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INTERVENCIÓN SOBRE LA TARTAMUDEZ TEMPRANA

Entendemos por tartamudez temprana aquella que aparece en los primeros años de vida
de un niño, a los pocos meses de haber empezado a hablar, situándose entre los 2 y los
5 años de edad. Es en esta instancia en la que el Fonoaudiólogo debe decidir sobre la
técnica más apropiada a utilizar, contando con una gran variedad de tratamientos, los
cuales suelen ser eficaces y producir resultados positivos. Sin embargo, aún no se
cuenta con estudios comparativos que permitan determinar cuál de todos ellos es el más
eficaz. Han pasado 60 años de investigación y la causa de la Disfemia continúa siendo
desconocida, lo que genera gran dificultad a la hora de pensar posibles tratamientos,
aunque se cuenta con algunas evidencias claras, como lo es que ésta posee un
componente hereditario, ya que se ha comprobado que quienes tartamudean tienen más
posibilidades de tener descendientes con riesgo de tartamudear. Incluso los últimos
estudios apoyan la posibilidad de que persistencia y recuperación también sea
características hereditarias. A pesar de ello, aún no se conoce el componente estructural
o funcional último responsable de que las personas presenten espasmosfemia, en
cambio, si se cuenta con evidencia de que el cerebro de las personas con tartamudez
funciona distinto al de las personas que no la tienen, ya que las primeras tienden a activar
algunas regiones del hemisferio derecho mientras que las últimas suelen usar
mayormente el izquierdo.
La teoría de las capacidades y demandas de Starkweather es uno de los modelos
interaccionales que permite guiar los pasos del terapeuta que debe realizar una
intervención temprana. Según estos autores, cada uno de nosotros cuenta con una
capacidad constitucional para hablar fluidamente, el cual, en un gran porcentaje (71%
según Andrews et al, 1991), es producto de la herencia. Al mismo tiempo, la fluidez de
las personas está sometida a una serie de demandas que ponen a prueba sus aptitudes,
las cuales pueden provenir de fuerzas internas, que vienen del mismo niño, y externas
que proceden del entorno. Según esta visión, la tartamudez aparece cuando el niño
carece de la capacidad de hablar con fluidez que las demandas ambientales exigen.
Todos los niños están sometidos a un cierto nivel de exigencia cuándo empiezan a hablar,
todos crecen y usan un lenguaje cada vez más complejo y, sin embargo, no todos acaban
tartamudeando, debido a que la mayoría de los niños tienen una capacidad para hablar
fluidamente lo suficientemente buena como para resistir el flujo de cualquiera de los
estresores que pueden afectar a su habla. Un primer tipo de demandas, la procedentes
del propio desarrollo, podemos entenderlas cómo casi “inevitables”. El niño crece
físicamente y sus órganos de articulación se modifican estructuralmente. También la
personalidad del niño se empieza a conformar y se establecen diferencias
temperamentales que pueden favorecer el desarrollo de la tartamudez. Por otra parte,
estarían los estresores provenientes del ambiente que son, probablemente, más
susceptibles de ser manejados. Los más clásicos tiene que ver con los padres: su forma
de hablar, su estilo comunicativo su nivel lingüístico o sus reacciones, mientras que
también existen factores específicos cómo cambios vitales bruscos o estilos de vida
acelerados. Una advertencia importante es que la presencia de éstos no producen
necesariamente un efecto negativo en la tartamudez, por lo que no basta establecer su
presencia, sino que se debe comprobar si genera también perjuicios en la fluidez del niño.
Felsenfeld en 1997 propone un modelo diátesis estrés que indica que la tartamudez es
el producto de la influencia de variables ambientales y constitucionales, existiendo un
mínimo de carga genética y una cierta influencia ambiental. Al parecer, durante sus
inicios, dicha patología está muy afectada por cualquier tipo de variaciones procedentes
del entorno en el que el niño está inmerso; después, con el tiempo, se hace más
independiente de las influencias externas y pasa a depender de lo interno, de la forma
de vivir el problema que cada persona tiene.
Es necesario comenzar a intervenir desde el primer momento que aparecen las
disfluencias, mientras que el cómo intervenir depende de más factores, como las
creencias de diferentes autores, las características de las propias disfluencias y otra serie
de aspectos que tienen que ver con el propio niño que presenta el trastorno. Rodríguez
Morejón (2000), propuso un modelo de toma de decisiones en tartamudez temprana, el
cual expone una serie de preguntas con las cuales tomar decisiones:
1. El primer análisis irá dirigido a descartar que exista un exceso de demandas
ambientales que influyan sobre la fluidez. Si esto realmente está sucediendo, se
buscarán medidas para hacerlos desaparecer.
2. El siguiente paso propuesto es averiguar si la tartamudez ya está establecida, es decir,
si el niño es completamente consciente del problema y está reaccionando ante él. Si la
respuesta es positiva, el proceso habrá terminado, por lo que el tratamiento será
disminuir las demandas ambientales y hacer una intervención directa sobre el habla.
3. ¿Estamos ante una tartamudez o sólo se trata de las disfluencias “normales” que
aparecen durante el desarrollo del lenguaje? Si la respuesta es negativa, es indicado
eliminar los factores estresantes, en cambio, si es positiva, se comenzará un tratamiento
secuenciado en el que se probarán técnicas de menos a más agresivas, empezando por
una intervención indirecta sobre el ambiente.
4. Si el trabajo previo no funciona y no existen signos de evolución negativa ni predictores
de cronificación, hará mantener durante más tiempo la intervención sobre los padres,
mientras que, si existe algún indicio de cronificación además de criterios de mal
pronóstico, es necesario cambiar el tipo de trabajo y afrontar una intervención directa
sobre el habla del niño.

Modelos de Intervención en Tartamudez Temprana

Existe una gran variedad de modelos posibles para intervenir en tartamudez temprana,
por lo que se propondrán los siguientes:
Programa para intervenir sobre el ambiente
Están dirigidos a intervenir con los padres para tratar de reducir aquellas condiciones
ambientales que pueden afectar a la fluidez y puede tener dos niveles de intensidad
dependiendo del diagnóstico realizado previamente.
a) Orientación en información a padres: Es indicado una vez que se ha descartado la
existencia de una tartamudez y se piensa que el niño está produciendo las disfluencias
típicas que acompañan el desarrollo del lenguaje. Habitualmente se lleva a cabo en 4
sesiones y va encaminada a dar información a los cuidadores sobre el desarrollo del
lenguaje y hacerles entender la normalidad de las disfluencias de sus hijos.
b) Tratamiento con padres: Este es el modelo para intervenir sobre el ambiente indicado
en aquellos casos en los que hemos hecho ya un diagnóstico de tartamudez, aunque el
cuadro no se corresponda todavía con tartamudez establecida o cronificada. El objetivo
de esta intervención es introducir cambios radicales en el ambiente para disminuir
demandas y potenciar así la fluidez. Es necesario identificar posibles factores
desencadenantes, entrenar a los padres en un modelo de habla más lento y relajado,
crear estilos comunicativos que impliquen baja presión para los niños, ejercitar formas
adecuadas para reaccionar ante los bloqueos e introducir algunos cambios en su estilo
de vida.

Tratamientos de habla
Van dirigidas a ofrecer al niño estrategias para mejorar su fluidez y son, por lo tanto,
intervenciones similares a las que se llevan a cabo con niños mayores y ya
completamente conscientes de su problema.
a) Técnicas indirectas de modelado del habla: Modelado indirecto en la que se ofrece un
patrón de habla que haga desaparecer la tartamudez en una situación de juego y sin
ningún tipo de exigencia para el niño.
b) Técnicas directas de trabajo con el habla: Este tipo de tratamiento trabaja al mismo
tiempo tanto aspectos comunicacionales como de habla mediante modelado y el uso de
programas de refuerzo, ofreciendo patrones favorecedores de la de la fluidez, como
habla algo más lenta de lo normal, con aproximaciones articulares suaves y una
entonación normal.
c) Técnicas operantes de modificación del habla a través de los padres: La más
representativa es el Programa Lidcombe para el Tratamiento de la Tartamudez
Temprana desarrollada por la Universidad de Sidney. Se trata de una intervención en el
habla de los niños a través de los padres, usando una metodología operante. La idea es
enseñar a los padres a dar respuestas contingentes al habla infantil, reforzando los
momentos de fluidez.
d) Programas estandarizados de trabajo con articulación: Constituido por formas de
intervención muy cerradas en las que se utiliza una serie de estímulos que el niño debe
repetir siendo la tarea del terapeuta reforzar las emisiones correctas y castigar aquellas
en las que aparezcan disfluencias.

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