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Como el hombre es libre de sacar provecho hasta de la

mierda y como el Estado troca en mierda todo lo que


toca. (13/12/2008, con retoques)
En los años '70 y principios de los '80 en donde yo vivo había
mucha gente que, habiéndose quedado sin trabajo, se dedicaba a
recoger cartones y papeles. Existían almacenes donde se acudía,
pesaban el material y daban un dinero por esto. Este trabajo daba
de comer a familias enteras. Yo los veía rebuscando entre la
basura, la mujer y el marido y a veces, hasta los hijos pequeños,
sobre todo por la noche. Me daban pena, pero ellos se dedicaban a
ganar algún dinero cuando los cauces habituales, trabajo o
prestaciones no existían o se habían extinguido. No eran gitanos, ni
inmigrantes, eran gente como Ud. y yo.

Había empresas de recogida que incluso cogían papeles de


particulares. Bien, esto cambió cuando se institucionalizó el reciclaje
vía municipal. Se acabó con las pesetillas que daban con el
reciclado de los vidrios, con los dinerillos del papel. Instalaron los
contenedores con sus alegres colores, indicaron a la ciudadanía lo
que tenían que hacer, buscaron empresas con comisión municipal e
inventaron otra forma de obtener dinero del contribuyente a costa
de destruir a los que se dedicaban a la recolecta del papel-cartón y
por otra parte, impidieron que la ciudadanía reciclara papel
libremente como se hacía antes, a costa de un beneficio, tanto a los
que se dedicaban a recogerla como a las empresas que las
reciclaban.

Ahora esas empresas tienen contratos (léase convenios con


comisiones) municipales. Lo curioso de todo es que, después del
masivo reciclaje de papel-cartón, no baja el precio del papel. ¿Por
qué? Por esa intervención municipal. Si ha aumentado el reciclaje y
hay más papel, en definitiva, si ha aumentado la oferta tendría que
bajar la demanda. Pues bien, el papel está por las nubes, cada día
más, nada más hay que ver lo que sube mes a mes los paquetes de
folios, como se dice vulgarmente. Antes la gente dejaba los
cartones fuera de los contenedores y venían los recolectadores y se
las llevaban, no duraban nada en la urbe. Hoy en día el único que
gana es el municipio, que al dar una concesión a una empresa
ingresa beneficios que dice distribuir equitativamente (y que parte
de dicho beneficio va a parar al concejal o alcalde de turno que es
el que contacta con la empresa y le hace el favor..., cuando no es
una empresa de su propiedad o compadreada...) y que es bueno
para la ecología, cuando antes, espontáneamente, la gente ideó un
sistema para producir beneficio, haciendo ecologismo espontáneo y
productivo.

Hoy en día solo existen personas que rebuscan en la basura para


obtener materiales metálicos o algún tipo de electrodoméstico de
valor. Esas personas son generalmente rumanos o gitanos y se
intentan ganar la vida de esa forma. Mientras que los cartones se
recogían fácilmente pues se dejaban fuera, esta gente ahora
rebusca entre las bolsas de basura. Es un asco que no haya trabajo
para todos y que haya gente que tenga que revolver en la basura
para intentar sacar algo para comer mientras tantos bancos han
sido rescatados por políticos comprados por la mafia financiera
internacional, mientras hacía su agosto particular con esta crisis-
estafa que ha demolido los cimientos de la ética y de la confianza
en el capitalismo, que parece ser que solo sirve al interés de unos
pocos, cada vez, menos.

Otro ejemplo de que hasta la mierda en manos políticas es


putrefacta y en manos libres, genera capital... Si hubiera más
políticos honrados, ¡qué bien se viviría en España!

José Manuel Gómez Vega, es ingeniero industrial y máster MBA. Estudioso de


problemas políticos estructurales del Estado y de soluciones a los problemas
económicos derivados de la crisis del sistema capitalista.

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