Geografía y Ciencias ambientales: ¿campos

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disciplinarios conexos o redundancia epistémica?* 
Gerardo Bocco1

Resumen
El objetivo de este trabajo es explorar las relaciones
científicas entre dos campos disciplinarios, las ciencias
ambientales y la geografía. En primer lugar, se explora el
marco conceptual de las ciencias ambientales, en tanto
campo emergente en las últimas décadas. En segundo
lugar se analiza la contribución de la geografía a la in-
vestigación en cuestiones ambientales. Para ello, se se-
ñalan las tradiciones clave en la labor académica de esta
disciplina. Finalmente, se proponen algunas estrategias
de trabajo en temas ambientales donde lo espacial o
territorial es relevante.
Abstract
This paper aims at exploring the scientific relationships
between environmental sciences and geography. First,
I explore a potential conceptual framework for envi-
ronmetal science. Second, I analyze the contribution of
geography to research in environmental issues. Finally,
I propose few strategies to tackle environmental pro-
blems where the spatial component is relevant.

Palabras clave Keywords

Ambiente, paisaje, ciencias ambientales, geografía Environment, landscape, environmental sciences,
geography.

1
Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, CIGA-
UNAM, Campus Morelia, gbocco@ciga.unam.mx

* Ponencia preparada para el 25º Aniversario del Programa de Docencia de Posgrado del Colegio de la Frontera Norte, Tijuana BC, el 11
de septiembre de 2009.

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 ¿Existe un marco epistémico2  propio biológica; en el de la geografía, el de la relación sociedad-
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de las ciencias ambientales naturaleza, en realidad una traducción aproximada de la

Las definiciones de ambiente (Recuadro 1) y de ciencias
ambientales (Recuadro 2) son diversas, aunque la índole
de la diversidad difiere entre ambiente y ciencias ambien-
tales. En caso de ambiente en tanto concepto polisémi-
co, las diferencias se agrupan en dos grandes corrientes.
La primera plantea una ruptura entre organismo (o en
su caso sociedad) y entorno (o medio), o si se prefiere
entre sujeto y objeto, pero que se reconocen como liga-
dos a partir de procesos o interacciones (en el entorno
o medio) mismos que afectan al sujeto. Este enfoque
puede asimilarse a un enfoque ecológico o más propia-
mente ecosistémico. Aquí se encuentran las nociones
típicamente biológicas y físicas para el medio u objeto,
y organismos para el sujeto. La segunda corriente parte
de la inseparabilidad de sujeto y objeto (sociedad y am-
biente, a veces aludido como naturaleza), y es utilizada
por las aproximaciones desde las ciencias sociales a la no-
ción de ambiente. Aquí se reconoce al ambiente como un
producto social a lo largo de un periodo determinado de
tiempo. El ambiente es entonces no sólo lo que “rodea”,
sino también un producto de aquello que es rodeado.
Más adelante (sección 3) retomamos este punto desde
la perspectiva del terreno, territorio o paisaje.
En cuanto a las ciencias ambientales, la diversidad
está dada, principalmente, por la perspectiva disciplinar
desde la cual se propone el marco pluri-disciplinar que
está presente en cualquier aproximación a este campo
de conocimiento. Fundamentalmente se trata de tres
perspectivas: la de las ingenierías,3 la de las ciencias na-
turales y la de las ciencias sociales.4 Tal vez dos discipli-
nas estén esencialmente bien posicionadas en términos
conceptuales para afrontar el reto. Una es la ecología y la
otra es la geografía. Ambas proclaman, desde el centro
de sus preocupaciones, genuinas plataformas científicas
a este efecto. En el caso de la ecología, se trata de la
relación organismo-medio, a varios niveles de agregación
tradición mand-land (Pattison, 1964), o human-envi-
ronment geography (Turner, 2002).
Si bien ambas disciplinas comparten este núcleo “am-
biental” es en la geografía donde se ha dado desde hace
décadas un debate teórico en torno al papel de la discipli-
na en relación con el ambiente. Para muchos geógrafos,
el ambiente es el objeto de estudio de la geografía; la no-
ción de ambiente se asimila a la de paisaje, un concepto
claramente emanado de la geografía y enraizado en la
tradición “man-land” (véanse, entre otros, Eden, 2001;
Turner, 2002). Este punto será retomado en la sección
3, más adelante.
Es a partir de la década de 1970, después de
Estocolmo y la creación del PNUMA, que la cuestión am-
biental ocupa un lugar preponderante en diversos espa-
cios institucionales de ciencia y de ciencia en su relación
con la toma de decisiones. Durante las últimas cuatro
décadas, proliferaron (1) los programas educativos a ni-
vel grado y posgrado, y los correspondientes centros de
investigación básica y aplicada, (2) las sociedades cien-
tíficas e instituciones internacionales, y (3) las revistas
científicas, libros y casas editoriales, todos ellos vincula-
dos con la problemática ambiental y en forma implícita o
explícita con las ciencias ambientales.
Una revisión en la Internet (semanas del 24 al 28 de
agosto y del 1 al 11 de septiembre de 2009) arroja un sin-
número (decenas de miles de ellas significativas entre mi-
llones) de referencias para cada uno de estos tres rubros en
diversos idiomas y enfoques. Las referencias inician desde
fines de la década de 1960 y se incrementan de manera
exponencial con la proximidad del fin de siglo, seguramen-
te como una respuesta al recrudecimiento de la crisis am-
biental global y sus implicaciones a los niveles regional y
local, y a la consecuente inclusión de esta preocupación en
diversas agendas institucionales y sociales, tanto académi-
cas como de toma de decisiones. Intentar sintetizar esta
información escapa a las posibilidades de este trabajo. Sin

2
Utilizo la palabra episteme según definición de diccionario, como conjunto de conocimientos que condicionan las formas de entender e
interpretar el mundo. Podría haber usado marco teórico o conceptual, en sentido laxo.
3
En este trabajo no se considera el campo de la ingeniería ambiental como parte de las ciencias ambientales, aunque sin duda se trata de
una de las aproximaciones clave a la cuestión ambiental, en particular a la solución de problemas de esta naturaleza. En cualquier caso
se trata de un campo diferente al de las ciencias ambientales, con enfoques técnicos derivados de diferentes ramas de la ingeniería.
4
En el caso de la geografía, dada su naturaleza dual entre ciencia de la tierra y ciencia social, la perspectiva a la que se alude en el texto
puede ser desde cualquiera de ellas.

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 embargo, es posible indicar algunos señalamientos básicos
desde la pregunta acerca de la existencia de un marco teó-
rico propio para las ciencias ambientales. En otras palabras,
buscar indicios que apunten a la conceptualización de lo
ambiental y las ciencias ambientales como algo más que
un espacio de convergencia disciplinar.
Acerca de los programas educativos
y centros de investigación relacionados
Los programas académicos a nivel grado y posgrado
(véanse algunas referencias en el Recuadro 2) se inser-
tan en diferentes facultades y centros, y reconocen dife-
rentes enfoques. En la mayor parte de ellos se enfatiza la
necesidad de integrar en forma pluri-disciplinar aspectos
particulares de disciplinas de las ciencias naturales (geo-
ciencias, biología, ecología, física y química, principal-
mente, tanto terrestres, como marinas y atmosféricas),
en general partiendo de un aproximación sistémica o
ecosistémica, con recurso a la cuantificación y modela-
miento. En bastante menor medida, y sin que medie una
estrategia de integración, se proponen los temas sociales
en relación con la cuestión ambiental. En una buena can-
tidad de ejemplos, las ciencias ambientales están ligadas a
departamentos académicos de las ciencias naturales y no
de las ciencias sociales. Una excepción, tal vez, es el caso
de la Universidad de Yale (www.seas.yale.edu), donde
cinco de nueve rubros relacionados con el campo (tópicos
de publicaciones), se encuentran en ciencias sociales.
El caso de los departamentos de Geografía (y de los
programas educativos ligados a ellos) es especial. De los
1170 departamentos en 95 países registrados en una
base de datos digital (http://univ.cc/geolinks/ revisada el
030909), en 163 de ellos se incluye el vocablo ambiente,
ambiental o ciencias ambientales, no habiendo diferencias
sustantivas en cuanto a la vinculación con temas de geo-
grafía como ciencia de la tierra o como ciencia social.
Acerca de las sociedades científicas e instituciones
internacionales
El Proyecto de Sociedades Científicas (http://scholarly-
societies.org/ envirsci_soc.html, consultada 01/09/09)
reporta unas 85 entidades relacionadas con la cues-
5
Por ejemplo, el Panel Internacional del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), el Programa sobre las Dimensiones Humanas
del Cambio Global (www7.nationalacademies.org/ hdgc/), el Programa Internacional Geosfera-Biosfera (www.igbp.net), el Proyecto
LAND, entre otros programas académicos y de política a nivel internacional.
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tión ambiental. La Unión Internacional de Sociedades
Científicas (ICSU, por sus siglas en inglés; www.icsu.
org, auspicia desde hace 40 años al Comité Científico
sobre Problemas del Ambiente (SCOPE, por sus siglas
Sección: Ensayos
en inglés; www.icsu-scope-org) estrechamente liga-
do a la UNESCO (www.unesco.org) y al Programa de
Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (www.unep.
org). La UNESCO, si bien no reconoce entre su listado
de disciplinas a este campo de conocimiento como tal,
alberga en su seno varios programas vinculados y al me-
nos un programa de maestría en ciencias ambientales.
Sin duda existen muchas más instituciones y entidades
académicas, algunas de ellas creadas al calor del auge del
reconocimiento de los efectos del cambio climático,5 pro-
bablemente el tema más “popular” en cuanto a la acep-
tación de la catástrofe ambiental.
Acerca de las revistas científicas,
libros y casas editoriales
Según el Directorio de Revistas de Acceso Abierto (Open
Access Journals; www.doaj.org), al menos 77 revistas
están vinculadas con el tema ambiental, en tanto Elsevier
(www.elsevier.com) reporta 126 revistas bajo su sección
Environmental Sciences. Este número es sólo indicativo
ya que depende, para cada biblioteca o casa editorial, qué
temas sean incluidos bajo la sección ciencias ambien-
tales. Por ejemplo, para México, Páez-Osuna (2009),
calculó que entre 1996 y 2008, científicos mexicanos
publicaron poco más de 10,000 artículos en 149 dife-
rentes revistas en ciencias ambientales. Cómo este autor
definió el alcance y contenidos de esta disciplina no es
relevante en este momento.
En cuanto a libros, las cifras son del orden del par de
decenas de miles, según lo reportado por Amazon (www.
amazon.com); para la sección “Ciencias Ambientales”,
esta empresa detecta poco más de 22,000 textos. El ya
aludido programa SCOPE, solamente, ha publicado 60
libros sobre la cuestión entre 1971 y 2000, unos dos
libros al año, en promedio. En esta enorme producción
destacan las enciclopedias o manuales de referencia, tal
como la de ciencias ambientales elaborada por David
Alexandre y Rhodes Fairbridge en 1999. Sin embargo,
la Enciclopedia Británica (http://www.britannica.com/
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consultada 080909),6 famosa por la solidez de sus fi-
chas, no ofrece una entrada para ciencias ambientales
hasta el momento. No queda claro si esto se debe a cierto
conservadurismo lexicológico o bien los editores consi-
deran que el asunto se atiende desde otras fichas de la
enciclopedia. De hecho, el vocablo ambiente sólo merece
una corta descripción, y luego remite a lo que denomina
“componentes principales del ambiente físico”.
En síntesis, pareciera que según sea la perspectiva
que se adopte para atacar un problema ambiental, ello
explicará el enfoque que se escoja para contribuir al es-
fuerzo interdisciplinario de las ciencias ambientales y ga-
rantizar una mirada integral al problema en cuestión. Tal
vez convenga aceptar que el marco teórico en ciencias
ambientales se pide “prestado” a la disciplina que ofrece
la perspectiva o enfoque. El esfuerzo de síntesis pluri-dis-
ciplinar recurre, en la mayoría de los casos a la teoría de
sistemas de manera más o menos explícita, y con alguna
frecuencia a la teoría en sistemas complejos.
El desarrollo institucional del tema ambiental es nu-
trido y contrasta con la relativa pobreza conceptual de las
ciencias ambientales. Sin duda la problemática ambien-
tal ha requerido de este tipo de desarrollos, en especial
para establecer una relación entre ciencia y tomadores
de decisiones a varios niveles, donde el énfasis está en la
detección y seguimiento de la problemática recurriendo a
las diferentes disciplinas que, de una u otra manera, con-
tribuyen a las ciencias ambientales.
La geografía y la cuestión ambiental.
Las tradiciones clave en geografía
Buena parte de los intereses académicos en geografía
han estado estrechamente vinculados, tanto en términos
conceptuales como prácticos, con la noción de ambien-
te (Recuadro 1), o más precisamente, con la dimensión
territorial o espacial del ambiente. Desde esta perspec-
tiva la relación entre espacio (con la posible inclusión
aquí de las nociones de territorio o paisaje) y ambiente,
parece ser indisoluble. Por ejemplo, y de acuerdo con la
Asociación de Geógrafos Americanos (AAG por sus si-
glas en inglés), los geógrafos se preguntan, entre otros
temas centrales, cómo la sociedad interactúa con su am-
6
El recurrir a enciclopedias tales como la Británica no busca una fuente técnica, sino la posible incorporación de una noción o idea al
vocabulario corriente, algo así como su acta de nacimiento o identificación en tanto prueba de existencia o validez.
7
Las otras tres trayectorias son ciencias de la tierra, análisis regional y el análisis espacial.
Gerardo Bocco
biente (Bocco, en prensa). Asimismo, uno de los grandes
temas que detectan los geógrafos norteamericanos para
la actualidad (Cutter, Golledge y Graf, 2002; los tres au-
tores ex -presidentes de la AAG) es cómo cambia el pla-
neta por efecto de la acción humana, un asunto puesto
de relieve en geografía desde mediados del siglo XIX con
el trabajo pionero de George Perkins Marsh sobre la geo-
grafía física “en tanto modificada por la acción humana” ,
y reconocida como una de las cuatro grandes tradiciones
o trayectorias del trabajo académico en geografía (man-
land tradition, Pattison, 1964).7
Para la escuela francesa, los geógrafos de la época con-
temporánea se preguntan acerca de cuatro temas centra-
les. El primero tiene que ver con el quién, y se refiere a que
las sociedades ocupan espacios, operando sobre ellos con
sus valores y modos de vida; el segundo se relaciona con
el impacto que estas sociedades ejercen sobre su medio;
el tercero se refiere al tema del sitio o lugar donde ocurren
estas actividades; la cuarta abarca la dimensión tempo-
ral, a lo largo de la cual las sociedades producen espacios
que se “montan” sobre espacios antecedentes (Bocco, en
prensa). Sin duda, en estos cuatro temas, el ambiente o
medio o milieu ocupa un papel clave.
Resulta razonable entonces sugerir que la contribu-
ción de la geografía a las ciencias ambientales radicaría en
el uso del análisis espacial aplicado a la evaluación de la
problemática ambiental. Es en la dimensión espacial de lo
ambiental donde radica lo específico de esta contribución.
Últimamente se ha hecho énfasis en el uso de sistemas de
información geográfica casi como un sustituto de la disci-
plina que les ofrece un marco conceptual coherente. Sin
duda, esta herramienta junto con la percepción remota ha
cobrado un gran auge en las últimas décadas; sin embargo,
son los modelos territoriales y el análisis de terreno algunas
de las estrategias fundamentales para aproximarse a lo am-
biental desde la noción del espacio geográfico.
Perspectivas para la investigación
ambiental desde una aproximación
territorial o geográfica
Estas perspectivas pueden establecerse desde dos
aproximaciones: la cuestión conceptual y la cuestión téc-
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 nica. En el primer caso se trata de revisar los modelos
espaciales disponibles para entender el ambiente y poder
operar en relación con problemáticas donde lo geográfico
sea relevante (un ejemplo claro son los temas ligados a
recursos naturales y planeación del territorio).
En este sentido, una contribución importante son las
unidades relativamente homogéneas, a veces denomina-
das unidades ambientales o de paisaje. Estas unidades
permiten estratificar el territorio (o la dimensión territorial
del ambiente) de manera coherente, jerárquica y multi-
escalar. Asimismo, permiten manejar en forma integrada
y en el tiempo la información de terreno y suelos, y de
ambos con la cobertura de terreno, y de esta última en
su relación con el uso del suelo. En otras palabras, estas
unidades sintetizan un conjunto de datos tanto de índole
biofísica como socio-económica, a diversas escalas geo-
gráficas, todas ellas convenientes para atacar problemas
ambientales. Permiten asimismo trabajar bien a nivel de
delimitaciones de tipo natural, como las cuencas hídri-
cas, o bien de tipo administrativo, como los municipios,
ejidos, comunidades, etc. Por otra parte, y cuando sea
conveniente, estos niveles de datos pueden utilizarse de
manera independiente, tal el caso del análisis del uso del
suelo y su cambio en el tiempo.
Una segunda contribución relevante es el análisis es-
pacial, otra de las cuatro grandes “tradiciones” en geo-
grafía (Pattison, 1964). El análisis espacial reconoce la
localización relativa (dada por los arreglos o relaciones
entre objetos en el espacio) como cuestión esencial, por
sobre la localización absoluta (o geométrica) de objetos
en términos de sus coordenadas geográficas. Las relacio-
nes son del tipo de la adyacencia, la continuidad, conti-
güidad, entre otras.
En el segundo caso juegan un papel clave las tecnolo-
gías disponibles para observación de la tierra (percepción
remota), representación de datos (cartografía) y análisis
espacial (sistemas de información geográfica). Sin embar-
go, si estas tecnologías se utilizan desprovistas de marcos
conceptuales claros, no cumplen el papel para el cual fueron
diseñadas. Se trata de aprovechar las técnicas disponibles
que permiten hacer operativos los planteamientos concep-
tuales, como por ejemplo, la confección de unidades de
paisaje, los análisis de cambio de uso del suelo, entre otras.
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Conclusiones
Debido a la llamada “crisis ambiental” y su reconoci-
miento a nivel global, desde la década de 1970 este
Sección: Ensayos
tema se ha venido plasmando tanto en las agendas de
organismos internacionales, política pública a nivel na-
cional, ciencia institucional y conciencia y organización
ciudadana. Como respuesta al reconocimiento de esta
crisis han proliferado esfuerzos por entender y revertir
procesos que amenazan el equilibrio ambiental y la cali-
dad de vida de las personas. En este marco se ha venido
construyendo el campo de conocimiento en ciencias am-
bientales, más como resultado de la gravedad creciente
de la problemática ambiental que como producto de una
reflexión conceptual en el tema.
De aquí, y de lo descrito en los recuadros, no se des-
prende la existencia de un marco conceptual propio de
las ciencias ambientales. En cambio se debe reconocer
que existen diversas perspectivas desde las cuales se de-
sarrolla el trabajo académico ambiental, en general ligado
a la necesidad de resolver problemas ambientales. Esto
es así dada la complejidad de la cuestión ambiental, la
diversidad de temas que la alimentan, y la diversidad de
enfoques para cada uno de estos temas.
Son estas perspectivas, que ofrecen las ciencias que
contribuyen al trabajo académico en lo ambiental quie-
nes proporcionan los marcos conceptuales y metodoló-
gicos, que deben ser manejados mediante un esfuerzo
pluri-disciplinario. En el caso de la geografía, esta ciencia
aporta la visión espacial o territorial a la cuestión ambien-
tal, es decir, lo espacial representa una dimensión de lo
ambiental, y la geografía ofrece enfoques, métodos y téc-
nicas para este fin.
Cabe preguntarse si este diagnóstico, en caso de ser
correcto, habría de cambiar en el futuro, o bien si conven-
dría trabajar en la construcción de esta base conceptual
aparentemente ausente en ciencias ambientales. Para la
geografía, en principio, el esfuerzo quedaría en el propio
campo de la disciplina, buscando romper con la dualidad
entre geografía física y humana, y en cambio poder apor-
tar marco y métodos integrados para la investigación
ambiental.
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Referencias
Bocco, G. (en prensa) Geografía, ambiente y geografía ambien-
tal. Capítulo en el libro derivado de la Cátedra de Geografía
Humana Elisé Reclus (México DF, 3-5 julio 2007). Instituto
Mora, CEMCA, México DF.
Cutter, S., R. Golledge y W.L. Graf. 2002. The big questions in
Geography. The Professional Geographer 54(3):305-317.
Eden, S. 2001. Environmental issues: nature versus the environ-
ment? Progress in Human Geography 25(1):79-85.
McCall, M. 2007. Comunicación personal. (McCall es investiga-
dor el CIGA, UNAM)
Recuadro 1
La noción de ambiente8
El ambiente se refiere a las condiciones físicas, sociales
y económicas de un lugar; resulta de la producción so-
cial, a partir de una cultura determinada, a lo largo de
un tiempo específico y un territorio concreto. La defini-
ción de ambiente (environnement, en francés) encierra
la idea de aquello que se encuentra alrededor (de un
organismo, un sistema o una comunidad humana). El
término anglo-sajón environment se deriva directamen-
te de esta antigua palabra francesa. Hacia los años 20
del siglo pasado, se genera la primera definición técnica
del término en su versión anglo-sajona, para describir
las condiciones naturales y culturales susceptibles de
actuar sobre los organismos vivos y las actividades hu-
manas. Hacia los años 60, el vocablo incorpora los re-
cursos naturales bióticos (fauna y flora), abióticos (aire,
agua, suelo) y sus interacciones recíprocas, los aspectos
8
Texto del recuadro modificado de Bocco, G. Geografía, ambiente y geografía ambiental. Capítulo en prensa en el libro derivado de la
Cátedra de Geografía Humana Elisée Reclus (México DF, 3-5 julio 2007). Instituto Mora, CEMCA, México DF.
Gerardo Bocco
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geography and disciplinary implications in a restructuring aca-
demy. Annals of the Association of American Geographers
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Páez Osuna, F. 2009. How much and where do Mexican scien-
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mental Pollution doi:10.1016/ j.envpol.2009.01.006.
Pattison, W. D. 1964. The Tour Traditions of Geography. Journal
of Geography 63(5)211-216.
distintivos del paisaje, y los bienes que constituyen la
herencia cultural. Desde un punto de vista más social,
el ambiente es el medio físico, construido, natural y hu-
mano, en el cual un individuo o un grupo social funcio-
nan. Desde esta perspectiva, el ambiente es no sólo lo
que “rodea”, sino también un “producto de aquello que
es rodeado”, de tal manera que la frontera entre ambos
aspectos es vaga. En la actualidad, el ambiente es cada
vez menos natural o rural, y más urbano, construido y
controlado. El ambiente puede entonces ser el resultado
de una negociación entre actores sociales y aptitudes
territoriales (un equivalente de la noción de “paisaje
negociado”; McCall, 2007). El ambiente es cada vez
menos un objeto natural, que puede ser aprovechado
directamente, por un porcentaje cada vez menor de la
población (agricultores, pescadores, forestales, etc.).
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 Recuadro 2
Las ciencias ambientales
Una definición de trabajo propone de manera simple
que las ciencias ambientales tienen por objeto el es-
tudio del ambiente y de nuestro rol (como sociedad)
en él. Analiza las interacciones entre los componentes
físicos, químicos y biológicos del ambiente, incluyendo
sus efectos sobre los organismos, aunque más especí-
ficamente el impacto de la actividad humana sobre el
mismo. Algunos ejemplos escogidos de una búsqueda
en la Internet (realizada el 29-08-09, recurriendo al
buscador Google) se enlistan más abajo, y ejemplifican
otros enfoques clave en ciencias ambientales, en algu-
nos casos derivados de programas de estudio a nivel
universitario.
Para el programa en ciencias ambientales de la
Universidad de Québec (www.uquebec.ca) se trata
del estudio interdisciplinario del ambiente, de su fun-
cionamiento y de sus relaciones con las actividades
humanas. Busca el desarrollo y la integración de co-
nocimientos en cinco campos multidisciplinarios de
especialización en ciencias ambientales, reagrupados
bajo el tema integrado de análisis de la dinámica de
las relaciones ambientales. Los cinco campos son:
ecología básica y aplicada, metodología del ambiente,
biotenologías ambientales, ciclo y calidad del agua, y
toxicología ambiental.
El programa en ciencias ambientales de la
Universidad de Ottawa (www.uottawa.ca) pone el
acento sobre la integración de las disciplinas científicas
tradicionales (tales como la biología, las ciencias de la
Tierra, química, física) para estudiar el ambiente natural
y sus repercusiones sobre las actividades humanas. El
programa se compone de un núcleo de ciencias básicas
al cual se ligan cursos de otras disciplinas que tratan as-
pectos científicos y sociales de problemas ambientales.
Ofrece tres campos de especialización: conservación y
biodiversidad, cambio global, y geoquímica ambiental y
ecotoxicología.
Para el programa de la Facultad de Ciencias
Ambientales de la Universidad de Alcalá de Henares
(www.uah.es), este campo reúne una serie de áreas de
conocimiento muy diversas alrededor de un exponente
común: el medio ambiente. Este enfoque multidisci-
plinar requiere un alumno con buena formación en las
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disciplinas científicas experimentales —matemáticas,
Sección: Ensayos
física, química, biología y geología—, junto a conoci-
mientos básicos en las ciencias sociales.
La Universidad de Toronto (www.utoronto.ca)
ofrece un programa con tres especializaciones, mis-
mas que sugieren el enfoque seguido en el campo:
geociencias ambientales, biología ambiental y química
ambiental. Las especializaciones parten de un tronco
común con un enfoque integrado para el estudio del
ambiente.
En la Universidad de Yale existe el departamento
de Forestería y Ciencias Ambientales. Las publicaciones
que emanan de esta entidad, agrupadas en areas temá-
ticas, ofrecen una idea clara de los aspectos relevantes
en lo que respecta a ciencias ambientales: biodiversidad
y ecosistemas, cambio climático, ambiente y desarro-
llo, política y manejo ambientales, ecología industrial,
planeación ambiental y del uso del territorio, legisla-
ción y política, manejo de recursos naturales y recursos
hídricos.
El Laboratorio Nacional Oak Ridge de los Estados
Unidos alberga una División de Ciencias Ambientales
(ESD por sus siglas en inglés) que realiza investigación
en el tema desde décadas. Buscan entender cómo los
factores naturales y antropogénicos interactúan para
influir en los sistemas ambientales y sociales. Sus áreas
de concentración son: ciencias acuáticas y de la tierra,
ciencia del ecosistema, ciencia del dato ambiental y
sistemas, ciencia de la energía y sistemas ambientales,
riesgos a la salud y análisis ambiental, biología de los
sistemas de plantas.
Al menos dos programas de licenciatura en Ciencias
Ambientales han surgido desde 2005. El de la UABC
(www.uabc.mx) propone que los egresados del mismo
podrán aplicar el conocimiento científico en la resolu-
ción de problemas ambientales, y por otra parte utilizar
las distintas metodologías de las disciplinas econó-
mico administrativas y humanísticas. El de la UNAM
(Morelia). El de la UNAM (http://www.lca.unam.mx/
lca.html) indica que cuenta con la participación de 16
entidades académicas especializadas en las diferentes
áreas del conocimiento que conforman a las Ciencias
Ambientales.
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