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Nombre: Natalia Parra Rengifo.

21 de febrero de 2018

LA MORAL PROVISIONAL: CALMA EN EL ESPÍRITU PARA CONTINUAR


CON EL “MÉTODO”

Introducción.

La “Tercera parte” del Discurso, se inicia con la postulación de las tres máximas de
la moral provisional, a causa del problema que surge cuando se debe actuar en las
circunstancias de la vida mientras se aplica “el Método”. Luego, Descartes llegará a la
conclusión de que la mejor ocupación de los hombres es aquella que se dedica a avanzar en
el conocimiento de la verdad, mediante el “Método”. Y por último, traerá de regreso al
lector a la habitación donde se encuentra, para infórmale que con las “Máximas” y con el
“Método” le es posible salir al mundo para avanzar en su búsqueda de conocimiento, pero
que será necesario dirigirse al desierto para tratar cuestiones filosóficas.

1. La moral provisional como alojamiento durante el periodo de


reconstrucción: la formulación de las tres máximas.

Descartes se sirve, de nuevo, de la analogía entre la reconstrucción del pensamiento


y la reconstrucción de una casa. Lo hace para resaltar que no es solo suficiente derribar,
poseer los materiales, tener un arquitecto o conocer el arte de la construcción y diseñar los
planos; sino que, además, es necesario tener otra casa en la cual sea posible alojarse
cómodamente durante el periodo de reconstrucción. De este modo, el método con el que se
realiza la reconstrucción debe estar acompañado por una moral provisional, con el objetivo

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de no permanecer irresoluto en las acciones, a pesar de que la razón obligue a permanecerlo
en los juicios (A-T, VI, 22). Puesto que, como la vida demanda la actuación y la toma de
posiciones, se debe actuar aún sabiendo que los juicios son sólo probables y carecen de una
justificación teórica última y definitiva. Además, la moral provisional es necesaria para
vivir con la mayor dicha posible, pues así se evita la angustia de encontrarse sin un lugar en
el que se pueda habitar.
Así, la moral provisional cuenta con tres máximas:
En primer lugar, se deben obedecer la leyes y las costumbres del país de origen.
Además, es preciso regirse por la opiniones más moderadas y más alejadas de todo extremo
que son practicadas por los más sensatos, dado que las propias opiniones están sometidas a
examen. (A-T, VI, 23). Para poder conocer estás opiniones es necesario prestar mayor
atención a lo que las personas ponen en práctica que a lo que dicen, pues dada la corrupción
de las costumbres, hay pocas personas que no desean decir lo que piensan. Otras
simplemente lo ignoran.
Igualmente, es necesario elegir las opiniones más moderadas porque son las más
cómodas en la práctica y probablemente las mejores; debido a que se alejan del exceso que
es pernicioso y en caso de equivocación no se está tan lejos del verdadero camino. Pero,
como ninguna cosa en el mundo permanece constantemente en el mismo estado, es
necesario perfeccionar progresivamente los juicios y no empeorarlos. Así mismo, las
opiniones aprobadas no pueden ser siempre buenas, porque pueden dejar de serlo o dejar de
estimarse como tal.
En segundo lugar, se debe ser lo más firme y decidido en las acciones y no seguir
las opiniones más dudosas. En esto se imita a los viajeros que, perdidos en un bosque, no
pueden dar vueltas de un lado a otro y no pueden detenerse en un lugar; sino que deben
dirigirse siempre hacia un punto con las menores desviaciones posibles y sin alterar la
marcha por razones débiles. Aunque la elección de la dirección fuese al azar, pues así no se
llegue al lugar deseado se estará mejor que en el medio del bosque (A-T, VI, 24).
De la misma manera, dado que las acciones de la vida no permiten frecuentemente
plazo alguno, se deben seguir las opiniones más probables, mientras no estén en el poder
del hombre las más verdaderas. Además, pese a que no se sabe la mayor probabilidad de

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unas respecto a otras se debe optar por unas opiniones y considerarlas, en la practica, como
verdaderas y ciertas, no como dudosas; debido a que han sido determinadas por una razón
casi práctica. Todo esto con el objetivo de liberarse de arrepentimientos y remordimientos
que atormentan a los espíritus débiles que se dejan llevar a practicar como buenas las
acciones que posteriormente consideraran que son malas (A-T, VI, 25).
En tercer lugar, se debe intentar siempre vencerse así mismo, no a la fortuna, y
modificar los deseos propios antes que el orden del mundo. Es necesario acostumbrarse a
pensar que no existe nada en el entero poder de los hombres con excepción de sus
pensamientos. Así, después de haber hecho aquello que se estima mejor en relación con
todos los asuntos que son ajenos, todo aquello que reste para triunfar es absolutamente
imposible (A-T,VI,25). Este pensamiento es suficiente para impedir que se desee, en lo
sucesivo, lo que no se pude alcanzar y para poder vivir feliz y satisfecho. Pues, si la
voluntad solo desea aquello que le presenta como posible el entendimiento, es claro que al
considerar todos los bienes que están fuera de nosotros como igualmente alejados de
nuestro poder, nunca más sentiremos disgusto por carecer de estos.
Con el objetivo de realizar lo anterior, es necesario el ejercicio y la meditación
frecuente que pueden acostumbrar al hombre a ver las cosas de este modo. Esta,
probablemente, es una referencia al neoestoico Lipsius; dado que, como filosofo fue capaz
de sustraerse al imperio de la fortuna, pues a pesar de los dolores y la pobreza fue capaz de
estimarse tan feliz como los dioses. Lo hizo estimando que solo estaban en su poder sus
propios pensamientos y se apropio de estos, a tal modo, que podía estimarse mas rico, mas
poderoso y más libre que los hombres, que sin esta filosofía, eran ricos y afortunados. ( A-
T, VI, 26)

2. La conclusión de las máximas: la estrecha relación con “el Método”.

Como conclusión de las reflexiones de la moral Descartes realiza un atento examen


de todas las ocupaciones que los hombres tienen en esta vida, para intentar escoger la
mejor. Entonces, encuentra, que no puede hacer nada mejor que continuar ejercitándose en
aquella que ya tenía, es decir, en la ocupación que le permitía emplear toda su vida para

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cultivar su razón y avanzar tanto como pudiese en el conocimiento de la verdad, siguiendo
el método que se había prescrito (A-T, VI, 27). Debido a que había recibido tantas
compensaciones al poner en practica el método, no consideraba a otras superiores y todos
los días en la practica del mismo descubría verdades importantes comúnmente ignoradas
por los hombres; lo que hacía sentir a su espíritu tan satisfecho y saciado que todo lo demás
carecía de su interés.
Las tres máximas estaban fundadas sobre el deseo de Descartes de continuar
instruyéndose; puesto que había recibido de Dios cierta luz natural divina para distinguir lo
verdadero de lo falso; y de nunca contentarse con las opiniones de alguien más,
examinándolas cuando llegase el momento oportuno. Además, siguiendo estas máximas no
hubiese podido liberarse de todas las preocupaciones, si no hubiese decidido aprovechar
todas las oportunidades para encontrar otras mejores opiniones.
Igualmente, no hubiese podido limitar sus proyectos ni ser feliz si no hubiese
seguido un camino, por el que pensaba, que no solo, podía asegurarse la adquisición de
todos los conocimientos de los que fuese capaz, sino también el logro de todos los
verdaderos bienes alcanzables. Dado que, la voluntad esta determinada por el
entendimiento basta con juzgar bien para obrar bien y juzgar lo mejor que se pueda para
obrar lo mejor que se pueda, es decir para adquirir todas las virtudes y conjuntamente todos
los bienes que pueden lograrse (A-T, VI, 28).
Por lo tanto, el “Método” y la “Moral provisional” van de la mano para poder lograr
un conocimiento claro y distinto, y poder lograr un estado de satisfacción y equilibrio en el
espíritu; que a la vez hace posible que la aplicación del “Método” sea la mejor en la
ausencia de turbaciones. Así mismo, hace posible que Descartes pueda moverse por el
mundo de la acción para poder encontrar aún más proposiciones que examinar.

3. Salir de la habitación, recorrer el mundo y dirigirse al desierto más


apartado.

Después de convencerse de estas máximas y de colocarlas en un lugar privilegiado,


Descartes piensa que puede, con libertar, intentar deshacerse de las opiniones inciertas.

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Dado que esperaba alcanzar más cómodamente sus objetivos conversando con los hombres;
que permaneciendo por más tiempo encerrado en la habitación 1 donde había llegado a
realizar sus reflexiones; en los nueve años siguientes se dedica a viajar por el mundo
tratando de ser más un espectador que un actor, haciendo una particular reflexión en cada
materia sobre aquello que podía hacerla dudosa y erradicando de su espíritu los errores que
podían haberse deslizado en el con anterioridad (A-T, VI, 28. A-T, VI, 29).
Descartes no imita a los escépticos que fingen la duda y permanecen siempre
irresolutos, sino que su único deseo es liberarse de la inquietud, rechazando la tierra
movediza y la arena con el fin de encontrar la roca viva o la arcilla (A-T, VI, 29). En esto
obtiene buenos resultados, puesto que al tratar de descubrir la falsedad o incertidumbre de
las proposiciones que examinaba, siguiendo razonamientos claros y seguros, no encuentra
alguna que no tenga una conclusión bastante cierta, aunque fuera la de que la proposición
no contenía nada cierto. Y así como cuando se derriba una vieja casa se conservan los
materiales para construir el nuevo edificio (A-T, VI, 29); de igual forma cuando destruye
todas aquellas opiniones que estima mal fundadas, realiza observaciones y recoge
experiencias, que le servirán posteriormente para establecer opiniones mas ciertas.
Igualmente, continua ejercitándose en el método, poniendo cuidado en conducir su
pensamiento según sus reglas y a veces reservando algunas horas para ponerlo en práctica
en dificultades matemáticas, liberándolas de todos los principios de otras ciencias que no
estimaba suficientemente firmes. Así, viviendo una vida sin apariencias disfrutando de una
vida agradable e inocente, esforzándose por separar los placeres de los vicios y haciendo
uso de diversiones honestas para gozar de ocio sin hastío, no dejaba de perseverar en el
conocimiento de la verdad más que si se hubiese limitado a permanecer entre libros y entre
letras ( A-T, VI, 30).
Sin embargo, durante los nueve años, Descartes no toma partido alguno en
dificultades que generalmente se discuten entre los doctos y no inicia la búsqueda de una
filosofía más cierta que la vulgar, que la filosofía de la de escuela. Dado que, excelentes
mentes que habían iniciado la búsqueda no habían llegado a triunfar, le parecía que la
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Habitación del cuartel donde se ve obligado a detenerse, debido al invierno, mientras se encontraba de viaje
en Alemania. La habitación tiene gran importancia dado que, en este espacio aislado y cómodo, puede
analizar sus reflexiones postulando el “Método” y la “Moral provisional”.

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búsqueda era difícil y sin embargo, sin planteársela, algunos hacían correr el rumor de que
lo había hecho. Por ello para responder a las expectativas puestas y ser digno de su
reputación, Descartes decide que debe retirarse de todo los lugares donde podía tener
conocimiento a un lugar retirado y solitario, como uno de los desiertos mas apartados; para
poder iniciar sus reflexiones en cuanto a las materias de la filosofía.

Bibliografía
Descartes, R. 1987. Discurso del método. Madrid. Alfaguara

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