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ANTECEDENTES:

En las postrimerías del siglo pasado comenzó a vislumbrarse el concepto de la independencia


entre el hecho anatómico y el estado funcional, en cuanto al riñón. En lo sucesivo este fecundo
concepto se ha ido precisando cada vez más.
Precisamente, gracias al advenimiento de los criterios autónomos de valoración funcional, ha sido
posible el enorme progreso que tuvo lugar en los campos de la fisiopatología, de la clínica y aún en
el de la clasificación nosológica de las enfermedades renales.
El estudio de las eliminaciones provocadas; la determinación de balances enfocando sustancias de
destino urinario: la consideración del grado de concentración de la orina ; la investigación de
retenciones en la sangre de productos normalmente eliminados por el riñón fueron viendo la luz a
muy cortos intervalos.
El método de la crioscopía aplicado a la sangre y a la orina, había revelado al Barón de Koranyi los
secretos fundamentales de la insuficiencia renal descompensada, sin embargo, Lo delicado y
engorroso del método hizo sentir la necesidad de pruebas más sencillas. Hahn había señalado que
en la orina de muchos pacientes diagnosticados con Gota faltaba el típico olor a violetas que
sucede a la inyección de trementina. Rayer precisó que en muchos nefríticos ocurre lo propio con
respecto al olor “sui géneris” que aparece en la orina de los sujetos sanos consecutivamente a la
ingestión de espárragos. Otros autores, a su vez, se habían ocupado del retardo en la eliminación

Achard y Castaigne en 1897, con su prueba del azul de metileno, intentaron hacer efectiva esa
aspiración de inducir el grado de eficiencia de la excreción espontánea de los componentes
normales, mediante el estudio de la eliminación provocada de sustancias ajenas al organismo.
Dos o tres años después, Strauss y casi simultáneamente Widal señalaron la significación de la
retención nitrogenada en el juicio sobre el valor funcional del riñón.
La prueba de la fenolsulfonftaleína introducida por Rowntree y Geraqhty en 1909, queda
naturalmente adscripta al tipo de índice concebido por Achard y Castaigne es decir, basado en la
eliminación provocada de sustancias extrañas al organismo. Otro tanto puede decirse de las
pruebas en que el índigo carmín, la rosanilina, la lactosa, los yoduros, el mercurio, el ácido
salicílico, la quinina, y todavía otras drogas, desempeñan el papel del índice revelador. También en
carácter de eliminación provocada ha sido enfocado el comportamiento de sustancias no extrañas
al organismo: agua, urea, sales de sodio y potasio, carbonatos, productos considerados
simplemente, de modo genérico, por su función ácida o alcalina, etc. Esta corriente encara, en
suma, el papel de las eliminaciones provocadas de sustancias, ajenas o no al organismo, en el
juicio de valoración funcional del riñón.

Merece destacarse, en lo que atañe al agua, el aporte valioso de Albarrán en 1905, con su prueba
de la “poliuria experimental”, que suministro un criterio de mucho interés al relacionar la densidad
con el volumen, tanto en el sujeto normal como en los nefrópatas insuficientes. En realidad,
Albarrán, urólogo, aspiraba a un estudio comparativo de la aptitud funcional de ambos riñones,
teniendo en cuenta finalidades puramente quirúrgicas (extirpación). Pero su tabla de correlaciones
entre densidades y volúmenes urinarios tuvo, de todos modos, un alcance mayor.
En esta tercera orientación se procede a comparar la tasa sanguínea de un producto dado, o sea,
la carga de estímulo diurético, con la eliminación urinaria en función del tiempo, es decir, con el
gasto obtenido, sobre la base de que entre uno y otro valor. Existe normalmente una determinada
relación. A esta concepción, de estirpe genuinamente experimental, deben ser adscriptos los
métodos de desarrollo ulterior que están acaparando la atención en el presente v que derivan de
la definición, a partir de Möller, Mc Intosh y Van Slyke, en 1928, del concepto de índice de
depuración o “clearance” En síntesis, si analizamos los diferentes tipos de orientaciones que han
prosperado en materia de estudio funcional del riñón, nos encontramos con que en algunas de
ellas se toma en consideración únicamente la orina; en otras, exclusivamente la sangre, y
finalmente, en un tercer grupo, la sangre y la orina a la vez. Entre las que toman en cuenta de
modo exclusivo la orina, algunas se limitan a investigar la proporción con que una sustancia, ajena
o no al organismo, es eliminada en un tiempo dado, aún sin haber apremiado al riñón mediante
una extremada oferta. Las pruebas de eliminaciones coloreadas y de otras drogas propuestas con
idéntico plan, pertenecen a esta categoría.

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