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“AÑO DEL BUEN SERVICIO AL CIUDADANO”

“FACULTAD DE CIENCIAS EMPRESARIALES Y EDUCACIÓN”

“ESCUELA DE ADMINISTRACIÓN Y NEGOCIOS INTERNACIONALES”

TEMA

OBRA TEATRAL PIURANA ROSAL VIVIENTE

INTEGRANTES

CRUZ MORE LUCERO RUBITH

JUAREZ TEJADA YENIFFER STEPHANY

PURIZACA IPANAQUE LUZ MARÍA

YARLEQUE SANDOVAL STEFANNY PAOLA

DOCENTE

OLIVA NUÑEZ JUAN MANUEL

FECHA

19/12/2017
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ............................................................................................... 4
CAPÍTULO I: EL PROBLEMA DE LA LIBERTAD DE NUESTRA VOLUNTAD .. 5
CAPÍTULO II: TEORÍAS ..................................................................................... 7
2.1. Teoría de la libertad en el hombre ........................................................ 7
CAPÍTULO III: REPRESENTANTES ................................................................ 10
3.1. Pensadores de la libertad desde la filosofía. ....................................... 10
3.2. Pensadores de La libertad en el pensamiento liberal .......................... 13
CAPÍTULO IV: TIPOS DE LIBERTAD .............................................................. 18
CAPÍTULO V: LÍMITES DE LA LIBERTAD ...................................................... 21
CAPÍTULO VI: EL LIBRE ALBEDRÍO .............................................................. 23
CAPÍTULO VII: PRUEBA MORAL.................................................................... 25
CAPÍTULO VIII: LIBERTAD PSICOLÓGICA .................................................... 26
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I: EL PROBLEMA DE LA LIBERTAD DE NUESTRA
VOLUNTAD

"El hombre es libre de hacer lo que quiere; pero no de querer lo que quiere
Schopenhauer”.

El planteamiento filosófico de la libertad de nuestra voluntad tiene como


fin averiguar si ésta procede o actúa necesariamente obligada, o sea,
determinada, impulsada por antecedentes a realizar sus actos, o bien si actúa
sin ésta determinación, sin estar obligada. En otras palabras, si se determina a
sí misma y por sí misma, aun en contra de los antecedentes y aunque se oponga
a ellos; si lo hace porque quiere, porque ella decide, porque ella elige, porque
ella es "arbitro de su acción".

En otro aspecto; cabe aclarar que como la esencia de la voluntad es el


querer, y querer es preferir, el hombre no se halla arrastrado por sus tendencias,
si no que se halla frente a ellas, en un continuo preferir o descartar. A su vez, lo
que el hombre quiere se convierte en un elemento integrante de su propia
realización. El querer no deja intacta la vida humana, sino que la va
constituyendo en un carácter. No se puede querer siempre lo que se quiere, si
no lo que se puede querer. Y lo que se puede querer puede cultivarse hasta
llegarse a un dominio de sí mismo, o puede angostarse hasta llegar a una
esclavización de sí mismo. El dominio de si, que es producto del cultivo, hasta el
máximo de la posibilidad de querer, es la libertad. Esta no aparece desde afuera
como un postulado ético, si no que surge desde dentro, como característica de
la voluntad. La libertad se halla fundada en la volición y; como la volición es
tendente, se halla a si mismo fundada en las tendencias, las cuales no
constituyen un obstáculo para su libertad, sino que son la condición que la hace
posible.

Para Kant, la libertad de nuestra voluntad consiste en poder producir


efecto sin ser determinada por ninguna cosa que no sea ella misma. Además,
destaca el aspecto moral de la voluntad; dice así que, la voluntad es autónoma
cuando da origen a la ley moral y no se halla subordinada a prescripciones
dependientes de fines ajenos a ellos. Este sería el sentido primario y más
importante de la voluntad, a la cual Kant, denomina buena voluntad. En cambio,
para Fichte, la libertad se ejerce a través de la voluntad pura, y aclara que, ésta
no solamente vence los obstáculos, sino que inclusive los crea para vencerlos.
CAPÍTULO II: TEORÍAS

2.1. Teoría de la libertad en el hombre

Después de haber demostrado que la virtud depende de nosotros, es preciso


tratar del libre albedrío y explicar lo que es el acto libre y voluntario, porque
tratándose de la virtud, el libre albedrío es el punto verdaderamente esencial. La
palabra voluntario designa, absolutamente hablando, todo lo que hacemos sin
vernos precisados por una necesidad cualquiera. Pero esta definición exige
quizá que se la aclare por medio de algunas explicaciones. El móvil que nos hace
obrar es en general el apetito. Pueden distinguirse tres especies de apetitos: el
deseo, la cólera y la voluntad. Indaguemos en primer lugar si la acción a que nos
obliga el deseo es voluntaria o involuntaria. No es posible que sea involuntaria.
¿Por qué? ¿Y de dónde nace esto? Todo lo que hacemos que no proceda de
nuestra libre voluntad, sólo lo hacemos por una necesidad que nos domina; y en
todo lo que se hace por necesidad, advertimos un cierto dolor como su resultado.
El placer, por lo contrario, es una consecuencia de lo que hacemos movidos por
el deseo. Así, pues, las cosas que se hacen por el deseo no pueden ser
involuntarias, por lo menos en este sentido, y antes bien son ciertamente
voluntarias. Es cierto que a esta teoría podría oponerse la que se ha ideado para
explicar la intemperancia: «nadie, se dice, hace el mal por mero gusto sabiendo
que es el mal y, por lo tanto, el intemperante incapaz de dominarse, sabiendo
que lo que hace es malo, no por eso se abstiene de hacerlo, y es porque sigue
el impulso de su deseo. No obra con una voluntad libre y se ve arrastrado por
una necesidad fatal.» Refutaremos esta objeción con el mismo razonamiento
sentado más arriba. No, el acto que provoca el deseo no es un acto necesario,
porque el placer es el resultado del deseo, y lo que se hace por placer jamás
nace de una necesidad inevitable. también se puede probar de otra manera, que
el hombre estragado obra con plena voluntad, porque al parecer no puede
negarse que los hombres injustos son injustos voluntariamente; es así que los
hombres estragados son injustos y cometen una injusticia; luego el hombre
corrompido que no es dueño de sí mismo, comete voluntariamente los actos de
intemperancia que ejecuta.

 El libre arbitrismo (Desconocido) Es libre.


Argumenta que su acción depende de él, después de haber cotejado dos
o más posibilidades de actuar; que se decide por una en forma libre y de
acuerdo con su conciencia moral inclinándose por lo bueno y dejando de
lado lo malo o decidiéndose por lo malo y dejando de lado lo bueno. La
doctrina del libre arbitrio o libre albedrío es indeterminista.

 El fatalismo (Desconocido) No es libre.


Expresa que la conducta humana está orientada por fuerzas de carácter
extraterrestre, trascendentes (los astros, por ejemplo) que dirigen
nuestras decisiones de modo que, lo que tiene que suceder sucede, lo
que tiene que cumplirse se cumple, no pudiendo el hombre hacer nada
para evitarlo porque no goza de libertad en sus actos.

 El determinismo (Desconocido) No es libre.


Afirma que el hombre en sus decisiones se halla determinado a obrar
bien o mal por causas ya no trascendentes sino, inmanentes, terrenas,
diferenciándose por esto del fatalismo porque las causales de sus actos
pueden sustentarse científicamente. Puede haber un determinismo físico-
geográfico, un determinismo biológico, psicológico, social, a los que el
hombre no puede eludir en forma alguna, aunque tenga la ilusión de obrar
libremente por ignorar las causales que lo determinan

 El bergsonismo (Henri Bergson) No es libre.


En los momentos de su aparición, pero, va siendo cada vez más libre con
el acontecer histórico. Afirma que hombre no es libre en los momentos de
su aparición, pero, va siendo cada vez más libre con el acontecer
histórico. De ese modo ante la pregunta: ¿es el hombre libre? Debe
responderse NO o SÍ, con sentido dialéctico que, en su caso, es idealista-
espiritualista pues la razón de ese proceso evolutivo es metafísica.
 El existencialismo (Jean Paul Sartre) Es libre.
Afirma que el hombre está condenado a ser libre, o como ya dijimos, es
un esclavo de su libertad. Aunque quisiera dejar de ser libre no lo podría;
no es libre de dejar de ser libre

 La fenomenología (Edmundo Husserl) SÍ es libre.


Menos frente a los valores ante los cuales NO es libre. En principio se
alinea con el libre arbitrismo, pero, hay momentos en que, por ejemplo,
con Aloys Müler nos dice: cuando el hombre ha llegado a aprehender,
captar un valor, se halla “determinado” a realizarlo, no puede dejar de
cumplirlo aduciendo libertad alguna.

 El materialismo dialéctico (Desconocido) No es libre.


Explica que el hombre inicialmente no es libre y se hace más y más libre
gracias al avance de las ciencias y no de una “evolución creadora”. El
hombre marcha, como decía Engels, “del reino de la necesidad a la
libertad” y reemplaza el término determinado, por el de “condicionado”,
porque la determinación impera en el campo físico y se atenúa en el
campo humano.
CAPÍTULO III: REPRESENTANTES

3.1. Pensadores de la libertad desde la filosofía.

 Aristóteles (384 a. C.-322 a. C.)

Para el filósofo estagirita, la idea de libertad viene ligada a la


esencia misma de ser humano. La libertad aristotélica reconoce a
la persona la capacidad para decidir libremente y de manera
racional frente a una amplia gama de opciones previamente
ofrecidas, incluso, la facultad de actuar según la decisión que haya
tomado.

En su obra clásica intitulada La política, planteó que el hombre es


político por naturaleza y, por ende, debe ser libre, es decir, no estar
sometido a la potestad de alguien más, por lo que la persona sujeta
a la esclavitud o cautiva no tiene esa naturaleza por estar impedido
para participar en la vida social mediante la expresión de sus
propias ideas y decisiones.

Al igual que la concepción romana, la idea de libertad de que parte


Aristóteles es restringida, pues limita su ejercicio al hombre que no
es esclavo o que no está cautivo, sin considerar que ello es
circunstancial a la calidad de vida humana y ajena a la valoración
que se da a la libertad como condición natural de todo hombre pues
no debe olvidarse que nacemos libres y, por lo tanto, capaces de
relacionarnos y de vivir en sociedad, sin perder total autonomía con
independencia de que, a la larga, seamos capaces de participar en
la vida política de manera activa.

Aristóteles hace reflexionar sobre la condición mínima de libertad


con la que debe contar toda persona para poder ser parte
integrante de la sociedad, para poder desenvolverse con
autonomía, pero no toma en cuenta un elemento fundamental que
permite valorar la libertad en sentido intrínseco a la condición
humana para tener en cuenta una de las condiciones que la vida
en sociedad impone: la garantía de su ejercicio por parte del
Estado.

La garantía de que hablamos también tiene presente aspectos


morales y la concepción de la ética en cada ser humano, elementos
que adquieren relevancia si recordamos que Aristóteles sostuvo
que la ética sería nada si no tuviéramos en determinado momento
la capacidad de ejercerla de manera racional y acorde a nuestros
principios; decidiendo y deliberando. De esa manera, la forma de
actuar de cada ser humano, según el autor en estudio, está ligada
a su moralidad y a la rectitud de sus actos de ejecución.

Sin embargo, el ejercicio de la libertad no lleva implícita la facultad


de actuar de la manera que se desee, pues aun cuando exista
racionalidad el sujeto debe atender a factores o circunstancias que
pueden advertirse como limitantes, que, si bien no limitan a la
libertad de manera absoluta, sí acotan el campo de acción de cada
ser humano que debe ceder ante tales presupuestos.

Un individuo no puede, en ejercicio de sus libertades, tener


mayores posibilidades, beneficios o prerrogativas que los demás
seres humanos en su misma situación.

Aristóteles considera al abuso de la libertad como un atentado a los


principios morales, dado que transgrede las libertades de los
demás y el sujeto adopta una posición deshonesta al buscar
beneficios por encima de sus semejantes al momento de elegir y
ejecutar.

 Tomás Moro (1478-1535)

Este pensador opta por dar un tratamiento distinto al concepto de


libertad y habla de "poder listo para obrar", mismo que refiere a la
capacidad de elección y a la libertad de ejercer su voluntad sin
coacción alguna.
La autonomía de que habla Tomás Moro es conjunta al uso de la
razón en la valoración de si se pretende llegar al bien a través de
"la cultivación del espíritu y el desarrollo de las facultades
intelectuales en el estudio de las ciencias y de las letras". En pocas
palabras, se trata de una guía para llegar a la felicidad.

Al respecto, sabe que la capacidad de elegir obedece


indiscutiblemente a un elemento esencial del derecho de libertad,
no obstante, esa elección debe ir acorde a cuestiones
trascendentales que tengan un impacto positivo en la vida y el
actuar del individuo ya que, de lo contrario, la libertad se estaría
ejerciendo sólo de manera superflua.

La libertad y concretamente la de la voluntad o capacidad de elegir,


aparecen como presupuesto y punto clave en la ética de Tomás
Moro, por eso le otorga protección en la ley eterna y en la
providencia de Dios, por ello adquiere amplitud y se considera, en
la vida y en la práctica, como el libre ejercicio de las motivaciones
internas que suelen presentarse, tales como la expresión de los
deseos y el dominio pleno de la voluntad individual para concluir y
llevar a cabo las acciones que puedan surgir del ejercicio mismo de
la libertad.

En ese sentido, la libertad es considerada un don que se adquiere


de forma divina y que realza su significado cuando se traduce en la
facultad de elegir sin coacción si desea obrar o no. La libertad del
hombre puede ser tan amplia que permite indistintamente la
posibilidad de pensar, decidir y actuar sobre lo pensado, de poder
expresar lo que se ha pensado, de actuar conforme a las propias
convicciones, pero teniendo en cuenta que su libertad no debe
contravenir los principios de verdad y de justicia y, claro,
respetando el o los derechos del prójimo.

Los peligros en el ejercicio de la libertad se reducen a que un


individuo no sepa cómo deba usarla y que su ejercicio sea
desmedido. La esencia misma de la libertad reside en la idea de
poder actuar conforme a lo que particularmente se desee y sin
obstaculizar o perjudicar a los demás, los cuales se encuentran en
plenas condiciones de ejercer sus derechos y de reclamar su
protección.

Ahora, la libertad que propone Tomas Moro se complementa con el


derecho a expresar las ideas, debido a la posibilidad de allegarse
información y elegir qué es lo que se quiere saber y qué no. En
efecto, la libertad está relacionada con la construcción de los
pensamientos, pero esa relación no implica que el hombre pueda
expresar sin limite su odio, desprecio o las burlas que considere,
pues ello haría que la libertad aplicada al ámbito de la expresión
verbal o corporal se torne ofensiva y contraria a una expresión
armónica a la libertad de los demás. En realidad, el tratamiento
objetivo de las libertades parte del respeto que se tiene por los
derechos de terceros, por la no transgresión ni vulneración que,
para Santo Tomás, adquiere relevancia en el momento en el que
se deja a salvo la libertad de creencia y de pensamiento.

3.2. Pensadores de La libertad en el pensamiento liberal

 John Locke (1632-1707)

Si bien John Locke tiene en consideración las teorías pronunciadas


por Aristóteles y Tomás Moro, lo cierto es que con él surge la idea
del poder como un límite negativo de la libertad cuando es impuesto
de manera arbitraria o inconsciente de la condición natural de ser
humano libre. A decir de este autor, quien tiene el poder absoluto
es amo de los demás y en un esquema liberal, la intención es limitar
al poder para proteger el ejercicio racional de la libertad.

Locke identifica a la libertad como un valor supremo que está por


encima de cualquier otro derecho. Nos dice que no es legítimo
sacrificar las libertades del individuo para otorgarle mayor poder al
Estado, pues éste debe estar siempre limitado, así se desprende
de la propia teoría de Montesquieu sobre la división de poderes.

Así, el pensamiento liberal de libertad se caracteriza por ser la base


de la legitimación del poder y la condición de legitimidad del mismo
en aras de preservar derechos. Con ese margen, el liberalismo ha
tenido dos tendencias, aquella que se refiere al plano político y la
que se ocupa de analizar el ámbito económico. No obstante, ambas
ramas tienen su origen en la obra de John Locke y aún existe
discusión sobre si pueden separarse o tienen que ir juntas.

El liberalismo político sostiene la necesidad de limitar al poder del


Estado para garantizar derechos y libertades, mientras que el
liberalismo económico sostiene al derecho a la propiedad privada
por encima de todo.

La visión de tolerancia en Locke es de naturaleza política y requiere


que se reconozca a la libertad como factor indispensable para tener
ideas y manifestarlas, así como el derecho a creer en lo que se
quiera. De hecho, parte de ese iusnaturalismo antiguo se sostiene
en la idea de que Dios creó a todos iguales y con dignidad de tener
los mismos derechos. Incluso, cuando Locke habla del derecho de
propiedad también menciona a la igualdad, a la dignidad y a la vida;
su concepto de propiedad es más amplio que el de la tenencia de
bienes.

La obra de Locke lo potencializa como el padre del liberalismo


moderno, entendido como el poder limitado por los derechos. Dice
que hay un estado de naturaleza real y que los hombres en ese
estado son iguales, libres, tienen propiedad, son independientes,
viven en relativa paz y tienen que razonar en pro de sus semejantes
y de sus relaciones.

El hombre naturalmente se sale de ese estado de naturaleza real


cuando surge algún conflicto y necesita de alguien imparcial que
decida si la conducta está bien o mal, actividad comúnmente
otorgada al Estado. Locke opina que se sale de ese estado de
naturaleza a través de dos contratos: a) el que crea a la sociedad y
se llama pacto societatis, esto es, una Commonwealth, y b) el
pacto de sumisión política para crear a la autoridad.

La existencia de esos dos pactos no implica renunciar a nuestros


derechos naturales, los cuales se van a conservar como límites al
poder del gobernante; nuestra libertad y propiedad se conserva y
el único derecho al que vamos a renunciar será al de hacer justicia
por propia mano, entendida por Locke como justicia privada. Va a
existir una autoridad, una ley que nos limita el actuar, un juez que
sentencia la conducta y un poder que aplica las sentencias, es
decir, la civilización del conflicto para pacificar la convivencia,
saliendo así del estado natural y los derechos naturales para
inspirar la creación de los derechos positivos.

 Emmanuel Kant (1724-1804)

El filósofo alemán marcó la línea divisoria entre la teoría clásica y


la moderna y además planteó la idea de la autonomía, vista como
la capacidad de autorregulación moral. Al hablar de heteronomía,
refiere que las reglas morales están dadas por algo externo que
dice o sugiere como es que debe actuar o que es lo que debe o no
hacer.

Para el pensamiento Kantiano las libertades y la autonomía deben


prevalecer como signo principal de libertad. En ese sentido, al
referirse a moral lo hace desde dos concepciones básicas, la
primera, refiere una de tipo laica construida a partir de criterios
racionales, donde la misma deviene analizada y decidida y, la
segunda, enfatiza una moral de corte religioso a partir de
lineamientos que, sin más, dejan fuera todo tipo de
cuestionamiento o razonamiento y únicamente atienden a lo
establecido en la creencia eclesial.
Kant es un liberal partícipe de la libertad negativa, entendida como
la imposibilidad de que alguien pueda impedir hacer lo que la
persona desea llevar a cabo, pues nadie lo obliga a hacer lo que no
quiere, es decir, va a ser más libre entre más grande es el espacio
en el cual pueda decidir qué hacer y llevar a cabo, puede hacer lo
que quiera sin que alguien se lo impida, en resumidas cuentas,
menor poder: mayor libertad, nadie impone decisiones ni le
establece límites.

En otro plano, Kant se presenta como un liberal de la libertad


positiva, misma que tiene que ver con la idea de que se es libre en
la medida en que se es soberano; se es libre en la medida en que
se es autónomo; y se es libre porque se impone sus propias
normas, sus propios límites.

Lo anterior guarda relación con la teoría de John Stuart Mill que se


analizará con posterioridad, pues ambos autores clasifican a la
libertad para su estudio en positiva y negativa.

En la moral Kantiana uno debe actuar siempre con la naturaleza


lícita de la finalidad, se trata de una moral de principios y no de
contenidos, donde es importante ser juez sobre el propio actuar. El
hombre como fin no tiene precio, sólo dignidad.

 Alexis de Tocqueville (1805-1859)

Su obra más importante fue “De la démocratie en


Amérique” publicada en 1835. En ella una de sus principales
preocupaciones es la libertad y la conjuga con la igualdad, cuestión
que representa uno de los retos básicos de la democracia.

Por un lado, la defensa de la libertad es lo que más debe importar


y, por el otro, el principio de igualdad entre la sociedad.

La libertad de mérito se basa en la concepción negativa propuesta


por Kant, en tal sentido la llamada libertad negativa alude a la
existencia de un campo de acción que no se puede ver limitado por
poder alguno.

Al respecto, se prevé la existencia de varias dificultades, entre ellas


la tiranía pues puede ser que cuando los poderes ejerzan algún tipo
de acción no controlada: de manera automática limite la libertad, lo
que representaría un gran riesgo para la democracia cuyos
operadores jamás podrían aceptar el atentado.

La relación libertad-democracia representa un punto clave en la


evolución de cualquier tipo de sociedad, pero Tocqueville logra
hallar un problema en esta relación. Al referirse a libertad está
preocupado por preservar los derechos de cada individuo y el
campo de análisis se ocupa únicamente de la concepción individual
de la persona mientras que, al hablar de democracia, hace alusión
a la protección de la igualdad colectiva, esto es, dando
preeminencia al rescate y conservación de derechos que
comprenden a la sociedad en su conjunto.

El interés encuentra sentido cuando vemos un Estado democrático


que intenta que prevalezca la igualdad, pero paralelamente podría
relegar la libertad. En la actualidad, este problema se soluciona a
través de la ponderación de derechos o de la armonización de los
mismos.

En la concepción de Tocqueville la libertad juega un papel


sumamente importante, pero sabe que dentro de la consolidación
de la democracia se encuentra implicado el rescate de la igualdad
colectiva, por lo que, si se trata de ser más justos probablemente lo
que se consiga sea mayor justicia.
CAPÍTULO IV: TIPOS DE LIBERTAD

Resultado de los múltiples significados que ha ido abarcando, el termino


libertad tiene diversas acepciones que desde la antigüedad se han orientado
fundamentalmente en dos direcciones: libertad de ejercicio y libertad de elección.

Como vimos al estudiar la etimología del concepto de libertad, ya en el


mundo romano se observaba esta diferencia. Entendiéndose, una libertad que
consistía en poder hacer, o libertad de ejercicio; y una libertad que se basaba en
la capacidad de autodeterminarse liberándose, por ejemplo, de las pasiones, era
una libertad interior que como se identificaba con el ideal de autonomía se
trataba de la búsqueda de una libertad de elección para sí mismo, colocándose
por encima de la libertad de ejercicio.

Para tratar adecuadamente el tema que nos interesa, convendría


desarrollar estos dos tipos de libertad.

 Libertad de acción o de ejercicio

Por lo que dijimos anteriormente se puede deducir que esta


libertad, es una libertad exterior, que consiste en un obrar que
carece de coacción externa. En este sentido, se puede denominar
libre a una acción cuando puede llevarse a cabo sin obstáculos o
impedimentos externos. O sea, obramos sin que nadie nos ponga
ningún tipo de trabas para hacer lo que queremos hacer.

Es así que hoy en día se habla del reconocimiento de las


"libertades", incluyendo en ellas; una libertad física que es la
capacidad de actuar sin límites materiales, sin vallas que impidan
el movimiento o desplazamiento del hombre (por ejemplo, un
hombre encarcelado carece de esta libertad); una libertad civil, que
es la capacidad de fundar una familia, elegir un trabajo, elegir la
residencia, etc; una libertad política o cívica que consiste entre
otras cosas, en participar en la elección de las autoridades que
regirán los destinos del país; una libertad religiosa que es la
capacidad de elegir la religión a seguir, así como no seguir
ninguna; una libertad de pensamiento que consiste en sacar
a luz nuestro pensamiento ya sea a través de la expresión, la
prensa o la enseñanza, etc.

 Libertad de elección

Cuando hablamos de libertad de elección nos referimos a un tipo


de libertad esencial en el individuo. Se podría decir que consiste en
la ausencia de determinación interna previa a una acción, o
también, en el reconocimiento de nuestro poder para decidir, en
una situación dada, entre las diferentes posibilidades que se nos
presenten, eligiendo la cual deseamos poner en práctica. Este acto
seria libre pues no está predeterminado, sino que, por el contrario,
es la voluntad del individuo quien se determina a si misma al
ejecutar el acto, o también a no ejecutarlo.

Cuellar considerando esta libertad interior como


"autodeterminación", o " poder que la voluntad tiene de
determinarse a sí misma de acuerdo con motivos racionales", la
divide, a su vez, en dos formas:

a. Libertad de especificación, que consistiría, según él, en


poder hacer esto o lo otro, es decir, ejecutar este acto u otro;
no estar determinado solamente a una cosa, si no tener la
posibilidad de elegir entre varias.

b. Libertad de ejercicio, o sea, poder actuar o no actuar, poder


ejecutar una acción o no ejecutarla; no estar determinado a
ejecutar un acto.

Para este autor, de estas dos formas de libertad interna, la más


importante es la segunda, pues implica no solo un dominio de las
alternativas posibles, sino incluso el dominio de acto de tal forma
que tenemos la posibilidad de ejecutarlo o no.

En el ámbito de la filosofía, cuando se trata el problema de la


libertad se hace referencia a la libertad de elección, porque es la
fundamental entre todas las demás, es la esencial. Por otra parte,
en otros ámbitos y en la vida cotidiana, cuando se habla de libertad,
se lo hace refiriéndose a la libertad de ejercicio.

Es útil también decir, que ambos tipos de libertad están


estrechamente relacionadas, por un lado, si se careciera de libertad
de elección, la libertad de ejercicio perdería en gran parte su
significado, de poco serviría tener condición de libre si se
tiene alma de esclavo, o como dice Stuart Mill,

"Nadie es libre para hacerse esclavo voluntariamente". Por otro


lado, si el hombre no tuviera libertad de acción, terminaría por
olvidar que es un ser libre, puesto que, al no poder exteriorizar sus
elecciones, acabaría por pensar que no tienen importancia alguna.
Ya nuestra condición humana, que es corpórea y espiritual a la vez,
exige una objetivación externa de las elecciones internas. En este
sentido, es muy importante la existencia de libertades externas que
hagan posible la realización del hombre como ser libre. Finalmente,
cabe recordar, que lo realmente valioso y decisivo en el ámbito de
la libertad, es la libertad de elección.
CAPÍTULO V: LÍMITES DE LA LIBERTAD

Como toda cosa que encontremos en el universo, la libertad tiene sus


límites. Vimos anteriormente los obstáculos de la libertad, que serían limites
ocasionales, pero ahora veremos los limites fijos propiamente dichos.

Sabemos que todo objeto físico tiene sus límites que lo distinguen y lo
separan de otro objeto físico. Incluso todo objeto psíquico tiene también sus
límites que lo definen. Por ejemplo, si hablamos de la tristeza, sus límites
estarían donde comienza la alegría. Si hablamos de un acto determinado,
también tiene sus límites que lo separan de otro acto cualquiera. Del mismo
modo comprendemos que la libertad tiene sus propios límites. Cuando definimos
la libertad, muchas veces lo hacemos por oposición al encierro, prisión, privación,
etc. Así mismo, tenemos una idea clara y concreta de lo que es el color blanco,
oponiéndolo, por ejemplo, al color negro. Si solo existiese en el universo un color,
si todo fuese blanco, ni siquiera nos daríamos cuenta de que eso es blanco,
porque no tendríamos otro color para compararlo. Esto significa que, si el blanco
no tuviera sus propios límites, ni siquiera sabríamos que es blanco. Lo mismo
ocurre con la libertad.

La libertad humana tiene límites naturales y artificiales. Los limites naturales,


se pueden distinguir en:

a. Un límite natural de mi libertad de ser, es mi propio cuerpo. Yo no tengo


la posibilidad de cambiarlo por otro, tengo que aceptarlo, porque yo soy
mi cuerpo, ya vengo con él a la vida.

b. Otro de los limites naturales de mi libertad es mi pasado. Yo no puedo


renunciar a él, no puedo borrarlo, no puedo hacer que mi pasado no haya
existido, porque precisamente existió. Como cada hombre es lo que es,
gracias a lo que antes fue, cada hombre se apoya necesariamente en lo
que ha sido, esto es, en su pasado. Si mi pasado hubiese sido distinto, yo
sería hoy un hombre distinto.

c. El núcleo familiar, es otro de los límites de mi libertad, así como también


mi ambiente nacional. Yo no puedo dejar de haber nacido uruguayo ni de
tener la familia que he tenido.
d. Finalmente encontramos un límite natural, que es el propio mundo que me
rodea y en donde existo, y dentro de él, precisamente, están los demás
hombres que conmigo forman la humanidad, a los cuales tengo que
respetar.

Los límites artificiales son los que el hombre ha ido creando y organizando
para realizar con eficacia lo que llamamos, convivencia social. Así, los hombres
se han impuesto una serie de normas que limitan la actividad de cada cual, para
permitir que el prójimo pueda disfrutar también de su libertad. Estos límites, han
sido creados por vía del establecimiento de costumbres, hábitos, y usos sociales,
normas de convivencia, y lo que está más organizado y concreto, que
actualmente llamamos orden jurídico.
CAPÍTULO VI: EL LIBRE ALBEDRÍO

"El libre albedrío y la libertad, son ilusiones necesarias"

Jorge Luis Borges, agosto de 19761.

La expresión libre albedrío se identifica con la libertad de elección y se la


pude definir como: "El poder que en virtud del cual el hombre puede elegir entre
acciones contrarias sin ser determinado por ninguna necesidad."

O como dice Sebastián Sánchez Rincón “El libre albedrío es un poder


moral de romper los vínculos morales que me constriñen"

Es, en fin, la posibilidad de elegir entre el bien y el mal.

Considerando esto, cabe señalar que la expresión liberum arbitrium, fue


fundamentalmente usada por filósofos cristianos. Desde el momento que se
proclamó que la naturaleza del hombre había sido completamente corrompida
por el pecado original, se tuvo claro que el hombre mediante el libre albedrío
podía elegir el bien o elegir el mal, por lo que los pensadores cristianos trataron
de fundamentar que, solo con la gracia o auxilio de Dios, se podía elegir el bien
y encontrar la salvación eterna.

Por una parte, San Agustín expone su fundamentación distinguiendo el


libre albedrío, de la libertad propiamente dicha. Para él, el libre albedrío es " la
facultad de la razón y de la voluntad por medio de la cual es elegido el bien,
mediante el auxilio de la gracia (de Dios), y el mal, por la ausencia de ella.". En
cambio, la libertad seria para él, el buen uso del libre albedrío, o sea, la elección
del bien. Así mismo se entiende que el hombre no es libre cuando posee libre
albedrío, sino que depende del uso que haga de él.

A su vez, Santo Tomás dice que en la elección en la cual el hombre usa


el libre albedrío, puede haber error, puede elegir mal. Y si el hombre elige por sí
mismo y sin ayuda ninguna de Dios, elegirá ciertamente mal. De esta forma
afirma que hay libertad de elección completa, ya que tal libertad es "la causa de
su propio movimiento, ya que por su libre albedrío el hombre se mueve a sí
mismo a obrar".5 Además, nos dice que el hombre realmente posee libre
albedrío, porque de otra forma, los consejos, premios y castigos carecerían de
sentido.

Para Erasmo, el libre albedrío es "Un poder de la voluntad por medio del
cual el hombre puede consagrarse a las cosas que conducen a la salvación
eterna o puede apartarse de ellas". Según Lutero, esta definición de Erasmo es
independiente de la Biblia y, por lo tanto, contraria a ella. Teniendo como base
la Biblia, Lutero sostenía, que nadie puede ser salvado si solamente confía en el
libre albedrío, pues un demonio es más fuerte que todos los hombres juntos.
Para él, no solo la palabra de Dios es necesaria, sino que lo es absolutamente.
CAPÍTULO VII: PRUEBA MORAL

El gran argumento tradicional en favor de la libertad es la existencia de


la responsabilidad moral, por la misma razón que «deber» implica «poder».Todo
el mundo, deterministas e indeterministas, está de acuerdo en que sólo si el
hombre es libre es también moralmente responsable de sus actos. A veces se
concluye del argumento que, puesto que el hombre no es libre, tampoco es
moralmente responsable, pero lo habitual es admitir que la responsabilidad es
un hecho universalmente admitido. El argumento parece que debe matizarse:
hay relación entre responsabilidad y libertad (y a una persona que ha actuado
compulsivamente no se la considera libre, y no se le piden responsabilidades),
pero esta relación es la que debe precisarse. En el supuesto imaginario de que
fuera verdad el determinismo, nadie abogaría por una anulación universal de la
responsabilidad moral. Esto muestra que responsabilidad moral y libertad
pertenecen a distintos órdenes de cosas: la primera es una cuestión moral y
apela a las relaciones que rigen entre humanos, y la segunda es una cuestión
que la tradición denomina ontológica: si el hombre es o no es libre.
CAPÍTULO VIII: LIBERTAD PSICOLÓGICA

La libertad psicológica o libertad de opción nos confiere la capacidad de


promover actos de voluntad sin ningún tipo de coacción intrínseca. Nuestra
libertad psicológica está referida por múltiples objetos o posibilidades de acción.
Sin embargo, aunque decidimos situados entre objetos y condicionados por los
mismos objetos, sin opción o preferencia por alguna posibilidad de acción, no
implica, que sea los objetos los que hagan decidir por una cosa. Al contrario, la
decisión siempre parte del sujeto que compara los objetos consigo mismo, en
virtud de su conveniencia personal. El sujeto compara las cosas consigo mismo
como objeto y esa operación solo es propia de un sujeto. La comparación de uno
mismo con los objetos supone tomar una decisión desde uno mismo, diferente
de la de cualquier otro sujeto en las mismas circunstancias y con el riesgo del
factor de lo imprevisible. En la decisión libre soy yo el que me determino en el
momento que me decido por una posibilidad y soy yo el que confiero un peso
decisivo a una de estas posibilidades. Cualquier decisión lleva consigo la
renuncia a otras posibilidades también aceptables para mí. Esto supone
lógicamente una limitación y es explicable por la finitud del mismo sujeto esta
subjetividad finita que habita en el mundo no puede ser satisfecha por ningún
objeto, ya que la finitud de los seres que lo rodean y el mismo no son el bien
irrestricto y pleno. Si así fuera esta subjetividad que somos nosotros estaría
inclinada y cautivada por el valor del bien en sí. Todos los entes finitos no poseen
esta razón de bien y por ello, no inclina nuestra voluntad a ningún bien parcial.

En sentido “amplio” es la ausencia de coacción interna: es carecer de


fuerzas que, desde el interior, obliguen prácticamente a obrar de un modo
determinado. Si hay miedo grave, ardiente deseo, un hábito inveterado, la
voluntad se siente incapaz de elegir.
Es importante que el hombre cultive la libertad real, la que le permite superar los
temores y las opresiones.

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