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El acompañamiento terapéutico y el vínculo.

El acompañamiento terapéutico es un recurso humano cuyo abordaje se realiza a través de un


acompañamiento físico al paciente, (normalmente en el contexto cotidiano de este) con el fin de
guiar, apoyar, crear un “yo auxiliar”, promover la salud, la integración social, laboral y/o
educativa, etc…

Normalmente se destina cómo complemento a las intervenciones clínicas, con el objetivo de


extender, promover y complementar una intervención terapéutica determinada.

El profesional que realiza el acompañamiento será otro distinto al que actúa en la intervención
psicoterapéutica o médica pero este tendrá que seguir los mismos hilos, criterios y directrices
generales que sean marcados en la intervención.

El vínculo: herramienta principal del acompañamiento terapéutico.


El vínculo en términos generales se define (según la RAE) cómo aquello que ata, une o relaciona
a las personas o las cosas. Así pues, el vínculo terapéutico, haría referencia a la atadura, unión o
relación que se establece entre terapeuta y paciente dentro de un contexto terapéutico cuya
misión de su establecimiento es la sanación o herramienta de ayuda al paciente.

En el caso concreto del acompañamiento terapéutico el vínculo adquiere mayor singularidad y


relevancia, que en la psicoterapia ordinaria. Ya que la relación terapeuta-paciente se establece
en la cotidianidad del paciente y en sus espacios físicos, de esta manera al presentarse el
terapeuta fuera del marco físico “clínico”, muchos instrumentos para la creación de un raport de
calidad e interacción terapéutica están únicamente ligadas a la relación cuerpo a cuerpo entre
paciente y terapeuta. Así pues el profesional tendrá que tener fuertes habilidades para poeder
crear y manejar una relación que se base en la seguridad, aceptación, confianza, contención,
apoyo, comprensión, autoridad, terapéutica, etc.. sin hacer uso de instrumentos que
normalmente permite un tratamiento en una situación, institución y/o contexto sanitario.

El objetivo es crear un vínculo auténtico y único en el que el terapeuta se pueda implicar en la


relación de manera genuina, sintiendo con el paciente, mostrando sus sentimientos,
acompañando y otorgando el espacio que propicie el cambio desde la cercanía y la autenticidad.
Todo ello a su vez representando, en todo momento, ser una figura terapéutica pero sin hacer
uso de instrumentos y herramientas propias de la psicoterapia clínica.

El vinculo se deberá ir estableciendo poco a poco y se irá creando principalmente en base a los
siguientes principios básicos :

1. A la historia del paciente:

En función de sus características de personalidad e historia vivencial en sus apegos y vínculos. El


acompañante terapéutico tendrá que descubrir sus carencias y patologías en sus relaciones
vinculares que el paciente le va mostrando, para reparar a través de una relación vincular
compensatoria y terapéutica su experiencia previa y así ofrecer la posibilidad de ser un vehículo
reparador que le permita en su futuro dotarle de herramientas para poder relacionarse
sanamente con los objetos, personas y situaciones exteriores

2. A la transferencia:

Entendiendo por transferencia como aquellos sentimientos, conductas y pensamientos que el


paciente deposita en el acompañante terapéutico. Siendo patrones que ha aprendido en sus
relaciones previas con familiares y personas representativas de su entorno. A través del
conocimiento y análisis de ello se podrá entender y así establecer el vínculo mas adecuadamente
que pueda permitir luchar con las posibles defensas del paciente y generar un vínculo sano,
seguro y reparador.

3. A los objetivos terapéuticos:

En función de las directrices que sean marcados desde su terapia o desde la figura del
acompañante (siempre consensuado con el tratamiento clínico de referencia) se podrá
establecer que tipo y que intensidad en el vínculo deberá marcarse.

4. A la forma de representar y consolidar la figura terapéutica. (Unida al tratamiento del


paciente):

El paciente debe tener presente que el acompañante terapéutico es una extensión de su terapia
y que se haya coordinado y sigue los mismos objetivos finales. Por lo tanto debe ser evidente la
existencia de comunicación entre el acompañante y la/s figura/s sanitaria/s de referencia.

5. A la función de la supervisión (manejo de la contratrasferencia).

Entendiendo por contratrasferencia como aquellos sentimientos, conductas y sentimientos que


el acompañante terapéutico deposita en el paciente. El terapeuta deberá analizarlo
abiertamente y sin tapujos en su la supervisión del caso. Entender que es concerniente a la
provocación desencadenada por el paciente (para entenderlo mejor y gestionarlo en su
beneficio) y que puede ser desencadenado por cuestiones individuales y personales del propio
acompañante (que necesariamente tendrá que manejar y controlar).

En todo caso, se hace necesario la supervisión del acompañante terapéutico, ya que existe una
alta intensidad del vínculo y el acompañante terapéutico se haya desprovisto de un entorno
controlado al introducirse plenamente en vivo en la vida del paciente. Existe pues un riesgo o
posibilidad de confusión del rol y el manejo de la contratransferencia se hace mas complicado.
Bajo este encuadre en el trabajo de campo que implica en acompañamiento terapeutico una de
las funciones principales del supervisor deberá ser analizar y canalizar adecuadamente al
acompañante terapéutico en su relación contratrasferencial con el paciente.

EL AT, UN VÍNCULO A CONSTRUIR

El grupo familiar es la estructura social básica que se configura por el inter juego de roles
diferenciados: padre, madre e hijo o sus sustitutos.
El sujeto que enferma es el portavoz de las ansiedades y dificultades de su grupo familiar. El
enfermo, el alienado, es él pero su enfermedad es la resultante de la interacción familiar, de la
forma alienizante de relacionarse que existe en ese grupo.
Las palabras y acciones del enfermo proporcionan elementos para descifrar y armar un
rompecabezas del acontecer grupal que subyace y que no tiene posibilidades de emerger de otra
manera.
No hay tratamiento posible si no hay un pedido al respecto de alguien para alguien. Es cierto que
a veces no es el mismo paciente el que pide un tratamiento, a veces es la familia, un amigo o
pareja. Si el paciente ya se encuentra en tratamiento serán el psiquiatra o el psicoanalista
quienes puedan considerar la inclusión del recurso de acompañamiento terapéutico para
sostener al paciente en su cotidianeidad en un momento crucial del tratamiento.
La demanda está determinada transferencialmente y es el recurso esencial y único con que
contamos para realizar una oferta de tratamiento o acompañamiento.
No hay estrategia posible ni tratamiento que no se base en éstos recursos transferenciales del
paciente por mínimos que sean, todo tratamiento apuntará a la optimización de los mismos.
La transferencia no es exclusiva de la relación terapeuta- paciente, se da en mayor o menor
medida cada vez que un sujeto se encuentra con otro. La transferencia es la herramienta
fundamental en el trabajo cotidiano de un acompañante terapéutico, es el falso enlace que se
produce entre el acompañado y el que acompaña.
Las personas establecen en sus relaciones actuales con los otros transferencias de afectos en
relación a situaciones pasadas que obedecen a la matriz fundamental de relaciones que
constituyeron al sujeto a partir de su particular atravezamiento del complejo de Edipo y el
complejo de castración y que se basan en las identificaciones que el sujeto realiza con sus figuras
parentales en sus primeros años de vida.
El acompañamiento terapéutico va a cobrar operancia en esas series psíquicas, simbólicas y
transferenciales que el sujeto realiza. Así se consigue reactualizar, en la relación que el paciente
establece con el A.T situaciones traumáticas que por obra de la represión y de las defensas no
pueden ser recordadas desde la voluntad consciente de la persona.
El modo especial del vínculo transferencial va a ir definiendo los distintos roles que el A.T va a
desempeñar según el caso y según los momentos particulares que éste atraviese, dentro del
contexto general del abordaje terapéutico pautado o indicado.
El A.T será el destinatario de múltiples relaciones transferenciales, no solo desde el paciente,
sino también desde otros lugares y miembros implicados de modos distintos dentro del proceso
general del abordaje (familia, terapeutas, institución, etc.)
El A.T trabaja siempre dentro de un equipo terapéutico, éste es el espacio donde también se
reciben y se gestan relaciones transferenciales en el atravezamiento e interrelaciones que el
equipo o alguno de sus miembros en distintos momentos adquiera con otros ámbitos.
El equipo se encontrará frente al análisis de lo contra transferencial, que se establece también
entre todas éstas tramas de relaciones y ocupará un espacio de terceridad que será un espacio
de mediación o de posibilidad de mediación simbólica.
La coordinación y la supervisión son referentes externos del trabajo cotidiano en los
tratamientos, abordajes y estrategias múltiples, que permiten realizar un trabajo más esclarecido
y responsable dentro de las múltiples variables que se presentan.
El trabajo en equipo nos va a brindar herramientas específicamente técnicas de las cuales
podemos servirnos en el momento que sea necesario responder a necesidades específicas desde
el punto de vista técnico-práctico.
La coordinación es el lugar de fusión y fisión de las angustias y efectos transferenciales y contra
transferenciales que se presentan en cada momento en éste tipo de trabajo. Da forma de equipo
a lo que comienza siendo la agrupación de múltiples prácticas de acompañamiento con
diferentes estilos y modos donde la determinación de la urgencia, la cotidianeidad y la
emergencia de lo no esperado define idiosincrasias en cada guardia o acompañamiento en
términos singulares.
La coordinación implica encuentros y reuniones, ya que la construcción de un equipo implica un
trabajo del grupo sobre sí mismo, un trabajo que siempre va a tender entre la fragmentación de
individualidades y la ilusión grupal. La eficacia del trabajo está ubicada cuando el conjunto de
personas que trabajan bajo el mismo objetivo general logran sostenerse dinámicamente entre
esos dos polos.
La supervisión sobrepone a una persona particular o función, será esa otra visión que se logrará
a través de la dinámica del trabajo en equipo en otro nivel de terceridad. No es el coordinador o
el supervisor quienes dicen qué hacer, siempre es el equipo el único que puede hacerlo, pero
necesita diferentes ámbitos de referencia dinámicos según las variables a trabajar.
El trabajo en equipo nos habilita para trabajar todas las instancias conflictivas, incluso las que se
generan en el ámbito de la coordinación, de la institución, la supervisión clínica, etc. Este tipo de
trabajos merece contratos institucionales que garanticen las condiciones mínimas que habiliten
la posibilidad de confrontación.
La dinámica del trabajo es el ámbito de discernimiento óptimo de los recursos que serán
empleados según las particularidades de cada caso y las singulares circunstancias que se
atraviesan.
Los logros u obstáculos que se obtengan serán el resultado de los efectos que las múltiples
dinámicas lleven a cabo como equipo y en relación mutua con otros.
CONCLUSIONES
La función del acompañante terapéutico puede definirse a partir de la estrategia que construye
un analista en un tratamiento y en las particularidades de cada caso. El acompañante
terapéutico sostendrá a un sujeto en sus actividades diarias. Su función no puede estereotiparse
o recortarse, se irá confeccionando y armando en situación con la posibilidad de diseñar una
táctica propia que se sostendrá en la práctica a partir de las reuniones entre acompañantes
terapéuticos, la orientación que dé el analista y las supervisiones.
El acompañante terapéutico apunta a un encuentro en situación con el paciente para que éste
como sujeto pueda empezar a aparecer, ayudando a que con sus recursos pueda sortear sus
dificultades o pueda hacer lo que su estructura le permita.
BIBLIOGRAFIA:
"Acompañante Terapéutico", Gabriel Pulice, Gustavo Rossi
"Del Psicoanálisis a Psicología Social", E. Pichón Riviere
"Diccionario de Términos de Psicología y Psicología Social", Joaquín Pichón Riviere
"Enciclopedia de la Psicología", Ed. Océano
"Eficacia Clínica del AT.", Manson, Pulice, Rossi y otros
"Nuevas puntualizaciones sobre el AT.", E. Cossi
"Primer congreso nacional de AT.", Manson, Pulice, Rossi

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