el instrumen~o y la materia de la pri-
mera enseflanza.
Este acuerdo universal tiene su razón de ser: no es
dificil comprender el influjo que ejerce el lenguaje
sobre el espíritu, si se recapacita que nadie le recibe
enteramente hecho y como de una pieza, sino que cada
cual tiene que reconstituirle de nuevo. Hay aquí un
aprendizaje que, aunque sustrayéndose á las miradas
y desconocido del mismo que á él se entrega, no deja
de ser una especie de training-school de la humanidad.
Si es cierto que las mejores enseflanzas son las que
nos obligan á hacer más por nuestra cuenta, ¿qué es-
tudio más provechoso puede concebirse p..ra el ni!!.o?
POR MIGUEL BRÉAL 211

Sólo para. reconocer la palabra, ¿cuánta atención


no es menester? Porque se trata de desprenderla de lo
que antecede y de lo que sigue, se trata de distinguir
el elemento permanente de los elementos variables y
de comprender que el elemento permanente nos es
confiado, en algún modo, pva manejarle á nuestra
vez y para someterle á las mismas variaciones. ¿En
qué ocasiones, en qué circunstancias, según qué mo-
delos? Las más de las veces nadie nos lo advierte; á
nosotros nos toca descubrirlo. La frase más sencilla es
una invitación á descomponer el pensamiento, y á ver
lo que aporta cada palabra. El adjetivo y eJ verbo son
las primeras abstracciones comprendidas por el niflo.
Los pronombres yo y tú, mio y tuyo, que, al cambiar
de beca, se transforman uno en otro, contienen su
primera lección de psicologla ...
A medida que se avanza en este aprendizaje, la en-
sefianza sube un grado ..
Representémonos el esfuerzo que debían exigir las
lenguas antiguas, aun para h&blarlas medianamente.
Para las diversas declinaciones habla que establecer
series en que ciertas flexiones se correspondlan sin ase-
mejarse, y otras, que se pareclan, deb!an permanecer
separadas. Una clf!,Sificación análoga. era indispensa-
ble para las personas, los tiempos y los modos (1).
Hay ah! todo un capitulo de vida interior que se re·
produc1a con cada individuo. El pueblo llevaba, pues,
en si una gramática no escrita, en la cual se desliza·
ban, sin duda, errores y faltas, pero que no por eso
dejaba de tener á la postre cierta fijeza, puesto que

(1) H. Paul, Principien der Sprachgeschichte. 2.- edic., pá-


gina 24. Véalle también 1011 elltudiosde Steintbaly LazarulI, en
IIU Diario.
218 ENSA.YO DE SEMÁNTICA.

esas lenguas se transmitieron de generación en gene·


ración durante siglos.
Cuando consideramos el trabajo que cuestan hoy
esas mismas lenguas antigua~, nos sorprendemos algo.
Pero hay que pensar que la educación de la lengua
materna tiene la ventaja de hacerse á todas las horas
del día y en todos los lugares, que cuenta con el esti-
mulante de la necesidad, que se dirige A inteligencias
frescas, y que, en fin, ofrece el carácter único de aso-
ciar las palabras á las cosas, y no las palabras de
una lengua á lasopalabras de otra lengua. Las mis-
mas circunstancias militan á favor de todas las len-
guas modernas; gracias á ellas triunfa siempre de los
obstáculos la fnteligencia infantil. No quiero decir,
con todo, que el curso del tiempo no pueda acarrear
dificultades de tal índole que desconcierten á las nue-
vas generaciones. Pero entonces, según ose ha vis-
to (1), la inteligencia popular sale del paso de la ma-
nera m~s sencilla: hace desaparecer la dificultad por
via de analogía, de unificación, de supresión. Como el
pueblo, en esta materia, es á la vez discípulo y maes-
tro, lo que él cambia, unifica ó anula, se hace la regla
del porvenir. -r
Nuestros idiomas modernos, de menos complicación
formal, no están exentos de ella, sin embargo. La
complicación, además, ha recaido sobre otro punto. Se
trata de aprender á emplear palabras casi vacías de
sentido, palabras tan abstractas y «serviles-, que
puede uno olvidar su existencia durante toda la vida,
sin dejar de colocarlas en el lugar conveniente. Se ob-
serva aquf una inteligencia llegada al estado de ins-
tinto, semejante á la que guia los dedos de la encaje-
ra, que maneja sus bolillos sin mirarlos.
(1) Véase los capltulos 1, VI Y VIII.
POR MiGUEL BRÉAL 219

si hubiese que enumerar y explicar todos los usos


de nuestras preposiciones, se llenaria un volumen. El
diccionario de Littré, pará la sola pal~bra d, no tiene
menos de doce columnas (1). Sin embargo, el pueblo
se desenvuélve sin dificultad en ese aparente caos. Y
no es, como hemos visto, gracias á una noción más ó
menos clara, del valor del vocablo: si los lingüistas
no pueden dar una defioición que convenga á todos los
usos, menos el pueblo. Este se deja dirigir por cierto
número de locuciones que retiene la memoria y que
sirven de modelos. As! se conservan y propagan los
giros de la lengua: la invención trabaja siempre sobre
un fondo ya existente.
¿Quién no ha admirado alguna vez los giros impre-
vistos de la lengua PC?pular? Sobre el placer que siem-
pre se experimenta en presencia de un hallazgo, los
de esta especie tienen aún la ventaja de dejar ver los
caminos por donde ha pasado la inteligencia. Sobre
todo en las ocasiones en que alguna pasión enardece
el alma y aumenta su fuerza, es cuando pueden ob-
servarse estas improvisaciones del momento.

La inteligencia humana obtiene del lenguaje, para


las operaciones de todas las horas, los mismos servi-
cios que obtiene de las cifras para el C?álculo. Es una
consecuencia de la fiaqueza de nuestro entendimiento
-fiaqueza bien conocida de todos los filósofos-que
nos es más fácil operar con los signos de las ideas que

(1) «La fatalidad del orden alfabético quiso que, para estre-
narme. tuviese que tratar la preposición d, palabra laboriosa
entre todas, y de que no salf satisfecho.» Littré, Comment j'ai
fait mon DkUonnaire. .
220 ENSAYO DE SEMÁNTICA

con las ideas mismas (1). Antes de la invención de la


escritura los hombres contaban por medio de piedras.
Sin duda, ha sido menester que la idea precediese;
pero esa idea es vacilante, fugitiva, dificil de trans-
mitir; una vez incorporado á un signo, estamos más
seguros de poseerla, de manejarla á voluntad y de co-
municarla á otros. Tal es el servicio que presta el len-
guaje: objetiva el pensamiento.
Las voces, después de haber estado asociadas,en un
principio á la concepción, no tardan en hacer sus ve-
ces: comparamos, encadenamos, oponemos los signos,
no las idead. Verdad es que, detrás de esos signos,
subsiste un semi-recuerdo, un cuarto de recuerdo, una
décima de recuerdo de la idea que representan, y te-
nemos interiormente la conciencia de que,si quisiése-
mos, podríamos evocar la idea con su antigua clari-
dad (2). Pero no es menos cierto que, para las opera-
ciones un poco complicadas, para las operaciones que
hay que hacer rápidamente, nos basten los signos. No
sólo nos son necesarias las voces, sino también esas
reuniones de voces que hemos llamado «grupos arti-
culados. (3). El lenguaje se compone de todo eso: nos
hace manejables las ideas, y suministra á la vez los
marcos del razonamiento.
Algunos pensadores le dirigen un cargo sobre este

(1) Se pregu n ta por qué permanece estacionarla la in teligen·


cia de los animales: no hay que buscar en otra parte l.a raz6n.
Los animales no han llegado al punto de incorporar volunta-
riamente so pensamiento i un signo; por ello todo so desarro-
llo ulterior ha quedado detenido en los primeros pasos. El niflo
idiota no habla: no es que le falten los órganos de la palabra;
es que ha sido superior á sus fuerzas el trabajo interno de ob-
servaci6n y de olasificación que permite ligar la idea al signo·
(2) Talne, De l' Intelligence, lib. 1, cap. 111.
(8) Oapltolo XVII.
·POR MIGUEL BRÉAL 221
punto .• Cada palabra representa, efectivamente, una
porción de la realidad (1), pero una porción toscamen-
te cortada, como si la humanidad hubiese hecho esos
cortes mirando á su comodid~d y á sus necesidades,
en vez .de seguir las articulaciones de la realidad.-
Supóngase fundado el cargo por un momento; ¡Qué
poco vale comparado con el inmenso servicio ·hecho á
la masa de los hombres! Por imperfecto que sea, el
lenguaje se adelanta á la mayoría de nosotros; nece-
sitamos tiempo para alcanzarle. ¡Cuán pocos serian
capaces de proceder por si mismos é. esós cortesl He-
mos visto, por otra parte, que sus contornos no son
ta.n resistentes que no puedan plegarse ó e!lsancharse
para adaptarlos á nuevas diVisiones. Una lengu~ filo-
sófica, al contrario, una lengua nacida de un sistema,
donde cada palabra quedase delimita4a para siempre
por' su definición, y donde la afinidad de las voces se
a~tistase al encadenamiento verdadero ó supuesto de
las ideas, según el plan que se ha trazado diversas
veces, tal lengua puede convenir á algunas ciencias
especiales, como la qulm.ica, pero aplicada al pensa-
miento humano, con su variedad y complejidad, con
sus fluctuaciones y sus progresos, no dejarla· de ser,
al cabo de poco, una traba y una camisa de fuerza. A
medida que aumenta la experiencia del género huma-
no, el lenguaje, gracias á BU elasticidad, se llena de
un nuevo sentido.

Si hubiese que decir dónde reside la superioridad


de las lenguas indo· europeas, yo no la buscarla en el
mecanismo gramatical, ni en los vocablos compues-

(1) BergsoD.
222 ENSAYO DE SEMÁNTICA

tos, ni aun en la sintaxis; creo que está en otra parte:


en ola facilidad que tie~en esa.s lenguas, y desde los
tiempos más antiguos que conocemos, para crear nom-
bres ~bstractos. ExamInense los sufijos que sirven
para este uso: sorprenderá su número y su variedad.
No son privativos de tal ó cua1leng~a, sino que se en-
cuentra igualmente en latín, en griego, en sánscrito,
en zend, en todos los idiomas de la familia. Son, pues,
.anteriores; de suerte que, imitando las denominacio-
nes de otra ciencia, que marca las épocas por los mo-
numentos que las p~rpetúan, podriamos. hablar de un
periodo de los sufijos, periodo que supone de toda ne-
cesidad cierta fuerza de ,abstracción y de reflexión. La
presencia de esos nombr~s en gran número, as! como
la pósibiiidad de formar otros con arreglo al mismo
tipo, es lo que ha hecho á las lenguas indo-europeas
tan á propósito' para todas las operaciones del pensa-
miento (1). Aun hoy nos servimos de los mismos me-
dios, á los cuales apenas han aJiadido algo las edades
posteriores. Si quisiésemos escrutar los procedimien- °

tos de que. usa la literatura mAs moderna para reno-


var los recursos y los colores de su estilo, verIamos
que recurre á esas mismas abstracciones cuyos pri-
mer~s ejemplares son contemporáneos de los vedas y
de Homero.
No es menester para eso imaginar inteligencias
transcendentes. Cabe distinguir diversos grados en la

(1) Se adivina de qué utilidad han sido esos sufijos para la


lengua filosófica. El griego, combinando los dos pronombres
'ltod'Ól¡" y 'ltoro~ con un sufijo abstracto, hace 'ltoaó't1'¡(", da canti·
dad». y 'ltOlÓ't"K, da cualidad». Lo mismo, en laUn, quatitas y
quantitas. En eAncrito, el pronombre tat, cesto •• combinándo·
se con el sufijo abstracto tvam, da el sustantivo tattvam da
realidad».
POR MITGUEL BRÉAL 223

abstracción. El grado de que se trata aquí se relacio-


na. más con la. mitología que con la metafísica. Es de
la misma especie que cuando el pueblo habla de una
enfermedad que reina ó de la electricidad que corre
por un hilo. Las abstracciones creadas por el pensa-
miento popular toman para él una especie de existen-
cia. El mundo se ha llenado de esas entidades. La for-
ma de la frase, donde todos los sujetos se representan
como agentes, es un testimonio subsistente aún de ese
estado de espiritu. El lenguaje y la mitologia han sa-
lido de una sola y misma concepción. Asi se explica,
como ya se ha dicho, que la mayoria de los nombres
abstractos sean femeninos: son del mismo sexo que
esas innumerables divinidades que poblaban el cielo,
la tierra y el agua; Aun hoy-tal continuidad tienen
las cosas-los que discurren sobre la Materia, la Fuer-
za, la Sustancia, perpetúan más ó Dlenos ese antiguo
estado mental.

Habituados como estamos al lenguaje, no nos figu-


ramos fácilmente la acumulación de trabajo intelec-
tual'que representa. Mas, para convencerse de ello,
basta elegir una página de cualquier libro, y tachar
todas las palabras que, no correspondiendo á ninguna
realidad objetiva, resumen una operación de la inteli-
gencia. De la página en cuestión no quedará casi nada.
El campesino-que habla del tiempo y de las estaciones,
el comerciante que elogia su surtido de géneros, el
nifio que presenta sus notas de conducta ó de progre-
BO, se mueven en un mundo de abstracciones. Las pa-
labras número, forma, distancia, situación ... son otros
tantos conceptos de la mente. El lenguaje es una tra-
ducción de la realidad, una transposición en que los
224 ENSA YO DE SEMÁNTIOA

objetos figuran ya generalizados y clasificados por el


trabajo del pensamiento.

¿Hay en Europa lenguas que sean más favorables


que otras para el progreso intelectual? Salvas ligeras
diferencias, se puede responder que no. Todas (ó casi
t.odas) han salido del mismo origen, se han construido
con sujeción al mismo plan, han bebido en las mis·
mas fuentes, se han inspirado más ó menos en los mis-
mos modelos, se han perfeccionado por la misma edu-
cación. Son, pues, capaces de expresar las mismas
cosas, aunque ya en los limites de ese estrecho paren-
tesco sea posible observar aptitudes especiales. Pero,
si se quisiese palpar el auxilio que el lenguaje presta á
la inteligencia y el giro particular que la impone, ha-
b,ria que traer á comparación algún idioma del Africa
.central ó algún dialecto indlgena de América. En bra-
silefio la sola palabra tuba significa: 1.°, él tiene un
padre; 2.°, su padre; 3.°, él es padre. En realidad tuba
qui€lre decir cel padre-. Es el habla de un nifio. Aun
idiom.as provistos de una rica literatura no siempre
son un apo~o suficiente para el pensamiento. En chi·
no, esta frase: sin hi thien~ puede traducirse: 1.0, el san-
to aspira al cielo; 2.'», es santo aspirar al cielo; 3. 0 , es
santo el que aspira al cielo. El chino dice simplemen-
te: santo aspirar cielo (1). El servicio que nos hacen
nuestras lenguas es imponernos una forma que nos
obliga á la precisión.

Se ha llamado al lenguaje un organismo, palabra


hueca, palabra falaz, palabra prodigada hoy, y em-
pleada siempre que se quiere eludir la investigación

(1) Misteli en el Diario de T~chmer, t. n.


POR MIGUEL BRÉAL 226
de las verdaderas causas. Puesto que ilustres filólogos
han declarado que el hombre no entraba para nada
en la evolución del lenguaje, que no era capaz de mo-
dificarla en nada, ni de afiadir nada, y que lo mismo
valdrla tratar de alterar las leyes de la circulación de
la sangre; puesto que otros han comparado esa evolu-
ción á la curva de los obuses ó A la órbita de los pla-
netas; puesto que hoy esto ha llegado A ser verdad
corriente y transmitida de libro en libro, me ha pare-
cido útil refutar estas afirmaciones y acabar con esa
fantasmagoria.
Nuestros padres de la escuela de Condillac, aquellos
ideólogos que, durante cincuenta afios, fueron blanco
de cierta critica, estaban más cerca de la verdad' cuaD-
do dec1an lisa y llanamente que las palabras son sig-
nos. En 10 que erraban era en referirlo todo Ala razón
discursi va y en tomar el latin por tipo de todo lengua-
je. Las palabras son signos: no tienen más existencia
que las sefiales del telégrafo aéreo ó los puntos y las
rayas ( . - ) del telégrafo 1)Iorse. Decir que el len-
guaje es un orgallismo es oscurecer las cosas y arro-
jar·en los esplritus una semilla de error. Con la misma
razón podria decirse que la escritura es también un

organismo, po.rque la vemos modificarse al través de
las edades, sin que ninguno de nosotros en particular
tenga una acción muy sensible sobre su desarrollo. Se
podria decir que el canto, que la religión, que el dere-
cho y todo lo que compone la vida humana forman
otros tantos organismos.
Si se toma la naturaleza en el sentido más amplio,
comprende evidentemente al hombre y las produccio-
nes del hombre. La historia de los usos y costumbres,
de la habitación, del traje, de las artes, la historia so-
cial también y la historia poUtica, formarAn parte,
15
226 ENSAYO DE SEMlNTICA

como el lenguaje, de la historia natural. Pero, si se


admite una diferencia entre las ciencias históricas y
las ciencias" naturales, si se considera al hombre como
materia de un capitulo aparte en nuestro estudio del
universo, el lenguaje, que es obra del hombre, no po-
drá quedar fuera de ese capitulo, y la lingüistica, por
una consecuencia necesaria, formará parte de las
ciencias históricas. Porque si á causa de la fonética
que estudia los sonidos de la, lengua, los cuales son
producidos por la laringe y la boca, hubiese que refe-
rir la lingüistica á las ciencias naturales, nada podría
impedir que se incluyese en éstas todo lo demás, por-
que las producciones humanas, sean las que. quieran,
proceden, en último análisis, de los 'órganos del hom-
bre y á sus órganos se dirigen.
La semántica pertenecerá con mayor razón al orden
de las investigaciones históricas. No hay un solo cam-
bio de sentido, una"sola modificación de la gramática,
una sola particularidad de sintaxis que no deba con-
tarse como un pequelio acontecimiento de la historia.
,¿Se dirA que falta la libertad en este dominio, porque
:yo no soy libre de cambiar el sentido de las palabras,
ni de construir una frase con arreglo á una gramátic~
:privativamente mia? Hemos mostrado que esta limi-
tación de la libertad se debe á la necesidad de ser
eomprendido, es decir, que es del mismo género que
las demás leyes que rigen nuestra vida social. Es que-
rer confundirlo todo hablar aquí de leyes naturales ...
He llegado al término de mi trabajo. Advertido por
el ejemplo, he evitado las comparaciones sacadas de
la botánica, de la fisiología, de la geología, con el
mismo empelio conque otros las buscaban. Mi expo-
sición es más abstracta, pero creo poder decir que es
más verdadera.
POR MIGUEL BRÉAL 227

No quiero ser injusto con la teorla que, no sin brillo,


babia clasificado la lingülstica entre las ciencias de la
naturaleza. En un tiempo en que esas ciencias gozan
justamente del favor del público, era un acto de háb.il
pol1tica. Era también imponer 'á los lingüistas el deber
de redoblar la exactitud de sus observaciones. En fin,
esa idea contenia precisamente la dosis de paradoja
necesaria para excitar la curiosidad. Si se hubiese di-
cho: desarrollo regular, marcha constante, nadie hu-
biese hecho aprecio. Pero leyes ciegas, precisión astro·
wnómica: he ah! ya estimulada la atención general.
No creo engaf1arme, sin embargo, al decir que la
historia del lenguaje, referida á 'leyes intelectuales,
no sólo es más verdadera, sino_ de mayor interés: no
puede ser indiferente para nosotros ver cómo, en me-
dio del azar ~parente que reina sobre el destino de las
pu.labras y de las formas del lenguaje, surge una serie
de leyes, cada una de las cuales corresponde á. un
progreso de la inteligencia. Para el filósofo, para el
historiador, para todo hombre atento á. la marcha de
la humanidad, es un placer reconocer ~e aflujo de
inteligencia que se deja sentir en la lenta renovación
de las lenguas.

FIN DE LA SEMÁNTICA
¿QUÉ SE LLAMA PUREZA DE LA LENGUA (I)?

Próximamente con este titulo aparecia, hace algu-


nos afios, un trabajo del profesor sueco, Adolfo No-
reen, que llamó inmediatamente la atención por la.
independencia de sus puntos de vista. Traducido al
alemán, ha sido objeto de criticas y discusiones. Va-
mos á decir, por' nuestra parte, lo que pensamos de
él; pero tenemos el placer de declarar de antemano
que, en lo tocante al fondo de las ideas, estamos de
acuerdo con el autor.
El Sr. Noreen es profesor de fllologia escandina-
va en la Universidad de Upsal. Familiarizado con to-
dos los métodos y todos los resultados de la lingUIsti-
Ca moderna, su reputación bien cimentada de sabio
no puede menos de aumentar la autoridad de sus con-
sideraciones y de sus juicios. Vamos á resumirlos
para. el lector francés, pero sin creernos obligados á
atenernos estricta.mente al trabajo que nos sirve de
guia, y sustituyendo en ocasiones sus ejemplos con
ejemplos sacados de lluestra propia historia.
Empecemos por decir que algo de verdad debe ha·
ber en esa idea de pureza, para que haya preocupado

(1) A. Noreen, Om sprakriktighet, segunda edición. Uplal.


W. SchuUz, 1888. En la8 Indogermanische Forschungen, t. 1,
le ha publicado una traduccióu alemana por Arwid Jo-
hannlon.
POR MIGUEL BRÉAL

á tantos espiritus, en antiguos como en 108 moder-


10B
nos tiempos. Pero no es fácil justificar á los. ojos de la
razón lo que el sentimiento nos dice sobre este punto.
En cuanto se quiere formular algunos principios, los
espiritus se dividen y empieza la incertidumbre. Los
artistas y los poetas no hablan del particular más que
por instinto; los lingüistas, al querer aportar al casu
sus luces, aportan al mismo tiempo sus sistemas. Vea-
mos si es posible introducir un poco de claridad, de-
jando á un lado ideas preconcebidas.
,

Un primer punto qu~ debe examinarse es el concer-


niente á las palabras extranjeras. 1
Muchas preocupaciones obstruyen el camino. La
primera de todas, ó, para hablar como Bacon, el pri~
mer .ídolo-, aquel de quien derivan todos los otros,
es ver en la pureza de la lengua algo semejante á la
pureza de la raza. Para los que ven las cosas de este
modo, la introducción de una palabra extranjera es
una contaminación: un término inglés ó alemán intro-
ducido en fran.,cés es una mancha impresa en la lengua
nacional. No es entre nosotros donde más abunda esta
manera de ver. Nuestros vecinos, los· alemanes, le-
vantan, desde hace un siglo, barrera tras barrera
para detener la inmigración de los vocablos franceses.
A partir de Adelung no podría contarse el número de
los manifiestos lanzados contra las voces· extran-
jeras (1), ni el de las sociedades que se han propuesto
combatir la invasión. Las palabras extranjeras, ¿me-
recen la animadversión hasta ese punto? ¿No hay que
(1) Uno de los últimos en este género es el del profesor
HenDan Riegel: Ein Haupts1Jck von unserer Muttersprache.
Mahnruf an alZe national ge.rinnten Deutschen, 1884.
230 ENSA YO DE SEMÁNTICA
,
hacer distinciones? ~¿No hay que adoptar un modus
vivendi' ¿,Son igualmente condenables todas las pala-
bras extranjeras?

Cuando recibimos del extranjero un arte, una cien-


cia, una JD.oda, un juego, por lo común entra en su
compafUa el vocabulario de su uso. Es más breve
apropiársele que inventar términos. expresamente
para designar ideas ú objetos que tienen ya su nom-
bre. Al recibir nosotros de Italia cierta música en el
siglo XVII, nuestra lengua musical se llenó de voces
italianas. Al hablar de un adagio, al nombrar una so-
nata, ¿quién piensa aún en / el origen exÓtico de e8as
denominaciones? Los amantes intransigentes de la pu-
reza deberían recordar que una cosa análoga ha pa-
sado en todo tiempo; y puesto que invocan la tra-
dición clásica, se les puede decir que, en este punto,
los antiguos hicieron exactamente lo mismo. Como
los romanos recibieron de los griegos su escritura,
todo lo que se refiere al arte de la escritura es griego,
empezando por scribere y litterae. Y no sólo eso: trá-
tese de ciencia, de derecho, de ritual, de arte militar,
de pesos y medidas, de construcciones, de objetos de
arte, de vestidos, por dondequiera se encuentran en
latIn las huellas de Grecia y los nombres griegos. Si
pudiésemos remontarnos más atrás, verlamos, sin
duda, que muchos términos técnicos que nos parecen
griegos nficieron lejos del suelo de la Hélada; nos con-
ducirIan hacia Egipto y Caldea. AsI los préstamos son
de todas las épocas, son tan antiguos como la civiliza-
ción; porque los objetos útiles para la vida, el mate-
rial de las ciencias y de las artes, asl como las concep-
ciones abstractas que elevan la dignidad del hombre,
POR MIGUEL BRÉAL 231

no se inventan dos veces, sino que se propagan de


pueblo en pueblo, para convertirse en patrimonio co-
mún de la humanidad. Parece, pues, legitimo conser-
varles su nombre. Puesto que las palabras son, á su
manera, documentos históricos, parece poco oportuno
querer suprimir premeditadamente su testimonio.
Los defensores de la pureza no se niegan en abso-
luto á. oir estas consideraciones. Pero si hay que re-
solverse á. tomar el préstamo, recomiendan dirigirse
má.s bien á. una lengua hermana, como quien dice, si
se trata del francés, al italiano ó al espafiol, ó si se
. trata del inglés, al dl;1onés ó al holandés. Se admitirá.
más fá.cilmente estas palabras congéneres, como se
admite de mejor grado (Leibnitz es el que habla) á los
extranjeros que, por sus costumbres y su manera de
ser, se acercan más á. nuestros usos. El consejo es ex-
celente, pero no siempre fácil de seguir, porque si
h¡loY que buscar las cosas necesarias para la vida allf
donde ,se encuentran, no se puede buscar las palabras
más que en los paises que las poseen. Muchos térmi-
nos de la vida parlamentaria son ingleses, porque In-
glaterra ha dado el primer modelo del sistema consti-
tucional. Por otra parta, si el idioma inglés designa
con palabras francesas muchas cosas que se refieren
á las elegancias de la vida, es porque las cosas mis-'
mas han ido de Francia.
Pero, al menos, se ha dicho, hay que modificar las
palabras para que sea dificil reconocerlas y para que
el préstamo no salte á la vista. En otro tiempo cabfa
remitirse tranquilamen~e sobre este punto al uso po-
pular, que no tardaba .en vestir las voces extranjeras
con un' traje que las impedia atraer las miradas. Pero
hoy las cosas han cambiado un poco. La mayorfa de,
las importaciones se hacen, no por la conversación,
232 ' ENI!IA. YO DE SEMÁNTICA

8ino sobre todo y ante todo por intermedio de la len-


gua escrita: las voces extranjeras se presentan á nues·
tra vista en los periódicos ó en los libros antes de ha·
cerse familiarel¡! á nuestros oldos. Por esta razón es
más dificil que sufran grandes modificaciones. Por otra
parte, en una alteración voluntaria hay algo que re·
pugna á nuestras ideas modernas y francesas: cuando
reproducimos los nombres de nuestros antiguos héroes
de la Tabla Redonda con el disfraz que ha tenidoábien
ponerlas la pronunciación de nuestros vecinos, ¿cómo
podiiamos pensar al mismo tiempo en despojar de su
marca deliberadamente á. las invenciones ó las ideas
que son verdaderamente nuevas para nosotros?
Si se trata de términos cientificos, hay un interés
particular en conservarlos bajo la forma en que han
aparecido primeramente. Traducir palabras como te-
Ufono, fon6grafo, so pretexto de pureza, es entorpe·
cer una obra que no vale menos que la homogeneidad
de la lengua: me refiero á la facilidad de las relacio·
nes en la comunidad europea. ¿Valdrla la pena de ha·
ber pedido la unificación de la hora ó la uniformidad
de las tarifas, si después de haber derribado las ba·
rreras materiales, se levantase una m.uralIa para la
inteligencia? Tengo á la vista una gramática latina
publicada en Alemania, cuyo autor ha acometido la
.ampresa de reemplazar todos los términos técnicos,
como declinación, conjugación, indicativo, subjuntivo
-términos consagrados y corrientes en el mundo en-
tero desde hace diez ó doce siglos-por palabras ale-
manas. Asi, el indicativo es die Wirklichkeitsform¡ la
'Voz activa, die Thlitigkeitsart. ¡Todavia si se tratase
de una gramática de la lengua alemana! Pero, puesto
que se trata de una gramática latina, ¿por qué poner
tantos reparos á palabras latinas? Las voces antiguas,
POR MJ.G1T.EL BRÉAL 233
además, tienen la ventaja de haberse reducido á tér-
minos puramente convencionales: traducir ablati"o
por der WoherlalZ sólo sirve para hacer más dificil de
comprender por el nifio el empleo del ablativo con in,
donde es realmente un Wolall.
Los hombres no pertenecen sólo á un grupo étnico
ó nacional: forman parte iguálmente, según sus estu-
dios, su profesión, su género de vida y su grado de
cultura, de'comunidades ideales, que son más gene,ra-
les y mAs limitadas juntamente. El matemático vive
en comercio de ideas con los matemáticos de los de-
más paises. El geólogo francés tiene necesidad de co-
municarse con sus colegas de América ó de Australia.
El negociante quiere saber lo que pasa en el mercado
del mundQ entero. Seria cosa fuera de razón poner
obstáculos, en nombre de una idea de pureza, al em-
pleo de términos que son la propiedad común de los
hombres consagrados á los mismos intereses y á las
mismas investigaciones. La juventud' nos da en este
punto una lección que no ha sido bien comprendida.
So pretexto de que ciertos juegos que han venido de
Inglaterra se hablan jugado en Francia antiguamen-
te, se ha propuesto reemplazar las palabras inglesas
por los antiguos nombres con que nuestros padres los
conocieron; pero esta consideración no parece haber
pesado mucho en el ánimo de los ,aficionados al/oot-
hall ó al lawn·tenni,: han creido, no sin 'razón, que,
para marchar al par con sus émulos británicos, para
estar al corriente de los progresos de su sport, para
comunicar con los maestros en este género y para em-
penar una partida con ellos, llegado el caso, vaUa más
-conocer y manejar su lengua que la de ascendientes,
respetables sin duda, pero á quienes no se verá ya
nunca en la pradera.
234 ENSAYO DE SEMÁNTICA

La adopción de las voces extrafias, para designar


ideas ú objetos procedentea de fuera, y que dan ori-
gen á un cambio internacional de relaciones, no es',
pues, una cosa censurable en sl, y puede justificarse
perfectamente. En semejante caso, lo único que hay
que desear es que la adopción se haga con inteligen-
cia, y que, en el tránsito de un pueblo á otro, no haya.
sustitución de ninguna clase. Su,?ede 'esto más á me-
nudo de lo que se cree: sacada de su medio natural, la
voz adoptada está expuesta á toda especie de defor-
maciones y de equivocos. Asi, el francés cont1'edanse
ha pasado á ser en inglé.s count1'y-dance (baile campe-
sino), y 1'en¿gat se ha convertido en 1'unagate. Proba-
blemente un vago recuerdo de 1'un away, cdesertar.,
favoreció esta extrafia metamorfosis. En la lengua
popular holandesa, un 1'etórico se llama 1'ederijke1',
crico en discurso •.
Como sucede á todos los emigrados, las voces im-
portadas quedan sustraidas á las corrientes de ideas
de la tierra natal. No participan de los cambios que
pueden modificar, en la comarca originaria; el térmi-
no de que son representaci6n; de modo que, cuando al
cabo de un tiempo mAs ó menos largo, vuelve A po-
nerse la copia en presenciadel modelo, ya no se des-
cubre semejanza. El francés loyal y el inglés Zoyal no
expresan ya el mismo sentimiento.
El inglés se ha mostra~o accesible en todo tiempo A
las importaciones. Ha conseguido con ello doblar su
vocabulario, teniendo para una poroión de ideas dos
expresiones, una sajona, otra latina ó francesa. Para
designar la familia, puede decir A su antojo kind1'ed 6
familYi un suceso feliz se dice lucky 6 f01'tunate. Ob-
sesi6n de purismo se necesitarla para desdefiar ese
aumento de riquezas: porque es imposible que entre
POR MIGUEL BRÉAL 235
esos sinónimos no se establezcan diferencias que sean
otros tantos recursos nuevos para el pensamiento ...
Pero es claro que esas mezclas son productos de la
historia, no adquisiciones reflexivas y premeditadas.
Cuando se va al fondo de la repulsión que las pala-
bras extraflas inspiran á espiritus excelentes, se ve que
e.i debida á asociaciones de ideas, á recuerdos históri-
cos,. á miras poUticas, en que la lingUIstica tiene poco
que ver. A los puritistas alemanes la presencia de las
palabras francesas les recuerda una época de imita-
ción que querr1an borre:r de su historia. Los filósofos
helenos que proscriben las palabras turcas del voca-
bulario continúan á su modo la guerra de independen-
cia. Los checos que llevan su ardor hasta el punto de
querer traducir los nombres propios alemanes para no
dejar rastro de una lengua soportada demasiado tiem-
po, asocian á su obra de expurgación la esperanza de
una próxima autonomia. El purismo,. en semejante.
caso, sirve de etiqueta á aspiraciones ó á resentimien-
tos que pueden ser legitimos en si, pero qu.e no deben
permitirnos hacernos ilusiones sobre la razón última
de esa campafla lingllistica. Una nación que recibe con
simpatia las ideas de fuera no teme acoger las pala-
bras con que éstas suelen designarse. !Jo que hay que
.conde~ar es el abuso: y el abuso seria acoger bajo
nombres extranjeros lo que poseemos ya. El abuso se-
ria también emplear las palabras extranjeras en todas
ocasiones y delante de cualquier auditorio.
Para encontrar la verdadera medida, hay que re-
cordar que el lenguaje es una obra en colaboración, en
que el oyente entre por tanto como el que habla. Tal
palabra extranjera, que estará en su punto si me di-
rijo á especialistas, parecerá una afectación ó será una
oscuridad si tengo delante de mi un público no illicia-
236 ENSAYO DE SEMÁ.NTICA.

do. A mi no me extrafia encontrar palabras inglesas


en un articulo sobre las carreras de caballos ó sobre
las minas de carbón; pero el que lee una novela ó asis-
te á una representación teatral pide que se hable una
lengua inteligible para todo el mundo. No hay, pues,
solución uniforme para esta cuestión de ]as voces ex-
tranjeras¡ las Sociedades que se dedican á depurar el
idioma no pueden pen!laf legitimamente más que en la
lengua de la conversación y de la literatura. En cuan-
to llevan más lejos sus pretensiones, no hacen ya más
que una obr~ inútil y embarazosa.

Cuando se trata de nuestra vida moral, la presencia


de las palabras extranjeras puede hacer la impresión
de una disonancia. Cuanto más Intimos son los senti-
mientos expresados, más se estrecha el circulo lingüis-
tico. Hay en eso para el lector ó el oyente un placer
intelectual de naturaleza muy delicada. Asi como las
antiguas amas de casa cifraban su honrilla en no con-
sumir mis que la leche de su establo y los frutos de su
huerta, un espiritu delicado es sensible á un lenguaje
en que todo procede del mismo terrufio y en que se en-
cuentra difundido por todas las palabras un aire de fa-
miliaridad y de parentesco. Ese placer puede hacerse
muy vivo cuando el escritor expresa, en ese lenguaje
llano, sentimientos generosos ó pensamientos graves.
'Parece que se experimenta entonces la misma impre-
sión que cuando se ve una acción hermosa realizada
con sencillez. Se tiene al par el vago sentimiento de
que. todo eso no podla ser desconocido de nuestros pa-
dres, puesto que poseian ya todo lo que se necesita
para decirlo, y de que somos, por consecuencia, hijos
de una nación muy antigua y muy noble. En caso se-
POR MIGUELBRÉAL 237

mejante, el empleo de una palabra extranjera, no sólo


es inmotivado, sino nocivo. Es lo que habla compren-
dido ya el autor de la Superioridad del lenguaje fran.
cis, cuando decia de las palabras italianas, tan nume-
rosas entonces entre nosotros, que etan-cnon pas
franttois, maiB gdte·tran~ois~ (1).
Puede parecer pueril querer limitar el vocabulario
A las palabras admitidas en tal ó cual catálogo, oficial.
Con todo, yo me acuerdo de haber oido decir A un
maestro en el arte de escribir que la idea del Diccio-
nario de la Academia era una idea razon~ble y justa,
en atención A que ese Diccionario nos ensefia qué pa-
labras debemos usar, si queremos ser comprendidos
de todo el mundo. Como los limites de ese voca.balario
no han parecido demaSiado estrechos A los mejores
genios, se necesitan ya serias razones para decidirnos
A buscar fuera de él la expresión necesaria A nuestro
pensamiento.
No es la mezcla de palabras extra:fias lo que .mAs
tiene que temer la pureza de la lengua: son más bien
los términos cientlficos empleados inoportunamente.
Quiero hablar de esa prosa extravagante que disfraza
bajo sustantivos abstractos las cosas más ordinarias
de la vida: un dinamismo modificador de la personali-
dad, una indifJidualidad por eneimade toda categori-
zación, una juventud que sentimentaliza 8U pasionali-
dad. No siempre es la impropiedad involuntaria: esta
destinado A agrandar las cosas por la exageración del
lenguaje, como cuando se habla de las imperiosidadeB
del deseo ó de celestes atentividades. AlIado de la filo-
sofia se ve A los otros estudios alimentar de neologis-
mos ese lenguaje pretencioso y oscuro: la medicina,
(1) Literalmente: cno francés, sino estropea·francén. 6 pa-
labras corruptoras del francés.-(N. del T.)
238 ENSAYO DE SEMÁNTICA

la música, la exégesis, la Edad Media ... Mientras los


verbos dan origen á los sustantivos más inútiles (los
serpenteos de los brazos) (1), se ve, por otra parte, á
108 sustantivos producir verbos no menos extraordi-
narios' (solucionar un asunto) (2). No se puede tachar
á esos neologismos de contrarios á la. analogla: bajo
el punto de vista de la gramática, son inatacables;
pero tienen el defecto de ser superfluos, de reempla-
zar con una expresión pesada y descolorida lo que se
decia de un modo más sencillo y mAs vivo. Voltaire
definió lo que se llama el genio de la lengua: cuna ap-
titud para decir de la manera más breve y más armo-
niosa lo que expresan menos afortunadamente los de-
mAs lenguajes .• Si aceptamos esta definiciónJ podemos
decir que los autores de esos neologismos pecan contra
el genio de la lengua francesa. A veces se ha acha-
cado á esta última el defecto de no prestarse fácil-
mente á la formación de palabras nuevas; en vista de
esos ejemplos, yo me inclino más ·bien á pensar que
se presta en demasfa. El inglés y el alemán tienen el
recurso de las palabras compuestas; pero un compues-
to poco afortunado, como se hacen todos los di as en
ambas lenguas, ofrece menos inconveniente, porque
las dos voces momentáneamente asociadas se separan
un momento después, mientras que esos nombres
abstractos, soldados por medio de nuestros sufijos, pa-
recen forjados para durar.
Toda cosa de que se usa está expuesta á gastarse:
no hay que asombrarse, pues, si las mismas voces,

(1) El autor cita, además J otros ejemplos franceses: des


frappements de grosse Ciliase, des ferrailtemenf-8 de verrerie,
les perlements de la peau..-(N. del T.)
(2) Sustituimos con este ejemplo los del origí nol. - (N. del
Tradu.ctor.)
POR MIGUEL BRÉAL 239
las mismas imágenes, empleadas· durante un largo
espacio de tiempo, no hacen ya la misma impresión
en el espiritu. La invención de formas nuevas tiene,
pues,su razón de ser. Lo importante es que el con-
sumo no sea más rápido que la producción: la ironia,
la caricatura, las luchas enconadas de la tribuna y
del perioclismo, las exageraciones del drama y del fo-
lletin aceleran los cambios inevitables del lenguaje.
Para deshacer y destruir, la voluntad reflexiva tiene
mucho más poder que para crear: el origen de los vo-
cablos se pierde en una semi-oscuridad casi siempre;
pero se puede nombrar A menudo aquellos que las
desacreditan, los rebajan ó los despojan de su signi-
ficac~ón.

Esta. cuestión del neologismo pre&enta los mAs di-


versos aspectos.
Condenar el neologismo en principio y de una ma-
nera absoluta derla la más deplorable é inútil de las
prohibiciones. Cada progreso del lenguaje es primera-
mente obra de un individuo, luego de una minoría
más ó menos extensa. Un pais en que se prohibiese
innovar, privaria á su lenguaje de toda probabilidad
·de desenvolverse. Por neologismo hay que entender
tanto una acepción nueva dada Auna palabra antigua
-como un vocablo nuevo de todo en todo .Asl como el
-cambio que modifica. la pronunciación es, aunque im-
perceptible, tan constante, que el extranjero que vuel-
ve á un pais después de treinta afios de ausencia, pue-
la
de apreciar la marcha del tiempo, asi también sig-
nificación de las palabras se transforma sin cesar,
merced A la acción de los acontecimientos, de los des-
.cubrimientos nuevos, de las revoluciones en las ideas
240 ENSAYO DE SEKÁNTICA

yen las costumbres. A un contemporáneo de Lamar-


tine le costada trabajo comprender el lenguaje de
nuestros periódicos. Ignorantes ó sabios, escritores ó
artistas, personas de las clases superiores ó de las cla-
ses inferiores, todos trabajamos más ó menos en el vo-
cabulario del porvenir. Los nilios tienen su parte en
esa obra, y no la menor: como toman la lengua en el
punto á que la han conducido las generaciones prece-
dentes, suelen llevar á sus padres una delantera de
diez ó veinte alios.
Elllmite en que debe detenerse el derecho de inno-
var no es dado sólo por una idea de epureza-, que
siempre puede ser discutida; es impuesto por la nece-
sidad que tenemos de permanecer en contacto con el
pensamiento de los que nos han precedido. Uuanto
más importante es el pasado literario de una nación,
más se deja sentir esa necesidad como un deber, como
una condición de dignidad y de fuerza. De ahila idea
de una época clásica, ofrecida á la imitación de las
edades siguientes, idea que no tiene nada de artificial
ni de quimérica, si no se transporta la época clásica
A siglos demasiado remotos. En semejante caso, no
hay que consultar sólo á los lingüistas, porque po-
drían dejarse guiar por motivos en cierto modo profe-
sionales. El filólogo sueco, Erik Rydquist (1), colocaba
la edad ciásica de la lengua sueca en los alrededores
del afio 1300. Una manera de ver anAloga, aunque
no expresada siempre abiertamente, existe en muchos
sabios: si tienen que decidirse entre dos formas gra-
maticales, entre dos construcciones, suelen inclinarse
hacia la mAs antigua. Asi, en Alemania sirve de crite-
rio el alto alemán medio. A cada nación incumbe ver

(1) Muerto en Btokolmo en 1877.


POR MIGUEL BRÉAL 241

hasta dónde puede dirigir sus miradas al pasado guar-


dándose de perder el contacto con el presente.

Es imposible que el neologismo, después de ensa-


yarse en las palabras, no llegue á invadir también la.
construcción y la gramática. Pero aqui tropieza con
una resistencia mayor. Apenas si hasta el presente
pueden contarse tres ó cuatro giros n.uevos que hayan
conseguido más ó menos hacerse adoptar. Hay para
ello bllenas razones. Cambiar la construcción, cam-
biar las locuciones, es tocar á las obras vivas; es ata-
car á un patrimonio que representa siglos de investi-
gación y de esfuerzos.
Justo es aqul tener en cuenta una serie de trabaja-
dores oscuros, modestos, cuyo nombre rara vez se
cita hoy, pero cuya obra subsiste: me refiero á la se-
rie de lps gramáticos franceses, deBde Ménage hasta
d'Olivet. Yo deseo indicar aquila parte de reconoci-
miento que se les debe, porque la lingUistica moderna.
pr~pende demasiado á negar y hasta condenar su·in-
flujo.
Esos buenos espiritus, que se llamaban Du Perron,
Coeffeteau, Malherbe, La Mothe Le Vayer, Vauge-
las, Chapelain, Bouhours, no eran eruditos de profe-
sión, sino, en su mayoria, personas cultas á quienes
un gusto natural habia llevado á ocuparse de los pro-
blemas ó dificultades de la lengua francesa. A lo que
miraban, sobre todo, era á la pureza de la lengua, lo
cual significaba, por una parte, claridad, y por otra
parte, decoro. Expurgar las impresiones impropias ó
poco felices, hacer la guerra á las repeticiones inne-
cesarias, d~scartar todo lo oscuro, inútil, bajo, trivial:
tal fué la empresa á que se consagraron con mucha
abnegación y perseverancia.
16
242 ENSA.YO DE SEMÁNTICA.

Buscaban las reglas, y, en caso preciso, las, inven-


taban. Eran .bellas reglas:.. Vaugelas declara que ha
encontrado .mil bella~ reglas:. en los escritos de La
Mothe Le Vayer. • Yo debo esta regla (dice en otra
parte) á un amigo mIo, que la aprendió de M. de
Malherbe, á quien corresponde el honor de la misma.:.
y más lejos aún: .Esta regla es muy bella y muy con-
conforme con la pureza y la claridad del lenguaje: ..
Cierto que no se observa al bablar, pero el estilo debe
ser más exacto ... Ni los griegos ni los latinos tenIan
estos escrúpulos. Pero nosotros somos más exactos en
nuestra lengua y en nuestro estilo que los latinos y
todas las naciones cuyos escritos leemos.:. EI.público
en esto pensaba lo propio, y no podIo. más que dejarse
dirigir.
Hoy nos cuesta algún trabajo figurarnos un público·
que va en busca de las prohibiciones y las extrema.
La lingQI~tica ha contribuido en esto á la educación
del público. La lingülstica moderna no rechaza nada:
todo lo que existe tiene su razón de ser ... Pero el
punto de vista de esos legisladores era otro; y si con-
sideramos las lenguas en que ha faltado un periodo de
reglamentación, no podemos menos de reconocer que
conservan como una falta de educación primera. Lo
único que se debe lamentar es que la depuración no
viniese más pronto. Las guerras religiosas han aca-
rreado un retardo de más de medi? siglo. Disciplinada
sesenta afios antes, la lengua hubiese conservado más
flexibilidad, porque esos buenos maestros se ocupában
tanto de podar como de conservar; y como se cuida-
ban .de todas las gracias de nuestra lengua:., hubiesen
salvado, sin duda, algunas de las antiguas franqui-
cias (1).
(1) Citaré como ejemplo el gerundio, cuyo uso se ha regla-
POR MIGUEL BRÉAL 243

Amaban y estimaban la tarea de que se hablan en-


cargado voluntariamente. Conocta.n su importancia,
porque -no se necesita más que una mala expresión
para atraer á una persona el desdén de un circuio de
sociedad, para desconceptuar á un predicador, á ún
abogado, á un escritor. En fin, una "mala expresión,
por lo fAcil que es advertir, es ca.paz de hacer más
dafl.o que un mal razonamiento, en que pocos repa-
ran-. Tienen conciencia de la duración de su obra.
e Yo siento principios que no tendrán menos duración
que nuestra lengua y nuestro imperio ... Máximas son
éstas que no cambiarán nunca ... , porque, cuando se
varle alguna cosa del uso que he notado, cuando se
hable y escriba de otro modo, será todavla con arre-
glo á e~tas mismas observaciones ... (1)-
Seria un error tomarlos por lógicos acérrimos. Al
contrario: hablan llegado á la convicción de que la
lógica podia admitirse en todo, pero no en materia de
lenguaje ... -Son)a belleza de las lenguas esas mane-
ras de hablar sin razón, siempre que el uso las auto-
rice. La rareza no es buena más que ah! .. ; Es de ad-
vertir que todas las maneras de hablar que el uso ha
establecido contra las reglas de la gramática distan
tanto de Ber viciosas que, lejos de evitarse, deben ser
miradas como un adorno del lenguaje, que se en-
"mentado con exceso. Para que se (lomprenda lo que quiere
decir, supongamos esta frase: «Mon pére m'a (ait en partant
,,,ille recommandations • Hoy la gramática ql1iere que en par-
.tant (al marchar) &e entlenja exolusiv!,mente del sujeto. Hay
ahl alguna exageración, porque en partant no es otra cosa que
cen el momento de partiu, y á nosotros nos toca ioterpretar
la locución como convenga, según el sentido general. El ita-
Ü"no se ha reservado más libertad en este punto" Jnsto esaila-
oir que esta regla no era aún completamente observada en el
siglo XVII. i
(1) Vaugelas, Remarques sur la langue (ra~aise.
244 ENSAYO DE SEMÁNTICA

cuentra en todas las más bellas lenguas, muertas ó


vivas .•
La uecesidad de orden y de regla no se circunscri-
be á las palabras: se extiende á las locuciones y las
frases ... Es indudable :que cada lengua tiene,sus fra-
ses, y que la esencia, la riqueza y la belleza. de todas
las lenguas consisten principalmente en servirse de
esas frases. No es que no puedan hacerse á veces,
mientras que nunca es licito hacer palabras; pero se
necesitan muchas precauciones .... ; si no, en vez de
enriquecer la lengua, se la corrompe.
Esos sabios del siglo XVII están, pues, convencidos
de que en toda circunstancia hay una buena forma, y
que no hay más que una. Asi proscriben sin vacila-
ción .. la mala forma., que no es á menudo 8ino la for-
ma menos usada ó más antigua.
La idea de utilidad se sobrepone en eUos á toda
otra consideración: como los hombres han recibido el
lenguaje pa.ra hacerse comprender, admitir dos for-
mas entre las cuales fuese libre la opción, Reria abrir
la puerta á los errores y á las disputas. El gramático,
pues, no ha de eludir las dificultades, sino mirarlas de
frente y establecer reglas ciertas ... Podemos sonreir-
nos de ese tono de autoridad, pero es una suerte para
la duración de la lengua francesa que haya habido es-
piritus de ese temple.
Pero esos sabios no pronuncian sus juicio.s en nom-
bre de su propia autoridad, sino en nombre del buen
uso; y si se les pregunta dónde se encuentra. ese buen
uso, responden sin vacilación que en la corte. La len-
gua de provincias no puede servir más que para viciar
por su contagio la pureza del verdadero lenguaje
francés. Fenelón, en este punto, es de la misma opi-
nión que Vaugelas: cA las personas más cultas les
POR ~GUEL BRiAL 245

cuesta trabajo corregirse de ciertas maneras de hablar


que 'adquirieron durante su infancia en Gascufia, en
Normandia, ó en Paris mismo, por el trato con los
criados ... » La misma corte no siempre está exenta de
censura: eSe resiente un poco (continúa· Fenelón) del
lenguaje de Paris, donde se educan generalmente los
nifios de condición más elevada.»
He citado de propósito es1'.ils opiniones para mos-
trar cu~nto distan de las teorias hoy acreditadas.
Para la lingtlIsticamoderna, todalnas formas, des-
de el momento en que se usan, tienen derecho á la
existencia.. Y aun son tanto más interesantes cuanto
más,alteradas ... La verdadera vida del lenguaje se
concentra en los dialectos: la lengua literaria deteni-
da artificialmente en su desarrollo, no tiene, ni con
~ucho, el mismo valor ... Habría que guardarse de ha-
cer de la lengua materna un objeto de ensefianza: no
se consigue con eso más que perturba.r en los nifios la
libre expansión de su facultad del lenguaje (1)... Del
mi~mo modo que el historiador Savigny ,ha demostra-
do que la idea de derecho y de moral no era aplicable
al desarrollo histórico de un pueblo, del mismo modo
la idea de bien y de mal no es aplicable al desarrollo
de una lengua ...
No parece que estas doctrinas tengan el don de
convencer al profesor Noreen. Puesto que el lenguaje
es nuestro gran medio de comunicación, habrá que
entenderse, sin duda, sobre la manera de emplearle.
¿Quién será juez en esta materia? Permitasenos aq ui
citar textualmente al escritor Ilueco. cNo será (dice)
el historiador de la lengua, que no tiene la palabra
más que en lo tocante al pasado; no será tampoco el
(1) Jacobo Grimm, Pr61ogo de la primera edioi6n de su
Deutsch Grammatik.
246 ENSAYO DE SEMÁNTICA

lingüista, cuyo ministerio consiste en describir las


leyes del lenguaje, pero no en dictarlas; no será el es-
tadistico, que no hace más que registrar el uso. ¿A
quién, pues, atribuir la autoridad? Pertenece al in-
ventor, al que crea las formas de que se sirve después
el común de los hombres, al escritor, al filósofo, al
poeta ... Nosotros somos la muchedumbre, que viste
su pensamiento con el vestido, creado por ellos; nOB-
otros usamos ese vestido y le gastamos. Por nosotros
mismos podemos contribuir poca cosa al desarrollo
del lenguaje, y aun. sólo bajo la dirección ,de esos
maestros. Tenemos que resignarnos á no ser más que
c"Icolares, y no es á los escolares á quienes toca
mandar.-
Si estas palabras viniesen de menos lejos, llamarfan
menos la atención. Más de una vez,hemos ofdo, en
prosa yen verso, en la Sorbona, bajo la Cúpula yen
otras partes, algo parecido. Pero es interesante en-
contrar en Stokolmo, en un hombre que posee una
ciencia cuyos' primeros elementos ignoraban nuestros
VaugelaA y nuestros Bouhours, la confirmación de los
principios que ellos segufan por instinto en sus obser-
vaciones y criticas. La idea de un tipo de corrección
y de p~reza, deparado por la sociedad distinguida y
por los escritores selectos después de haber sido dú-
rante siglos casi un lug~r común, habia sido procla-
mada vana ó insuficiente en nombre de una ciencia
que declaraba inspirarse en un principio superior: esa
misma idea llega hoy á nosotros del Norte, expuesta,
no sin convicciÓn, ni sin energfa, por uno de 108 maes-
tros de la filo logia escandinava ...
LA HISTORIA DE LAS PALABRAS (1)

Bajo este titulo: La Vida de las palabt'as estudiadas


en sus significaciones, un profesor de la Sorbona, ro-
manista distinguido, M. A. Darmesteter, acaba de es-
cribir un librito agradable, á. propósito para aumen:'
tar la popularidad de los estudios de lingüistica. Venios
~n él sucesivamente cómo nacen las palabras, cómo
viven entre si, cómo mueren_ Se trata del sentido de
las voces, no de los cambios de forma, los cuales per-
tenecen 'á. otro capitulo de la ciencia. De todas las par-
tes de la lingüistica, ésta es ciertamente la más á. pro-
pósito para interesar á. la gran m:sa del público.
Aqui estada fuera de lugar todo aparato de alta eru-
dición. Los hechos que He t~ata de observar no tienen
mucho de misteriosos. Por lo común, los cambios que
sobrevienen en el sentido de las palabras 80n obra del
pueblo, y, como sucede dondequiera que está en jue-
go la inteligencia popular, hay que esperarse, no una
gran profundidad de reflexión, sino intuiciones, aso-
ciaciones de ideas, á. veces imprevistas y raras, pero

(l) Reproduoimos aquf en extracto lo que hemos escrito so-


breLa Vida de las palabras, de Arseolo Darmesteter. Se encon-
trará en este artíoulo. que es de 1887, la idea primera de nues-
tra Semántica. Por esta razón, como por algunos de los ejem-
plos citados, hemos orefdo que OC) carecerla de Interés esta re-
producción parcial.
248 ENSAYO DE SEMÁNTICA

siempre fAciles de seguir. El espectáculo, pues, á que


esta historia nos invita, es un espectácJllo interesante
y atractivo.
Mas, al través del aspecto variado y cambiante que
ofrece esa historia, un esplritu q'le no se contente con
las apariencias puede desear penetrar hasta la causa
primera, que no es otra que la inteligencia humana¡
porque decir que las palabras nacen, viven entre sI y
mueren, es, ¿no es verdad?, pura metáfora. Hablar de
la vida del lenguaje, llamar á las lenguas organismos
vivos, es emplear figuras que pueden servir para ha-
cernos :comprender mejor, pero que, tomadas al pie
de la letra, nos transportarlan á un mundo fantástico.
Quizá M. Darmesteter no siempre ha desconfiado bas-
tantede esa especie de fantasmagorla. Como á los
hombres les es más fácil observar los objetos exterio-
res que leer en sI mismos, somos más dados á discurrir
sobre los productos de la inteligencia que sobre la fa-
cultad de que epIanan. -Pero, aun abandonándonos,
para la facilidad del discurso, á esa pendiente natural,
bueno es corregir de vez en cuando la ilusión. No te-
mamos mirar á veces el interior del instrumento á. que
debemos esas proyecciones,; fuera de nuestro esplritu,
el lenguaje no tiene vida,ni realidad.
Casi al mÍBmo tiempo que el libro de que hablamos
apareda en Alemania la segunda edición de una obra
un poco intrincada, que discute, entre otras cuestio-
nes, la que ha tratado M. Darmesteter. Queremos ha-
blar de los Principios de Lingüistica, de Hermann
Pau!. El autor es profesor de lengua y de literatura
alemana en la Universidad de Friburgo. En el fondo,
esas dos obras se c0Il?-pletan una á otra¡ son libros de
Semántica.
POR MIGUEL BRÉAL 249

Por una coincidencia notable, los dos autores han


estado de acuerdo en un punto: es que cada uno, aun-
que teniendo, sin duda, á su servicio, un número bas-
tante grande de idiomas, ha preferido tomar especial~
mente por campo de estudio su lengua materna. He
ahi un hecho que no carece de valor. La investigación
de que se trat~ es de las que exigen un conocimiento
intimo y directo 4el asunto; no pasa aquilo que co~ la
fonética ó la morfologia. Las modificaciones realiza-
das en el cuerpo del lenguaje, tales como la supresión
de una letra ó de una sllaQa, la soldadura de una nue-
, /

va,1!exión, el reemplazo de una desinencia por otra,


hieren los ojos á primera vista; pero las observaciones
de que se ocupa el semantista se sustraen un poco más
á la mirada. Cuando hay que anotar la impresión que
producen las palabras en el espiritu es cuando se mul-
tiplican sobre todo las probabilidades de error; son
casi inevitables al manejar una lengua extraña. Un
escritor alemán que ha tocado estas ma,terias, repite
de libro en libro que la palabra francesa ami está le-
jos de tener el acento de sinceridad ni la profundidad
de la alemana Freund. ¡Prevención candorosa, per'o
fácil de comprenderl Hace algunos alios, otro sabio
vela en el francés me1'ci algo bajo y ofensivo:. pensa-
ba en ellatln mercedem. Las ilusiones de este género
denuncian el peligro: prueban que el terreno más fa-
miliar es también el mejor para esta clase de investi-
gaciones. Cuando se tracen las lineas generales de la
semántica, no costará trabajo comprobar en los otros
idiomas las observaciones hechas en la lengua mater-
na. Una vez establecidas las divisiones generales, se
incluirán en ellas los hechos del mismo orden recogi-
dos por todos lados.
260 ENSAYO DE SEMÁNTICA

Penetremos, pues, sin más tardar, en el dominio de


la semántica, y veamos algunas de las causas que ri-
gen este mundo de la palabra.
Empez~remos por un punto que tiene verdadera
importanci>J. para la historia de las significaciones, y
que no se habia tenido bastante en cuenta hasta estos
últimos afios: es la acción que las palabras de una len-
gua ejercen á distancia unas sobre otras. Una palabra
se ve en el caso de restringir cada vez más su signifi-
cación, porque tiene un colega que extiende la suya.
En los diccionarios, donde se estudia cada término por
si mismo, no notamos bien el juego de esta clase de
compensación y de equilibrio: sólo en los vocabularios
más recientes y más desenvueltos, como en la conti-
nuación del diccionario de Grimm, han empezado los
autores á conceder algún lugar á esta interesante
serie de com'paracioneB. Asi, el verbo traire tenia en
la antigua lengua francesa todos los usos del latin
trahere:'se decia traire l'ipie, traire l'aiguiUe, traire
les cheveua;. ¿A 9,ué se debe que un verbo tan usado
haya concluido por reducirse á la única significación
que hoy tiene de traire les vaches, traire le lait (cor-
dellar las vacas, sacar la leche-)? Es que un rival de
origen germánico-tirer-ha inva.dido y ocupado todo
su dominio en eJ curso de los siglos. Nuestro esplritu
se resiste á conservar riquezas inútiles: descarta poco
á poco 10 superfluo. Sin embargo, y es una observa-
ción en que insiste fundadamente M. Darmesteter,
una palabra puede peligrar y aun sucumbir siri. que
sufran detrimento sus compuestos y sus derivados.
Como testimonios del antiguo uso, tenemos aún los
compuestos ea;traire, soustraire, distraire, los sustan-
tivos trait (e tiro, tira-), attrait (catractivo-), retraite
(cretirada, retiro-).
POR MIGUEL, BRÉAL 251

Cosa análoga ha ocurrido á muer, que ha tenido que


ceder el puesto, salvo un pequeflo espacio (1), al ver-
bo changer (-cambiar»). Commuer y remuer han so-
brevivido á la ruina de su primitivo. Tal es igual-
mente la historia de sevrer, desposeido casi entera-
mente por Beparer (2). Esta especie de lucha, Ó, como
como se dice en lenguaje darviniano, de competencia
vital, es notable sobre todo cuando los dos competido-
res son hijos dA ]a misma estirpe, como acaece en el
último eje,mplo. Esta comunidad de origen no altera
en nada, por otra parte; el fondo de las cosas. '
En nuestras provincias del centro, hacia el siglo XVI,
la r coló cada entre dos vocales tomó el sonido de s ó
de z. Este cambio de pronunciación determinó la
trans(ormación·de chaire (cathedra) en chaise. Commi-
nes, en el siglo xv, deciaaún: -Dicha seflorita estaba
en sa chaire (en su silla), y el duque de Cleves á su
lado». Habiendo prevalecido la forma moderna, la.
antigua voz ha tenido que batirse en retirada, no con-
servándose mAs que para designar la cá.tedra del pro-
fesor ó el púlpito del predicador.
Todo vocablo nuevo introducido en la lengua causa
en' ella una perturbación semejante á la de un ser nue-
vo introducido en el mundo {fsico ó social. Hace falta
algún tiempo para que las cosas se normalicen y asien-
ten. Por el pronto, el espiritu vacila entre lo's dos tér-
minos: empieza un periodo de fluctuación. Cuando,
para denotar la pluralidad, se adquirió en el siglo xv
la costumbre de emplear la perlfrasis beau coup, no

(1) Muer no' significa hoy más que estar de muda ciertos
animales (las aves, las culebras, los venados, eto.) 6 mudar la
voz los adolesceutes.-(N. 'del N.) .
(2) Sevrer no significa :al preseute m§.s que «destetar., Y. eu
seutido figurado, druatrar,.-( N. del N.)
252 ENSAYO DE SEMÁNTICA

desapareció incontinenti el antiguo adjetivo mou.le,


pero comenzó á envejecer. Luego, después de toda
clase de incertidumbres y de contradicciones, uno de
los dos rivales aventaja decididamente al otro, deja
atrás á su adversario, y le reduce á t1Jl corto número
de empleos, cuando no le anula en absoluto. Al expo-
ner estos hechos, henos aquí cayendo, á nuestra vez,
en el lenguaje figurado que censurábamos en M. Dar-
mesteter: tan naturalmente se ofrece al espiritu. Pero
todo el mundo comprende bien que se trata de simples
actos de nuestro espiritu: cuando, por una ú otra ra-
zón, hemos empezado á adoptar un término nuev~, le
grabamos poco á poco en nuestra memoria, le hace-
mos familiar á nuestros órganos, le transportamos de'
las regiones reflexivas á las regiones espontáneas de
nuestra inteligencia; de modo que ocurre con ese tér-
mino nuevo lo que con un ademán que, en fuerza de
repetición, se nos hace propio, y ,acaba á la larga por
formar parte de nuestra persona.

A decir verdad, la adquisición de una palabra nue-


va, ora provenga de algún idioma extrafio, era ha.ya
sido formada por la asociación de dos voces, ya salga
de repente de algún rincón ignorado de nuestra socie-
dad, es cosa relativamente rara. Lo que es infinita-
mente más frecuente es la aplicación de una palabra
ya en uso á una idea nueva. Ah! reside, en realidad,
el secreto de la renovación y del acrecentamiento de
nuestras lenguas. Hay que advertir, en efecto, que la
adición de una significación nueva no cede en menos-
eabo de la antigua: pueden existir las dos sin influirse
ni dafiarse. Cuanto más adelantada en cultura es una
nación, más diversidad de acepciones acumulan los
POR MIGUEL BRRAL 253

términos de que se sirve. ¿Es pobreza de la lengua?


¿Es esterilidad de invención? Sólo pueden creerlo los
observadores superficiales. He aquf, en realidad, cómo
pasan las cosas.
A medida que una civilización gana en variedad y
en riqueza, las ocupaciones, los actos, los intereses de
que se compone la vida de la sociedad se dividen en-
tre diferentes grupos de hombres: ni el estado de espi-
ritu ni la dirección de la actividad son iguales en el
sacerdote, el soldado, el hombre politico, el artista, el
comerciante, .el agricultor. Aunque hayan heredado
1s.i. misma lengua, las palabras se tifl.en en cada uno
de un mat~z distinto, que se fija en ellas y acaba por
adherirse á ellas. El hábito, el medio, toda la atmós-
féra ambiente determinan el sentido de la voz y corri-
gen el exceso de generalidad que tenJa. Las palabras
más amplias son, por el hecho mismo, las que tienen
más aptitud para prestarse á usos numerosos. Al oir
la voz ope'l"ación, si es pronunciada por un cirujano,
vemos un paciente, una llaga, instrumentos para cor-
tar y sajar. Supóngase que es un militar el que habla;
pensamos en ejércitos en campafia. Si es un banque-
ro, comprendemos que se trata de capitales en movi-
miento; si un maestro de cálculo, de adiciones y sus-
tracciones. Cada ciencia, cada arte, cada oficio, al
componer su terminologia, marca con su impresión
las voces de la lengua común. Supóngase ahora que
se colocan en serie, como hacen nuestros diccionarios,
todas esas _diversas acepciones; nos sorprenderemos
del número y de la variedad de las significaciones.
¿Es eso indigencia de la lengua? No. Es riqueza y ac-
tividad de la nación.
Tengo á la vista un diccionario fra.ncés-alemán
donde, para ganar espacio, el autor principia por dis-
254 ENSAYO DE SEMÁNTICA

tinguir en la lengua francesa 234 ocupaciones, cien-


cias ó profesiones diferentes, cuya lista da, acompa-
fiando á cada una de un número de orden. Se advier-
te al lector que debe referirse siempre á ese cuadro.
Cuando la palabra va seguida de un 1, se t'oma como
término de teología; 7 indiCl,l. laanatomia; 9 la aritmé-
tica; 21 la astronomia; 51 la lengua de los.carpinte-
ros; 188 la dé los encuadernadores; 233 la del coche-
ro. Una sola y misma. palabra-por ejemplo: efecto,
ejercicio, conversión-en el cuerpo del diccio:il~rio, va
seguida de cinco ó seis traducciones diferentes, cada
una de las ,cuales tiene su número. Se ve cuál es el
error de los que, para estimar la riqueza de una len-
gua, se limitan á contar lo~ vocablos.
No se ha dado nombre hasta ahora á la. facultad
que poseen las palabras de presentarse bajo tantos
aspectos. Se la po~la llamar poZisemia. Para decirlo
de pasada, los inventores de lenguas nuevas (y el nú-
mero se ha acrecentado particula.rmente en estos afios
últimos) no tienen bastante en cuenta. esta fa.cultad:
creen haber hecho mucho cuando han traducido una
palabra por otra, sin pensar que, para una sola pala-
bra, habrla que crear frecuentemente seis ú ocho; ó
bien si, en su idioma, reproduce~ la polisemia france-
sa, ¿no dan á los alemanes ó á los ingleses motivos
para quejarse de que se les haCe hablar francés en
volapük?
. ¿Cómo esa multiplicidad de acepciones no produce
oscuridad ni confusión? Es que la palabra llega pre-
parada por lo que la. precede y lo que la rodea, co-
mentada por el tiempo y el lugar, determinada por
los personajes que están en escena. ¡Cosa notableí, no
tiene mb que un sentido, no sólo para el que habla,
sino también para el que oscucha, porque hay una
POR MIGUEL BRÉAL 266

manera activa de escuchar que acompana y previene


al orador. Basta caer de improviso en una conversa-
ción empezada, para ver que las palabras son un guIa
poco seguro por sI mismas, y que necesitan de ese
conjunto de circunstancias, el cual, como la clave en
música, fija el valor de los signos. Los autores cómi-
cos conocen á marav)lla esta facultad de polisemia
que se encuentrilo en el fondo de losequivocos con que
animan su teatro.

La diversidad del medio social no es la única causa


que contribuye al acrecentamiento ó á 'la renovación
del vocabulario. Otra causa es la necesidad que ex-
perimentamos de representar y de pintar con imáge-
nes lo que pensamos y lo que sentimos. Las voces
empleadas frecuentemente dejan de producir -impre-
sión. No se puede decir que se gastán; si, el oficio del
lenguaje fuese únicamente hablar á la inteligencia,
las voces más usuales serian las mejores: la· nomen-
clatura del álgebra no cambia. Pero el lenguaje no se
dirige sólo á la razón: quiere conmover, quiere pero
suadir, quiere agradar. Asi vemos nacer, para cosas
tan antiguas como el mundo, imágenes nuevas, sa.li·
das no se sabe de dónde, á veces de la cabeza de un
gran escritor, más á menudo de la de un desconocido;
si las imágenes son exactas y pintorescas, hallan aco-
gida y se hacen adoptar. Empleadas al principio en
concepto de figuras, pueden hacerse á la larga el
nombre mismo de la cosa.
Este tema de la metáfora es infinito. No hay rela·
ción real ó semejanza fugitiva que no haya suminis-
tradosu contingente; los tratados de retórica no con-
tienen tropo tan atrevido que no emplee el lenguaje
256 . ENSAYO DE SEMÁNTICA

todos los d!as como la cosa más sencilla del mundo.


Los ejemplos son tan numerosos, que la única dificul-
tad es elegir.
El vocabulario n;taritimo parece haber ofrecido en
todo tiempo un atractivo particular para el habitante
de tierra firme; de ah! un aporte continuo de térmi-
nos náuticos para los actos más comunes. Abol'da1' á
UJ;la persona, llevar el tim6n en un asunto, naufragar
un negocio (1): otras tantas metáforas procedentes del
mar. Palabras empleadas á cada paso, como el verbo
francés a'l'river (llegar), tienen el mismo origen. No
hay que creer que eso sólo ocurra en las lenguas mo-
dernas. El verbo latino pO'l'tare,' que desde temprano
empezó á disputar el puesto á tero, y que Terencio
emplea ya hablando de una noticia que se trae, sig-
nificaba -conducir al puerto •. Hemos conservado algo
de él en importa'l', ea;po'l'tar y deportar. Era un térmi-
no de marina mercante. El griego, en este punto, se
mostró meoos novador; de modo que portare pertene-
ce exclusivamente á la lengua latina. En general,
cuando una de las lenguas antiguas se aleja del uso
de sus hermanas en lo que ata.lle á una idea familiar,
puede presumirse que ha. adoptado una expresión me-
tafórica. Sabido es que oportuno é importuno son
igualmente imágenes tomadas de la idea de un lugar
de arribo más ó menos fácil.
El caballo y la eqi.útación han proporcionado gran
cantidad de expresiones figuradas. Se ha compuesto
con ellas todo un volumen. Pueden clasificarse por
épocas, habiendo pasado ya las mAs antiguas al estado
de términos descoloridos. Se dice, por ejemplo, de un
hombre desconcertado, que ha pe1'dido los est'l'ibos¡ de
(1) Sustituimos con estos ejemplos otros del aulor no apli-
cables á nuestro idioma.-(N. del T)
POR MIGUEL BRÉAL 267

una persona que resiste á una sujeción, que muerde el


freno; de un suceso que se precipita, que va al galo-
pe (1). En fin, hay palabras cuyo origen metafórico
nadie advierte ya. Asi, trabajo, que representa tan
gran papel en nuestras discusiones económicas, y que
un escritor ó un artista emplea corrientemente ha-
blando de sus obras, conduce á la imagen del caballo
trabado y sujeto. Gracias al turf, no lleva trazas de
parar esta fábrica de metáforas. Hoy oimos hablar en
francés de alumnos á quienes se entralne y-de afici~­
nados que ,'emballent.
¿Cuántas expresioDes, y de la mas diversa índole,
no debe nuestra lengua á la caza? Cuando en un len-
guaje familiar decimos de un hombre que tiene trazas
de déluré, empleamos una figura "tomada de la cetre-
ria, porque el gavilán déluré ó déleurré es el que no
se deja engallar por el selluelo. En estilo muy dife-
rente, cuando Paulina, hablando de Poliuto muerto,
exclama: cEsta sangre con que acaban de cubrirme
sus verdugos ine ha de8illé los ojos y acaba de abrír-
melos., 1.a heroina de Corneille se sirve de una ima-
gen de la misma procedencia, porque de8siller (que ha-
bría que escribir déciller) no es otra cosa que descoser
los párpados del gavilán al cual se habia cegado mo-
mentáneamente para domesticarle.
Se ve la diversa suerte que pueden tener en el cur-
so del tiempo dos términos de idéntico origen; una di-
ferencia tan grande se explica por las estaciones su-
cesivas del viaje y por las compallias, buenas ó ma-
las, que la palabra ha tenido en el camino. DessilZer
les yeux se ha empleado en la lengua religiosa: es lo
que ha dado á la expresión dignidad y nobleza. ¡Gran-
(1) Sustituimos los ejemplos del autor por no aplicarse á
nuestro ¡dÍoma;-:-(N. del T.)
17
258 ENSAYO DE SEMÁNTICA

de é inestimable beneficio para un pueblo tener en su


literatura un libro sagrado, leído y conocido de todos!
Ya puede después sufrir el idioma toda clase de prue·
bas: existirá para él una fuente de purificación. Tal
es el servicio que the holy Bible de 1611 ha hecho al
inglés, y la traducción de Lutero al alemán. Nuestros
grandes predicadores del siglo XVII prestaron á la
lengua francesa un servicio análogo. Hay, al revés,
esferas de la literatura que mancillan todo lo que to'-
can, y que, si se apoderan de una expresión, la resti-
tuyen empanada y deshonrada.
Como esas conchas de que están sembradas las ori~
Has del mar, restos de animales que hllon vivido, ayer
los unos, hace siglos los otros, las' lenguas están lle-
nas de despojos de ideas antiguas ó modernas, unas
vivas aún, otras ha tiempo olvidadas. Todas las civi-
lizaciones, todas las costumbres, todas las conquistas
y todos 108 ensuefios de la humanidad han dejado una
huella, que se ve reaparecer con un poco de atención.
Esa consecuencia en el estilo, esa conexión en la.
metáfora, que con razón se recomienda, falta absolÚ-
tamente en el lenguaje, ó, más bien, sólo es posible y
necesaria en la capa última; de otro modo, nos abs-
tendríamos de las locuciones más sencillas, y la pala-
bra se haria tan dificil como lo ("s el comercio diario
de la vida en esas religiones &siáticas donde todo lo
que ha tenido vida pasa por impureza. En este punto,
las lenguas antiguas se hallan en las mismas condi-
ciones que las modernas, puesto que no son antiguas
más que con relación á nosotros, y ellas mismas han
recibido ya la herencia de los siglos. Cuando SalustÍo
pone en boca ~e Catilina: Cum vos considero, milites,
et cum {acta vostra aestumo ... se halla tan lejos como
nosotros de pensar en el origen de expresiones que le
POR MiGUEL BRÉiU. 259
p'areciancompletamente sencilla!!. Sin embargo, con-
sidero es una metáfora tomada de la astrologla, y
aestumo de la lengua de ]os negocios. Si hubiésemos de
iuzgar por las listas de ratees que han trazado en com-
petencia gramáticos indos y árabes, podriamos creer
que las lenguas empezaron por las ideas más genera-
les. A cada paso se encuentra en esas listas raices
Ct(V'o 8('!ntido es cir, razonar, brillar, hablar, pensar,
sentir-. Pero la única causa de esa ilusión es nuestra
ignorancia de una. edad precedente.
Las colecciones de retórica no contienen,catacresis,
litote ó hipérbole de que el pueblo no ofrezca todos los
dlas multitud de' ejemplares. Un gramático del si-
glo XVill, Dumarsais, escribió un tratado de tropos, una
de cuyss ediciones tuvo el honor inesperado de ser
dedicada á Mme. de Pompadour. ¿Pero qué son esos
ejemplos recogidos á flor de suelo a] lado de los que
ponen al descubierto excavaciones un poco profundas?
Si se dijese que existe un idioma'en que la misma pa-
labra que designa el lagarto significa también un bra-
zo musculoso, porque el estremecimiento de los mús-
culos bajo la piel se ha comparado á un lagarto que
pasa, se acogerla. con escepticismo esa explicación, ó
se creerla que se hablaba de las imaginaciones de
algún pueblo salvaje. Sin embargo, Re trata de la pa-
labra laltina ,lacertus, que quiere decir lagarto, y que
los poetas y prosistas usaron más de una vez para de-
signar el brazo de un héroeó de un atleta. Otras veces
el lagarto ha sido sustituido por el ratón, lo cual nos
ha dado musculus, pala.bra que significa, como se sabe,
ya ratón, ya músculo. Esta singular imagen parece
haber tenido éxito en todo tiempo. Littré advierte que
el músculo de la pierna de carnero se llama 80uris
(rat-6n). En grif'go moderno la rata se llama mys pon-
260 ENSAYO DE SEMÁNTICA

tikoB (rata de agua), ó, para abreviar, pontiko8. Aho-


ra, el adjetivo ha reemplazado igualmente al sustan-
tivo en la otra significación, y pontikoB designa el
músculo.
Nuestro autor ha tratado de hacer visible gráfica-
mente, Ó, como se dice hoy, por esquemas, la irradia-
ción ó el encadenamiento 'de los diferentes sentidos de
una palabra. Ya es una estrella, ya es una linea que-
brada. Pero no hay que olvidar que esas figuras com-
plicadas sólo tienen valor para ellingüis"ta: el que in-
venta el sentido nuevo olvida al punto todos los senti-
dos a~teriores: excepto uno solo; de modo que las
asociaciones de ideas se hacen siempre dos á dos. El
pueblo no tiene para qué remontarse 801 pasado: no
conoce más q~e 180 significación del día. A este propó-
sito se ha recordado ingeniosamente á esos atrevidos
trepadores que retiran con el pie derecho la grapa que
le sostenía después que han puesto el pie izquierdo en
180 siguiente. El lingüista es el único que busca ]80 hue-
lla de esos móviles escalones.

El que haciendo la historia de la variación de 108


Hent~dos, no considerase más que las palabras, se ex-
pondría á dejar á un lado una parte de los hechos, ó
correría el peligro de explicarlos falsamente. Una len-
~ua no se compone sólo de palabras: se compone de
~rupos de palabras y de frases.
Todo el mundo se acuerda de haber leído en los dic-
cionarios, buscando una palabra rara: .. No se emplea
más que en esta locución .... Sigue ordinariamente una
expresión proverbial, ó algún término técnico, ó algu-
na frase más ó menos consagrada, El que refiexione so-
bre ]80 causa de este fenómeno llegará á mirar los ele-
POR MIGUEL BRÉAL 261

mentos delleng~aje bajo un nuevo aspecto. El lingüista


atribuye á la palabra una existencia personal y conti-
nua al través de todas las asociaciones y com binaciones
en que entra. Pero, en rigor, desde que la palabra ha
entrado en una fórmula que llega á ser usual, no per-
cibimos ya más que la fórmula. Vacablos hay, conser-
vados en ciertas asociaciones, que desde hace mucho
tiempo han dejado de usarse por si mismos, y que nos
cuesta trabajo reconocer cuando nos los presentan
fuera de ese puesto único que les ha quedado. ¿Qué es,
por ejemplo, la palabra conteste (1)? Hace tanto tiem-
po que está. fuera de uso, que nos seria dificil decir
'Siquiera á qué género pertenece. Pero la empleamos
aún en la locución: sans conteste. ¿Qué es, co-mo nom-
bre de color bis~ Antiguamente designaba el moreno
ó el n·egro. Se decia: ti tort ou.d droit, d bis ou d blanc ...
L'un veut du blanc, l' autre du bis ... Es el italiano bigio.
Nosotros no lo empleamos ya más que hablando del
pan.-Demeure, en el sentido de tarda.nza, ha desapa-
recido casi; pero todo el mundo comprende la expre-
.sión: il y a péril en la demeure.
No es la palabra lo que forma para nuestro espiritu
una unidad distinta: es la idea. Si la idea es simple,
poco importa que la. expresión sea compleja; nuestro
espiritu no percibirá más que la totalidad. Aún cabe
ir más lejos y preguntarse si la mayoria de los hom-
bres tiene una concepción clara y precisa de la pala-
bra. Todo el mundo sabe que las personas sin instruc-
ción incurren, al escribir, el,llas separaciones más ex-
trallas y en las más raras fusiones. Eso no obsta para
que haya ~ntre las mismas quienes manejan el pensa-
miento con exactitud, y la palabra con propieda.d. Su
". (1) E.l equivalente actual ea contestación, cdisputa, oontien-
da ... -(N. del T.)
262 ENSAYO DE SEMÁNTICA

inteligencia, abarcando los conjuntos, jamAs ha tenido


ocasión de llegar hasta los pormenores. Los misione-
ros que fijan por primera vez, mediante la escritura,
la lengua de los puebloR salvajes, saben cuán dificil
es reconocer dónde empiezan y acaban las palabras.
Si el etrusco ha resistido hasta ahora á las tentativas
de descifre, débese, en parte, A lo defectuoso de las se-
paraciones.
Acostumbrados al servicio que nos presta la escri-
tura, estamos expuestos á mostrarnos ingratos cr.n
ella. Quizá no piensa en esto bastante la nueva es-
cuela de los fonetistas, al menos el partido avanza-
do-porque yo no quiero desaprobar totalPlente su
empresa.-En nuestras lenguas modernas, donde tan-
tos vocablos, diferentes por. su origen y significación,
han venido A ser semejantes para el oido, ia palabra
no se graba en la mente sólo por el s.onido, sin,o t~m,:,
bién por el aspecto. A falta de ortografia, habria' que
recurrir á un comentario explicativo, como hacen los
chinos, y como hacemos nosotros al decir: le nom de
nombre cent, le sang qui coule dan s nos 'Deines.
Una vez encajada en una locución, la palabra pier-
de su individualidad, y se desentiende de lo que pasa.
fuera. No es, pues, exacto hablar, ni aun á titulo de.
imagen, de la vida y de la muerte de las palabras.
Voz hay que, ~in decir ya nada á la inteligencia, con-
tinúa figurando en un contexto, donde es percibida,
no en cuanto palabra, sino en cuanto parte integrante
~e un conjunto. En ese retiro, donde se halla confina-
d.a, la vemos Hustraerse á los cambios de la lengua, A
las revoluciones del uso y de las ideas. Nosotros d.eci-
mos rez·de-chaussée (1), aunque rez (rasus) haya sali-
(1) Literalmente: al ras del camino=planta baja.-( N. del
Traductor .)
POR MITGUEL BRÉAL 263

do del lenguaje habitual. Quedar con un palmo de


narices se conserva, á pesar del sistema métrico. Se-
guimos teniendo. constipados de cabeza, aunque, á los
ojos de la medicina moderna, nada tenga que ver con
eso el cerebro.
Inmediatamente que una palabra ha entrado en una
locución, se borra para nosotros su sentido propio é
individual. Esas especies .de incoherencias extrafi."an
habitualmente á los extranjeros más que á nosotros,
sobre todo si han aprendido la lengua., no por el uso,
sino por métQdos cientificos. De ah! el purism9 que
suelen afectar los extranjeros que hablan ó escriben
el francés' por haberle aprendido en la Universidad.

De este orden de hechos se desprenden algunas re-


llexiones sobre la manera de modificarse y desco~po­
nerse las lenguas. Si nos atuviésemo::l exclusivamente
á las ensefianzas de la fonética, resultarla que las Pdo-
labras se transformaban una á una, cada cual por si,
según el número de silabas, ¡;egún el lugar del ace~to,
conforme á la~ reglas invariables. Resultarla, además,
que las desinencias destinadas á perecer se extingui-
rían simultáneamente en todas las palabras de l~
misma especie, y que la construcción se modificarla
de una manera uniforme en todas las frases compues-
tas de los mismos elementos lógicos. Pero no hay ta.l.
Esa regularidad no existe, porque una. lengua no es
un conjunto de palabras, sino que encierra grupos ya
(ormados, y por decirlo asl, articulados. En las ins-
~ripciones cristianas de los primeros siglos se ve que,
en medio de un latin sumamente incorrecto y ya me-
dio romance, subsisten fórmulas enteras de una lati-
nidad muy tolerable: son las fórmulas que' un uso
264 . ENSA YO DE SEMÁNTICA

cotidiano impedia olvidar, y cuyos elementos dispen-


saba de analizar y comprender un conocimiento pre-
vio. Un pueblo que olvida su lengua se parece algo al
escolar que recita una lección á medio saber: si hay
pas8jes cuyas palabras no se presentan más que ais-
lada é imperfectamente á su memoria, hay otros que
recuerda de una pieza y dice de un tirón. Observa-
mos también algo semejante cuando dos idiomas andan
en contacto y se mezclan, por ejemplo, en las fronte-
ras de dos paises: no son sólo palabras, sino frases, lo
que pasa de un pueblo á otro. De ello ofrece ejemplos
tan extraftos como variados del estudio de Schuchardt
Bobre la mezcla de las lenguas.
Se ensefta, no sin razón, que los casos de la decli-
nación latina no existen ya en francés; sin embargo,
leur y Chandeleur !ion genitivos plurales. No es sin
duda. por un don especial de longevidad por lo que han
sobrevivido á sus congéneres, sino gracias á las locu-
ciones en que estaban como embalsamados.
F~vre, en antiguo francés, significa -obrero- (faber):
()rfevre conserva la construcción latina. Cuando dec.-
mos la grand'rue, la grand'mere, hablamos la lengua
del siglo XUI: verdaderos trozos de latin ó de antiguo
francés que acarrea la lengua actual, saltando por
encima de los cambios que han sobrevenido en la gra-
mática y en la construcción ...

Cada uno de nosotros poseemos nuestra provisión de


loc!lciones a.breviadas, sólo inteligiblt's para los inti-
mos. Supóngase que se adopten alrededor de nosotros,
que se hagan de uso corr\ente entre toda una catego-
ria de personas, que se difundan por la prensa; esas
abreviaciones podrán un dia. tomar puesto en la len-
POR MIGUEL BRÉAL 265

gua. Tal es el origen de general. No cabe duda de que,


para designar un grado militar, es esa una expresión
insuficiente. Pero, si nos remontamos hasta el siglo
XVI, vemos que la locución se completa en capitán
general. Hay, en el reino animal, crustáceos que,
cuando se los coge por una pat.a, dejan al enemigo en
posesión de esa pata y huyen á todo correr con las
otras nueve. Una amputación de ese género sufren
nuestras locuciones, con la diferencia de que la
pata,· para nosotros, hace las veces del animal entero.
¿Qué significa el nombre de. escuela central1 Absoluta·
mente nada. Hay que afiadir: de artes y manufacturas.
Yo he asistido á interminables discusiones sobre la
enseilanza especial, y sobre el sentido que el fundador
habia podido atribuir á ese adjetivo. Nadie, ni aun el
fundador, pensó en recurrir á la carta de fundación,
donde se habla de una ensefianza especial para laagri-
cultura, el comercio y Ja industria. La mejor época de
nuestra lengua ha conocido este habla cortesana: ha-
bia. canal cuando el rey y la corte se divertian en el
canal de Versalles; habia caveau cuando se jugaba en
el cuartito asi llamado de monsefior. Esos mismos
nombres de monseigneur, de monsieur, de madame,
son elipsis que nos ocultan un titulo más completo y
retumbá.nte.
El lingüista comprueba que, en todos los idiomas,
el adjetivo tiene. una tendencia á reemplazar al sus-
tantivo. Esta ley, que parece pertenecer únicamente
á la gramática, supone otra que pertenece á la psico-
logia y á la historia. Me haré entender mejor con al-
gunos ejemplos. El francés ha perdido la antigua pa-
labra que servia para designar el higado (jecur), y la
ha. reemplazado con un adjetivo que significa {icatum.
Pero ¿qué hay que inferir de este cambio? Que tene-
266 ENSAYO DE &EMÁNTICA

mos aquí una palabra' de la lengua de los cocine~os.


Los que en nuestros -restaurants- oyen .\~ lla,madas
del ~omedor al subsuelo pueden so.:t;'prender más (le
una elipsis de la misma especie.-En los lib,ros.de de-
recho se habla de cierta especie de préstarooque &~
llama el préstamo ti la grosse¡ este .adjetivo podrla
darnos qué pensar, si no supiésemos que se trata del
préstamo d la grosse aventure, especie de contrato qu~
se aplica á los riesgos marítimos. Cuando más al éo~
lTiente se esté, ó se qu~era:parecer ~~~~.J;', detql,a pro-
f!3sión ó de ,un gén~r9-4e vida., ,más se 1lf!4I,rá ~e,~st~
li'Ulglla,tl\gqjgráfica. A!ieinásde la cel~ri~~d hay eIl
tales omisiones algo que ha\aga ~lamor propioJcomo
~latractivo de una iniciación. 'ro(l.~,slp.& pr_Qg.r~~o~ •
.tpdas las invenciones modernas aumentan ~\l núme-
ro. Nosotros esperamos el rápido.en las~stacionEltl de
ferrocarriles. En la época de la E:x:posiciónJie 1878 se
~ba á yer el cautivo de l~ ;L'1tZl,~r.las. Es . ~l ~lS~o prp-
.cedimiento de que se ~irveJa jerga. cEsc9n!ie;~ tra-
¡palona~, dice un personaje 4e Zola á unahij~charla­
.tana. Estos ejemplo~. e&tán :t!lWadoll l!l~Y ~r~a de
:po~otros, deÍ lenguaje de hoy ~ qe ~yerj pero pqJiria-
Qlpl,qqmarlos igualIP!'lnte·(iel ~~t~ap,jero ó.de la .anti·
güedad. La .palabra espafi.ola hermano representa el
latin germanus, que se empleaba ya en el mismo seo-
tido; ,pero, ,por sI misma, es un adjetivo qqe significa
-v~rdadero, natural-. Cicerón, ~iciendo en una de sus
cartas fan:tiliares flue en cierta ocasión se condujo
cpmo !ln verdadero asno, se sirve de esa palabra: Me
aBinum germanum 'uillse.
Apenas hemos citado más que sustantivo!!; p~ro algo
selJlejaJlt~ pasa con los verbos. El hábito hace que los
complementos se sobreentiendan, y que el verbo trap.-
sitivo se haga neutro. Es la faz inversa de Jo que he-
POR MI.GUEL
, BRÉAL 267

mos visto en el adjetivo convertido en sustantivo,-


¡Eepone usted1 es una pregunta perfectamente clara
para un pintor. Una muierque recibe es expresión ad-
mitida por la. Academia. Los compradores saben lo'que
hay que entender por un almacén que en~ía ó una casa
que liquida. Nuestra lengua hablada está llena de esas
locuciones; as1, ha podido decirse que la abundancia
de los verbos neutros es un signo de civilización. A
veces la locución se aligera hacia el medio; de todas
las clases de abreviación es, !.Iin duda, la menos bue-
na. Los geólogos disertan; no obstante, sobre el hom-
bre terciario. En medicina se habla de paraliticos pro-
gresivos, Yo he visto A un miembro de la Academia
francesa,. hablando de Max . Mülter I llamarle· fll6log()
et)mparado. Barbarismos afrentosos, si se quiere; pero,
cua.ndo en religión se hapla de refo'r.mad.os y.de cat6-
licos, la elipsis, no por más ~ntigua, .deja. de ser de la
lllisma especie.
Concluiremos que, ~n m~teria de .1engQaje, hay una
rE!lgla que domina A todas las otras. Una vez encon-
trado y adoptado un signo para un objeto, se hace
adecuado al objeto. Podemos truncarle, reducirle ma-
terialmente; siempre conservarA su valor. Pero con
una condición: la. de que no ~e interrumpa al uso
que liga el signo al objeto significado. Reconstruir
ijll¡L lengua con el solo auxilio de la etimologia es
una empresa arriesgada, que .puede salir bien ha."Ita
cierto punto por lo que atafie al común de los vo~a­
blos, pero que viene á estrellarse contra. ·esa especie
particular de obstáculo resultante de las locuciones.
Se comprende esto bien cuando se descifra un texto
cuya lengua no ha llegado á nosotros por ,una tradi-
ción viva. El origen de las palabras suell3 ser claro, la
forma gramatical no dejIJ. margen á ninguna duda,
268 ENSAYO DE SEMÁNTICA

pero el sentido íntimo se nos oculta. Son rostro~, cu-


yas facciones descubrimos, pero cuyo pensamiento
permanece impenetrable. Las únicas lenguas antiguas
que conocemos verdaderamente son las que han lle-
gado á nosotros acompanadas de léxicos y de comen·
tarios: elladn, el griego, el hebreo, el sánscrito, el
árabe, el chino.

Littré, en un precioso trabajo titulado: Patología


del lenguaje, ha reunido cierto nú~ero de hechos del
mismo género. Nunca recomendaríamos bastante la.
lectura de esa obra., que es un extracto de su gran
diccionario, y como una. colección de casos in,teresan-
tes y cu!'iosos (1). Pero lo que el gran sabio fra.ncés
llama patología es el desarrollo normal del lenguaje y
una cosa ordinaria. Las lenguas no se prestan más
que á ese precio á la expresión de idea~ nuevas; no
hay ahi enfermedad; cuando llega.n por un circuito á
crear algún término nuevo, borra.n el camino por
donde han pasado. Asi, la etimologia no tiene la ma.-
yoría de las veces más que un interés histórico. En la.
vida de todos los dlas, en la. discusión de ideas filosó-
fica.s ó poUticas, el examen de los origenes de una pa.-
labra puede constituir un punto de partida; pero no
serfa prueba de una inteligencia feliz insistir dema-
siado en ese punto, y sacar de él consecuencias dema.-
siado largas ni demasiado importantes.
Las palabras, se ha dicho con razón, son cristales
que hay que pulir y frotar mucho tiempo, sin 10 cual,
en vez de mostrar las cosas, las oscurecen. El recuer-
do demasiado presente de la etimología perjudica á
(1) Littré, Études et glanures. (Esta obra ha sido reeditada
en la Bibliothéque pédagogique. Delagrave.)
POR MIGUEL BRÉAL. 269

menudo á la expresión del pensamiento, porque puede


alterarla con falsos reflejos de todas clases. El trabajo
de los siglos y el beneficio de una larga serie de pen-
sadores es emancipar las palabras, aunque sin hacer-
las enteramonte extraflas, por eso, á sus ascendientes
y á su lugar de origen.
El único caso en que puede hablarse con propiedad
de patología es aquel en que una palabra se emplea
erróneamente por otra, ya A causa de uná semejanza.
de sonido, ya A consecuencia de al~n.otro accidente.
Tal es la confusión que se ha realizado en los esplritus
entre habit y habilU; éste último v9cablo, que deberla
escribirse abillé, es una expresión metafórica que sig-
nifica .preparado, arreglado-. Se empleó en un prin-
cipio hablando de la madera. Hoy aún decimos: du
bois en bille. El recuerdo del antiguo sentido se ha
conservado en algunas 10'cuciones, tales como habille7'
un poulet, le "oild bien habillé (1)1 Aquf aún compro-
bamos la fidelidad de las locuciones, las cuales conti-
núan su existencia sin preocuparse de la corriente ge-
neral.

Una lengua no se compone sólo de palabras y de


locuciones; hace falta un mecanismo para contener y
mantener esos materiales.
Guillermo de Humboldt dice que llevamos en nues-
tro espfritu una especie de gramática que, tarde ó
temprano, acaba por marcar su impresión en la len-
gua. Es lo que él llama Die inne'l"e Sp'I"achform (la for-
ma lingüIstica. interior). Nada impide aceptar esta. ex-
presión, pero á condición de comprenderla bien. Es
(1) Tomamos psta etimologia de una comunicación verbal
de M. Gaston Paris á la Sociedad de LinguIstica.
270 ENSAYO DE SEMÁNTICA

claro que la forma lingUistica. interi'ór' no es un donde


lána.turaleza, puesto que varia. de un idioma á otro"
y puesto que en\1n solo "1 mis'm:oidioma se m'ódific& eh
el curso de las edades. La fOrma. lingUistica interi'or
no es otra cosa que el recuerdo de la lengua. matern&~
Pero, á su vez, este recuerdo se impone á las partes
de lalenguaqU'e han queda;d'o flotantes, y las hace en-
trar en los ttlarcos establecidos.
N'oes élJte, por otra parte, el único problema de'e9'e
género. He aqui otro, no' menos interesante~
La muerte' mS"teri8il de' Un"a. desinencia" tto suspend'é
sU U80'. Mucho tiempo dellPüés de haberd"esaps,reci'do"
ellengllaje'puede-recurrir á ella.·en demanda deser~
viCios., como siexistie·se-a.ún'; '00'8& notab1e= la;deBiuen~
eta ausente corntinúa; presta.ndo" esos servicios. Mb
a'Ó.n: vemos propagarse la fun."cióngramatidai de qtm
eYa,ex·ponente, aunque privada. 'de toda. expresión; de
modo que la parte mé.s impottanté de su: historia eS',
A veces, a:quella enqo:e ha perdido Sil re'rj'resentan.te
exter-no y tangib'le.
Esta supervivencia de las desinencias puede com~­
probarse en todos los ·idiomas-.. Un ejemplo notable en
francés son las locuciones como la rue Monsieur-le-
Prince, l'hospice Cochin, l'institut Pasteur. Aunque el
francés ha perdido el exponente del genitivo hace si-
glos, empleamos aqui verdaderos genitivos. Por su-
puesto', p&J!"a que pueda producirse un hecho de 'Elsta
indot&, eil menester que la. lengua haya conservado
cierto número de m:odelog. Expresiones como Z' HDtel-
IHeu" r~gUlfe Notre·Vame, la place Dauphine, son el
tipo en' cara ~stá. hasegu.ido trabajando el lenguáje.
R-ecórrase hoy un'a lista de las calles y ~lazas de Parta:
jamás se ha empleado más el genitivo que desde que
está desprovisto de todo signo. Hay que afilldir, sin
POR MIGUELBRÉAL 271

embargo, que, como ese empleo se limita, en general,


á nombres propios, la conciencia popular ha variado
algo en lo tocante á él, Y hoy ve más bien en esOs nom:~
bres una especie de bautismo que un caso que denote
la pOsesión.
Diré á este propósito que hay que guardarse de con'·
fundir las le·nguas que han tenido una flexión y la han
perdido con las que no la han poseldo nunca. El in~
glés, con una facilHad que ·1)'1etl.' puede envidiáTséle,
transforma sustantivos en verbos. Tomará, por ejertl~
pIo, el sustantivo gTac.e (belleza), y'drrá: lt 'lDould g:Y(¡~
ce OUT life, cesto embellecerla nuestra vida-. Lo que
p'ercibe el inglés es positivamente un infinitivo; aan l
que no expresada de ningún modo, la idea del irifiIH~
tivo I se presenta sin equivoco á su mente. .
La fta1J8
viene á encajar en un antiguo molde formado en la
~poca de la flexión, y que sobrevive á. ella.
Las diferentes lenguas se apartan notabletn'ente
UD$S de otras en este punto La claridad del diseUr'-

so depende del mayor ó menor uso ·que se hace 'de


esas supervivencias. Un idioma debe su carácter á lo
quescJbl'eEffitiende tanto como á lo que expresa'. La
ju"sttL proporciÓn en este :génerO constituye el melitó
d", tina. lengua, como la. ·proporción de los Helios· y
vaciosen laarqnitecttíra.
EI·alemán ha conservado los giros de una lengu~
sintética, a.unque muchas desinencias hayan desapa;:.
recf-do ósean ya Ím'posfbles de reconocer. CuandO
SrhiÜer, en La Novia de Mesina, pone en boca dé ddn
César: NichtKleinmuth zeiht Don CesaTn weT·ihn kennt;
lo que pretende empleares un genitivo. Pero nallá. ·16
¡I'dica·erteriormerite. LA. dificUltad ·dE' la Hmgila 'alelo
m8:na se debe en parte á esos registros que sólo suá:"
ti::; h para el oido interno.
~72 ENSAYO DE SEMÁNTIOA

No es éste lugar á propósito para multiplicar los


ejemplos. Pero esa forma. lingtUstica 'interna de que
habla Humboldt no limita su acción á lo dicho. Asis-
te, por decirlo asi, á todo el desarrollo del lenguaje,
dispuesta á reparar las pérdidas, á salvar con útiles
acrecentamientos las desinencias en peligro, á apro-
vecharse de los accidentes, á extender las, adquisicio-
nes. Ella es la que ha dado al inglés su triple pro-
nombre posesivo, his, her, its, cuyo equivalente no
poseen las lenguas románicas. Ella es la que ha en-
riquecido la conjunción francesa con tiempos que no
conoció el latin. Ella hace concurrir á un solo y mis-
mo objeto fenómenos ,de origen muy distinto. Ella in-
funde una significación á snab~s primitivamente va-
clas ó indiferentes... '

Llegamos asi á una cuestión sumamente importante


y delicada: ¿hasta qué punto tiene una parte la inten-
ción en los hechos del lenguaje? Los lingüistas moder-
nos, en general, rechazan muy expllcitamente la idea.
de intención. Admiten á lo sumo que accidentes fa.-
les é imprevil!tos se hayan utilizado de una manera
espontánea é inconsciente. Verdad es que se haabu-
sado singularmente en otro tiempo de las intenciones
adjudicadas al lenguaje, y que se le han atribuido en
el pormenor toda clase de distinciones y ,de pensa.-
mientos secretos de que es inocente.' Pero la doctrina.
contraria no está menos lejos de la verdad. Pa.rece
que la lingüistica moderna confunde la inteligencia
con la reflexión. Aunque no sean premeditados los
hechQs del lenguaje, no por eso deja. de inspil'Jl.rlos y
dirigirlos una voluntad inteligent~. Entre el acto po-
pular, que crea súbitamente un nombre para alguna
POR MIGUEL BRÉAL 273

idea nueva, y el acto del sabio, que inventa una de-


signación para un fenómeno cientifico recién descu-
bierto, hay diferencia en cuanto á la prontitud del
resultado y en cuanto á la intensidad del esfuerzo,
pero no hay diferencia de naturaleza. En uno y otro
caso, la facultad puesta en juego es la misma. Seria
exageración singular suponer, por una parte, un
agente inteligente y libre, y por la otra, un agente
inconsciente y ciego. '
Aun esa otra parte, más material, de la lingüistica,
que trata de los· sonidos, la fonética, para la cual se
querria reivindicar hoy, con la inconsciencia de los
fenómenos fisiológicos, la precisión de las leyes mate-
máticas, no es absolutamente d~ otro orden, porque
la causa de los cambios es e(cerebro tanto como la
laringe. Por lo menos, habria que establecer una dis-
tinción entre los fenómenos debidos á la estructura de
los órganos y á una necesidad imperiosa de pronun-
ciación y los que dimanan del instinto de imitación y
de simples preferencias. Sin extendernos m~s en estas
consideraciones, digamos que esas son exageraciones
pasajeras de un principio verdadero y excelente, á sa-
ber: la regularidad de los fenómenos de la palabra.
Pero no dudamos que la lingüistica, curándose de sus
pat'adojas y preconcepciones, llegará á ser más justa
con el primer motor de las lenguas, es decir, con nos-
otros mismos, con la inteligencia humana. Esa miste-
riosa transformación que ha hecho salir el francés del
latin, como el persa del zend y como el inglés del an-
glo-sajón, y que presenta por dondequiera en los he-
chos esenciales un conjunto asombroso de coinciden-
cias é identidades, no es simple producto de la deca-
dencia de los sonidos y del desgaste de las flexiones;
debajo de esos fenómenos donde todo nos habla de
18
274 ENSAYO DE SEMÁNTICA

ruina, sentimos la acción de un pensamiento que se


desprende de la forma á que está encadenado, que
trabaja por modificarla y que se :aprovecha muchas
veces de lo que parece al pronto pérdida y destrucción.
Mens agitat molem ...

FIN
INDICE
Piga.

IDEA DE J<:S'I'E TRABAJO". o. o o o • • • • o • • • • o o. o .'0........ 1


PRIMERA PARTE
Las leyes Inteleetaales del leDgdaJe.

CAPíTULO I
La ley de especialidad.
Definioi6n de la palabra ley.-Falsa idea reinante acerca
de las lenguas llamadas sintéticas y analíticas. -La es-
peoialidad de la fnnoión es una de bs cosas que carac-
terizan á las lenguas analíticas. " . . • . . . . . . . . . • . • . • . . . 9
CAPíTULO 11
'La!ley de reparti~n.
Pruebas de la existencia de una repartioión.-Lfmites
del principio de repartición. . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
CAPíTULO 111
La irradiación,
Lo que debe entenderse por esta palabra.-La irradia-
olón puede crear:desinencias gramaticales.. • •• • . . . . • . 36
CAPíTULO IV
La supervivencia de las flexiones.
Lo que es.-Ejemplos sacados de la gramática francesa.
-Del arcafsmo •................................ " " 46
OAPfTULO V
Falsas percepciones.
Falsas desinencias del plural.-Falsas desinencias de los
casos. -La apofonía. . . • . • . • . . • • . . • • . . . . . . . • . • . • • . . • . 52
'CAPíTULO VI
De la analog(a.
Idea falsa sobre la analogla.-Casos en que el lenguaje
lIe deja guiar por la analogía.-A. Para evitar alguna
difioultad.-B Para conseguir más claridad,-O, Para
subra~ar UDa oposición 6 una semejanza,-D. Para
ajustarse á una regla antigua ó nueva.-Ooncluslones
sobre la analogfa..... ................ ........••..• 56
276 íNDICE

Págs.
OAPíTULO VII
Adquisiciones nuevas.
Necesidad de indicar las adquisiciones aliado de las pér-
didas.-El infinitivo.-La pasiva.-Los sufijos adv.er-
biales.-Conclusiones hist6ricas......... ..... . . .. .. . 72
OAPfTULO VIlI
Extinción de Zas formas inútiles
Dificultad de este estudio.-Formas superabundantes
prodocidu por el mecanismo gramatical -Ventajas
de la extinción.-¿Hay formas fatalmente condenadas
á. desaparecer? .... '" .••....... " .. . . . ...... . . . .. . . 83:
SEGUNDA PARTE
~omo se ha 6j8do el sentido de 1.. palabras.

CAPíTULO IX
Las supuestas tendencia.~ de Za., palabras.
De dónde procede la .tendencia peyorativa».-La den-
dencia é. debilitarse»,-·Otras tendencias no menos
imaginarias ...•••. , . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . • . . ~

CAPíTULO X.
La restricción det sentido.
Por qu6 las palabras son desproporcionadas necesaria-
mente con las cosas.-C6mo corrige la inteligencia
esa desproporci6n,................................. 96-
OAPíTULO XI
AmpZiación del sentido.
Causas de la ampliación del sentido.-Los hechos de am-
pliación son otros tantos datos para la historia.-Son
una consecuencia del progreso del pensamiento. . . . . . 104-
OAPíTULO XII
La metdfora.
Importancia de la metáfora para la formación del len-
goaje.-Las metáforas populares.-Procedencias di·
versas de las expresiones metafóricas.-Pasan de una
lengua á otra .•. " .... ......... ....•...... . ... . ...•. 110·
CAPíTULO XIII
De las palabras abstractas y de Za condensación
del sentido.
Lo que debe entenderse por la cc,ndensaci6n del sentido.
--Ejemplos sacados de diversas lenguas.. . . . . . . . . . . . . 121
íNDICE 277

OAPíTULO XIV
La P?tisán.ia.
Lo que OA lo poll~emia.-Por qué es un signo de ohill-
aaoión.-A qué so debe que no ocasione confusión.-
Una nuevo Rcepción eqnivale Ii una palabra nueva.-
De la polh!Omia indirecta.. . •. •• . . . . . • . • . . •• . • . . • . . • • 126
OAPíTULO XV
De una causa particular de polisemia.
Por qué una locución puede ser mutilada sin perder
nada de su significaclón.-La abrevlaoión, causa de
irregularidades en el desarrollo del sentido.-Las 10-
cuolonos que se llaman «prell.adas».................. 183
OAPíTULO XVI
Los nombrescompuestol.
Importancia de la significación.-Del orden de los tér·
mlnoR.-Por qué el latIn lorma menos compuestos
que el grlego.-Lfmites de la oomposlción en griego.
-De los compuestos slinscrÍtos.-Los compuestos no
tienen nunca mlia de dos términos................... 141
. CAPíTuLO XVII
Los gf"UpOS articulados.
Ejemplos de grupos arti~ulados. - Su utilidad. . . . . • • . . . 152
CAPíTULO XVIII
Cómo se dan los nombres d las cosas.
Los nombres dados Ii las llosas son necesariamente In-
completos é inexactos.-Opiniones de,los Olósofos de
Grecia y de India.-Ventajas de la alteración fonética.
-Los nombres propios............................. 156
TERCERA PARTE
~óm. se ha formado la sintaxis.

OAPíTULO XIX
De las categorl.as gramaticales.
Lo que debe entenderse por categorfas gramaticales.-
Cómo existen esas categorías en la mente. -¿Son in,
natas ó adqulridas?-¿Son todas del mismo tiempo? . 163
OAFíTULO XX
La fuerza tran,yitiva.
De dónde viene la idea que tenemos de una fuerza tran-
sitiva residente en ciertas palabras. - Verbos que oam-
278 íNDICE

bian de signifioación al hacerse transitivos.-La tuerza


transitiva es lo que da unidad y cohesión á la frase.-
El antiguo mecanismo gramatical pierde su valor ori-
ginario ...••.••................. o... oo..... oo.. oo. . • 171
CAP1TULO XXI
El contagio.
Ejemplos de contagio.-Las palabras negativas en fran-
céd.,:-E1o ingl.és buto-El participio pasado activo.-La
conJunc1ón .no o. o... oo. o', o.......•.... o.• , ....•. .. • 181
CAPíTULO XXII
De algunos instrumentos gramaticales.
El pronombre relativo.-EI arUculo.-EI verbo sustan-
tivo.-Los verbo a auxiliares ... o................ o... o 186
CAP1TULO XXIII
El orden de las palabras o

Por qué el rigor de la oonstrucci6n está en razón in-


versa de la riqueza gramatical.-De dónde procede el
orden de la construcci6n frllncesa.-Ventajas de un or
den fijo.-Comparaci6n con las lenguas modernas de
la India .•. o. oo. o.. o. o. ooo...... o. oooo•. ooo..• o. •••. 192
OAPíTULO XXIV
La l6gica del lenguaje.
De qué naturaleza es la lógica dellenguaje.-C6mo pro-
cede el espIritu popular. o............ ............... 198
CAPíTULO XXV
El elemento subjetivo.
Lo que hay que entender por el elemento subjetivo.-
Oómo se mezc'a al discurso.-El elemento subjetivo es
la p:..rte más antigda del lenguaje. o. o. oo.... o• o. o• . • • 207
OAP1TULO XXVI
El lenguaje, educador del género humano.
Papel del lenguaje en las operaciones de la inteligencia.
-Dónde reside la superioridad de las lenlluas indo-
europeas ... Qué puesto debe ocupar la lingü[.tica en-
tre las ciencias ..•.•.. oo. ooo. o.. o.. o. . . . • . . . . . . . . . . • 216
A QUÉ SE LLAMA PUREZA DE LA LENGUA............... 228
L",- HISTORIA DE LAS PALABRAS........................ , 247

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