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VUELTA DE LA OLIGARQUÍA LIBERAL

Reunida la Asamblea Constituyente en 1938, el presidente que ella designó, Aurelio


Mosquera Narváez, no puso en vigencia la Constitución aprobada y disolvió la Asamblea.
Como representante de la oligarquía liberal, hizo un pacto con los conservadores contra
la “amenaza izquierdista”.

Mosquera murió repentinamente. Le sucedió Carlos Alberto


Arroyo del Río, máxima figura del liberalismo y
representante de empresas capitalistas en el país, quien
preparó, desde el poder, su elección como presidente
constitucional, con un fraude electoral contra Velasco Ibarra
y los conservadores, realizado bajo la administración de
Andrés Córdova, otro dirigente liberal.

Arroyo del Río se instaló en el poder en 1940. Aunque los


conservadores denunciaron el fraude electoral, colaboraron
en el gobierno, que fue represivo al servicio a los intereses
extranjeros.
LA GUERRA CON PERÚ
Desde inicios de 1941, hubo incidentes con el Perú por cuestiones de límites. En julio, el
ejército peruano invadió Ecuador. El ejército ecuatoriano era pequeño y mal equipado.
Pese a los numerosos actos heroicos, fue derrotado y los invasores ocuparon la provincia
de El Oro.

El gobierno logró el apoyo de la oposición


frente a la guerra. Pero, temeroso de la
reacción popular, no armó al pueblo. La mayoría
de los carabineros, policía militarizada bien
equipada, siguió dedicada a la represión
dentro del país, mientras los soldados
ecuatorianos, mal armados y casi sin jefes,
resistían en el frente. El conflicto se mantuvo
por meses.

En 1942 se reunió en Río de Janeiro la Conferencia Interamericana, para apoyar a


Estados Unidos frente al ataque japonés a Pearl Harbor. Allí, el Ecuador fue obligado a
firmar un Protocolo de Paz, Amistad y Límites. En nombre de la unidad continental, el
país tuvo que renunciar a territorios amazónicos que había reclamado por más de un
siglo, aunque buena parte estaban ya bajo control peruano desde años antes.

El arreglo con Perú era inevitable. Pero


el delegado ecuatoriano, el conservador
Julio Tobar Donoso, actuó con
indignidad por la forma en que firmó el
protocolo. Los viejos adversarios
liberales y conservadores participaron
juntos en la derrota y la humillación, que
provocaron un trauma nacional.

Arroyo continuó en el poder. Su


gobierno represivo y estéril no
aprovechó los efectos de la guerra
mundial, baja de importaciones y elevación de exportaciones, para impulsar el
crecimiento productivo industrial. Hubo inflación y subida de precios.

El gobierno, una dictadura legal, mantuvo un clima de terror. Arroyo del Río llegó al
extremo de impopularidad. El pueblo lo veía como traidor. Y eso no ha cambiado.

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