Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Pastor
Proyecto de Investigación
“Literatura latinoamericana, procesos sociales y comunicación”
Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud
Licenciatura en Letras - UNSE
Pero aparte pueden encontrarse también escritores (y con estos, lectores) que se
insertan en una línea expresiva diferente, y de los cuales es un remarcable ejemplo
(aunque no el único) “La Jeta Literaria”, el grupo que es tema central de la presente
comunicación. Este grupo, que surgió en marzo de 2008, se comenzó a reunir los
sábados, cada quince días, con el propósito inicial de compartir lecturas y, luego, las
producciones propias de los integrantes que escribían. No es exagerado utilizar el
término "movida" para referirse a ellos, ya que hay un claro impulso, intencionado o no,
1
En su artículo “Para atravesar la leyenda”, Juan Anselmo Leguizamón, al referirse a Santiago, habla de
“un ambiente sociocultural propenso a hacer misterio o leyenda de casi cualquier cosa”.
2
Es significativo que en la antología de reciente edición, Coplas maduras, que recopila las obras de este
autor, se incluyan apenas un par de poemas de Reflejos del salitral, poemario inusual y merecedor per se
de una reedición, por su modo de abordar tópicos de la literatura tradicional santiagueña, sin que ellos le
impidan a Juárez trascenderlos.
3
Este corpus de la literatura visible santiagueña hace que queden en la penumbra otros ejemplos de una
escritura de ruptura, como el Bernardo Canal Feijoó de “El penúltimo poema del fútbol”, de 1924.
1
de oponerse y cuestionar lo anterior, lo consagrado y establecido. 4 Dicha inserción en
otra línea expresiva se convierte en una resistencia a un mandato que exige recorrer
caminos prefijados, asumir roles preestablecidos, si no se quiere caer en la marginación
y aun la anulación. Estos escritores, jóvenes y no tanto, tienen otra percepción del
mundo en la que predomina la ambigüedad, en la que no todo puede (ni debe) ser
explicado, definido o limitado; buscan superar los persistentes resabios de un
caudillismo nefasto en la historia santiagueña, responsable de años de anquilosamiento;
sienten la necesidad de un cambio de paradigma; y a través del cuestionamiento, la
irreverencia, la oposición, la superación de los miedos, quieren evitar el riesgo de
convertirse en cómplices de un statu quo que termine convirtiendo el arte en un mero
adorno inocuo, complaciente o en un simple recurso turístico más.
4
Tampoco es casual que en este artículo se encuentren términos como los ya utilizados hasta aquí (masa,
consumo, producción), dado que uno de los rasgos que definen a este grupo es su posicionamiento dentro
de una cultura capitalista.
2
culturales).5 Los integrantes de la Jeta, reunidos (no se podría decir “casualmente”) en
ese ámbito hasta cierto punto sacralizado de la biblioteca pública, ofrecen una peculiar
imagen de un grupo que se ubica en la institución,6 para partir de ella u oponerse a ella,
cuestionarla, diferenciarse, reconciliarse, renovarla, continuarla o ignorarla, según el
caso. Pero luego, casi inmediatamente, pasaron a reunirse también en librerías y bares,
lo que puede sumar otras connotaciones tales como desubicación, búsqueda de espacio
propio, no pertenencia, transición, cierto componente utópico (por el sentido original
del no lugar), independencia.
Una de las primeras publicaciones en su blog, que lleva la firma de Juan Manuel
Aragón, se titula “Que se haga agua el helao”, 7 y verbaliza de esta manera la idea
predominante de la ruptura: “Si vamos a romper, rompamos todo. Pero hagámoslo
sabiendo bien qué estamos haciendo.” Aunque el modo de entender esta ruptura sea
diferente en cada escritor. No es casual, teniendo en cuenta esa postura rupturista, que
en las reuniones sabatinas se hayan compartido lecturas de autores como Santiago
Papasquiaro, Leónidas Lamborghini o Charles Bukowski, lo cual no implica
necesariamente una intención de hacer proselitismo o activismo literario.
Es evidente que los escritores de la Jeta, en mayor o menor medida, buscan que
se haga agua el helao, tratando de jugar con lo sagrado, lo consagrado. Andrés Navarro,
uno de los miembros más activos, escritor prolífico, es uno de los mejores ejemplos del
cuestionamiento de lo instituido, en su permanente experimentación, tanto en prosa
como en verso, con las palabras y las frases, con sus formas y sus sentidos. Navarro,
quien recientemente publicó su primer libro, “Enanos escondidos”,8 lleva a sus límites
un trabajo que realizan todos. Para él no hay palabra “mala” ni prohibida, juega
permanentemente con las frases, las palabras, sílabas, morfemas y fonemas,
5
Josefina Ludmer, en Aquí América Latina, una especulación, menciona estos nuevos soportes virtuales,
al referirse a una reformulación de la categoría de realidad, llevada a cabo por lo que ella llama escrituras
posautónomas. “Salen de la literatura y entran a ‘la realidad’ y a lo cotidiano, a la realidad de lo cotidiano,
y lo cotidiano es la TV y los medios, los blogs, el e-mail, Internet”.(p.151)
6
Muchas veces debieron salir al cruce de las sospechas de amparo “oficialista”, originadas por la
participación como miembro del grupo, de Juan Anselmo Leguizamón, director de cultura de la provincia.
7
Cfr. http://lajetaliteraria.blogspot.com/2009/11/que-se-haga-agua-el-helao-de-juan.html
8
Cabe señalar que este es el primer producto de un proyecto editorial independiente, encarado por cuatro
integrantes de la Jeta. Su diseño artesanal, por fuera del circuito comercial, dice de por sí mucho acerca de
la postura ideológica del grupo. Durante la elaboración del presente trabajo, Navarro inició un nuevo
blog: “Hacerlo no prefiriría”.
3
descompone, recombina, deja que se transformen a la vista del lector, adquiriendo
nuevos sentidos o vaciándose de ellos. La palabra “puta” del poema “Objeto-puta” 9
(cuyo título ya de por sí es una palabra nueva), repetida a lo largo de toda la
composición, casi obsesivamente, hipnóticamente, como un conjuro, parece en sí misma
un desafío, un cascotazo (como diría el mencionado Lamborghini) 10 arrojado en la
vidriera pulcra de la poesía tradicional. La repetición del término puta, que podría
resultar chocante en el primer momento, en su letanía va vaciándose de sentido. Es
como si Navarro nos dijera: aquí está, escúchenla, siéntanla, no muerde, es solo una
palabra. Y es expresión además de la importancia que le da al componente sonoro en sus
obras.11 Pero él no se queda en el mero juego más o menos inocente; hay una postura
frente al lenguaje, una postura frente al arte, a la cultura toda, una cosmovisión. Aquí,
por ejemplo, hay una mujer y un hombre que también experimentan una transformación,
un reacomodamiento de su definición genérica; la puta es una mujer que va perdiendo la
connotación de objeto, connotación que se traslada al hombre que la mira de ese modo.
Un trabajo similar se observa en “Los traumas infantiles de mi Microsoft Word” 12 de
Luis María Rojas, que muestra cómo el texto se va construyendo a partir de un evento
del procesador. Desde allí, oscilando entre el monólogo interior, fluir de la conciencia y
el diálogo oculto,13 apelando al humor y la ironía como suele hacer frecuentemente,
Rojas también define una poética en esto de exotizar/erotizar lo cotidiano, y ofrece una
visión del mundo.
9
Navarro incluyó este poema en la Antología Jetona, editada también artesanalmente por el grupo en el
2010.
10
Lamborghini, Leónidas: El Solicitante Descolocado. Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1989
11
Cfr. La entrevista que se le realizó en el programa radial “El Unicornio”, a propósito precisamente del
fallecimiento de Leónidas Lamborghini, en http://miunicornio.obolog.com/hablando-leonidas-467967
12
En la Antología Jetona. Op.cit.
13
Ludmer, al caracterizar las escrituras posautónomas, hace referencia a este cruce de géneros discursivos
que produce un borramiento de fronteras: “Y esto ocurre porque reformulan la categoría de realidad: no se
las puede leer como mero realismo, en relaciones referenciales o verosimilizantes. Toman la forma del
testimonio, la autobiografía, el reportaje periodístico, la crónica, el diario íntimo (...).” (op.cit.pág.151) Lo
notable es que la recurrencia de una primera persona, produce la falsa apariencia de un yo poético y aun
de un autor real expuesto, como sólo solía percibirse en la lectura de la lírica tradicional.
14
Es inevitable leer como una paradoja el intento de definir rasgos comunes cuando por otro lado se
postula la diversidad en el grupo y en la tendencia que éste representaría.
4
porque tienen plena conciencia de su poder, es sólo que consideran que no hay territorio
tabú en ellas. El suyo no es un respeto reverencial, obsecuente. Su respeto no nace del
miedo. Y esto se va a plasmar en al menos dos tipos de textos. Por un lado, habrá obras
como algunas poesías de María Julia Jorge Auad o Verónica Pizzella, en las que se
manifiesta un uso preciso y aun preciosista del lenguaje (“precisas/preciosas palabras”
dice María Julia en “Intento”15), aunque no por ello presuntuoso. Dichas autoras utilizan
un tono solemne, serio, reflexivo, hasta metafísico, para expresar las mismas
inquietudes.16 Y por otro lado, habrá obras en las que el elemento lúdico es recurrente.
Juegan. Pero saben jugar, como pedía Juan Manuel Aragón. O saben a qué juegan. Por
este camino, es lógico encontrar el humor, o quizás debamos decir la risa (en el sentido
bajtiniano de la misma), la risa desacralizadora, destronadora. Nos reímos abiertamente
con algunas de las creaciones de Juan Anselmo Leguizamón: el título mismo de “Vieja,
la nena hace poesía”, nos produce risa; también, “Mis amigos no gustan de la poesía” 17
o su “Alfonsina liberada”.18 Sin embargo detrás de la carcajada burlona hay una pintura
seria, lúcida, de la cultura contemporánea (llamémosla posmoderna, o como queramos
llamarla). Pero también hay risa en los textos de Diana Beláustegui, aunque pueda
parecer paradójico por adscribir al género de terror, y producir relatos duros, de marcada
tendencia al gore,19 que no ahorran descripciones descarnadas ni referencias
escatológicas. Hay risa porque se burla de ciertos cánones, de clichés de la literatura
(como lo hace con el romanticismo en “La carta”) 20 o de los “cánones” y “clichés”
sociales, culturales, de los principios morales, tal como se manifiesta en cualquiera de
sus relatos, a través de personajes ambiguos, giros inesperados de la trama, y el decidido
dejo amargo resultante de la lectura.
El caso de Diana Beláustegui es singular dentro del grupo, por diversos motivos.
Por una parte, ella se especializa en un género, el terror, que no suele ser frecuentado en
15
Poema inédito.
16
Hay que señalar, no obstante, que la poesía de María Julia Jorge Auad parece estar experimentando un
cambio. En algunas lecturas públicas, casi como en una actitud de desafío al prejuicio que podrían
generar los escritos dados a conocer hasta ahora, presentó poemas en los que rompe con el tono medido
que se le conocía hasta ahora.
17
Poemas de LA Antología Jetona.
18
Poema inédito.
19
Claudia Pardo, en “La estética del cuerpo en el gótico y el gore”, al definir el gore, señala que en éste
“la perversidad y la violencia son vistas como un hecho estético, en el que hay un derramamiento
abundante de sangre, el cuerpo se vuelve cadáver, la carne y el hombre se pudre.”(pág.1)
20
Cfr. http://elblogdeescarcha.blogspot.com/2010/05/la-carta.html
5
Santiago. Para encontrar ejemplos del mismo hay que buscar entre las leyendas y mitos
regionales, relatos de aparecidos (o “de espantos”, como se los suele llamar
popularmente), todas narraciones de origen oral, y que fueron recogidas, adaptadas y
versionadas por diversos autores. Así, los relatos de las metamorfosis (el kakuy, el
crespín, el alma mula), por ejemplo, están cargados de un aura sobrenatural que genera
inquietud en el lector, y que los emparienta con aquel género, pero que en realidad se
justifican en la función básicamente moralizante que les es propia. 21 Además, como
dijimos, dentro del género mismo del terror, Beláustegui aborda con preferencia un
subgénero aun más infrecuente en Santiago: el gore.
Se podría afirmar que Beláustegui es, en el grupo de la Jeta, la autora que más se
aproxima a lo que se denominaría un estilo narrativo clásico. La mayoría de sus textos
pueden ubicarse con comodidad dentro del género cuento, rasgo probablemente
derivado del componente de suspense inherente a gran parte del género del terror. No
obstante, coincide perfectamente con el espíritu del grupo. Si al caracterizar a éste lo
asociamos con la idea de cuestionamiento, la literatura de Beláustegui corresponde con
esa idea. Así ocurre desde la elección misma del género: Una de las esencias de la
literatura de terror es poner al descubierto imperfecciones de toda índole. Lo hizo en sus
orígenes góticos con el racionalismo dieciochesco.22 En el universo narrativo de
Beláustegui, el bien, el equilibro, la salvación, parecen ilusorios. El miedo de sus
cuentos deriva de ahí, de sacarnos de nuestra comodidad, de una certidumbre que se
revela frágil, y aun de un ingenuo letargo cotidiano. Se podría afirmar que este género
narrativo le sirve a la escritora como un medio, como una herramienta para comentar su
entorno, y sin necesidad de precisar su circunstancia espacio-temporal. En efecto,
apenas en un par de relatos se puede identificar la provincia en referencias geográficas o
culturales explícitas.23
21
Cabría preguntarse si el terror de Beláustegui no es en realidad sólo un registro diferente de esa misma
línea narrativa tradicional santiagueña, o su reelaboración. La persistencia de elementos culturales a los
que suele denominarse peyorativamente paganos, parece expresión de una forma de resistencia frente a
una cultura hegemónica de rasgos europeos y judeocristianos muy marcados en Santiago del Estero.
22
Y lo hizo precisamente otra mujer, Ann Radcliffe, referente inevitable de los orígenes del gótico, quien
sin embargo no pudo evitar, como afirma José Amícola en el capítulo introductorio de La batalla de los
géneros, “pagar tributo a la época de la Razón”(p.47). “En sus textos”, afirma este crítico, “la
fantasmagoría solicita el visto bueno del racionalismo iluminista cuando el narrador/la narradora
suministra la explicación final”.(p.45)
23
Lo cual puede leerse como expresión de una cuestión de principios del grupo, de diferenciarse de lo
regionalista, pero también como una forma de textualizar la mencionada desubicación, el no lugar de la
6
Cuando Andrés Navarro presentó su libro, “Enanos escondidos”, en el marco del
“Primer Encuentro Internacional del Microrrelato 2011”, se refirió a La Jeta Literaria,
su origen, su forma de entender la literatura. Alguien del auditorio acotó que en realidad
el grupo no estaba haciendo nada nuevo, que eso (adoptar un espíritu rupturista) ya lo
había hecho Canal Feijoó a principios del siglo pasado con su “Penúltimo poema del
fútbol”. Es verdad. Aunque también hay que señalar que el de Canal Feijoó fue un
ejemplo aislado en la literatura santiagueña, tanto que aun hoy sorprende a quienes lo
descubren. Tampoco hay que desconocer que el “Penúltimo poema...” se inscribe dentro
del vanguardismo moderno, el cual unos cuantos años después (fines de la década del
50, principios de la del 60) sería cuestionado por una nueva etapa que más o menos
convencionalmente se denomina hoy posmodernidad.24 Lo cierto es que no deja de ser
sintomático el hecho de que para encontrar en Santiago un ejemplo de literatura que
rompa con lo tradicional, haya que remontarse a 1924. Eso indicaría que las letras
locales todavía están “necesitando” de una escritura renovadora.
7
trascender decididamente un espacio limitado de circulación local y desmentir la
afirmación (que suele escucharse y discutirse en la actualidad y que podría extenderse a
toda manifestación literaria) de que hoy los poetas escriben solo para otros poetas, o de
que la poesía sólo interesa a otros poetas.
BIBLIOGRAFÍA
Aragón, Juan Manuel: Que se haga agua el helao en http://lajetaliteraria.blogspot.com/2009/11/que-
se-haga-agua-el-helao-de-juan.html
Amícola, José: La batalla de los géneros. Novela gótica versus novela de educación. Beatriz Viterbo
Editora, Rosario, 2003
8
Bajtín, Mijail: La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. El contexto de François
Rabelais, Barcelona, Barral, 1974; Alianza, Madrid, 1987
Beláustegui, Diana: “Sombras”, http://www.elblogdeescarcha.blogspot.com/
Canal Feijoó, Bernardo: El penúltimo poema del fútbol, 1924
Jameson, Fredric: El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado. Paidós, Buenos
Aires, 1992
Jeta Literaria, la: Antología Jetona, s/editorial, Santiago del Estero, 2010
Juárez, Cristóforo: Reflejos del salitral, 1ª edición, Vertical, Sgo.del Estero, 1939; 3ª edición, Caro
Hnos, Santiago del Estero, 1972
Juárez, Cristóforo: Coplas maduras, Lucrecia Editorial, Santiago del Estero, 2011
Lamborghini, Leónidas: El Solicitante Descolocado. Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1989
Leguizamón, Juan Anselmo: “Para atravesar la leyenda”, suplemento Vicerversa del diario El
Liberal, 11-07-10
Ludmer, Josefina: Aquí América Latina, una especulación. Eterna Cadencia Editora, Buenos Aires,
2010.
Navarro, Andrés: “Hablando de Leónidas” en http://miunicornio.obolog.com/hablando-leonidas-
467967
Navarro, Andrés: Enanos escondidos, Perras Negras Edita, Santiago del Estero, 2011
Navarro, Andrés: “Hacerlo no preferiría”, http://hacerlonopreferiria.blogspot.com
Pardo, Claudia: “La estética del cuerpo en el gótico y el gore” en Cinemas Cine (revista digital),
http://www.cinemascine.net
Storey, John: Teoría cultural y cultura popular. Octaedro-EUB, Barcelona, 2002