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Los sismos y su efecto sobre las estructuras.

La magnitud del daño que puede ocasionar un sismo sobre una edificación
depende de las características del movimiento del mismo, de las características de la
construcción (rigidez, configuración estructural, configuración en planta y elevación de la
estructura, etc.) y de la respuesta del terreno. La combinación de estos tres elementos
determina el peligro que tienen las estructuras levantadas por el hombre.
El movimiento del terreno generalmente se debe a la acción de la fuerza provocada
por un sismo. Para caracterizar un sismo se utiliza un parámetro llamado magnitud, el
cual está asociado con la energía liberada por el fenómeno. La magnitud de un sismo no
depende del lugar donde se tome la medición y sólo es una constante asociada con el
mismo.
Esta medición es poco útil cuando se pretende relacionar las características de un
sismo con posibles daños a estructuras, pues se sabe que la sacudida se manifiesta de
manera diferente dependiendo del sitio donde sea percibido, es decir, de las
características dinámicas del terreno que están en función del tipo de material, y que dan
origen a lo que se conoce como efectos de sitio. Los parámetros que permiten estudiar las
características del movimiento y su efecto sobre las estructuras, son: el desplazamiento,
la velocidad, la aceleración, la energía liberada, etc., todos en función del tiempo. Estos
datos se obtienen del procesamiento de la información registrada por instrumental
adecuado (sismógrafos, acelerógrafos, etc.) y que permiten evaluar la intensidad, misma
que sí depende del lugar donde se tomen las mediciones y tiene relación directa con la
fuerza que provoca el movimiento del terreno.
Se sabe que F = ma, es decir, que la fuerza ejercida sobre un objeto es igual a la
masa del mismo multiplicada por la aceleración a la que se ve sometido. Debido a esta ley
y aplicándola a las estructuras, si la aceleración durante un sismo es alta, también lo será
la fuerza adicional sobre una edificación.
La aceleración provocada por el sismo en el terreno puede tener cualquier
dirección y sentido, y se representa a través de tres componentes: dos horizontales
perpendiculares entre sí (por ejemplo norte-sur y este-oeste), y una vertical. Las
componentes horizontales provocan fuerzas sísmicas en esa dirección, y la vertical da
lugar a fuerzas verticales, que se suman o restan (según su sentido) a las fuerzas
gravitatorias (peso) de los elementos afectados.
Las fuerzas horizontales son las que provocan los daños más importantes en las
estructuras y tienden a volcar a éstas; las verticales afectan fundamentalmente a partes
estructurales en voladizos, tales como aleros y balcones.
Un diseño deficiente de estructuras, hecho sin tomar en cuenta estas fuerzas
adicionales y los efectos de sitio, pueden ser la causa de una alta vulnerabilidad.
Un buen diseño es importante para que las estructuras se comporten
adecuadamente durante un sismo, pero existen otros factores como lo son la aplicación
correcta de las técnicas constructivas y la calidad de los materiales utilizados.
No sólo la magnitud de las aceleraciones puede influir en la cantidad de daños que
se presente en las edificaciones. La frecuencia de las ondas de aceleración puede ser
determinante, pues si coincide con la frecuencia natural de la construcción, ésta entraría
en resonancia y tendría daños considerables. Por esta razón, en el diseño dinámico de
estructuras debe evitarse que las frecuencias sean iguales, por lo que resulta importante
conocer los efectos de sitio. Normalmente, las construcciones pequeñas poseen una
frecuencia natural alta. Como consecuencia, son más vulnerables a sismos que se hayan
originado cerca debido a que éstos se asocian con ondas sísmicas de alta frecuencia. Los
edificios altos poseen frecuencias naturales bajas, siendo más vulnerables a sismos que
se hayan originado lejos, debido a que éstos se asocian con ondas de baja frecuencia.
También la respuesta del terreno durante los sismos puede ser trascendental en
los daños a las construcciones que se encuentran sobre él. Durante los movimientos, se
pueden presentar deslizamientos del terreno, agrietamientos del suelo, licuación y
asentamientos que son capaces de generar deterioros importantes o incluso el colapso
total de las estructuras.
INFLUENCIA DEL TERRENO EN EL PERIODO DE VIBRACION DE LAS
EDIFICACIONES
El valor del período fundamental de vibración de las edificaciones varía con tipo de
suelo en que se apoya. Un edificio cimentado sobre roca o suelo duro se comportará
como un voladizo perfectamente empotrado en la base y tendrá su menor período de
vibración, pero cuando el suelo es blando se deforma con las vibraciones, el conjunto
suelo-edificio se torna más flexible y el período se incrementa al comportarse como
parcialmente empotrado debido a la deformación del empotramiento.
Un modelo de un péndulo simple de la figura 11 sometido a ensayo en la mesa
vibradora permite observar el cambio en el período según se modifique las
características de la base de empotramiento. Para simular distintas condiciones del
terreno el péndulo se empotra sobre 3 bases diferentes: Madera (suelo rocoso),
espuma de alta densidad (suelo semi blando ) y espuma de baja densidad (suelo
blando) . A pesar de tratarse de tres péndulos iguales, se hacen lecturas de períodos
de vibración diferentes, correspondiendo al modelo empotrado en la madera el
menor de los períodos mientras el péndulo empotrado en la espuma de baja
densidad registra el mayor de los períodos.

Los valores del período para el modelo ensayado registró valores del período de
vibración de Ta= 0,38 seg, Tb=0,42 seg y Tc= 0,50 seg para los tres tipos de
simulación de suelo descritos

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