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Boletin det Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” Tercera serie, mim. 14, 2 semestre de 1996 EL TEATRO DEL PODER: CEREMONIAS, TENSIONES Y CONFLICTOS EN EL ESTADO COLONIAL JUAN CARLOS GARAVAGLIA* 1, INTRODUCCION En representacion que hizo el Regente [...] de esa mi Real Audiencia Don Benito de la Mata Linares [...] he teni- do a bien resolver {...] se continue en ella ta practica de poner Cojin solo al Regente en las Funciones de tabla! DON BENITO de fa Mata Linares —quien pasard a la historia sobre todo por la colec- cién documental que donarfa a la Real Academia—tuvo en vida fama de hombre de mal genio. Esta Real Cédula confirma su derecho al uso exclusivo de cojin en la igke- sia; era el orgulloso regente de la Audiencia portefia una excepcién? No: quizas s6- lo habia Hegado demasiado tarde a ese cargo... Los estudiosos de Ia sociedad colonial ibérica se han topado decenas de veces con documentos referidos a conflictos de etiqueta o de ceremonial y los archivos estan li- teralmente plagados de este tipo de materiales. La primera reaccién es de sorpresa y la segunda, con mucha frecuencia, de incomprensidn. ,Cémo es posible que la gente se enfrentase tan acerbamente por estas “nimias” cuestiones de ceremonial, tal como. podia ser el caso del color de 1os cojines utilizados durante la misa 0 el lugar en una * cole des Hautes Etudes, Paris. ' Real Cédula (en adelante RC) del 10 de marzo de 1805, en: Cedulario de la Real Audiencia de Buenos Aires. La Plata, Publicaciones del Archivo Histérico de la Provincia de Buenos Aires, vol. HI, 1938, (en adelante CERABA), pp. 292-293. Sobre los conflictos entre Mata Linares y el Cabildo, véase el libro Li de tos Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires (en adelante ACBA), Buenos Aires, Kraft, 1931 procesién? Torre Revello, en un libro que por otra parte posee un material excelen- te, expresa esa opinién en forma bastante clara al evocar uno de esos hechos: “Como hemos visto y veremos, los funcionarios coloniales eran més celosos en la mayorfa de las veces de pequefios detalles mundanales que del cumplimiento del deber.”? Intentaremos mostrar a lo largo de este articulo que, por el contrario, no se tra- taba de “pequefios detalles mundanates”, sino de elementos centrales que hacen a la estructura de poder y a la cohesidn social de este mundo colonial y que con frecuen- cia, eso que Torre Revello ha llamado “el cumplimiento de su deber”, estaba estre- chamente ligado a esos elementos. Ya nos han ensefiado los antropdlogos que ninguna sociedad discute en el vacio; sdlo hace falta que corramos el velo que ocul- ta ese aparente vacfo, para que su significado se nos aparezca en toda su compleja riqueza. 2. CONFLICTOS, ETIQUETA Y PODER EN LA SOCIEDAD COLONIAL Las complejas formas de la etiqueta y de! ceremonial coloniales, que aparecen hoy an- te nuestros ojos como férmulas casi absurdas y vacfas de todo contenido, constituyen para los contempordneos, por cl contrario, un ritual vivo y funcionan como auténticos signos, que expresan situaciones conflictivas y enfrentamientos. El ceremonial en es- ta sociedad es un medio para mantener el orden social; éste expresa ciertas relaciones sociales mediante un determinado comportamiento “ritualizado” > Todos entienden muy rapido qué significa el puesto del virrey en la procesién, cl del presidente de a Audiencia en la fiesta de toros 0 el lugar asignado a los oi- dores en una solemne ceremonia en la catedral. Todos estén atentos al color de los cojines de los regidores del Ayuntamiento en ocasién de la fiesta de entronizacién de un nuevo rey. Cada uno de estos signos ~hoy “muertos” para nosotros~ tiene un contenido de significantes sociales y politicos muy rico y es seguido y percibido con mucha atencién por todos los participantes de algunas de las ceremonias pui- blicas o semipdblicas que salpican la vida politica de la colonia. Cada uno de es- tos actos simbélicos, expresan elementos de la estructura social y politica de la sociedad colonial. Y cada uno de los participantes parece un actor recitando parte de una obra de teatro ya escrita y que, aparentemente, es inmutable. Pero, no es asi, no es inmutable, sino que, por el contrario estd viva y su “guidn” es objeto de lu- chas y acres disputas. ? Torre Revello, J., Crénicas del Buenos Aires colonial, Buenos Aires, Editorial Bajel, 1943, p. 72. * Para la relaci6n entre “ritual” y “ceremonial” en el sentido que estamos aplicande aqui, vease Goody, J., “Religion and ritual, The definitional problem’, en: The British Journal of Sociology, xtt (2, junio 1961, pp. 142-164. Ya desde mediados del siglo Xv1, la Corona habia comprendido que debia haltar una solucién para convertir a la clase aguerrida de encomenderos que habia encabe- zado la conquista en un grupo nobiliario cortesano, con peso econdmico, pero con un poder politico cada vez mas disminuido; ése seria entonces uno de los objetivos de la politica de los virreyes. Para ello, uno de los instrumentos de control mas re- Jevantes ~y a la vez, auténtica “valvula de escape”, a través de la carrera en pos del honor y el prestigio en ese marco~ seré la vida de la corte en México, Lima (y al- gunos otros pocos centros de menor importancia). La vida de la corte y la comple- ja etiqueta y ceremonial que ta rodea+ No olvidemos que la mayor parte de los virreyes novohispanos y peruanos de los siglos XVI y XVI muchos de los cuales re- piten en ambos virreinatos— pertenecen a las redes familiares de la primeras casas de la nobleza castellana: Antonio de Mendoza, Martin Enriquez, el marqués de Ce- rralvo, el duque de Alburquerque, el conde de Monterrey, el duque de la Monclova, el principe de Esquilache.... Varios son los grandes momentos del ceremonial piblico de los fastos de la cor- te virreinal; los més importantes son: la entrada del nuevo virrey (que, en cierto sentido, representa simbélica y vicariamente la entrada del propio rey en el mo- mento de su coronacién,’ pero, que se repite en cada virrey),° las conmemoracio- nes en ocasién del nacimiento de un principe o de la muerte del lejano soberano auténtico del cual el virrey no era més que un simbolo viviente— y de la nueva en- tronizacién de su sucesor.” La entrada del virrey da lugar, tanto en México como en Lima, a una complicado ceremonial con un itinerario fijado y casi inamovible que se detiene en ciertos lugares de hondo simbolismo. Los poetas y artistas locales levantan “arcos” con inscripciones,” + Por supuesto, Ia referencia obligada en relaciGn con el problema del nexo entre corte y ceremonial, ¢ Blias, N., La sociedad cortesana, México, Fondo de Cultura Econémica, 1982 y en especial, ef capitulo V, “Etiqueta y ceremonial”, 5 Acerca de este momento clave en Ia simbologia mondrquica moderna, véase Giesey, R. E., Cérémo- niul et puissance souveraine. France, xve- Xvtle siectes, Parts, Colin, Cabiers des Annales, 1987, en espe- cial, las pp. 67-69. * Sobre las “entradas” de los virreyes novohispanos, véase Rubio Maié, 1, Introduccién al estudio de los sirreyes de Nueva Espaita, 1535-1746, tomo |, Viaje de lox virreyes a su destino, legada y recepcién, México, Fondo de Cultura Econémica, 982. Para Lima, véase Bromley. J., “Recibimientos de Virreyes en Lima”, en: Revista Historica, xx. Lima, 1953. 7 Un estudio que nos pinta un cuadro excelente del ritual politica de la corte virreinal novohispana es el libro de Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz 0 las trampas de la fe, México. Fondo de Cultura Eco- némica, [982 y en especial. los capitulos 1, 2 y 3 de la tercera parte. Asimismo, Gruzirski, S., Histoire de Mexico, Paris, Fayard, 1996, en especial “Liordre baroque”, pp. 97-137. § “que por la gran dignidad del cargo de los Virreyes [...] se les pueden y suclen dar y guardar todas Ja ceremonias y preeminencias que a los mismos Reyes”, recuerda Solérzano y anota que justamente las entradas “debaxo de palio, como se hace con los Reyes y con los Legados 4 Latere” qve al principio esta- ‘han prohibidas, se han tolerado después: Solérzano y Pereyra, J, de, Politica indiana, vol. 1V, edicisn de 1a Biblioteca de Autores Espafioles, Madrid, 1972, tomo 25S, p. 209

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