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Memoria histórica: Camilo Torres vivo en el recuerdo

Por Laura Macías, estudiante de tercer semestre del programa de Historia de la


Universidad Pontificia Bolivariana

(Camilo Torres. Tomado de: Radiomacondo.fm) (Camilo Torres. Tomado de: Semanariovoz.com)

Lo principal en el catolicismo es el amor al prójimo. «El que ama a su prójimo cumple

con su ley.» (San Pablo, Romanos XIII, 8). Este amor, para que sea verdadero, tiene

que buscar eficacia. Si la beneficencia, la limosna, las pocas escuelas gratuitas, los

pocos planes de vivienda, lo que se ha llamado «la caridad», no alcanza a dar de

comer a la mayoría de los hambrientos, ni a vestir a la mayoría de los desnudos, ni a

enseñar a la mayoría de los que no saben, tenemos que buscar medios eficaces para el

bienestar de las mayorías.

Camilo Torres Restrepo, “Mensaje a los cristianos”1.

1
Camilo Torres Restrepo, “Mensaje a los cristianos”. Tomado de: Filosofia.org. URL:
http://www.filosofia.org/ave/001/a230.htm
Desde temprana edad mi educación personal fue profundamente laica, tirante al ateísmo,
hasta el punto de nunca llegar a ser bautizada. Desde temprana edad mi padre, a veces
creo que para mal, me expuso a la realidad del mundo, me hizo verla de frente, tanto en
las lecturas como en la realidad, aunque siguiera siendo una niña: seguía creyendo en el
ratón de los dientes y al mismo tiempo ya tenía nociones de lo que es el sufrimiento y la
crueldad humana. Vivimos durante un buen tiempo en el barrio Sevilla mientras mi papá
se encontraba estudiando en la de Antioquia y a decir verdad el ambiente del barrio era
bastante pesado, hasta marginal. Vi muchas cosas que los niños de burbuja no suelen ver.
Fueron años difíciles en los que mi padre y yo vivimos solos en una piecita y a nuestro
alrededor se fraguaban dinámicas sociales muy complejas; parecía que dios no existiera,
que hubiera muerto, o en el peor de los casos, que hubiera abandonado a la humanidad.

Durante muchos años me decía a mí misma que no importaba si dios existía o no, que su
presencia o ausencia no cambiaba al mundo. Sin embargo, por otra parte, aunque quisiera
negarlo, la existencia o inexistencia de dios me atormentaba, pues desde pequeña existía
en mi la noción de que en el mundo debía de haber justicia, un orden, que el crimen y la
crueldad no podrían existir para siempre. “Si dios no existe todo está permitido”, me
negué tajantemente a creer aquellas palabras de Dostoyevski: traté de poner mis
esperanzas, aunque dios no existiera, en aquellas personas que daban su vida por la
humanidad, que se negaban a que la brutalidad desmedida estuviera permitida, y durante
mucho tiempo me rehusé a pensar en dios o lo negué, pero bajo todas esas capaz de
ateísmo y escepticismo quería que dios existiera, rogaba a la vida porque existiera, pues
no podía vivir sin la idea de que en el mundo algún día habría justicia, de que un ente
ordenador algún redimiría y dignificaría a todos aquellos que sufren.

Un día, dentro de tantas lecturas de corte marxista, me encontré con la Teología de la


Liberación. Fue una nueva visión para mí, pues ya no era la conclusión tajante de que el
mal existía por la ausencia de dios, sino de que el mal en el mundo existía a pesar de la
existencia de dios (me impactó a pesar de que aún no termino de negar ni de afirmar a
dios). Conocí una visión radicalmente opuesta a la marxista convencional de ver a la
iglesia, pues como ha afirmado Marx “la religión es el opio el pueblo” y en efecto, durante
muchos años, la iglesia fue un elemento crucial en el mantenimiento del orden social,
incitando a que los más pobres y excluidos optaran por una actitud de resignación frente
a la injusticia pues en el cielo recibirían recompensa. Sin embargo, desde la Teología de
la Liberación, el individuo debe vivir el presente y liberarse a través de la dignificación
de su vida, porque Jesús no dejaba enfermos a los enfermos, sino que los sanaba para que
vivieran el hoy con alegría. Leí a algunos de los teólogos de la Liberación como Gustavo
Gutiérrez y Pedro Casaldáliga quienes, además de ser teóricos de la Liberación, vivían
junto a las comunidades, incentivando su conciencia social bajo un discurso de justicia y
amor al prójimo. Pero los adscritos a la Teología de la Liberación más polémicos sin duda
alguna son aquellos religiosos que tomaron la vía de las armas, como lo fueron el cura
español Manuel Pérez Martínez, la monja Leonor Esguerra y el cura Camilo Torres
Restrepo, a quien trataré en este ejercicio de memoria histórica.

Camilo Torres Restrepo, nació Bogotá en un hogar clase media alta en el que tuvo una
educación rigurosa. Estudió un semestre de derecho en la Universidad Nacional de
Colombia, y poco tiempo después, casi inmediatamente al dejar la carrera de derecho en
primer semestre, ingresó al Seminario Conciliar de Bogotá, lugar en el cual se comenzó
a interesar por la realidad social y económica de las clases proletarias de la sociedad
colombiana.

Camilo se ordenó como sacerdote en 1954, y luego viajó a Bélgica a estudiar

sociología en la Universidad de Lovaina. Durante su estadía en Europa, hizo contacto

con la Democracia Cristiana, el movimiento sindical cristiano, y con los grupos de

resistencia argelina en París, factores que lo llevaron a acercarse a la causa de los

oprimidos. hizo parte de la Junta Directiva del Instituto Nacional de Reforma Agraria

(Incora) donde libró duras batallas políticas con los latifundistas y opositores a una

reforma agraria democrática y en favor del campesinado2

Camilo, a partir de sus estudios en sociología y demás campos del saber, buscó
alternativas de cambio para la sociedad colombiana por medio de vías pacificas y
estrictamente intelectuales, pero ante la constante trabas que le imponían, concluyó que
la única forma de hacer efectivo el amor al prójimo era por medio de las armas. En el año
de 1966 se enlistó en las filas del Ejercito de Liberación Nacional, donde moriría poco
tiempo después en su primer combate. Camilo no quería ingresar al ELN como un
privilegiado, quería estar en igualdad de condiciones con sus compañeros por lo que

2
Biografía de Camilo Torres, tomado de: Marxist.org. URL:
https://www.marxists.org/espanol/camilo/biografia.htm
decidió salir al combate directo que se presentó con el ejército en Patio Cemento,
Santander, el día 15 de febrero de 1966, donde recibiría la muerte. No se sabe aún del
paradero de sus restos, ocultos por el Estado Colombiano.

Para empezar este trabajo de memoria histórica, a la primera persona a la que recurrí, por
sus bastos conocimientos y su calidad humana, fue a mi profesor, el padre Fredy Ruiz,
quien con mucha amabilidad al comentarle sobre la entrevista que deseaba hacerle, al
final de la clase mostró colaborador para ofrecerme unas cuantas palabras acerca de
Camilo Torres y el día de su muerte.

L.M: Bueno padre, como le comentaba, estoy haciendo un trabajo de memoria histórica,
escogí al personaje de Camilo Torres Restrepo, que es un personaje que ha suscitado
muchas cosas en la historia Colombia y bueno, como usted sabe el murió en el año de
1966. ¿En qué año nació usted?

F. R: En el año de 1958.

L.M: A usted le toco la muerte de Camilo, ¿Qué es lo que recuerda de ese momento?

F.R: Conservo en la memoria datos como estos: en mi época de estudiante, yo empezaba


la escuela, recuerdo que se hablaba mucho de Camilo Torres y de muchos de sus
seguidores porque era un sacerdote que encarnaba la defensa de los pobres, la defensa de
los más débiles, y veía que sobre todo los obreros y estudiantes manifestaban una grande
simpatía por Camilo Torres, en concreto, en mi casa, yo tenía dos tíos que eran ya
estudiantes universitarios y trabajadores, inclusive uno pertenecía al sindicato de Coltejer,
y ellos hablaban en mi casa tranquilamente de Camilo Torres. Se hablaba mucho de
Camilo Torres, se decía que era el grande defensor de los pobres. Y otra cosa que recuerdo
es que el párroco de mi parroquia, yo me crie aquí en el barrio la Floresta en Medellín,
era un sacerdote que simpatizaba mucho con toda esta manera de ver la fe, es decir una
fe que no era una fe de culto, que no era una fe de imágenes, de procesiones, sino que era
una fe del compromiso con los mas pobres. Recuerdo que yo era acolito de ese padre, se
llamaba John, el llego de parroquia justo en el año de 1966, y él nos hablaba mucho del
Concilio Vaticano Segundo; recuerdo con mucha curiosidad que cuando él llegó de
párroco regaló todas las imágenes de la iglesia, dejó, la iglesia desprovista de todo tipo
de lujos porque él decía que el Concilio ahora nos pedía era vivir una fe muy
comprometida era con los pobres, porque a cristo ya no lo encontrábamos en las imágenes
y en los templos sino que a cristo lo encontrábamos era en los pobres. A ese sacerdote le
oí mucho habar de Camilo Torres, inclusive nos regalo unas estampitas de Camilo. Eso
por decirte como el ambiente que yo respiraba, en el que se oía hablar de Camilo Torres.
Luego cuando lo asesinaron, recuerdo que cuando el murió, en Medellín hubo como un
movimiento, como un ambiente de mucha contestación, desfiles, movilización,
estudiantes, recuerdo que fueron a sacarnos de la escuela del salón de clases unos
estudiantes y unos profesores que decían “vamos a un grande desfile porque acaban de
matar a Camilo Torres, el sacerdote”. Recuerdo que hubo un gran desfile por todo el
centro de Medellín, desfilamos algunas escuelas, estudiantes, nosotros llevábamos unas
banderitas con la imagen de Camilo Torres. Era un personaje que encarnaba la manera de
ser cristiano, no desde los ritos, no desde el culto, no desde las procesiones, sino desde la
atención a los pobres y a los frágiles. A medida que fui creciendo fui entendiendo la
importancia de Camilo Torres.

L.M: Padre, ¿Qué reacción había en los medios de comunicación?

F.R: Me acuerdo que el día que mataron a Camilo en ese momento no había televisión en
las casas y la televisión era en blanco y negro, recuerdo que en el televisor de la cuadra
donde yo me crie, pues había solo un televisor, pasaron las imágenes de la vida de Camilo
Torres, fue como una noticia muy importante a nivel de la televisión y naturalmente que
de la radio, y recuerdo que había una grande atención de la gente, la gente estaba metida
en el cuento, es decir, Camilo Torres era realmente un personaje supremamente conocido
en el ambiente, tenía muchos simpatizantes y me imagino también muchos que lo
atacaban, pero era un persona que gozaba de mucha simpatía, debe ser que percibo esto
porque me crie en un ambiente de obreros, gente popular, donde estoy seguro que el
encarnaba una forma de ser ciudadano y de ser cristiano.

Cuando ya nos estábamos despidiendo el padre Fredy me detuvo, recordó mas detalles.

F.R: Tal vez me faltó, pero después, en los funerales de Camilo Torres, que tomo algunos
días, fue una imagen muy vista en televisión y recuerdo que se comentaba en los diarios,
en los periódicos. Mi papá era un gran lector, siendo un campesino era un gran lector, y
que había sido obrero de Coltejer, hablaba mucho de Camilo Torres. Yo recuerdo que
conservó durante mucho tiempo el periódico con todos los funerales de Camilo Torres,
ahora recuerdo que mi papá compraba mucho un periódico que se llamaba El Correo, que
fue un periódico que circuló mucho en Medellín, con todas las imágenes de Camilo Torres
y su muerte, que se conservaron en mi casa mucho tiempo.
L.M: ¿Y de la imagen negativa de Camilo Torres?

F.R: Naturalmente que lo que te voy a decir lo supe después lo he podido clarificar con
mis estudios, pero claro, había una parte de la sociedad colombiana y de la iglesia católica
que no estaban de acuerdo para nada con las ideas de Camilo porque veían en Camilo
torres a un sacerdote comunista, un sacerdote de izquierda, que encarnaba la figura de un
sacerdote rebelde que se había apartado de la iglesia, que se había apartado de la doctrina,
que no podía ser puesto como modelo, que había abandonado la sotana, que había
empuñado las armas, por lo tanto era el prototipo de un sacerdote rebelde que había de
alguna manera detestar, ocultar su imagen y nunca hacerle propaganda. Y claro, ese tipo
de visión venía de la clase dirigente y rica de este país aliada con la iglesia católica.

Al salir de la Universidad, e irme a caminar por el barrio San Joaquín, pude notar esta
visión negativa de la que me habló el padre Fredy, pues en el parque del barrio me
encontré con doña Elda, una mujer mayor bastante tímida, quien en ese tiempo vivía entre
Sonsón y Aguadas, que afirmaba que ella no sabia nada de Camilo, que solo recordaba
que decían que “era un cura muy malo, que era amigo de estos, de los cubanos, de Raúl
Castro…eso era lo que uno medio escuchaba, pero uno en medio de esas montañas lo que
pudiera oír era radio de pilas”. Al preguntarle si la señal de radio “atrás de esas montañas”
donde ella vivía era buena salió de su boca un marcado “nuuuuu” mientras echaba la
cabeza para atrás.

Cerca de este parque, en una tienda donde con anterioridad había visto colgado un gran
afiche en contra el proceso de paz, me encontré con un grupo de ancianos que se
encontraban tomando unos tragos, escuchando tangos y leyendo periódicos. Al
comentarles sobre la entrevista y el personaje a tratar, uno de ellos, contrario a doña Elda,
se mostro bastante seguro y efusivo para ser entrevistado. Su nombre era Gabriel Omar
Correa, un hombre de sombrero y actitud segura.

L.M: ¿Cuántos años tiene usted?

G.C: Setenta y dos voy a cumplir (respondió enfático).

L.M: ¿Qué pensaba usted del cura Camilo Torres en ese tiempo?

G.C: Bueno, yo no conocí al padre Camilo Torres, pero en ese tiempo salió una tendencia
de unos sacerdotes que eran de avanzada, y entre ellos se encontraba el cura Camilo
Torres y un español que vino acá, que era Pérez. Todo ese movimiento que ellos tenían,
aunque en un principio la gente creyó que no tenían cosas anormales, terminaron siendo
auxiliares de la guerrilla, se metieron en eso y ahí les dieron. Yo estoy contra la guerrilla.
Entonces les dieron porque se lo buscaron. Cuando un cura se mete en un proceso que no
es para lo que estudió y trabajó corre riesgos, ahí le dieron.

-L.M: Bueno, y ¿Qué imagen se tenía de Camilo Torres?

G.C: La imagen que yo tuve de ellos (de los curas de la teología de la liberación) al
principio era buena, ¡Golconda se llamaba el movimiento! (recordó). A mi al principio
no me parecía nada anormal, cuando ya me di cuenta de que estaban era apoyando a la
guerrilla y haciendo terrorismo y cosas de esas ya no me gustó. Entonces dije “le va a ir
mal” (a Camilo) y mal le fue.

L.M: ¿Qué impacto tuvo en usted la muerte de él?

G.C: Cuando se murió yo ya era enemigo de él, sin que él me conociera ni yo conocerlo,
no me llamaba la atención, no me gustaba. Yo dije “¡se la buscó!” y cuando uno busca un
problema le llega, y yo no tenía por qué largar carcajadas, yo no largue carcajadas, ¡pero
fue buscado!

Andando un poco más, vi sentado de espaldas a un anciano alto y fuerte que se encontraba
observando a su nieta jugar con arena. Le comenté que si le podía hacer una entrevista.
Me quedé extrañada. Su primera reacción ante mis palabras fue decirme “venga,
siéntese”. Como si me hubiera dado una orden me senté. Comenzó a contarme chistes
absurdos como “¿Cuál es la vena que va de la boca al culo? La avena Quaker”, mientras
me reía extrañada. Juan Ignacio Bustamante era un señor muy amable e inteligente que
se encontraba allí con una inquieta niña, su nieta.

L.M: Y, ¿Don Juan cuántos años tiene?

J.B: Setenta.

L.M: ¿Qué piensa del hecho de que Camilo haya sido sacerdote y también guerrillero?
Porque son cosas que se suelen percibir como separadas…

J.B: Eso no está separado. Un hombre bueno piensa en la sociedad, ya sea como
guerrillero, ya sea como sacerdote, es un hombre que piensa en el bienestar del pueblo
colombiano. Este hombre, aunque fuera sacerdote, tenía un pensamiento social, al fin y
al cabo estudió sociología, y determinó irse para la guerrilla.
L.M: ¿Qué decía la gente el día en que él murió?

J.B: En esa época, como casi siempre en Colombia, la extrema derecha, los empresarios,
los banqueros, siempre tratan de acallar al que piensa diferente a ellos. Entonces en esos
momentos difíciles de la patria la gente no es que hable mucho, porque el país siempre
esta manejado y atemorizado por la extrema derecha, por los bancos, por el dinero, por
los empresarios, por lo políticos como Álvaro Uribe que sacó el castrochavismo para que
la gente tuviera miedo, para poder ganar elecciones

L.M: ¿Alguna vez tuvo la oportunidad de escuchar a Camilo Torres?

J.B: Es que el cura Torres habló en la iglesia y celebro sus misas, pero salió muy poco
públicamente a dar su mensaje, el prácticamente salió de la iglesia a meterse a la guerrilla
y eso (la guerrilla) como es tan enigmático, tan oculto, pues no es que haya hablado
mucho. Yo no creo que se conozcan muchas intervenciones públicas del guerrillero.

L.M: ¿Y aquí en Antioquia usted que imagen cree que tenía Camilo? ¿Qué pensaba la
gente de él?

J.B: Pues era una imagen positiva, porque era muy novedoso que un cura se metiera a la
guerrilla, era una cosa muy impactante, y yo creo que la gente de izquierda, que siempre
ha existido gente de izquierda, veía admirable e impactante que un sacerdote estuviera en
la guerrilla. Era un impacto social en esa época.

Me despedí de don Juan, quien había comenzado a comentarme sobre un libro que estaba
escribiendo sobre por qué se debía acabar con la ganadería en Colombia y demás temas
políticos.

Decidí comprarme un helado en una tiendita y me senté a comérmelo en una banquita del
parque, viendo a quien más podía entrevistar. Un señor en pantaloneta y en chanclas se
encontraba bastante tranquilo en una de las bancas comiéndose un chocorramo y
tomándose una gaseosa mientras sostenía con la correa a una pug viejecita e inquieta. Le
comenté acerca de la entrevista, donde estudiaba yo, y accedió diciendo que él era
egresado del colegio de la Bolivariana. Empecé la entrevista con falta de delicadeza, pues
cuando le lancé la primera pregunta el aún seguía con el chocorramo en la boca.

L.M: Bueno, ¿nos encontramos aquí con don… (dije esperando a que dijera su nombre).
J.L: Mmmm, jajaja (rió nerviosamente y con la boca llena, perturbado, porque aún no
había terminado de tragar), mi nombre es Juan Esteban Londoño.

L.M: ¿Tiene cuántos años?

J.L: Yo tengo setenta y dos años.

L.M: ¿Qué imagen tenía la gente del cura Camilo?

J.L: Al principio la gente tenía muy buena imagen de él, se hablaba muy bien de él, porque
cuando eso la guerrilla era un movimiento político, o lo que se llama un movimiento
revolucionario, no lo que es la guerrilla hoy, que ya esta contaminada por el narcotráfico.
En esa época no, era una guerrilla política, ¡una forma de hacer protesta! e inclusive había
discos que acompañaban a la guerrilla, había un disco “si viene los guerrilleros maten al
buey”. En esa época Camilo tenía muchos seguidores, porque en esa época él era una
forma de protesta contra los malos gobiernos.

Me interesé por la canción que había mencionado Juan Esteban y la busqué. Se llama
“Mula Revolucionaria” y es interpretada por el cantautor Pablo Gallinazus, y dice así:

Las rosas que van cortando, son amarillas

Las rosas que van cortando, son amarillas

Dejan siempre rosas rojas, rosas flor de la guerrilla

Dejan siempre rosas rojas, rosas flor de la guerrilla

Si bajan los guerrilleros, maten al buey

Si bajan los guerrilleros, maten al buey

Que ellos aran caminando, entonces el buey pa'que

Que ellos aran caminando, entonces el buey pa'que3

L.M: ¿Cómo ve usted la contradicción entre la iglesia y un cura que se va para la guerrilla?

3
Canción “Mula Revolucionaria, de Pablus Gallinazus. Letra tomada de: Lacuerda.net. URL:
https://acordes.lacuerda.net/pablus_gallinazus/mula_revolucionaria
J. L: Lo que pasa era que en esa época la Iglesia tenía mucha influencia, en los pueblos
se hacía lo que el cura dijera, en época la iglesia tenía una influencia grandísima, ahora
no, ahora a los curas ya nadie les oye los sermones. Pero en esa época, el cura era el que
mandaba, y si el cura era guerrillero jajajaja la gente también, entonces era otra época. La
iglesia perdió todo ese magnetismo que tenía primero. Inclusive la gente votaba por el
candidato que el cura decía.

L.M: ¿Usted cree que el hecho de que Camilo fuese guerrillero y la vez cura era una
contradicción?

J.L: No, no…una buena combinación, porque era una buena forma de llegarle a la gente,
los curas le llegaban mucho a la gente. Que un cura fuera guerrillero quería decir que en
el país había pudrición y que había alguien que protestaba.

(Camilo Torres en el documental “El rastro de Camilo” (2016). Tomado de: Señalmemoria.co)

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