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ENSAYO
1
INDICE
Pág.
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………….1
CONTEXTO HISTÓRICO……………………………………………………………………..2
QUIÉN ESCRIBIÓ…………………………………………………………………………......2
A QUIÉNES SE DIRIGÍA……………………………………………………………………..3
CONCLUSIONES……………………………………………………………………………….12
2
INTRODUCCIÓN
En los últimos años, este escrito bíblico no fue objeto de estudio como las demás
cartas paulinas. Algunos biblistas plantean que el escaso interés en profundizarla
pudo haber sido influido por el hecho de que Pablo no es el autor de Hebreos. Sin
embargo, otros estudiosos redescubren hoy su actualidad relevante y el imperativo
de sacarla de la marginación, de reevaluarla y volverla a posicionar como portadora
de una respuesta cristocéntrica a nuestro mundo actual, caracterizado por
cristianos perseguidos por practicar la justicia evangélica; o desanimados,
amargados e indiferentes ante las exigencias de la vida cristiana.
1
CONTEXTO HISTÓRICO
El texto de los Claretianos sobre Hebreos nos describe algunos detalles del contexto
histórico. Si bien no hay acuerdo en cuanto al año exacto en el cual se escribió la
Carta a los Hebreos, parece razonable que se lo ubique en el año 68, en plena
persecución de Nerón a los cristianos. En ese entonces, ante el sufrimiento de la
persecución, los cristianos sentían como que Dios se había llamado al silencio, pues
en su experiencia del antiguo testamento, “Israel interpretó como silencio de Dios
el sufrimiento, la muerte y todo lo que se asemejara o se acercara a dichas
realidades: enfermedad, guerra, pestes, hambre, calamidades, persecución,
fracasos, esterilidad, etc.” (1).
Otro autor nos expresa que “La Carta a los hebreos está dirigida a una comunidad
que padece las consecuencias de una persecución religiosa, y aún siendo así que en
otros tiempos ha sido una iglesia dinámica y meritoria por muchos motivos, se
encuentra en un período de decaimiento” (2).
QUIÉN ESCRIBIÓ?
En la actualidad se sabe que si bien hace parte de las cartas paulinas, su autor no
fue Pablo sino, probablemente, un discípulo suyo, que formaba parte de una
comunidad perseguida.
2
El escrito original se halla en griego con un alto grado de elegancia estilística y de
habilidad literaria, lo que hace presuponer que se trataba de un cristiano
alejandrino profundamente instruido en el Antiguo Testamento (3).
Otro dato acerca del autor se encuentra en la propia Carta a los Hebreos, en el
capítulo 13 cuando afirma:
“Les ruego encarecidamente que recen a Dios para que cuanto antes pueda volver
a ustedes” Heb 13,19.
Pareciera que el autor por algún motivo ajeno a su voluntad, está distanciado de su
comunidad, a la cual añora y desea volver.
“En el Nuevo Testamento no fueron siempre personas del colegio apostólico las
que comunicaron la verdad. Dios escogió también a gente humilde que quedó en el
anonimato. Pero no por eso su doctrina deja de ser importante y hasta
trascendental, como es el caso del escrito a los Hebreos” (1).
A QUIÉNES SE DIRIGÍA?
“La iglesia destinataria sería, de todas formas, no una iglesia hebrea, sino una
iglesia de simples cristianos, venidos en su mayoría del mundo no judío” (1).
Como este escrito se lo consideró dentro de las cartas paulinas, debía tener un
destinatario como las demás cartas. El nombre de Hebreos que se le fuera dado
recién en el siglo III, parece estar vinculado al contenido de la carta en lo
relacionado al Sacerdocio de Jesús, que se contraponía al sacerdocio judío del
Antiguo Testamento.
“Este escrito, por haber sido considerado como perteneciente al "corpus paulinum",
debía ser carta, como los otros escritos de Pablo y debía tener un destinatario,
también como las otras cartas paulinas. Y, al no tenerlo explícitamente, recibió un
título acomodado, el de "Carta a los Hebreos", título que pagaba tributo al hecho de
que el escrito tomaba posición contra ciertas tendencias judaizantes que tenían
algunas comunidades cristianas” (1).
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PRESENTACIÓN DEL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN
Según presentación de Caravias (4) varios escritos bíblicos del nuevo testamento se
han referido al Dios encarnado, destacándose así en los textos paulinos, el hecho
de que siendo Dios, se hace nada, para hacerse hombre como nosotros:
“Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer”
Gál 4,4
“Siendo rico se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza”
2 Cor 8,9
“Cristo Jesús, siendo de condición divina, no se apegó a su igualdad con Dios, sino
que se redujo a nada, tomando la condición de servidor, y llegó así a ser
semejante a cualquier hombre”
Flp 2,6-8
“Los zorros tienen su madriguera y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del
Hombre no tiene ni dónde reclinar su cabeza”
Mt 8,20
4
“Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia, ante Dios y ante los hombres”
Lc 2,52
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Dio un fuerte grito y entregó
su espíritu”
Mt 27,46-50
Ya el evangelista Juan, remarca el hecho que se hizo igual a nosotros pero que no
lo reconocimos como tal:
Sin embargo, “la Carta a los Hebreos surge a finales del siglo I y es el texto cumbre
de la Teología de la Encarnación” (5). Por medio de algunos versículos relevantes
iremos meditando y estudiando su contenido y sentido.
En los dos primeros capítulos nos introduce, nos presenta a Jesús, con las
siguientes expresiones:
“Dios, del que viene todo y que actúa en todo, quería introducir en la Gloria a un
gran número de hijos, y le pareció bien hacer perfecto por medio del sufrimiento al
que se hacía cargo de la salvación de todo.
Tanto Jesús que nos santifica como los que somos santificados, tenemos un mismo
origen. Por eso él no se avergüenza de llamarnos hermanos”
Heb 2,10-11
Ese Dios Padre-Abba “del que viene todo” asume a la raza humana, su creación,
como sus hijos. Jesús comparte el origen común de los seres humanos y nos
reconoce como sus hermanos.
“Puesto que esos hijos son de carne y sangre, Jesús también tuvo que hacerse,
como ellos, carne y sangre”
Heb 2,14
Jesús, resplandor y esencia de Dios Padre, se hace ser humano en el sentido más
estricto de la palabra, como expresión de la preocupación y amor de la Trinidad por
sus criaturas, aceptando la consecuencia de experimentar la humanidad con sus
5
limitaciones y debilidades. Si bien los hombres y mujeres del Antiguo Testamento
(Deuteronomio, Isaías 2 y Oseas) iban descubriendo cada vez más el rostro
misericordioso de Dios, no dejaban de interpelarle y de cuestionarle su lejanía, por
medio de varios profetas (Jeremías, Habacuq y Job).
Nos preguntamos aquí, cuáles son los aspectos de la semejanza de Jesús con la
humanidad? Cuáles son las debilidades humanas que experimentó?. Para dar
respuesta a estas interrogantes recurrimos como fuente al texto “Cristo nuestro
hermano” (6), donde el autor nos plantea unos puntos principales que se refieren a
la encarnación-humanidad solidaria de Jesús.
La primera propone que Jesús “se hizo uno de nosotros”, comenzando desde muy
abajo, como comienza cualquier ser humano siendo apenas una minúscula célula,
sin hacer uso de prerrogativa alguna por ser parte de la Trinidad. Es un Dios que a
diferencia de otros, no hace uso del poder para manifestarse a sus criaturas, no
pretende impresionar con oratoria o multiplicando prodigios, lo más llamativo, no
se presenta como adulto a un mundo marcadamente adultocéntrico. En la época en
que Jesús se hizo embrión, la cultura predominante judía consideraba al adulto
varón, como único portador de aptitudes para tomar decisiones y participar en la
vida social, política y económica del país. Los niños y niñas así como las mujeres,
los enfermos y mendigos, no eran considerados como sujetos. Asumirse niño, frágil
y dependiente del cuidado materno y paterno, nos descubre a un Dios
profundamente apasionado por el ser humano, que quiere experimentar el lento y
minucioso proceso de adquisición de destrezas y habilidades para ir desarrollando
sus potencialidades, pero también revaloriza al protagonista “niño-niña”, con
derecho a tomarse su tiempo para crecer y desarrollarse, esto es a jugar, a recibir
abrazos y límites, a aprender y a enseñarnos a desaprender. Parafraseando a
Varillon “es un Dios todopoderoso sólo en amor” (7).
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acostarse en una cama, no hay una comadrona ni los elementos básicos preparados
para el cuidado inmediato del recién nacido. Cuán parecido a miles de nacimientos
diarios, sin acceso a mínimas condiciones de seguridad ni higiene. Caravias lo
define como el “compartir las privaciones de los pobres” (6) y se hace más
comprensible la expresión de Hebreos cuando afirma categóricamente que “Se hizo
en todo semejante a sus hermanos (Heb 2,17)”.
En cuanto a que compartió también nuestras penas, el autor afirma que Jesús
sufrió dudas y tentaciones, acerca de su misión y la forma de llevarlo a cabo. Lucas
en su evangelio describe las tentaciones de Jesús en el desierto, donde se le
presenta como atractivo el mesianismo político, con sus implicancias de una vida
cómoda, prestigiosa, triunfalista y ejerciendo el poder en términos autoritarios. Sin
embargo, Jesús se reafirma en su estilo de vida sencillo, austero, sacrificado, al
servicio y al lado de los más pobres y despreciados de ese tiempo.
Otra de las experiencias humanas que Jesús la sintió en carne propia es el miedo.
Una escena muy gráfica se refiere a su agonía en el huerto de Getsemaní, ante la
inminencia de su apresamiento y muerte en manos de autoridades judías y
romanas. Dice al respecto Varillon:
“En el jardín de Getsemaní Cristo tembló, se angustió, tuvo miedo; estas palabras
están en el Evangelio. ¡Afortunadamente para nosotros! Pues si Dios se encarna, no
es para asomarse a nuestra angustia, es para vivirla a fin de que convirtiéndose
ella misma en acontecimiento de Dios (digo algo tremendo: que nuestra angustia
de hombre ante la muerte se convierte en acontecimiento de Dios mismo), sea
transformada. No suprimida (caeríamos en la magia) sino transformada; la muerte
asumida con todo lo que comporta de fracaso, de angustia y de soledad, se
transforma en el umbral de una resurrección (7).
El propio Dios hecho hombre, quiso vivir la terrible experiencia de las personas al
borde de la muerte en su lucha por la justicia, testimoniándonos, más una vez, que
no vino para apenas asomarse a nuestra angustia, sino a vivirla… hasta lo más
profundo y doloroso. Sin embargo, superando el miedo, se mantuvo firme en su
fidelidad al Dios-Abba, y a fuerza de oración siguió adelante hasta la cruz.
El desprecio también fue una constante a lo largo de la vida de Jesús, desde que
sus propios compueblanos lo descalificaban con el apelativo de loco, pasando por
los doctores de la ley y las autoridades religiosas y políticas que no lo valoraban por
su origen humilde y sin estudios, proveniente de una zona geográfica discriminada,
tenida a menos; hasta la burla de sus propios torturadores. Así también, se cansó
de la lentitud de sus apóstoles para comprender, de la dureza de corazón de su
pueblo para reconocerlo y abrirse a Dios, de su falta tan frecuente de fe.
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Como consecuencia de su opción por los despreciados de su época, por enfrentarse
a las contradicciones e hipocresía de las autoridades religiosas, por colocar al
hombre antes que a la ley, posicionando a un Dios-Abba misericordioso, Jesús pasó
por persecuciones, en sus más variadas formas.
“Otro dolor de todo el que toma en serio un compromiso por sus hermanos es el
de la persecución. Jesús la sufrió en todas sus formas: calumnias, control policial,
prisión, torturas y muerte violenta” (6).
Estos aspectos de la vida encarnada de Jesús, nos confirman con meridiana claridad
que verdaderamente “Se hizo en todo semejante a sus hermanos (Heb 2,17)”. Pasó
en su propia humanidad, las tentaciones, pruebas, desprecios, abandonos, pobreza,
debilidades y limitaciones de la naturaleza humana, pues “Jesús no vino para
hacerse cargo de los ángeles, sino de la raza de Abrahán (Heb 2,16)”.
“El mismo ha sido probado por medio del sufrimiento, por eso es capaz de
ayudar a los que son puestos a prueba” Heb 2,18.
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inenarrable". La imposibilidad de explicarse el dolor en la propia vida, o de explicar
la propia vida atrapada en el dolor, es lo que sumerge al ser humano en la
angustiosa noche oscura del alma, de donde parece no haber salida” (1).
Solamente aquél que pasa por situaciones difíciles, que experimenta el dolor que no
puede ser narrado, puede tener condiciones de sentir compasión por otra persona
en iguales circunstancias. En este caso el amor actúa de puente para acercarnos al
otro y comprender por propia experiencia lo que está sintiendo. Parece aquí más
clara la expresión de Caravias de que “el amor nos iguala” (5). Al mismo tiempo,
plantear que la vida humana de Jesús tuvo el sentido de pasar por las más variadas
situaciones límites, para comprendernos y poder ayudarnos calificadamente, con el
peso de la experiencia, nos llena de consuelo, de ánimo, de esperanza!
Caravias afirma que “Jesús vivió en carne propia todo lo que es sufrimiento
humano. Pero dentro de esta solidaridad universal, él se sintió especialmente
solidario de los sufrimientos de pobres, en cuanto a su marginación, hambre,
enfermedades. Tan profundamente sintió el dolor humano, que dedicó su vida a
servir a todos, a aliviar sus penas y a enseñarles el camino de la liberación y la
hermandad” (6).
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por alguien que sufre. Por eso la expresión “no se queda indiferente” nos remite a
una decidida actitud de no desentenderse de nosotros. Jesús conocedor de cómo
funciona nuestra mente y nuestras emociones ante las debilidades, limitaciones y
dolores humanos, se deja afectar, se involucra, sabe de qué se trata.
“El que ahora está con poder en el cielo sabe de la flaqueza humana, pues fue
sometido a las mismas pruebas que nosotros. Por eso puede comprender y ayudar
a las personas que sufren” (8).
Este versículo encierra una invitación clara para acercarnos a la fuente de la gracia,
con absoluta confianza de que entenderá lo que nos pasa y sabrá la manera
efectiva de animarnos, de consolarnos, de llenarnos de fuerza para seguir adelante.
Jesús, siendo plenamente hombre superó todas las tentaciones, debilidades y
sufrimientos, triunfó sobre ellos. La llamada a confiar en él, es la llave que nos abre
la esperanza y el consuelo de que está presto a darnos la mano, a auxiliarnos del
modo que necesitamos, a conducirnos con seguridad a una salida oportuna.
Un aspecto resaltante es que Jesús no sólo pasó estas situaciones tan humanas,
enfrentándolas y superándolas sino que al hacerlo dignificó momentos y aspectos
cotidianos de la vida de una inmensa mayoría de seres humanos que viven sumidos
en el anonimato y en el empobrecimiento, en forma sencilla, del fruto de su
trabajo, al acecho de las tentaciones y debilidades de un mundo consumista con su
afán de lucro ilimitado, prestigio y poder para someter a los demás.
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Jesús demostró que es posible para un ser humano, hacerse más humano aún,
desarrollando al máximo la capacidad de amar, de compadecerse, de comprender,
de darse a los demás hasta límites insospechados.
Este ensayo fue para mí la ocasión de revisar y releer mi vida desde la mirada de la
Encarnación de Jesús, surgiendo por un lado, sentimientos profundos de gratitud a
la familia Trinitaria por la gracia de haberme acompañado siempre y hasta utilizado
como instrumento de consuelo, a pesar de mi duro corazón. Por otro lado, me
anima y compromete a continuar creciendo en mi fe.
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y ajenos, con los ojos y el corazón fijos en nuestro hermano de raza y de fe,
Jesucristo, seguros de que él logró vencerlos y nos asistirá con la gracia del auxilio
oportuno.
CONCLUSIONES
- Su autor no fue Pablo sino, probablemente, un discípulo suyo, que formaba parte
de una comunidad perseguida. La iglesia destinataria era una iglesia de simples
cristianos, venidos en su mayoría del mundo no judío.
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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
5. Caravias, J.L., sj. Carta a los Hebreos. Relatorio Curso Magis 3. Asunción, julio,
2007 (CD “Magis 3”).
6. Caravias, J.L., sj. Cristo, nuestra esperanza. El Amor de Dios según el Nuevo
Testamento. CEPAG, Asunción, 1993.
8. Caravias, J.L., sj. Fe y Dolor. Respuestas bíblicas ante el dolor humano. CEPAG.
Asunción, 1993.
9. Nolan, A. Jesús antes del Cristianismo ¿Quién es este hombre? Sal terrae,
Santander, Quito Sur (CD “Fe y Vida”).
10. La Biblia Latinoamérica. 50ª Edición, Edición Revisada 1995. Verbo divino.
Madrid, 1998.
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