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Sostiene el autor, que las causas del delito se deben a la correlación individual somato-psíquica y
carácter (constitución morfológica individual) y de factores sociológicos del mundo circundante
(ambiente social y natural donde vive el hombre).
Explica el criminólogo que los delincuentes constitucionales son: “sujetos que, por su particular
estructura somática y funcional bio-psíquica, presentan una predisposición mayor al delito, que la
que se encuentra en el hombre medio normal conformista.
Para Di Tulio, la herencia no transmite la criminalidad, sino solo la predisposición criminal, la cual
requiere de otros factores criminológicos.
FACTORES HEREDITARIOS.
Di Tulio sostiene que el proceso de herencia puede ser afectado por elementos tóxicos e
infecciosos que provocan lesiones o perturbaciones en las células germinales, las mismas que
pueden alterar gravemente el desarrollo físico y psíquico de la persona.
Dentro de este marco hipotético incluye lo que denomina factores morbosos, submorbosos y
degenerativos, que van determinando las tendencias o predisposiciones, en conexión con el
mundo circundante social, lo que sería la personalidad moral o amoral y enferma, así como la
predisposición al delito y peligro social.
En atención a la tesis anterior, el científico italiano divide a la población humana en tres categorías
genéticas:
Primera clase: conjunto de personas con afortunada combinación de “genidios”, los que
predominan sobre los defectuosos y tarados, siendo compensados por los morales genéticamente.
Segunda clase: conjunto de personas con “genidios” mediocres, que conforman cerca del 90% de
la población.
Tercera clase: conjunto de personas indeseables genéticamente. Por ser producto de una
combinación defectuosa de “genidios”, con insuficiente compensación, entre los que se
encuentran los delincuentes y criminales, con predisposición al crimen. Omite la influencia
negativa del medio social.
Aquí Di Tulio se aparta de la tesis de Lombroso pues considera que solo existen anomalías
morfológicas pero que estas anomalías como factor constitucional del delincuente son todavía
imprecisos.
La concepción constitucional morfológica del delincuente, explica Benigno Di Tulio, del siguiente
modo: “en la moderna antropología criminal, se está en efecto de acuerdo en sostener que el
estudio del delincuente debe ser siempre hecho desde todo punto de vista: morfológico, funcional
y psicológico, según el método que, por lo restante ha estado perfeccionando, siguiendo el
desarrollo alcanzado por las ciencias biológicas y psicológicas y especialmente por la ciencia de la
constitución individual y de la biotipología y ontogénesis humana”.
Luego postulan las indagaciones étnico-raciales, basadas en medidas antropométricas que deben
practicarse para el examen morfológicos del delincuente, con mediciones de estatura, el diámetro
vertical o el largo de los miembros superiores o inferiores; el diámetro antero-posterior
hipocondriaco; el diámetro transversal de la pelvis.
En el examen morfológico-constitucional de los delincuentes tienen relevancia, estima Di Tullio, el
estudio de los tatuajes, que estaría demostrando una escasa sensibilidad al dolor, además podría
revelar sus inclinaciones vivenciales, sus tendencias instintivas y otras formas de conducta
delincuencial y socialmente peligrosas.
Sobre esta materia concluye el criminólogo italiano: “Esto está establecido, podemos terminar
afirmando que el examen morfológico es siempre de gran importancia para el estudio del
delincuente, porque permite el relevamiento de la regularidad o ausencia del desarrollo orgánico
general, y la eventual presencia de desarmonías o perturbaciones en el crecimiento a los que se
acompaña generalmente también anomalías funcionales, neurológicas que pueden influir más o
menos intensamente sobre el desarrollo de los caracteres psíquicos”.
FACTORES FUNCIONALES
Dentro de este factor se ubica básicamente los trastornos bioquímicos que alteran el
temperamento.
Al delincuente como ser biológico necesita practicársele el examen funcional riguroso con criterio
de la “semiótica moderna” y con el auxilio de todos aquellos medios científico-técnicos disponibles
de carácter clínico, físico, químico, psicológico y sociológico, que permitan sondear las más intimas
y delicadas funciones individuales del organismo y sistemas fisiológicos, que admitan explicar las
relaciones entre funciones vegetativas, de relación y psíquicas, entre temperamento y carácter y
entre las funciones endocrinas, neuronales y psicológicas y las disposiciones morales que se
traducen en conductas antisociales que podrían convertirse en conductas delictivas.
El examen funcional de la personalidad del delincuente, estima Di Tulio, se debe practicar según
las normas semiológicas a través de las exploraciones: “del aparato cardio-vascular, del aparato
respiratorio, del aparato digestivo, del aparato genitourinario y del sistema nervioso central,
especialmente del encéfalo, el de la vida de relación y el periférico, así como el vegetativo
simpático y parasimpático, sin excluir el sistema de las glándulas de secreción interna”, que
regulan, coordinan, dirigen y controlan las funciones biológicas y psíquicas del hombre normal,
anormal y criminal. Se explica que los trastornos funcionales o disfunciones y anomalías de un
órgano o sistema funcional, específicamente el sistema endocrino y el nervioso, central y el
encéfalo, pueden predisponer a la delincuencia, si existe una fuerte excitación o estimulo de los
factores sociales del mundo circundante y las malas condiciones de vida material y social que
rodean al individuo.
La finalidad del examen funcional, consiste en: “buscar la eventual existencia en el delincuente, de
señales de inmadurez, debilidad vital hereditario o disminución de la resistencia constitucional, o
de síndrome de crecimiento, entre los cuales, como especial importancia, se presentan las
neuropatías y psicopatías durante el proceso de crecimiento y los síndromes neuro-vegetativos,
bien a tipo simpático caduco, bien a tipo prevalentemente vago caduco, bien a tipo mixto y
alternado. Es necesario examinar todas las eventuales manifestaciones de hipoevolutismo, de
infantilismo, de precocidad submorbosa, etc., por la influencia de tales fenómenos puede asumir
en las relaciones del desarrollo de la propia criminalidad”. Tampoco se pueden descuidar las
condiciones o factores de la vida social y material o económica que circundan al individuo.
Así, el estudio y examen de la personalidad del delincuente desde el punto de vista funcional,
comprenden el examen del sistema nervioso central con el cerebro y el de relación, así como el
vegetativo, en relación con el sistema endocrino hormonal de las glándulas de secreción interna y
de mas sistemas y aparatos del cuerpo humano, conjuntamente con las funciones cerebrales y
psíquicas , como los caracteres morales de la conducta del hombre, en conexión o correlación con
los factores económico, sociales, políticos y culturales, que es el medio necesario de la vida social
del hombre honorable y del delincuente.
FACTORES PSIQUICOS
Practicado el examen morfológico de la persona del autor del delito, debe seguir el examen
psicológico del delincuente y del agente socialmente peligroso, que permita la apreciación o
valoración de la capacidad para delinquir y de la dinámica del delito en cada caso concreto, de la
individualidad personal del delincuente y del sujeto peligroso. Con tal objeto, se puede utilizar
cualquier método que la biotipología, la psicopatología y la psicología señalen como útiles para el
estudio de la personalidad humana.
En la medida que el examen morfológico y funcional son minuciosos, también el examen psíquico
del delincuente y del sujeto socialmente peligroso, debe practicarse con atención, como
recomienda Di Tulio: “Esto quiere decir que también el examen psíquico del delincuente debe ser
lo más completo posible, y deben servirse de todas y las variadas directivas semiológicas
científicas modernas, dado que cada una de ellas, si bien en diversa medida, pueden siempre
contribuir a rendir más eficaz el sondeo de la sique del criminal, y la valoración e interpretación de
las variadas situaciones psíquicas que concurren al desarrollo de la común actividad criminosa”.
La esfera efectivo-emotiva y reactiva, como la sentimental revelan una importancia muy grande en
el estudio del delincuente, por cuanto las anomalías más frecuentes se encuentran en la base del
desarrollo de las actividades y fenómenos psicológicos. Sobre la base de estos conceptos y
nociones, se debe practicar el examen psíquico del delincuente, iniciándose la búsqueda y la
valoración de los elementos instintivos y afectivos que primero aparecen en el desarrollo del
individuo, para pasar luego a la valoración de los caracteres intelectuales y volitivos, estima el
criminólogo italiano.
El examen de la inteligencia debe fundamentarse teniendo en cuenta lo que se entiende por la
inteligencia media de la población o grupo o clase social, al cual pertenece el delincuente. Después
de evaluar esta esfera superior de la personalidad humana, se puede comenzar por el examen de
la conciencia que en los delincuentes asume particular importancia cuantitativa y cualitativa,
dentro de las variables del comportamiento delictuoso, que permite entender y tener
conocimiento de sus propios actos y del mundo externo circundante, mediante el cual percibe lo
licito, e ilícito o injusto y la criminalidad de sus pensamientos, sentimientos y determinaciones que
le permiten seguir el curso de los acontecimientos de su conducta y de los fenómenos del mundo
exterior, que posibilitan el control del comportamiento y valoración de los actos, como legítimos o
ilegítimos y de determinarse según esta apreciación.
Esto presupone el examen integral de la personalidad del delincuente , que comprende: examen
morfológico funcional o fisiológico, examen psíquico en sus esferas: de la inteligencia, de la
afectividad, de la voluntad, y examen anamnésico- biográfico de la individualidad personal, en el
aspecto normal o anormal ( de naturaleza psicopática y neurótica), patológica o
psicopatológica(enfermedades mentales o psicosis); y el examen moral y sociológico de la
personalidad del sujeto del delito.
Forma hipoevlutiva
Forma neuropsicopatica
Forma psicopatía
Forma mixta
Esto significa que los criminales constitucionales pueden exhibir características ligadas a un estado
de inferioridad psicobiológica o de hipoevolución, o trastornos funcionales neuro-psiquicos;
anomalías psíquicas de la personalidad y una forma de mixtura de los tres procedentes.
Se encuentra una leve prevalencia de notas macrosomicas que recuerdan la constitución atlética
muscular e hiperpituitarica, de Kretschmer, siendo de mayor importancia las anomalías de tipo
cráneo-facial, que pueden interpretarse como manifestaciones de disgenopatias por
dispituitarismo de endocrinopatías.
Prevalecen entre estas anomalías las siguientes: la frente baja y descendente; sobresalen las
arcadas orbitales, las orejas en asa, el prognatismo, el exagerado desarrollo de los cigomas, de las
mandíbulas y de los ángulos mandibulares, así como la prevalencia de la sección facial sobre la
craneana; de los brazos sobre la estructura. Esta tesis de Di Tulio, nos hace recordar al concepto
de naturaleza atávica y el delincuente nato de Lombroso y Ferri, en su clasificación de los
delincuentes. El criminólogo describe los caracteres morfológicos: “En el examen morfológico de
tales delincuentes constitucionales con orientación hipoevolutiva, ante la frecuencia con que se
encuentran, son de particular interés las cicatrices y tatuajes que presentan en el cuerpo con
seguro significado degenerativo”. No está comprobada totalmente esta teoría de la degeneración
morfológica como causa de la criminalidad. No todos los que exhiben tatuajes y estas anomalías
físicas son delincuentes. La delincuencia principalmente es de causas económico-sociales, políticas
y culturales.
Los más frecuentes son el zurdismo, la reflexividad exagerada sobre los actos delictivos; la
irregularidad de los reflejos neuro-vaso-motrices que son escasos y lentos; además, estos
delincuentes constitucionales revelan anomalías sensoriales, como la agudeza superior a lo
normal, obtusidad de la sensibilidad dolorosa, por las estrechas relaciones que presenta con el
carácter de la ausencia del sentido moral (la locura moral o locura insanity), que se caracteriza por
la falta de sensibilidad, compasión y escrúpulos. El sujeto no tiene sentimientos humanitarios de
solidaridad y fraternidad.
La escasa capacidad intelectual, está vinculada estrechamente al desarrollo fisio- psíquico general
defectuoso, que no alcanza al mayor grado y dignidad evolutiva, el cual radica en los lóbulos
frontales del sistema nervioso encefálico, en donde toman origen los procesos psíquicos
superiores de la personalidad humana, somato-psíquica. Estos caracteres se exhiben según Di
Tulio: “como constantes, numerosos y variadísimos; en vez de los tatuajes, son inspirados por lo
menos al odio, a la venganza, a la avaricia, a la vanidad, a la obscenidad, etc., y que siempre son
expresión de graves imprevisiones y escasa sensibilidad al dolor, además de fuerte bajeza moral.
Estos caracteres psicológicos, manifiestan también a los delincuentes de capacidad intelectual
superior como los narcotraficantes, criminales de guerra, genocidas, contrabandistas, terroristas
de Estado: militar o policial y subversivos, violadores de derechos humanos, asesinos múltiples, los
delincuentes de “cuello blanco” y corbata y los “business-men crime”, delincuentes de los altos
negocios y finanzas, homicidas y asesino políticos, etc.; estas conductas criminales y antisociales
no son privativas de los delincuentes hipoevolutivos psicológicos, de la “baja preyé”, como
estiman los criminólogos franceses.
Di Tulio concibe, que esta forma de delincuencia constitucional es mas frecuente que otras de
distinta etiología causal. Bajo esta denominación de delincuencia neuro-psicopatica expone las
formas: epileptiforme, neurasteniforme y la histeriforme, Con fundamento escribe: en ella, la
predisposición al delito, más que por anomalías de carácter hipo-evolutivo, está sostenida por
anomalías neuro-psíquicas del carácter y del temperamento y más precisamente detenidamente
la personalidad del delincuente empleando todos los métodos científicos y técnicos adecuados,
psicológicos, psicopatológicos y clínicos.
Para los caracteres psíquicos de estos individuos ya hemos considerado algunas notas, pero es
necesario resaltas aquellas anomalías cualitativas y cuantitativas que afectan las disposiciones
instintivas, como el de la defensa-ofensa, ataque, irritabilidad, intranquilidad psicomotora que
pueden inducir a cometer actos de violencia criminal. Su responsabilidad por estos hechos
delictivos está en relación directa al grado de conciencia y conocimiento de sus actos lesivos, que
se justifican cuando concurren circunstancias de inimputabilidad (art. 20° Inc 1) C.P., por trastorno
psicótico; cuando el acto delictivo es materia de imputabilidad disminuida (art. 21° C.P.), el
tratamiento será de penalidad atenuada.
Los individuos que exhiban esta forma de constitución delincuencial, acusan fácilmente el sentido
de fatiga y el agotamiento físico y psíquico: “presenta prevalentes caracteres de relevante
agotamiento neuro - muscular, de escasa resistencia a las fatigas, que afecta a los sentimientos,
también en las ocupaciones habituales propias. Prevalece también en estos individuos el erotismo
con tensión nerviosa, o la depresión con hipoestesia. Están predispuestos a una vida de
parasitismo, de vagancia y a la criminalidad en general, estima Di Tulio.
El sujeto con trastornos constitucionales neurasténicos, además de ser proclive y avezado al delito,
es socialmente peligroso, en tal sentido precisa adoptar medidas de seguridad para prevenir las
tendencias al delito, como previene Di Tulio. Es de anotar, además que, por razones
antropológicas, económicas y sociales, el estado de debilidad moral se viene a acentuar entonces
en estos delincuentes, que se les reprocha de ociosos y vagabundos, se transforman fácilmente en
parásitos sociales, capaces de cumplir acciones inmorales de todo género, haciéndose muy
frecuentemente sujetos altamente peligrosos, cuando la propia criminalidad, en relación con la
justicia penal, entran en colisión violenta.
Numerosos sujetos son sometidos a medidas de policía, solamente porque son culpables de
persistentes tendencias al ocio, a la vagancia y al parasitismo social que, por haber cometido
escasos y leves delitos, se presentan por otra parte fuertemente peligrosos, en cuanto son
culpables de toda suerte de depravaciones sexuales, de continuos actos de perversidad social y
moral, como de formas más infamantes de lenocinio y rufianismo; cuando son avarientos,
amantes del lujo y del dinero, se inclinan por el hurto, robo y estafas.
Se debe, por tanto, sostener que, por cuanto el lenón, el rufián y los vagabundos pueden
encontrarse en toda otra categoría de delincuentes, no hay ninguna duda que estos antisociales y
sujetos peligrosos provengan de la ociosidad y el parasitismo.
Esta forma de delincuencia constitucional neurasténica, puede ser presa fácil de los factores
sociales del mundo circundante, que aportan los estímulos y excitaciones nocivos, que provocan
en esa personalidad anormal, las tendencias o predisposiciones del estado peligroso que inclinan a
la delincuencia en todas sus formas delictivas.
Di Tulio estima que las personas histeriformes, especialmente la femenina, como las mujeres
delincuentes y prostitutas profesionales, las drogadictas y otras antisociales, son de constitución
histérica.
El autor, comenta la obra clásica de César Lombroso: “La donna delinquente”, donde encuentra la
diferencia del tipo de mujer delincuente, de carácter de perversidad instintiva y de inmoralidad
constitucional agravada, por disfunciones neuro-psíquicas de tipo histeriforme, perversiones y
depravaciones sociales y éticas, con síntomas de convulsibilidad, que rodean a la mujer
delincuente pasional y de aquella manifiestamente psicopática.
Cuando los caracteres histeriformes se acentúan hasta alcanzar los límites morbosos y psicóticos,
entonces estos individuos se pueden transformar en criminales constitucionales, en delincuentes
locos o enfermos psíquicos, jurídicamente inimputables, en la esfera del Derecho Penal (Art. 20°
Inc. 1) C.P.).
DI Tulio resalta, que los delincuentes constitucionales deficitarios están marcados por el complejo
intelectual deficitario que revelan fallas en la personalidad, con trastornos de carácter y del
temperamento. Por estos factores, estos individuos están destinados a la contribución de la
criminalidad general, por exhibir trastornos funcionales delicados del raciocinio por inferioridad
bio-psicológica. Estos factores preparan el terreno para que estos sujetos se conviertan en
ladrones, estafadores (incentivados por la pobreza, desocupación y alimentación deficitaria),
incendiarios, violentos y aún homicidas, con mayor frecuencia cuando se encuentran bajo la
influencia de sugestiones malsanas y estímulos criminógenos del mundo circundante social nocivo,
que fácilmente los puede autosugestionar, estimular, condicionar y predisponer a la criminalidad.
En estos sujetos toda idea delictuosa tiende a desarrollarse con particular frecuencia en
insistencia, si es que el medio social lo favorece, pero una vez desarrollada, polariza la conciencia y
conducta, de leve obsesión, facilita intensamente su actuación en el campo del delito o de la
antisocialidad. La idea obsesiva se materializa por una situación a una actuación lícita o ilícita en el
potencial delincuente con personalidad psíquica constitucional anormal; puede ser de naturaleza
degenerativa con tendencia patológica, pero también como expresión psicopática de carácter
anormal en su forma de reacción dominante con fenómenos de angustia, o con sentido de
satisfacción y placer, en otros casos, la reacción anormal, se presenta en forma de impulsión más o
menos morbosa, que puede ser la expresión sintomática de otras enfermedades neuro-psíquicas.
El fenómeno criminoso aparece en el delincuente constitucional obsesivo, como reiterante en el
delito, porque la conducta anormal, está prácticamente dominada por la impulsibilidad, por
cometer un hecho ilícito; por impulso obsesivo anormal, el individuo puede convertirse en un
cleptómano (impulso incontenible a robar) o por impulsos criminosos de piromanía (tendencia a la
provocación de incendios) en homicida o delincuente sexual y otros actos delictivos leves o graves;
según el impulso obsesivo. En estas personalidades anormales, falla la voluntad y la facultad de
autocrítica de los actos morales. La voluntad y la inhibición están debilitados por el trastorno
psíquico obsesivo, que estimulado por el ambiente social y las malas condiciones de vida material,
social y cultural, desarrolla una potencia criminal, efectiva y poderosa.
Los políticos psicópatas paranoides, con mentalidad anormal pueden determinar, una criminalidad
grave y de grandes proporciones en agravio del pueblo y de sus opositores en las lides políticas, en
beneficio del capital financiero monopolitico imperialista, o del capital nativo de la oligarquía
financiera antinacional, que representan los intereses mezquinos y egoístas de la clase capitalista y
terratenientes antinacionales en la sociedad burguesa, las clases dominantes, saben explotar la
criminalidad política, altamente peligrosa de políticos desequilibrados y degenerados social y
éticamente que pueden ser fácilmente fanatizados y sectorizados, propensos a las proclamas
líricas y demagógicas, “del memoriado”, según los políticos tradicionales.
Una vez que esos oficiales militares o policiales embrutecidos y bestializados, los entrenan en
metodologías, tácticas y estrategias contrasubversivas de la “guerra sucia” (matanzas,
discriminales, genocidas de la población civil) cuyo aprendizaje se manifiesta en atrocidades que
perpetraran contra las poblaciones pacificas e inermes, generalmente campesinas. Así tenemos los
tristemente celebres”carniceros” y “hienas asesinas”, accomara, pukayacu, soccos, cayara y de
otras aldeas o comarcas campesinas de Ayacuchos, Apurimac, Huancavelica, y de los penales de
lurigancho, el frontón, y santa bárbara, de lima y callao.
“Por tales razones. -dice Di Tulio- los delincuentes constitucionales con orientación esquizoide
muy frecuentemente son extraños, bizarros, inquietos, poco sociables, egoístas obsunadamente
indisciplinados, simuladores, violentos, etc., y pueden considerarse fuertemente predispuestos a
delitos de todo genero”
Los sujetos que están en la fase depresiva, presentan un estado asténico general, con indiferencias
más o menos acentuadas hacia las personas, el ambiente, los negocios y sus propios intereses
personales. Tienen tendencias a retirarse o alejarse del trabajo y de las propias ocupaciones y caen
en un estado de ocio, holgazanería y parasitismo social y familiar. En la fase de excitación presenta
un estado de hiperactividad, con exuberancia de energía y movimiento, hasta irracional e
irreflexivo.
Los estados de crisis distímicos, que se desarrollan el los delincuentes constitucionales cicloides,
no deben confundirse con las psicosis distímicas verdaderas y propias, denominadas también,
psicosis maniaco-depresivas o circulares. Estas psicosis pueden determinar las causas etiológicas
de fenómenos delictuosos; son delitos que por su dinámica, se diferencian de los que por su
etiología son de naturaleza netamente patológica o psicopatológica. Finalmente, como afirma
Benigno Di Tulio, los delincuentes constitucionales psicopáticos de orientación cicloide, presentan
graves y persistentes tendencias a la fuga, el vagabundaje, el robo y otros delitos en general,
debido a la predisposición constitucional anómala de los factores psíquicos constitucionales
psicopáticos, que los expone a una variedad criminógena y a conductas antisociales, por la
anomalía distímica: movimientos psicomotrices y estados depresivos enfermizos de la
personalidad.
Benigno Di tulio, afirma que existen delincuentes constitucionales con orientación psicopática
mixta, es decir caracterizados porque se encuentran concentrados en común denominador, los
caracteres y anomalías constitucionales y trastornos psicopáticos estudiados.
El criminólogo sostiene: “sin ninguna duda los delincuentes constitucionales con orientación
mixta, no solamente son los mas numerosos, sino también, habitualmente los mas peligrosos. Los
que constituye una importante confirmación de lo que ha estado muchas veces repetido, es decir,
que el carácter de la gravedad del fenómeno criminoso es, en general, directamente proporcional
a la multiplicidad y complejidad de sus factores causales”. Cuando se examina con la óptica
criminológica, la personalidad de un criminal, culpable de graves y numerosos delitos y faltas,
puede suceder que se constate clínicamente que el sujeto antisocial, revela que su constitución
delincuencial es diferenciada y calificada por la pericia criminológica, como de orientación
sintomatológica mixta. Este fenómeno bio-psíquico se puede explicar fácilmente, debido al hecho
de las combinaciones de anomalías psicopáticas, pertenecientes a diversas orientaciones bio-
constitucionales que rindan tendencias delictuosas más dinámicas y vigorosas, por consiguiente
más graves y peligrosas por las variadas actividades criminosas.
Por ejemplo, cuando se juntan y combinan las anomalías de orientación hipo-evolutiva con
aquellas de orientación neuro-psicopática, desarrollan actividades criminosas, orientadas a la
determinada perversidad y a la violencia, que los convierten en sujetos desalmados y hasta
sanguinarios, embrutecidos y bestializados, depravación que puede ser de naturaleza bio-
constitucional o adquirida por adoctrinamiento por teorías criminales militares, como el de
“seguridad nacional”. Casos reales de psicópatas asesinos y sanguinarios, terroristas militares,
policiales, paramilitares y determinados subversivos genocidas, criminales de guerra, violadores de
derechos humanos, grupo de enemigos de la humanidad.
En las demás orientaciones psicopáticas constitucionales, se pueden juntar y combinar en un solo
delincuente, los caracteres de diferentes orientaciones como aquellos que pertenecen a varias
formas de trastornos bio-constitucionales y de anomalías psicopáticas. Es posible, que en el mismo
sujeto confluyan caracteres epileptoides e histeroides, que son de la misma orientación neuro-
psicopática o caracteres deficitarios obsesivos y paranoides, o de caracteres deficitarios,
esquizoide, cicloides, etc., que pertenecen a la misma orientación psicopática. Estos individuos
revisten gran interés clínico, médico-legal y criminológico, debido al hecho que, la dinámica de
cada delito, complica el diagnostico criminológico, por la complejidad de la actividad criminógena
que revelan mayor gravedad, por su frecuencia habitual y sus formas de peligrosidad social.
Un enfoque que considere las conductas antisociales como comportamiento con evidente base
evolucionista y una visión antropológica que considere que la sociedad ha reaccionado contra las
conductas que la amenazan y subvierten, favoreciendo las actitudes altruista y castigando las
tácticas desintegradoras, necesariamente conducirá a admitir que el crimen tiene
primordialmente una base genética.
Adrián Raine resume en los siguientes puntos las consideraciones que enturbian el análisis de la
influencia de la genética de la conducta Antisocial:
1. ¿Un gen es responsable de la conducta criminal? Los genes codifican proteínas y enzimas e
influencian los procesos fisiológicos cerebrales que podrían predisponer biológicamente para
determinar conductas criminales.
2. ¿La influencia de la herencia entraña que todos los crímenes son genéticamente determinados?
La conducta criminal es el producto de los genes y del ambiente.
Por otro lado, los genetistas de la conducta no tienen una posición radical; ellos no excluyen la
importancia del ambiente, aunque obviamente privilegian las bases biológicas de la violencia.
3. ¿La investigación genética puede explicar por qué algunos individuos específicos comenten
crímenes? Una heredabilidad de los 50% para el crimen no puede extrapolarse para inferir la
conducta antisocial de un individuo en particular.
5. ¿Son los estudios genéticos más orientados hacia la herencia que hacia el entorno? En rigor los
estudios en gemelos y en adopción, si bien están presididos por la genética informan al mismo
tiempo, que esta no explica todo.
6. ¿Los factores genéticos que subyacen en el crimen no pueden invocarse en un proceso legal?
No puede heredarse algo que es un constructo social y legal y cuya definición está abierta a
debate; sin embargo, esto valdría para muchas enfermedades mentales.
7. ¿Las bases genéticas excluirán a los cientistas sociales? Obviamente nunca sucederá esto. Hay
razones incontrovertibles para sostener que los factores socioculturales son claves en el
desarrollo del crimen y todo señala que la genética actuará en un vacío si no considerara el medio
ambiente.
Los estudios sobre “familias criminales”, suelen hacer seguimiento de la descendencia de una sola
línea, dejando sin considerar el influjo hereditario de los demás descendientes. Son familias en las
que puede existir una mayor proclividad a la delincuencia, en los parientes en línea directa hay
mayor probabilidad a heredar esa tendencia criminal, sin que ello signifique que la degeneración,
transmitida por vía hereditaria, sea la causa de la criminalidad: los altos índices de esta apreciados
en algunos grupos familiares o clanes se explica fácilmente por distintas razones.
Pensando en la herencia criminal, varios investigadores (Geill, JLund, Dugdale, Despine, Maxwell,
Goring, etc.) orientaron sus esfuerzos al estudio de familias criminales, realizando una verdadera
“genealogía criminal”, encontrando concordancias notables, y demostrando que existen familias
célebres en las que la mayoría (por no decir la totalidad) de los componentes son criminales.
Un ejemplo clásico es la familia Juke, seguida durante 200 años por Dugdale, en que se probó que
el fundador de esta familia, un mal viviente alcohólico, tuvo 709 descendientes, de los cuales 77
delincuentes, 202 prostitutas y 142 vagos y malvivientes. Estabrook amplió las investigaciones,
hasta localizar 3.000 descendientes, de los cuales la mitad son deficientes mentales, y un tercio
vagos, mendigos, prostitutas y delincuentes. Hurwitz hace ver cómo el número de delincuentes va
decreciendo con el tiempo.
LA MODERNA SOCIOBIOLOGÍA Y LA BIOQUÍMICA
JEFFERY
es creador de la Sociobiología. Dice que o solamente existen causas biológicas
que puedan conducir al delito., sino también la formación y el ambiente del
individuo dentro la sociedad, la familia y la escuela, además de la predisposición
heredada.
1. la predisposición genética
2. el medio ambiente
Lo que expresa en la siguiente fórmula:
Código genético + medio = conducta
El código cerebral el que trasmite la predisposición al delito, aunque no dice de
donde y como se transmite.
Según el autor si una persona con predisposición genética por ejemplo al alcohol,
será un sujeto alcohólico si el medio donde crece este individuo esta
contaminado. Es decir rodeado de otros alcohólicos, vagos, maleantes, etc. Por
tanto la combinación del código genético y el medio ambiente dan como
resultado una conducta.
Por otro lado, si individuo con predisposición al crimen, pero que vive dentro un
medio ambiente sano, por más que exista predisposición genética. La conducta
no será criminal al menos que el individuo tenga alguna disfunción cerebral.
LA HIPERGLUSEMIA
En cuanto a los estudios de Bioquímica podemos mencionar: La hiperglusemia
como causa de delito. La hiperglusemia causa irritabilidad que lleva a la
agresividad que a su vez predispone a la comisión de delitos.
Este fenómeno se presenta en los estados post operatorios, sube el azúcar por el
“stress” que se tiene que se tiene y a la hiperglusemia, que es una especie de
defensa para el cerebro. Es por eso que se contrarresta con suero fisiológico (sal)
que con suero glucósido (azúcar) que haría mas irritable al paciente.
Conclusiones: