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Conseguir un “despistado”
Sorprenderlo
Dejar el escenario sin ser visto o llamar la atención
No dejar ninguna pista
Conseguir lo que se vino a buscar: dinero, sexo, etc.
Esto explica por qué es tan fácil agredir a una persona cuando camina hacia su
carro luego de un día de oficina, atracarla justo cuando está entrando a la casa o
secuestrarla camino al trabajo.
Es muy fácil darse cuenta de alguien que está en automático: mirada hacia el piso,
no mira quien tiene al lado, camina con el mismo ritmo, cabeza ladeada, incluso
hay algunos que gesticulan y hablan en voz baja… La víctima perfecta. Un poco de
trabajo extra por parte del agresor y se pueden levantar los itinerarios habituales,
rutas preferidas, tiempo que tarda en trasladarse y los momentos de mayor
vulnerabilidad. Lo que queda es ubicar el mejor lugar para agredir.
Planeta tierra llamando…
Evitar el piloto automático es bastante difícil porque es un hábito adquirido y
fortalecido conforme pasa el tiempo. La mejor manera de retomar el control es
evitando lo que hace posible el hábito: la rutina diaria repetida una y otra vez.
Añada variaciones a su ruta, camine por la otra acera, mire la gente alrededor y
trate de detectar a los desprevenidos, escuche la calle, estaciónese en un lugar
distinto (pero seguro)… Es decir, añada algo nuevo que lo obligue a estar
pendiente de lo que hace. Con el tiempo tenderá a desarrollar lo que se llama
Condición Amarilla, o un estado de alerta relajada que le permitirá anticipar
situaciones de peligro y mejorará notablemente su propia seguridad al frustrar dos
de los cinco factores mencionados arriba.