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C. SEMPAT ASSADOURIAN Y S.

PALOMEQUE, 2003, “Las relaciones mercantiles


de Córdoba, 1800-1830. Desarticulación y desmonetización del mercado interno
colonial en el nacimiento del espacio económico nacional” En Irigoin, M.A. y Schmit,
R (Ed.) La desintegraciòn de la economía colonial, Editorial Biblos, Buenos Aires.,
p.151-225
María Alejandra lrigoin y Roberto Schmit
(editores)

Carlo.s S. Assadourian - Eduardo Cavieres - \liviana Conti - Alicia Crll Lázaro


J\tlaría Alejandra Irigoin - CYuillenno iVIira - Esteban Nicolini - Silvia Palon1eque
.tvliguel Ángel Rosal - Roberto Sch1nit - Carlos F. Scrin1ini

LA DESINTEGRACIÓN
DE LA ECONOMÍA COLONIAL

Comercio y moneda en el interior


del espacio colonial (1800-1860)

Prólogo:
José Carlos Chiaramonte

Con1entario:
Jorge Gelman
1

982.04 lrigoin. María Alejandra


IR! La desintegraciór1 de la econo1nía colonial:
con1ercio y n1onccla e11 el inte1ior del espacio
colonial 1800-1860 / Maria Alejandra lrigoin y
Roberto Scl1mit.- la. ed. - Buenos Aires:
Biblos. 2003.
336 pp.; 23xl6 cm. (Historia Argentina)

ISBN 950-786-346-X

l. Título - 1. Historia Argentina del Siglo XIX

Diseño de tapa: Isabel Rodrigué


Arn1ado: Hernán Díaz
Coordinación_: Mónica Urrestarazu

©Los autores, 2003


© Editorial Biblos, 2003
Pasaje José M. Giuffra 318, Cl064ADD Buenos Aires
edltorial_biblos@ciudad.com.ar / editorialbiblos@velocom.con1.ar
www.editorialbiblos.com
Hecho el depósito que dispone la Ley 11. 723
.i,
Impreso en la Argentina

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almacenarse o transrnitirse en forma alguna. n1 tampoco por medio alguno. sea éste eléctrico.
quhnico, inecánico, óptico de grabación o de tütocopia. sin la previa autorización escrita por parte
de la editorial.

Es ta primera edición de l, 000 ejemplares


11
fue impresa en Gráfica Laf SRL,
r<
Loy0 la 1654, Buenos Aires,
República Argentina,
en febrero de 2003.
ÍNDICE

Prólogo, por José Carlos Chiaramonte ................................................................ 11

Agradecin1ientos ............................................................................................ , ... 15

Introducción: la desintegración de la economía colonial,


por María Alejandrairígoiny RobertoSchmit ..................................................... 17

Minería, comercio y moneda en un período de transición. Potosí, la crisis


colonial y las bases del crecimie11to económico del Rio de la Plata desptlés
de la Independencia, por Guillemw Mira y Alicia Gil Lázaro ................................ 37
Introducción ................................................................................................. 37
El espacio rioplatense, la plata y el eje Potosí-Buenos Aires .......................... 38
La crisis de 1802-1805 en Potosí como prólogo a la crisis colonial en el
espacio rioplatense .................................................................................. 40
Crisis imperial ... conflictos regionales en América: la Revolución de
Mayo en Buenos Aires ............................................................................. 42
La familia Anchorena ante la crisis ............................................................... 46
Conclusiones ................................................................................................ 49
Anexo , . , ....... , ,, , , , , , . , .......... , , . , , ........ , . , , , ....... , ...... , , , , , , , , , ........ , .. , , .... , .. , , ... , ........ , , 52

La fabricación de moneda en Buenos Aires y Potosí y la transformación de


la economía colonial en el Río de la Plata (1820-1860),
por María Alejandra frigoin ................................................................................ 57
La moneda y las políticas monetarias .................................................. , ........ 61
La moneda feble en Bolivia ...................................................................... 61
El papel moneda en Buenos Aires ............................................................ 65
La coexistencia de diversas monedas ............................................... ,....... 67
Los intercambios comerciales ....................................................................... 70
El comercio exterior y la estructura fiscal en Bolivia y en Buenos Aires .... 79
Los efectos de las políticas monetarias ..................................................... 81
Comercio e,xterior e impuestos en Buenos Aires ....................................... 84
Conclusiones ................................................................................................ 88
Anexo , , . , , , , ........... , , ..... , , ........ , .. , , , , , .... , ... , ................... , , , .. , , . , ....... , . ,..... , , , , , , , , , .. , 91

Con1ercio, diversificación económica y formación de mercados en una


econoinía en transición. Chile en el siglo XIX, por Eduardo Cavieres F . ............... 93
Introducción ..............................................................................._.................. 93
El factor británico y la readecuación de mercados ......................................... 97
Capacidades en1presariales, diversificación de actividades y formación
de 111ercados ...................................................... . 100
La expansión inl('rna: Es lado, mercados y consumidores ..... 103
Expansión del mercado y crecin1iento econón1ico: los límites de la
1nodernización ................................... . 110

Circuitos rnercantiles, n1edios de pago y estrategias en Salla y Jujuy


(1820-1852), por Viviana Con ti .. . .. .. .. .. .. .. .. . . .. . .. . . . . . . . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 113
Salla y Jujuy en 1820..................................................................... 115
Circuitos y estrategias mercantiles durante las décadas de 1820 y 1830 . . . . . 117
La opción del Pacifico ................................................................................ 120
Circuitos y estrategias mercantiles durante las décadas de 1840 y 1850 ..... 121
La opción de Val paraíso ............................................................................. 124
Anexo ........................................................................................................ 127

La situación monetaria en Tucumán (1825-1853),


por Esteban A. Nicolini y Carlos Federico Scrimini ............................................. 135
h1troducción ............................................................................................... 135
La identidad de la teoría cuantitativa del dinero .......................................... 137
La evolttción de los precios ......................................................................... 138
La producción en Tucumán entre 1825 y 1853 ........................................... 140
Las esU111aciones contemporáneas ......................................................... 140
Los precios de los factores ..................................................................... 141
La circtdación monetaria ............................................................................ 144
La velocidad de circulación .................................................................... 144
Ingreso anual de plata en 1~ucumán ....................................................... 144
La emisión de moneda en Bolivia ........................................................... 145
La magnitud de los flujos a comienzos ele la década de 1850 ....................... 146
Conclusiones .............................................................................................. 146
Anexo ......................................................................................................... 148

Las relaciones mercantiles de Córdoba {1800-1830). Desartictdación y


desmonetización del mercado interno colonial en el nacimiento del espacio
económico nacional. por Carlos Sempai Assadourian y Silvia Palon1eque .......... 151
La economía regio11al y sus relaciones en los últimos años coloniales .......... 152
Las relaciones mercantiles con el Alto y el Bajo Perú .............................. 153
Las relaciones mercantiles con Buenos Aires, el Litoral y Paraguay ........ 155
Las relaciones mercantiles con Chile y con los circuitos marítimos del
(
océano Pacífico ....................................................... ~» ........................ 159
Las relaciones mercantiles con San Juan, La Rioja y Mendoza ............... 162 '.:l
¡
Las relaciones mercantiles con Catamarca ............................................. 164
Las relaciones con las provincias del norte {Tucun1fu1, Santiago
del Estero, Salta y Jujuy) .................................................................. 166
Síntesis sobre las relaciones mercantiles interregionales en la primera
decada del siglo XLX ..................................................................................... l 67
Las relaciones mercantiles después de 1810 ............................................... 169
Las relaciones mercantiles con el Alto y el Bajo Perú .............................. 169
Las relaciones con Buenos Aires, el Litoral y Paraguay ........................... 177
1;;
Las relaciones con Chile y el mercado del Pacífico .................................. 186
Las relaciones con San Juan, La Rioja y Mendoza .................................. 189
00 Las relaciones con Catamarca ............................................................... 195
03 Las relaciones con las provincias del norte ............................................. 198
Conclusiones .............................................................................................. 199
10 Los cambios en la balanza comercial de Córdoba ................................... 199
Los can1bios en las relaciones inlcrregionales ........................................ 200
Mención al proble1na del dinero para el pago de in1portaciones
13 ultramarinas .................................................................................... 20 l
15 Anexo l. Las fuentes y su lralamienlo ........................................................ 203
17 Anexo 2 ...................................................................................................... 209
20
21 Flujos comerciales e integración económica del espacio rioplatense hacia el
24 final del periodo rosista, por Miguel Ángel Rosal ............................................... 227
27 Las fuentes ................................................................................................. 228
Regiones y subregiones ............................................................................... 229
Los ílujos con1erciales ................................................................................. 231
35 Componentes del ílujo ........................................................................... 234
35 Conclusiones .................................................................. .-........................... 238
37 Anexo ........................................................................................................ 240
38
10 Enlaces conílictivos: comercio, fiscalidad y n1edios de pago en Entre Ríos
lO durante la primera mitad del siglo XIX, por Roberto Schmít ............................... 251
ll El con1ercio de Entre Ríos en el espacio n1ercantil rioplatense ..................... 252
l4 El comercio entrerriano ......................................................................... 254
l4 El comercio durante el lapso 1820-1840 ................................................ 255
l4 El "gran salto" comercial (1843-1853) .................................................... 257
l5 Las finanzas públicas y la moneda .............................................................. 264
l6 El co1nercío y los medios de pago ................................................................ 266
l6 Conclusiones .............................................................................................. 273
18 Anexo ........................................................................................................ 275

Condiciones y estímulos en la rect1peración de una economia regional.


Prácticas mercantiles e instituciones empresariales en Mendoza (1820-1880),
;1 por Beatriz Bragoni .......................................................................................... 277
>2 Consideraciones en torno del comercio, el mercado y la moneda ................. 280
,3 Negocios, crédito y mercados. La dinc3.mica empresarial de los Gonzalez
'5 (1820-1880) ....... "." ...... " ............ " ................................... """ ..... "" ...... "'.'' 287
Los términos del intercambio (1827-1840) ............................................. 287
9 Reformulación, de negocios, patrimonio y pautas de inversión ................ 292
2 Daniel Goncilez y Cía.: la fon11alización de los 11egocios familiares ......... 296
4 Conclt1siones .............................................................................................. 306
Anexo ......................................................................................................... 309
6
Las tensiones de la economia rioplatense en la primera milad del siglo XIX.
7 Algunos comentarios, por Jorge Gelman .......................................................... 311
9
g Bibliogralla ...................................................................................................... 321
7
6 Sobre los autores ........................................................................... -. ................. 335
9
LAS RELACIONES MERCANTILES DE CÓRDOBA (1800-1830)
DESARTICULACIÓN Y DESMONETIZACIÓN DEL MERCADO INTERNO
COLONIAL EN EL NACIMIENTO DEL ESPACIO ECONÓMICO NACIONAL

Carlos Sempat Assadourian y Silvia Palomeque

bien en esta investigación nos centramos fundamentalmente en el análisis cuanti-


tativo de la circulación mercantil regional de Córdoba en un período que abarca desde
los Ultimas años coloniales hasta las dos décadas posteriores a la crisis de la il1depen-
dencia, el hecho de constituir a esta región en centro de observación de las relaciones
interregionales nos permite reflexionar sobre un espacio más amplio y señalar las
s'erias n1odificaciones que afectan a las otras regiones del mercado interno colonial
cuando se inicia el contacto directo con el n1ercado mu11dial. En este trabajo analiza-
remos primero las articulaciones mercantiles de las distintas especializaciones pro-
ductivas regionales para fines del período colonial y luego las compararemos con las
que se dan entre 1810 y 1830 y, en cada etapa, lo haremos a través de un análisis
cuantitativo que permite observar las oscilaciones y los cambios en el movimiento de
las exportaciones e importaciones, las cuales consideran tanto los productos europeos
como los provenientes del antiguo mercado interno colonial. Sólo hen1os podido alcan-
zar estos resultados luego de varios años de trabajo durante los cuales hemos ido
presentado avances parciales (Assadourian, 1983, cap. v; Palomeque, 1989; Assadou-·
rian y Palomeque, 2001).'
La investigación se basa en la docun1entación cuantitativa de la serie de 1-lacienda
que se agrupa en la Administración de Alcaba1as2 principalmente, y se ha consultado

l. Sólo cita1nos las publicaciones principales. En la primera publicación (Assadourian. 1983, cap.
VI) se presentan los resultados de una investigación sobre el sector exportador cordobés realizada
durante 1974 y 1975 por C.S. Assadourian gracias a un subsidio del SSRC y con la colaboración
de Silvia Palo1neque y Miguel Ángel Cuenya principalmente. En la segunda de ellas (Palomeque,
1989) constan los resultados de una investigación sobre la circulación inierregional realizada
durante 1985 y 1987 gracias a una beca de CONICET. La tercera publicación (Assadourian y
Palorneque. 2001), referida al análisis de las importaciones europeas tes un avance del proyecto
de investigación conjunto que venirnos realizando desde 1995 hasta ahora. El largo trabajo de
ingreso de datos se ha logrado subsidiar gracias al apoyo de SECyT-UNC, CON!COR, CONlCET y
Agencia Córdoba Ciencia. Agradecemos la colaboración y responsabilidad de Luis Tognelti en el
cargado en base de daios de las importaciones de efectos de Castilla-ultramarinos y a Élida
Tedesco por su colaboración en la recolección de información sobre importaciones de efectos de
la iierra.
2. Las alcabalas. impuesto colonial con continuidad republicana, nom1at.ivan1ente sólo afectan
a los productos en su lugar de consun10.
[ 151 J
1

'1
152 Carlos Seinpat Assaclourian y Silvia P<1lon
1

Lanlo aquella conservada en el Archivo General de la Nación como en el Ar


l-lislórico de la Provincia de Córdoba Y El trabajo de recolección y hon1ogeneizació
los dalos cuantitativos, csft1erzo indispensable para poder construir la conlinuicta·
las series de inforn1ación, ha sido largo, co1nplejo y engorroso aunque cabe aclarar
al iniciarlo, ya esló.ba1nos advertidos sobre las diíiculladcs que debía enfrentar t
investigación que pretenda trazar una línea continua en un período histórico donde
fuertes cambios políticos incidieron en las estructuras administrativas y fiscales b--
de nuestra información. 4 Una descripción detallada sobre las fuenles consultadas y'
tratamiento se inch.iye en el Anexo l.

LA ECONOMÍA REGIONAL Y SUS RELACIONES EN LOS ÚLTIMOS AÑOS COLONIAL


1
Su terreno es fértil, capaz de producir todo género de frutos a una n1ano
industriosa y trabajadora. Sus Campos y Dehesas aparentes para crías de :¡
todo género de ganados. Abunda en frutos silvestres que, facilitando la sub-
sistencia a las gentes de Campaña, ocasionan la poca aplicación de ellas al '
trabajo y el que sus fértiles terrenos no reditúen lo mucho que p11dieran por
falta de cultivo. Sin embargo, tres gruesos renglones de Con1ercio que ejercen
la hacen verdaderamente opulenta, pues en la feria de mulas que actualmente
se abre en la ciudad de Salta, y asciende al número de cuarenta a cincuenta
mil, más de la mitad son producto de sus terrenos y lo reslante, compradas
por el comercio de Córdoba y engordada en sus potreros, marchan a engrosar
el dicho número con algunas cantidades de] comercio de Santa Fe conducida
de las connantes jurisdicciones de Buenos Aires y de dicha ciudad. El segundo
renglón es la negociación de cueros, el cual ascendiendo el consumo de gana-
do vacuno en Ciudad y su jurisdicción al número de cien cabezas diarias por
un cómputo nada excesivo, asciende al de treinta y seis mil y quinientos
anuales. El tercer renglón de tejidos. no contribuye menos a enriquecerla.
pues asciende anualmente su número de treinta a cuarenta mil piezas, las
que juntamente con los cueros comercia en la de Buenos Aires. 5

En estos ténninos resumia el Cabildo la situación de Córdoba en


solicitaba apoyo para abaratar el transporte hacia Buenos Aires, brindándonos así un
primera aproxilnación del orden de importancia que tenían las distintas export.acíone
regionales, según la valoración de sus n1iembros.
Efectivamente, si comparamos con las tierras ocupadas por las otrasjurisdiccioneS::
del nl1evo Virreinato del Río de la Plata, "sus tien·as" eran amplias, fértiles, con terrenos_-;::
"
''l
aptos para la ganadería y la agricultura y allí se asenlaba una numerosa población,_
con un alto grado de parlicipación relativa en las relaciones mercantiles y que llegaba '.i

:~,

3. De ahora en 1118.s, AGN y AHP/c.


-~i
4. Aclaran1os que esta investigación no se refiere a una posible redistribución inercantil desde
Córdoba hacia otras jurisdicciones; la fuente de inforn1ación consullada no nos perrnite abordar
con la nlisrna precisión un problerna cuyo tratan1iento requiere un gran conocilniento de Jos
niecanlsrnos y beneficios que se oblienen en cada trarno de las redes mercantiles y de lransporte.
5. Tei&grq(o Mercant_il. Rural. Politico, Econórnico ... del R1o de la Plata, 111, pp. 42. 43.
5 relaciones n1e1Tn.ntiles de Córdoba (1800-1830) 153

;:a,_significar lln tercio de los habitantes de las provincias del "interior" Y La población
_:}te Córdoba alcanzaba un lota! de 44.506 habitantes en 1778, c.on 84 por ciento de
],fpoblación rural. Es la población s? encuentra en un proceso de iranco crecinlienlo y
; alcanza a 71.637 personas en 1813 (Arcondo, 1998, 1995), 81. 791 en 1822 y 100.652
en 1840 (En.drek, l 980; Celton, 1982). La proyección de los datos permite calcular que
en el período de nuestro es ludio la población se incren1cnla en 32 por ciento. 7

Las relaciones mercaniiies con el Alto y el Bajo Perú

La especialización de Córdoba en la cría e invernada de mulas se inició velozmente


en la segunda década del siglo XVII y estaba destinada a abastecer a Potosí primero y
luego a los otros centros n1ineros altoperuanos. Ya en la décapa de 1630 se denominaba
como "el sustento y trato de la tierra"; las CA'])Ortaciones alcanzaron a doce mil cabezas
en 1630-1650 y subieron al doble en la segunda mitad del siglo. Esta exportación fue
fuertemente afectada por la crisis minera; en 17 lQ la producción había caído en 75 u
80 por ciento, al igual que los precios ya cercanos al costo de producción y cuya
tendencia decreciente ya había comenzado en la segunda mitad del siglo XVII (Assa-
dourian, 1983, cap. VT). Al culminar la primera mitad del siglo XVUI, la economía minera
del espacio peruano inició un lento repunte {Bakewell, 1990: 83) y co11 ella la economía
de Córdoba {Punta, 1997). Las mulas volvieron a ser una mercancía con precio y
demanda creciente, aunque enfrentando criticas periodos a causa de sequías corno la
de 1773 o la de los primeros aflos del siglo XIX (Tandeter, 1991) o por la quinquenal
interrupción por las sublevaciones indígenas (1780-1785) que termina con el sistema
de "repartos" (Assadouri~, 1983, cap. VI). Después de las rebeliones y a pesar de la
supresión del "reparto", 8 se dio un aumento de los precios que estimuló nuevamente
la oferta. Según un importante comerciante de Salta, en 1800, "los hacendados con-
siderar1do [la prohibición del reparto] han abandonado las crías, pero desengañados

6. Bajo esta denominación estamos agrupando a las provincias de Córdoba, Santiago del Estero,
La Rioja, Catamarca, Tucun1án, Salta y Jujuy, es decir, todas las de la antigua Gobernación del
Tucurnán. Se encuentran más detalles sobre la comparación entre consutno de importaciones y
población de las provincias del ..interior" en Palomeque ( 1989: 138-140). Se advierte que algunas
cantidades sobre la economía de la región de Córdoba que constan en ese trabajo se han modi-
ficado pero que ello no varia las tendencias ya registra_das. Los cambios se dieron al incorporar
más años en las series y al hacer un análisis porn1enorizado de las partidas que corr1ponen las
importaciones. ·
7. Agradecemos la proyección a Sonia Tell. Proyección realizada sobre el período intercensal 1778-
1813 (para la estitnación de 1800) o 1822-1840 (para la estin1ación de 1830). Los datos de
población total de 1778 y 1813 han sido tomados deArcondo (1998, 1995). Los de 1822 y 1840,
de Endrek (1980) y Celton (1982).
8. Antes de las sublevaciones la mula formaba parte de los repartimientos forzosos que los
corregidores diStribuian sobre todo a la población indígena. siendo "'el elemento más in1portante
del arancel. !... J La mayor parte provenía de las provincias del Tucumán [... J y unas pocas de la
norteila de Piura [... J las n1ulas repartidas sobrepasaban como prorriedio un anirnal por familia"
(Golle, 1980: 87),
J 54 Carlos Sernpn! Assaclourian y Silvia Palon1et{

ya de este error. o estimulados por el subido precio de su venta, propenden con el n1ay
esn1ero a su fornen Lo" Y
Esta fuerte e inesperada demanda ocasionó subido:5 precios y una ofcrla de mul
de poca edad, no muy aptas para el ascenso a las tierras andinas, con ~anancia
quiebras desconocidas en las décadas anteriores. En esta situación, los exportador
lograron poner sus condiciones e ilnpusieron a los con1pradores un sistema de preci
"al barrer" y "sin desechar", w y los que soportaron las pérdidas fueron los comercian(
alloperuanos. 11 Esta coyuntura pern1itió que durante el primer quinquenio de la p
mera década del siglo XIX la exportación de mulas recuperara su mejor n1on1ento paf
los productores, alcanzando precios que en Córdoba fueron tan altos como los mejore
del siglo XVII; todo lo cual nos lleva a coincidir con el infom1e del Cabildo respecto d
la gran importancia de este rubro exportador. j
Si vemos la relación entre las mulas de Córdoba y la feria de Salta, también ac i
daremos en parte con el informe del Cabildo pero podemos brindar n1ás precision 1
En la feria de Salta se concentraban las mulas criadas en Santa Fe y Buenos Aires, q 1
pasaban a los invernadores de Córdopa y Santiago del Estero y que, junto a las aí
criadas, llegaban para su última invernada en Salta, que también tenía sus propi
campos de cría, desde donde se exportaban junto a una escasa cantidad de gana
vacuno {Sánchez-Albornoz, 1965b). Una exportación mular de menor envergadur
más proveniente de Santiago, TL1cumányJujuy, se concentraba también en la tabla
de Jujuy donde tomaban mucho más importancia los vacunos que eran con1prados p
los con1erciantes de Chichas quienes, a la inversa que en el caso de las mulas, eran}
que lograban los mayores beneficios (Palomeque, 1989: 163·167).
Según el documento del Cabildo de Córdoba de 1801, en la tablada de Salta s·
exportaban de 40 a 50 mil n1ulas de las cuales 1nás de la mitad eran criadas en Córdob
y otra parte invernada en sus tierras, lo que nos permite pensar que se refieren a un
30 mil mulas. Nuestra documentación confirma que cerca de la mitad de las mu}
negociadas en Salta tenía relación con las exportaciones de comerciantes cordobe
pero ello nos reduce la cantidad "legal" exportada. En los aflos de mejores exportac
nes de la primera década del siglo ( 1800-1807) en los libros de sisa de Salta se regís
una exportación de 37 mil mulas de pro1nedio anual y, por los libros del nuevo ilnpu
to de Córdoba de 1806, encontrarnos que de esta jurisdicción salen unas 15 mi
n1ulas. 12 También hay que considerar que la exportación de los comerciantes cord_o
beses era aun mayor porqL1e parle de sus mulas se invernaban en las vecinas sierr !?J
situadas hacia el sur de Santiago del Estero, que quedaban fuera del control fiscal
Córdoba. Por ejemplo, sabemos que en tres años de la primera década del siglo. Sixt:
"
y Diego Funes extrajero11 de sus campos deAmbargasta en Sanliago como 14 mil mul , ,,•j
con destino a Perú (Palomeque, 1992: 51). .···
La exportación de ganado mular por Salta comenzó a decaer en 1808-1809, retra,
n

9. AGN, IX, 4-6-7, f. 38.


10. Entendemos que estos témlinos ulilizados en los infonnes del Telégrafo significaban que G:
con1prador tenia que comprar tropas enteras. es decir que le reducían la posibilidad de elegir 1
calidad de la mula adquirida. ,,
11. Telégrafo ... , lll, pp. 197, 188, 305-308.
12. Esta cifra incluye los "excesos" registrados en Pozo del Tigre. 1\1.
c<L.as relacioues n1ercantiles de Córdoba ( 1800- I 830} 155

/.yéndose a 31 1nil cabezas anuales, 13 probablc1nente respondiendo con retraso a un


movimiento de bclja de la producción n1incra alloperuana iniciado en 1800 (Bakewell,
J 990: 83). Es la situación e111peoró de inmediato por los aconlccilnientos revoluciona-
rios de 1809 y más aún cuando las zonas del Allo y el Bajo Perl! quedaron ocupadas
por los partidarios del orden colonial y cnfI-entadas con los ejércitos independientes.
En la últi111a década colonial las relaciones 111erc<:mliles entre Córdoba y las zonas
ffiineras del Alto y el Bajo Perú se reducían casi exclusivarncnte a la exportación de
-mulas sin que existieran mayores iinportaciones de productos de ese origen a excep-
ción de sornbreros de vicuña de Potosí y de carnero derfarija. 14 Los cuantiosos retornos
en plata en pago de 1nulas, que estimamos en 190 mil pesos anuales para esa década 1s
{sin considerar los gastos de transporte e invernada en Salta}, 10 constituían el único
ingreso de rnclálico a la región y era la nloneda con la cual se cub1ian todos los saldos
negativos de los otros intercan1bios.

Las relaciones mercantiles con Buenos Aires, el Litoral y Paraguay

Desde el sector ganadero se originaba otra exportación, la de Jos cueros que, como
expresa el Cabildo, se enviaban hacia Buenos Aires en donde pasaban a ser una
pequeña parte del nuevo flujo exportador. Si bien la exportación legal contabilizada nos
permite observar que a Buenos Aires llegaba tm promedio de 13 1nH cueros de 1803
a 1809 (Wentzel, 1986), una estimación más compleja nos pem1ite pensar que éstos
realn1ente alcanzaban a 25 mil unidades (Assadourian, l 983: 323}. Si bien no conta-
mos con datos sobre la exportación de cueros por el puerto de Buenos Aires para la
década de 1800 a 1810, se puede observar que si bien los cueros cordobeses partici-
paban de ese auge exportador, su ímportru1cia dentro del conjunto no alcanzaba a 10
por ciento del total. 17 Estos cueros, como expresa el Cabildo, eran un subproducto de

13. Los datos sobre mulas exportadas de 1800 hasta 1808 son de Sánchez-Albornoz (l 965b: 293)
y los de 1809 de AGN, 13, 10, 4, 3 Libro Sisa Salla.
14. Estos productos alcanzaban sólo a 167 pesos de promedio ariuai en la primera década del
siglo. Es irnpo1iante señalar que en este n1ismo período, desde el Alto Perú hacia el sur del
virreinato ingresaban cuantiosas partidas de coca y de tejidos de algodón. La coca se consunúa
en la Puna, Jujuyy Salta. en ese orden, y los tocuyos cochaban1binos en Buenos Aires, el Litoral,
Salta, Jujuy. Tucumán y Santiago del Estero (Palorneque, 1989: 187, 189-190). La ausencia de
Córdoba como consumidor de tejidos de algodón altoperuanos se explica por el autoabasteci:mien-
to logrado a través de la producción local de lienzos donde se utilizaba el algodón de Catamarca.
15. Esta cifra se obtuvo sun1ando el valor de aforo de todas las 1nulas que pagaron sisa al salir
por Salla entre 1800 y 1809 al que luego lo dividin1os por dos.
16. En 1812 el costo de la invernada era de un peso por todo un afio {AMC, L. 46º, 1812, f. 121).
En un expediente judicial de 1802 consta que un n1ediano productor recibía 67 por ciento del valor
de las n1ulas vendidas en Salta y La Paz entre 10 a 18 pesos cada una. El co1nerciante transpor-
tista, vecino de la ciudad de Córdoba, se quedaba con el 33 por ciento restante, aduciendo que
correspondía a los gastos de transporte e invernada. El encublimiento de sus beneficios {que
quedaban mezclados dentro de estos dos rubros) irnpidc conocer el valor proporcional que alcan-
zaba el transporte e invernada en Salta (AHP/C, E. 4., L. 19. 1802. Exp. 21).
17. Proporción estirnada sobre los datos de las investigaciones de Pérez, MoutoukiaS, Garavaglia
y Merediz, presentados en forn1a de selic hon1ogénea por Rosal y Schrnit {1999: 80). Sobre los
156 Carlos Setnpal Assadourinn y Silvia Palon1eq

la carne consumida dentro de la jurisdicción, lo que nos indica que en la región


existía la caza sisten1álica de vacunos al solo efeclo de despellejarlos, prácUca den
n1inada "vaquería".
Mucho mas importantes que las exportaciones de cueros, por su 1nagnilud y p
sus implü.::ancias económicas y sociales, eran los tejidos. La actividad lexUI no era uri
continuidad de la inicial especialización productiva de fines del siglo XVI y principio
del XVII (Garzón Maceda, 1968; Assadourian, I 983, cap.!) ínterru1npida hacia 1610
la par de la mortalidad de la población indíge:r;ia encomendada que Jos producia. ("
producción textil mercantil que perdura luego sólo fue la realizada en los obraj
jesuitas {Arcando, 1992: 112} y recién en la segunda n1itad del siglo XVIII reaparece est
actividad {Punta, t992) pero ahora desarrollada por las mujeres de las unidad l
domésticas campesinas principalmente (Assadourian, 1983: 340-349).
Esta producción doméstica rural que se hacía en simples telares de cuatro pal
¡
consistía en tejidos de lana, en su mayor parte, y tan1bién en tejidos realizados e
algodón importado desde Catamarca. 18 Los textiles de lana estaban compuestos p
"piezas" de ponchos, alfombras o ti-azadas y de "varas" de bayeta,jerga y sayal, t9d
de ovt;ja, y también a1go de picote de cabra. La mayor parte de ellos eran de baja calid
y precio {ponchos, ponchillos, frazadas llanas, jergas, pícote's, etc.) pero había otr
más elaborados (sayales y pellones). 19 La lana provenía de la esquila del propio reb
campesino y las tinturas se obtenían de los vegetales recogidos en la zona o comprand
el añil de Guatemala que se importaba a través de Chile.
Si bien la producción de tejidos de algodón se destinaba al propio consumo regional"
la de tejidos de lana tenía su gran mercado consumidor en Buenos Aires, la zona litar
y el Paraguay. En la primera década del siglo estas exportaciones llegaron a su más alt
nivel, alcanzando a unas cien mil piezas anuales 20 con un valor promedio de un peso;·
de las cuales tres cuartas partes iban a Buenos Aires y el otro cuarto a Paraguay~,·
través de Santa Fe.
Los tejidos de lana "de la tierra" irnportados desde Buenos Aires consistían princ
palmen te en estos textiles cordobeses, cuantiosos pero de baja calidad, y en los escas
y valiosos ponchos santiagueños de alta calidad. Estas importaciones presentaron u
tendencia al alza a lo largo de la segunda mitad del siglo.xvnr, en consonancia con
aumento de la población y de la demanda en esta zona, aunque también se estima qt
estarian reemplazando la ropa de lana que hasta 1760 entraba desde Chile {GaravagJiá· [f

y Wentzel, 1990). Si bien todas.las investigaciones concuerdan en que las crecientes;

datos de esta serie hemos calculado que las exportaciones de cueros por el puerto de Buenos.Aire$
eran de 378 mil desde 1790 a 1796 y de 671 mil desde 1810 a 1819, como prorr1edio anual.
18. En 1790, según referencia de Arcando, al lienzo tejido en Córdoba se lo denominaba "lienzo '.:<

criollo" .
. 19. Estas diferencias se notan en el informe del Consulado de Córdoba del 16 de octubre de 1801. ,,
"Efectos (textiles} que produce este país: ponchillos, 9-11 r; fresadas de caracol: 12-16r; fresadas·>,
llanas: 7-9r.; gergas: 2-2 1/2 r.; picotes: 2-3r; sayales de cordoncillo buenos; 12-14.r; dichos·:?.,:
regulares: 8-lÜr.: sayaletes: 5-6r; pellones: 7-8$: bayetones de algodón: 8-llr; bayetillas de\'f:
algodón: 4-5$ el corte" (TelégrqfoMercantil ... , 11, p. 191). '
20. Para unificar las exportaciones de piezas y varas, se ha calculado que cuatro varas hacen unli
pieza. Tan1bién, ele acuerdo con el conlenido de los fardos exportados en ia pri1nera década del ,
siglo y registrados en el cobro del nuevo ilnpuesto, hemos calculado noventa piezas por fardo. "
, _,:i.;as relaciones 111ercauUles de Córdoba (1800-1830) 157

cai1tidades exportadas no fueron interrumpidas por la mayor afluencia de textiles


europeos que trajo aparejada la aplicación del Reglamento de.Libre Co1nercio (Yomaha,
1969; Garavagliay Wentzel, 1990; Punta, 1992), entendemos que esto se dq dentro de
una coyuntura de baja de los precios de los textiles de lana en la segunda mitad del
siglo xvm (Tandeter y Wachtel, 1984: 23; Arcondo: 1992). Esto se nola en la investi-
gación de Punla cuando nos advierte que los niveles de precios alcanzados en la década
de 1760 se redujeron a la mitad en la de 1780 (Punta, 1992: 57, 58)."
La producción de textiles se entrelazaba con la distribución compulsiva de los
efectos de Castilla (telas europeas de alta calidad principalmente) introducidos desde
el puerto de Buenos Aires. Los "comerciantes de la campaña" son loS mercaderes que
organizaban esta producción en su beneficio a través de un mecanismo donde este
mercader itinerante, que antes había tomado a crédito efectos de Castilla, recorría la
campaña endeudando a las productoras, que así quedaban obligadas a venderles sus
tejidos a precios inucho mas bajos que los del mercado urbano. 22 Para este Inétodo de
explotación el Deán Funes encontró el equivalente peyorativo perfecto: "Ese comercio
de tejidos es poco mas o menos otro reparto peruano: no tan campanudo eri el nombre,
pero sí tan desolador en sus efectos". Para Funes el uso del término "reparto peruano"
se justificaba en razón de la forma y la no-equivalencia del intercam9io entre merca-
deres y productores y porque el aparato legal represivo conducía a la "mujer fabricante"
a estar "perpetuamente sujeta a la esclavitud mercantil" (Assadourian, 1983: 340 y
ss.). La iinportancia de esta producción textil y el mal trato a las productoras eran
reconocidos en lejanas regiones, como puede observarse en el texto remitido desde el
Alto Perú por Gabriel de Heviay Pando quien contradecía la opinión del Cabildo, no sólo·
al marcar la importancia de la producción textil sino también al calificar muy favora-
blemente a la población rural que según el Cabildo era "poco aplicada al trabajo". Hevia
decía que "en ninguna de las provincias del virreinato y acaso en las del reyno todo,
hay un rincón de tierra mas poblado de gentes laboriosas", aunqtle "por una reunión
de circunstancias destructivas y opresoras [... ] sean estas gentes industriosas acaso
las más desdichadas e infelices de In Arnérica". 23
Junto a estos tejidos, hacia Buenos Aires también se eA--portaban otros productos
menores como jabón. tapetados y cordobanes, pero sin alcanzar la importancia de los
textiles y los cueros. Sintetizando los datos cuantitativos, las exportaciones cordobe-
sas que iban principalmente hacia Buenos Aires y en segundo lugar hacia el Litoral y
Paraguay consistían sobre todo en tejidos de lana para el consumo interno y en cueros
vacunos para la exportación ultramarina, alcanzando ambos un valor aproximado de
125 mil pesos.

21. Sus citas muestran que mientras en 1760 los ponchos se vendian a 21 reales en Buenos Aires,
en la década de 1780 ya habian bajado a 8-9 reales.
22. Ellos mismos describían y elogiaban su actividad: "... que siendo el Comercio en que Giramos,
el mas laborios.o y uUl al estado [. .. J los repartos de efectos de Castilla por esta bastajurisdicción,
y escabrosidades de serranias a fin de agitar las manufacturas de Tejidos de Ponchos, Jergas,
Pellones, Fresadas como igualn1ente de Cordovanes tapetados y ciernas efectos del país, frnndo
Y abetitando por largo tiernpo, a las rnugeres, !J hombres que sin este requisito, no se dedicarian al
trabqjo, de que redunda un notable aumento a la Provincia y a los Reales Derechos de S.M."
(Consulado de Buenos Aires, Actas y doclin1entos, Buenos Aires. AGN, 4 tomos, t. 2. p. 179) (el
subrayado es nuestro}.
23. Serrrn.nario de Agricultura, Industria y Cornercio, 130, p. 218.
158 Carlos Sernpat Assaclourian y Silvia Pa!oineqU

Para revisar las importaciones que se realizaban desde estas zonas, separare1n
los productos propios de aquellos que tienen un 01ip:en europeo o ultra1narino.
Desde los prin1eros siglos coloniales. la producción rnercanUI de las praderas lit
rales y porteñas que les permitia obtener algún retorno rnonctario del Alloy el Bajo Pe
era la c1ia de 1nulas que, en gran parle, luego eran inverr1adas en las ásperas tierrc
de Córdoba rr1ienlras lograban el endurecirnienlo necesario para sus vasos (Arcond
1992). De ello se hace eco el mentado inlünne del Cabildo en 1801, el cual nos indi
la continuidad de esas introducciones pero, aunque no podan1os calcular la 1nagnitu
del cambio, si tenemos que considerar como posible qL1e desde l 780 se haya dado un
disminución de los envíos de ganado mular desde las praderas litorales y porteüa
Según un informe del n1arqués de Lorelo, la cria de los mulares en 1790 ya no recu 11

perará los niveles anteriores a la interrupción ocasionada por la sublevación deTúpa 1


An1aru (1780-1785) ya que durante esos años en esas praderas muchos criaderos d ;¡
mu1as se reorientaron hacia la producción de vacunos destinados a la creciente expor:c
lación marítima (Loreto, 1945 (! 790]: 249). 11
La otra gran y permanente imporlación es la yerba cultivada en Paraguay qu :-¡

llegaba a Córdoba principalmente a través del puerto de Santa Fe y ocasionalmcnt


desde Buenos Aires, la cual alcanzaba -durante la primera década del siglo- un pro
medio anual de 13.500 arrobas que avaluadas a 20 rea1es 24 significaban 33. 700 peso
Junto a la yerba se introducían también muy pocas arrobas de algodón, maní, miel
azúcar del mismo origen, con las cuales alcanzaban un valor de treinta y seis mil peso
anuales las importaciones que venían de Paraguay. .
También se introducia tabaco paraguayo a través del Estanco de la Real Hacienda
cuyo volumen y valor aún no hemos invesligado. 25 Según referencias deArcondo, hasta_
la década de 1760 en Córdoba no se había organizado el estanco del tabaco y 1
primeras menciones al mismo son de 1772. Entendemos que este estanco se termin
de organizar hacia 1780 Cl.tando Paula Sanz logró instaurarlo en la zona deTraslasierr
(Paula Sanz, 1977 [1779]: 47). Antes del estanco, entre 1750-1 762, la arroba de tabac
paraguayo en Córdoba se pagaba de 3 a 4,5 pesos (Arcando, 1992: 285-287) pero luegcl
hubo un aL1mento constante en sus precios que cuhninó hacia la última década de_l';~
siglo XVIII cuando vemos que había dos precios diferentes, un tabaco de 6 pesos la::_
arroba y otro de 9 pesos. 26 Estos 'últimos valores confirman la validez de la referencia>'
de que la arroba de tabaco estancado de mala calidad se vendía en San Juan, en 1804;
a 9 pesos y 3 reales, al por mayor (Godoy Oro, 1957 [1806]).
Los efectos de Castilla (mercancías que principalmente tenían origen español o_
europeo, estaban compuestas de gran cantidad de tejidos de alta calidad, papel, hierro/
algunos alimentos 27 y muchas menudencias) se importaban desde el puerto de Bueno$

24. Entre 1750-1762 su precio en Córdoba puede haber sido semejanle o más bajo ya que, segúri
Arcando. éste oscilaba entre 12 y 24 reales (Arcando, 1992: 285-287).
25. La serie documental de la Ad1ninistración General de Tabaco y Naipes de todo el virreinato -
se encuentra en el AGN, Sala 9. ,,
26. Agradecemos las referencjas personales de Aníbal Arcando sobre la organización del estanco:,:
y sobre los precios de 1763 a 1800. Se estima que cada precio corresponde a calidades diferentes
en tanto el tabaco de 6 pesos se dice que es .. para los esclavos".
27. Son productos europeos como vino. aceite. fideos, especias. bacalao. etc ..
cortas parlidas de azúcar brasileña.
Las relaciones rnercanliles de Córdoba ( l 800-1830) 159

Aires:.rn y, duran te la primera década del siglo, alcanzaron a ciento 5 7 1nil pesos anuales.
Estos n1ontos superaron a los pron1edios anuales que tales importaciones habían
alcanzado en el últin10 cuarto del siglo XVIII e incluso los de la década de 1785-1794,
cuando hubo grandes itnportaciones debido a la vigencia del Reglamento de Libre
Comercio. 29
Resumiendo, desde Córdoba se exportaban tejidos de lana y cueros y, de retorno,
se i1nportaban productos regionales y de origen europeo. Los principales productos
regionales eran la yerba y el tabaco de Paraguay y las n1ulas criadas en las praderas
santafesinas y porteíias; y los productos europeos eran los que agrupa1nos b~jo el
nombre de "efectos de Castilla". Si estimamos el saldo de la balanza co1nercial con esta
zona tenemos que es desfavorable para Córdoba en tanto se exportaban productos por
valor de 125 mil pesos mientras se importaba por el de 193 mil pesos co1no mínimo,
ya que desconocemos el valor de los tabacos y las mulas. El saldo negativo de al menos
68 mil pesos, sin duda, era pagado con dinero proveniente de las exportaciones inu-
lares.30

Las relaciones mercantiles con Chile y con los circuitos marítírnos del océano Pacfft.-co

A través de Mendoza y San Juan se daban las re]aciones mercantiles de Córdoba


con Chile y con las regiones coloniales cuyos productos circulaban por vía marítima
en las costas del Pacífico. Las exportaciones cordobesas hacia Chile en la primera
década del siglo consistían en escasas mil piezas de te:Aiiles de lana y de ganado vacuno
cuya n1agnitud aún desconocemos a pesar del temprano planteamiento de este pro-
blema {Assadourian, 1983, cap. VI). 31 Si bien nuestros primeros datos cuantitativos
sólo pudieron confirmar la existencia de cortas extracciones de ganado destinadas más
hacia San Juan que a Mendoza32 (Palomeque, 1989}, una primera consulta sobre los

28. A excepción de 1808 cuando ingresó una gran partida de 27 mil pesos de efectos de Castilla
desde Chile, la que significó 20 por ciento del total importado ese aflo.
29. Las importaciones de efectos de Castilla desde Córdoba, que entre 1780 a 1784 alcanzaban
a 88 mil pesos de promedio anual, se duplicaron alcanzando al 55mil pesos en la década de 1785-
1794 debido ala aplicación del Reglamento de Libre Comercio, para luego bajar a 75 rr1il pesos
entre 1795-1799 debido a la intenupción del tráfico marítimo (cálculo basado en Punta, 2001 ).
30. Entre 1777 y 1786, una investigación de Yomaha {1969: 37) nos muestra que mientras se
enviaban 379.508 pesos en productos (de los cuales los textiles eran 74 por ciento) desde Córdoba
a Buenos Aires, junto a ellos también salen 604.109 pesos en plata.
31. El escaso control fiscal sobre los movirnientos de este ganado en Córdoba se veía facilitado
porque una parte importante salía desde la zona deTraslasierra situada al oeste de lajutisdicción
y otro tanto desde la zona norte. Estas zonas sólo estaban separadas de las provincias colindantes
con la cordillera {Mendoza, San Juan, La Rioja y Catamarca) por un límite adn1inistrativo fOrmal.
Véase un in1portante documento sobre las caracletisticas de la producción, la circulación y el
contrabando en estas zonas en Assadourian (1983: 337).
32. En los libros de sisa de San Juan de 1800-1806 l?:e registra el ingreso de mil a tuil quinientas
cabezas anuales de ganado vacuno proveniente de San Luis. La Rioja e incluso;Buenos Aires y,
de éslas. sólo hay 150 cabezas ingresadas desde Córdoba (AHP/C, Hda. L. 71, 75, 68, 82, 86. 91).
160 Carlos Sen1pat Assaclourinn y Silvia Pa!on1eqü

libros de alcabalas de Mendoza para 1806:-i:i y la investigación de Caria ( 1988) sobre 10'
archivos mendocinos nos han pern1ilido conflr1nar la existencia de esas exportacione.Si--
aunquc aún no podamos incdir sus oscilaciones. Se,qún es la investigación, las existen-
cias ganaderas rnendocinas t'ran muy !lucluanles pues dependían de la pazo laguerr
en la cercana frontera indígena y, a p1incipios del siglo XIX, esle ganado. esla~-1. en
proceso de recuperación Juego de un largo período de dos décadas ele escasez ( 1768~
1788). Según el Cabildo de Mendoza, en esos af1os de carestía depftndieron de las
provincias vecinas para el auloabaslecimiento y habian tenido que "n1endigar (... ]la;_
carne, el sebo y la grasa de los distritos de la ciudad de San Luis, Córdoba y Buenos--
Aires" mientras los ganados e.xlJortados a Chile venian de otras zonas, como lo confínná
el virrey Sobremonte en 1787 cuando decía que el ganado cordobés no sólo se expor-:
taba hacia Mendoza sino que una parte también pasaba hacia Chile, desde dond
solían venir retornos en azúcar (ídem: 179-181). Coria, al analizar la Ultin1a década\
colonial donde Mendoza aparece con un stock ganadero recuperado, compara las
existencias ganaderas de Mendoza y San Juan, considera la cantidad de ganact 9- _:_
necesario para el consumo de ambas poblaciones urbanas y para la exportación anuál -
de las 1O mil cabezas que salían hacia Chile, para concluir que en esos años el ganado'
de Mendoza no alcanzaba para abastecer su propio consumo y los envíos necesarios
hacia el siempre desabastecido San Juan más las exportaciones a Cl1ile, y que nece- ,-,
si taba importar ganado vacuno de otras provincias las cuales, seg-Un sus datos, eran_:-<
San Luis y Córdoba piincipalmente (ídem: 182, 213). Respecto de las exportacioneS:·:_:-
ganaderas desde Córdoba a San Juan, nos queda la idea de que las escasas contabi-?
lizadas en los libros de sisa sólo eran parte de las exportaciones, que debe haber:';;
circulado una mayor cantidad y que también deben haberse dado exportaciones hacia:--:
Chile desde esta ciudad.
Las importaciones provenientes desde Chile eran copiosas y de alto valor rnoneta<'.
ria, y alcanzaban a un promedio de 43 mil pesos anuales durante la primera década:'
del siglo. Estas importaciones se componían principalmente de 7.500 arrobas de
azúcar3 4 procedente de los valles de la costa peruana que alcanzaban un valor de 34'-__,
mil pesos anuales, semejante al de las ilnportantes de yerba paraguaya recién men~>,
cionadas. Las otras impo.ftaciones de cierta envergadura eran las 3 mil libras de añil
de Guatemala, 35 el cacao de Guayaquil y los cobres del norte chico chileno, Éstos<

Sobre Mendoza sabíamos que en 1802 era un lugar saturado' de vacunos donde sus vecinos ~no
hallan ya que hacer de sus ganados ... por falta de expendio" (Telégrafo Mercantil. .. , 111. p. 69).
33, AGN, 13-11-2-2.
34. El azúcar se aforaba en Córdoba de 4 a 5 pesos la arroba. Si bien la serie de precios de Arcando
no considera el del azúcar peruana, igualmente nos permite observar que entre 1750-1762 tenia'-·
un precio que presentaba más oscilaciones y con precios mínimos más bajos que en 1800-1810,
fluctuando entre 2 3/4 y 5 pesos (Arcando, 1992: 285~287). ,1
35. El añil es una yerba de la cual se extrae una Untura con la que se Uñe de color azul. La mejor
calidad se daba en Guatemala y Caracas (Telégrafo Mercantil. .. , 11, p. 241) y, desde Nueva España,
se exportaba a España junto a la grana {cochinilla) desde el siglo XVl (Acosta, 1987 ¡1590]: 269).,::
En Córdoba, entre 1800 y 1809, se ilnportaban anualmente 3 mil libras de añil de Guatemala que\
eran introducidas desde Chile. El afíil se aforaba de 16 a 20 reales la libra, lo que implicaba una
leve reducción en relación con los precios registrados en Córdoba para 1756:-1762, donde la libra
alcanzaba ele 17 a 24 reales (Arcando, 1992: 285-287}.
s relaciones n1ercanliles de Córdoba ( 1800-1830) 161

<:'üegabanjunlo a varios efectos artesanales de la Audiencia de Quito corno rosaritos de


:palo, telas de cedazo, libros de oro y son1breros de Jipijapa, y a productos agrícolas
chilenos de alto valor unitario con10 almendras, con1inos, garbanzos y arroz.
En la importación de estos productos, sobre todo el azúcar, era muy importante el
papel de San Juan ya que desde allí partía un a1nplio circuito de distribución que
abarcaba Córdoba y todas las provincias del "interior", donde las partidas de azúcar
y otros efectos se distribuían junto a sus aguardientes. El azúcar y los deinás efectos
llegaban desde Chile a San Juan a traves de un camino "de las sierras" por donde los
sanjuaninos decían que evitaban la humedad de la lluvia. Aflos n1ás tarde (1812), los
gobernantes sanjuaninos que se quejaban por las medidas que los obligaban a usar
el lluvioso can1ino por Mendoza, relatarán que "todo el comercio de Chile principalmen-
te se reduce a la extracción de azúcar para esta ciudad, Rioja, Córdoba, Catamarca,
Santiago del Estero, Tucumán y Salta" (cit. en Segretti, 1981: 34). A diferencia de San
Juan, el cuantioso co1nercio entre Mendoza y Chile no pareciera tener mayor incidencia
en Córdoba ni en las otras provincias del "interior" ya que mantenía relaciones casi
exclusivamente con Buenos Aires.
Estimamos que, en estos ailos, los 43 mil pesos de in1portaciones que venian de
Chile sólo en parte podía11 ser saldados con los envíos de ganado a Chile a través de
Mendozao de San Juan o con las escasisimas exportaciones de tejidos y, en consecuen-
cia, parte de ello pudo haberse saldado en dinero. Una situación más favorable debe
haber sido la existente una década antes, cuando aún Mendoza no había recuperado
su stock ganadero y las exportaciones de vacunos de Córdoba eran de tanta enverga-
dura como para llegar directamente a Chile sin intcm1ediarios.
A1 observar con más detalle los procesos vinculados a las importaciones de azúcar
peruana nos encontramos con una situación que también ha variado en la última
década del siglo XVIII. En este terna estimamos que estamos ante una nueva situación
creada por la aplicación de las políticas borbónicas y que nuestros cálculos para la
primera década del siglo ya están marcando el inicio de la desestructuración del
antiguo y complejo circuito mercantil de las costas del Pacífico del virreinato peruano.
Este proceso parece haberse iniciado hacia 1795 cuando Buenos Aires consigue la
autorización del ingreso de azúcares desde Brasil, o al menos eso es lo que expresa el
documento donde los productores azucareros penianos solicitan su anulación. Según
ellos relatan, el azúcar peruana provenía de treinta haciendas valoradas en 15 millones
de pesos que son las que corren el riesgo de extinguirse con la libre importación de
azúcar brasilcfla, ya que antes de esta medida el azúcar peruana abastecía a Chile y
a todo el Virreinato del Río de la Plata y sus retornos posibilitaban un complejo sistema
de articulación de especializaciones productivas regionales e importación de esclavos.

Los azúcares que se transportan[ ... ] guardan recíproca correspondencia


pues, expendido esle fruto, vuelve !de Chile} su valor en1pleado en sebo,
carnes beneficiadas, negros y otras producciones. [... ] La falta de estos tam-
bién trasciende a la 1ninería [pues son] renglones de primera necesidad para
el laborío de haciendas y minas. 36

Según Salas (1979 [¿ l 795 o 1 796?]) y Baquíjano (1979 [¿ 1791 ?]) , estamos frente
a un circuito inten·egional muy importante ya que desde Lima a Chile se envían 300

36. Consulado de Buenos Aires, Actas.... IV, pp. 107-117.


¡

'1
162 Carlos Sen1pal Assadourian y Silvia Palo1neqt
1

n1il pesos en tabacos, otro lanto sinli!ar en azúcar, cien inil pesos en telas de algodó
y efectos de la Real Audiencia de Quito, 37 12 mil pesos en afJ.i1 de Nueva España y otr
efectos de Perú, lodos los cuales alcanzaban un valor de 900 1nil pesos. Gran parte d
estos prodt1clos se distribuyen por los pasos cordilleranos y llegan a Córdoba y al resl
de las provincias del interior (Palomeque, 1989). Los retornos de Chile a Perú consistcn,-
en n1ás de 200 mil fanegas de trigo avaluadas en 270 1nil pesos y producidas en su ,
tierras, l 10 1nil pesos de sebo, charqui y grasa y otros 100 nlil pesos en varios efectos:
de Chile, todo lo cual hace un total de 600 mil pesos. Según Salas, es le circtlilo se cru:z~_:
con el de Buenos Aires sólo a través de la importación de cien n1i1 arrobas de yerba pe ,
pode1nos ver qtie su informe no considera otros movimientos muy importantes. Desd
Buenos Aires, por vía terrestre y marítima, salen cuan liosos efectos de Castilla, escla
vos, la mencionada yerba paraguaya y también constantes exportaciones de se
colado38 que van hacia Chile para ser consumidos allí mismo o para ser reexporlad
hacia Lima y otras poblaciones de la costa pacífica. El valor de estas exportacio11e
reexportaciones (con excepción de los esclavos) muestra que los envíos de Buenos Aire~:
a Chile desde 1780 son tanto o más importantes que los que se remiten por vía lerrestré
hacia el Alto y el Bajo Perú o hacia las provincias del centro y el norte {VVentzel, l 99ú::
8). Cabe señalar que mientras los envíos hacia estos dos últimos espacios mantiene
un crecimiento superior a la media, las exportaciones hacia Chile presentan un mo~::
vimiento inverso desde 1802 hasta 1809, lo cual a nuestro entender puede ser consi~_
derado co1no un indicio de los cambios ocasionados por la pérdida del mercado portefio::
y litoral para el azúcar peruana a causa de su ree1nplazo por la brasileña. ,
Como consecuencia de todo lo anterior. podemos concluir que en la primera década--
del siglo estamos observando un momento donde la importación de azúcar peruana_
acaba de quedar reducida a las provincias "interiores" a través de su redistribución pQr;--
San Juan, cuando antes llegaba también a Buenos Aires y sus regiones vecinas. E
espacio "interior" tampoco le está asegurado a futuro, porque en las guías de ímp
tación de Córdoba vemos que ya comienza a sufrir la competencia de la incipien
producción de azúcar jujeña o tucumana o de las importaciones ocasionales de la "d
Janeiro" traídas desde Buenos Aires. Sin duda, antes de 1 795 la situación era diferen
y eran mayores y más complejas las articulaciones regionales establecidas en est
circuito.

Las relaciones mercantiles con San Juan, La Rioja y Mendoza


¡.(
Las occidentales provincias cercanas de San Juan, Mendoza y La Rioja no sólo soií_
intermediarias beneficiadas de las relaciones mercantiles terrestres de todo el virrei~
nato rioplatense con Chile; 39 tanto o más importantes aún son sus propias produccfo-.:'

37. Era cacao que venía de Guayaquil (Hamerly, 1973). los tejidos de algodón Cuenca (Palomeque;~
1995) y efectos artesanales de Quito (Borchart. 1998).
38. Por Buenos Aires y hacia Chile y los puertos del Pacífico, desde 1799 a 1809, se exporta
sebo por 40 n1il pesos anuales {\:Venlzel, 1990: 5). Corresponde recuperar una reflexión anled
donde se decía: ..... hay motivos para creer que el siglo XVII chileno, 1•el siglo del sebo» según Vic
Mackenna. se desarrolla en buena parte gracias a la ganadería de C9rdoba y Buenos Air
(Assadourian, 1983: 341). '
39. En los libros de alcabalas de Mendoza, San Juan y La Rioja localizados en el AGN se registra
relacio11f's rnercan!iks ele Córdoba (1800-1830) 163

nes de vino y aguardienle que -en el caso de Mendoza y San Juan- se siguen expor-
tando en grandes cantidades hacia Buenos Aires y el Litoral a pesar de las políticas
cconón1icas borbónicas que ocasionaron la co111pelcncia de los productos similares
españoles (Amaral, 1990b).
En la invesligación de Amaral sobre las exportaciones de San Juan y Mendoza
desde 1780 a 1820 se den1uestra un crecimiento general de la producción er1 este fi
periodo y que la con1petencia de productos cspaüoles en Buenos Aires impacta menos
sobre las crecientes exporlaciones de aguardiente de San Juan q·ue sobre las de vino
de Mendoza, las cuales se n1antienen mientras muestran claras oscilaciones en los 1
í1
períodos de paz y de guerra. 40 En la prin1era década del siglo XIX la producción viñatera
cuyana se destinaba casi exclusivamente hacia Buenos Aires y el Litoral; hacia Cór-
doba y el "interior" $Ólo se destinaban escasas cantidades de aguardiente sanjuanino.
Entre 1780 a ] 81 \t94 por ciento de las exportaciones mendocinas de vino mendocino
iba a Buenos Aires y el Litoral (Amara!: 1990b) y, entre 1800 a 1808, 82 por ciento del
aguardiente sanjuanino iba a Buenos Aires y el Litoral, 17 por ciento al "interior"
{Córdoba y provincias del norte) y sólo 1 por ciento hacia el Alto Perl:t (Pa1omeque, 1989:
192). 41 La escasa presencia del aguardiente sanjuanino en la zona altoperuana en la
primera década del siglo es revisada por Amaral, quien explica que la competencia de
los productos europeos en Buenos Aires sólo habría producido L1na reoricntación del
aguardiente sanjuanino hacia el norte 11asta 1 794 y que, a partir de ese año, mientras
subían las exportaciones sanjuaninas hacia Buenos Aires, bajaban las destinadas
hacia el norte y el Alto Perú. Según sus datos, las exportaciones de aguardiente
sanjuanino hacia el Alto Peri1 bajaron desde 20 por ciento en 1783-1787 a 6 por ciento
en 1788-1793 para quedar finalmente en l por ciento desde l 794a 1808para desapa-
recer entre 1809 hasta 1824 (Amaral, 1990b: 14, 17~19).
Las relaciones mercaritiles de La Rioja, basadas en las exportaciones de vino prin-
cipalmente, presentan la característica particular de que sus productos casi no llegai1
a Buenos Aires a excepción de la lana de vicuña y guanaco y que su principal mercado
se encuentra en todas las provincias del "interior" pues de aquí proviene el vino que
consumen.
Para matizar est:a idea de falla de relación entre Mendoza y las provincias del
"interior" cabe señalar que los vinos, aguardientes y demás productos que enviaba
hacia Buenos Aires iban cargados en carretas fabricadas con maderas importadas
desde Tucumán. 42

las múltiples y complejas relaciones que estas zonas y las provincias interiores mantienen con
Chile, y cómo Mendoza es el principal punto de transito para todos los productos y esclavos que
van desde Buenos Aires a Santiago y Valparaiso; San Juan es intermediaria con las provincias
del inlerior y, como La Rioja y Catamarca, parecieran mantener sus propias relaciones con Chile
a través de sus pasos cordilleranos.
40. Si bien ambas zonas son productoras de vinos y aguardientes, Mendoza se especializa mas
en vinos y San Juan en aguardlentes. Entre 1783 y 1810 89,3 por ciento de la exportación de
aguardiente provenia de San Juan y 10.7 por ciento de Mendoza, invirtiéndose la proporción en
el vino, donde 79, 1 por ciento era rnendocino y 20,9 sanjuanino (Amara!, 1990b: 29).
41. Con10 parte de los libros de sisa de San Juan se encuentran en el AHP/C ( 1800, 1804-1806).
para esos años con1pletamos lós datos de la serie trabajada por Amara!.
42. Esla referencia provlene de un docun1ento de 1825 donde se relatan algu:das relaciones
rnercanUles antiguas. El Eco de los Andes, citado por Segretti (1981: 110).
164 Carlos Se1npal Assaciourian y Silvia Palonieé}":

En las importaciones de vino y aguardienle de Córdoba en la llltin1a década colon,,


puede observarse también que casi no hay relaciones con Mendoza pues el vino set
principalmente de La Rioja y el aguardiente de San Juan. En general, lodas las imp
tac.iones de estas zonas alcanzan a 22.500 pesos anuales, de los cuales 11.800 corré
panden a 367 cargas de aguardiente aforado a 32 pesos cada una, 43 7.200 pesos al
615 cargas de vino aforadas a 11,5 pesos 44 y el reslo a frutas secas, naranjas, que
dillas, tabletas, dulces, alcaparrosa, alumbre y algunas cortas cargas de harina.
Hacia estas provincias, los productos de Córdoba que se enviaban eran escas
ponchos y frazadas {iban trescientas piezas a La Rioja y cien a San Juan},jabónyl
ganados hacia San Juan y Mendoza que menciona1nos antes. También las series d
alcabalas nos permiten observar que los comerciantes de Córdoba reexportab
hacia La Rioja algunos pocos efectos de Castilla y yerba, pero desconocemos
magnitud de los retornos monetarios hacia la región que pueden originarse en est
beneficios mercantiles. Si acreditamos las salidas de ganado que van hacia Menda
y San Juan para pagar las importaciones del circuito de la costa pacífica y conside~
ramos que los envíos de textiles y jabón eran escasos, al igual que las reexportacio,:
nes, sólo nos queda concluir que hacia San Juan y La Rioja circulaba moneda desd -,
Córdoba a causa de un saldo desfavorable en la balanza comercial del orden de
mil pesos.

Las relaciones 1nercantiles con Catamarca

También hacia el occidente se encontraba la vecina jurisdicción de Catainarca que ·


presentaba muchos elementos en con1ún con las provincias recién mencionadas, tanto·>
en lo referente a sus permanentes relaciones con Chile como al tipo de recursos
naturales. La diferencia era que, desde un tiempo desconocido por nosotros, había ido;
desarrollando una sólida especialización en la producción y el tejido de algodón, en er
cultivo de ají y en el curtido de cueros. ·
En la primera década del siglo sus exportaciones se destinaban tanto hacia Buenos ,-
Aires como a Córdoba y también, en menor cantidad, hacia Tucumán, Santiago del'::'
Estero, Salta y Jujuy. Principalmente el algodón iba más a Córdoba que a Buenos Aires,
en los lienzos y el ají la situación se invertía y las suelas iban sólo hacia Córdoba.
Tucumán y Santiago también recibían algodón y lienzo pero en menor cantidad, y Salta
y Jujuy recibían sólo algunas partidas de vino (Palomeque, 1989: 181-184, 189, 210).
En la primera década del siglo sus lienzos de algodón ya se habían visto afectados no
1
sólo por la competencia europea sino también por la altoperuana, quizá por eso alcan-
zaban tanta in1portancia relativa sus exportaciones de algodón las cuales, a su vez,
cuando se convertían en tejidos domésticos de las zonas vecinas terminaban compi-
.l
tiendo con la importación de sus propios lienzos.
Según Garavaglia y Wenlzel, los lienzos de Catamarca se vendían en el mercado

43. Su valor de aforo nos hace suponer que la rnayoria de las cargas eran de aguardiente común
y no del resacado que se vendía en Salta y Jujuy. El aguardiente común valía 38 pesos la carga
y el resacado 54 pesos en 1801 (Telégrafo Mercantil. .. , 11, p. 191).
44. Para 1750-1762 su precio era el doble. el valor de la carga oscilabá entre 20 y 22 pesos
(Arcando, 1992: 285-287) (conversión: 1 botija= 1 barril= media carga: Amaral. 1990b: 63).
Las relaciones n1ercanliles ele Córdoba ( 1800- J 830) 165

porleño compitiendo con los de los pueblos de indios de Misiones primero y con los
tocuyos cochaban1binos después. La aplicación del Reglamento de Libre Co111ercio
durante los pe1ioclos de paz, ele fluida comunicación con Europa, trajo Ja con1petencia
de los tejidos de algodón europeos y la retracción de estos tejidos locales de algodón.
A la inversa, en los períodos de guerra -cuando se interrumpen las importaciones
coinpelitivas-, los tejidos de algodón del mercado interno colonial volvian a resurgir en
el mercado porleflo (Garavaglia, 1986: 65-70: Garavaglia y Wentzel, 1990: 227 y ss.).
Pero, en medio de esas oscilaciones co1nunes para todos los tejidos de algodón, se
puede observar qL1e en la primera década del siglo los tejidos catamarqueños que
ingresa11 a Buenos Aires son muy escasos en relación con los altoperuanos: los lienzos
catamarqueños iban de 7 a 23 inil varas mientras los cochabambinos oscilaban entre
300 mil y 700 mil varas (Palomeque, 1989: 190, 210). En las provincias del interior se
daban distintas situaciones: mientras Salta yJujuy se abastecían de tejidos altoperua-
nos y no se importaba algodón, en Tucumán y Santiago competían los tejidos altope~
ruanos con los catamarqueños mientras ingresaba algodón catamarqueño para las
tejedurias domesticas y en Córdoba no ingresaban tejidos altoperuanos pero sí cuan-
tiosas arrobas de algodón junto a algunos lienzos. En síntesis, observando el conjunto
de las exportaciones de Catamarca en la prin1era dCcada del siglo, se puede concluir
que sólo alcanzaban a los mercados consumidores más cercanos como los de Córdoba,
Tucumán y Santiago, y que en esta década iban perdiendo importancia sus exporta-
ciones hacia Buenos Aires.
Nuevamente, desde Córdoba las exportaciones hacia Catamarca eran casi inexis-
tentes, a través de la cuantificación de las series de alcabalas sólo hemos registrado
el envío de unas mil piezas de textiles de lana en la primera década y reexportaciones
de efectos de Castilla y yerba semejantes a las que se daban con La Rioja.
Lo que sí tenía gran importancia eran las importaciones de algodón, lienzo, ají y
suelas que alcanzan a un promedio de 25 mil pesos anuales. Las 8.333 an·obas de
algodón aforadas a 20.850 pesos 45 estaban destinadas a ser tejidas por las mujeres de
Córdoba y significaban 80 por ciento del total de efectos importados desde Catamarca.
Según un informe de 1803 este algodón, que era "de calidad superior al de todo el
Reyno" ,4 n ingresaba junto a 9.500 varas de lienzo cuyo aforo oscilaba de 13/4 a 2 reales
Ja vara, lo cual marcaba un notorio descenso en relación con los precios de Córdoba
entre 1750-1762 cuando la vara valia entre 4 a 5 reales (Arcondo, 1992: 285-287).
También ingresaban 500 f3-negas de ají anuales y unas 700 a 1.000 suelas que se
curtían sólo para venderlas en Córdoba.
Al igual que en los casos anteriores, estas exportaciones presentaban un saldo
negativo de 24 mil pesos que debían ser pagados en moneda de origen altoperuano. La
diferencia con las relaciones mercantiles que veníamos analizando consiste en el hecho
de que, en este caso, el algodón importado era un insumo para la producción, al igual
que el añil.

_45. Se aforaba a 20 reales la arroba, lo que indica una leve tendencia a la baja en relación con
1750-1762 cuando alcanzaba un precio que oscilaba entre 17 a 27 reales (Arcondo, 1992: 285-
287).
46. Una descripción de 1803 sobre las características de la producción campesina en Catan1arca
nos permite pensar que el alp;odón enviado a Córdoba era algodón desmotado: "... Ng_ hay casa ni
rancho en todo su distrito que no tenga uno o dos telares, con su tori~o para hilar y otro para
desmotar algodón" (AGN. S. 9-4-6-7, f. 132-3).

\
lGG Carlos Sernpat Assaclourian y Silvia Pnlorneqt\'.

Eslitnan1os que existía otro circuito paralelo cuyos intercambios eran cquivalent
Se trataba de un con1ercio en pequefia escala, donde el co1nercianle era un product
o eslaba direclan1cnle vinculado con ellos, a través de quien se llevaban lanas o lejid
de lana y su procluclo se traía en1p1cado en algodones. Estos pequeños intercan1bi
se registraban doc:u1nenlalmenlc cuando los trajinantes eran indios tributarios que
declaraban sus productos rnientras solicitaban que se les respelara su derecho a Ja
exención del pago de aleo balas, o cuando había un registro judícial de algún eon!1ict
como es un caso donde vemos la presencia de procluclorcs que llevan ponchos
vellones de lana para traer lodo su produclo en algodón, calculando directan1ente un
eqtüvalencia entre el precio del vellón a cinco libras de algodón. 47

Las relaciones con las provincias del norte 1


:11
(Tucumán, Santiago del Estero, Salla y Jujuy) 1

A estas provincias del norte, para esta primera década del siglo, 110 correspon
il
'j,,
incluirlas en un solo grupo. Si bien todas parlicipaban del auge exportador hacia elAlt
Perú enviando no sólo mulas sino tambiCn vacunos y lodas importan los efect
europeos a través del puerto de Buenos Aires, la yerba de Paraguay, los vinos de ,j

R1q1a y el aguardiente de San Juan, la circulación de los otros "efectos de la tierra!'


diferenciaban a las provincias de Salta y Jujuy de las de Tucu1nán y Santiago del
Estero. Mientras er1 las dos primeras es muy alta la proporción de efectos de la tíerra,<
importados desde el Alto Perú {coca y tejidos), sus cxportacjones no ganaderas eran··
escasas y casi no llegaban a Buenos Aires. En Santiago del Estero y rl'ucumán, ert'.~
cambio, estas relaciones con el Alto Perú eran más débiles {tcjjdos) y ya se notaba un
fuerte reorientación de sus exportaciones hacia Buenos Aires más que hacia otras_
zonas. 48
Las relaciones n1ercantile.~ entre Córdoba y las provincias sih.~adas hacia el nOrt
eran escasas, a excepción de aquellas que se tejían alrededor de la invernada y tran
porte de mulas destinadas al Alto y el Bajo Perll, la exporlación de escasos textiles (m
piezas a. Salta y quinientas a Jujuy) y la importación de efectos provenientes del ·P
cálidas tierras bajas. Las relaciones más importantes se daban con Tucumán, desde- fa:
donde ocasionalffiente venían maderas, muebles, arroz, azúcar y quizá tabaco. 49 Tam~-­
bién ocasionalmente ingresaban partidas de azúcar de Jujuy y de rrucuman al igual''

47. Agradecemos este documento a S. Tell {AHP/C, E. 4. L. 46, t.!!, Exp.16).


48. De 1800 a 181 O las exportaciones no ganaderas de Santiago alcanzaban un prornedio
de 38.660pesos (30 mil pesos en ponchos. suelas. cueros de chinchilla, cueros, etc.), de Joscualeff
~)8 por ciento iban hacia Buenos Aires. Las de Tucumán llegaban a 26.677 pesos de los cuales'
83 por ciento iba a Buenos Aires (12 inil peSosen suelas, 4 n11l pesos en arroz. 5 1nil pesos en lana~
de auqué.nldos, quesos. garbanzos. bateas. ele.). Ese tipo ele exportaciones era n1ucho máS'.
reducido en Salta y Jujuy -11.543 la prhnera y 15.731 la segunda- y sólo 50 por ciento de las
rnisrnas llegaba a Buenos Aires y consistían en lana de vicuña y guanaco de las tierras altas de'<
la Puna y en algunos cueros y n1inerales. ,
49. En 1779 Navarro y Paula Sanz anotaron que en TucurnáJ1 se cultivaba tabaco ele buena calidad-<
pero en escasa cantidad. y proyectan su inclusión en la rcnt_a del tabaco_para evitar el frecuente__:
contrabando que se hacía hacia San ,Ju<tn. Lo Rioj<'! yCalatnarca (Nava1To. l 860 [17791: 305. 312~.­
Paula Sanz, 1977 [1779]: 48, 52). ·
{.,as re!acioues tnercantiles de Córdobn. ( l 800-1830) 167

que cera y n1iel de San.hago del Estero."º Todas esas iniporlaciones en su conjunto
alcanzaban a un pron1edio anual de 4.600 pesos; desconlando los lcjidos, dejaban un
saldo negativo de 3.100 pesos.

SÍNTESIS SOBRE LAS RELACIONES MERCANTILES INTERREGIONALES


é;N LA PRJMERA DÉCADA DEL SIGLO XJX

Si agrupamos el conjunto de saldos de las balanzas comerciales realizados sobre


la base de la circulación "legal" de productos, nos enconlramos con que Córdoba tenía
una balanza comercial equilibrada o positiva ya que los movimientos que heinos podido
cuantificar nos muestrai1 vn saldo a favor cercano a los 30 mil pesos anuales. En estos
aún falta agregar el ganado vacuno que sale hacia Chile a través de Mendozay descon-
tar las mulas a pagar en la can1paña santafesina y bonaerense, el estanco del tabaco
y los costos de invernada y transporte de mulas al Alto Perú 51 pero, en conjunto, su
res111tado nos habla de una situación beneficiosa para la región y con posibles retornos
monetarios acumulables.
También, como síntesis, cabe mencionar que si bien había rnuchos productos
circulando, sólo un grnpo de ellos se destacaba puesto que en conjunto representaban
más de 90 por ciento de los valores totales. Eslos importantes productos eran las
mulas, los tejidos de lana y los cueros en las exportaciones y, para las importaciones,
eran los efectos de Castilla, el azúcar, la yerba, el algodón, el aguardiente, el vino, las
suelas y. seguramente, el tabaco.
Para entender cifras tan favorables para la economía regional en un siste1na eco-
nómico donde el drenaje de dinero hacia la metrópoli era constante, hay que recordar
que en la base de todas las relaciones mercantiles de Córdoba, como desde los inicios
del siglo XVII, seguía estcmclo la exportación de mulas hacia los centros n1ineros alto-
peruanos desde donde provenían los retornos en dinero que permitím1 pagar todo el
conjunto de consumos e insumos importados. Justamente durante casi toda la prime-
ra déCada del siglo XJX se dio un auge de estas exportaciones, hubo una importante
recuperación del "ramo de.mulas", con aumento de las mulas exportadas y con altos
precios, y también hriy qt1e· recordar que no consistía en un movin1ie11to corlo sino que
el ascenso de estas exportaciones ya se había iniciado en la segunda mitad del siglo
XVIII. También en esos años había comenzado el otro cambio favorable para la balanza
comercial, que consistía en las exportaciones crecientes de tejidos de lana y de cueros
hacia el recientemente pujante Litoral y la ciudad de Buenos Aires, cambio rnuy
favorable en términos monetarios ya que con ellas se lograba recortar las exportaciones
de moneda regional que debían salir en pago de las también crecientes imporlaciones
de textiles europeos. Tejidos regionales bastos y baratos de lana a ca1nbio de caros,
lujosos y crecientes tejidos europeos con precios a la baja, ambos destinados al abas-

50. Las importaciones de Tucumán hacia Córdoba en 1805 alcanzaron a 7. 772 pesos {4 rnil pesos
en azúcar) pero en 1806 y en 1809 no ingresó ningún producto de ese orlgen. DesdeJujuy en 1806
ingresaron 5 n1il pesos en azúcar y de Santiago en 1805 entraron 600 pesos entre cera y miel.
5 l. Sin ninguna duda estarnos ante un cálculo inexacto. pero a su favor aducirnos que para
construirlo hen1os seguido los rnisrnos criterios que Salas (1979), Baquíjaná (1979) u otros
intelectuales de esa época.
~
Carlos Sernpat Assaclourian y Silvia Palorr1eque

Lccin1ienlo de un n1ercado consu1nidor porlcf10 y litoral en ascenso, era la relación que


estaba en la base de es le nuevo circuito exportador. ~[~odas eran ca1nbios fr1vorables que f,,
se asentaban en demandas crecientes originadas tanto en la eco11on1ía n1inera aHope-
ruariU cómo en:I-3uenos Aires y el Litoral con sus exportaciones ultramarinas.
Pero los n1isn1os cambios que habían favorecido el desarrollo de las exportaciones
ultran1arinas de Buenos Aires y del Litoral trajeron un can1bio desfavorable. a corto y
a largo plazo, para todas las reg;ioncs del espacio colonial en ,general y soiJre todo para
algunas en particular. El aumento creciente de las in1portaciones de productos euro-
peos no sólo reproducía incrementado uno de los mecanismos del antiguo sistema
colonial por el cual fluía metálico hacia la n1elrópoli en concepto de pago de efectos
irnporlados y, en consecuencia, el au111ento de las importaciones europeas siempre
signi11caba una iuerma del metálico disponible en todo el espacio colonial. Aparte de :' ¡I
esto, los efectos europeos importados desde fines del siglo XVIII, a pesar de sus oscilan- '1
~
tes lle~adas, presentaban un nuevo problema porque algunos de ellos ya comenzaron t
a entrar en competencia con determinadas producciones del espacio interno colonial, !

como vi1nos para el caso de los vinos mendocinos y los tejidos de algodón cochabam-
binos y catan1arqueños en el mercado de Buenos Aires que si bien lograban persistir,
lo hacían a cosla de una merma en sus cantidades y en sus precios.
!-Jubo otro tipo de cambios cuya magnitud e importancia para Córdoba y las regio-
nes del "interior" aún no podemos dimensionar. Nos referin1os al recorte de los espacios
articulados en los circuitos del mercado de la costa del Pacífico. Cómo afectó la dismi-
nución de exportaciones de azúcar peruana {como parte de un conjunto de articula-
ciones intcrregionales) a las exportaciones ganaderas de Córdoba hacia Chile es algo
que no podemos n1edir, no sólo por falta de dalos sino porque en ello se entrecruzaba
el ascenso de la competitiva producción ganadera me11docina. Sólo podemos concluir
que en estos años, y por pedido de los comerciantes de Buenos Aires, se debilitó un
circuito muy complejo, que generaba múltiples relaciones entre distintas especializa-
ciones productivas del mercado interno colonial. Pensando en el futuro, corresponde
citar una muy sugerente frase dicha en nombre de los afectados productores de azúcar
peruana:

Debe ser una máxima fundamental {... J no abandonar el comercio al ar-


bitrio de los comerciantes [... J siempre [debe dirigirlo el] Gobierno Superior
para que redunde en beneficio [. .. J del bien coinún. 52

Si nos reducimos a las relaciones inlerregionales de Córdoba e intentamos llegar


a alguna conclusión sobre lodos los cambios observados, u11a opción podria ser una
shnple suma de los valores exportados más los importados, de los cuales podríamos
concluir que en esos años la relación rnercantil hegemónica se daba entre Córdoba,
Buenos Aires, el Litoral y Paraguay, en lanto la suma de sus in1portaciones y expor-
taciones era mayor que la de ·las exportaciones de n1ulas hacia los cent.ros mineros 11

alloperuanos. Entendemos que esto no seria lo adecuado ya que, desde la perspectiva


del posible desarrollo de las economías regionales, el intercambio de ünporlaciones de
·~;
productos europeos por plata americana seguía siendo una de las vías a través de las
cuales el sisten1a colonial extraía el metálico del espacio y, justamente, esto iba en
){
dclritnento del desarrollo de sus posibilidades económicas. En consecuencia, podemos

52 .. Consulado ele Buenos Aires, Actas ... , IV, pp. 107-11 ~¡_
":Las rc!acio11es rnerca11tilcs de C61·ctobci ( ! 800· 1830) 1 fi9

planli:-ar que en los últinios años coloniales la diniunica de la econo1nia regional de


Córdoba resultaba de su integración al eje c10111inanle Alto Perú-Buenos Aires~L..ito­
fal, dado que an1bos eran los dos principales 1nercados para su producción nlercant.il
{n1ulas y lejidos-cueros, en ese orden), zonas con las cuales había escasos retornos de
producciones locales excepto las rnulas de cría, pero desde donde ingresaban las
costosas ünporlaciones de efectos europeos redistribuidas desde el puerto de Buenos
Aires. ,Junto a estas relaciones se daban otras de jerarquía secundaria pero donde los
intercambios ton1aban n1ucha importancia; eraJ-1 las exportaciones de tejidos a Para-
guay a cambio de la yerba y el tabaco, y las exportaciones de ganado a Chile a ca1nbio
del azúcar peruana y otros efectos. Para los otras regiones vecinas1.Córdoba era casl
un mercado de consumo para sus productos locales, no había mayores intercan1blos;
en este grupo se incluían principalmente Catamarca con sus algodones y suelas, La
Rioja con su vino y San Juan con sus aguardientes, aclarando que desde Catamarca
se traía el algodón, un insumo indispensable para la producción local.

LAS RELACIONES MERCANTILES DESPUES DE 1810

Las relaciones rnercaniiles con el Alto y el Bqjo Perú

Como ya se planteó hace años, las exportaciones de mulas de Córdoba, principal


e indispensable circuito a través del cual retornaba la plata a la región, entra en crisis
cuando las zonas del Alto y el Bajo Perú quedan ocupadas por los partidarios del orden
colonial. En 1811 se sacan de Córdoba para Salta sólo 4.229mulas, 400 en 1812 e igual
nún1ero en 1813: en 1814 y hasta el fin de la década la cifra de exportación a las
provincias de "arriba" es cero. El inicio del cjclo militar ocasionado por el moVimiento
independiente y sus múltiples consecuencias explica el abrupto corte de las exporta-
ciones n1ulares y nos permite inferir el incierto futuro de este ramo (Assadourian, 1983,
cap. VI). La producción de plata potosina, que e11 medio de la guerra se derrun1ba entre
1812 y 1815, luego se recupera pero sin alcanzar ni a la mitad del producido en la
última década colonial (Platt, 1997, gnillco !).
El derrumbe del tráfico y algunas de sus consecuencias más drásticas son expues-
tas por el Cabildo de Córdoba:

... en esta Ciudad ha faltado el tráfico activo de mulas, que era el que llenaba
de numerario esta Provincia con su exportación, y es constante que se hallan
en represalia en el Alto Perú, de Córdoba pólo mas de setecientos mil pesos
y otros tantos que se hallan en inulas en'Cstos potreros y los de Salta. 53

Al cerrarse el acceso a los ten-itorios que proveían de numerario a la región, sobre-


viene una desmonetización generalizada de la economía junto a una crisis social de
masas, afectando tanto a los pudientes como a los grupos subalternos ligados a este
sector exportador. Algunos grandes criadores y sobre todo los mercaderes sufrieron
grandes pérdidas, como se observa en el documento antes citado y en otro de 1828
donde se relata que Dalmacio Allende, uno de los vecinos más ricos e influyentes de
Córdoba en su tiempo, con n1otivo dela quiebra del negocio de mulas "... cuasi no tenía

53. AMC, L. 46", 1812, f. 121.


J 1

170 Carlos Se1npal Assadouria11 y Silvia Palo1neq '1

1 ele que vivir en el puelJlo por lo que se rcliró al campo ... ade1nt:is de eslo ya se le vé:l
1

1 pidiendo a los aini,~os pedir uno u otro peso co1no para plala de Uolsillo" .:o~ La crisis q_'
ran10 de n1ulas ta1nbién afectó a los pequeflos o n1edianos criadores e invernadores
a Jos arrieros. La cría e invernada de niulas reposaba sobre la producción a peque
escala de cientos de carnpesinos que criaban entre cinco y lrcinla aniinales (incluso e
las "estancias" n1ayores los capataces y agregados podían tener en propiedad un
1 rnanada de yeguas y algún burro hechor) y la conducción a Salta o al Perú se hacía con
la participación ele cuadrillas de arrieros especializados. F:s decir que había un sectói-,
de trabajo lljo y estacional considerable vinculado a esta actividad que, con la crisis-:-·
tarnbién vio desaparecer sus ingresos rnonetarios (Assadourian, 1983: 318-320). '
Cabe matizar la parle del documento del Cabildo de 1812 donde inenciona que h.:W-
700 n1il pesos de cobro pendiente en el Alto Perú y que no se pueden cobrar por
"represalias", La existencia de las deudas, aunque no sabemos si de tal magnitud, y:
las dificultades para cobrarlas se confinnan por la existencia de expedientesjudicialeS.
cordobeses referidos a estos cobros hasta 1835. 55 Lo que está en duda es la imposibi~---,
lidad de cobrarlas a causa de las "represalias" en tanto este argumento forma parte deÍ':_
discurso político del momento. Por un documento de 1816 podemos saber que uriá:,
parte de las deudas se cobraron hasta 1811, que en 1816 en Perú y Chile aún quedaban
cobros ln1portantes pendientes y que esta situación incidía en las decisiones políticas X
del momento. Es interesante anotar que, hasta 1816, no parece haber habido un'·
desconocimiento de las deudas por parte de los altoperuanos ni represalias políticas
espafi.olas que impidieran o diHcultaran la continuidad de las relaciones. El mencio- <-
nado documento se origina cuando en febrero de 1816 el Gobierno de Buenos Aires,
y en marzo el Gobierno de Córdoba, basados en "noticias" sobre que en Chile se había
formado una comisión para secuestrar las propiedades de los individuos de las "Pro-:-
vincias Unidas", ordenan una medida similar como represalia. En oposición a esa ,
medida, un grupo de importantes comerciantes plantean que "los intereses qt1e en esta "'
provincia se pueden secuestrar provenientes del reino de Chile son en eslremo des-
iguales en cantidad a lo que este comercio tiene en el citado reino y en todo el Alto Perú, :
desde Salta hasta Lima". Expresan su duda sobre que en Chile se hayan tomado estas ¡
medidas, que antes hubo similares noticias sobre el Perú y no fueron ciertas, ya que . ti
"[en 1811] partí yo Dn. José Velez para la capital de Lima[ ... ] y en efecto yo recogí 7 :i
nlil pesos de los intereses que allí tenia y me regresé a este destino sin que nadie me ¡·
embarazara mi cobranza y mi salida; eso mismo podrá. decirlo Dn. José Joaquin de la
Torre que también fue a Lima al mismo tiempo y Don Solano Echenique que ya se
hallaba en aquella capital anterior a nuestra llegada ... ", ", .. nosotros en esta provincia
[Córdoba] nada tenemos de Lima ni Chile[ ... ] y por consiguiente no se podrá cohonestar
la pérdida nuestf'a ... ". Ante esta presentación, un asesor aconseja rever la medida,
dado que los solicitantes son personas cuyas fortunas eran "propias y peculiares de
los hijos del suelo de Córdoba". 56 1:
El corte de las exportaciones ganaderas hacia el.Alto Perú no afectó sólo a Córdoba ¡,

54. AIIP/C, Jud .. E. 3, L. 82, E. 16, f. 5.


55. Romano {1999b: 178) menciona que ha localizado este tipo de expedientes E"JI 1821 y en 1829
(ANH/c, Prot., 1821, t. 3, 17 y 1829. t. 2, 12, fs. 222~223) y otro sirnilar el(_ 1835. "f!
56. Af!P/C, E. 4, [,, 49, 1816, t. l, E. 10.
k'lS relaciones rnercantiles de Cúrdoba (1800-1830) 171

sino a lodo el espacio, corno lo rnuestran los docun1cntos de sisa ele Salla donde
desaparecieron esas exportaciones. Pero, con10 planteó }!alperín Donghi {1979: 80), "la
ruptura no podía ser lota!" ya que algunas relaciones se mantuvieron a través del
tráfico clandestino que crecía en Ja dificil y poco controlada ruta del Despoblado. E~slc
can1ino que, según Godoy Oro (1957 [1806]: 235), partía desde Jáchal y llegaba a
Potosí, era poco usado en los aií.os coloniales: "No se trajina por despoblado (este es su
no1nbre). todo él de pastos de puna". La parte norte de esta rula era una de las que
seguían las recuas de n1ulas hacia el Alto PerU y Sánchez-Albornoz ( 1965b) no la su
poca utilización durante el período colonial, 1nientras su reactivación en el siglo XIX es
observada por Conli (1989) en coincidencia con lialperín Donghi. 57 Cabe relacionar
estas referencias con otra, de páginas atrás, donde vimos que había un camino "de las
sie1Tas" que unía San Juan con Chile, también con poco control fiscal, porque con éste
se con1pletaría el recorrido de una ruta que saliendo de Chile por "las sierras" llegaba
a San Juan y continuaba por el camino del "despoblado" que, a través de los Valles
Calchaquíes, subía por Cachi y Ja Poma directamente a la Puna. Todo un largo trayecto
alejado de los centros urbanos y sin controles fiscales, con tramos desérticos pero
tan1bién co11 buenas pasturas en algunas zonas de los valles, Cachi o la parle norte de
la Puna jujeña.
1-íubo cortos períodos cuando los ejércitos de las Provincias Unidas lograron
entrar victoriosos al Alto PerU y Potosí (septiembre de 181 O a junio de 181 l, fCbrcro
a noviembre de 1813 y abril a noviembre de 1815) y junto con ellos también. ingre-
saron los mercaderes. Si bien en todas las provincias del "interior" tendieron a subir
las importaciones de efectos ultramarinos luego de 1810, en Tucumán y Salta son
notorios s11s incrementos en 1815,cuando el ejército de las Provincias Unidas logra
entrar al Alto Perú. En Tucumán, donde las importaciones de efectos ele Castilla
alcanzaban a 43 mil pesos anuales en la última década colonial, en 1815 suben a 152
mil. En Salta, donde sus importaciones de efectos ultramarinos alcanzaban a 60 n1il
pesos anuales, en 1815 se cuadruplicaron alcanzando a 236 mil pesos, de los cuales
hay cien mil pesos cuya introducción proviene de "comerciantes ingleses" que venían
de Buenos Aires. Incluso en 1815vue1ven a exportarse casi 500 mulas y 3 mil vacas,
según los libros de sisa de Salta. 58 ParaJujuy no contamos co11 esos datos, 59 pero si
sabemos de los festejos que ocasiona la comunicación con Perü "hasta aqui suspen-
dida por las circunstancias de la guerra [y] ay abierta[ ... ] se ha celebrado con repiques
generales" (Rojas, 1913, n: 117).
La guerra de la independencia ocasionó grandes gastos y ocasionales bloqueos del

57. SegúnSánchez-Albornoz {l 965b: 281, 285) las 1nulas, desde Salla, seguían tres caminos: uno
por la Quebrada del Toro hasta Piscuno. el otro por Jujuy y Quebrada de Humahuaca y el otro
por los Valles Calchaquíes {zona de invernada) que subía directamente a la Puna sin pasar por
la Quebrada del Toro ni por el Valle de Lenna facilitando la extracción clandestina, pero en su
opinión eran pocas las que lo transitaban por las dificultades que presentaba la subida a la Puna.
Esas rnis1nas nitas son las utilizadas en el siglo XIX según Conti (1989; 42).
58. Parte de los libros de la serie de hacienda de las provincias interiores se encuenlra en el l\GN,
Sala 13.junto a la docurnentación colonial. De los deTucumán hemos consultado los correspon-
dientes a 1815; de Salta. a 1811-1815; de Catamarca, 1815 y 1816; Santiago del Estero, 1815
y 1817; La Rioja 1811-1813.
59. Los libros de hacienda de Jujuy en el AGN se interrurnpen en 181 O.
172 Carlos SernpaL Assaclourian y Silvia Palon1eque

pucrlo a BuenosAires 00 pero quienes más sufrteron fueron aquellas provincias con sUs
exporlaciones interrumpidas y que, encima, soportaron a uno u otro ejército en sus
tierras y fueron consun1iendo parte de los ganados que antes se exportaban. En 18131 1
para Manuel José García, aunque Buenos Aires tenga paralizado su con1ercio por e1 11
bloqueo del puerto y agotadas las reservas de dinero, las otras provincias estaban en
situación aun más difícil:

Las provincias de Córdoba, Tucun18.n y Salta, c11ya riqueza consistía en


ganados que exporlaban al Perú, han perdido enteran1enle su tráfico desde
el año primero de la H.evolución. Han sufrido luego las cargas de contribucio-
nes y c1npréstitos, y eslas dos úllimas, han mantenido además sobre su
territorio, los ejércitos de la Patria y los de sus cnen1igos y han talado los
can1pos y Jos pueblos. Las provincias ele Montevideo y Entre Ríos, están ¡¡¡
desvastadas por los grupos armados que siguen a Artigas y a sus caudillos, .•
.\,¡
,
después de haber sufrido lodo el peso de la can1paña de Montevideo. (Citado ¡.¡
por Nicolau, 1988: 60)

La presencia de los ejércitos en las provincias del norte también in1p1icaba 1.in nece-
sario consu1no de varios efectos pero sobre todo de vacunos, mulas y caballos. 61 En los
libros de hacienda de Salta de 1811, como "Data de Gastos de Guerra" se registra que
el gobierno provincial compró más de 5 mil 1nulas a un valor promedio de 11 pesos a los
anl.iguos mercaderes exportadores. 62 En Jujuy en 1813, ocupado por los partidarios del
orden colonial, los comerciantes intentaron exportar ganado vacuno aprovechando la
libre circulación hacia el norte, pero en acuerdo con las autoridades militares el Cabildo
emitió un bando prohiQiendo su extracción porque el "Ejército Real de Banguardía
situado en estas dos ciudades necesita de todo el que hai, y que quizá no será suficiente
por el aun1ento de Tropas que se aproximan a esta ciudad" (citado por Rojas, 1913, 1: 36).
La situación fue empeorando a medida que continuaba la guerra. y jun.to a los recursos
propios comenzó a aparecer el apoyo de otras regiones. El consumo de los recursos de
esas regiones era muy grande, y más aún los relacionados con el sector ganadero. En
l.816 el Cabildo de esta misma ciudad informaba que se halla "obstruida la il~temación • ,-¡
del Perú, paralizado todo el comercio que gira sobre aquellas Plazas, la Can1paña <leso~

60. Segú.n Ni cola u (1988: 38-66), la política económica de las autoridades de Buenos Aires desde
181 O tiende favorecer las exportaciones pecuarias. pero es errática y llena de n1edidas coyuntu-
rales. Si bien se mantiene una polilica favorable a los exportadores, que busca ron1per con las 11
limitaciones impuestas por el monopolio español rnientras bajan los aranceles a algunas in1por-
taciones procurando un mejor abastecilnicnto de su región. lan1bién esperan lograr un crecimien-
to del tráfico mercantil que posibilite el incrernento de una recaudación fiscal necesaria para 11
enfrentar los crecientes gastos rnilitares. A pesar de estas pri1neras rnedidas de política económi-
ca, o a causa de ellas. junlo al aun1enlo de los gastos militares se da una reducción noloria de
la recaudación aduanera que baja 55 por ciento entre 181 O y l 813 junto con la renta total del
Estado que disminuye 45 por ciento, iniciándose en 1811 una economía de guerra con ernprés-
titos hacia cornerciantes y propietarios que cada vez serán rnás frecuentes y con duras medidas
de confiscación ele fondos hacia los espaüoles.
61. Véase un registro de los consumos del ejército en ganado vacuno, caballos, tabaco. aguardien-
'){
te y arroz en Tucurnán en 1815 y 1816 en un interesante artículo de LeontPinto (1978: 263).
62. AGN, S. 13-10-5-1.
LtlS relaciones n1crcanliles de Córdoba (1800-1830) 173

lada, consun1idas sus producciones, recargado el país con el sosten del Quartel General
que ha mantenido por el tie111po de la rebolución, arruinada la fortuna e interezes de los
parliculares, exaustos los fondos nacionales y agotados todos los recursos y medios de
producción" y suspendió el cobro de unos derechos a los "hacendados y can1iceros [que
abastecen la ciudad porque están] aniquilados por los frecuentes aucilios de ganado que
subministran para el sosten del Ejército Auxiliar". Pocos días después, en una reunión
con todos los vecinos donde se orgai1izabru1 para detener el avance del ejército realista
que avanzaba desde Yavi, pedían prestadas cien monturas a ser devueltas con las que
estaban al llegar de 'I'ucumán, cuatrocientos caballos a ser devueltos con los que ven.ían
de Córdoba, ganado vacuno y doce mil pesos a ser cubiertos con libranzas sobre Buenos
Aires (ídem,!: 216, 227),
Córdoba fue lugar de paso de los ejércitos y prestó colaboración con los recursos
necesarios para la recuperación de Allo Perú y Chile63 hasta que, en 1818, el Ejército
del Norte se asentó en sus tierras. Recién después de 1820, en el periodo de las
"autonomías provinciales" y el gobierno de Juan B. Bustos, se inició un periodo pacífico
que duró hasta 1829, cuando éste fue derrotado por el general José María Paz y se
reinició "un tien1po de gran intranquilidad. de acciones guerreras hasta su caida en
marzo de 1831, momento en que la situación se tornará aun más caótica" (Converso,
Grossi y Solveira: 1978: 221, 222).
En un primer momento la guerra implicó f·uertes aportes de recursos de los sectores
pudientes urbanos y de la Iglesia, que fueron sometidos a frecuentes contribuciones en
dinero, 64 pero tan1bién de la población de la campaña. En 1817 el síndico procurador del
Cabildo relataba que la población de la campaña había aportado "en el termino de ocho
años ponchos, caballos, mulas, y ganados sin intermision para todas las fuersas mili-
tares que han pasado a Chile y al Perú en defensa de nuestra amada patria". 65 Esta
situación se agravará más aún luego con la presencia del ejército, y en 1819 el gober-
nador de Córdoba ya se refería a "las calamidades de la guerra civil. [... ]Los campos se
han agotado, los sembradíos se han perdido y una peste amenaza a la salud publica''. rm
Después de noviembre de 1815 las zonas n1ineras quedaron bajo control español
hasta la independencia de Bolivia. Para los últimos años de este período hemos encon-
trado documentos que muestrai1 que en Córdoba también había comerciantes alertas
sobre los cambios en la situación de la frontera y, desde 1821 a 1824, sus cartas nos
expresan la accidentada continuidad de las relaciones mercantiles fronterizas para los
co1nerciantes importadores de efectos ultrarnarinos 67 (pero no tenemos referencia a]-

63. Chile se mantiene con control de los revolucionarios hasta 1814, y luego éstos vuelven a
recuperar el poder después ele las batallas de 1817 y 1818.
64. Entre 1815 y 1816 hemos localizado muchas solicitudes de comerciantes que, frente a las
dificultades para pagar los empréstitos exigidos, pedían rebaja o excepción. Varios ya estaban
encarcelados con sus bienes secuestrados y piden que se les levante el secuestro de bienes y la
orden de prisión para poder juntar el dinero para pagar. En general, las respuestas del gobierno
son muy duras (E4, Leg. 48, 1815, t. 2. E. 4. Leg. 49, 1816, ls. 1 y 2). Sobre las contribuciones
de la Iglesia, véase Teclesco (2001).
65. AIIP/c E. 1, L. 448, 1817, E. 7.
66. !EA, N' 07368, N' 00308.
67. Con ti ( 1989: 40) también localiza un expediente judicial de 1820 donde hay referencias a un
comerciante santiaguef10 que reexporta efectos de Castilla hacia e'l Alto Perú, Pareciera que con
n18.s apoyo de las autoridades jujeñas que de las salteñas.
174 Carlos Scn1pat Assaclourian y Silvia Pnlon1cqu

guna sobre exportaciones de mulas). f<.:llos vivían un ir y venir constante, a veces si


sentido, de un lado al otro de la frontera, para poder abastecer un 111ercado con precio
ilnprevisibles a causa de la con1pclencia del abaslecimienlo ingles ya presenle en la.$·;;,
costas del Pacífico. ,,,
En 1821, desde Jujuy don Mig;ue! Antonio de Sarasibar le cuenta a don Miguel~­
Tagle, de Córdoba, que era casi imposible acceder al codiciado n1ercado y que incluso,''
por los precios que alli había, n1ás valía in1portar que exportar. Sarasibar decía:

Ha errado este y otros en suponer franco el transito para el Perú: se


procede con mucho rigor en la introducción de efectos sea de la clase que
fuesen. especialmente los de Castilla, siendo tan fuertes las ordenes que el
general Ramírez a expedido a Olañeta que a este no le queda arbitrio alguno.
Yo me he interesado a favor de uno u otro amigo pero infructuosamente
[además, alguien que bajó] hace tres dias del Perú ine asegura que [... ¡ los
efectos estan tan abundantes y baratos que se puede ir allá a en1plear para
traer a estos lugares y que este trastorno es originado de los rnuchos azogues
y efectos que han introducido por la costa los ingleses. 68

En otra carta dos años más tarde, en junio de 1823, le relata la inestabilidad exfs.:.
tente y los traslados entre Potosí, Salta y Jt.1juy que soportan estos comerciantes:

Todos los comerciantes que estan en Mojo fueron mandados a salir: el


Doctor Subiria y ciernas salteños pasaron ahora 15 días: Don Joaquin Eche-
verria llegó ahora 3 dias y en su con1pañía Don José Gómez Pinto me dicen
saldrá ... si su hijo regresaba de Potosí. [... ] Umaguaca y toda la quebrada [con
las alai-rnas de] que biene el enemigo [estáJ saliendo a dormir a los ce1Tos. 69

Y en una tercera carta, de 1824, Sarasibar n1enciona cambios en las tendencias de<
los precios de los textiles, que de Jujuy "para arriba" están más altos que en Córdoba,-,
pero que "toda la correspondencia era revisada por el Comandante de Omaguaca". 7ff·'
En 1825 Bolivia logró su independencia de España y se reiniciaron las relaciones'-''.
mercantiles de las Provincias Unidas con un centro minero con la producción potosinff'
reducida a la mitad y que recién registra un alza nol.oria y de corta duración para 1838-_ <1
1843 (Platt, 1997, gráfico 1). Según Halperín Donghi, "para las provincias del interiOJé
lo peor habia pasado" pero las relaciones entre el Alto Perú y el resto del antiguo
virreinato ya no se reconstruirían sobre las líneas anteriores porque el altiplano {al
igual que Chile) había escapado a la órbita atlántica y entrado en la de Valparaíso,-
centro del comercio británico en el Pacifico sur. con lo cual el "interior" quedaba como . iT
proveedor de ganados y dejaba de ser el intermediario entre el altiplano y Buenos Aires:.
(Halperln Donghi, 1979: 82). Estos planteos de Halperin Donghi han sido precisados
y en parte modiflcados por investigaciones más recientes. A un primer planteo de
Pavoni sobre que en la década del 30 Tucumán y el norte exportaban ganado a BoUVi.:t<
mientras intentaban mantenerse corno transportistas de los efectos ultramarinos que;_'.

68. !EA, Nº 10.555.


69. IEJ\, Nº 10.563.
70. ISA, Nº 10.571.
Las relaciones rnercsntiles de Córdoba ( l 800-1830) 175

venían de Buenos Aires con ese des Uno (Pavoni, 1981, u: 2}, sigue otro de Con ti, quien
sostiene qlle no se perdió todo el Alto Perú para las ilnportaciones de efectos ultrarna-
rinos ingresados por Buenos Aires, que sólo la parte norte es la que depende del
abastecin1iento de los puertos del Pacífico nlientras la parte sur quedó vinculada a
Buenos Aires. al igual que Salta, Jujuy yTucun1:in. Si nos Jljamos en el límite sur de
il
este espacio, en la provincia de Tucumán, puede observarse que si bien prefiere abas-
f,
tecerse en Buenos Aires, en el período ele bloqueo del puerto de Buenos Aires en el
Uliin10 lustro de la década del 20, le llegan desde Bolivia 25 por ciento de los efectos
ultramarinos (Cáceres Cano, Martínez y Odstricil, 1979; Cáceres Cano, Martínez y
Nanni, 1982; Nicolini. 1992).
Tenen1os que considerar que no sólo las provincias del norte sino todas las del
"inte1ior" lendieron a reanudar o reactivar antiguas relaciones durante el mencionado
bloqueo del puerto, pero que esto se dio en dislintos grados. En Córdoba tambien
ingresaron Ltnos 10 mll pesos anuales en efectos ultramarinos desde Chile durante dos
años, 1828 y 1829, pero significaron sólo 13 y 5 por ciento del total importado por
Buenos Aires, mientras en la última d€:cada colonial sólo había ingresado una sola e
importante partida en 1808. Distinta parec1era ser la situación de La Rioja y Catamar-
ca, donde sietnpre se puede observar una presencia más permanente de las importa-
ciones desde Chile, y no sólo en periodos de bloqueo del puerto de Buenos Aires. 71
Posiblemente lo sucedido en estas dos provincias sea similar a lo ocurrido en Mendoza,
cuyas importaciones de efectos de Castilla provenían tanto de Buenos Aires como de
Chile pero que a partir de 1812 es invadida por las importaciones de efectos ultran1a-
rinos procedentes de Buenos Aires, con excepción de los años de cortes de caminos o
de bloqueos, cuando vuelve a' Ser abastecida desde Chile (según se observa en los datos
aportados por Acevedo, 1981: 44).
También Con ti den1uestra que la reanudación de las reexportaciones de Jujuy y el
Alto Perú se iniciaron en 1824, las exportaciones de ganado mular en 1825 y las de los
vacunos en 1829 (Conti, 1989: 46). De acuerdo con los registros del Libro de Guías,
en 1824 por Jujuy se reexportaron efectos de la tierra como yerba, aguardientes y
pellones y ninguna cabeza de ganado y, de acuerdo con nuestros cálculos sobre esos
datos. anualmente se exportaron 2.500 mulas entre 1825-1831y1. 700vacunos entre
1829 a 1831. Todos estos ganados provenían de San Juan, La Rioja, Catamarca y de
parte de Salta, y su destino era la parte sur del Alto Perú (ídem: 40)
Si comparamos estos datos con los del ganado que salía por la tablada de Jujuy en
la última década (6.819 mulas y 9.682 vacas anuales) y pensamos en la posible
demanda altoperuana, tenemos que concluir que sus cantidades no eran significati-
vas; las exportaciones sólo alcanzaban a un tercio de las mulas y a un sexto de los
vacunos qL1e se exportaban en la última década colonial mientras la producción minera
potosina sólo se había reducido a la mitad. 72 La oferta relativamente baja debió tener
relación con las dificultades que enfrentaron los productores y los mercaderes para
poder reorganizar las exportaciones.
Si bien en investigaciones anteriores no lográbamos saber si Córdoba había parti-

71. Al n1enos ésla es la idea que nos quedó luego de una revisión de las escasas guías que han
sobrevivido en ambos archivos.
72. Es posible que en ello haya influido la veloz desmonetización-que en BoliV':ia provocó el alza
de las i1nportaciones extranjeras en 1825 {Mitre, 1986: 21).
l 7(-) Carlos Se1npat Assaclourian y Silvia Pa\ornequ

cipado o no en este reinicio de las exportaciones rnulares hacia el Alto Perú (Romano:>
1999b: 178), un expediente judicial que recienten1ente hernos localizado nos pernüté'
sostener no sólo que Córdoba participó de estas exportaciones sino que velozrnente 8 ~-'­
organizó una feria de mulas en la ciudad, a pesar de los conflictos entre criadores é ,-
inven1adores, la indisciplina social que afectaba el siste111a de propiedad de ganadoS
en la can1pafla y los nuevos conlliclos polílico-111ilítares que se clan después de 1829-:;'
En el cltado expediente judicial vemos que en 1825 la viuda de don Juan del Signó,
propietaria de más de n1il n1ulas que babia entregado en invernada hacía años a don:
José Maria Allende, menciona que tiempo antes había quedado pendiente la resolución
de un juicio por el costo de la invernada ya que el gobierno había considerado que este
era un asunto que" por el estado y circunstancias politicas de nuestra América no {era
de] fácil disemimiento por cuanto la internación de la especie fuese prohibida sin que n
a los propietarios les quedase otro arbitrto que esperar el tiempo de la internación al i¡
:\:¡
Perú para poder extraer de los potreros en donde las pusieron a invernar". En este 1825
la viuda de Del Signo se presenta ante el gobernador Bustos porque "en el dia parece H
!!
;i¡
está ya libre el giro de las mulas y por consiguiente en estado los propietarios de poderle
1
dar destino" (f. 1).
En 1826 también, un perito co11firma la existencia de un período anterior de pro- _ _ ,
hibición de saca de mulas cuando el gobierno "prohibió la extracción de ellas e inter:- >'
nación al Perú, porque así convenía a las n1iras políticas de la causa de América" y
sostiene que los propietarios fueron más afectados que los invernadores mientras
menciona que uno de ellos que le ha comunicado que disponga de "sus mulas" porque'
"ya esta abierta la internacion del Perú" (f. 20). En el mismo año otro perito opina que
el invernador no puede hacerse cargo de devolver tantas mulas debido al "estado
lamentable de nuestra campaña que toda ella está llena de ladrones" y que las mulas
faltan tes deben pagarse al "precio de la Feria que ya se ha abierto en esta provincia" (f.
25). El expedientejudicia1 se interrumpe hasta que en 1830 se lo activa nuevamente·
y allí se resuelve: "Teniendo en consideración las circunstancias políticas del país" y ,
la in1posibilidad de la viuda de Allende de entregar las mulas, que se pague en dinerO
las mulas ql1e los Del Signo no puedan recoger directainente. 73
En síntesis, desde 1810 a 1825 se dio un corte en las exportaciones de ganado con
la consecuente interrupción de los únicos retornos de moneda, quedó mucha cantidad
de dinero por cobrar y en las zonas controladas por los ejércitos coloniales hubo cortos
y ocasionales accesos al centro minero entre 1810 y 1815 y. en años posteriores, las (
relaciones n1ercantiles fueron muy inestables y siempre con posibles vínculos clandes- ,
tinos a través de la ruta del Despoblado. Todo ello en n1edio de una producción de plata
potosina derrumbada prin1ero y disminuida después, mientras las posibles exporta-
ciones ganaderas se esfumaban e11 n1edio de una guerra que significaba no sólo un
consu1110 de ganados, dineros y hombres sino también un desorden de la producción.
Desde 1824, paulatinamente, se fueron rea11udando las relaciones mercantiles con el
Alto Perú con sus exportaciones de mulas y vacunos, pero éstas ya no eran una
reiteración de las vigentes durante la ú1tin1a dCcada colonial. La redistribución de
efectos ultramarinos al Alto PerU desde Buenos Aires a través de las provincias "inte-
riores" se vio reducida al "espacio surandino" (Mitre, 1986) que iba desde el sur de
Bolivia hasta rrucun1án, donde ocasionalmente era complementada por el abastecí~
miento a través del Pacífico en los periodos de bloqueo del puerto de Buenos Aires.

li

73. AHP/C. E. 3. L. 85, 1830.


Las relaciones 1nercantiles de Córdoba ( 1800-1830) 177

Tan1poco las exportaciones ganaderas parecen haber tenido la n1ismaenvergadura que


antes: a la reducción de la den1anda potosina se su1naron las dificultades para reor-
ganizar Ja producción y la exportación desde zonas donde los problemas internos la
habían desestruclurado. En este reinicio de las exportaciones mulares se integró
velozmente Córdoba, favorecida por un período de paz provincial conseguido desde .
1820, pero la reanudación de los conflictos n1ilitarcs en 1829 nos hace dudar sobre su ¡
envergadura en esos años. íl
Las relaciones con Buenos Aires, el Litoral y Paraguay 1
.
Las principales relaciones con estas zonas en la última década colonial consistian
1.
en la importación de productos et1ropeos desde Buenos Aires y en algunas mulas de
cría producidas en la campaña de Buenos Aires y del Litoral, en in1portaciones de yerba
y tabaco desde Paraguay y en la exportación de tejidos de lana para el consumo de
ambas zonas y de cueros con destino al mercado ultramarino. Todas ellas se 1nodifican
durante el período 1810-1830.
Si dejrunos de lado las ffecuentes oscilaciones anuales, vemos que entre 1810 y
1830 las importaciones de los efectos ultramarinos antes denominados "efectos de
l
~
;
j··•.

Castilla" alcanzaron un promedio anual de 258 n1il pesos, incrementándose en 65 por


ciento con relación a los valores ilnportaclos entre 1800 y 1809 (ver cuadro 1, gráficos
2 y 3}. El aun1ento de estas importaciones sobre la economía regional es aún mayor si
lo pensamos en términós de productos introducidos, puesto que sus aforos ·unitarios
tienden a la baja durante todo el período, aun durante los periodos en que tienen que
pagar más impuestos. 74
Estas importaciones ya no serán de productos espaf1oles o de europeos legalizados
como tales, ahora la grat1 mayoría será de origen inglés. Para l 822 contan1os con un
listado de productos importados, sus valores y su lugar de origen, que nos permite
observar este tipo de cambios. En 1822, en Buenos Aires, 52 por ciento de las impor-
taciones de efectos ultramarinos venian de Gran Bretaña (telas de algodón y laJ1a
principalmente), 12 por ciento de Estados Unidos (harinas y telas de algodón}, 13 por
ciento de Brasil (azúcar, tabaco, yerba y aguardientes), 8 por ciento de España, Sicilia
y Gibraltar {vino y papel}, 7 por ciento de Fra11cia {lelas de hilo y seda, cintas, trencillas,
etc.), 5 por cien lo del "continente" (varios}, 2 por ciento de Cttba (azúcar, aguardientes},
2 por ciento China (sedas) y 0,25 por ciento de Chile y Perú {cacao). También podemos

74, Durante los últimos años de la colonia, los productos rnanufacturados importados pagaban
33 por ciento de impuestos antes de llegar a los consumidores coloniales (Álvarez, 1941 [1912]:
82]. En 1810 se modificó la política arancelaria a favor de los exportadores pero sobre las in1por-
taciones "no se adoptaron disposiciones tendientes a 1nodificar la política económica 1nercanti-
lista" espaüola (Nicolau, 1988: 39) hasta diciembre de 1813 cuando el Triunvirato acuerda que
la introducción de artíCulos "extranjeros" pague 25 por ciento calculado sobre los precios corrien-
tes de plaza. 35 por ciento los caldos extranjeros, ropas hechas, etc., y 50 por ciento para gasas
y soinbreros (ide1n: 66). Aparte de estas modificaciones, conocemos otros cambios en los hnpues-
tos a las introducciones que son de orden provincial. El primero es en 1820 cuando se suben de
4 a 12 por ciento, el segundo de 1822 cuando bajan a 8 por ciento y el tercero de 1829 cuando
suben de 10 a 40 por ciento según l•.:; efectos, pero que en promedio significó un alimento de 12, 7
por ciento (cuadro 6).
178 Carlos Se1npal Assadourian y Silvia Palon1e '1
1
1

saber qLte en 181~ 83 por cicnlo de las in1porlaciones desde Gran Bretaña eran LcxL_
1
(46 por cien lo de tejidos de algodón, 31 por ciento de lana, 4 por ciento ele hilo y 2
cienlo de seda) (Hu1nphreys, 1940: 56). Poden1os relacionar estos dalos con I
anlip;ua y exitosa competencia de los textiles extranjeros de algodón que desplaz
a los locales cada vez que lograban llegar a Buenos.Aires, tema que ya tralan1os pé.gt
alrás. Los tejidos de algodón cochabambinos en el mercado de Buenos Aires suf
una severisirna retracción en 1810 y 1811 para desaparecer en 1814 (Garavagliá;
Wcntze!, 1990: 215).
Estas importaciones venían desde Buenos Aires casi exclusivan1ente, a excepéi~
de los anos de bloqueo de ese puerto cuando ingresaron algunas escasas n1ercade
desde Chfle. 75 Si bien para Córdoba el abastecin1iento de efectos ultramarinos de
Buenos Aires era una continuidad, páginas atrás observan1os que después de
Independencia se dio un reforzamiento de la presencia del abastecin1iento porteño
provincias co1no Mendoza y quizá en las otras vecinas a Chile, predominancia que M
.1¡
será interrumpida durante los cortes de caminos o años de bloqueos del puerto
Buenos Aires. Los datos que aporta una investigación de Wentzel permiten observ'' il
él
qLte para Buenos Aires se volvió muy importante mantener y reforzar su lugar
redistribuidora de este tipo de in1portaciones en el espacio que luego conformaría
territorio nacional. Si bien años antes estas zonas no tenían peso con relación a
grandes mercados del Pacífico y del Alto Perú, después de la retracció11 o desapartci
de estos últimos la redistribución en estas zonas que quedaron bajo su influencia
volvió fundamental en tanto era lo que le restaba del antiguo espacio controlado p
el puerto de BUenos Aires. 76
Volviendo a las importaciones de Córdoba, vemos que en las acrecentadas imp
taciones ultramarinas se mantuvo la predominancia de los textiles que, como en
época colonial, constituían más de las tres cuartas parte de los valores importados (
cuadro 2 y gráfico 4). Pero también hubo cambios significativos en el tipo de text
importados y en el rubro de los alimentos y frutos.
Respecto de los textiles observamos la existencia de un fuerte movimiento de a
entre 1811y1813 pero que luego se retrajo parcialmente para mantenerse en nive
más estables, siempre muy superiores a los valores ilnportados en el periodo coloni
En los últimos años coloniales la diferencia entre los valores de los textiles de algodO
lana y lino no era muy significativa, los tejidos de algodón eran 37 por ciento, los
lana 24 por ciento y los de lino 30 por ciento, y el otro 1O por ciento para las sedas. Des
los primeros años de vinculación directa al mercado m11ndial el cambio más signifiC 11
tivo fue el lugar preponderante que tomaron los tejidos de algodón que, a más d-é,f

-_,¿
75. Si bien no contamos con datos para 1826 y 1827 porque están incompletos los documentos--,
en elAHP/c, sí podemos ver que en 1828 ingresaron 11 mil pesos y 9 mil pesos en 1829, los qué:--
significaban 13 y 5 por ciento respectivamente del total de efectos ultramarinos importados pQt,
Buenos Aires en esos años.
76. Wentze1 demuestra que entre 1800 y 1813 Buenos Aires redistribuye 1.800.000 pesos en
.fl
efectos de Castilla fuera de su propia región {Litoral y Paraguay), es decir, en el Alto Perú, Chile_,--
Cuyo y provincias del centro y del norte. De este total, 60 por ciento aproximadamente iba hacia __ _' 1
el Alto Perú y Chile, y sólo 40 por ciento quedaba para el resto. Desde 1818 u 1821 la cantidad-·_-'.
redistribuida baja a la n1itad. 900 mil pesos, de los cuales las provincias de Cuyo, centro y norte,'"
("el interior") pasan a recibir 69 por ciento del total por la desqparición dehn1ercado nltoperuano'l
y la fuerte retracción del rnercado chileno-Pacífico {\.Venizel. 1987: 11).
relaciones cnercantile~ ele Córdoba (1800-1830) 179

duplicar sus cantidades, pasaron a ser entre 49 a 57 por cien lo del lota! ele los lcxtilcs.
g11 los tejidos de lana no se presentaron tantos can1bios; si bien lambié-'n se íncren1en··
taran, n1anluvieron una represen1alividad sen1ejanlc a la del período colonial oscilan-
do entre 20 y 21 por ciento primero para luego, hacia fines de la década del 30. baJar
a 14 por ciento. Los tejidos ele lino son los grandes perdedores enlre los de origen
europeo, ellos son los que 111ás decaen ante la irrupción de los algodones: de 30 por
ciento que representaban inicialn1ente bajan a l O por ciento para recién recuperar un
·poco de espacio a fines ele la década del 30. Los escasos y caros Lejiclos de seda se
:1ncre1nentan, llegando a 10 y 20 por ciento para luego caer notoriamcnl·e al final de los
30, cuando sólo alcanzaron 3 por ciento (ver cuadros 2 y 3 y grilfico 5).
El otro can1bio importante fue la crccie11te presencia de frutos y alimentos registra-
da desde 1816 cuando suben desde casi 8 1nil pesos anuales hasta 18 mil primero y
amas de 30 mil pesos en la década del 20. A pesar de lo que suponíamos, en el aumento
de estas importaciones no tuvo mayor incidencia el vino español, cuya presencia fue
casi inexistente hasta ] 817 y recién loina una cierta importancia entre 1823 a 1825;
estas importaciones consistieron principalmente en ünportaciones de azúcar y de aflil
que vinieron a solucionar el desabasteci1niento creado por la interrupción de la llegada
de esos productos desde Chile hacia 1815. El azúcar que arribaba desde Buenos Aires
estaba ortgil1ada en Brasil principalmente, con muy escasas 1nenciones a azúcar de La
Habana, y el añil era de origen europeo (ver gráficos 6 y 7). Al respecto corresponde
destacar que, según nuestros datos cuantitativos, en un primer n1on1ento la importa-
ción por Buenos Aires de estos prOductos y desde espacios ajenos al n1ercado inten10
colonial no respondía a una oferta a menores precios sino que fue una respuesta al
desabastecimiento creado por la interrupción de las imporlaciones via Chile. Esto se
modificó hacia finales de la dCcada del 20 cuando volvieron a ingresar algunas partidas
de azúcar peruana; ahí vemos qt1e sus aforos ya no eran co1npetitivos con los del azúcar
brasilefla. Lo co11trario sucedió con el añil de Guatemala, cuyos precios siguieron
siendo mas bajos que el europeo {ver cuadros 4 y 5), lo cual nos perrnite comenzar a
entrever que la explicación a esta interrupción de antiguas relaciones entre espacios
del mercado interno colonial no hay que buscarla en la competencia de precios sino en
los cambios políticos.
En síntesis, las importaciones de efectos tütramartnos desde Buenos Aires durante
1810-1830 tienen un crecüniento del orden de 65 por ciento; estos productos provie-
nen de Gran Bretaña en su mayoría y se componen principaln1ente de textiles de
algodón. En ellos, a partir de 1817 o 1818 se incorpora un nuevo tipo de productos
como el azúcar y el añil que dcspues de la interrupción de las relaciones con Chile
comenzarán a ser provistos desde Buenos Aires y tendrán origen brasiJeüo y europeo
respectivamente.
Las otras importaciones provenientes de estas zonas eran las n1ulas de cría para
ser invernadas en Córdoba antes de enviarlas al Alto Perú (importación que sin duda
se interrumpió) y las importantes partidas de yerba y de tabaco que venían de Para-
guay.
Las importaciones de yerba que en la última década colonial llegaban a través de
Santa Fe y que, junto al azúcar peruana, eran las principales importaciones de efectos
de la tierra del antiguo mercado interno colonial, alcanzaban a 13.500 arrobas afora-
das a 33. 700 pesos. Entre 1810 y 1830 el volumen y el valor de la yerba imporlada se
redujo a 57 y a 67 por ciento respectivamente en relación con los años col9~niales, pero
desde 1820 no toda esta yerba era paraguaya, como adverUrerhos luego {ver gráfico 8
y cuadro 6).
'1'
!SO Carlos Serrtpal Assaclourian y Silvia Palonieq''

Si bien los volúmenes de yerba paraguaya importada siempre presentaban oscil


ciones anuales, estos rnovinlientos se volverán n1ás inestables a partir de 181 O. En
ano puede observarse una severa caída que se agudiza en 1811 y en 1812 una rec
peración a niveles más bajos que los anteriores. En 1813 se observa una nueva retrc:
ción en las arrobas importadas, las cuales parecen estabilizarse hasta 1816; en 181
hay una abrupta subida para caer tan1bién de forrr1a brusca entre 1819 y 1821 (v ,
gráfico 9), aflo en que se interrumpen estas importaciones, recuperándose sólo en un'
n1ínin1a parte entre 1826-1828 para caer nuevamente en 1829 {ver gráfico 8). La báj
de 1810 y 1811 parece tener relación con la presencia de corsarios espafloles en
Parnná (Wentzel, 1988: 95), pero la estabilización a la baja entre 1813 y 1816 ~al igu
que la retracción ge11eral de esta in1portación- hay que relacionarla con el aumen
notorio de los impuestos que desde 1813 afectó a las principales importaciones
efectos de la tierra del mercado interno colonial. Se lrata de la contribución extraO
<linaria de guerra77 que, para el caso de la yerba -que antes de estos in1puestos ve 1
\'
aforada entre 16 y 20 reales-, significó un impuesto de 8 reales por arroba. La retr
ción de 1818y el corte de 1819 y 1821 también tien_e un origen en medidas impositi
políticas sólo destinadas a afectar a los productos de origen paraguayo: en 1817
aplican dos impuestos específicos que afectan la yerba y el tabaco paraguayo que s
los de eslingaje y consulado78 y en 1818 se redujero11 a la 1nitad los impuestos de
contribución extraordinaria de guerra, excepto a la yerba y el tabaco paraguayos. 79
1820 ya se considera la yerba como producto "extranjero" (ver cuadro 6) 80 mientras s-_,.--
aforo se disparq a 122 reales. Tras toda la guerra tarifaria está el interés de Buen
Aires de presionar a Paraguay para su incorporación a las Prov1ncias U11idas. Segú
Wentzel, éste fue uno de los elementos que incidió en la presencia de la yerba brasil e
de menor precio y calidad desde 1813 en Buenos Aires y su redistribución desde 18J
incluso l1acia zonas del Paraná, mientras, tras esos cambios, estaba un grupo
mercaderes santafesinos, porteños e ingleses que habían logrado desplazar al antig
grupo paraguayo-porteño (ídem: 195-198).
Cuando se interrumpe el abastecimiento de yerba paraguaya por Santa Fe, tres ·O:
cuatro anos despt1és, se inicia la provisión de yerba desde Buenos Aires. En 1s2i-Y,
1822 casi todas las guías de importación de yerba proveniente de Buenos Aires me~-~~ • ¿,

77. En las guias de efectos de la tierra en Córdoba consta que en 1814 comienza a cobrarse este;
nuevo impuesto. Al tabaco tarijeño {de Catamarca y Tucumán) le cobran 2 a 3 pesos por arroba;
al paraguayo 5 pesos por arroba, al vino (riojano) 6 pesos la carga, al aguardiente {sanjuanino)'
12 pesos la carga, a la yerba 1 peso por arroba y al azúcar 1 peso por arroba. . i·1
78. Por Orden Nacional del 16 de julio de 1817 se cobra derecho de consulado y eslingaje a 1
introducción de yerba y tabaco de Paraguay. Consulado es 1,5 por ciento sobre aforo de plaza)'_':
eslíngaje es .. 2,5 por carga de 7 arrobas.
Sobre la base de los cobros de Consulado y Eslingajeve1nos que el aforo de la yerba en Córdoba;:
oscila entre 22 a 24 reales por arroba en 1818 (AHP/c, 1818, L.213. fs. 38-40)
79. El nuevo derecho de guerra que se cobra en lugar del extraordinario de guerra reduce de 24
a 14 reales el impuesto a la arroba de tabaco del país, de 12 a 6 pesos la carga ele aguardiente:
y de 6 a 3 pesos la carga de vino, mientras el tabaco paraguayo sigue pagando 5 pesos por arroba
y la yerba 1 peso la arroba.
80. En 1820 les cobran entre 4 y 6 por ciento de alcabala a los prqductos "de la tierra", mientraS"
a la yerba y al tabaco paraguayo les cobran 8 por ciento.
Las relaciones nK'rcantiles ele Córdoba ( 1800-1830) 181

Cionan que se trata ele "yerba brasilefta" o "yerba portuguesa", pero luego se reinician
,·-ras menciones a la "yerba paraguaya" o sünplemente "yerba'', que era la forma habitual
de denominar a la paraguaya, y aparece una nueva "yerba 1nisionera" aparte ele la que
desde 1826 vuelve a ingresar por Santa Fe. Esto puede explicarse gracias a los aportes
de Schn1it, quien dice que en 1826 y 1827 -allos del bloqueo portugués- la yerba
correntina logra venderse a precio 111ás bajo que la brasileña en Buenos Aires y que
desde 1828 desde Corrientes se envía aBuenosAiresyerba "paraguaya" obtenida luego
ele las incursiones en 1827 de los gobernantes correntinos sobre las Misiones y los
yerbalales "paraguayos" que les permiten apropiarse de parte de la producción (Rosal
y Schmit. 1995: 70, 73). f~slos cambios y dudas han influido en la confección de
nuestros cuadros y gráficos donde, desde 1820, no hemos podido diferenciar entre
yerba paraguaya y brasilefla sino entre la ingresada desde Paraguay-Santa Fe o desde
Buenos Aires.
Una situación semejante se dará con el tabaco paraguayo que se in1portaba desde
Córdoba, pero la interrupción de Sll importación no beneficiará a los comerciantes
ilnportadores de efectos ultramarinos del puerto de Buenos Aires sino a los produc- . ¡r
, tares del "tabaco tarijeño" -luego también llamado "tabaco del país"- que viene de Sa 17
Tucurnán y Catamarca y que velozmente se van adecuando a las nuevas y desfavo-
rables transformaciones mercantiles. En la Ultima década colonial desconocíamos la
cantidad del tabaco paraguayo importado pero sí sabíamos que en Córdoba había dos
tipos de precios de tabaco, uno de 6 pesos la arroba y otro de 9 pesos. Si bien en 1812
se suprime la "renta del tabaco", 81 las prin1eras importaciones de tabaco paraguayo
. se registran en Córdoba en 1811 y son unas 500 arrobas con aforos altísimos, que
oscilan de 9 a 20 pesos la arroba, con un pron1edio de 11 pesos. Al rul.o siguiente,
1812, suben las arrobas de tabaco paraguayo a 1.500 aforadas a un promedio de 10
pesos, pero junto a ellas ya ingresan 200 arrobas de tabaco tarijeño con un aforo de
12 pesos. Las primeras imporlaciones de tabaco tarijeflo llegado desde Catamarca y
Tucumán ya eslán beneficiadas por la resolución de 1812 que fijaba imp11estos
diferenciales para la inlroducción de ambos tipos de tabacos, favoreciendo al tabaco
tartjeño con sólo 12 reales por arroba en su introducción mientras el paraguayo tenía
que pagar 24.
Desde 1813 se n1antienen las escasas importaciones de tabaco tarijeño mientras
comienzan a descender las de tabaco paraguayo que se estabilizan en un bajo nivel
entre 1815 y 1817, sin duda co1no respuesta a los altos y nuevamente desfavorables
impuestos que significaba la contribución extraordinaria de guerra que sometía a un
pago de 5 pesos por arroba al tabaco paraguayo y sólo a 3 pesos al tabaco tarijeño. Esta
situación persiste hasta 1818-1819 cuando, igual que en el caso de la yerba, se retraen
primero e interrun1pen después las importaciones de tabaco paraguayo justo en el
mon1ento en que es n1ayor su demanda por la presencia del Ejército del Norte en
Córdoba (Converso, Grossi y Solveira, 1978: 227), Esto incide en un alza generalizada
de aforos en 1820 donde el avalúo de la arroba de tabaco paraguayo sube a 17-pesos
mientras el del tabaco tarijeüo ta111bién sube oscilando entre 4 y 5 pesos. A partir de
allí sólo se registran corlas y excepcionales partidas del tabaco paraguayo que pasa a
ser reemplazado por el tabaco "tarijeflo" o "del país" o "de las provincias", cuyo consumo
se incrementa notablemente en la década del 20 mientras sus aforos van descendiendo
en un movimiento inverso que los lleva a 2 pesos hacia 1830.

81. AGN, S. 9, Consulado, 1812. f. 57.


18'.2 Carlos Sen1pett Ass<tduurian y Silvia Palorne·

Es decir que aparte de una suba de 65 por ciento de las in1portaciones ullramart
de tcJidos de algodón inglés principaln1ente y de azúcar brasilerla y al1il europeo et.
ree1nplazan los efectos de Ja tierra antes ingresados por Chile, nos encontran1os
una retracción de las irnporlaciones de yerba y de tabaco paraguayo que prin1ero
retraen y luego se interrun1pen entre l 8 l 8·· 1821 debido a la presión de Buenos Ah
sobre Para.quay para que se n1antenga en su órbila de inílucncia. La yerba, a partir
estos años, vendrá principalrr1ente desde Buenos Aires y gran parte de ella será
origen brasileño. >\
Si pasamos a ver las_ exportaciones hacia estas zonas, tenen1os que recuperar éf./·.
en la última década del período colo11ial Córdoba exportaba hacia Buenos Aires 75
piezas de tejidos de lana y 25 mil cueros, y con estas eA-portaciones lograba recort
la cantidad de dinero a entregar a cainbio de las ya cuantiosas importaciones de efect
de Castilla.
Aunque Garavaglia yWentzel de1nuestren la continuidad de los textiles de lana
el mercado de B11enos Aires despttés de 1812, ellos 111is1nos nos brindan los datos q
si bien marcan tal continuidad también nos indican sü importante retracción. Segú
estos autores, desde 1812 a 1821 .. cuando se supone que los textiles británicos h
comenzado su reinado en el mercado local, los textiles del área del poncl10 (Córdob
Santiago y San Luis} van a tener u11a participación mucho más grande en el valor tot
de estos productos de la tierra", pasando de 25,3 a 72 por ciento del total, debido a
desaparición de los tocuyos cochabambinos (algodón) y de la ropa peruana en el
mercado porteño desde 1814 (Garavaglia yWentzel, 1990: 215). Esta correcta aseve~
ración guiada por los objetivos del trabajo 110 presta demasiada atención al hecho d
que los textiles de la tierra que se importan enlre 1812 y 1821 sólo son 20 por cient
de lo que eran en la década de 1802-1811 y que los del 3.rea del poncho sólo son 56 pot-:<
ciento. Es decir que, en el n1ismo momento en que desaparecen los tejidos de algodón~··
altoperuanos del mercado de Buenos Aires, también se reduce casi a la n1itacl la-.-,
presencia de los tejidos provenientes de provincias de Córdoba, Santiago y San Luis.s:('~:
Seg·ún el registro de las exportaciones textiles hacia Buenos Aires a través de las
guías expedidas por la Aduana de la ciudad de Córdoba (Assadourian, 1983: 351), la··
retracción es aún tnayor ya que, partiendo de una exportación colonial de 70 mil piezas,
se observa que éstas bajan abruptamente a 13 mil de 1811 a 181383 y luego repuntan
algo, llegando a 27 mil piezas de 1814 a 1822 y a 30 mil entre 1822 a 1833. Esto indica '
que las cantidades de piezas exportadas bajaron a 19 por ciento en 1811-1813, a 38"
por ciento entre 1814-1822 y a 43 por ciento entre 1822 y 1833 con relación a las de
la última década colonial mientras, al mis1no tien1po, van bajando sus aforos. Según
los aforos de Córdoba, entre 1811 y 1812 el aforo del poncho sencillo era de 8 reales
al igual que en los últimos años coloniales, entre 1815 y 1817, baja a 6-7 reales, en

82. En el cuadro 1 de Garavaglia y Wentzel ( 1990: 216) figura que en Buenos Aires entre 1802
y 1811 se irnportaron 3.595.415 pesos de textiles de la lierra, de los cuales 911. 171 pesos eran
textiles del área del poncho (25 por ciento del total). Luego, en 1812-1821 se imporlaron 714.324
pesos de lexliles de la tierra, de los cuales 514.284 pesos eran del área del poncho {72 por ciento
del total). La otra forma de hacer el cálculo con si si.e en ver que en 1812-1821 los tejidos de la tierra
sólo son 20 por ciento de lo que eran en 1802-1811 y que los tejidos del área del poncho son 56
por ciento de lo que eran en 1802-1811.
83. Eslos son los años ele n1asiva acumulación ele tejidos ingleses en el plterto, aunqu<":' este
proceso se haya iniciado anos antes.
as relacio1tes niercnnl.iles de Córdoba ( 1800-1830) 183

><8J g a 6 reales, en 1820 y 1825 a 5 reales y luego de 1827 a 3,5 reales; aunque no se
;;·sabe hasta dónde estos n1ovimientos ser8.n representativos de las tendencias de los
'f<~_j)teciosen el n1ercado ele Bue11os Aires (Assadourian, 1983: 355).
J-Iacia el rncrcado paragua_yo, a cambio ele yerba y tobaco, la1nbiCn se exporlaban
tejidos que llegaban a 23 mil ponchos y ponchi1los anuales enlre l 806 y 1809. La
,¡ndependencia no provocó ningún efecto depresivo ya que la cle1nanda de eslc 1nercado
se 1nantuvo estable hasta 1817, con un promedio anual ele 25 mil piezas. La contrac-
ción aparece en el trienio 1818-1820, ct1ando el volumen exportado se reduce a la
rnitad hasta que en 1821 se produce el colapso total de este mercado (ver gráfico 11).
La retracción y desaparición de las exportaciones textiles cordobesas hacia Paraguay
da en el mismo n1omento en que se interrumpen las importaciones de yerba y tabaco
de ese origen, que recién revisamos.
Estos textiles cordobeses se siguen produciendo de la n1isma forma anterior; la
per1nanencia de ruecas y telares manuales de fabricación casera y de una escala de
producción estrictamente doméstica se halla avalada por repetidas menciones de los
libros de viajeros, con la única excepción de·una fábrica de paños con máquinas y fibras
importadas que fue fundada en 1828 por José Maria Bedoya y que funcionó hasta
1831. 84
La forma de control ejercida por los comerciantes, calificada por Funes como "re-
parto peruano", se intentó modificar a favor de las tejedoras en 181 O pero en 1812 los
comerciantes lograron reimponerla y n1antenerla durante todo este periodo, al igual
que la colaboración de los jueces rurales para el cobro de las deudas. En noviembre
de 181 O el gobernador inten_dente Pueyrredón promulga un bando que condona un
tercio de las deudas antiguas de las tejedoras mientras prohibe los adelantos en efectos
de Castilla y sólo autoriza los de herramientas de labranza. Los comerciantes se oponen
desde 1811, en una situación politica interna más favorable, en nombre del libre
comercio y volviendo a esgrimir los argumentos ya conocidos sobre que sus prácticas
promovían la actividad económica y la disciplina social. Según ellos, sin el sistema de
la deuda, los habitantes de la campaña seguirian dedicados al "ocio y al vicio"yviviendo
de SllS propios recursos {Assadourian, 1983: 347). En San Luis, zona que quedaba
dentro del espacio donde los comerciantes de Córdoba endeudaban tejedoras, también
se ton1aron medidas para defenderlas, las cuales -al contrario que en Córdoba-pare-
cen tener más continuidad y efectividad. En un expediente judicial de 1815 donde dos
comerciantes discuten la distribución de los beneficios obtenidos de esos repartos, se
menciona que parte de las pérdidas se ocasionaron cuando "la gente" les pagó menos
de lo previsto debido a la orden del gobierno de San Luis de rebajar el precio de los
efectos adeudados. 85
Si pasamos a promediar la cantidad de piezas textiles enviadas hacia Buenos Aires
y Paraguay en los distintos periodos, podemos estimar que durante 1810-1830 se
exporlaron un promedio de 37 mil piezas anuales, un poco más de un tercio de lo que
se exportaba en la Ultima década del periodo colonial cuando hacia Buenos Aires y
Paraguay salían unas 100 mil piezas. Estos lextiles tampoco alcanzarán los mismos
precios que antes. Si, como mero ejercicio, calculamos que para las décadas de 1810-

84. Su desintegración en 1831 puede estar relacionada con que Bedoya es declarado "muerto
civilmente" por los federales que vencen al general Paz.
85. AHP/C. E. 4, L. 55, 1820, Exp. 22.
184 Carlos Setnpal i\ssaclourian y Silvia Palou1eqt,

1830 los precios de las piezas o del poncho pueden haber estado en 7 reales en Buen
Aires, pode1nos construir una cifra inuy tentativa según la cual las cxporlacion
textiles hacia Buenos Aires y Paraguay en esas dos décadas signillcaron unos 32 n
pesos anuales.
La prilnera gran crisis de la producción Lexlil cordobesa luego de la independenci
se da en dos fases, tiene dos n10Livos y se entrecruza con la cleseslrucluración de Ja
relaciones más importantes del antiguo 1nercado colonial. La prirncra fase, iniciada e
181 O, corresponde a la contracción del mercado porlello y está causada por la com
p.::t•-::"i ••'.ia de los textiles ingleses; la segunda comienza en 1818 y concluye en 1821, est
dada por la pérdida completa del mercado paraguayo y ocurre por proble1nas netamerf
te políticos e internos. A partir de 1822 BLienosAires queda como el ú11ico mercadod
los tejidos cordobeses con una demanda probable de unas 30 mil piezas hasta 1833:;-
la cual revela la tenaz persistencia de la producción artes<.mal en el n1ercado porteño'.'
donde los grupos subalternos siguen utilizando el poncho de lana del país. Descantan--<.
do el cierre del mercado paraguayo que respondió a factores políticos internos,
presión de los textiles ingleses en el mercado de Buenos Aires desencadenó efectos e
el interior de la 1nisn1a región de Córdoba, elevando de 10 a 15 por ciento el desperdició_
de lanas que antes se convertían en tejidos exportados. 1'ambién redujo el precio de lo;
po11ch_os cordobeses en el mercado porteño, aunque estos efectos negativos fuerori:'
contrabalanceados por el comercio internacional demandando más cueros, transfor..,
mando en mercancía un desperdicio colonial (la cerda) y ofreciendo textiles de algodón-
ª menores precios que los que antes llegaban de las regiones vecinas (Assadourian,
1983: 353, 360).
La otra e>..1Jortcición importante de Córdoba hacia Buenos Aires en el período colo-
nial eran los cueros destinados al.mercado ultramarino, los que habían1os calculado
en 25 mil unidades y aclarado que eran un subproducto proveniente del consumo
interno de carne. A partir de 1811 se logra reconstruir la serie exacta de la exportación ,
legal ele cueros hasta 1855 (ver gráfico 12).
El gráfico, hasta 1830, muestra que durante la primera década se podrian estai,
,,
exportando cantidades promedio semejantes a las coloniales y en la segunda década
('
se incrementan claramente, llegando a un promedio de 35 mil cueros entre 1818
(1_
1829. Estos cueros para 1818 son aforados a 11 reales cada uno en Córdoba y, en
;1
Buenos Aires, en 1822 y en 1829 son avaluados en 4 pesos y en 1825 en 5 pesos (Parish 1
1958 [18521: 511). '

En estos aüos hay fuertes fluctuaciones accidentales debidas a acontecimientos E


a .-·.¡
políticos cuyo escenario siempre es Buenos Aires, mientras las turbulencias internas
de la provincia parecen afectar mucho menos las transacciones mercantiles. La baja É
,,
de 1819 fue consecuencia del control y la clausura de las rutas de Córdoba a Buenos s
Aires por las montoneras del caudillo santafesino Eslanislao López, quien después p
invade Buenos Aires y vence, junto con Francisco Ramírez, al ejército portefío del
director José Rondcau (batalla de Cepeda, 1820). El descenso de 1S26-1828 está dado
por el bloqueo portuguCs a Buenos Aires y naturaln1ente el repunte de 1829 reíleja las
salidas de los stocks acumulados. 8
El consun10 interno de carne, base de las exportaciones de cuero, se incrementa con r e,¡

la presencia de ejércitos y en los momentos de convulsiones internas dado que en esos ¡


n1on1entos aun1enta el número de gente "que sólo consume y no trabaja" .86 La segunda j ·;¡

~(

¡¡
.~-l
86. !IHP/C, Jud., E. 2, L. 124, E. 4, f. 2.
Las relaciones 1ncrcantiles de Córdoba ( 1800· 1830) 185

fuente del flujo exporlaclor de cueros proviene del único n1ercado urbano de la región,
la ciudad de Córdoba, donde se faenaban 13 mil vacunos anuales entre 1818 y 1825,
los cuales signillcaban 37 por ciento de las exportaciones del período. Si bien el
consu1no urbano va en aun1ento debido al crecitniento de la población, presenta una
reducción del consun10 por persona a partir de l 820. Iguales tendencias, o más agudas
aún, se registran entre la población ele la campaña donde un extendido grupo ele
propicta1ios faenan para su cons11n10 de 20 a 30 vacunos al año pero donde también
se encuentran grupos de "pobres" marginados de este tipo de consun10. 87 Los cueros
de la campaña son la segunda fuente de cueros y una parte de ellos es llevada hacia
la ciudad por sus propielarios en un comercio directo entre el "l1acendado" y los
grandes acopiadores, n1ien tras la n1ayor parte se origina en 1os pequeflos mercaderes
que recorrían la campaña recoleclando poco a poco los cueros a través del campo y
cambiándolos por textiles ingleses de algodón, yerba, tabaco ...
Se estima que la inayor parte de los cueros exportados procedía del consumo legal
de can1e vacuna {mercado urbano, propietarios rurales y el ejército, que proveía la
mayor parte) n1ientras se señala que el crecimiento en las e.."Cportaclones a partir de
1823 tenía su fuerza impulsora en el consumo ilegal.

Los aflos de máxin1a explotación de cueros coinciden siempre con una


proliferación de denuncias sobre el auge del robo en la campaña y el endure-
cimiento de las leyes represivas. {Assadou1ian, 1983: 332)

La cerda88 es el otro producto de origen ganadero que comienza a exportarse a


Buenos Aires en la década de120. Entre] 814y 18201osenvios de cerda a Buenos Aires
son ele unas escasas 260 arrobas, cuyo valor de aforo local sólo alcanzaba a 4 reales
en 1818. En 1821 las exportaciones suben a 1.400 arrobas y recién en 1822 se
exportan 4 mil arrobas, un año después de que estas exportaciones se cuadruplican
en el puerto de Buenos Aires iniciando su movimiento ascendente. 89 Ya para 1823 y
1824 se puede calcular una salida de 1O rriil arrobas que en Buenos Aires ser<in
avaluadas a tres pesos cada una (Parish, 1958: 511}.
En síntesis, hasta ahora las ·únicas exportaciones de Córdoba que ven1os que se
incrementan desde 181 O serian las vinculadas al sector ganadero: los cueros y la cerda,
ambos destinados al mercado ultramarino. Si continuamos co11 este ejercicio basado
en cifras tentativas y consideran1os las cantidades exportadas y los avalllos en el
puerto de Buenos Aires, algunos conocidos y otros tentativos, podemos estimar que
ambas exportaciones podrían alcanzar a unos !30 mil pesos anuales de promedio.
Éstas, sumadas a los textiles decrecientes y devaluados, nos permiten alcanzar una
suma de unos 162 mil pesos, es decir, una cifra superior en 29 por ciento a los 125 mil
pesos que se exportaban durante la Ultima década colonial.
Si seguimos con este ejercicio y recordamos que las mercancías de origen tlltrama-

87. Un documenlo posterior. de 1855, pern1ite observar que en Calan1uchita los vecinos que
nunca consun1en carne vacuna alcanzan a 19 por cienlo y en Pocho 71 por ciento.
88. "Alusar o tusar las clinas": fonna antigua de referirse al corte de las crines (cerdas de cuellos
y cola} de caballos y vacas que se hacía con cuchillo o tijera de trasquilar.
89. De 1810 a 1820 la "crin de caballo" exportada por Buenos Aires oscilaba. entre 3 y 11 n1il
arrobas. en 1821 sube a 45 1nil arrobas (Hun1phreys, 1940: 60), para llegar a 70 mifarrobas en
1837 (Parish, 1958: 511).
!HG Carlos Scn1pat Assadourian y Silvia Palon1cque
l
rino importadas habían subido 65 por ciento y alcanzaban a 258 nlil pesos anuales y
que el valor de las in1porlaciones de yerba y Labaco paraguayo n1ás su ree1nplazo por
yerba brasilefla había bajado con10 30 porcienlo o más y alcanzan 25 inil pesos anuales
(ver cuadro 8),uºvemos que en el período de 1810 a 1830 las ilnpor!aciones de esta zona
sun1an un tolal de 283 n1i1 pesos anuales. Contrastando exportaciones e irnportacío-
nes tene1nos un saldo negativo para Córdoba del orden de los 12 l inil pesos causados
por el aumento de las importaciones de efectos ultramarinos. Estos saldos negativos agua
en el período anterior se pagaban con el dinero proveniente de las ahora inexistentes inilil<
exportaciones de mulas. res(!
L:
vista
Las relaciones con Chile y el mercado del Pacifico sino
acai. k
Las relaciones de Córdoba con esta zona consistían en las importaciones de azúcar cbTSC
¡,
i
peruana, de añil guatemalteco, de cacao, de otras menudencias que circulaban_ en las prod 11.'

costas del Pacífico, de cobres y otros productos chilenos, las cuales estabru1 avalL1adas 1821
en 43 m.il pesos anuales (79 por ciento era azúcar) que en parte se pagaban en moneda '
y, otra parte, en ganados vacunos que entraban y salían sin mayor registro fiscal a-_-; zan.
Mendoza o San JL1an para ser reexportados a Chile. También vimos que las ilnporta~ - de aj
ciones de azúcar y otros efectos eran parte de una vasla red de intercan1bios entre circ1
distintas especializaciones productivas regionales que, desde 1795, venía siendo de--i'
bilitada por la política borbónica.
Al analizar las importaciones de efectos ultramarinos ingresadas por Buenos Aires
ya observan1os que, desde 1816 o 1817, Córdoba comienza a abastecerse de azúcar
brasilefla y de añil europeo a través de BLtenos Aires, luego de que en 1815 desaparecen
las importaciones de azúcar peruana y de aflil guatemalteco en Córdoba, las cuales'
reaparecen recién en 1826-1828 para el periodo de bloqueo del puerto de Buenos Aires
y con esca&'l significación {ver gráficos 6 y 7). También observamos que, en el caso del
añil, estas modificaciones no se dan por una competencia entre los precios que favorezca -
a las nuevas importaciones, sino que éstas sólo ocupan un espacio desabastecido. "
Si observamos las cantidades totales de efectos de la tierra importados desde las _'_i

antiguas regiones del mercado interno colonial (ver cuadro 8) veremos que las impor-,
tacíones que ingresan por Chile ya se reducen a 50 por ciento entre 1810-1814, pero mei
"
;;1~

que sólo llegan a 2 o 3 por ciento entre 1815-1824 para subir sólo a 11 por ciento en cio1
1825-1830 durante el bloqueo del puerto de Buenos Aires, cuando también ingresan Cal
algunas partidas de efectos ultramarinos. les I('

Si bien entre 1814 y 1817 (entre Rancaguay Chacabuco-Maipú) se interTumpiero1r


las relaciones con Chile y que cuando se reanudan las comunicaciones se le cobra 25
por ciento de impuesto a la internación, éstos son sólo algunos de los elementos que_:
"
influyen en el corte de las grandes importaciones de azúcar.
Esta interrupción del abastecimiento desde las costas del Pacífico se puede coro"'
prender de forma más compleja si recuperamos los problemas que se enfrentaban en-<
las zonas productoras e introductoras del azúcar, el principal componente de estas~
importaciones, en vez de centrarnos sólo en las relaciones entre las Provincias UnidaS
y Chile. Según Pablo Macera, la producción de azúcar pentana entra en crisis desde:'_
ép( 11
lru
90. Nos referin1os a la colurnna de in1portaciones de efectos de la tierfa desde Pai:8.guay-Santa Fe:~ afe
Buenos Aires. ' en1
rclacio1ies rnerc:1n liles ele Córdoba ( 1800-· 1830) 187

}::795 hasta 1824. La primera crisis es la de 1795 -que revisamos anterionnente-, a


ausa de !a cual se deoplaza el azúcar peruana de Buenos Aires y de las provincias
litorales con todas sus consecuencias, entre ellas el encarecirniento del trigo en la costa
'::central y norte ele! Perú. A esta prin1era crisis sigue la de las guerras de la independen-
cia, cu~u1do el azúcar peruana enfrentó problen1as para ingresar a los mercados de
charcas, Buenos Aires y Chile y no puede ser exportada a Europa ni convertida en
aguardiente; la tercera crisis se da en 181 8 cuando la guerra llega a Perú y la economia
militar exige présta1nos, conhibuciones, etc., y convierte en soldados a sus trabajado-
res (Macera, 1977: 33-37).
La segLLnda crisis que menciona Macera, la de la guerra de la independencia, es
vista por un historiador chileno no como de un corte total de las relaciones comerciales
sino como u11 deterioro de las mismas a partir de 181 O..Además agrega que esto se da
·,a causa del bloqueo impuesto por Chile a Perú, el estado de guerra y el peligro de los
corsarios, todo lo cual trae como consecuencia el aumento de precios c11 Chile ele varios
productos alimentarios y, entre ellos, el azúcar (Vargas Cariola, 1988: 112). Recien en
1821, cuando San Martín ocupa Lima, se reanudan las relaciones mercantiles norma-
les y, a pesar de las desavenencias creadas por los altos impuestos al trigo que comien-
zm1 a cobrar Jos peruanos, se reinician las exportaciones de trigo, las importaciones
de azúcar y otros efectos (ídem: 112-113). Pero en esos años también se inicia un nuevo
círcuito n1ercantil entre Chile con Brasil, competitivo con el anterior. I'Iacia Brasil irán
trigos chilenos a cambio de azúcar (de Pernambuco) y yerba (de Paranaguá), lo cual
Vargas Cariola explica que sucede por causa del escaso abastecimiento del azúcar
peruana muy afectad::- por la política de los Borbones sumada a la guerra de la inde-
pendencia, y de la yerba paraguaya cuyo abastecimie11to se interrumpe en 1820. Los
prirrieros intercambios de trigo por yerba y azúcar en Brasil en 1817 son organizados
por el argentino Mariano Nicolás Anchorena en Brasil con su agente Del Solar en Chile
y en 1818 por la casa de Carlos Higginson (ídem: 120). 91
Cavieres también menciona que en esos años, después de 1817, "el comercio
n1aritimo se normaliza y el comercio inglés se hizo presente en forn1a efectiva y creciente
al igual que los ingresos aduaneros", mientras la importancia de Valparaíso iba en
aun1ento [Cavieres, 2000b: 62). Según Macera, en este periodo se inician dos situacio-
nes conflictivas y disruptivas: por un lado el "proteccionismo intermitente" {con au-
mento de aranceles aduaneros) por parte de los nuevos países que afectaba ]as rela-
ciones de intercambio anteriores y, por el otro, la guerra oculta entre Valparaíso y El
Callao por el dominio del Pacífico sur, que luego precipitará dos guerras internaciona-
les (guerra de la Confederación y guerra del Pacífico),

que en realidad JeranJ la disputa entre dos poderosas oligarquías f... ] que
buscaban una ilusoria hege1nonía regional que tern1inó en las manos de
Inglate1Ta primero y después de Estados Unidos. (Macera, 1977: 42-45)

91. Este grupo es el que desplaza a Jos mercaderes españoles. En las investigaciones de Caula
(2001) y otros. que partiendo de la documentsción publicada en El Dr. Rtiflno de Elizalde y su
tpocn vista a través de su Archivo (Buenos Aires, Facultad de Filosofia y Letras. 1973) va recons-
truyendo las redes farniliares rriercanliles. se puede observar cómo los procesos de independencia
afectan desfavorablemente a estos in1portanles comerciantes españbles que anles traficaban
entre C<'tdiz. Buenos Aires y los puertos del Pacífico.
188 Carlos Se111pat Assaclouriau y Silvi<l Palonf

En síntesis, la interrupción de las importaciones de az(Jcar peruana va junto


la deseslrucluración del antip;uo circuito de las costas del Pacífico y en todos
cambios, inicialn1cnte, siempre hen1os encontrado decisiones de tipo polílico o a'c,'
nes nlililares para luego ver que, hacia 1820, los rnercadcres de los dislintos pue
junto a los ingleses organizan nuevos circuilos, en su beneficio, vinculando las di
las regiones del antiguo n1ercaclo interno colonial con Brasil en clelrin1cnlo de
econon1ías regionales paraguayas y peruanas y del sisle1na de interca111bios regiona
coloniales en general.
La investigación sobre el sector exporlador de Córdoba iniciada después de {9
se realizó luego de un largo esludio sobre la econon1ía minera chilena del siglo XIX do
se comprobaron algunos aspectos de la relación existente entre este país del Pacifr
y el interior argentino. En este estudio se vio que a partir de 1820 el Estado chile
elabora una política para controlar comercialmente el interior argentino, zona q:
reorienta su econon1ia en función del mercado chileno en franco ascenso para cuan
entran en crisis las relaciones con los mercados de. Buenos Aires y el Alto Perú.
acuerdo con ello, el sector principal de la economía cordobesa desde 1820 serían l
exportaciones de vacunos hacia Chile, existiendo antes del dese1nboque en el Pací
una especie de división zonal del trabajo: Córdoba se especializaba en el proces
reproducción del ganado y Cuyo, con sus campos de alfalfa, en el engorde de res
antes del cruce de la cordillera (Assadourian, 1983: 332-333).
Estos ternas no encontraron respuesta en la información estadística consistente e
los archivos de Córdoba pero los escasos e irre&rulares cobros de alcabalas que const
en los cuadernillos de las receptorias de carnpafla hasta 1830 nos pernlitieron observ
la presencia de pequeñas operaciones do11de comerciantes de San Juan, La Rioj
Catamarca y San Luis vendíru1 aguardiente, pasas, algodón, tabaco, etc. En esta
relaciones se marcan ciertas tendencias co1no que Ischilin, Tulun1ba y Río Seco
relacionan más co11 Catamarcay La Rioja, que Soconcho, San Javier, Pocho tienen máS/;
contacto con San Juan y que Río Cuarto y Tercero Abajo lo hacen con San Luis, comO:-'ig 'I
es de prever de acuerdo con los espacios geográficos y los caminos existentes. Si bien<
para los primeros años tenemos que suponer que estos comerciantes compraban a<·;
cambio otros productos y que éstos no tendrian que ser textiles de lana que ya había>:>
en sus tierras {excepto en Catamarca), desde 1822 a 1824 ya comienzan a constar
extracciones de más de n1i1 cabezas de ganado de Río Cuarto y en las de 1824 ya dice--·_,
)'
que son "para Chile". En 1825 se agregan extracciones de San Javier y Tercero Abajo -;f
tJ
y, para Pocho, ya mencionan que van "a San Juan" y en 1827 y 1828 aparte de las
anteriores se incorporan exportaciones desde Ischilín hacia Catamarca y La Rioja.92 Eir
1829, 1830 y 1831 no hay menciones a extracciones de ganado y cuando reaparecen
en 1832 éstas consisten en unas escasas mulas que salen hacia Salta desde Ischilín. 93
De acuerdo con la información cualitativa, desde 1818 hasta 1829 habría habido
un auge de la exportación cordobesa de ganado vacuno hacia Chile. En 1818, cuando
aún estaba el Ejército del Norte acampando en Córdoba, ante la carestía de ganados
un documento de gobierno menciona los bajos precios anteriores y que la situación ha

92. Esta documentación presenta una visión coincidente con la que se percibe desde los archivos
chilenos, donde se nota un importante paso de ganado por San Juan y La Rioja y no sólo desde
Mendoza, como inforn1an los viajeros que sólo relatan lo que ven al cruzar por esa ruta (Assa-
dourian, 1983: 339}.
93. Junto a estas extracciones de ganado también se registra la salida de cueros y crines y tejidos
hacia Buenos Aires.
elaciones n1erca11Ules de Córdoba ( 1800- 1830) 189

biado pero no n1enciona al ejércilo sino al "libre comercio de ganados del ano
tt~rior" (o sea, 1817, cuando el n1ercado chileno queda abierto de nuevo) que hacía
e· los ganaderos fl.1eran atraídos por la venta en "otros pueblos en los que encuenlran
jor precio". En los próximos diez años continúan las referencias sobre la excesiva
acción ele ganados desde la provincia, se imponen infructuosos derechos a su
-:salida, mientras se inenciona que los vacunos han sub.ido a 10 y 12 pesos y que valen
'más que en cualquier otra provincia. A esta etapa fiorecien_te sucede otra mucho más
~)arga de severa contracción del stock ganadero de la región, etapa que se inicia en 1828
-:-Con una fatal sequía 94 y en1peora en 1829-1831 debido a la furiosa guerra civil (Liga
~;¿¡_el Inte1ior) que devasta Córdoba y a varias provü1cias más. Fueron tres aiios conti-
,,.,_;JOUos de guerrairregu1ar {no sólo de dos grandes batallas), donde casi toda la población
·:>serrana peleaba organizada en partidas montoneras mientras consumía el ganado de
_la región. Justamente éstos son los años cuando se interrumpe el registro ocasional
, de extracciones de ganado en las receptorias de la campaña.
Si bien, nuevan1ente, aún no sabemos cuantas cabezas de ganado pueden haber
. salido hacia Chile en la década que va desde 1818 hasta 1828, en 1824 y en 1825 se
, encuentran menciones que elevan la cria y la exportación de vacunos a la categoría de
principal riqueza de la región o "la verdadera y acaso única iiqueza de la provincia". 95
Recuperando el objetivo de observar las distintas balanzas con1erciales, los gana-
dos de la década de auge deben haber cubierto con creces los 8 n1i1 pesos anuales que
significaron las interrumpidas importaciones de azúcar y demás desde Chile, n1ás los
ocasionales ingresos de efectos ultramarinos para 1828 y 1829. 96 Aparenten1ente, visto
desde una perspectiva -rcbrional bien estrecha, directa, en las relaciones con Chile se
habrían dado cambios favorables para la economía regional porque se habían suspen-
dido las salidas de dinero con ese destino n1ientras se incrementaban las salidas de
productos ganaderos. Respecto de la importación de azúcar, también se podria pensar
corno beneficiosa la sustitución de azúcar peruana por la brasilefla, ya que se manten-
d1ia la importación de cantidades sen1ejantes (95 por ciento con relación a la colonia)
con una reducción de 44 por ciento de su valor de aforo (ver cuadro 5).

Las relaciones con San Juan, La Rioja y Mendoza

Como vimos antes, aparte de las relaciones con Chile y el Pacifico a través de ellas,
desde San Juan, La Rioja y Mendoza se importaban principalmente aguardientes

94. Latzina dice que esta gran crisis afecta también al Litoral. Mientras se refiere a la fácil
reproducción del ganado en la zona pampeana litoral, dice que "fuera de la codicia del hon1bre
y la voracidad de los perros cimarrones, no tenía la multiplicación de los ganados que luchar con
más obstáculo serio que con las &rrandes sequías, que de vez en cuando asolaban las llanuras
argentinas. La inayor de esas calamidades que los anales argentinos recuerdan fue la gran seca
del verano de 1830. {... J Llovió entonces tan poco y en tan escasa cantidad, que los lechos de los
arroyos se parecían a grandes rutas. [... J Todo el pais se convirtió en un inmenso desierto ... A todos
los desastres ocasionados por tan larga sequía, que empezó en 1829, llegó a su mayor intensidad
en el año siguiente. para declinar en 1831, se sucedieron inmediatamente grandes lluvias"
(Latzina, 1909: 582-584)
95. AHP/C, Jud., E. 3, L. 76, E. 2, fs. 14-18 y Gob., C. 86, C. 5, [s. 384 v.
96. Claro está que no hay que dejar de considerar que si el ganado salía sin control fiscal, también
podrian estar ingresando importaciones de la inisma manera.
190 Carlos Sernpal Assaclourian y Silvia Palorneq

sanjuaninos y vinos riojanos, aden1ás de variados produclos originados en sus agr(


culturas de riego con10 frutas secas, naranjas o n1uy escasas cargas de harina, a1 igu
que productos alirnentarios artesanales como quesadillas, tabletas o dulces, ele, ft
cambio de ellos iban escasos texliles de lana porque, al igual que en olras provincias;;
eran jurisdicciones donde la1nbién había una extendida producción doméstica ele es 0g:
produclos.
IJuranle toda la primera década posterior a la Independencia, el vino y el aguardiene'.
te cuyano se siguieron destinando prioritariamente al ·mercado consumidor de Buenos
Aires donde lograron persistir y, en co1nparacíón, sólo escasas cantidades de aguat:'"':-'.
diente sanjuanino iban hacia las provincias del "interior", de las cuales Córdoba er
la que mayor consumo tenía. Al igual que el resto de las provincias del "i11terior"
Córdoba consumía preferentemente el vino proveniente de La Rioja que no sufría,
n1ayor competencia del español {ver gráfico 13 y 14}.
Desde 1810 a 1817 en Buenos Aires se vende tanto o más vino y agt1ardiente.
sanjuanino que antes de 181097 y sus oscilaciones n_o parecen incidir sobre la oferta_:
hacia Córdoba. Entre 181 O y 1819 las cargas de vino importadas desde Córdoba suberr
25 por ciento88 a pesar del impuesto de seis pesos por carga que le imponen entre 1814
y 1817 que en 1818 se reducen a la mitad {ver cuadro 7) y de la incipiente aparició
de algunos escasos vinos espafioles en Córdoba desde 1817 (ver gráflco 13). En cambi
el aguardiente presenta un movimiento inverso con t.1na notable retracción de la
cargas importadas entre 1811-1814 que se recuperan un poco entre 1815-1819 pero:
que igualmente ladas ellas hacen 13 por ciento n1enos que en el periodo colonial. 99 A-
pesar de que aj aguardiente, que ya pagaba fuertes impuestos de sisa, se le imponeií_,
12 pesos más por carga entre 1814 y 1817 que en 1818 reducen a la mitad {ver cuadro'
7}, es posible que estas oscilaciones no respondan sólo a este problema sino tambiéri\'
a una menor oferta. Cabe recordar que la producción de la uva puede quedar en vino_:
o, a partir del vino, convertirse en aguardiente a traves de la incorporación de trabajo_,'
y tiempo, y que en esta década tenemos que considerar la presencia del Ejército de los:'',
Ar1des en la zona cuyana, que es justamente desde donde proviene el aguardiente.
En la década de 1820-1830 siguen aumentando las cargas de vino importadas poi!
Córdoba en 39 por ciento con relación a la últ__in1a década colonial1°0 y se nota un·:-
abrupto salto entre 1823 y 1828 que es interrumpido por la baja de 1829. Un movi'
miento semejante, más oscilante, se da para los aguardientes entre 1822 y 1828 cuya:s'
cargas suben 22 por ciento entre 1820 y 1824 y 12 por ciento entre 1825-1830 con.
relación a la última década colonial1º 1 (ver gráficos 13 y 15).
Estos fuertes cambios que implican mayores exportaciones de vinos y aguardientes

¡ de Mendoza y San Juan hacia Córdoba se originan en varias situaciones. La primera


fue el control y la clausura de las rutas a Buenos Aires por las montoneras de López
que, según dice el gobernador de Mendoza al de Córdoba, trajo como consecuencia qLte__ _

97. Con1paración sobre la base de datos cuantitativos que constan en Amaral [ l 990b: 11-12).
98. Entre 1805y 1809 se importaban 615 cargas de vino anuales que suben a 838 en 1810-1814 "
y a 714 en 1815-1819.
I<
99. Entre 1805 y 1809 se irnportaban 367 cargas de aguardiente anuales que bajan a 311 en
1810-1814 y a 328 en 1815-1819.
l OO. Las cargas de vino anuales suben a 935 en 1820-1824 y ,a ·776 en 1825-1829.
101. Las cargas de aguardiente anuales suben a 450 en 1820-1824 y a 414 en 1825-1829.
LAS relaciones n1ercantiles de Córdoba (1800-1830) 191

... se hallan enleramenle paralizadas las negociaciones n1ercanUles de esta


Provincia por la obstrucción ele los canlinos [hace ineses] baste decir que
abastecidas la n1ayor parle de las Bodegas con las cosechas del año anterior,
van a perderse las del presente ailo por falla de vasijas. 102

La segunda se dio en 1822 y fueron los can1bios en la nueva política fiscal del
gobier11oautónomo de Córdoba que, una vez solucionados los gastos n1ilitares de 1820.
de 1822 a 1829 baja los in1puestos provinciales a todos los productos regionales que
en la dé:cada anterior habían sido los más afectados por la contribución ordinaria,
extraordinaria o impuesto de guerra ~ {ver cuadro 7).
10 1

Y la tercera se da en Buenos Aires entre 1822 y 1824 y originó la reestructuración


de todas las relaciones entre Mendoza, San Juan y La llioja al igual que can1bios en
las especializaciones productivas mendocinas.
Según el cónsul ingles en Buenos Aires, desde la Independencia se habíamanlenido
el con1ercio entre España y Buenos Aires a travé:s de Gibraltar y ese comercio consistía
en la importación de coñac, vino, aceite de oliva, papel, frutas secas, seda de coser de
1
Murcia, terciopelo, sargas, etc., y los pagos se hacían en cueros. Entre 1822 y 1824
hubo cambios fundamentales porque en Buenos Aires bajan los altísimos in1puestos
existentes. El tonel de vino que pagaba 34 pesos lo bajan a 25 y al coñac lo bajan i
primero de 45 pesos a 30 por ciento sobre el valor y en 1824 a 25 por ciento, lo cual
más las buenas cosechas en España hace subir estas importaciones en 1824. 1º4
En los datos que presenta Amaral se observa que, efectivamente, la baja de las
exportaciones de vino y aguardiente hacia Buenos Aires se-inicia en 1819 (Arnaral,
I 990b: 52-53) para cuando nosotros registran1os el corte de las rutas, y luego sigue en
un franco descenso hasta 1824, que es el año hasta el cual llegan sus datos. Las
exportaciones totales de vino de San Juan para 1824 permiten ver que el vino total
exportado se reduce a la n1itad debido a que en Buenos Aires y el Litoral, en ese aií.o,
se reducen 90 por ciento con relación a la década de 1810-1819, mientras se busca
dónde ubicar su producción triplicando sus escasas exportaciones hacia Córdoba y
San Luis. Esto tendrá escasos resultados: según nuestros datos, el vino que logra
reubicarse en Córdoba es el de Mendoza y no el de San Juan {ver gráfico 14). Una
retracción semejante se da para el aguardiente sanjuanino cuyas exportaciones totales
en 1824 se reducen 35 por ciento debido a que en Bue11os Aires y el Litoral se reducen
60 por ciento con relación a la dé:cada del 1810-1819 mientras duplica sus exporta-
ciones hacia Córdoba y las provincias del norte. Según nuestros datos, el aguardiente
sanjuanino logra reubicarse con buenos resultados en tanto en Córdoba suben las
cargas importadas y Mendoza no logra desplazarlo de este increado (ver gráfico 15),

102. AHP/C, Gob. C. 68, C. 2, f. 100.


103. La carga de aguardiente que en 1816~ 1817 llegó a pagar 4 por ciento de alcabala. 12 pesos
de sisa y 12 pesos de impuesto de gue1Ta, en 1822-1829 paga sólo 4 por ciento de alcabala y 6
pesos por carga. El vino, en los mismos periodos, pasa de 4 por ciento y 6 pesos carga a sólo 4
por ciento.
l 04. Adernás agrega algo que no saben1os hasta dónde es parte de un discurso político. Dice que
este comercio puede verse afectado por la con1petencia de San Juan y Mendoza aunque esos
productos "tal como se producen actualmente, son tan limitados en calidad e inferior calidad a
los de España. que no puede decirse por ahora que lleguen en 1nodo alguno a competir" (I-Iun1-
phreys. 1940: 58).
--'"' i

192 Carlos Senipnt AE>sac\ourian y Silvia Palo

n1ientras aparecen registros de una circulación n1ayor de aguardiente en las provín


del norte (Conti. 1989).
Esta crisis de las exportaciones vitivinícolas generada por las políticas in1positi
librecan1bistas de Buenos Aires 1º" produce varios cambios. Uno de ellos, que naso
pode1nos registrar desde Córdoba, es el v11elco del sector exportador de Mendaz-ah
el n1ercado consumidor de Córdoba en donde comienza a con1pctir exitosarnente
el vino riojano, sin rnayor éxito con el aguardiente sanjuanino {ver gráficos 14 y
pero, sobre todo, donde pa1ticipa con Cl1anliosas exporlaciones de harina que lle
a Córdoba, abruptamente, a partir de 1821 y que, desde 1824, seran principalme
de origen_ n1endocino. En 1805 y 1806 casi no entraba harina a Córdoba, sólo u
cuarenta cargas vinieron de La Rioja y San Juan pero en anos posteriores se interru
pen_ e incluso, en 1817, 1818y 1822, sabemos que se exportaron algunas cortas car
a Buenos Aires {AssadoL1rian, 1983: a63) en los mismos años que, entre 1818 a 18
co1nenzaron a aparecer en Córdoba de cinco a diez cargas anuales de harina traí
desde Mendoza. Lt1ego, abrupta1nente, desde 1821a1830 estas importaciones sub(
ron y se estabilizaron entre 600 y 1.400 cargas {ver cuadro 9). En 1821-1823 cuan
se inicia el alza, las 11arinas entraban desde Mendoza y San Juan en igual proporci; ·
pero, desde 1824, Mer1doza desplaza definitivamente a San Juan excepto en algun
años puntuales donde bajan sus envíos pern1itiendo el ingreso de Ltnas pocas carg
de San Juan, Catarnarca y La Rioja. Es decir que en la década que se inicia en 18
pero sobre todo a partir de 1824, Mendoza -que eslaba ausente como proveedora
años anteriores- pasa a enviar tantos productos a Córdoba como San Juan y La Rioj
con las que inicia una fuerte competencia JOG que resulta en detrimento de los antigu
vinos riojanos y de las haririas de San Juan, La Rioja y Catamarca.
Inle11tando sintetizar varios cambios acaecidos en Mendoza para eslos años, excep,-
tuando los referidos a su producción viñatera que ya revisamos, podemos señalar qu
desde 1814 se reducen y desde 1816 se interrumpieron sus relaciones con Chile com-
pu_erto desde el cual ingresaban la mitad de sus efectos ultramarinos 1nientras la otrá'
mitad lo hacía desde Buenos Aires. Si bien la serie de datos que estarnos consultand

105. El diputado de Buenos Airea. defendiendo su tesis librecambista, en 1830 sostiene que no-
se pueden prohibir algunos productos extranjeros para fomentar otros que no existen en el pais,
o son escasos o de inferior calidad, porque "ellos" no obtendrían ninguna ganancia. "La industria
casi exclusiva de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos es la ganadería: y aún en
Corrientes es como la base de las demás ... ¿porque a estos hombres [... ] se les ha de obligar a
con1prar caro?[ ... ] Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos no tienen producciones que ren1itir para aí
,.,
el consun10 [de las otras provincias] San Juan y Mendoza solo importan en retorno de aquellas dí
provincias efectos extranjeros. Estoy inforn1ado que en el comercio que éstas hacen con las otras
pi
del interior. el retomo es n1etálico con muy pocas excepciones" (citado en Alvarez, 1941: 86).
b
106. En noviembre de 1812 se crean aduanas en Mendoza y Corrientes, obligando al tráfico con A
los otros países por esos puntos (Segretti, 1981: 31-34). Se desprende que ésta es una medida
favorable hacia Mendoza en sus con1petencias con San Juan en tanto obligaría a una comuni-
cación con Chile por sus tierras, prohibiendo el paso por el canlino "de la sierra" que utiliza San
Juan. como lo dicen en sus quejas. Hay otros momentos en los que estas competencias son 1
dejadas de lacio y es cuando tienen que enfrentarse con Buenos Aires. Acevedo refiere que en 1816 l ,¡,
se alían Mendoza y San Juan y en 1823, cuando bajan los aranceles de irnportación ele los caldos a o
espaiioles, se dan conversaciones entre Mendoza. San Juan. Cata:n1arca y La Rioja para pedir
protección arancelaria para sus productos en Buenos Aires (Acevedo. 1981: 27).
relaciones 1nercantiles de Córdoba (1800-1830) 193

'-,(ÁCevedo, 1981: 44) a partir de 18 I 6 sólo muestra el total de iinportaciones y las ingre-
, _ tas desde Buenos Aires y es n1uy incoinpleta a partir de 1824 hasta 1831, se puede
Observar que desde 1812 a 1819 se da una presencia abrumadora de in1porlaciones
desde Buenos Aires pero que este abastecimiento se debilita en años de cortes de
':caminos como 1820 o de bloqueos y conflictos políticos como 1828 y 1831 donde
retornan las in1porlaciones desde Chile. Después de la victoria de San Martín en Clla-
'cabuco (n1arzo de 1817) hubo muy buena actitud chilena hacia el comercio de Mendoza,
Subiendo el ilnpuesto a la importación de yerba por vía maritima, suprimiendo los
derechos a la importación de ganado y autorizando la extracción de oro y plata, pero el
)'--<-abastecinliento de yerba paragt1;.tya a través de la cordillera se interrun1pe entre 1819
,, y 1821 y se n1antuvieron las exportaciones de tabaco tarijeño en tanto el paraguayo no
tenía aceptación en Chile (Segretti, 1981: 68-74), El tabaco tarijeño tambiCn debió
~orlarse por San Juan pues sabemos del antiguo circuito recorrido por el tabaco
tucumano por el can1ino del Despoblado y tan1bién por una revisión puntual de las guías
expedidas en 1'ucumán en 1818 que nos ha permitido conocer que ambas provincias de
Cuyo eran el principal destino del tabaco tucumano, dado que hacia alli iban 127 mil
mazos, mientras que hacia Córdoba iba el resto que sólo consistía en 40 mil mazos. 107
Sin duda junto a ese tabaco se estaban exportando los vacunos de Córdoba a los qtte
antes nos referimos, y estimamos que aún no lo hacían acompañados de los de las
provincias del norte que en la década del 30 veremos bajar hacia San Juan traídos por
los comerciantes que distribuíai1 los aguar0ientes 108 ya que en esos años vemos que
siguen yendo hacia el Alto Perú, corno registra Conti (2001) para 1829-1831.
En sínteSis, en la década de 1820 no sólo se afectó mu y seriamente el consumo de
caldüs cuyanos en Bttenos Aires y el Litoral sino también las importantes reexporta-
ciones de yerba que pasaban por Mendoza. Todo esto, entendemos, estaría afectando
más a Mendoza que a San Juan por la exclusiva orientación de sus exportaciones hacia
Buenos Aires y por la importancia de sus cuantiosas reexportaciones de yerba a Chile.
San Juan, en cambio, estaría un poco más protegido con sus aguardientes que seguían
teniendo un poco más de demanda en Buenos Aires y mantenían su mercado en el
"interior". Además, la agudización de la política librecambista porteña se daba en un
periodo donde estaban abiertas las fronteras con un Chile demandante de ganados, los
cuales bien podian ser provistos desde Mendoza con antigua tradición en eSta produc-
ción más que .desde San Juan en el que siempre eran escasos. Las exportaciones
gana<:Ieras reiniciadas en 1817 y 1818 no tenían por qué competir con la producción
viñatera, pero del conjunto de datos desprendemos que la retracción de las exporta-
ciones hacia Buenos Aires y el Litoral desde 1819 y su agudización en 1823-1824
implicó una necesaria reorientación en el destino de parte de las tierras de regadío que
antes se destinaban a los caldos. Allí deben haber aumentado las pasturas de alfalfa 1·º8
destinadas al engorde de ganados al igual que los cultivos de trigo y de muchos otros
productos agrícolas para ser exportados hacia un espacio no tradicional como Córdo-
ba, n1ientras introducían también sus vinos y aguardientes. Las relaciones con Buenos
Aires siempre que se pueda serán reiniciadas, por ejemplo en un año de bloqueo del

107. AH/T.S. Ad., C. Hda .. Guias 1818.


108. Esta observación proviene de planillas dispersas de derechos de tránsito localizadas en los
archivos provinciales de Tucu1nán. Santiago del Estero. Catamarca y La.' Rioja.
109. En los últimos años coloniales ya hay referencias sobre eSte tipo de proceso en Mendoza
(Assadourian, 1983: 339)
194 Cnrlos Serr1pal Assadourian y Silvia PaJo 111

puerto -1827-, en el que Acevedo registra que se despachan a Buenos Aires J


cargas de harina 110 y/o trigo, 1634 a San Luis, 125 a Córdoba y 469 a Santá
(Acevedo. 1981: 237)."'
Aparte de la necesidad de los mendocinos ele encontrar nuevos mercados, t '
indica que ellos no ingresaban harinas en Córdoba en con1pelencia con los procluct
cordobeses, como hubiera acaecido en el peiioclo colonial cuando la carga de har{
estaba aforada a 4 pesos y sólo se importaban unas pocas cargas de La Rioja. En 18,
el aforo de la harina en Córdoba salta a 7 pesos y, en l 821, cuando el aforo alca
a 6 pesos, el n1unicipio solicita a la Legislatura la baJa de los in1puestos a su im
tación, que es denegada, 112 mientras crecidas cargas de harina ingresan a la proVin 1
y continuarán haciéndolo hasta 1830, con aforos que oscilarán entre 9 y 12 pes ¡j
desde 1822. Todo indica que en Córdoba estaba faltando hartna de trigo y que ello l

!
se debía a una crisis climática ocasional en tanto se trataba de una década contin -
de ünportaciones. i°!
Sin duda estamos ante un problema que hay que investigar con mayor detalle. ES. ~
i·I···

falta de trigo en la región debe ser relacionada prin1ero con un mayor consumo ad
sionado por el aumento de la población que, en el período de_ nuestro estudio,
incre1nenta 32 por ciento. Junto a esta creciente demanda, también poden1os agrup -
elementos que ya hemos ido planteando a lo largo del escrito. Lo primei:o a record
es la existencia de un conflictivo pe1iodo político y militar en la primera década ind
pendiente donde se va empobreciendo la población de la campaña luego de su colab'<-
ración con ganados, granos, ponchos, etc., destinados a los ejércitos, sobre lo cu
encontramos referencias en 1817. Este proceso se agudizaría hacia 1818 con el ase
tarniento del Ejercito del Norte, de lo que encontramos inenciones a falta de aliment
en 1819, situación que se agudiza luego a causa de una "seca con langosta" qu
continúa en 1820, a pesar de las cuales no se interrumpen las contribuciones de maí
y trigo recaudadas por el Estado. 113 También antes planteamos que todas las frecuen~_
tes convulsiones internas hnplicaban la participación creciente de gente que "sól
consumía y no trabajaba", lo cual debe haber tenido una incidencia negativasobreuna-
producción agrícola carente de la colaboración de amplios sectores masculinos. A todo::
esto habría que agregarle el reinicio y auge de las exportaciones ganaderas hacia Chile: e
entre 1818 y 1828 que incidieron en una baja del consumo de can1e en la ciudad y e
la campaña desde 1820 e, indirectamente, en el auge de las actividades ilegales en la- ¡J
campaña, sobre las cuales tenemos referencias para 1823 y 1825. A todos estos::- ·j1

ca1nbios desestructurantes de toda actividad económica debe habérseles sumado una


mayor demanda sobre los productos agrícolas corno sustitutos de la encarecida carné---,
vacuna. Sobre este tema se refería un documento de 1818 donde se estimaba que al -
reducirse el consumo de carne se obtendría una ventaja para los productores agrícolas>: V

locales. Allí se decía que - -

,, 1

110. Según los datos del cónsul inglés para 1822 que ya hemos citado, en Buenos Aires ingresaba 11
harina de Estados Unidos.
111. Años como ésle, cuando Mendoza envía menos harina a Córdoba, son aquellos donde
vuelven a ingresar partidas desde San Juan, Catamarca o La Rioja.
112. Archivo de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Córdoba, t. 1, Córdoba, La
Minerva. 1912, p. 129.
113. AHP/C, 1820, G. 't. 72, f. 73 yt. 70, L. 12, fs. 328r-359 v. 1 I
relaciones n1ercantiles de Córdoba ( 1800-1830) 195

el n1ás el fácil recurso a los granos y las legumbres llenará lo que de él falte
al Público sustenlo, y nuestras gentes se acostumbrarán n1ás al uso de aque-
llos con ventaja ele nuestra atrasadaLabranza. 11 •1

I·Iaciendo un resun1en de tipo cuantitativo sobre las relaciones con San Juan,
!Vlendoza y La Rioja en este periodo, tenemos que a las importaciones de aguardiente
y vino se agregan las de harina en la década de 1820, todas las cuales más las pasas,
dulces, aceitunas, etc., desde 1810 a 1830 alcanzan a 30 mil pesos, 34 por ciento más
que en la prilnera década colonial, cuando alcanzabai1 a 22.500 pesos {ver cuadro 8).
J~n retorno sólo siguen yendo los escasos tejidos de lana y. desde 1818, los gai1ados
que pasan hacia Chile que probablemente alcanzan para equilibrar esta balanza co-
mercial. ~fambién podemos resumir acerca de que durante la década de 1820 se estarla
profundizando cada vez más la especialización de Córdoba en la actividad ganadera,
lo cual in1plicaria la necesaria con1plemeniación de los productos agricolas que esta-
rían 1legru1do sobre todo desde Mendoza.

Las relaciones con Catamarca

Las relaciones entre Córdoba y Catamarca consistían en una división geográfica del
trabajo gestada alrededor del algodón del cual Córdoba importaba unas 8 mil arrobas
anuales en la última década colonial para ser tejido en los telares domésticos que
producían sobre todo los "lien;r;os c_riollos" destinados al consu1no local principalmente.
'fambién, junto a los algodones, se importaban unas l O mil varas de lienzo, casi 1.000
suelas y otros efectos menores que significaban unos 25 mil pesos, los cuales n1ayor-
mente se pagaban en dinero ya que desde Córdoba sólo se exportaban algunos t~jidos
de lana o vellones que, a veces, eran parte de un iI1tercambio directo entre los produc-
tores de ambas zonas.
Las que mas sufren las consecuencias de la Independencia son las importaciones
de lienzo que lograron mantenerse sólo hasta 1812 en niveles iguales a los coloniales
pero que, desde 1813 a 1820, se contraen abn1pta1nente m'anteniendo sólo 10 por
ciento de los volúmenes anteriores, En 1820 ingresaron las últimas 400 varas aforadas
a un real cada vara, exactamente la mitad de todos los años anteriores. La abrupta
desaparición de esta producción catamarquefla nos da la medida exacta de las conse-
cuencias de la invasión de los textiles ingleses de algodón en la región, los que páginas
atrás registramos como el principal componente de las importaciones de efectos ultra-
marinos que tanto se incrementan después de 1810. No se trataba solamente de una
mayor oferta de este tipo de textiles sino también de una constante reducción en sus
precios, lo que podemos constatar en sus valores de aforo. Los bramantes y sarasas,
unos de los textiles de los que más varas se importan, hacia 1830 estan aforados a un
real y a un real y cuarto la vara respectivamente, menos que los dos reales a los que
se aforaba el lienzo catamarqueño. Los precios de estos productos ingleses bajan
abruptan1ente luego de 1810; la sarasa, que en los años coloniales de buen abasteci-
miento n1aritimo se aforaba a 9 reales, en 1816 ya se afora a 6 reales para llegar al real
y cuarto de 1830. El bramante de algodón, que recién comienza a ingresar en 1819,
lo hace aforado a 2 ,5 reales para bajar a un real en 1830. Sin duda estos cambios

114. AHP/C, Gob., C. 58. C. 2, fs. 150-156.

1
l 196 Carlos Sen1pat Assaclourian y Silvia Palon1e
1
inciden más aún en Buenos Aires, donde ya observa1nos la sevci:a retracción de
tejidos de algodón cocl1aban1binos en el n1ercado de Buenos Aires en 1810y 181 l p
1 desaparecer en 1814 (Garavaglia y Wenlzel, 1990: 215). Es decir que los lienzos ca
marqL1eii.os no sólo sufrirán la con1petencia de los texliles ingleses en BuenosAiressf
rs ta1nbien en Córdoba, aunque unos pocos años n1ás Larde.
Este mismo proceso afecta a las in1porlaciones de algodón catamarquef10 des
l Córdoba, las que se retraen aunque logran persistir. Entre 181 O y 1824 hay u
retracción de 50 por ciento de estas importaciones que perjudican tanto su volume
como su valor. La mitad del algodón que deja de importarse responde a las mis1
causas que la desaparición de las in1portaciones de lienzo; el tejidÜ local de lien
criollos destinados a la venta dentro del propio n1ercado regional es el que desapare_
ante la competencia de los textiles ingleses con sus precios a la baja. La otra mitad d
algodón, la que se sigue importando, debe ser la destinada a la producción doméstf''
de autoconsun10 donde, al convertir el algodón en lienzo gracias al trabajo familiar:
sin incorporarle costos mercantiles, todavía se logran obtener telas de algodón
baratas que las del mercado. Este cálculo parece haber tenido sentido merca
mientras los precios de los textiles ingleses no bajaran demasiado.
Para 1829 y 1830, en consonancia con los conflictos políticos y militares, el ingre
de algodones sufrirá una nueva retracción llevándolos a un tercio de los importad
en la última década colonial, situación de la cual ya no se recuperarán, según los dat
que nos brinda otra investigación (Converso, Grossi y Solveira, 1978}. Aún no sabem
si esta nueva retra~ción fue ocasionada por el desorden productivo de esos años o p
una nueva baja en los precios de los textiles ingleses, o quizá por ambos factore
relacionados.
Dentro de Córdoba, no pareciera que este proceso que afecta a los tejidos de algodóri
se hubiera iniciado para los de lana ya que las importaciones de tejidos europeos a-é )
lana no se han incrementado mayormente {ver gráfico 5) y sus aforos aún no hart .
1
bajado lo suficiente corno para competir con las piezas de lana que se fabrtcan en l !(
región. Como ejemplo podemos mencionar que las varas de tejidos de lana más baratos_ iJ
importados como el bayetón o el paño de 3º ordinario hacia 1830 están aforados a . il
s / 1 pesos y a 1,5 pesos respectivamente. , u:
En cambio, el otro rubio importado durante la colonia, las suelas, desde 1819'
suben co11stantemente. Desde un promedio de 939 anuales silben a 1.4 70 entre 1810~ ·
1814, a 2.270 entre 1815-1819, a l. 788 entre 1820-1824 y a 2.150 entre 1825-1830,
Al mismo tiempo que suben las cantidades importadas también lo hacen sus aforos 'i"l
hastaJ828. Éstos parten de 14 reales en el período colonial para saltar a 17 en 1819, :.
estabilizarse en los 24 entre 1820-1825, para caer de 22 a 17 reales entre 1828 y 1830 ·[-)<
en n1edio del conflicto militar {sobre las oscilaciones de todos estos productos ver •i
cuadro 6 y gráfico 16).
El aumento de estas importaciones de suelas responde tanto a la demanda para el
mercado interno cordobés como a la nueva demanda creada por los ejércitos (Conver~
so, Grossi y Solveira, 1978: 228) y, a nuestro entender, la demanda del ejército debe
haber influido más en la primera década independiente y la del mercado interno
cordobés en la segunda, en consonancia con el aumento de las exportaciones de cueros
hacia Buenos Aires y de ganado en pie hacia Chile.
Otra demanda regional que comienza a incrementarse en corisonancia con las
actividades militares es la del tabaco, sobre el cual hay constancias sobre su consumo
para cuando el Ejército del Norte se asienta en Córdoba"{Converso; Grossi y Solveira,
1978: 227). En los últimos años coloniales, Catamarca ya venía desarrollando de
relacio11es rnercantilcs ele Córdoba ( 1800~ 1830) 107

~1anera ileg;al sus cultivos de labaco (Barrionuevo, Córdoba y Sironi, 1973: 22 l) lo


_:C,úaL a nues~ ro entender, le creaba conflictos con Salta, que inlenlaba n1onopolizar su
,::Cultivo. Según vü11os antes, a partir de la supresión del estanco en 1812.junlo al tabaco
paraguayo cornienza lan1bién a ingresar el tarijeño proveniente de Tucumán y de
catan1arca. L:.'l introducción de este tabaco sufrirá también altos impuestos aunque,
·eri terminas comparativos, será beneficiado por tasas menores que las que le aplican
al paraguayo, al cual lem1il~ará rec1nplazando cuando se interru1npan sus imporh:1-
Ciones en 1819 (ver cuadro 7 y gráfico 10). Según nuestros datos y si dejamos de lado
¿1 periodo 1812-1814 {por muy desordenado y con altisimos aforos) y consideramos
,como periodo inicial al que vade 1815 a 1819, tcnen1os que en 1820-1824y en 1825
sedupHcany triplican las cantidades importadas {ver gráfico 17 en el cual, desde 1818,
todo es tabaco tarijeño).
Todo el conjunto de importaciones de Catamarca hacia Córdoba, 115 uno de sus
principales mercados ju~to a Buenos Aires, sólo alcanzará a 16 mil pesos de pron1edio
ánual _entre 181 Oy 1830, lo que significaba una reducción de 36 por ciento con relación
a Jos 36 mil pesos que contabilizamos para la última década colonial (ver cuadro 8).
Estos cambios en las relaciones mercantiles nos están mostrando la superficie de
los profundos cambios que se debían estar produciendo en la economía regional ca-
tamarqueña que, velozn1ente, buscaba readecuarse a la desestructuración del merca~
do interno colonial. Sin duda se estaba dando una reorientación de la producción de
sus tierras desde los cultivos de algodón hacia el tabaco y de su trabajo artesanal desde
los lienzos hacia las suelas y la preparación de las hojas de tabaco. Pero los valores de
sus exportaciones hacia Córdoba nos muestran que todos estos intentos 110 logran
revertir la desfavorable situación en que la habían situado las crecientes importaciones
de textiles causadas prilnero por la aplicación del Reglamento de Libre Comercio y
luego por la vinculación directa con el n1ercado mundial.
Como exportaciones desde Córdoba hacia Catamarca se registra una continuidad
de la situación anterior, con campesinos llevando vellones y ponchos para traer algo-
dones y i;:on mercaderes exportando algunos pon('.hos junto a sus reexportaciones de
yerba y de efectos ·ultramarinos que, en Catarnarca, se entrecruzarán con los ingresa-
dos desde Chile. Las novedades consisten en la reactivación de los pueblos situados
en la parte donde pasa el camino del Despoblado por Catamarca y su posible partici-
pación en las exportaciones ilegales de vacunos y mulares hacia el Alto Perü, como
plantea Halperín Donghi (1979 y 1980). La otra novedad, relacionada con ésta, es el
registro de ganado vacuno que marcha desde las parroquias rurales del norte de
Córdoba hacia Catamarca, lo cual nos indica que estas exportaciones ilegales de
ganado no sólo podrían haberse orientado hacia el Alto Perú sino también hacia Chile,
sobre todo desde 1820. 116 Todo este conjunto de datos nos permite pensar que, quizá,
las recortadas importaciones de origen catamarqueúo también comiencen a-ser paga-
das con estos envíos de ganado cordobés.

115. En esto tarnbién incluin1os las cargas de ají y varias menudencias.


116. En los archiVQS catamarqut ·rlos no hemos encontrado registro de estp.s actividades para este
periodo, aunque sí para décadas posteriores; quizá una revisión de los docurnentos delos archivos
chilenos pennita avanzar sobre el ten1a.

L_
198 Carlos Se111pat Assadou1ian y Silvia Palon1e(

Las relaciones con las provincias del norte

Algunas relaciones n1ercantiles entre Córdoba y csla zona continúan siendo e


iguales a las de tlnes de] periodo colonial, en tanto siguen siendo muy escasas
exportaciones de los tejidos de lana re1nilidos hacia el norte nlie11tras persisten imp
taciones de inaderas y algo ele arroz desde Tucun1áJ1. También una continuación es
ingreso de tabacos que si bien nosotros recién registran1os en 1812, es conlinuidad
una relación colonial mediada por el estanco. El cambio fundan1enlal es lainterrupci
en las relaciones vinculadas al transporte e invernada de mulas por lo menos ha
1826, la desaparición de las importaciones de azúcar que ocasional1nenteveníande
Jt~juy y Tucumán y el ingreso, desde 1820, de cortas pero estables partidas de sue
En térn1inos Cl.tantilativos, las relaciones son semejantes a las anteriores (ver cuadr ;¡J
8), con una balanza con1ercial desfavorable para Córdoba del orden de los 3 mil peso l
'
Al principio del segundo apartado, al revisar las relaciones de Córdoba con el Alt :
Perü en medio de las lucl1as de la Independencia, ya hemos ido planteando los priQ.
cipales y graves problen1as que enfrentaron las provincias del norte entre 181 Oy 182
y su posterior y paulatina reinserción dentro del alicaído mercado minero a1toperu
que culminara con la integración de Salta, Jujuy y Tuct1rnán junto al sur nlinero
Bolivia, dentro de lo que Mitre ha denominado "espacio surandir10". Igualmente,
revisar las relaciones con e] Litoral y el puerto de Buenos Aires, ya n1encionamos có
Buenos Aires intentaba y lograba reforzar su presencia como redistribuid ora de efect
ultramarinos en todo el territorio que luego formara parte de la Argentina actual (e
tanto resto resultante de su antiguo espacio), espacio que desde 1825 llegará hasta éJ
mencionado "surandino" a excepción de los años de bloqueos del puerto o de interrup;-
ción de los caminos, cuando pasa a ser desplazado por los puertos del Pacifico. Tarrí~­
bién vimos cómo, velozmente, después de 1810 y a causa del creciente ingreso en él
puerto de Buenos Aires de los efectos ultramarinos donde predominaban los tejidos
algodón ingleses, se interrumpen las in1portantísimas importacior1es de efectos del~­
tierra del Alto Perú consistentes principalmente en tejidos de algodón cochambinos-,-
No tenemos referencias sobre si el consumo de estos tocuyos se habrá interrumpidÓ
en las provincias del norte, aunque todo permite suponer que sí lo 11icicron, mientra$-::;,,
deben haber continuado las importantes partidas de coca que entraban para el con.:,~--~>
sumo de la Puna, Salta y Jujuy.
Nos faltaría mencionar que en las provincias del norte se observan relaciones
múltiples no sólo porque sus importaciones ultramarinas las reciben desde Buenos
Aires mientras sus exportaciones ganaderas van hacia el Alto Perú (Con ti, 1989) sino--:-
porque habría bifurcaciones hacia Chile. Si bien estos comentarios se basan en el
registro de las guías de exportación de Tucumán sólo para 1818, éstas nos penniten;-:.-
ver cómo crecer1 las exportaciones de Tucumán hacia Buenos Aires. Tucumán, que en
la últin1a década colonial exportaba a Buenos Aires unas 7 mil suelas y ningún cuero,
en 1818 envía 181nil cueros y 10 mil suelas y lo mismo pasa con sus quesos deTaif, i:
que han subido desde 200 a 3 mil unidades, rnientras se 1nanliene el mismo nivel en J:
sus exportaciones de arroz y aparece una nueva exportación, antes no registrada, de
57 n1il pieles de chinchilla. En el mismo libro de guías de 1818 ta1nbién se registra el
otro circuito orientado hacia Chi1e, ya que hacia alli se deslinan 127 n1il mazos de''.
tabaco mientras a Córdoba, su otro deslino, sólo van 40 mil mazos junto a unas pocas
arrobas de arroz.
8 relacio11es n1ercantiles de Córdoba ( 1800-1830) 19H

CONCLUSIONES

Los can1bios en la balanza comercial de Córdoba

Si agrupan1os hrevcn1enlc los datos cuantitativos sobre la balanza comercial de


_Córdoba dispersos en el escrito, tene1nos que en 1810 se interrumpen las exporta-
ciones de n1ulas hacia el Alto Perú -que significaban un ingreso de 190 n1il pesos
-anuales-, en los aftas que van de 1810 a 1825 se mantuvieron irregulares relaciones
'irnposibles de contabilizar -pero qLie no deben haber sido muy significativas- y que
_en 1826 se reinician las exportaciones de mulas en también desconocidas cantidades
y seguramente enfrentando problen1as al poco tiempo debido a la guerra civil de
1829- I 831. Un cálculo n1ás que eslin1ado nos permite aventurar una cifra de retorno
positiva del orden de unos 3 inil pesos anuales.
Las relaciones con el Liloral-ParagL1ay y Buenos Aires en el período 1800-1810
consistían en la importación de 157 mil pesos de efectos de Castilla que junto a la
yerba y a otros efectos provenier1tes de Paraguay hacían un total de 193 mil pesos.
Eslas importaciones se saldaban en parte con la exportación de tejidos y cueros que
alcanzaban a 125 mil pesos, quedando un saldo negativo a pagar en dinero de 681nil
pesos. En 1810-1830 las importaciones de efectos de Castilla-ultramarinos aumen-
tan en 65 por ciento y llegaron a 258 n1il pesos anuales los cuales, junto a las
disminuidas importaciones de yerba y Labaco paraguayo, hacen un total de 283 mil
pesos. Estas importaciones se pagan con exportaciones de cueros y cerdas, valori-
zados y desvalorizados tejidos que significan. tentativamente, unos 162 mil pesos
con lo cual resta un saldó negativo a pagar en dinero de 121 mil pesos originados en
el aumento de las hnportaciones ultramarinas.
Las relaciones con Chile en la última década colonial consistían en il11portaciones
por 43 mil pesos anuales consistentes sobre todo en azúcar peruana, añil guate1nalteco
y puntuales importaciones de efectos de Castilla y se pagaban con algunas exporta-
ciones de ganado vacuno y dinero. En el periodo 1810-1830 vemos que estas impor-
taciones se interrumpen en 1815 mientras que hacia 1818 se inicia un auge exportador
de ganado vacuno desde Córdoba, con cantidades desconocidas. Estimamos que el
ganado exportado alcanza y sobra para pagar los 8 mil pesos de promedio anual que
ingresan desde Cl1ile ahora que los azúcares y añiles ya no ingresa11 por esta vía sino
desde Buenos Aires y co1no efecto ultramarino.
En la última década colonial las relaciones con Mendoza, San Juan y La Rioja
consisten en importaciones de aguardiente sanjuanino y devino riojano principaln1en-
te, las cuales alcanzan a un pron1edio anual de 22.500 pesos que, descontando los
escasos tejidos exportados, daban un saldo de 22 mil pesos negativos que se pagaban
en dinero. Entre lSJOy 1830 las importaciones desde esta zona suben a 30 mil pesos
porque, aparte de aumentar las introducciones de vino y aguardiente, también comien-
zrn1 a entrar crecidas partidas de harina, todas las cuales estimamos que también
podrían saldarse con las exportaciones de ganado hacia Chile.
Las importaciones desde Catan1arca, sobre todo de algodones a cambio de escasas
exportaciones de tejidos de lana y de vellones, tan1bién presentaban url saldo negativo
de 24 mil pesos anuales en la primera década colonial. Desde 1810 a 1830 estas
importaciones se reducen a 16 n1il pesos, debido a la competencia de los textiles de
origen ultramarino ingresados por Buenos Aires, aunque suben sus tabacos y sus
suelas. Considera1nos que, quizá, parte o la totalidad de las ntisn1as se pueden estar
cubriendo con exportaciones de ganado que desde Catamarca será reexportado a
Chile.
200 Carlos·Sen1pal Assaclourian y Silvia Palon<·

Las relaciones con las provi.J.1cias del norte que recién expusin1os presentaba
saldo negativo anual de 3 n1il pesos que se 111an-Uene todo el Uen1po. ..;~~
En síntesis, entre 1800y 1809 la región de Córdoba tenia una ba1anza carnet;
favorable por la cual quedaban en la región al menos 30mil pesos anuales y, entre
y 1830, se enfrenta a una balanza cornercial desfavorable del orden de los 121 mil p
anuales por lo n1enos, ya que es muy posible que esternos sobrcdimensionando el v
que alcanzaron algunas de sus exportaciones en Buenos Aires y el ganado qu
hacia Chile con el que hemos calculado que se cubren varias corlas balanzas co
ciales desfavorables,
Éstos son nuestros cálculos sobre las dos décadas lomadas cotno conjunto.
etapa muy desfavorable y donde el saldo negativo de la balanza debe haber sido mli
n1ás alto tiene qt1e haberse dado entre 181 O y 1817, ail.os de grandes gastos militaf
con las exportaciones al Alto Perú interru1npidas y ya enfrentando el problema del
aumento de importaciones de productos ultramarinos junto a la abrupta retracción",
las exportaciones de textiles hacia Buenos Aires mientras las de cueros se manter ,
y aún no se valorizaban las cerdas. En 1818, yn1ás aún desde 1822 hasta 1829, viS
desde los años inmediatos anteriores, aparecen como de paz y de recuperación eco·
mica cuando, si bien la balanza comercial tiene que haber seguido siendo negativa,
no alcanzaría a los mencionados 121 mil pesos. Es en es~ década cuando se abren
mercados chilenos para las exportaciones ganaderas, se reinician las exportacione
Alto Peri1, se valorizan los cueros y aparece un mercado para las cerdas, aunque s
el problema de la retracción de las exportaciones textiles y se mantengan las
estabilizadas pero· cuantiosas importaciones de etectos ultramarinos.

Los cambios en las relaciones interregionales

Como se concluyó hace años, has la 1830 lo decisivo en los ca1nbios y las coyuntura',
de la economía regional proviene de los desbarajustes y reacomodamientos de aq11e1l
elementos que componían el viejo mercado interno colonial (Assadourian, 1983: 36
El acontecimiento de mayor peso y sigrlificación fue la interrupción de las relaci ,Ó
con el Alto Perú que era la articulación regional dominante durante más de dos sigl
y con ella desaparece el p1incipal sector de exportación de la región afectando seri l)
n1ente el poder del grupo mercantil local y lamonelización de toda la economid region o
Esta situación no sólo afecta a Córdoba sino a todas las economías regionales tj_ué'.
tenían similares relaciones con la economía minera a]toperuana, como Santiago dé'l
Estero, Tucumán, Salta y Jujuy principalmente. ..
Hacia 1814, cuando los partidarios del orden colonial ocupan Chile, se inicia otro
cambio desfavorable para las antiguas relaciones interregionales coloniales con lá.
interrupción de las exportaciones ganaderas y de las importaciones provenientes dt:it:_,
antiguo circuito que vinculaba las distintas especializaciones productivas cercanas a-.
las costas del Pacífico sur. Este amplio circuito, que ya venía siendo debilitado por las
políticas de las reformas borbónicas, ya no se recuperará al terminar la guerra de la
independencia. Las exportaciones gru1aderas se recuperan con las victorias militares
de 1817 y eso permitirá la existencia de un Hujo exportador de ganado muy importa11te
entre 1818 y 1828. y
Las relaciones con Paragt~ay, región proveedora de yerba y tabaco que eran pagados
con las exportaciones de tejidos de lana de Córdoba, tarn,bién se interrumpen haci.a ;'/
1817 debido a las presiones porteñas "para mantenerlo bajo su órbita de influencia". 1_·,
relaciones 1nc-rca11tiles de Córdoba (1800-.1830) 20!

· rala región de Córdoba esto significará la desaparición de la posibilidad de pagar con


s propios productos las indispensables importaciones de yerba y tabaco de buena
-t~alidad, que a partir de esos afios lendráque saldar con dinero remitido hacia el puerto
ae .Buenos Aires. Para el antiguo siste1na del nlercado interno colonial Csta es otra
:deseslrucluración nlás de las relaciones de intercambio de productos articuladas
:bacía tiempo, que ahora pasan a ser desplazadas por zonas productoras situadas en
Brasil desde do1 \e tan1bién ingresa el azúcar que antes venía de Perú. Estas yerbas
y azúcares también llegaran a Chile, desplazando producciones paraguayas y perua-
nas. todo lo cual entendemos que fue e11 beneficio de un grupo de mercaderes locales
ingleses de los puertos de Buenos Aires y Valparaíso. Aden1ás de lo anteriorn1ente
dicho, para la región de Córdoba estas dos transformaciones significaron una reduc-
ción notable de sus importaciones más valiosas (yerba y azúcar) provenientes de las
:-relaciones a larga distancia dentro del mercado interno colonial (ver gráficos 18 y 19)
yel reemplazo por las provistas desde el mercado ultramarino controlado por Buenos
· Aires.
Las relaciones de importación desde las provincias vecinas también fueron muy
afecladas por las políticas impositivas de la primera década independiente decididas
desde Buenos Aires y que les hacen pagar el costo de la guerra, a pesar de las cuales
logran persistir dificultosamente, quizá por no tener otros lugares de expendio. Esta
situación se 1nodifica entre 1820 y 1822, años a partir de los cuales logran expandirse
(ver gráfico 20); entendernos que esto sucede porque en 1820, de alguna manera, logra
concretarse un proyecto estatal totaln1ente diferente del de la década anterior sobre el
cual ahora sólo poderÍlos observar los profundos cambios en sus políticas impositi-
vas117 {ver gráficos 21a24).
Sintetizando, a dos décadas de la Independencia y a través de múltiples cambios
económicos siempre relacionados con decisiones políticas y/ o milita.res, ya se visualiza
la existencia del espacio mercantil recortado y desmonetizado que es el mismo que
luego conformara el espacio nacional.

Mención al problema del dinero para el pago de importaciones ultramarinas

Si no hay ingresos de dinero desde el centro minero altoperuano, no vemos de dónde


pueden provenir los 121 mil pesos anuales que hay que pagar durante veinte años a
cambio de las importaciones ultramarinas, ni aun en 1os años más prósperos de la
década de 1820. Cuando se piensa en que una de las fuentes posibles es el dinero
acumulado en la región, inmediatamente se recuerda la desmonetización generada por

117. 18 de marzo de 1820. Acla de la Asan1blea Provincial confirmando la independencia dlce,


refiriCndose al "Congreso Nacional del año anterior al presente" que "nuestros diputados enlazan-
do estos principios con los de las antiguas metrópolis [ ... J no atinaron con el sistema de nuestra
verdadera libertad". "La provincia de Córdoba, sobre quien gravitó mas el peso de esla Ultima
guerra civil'', "Los Repre~entantes de la Provincia [... ] declarando [... [ que corno lal provincia
soberana y libre no conoce dependencia ni debe subordinación a otr.i (Compilación de leyes.
decret.os, acuerdos. de la Excelentísima Cámara de Justicia y dernás disposiciones de carácter
público dictadas en la Provincia de Córdoba desde 181 O a 1870, CÓrdoba, In1prenta del Es lado,
1870, p. 12),
202 Carlos SeinpaL Assadourian y Silvia Palomeqt_

la dcs8parición del "ramo de mulas'', los cuantiosos n1ontos que quedaron sin cobr~
en Perú, las constantes contribuciones que tuvieron que hacer los comerciantes a
ca111bio de no entrar a prisión, las frecuentes contribuciones de la Iglesia y las ele todos
los sectores.
Sabemos que el dinero acu111ulado en la región durante el periodo colonial tendí
a ser atesorado por las órdenes religiosas que lo prestaban a los particulares terrate7
nientes a bajos intereses a través de operaciones registradas en los protocolos not j¡
riales (Garzóri Maceda, 1968; Tedesco, 2001). La necesidad de dinero dentro de la;:'
región ya se advierte cuando se ve que la Iglesia co1nienza a prestar bastante más dinerÓ>
del que le ir1gresa por cancelaciones de créditos y q·ue las cancelaciones en dinero sé.
van reduciendo durante la prin1era década independiente para quedar en sólo 17 poi_:·
ciento entre 1821-1830 con relación a la primera década del siglo, mientras van
creciendo las cancelaciones en bienes inmuebles (Tedesco, 2001: 69-71). Pero, máS."
que estas tendencias, el principal indicador ele que en la región no hay n1ayor dinero·"'· !
i
'
acumulado está en lo reducido de los valores implicados en los préstan1os de la Iglesia:. [~•.
con relación al cuantioso monto anual de la deuda regional en concepto de importa..:
clones ·ultramarinas.
La otra opción es pensar en una producción n1inera regional, ten1a que ya fue::':
cuidadÜsarnente revisado por Romano {1998), quien demostró que una incipiente:>
extracción de minerales de plata, cobre y oro ya se había iniciado en el período colonial .
hacia fines del siglo XVIII y que en Córdoba se inician emprendünientos de explotación,:_.-
sistemáticos en· la década de 1820, los cuales se incrementan y continúan en las
décadas posteriores. Un pequeño grupo de empresarios cordobeses en alianza con el
poder político habría desarrollado estas actividades, que tambien incluían a las minas:
de Fan1atina, para obtener grandes ganancias en el proceso de amonedación,
Si bien en la citada investigación se revisa abundante documentación e investiga~
ciones anteriores, no se logra estimar los montos de 1netálico que se pueden estar·
obteniendo por esta vía hasta 1830, aunque a traves de los indicios que brinda s_e
desprende que no se está frente a cantidades muy importantes. Esto coincide con la
cuantiosa circulación de moneda riojana en Córdoba y el interés del gobierno provin-
cial en su circulación. 118 La fundición de vajillas famíliares, chafalonerías para la··, . /\
acuüación de monedas de baja ley corno "güemes", "corros", ''verdinas'', todas ellas·
denominadas "federales", es común en todas las provincias del il1terior hasta 1825
{Segretti, 1975), año a partir del cual se observa que comienzan a menguar los expe-
dientes y las denuncias sobre el tema. El lento reinicio de las relaciones exportadoras .
hacia el Alto Perú, el comienzo de las acuñaciones de moneda riojana, algo de produc-· ,
ción minera cordobesa, constituyen las posibles fuentes de metálico que en algo pue-
den aliviar la aguda desmonetización presente desde 1810.
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118. Archivo de la Honorable Cárnara de Diputados .... 1912. n. p. 182.
Lns relaciones n1ercantilcs ele Córdoba (l 800~ 1830) 203

ANEXO 1
1
LAS FUENTES Y SU TRATAMIENTO 119
11
Los dalos cuantitativos analizados consisten en las series de los productos expor~
tados e importados por y desde la jurisdicción de Córdoba en las tres décadas que van
desde 1800 a l 830y, en este punto, describiremos el tipo de fuentes consultadas y los
problemas enfrentados en su Lralan1iento. 1
11
LAS IMPORTACIONES l
Para construir la serie de las importaciones correspondientes a la jurisdicción de
Córdoba hemos consultado principahnente aquellas que constan e11 laAdminislración
de Alcabalas hasla 1819 y en los libros de comprobantes de Hacienda desde 1820.
Las fuent~s consultadas en la Administración de Alcabalas son sus libros anuales,
donde se anota una síntesis de los asientos, y sus libros de comprobantes donde estin
las guías que traen el desglose de los productos ingresados para el consu1no de la
ciudad y su jurisdicción, ya que el impuesto de 4 por ciento de la alcabala, en general,
se pagaba en el lugar donde se efectuaba el consumo del producto importado. 120 Esta
característica de la fuente nos pern1ite aclarar dos puntos de interés: uno consiste en
qtie las importaciones registradas tienden a corresponderse con el consumo de la
jurisdicción 121 y el otro nos permite aclarar que esta investigación no se refiere a una
posible redistrtbución mercantil hacia otras jurisdicciones de la cual no existe registro
en la información que brinda la serie de alcabalas.
Es decir que esta serie brinda un registro sintético de las alcabalas cobradas a cada
con1erciante (en los libros manuales} y otro muy detallado con los productos que
componen_ estas importaciones (en las guías que constan como co1nprobantes de pago),
es decir que hay un doble registro que nos permite llenar algunos vacios y co11trolar
la representatividad de nuestra información.
La Administración de Alcabalas en Córdoba subdividía las partidas que trabajare-
mos en efectos de Casiílla que luego serán denon1inados e_fectos ultramarinos, que eran
los productos que se in1portaban por el puerto de Buenos Aires y que en su gran
mayoría tenían origen e11ropeo: y los efectos de la tierra donde se agrupaba a todos

119. El trabajo de recolección y procesamiento de datos se realizó en distintos períodos. A la


primera etapa de 1973-1974, bajo la dirección de Carlos S. Assadourian, corresponden los dalos
localizados en el AGN y en el AHP/c sobre exportaciones de Córdoba al igual que sobre importa-
ciones de efectos de la tierra localizados en el AHP/C. En las próxin1as etapas, la localización,
recolección y hornogeneización de elatos se realiza con la dirección de Silvia Palomeque.
120. En las alcabalas se registran escasas guías de reexportación de productos, los cuales hemos
descontado de nuestras series ya que son para el consumo de otras jurisdicciones. Estas guías
de reeh'--pOrlación se otorgaban a aquellos comerciantes que habían efectuado un error de cálculo
y que, habiendo pagado la alcabala en Córdoba y sin poder vender sus productos al precio
esperado. solicitaban autorización para reexpedirlos hacia deternlinada jurisdicción.
121. I--Iay receptorías de la ciudad y de la can1paña: nosotros hernos lrq.bajacto las de la ciudad.
donde se pap;a 90 por ciento de las alcabalas en este período.
'i
204 Carlos Scn1pal Assaclourian y Silvia Paloniequ

aquellos que provenían de las provincias coloniales, 122 es decir que regÍslraba l.::
ilnporlaciones provenientes de Las provincias del anliguo sislen1a colonial. Hem
tnanleniclo es la rnismadivisión de los dalos en tanto nos pern1ile separar los procluct
del anliguo n1ercado interno colonial de los de origen espv.ño1, europeo o tlllran1aii)t:c
no, l'.U y porqLte -salvo en el caso de algunos procluclos fáciln1enle diferencia bles- la":
división tiende a respetar los distintos espacios procluclivos. Una excepción se da con-__-;_'.
la yerba mate, una constante e importan le importación regional que, cuando ingresa---·--<
a través de Buenos Nres, era incluida como efecto de Castilla-ultran1arino. El otro caso-~'.:
es el cobro de alcabala a la con1praventa de mulas de la misn1ajurisdicción de Córdoba,·><
y que se incluye como importación de efecto de la tierra sólo durante el piin1cr lustro
del siglo, miP:ntras el resto de la serie sólo incluye las importaciones provenientes desde
olras provii ícias. Para homogeneizar las seiies se quitaron las partidas de yerba desde
los efectos de Castilla-ultramarinos y se las agregó a los efectos de la tierra y, en el caso
de las mulas, se optó por retirarlas de la serie.
11
La localización de la documentación en el período 1800-1819 fue rnás compleja de
1

lo previsto en tanto la serie documental se encuentra fraccionada entre el Archivo '


General de la Nación y el Archivo Histórico de Ja Provincia en Córdoba. Luego de
recorrer ambos repositorios, se concluyó que hasta 1818 la serle más completa de los
col
libros de hacienda y de alcabalas y sus comprohanies de Córdoba se encuentra en la
Cal
Sala 13 del AGNy que la documentación delAHP /e es muy incompleta antes de 1819, 124
todo lo cual h_a afectado los resultados alcanzados por investigaciones anteriores que pa
dil
se h_an basado sólo en la consl1lta del AHP /e para este tema y período. 125
Solucionado esle problema con la consulta de ambos archivos, correspondió en- de
frentar el análisis de la representalividad de tal documentación. Para el caso de los be
d<
la
gr
122. Corresponde aclarar que en otras jurisdicciones, coloniales se usan distintas denominacio- .P'
nes según el origen de los productos. En la Real Audiencia de Quito se denornina "efectos de la 11
tierra" a los productos originados dentro de laj11risdicción de la ciudad, "efectos comarcanos" a a
aquellos que vienen de otras jurisdicciones de t1 Real Audiencia, y "efectos americanos" a los y J'
provenientes de provincias extrañas a Ja Audiencia pero que son parte del mundo colonial. En el y .)
caso de Córdoba, insistimos, bajo el nombre "efectos de la tierra" están agrupando lo que ante- e
riom1enle llan1amos "efectos comarcanos" y "efectos americanos". p
123. Esta separación es indispensable si se quiere analizar este tipo de proble1nas. Lamcntable- i "
n1ente otra investigación sobre los productos que componen las importaciones de la provincia de ( (

Tucumán {1822-1841), que debió insun1ir rnucho esfuerzo, unificó las irnportaciones europeas
con las interprovinciales (Cáceres Cano, Martínez y Odstricil, 1979; Cáceres Cano, Martinez y
Nanni, 1982).
124. De la Sala 13 delAGN, en 2001, recuperamos las guías de importación de efectos de la tierra
completas para 1805, 1806, 1809, 1810, 1812, 1813, 1815, 1816 y 1818. En la Serie Hacienda
delN-IP/C. en 1972-1973, seconsullaron 1811. 1817. 1819, 1820, 1821, 1822, 1823. 1824. 1825,
1828, 1829 y 1830. En esle archivo también localizamos y analizamos los datos de 1814, 1826
y 1827, pero no se incorporaron a este análisis en tanto están incompletos.
Igual situación se presentó con las guías de efectos de CasUlla-ultra1narinos ya que. hasta 'º,,
1817. en el AGN se encontraban las guías de los principales comerciantes (89 por ciento del valor
hnportado) y en el AHP/C las de los pequeños comerciantes. Recién desde 1819 se localizan la
rnayor cantidad de guías en el AHP/C y. desde 1821, su totalidad.
1\
125. Cabe señalar que otros colegas {Converso. Grossi y Solveira, '1978) ya observaron que en
1819 recién comenzaban las guías completas en el AHP/C.
relaciones n1crcantiles ele Córdoba (1800-1830) 205

.. productos de Caslilla-europeos-ullra1narinos, si bien no hubo problemas en localizar


en uno de los dos archivos los libros 1nanualcs y los comprobantes de los comerciantes
Que pagaban alcabala en Córdoba, no fue tan sencillo hacerlo con aquellos que la
pagaban al salir de Buenos Aires. Los pri1neros erru1 los mercaderes reconocidos, con
capacidad para alargar fianzas en el mo1nento de salir de Buenos Aires con las n1er-
caderías y con1promelerse al pago de la alcabala en Córdoba, y ellos eran quienes
importaban la gran mayoría de los productos. Los segundos eran los pequefios co1ner-
ciantes, de giro escaso, con actividad ocasional y sin fiadores para dar de garantía, que
eran obligados a pagar la alcabala en el lugar de salida. Para nosotros eso significó toda
una búsqueda de las guías dispersas entre todas las guías de salidas terrestres de
Buenos Aires, a través de la cual)ogramos precisar que esos comerciantes, si bien eran
nun1erosos, sólo in1portaban 11 por ciento de los productos europeos entre 1810 y
1813 y que esta tendencia continuaba en 1817 y 1819, 1nientras que el primer grupo
importaba la mayor parte de los productos, los que significaban 89 por ciento de los
mismos. Con la serie de efectos de la tierra no existieron estos prob1en1as en tanto casi
todos los comerciantes pagaban la alcabala en Córdoba y, cuando ya la habían cobrado
en su lugar de origen, lo mismo en Córdoba se registraba el incremento en su aforo.
Si bien· desde 1814 comenzaron a darse mt1chos cambios en el sisten1a impositivo
colonial, 126 el sistema de reca11dación de las alcabalas recién se modifica en 1820. Los
cambios son varios: pritnero, los in1pueslos a las importaciones pasaron a ser una
parte más de los ingresos del Estado provincial, desapareciendo el sistema indepen-
diente de la Administración de Alcabalas. Si bien se mantuvieron los dos tipos de
documentos {una síntesis del asiento.en un Libro Manual y una Guía en los Compro-
bantes), estos documentos se mezclaron con el resto de ingresos estatales 11asta abril
de 1828. A partir de esa fecha se volvió a separar una administración de las alcaba-
las, 127 luego llamada "de aduana", dando inicio a una homogénea serie documental de
gran continuidad temporal que ha facilitado el trabajo de investigación cuantitativa
. para la década del 30 y las posteriores. Lo segundo es que, a partir de novie1nbre de
1820, dejó de aplicarse un impuesto general de 4 por ciento de alcabala y se comenzó
a cobrar impuestos diferenciales de acuerdo con cada producto. Éstos fueron de 4, 8
y 12 por ciento sobre el valor en 1820 y 1821, entre 4 y 8 por ciento de 1822 a 1829
y de 6 a 40 por ciento desde noviembre de 1829. 128 Lo tercero que cambia en 1820 es
el sistema de doble punto de control y cobranza que existía entre la Aduana de Buenos
Aires y la de Córdoba para los efectos de Castilla-ultramarinos, lo cual presenta la
Unica ventaja de que a partir de ese año toda la documentación se t;ncuentra localizada
en el AHP /c. De ahora en más todos los comerciantes comenzaron a pagar su alcabala
en Córdoba pero los productos ya no vendrán aforados por el funcionario de la Aduana

126. Nos referimos a los fuertes impuestos que. a partir de 1814, comenzaron a aplicarse bajo el
non1bre de contribución ordinaria, impuesto de guerra, consulado y eslingaje.
127. Que incluye sisa. aguardientes, tabaco, arbitrios, etcétera.
128. Desde 1822 la alcabala suele ser denominada corno "derechos de introducción" y luego, en
1829, como "derechos de aduana", lo que entendemos son sólo cambios de denominación en tanto
se mantiene el criterio de cobrar in1pueslos a los productos que ingresan para el consumo dentro
de la jurisdicción. Los datos sobre las oscilaciones en los impuestos en todo el período se han
consultado en el registro de su cobro que consta en las mismas guías de importación. Además.
he1nos contrastado estos cobros con las reglamentaciones de aduanq vigentes en. 1820 (AHP/G.
Gob, t. 71, L. 14, fs. 233r.-234v.) y. desde 1822. con las que ha pubÚcado·Solveira (1999).
«%

1
206 Carlos Sen1pat Assaclourian y Silvia Palo1nequ~j

1 de Buenos Aires; la lista de los productos y su valor sólo era un manifiesto redacLacto
por el propio con1ercianl.e inl.roducl.or con una inevitable subvaluación que era enfren-:'" -'1
1 tada por los funcionarios de hacienda de Córdoba haciendo un nuevo cálculo globa(:
de cada guía hasta 1827 y, recién desde 1828, fijando un aforo a cada producto. Cabe,
seüalar que, como l.odos estos nuevos cálculos de los funcionarios de hacienda se_
hacen con tln valor nomir1al de pesos plata de a ocho reales lal como durante el período
colonial, nosotros hemos podido continuar nuestras series en el n1ismo tipo de n1oneda
sin tener que enfrentar ningún tipo de conversión con el papel moneda en uso en
Buenos Aires.
El problema mas engorroso que tuvo que enfrentar esta investigación f11e compren-
der el funcionamiento de los sistemas fiscales de antes y después de 1820, paso
indispensable para poder integrar los datos de ambos períodos. Desde 1820 ya no
pt1dimos calcular el valor total de las importaciones a través de los asientos sintéticos
de los libros manuales sobre la base de su homogénea recaudación de 4 por ciento; para
continuar la serie hubo que sun1ar los valores totales de las guías en tanto la recau-
dación de impuestos (con tasas oscilantes para cada producto) dejó de ser un indicador
válido para el cálculo de los valores importados. Desde 1821 tampoco fue necesario
considerar 11 por ciento de los pequefl.os comerciantes en tanto ya todos con1enzaron
a pagar sus impuestos en las cajas de Córdoba y, sobre todo, hubo qt1e estar alerta
sobre la subvaluación del aforo de cada producto proveniente de Buenos Aires (no del
valor global de la guía) para 1820-1827.
Resumiendo, hasta 1819, el análisis de las importaciones se basa en los asientos
sintéticos de los libros manuales y en las guías con los productos desagregados que
es tan en la Serie de Alcabalas de la Administración de Córdoba que se encuentran en
el AGN y en el AHP/C y, a partir de 1820, en los comprobantes de hacienda localizados
en el AI-lP /c. Luego de homogeneizar estos datos y reconstruir las dos grandes series
{la de efectos de Castilla-ultramarinos y la de efectos de la tierra provenientes de otras
provincias coloniales), dentro de cada una de ellas se hicieron nuevas series desagre-
,]
gando los productos 129 con su valor de aforo, 130 lugar de origen, cargas impositivas y
volumen, 131 trabajo basado en una lenta tarea de anotar cada producto registrado en
las guías de importación.
1i
Si bien aún no hen1os realizado una investigación específica sobre la relación entre
'l
aforos y precios de cada producto, entendemos que en general los valores de aforo son
indicadores de la tendencia general de los precios mayoristas. Esto lo desprendemos
al observar que existen oscilaciones en el aforo de cada producto, lo que nos indica la
~11
ausencia de una tarifa arbitraria y estandarizada. Para el período colonial y su conti-
_,/

129. La gran cantidad de productos que componen los efectos de Castilla~ultra1narinos incidió
en la decisión de fichar sólo algunos años de esta serie para la primera década y al solo objeto de e
construir indicadores que permitan la comparación con las décadas posteriores.
130. Estarnos habla11do del valor de aforo corregido por nosotros en tanto, para el caso de los
efectos de Castilla-ultramarinos. cada producto viene aforado desde Buenos Aires hasta 1821 y,
en Córdoba, se le suma 8 por ciento de "mayor aurnenlo" excepto la yerba. a Ja cual se le agrega
"l
25 por ciento. No existe este problema en los productos de la serle efectos de la tierra ya que los
l
mis1nos son aforados por los funcionarios de Córdoba.
131. El estudio del volumen de los productos importados sólo se_ realizó para los efectos de la
tierra.
Las relaciones n1f:rca11Ules de Córdoha (1800-1830) 207

nuídad adminislrativa durante la segunda década del siglo también contamos con la
referencia de que el a!Oro del aguardiente en Córdoba se corresponde con el precio
n1ayorista {Godoy Oro, 1957 [1806]: 228) y con la comparación que realizamos entre
tos aforos con los precios minoristas de Córdoba que traen algunos informes rnensua-
les ele Jos cónsules. 132 Sobre los aforos en Buenos Aires de 1814, contamos con una cita
de Converso ( 1994: 15) donde consta que el aforo de los efectos extranjeros se calcula
"sobre los precios corrientes de plaza al tiempo del retiro de la mercadería de los
aln1acenes aduaneros". Ya en la nueva etapa administrativa de la tercera década nos
encontramos con que el reglamento de 1822 indica que el aforo respetara una tarifa
de precios de aduana a fijarse cada cuatro meses por una con1isión formada por el vista
de aduana y dos cornerciantes y en el arancel de aduana de 1830 consta que los aforos
se hacen sobre "los valores de plaza mayor" (Solveira, 1999: 32).
La n1últiple cantidad de productos que con1ponen las importaciones de efectos de
Castilla/europeos-ultra1narinos nos ha obligado a agruparlos al efecto de su presen-
tación en este trabajo y, para ello, hemos respetado primero los n1ismos criterios
originales que los separaban en tres grandes rubros: textiles, ferreteria y frutos y,
luego, hen1os realizado las siguientes subdivisiones que corresponden a nuestras
preguntas.

- Textiles: los trabajos previos de investigación nos permitieron subdividirlos textiles


{de acuerdo con la materia prilna} en: a) lana-pelo; b) lino-cañamo; e) algodón; d)
seda, y e) varias, que incluye tanto las fibras mixtas como aquellas de las que no
pudimos identiflcar su composición.
- Ferretería: fue subdividido en: a) herramientas y materias primas (hierros, tinturas,
pinturas, cueros, etc.), donde intehtamos agrupar todos los objetos vinculados a la
producción; b) merceria {agujas, tijeras, adornos y remedios) y menaje de cocina
(platos, ollas, cubiertos, etc.), donde hemos agrupado los efectos vinculados a la
economía familiar, y c) artículos de escritorio (papel, libros, tinteros, anteqjos)
donde agrupan1os todo _objeto vinculado a la actividad intelectual.
- Frutos: fue subdividido en: a} frutos de origen extranjero, la mayor parte de ellos
provenientes de Europa, pero donde fue imposible separar aquellos que pueden
estar viniendo de Brasil como el arroz, y b} frutos provenientes del antiguo espacio
colonial corno la yerba.

Los productos que componen las importaciones de efectos de la tierra si bien no son
tan numerosos, tampoco permiten un estudio de cada uno en particular. Aunque
analizamos todo el conjunto de productos, al observar que las importaciones de aguar-
diente, algodón, azúcar, harina, suelas, tabacos, vino y yerba significaban entre 89 y
95 por ciento del valor de los mismos, se optó por agruparlos bajo el nombre de
"principales efectos de la tierra" y analizarlos mas detalladamente.

LAS EXPORTACIONES

Los datos sobre el sector exportador de la provincia de Córdoba desde 1800 a 1860
que se incorporan en este trabajo son el resultado de investigaciones anteriores (As-
sadourian, 1983, cap. VI) al igual que los refe1idos a las exportaciones de otras provin-

132, Telégrafo Mercantil, 1801-1802, 1, pp. 102. 166, n, pp. 128, 191.
208 Carlos Sen1pat Assaclourian y Silvia Palon1 e~:..

cias interiores durante la úllin1a década colonial {Palon1eque, 1989) y, en consecu~


cia, el análisis de las f uenles ya consta en esas publicaciones. En este n1omenlo, y S
con el objclo ele presentar una síntesis de los inisn1os, aclaramos que la principal fue
de inforn1ación para reconstituir las series cuantitativas del sector exportadordurá
el período colonial fueron las guías de exportación expedidas por la Administración
Alcabalas que, en Córdoba, fueron con1pletadas con los libros de nuevo in1puestoy
libros de arbitrios y sisa de San Juan, y la consulta de una valiosa investigaci
(Wentzel, 1986) sobre las guias de in1portación recibidas en Buenos Aires.
Para los años que van de 1811 a 1822 se enfrentan grandes diflcultades para po
recuperar sólo 83 por ciento de las guías de exportación a través de la consulta dev '
series (libros de hacienda, nuevo in1puesto y alcabalas), 1 ~ logrando recuperar todas
13

guías de exportación hacia Buenos Aires -principal centro de consumo- sobre la ba


de la documentación archivada en el AGN. Lo escaso de las guías archivadas en el AH
e se explica por el hecho de que éstas se conservan sólo cuando implican la percepci ·
de algún impuesto, lo cual nuevamente trae trastornos a la investigación para 18
y 1828 ya que el gobernador Bustos intenta sostener su aparato militar y civil sin ec
rr1ano a los impuestos a las exportaciones. Esto reduce las g1üas recuperadas a 23
ciento, las que sólo permiten reconstituir las exportaciones de cueros y recién
existencia de cambios políticos en 1829 permite comenzar a recuperar también 1
guías de exportación de ]as cerdas. La parcial información cuantitativa para e
última década pudo enfrentarse gracias al conocimienlo de las exportaciones regio
les para las décadas anteriores y la consulta de información cualitativa donde
reflejaba la preocupación por los cambios existentes.
Para concluir alertando sobre los límites de las conclusiones a las que podam<i'
anibar a pesar de todos nuestros esfuerzos, tenemos que recordar lo planteado al ini · -.
de esta investigación sobre los problemas que supone la existencia del contraband
para una hipotética reconstrucción completa de la circulación mercantil hacia
exterior de la región. La presencia del contrabando reduce nuestro conocimiento sóld,'
a la esfera de _la circulación "legal", ya que a pesar de la existencia de documentos qu~\
marcan su florecin1iento en determinados periodos, como 1830, éstos no aportan un:',
cálculo que nos permita apreciar su magnitud {Assadourian, 1983: 307-308).
1(
1~
¡¡

i(

133. Es ünportante insistir en que en la investigación de Assadourian (1983) se inició la práctica_


,,,
'1

11
de cotejar el nUn1ero de guias locaUzadas con el nUrnero de gui'as expedidas, lo cual pern1ite
calcular la representatividad de la información recabada.
Las relaciones n1ercantiles de Córdoba ( 1800- 1830) 208

ANEXO 2

Cuadro 1
Promedios anuales de los valores totales de las importaciones de efectos
de Castilla-ultramarinos y de electos de la tierra
(Córdoba, 1800-1830, en porcentajes)

Períodos Efectos de Efectos Total Efectos de Efectos Total


Castilla~ dela CastillaM dela
ultramarinos tierra ultramarinos tierra

1800-1804 99 82 92 65 35 100
1805-1809 100 1<1!1!' 109 57 43 100
1810-1814 168 87 137 75 25 100
1815-1819 161 69 125 78 22 100
1820-1824 177 84 141 76 24 100
1825-1830 150 88 126 72 28 100

Cuadro 2
Productos que componen los electos de Castilla-ultramarinos
importados desde Buenos Aires
(Córdoba, 1808-1830, en porcentajes)

Año Textiles Escritorio, Materias Hogar, Frutos y Total


libros, primas, abalorios, alimentos
papelería herramientas, menaje europeos
drogas y azúcar

1808-1810 85 1 4 5 4 100
1811-1813 82 5 4 5 3 100
1816-1819 79 2 5 6 8 100
1820-1822 74 4 4 5 13 100
1823-1825 70 3 3 8 16 100
1828-1830 74 3 3 4 16 100

Cuadro 3
Textiles importados como efectos de Castilla-ultramarinos
(Córdoba, 1808-1830, división por materia prima, porcentajes)

Años Lana Lino Algodón Seda Total


1808-1810 24 30 37 10 100
1811-1813 21 10 57 12 100
1816-1819 20 10 49 20 100
1820-1825
1828-1830 14 31 52 3 100
'
210 CLlrlos Se1npat Assadourian y Silvia l'alornequ

Cuadro 4
Comparación entre los valores de aforo del azúcar y del añil
importados desde Buenos Aires y desde Chile
(Córdoba, 1808-1830, en pesos}

Azúcar Afiil
Años
Buenos Aires Chile Buenos Aires Chile

1808-1813 3,2 3,5 2,7 2,0


1816-1821 3,4 1,8
1828-1830 2,9 4,5 2,9 2,2

Cuadro 5
Total de azucar importada
(Córdoba, 1805-1830, promedios anuales en pesos}

Años Arrobas Pesos Pesos por arrobas Arrobas Pesos


1805-1909 8.122' 36.272 4 100 100
1810-1814 5.165 15.276 3 64 42
1815-1820 4.547 16.435 4 56 45
1821-1824 10.833 22.328 2 133 62
i825-1830 10.410 27.095 3 128 75
~
n
~

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o
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¡¡-
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a
nO•
2.
o
Cuadro 6 O"
Valor de las principales importaciones de efectos de la lierra "
(Promedios anuales, Córdoba, 1805-1830, en pesos) 00
o
'?
Años Aguardiente Algodón Azúcar Harina Suelas Tabaco Vino Yerba Total Índice 00
pe-ruana
2"
1
1 1

1805-1809 11.795 20.850 34.137 105 1.744 o 7.150 33.644 109.425 100
1810-1814 9.906 8.887 11.700 o 2.633 7.931 9.328 21.738 72.123 67
1815-1819 11.180 11.884 25 30 3.925 8.050 7.865 22.220 65.179 55
1820-1824 16.683 9.529 o 7.737 4.995 8.810 11.085 20.208 79.045 67
1825-1830 15.943 5.827 2.434 10.670 5.490 9.288 9.300 25.944 84.896 72

,,,,/~'.- w~--7~,' •-
'''"',FY"i,\"';P"'!T{'/fFfi,--'ff''' ''">.:::=•.::'.'.!toe_•._._._._,_.__·------'----~-•· • '·"<'*-fh •• •rn·•··~· '"--""-~ •••· ,.._,./.,~ ·--·"'""" ,---~---~-------~
Cuadro 7. Impuestos que afectan las diversas importaciones "'
(Alcabalas,' sisa, contribución ordinaria [CO], impuesto de guerra [IG], consulado y eslingaje [CyE])" "'
Tipo de producto Impuestos Hasta 1812- 1814- 1816- 1818- Set.-1820 1822- Dic.1829 Nov.1830
1812 1813 1815 1817 Oct. 1820 1821 Nov.1829 Oct.1830 ...
Efectos de Castilla- Alcabala 4°/o 4°/o 4o/o 4% 4o/o 12°/o 8°/o 10 al 40% 10 al 40~'ó
ultramar "i2,7º/o"~

Azúcar (arrobas) Alcabala 4% 4o/o 4o/o 4°/o 4o/o 4o/o 8%1 16°/o 16%
C. Ord. - - 1$ 1$ - - - - -
Azúcar "de los pueblos 16%, 8°/o
de la república~
Yerba paraguaya Alcabala 4o/o 4°/o 4°/o 4'% 4°/o 8°/o 8°/o 16'% 16%,
(arrobas) Sisa ,,2r ,,2r ,,2r ,,2r ,,2r ,.2r ,.ir - -
C.0./1.G. - - 1$ 1$ 1$ 1$ - - -
C.y E. - - - 2'% 2º/o 2°/o - - -
Yerba "de los pueblos Alcabala 16°/o i 2o/o
de la República"
Tabaco paraguayo Alcabala 4o/o 4"/o 4'% 4°/o 8°/o B'Yo 25°/o 25%
(arrobas) Sisa Estancado ,.1 r ,, 1 r ,, 1 r ,.1 r ,, 1 r - - -
C.0./IG 3$ 5$ 5$ 5$ 5$ - - 1 - ()

Tabaco tarijeño Alcabala 4°/o 4o/o 4°/o 4% 4º/~ 4°/o 6%


-
12%
-
"::!.o
(arrobas) Sisa Estancado ,,1 r ,, 1r ,, 1 r ,,1 r ,, 1 r - m
C.O./IG ,, 12r 3$ 3$ ,, 14r ,,14r - - 1 - en
~
Aguardiente Alcabala 4% .4% 4% 4% 4°/o 4% 4°/o 12$*.... 6$
cg Sisa
C.O./IG
12$
-
12$ 12$
12$
12$
12$
12$
6$
12$
6$
6$ 'B
..
Vino Alcabala 4% 4% 4°/o 4% 4% 4°/o 4°/o 4S 2$ 5;'
m
cg C.0./1.G - - 6$ 6$ 3$ 3$ - - - ~

Harina Alcabala 4º/o 4% 4% 4% 4°'


" 6% 4°/o 10°/o Y+ 10°/oy+ s""'i
Otros efectos de 5·
!a tierra*~H Alcabala 4% 4% 4% 4% 4% 6°/o 4% 6°/o 6°/o o
'<
NOTA: No estamos incluyendo los impuestos municipales. en
"Determinado porcentaje sobre el valor aforado. ;;:
º Consiste en e! cobro de detenninada cantldad de dinero por unidad de medida.
0

• Al aguardiente. vino y harina se cobran tantos pesos por carga. En el caso de la harina hay una tabla donde el impuesto baja o sube de acuerdo con el precio de Ja harina

en el mercado local. A los efectos de este cuadro comparativo, para la harina nosotros hemos calculado el porcentaje oscilante que este impuesto implica sobre el avalúo.
*-**Algodón, añil, arroz, cobres, miel, suelas, lienzo, pasas, alumbre, etcétera.
a. Desde 1829 este impuesto deja de llamarse "alcabalan y se denomina "derechos de aduana". En los efectos ultramarinos se cobra un porcentaje variable según c~da tipo
de producto. En Córdoba, considerando el total de productos de efectos.. ~l.~ra,rry¡;¡.rn.()s i,J:f'IP9.~~o~ en ...1§;3,0,'...verqo~ q1.J.~.-~J'.l.P9,J1JU.l::)!º. P~.!;J,;;~o,,,11q .1-?/'f,p,C'f P.i~nt1

~ .. E5f;.':J:':'.""·~.·c<<'•c\'.'\'1/-~=
5 relaciones n1ercant iles de Córdoba [ 1800-1830) 213

Cuadro 8
Valor de las importaciones de efectos de la tieíra
según su lugar de origen y por período
(en pesos)

Chile San Juan, Catamarca Paraguay, Prov. del Alto Perú t¡


La Rioja y Santa Fe y norte ;¡
Mendoza Buenos [:
H
Aires*
~I
1805-1809 43.387 22.524 25.303 35.849 5.108 167
1810-1814 21.697 22.387 14.743 29.329 1.671 o
1815-1819 947 21.445 18.231 26.11 3.914 o
1820-1824 1.421 38.854 17.393 20.698 7.279 o
1825-1830 4.788 37.967 13.647 25.042 8.548 o
~Hasta 1820 estos valores son de productos paraguayos que ingresan por Santa Fe y ocasiona/mente por Buenos Aires.
Después de 1820 la mayoría ingresa desde Buenos Aires y todo indica que junto a la yerba paraguaya vienen crecidas
partidas de yerba brasileña que, al no haber podido diferenciarlas, hemos tenido que incluir mezcladas en este cuadro.

Cuadro 9
Importaciones de harina desde Córdoba

Años Cargas Pesos $ xcg. Años Cargas Pesos $X cg.

1805 40 152 4 1818 2 14 7


1806 41 164 4 1819 11 66 6
1807 1820 5 24 5
1808 1821 674 4.041 6
1809 o o o 1822 1.436 13.137 9
1810 o o o 1823 690 6601 10
1811 o o o 1824 1.411 14.884 11
1812 o o o 1825 1.442 16.173 11
1813 o o o 1826 11
1814 1827 12
1815 o o o 1828 148 1.726 12
1816 11 72 7 1829 579 6.942 12
1817 o o o 1830 1.487 17.838 12
214 Carlos Se1npat Assaclourian y SHvi<1 Palori;

Gráfico 1
Rescate de plata en Potosí (1755-1850)
450.000 . - - - - - - - - - - - - - -

400.000 RESCATE TOTAL

350.000

300.000

Primer ciclo
250.000
republicano - -
,
/- 'I "\
200.000 RESCATE AZOGUEROS / ' :

I
,., 11
\ /
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150.000 ,.;._,..._,/·,_, 11 ... ,,1 Crisis de! 1 1 '-•\

, .... -,,,.' / azogue :: 1


-............_ 1 ,,,.,,,. 1
100.000
Rebellón de .............. V
1
1
i'\'
Tomás Katari Abolición de la mita - - - -" l 11
50.000
\ ,.....,
1
"' ,'
Ocupación de Potosí - - 1 '/ ''

o o
m
~
8ro ;;;
~
N
ro

Goáfico 2
Valor de los efectos de Castilla~ultramarinos y de la tierra
(Córdoba, 1800-1830)
Miles de pesos
500

400
...
... \
;
, .. ..' '
, \
' '
300

200
' ''
''
''
., . '
1

"
100

o
1800 1805 1810 1815 1820 1825 1830
- Castilla-ultramarínos--- E. tierra ..,., .... ª Total

Fuente: Alcabalas y Compr. Hda. AGN AHP/C.


'.---5 relaciones n1erc¡_1_ntiles ele Córdoba ( 1800-1830) 215

Gráfico 3
Valor de efectos de Castilla-ultramarinos y efectos de la tierra
(promedios anuales por quinquenio)

Miles de pesos
400

.... .,,,. ........ .. .......... . ............................. . ..


300
......... ... .-·
.. .. ·
200

100¡- _ __

o
1800-1804 "!805-1809 1810-1814 1815-1819 1820-1824 1825-1830
- E. Castilla-ultramarinos - - - E. tierra .. - - .... Total

Gráfico 4
Importaciones de efectos de Castilla-ultramarinos
Tipo de produc.tos

Miles de pesos
300

250

200

150

100

50

o
08 a 10 11a13 16 a 19 20 a 22 23 a 25 28 a 30
Textiles - Menaje, abalorios

- Papel, escrit. - Azúcar y aHmentos

- Materia prima, herramientas, drogas


216 Carlos Sernpal Assadourian y Silvia Pnlo1uet

Gráfico 5
Importaciones de efectos de Castilla-ultramarinos
(textiles diferenciados por su materia prima)
fv_!~~e peso~----------- __________________________________ _
250 ·--------·

.-1____ _ _ _ _ _
o

- --
08-10 11-13 16-19 20-25 28-30

Lana Algodón

Lino Seda

Gráfico 6
Azúcar ingresada desde Chile o desde Buenos Aires
(miles de arrobas)

16

14

12

10

4 '(

º~~~~-~~.
1805 "1810 1815 1820 1825 1830
--- Desde Buenos Aires Desde Chile
s: relaciones rnercanliles de Córcloha ( 1800-1830) 217

Gráfico 7
Añil i1nportado desde Chile o desde Buenos Aires
(miles de libras)

o
1805 1810 1815 1820 1825 1830
Buenos Aires Chile

Gráfico 8
Valor y volumen del total de yerba importada

160

140

120

100

80

60

40

20

o
1805 1810 1815 1820 1825 1830
Yerba (pesos) - - ,__ Yerba_(arrobas)

Promedio 1800-1810 = 100.


218 Carlos Sen1pal Assaclourian y Silvia Palon 1\

Gráfico 9
Yerba mate importada desde Buenos Aires o desde Paraguay/Santa Fe
(miles de arrobas)

20

15

10

i
5 11

1805 1810 1815 1820

Gráfico 10
Importación de tabaco paraguayo y tarijeño
(miles de arrobas)

1805 1810 1815 1820 1825 1830

Tabaco tarijeño Tabaco paraguayo


Las rei;lciones tnercanliles de Córdoba ( I 800- 1830) 219

Gráfico 11
Exportación de piezas de tejidos desde la Aduana de la
ciudad de Córdoba por mercados (1811-1822)

80.000
C==1 santa Fe-Paraguay

70.000 Buenos Aires

1111 Otros
60.000

50.000

40.000

30.000

20.000

10.000

o
1811 1812 1813 1814 1815 1816 1817 1818 1819 1820 1821 1822

Gráfico 12
Exportación de cueros de Córdoba al puerto de Buenos Aires (1806-1856)

100.000
Receptorías campaña
90.000 Aduana de Córdoba
Total
80.000

70.000 \
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60.000 :i
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50.000
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40.000
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30.000
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20.000 ~
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10.000 _j '.·

1810 1815 1820 1825 1830 1835 1840 1845 1850 1855
220 Carlos Se111pal Assaciourian y Silvia Palo

Gráfico 13
Importación de vino desde Cuyo (Mendoza y San Juan) y La Rioja
y desde Buenos Aires
(miles de pesos)

20

15

10

1810 1815 1820 1825


Desde Cuyo/La Rioja Desde Buenos Aires·

Gráfico 14
Importación de vino de La Rioja, San Juan y Mendoza
(miles de pesos)

12
· 1

10

2 ,,, ' , '


' ,, ,, '' (l

1805 1810 1815 1820 1825 1830


La Rioja San Juan - - - - Mendoza
~<Las relaciones 1nercaniiles _ele Córdoba {1800-1830) 221

Gráfico 15
Importación de aguardiente de La Rioja, San Juan y Mendoza
(miles de pesos)

25
---------------------··-----------
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20
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15

10

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1805 1815 1825 1830

- - - - Mendoza

Gráfico 16
Valor y volumen de las principales importaciones de Catamarca

500

400 .... ..... "' ................,


1 1.


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100
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1805 1810 1815 1820 1825 1830

Algodón (pesos) Algodón (arrobas) Lienzo (pesos)

Lienzo (varas) .............. Suelas (pesos) ------ Suelas (unidades)


222 Carlos Se1npat Assadourian y Silvia Pnlorneq

Gráfico 17
Valor y volumen del total del tabaco importado

500

400

300

200

100

o
1805 1810 1815 1820 1825

_ _ _ _ Tabaco (pesos) Tabaco (arrobas)

Promedio 1800-1810"" 100

Gráfico 18
Valor de las principales importaciones de efectos de la tierra
(miles de pesos)

120

100

80

60

40

20
1íl
o .e

Algodón (-;;} -;-;,_:~\_;;--¡ Azúcar Perú Yerba Tabaco

Suelas 1 [ Vino blRJIJ Aguardiente Harina


Las rclncioncs 1nercanliles de Córdoba [ 1800-1830] 223

Gráfico 19
Valor de las principales importaciones de electos de la tierra desde Paraguay y Chile
(miles de pesos)

1805-1809 1810-1814 1815-1819 1820-1824 1825-1830

Yerba de 1 Tabaco de
Paraguay Paraguay

Observación: La "yerba de Paraguay" está sobrevaluada a partir de 1820. Desde ese año, comienzan a entrar crecientes
partidas de yerba brasileña y no podemos diferenciarla de la yerba paraguaya.

Gráfico 20
Valor de las principales importaciones de efectos de la tierra del interior y Cuyo
(miles de pesos)

70

60

50

40

30

20

10

o
1805-1809 1810-1814 1815-1819 1820-1824 1825-1830

Tabaco del país [E'Gl2}i] Suelas

Aguardiente - Algodón Harina


\

224 Cnrlos Sernpat Assadourian y Silvia Palorne,

Gráfico 21
Valor de todas las importaciones y de los impuestos recaudados -1
(alcabala, sisa, contribución ordinaria, impuesto de guerra)

350

300

250

200

150

100
l
i

50

o '--'--'----1.--''---'---'---'---'-'---'---'---L--'~'---'---'---L--'-'---'---'---'--'---Jt.-..J
1805 1810 1815 1820 1825

- - - - Valores Impuestos

Gráfico 22
Valor de las importaciones de efectos de Castilla-ultramar
e impuestos recaudados (alcabala)

800

700

600

500

400

300

200

100

o '----'--~~-~--'--~~-~__¡_~~-~__¡_~~-~__¡_~__L__[__J ___~~~-
1805 181 o 18i5 1820 1825 1830

Valores Impuestos

l.
r,as rel;:icioncs rnerca11ti!es de Córdoba (1800-1830) 225

Gráfico 23
Valor de las importaciones de efectos de la tierra e impuestos recaudados
{alcabala, sisa, contribución ordinaria, impuesto de guerra}

400 . --··------------ ---------------

300

200

100

1805 1810 1815 1820 1825 1830


- - - - - Valores Impuestos

Gráfico 24
Impuestos cobrados a distintos tipos de productos
(porcentajes sobre el valor)
80

Electos Castilla-ultramarinos

Yerba, tabaco, aguardiente, vino

Otros efectos de la tierra

10
~',, __________________ ~

-----------------------------------~

1805 181 o 1815 1820 1825 1830

l
f

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