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En la actualidad, solo podemos evocar los sonidos de la música de los mayas por medio de breves
descripciones contenidas en textos del siglo XVI, o entreverlos en las representaciones de músicos,
abundantes en el arte maya clásico, que interpretan trompetas, tambores, sonajas y caparazones de
tortuga. El registro etnográfico de la música maya contemporánea ofrece pautas importantes, a la vez
que incorpora instrumentos y cadencias de origen africano y español.
Para contribuir a entender cómo pudo haber sido la música de los mayas, el
Museo Popol Vuh, de la
Universidad Francisco Marroquín auspició una investigación cuyo propósito fue registrar la variedad
de silbatos, flautas y trompetas de cerámica y concha, así como sonajas, tambores y otros
instrumentos que se conservan en el museo y en otras colecciones de Guatemala. Se identificó una
inesperada riqueza en la formas de producción sonora, que van desde sencillos silbatos que producen
una sola nota, hasta trompetas y flautas que poseen una amplia gama de tonalidades y texturas.
La investigación musicológica musical fue realizada por el antropólogo Alfonso Arrivillaga Cortés, como
parte de un proyecto de investigación del Museo Popol Vuh, que fue coordinado por Oswaldo Chinchilla
y Coralia de Rodríguez. “La próxima vez que vaya a Tikal, me llevaré el disco Voces mayas, que
compré recientemente en el Museo Popol Vuh”, dijo la columnista
Rita María Roesch, al referirse a la producción discográfica del estudio.
“Estos artefactos emiten sonidos cuya escala musical no corresponde a la occidental; es decir, tienen
una gama propia, que preliminarmente los expertos han definido como tipo maya”, afirma el Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México en un comunicado.
A esa conclusión se llegó después de un análisis de arqueoacústica, con estudios de física, etnología e
incluso ornitología —estudio de las aves— aplicados a 125 instrumentos.
Después de año y medio de trabajo, los estudiosos identificaron los posibles sonidos que se utilizaban
en ceremonias funerarias y agrícolas, para atraer la lluvia e imitar o cazar aves.
Además, en la investigación se descubrió que la mayoría de las flautas prehispánicas emiten escalas con
rangos de sonidos más extensos y complejos comparados con la escala occidental de cinco notas, entre
estas la flauta triple, de la cual se obtuvieron 600 “rangos sonoros”.