Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Departamento de Filosofía
Licenciatura en Filosofía
Didáctica de la Filosofía
Trabajo de integración:
«Didáctica y filosofía»
Presentado por:
Con código:
210717922
Profesor:
Fecha de entrega:
20/05/2017
I. Introducción
Para lograr el cometido de ser pertinentes con lo que se pudiera decir de la labor del
docente, se trabajó con una serie de puntos que permitieron encontrar lo que se buscaba.
En este texto no se comentan todos los puntos, pues algunos no parecieron dar justicia al
docente. Por ejemplo, dado que sólo se observó una sesión, no se puede decir si el curso
cumplió con el plan de trabajo propuesto, o bien si corresponde el tipo de sesión con lo
marcado en el calendario de trabajo. Se podrá ver, entonces, que sólo se toman los puntos
que parecen hacer justicia a las condiciones dadas, y, por supuesto, que resultaron más
llamativas al autor de este trabajo.
Este trabajo se distribuye en tres partes generales: método didáctico, formación docente y
relación profesor-alumno. Con ellos se cree abarcar lo más importante a repensar,
resultado de la observación. Todos ellos se enfocan en el docente en diferentes momentos.
Recalcando que no se trata de calificar al docente, sino observar cómo se desempeña el
docente con relación a la teoría.
Finalmente hay una serie de conclusiones derivadas del recorrido realizado. Ahí se agregan
una serie de consideraciones, muy generales, a mejorar en el desempeño del docente
observado. Sin más, espero haya justicia en cada palabra.
II. Desarrollo
Como esto no se trata de una bitácora en la que, punto a punto, se detalla lo sucedido en
la observación, se pretende establecer reflexiones en torno al ejercicio del docente.
Asimismo, se contrastará con la propuesta de Augusto Salazar Bondy en Didáctica de la
filosofía para la correcta enseñanza de esta forma de conocimiento. En ese entendido, pues,
se revisarán tres aspectos generales: método didáctico, formación docente y relación
profesor-alumno. Así, se dará cuenta de aspectos necesarios para un ejercicio suficiente de
la enseñanza en filosofía.
Método didáctico
En cuanto a las formas interrogativas parecieron muy llanas. Es decir, las preguntas
realizadas, en su mayoría, fueron para hacer un recuento de lo visto en sesiones anteriores,
apelando a la memoria y poco a la reflexión. En un caso como este iría contra lo pretendido
en la enseñanza de la filosofía que, parafraseando a Bondy, se trata de desarrollar una visión
propia del mundo a través de la reflexión constante y la capacidad crítica. De tal manera
que este punto debería trabajarse más, haciendo uso de preguntas incitadoras de diferente
complejidad. Y recordar siempre que el cuestionamiento es fundamental tanto para la
filosofía como para la enseñanza de la misma.
No obstante, resulta complicado establecer, en este caso, un completo control del tiempo.
De hecho, sería lo menos predictible para una clase, de cualquier tipo, pues dependerá de
la discusión que se pueda presentar en el aula. En otras palabras, está sujeto a las dudas
que los educandos traigan a colación, donde un docente difícilmente puede imponer límites
coartando una posible reflexión provechosa, o no aclarando una duda que después impida
al educando avanzar.
Formación docente
Ahora bien, resulta pertinente observar las habilidades y conocimientos del docente. Es
decir, responder a la pregunta: ¿el docente está tiene una formación suficiente para
enseñar? Ya que es condición necesaria para alcanzar el objetivo de la enseñanza filosófica.
Son dos los puntos que se deben tener en cuenta para una formación suficiente: 1) conocer
la literatura disponible de acuerdo a los temas, y 2) saber filosofar.
El primer punto hace referencia al conocimiento de qué autores han tratado el tema a
exponer, cuál es la bibliografía, estar familiarizado con el lenguaje utilizado y, también,
conocer los enlaces históricos de dicho problema. El segundo, da cuenta del punto más
importante en cuanto a ser docente de filosofía se trata. Se entiende mejor de la siguiente
manera. Si se pretende que el educando aprenda a filosofar, condición para ello es que la
aprenda de alguien que sepa hacerlo; porque no se puede enseñar lo que no se conoce.
Hay que entender lo anterior de la forma menos ideal posible. Por supuesto que a todos les
encantaría tener a un docente erudito, que conozca toda la literatura en filosofía existente,
que hable más de tres idiomas y que sea un filósofo reconocido… Sin embargo, esto es más
que complicado de que suceda, en todos los niveles, en todos los países. Se trata, entonces,
de acercarse a ello dentro de las condiciones existentes.
En el caso de la observación realizada se dieron luces del dominio de varios temas. Hubo
preguntas que permitieron al docente establecer relaciones con otros temas, haciendo
analogías con problemas ya tratados. Esto dio cuenta que hay conocimiento de la historia
de la filosofía, de problemas y temas pertinentes a la clase. En cambio, lo que no se pudo
dar a conocer es la capacidad del docente para filosofar. Pero, las condiciones de la clase
no se prestaron a ello. Y no parece existir clase alguna que se preste a ello. Se necesitaría
un método expositivo durante toda la sesión si se quisiera poner a prueba al docente en
este tópico. Así, este punto no menguó el ejercicio del docente.
Relación profesor-estudiante
Segundo, el lenguaje utilizado. Recalco este punto, pues resultó que las palabras utilizadas
para la clase, por el docente, estaban a un nivel adecuado para llevar a los alumnos a través
de los problemas filosóficos, recuperando conceptos más complejos de manera pertinente.
También se notó que el lenguaje y la actitud con la que se dirigió a los educandos fue
respetuosa y agradable, generando un ambiente más cómodo. Incluso, cuando era
necesario mantener la disciplina, las palabras y el tono parecieron ser los adecuados.
Tercero, la forma de relacionarse con los estudiantes resultó efectiva. Pues, aunque las
condiciones exteriores no daban pie a ello, el docente siempre mantuvo una dinámica
estable, atractiva y amena. Las explicaciones se hacían con un esfuerzo de claridad y
precisión. Se puede reconocer que el docente ha creado un vínculo con los alumnos,
generando así una vía para acercarse a los educandos y cumplir con el objetivo de la
enseñanza. No obstante, tómese en cuenta lo comentado en secciones anteriores para
establecer alguna conclusión acerca del desempeño del docente.
III. Conclusiones
No obstante, más allá de ese juicio, que poco o nada sirve al docente, conviene indicar los
puntos a trabajar, sosteniéndolos en la propuesta de Salazar Bondy. Pero antes, sería
pertinente concluir algunos puntos generales. La enseñanza resulta bastante complicada.
Sólo recurriendo a los puntos antes mencionados se da cuenta de ello. Y el hecho es que
hay muchos más a tratar. De tal forma que la docencia, y más aún en filosofía, por su
carácter tan abarcador, es una formación perenne, sin fin. Deja ver la responsabilidad que
como docente hacia sí mismo se tiene, así como hacia los educandos.
Ahora bien, lo que se puede señalar de la sesión observada, y más en concreto del docente
observado, es que tuvo un desempeño satisfactorio. Si se repasa la teoría se da cuenta de
que desarrollo varios de los puntos de forma pertinente. Desde la selección de método
didáctico hasta el uso del lenguaje. A esto abona la manera en que genera un ambiente
relajado para el aprendizaje. Sin embargo, hay puntos a pulir, que son:
Sin poder decir algo más, pues el observar sólo una sesión no permite hacer un juicio
exhaustivo, recalco la peculiaridad de la labor docente. Con el trabajo constante y, más para
bien que para mal, la prueba y error, llevará más cerca del docente que alguna vez pensó
Augusto Salazar Bondy. Sólo hay que pensar didácticamente.
Bibliografía
Flechsig, K.-H., & Schiefelbein, E. (2003). Veinte modelos didácticos para América Latina.
INTERAMER.