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ES
De la INDIFERENCIA….
A la ACEPTACIÓN
Ejercicio Espiritual 2
Objetivo: Mostrar que el camino de la vida fraterna, a la que todos estamos llamados por vocación,
exige la renuncia a la indiferencia y la disposición a la aceptación incondicional de los que nos
rodean.
Ambientación: A partir de este cartel, compartir las impresiones que causa en los participantes.
ES
DE LA INDIFERENCIA… A LA ACEPTACIÓN
El animador/a lee en voz alta el tema de hoy señalando el letrero con el título y con la imagen.
Después hacen todos juntos la siguiente invocación:
“Aquí estamos, Señor, congregados en tu nombre. Quédate con nosotros. Penetra en nuestro
corazón, hazlo dócil a tu palabra e inspira nuestras decisiones.
Que juntos sepamos escucharte y descubrir lo que tenemos que hacer para ir dejando atrás el
individualismo que nos aqueja y caminar cada día construyendo la fraternidad que Tú quieres para
tus hijos”. Padre Nuestro…Amén.
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Pregunta: ¿Qué es la indiferencia? ¿Podrían dar algunos ejemplos? ¿Qué sería lo contrario de
la indiferencia?
A veces creemos que la indiferencia es un fenómeno social reciente porque somos millones de
personas en el mundo y no podemos estar al pendiente unos de otros como quisiéramos, porque, al
ser muchos, se han multiplicado los problemas y no tenemos tiempo para atender todo. Pero la
indiferencia es una tentación y un pecado que siempre ha acompañado al ser humano. Cuando Dios
le preguntó a Caín sobre la suerte de su hermano Abel, respondió de manera insolente: ¡no sé ni me
importa!
REFLEXIÓN
La pregunta de Jesús a Simón es contundente: ¿Ves esta mujer? Por lo que enseguida le dice Jesús
resalta que Simón no había visto a aquella mujer. Sólo sabía de ella lo que la gente decía y la
etiqueta de pecadora que llevaba sobre sus espaldas. Pero no había visto realmente a aquella
mujer; no había observado su comportamiento ante Jesús, sólo el prejuicio ocupaba su mente. Fue
necesario que Jesús, para quien nadie resulta indiferente, le mostrara a Simón el tesoro que aquella
mujer guardaba en su corazón. Aquella mujer era algo más y mejor que su mala reputación.
Al marcar Jesús la diferencia de comportamiento entre él y aquella mujer, se elimina la indiferencia.
Por el prejuicio, Simón olvidó la cortesía para con su invitado y jamás reparó en la cortesía de la que
él tildaba de pecadora. La crítica y el mal pensamiento se centraron en Jesús, pero la mujer le
resultó indiferente.
Hoy podemos pasar frente al herido sin hacer nada. Los jóvenes llevan los ojos en el celular y los
audífonos pegados a la oreja, sin percatarse de lo que sucede a su alrededor. Podemos ser testigos
de atropellos al vecino, y mantener la boca cerrada. El llanto de las madres por sus hijos
desparecidos no dice nada a mucha gente. La multitud de fosas clandestinas no alerta nuestra vida
ni provoca indignación. Somos una multitud de sordos, de ciegos y de mudos.
Jesús hizo la diferencia para aquella mujer que pudo haber quedado en el olvido o, a lo mucho,
provocar la risa maliciosa de los burlones. Sin embargo la atención de Jesús a los finos detalles de
su cortesía, que eran la expresión de su sincero arrepentimiento, y el haberla presentado como
modelo de “mucho amor”, marcaron la diferencia para aquella mujer que, en adelante, habría de ser
recordada por su fidelidad y gran amor.
Hermanos, hermanas: sólo la aceptación incondicional de los demás nos hace hermanos. Solo la
aceptación hace la diferencia en la vida de las personas y es el antídoto contra la indiferencia.
DIÁLOGO
¿Qué sectores humanos nos resultan todavía indiferentes en nuestra vida parroquial?
¿Qué pasos concretos podemos dar para reconocernos y valorarnos más en la familia y en la
comunidad?
¿Qué beneficios nos ha dado la sectorización de la parroquia y la carta mensual a las familias, para
erradicar la indiferencia en nuestra comunidad?
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GESTO O SIGNO
Colocar una cartulina con el dibujo de una flor en la pared, e invitar a todos los asistentes a
escribir en cada pétalo una actitud que nos ayude a salir de la indiferencia y nos acerque a la
aceptación.
Conforme pasen a escribir, terminarán diciendo a todos los presentes: “Me esforzaré para
que nunca sean indiferentes para mi”.
Pensemos hacia qué sectores de la sociedad me he sentido indiferente y lejano. Pensemos qué
podemos hacer de ahora en adelante por alguno de estos sectores. Propongamos alguna acción
concreta.
ORACIÓN