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¿Somos un país amnésico?

“Quien olvida su historia, está condenado a repetirla”


Jorge Agustín Nicolás Ruíz

El 17 de mayo de 1980 en una región olvidada de nuestro país, llamada Chuschi, ingresaron
miembros de Sendero Luminoso, quemando 11 ánforas electorales. Este acto fue el inicio de
una de las épocas más funestas del Perú, que según la Comisión de la Verdad y Reconciliación
se ha determinado que fallecieron 69.280 personas. Han pasado 37 años y las heridas no han
cerrado a causa de la indiferencia y las pésimas políticas de estado asumidas por nuestros
gobernantes. En la actualidad hay mucho desconocimiento en la población, en especial de los
jóvenes sobre lo aconteció en los años 80 y 90 y sobre todo acerca de quienes fueron los
culpables.

El escritor Eduardo Galeano decía “que entre malas costumbres de Latinoamérica están la
indignidad, la amnesia, la resignación y el fatalismo”, el Perú peca de mucho de estos
defectos, pero en especial, es un país amnésico, que no recuerda y vive solo el presente
dejando de lado atrocidades y victimas por igual porque a nadie le interesa escuchar o saber
lo que paso en el Perú en la época de la violencia política ni menos que se hizo con los
culpables y afectados.

Actualmente en nuestro país, después de casi 4 décadas, muchas madres, padres, hermanos,
hijos esperan justicia, a través del artículo 1 de nuestra constitución que señala acerca de la
defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad ya que son el fin supremo de la
sociedad y el Estado. Sin embargo, los gobiernos de turno que han regido el Perú desde el
gobierno provisional de Valentín Paniagua no han fomentado políticas de estado para
enmendar todas las heridas que se hicieron en el terrorismo, y menos castigar coactivamente
a los que han perpetrado crímenes y delitos durante este penoso periodo.

Por lo cual la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos


del Perú(ANFASEP), en cumplimiento de sus objetivos institucionales de promover y hacer
difusión de los Derechos Humanos, tiene objetivos como la exigencia a las autoridades a
encontrar los restos de nuestros familiares desaparecidos, incidiendo en las autoridades para
que aprueben políticas a favor de los afectados , gestionar programas y proyectos para ayudar
a los socios(as) de ANFASEP para que puedan vivir una digna.

Por eso si queremos vivir en un estado de paz y justicia, nunca se debe dejar de lado la
dignidad humana y menos el bien jurídico más importante: la vida. Ya que estas atribuciones
reflejan el verdadero desarrollo humano de un país y en consecuencia su calidad humana.

Diego Nancay

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