Вы находитесь на странице: 1из 4

1

ES
De la INDIFERENCIA….
A la ACEPTACIÓN
Ejercicio Espiritual 2

Objetivo: Mostrar que el camino de la vida fraterna, a la que todos estamos llamados por vocación,
exige la renuncia a la indiferencia y la disposición a la aceptación incondicional de los que nos
rodean.

Ambientación: A partir de este cartel, compartir las impresiones que causa en los participantes.

ES

DE LA INDIFERENCIA… A LA ACEPTACIÓN

PARA INICIAR NUESTRA REUNIÓN

El animador/a lee en voz alta el tema de hoy señalando el letrero con el título y con la imagen.
Después hacen todos juntos la siguiente invocación:

“Aquí estamos, Señor, congregados en tu nombre. Quédate con nosotros. Penetra en nuestro
corazón, hazlo dócil a tu palabra e inspira nuestras decisiones.
Que juntos sepamos escucharte y descubrir lo que tenemos que hacer para ir dejando atrás el
individualismo que nos aqueja y caminar cada día construyendo la fraternidad que Tú quieres para
tus hijos”. Padre Nuestro…Amén.
2

UNA MIRADA A LA REALIDAD

Pregunta: ¿Qué es la indiferencia? ¿Podrían dar algunos ejemplos? ¿Qué sería lo contrario de
la indiferencia?

A veces creemos que la indiferencia es un fenómeno social reciente porque somos millones de
personas en el mundo y no podemos estar al pendiente unos de otros como quisiéramos, porque, al
ser muchos, se han multiplicado los problemas y no tenemos tiempo para atender todo. Pero la
indiferencia es una tentación y un pecado que siempre ha acompañado al ser humano. Cuando Dios
le preguntó a Caín sobre la suerte de su hermano Abel, respondió de manera insolente: ¡no sé ni me
importa!

La respuesta de Caín ya es crónica y sigue viva entre nosotros.


Seguimos siendo indiferentes unos para con otros, incluso siendo
personas creyentes. No podemos generalizar, pero con mucha
frecuencia sucede que vamos a misa los domingos, pero al salir
seguimos indiferentes a la vida de los que estuvieron en la misma
banca que nosotros. Compartimos la misma vocación
―sacerdotes, religiosas o laicos― pero cada quien va a lo suyo sin
mirar a los lados. Habitamos en el mismo sector, pero el amor y el
interés por los demás se reduce a las cuatro paredes de la casa.
¿Dónde queda la vida fraterna? ¿Quién nos librará del cáncer de la
indiferencia?

ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS

Jesús perdona a la pecadora (Lucas 7, 36-50).


«Un fariseo lo invitó a comer. Jesús entró en casa del
fariseo y se sentó a la mesa. En esto, una mujer,
pecadora pública, enterada de que estaba a la mesa en
casa del fariseo, acudió con un frasco de perfume de
mirra, se colocó detrás, a sus pies, y llorando se puso a
bañarle los pies en lágrimas y a secárselos con el cabello;
le besaba los pies y se los ungía con la mirra. Al verlo, el
fariseo que lo había invitado, pensó: Si éste fuera profeta,
sabría quién y qué clase de mujer lo está tocando: una
pecadora. Jesús tomó la palabra y le dijo: —Simón, tengo
algo que decirte. Contestó: —Dilo, maestro. Le dijo: —Un
acreedor tenía dos deudores: uno le debía quinientas
monedas y otro cincuenta. Como no podían pagar, les perdonó a los dos la deuda. ¿Quién de los
dos lo amará más? Contestó Simón: —Supongo que aquél a quien más le perdonó. Le replicó: —
Has juzgado correctamente. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: — ¿Ves esta mujer?
Cuando entré en tu casa, no me diste agua para lavarme los pies; ella me los ha bañado en lágrimas
y los ha secado con su cabello. Tú no me diste el beso de saludo; desde que entré, ella no ha
cesado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con perfume; ella me ha ungido los pies
con mirra. Por eso te digo que se le han perdonado numerosos pecados, por el mucho amor que
demostró. Pero al que se le perdona poco, poco amor demuestra. Y a ella le dijo: —Tus pecados te
son perdonados. Los invitados empezaron a decirse entre sí: — ¿Quién es éste que hasta perdona
pecados? Él dijo a la mujer: —Tu fe te ha salvado. Vete en paz».
3

REFLEXIÓN

La pregunta de Jesús a Simón es contundente: ¿Ves esta mujer? Por lo que enseguida le dice Jesús
resalta que Simón no había visto a aquella mujer. Sólo sabía de ella lo que la gente decía y la
etiqueta de pecadora que llevaba sobre sus espaldas. Pero no había visto realmente a aquella
mujer; no había observado su comportamiento ante Jesús, sólo el prejuicio ocupaba su mente. Fue
necesario que Jesús, para quien nadie resulta indiferente, le mostrara a Simón el tesoro que aquella
mujer guardaba en su corazón. Aquella mujer era algo más y mejor que su mala reputación.
Al marcar Jesús la diferencia de comportamiento entre él y aquella mujer, se elimina la indiferencia.
Por el prejuicio, Simón olvidó la cortesía para con su invitado y jamás reparó en la cortesía de la que
él tildaba de pecadora. La crítica y el mal pensamiento se centraron en Jesús, pero la mujer le
resultó indiferente.

La indiferencia es permanecer al margen de la vida, atrincherarse en una burbuja individual, no


querer ver, ni oír, ni saber nada respecto de los demás. Dios dijo: no es bueno que el hombre esté
solo. Y le dio ojos, oídos, nariz boca; y le dio pensamiento y corazón abiertos a la compañía y a la
relación con los demás. De su misma costilla sacó a la mujer, es decir que en nuestras propias
entrañas llevamos la carne y la sangre de los demás. Negar al otro es como mutilarnos un miembro
de nuestro cuerpo, despreciar al otro es escupir nuestra propia imagen, ignorar al otro es sepultar
nuestra posibilidad de ser hermano. La indiferencia es tibieza: ni frío ni caliente, ni aprecio ni
desprecio. Así no se puede construir una comunidad fraterna.

Hoy podemos pasar frente al herido sin hacer nada. Los jóvenes llevan los ojos en el celular y los
audífonos pegados a la oreja, sin percatarse de lo que sucede a su alrededor. Podemos ser testigos
de atropellos al vecino, y mantener la boca cerrada. El llanto de las madres por sus hijos
desparecidos no dice nada a mucha gente. La multitud de fosas clandestinas no alerta nuestra vida
ni provoca indignación. Somos una multitud de sordos, de ciegos y de mudos.

Jesús hizo la diferencia para aquella mujer que pudo haber quedado en el olvido o, a lo mucho,
provocar la risa maliciosa de los burlones. Sin embargo la atención de Jesús a los finos detalles de
su cortesía, que eran la expresión de su sincero arrepentimiento, y el haberla presentado como
modelo de “mucho amor”, marcaron la diferencia para aquella mujer que, en adelante, habría de ser
recordada por su fidelidad y gran amor.
Hermanos, hermanas: sólo la aceptación incondicional de los demás nos hace hermanos. Solo la
aceptación hace la diferencia en la vida de las personas y es el antídoto contra la indiferencia.

DIÁLOGO

 ¿Qué sectores humanos nos resultan todavía indiferentes en nuestra vida parroquial?
 ¿Qué pasos concretos podemos dar para reconocernos y valorarnos más en la familia y en la
comunidad?
 ¿Qué beneficios nos ha dado la sectorización de la parroquia y la carta mensual a las familias, para
erradicar la indiferencia en nuestra comunidad?
4

GESTO O SIGNO

 Colocar una cartulina con el dibujo de una flor en la pared, e invitar a todos los asistentes a
escribir en cada pétalo una actitud que nos ayude a salir de la indiferencia y nos acerque a la
aceptación.

 Conforme pasen a escribir, terminarán diciendo a todos los presentes: “Me esforzaré para
que nunca sean indiferentes para mi”.

COMPROMISO… Uno de tantos

Pensemos hacia qué sectores de la sociedad me he sentido indiferente y lejano. Pensemos qué
podemos hacer de ahora en adelante por alguno de estos sectores. Propongamos alguna acción
concreta.

ORACIÓN

Decimos todos juntos:

“Señor Jesús, líbranos de la tentación de permanecer encerrados en nuestro egoísmo. Ayúdanos a


reconocer la comodidad que se encierra en nuestra indiferencia y que nos aleja cada día más de
nuestros hermanos.
Que estos días de reflexión nos ayuden a dejar atrás nuestra resistencia a salir hacia el otro, a
aceptarlo como es, y juntos ir construyendo la sociedad fraterna que Tú
quieres”.

Parroquia “Santiago Apóstol”


Monclova, Coahuila
Cuaresma 2018

Вам также может понравиться